Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Imperio Romano
Imperio Romano
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Para otros usos de este término, véase Imperio romano (desambiguación).
Imperium Romanum
Senatus Populusque Romanus
Res publica populi romani
Imperio romanonota 1
←
←
→
← 27 a. C.-476 d. C.12
→
←
←
El Imperio romano en el año 117, cuando alcanzó su máxima extensión, bajo el gobierno del emperador hispano Trajano.
Emperador
• 27 a. C.-14 d. C. Augusto
• 1448-1453 Constantino XI Paleólogo
Cónsul
• 27-23 a. C. César Augusto
• 886-912 León VI el Sabio
Legislatura Senado romano
Vexillum —bandera generalmente empleada por el ejército romano— con la inscripción SPQR.
El Imperio romano (en latín: Imperium Romanum, Senatus Populusque Romanus o Res
publica populi romani)nota 1 fue el tercer periodo de civilización romana en la Antigüedad
clásica, posterior a la República romana y caracterizado por una forma de
gobierno autocrática. El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su
capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial
los dominios de Roma siguieron aumentando hasta llegar a su máxima extensión durante
el reinado de Trajano, momento en que abarcaba desde el océano Atlánticoal oeste hasta
las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico al este, y desde el desierto del
Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera
con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,5 millones de km².
El término es la traducción de la expresión latina «Imperium Romanum», que significa
literalmente «El dominio de los romanos». Polibio fue uno de los primeros hombres en
documentar la expansión de Roma aún como República. Durante los casi tres siglos
anteriores al gobierno del primer emperador, César Augusto, Roma había adquirido
mediante numerosos conflictos bélicos grandes extensiones de territorio que fueron
divididas en provincias gobernadas directamente por propretores y procónsules, elegidos
anualmente por sorteo entre los senadores que habían sido pretores o cónsules el año
anterior.
Durante la etapa republicana de Roma su principal competidora fue la ciudad púnica
de Cartago, cuya expansión por la cuenca sur y oeste del Mediterráneo occidental
rivalizaba con la de Roma y que tras las tres guerras púnicas se convirtió en la primera
gran víctima de la República. Las guerras púnicas llevaron a Roma a salir de sus fronteras
naturales en la península itálica y a adquirir poco a poco nuevos dominios que debía
administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.
Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente
gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con
rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad
sobre las tropas para obtener réditos políticos. Así fue como surgieron personajes
ambiciosos cuyo objetivo principal era el poder. Este fue el caso de Julio César, quien no
solo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió la autoridad
del Senado romano.
El Imperio romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la
muerte de Julio César, en los momentos finales de la República romana. Tras la guerra
civil que lo enfrentó a Pompeyo y al Senado, César se había erigido en mandatario
absoluto de Roma y se había hecho nombrar Dictator perpetuus (dictador vitalicio). Tal
osadía no agradó a los miembros más conservadores del Senado romano, que
conspiraron contra él y lo asesinaron durante los Idus de marzo dentro del propio Senado,
lo que suponía el restablecimiento de la República, cuyo retorno, sin embargo, sería
efímero. El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de
César, Octavio, quien se convirtió años más tarde en el primer emperador de Roma, tras
derrotar en el campo de batalla, primero a los asesinos de César, y más tarde a su antiguo
aliado, Marco Antonio, unido a la reina Cleopatra VII de Egipto en una ambiciosa alianza
para conquistar Roma.
A su regreso triunfal de Egipto, convertido desde ese momento en provincia romana, la
implantación del sistema político imperial sobre los dominios de Roma deviene imparable,
aún manteniendo las formas republicanas. Augusto aseguró el poder imperial con
importantes reformas y una unidad política y cultural (civilización grecorromana) centrada
en los países mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano,
quien trató de salvar un Imperio que caía hacia el abismo. Fue este último quien, por
primera vez, dividió el vasto Imperio para facilitar su gestión. El Imperio se volvió a unir y a
separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y
repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de Teodosio I el Grande en el año
395, quedó definitivamente dividido.
En el inmenso territorio del Imperio Romano se fundaron o se hicieron grandes e
importantes muchas de las principales ciudades de la actual Europa Occidental, el norte de
África, Anatolia, el Levante. Ejemplos
son: París (Lutecia), Estambul(Constantinopla), Vienna (Vindobona), Barcelona (Barcino),
Zaragoza (Caesaraugusta), Mérida (Emerita Augusta), Cartagena (Carthago
Nova), Milán (Mediolanum), Londres, (Londinium), Colchester (Camulodunum)
o Lyon (Lugdunum) entre otros.
