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Día de Moda. 19-7-1880, No. 24 PDF
Día de Moda. 19-7-1880, No. 24 PDF
*ÑOI . I REDACCIÓN, P..DE CELEHQHE; 1,-TERCERO', DERECHA | ADKINISTRACIOR, PLAZA DE SAN NICOLÁS, 8. BAJO \ HUM. 2i.
ya tradicional lo de que las calamidades vayan uni- ¿Para qué sirven? Vedlo: el cabildo de la catedral
das á las corrientes de agua. Y trataba de probarlo, de Sevilla ha definido con una sola palabra á uno de
diciendo con mucha seriedad: — Por esto, cuando los poetas modernos que mayor resonancia han deja-
nosotros queremos expresar la rapidez sin trabas, lo do. Trátase de Recquer. Pero, ¿quién es Recqucr'' El
hacemos con esta frase: ('álamo cúrrenle, cabildo lo ha declarado: ¡es un impío!
A mi parecer, Fray Luis de León es quien tiene la Cierto (jue yo no había reparado en su impiedad
culpa de todo. Se le antojó en un arrancjue poético hasta que la voz del ilustre cabildo ha hecho en mí
liacer que el Tajo sacase el pecho fuera, y desde en- el efecto que hizo en San Pablo la voz del cielo oida
tonces no hay rio ni arroyuelo (jue no quiera salirse en el camino de Damasco.
de cauce para practicar la figura poética. Ahora caigo en la cuenta. Becquer poseía un gran
* entendimiento, Becquer sentía las obras de Dios con
¡Qué bien hacía Platón en desterrar de su Repú- una exuberancia de corazón incomparable. Hecquer
blica ideal á los poetas! amó hasta el delirio. Becquer admiró, cantó, y su-
MONASTKRIO DE PIEDRA
El señor de Estremera
Vertiendo inspiración como una fiera.
blimó las glorias del arte cristiano en Toledo. En sus drá decir sarcásticamente desde el londo de su tum-
concepciones era idealista puro hasta rayar casi en ba lo qvie decía Espronceda:
niistico, no hizo voto de pobreza, pero fué pobre toda Eapero (]tie mi huslo adorne un <líu
su vida y escribió unas admirables cartas tituladas: algiin .sa/on, café ó jieíitqucn'a.
iiesde mi celda.. ¿Qué hizo para ganar fama de j)í«?
Ni vivió en la santa ignorancia, ni dejó de tributar *
adoración á la Naturaleza, y ni siquiera puso en verso Supongamos que en el empíreo se encuentren Cal-
ninguna página del Catecismo. derón de la Barca y Becquer:
El cabildo se opone á que su retrato figure con to- CaWeron.—¿Qué ocurre, poeta? ¡Tu frente está
dos los hijos ilustres de Sevilla en la Biblioteca Co- sombría!
lombina. fíecquer.—Xo es nada. En España están repartien-
Esperamos que el cabildo no logre al fin su obje- do las cédulas de vecindad. Vos no sabéis, ilustre
to. De todos modos nunca podrá desterrar á Becquer Calderón, lo que es una cédula. En vuestro tiempo
de la memoria do una gran parte de loa españolas. las damas no envejecían nunca. Su edad era un san-
Respecto á la colocación del retrato, Becquer po- tuario donde nadie penetraba. Hoy la cédula de ve«
DÍA DE MODA
H listianiím] tn ti lite
(Conclusión^.
Vi^t>tiií.~\QMedescantada vida! El himno, doble manifestación de la poé tica y de la mú-
cindad tiene formaa inquisitoriales. Por ellas sabe sica, revelóse místicamente en Asiría, Persia, India y Chi-
todo el mundo el nombre de la dama, su edad, su na, como en Caldea, Palestina, Egipto y Grecia. Al repasar
color natural, su estatura. Hácese sobre un pedazo los orígenes de todas las nacione:^, le hallamos entonad,
de papel el inventario de la vida. Es preciso consig- en las solemnidades de sus dioses (para aplacar su cólera
nar en qué pueblo se ha nacido, cuál e.s el estado en ó recabar su gracia) por coros de ambos sexos ó por el mis-
que se vive, cuánta renta se disfruta y qué clase de mo autor, cuando no por doncellas ó sacerdotes.
