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INFO
ÍNDICE
Introducción 3 2. Los elementos de la fontanería 30

A. La grifería (y los sifones) 30


B. Los aparatos sanitarios 33
Primera parte, los materiales de la fontanería . . 4 C. Algunos ejemplos de instalaciones sa-
nitarias 41
1. El cobre 4

A. Los métodos de trabajo del cobre . . . . 5 Tercera parte: averías habituales 44


B. Los empalmes de soldar 6
1. Los grifos 44
C. Los coletes planos 7
D. Los racor de anillo de ajuste 8 A. Desmontado de un grifo 44
2. El plástico 9 B. Cambio de junta estática 48
C. Cambio de junta dinámica 49
A. El plástico semirígido 10 D. Otro problema 50
B. El plástico rígido 11
2. Los empalmes de tubería 51
3. El plomo 13
A. Las juntas de compresión o racor de
A. La soldadura del plomo 13 anillos 51
B. Empalme de dos tubos perpendicula- B. Las juntas soldadas 52
res o inclinados 14 C. Fuga de tubo 52
C. Empalmes con bridas 16
3. Los aparatos taponados 52
4. El hierro 16
4. Los W.C 53

Segunda parte: herramientas y elementos 19 A. Destaponado 53


B. Recambio de una taza 54
1. Herramientas necesarias para la realiza- C. Las cisternas de agua 56
ción de obras sencillas 19
Cuarta parte: los terrazos 59
A. Las herramientas de apretado 19
B. Las herramientas de corte 20 1. Preparación de las superficies 59
C. Las herramientas de soldadura 21 2. Herramientas y materiales 60
D. Las herramientas de la elaboración . . . 23 3. Técnicas de colocación 63
E. Los accesorios de fontanería 28 4. Las losas de plástico 64

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ISBN: 84-241-2953-9 Depósito Legal: LE: 402-1994
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EDITORIAL EVERGRÁFICAS. S. L,
Carretera León-La Coruña km 5
LEÓN (ESPAÑA)

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INTRODUCCIÓN

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la fontanería como «el conjunto


de conductos por donde se distribuye el agua», y el fontanero como «el artífice que
encaña, distribuye y conduce las aguas para sus diversos usos».
Si mantenemos la idea general de «conductos y distribuciones», podemos pensar que la
fontanería es una técnica muy antigua. Efectivamente, numerosas excavaciones en luga-
res altamente prehistóricos, han revelado que civilizaciones muy antiguas conocían el
uso y, por consiguiente, la construcción de instalaciones higiénicas, particularmente en
Cercano Oriente. Más cerca de nosotros, pero sin embargo hace más de 2 000 años, las
termas romanas hacen suponer la existencia de una técnica avanzada, incluso si su tec-
nología no era necesariamente parecida a la que conocemos en la actualidad.
Después de estas civilizaciones de alta tecnicidad, constatamos un claro retroceso a
comienzos de nuestra era: en la Edad Media parece que se consideró como más fácil tirar
las aguas usadas por las ventanas y dejarlas escurrir por medio de las calles por los verte-
deros previstos para ello. A finales del siglo XVIII y principios del XIX observamos una tími-
da reanudación de las instalaciones higiénicas con el (re)descubrimiento del trabajo de la
fundición y del plomo. Pero, sólo al final del siglo XIX alcanza la fontanería el rango de
parte integral del edificio, uniéndosele otro oficio del metal: el del cinc con la techumbre
de los edificios. Se observa en esta época la aparición del «fontanero-cinguero» que reco-
rre las calles con su saco de cuero sobre las espaldas y su corona de plomo.
La fontanería toma entonces, al lado de otras partes integrantes del edificio como la
armadura y la carpintería, un rápido desarrollo: el fontanero-cinguero es el hombre que
trabaja los metales y pronto se desarrolla, como en cada categoría de profesiones, una
mentalidad particular, mentalidad de casta que subsistirá hasta mediados del siglo XX.
Actualmente, esta mentalidad de cuerpo ha desaparecido un poco: la mecanización, la
prefabricación, la búsqueda del rendimiento han conseguido que el fontanero se haya
convertido ante todo en un montador que sabe interpretar un plano, que sabe mantener
una cadencia y al que sólo se le exige un mínimo de conocimientos en trabajo y soldadu-
ra. Por el contrario, la recíproca feliz de este estado de hecho consiste en que las obras
de fontanería se han hecho más accesibles a los habilidosos que sacan ventaja de la pre-
fabricación de los elementos de montaje. Veremos juntos cómo se debe hacer para eje-
cutar la mayor parte de los trabajos habituales; nada de lo que sigue es complicado con
la condición de ser cuidadoso y meticuloso; no despreocuparse de los consejos que
vamos a darles, y ser prudentes ya que ciertas herramientas, como las lamparillas de sol-
dar, son relativamente peligrosas. Que esta advertencia, sin embargo, no le haga dar
marcha atrás: le deseamos éxito y alegría en esta nueva empresa para mejorar su casa.

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PRIMERA PARTE

LOS MATERIALES DE LA FONTANERÍA

Capítulo 1:

El cobre

En fontanería se utiliza el cobre bajo dos formas: el


cobre martilleado y el cobre recocido.
El cobre martilleado se presenta en forma de barras
rígidas de todos los diámetros y de 4 a 6 m de longi-
tud. El cobre recocido se presenta bajo forma de rollos
o coronas. El diámetro máximo de los tubos es de 20
El cobre martilleado se mm; la longitud de la corona es generalmente de 4 a
curva mal: es preciso 10m.
La utilización de una u otra de estas formas depende
recocerlo. de la naturaleza de las obras a efectuar. El cobre mar-
tilleado se utilizará más corrientemente para realizar
partes rectas, y el cobre recocido, que ya por su pre-
sentación es difícil de enderezar, se utilizará en las
partes de la instalación que necesitan un recorrido
El cobre recocido se sinuoso.
Los diámetros más corrientes de los tubos de cobre
curva, pero se endereza utilizados en fontanería son: 8/10 mm, 10/12 mm,
difícilmente. 12/14 mm, 14/16 mm.
Observación: los diámetros de los tubos se dan con
dos cifras, la primera cifra es el diámetro interior y la
segunda el diámetro exterior del tubo.
Las ventajas de la utilización del cobre como material
de tubería son su ligereza, resistencia mecánica,
aspecto agradable a la vista y que permite canaliza-
ciones vistosas, facilidad de empleo para soldadura,
doblado, corte, empalmes por manguitos y juntas...

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A. Los métodos del trabajo del cobre El curvado del cobre se efectúa ya sea en frío ya en
caliente según los diámetros utilizados. En general,
para los pequeños diámetros hasta 10/12 mm inclusi-
El curvado ve, puede hacerse el curvado en frío. Para los diáme-
tros superiores, se impone el curvado en caliente.
El curvado en frío se opera más corrientemente con
cobre recocido. Si se quiere curvar un cobre martillea-
do de pequeño diámetro, es fácil, con una lamparilla
de soldar, calentar la parte que hay que curvar y, así,
recocerla y haciendo esta porción más maleable. El
curvado en frío se realiza con ayuda de un muelle de
espiras contactadas por los bordes que se enfilan en
Atención al curvado: el los tubos para evitar una deformación de su sección
(más tarde veremos la utilización de esta herramien-
metal no debe doblar, ta).
sino se forma un El curvado en frío puede realizarse igualmente con
una herramienta de profesional llamada curvadora,
comienzo de ruptura y, que citamos sólo de paso.
en todo caso, un freno al El curvado en caliente necesita un rellenado del tubo
fino; debe hacerse un amontonamiento muy cuidado
escurrimiento del líquido. de esa arena en el tubo después de haber tapado una
extremidad. Se calienta el cobre en la longitud del
doblado y ya puede realizarse la operación de curva-
do.
Ya sea en frío ya en caliente, el curvado de un tubo se
realiza según un molde doblatubos levantado en el
lugar en que debe colocarse el tubo. Este molde
doblatubos puede realizarse con ayuda de un cable de
hierro de 4 mm de diámetro al que, con la mano, se
da la forma o curvatura deseada. Este método del
molde doblatubos tiene dos ventajas: primero dar la
forma exacta de la pieza; midiendo después con ayu-
da de una cuerda, dar la longitud exacta del corte del
cobre a realizar para empalmar las dos partes.
El corte
El corte del cobre puede hacerse ya sea con ayuda de
un cortatubos, ya sea con la sierra de metales.
El cortatubo es, con mucho, la herramienta más prác-
tica y que realiza el corte más claro con menos esfuer-
zo.

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La sierra de metales permite también realizar el corte
de un tubo de cobre, pero el corte es menos preciso y,
a menudo, es necesario, después del serrado, desbar-
bar los bordes del corte. Además, como el cobre es un
metal blando, tiene el inconveniente de atorar las
hojas de las sierras.
El empalme de dos
elementos de cobre Las tres formas de empalmar dos elementos de cobre:
— por empalmes de soldar,
— por coletes planos,
— por empalmes de juntas.
B. Los empalmes de soldar
Son los empalmes de tipo Sudo, que se encuentran
en el mercado en cobre con soldadura indirecta. En
cada extremidad del empalme y en el interior de éste
se ha practicado una ranura que termina en un aguje-
ro taladrado en todo el espesor del empalme (figu-
ra 1). Por ejemplo, si hay que empalmar dos tubos de
1 0/1 2 mm, se elegirán empalmes cuyo diámetro inte-
rior es de 12 mm, de manera que se pueda enmangar

Fig. 1

el tubo en el empalme, no sin antes haberlo desoxida-


do con pasta desoxidante. Después de realizar el
montaje en frío, se bloquea el conjunto y se calienta
con la lamparilla de soldar de forma moderada, de
manera a calentar el conjunto y obtener una tempera-

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tura homogénea. La temperatura de soldado se alcan-
za cuando el bastoncillo de soldadura desoxidante
que se presenta frente a la llama se pone a «hervir».
No es útil colocar En ese momento, se aplica el cable de soldadura (pla-
soldadura alrededor del tex) sobre el hueco de rellenado, pero siguiendo
calentando; la soldadura funde en la ranura de empal-
empalme. me y, por capilaridad, suelda los dos elementos. La
soldadura se termina cuando aparece en la extremi-
dad del empalme, entre éste y el tubo, un hilo platea-
do. Pasar seguidamente a la otra extremidad repitien-
do la misma operación. Después del enfriamiento del
conjunto, la hermeticidad se ha realizado. Para un
mejor aspecto de la obra, limar la periferia del empal-
me con el fin de eliminar los excesos de soldadura que
budieran haberse producido.
C. Los coletes planos
Esta forma de empalme de dos tubos se hace con
empalmes de rosca, uno con parte de roscado macho
y otra con parte de roscado hembra. Estas dos partes
con roscado se unen en cada extremidad de los tubos
a empalmar. Las dos extremidades son ensanchadas
en coletes aplanados entre los cuales se interpone
una junta en fibra compresada. El apretado de las dos
partes con roscado una contra otra asegura la unión
de los dos tubos y la junta asegura su hermeticidad
(figura 2).
El apretado de una junta
debe ser fuerte sin
exageración: el roscado
podría estropearse sin
mejorar la hermeticidad.