Finalmente en 476 el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente, Rómulo
Augústulo. El Senado envió las insignias imperiales a Constantinopla, la capital de Oriente,
formalizándose así la capitulación del Imperio de Occidente. El Imperio romano oriental
proseguiría casi un milenio en pie como el Imperio romano (aunque usualmente se use el
moderno nombre historiográfico de Imperio bizantino), hasta que
en 1453 Constantinopla cayó bajo el poder del Imperio otomano.
El legado de Roma fue inmenso; tanto es así que varios fueron los intentos de restauración
del Imperio, al menos en su denominación. Destaca el intento de recuperar occidente
de Justiniano I, por medio de sus generales Narsés y Belisario, el de Carlomagno con
el Imperio Carolingio o el del Sacro Imperio Romano Germánico, sucesor de este último,
pero ninguno llegó jamás a reunificar todos los territorios del Mediterráneo como una vez
lograra la Roma de tiempos clásicos.
Con el colapso del Imperio romano de Occidente finaliza oficialmente la Edad
Antigua dando inicio la Edad Media.
Índice
1Historia
o 1.1Dinastía Julio-Claudia (27 a. C.-69 d. C.)
o 1.2Dinastía Flavia (69-96 d. C.)
o 1.3Dinastía Antonina (96-180 d. C.)
o 1.4Dinastía Severa (193-235 d. C.)
o 1.5Crisis del siglo III (235-284)
o 1.6El Bajo Imperio (284-395)
1.6.1Diocleciano y la Tetrarquía
1.6.2Dinastía Constantiniana (305-363)
1.6.3Dinastía valentiniana (364-395)
1.6.4La división del Imperio (395-476)
o 1.7El fin del Imperio romano de Occidente (395-476)
o 1.8Supervivencia del Imperio romano de Oriente (395-1453)
o 1.9Intentos de restauración del Imperio
2Ejército romano
o 2.1Estructura de la legión
2.1.1Las cohortes
2.1.2Las centurias
o 2.2Equipamiento
3Armada romana
4Arquitectura
5Economía
6Sociedad
o 6.1Romanización y lenguas del imperio
7Religión
o 7.1Las fiestas religiosas
8Véase también
9Notas
10Referencias
11Bibliografía
12Enlaces externos
Historia[editar]
Véase también: Anexo:Emperadores romanos
Mapa del Imperio hacia el año 117 d. C. (arriba) y 150 d. C. (abajo), cuando alcanzó su mayor
extensión.
Diocleciano y la Tetrarquía[editar]
Artículos principales: Diocleciano y Tetrarquía.
A principios del siglo V, las tribus germánicas, empujadas hacia el oeste por la presión de
los pueblos hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el Imperio romano.
Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen y el ejército no pudo
impedir que Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos. Cada uno de estos pueblos
se instaló en una región del imperio donde fundaron reinos independientes. Uno de los
más importantes fue el que derivaría a la postre en el Sacro Imperio Romano Germánico.
El emperador ya no controlaba el Imperio, de tal manera que en el año 476 Odoacro, rey
de los hérulos, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de quince años que fue el último
emperador romano de Occidente y envió las insignias imperiales a Zenón, emperador
romano de Oriente.
Supervivencia del Imperio romano de Oriente (395-1453)[editar]
Artículo principal: Imperio bizantino
A lo largo de los siglos que suceden a la caída del Imperio Romano de Occidente, muchas
civilizaciones de la edad media y más tarde, de la edad moderna, se proponen restaurar el
Imperio Romano a su antigua gloria. El intento más antiguo y el que más se acercó fue el
del Imperio Bizantino, por decisión de Justiniano I, en el siglo VI utilizó a sus mejores
generales (Narsés y Belisario) para devolver la antigua gloria del Imperio.
Tres siglos más tarde, un rey Franco, Carlomagno, hijo de Pipino el Breve, fundó
la dinastía Carolingia, convirtiendo el reino Franco en el Imperio Carolingio. Carlomagno se
hizo con el poder de la mayoría de territorios en Europa Central, convirtiéndose en la
principal potencia de Europa en ese momento. Más tarde, se firmó el tratado de Verdún
(843), que repartía el imperio entre los tres nietos de Carlomagno, los reinos sucesores
fueron la Francia Occidental (Francia Occidentalis), que se convertiría en el reino de
Francia, Francia Media y Francia Oriental (Francia Orientalis), que se convertiría en el
Sacro Imperio Romano. A pesar de que fuera muy extenso, no se asemejaba en tamaño ni
siquiera al Imperio de Occidente en su apogeo territorial.