Que hasta el baile cedió á los impulsos de semejante
relaciones se sostienen con las personas en cuya
inspiración, cuándo al compás de la flauta y de las esca-
compañía se vive. billas, cuándo al de la lira y de los crótalos, decirlo puede
Calderón.—¡Cosa más estupenda! el Hormns lacedemonio, semejante al Astronómico egipcio,
Becquer.—Pues bien, imaginaos que el cabildo de en el cual, girando de Oriente á Occidente y TiceversB,
Sevilla ha puesto en mi cédula la siguiente califica- se representaba el curso de los astros.
ción: ¡ImiAo! Y como á tal, me niega su entrada en Ni siguieron otra suerte las demás artes liberales.
la Biblioteca Colombiana. Si Calicrátes trazó el dórico Parthenon de Atenas en
Calderón.—¿Y esto te causa molestia? loor de Minerva; si Calimaco inventó las volutas del capi-
Becquer.—De ningún modo. Ahora sólo me ocupo tel corintio de las hojas de acanto que brotaran del se-
en aplaudir á la Asociación de Escritores y Artistas pulcro de una doncella; si Ctesiíon, inspirado en el orden
que trata de honrar dignamente vuestra memoria. jónico, que participa de la severidad dórica y de la gracia
corintia, levantó el templo de Diana en Efeso; si hasta
Un ingenioso y entusiasta escritor llamado Dremon,
Sostrato de U uido dedicó su célebre Faro de Alejandría
bajo cuya pluma se abrillantan los conceptos como «á los dioses conservadores por la salud délos navegan-
surgen las facetas del diamante bajo el hábil instru- tes»; la arquitectura de liorna, apenas nacida ¿ impulsos
mento del lapidario, ha extendido la idea, que es aco- de üctaviano Augusto, presentó junto al Foro la Basílica
gida en toda España con entusiasmo. Ulpiana de Apolodoro de Damasco, y en la Via Sacra el
(.'¡itdeTun.—Lo sé; pero ignoro aún qué parte van templo de Venus de Destriano.
DÍA. DE MODA
Be igual modo que los griegos Fidias, Escópas j Cha- ron dominar los austeros discípulos de Zcnon de Chipre
les de Lindo esculpieron respectivamente la Minerva La sociedad pagana sentía su cercano üu bajo la pesa-
Lemnia, el sepulcro de Mausolo j el Apolo de Rodas; el dumbre de un Olimpo, henchido de vicios, y sobre el vol-
pantbeon de Agripina mostró el rayo de Júpiter, la coro- can de unas Catacumbas, henchidas de virtudes. Y al mi-
na de Juno, el casco de Marte, la espiga de Céres, la hie- rar en torno suyo, y ver la tiranía de sus príncipes, la
dra de Baco, el caduceo de Mercurio y la serpiente de venalidad de sus senadores y la indisciplina de sus solda-
Esculapio. dos, la molicie de su nobleza y la ignorancia de su plebe,
;,Y qué diremos de la pintura? Los vasos sagrados egip- las negaciones de sus fílósefos y el descrédito de sus sa-
cios, los tapices persas, los mosaicos árabes, lo mismo que cerdotes; confesaba por medio de Tácito que se ahogaba
el Júpiter de Zeuxis, la Cahmnia de Apeles y el Dios Pan entre tanta sombra; recomendaba por medio de Juvenal
de Protdgenes, prueban que sin inspiración religiosa ó mo- el retiro al Monte Sacro; y ora desesperada enaltecía el
ral difícilmente vive el Arte. suicidio, á que le arrastraban el espiritualismo estoico
Parece ley histórica que el hombre, que con trabajosa y el materialismo epicúreo, ora Uoroóa como Tiberio en
lentitud camina hacia el progreso, se desvanezca eu las Caprí, ó fugitiva como Xeron en Bensli, huía tocada de -
alturas. Al mirar desde la cumbre de su gloria las diñcul- misterioso estremecimiento sin saber en dónde ocultarse.