La confección de los coletes se realiza con la ayuda de


herramientas bien determinadas. Primero es necesa-
rio un torno con el fin de aplanar los coletes, un juego
de mandriles, un cortatubos y un martillo. (Estas
herramientas se describirán en el capítulo siguiente).

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El torno de banco lleva dos agujerosque corresponden
a los diámetros corrientes de los cobres utilizados.
Colocar primero una de las dos partes del empalme
El aplanado del colete en el tubo, apretar el tubo en la mandíbula que corres-
ponde al diámetro empleado dejando sobrepasar dos
comporta dos fases milímetros de tubo. Con ayuda de un mandril de
indispensables. ensanche, alargar (figura 3) la extremidad de un tubo

en corola, realizar después el colete plano con el man-


dril de aplastar. Repetir la misma operación con la
otra parte del empalme. Atornillar enérgicamente con
ayuda de dos llaves, y de esta forma se realizará el
empalme del colete plano.
Para el profano, la confección de coletes planos es,
con mucho, la operación de empalme más fácil de
realizar, con la condición de ser meticuloso.
D. Los racor de anillo de ajuste Los racor de anillo de ajuste son de la misma natura-
leza aproximadamente que los empalmes de coletes
planos. Tienen tres partes: dos tuercas huecas que se
enroscan en una parte central compuesta por dos ros-
cados. Cada extremidad del tubo recibe la tuerca hue-
ca y un ovalillo bicónico antes de ser enroscado en en
la parte central. Por apriete de la tuerca hueca en la
unión central, el ovalillo especialmente fresado se
aprieta en el fondo de la tuerca hueca y asegura la
hermeticidad del conjunto (figura 4).

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Cuidar mucho la
colocación de los
empalmes y no apretar
demasiado.

Estos empalmes que, a primera vista, pueden parecer


muy fáciles de utilizar, presentan sin embargo, algu-
nos pequeños inconvenientes: primero, es preciso no
exagerar el apriete, porque se corre el riesgo de aplas-
tar el ovalillo y romper la tuerca, después, no se ase-
gura la hermeticidad si el tubo no está perfectamente
colocado en la unión central. Finalmente, este empal-
me tiene un precio bastante alto.

Capítulo 2:

El plástico

Los tubos de plástico se presentan bajo tres formas:


flexible, semirrígido, rígido.
En Fontanería sólo se utilizan los plásticos de cate-
goría rígida y semirrígida, estando reservada la cate-
goría flexible para los tubos de regadío, vainas, forros
de reserva.
El empleo del plástico en fontanería está limitado
debido a su débil resistencia al calor. Por encima de
70° C, el tubo sufre deformaciones irreversibles. El
plástico se dilata entre 4 y 5 veces más que el acero y
corre el riesgo de provocar arranques de las juntas y
desprendimientos de los manguitos. Se ha intentado
superar este inconveniente fabricando tubos de
mayor espesor con el fin de aumentar la estabilidad
del material. Estos remedios aunque haya mejorado la
gama de su utilización, no han resuelto todos los pro-
blemas.

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A. El plástico semirrígido Se presenta en forma de un tubo de color negro o
naranja y se denomina polivinilo clorado (PVC) o poli-
cloruro de vinilo (PCV). Los diámetros de mayor uso
son 15/20 mm, 19/25 mm, 31/40 mm. Debido a su
débil resistencia al calor, el plástico semirrígido se
emplea prácticamente muy poco para los transportes
de fluidos calientes. Las cualidades del semirrígido
son: flexibilidad y resistencia a la presión. La primera
Los tubos en plástico son cualidad permite enterrar el tubo que se presta fácil-
mente a las diferencias de nivel del terreno, y soportar
particularmente incluso pequeñas flexiones sin ruptura. La segunda
convenientes para la cualidad del semirrígido consiste en su gran resisten-
evacuación de aguas cia a la presión, que permite su utilización para presio-
nes de agua de 6 a 7 kg/cm2 entre un contador exterior
usadas. y una casa de habitación, o la instalación de un grifo o
boca de riego en un jardín.
La utilización de los plásticos semirrígidos está casi
únicamente reservada para los transportes de fluidos
al exterior de los edificios, en canalizaciones enterra-
das en la mayoría de los casos. Si la resistencia a la
presión y la flexibilidad son las cualidades de los
semirrígidos, su resistencia mecánica es muy débil: el
menor choque con un objeto cortante, o puntiagudo
puede crear una fuga.
En el caso de tuberías no enterradas, el choque puede
producirse durante el rellenado de la zanja, sobre todo
si el terreno es pedregoso. Para evitar este inconve-
niente, es necesario realizar en el fondo de la zanja
una capa de arena de 20 cm de espesor en la que se
entierra el semirrígido, dejando por encima de su
generatriz superior un espesor de 1 5 cm de arena (fi-
gura 5).
Los empalmes de los plásticos semirrígidos se
efectúan por medio de manguitos de apriete sobre un
anillo, o por simple pegado después de la apertura de
una de las dos partes a empalmar. En el caso de tubos
para presiones de 5 a 7 kg/m 2 es preferible utilizar
manguitos metálicos.

Fig. 5

10

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B. El plástico rígido Se presenta bajo la forma de un tubo de color gris. Su
empleo en fontanería está reservado en la mayoría de
los casos a la realización de los vaciados de los apara-
tos sanitarios. Existen numerosas piezas accesorias
como empalmes, manguitos, reducciones, codos de
diferentes curvaturas, empalmes en forma de Y en
cada diámetro. Sólo trataremos los plásticos rígidos
de pasada en esta obra, ya que su empleo depende
más de saneamiento que de fontanería.
El empalme de dos tubos de plástico rígido se opera
ya sea con manguito de comercio que se interpone
por encoladura entre las dos extremidades a unir, ya
sea por encaje que realiza uno mismo y que seguida-
mente se encola (figura 6).
Para el curvado pueden emplearse codos macho/hem-
bra del comercio, o realizar por sí mismo una curvatu-
ra operando como para el cobre de gran diámetro
después de rellenado de arena seca, calentamiento y
apoyo sobre un molde doblatubos que puede realizar-
se fácilmente con una pieza de madera serrada según
la curvatura deseada.

Precauciones importantes

1. La débil resistencia al calor de los plásticos rígidos


necesita un calentamiento moderado. La lamparilla de
soldar con gas deberá llevar una boquilla especial que
dé una llama débil y poco calorífica. Un calentamiento
demasiado intenso ennegrece y finalmente se inflama
el plástico. La operación debe repetirse en ese caso
con otro tubo.

2. Los tubos de plástico rígido deben ser soportados


por dos abrazaderas especiales del comercio llamadas
abrazaderas liras. La distancia entre dos abrazaderas
para un tubo de vaciado que pueda recibir, como en el
caso de un lavabo, un bidé o una ducha, aguas de 40
a 50° C, estará comprendido entre 40 y 50 cm.

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Las abrazaderas liras, como su nombre indica, tienen
la forma de este instrumento y permiten una dilata-
ción periférica del tubo.
Las abrazaderas deberán
estar regularmente 3. En el caso de un empalme por unión, la longitud
de ésta no debe ser inferior a dos veces y medio el
espaciadas. diámetro del tubo, excepto en el caso de un pequeño"
diámetro inferior a 20 mm en el que la unión puede
ser de sólo una vez y media el diámetro (figura 7).

PAHA IOS PEQUEÑOS DIÁMETROS


INFERIORES A 20 MM
E = 1.5 d

Hay que anotar también que debe realizarse macho


hacia hembra en el sentido de la pendiente o en el
sentido de la corriente del líquido (figura 8).

Las dos partes de la unión deben estar cuidadosa-


mente untadas con pegamento especial plástico evi-
tando el espesor excesivo pues, después de secado,
podría crear puntos de fuga.

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Después de haber sido el material noble, en nuestros
Capitulo 3: días el plomo está siendo casi completamente aban-
donado en fontanería y ello por varias razones: prime-
El plomo ro, por su precio elevado, su peso, que lo hace de difí-
cil transporte y manejo, su fragilidad a los choques y
su débil resistencia al ser aplastado.
La consecuencia de esta restricción en el empleo del
plomo es que, en la actualidad, no es fácil encontrar
un buen fontanero que sepa trabajar el plomo. Por
dicho motivo hemos pensado sea de utilidad dar aquí
algunos consejos que, en caso de necesidad, te pueda
sacar adelante en un mal momento en una instalación
El plomo es un material de traída o de desagüe en plomo.
difícil de trabajar: evítelo. El inconveniente para el aficionado que se pone a tra-
bajar el plomo, es la cantidad de herramientas nece-
sarias y también la habilidad que es preciso desplegar.
Por ello, antes de entrar en la reparación propiamente
dicha, es prudente realizar algunas pruebas, tanto en
la soldadura como en los empalmes.

A. La soldadura del plomo El empalme de dos elementos de tubo de plomo se


realiza como soldadura de estaño.
Antes de proceder a la operación de soldadura, es
preciso preparar los dos elementos del tubo a empal-
mar. Con una escofina, afilar la extremidad de uno de
los tubos; la otra extremidad de la tubería deberá ser
abierta con un abocardador de boj por golpeo, o con
un abocardador articulado (especie de pinza cuyas
mandíbulas semicónicas se ensanchan). Los dos con-
ductos a empalmar deben hundirse completamente
La calidad de una uno en otro. Si el tubo está ya fijado en la pared, sepa-
rarlo, con el fin de poder calentar el conjunto (prote-
soldadura de plomo ger la pared con interposición de una placa de amian-
depende mucho de la to que evitará causar daños debidos a la llama de la
preparación de las dos lamparilla). Con un cepillo metálico de «pelo» raso,
blanquear las dos extremidades a soldar, calentar
piezas. todo alrededor del empalme de abajo arriba de mane-

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ra que llegue a obtenerse una temperatura homogé-
nea del conjunto. Siempre con la lamparilla, fundir un
trozo de estearina en el collarín y en la parte derecha
del tubo. Presentar la varilla de soldar de estaño a la
llama, por fusión derramar cantidad suficiente para
llenar el hueco. Continuar la operación por encima de
la parte superior del collarín. Sobre el rodete así reali-
El masaje de la zado, volver a fundir la estearina.
soldadura con estearina Con ayuda de un trapo untado con sebo (pedazo de
cutí, lienzo hervido en grasa de cordero) y por toques
es capital. sucesivos y calentamiento alterno, repartir el exceso
de soldadura por la parte del tubo en la extremidad
del ensanche. Tomar la precaución de no calentar
demasiado la soldadura que debe permanecer en for-
ma de pasta bastante espesa para que no pueda

B. Empalme de dos tubos perpendiculares


o inclinados

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escurrirse en el interior del tubo y que puede ser mol-
deada en forma de ovalillo alrededor del empalme. Es
importante dejar enfriarse lentamente la soldadura,
sin mover los tubos en ese momento, lo que podría
crear fisuras y, por consiguiente, fugas (figura 9).
Estos empalmes son denominados derivaciones. La
primera operación consiste en el taladro del conducto
principal. Primeramente se taladra un agujero
pequeño con broca, después se ensancha con ayuda
de una herramienta llamada escariador (esta herra-
mienta cónica está particularmente adaptada para el
taladro del plomo). La apertura así realizada se ensan-
cha con el abocardador, de manera que crees un
collarín, y, a partir de aquí, la operación de soldadura
puede dar comienzo como viene descrita anterior-
mente (figura 10).
3 cm

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C. Empalmes con bridas Ciertos empalmes de aparatos como sifones, válvulas,
contadores con una canalización de plomo, se realizan
con ayuda de bridas. Una brida se compone de tres
elementos: una brida, una contrabrida y una junta de
cuero o de fibra comprimida. Una de las bridas está ya
incorporada al aparato ya sea por el fabricante, ya sea
por enroscado; la contrabrida es una simple placa
metálica taladrada por un agujero central del diáme-
tro de la canalización (figura 1 1).

