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Jaqueca (árabe)
No es que les debamos las jaquecas a los árabes, pero sí la palabra que usamos
para hablar de ellas. Viene de ( شقيقةšaqīqah) que significa ‘mitad’. Si alguna vez
has sufrido una, seguro que entiendes perfectamente ese nombre: por lo general,
las jaquecas afectan a uno de los lados del cerebro.
Fulano (árabe)
Este término algo despectivo (no tanto como su versión femenina, aunque no es
que esto sea una sorpresa) para referirse a una persona cualquiera viene del árabe
( فالنfulān), que según Corominas era un adjetivo que significaba ‘tal’.
Taza (árabe)
La historia de la palabra taza es de esas bonitas y viajeras. En el árabe que se habla
actualmente en el norte de África se dice اسة َ ( َطtāsah) con el mismo sentido con el
que nosotros decimos «taza» (la del café, vaya), pero no es de ahí de donde viene
َ
nuestra palabra. El origen está en ( ط َّسةtassah), que significaba ‘jofaina’ o
‘palangana’. Se decía tassah en árabe andalusí y de ahí salió nuestra taza, que
poco a poco fue desplazando su significado hacia el actual. Y es de esta taza de
café en castellano de donde sale la del árabe del norte de África que
comentábamos al principio.
He aquí una pequeña demostración de los varios arabismos que podemos
encontrar en nuestra lengua hoy en día.
A: aceite, almohada.
B: baño, barrio, bata, bellota.
C: chisme, alcohol
D: daga, diván
E: elixir, engarzar, escaque