tades vencidas, se empeña, nuevo titán, en escalar el cie- Era que Dios, que preside la historia, iba á regenerar ni
lo; y olvidando las veces que rodó á. profundo abismo, no mundo por la Bondad y la Verdad encarnadas en los ob-
comprende su yerro hasta que el defcngaño, ariete de su jetos más inefables de su amor, en su propia Madre, cuyo
orgullo, le señala la aberración de su locura. corazón oprimiera el dolor de los dolores, y en su propio
En el mcmtnto tn que el aite griego llegó al zenit de Hijo, cuya vida arrebatara el suplicio de los suplicios.
su esplendor, dejóse cautivar por la sirena del materia- El helenismo había representado lo natural, lo humano,
lismo, que pretendió sustituir el concepto divino, siquiera l'll Cristianismo iba á representar lo sobrenatural, lo divino.
equivocado, con otro de suyo terrible, el concepto de la Atenas, fija la mirada en la tierra, había cuidado de place-
indiferencia, el más anticientífico, el más antimoral, y res que enervan el entendimiento y embrutecen el senti-
por ende el más antiartítco. Con lo cual la fe se convirtió do. Israel, fija la mirada en el cielo, iba á trazar la senda
en superstición, la belleza en parodia y la ciencia en se- de lo porvenir durante trescientos años de lágrimas y san-
millero de disputas formalistas, cuyo estruendo no pudie- gre. Los filósofos del Areópago, con todo su saber, no ha-
DÍA DE MODA
bían acertado á distinguir entre la materia y el espirita. trina á Rossini, composiciones de fama imperecedera, co-
Los pescadores del Cenáculo, con toda su ignorancia, iban mo el Te-Deum, que recuerda las alegrías del cielo, como
á revelar el arduo problema del ser y del conocer, choque el Miserere que recuerda las tristezas de la tumba.
entre el bien y el mal, entre la verdad y el error; combate Heredero del lustre oratorio de Baruch, impulsó al Cri-
del hombre con la naturaleza, superior al de los hijos de sóstomo en la Iglesia Griega y al Agustino en la Latina á
Edipo, P'.teóclea y Polinice. igualar, si no á superar, á Demóstenes y á Cicerón; con los
Rechazados de todas partes los nuevos fieles, se acogen cuales compitieron dignamente en la Edad Moderna el
á las criptas ó catacumbas, antiguos subterráneas, hujio- dulce Bossuet y el turbulento O'Connell.
gaa, abiertos por los romanos en las afueras de sus pobla- El emperador Teodosio comenzó por eximir del pago
ciones con destino á enterramientos generales (1); y en tan de todo tributo á los hijos de Apeles. San Basilio el
melancólicos asilos, ayer lecho de muertos, hoy albergue Grande sostuvo «que los pintores influyen con su cuadros
de pobres, enseñan la Religión, discuten la ciencia y aco- tanto como los oradores con sus discursos». El monje
meten sus primeros ensayos artísticos. Utilizan los hue- Metodio pintó en el siglo viii un Juicio Final que con-
cos de aquellos subterráneos, cuando no los abren expro- virtió al búlgaro manarca Bogóris. Y Cimabue, secunda-
feso, para celdas y capillas, donde celebran ritos y admi- do por Giotto y Angélico, echó en el siglo xiii los cimien-
nistran sacramentos, y para nichos ó lóculos, donde depo- tos de la escuela florentina, madre de las demás, en la que
sitan los cadáveres. Aunque tímidos é incorrectos, suelen brillaron, soles del Cristianismo, Murillo, de la escuela
mezclar lo profano con lo sagrado, seducidos por el plas- de Sevilla; Velazquez, de la de Madrid ; Ribera, de la de
ticismo griego (que no en vano es el arte expresión fiel del Valencia; Rafael, de la italiana: Durer, de la alemana;
medio social en que vive); pronto inician y desarrollan el Lúeas de Leyden, de la holandesa; y Rubens, de la fla-
movimiento regenerador que ha de distinguirlos en el menca moderna, digna de la antigua de Van der AVeiden,
mundo del sentimiento y en el de la idea, como los dis- Memling y Crispinus.