Fig. 1 1

Una vez colocada la contrabrida en el tubo de empal-


me, se realiza un manguito sobre el plomo con ayuda
de un martillo con un ligero pase de lima para una
eventual limpieza del manguito; después interposición
de la junta de hermeticidad entre brida y manguito. El
apriete de la contrabrida sobre la brida se realiza con
tornillos y tuercas pasados por los agujeros prepara-
dos a través de las dos piezas.
Observación: todo empalme de tubos de plomo debe
hacerse en el sentido del escurrimiento del líquido:
machón hacia arriba, collarín hacia abajo.

Este material está exclusivamente destinado a los


Capítulo 4: saneamientos, aguas residuales, aguas usadas, aguas
de lluvia. Lo citamos aquí por simple información, ya
El hierro que su puesta en marcha necesita una cualificación
profesional y habilidad para realizar las juntas que difí-
cilmente se adquieren con la lectura.

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Durante cierto tiempo, el hierro fue abandonado en
beneficio de los tubos en amianto cemento, después
de los tubos de plástico rígido, debido a su precio, al
tiempo necesario para su puesta en marcha, de los
plazos de entrega de los pocos fabricantes. Parece
El hierro es un buen que ahora, con la puesta a punto de nuevos empal-
mes en caucho y una mejor política de venta, el hierro
material, pero difícil de hace una reaparición bastante notable en la construc-
poner en marcha. ción de edificios.
Los inconvenientes de puesta en marcha del hierro
son cuatro:
1. Dificultad de realizar un corte: el hierro es un
metal muy duro que difícilmente se corta con la sierra
de metales.
2. Dificultad de unión de dos elementos: la junta está
compuesta de un collarín incorporado a una extremi-
dad del tubo y de un machón derecho y un machón
recto. La junta se realiza en dos fases. Primero un
enrollado de cuerda de cáñamo untada de alquitrán
que se amontona con ayuda de un palo en el interior
del ensanche, lo que asegura su hermeticidad. Este
enrollado debe detenerse a unos 3 cm del borde
superior del collarín.
Después, en la cavidad así preparada, poner un mor-
tero de cemento puro que asegurará la protección de
la hermeticidad.
3. Dificultad de realizar un recorrido dado. El hierro
no es, como el cobre, el plástico o el plomo, un mate-
El hierro no se elabora: rial que uno mismo puede trabajar con ayuda de una
curvadora, una lamparilla de soldar o incluso un
hay que instalar soplete. Los cambios de dirección o los pasos de una
empalmes con mucha dirección vertical a otra en pendiente deben realizarse
precisión. esencialmente con ayuda de codos, distribuidos en
forma de Y, que se encuentran en el comercio. Por
todo ello antes de realizar cualquier instalación en
hierro es necesario efectuar «in situ» un trazado muy
preciso de las canalizaciones que deberán colocarse,
con el fin de no cometer error en su pedido al suminis-
trador.
4. Dificultad de colocar soportes: cada soporte, collar

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o trinquete debe ser colocado de forma muy precisa
en el lugar donde sale el comienzo del collarín de cada
elemento (figura 12).
Las abrazaderas, según la naturaleza del material que
constituye la pared deben ser hundidas por percusión
o empotradas. Una abrazadera se compone de do's
partes. La punta de hundir o de empotrar lleva una
semiabrazadera en la que viene a fijarse, por tornillo a
la otra media abrazadera. En el caso de abrazaderas
de empotrar es bueno prever los empotrados unos
días antes de la puesta en marcha definitiva de la ca-
nalización. Cuando la canalización en pendiente sigue
una pared, se soporta con ayuda de hierros cuadrados
de 1 5 mm por 1 5 mm, una de cuyas extremidades es
empotrada en la pared y la otra curvada según el diá-
metro del tubo para colocar. Las diferentes abrazade-
ras deben estar repartidas según la pendiente de la
canalización y colocadas detrás de cada collarín, reali-
zando de esta forma la fijación de la canalización.
En el caso en que la canalización esté fijada en el
techo de bodega o de galería técnica, el tubo de hie-
rro se fija con ayuda de suspensión en forma de media
abrazadera empotrada en el techo o atornillada con
bisagras previamente colocadas en el lugar de cada
ensanche. Algunas de estas suspensiones poseen
patas regulables que permiten respetar las pendien-
tes.

Empalmes de la fundición y otro material.


Se trata en particular del plomo y la porcelana vitrifi-
La fundición no se cada o de azulejos (en el caso de la caída de W.C.). La
unión plomo/hierro se realiza enteramente por colada
suelda: las puntas se de cemento puro en el collarín del hierro. Con el fin de
hacen con mortero fino. evitar que el cemento no penetre en el tubo, es conve-
niente tapar el fondo del ensanche con un burlete de
papel espeso, fuertemente enrollado y apretado con
ayuda de un palo.
La unión hierro/porcelana o azulejo se realiza con
masilla de cristalero, que se interpone entre el empal-
me del canalón y la parte hierro. Esta masilla asegura

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a la vez la hermeticidad y la posibilidad de recepción
del canalón.

Ojo con mellar la


porcelana al contacto En este capítulo no hemos examinado como materia-
les de la fontanería ni las canalizaciones en acero ni
con el hierro. las canalizaciones en gres vidriado.
La puesta en marcha de las primeras es casi exclusi-
vamente del ámbito de la mano de obra y de la herra-
mienta profesional. Las segundas sólo son utilizadas
actualmente en casos muy precisos de escurrimiento
de fluidos corrosivos y que necesitan precauciones de
colocación que no podemos plantear en esta obra
reservada únicamente al aficionado.

SEGUNDA PARTE

HERRAMIENTAS Y ELEMENTOS
Capítulo 7:

Herramientas necesarias para la realización de obras


sencillas
A. Las herramientas de apretado
La llave stillson-grifa Es la principal herramienta de presión del fontanero,
gracias a su abertura regulable. Existen varios tipos de
estas llaves definidas por la longitud del mango, de
10 a 60 cm, por la posibilidad de abertura de las
mandíbulas que van hasta 6,5 cm. Para ti, fontanero,
la llave más útil es la llave stillson de 35 cm con una
abertura de 5 cm (figura 1 3).
Es útil tener al menos dos llaves de este tipo para
poder realizar las contrapresiones, particularmente en
caso de empalme de coletes planos.
Fig. 13

19

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La llave inglesa Esta llave es más manejable que la llave stillson gra-
cias a la posición del mango. Permite presiones en
lugares más difícilmente accesibles. Es una herra-
mienta ideal para el apretado de la grifería (figura 14).

Entre 19 y 40 cm

Fig. 14
Este alicate no está especialmente destinado a la fon-
Alicate universal tanería, pero es útil en el apretado de las tuercas, en
los tubos metálicos de pequeño diámetro. Es una pie-
za básica de la caja de herramientas del aficionado (fi-
gura 1 5).

El alicate múltiple o mordaza, o también alicate pico-


loro y extensible
El alicate más corriente mide unos 25 cm de longitud,
posee seis posibilidades de abertura, la mayor de las
cuales es de 3,5 cm. Es igualmente, como el alicate
universal, una pieza básica de la caja de herramientas
del hacelotodo (figura 1 6).

Fig. 15 Fig. 16
Fig. 17

B. Las herramientas de corte Es la herramienta necesaria para cortar el metal o el


plástico. La sierra se compone de dos partes: la mon-
La sierra de metales tura y la hoja de sierra. La montura es un marco metá-
lico de tres lados sobre el que se fija la hoja de sierra.
La montura puede ser extensible, lo que permite la
adaptación de varios tipos de hoja. Las monturas
están provistas de un mango ya sea recto, o de tipo
revólver que es, con mucho, lo más práctico para la
maniobra de la herramienta. La longitud clásica de
una hoja de sierra es de 30 cm (figura 1 7).

20

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Es una herramienta específica de la fontanería. El cor-
El cortatubos tatubo está compuesto por una cuchilla intercambia-
ble en acero tratado que permite un corte nítido, sin
deformación del tubo, de un par de rodillos que permi-
ten la rotación de la herramienta alrededor del tubo, y
de un sistema de presión de rosca guiado por correde-
ras. La capacidad del cortatubos cobre va hasta el diá-
metro 40 mm, para un modelo corriente (figura 18).
Es de observar que existe un cortatubos plástico que
funciona más o menos de la misma forma que el cor-
tacobre, pero cuya rosca es diferente. Para el acero,
se utiliza igualmente un cortatubos de dimensiones y
medios de presión y corte considerablemente más
reforzados.
Para el plomo, citaremos de paso la pinza de cortar.
Fig. 18 Esta herramienta, aunque práctica para el corte del
plomo, no es indispensable, así como los cortaplásti-
cos y cortacero.
C. Las herramientas de soldadura

La lámpara de soldar Existen varios modelos de lámpara de soldar. Estos


modelos son diferentes según el combustible utilizado
para producir el calor.

La lámpara de gasolina Como su nombre indica, funciona con gasolina. No


gasolina ordinaria utilizada para los motores de automó-
viles sino gasolina C que se encuentra en las dro-
guerías. La lámpara de gasolina es de un manejo bas-
tante delicado y presenta, si el que la utiliza no
emplea grandes precauciones, riesgos reales de ex-
La lámpara de gasolina plosión. Este tipo de lámpara está compuesto de un
es una herramienta depósito con un orificio de llenado, de un tapón con
válvula de segundad de pastilla de plomo, y una bom-
peligrosa: da preferencia ba de puesta bajo presión. El depósito, de uno 35 el,
a la lámpara de gas. está coronado por una cazoleta destinada a recibir
alcohol de quemar que es preciso inflamar para la
puesta en marcha. La parte depósito de combustible
—puesta bajo presión— soporta la parte soplete. El
soplete está compuesto de un cañón quemador hacia
adelante, en el centro de una cámara de mezcla gas

21

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de gasolina + aire y, detrás la prensa estopa, por la
que pasa el vastago de reglaje de la llama, que accio-
na una aguja que abre o cierra la admisión de la mez-
cla. El soplete está unido al depósito por un tubo, el
conducto de gasificación en el que pasa una mecha
de algodón que conduce la gasolina al quemador. El
conjunto de la lamparilla es sostenido por un mango
fijado al depósito.

