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Teatro deposdictaduraDUBATTI PDF
Teatro deposdictaduraDUBATTI PDF
coop/revista/articulo/85/por_que_hablamos_de_postdictadura_1983-
2008.html
Dubatti, Jorge. "Por qué hablamos de Postdictadura 1983-2008". La revista del CCC [en línea].
Septiembre / Diciembre 2008, n° 4. [citado 2014-10-27]. Disponible en Internet:
http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/85/. ISSN 1851-3263.
Publicación Semestral
Resúmenes
Español: El teatro argentino entre 1983 y 2007 no está al margen de las reglas que impone la
nueva cartografía cultural. Es necesario leerlo como avatar interno de un nuevo período cultural,
inédito en la historia nacional, que podemos llamar Postdictadura. Pero la Postdictadura remite a
una unidad por su cohesión profunda en el redescubrimiento y la redefinición del país bajo las
consecuencias de la dictadura. Una vasta zona del teatro actual trabaja sin pausa, y de diferentes
maneras, en la asunción del horror histórico, la construcción de memorias del pasado, la denuncia
y el alerta de lo que sigue vivo de la dictadura en el presente. Entre 1983 y 2008 la dictadura se
presenta como continuidad y como trauma. El teatro da cuenta durante todo el período de la
represión, el terror, los secuestros, las desapariciones, los campos de concentración, la tortura y el
asesinato, la violación de los Derechos Humanos. El teatro se configura como el espacio de
fundación de territorios de subjetividad alternativa, espacios de resistencia, resiliencia y
transformación, sustentados en el deseo y la posibilidad permanente de cambio.
Palabras claves
El teatro argentino entre 1983 y 2007 no está al margen de las reglas que impone la nueva
cartografía cultural. Es necesario leerlo como avatar interno de un nuevo período cultural, inédito
en la historia nacional, que podemos llamar Postdictadura. El próximo 10 de diciembre de 2008
contará ya con un cuarto de siglo de historia, por lo que su estudio se engloba en las perspectivas
historiográficas del tiempo reciente y el tiempo presente.1 Esta unidad de periodización puede
dividirse internamente en momentos (o sub-unidades), de acuerdo con las novedades que aportan
la sincronización con el mundo (el debate posmoderno, la crisis de la izquierda y la hegemonía del
capitalismo, las tensiones globalización/localización, el avance de la tecnologización informática, el
pasaje de lo socioespacial a lo sociocomunicacional, la sociedad del espectáculo y
la transteatralización,2 la ecosofía...) y las reglas de juego que la comunidad de sentido y destino
que es el país va estableciendo a través de continuidades y cambios en los contratos sociales: la
“primavera democrática” y su crisis (1983-1989), el auge neoliberal y su crisis (1989-2003), los
desafíos actuales del peronismo kirchnerista (2003-2008).
Entre 1983 y 2008 la dictadura se presenta como continuidad y como trauma. Baste mencionar los
recientes juicios a militares, la desaparición de Julio López, las configuraciones de una subjetividad
dictatorial que insiste en su aberración. El teatro da cuenta durante todo el período de la
represión, el terror, los secuestros, las desapariciones, los campos de concentración, la tortura y el
asesinato, la violación de los Derechos Humanos. El trauma de la dictadura y su duración en el
presente reformulan el concepto de país y de realidad nacional: exigen repensar la totalidad de la
historia argentina. Giorgio Agamben escribe:
Pero la imposibilidad de querer el eterno retorno de Auschwitz tiene para él [Primo Levi] otra y muy
diferente raíz que implica una nueva e inaudita consistencia ontológica de lo acaecido. No se puede
querer que Auschwitz retorne eternamente porque en verdad nunca ha dejado de suceder, se está
reptiendo siempre.5
El Estado mismo –afirma Bartís– dejó de ser un referente en materia de producción, al evidenciar
su capacidad burocrática para sostener una macropolítica perversa y aniquiladora:
El paisaje teatral no se define entonces por dos claras líneas internas enfrentadas, ni por la
concentración en figuras de autoridad excluyente, sino por la desdelimitación, la destotalización,
la proliferación de mundos. Es el teatro en el canon de multiplicidad, donde paradójicamente lo
común es la voluntad de construcción de micropoéticas y micropolíticas (discursos y prácticas al
margen de los grandes discursos de representación) enfrentadas al capitalismo hegemónico y a las
macropolíticas partidistas. El teatro se configura así como el espacio de fundación de territorios de
subjetividad alternativa, espacios de resistencia, resiliencia y transformación, sustentados en el
deseo y la posibilidad permanente de cambio. Este teatro de la subjetividad y del deseo implica la
ausencia de modelos de religación internacional (¿quién ocupa hoy el lugar que en su momento
tuvieron Henrik Ibsen, Bertolt Brecht, Arthur Miller o Samuel Beckett?), el paradójico auge de una
internacionalización de la regionalización y de lo micro. En el orden nacional, genera nuevas
formas de asociación entre los grupos y los teatristas (ya no a través de una macropolítica sino de
una “red” que conecta las experiencias micropoéticas y micropolíticas) y sobre todo un nuevo
funcionamiento de las relaciones entre el teatro de las provincias y las grandes capitales del país.