tingue ya en el de las costnrabres. Sobre todos los símbo- Si prudente temor á la resurrección de la idolatría ador-
los originarios del Antiguo Testamento, aparece la Cruz, meció á la estatuaria, cuando las demás artes progresa-
representada ya por el Tkiiu ó última letra del alfabeto he- ban; si los sacerdotes bizantinos del colegio de Ortodoxia
breo, qne se trazaba en las frentes de los arrepentidos de se redujeron á custodiar en su famosa biblioteca obras
Jerusalen (2), y ahora señal de Redención, por la cual hay como la Venus de Praxiteles; el cincel ofreció el Moisés
que padecer desde la cuna hasta el sepulcro. Vénse en las de Miguel Ángel en Roma, el Adam y Eva de Baccio en
paredes figuras digaas de esta religión del sacrificio: hom- Florencia, y otros cien maravillosos modelos, honra de
bres que rezan y mujeres que lloran, Noé y Job, el nuestros templos y museos, de nuestros conventos y h o s -
Buen Pastor y la Virgen Madre. En el exterior de los ni- pitales, apenas el Renacimiento abrió nuevos horizontes
chos se esculpen alegorías del Bautismo y de la Muerte. bajo la bendición del Papa León X, no como reacción pa-
En las lámparas que descienden del techo, y en los cande, gana contra la mística revolución de la Edad Media, sino
labros que suben de los altares, se graba la Paloma, re- como acorde reconciliación entre Dios y el hombre, entre
presentación del Espíritu Santo, y el Monograma de Cris- el Espíritu y la Naturaleza.
to. Iguales asuntos son objeto de la Glíptica, ó grabado en ¿Y' qué diremos de la literatura? No hablemos del liris-
piedras preciosas, para los ornamentos y libros del culto. mo de los profetas, de las máximas de Jesús, de la predi-
Los dípticos, tablas en que se escriben los nombres de los cación de los Apóstoles, de las defensas de los apologistas,
bautizados y oferentes, de los mártires y confesores, para ni de las obras de los Padres y de los Doctores. Concreté-
conmemorarlos durante la misa, tienen su importancia en monos á citar á los tres colosos de Italia, España é Ingla-
la Toréutica, ó esculpido en bajo-relieves. Hasta se culti- terra, que, á pesar de acatar humildes los preceptos al
tiva la Numismática por medio de medallas con la ima- Evangelio, no hallaron hasta hoy quien los supere, ni si-
gen de .Tesus, desde la paz de Constantino; después con las quiera quien los iguale. Y'sí no, después de la Ley de Gra-
de la Virgen y de varios santos, como San Miguel, San cia, ¿quién como Dante en la epopeya? ¿Quién como Cer-
Jorge, San Eugenio; y últimamente por medio de la i m - vantes en la novela? ¿Quién como Shakspeare en la dra-
presión del Signo Redentor en el reverso de las monedas mática?
de los países cristianos, á manera de amparo de las res-
pectivas armas nacionales. Ensalcemos el Arte Universal que, cantando la armo-
nía de los seres en lenguaje de todos comprendido, claro
Así este arte bendito, comenzando por mecánicas prácti- como la luz, sencillo como la verdad; dilata nuestros ho-
cas, se remontó á sublimes concepciones. rizontes sensibles cuando los aminora el límite, fortalece
Heredero de la fama arquitectónica de Salomón, inven- nuestra razón cuando la debilita la duda, y alienta nues-
tó la cúpula, cuyos bronces congregaron en democrática tra voluntad cuando la enerva la nostalgia de patria i n -
unidad á todos los fieles. Cubrió la tierra de santuarios, cu- comparable, la nostalgia de la Eterna Vida.
yos elegantes chapiteles se elevaron al sol, cual si tratara ABDON DE PAZ.
de probar que la fe que le inspiraba, hija de la luz, todo
• pretende iluminarlo. Y legó á la arquitectura moderna sus
tres obras maestras: San Pedro en Roma, San Pablo en
Londres y Santa Sofía en Constantinopla, con los encantos
de la curva en contraposición á la enojosa monotonía de la
í ara rcctificut.
aproxime el carruaje aéreo que estará estacionado sobre astronómico. Y las corridas d e toros serían 8ustítuid&
«no de los faroles más próximos. por luchas á6 gladiadores con espolón .