Puesta en marcha de la lámpara Llenar el depósito en sus tres cuartas partes con
gasolina C. Verter alcohol de quemar en la cazoleta de
precalentamiento. Cerrar la aguja. Encender el alcohol
que, al quemar, calienta el tubo de llegada de la gaso-
lina. Cuando el alcohol ha sido quemado, abrir ligera-
mente la aguja. La gasolina calentada está bajo pre-
sión y se encuentra en el interior del depósito, sube
Prestar mucha atención por el conducto de gasificación y se difunde por el
pulverizador liberado de la aguja. La mezcla se infla-
en el momento de ma espontáneamente y, seguidamente, puede
encender la lámpara de aumentarse la abertura gracias al mando de impul-
sión. La llama toma un color azul vivo. Si la llama
gasolina. sigue siendo blanca y débil, se recomienda apagar la
lamparilla y repetir la operación de encendido. Si la
lámpara de soldar está provista de un pistón, accio-
narlo fuertemente con el fin de aumentar la presión en
el interior del depósito. Tiempo de funcionamiento
para una lámpara de 35 el: alrededor de una hora.

La lámpara de soldar de gas butano El aparato está compuesto de dos partes: el depósito
de gas y el conjunto quemador que se enrosca sobre
el depósito. El quemador está regulado por un siste-
ma de aguja de rosca y puede estar provisto de diver-
sos tipos de cañones según el trabajo a realizar. Esta
lámpara de soldar es, con mucho, la más práctica de
utilizar por el soldador principiante. El tiempo de utili-
zación de un cartucho de gas del comercio es de unas
dos horas. En el caso de soldadura de estaño, es pre-
ciso adaptar un cañón quemador tipo soldadura (figu-
ra 19).

22

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Con la lamparilla de soldar, es necesaria la soldadura:
soldadura de estaño en varillas para el plomo. Grasa
de desoxidar: 1 lata. Pasta para estañar la grifería de
cobre antes de soldar en el plomo. Una herramienta
La lamparilla de gas es
práctica y presenta poco
peligro.

Fig. 19

para lijar la soldadura de estaño. Un pan de estearina


sólida.
D. Las herramientas de la elaboración Por elaboración entendemos el curvado de los tubos,
la preparación de los empalmes, aplanación de los
coletes, ensanche del plomo.

El muelle de curvar Es la más sencilla de las herramientas de curvado. Se


trata de un muelle en espiral que se enhebra por el
tubo a curvar. Es útil poseer varios diámetros de mue-
lle (10, 12, 14, 16) que corresponden a los tubos de
cobre más habitualmente empleados en las instala-
ciones domésticas corrientes. El muelle debe estar

23

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untado de grasa antes de ser enhebrado sobre el tubo.
Para retirarlo, hacerlo girar de derecha a izquierda en
el sentido de enrollamiento de las espiras (figura 20).

Para curvar un tubo de cobre martilleado, recordemos


que es necesario recocerlo con la lamparilla antes de
proceder a la operación. Un cobre martilleado está
recocido cuando después de calentado ha alcanzado
un rojo oscuro. La primera elevación de temperatura
da un color azul, pasa después al rojo vivo, se obtiene
finalmente el rojo oscuro. Una vez enfriado el tubo
puede realizarse el codo.

La pinza de curvar Es una herramienta que permite realizar todos los


codos de 0o a 1 80° gracias a su matriz graduada. Los
diámetros posibles de curvar con la pinza van del 6/8
al 14/16. La compra de esta herramienta, relativamen-

24

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te onerosa, sólo debe hacerse si es necesario hacer
Para el aficionado la una obra importante; sin embargo, existen comercios
pinza de doblar es un especializados en el alquiler de herramientas que
alquilan este aparato. Es de observar que la pinza de
lujo. El muelle es doblar no excluye recocer el cobre martilleado (figu-
suficiente. ra 21).

Lo necesario para coletes

Es una especie de pinza una de cuyas extremidades


— El torno de aplastar o de matrizar va articulada sobre una charnela y la otra va provista
de una tuerca de presión. El cuerpo del torno está
generalmente perforado con cinco o seis agujeros que
corresponden a los diámetros de cobre más usuales.
En un lado del torno, los agujeros se terminan por una
El tubo debe ser testera cónica para los coletes cónicos, por el otro
perfectamente lado los agujeros terminan en un ángulo roto para los
coletes planos (figura 22).
mantenido en el agujero El principio de utilización es el siguiente: colocar el
del mismo calibre. tubo de cobre en la alisadura cónica correspondiente
dejándolos sobrepasar en unos 2 mm por encima del
Alguna vez, de entre las lado plano del torno. Cerrar y atornillar fuertemente
mandíbulas del torno las dos mandíbulas del aparato. Colocar el torno de
sale un mal curvado. matrizar encima del banco de trabajo, fijarlo si es
necesario con un gatillo o en un torno. Coger un man-
dril cónico (y una serie de mandriles planos corres-
pondientes a los diámetros de los agujeros del torno);
introducirlo en la extremidad del tubo y golpear de
manera que se obtenga un ensanche. Una vez el cole-

25

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te cónico realizado, abrir la pinza, darle vuelta y apre-
tar de nuevo el tubo en su alisadura. Tener cuidado
con dejar sobrepasar el manguito en la extremidad del
torno. Con ayuda de un mandril plano del diámetro
del tubo, golpear la extremidad hasta el aplastamien-
to. El colete plano una vez realizado debe ser termina-
Las dos operaciones son do con una pasada de lima de dentadura media de
manera que se obtenga una cara bien plana.
necesarias. Lijar
perfectamente la cara
exterior del colete.

— El abocardador articulado Es, como hemos dicho, la herramienta necesaria para


o pinza de ensanchar realizar los collarines en el tubo de plomo. El abocar-
dador articulado trabaja por extensión de dos partes
semicónicas. Las superficies externas de cada medio
cono están estriadas, de manera que eviten que la
herramienta resbale en el interior del tubo (figura 23).
Existe un modelo de abocardador no articulado, en
«madera» de boj vuelta que funciona como un mandril
y con el que se realiza un collarín por aplastamiento.
El abocardador articulado o el abocardador de madera

26

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deben ser bastante importantes para un diámetro de
tubo hasta de 3 cm (tubos plomo de vaciado).

Limas y escofinas

Estas herramientas son necesarias al trabajo y prepa-


ración de las soldaduras. No son herramientas especí-
ficas de la fontanería, pero es útil reservar, en la caja
de herramientas del aficionado una lima de grano
medio y una escofina de madera destinadas al trabajo
del cobre y del plomo. Esta escofina y lima deberán
tener una cara semirredondeada.

Martillo y bat

Para los trabajos de fontanería, es suficiente un marti-


llo de 380 g.
La bat es una especie de martillo de madera dura des-
tinada al trabajo y enderezamiento del plomo. El
desenrollo de una corona de plomo se realiza sobre un
suelo llano, con una toma de apoyo que puede ser el
pie o un peso suficientemente pesado. Las diferentes
desigualdades y el enderezamiento se realizan con la
bat golpeando el tubo con pequeños golpes repetidos
incesantemente.

El fijatubo

Es un aparato destinado a mantener en la posición


deseada dos tubos de empalmar por soldadura. La
gama de las posibilidades de mantenimiento va desde
el empalme uno tras otro en el eje, hasta el empalme
perpendicular. Se trata de barras metálicas semicircu-
lares provistas de una apertura en la que puede des-

27

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plazarse una tuerca con mariposa (figura 24). Las dos
partes para unir son mantenidas por mandíbulas perfi-
ladas sujetas por una tuerca de mariposa.
A esta lista, necesaria para realizar sencillas obras de
fontanería, es útil añadir algunas herramientas bási-
cas como el buril, punzón, pequeña maza, lo necesario
para taponar, destornillador, brocas de carburo de
tungsteno; algunos conocimientos sobre la manera de
realizar un empotramiento, un retamponado de yeso.

Fig. 2 4

E. Los accesorios de fontanería Se llaman accesorios de fontanería, además de las


canalizaciones, los dispositivos de fijación de las
tuberías como ganchos, escarpias, argollas, escudos,
juntas de fibra, juntas de caucho para grifos.

La fijación de las juntas


Son poco utilizados para las canalizaciones de plomo
que transportan agua; se emplean más en los tubos
de transporte de gas. Son de hierro negro; una extre-
Los ganchos midad termina en punta y lleva un calcañar sobre el
que se golpea para hundirlo; la otra extremidad está
curvada en semicírculo con el fin de sujetar el tubo (fi-
gura 25). Existen ganchos diversos según el diámetro
utilizado.

— Las escarpias

Los tubos de plomo de alimentación de agua son en


general fijados en la pared por escarpias de empotrar.
La escarpia es muy parecida al gancho, pero en lugar
de la punta que se hunde lleva una pata de empotra-
miento. Las escarpias son de hierro plano galvanizado
(figura 26).

Fig. 2 5
— Las abrazaderas

Sirven de fijación al cobre. Están compuestas por dos


Fig. 2 6 partes semicirculares perforadas por agujeros de pre-

28

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sion en cada una de sus extremidades; uno de los
agujeros, el que se encuentra en la parte empotrada o
atornillada en la pared, está enroscada. Existen abra-
zaderas preparadas con pasta de empotrar o con una
tuerca (figura 27).

Los escudos Con el fin de alejar las abrazaderas de la pared y per-


mitir de esta manera una maniobra de las tuercas de
los empalmes, se interpone entre la pared y la abraza-
dera un pequeño tronco de cono de chapa forjada y
perforada de un agujero. El apoyo esconde igualmen-
te el tornillo o el agujero de empotramiento (figura 28).

— Las juntas de fibra Apretadas entre la tuerca y la abrazadera, aseguran la


hermeticidad de los empalmes. A cada diámetro del
tubo corresponde un diámetro de junta.

— Las juntas de caucho Están destinadas a asegurar el cierre de los grifos. De


diferente espesor según el tipo de grifo, van perfora-
das si el portajuntas lleva una tuerca de fijación; sino
se fijan por fuerza en su lugar.

Fig. 27

Fig. 28

No forzar las tuercas de presión de las abrazaderas.

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Se entiende por elementos de fontanería los grifos,
Capítulo 2:
sifones, aparatos...
Los elementos
Es uno de los elementos más importantes de la fonta-
de la fontanería nería. Por ello se tendrá muy en cuenta, particular-
A. La grifería mente en el momento de la adquisición de un grifo,
que tenga la calidad indispensable de todo buen apa-
rato. Deberá asegurarse que el apretado de la cabeza
se efectúe de manera suave sin interrupción que
necesite un esfuerzo suplementario. Que el juego de
la tuerca no sea demasiado importante. Se recomien-
da también no elegir un grifo de forma demasiado
complicada, ni con funcionamiento muy elaborado
que obliguen a llamar a un especialista en caso de
avería, o de no utilizar una herramienta específica-
mente adaptada al aparato. Recordemos igualmente
que la grifería comprada barata cuesta a menudo muy
cara. Sí, a veces, el precio de un grifo de buena marca
No sea tacaño sobre la puede parecer excesivo, no olvidar que los gastos de
mantenimiento son prácticamente nulos y que a
calidad de los grifos, lo menudo no necesitan ninguna reparación.
podrá comprobar. Es difícil establecer una clasificación de los grifos, ya
sean de roscar o de soldar, que sean de presión por
arriba o por abajo, que su utilización sea para regular
el caudal del agua sobre un aparato sanitario (grifo de
llave macho) o que interrumpa la circulación del fluido
en una canalización (grifo de paso). Para más claridad,
dividiremos los grifos en sólo dos categorías. Los gri-
fos de llave macho y los grifos de paso.