La nación teatral se muestra nítidamente multipolar, multicentral, y los saberes de un centro o
polo no le sirven necesariamente a otros. La conexión ya no es jerárquica sino horizontal. Cada
grupo o teatrista organiza sus referentes, autoridades o tradiciones de manera singular. La gran
consecuencia de este nuevo funcionamiento es un sentido inédito de aceptación y convivencia de
las poéticas y subjetividades en sus diferencias. Prolifera todo tipo de poética, método y visiones
de mundo. Por eso es atípico que se discuta cómo debe hacerse el teatro o qué modelo hay que
seguir, porque ya se sabe que todos los caminos están habilitados, siempre y cuando no ataquen
bases humanistas de consenso. El panorama se ofrece inabarcable a los atribulados ojos del
crítico: teatro comunitario, danza-teatro, nuevo circo, artes performativas, teatro de calle,
biodrama, impro, “escena muda”, teatro de papel y teatro del relato, “escraches”, teatro
dramático y postdramático, teatro “de estados”, teatro de franquicia, teatro cultual o totémico,
teatro en otras lenguas, teatro de alturas, teatro conceptual, teatro musical, sumados a la
recuperación de modelos del pasado. Pero además la teatralidad derrama en la actividad social (ni
hablar de los políticos y los comunicadores en los medios audiovisuales); gana una teatralidad des-
definida, laliminalidad entre teatro y vida, entre el teatro y las otras artes, entre el teatro y la
ciencia, la manifestación política, la religión... Una teatralidad extendida, diseminada, que
convierte a la Argentina de la Postdictadura en un laboratorio de teatralidad sin antecedentes y
obliga al teatro a redefinirse.
En las últimas décadas del siglo XX y en la actualidad coexisten tanto indicadores de vigencia como
de cuestionamiento de la Modernidad, por ello en un modelo de periodización deben considerarse
Modernidad y Posmodernidad (o Segunda Modernidad) como procesos superpuestos y
entrelazados, manifestación de la complejidad del tiempo presente. Esta convivencia –no
necesariamente beligerante– de concepciones modernas y posmodernas es perceptible en las
producciones del campo teatral en los grandes centros del mundo. Ya no podemos hablar de
“teatro posmoderno” con irrestricta confianza en esta categoría por diversas razones que hemos
expuesto en nuestra conferencia en la Universidad Nacional de Córdoba en marzo de 2008:
5. Un objeto acotado: Según algunas lecturas muy valiosas, como la de Linda Hutcheon
(Poética del Posmodernismo), lo posmoderno sería específicamente una franja restrictiva
y acotable de manifestaciones en el arte de los últimos treinta años, asimilable al
desplazamiento de “lo natural” por “lo artificial”. Para Hutcheon lo posmoderno sería una
manifestación de lo nuevo, pero no lo único ni excluyente para la caracterización del
período.
10. Incertidumbre y certeza: Dentro de todas las incertidumbres se manifiesta al menos una
certeza: cualquier definición de lo posmoderno parece una simplificación del espesor de la
experiencia histórica contemporánea, que se caracteriza por la conquista de la diversidad,
de la tolerancia de poéticas y la destotalización. En materia de arte lo propio del período
sería la complejidad y riqueza de la destotalización (teatral, literaria, musical,
cinematográfica, etc.).
Bibliografía
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. Homo Saccer III, Valencia, Pre-Textos,
2000.
Dubatti, Jorge. Batato Barea y el nuevo teatro argentino, Buenos Aires, Grupo Editorial
Planeta, 1995.
-----. “El teatro en la dictadura: a 30 años del Golpe Militar”, Picadero, Revista del Instituto
Nacional de Teatro, n. 16 (enero-abril), 2006b, 16-21.
-----. Filosofía del Teatro I. Convivio, experiencia, subjetividad, Buenos Aires, Atuel, 2007.
------. Filosofía del Teatro III. El teatro de los muertos, Buenos Aires, Atuel, 2008b, (en
prensa).
-----. Cartografía teatral. Introducción al Teatro Comparado, Buenos Aires, Atuel, 2008c.
Minelli, María Alejandra. Con el aura del margen (Cultura argentina en los años 80/90),
Córdoba, Alción Editora/Universidad Nacional de Córdoba, 2006.
Pellettieri, Osvaldo. (dir.). Historia del Teatro Argentino en la Ciudad de Buenos Aires,
Buenos Aires, Galerna, Tomo V, 2003.
Notas
3 Dubatti, Jorge. Filosofía del Teatro III. El teatro de los muertos, Buenos Aires, Atuel, 2008b, (en
prensa).
4 Para el análisis in extenso de las condiciones culturales que confluyen en la realidad histórica y el
régimen de experiencia de la Postdictadura y se proyectan hasta el presente, remitimos a la
interrelación teatro-cultura en nuestro ensayo El teatro argentino en la Postdictadura 1983-
2007(2008a) y a los estudios anteriores (2002, 2003 y 2006a).
5 Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. Homo Saccer III, Valencia, Pre-Textos, 2000, p.
105.
6 “El teatro en la dictadura: a 30 años del Golpe Militar”, Picadero, Revista del Instituto Nacional
de Teatro, n. 16 (enero-abril), 2006b, p. 19.