Este proyecto puede ser la base de una nueva civiliza- No hace falta decir que la conducción del correo se ad-
ción. Apadrinados por los protectores de animales, llega- judicaría á las palomas. Si se encontraba alguna sin hiél
rían las aves á formar una nueva sociedad que quizas es- se la haría monja.
tuviose mejor organizada que la nuestra. El comercio, y sobre todo la alta banca, estaría digna-
En ella los cuervos ejerceiían la curia. mente representado por los cucos. Algunos de éstos des-
I.as urracas se harían editores. puntarían como diplomáticos y no pocos como relojeros.
Las águilas tomarían el mando de la naciou, de la cual Kn política figurarían también gran número de ellos.
serían diputados los loros. ¡Qué de interpelaciones no ten- El cuerpo de serenos contaría entre sus individuos mu-
drían que contestar lo3 papagayos! chas lechuzas y algunos mochuelos. Aunque la mayor par-
A la cigüeña se le encargaría la Dirección de Agricultu- te de éstos serían propietarios y pasarían la vida retirados
ra; y dada su habilidad para destruir insectos, no dudamos en su olivo, que es el nombre que se daría á los hotelet j
que conseguiría la extinción de la filoxera. las villas actuales.
Al gallo se le encargaría la Dirección del Observatorio Tampoco dudamos que muchas lechuzas se dedicasen á
DÍA DE MODA
(nareiiis
LOS USUREROS.
La usura es tan
antigna como el
hombre, tan vieja
c o m o el dinero,
tan i m | p l a c a b l e
-como la neesidad,
tan tentadora co-
mo el vicio.
Ks,pues,un he-
cho probado que
los usureros se
remontan á los primeros orígenes del m u n -
do, y que los hay fósiles ed*o6kjunta pareja
con loa mastodentes y otros roedores.
Todo el que ha leido novelas en folletín ha
tropezado seguramente con un hombre flaco,
de nariz corva, de ojos pequeños, ocultos bajo
dos tapaderas de cristal verde; decraneo pe-
lado y bruñido, siniestramente cubierto por un gorro de
seda negra, rojiza, cuya borla ó piten se parece á un
cuerno.
Era ese el usurero clásico; el hombre .. de presa que fuerte donde se permite; tiene caballos de carrera; carrua-
habitaba en un antro lóbrego, en el fondo de un patio in- jes de lujo para pasear en el Parque, y vive en la intimi-
fecto, ó entresuelo sin luz. Era descuidado y torpe ese in- dad más ingeniosa con los jóvenes á quienes desuella.
dustrial, porque hasta cierto punto llevaba en la ropa la ¿Es este motivo bastante para quererle mal? Seamos
«nsefjH de su profesión. justos. No t«ngamos dos pesos y dos medidas.
Hoy las cosas lian mejorado. Por algo tenemos casas de Todos los años se publican bandos de policía contra
prestamos, tranvías, y luz elóctrica divisible. los perros, á los cuales se reparte equitativamente la mor-
ül usurero que pabe el oficio y se respeta, es hoy un cilla municipal. Nunca he visto que se persiga 6 los u s u -
tiuaadano de maneras irreprochables; viste con elegan- reros que muerden sin ladrar, y exterminan con prefe-
•ua, almuerza en Tornos y merienda en Lhardy; juega rencia á los hijos de familia.
10 DÍA BE MODA
LBUM
A LUCAS Y así como en tenue tela
Estudiante de medicina y enamorado (1). Que teje la arana astuta,
Cae la imprevisora mosca
Cuya sangre aleve chupa,
Te quejas, Lúeas amigo, Del mismo modo las hembras.
Con palabras nada cultas, Con labor constante y muda,
De las novias que te engañan Te van armando la trampa
Y las penas que te abruman. Donde tú, mosca errabunda.
Y tanto ofendes al sexo, Pensando que había mieles
Y con tan creciente furia, Vienes 4 encontrar cicuta.
Que yo para defenderle Salvarse de estos peligros
Cojo esta tarde la pluma. Siempre ha sido ciencia infusa,
Todas las cosas del mundo Que ni los libros la enseñan
Tienen acíbar y azúcar; Ni la predican los curas.
La cuestión está en tomarlas
Y el que á fuerza de vaivenes
Por el lado que nos gusta.
No aprenda á tragar espumas,
¿Mundo sin hembras, qué fuera?
Que no se embarque en amores
Vasto limbo, noche oscura
Do la tormenta es segura.
Donde el hombre harto de vida
Cuando t ú ves unos ojos
Se moriría en ayunas.
Que en los párpados se ocu'.tan,
Si son malas ó son buenas
Haciendo dulces visajes
No lo pondré yo en disputa.
Sólo sé que hay que tomarlas De cordera moribunda;
Como son, pues que son únicas. Cuando por entre la falda
Que ésta ó aquélla, inconstantes, Que recoge mano astuta,
Te dan guerra ó te dan murria; Ves asomar un pié breve,
Pero, señor, donde hay tantas (O largo) pero que anuncia
¿Quién va á perderse por una"? La vecindad tentadora
Aún tienes sobre la frente De lo que á la vista oculta
Mucho pelo, amigo Lúeas, La negra excitante seda
Que el opoponax perfuma:
Y yo que en mi calva-trueno
(Cuando entre los frescos labios
Llevo del amor denuncias.
Que sonrientes murmuran.
Voy á probarte ahora mismo.
Palabras dulces de amores
Sin teorías abstrusas.
Con arrobamiento escuchas
Que el que toma en serio cosas
Fascinando tus miradas ,
Que no deben serlo nunca,
La igual nivea dentadura;
TÑo puede ménbs de verse
Cuando, en fin, contemplar sueles
Cual tú, pobre criatura,
Con melancolía muda,
Con ictericia constante.
Los escultóricos hombros.
Torva la mirada y mustia,
La tez de tersa blancura,
El corazón trasnochado
O el flexible esbelto talle
Y el Ijolsillo sin pecunia.
De una mujer que deslumhra
Has de saber, hijo mió.
Tus ojos, de amor sedientos.
Que estas raras hermosuras.
Tu alma, de pasiones tumba,
Echadas por Dios al mundo
Piensas, crees, presupones,
Para eterna travesura,
Imaginas, sientes, juzgas
No tienen otra delicia
Que no hay más mujer que aquella
Desde el albor de su cuna,
Que ver cómo nos afilan Ni puede darte ninguna
Los tesoros que ambiciona
Y que acabemos en punta.
Tu avarienta calentura.
De solteras nos atrapan,
Pero ven acá, inocente.
De casadas nos estrujan,
Desecha esa idea absurda;
Y de viudas... es muy largo
¿Tan pobre es la especie humana
Este cuento de las viudas.
Que hoy catorce de Abril fundas
Lucha constante es la eterna
Toda la humana belleza
Union, que acaba en coyunda;
Y la bienandanza suma.
Cosas de hombres y mujeres
En ese cuarto segundo
No Eon acuerdos, son luchas.
De la calle de la Iluda,
>1) Del tomo de Poesías feslivas •\i! Eusebio Blasco , que publicavil Donde seis Venus conquenses
1 lii eve la casa editorial de Fe. Le dan vueltas á la aguja?
DÍA DE MODA 11
Pues bien, si yo mandase, daría una orden concebida — El avaro es el hombre que vive como un pordiose-
en estos términos: ro,... por temor de llegar i serlo.
Arliculo 1.° BEPIQUE DE CAMPANAS.
«Se concede una pripia de tanto, al usurero que pruebe Son las doce de la mañana.
con papeles auténticos que ba suprimido á un hijo pró- Esta es la hora en que Madrid almuerza, cuando no-
digo». ayuna por devoción ó por otras causas.
Articulo 2.» A la vibración sonora del Ángelus, rezado en tiple, t e -
»La misma prima se otorgará al deudor que pruebe que nor y barítono por los esquilones de las monjas del S a -
ha arruinado á un usurero». cramento, las Salesas, y de algunas otras iglesias, contes-
La reprocidad sería una gran ventaja, porque redundaría ta en bufo el reloj de la Puerta del Sol, bajando por
en servicio de la sociedad. impulsión eléctrica la tola meridiana—ideal del guripa
errante—al compás de un repiqueteo estridente pareciilo
De la usura k la avaricia, no hay más que un paso. al Bating-ting, de los indios.
y j a que he hablado del usurero, quiero apunlar una Poco después se escucha á derecha c izquierda de la
difinicion del avaro que vi el otro día en un álbum: plaza en las inmediaciones y avenidas, el sonido agrio,
DÍA DE MODA 13
i ,ua¿ros nutcoa.
CUADROS VENDIDOS
I lasts g tosai
Una distinguida señora compró en un almacén de músi-
ca gran número de piezas con títulos sentimentales. En
el momento en que se disponía á partir pareció dudar un
—;,Sabe8 lo que me dijo anoche tu maridoV instante.
—No. ¿Qué? El dependiente, que seguía todos sus movimientos, le
—Me dijo que ahora te conocia al dedillo. preguntó si deseaba alguna otra cosa.
La condesa con espanto: La señora, fijando su bella mirada en el dependiente, le
—¡Ah, Dios mió! Entonces va á pedir nuestra separa- dijo:
ción. —Se me olvidaba. Haga usted el favor de darme Un
* beso antes de partir.
—¡Señora!-dijo el joven estupefacto.
Un mendi(!ro que padecía una ligera deformidad, encon-
Repitió aquélla su demanda, y con la mayor calma aña-
tró un dia á otro cuyo aspecto causaba horror.
dió :
—¿Cuánto ganas al dia?—le dijo.
—Si no puede usted dármelo hoy volveré uno de estos
—¡Ocho reales.
días.
—Ocho reales!—repuso el otro,—no daría mi diario por
El dependiente, lleno de alegría, cogió á la hermosa se-
veinte pesetas si tuviese la suerte de estar tan incompleto
ñora por el talle y depositó en su mejilla el beso pedido.
como tú.
Tres agentes de policía se presentaron al escuchar los
gritos desesperados de la dama.
Al día siguiente era puesto el dependiente en libertad,
Un hombre se paseaba por una calle, llevando su som-
al averiguarse que Un beso antes departir era el título de
brero en la mano para que el viento no se lo arrebatase.
un nuevo wals, cuya existencia ignoraba aún el detenido.
Una persiana que se había desprendido de un balcón
cayó á su lado y convirtió su sombrero en un fuelle de
acordeón.
¡Demonio!... Esto prueba que para los grandes vientos —Las mujeres que pueden llamarse verdaderamente
debe llevarse siempre la cabeza descubierta por las callos... ángeles son las que se hacen rogar.
Si hubiese llevado puesto el sombrero, era hombre muerto. —El hombre propone y la mujer... acepta.
—El honor es una medalla cuyo reverso es la ver-
güenza.
—La ilusión es la caja de ahorros de los enamorados.
—¿Tienes pasión por los obesos, Rosalía? ¡Tu amigo el
diputado es enorme . el barón es monumental y tu viejo
banquero pesa más que un elefante!
—Querido, lo hago por pura filantropía; me dedico á la Un rico labrador fué al mercado de la capital con su
educación de las masas. mujer.
Su hija le liizo al partir varios encargos: azúcar, café,
aceite, bujías, etc.
Un estudiante sufría un examen; todo iba á las mil ma- A eso de las nueve de la noche, el cultivador, que se ha-
ravillas. bía entretenido en una jarana de dos mil diablos, pensó
Tocóle preguntar al profesor de física. que ya era tiempo de volver al pueblo.
—¿Cuáles son las propiedades del calor? Corrió á la posada, hizo enganchar en un segundo y
—El calor dilata los cuerpos y el frió los contrae. partió al galope.
—Un ejemplo. Por el camino se iba diciendo:
—En la estación de los calores los días crecen y en la de —Creo que no he hecho todos los encargos. El azúcar
los fríos acortan. está aquí, el café, las bujías, el aceite va también... Y
sin embargo tengo la seguridad de que se me ha olvidado
algo.