Los grifos de llave macho Como acabamos de ver, los grifos de llave macho, sir-
ven para hacer circular el agua o interrumpir su circu-
lación al final de una canalización. Son de dos tipos
diferentes según su modo de cierre o su utilización.
Existe primeramente el grifo de válvula, que se utiliza
para el gas o líquidos que circulan con débil presión.
Después, el grifo pulsador, que sólo funciona cuando
se apoya sobre la muletilla. Este grifo se detiene

30

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automáticamente cuando se deja de hacer presión, lo
que tiene la ventaja de limitar la utilización del agua a
la cantidad necesaria; por el contrario, su inconve-
niente está en que inmoviliza constantemente uría
mano cuando se pone en servicio. Otro inconveniente
El grifo de presión es está en su brusco cierre por muelle que da sacudidas
práctico para una en la canalización. El grifo llamado «tuerca vuelta». Su
maniobra se efectúa imprimiendo un cuarto de vuelta
instalación pública. Lo es a la cabeza del grifo. Es el grifo ideal para fregaderos.
menos para un interior. Finalmente el grifo de tuerca. Es el tipo más corriente,
que se coloca en todas las canalizaciones de fregade-
ros, lavabos, bidés, duchas, bañeras. Este grifo se
compone de dos partes: la cabeza y el cuerpo. La
cabeza comprende la muletilla (que puede tener
diversas formas), prolongada por una varilla de rosca
que se termina con la colocación de la punta o válvula
de goma. La varilla de rosca penetra en un grifo cuya
hermeticidad está asegurada por una tuerca prensa
estopa. El cuerpo del grifo está dividido en dos partes,
la llegada y la boca; estas dos partes comunican entre
ellas por un orificio que obtura la válvula para cerrar o
regular el caudal de agua (figura 29).
El empalme de un grifo con su tubería de alimenta-
ción no se hace generalmente por soldadura sino por
racor de rosca ya que el grifo debe poder ser siempre
desmontable. El empalme se efectúa por un colete
plano sobre el lavabo, o un bidé, por una bisagra
empotrada en la pared y provista de un roscado inte-
rior en el caso de un grifo sobre un fregadero con ca-
nalización aparente. La extremidad de esta bisagra va
soldada a la canalización de alimentación.

Fig. 29

Existen conjuntos de grifos que permiten la mezcla de


agua caliente y agua fría que puede colocarse sobre
un fregadero o un lavabo. Esta grifería está provista
de un tubo mezclador giratorio, es el tipo de aparato
colocado sobre los fregaderos con dos pilas. En el

31

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caso de entrada de agua en la bañera o ducha puede
colocarse un mezclador termostático que permita un
caudal de agua con temperatura constante. El monta-
je de este aparato, a menudo muy caro, es del ámbito
del profesional.
Los sifones

Fig. 31

La finalidad de un sifón es la de aislar el orificio de de-


sagüe de los diferentes servicios de la red de evacua-
ción con interposición de una masa líquida que impide
a subida de olores de alcantarilla. Los sifones pueden
adaptarse sobre los aparatos que deben proteger,
Fig. 3 0
como lavabos, bidés, fregaderos, o son parte del apa-
rato como la cisterna del W.C. Pueden estar constitui-
dos por un simple tubo de plomo en S (figura 30) y
provisto en su base de un tapón de desagüe de rosca;
generalmente es el caso de las antiguas instalaciones.
En el comercio se encuentran también sifones en for-
ma de S de cobre, realizados en tres partes unidas
entre ellas por un empalme de tipo colete plano. Este
sifón no lleva orificio de desagüe, pero su fácil des-
montaje permite una limpieza cómoda. El funciona-

32

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miento de estos sifones en S generalmente da buenos
resultados; su empalme vertical a los diferentes servi-
cios permite una evacuación rápida del agua usada,
El sifón, además de su que arrastra las partículas sólidas que podrían taponar
la canalización, o permanecer en depósito en la parte
oficio higiénico, es una baja. En forma de S o en otra forma, el interior del
trampa para ios cuerpos sifón no debe presentar asperezas que podrían retener
elementos sólidos o filamentosos.
sólidos capaces de Los sifones en forma de S tienen un inconveniente:
obstruir las son bastante voluminosos y ocupan un espacio
importante en un armario bajo el fregadero, el lavabo,
canalizaciones. plato de ducha, bañera. Para evitar este inconvenien-
te, se encuentran en el comercio sifones compactos
en cobre o en plástico rígido. Los sifones compactos
se presentan en forma de un recipiente cilindrico que
se enrosca bajo el tapón de desagüe. Este recipiente
está separado en dos partes por medio tabique verti-
cal que deja pasar el líquido que emana por la parte
baja. Esta parte baja del sifón está constituida por un
colector demontable por rosca y cuya hermeticidad
está asegurada por una junta (figura 31).

B. Los aparatos sanitarios Desde el lavabo sencillo hasta el lavabo de dos senos,
existe gran variedad de aparatos tanto por su forma
Los lavabos como por sus dimensiones.
Sin embargo, podemos clasificarlos en dos cate-
gorías: los lavabos de faldón y sin él. En el interior de
esta clasificación podemos encontrar aún dos clases
según que estén colocados sobre consola empotrada
en la pared, sobre pedestal apoyado en el suelo o
sobre el mueble de soporte (figura 32).
Los lavabos de faldón presentan en su parte posterior
una parte alzada que protege la pared de los salpica-
dos. Estos aparatos deben estar ligeramente empotra-
dos en la pared de manera que el agua vuelva a caer
en la pila. Los lavabos sin faldón deben estar ligera-
mente retirados, y a menudo se reemplaza el faldón

33

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Fig. 3 2 . Los lavabos

de empotrar de faldón

de escurreplatos

de ángulo con faldón

de dos senos

por una encoladura de azulejos a lo largo del aparato


colocando la primera fila de azulejos a 5 cm por deba-
jo de la parte llana del lado trasero del lavabo.
Sea cual sea el tipo de aparato, todos los lavabos lle-
La hermeticidad entre van dos huecos para el paso de la grifería del agua fría
y caliente. A este respecto existe una costumbre que
pared y lavabo quiere que el grifo del agua caliente se encuentre
constituye a menudo un siempre a izquierda mirando al lavabo y sea marcado
problema. de color rojo, el grifo de agua fría a la derecha y mar-
cado de color azul. Estos aparatos están igualmente
concebidos de forma que pueda fijarse la maniobra
del tapón de vaciado, y todos llevan un vertedero que
comunica con el desagüe que va unido a la canaliza-
ción por un sifón.

34

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El bidé es de un principio análogo al del lavabo, es
Los bidés
decir, que la entrada de agua caliente y fría, así como
el sistema de vaciado están incorporados al aparato
con dos huecos para la fijación de la grifería. La pues-
ta en marcha se opera fijando el aparato al suelo por
medio de tornillos especiales llamados tornillos sani-
tarios, si el suelo del cuarto de baño es de parqué; por
medio de patas de empotrar si el suelo es de cemen-
to.
Existen dos tipos de bidés: los bidés fijos y los que, en
razón de las reducidas dimensiones del cuarto de
baño, se hacen giratorios, ya sea por fijación sobre un
zócalo de madera provisto de ruedas, y empalmados a
Los bidés gira torios las tuberías de entrada de agua y vaciado por tubos
pueden colocarse bajo flexibles; después de su utilización, el aparato puede
desplazarse para ser colocado bajo un armario coloca-
los lavabos. do generalmente bajo el lavabo; un bidé puede hacer-
se igualmente giratorio fijándose a la pared gracias a
una consola que lleva un eje vertical sobre el que el
aparato puede efectuar una rotación de 90° o más,
según las exigencias de la instalación (figura 33).

bidé giratorio

Fig. 3 3 . Los bidés

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Las bañeras Las bañeras generalmente están fabricadas en fundi-
ción, acero, o porcelana vitrificada; también pueden
ser de mármol, manipostería cubierta de azulejo o
mosaico según el lujo de la instalación. La dimensión
de las bañeras y su forma son igualmente variables
según la superficie disponible; las dimensiones más
corrientes están comprendidas entre 1,45 m y
1,85 m. Existen también bañeras llamadas «bañoa-
seo», más reducidas, entre 1 m y 1,20 m. Sea cual sea
el tipo, la longitud varía, pero la anchura es constante
a 0,75 m. el baño aseo no permite una utilización alar-
gada: hay que permanecer sentado. La parte superior
de la bañera está vuelta en forma de meseta que pue-
de ser empotrada en la pared por un lado grande y
pequeño, después cubiertas por una junta de hermeti-
cidad de masilla cauchutada o cinta de plástico adhe-
siva (figura 34).
Sobre una de las mesetas están reservados dos hue-
Existen bañeras de lujo cos para fijación de la grifería y el de la maniobra del
tapón de vaciado. Antes de la compra de una bañera,
con llaves incorporadas, es importante determinar con precisión la pendiente
son prácticas para las de la canalización de escurrimiento, ya que, al tener
este aparato un fondo muy cerca del suelo, es necesa-
personas de edad. rio a menudo levantarlo con la colocación de cuñas

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Fig. 3 4 . Las bañeras

bajo los pies, de manera que pueda asegurarse el


vaciado.
Las duchas

Las duchas están constituidas de dos partes: el plato


y el rociador.

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El plato es un cubo de porcelana vitrificada de forma
cuadrada de 70 a 80 cm de lado y de 40 cm de pro-
fundidad. El vaciado se realiza por el f o n d o del cubo, y
la hermeticidad a los olores de alcantarilla está asegu-
rada por un sifón plano especial para ducha.
El rociador de ducha puede ser m o n t a d o sobre una
columna de alimentación fijada en la pared sin posibi-
lidad de orientar el chorro, lo que hace su utilización
poco práctica; es preferible colocar un difusor orienta-
ble de chorro regulable.
El rociador de ducha puede llamarse de tipo «teléfo-
no», modelo más habitualmente utilizado; el rociador
es entonces colocado al final de un t u b o flexible; la re-
gulación de la temperatura del agua se efectúa por
medio de un rociador o por grifería mezcladora (figu-
ra 35).
Con el fin de evitar las salpicaduras de agua durante
la utilización de la ducha, se rodea el plato de la mis-
ma en uno, dos o tres lados, según la disposición de la
instalación, con una cortina de tela plastificada o, lo
que es preferible, placas de chapa esmaltada o de
plástico rígido, realizando así una cabina hermética
(figura 3 5 ) . Existen en el comercio cabinas prefabrica-
das con plato, grifería y rociador.