Un reino sucesor del Imperio Carolingio se hizo con mucho territorio en Europa, fue
entonces cuando fue rebautizado como Sacro Imperio Romano. Este Imperio no fue tan
extenso como su antecesor, el Imperio carolingio, pero fue mucho más duradero, llegando
hasta la edad contemporánea.
Ejército romano[editar]
Artículos principales: Ejército romano, Legión romana e Historia de la estructura del ejército
romano.
Armada romana[editar]
Artículo principal: Armada romana
La Armada romana (en latín classis, literalmente flota) comprendió las fuerzas navales
del antiguo Estado romano. A pesar de jugar un papel decisivo en la expansión romana
por el Mediterráneo, la armada nunca tuvo el prestigio de las legiones romanas. A lo largo
de su historia los romanos fueron un pueblo esencialmente terrestre, y dejaron los temas
náuticos en manos de pueblos más familiarizados con ellos, como los griegos y
los egipcios, para construir barcos y mandarlos. Parcialmente debido a esto, la armada
nunca fue totalmente abrazada por el Estado romano, y se consideraba «no romana».3 En
la antigüedad, las armadas y las flotas comerciales no tenían la autonomía logística que en
la actualidad. A diferencia de las fuerzas navales modernas, la armada romana, incluso en
su apogeo, no existió de forma autónoma, sino que operó como un adjunto del Ejército
romano.
En el transcurso de la primera guerra púnica la armada fue expandida masivamente y jugó
un papel vital en la victoria romana y en la ascensión de la República romana a la
hegemonía en el Mediterráneo. Durante la primera mitad del siglo II a. C. Roma
destruyó Cartago y subyugó los Reinos Helenísticos del este del Mediterráneo, logrando el
dominio completo de todas las orillas del mar interior, que ellos llamaron Mare Nostrum.
Las flotas romanas volvieron a tener un papel preponderante en el siglo I a. C. en las
guerras contras los piratas y en las guerras civiles que provocaron la caída de la
República, cuyas campañas se extendieron a lo largo del Mediterráneo. En el 31 a. C.
la batalla de Accio puso fin a las guerras civiles con la victoria final de Augusto y el
establecimiento del Imperio romano.
Durante el período imperial el Mediterráneo fue un pacífico «lago romano» por la ausencia
de un rival marítimo, y la armada quedó reducida mayormente a patrullaje y tareas de
transporte.4
Sin embargo, en las fronteras del Imperio, en las nuevas conquistas o, cada vez más, en la
defensa contra las invasiones bárbaras, las flotas romanas estuvieron plenamente
implicadas. El declive del Imperio en el siglo III d. C. se sintió en la armada, que quedó
reducida a la sombra de sí misma, tanto en tamaño como en capacidad de combate. En
las sucesivas oleadas de los pueblos bárbaros contra las fronteras del Imperio la armada
sólo pudo desempeñar un papel secundario. A comienzos de siglo V d. C. las fronteras del
imperio fueron quebradas y pronto aparecieron reinos bárbaros en las orillas
del Mediterráneo occidental. Uno de ellos, el pueblo vándalo, creó una flota propia y atacó
las costas del Mediterráneo, incluso llegó a saquear Roma, mientras las disminuidas flotas
romanas fueron incapaces de ofrecer resistencia. El Imperio romano de Occidente colapsó
en el siglo V d. C. y la posterior armada romana del duradero Imperio romano de
Oriente es llamada por los historiadores Armada bizantina.
Arquitectura[editar]
Véanse también: Arquitectura romana, Vivienda (Roma Antigua) y Edificación pública (Roma
Antigua).
Economía[editar]
Patricios: eran la clase dominante que poseía todos los privilegios tanto fiscales, como
judiciales, políticos y también culturales.
Plebeyos: eran el pueblo que no gozaba de todos los derechos ni privilegios.