MUe. L* decía á Alejandro Dumas, hijo: Llegado á la granja, salió á abrirle un mozo. El labra-
—Sabed, amigo mió, que conozco lo que es la moral. dor bajó del carricoche con sus paquetes.
—Seguramente, señorita, respondió al autor del Amigo —¿Y el ama?—preguntó el mozo.
de las mujeres, como los ladrones saben lo que es la po- —¡Ah demonio!—exclamó el labrador;—bien sabía yo
licía. que se me olvidaba algo.
*
Un empleado se presenta en el despacho de su jefe, con Leyendo la lista de las defunciones, X... notó que las
aspecto triste y la cabeza baja. mujeres se hallaban en mayoría; pero lo que más le sor-
—Señor... prendió fué que en las publicaciones matrimoniales el nú-
—^Qué quiere usted? mero de hombres y de mujeres era el mismo.
—Venía á pedir permiso para mañana.
—¡Permiso! ¿para qué?
El empleado sacando um esquela de defunción del bolsillo: Las pantallas EOn unos trozos de papel de forma cóni"
—Señor, entierran á mi tio. ca, que las madres colocan sobre las lámparas... cuando
El jefe, saltando en su asiento: tienen hijas casad>iras.
—¡Esto es demasiado: ¿Kntierra usted á su tio todas las —El candor es una virtud de las jóvenes, que consiste en
semanas? no comprender ciertas cosas que han adivinado hace mu-
El empleado, lleno de indignación; cho tiempo.
—Señor, no es más que la segunda vez!
La mamá de María notó al volver de una visita que du-
DÍA DE MODA 15
I
mayor, de cinco años, y á María, de tres. ¡Voto á!... Segunda-segunda,
—Niñas,—dijo la mamá con voz severa,— ¿quién se ha O te corto el cuello á todo
comido un terrón de azúcar? ¡O cómete esa dos-unal
—¡Yo no!—exclamó Eugenia. II
—¡Yo tampoco!—dijo María. Prima y dos en la cartilla.
Tres y cuatro musicales,
—No mintáis,—repuso la mamá,—una de vosotras ha X el todo uno de nuestros
cogido un pedazo de azúcar. Más útiles animales.
—Ha sido María,—dijo Eugenia. III
—No, yo no he sido,—replicó María; — Eugenia es una Primera-dos á una todo
embustera... Ademas, eHa no estaba allí cuando lo he co- Tres-cuarta; por ella tres
gido. Dos más de mil madrigales,
Y al fin con ella casé,
A pasar de comenzar
Cuarta-quinta á tener.
11utdos.
'
Me gusta el sueve ruido de las olas
Que apenas llegan á besar la playa;
El del velero esquife, que tranquil»
í nga (te consonantes.
.1 e. .ue . 0 . a. . a . u c
Sobre la mar resbala; . 0.0. .0 o. . 0 . . a . a . e . ;
El confuso rumor de las ciudades; ¿ e i . . i . .a. .e. .a io.e.
El eco de una voz en lontananza; .0 e. .a . . a . a . o . a . . a . . e ?
El suspiro de un alma dolorida Las soluciones en el número próximo.
El batir de unas alas; Soluciones al número anterior.
El misterioso canto de los monjes;
El ruido... del silencio en la.montaña; A las charadas: I. TIMOTEO.—II. TOMATE.
La triste barcarola y el quejido A la fuga de consonantes:
Del ave abandonada;
El paso de la brisa fentre el follaje; Cuando paso por tu calle.
El lejano vibrar de una campana; Compro pan y voy comiendo,
El de tu pié, cuando á rni cita acudes Porque no diga tu madre
Y el roce de tu falda. Que de verte me mantengo.
Esos dulces sonidos vagarosos Al cuadrado de palabras:
De inefable placer llenan mi alma;
Pero... ninguno tanto como el ruido C A B O
De un beso tuyo, ingrata.
RICARDO SEPÚLVEDA. M O H
B O C A
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PIEDRA.—El rollo al anochecer. [Apunte de Luque.)