Los wateres (inodoros)


Los wateres están constituidos por dos partes: la taza
y el sistema de la cisterna.
Las tazas se dividen en dos categorías: las tazas de
aspiración y las tazas con cisterna directa.
Las tazas de aspiración realizan su vaciado por medio
de la evacuación de una importante cantidad de agua
que llena la taza (10L de agua) y por la acción del
sifón de hermeticidad.
Las tazas de cisterna directa se vacían de un fuerte
chorro de agua que llega con fuerte velocidad a la
taza.
Ducha
de ángulo
En los dos casos, la evacuación puede realizarse ya
sea por el efluente hacia adelante, hacia atrás o, inclu-
Fig. 3 5 so, lateralmente, según la necesidad.

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Ducha-armario

Ducha
en
cabina

Diferentes elementos de duchas

39

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La hermeticidad a las subidas de los olores, como en
todos los aparatos sanitarios se realiza por un sifón de
oclusión hidráulica, incorporado a la taza (figura 36).

Los sistemas de cisternas Existen tres tipos de cisternas: las cisternas altas, las
cisternas bajas, las cisternas de presión.
En el caso de las cisternas altas o de las cisternas
bajas, el mando de apertura de descarga y el de cerra-
dura de rellenado se realiza por acción sobre un flota-
dor. La parte inferior de la cisterna está obstruida por
una hermeticidad que se interrumpe para liberar el
volumen de agua tirando de una cadena o levantando
un tirador. Estos dos tipos de cisterna funcionan por
gravedad. Los fluxómetros de presión están constitui-
dos por un depósito hermético fijado en la pared. La
puesta bajo presión se hace por una canalización de

las cisternas
de agua

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alimentación de pequeño diámetro; el aire contenido
en la cisterna es comprimido durante el llenado de
agua; cuando se maniobra la apertura de la cisterna,
dicho aire en su descompresión empuja el agua vio-
lentamente en la taza.

C. Algunos ejemplos de instalaciones Para una utilización cómoda de los diversos aparatos,
del cuarto de baño. hay que disponer de un mínimo de espacio, primero
Distribución de los servicios para realizar la instalación, seguidamente para evolu-
cionar fácilmente alrededor de éstos.

Fig. 3 7 Fig. 38 Fig. 39

41

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Fig. 4 0

Fig. 4 1

He aquí algunos posibles


acondicionamientos en
espacio muy reducido: lo
funcional prevalece
sobre lo estético.

Fig. 4 2

42

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Taza de W.C. Cuarto de aseo (lavabo + bidé en un mismo
cuarto con posibilidad de cierre).
Dimensión m í n i m a : 1,20 m x 0 , 8 0 m. No
olvidar el espacio de la puerta (figura 3 7 ) . Dimensión mínima: 1,40 m x 1,40 m (figu-
ra 4 1 ) .

Lavabo solo en un armario


Dimensión m í n i m a : 0 , 9 0 m x 0 , 6 0 m (figuras Mini cuarto de baño (ducha-lavabo-bidé)
38y39). Dimensión mínima: 1,60 mx 1,60 m (figu-
ra 4 2 ) .
Lavabo + Bidé yuxtapuestos en el mismo
lado de la pared
Para mayor estética, a menudo, se revisten
Dimensión mínima: 1,10 m x 0 , 7 0 m (figu- las bañeras con una obra de mampostería o
ra 40). en madera (figura 4 3 ) .

Marco en cuña
de 30 x 30 mu

Meseta

Pata de empotrado
atornillada o empotrada

Fig. 4 3 . Revestimiento de una bañera

43

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TERCERA PARTE

AVERÍAS HABITUALES

He aquí algunas «averías» domésticas entre las más


corrientes.
Tenga en cuenta sobre t o d o que, antes de acometer
cualquier obra sobre el circuito de agua es preciso
comenzar CERRANDO LA LLAVE DE PASO (existe
siempre una i n m e d i a t a m e n t e antes del contador), con
el fin de evitar problemas.
Capítulo 1:
Existe gran cantidad de tipos de grifos, pero todos tie-
nen dos puntos c o m u n e s :
Los grifos — La interrupción de la vena de agua se hace por con-
tacto de una junta estática, en caucho, con una parte
fresada del cuerpo llamada «asiento». Este contacto
se obtiene por translación (generalmente vertical) de
la junta con respecto al asiento, y cuya translación se
obtiene por transformación de la rotación de la llave
(hacia la derecha) en un m o v i m i e n t o de translación de
la varilla porta-junta por m e d i o de un tornillo (figu-
ra 4 4 ) .
— La varilla en m o v i m i e n t o está herméticamente cer-
rada con respecto al exterior por una junta dinámica.
A. Desmontado de un grifo
De hecho, el proceso de d e s m o n t a d o de los grifos
resultante de su técnica puede resumirse en tres
clases:

1 . a clase
Los grifos de varilla giratoria, con doble m o v i m i e n t o
de rotación-translación. Es el caso de t o d o s los grifos
de llave macho y de paso, de clase corriente y realiza-

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Fig. 4 4

ZONA
DE LA
JUNTA DINÁMICA
Varilla móvil
portajunta

Husillo
Husillo integrado paso a izquierda
paso a derecha

Varilla móvil
ZONA porta junta

DE LA
JUNTA
ESTÁTICA

dos generalmente de latón sin adorno particular. La


hermeticidad dinámica se obtiene por medio de una
Un grifo lleva dos prensaestopa colocada en una cabeza que lleva en
hermeticidades: las dos hembra el husillo de translación. Esta cabeza lleva
una tuerca integrada que puede desenroscarse por
deben estar en buen medio de una llave (Stillson eventualmente). Este
estado. desmontado permite acceder directamente a la junta
estática (figura 45).

45

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Precaución
para modelo
cromado

Fig. 4 5 . Desmontado de un grifo de husillo móvil.

Fig. 4 6 . Llaves de grifo de husillo fijo

46

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Sucede a veces que este tipo de grifo esté decorado
con un revestimiento cromado; en ese caso, los dien-
tes de la llave pueden estropear la decoración y la
buena precaución que hay que tomar consiste en
colocar entre la llave y la tuerca cromada un trapo
Protege el cromado al áspero o una cinta adhesiva espesa.
desmontar colocando un
trapo bajo los dientes de 2. a clase
la pinza.
Los grifos de varilla fija, lo que constituye un error de
lenguaje, en la medida en que la varilla está, sin
embargo, animada por un movimiento de rotación. La

Fig. 4 7
Desmontado
de un grifo
de tuerca vuelta

47

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junta dinámica está entonces generalmente constitui-
da por una junta tonca (en forma de anillo) situada
entre un núcleo y la varilla propiamente dicha. En esta
clase de grifos, la llave está generalmente preparada
para disimular la parte técnica: es el caso de los grifos
colocados tradicionalmente sobre los aparatos del fre-
gadero y cuarto de baño. La llave se desmonta desen-
roscando una tuerca transversal sin cabeza o una
tuerca vertical aparente, con cabeza decorativa o no,
en cuyo caso está disimulada bajo un capó colocado
en clip. Una vez retirada la llave, el núcleo se encuen-
tra accesible por una tuerca incorporada y volvemos
al caso anterior (figura 46).

3. a clase

Los grifos «tuerca vuelta». Se trata de grifos que se


encuentran habitualmente en los lavabos de los ves-
tuarios o en algunos fregaderos y que cuelgan como
bellotas al final de la tubería. El botón llave se des-
monta fácilmente; seguidamente por medio de una
llave, desenroscar el manguito manteniendo la cabe-
za, después, desenroscar la cabeza hasta que se sepa-
re completamente. Una vez retirada la cabeza, empu-
pisoncillo goma perforado jar la parte de evacuación contra una superficie dura
para separar la varilla y el rompechorro de donde
saldrán completamente dando vuelta a la cabeza: la
varilla lleva la junta estática (figura 47).

B. Cambio de junta estática Las juntas estáticas son generalmente de dos clases:
— Los pisoncillos goma ciegos empotrados con fuerza
en una copela.
— Los pisoncillos goma ciegos mantenidos por torni-
llo + arandela + tuerca (figura 48).
En los dos casos, ir provisto de modelo al comprar la
pieza de recambio, ya que estas gomas están muy
pisoncillo goma ciego poco estandarizadas. A título de reparación de avería,
puede colocarse un pisoncillo perforado en una cope-
la de pisoncillo ciego, con la condición que el monta-
Fig. 4 8
do se haga muy apretado: diámetro exterior de la

48

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goma superior de 1 a 2 mm al diámetro interior de la
copela.
Es sin duda inútil recordar que una junta estática
delectada debe ser cambiada por el hecho de que el
grifo «gotea».

C. Cambio de junta dinámica En el caso de juntas tóricas (de sección redonda o


cuadrada), la sola solución es la de coger el modelo e
intentar conseguir la pieza de recambio, lo que es pre-
ciso hacer en una fontanería, saneamientos o incluso
la ferretería más cercana. De todas formas, una junta
tórica que deja fuga (gotea sobre la varilla) está estro-
peada y debe cambiarse.

La estopa se
enrolla siempre en
el sentido del
enroscado, es decir,
en el de las agujas
de un reloj.

Fig. 49. Recambio


de una estopa
de cáñamo

49

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En el caso de la prensaestopa, puede intentarse dos
soluciones, por orden:
— apretar la tuerca de prensaestopa hasta la desapari-
ción de la fuga;
No forzar demasiado una — si esta maniobra no tiene éxito, desenroscar la tuer-
tuerca prensaestopa, ca de prensaestopa, retirar lo mejor posible los restos
de la antigua estopa, enrollar algunas espiras de cáña-
podría romperse el mo (se encuentra en las ferreterías) EN EL SENTIDO
husillo o incluso el DEL ENROSCADO, es decir, hacia LA DERECHA, y
volver a enroscar la tuerca de prensaestopa hasta que
cuerpo del grifo. cese la fuga (figura 49).
Nota general: todos los enroscados deben hacerse
FUERTES, pero SIN FORZAR, bajo pena de romper el
roscado. En este último caso, hay que cambiar el gri-
fo. Hay que observar igualmente que, si esto sucede,
un grifo se monta siempre por enroscado CON ESTO-
PA DE CÁÑAMO ENROLLADA SOBRE EL ROSCADO
Y EN EL MISMO SENTIDO.

D. Otro problema Ha esperado demasiado para cambiar la junta estáti-


ca, o bien, un pedazo de piedra o de metal ha estro-
peado el asiento de la junta. En principio, es mejor
cambiar todo el grifo. Sin embargo, los aficionados
hábiles pueden intervenir sobre esta avería por medio
de una pequeña piedra de afilar colocada sobre un
taladro de mano, o simplemente sobre un mango.
Hacer girar delicadamente la piedra bien derecha has-
ta que desaparezca el defecto; terminar con el papel
de lija para obtener una superficie de apoyo de la jun-
ta estática muy suave. En general no insistir demasia-
do y detener la operación cuando el defecto visual-
mente ha desaparecido, ya que el latón es un metal
relativamente blando (figura 50).

Fig. 50.
fresado de un asiento desgastado

50

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Comenzar intentando apretar más la junta por medio
Capítulo 2: de dos llaves, una sobre la tuerca del lado de fuga, la
otra sobre el cuerpo. Si esta operación no tiene éxito,
Los empalmes desmontar el empalme (¡no olvidar cortar el agua!),
tirar ligeramente del conducto del lado defectuoso y
de tubería secarlo perfectamente; untar enteramente la junta de
A. Las juntas de compresión masilla y volver a colocar todo en su sitio. En princi-
o racor de anillos pio, la fuga debe haber desaparecido, excepto si el
ovalillo o la tuerca están resquebrajadas, en cuyo caso
es preciso volver a desmontar todo y conseguir la pie-
za defectuosa para cambiarla (figura 51).

Fig. 51

Colocar entre la junta y la pared una placa de amian-


B. Las juntas soldadas to, vaciar después la tubería; deshacer la junta con
ayuda de una lamparilla de soldar o de un soplete de
gas.
Limpiar a fondo la extremidad del tubo y el colete del
manguito con un tapón de paja de hierro: la fuga vie-
ne probablemente de una suciedad que ha perjudica-
Proteger la pared frente do la hermeticidad de la soldadura. Untar las dos
extremidades con desoxidación de plátex y volver a
a la llama. soldar las juntas; en esta operación, no sólo se puede
introducir soldadura por los orificios previstos para
este efecto en el empalme, sino también por las peri-
ferias de las extremidades aunque esto, en principio,
no sea necesario.

51

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C. Fuga de tubo Puede esperar la visita del fontanero colocando a
nivel de la fuga un trozo de cámara de aire de bicicleta
apretado por una o dos abrazaderas (figura 52).
Las extremidades del trozo de la cámara de aire deben
cubrirse por lo menos de 2 cm; no hay que temer
apretar. Existe igualmente masilla especial.

Fig. 5 2

Capítulo 3:
Se trata de aparatos de uso corriente como los frega-
Los aparatos taponados deros, lavabos, bidés y bañeras. En todos los casos
que se refieren a estos aparatos, es raro que el tapón
se produzca de repente, y es fácil detectar la amenaza
de tapón al constatar que el caudal habitual de eva-
cuación del aparato disminuye; si usted observa dicho
caso le recomendamos no esperar a que la situación
empeore y verter en el aparato algunos centímetros
cúbicos de producto especial en forma de escamas o
desatascador acompañándolo de dos vasos de agua
muy caliente: las partículas que quedaron bloqueadas
(pelos, peladuras, escorias...) serán rápidamente des-
truidas: después de media hora despedirlo todo con
un abundante chorro de agua.
Si a pesar de esto se forma un tapón, conviene dispo-
ner de una ventosa y servirse de ella correctamente;
Los productos que llenar el recipiente del aparato y sumergir la ventosa
desatascan son sacando el aire que puede contener levantando con la
mano la falda de caucho. Una vez bien aplicada la
corros/vos: cuidado con ventosa contra el desagüe del aparato, coger un trapo
los ojos y lavarse bien las espeso y mojado y cerrar el o los orificios de desbor-
de; accionar después la cola de la ventosa de arriba a
manos después de su abajo de forma que se cree un flujo de agua que
uso. intente despedir el tapón hacia adelante (figura 53).

52

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Fig. 53

Si el resultado no es aún satisfactorio, hay que armar-


se entonces de herramientas y de un tubo que se
colocará bajo el desaguadero del sifón. Destornillar el
desaguadero y, por medio de un fuerte cable de hierro
curvado, limpiar de uno y otro lado del desaguadero y
proceder, como anteriormente, vertiendo algunos
centímetros cúbicos acompañados de agua muy
caliente: esto perfeccionará la obra sin tener en cuen-
ta que el aparato quedará desinfectado. No olvide
Fig. 54 enjuagar abundantemente antes de hacer de nuevo
uso del aparato (figura 54).

Capítulo 4:

Los W.C. Teniendo en cuenta la forma de una taza de W.C, la


ventosa tiene pocas probabilidades de dar resultado;
puede reemplazarse por una escobilla que, violenta-
A. Desatascado mente manejada de arriba a abajo, creará igualmente

53

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un flujo de agua que intentará despedir el tapón. Si
este resiste no queda más remedio que llamar al fon-
tanero (figura 55).

B. Cambio de una taza (figura 56)


Comenzar cerrando la llave de paso que se encuentra
SIEMPRE sobre el conducto de alimentación de la
taza.
Seguidamente separar la cisterna de la taza; si la taza
es de un modelo antiguo de cisterna alta, desmontar
Fig. 55 la tuerca que une el conducto de cisterna al depósito,
retirar después el tubo de la junta de caucho que lo
une a la taza. Si por el contrario el inodoro es reciente
de cisterna baja, hay que desenroscar la tuerca de ali-
mentación de agua, después levantar la cisterna com-
pletamente (no olvidar vaciar el agua de antemano).
Desenroscar los dos o cuatro tornillos que fijan la taza
al suelo. Si se trata de servicios de pisos, la taza tiene
probablemente un sifón inclinado empalmado con la
vidria de evacuación por una junta flexible probable-
mente que basta con mover por torsión para separar
la taza de su encaje. En los servicios de planta baja, el
sifón está generalmente recto y la junta de mortero;
Una taza de W.C. es a la es preciso romperlo con martillo y buril tomando
vez pesada y frágil. todas las precauciones para no romper la vidria (no
tiene importancia para la taza ya que, si se cambia, ya
En particular no apretar no tendrá valor).
demasiado la tuerca de La taza de recambio debe ser, claro está, semejante a
la antigua en lo que se refiere al encaje; sino, el traba-
fijación, puede hacer jo es demasiado complicado para usted (hay que
estallar la porcelana. modificar la vidria) y hay que llamar a un fontanero.
Colocar la taza en su sitio observando sus agujeros de
fijación en el suelo. Quitar la taza y hacer los preagu-
jeros con la punta cuadrada si el suelo es de madera o
taponando y enclavijar si el suelo es de mampostería.
En este último caso, extender una fina capa de morte-
ro (tres partes de arena fina por una de cemento)
antes de cambiar la taza.

54

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Fig. 5 6 . Cambio de una taza de W.C.

55

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En los dos casos, volver a colocar la taza, colocar los
tornillos de fijación intercalando arandelas flexibles en
plástico con el fin de no romper la porcelana de la
taza. Fijar bien la taza moviéndola sobre la capa de
mortero (suelo de mampostería) o colocando
pequeñas calas de madera (suelo de madera). Si el
suelo es de madera, puede entonces apretar los torni-
llos (¡moderadamente!); si el suelo es de mampos-
tería, hay que esperar de veinticuatro a cuarenta y
ocho horas para apretar los tornillos (¡siempre de for-
ma moderada!).
Seguidamente, es preciso rehacer la junta de goma:
La junta de goma es — Si el suelo es de mampostería, confeccionar una
junta dura en mortero de cemento (dos partes de
importante ya que más cemento por una de arena) después de haber coloca-
que las fugas hay que do papel de diario húmedo en el fondo del encaje que
irá destinado a impedir que el mortero se escurra en la
temer la subida de los vidria; en efecto, este mortero debe ser amasado
olores. líquido con el fin de ser colocado correctamente en el
espacio circular y reducido del encaje.
— Si el suelo es de madera, es más conveniente con-
feccionar una junta flexible en masilla; puede mejorar-
se la obra rellenando el fondo del encaje de cinta ais-
lante antes de colocar la masilla.
Terminar empalmando la cisterna por operación
inversa del comienzo de este párrafo.

C. Las cisternas de agua

Sean cuales fueren las técnicas utilizadas, los princi-


pios son siempre los mismos:

Se realiza gracias a una llave con abertura y cierre


El rellenado guiados por un flotador que mide la altura del agua en
el depósito. Este equipo puede tener dos tipos de
avería:

56

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— El flotador está perforado y por consiguiente ya no
sube con el nivel del agua: la cisterna chorrea perma-
nentemente debido a su desbordamiento. Esta avería,
frecuente antiguamente cuando los flotadores eran de
metal repujado y soldado, ya no existe actualmente
con las materias plásticas: los flotadores ya no se per-
Acción foran.
de la palanca — La llave de paso tiene una fuga (mismo síntoma de
de Untador avería). Esta llave está generalmente constituida por
Llegada
le agua un orificio de llegada de agua abierto u obstruido por
contacto de una membrana de goma empujada por
un émbolo que repercute la acción de palanca del flo-
tador. El contacto de la membrana ya no se hace
correctamente si la membrana está rota, en cuyo caso
es preciso cambiarla o si se han introducido granos de
Fig. 57 arena entre ella y su apoyo (esta avería se produce a
Clapeta de alimentación menudo cuando ha habido obras en la'red de agua en
de cisterna baja
el barrio los días anteriores a la avería*), en cuyo caso
basta con desmontar, limpiar y volvere montar cuida-
dosamente.
En esta reparación les aconsejamos vivamente estar
muy atentos y observar bien la posición de las diver-
sas piezas al desmontar con el fin de poder colocar
todo correctamente (figura 57).
La descarga Se realiza por ruptura de una hermeticidad estática
por un movimiento mecánico, lo que llamamos en
Flotador español «tirar de la cadena».
Existe cierto número de técnicas que podemos clasifi-
Llegada car según la acción física puesta en obra:
de agua
— La gravedad: las cisternas de campana de fundición
que reposa sobre el asiento por intermediario de una
junta de caucho; si esta junta está averiada, la cister-
Campana na tiene una fuga y no se llena (figura 58).
— La elasticidad: las cisternas con clapeta funcionan
por levantamiento elástico de la clapeta bajo el efecto
de la presión ejercida de abajo hacia arriba por el agua
en movimiento. Una vez la vena de agua agotada, la
clapeta vuelve a su lugar y de nuevo el depósito pue-
de llenarse. Una clapeta averiada produce el mismo
Fig. 58 síntoma (figura 59).

57

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Superficie de aplicación
de la presión del agua
Fig. 60

Junta

Asiento

— La presión: las cisternas bajas modernas (llamadas


«incorporadas») llevan una válvula que se aplica sobre
su asiento por acción de la presión del agua. Aquí
también la junta debe estar en buen estado; de lo
contrario, hay que cambiarla (figura 60).
Fig. 59

Observación: Las cisternas de presión o fluxómetros


dependen del profesional.

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CUARTA PARTE

LOS TERRAZOS
Las habitaciones en que están instalados los aparatos, es decir, las cocinas, W.C. y cuartos de
baño, ganan con estar guarnecidos de un revestimiento impermeable al agua; si además este
revestimiento puede ser decorativo, el ojo estará encantado ya que, t o d o hay que decirlo, los
elementos de fontanería tienen un interés estético dudoso si no se encuentran perfectamente
integrados en un conjunto armónico. Las baldosas de gres esmaltado (cerámica) dan buenos
y agradables revestimientos, a condición claro está, de que estén correcta y armoniosamente
colocados; recordemos a este respecto que colocando con provecho las muy numerosas for-
mas y colores de las losas de gres, se pueden combinar conjuntos muy decorativos. Es igual-
mente posible jugar con la anchura de las juntas entre las baldosas para modificar su resulta-
do: juntas finas dan una apariencia cuidada y bastante sofisticada mientras que las juntas
gruesas (hasta 1 cm de ancho) dan un aspecto rústico.