Libertos: eran los esclavos liberados por sus señores, aunque no fueron reconocidos
ciudadanos hasta el Edicto de Caracalla
Esclavos: no tenían derechos y eran posesión de sus amos. El esclavismo era toda
una institución social en Roma. No fue un esclavismo de raza, como sí lo sería siglos
después. En Roma cualquiera podía ser esclavo; la fuente de esclavos provenía sobre
todo de pueblos conquistados, pero también de delincuentes u otra gente que fuera
degradada a esa clase social por algún motivo. En realidad el esclavismo no era más
que la clase social más baja. Y como toda clase, también era posible ascender a
veces comprando la propia libertad, o simplemente por el deseo expreso del amo que
se formalizaba con el acto de manumisión, un privilegio exclusivo de todo propietario
que convertía al esclavo en liberto (esclavo liberado).
Al evolucionar la República y convertirse en Imperio, esta sociedad evolucionó con ella
dando origen a nuevos grupos o transformando otros. Ya hacia finales del siglo IV a.C se
había formado la clase de los optimates (o aristocracia patricio-plebeya), resultado de la
fusión de los antiguos patricios con los plebeyos más ricos.
En la medida que Roma entró en el gran circuito económico del Mediterráneo se desarrolló
la clase de los caballeros (u orden ecuestre), dedicada a los negocios (empresarios
mineros, grandes comerciantes, prestamistas, etc.).
Por su parte, la antigua clase media campesina, propietaria de tierras en Italia, se arruinó
con las guerras y con la competencia de los latifundios y los productos agrícolas a bajo
precio venidos de las provincias. Los campesinos pobres que la formaban emigraron a
Roma y a las grandes ciudades de Italia, transformándose en el proletariado romano, una
masa ociosa y llena de vicios, cuyos integrantes solían engrosar la clientela de los políticos
profesionales y a quienes vendían sus votos. El proletariado fue sostenido por el aporte
económico de sus patrones y, durante el Imperio, por las arcas fiscales y los recursos de
los emperadores.
La sociedad siguió evolucionando durante el Imperio.
Romanización y lenguas del imperio[editar]
Artículo principal: Lenguas del Imperio romano
Se tiene constancia de más de sesenta lenguas diferentes habladas en los territorios que
alguna vez formaron parte del Imperio romano. El proceso de romanización que tuvo lugar
en los territorios controlados de manera prolongada por el Imperio romano comportó en
muchos de ellos un proceso de sustitución lingüística que llevó a la desaparición de
lenguas autóctonas. Sin embargo, este proceso no fue siempre de corta duración y
típicamente abarcó diversas generaciones e incluso siglos, en los que el bilingüísmo con el
latín o incluso el multilingüismo fue frecuente.
La mayor parte de lenguas en la parte europea del Imperio romano eran lenguas
indoeuropeas de los grupos anotolio, celta, germánico, greco-armenio e itálico, además de
algunas otras lenguas indoeuropeas más difíciles de clasificar (a veces llamadas lenguas
paleobalcánicas). Aunque también están testimoniadas lenguas no indoeuropeas
autóctonas como el aquitano y las lenguas tirsénicas, cuya principal representante es
el etrusco. En el norte de África y Oriente Próximo, también tienen presencia muchas
ramas de las lenguas afroasiáticas (egipcio, bereber y semítico).
Religión[editar]
La religión de los romanos era politeísta (adoraban un gran número de dioses). Los más
venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. En honor a ellos se construyeron templos y se
ofrecieron sacrificios de animales. El emperador era adorado como un dios y en todo el
Imperio se practicaba el culto imperial.
También veneraban, en casa, a los dioses protectores del hogar y de la familia; en cada
casa había un altar dedicado a esos dioses. Además, los romanos eran muy
supersticiosos y, antes de tomar una decisión consultaban la voluntad de los dioses,
expresada por medio de los oráculos.
Las fiestas religiosas[editar]
El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y
divinidades de los territorios conquistados. Originalmente eran pocas
las festividades religiosas romanas. Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta el
final del imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios
de un primitivo pueblo agrícola. A pesar de eso, se introdujeron nuevas fiestas que
señalaron la asimilación de los nuevos dioses. Llegaron a incorporarse tantas fiestas que
los días festivos eran más numerosos que los laborales. Las más importantes eran las
fiestas lupercales, saturnales, equiria y de los juegos seculares.
Tiempo después, terminadas las persecuciones contra los cristianos, el cristianismo fue
tolerado con el emperador Constantino. Según la leyenda, antes de la batalla de Puente
Milvio vio una cruz en el cielo, bajo la cual una inscripción decía «bajo este símbolo
vencerás». Al día siguiente grabó en los escudos de todos sus soldados la cruz y obtuvo
una gran victoria, si bien sólo se bautizó unos días antes de su muerte. Sólo con el
emperador Teodosio I el Grande el cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio.