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El primer paso consiste en mostrar que, conocemos el cuerpo en tanto repreentacion. Pero
también de una forma inmediata: los movimientos del cuerpo se nos presentan como
expresiones de la voluntad.
Hay una relación estrecha entre mi cuerpo y mi voluntad. Esta relación se traduce en
identidad: el cuerpo es voluntad objetivada. Cada realidad somática se puede ver desde dos
enfoques: como representación ocupando un lugar en el tiempo y el espacio. Y se puede ver
desde el fuero interno como voluntad. No es que sean dos realidad distintas, sino que se
muestran de dos formas distntas. Mi realidad corpórea, desde el fuero interno, se muestra
como vountad; desde fuera, se muestra como movimiento somático. Toda la realidad
exterior somática es una expresión, una manifestación de la realidad interior volitiva.
1.- Descubro, por medio de un conocimiento inmediato, que existe una relación estrecha
entre mi cuerpo y mi voluntad: Comprendo los movimientos somáticos no a partir de
inferencias (causa-efecto) sino inmediatamente, como expresión de mi voluntad. Los
movimientos de mi cuerpo se entienden como exteriorizaciones de la voluntad: cuando mi
cuerpo se mueve se debe a la voluntad.
2.- Esa relación estrecha se traduce en identidad. No es una relación causal (definida por el
principio de razón suficiente). Es una relación ontológica: el cuerpo es la voluntad. ¿Hay
argumentos para demostrar esa identidad? Porque todo acto volitivo se traduce directamente
en un acto somático.
Entonces: el cuerpo es tanto voluntad como representación. Del cuerpo como voluntad
tenemos un conocimiento inmediato, directo.
Somos conscientes del cuerpo como representación: un objeto, entre muchos otros, que se manifiesta en
el tiempo y el espacio. Pero además de esto, somos concientes del cuerpo como voluntad. Cómo es que
somos concientes de cuerpo en tanto voluntad. Esa es la pregunta.
Entonces: ¿sólo el cuerpo es así? Es decir, ¿el cuerpo es el único objeto que es a la vez voluntad
y representación? Para librarnos del egoísmo teórico tendríamos que aceptar lo siguiente: la
realidad en su conjunto posee ese doble aspecto: es tanto voluntad como representación.
Lo problemático para nosotros es entonces definir con claridad qué clase se relación tenemos con el
cuerpo de acuerdo a Schopenhauer: qué se quiere decir cuando se afirma que poseemos un conocimiento
inmediato, no representativo, gracias a cuerpo. Y cómo este conocimiento directo deriva en la idea del
cuerpo como objetivación de la voluntad.