Capítulo 1: Preparación de las superficies


Es evidente que el soporte de un terrazo debe estar llano, liso, sólido, rígido, sobre todo para
los suelos sobre los que se debe andar o desplazar los muebles. Además, el soporte debe
estar limpio, seco y sin grasa. Finalmente, en principio, no debe ser más sensible al calor (di-
latación) que las mismas baldosas.
A partir de estas tres observaciones preliminares, la preparación de las superficies se hace
casi evidente:
1. Asegurarse de la solidez del soporte, en particular si el soporte es ya una superficie enlo-
sada, c o m o por ejemplo, de baldosines: es indispensable volver a pegar los baldosines qué se
mueven o suprimirlos rellenando con mortero. No se puede pavimentar un parqué, sobre todo
si es antiguo, excepto en el caso muy particular de los suelos finos de madera dura directa-
mente pegados sobre un enlosado de h o r m i g ó n , y además no se recomienda: se obtendrá
ciertamente mejor resultado suprimiendo el suelo. Por el contrario, los terrazos verticales se
colocan m u y bien sobre paredes de madera, caracol de pino o contrachapado «multiplis», con
la condición, claro está, de darle cierta rigidez.
2. Asegurarse de que el soporte está bien llano y rellenar cuidadosamente con mortero (ex-
cepto en el yeso) todas las irregularidades. Sobre los viejos terrazos o sobre el hormigón, no
dudar en prever una capa de p u l i m e n t o (existen varias marcas de productos adecuados en el
almacén de materiales de construcción) si realmente la superficie del soporte es mala.

59

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En el caso del yeso antiguo, ninguna duda: es preciso hacer saltar TODO el yeso antiguo y
reemplazarlo por una mano de cal nueva y bien hecha.
3. El soporte debe ser liso y sólido: lijar con el vibrador si es necesario y, de todas formas,
cepillar (cepillo de grama) cuidadosamente con el fin de hacer desaparecer todos los
pequeños granulos que pueden encontrarse en la superficie de un cemento, por ejemplo. Si el
soporte está pintado, es prudente lijar la pintura ya que ciertos morteros no lo toleran. Si la
pared ha estado tapizada, es indispensable hacer desaparecer completamente toda muestra
de papel pintado y comprobar que el yeso subyacente está en buen estado.
4. Limpio, seco y sin manchas: después del cepillado (paso rápido de papel de lija si es nece-
sario, grano grueso por supuesto) barrer a fondo (o secar si se trata de una pared) y pasar un
aspirador para eliminar el polvo. Después lavar (pero no el yeso) o, si se tiene prisa, pasar un
trapo empapado de tricloroetileno sobre el soporte con el fin de desengrasarlo; en dicho caso
pensar en abrir ampliamente la ventana ya que los vapores de tricoloroetileno son nocivos e
incómodos. Dejar secar seguidamente el soporte en corriente de aire y tanto tiempo como
sea necesario, es muy importante; ¡ojo con el cemento reciente!

Capítulo 2:
Como en todo trabajo cuidado, se recomienda hacer
Herramientas y un croquis preliminar del trabajo que se emprende, lo
materiales que permite calcular las cualidades de los materiales
necesarios y ver cómo se presentará el resultado: es
el momento de las grandes decisiones, como la de
saber, por ejemplo, por dónde comenzar. Para este
esbozo les aconsejamos ejecutar a mano el levanta-
miento sobre papel cuadriculado a escala de 1 cua-
dradlo del cuadriculado del papel por un baldosín de
gres, por ejemplo, si los baldosines son cuadrados.
1. Los baldosines
Una vez terminado el croquis, se obtiene fácilmente el
número de baldosines necesarios juntando sistemáti-
camente todo baldosín interior en el contorno de la
habitación o, al menos, comprendido en el contorno
(figura 61).
ATENCIÓN: sobre todo no restar las juntas en el cál-
culo de número de baldosines, pues la superficie ocu-
pada por estas juntas es equivalente, en número de
baldosines, a la cantidad de material; que es preciso
comprar en número superior en previsión de los que
se rompan durante la colocación o de tamaños infe-

60

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riores que a veces se observan en ciertas fabricacio-
nes (disminuciones de 1 a 2 mm son frecuentes).
Esta observación es evidentemente válida en el caso
de juntas normales de orden de 2 mm de espesor y
necesita adaptación en los extremos: baldosines que
se tocan o, por el contrario, juntas de 1 cm de espe-
sor.
La colocación de los baldosines no necesita ninguna
herramienta particular (excepto quizás en ciertas oca-
siones una cala de madera blanda y un mazo), pero sí
una regla y nivel de agua.
Por el contrario, el corte de los baldosines exige un
diamante de cristalero, una fina regla de madera dura
y un par de tenazas; es útil una piedra de aceite para
suavizar ciertos cortes. Además, puede que se tenga a
veces necesidad de perforar un agujero en un bal-
dosín para fijar una jabonera por ejemplo: en este
caso es necesario un taladro y un ramplús en carburo
de tungsteno (figura 62).

61

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2 Peqamentos Colocación con mortero: sólo se emplea sobre
soporte de manipostería, con exclusión, en particular,
de la madera y del yeso. Dosificar el mortero de 4 a 6
partes de arena fina y tamizada por una parte de
cemento ordinario; con la paleta extender una capa de
unos 2 cm de espesor. Mojar perfectamente el dorso
de los baldosines antes de pegarlos con mortero.
Prestar atención en regular el hundimiento de los bal-
dosines en el mortero, sino, el resultado podría ser
desastroso. Dejar secar entre 24 y 48 horas antes de
hacer las juntas.
— Colocar con cemento-pegamento: sobre todos los
soportes; medio moderno muy eficaz y relativamente
fácil de tratar: el cemento-pegamento se extiende con
espátula dentada calibrada con el fin de depositar una
capa del orden de los 3 mm sobre la que basta con
aplicar los baldosines después de haberlos humede-
cido.
— Colocación con pegamento: procedimiento de bri-
colaje excelente para terrazo sobre madera o sobre
cualquier superficie dura, rígida y muy lisa. Emplear
pegamento denominado «de contacto» al Neopreno,
extendiendo el pegamento con espátula dentada
sobre el soporte y sobre el dorso de cada baldosín:
dejar secar cada una de las dos superficies encoladas
separadamente unos 20 minutos (el dorso de la mano
aplicado sobre la superficie encolada no debe adherir-
se y aplicar el baldosín contra el soporte, PERO
¡OJO!: calcular bien la colocación ya que una vez que
las dos superficies estén en contacto, no será cues-
tión de separarlas para corregir cualquier error: será
preciso romper el baldosín, limpiar todo con tricloreti-
leno y volver a comenzar.
3. Las juntas Las juntas pueden variar según el aspecto final previs-
to, pero, grosso modo, podemos decir que existen dos
tipos de terminación:
— Aspecto rústico obtenido con mortero fino, 2 volú-
menes de arena fina y tamizada por 1 volumen de
cemento ordinario.
— Aspecto cuidado con cemento blanco puro.

62

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En los dos casos colmar sin miedo la superficie del
terrazo con el fin de rellenar perfectamente las juntas
Capítulo 3: y suprimir los excesos con la esponja.

Técnicas de colocación Regla: en principio, el umbral está siempre constitui-


1. En el suelo do por una fila entera; en otros términos, se impone la
primera línea recta (figura 63).
Línea casi entera a lo largo de En estas condiciones, basta con determinar otra línea
la pared más visible desde la puerta perpendicular: se toma generalmente la base de la
pared más visible y uno se arreglará para que el terra-
zo termine ahí por una línea casi entera (si por una
gran suerte este pie de pared cae perpendicular al
umbral, la línea que lo bordea es entonces entera).
Una vez hecho el reparto, ejecutar el terrazo línea por
línea a partir de la primera línea recta; mantener los
intervalos para juntas entre las losas, por medio de
Fig. 63 pedazos de cerillas o pedazos de varilla calibrada de
espesor elegido. Si Vd. se encuentra atrapado en el
fondo de la habitación, puede franquear el espacio
enlosado andando delicadamente sobre una hoja de
contrachapado «multíplis» colocado sobre el terrazo;
sin embargo, más vale evitarlo.

2. En la pared
Comenzar materializando la base horizontal y una ver-
tical clavando en la pared dos reglas correctamente
ajustadas por un lado a nivel de burbuja y por otro a la
regla con respecto a los alineamientos a respetar.
Seguidamente montar el panel de enlosado a partir de
estas dos líneas de referencia y terminar por los cor-
tes; a este respecto, hay que arreglárselas siempre
para que los cortes toquen con otra parte del enlosa-
do con el fin de hacerlos menos visibles; los bordes
Azulejos enteros serán por el contrario baldosines enteros (figura 64).
3. Caso particular de los mosaicos

Este tipo de enlosado compuesto por cuadraditos de


20 x 20 mm se encuentra en placas de 30 x 30 cm
mediante pegado de los cuadraditos sobre un papel
fuerte lo que facilita su colocación al permitir trabajar

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linea pared opuesta a la puerta
sobre cada placa como si se tratase de un baldosín,
con la diferencia de que un baldosín es difícil de cortar
mientras que una placa de mosaico se corta por su-
presión de cuadraditos según las necesidades. La pri-
mera consecuencia de esta ventaja es que puede
comenzarse por el fondo de la habitación, la gran
pared que se encuentra frente al umbral: procediendo
línea por línea se cubre la habitación hasta llegar a la
línea de umbral que será ajustada perfectamente al
cuadradito. Colocar seguidamente, como anterior-
mente, el cemento de las juntas (figura 65).
Fig. 65
Pueden colocarse losas de plástico siempre que pue-
Capítulo 4:
dan ponerse baldosines Y ADEMÁS sobre los par-
qués, con la condición, sin embargo, que se encuen-
Las losas de plástico tren en buen estado; sino hay que subsanarlo clavan-
do y colocando en toda la superficie para enlosar un
contrachapado de 5 mm o una placa de panel de fibra
(Isorel).
Las losas se pegan al Neopreno con las precauciones
anteriormente citadas a propósito del pegado de los
baldosines.
Para la colocación de las losas existe una pequeña
particularidad: como los cortes son fáciles con un
cuchillo de hoja de afeitar (Stanley), no ser mezquino
y, en lugar de buscar sistemáticamente las líneas
enteras a lo largo de las paredes, se partirá, por el
contrario, del centro de la habitación trazando sus
medianas. Una vez determinado el centro de la habi-
tación, hacer una presentación en blanco de tal forma
que acabe terminando en el umbral en línea entera:
replantear escuadras en todo el conjunto hasta obte-
ner este resultado. Seguidamente, replantear escua-
dras con todo el conjunto en el sentido perpendicular
de manera que las losas del borde de cada lado estén
cortadas de manera casi simétrica: la estética final
aparecerá mejor. Una vez obtenidos estos dos resulta-
dos, puede observarse el centro del enlosado (y no
sólo ya de la habitación), así como los dos ejes de
comienzo. Comenzar el trabajo y proceder por cuartas
partes sucesivas (figura 66).
Recordar: para trazar una perpendicular, utilizar la
regla 3.4.5. (figura 67).
Fig. 67

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