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Pero esto no sucede solo en la actualidad, sino desde tiempos pasados como
lo confirma Epicuro en una de sus ideas que no niega la existencia de Dios, pero
lo afirma de una manera sarcástica, ocasionando una duda al ser humano sobre
esto. En donde él afirma: “O Dios quiere evitar el mal, pero no puede, y entonces
es impotente; o puede y no quiere, y entonces es malo; pero tanto en un caso
como en otro no sería Dios” (Liria, 2005), según esto Dios es impotente o maligno
y si fuera eso no sería un Dios, negando totalmente su existencia.
En este orden de ideas suceden cosas malas no porque Dios no exista, sino
porque el ser humano al tener un libre albedrio por ser un ser racional toma sus
propias decisiones como lo decía Santo Tomas: “el hombre obra con juicio, puesto
que, por su facultad cognoscitiva, juzga sobre lo que debe evitar o buscar. Como
quiera que este juicio no proviene del instinto natural ante un caso concreto, sino
de un análisis racional, se concluye que obra por un juicio libre, pudiendo decidirse
por distintas cosas.” (Aquino, 1988, pág. 754), sean malas o buenas, por que el
ser distingue entre el bien y el mal, ya que hay un orden natural confirmando la
existencia de Dios, que invita al ser humano a buscar la perfección y asemejarse a
su bondad.
Todos los seres reconocen el efecto del gobierno divino en el momento que
identifican las obras que dan un efecto malo y uno bueno, como lo dice Santo
Tomas: “el efecto de una acción cualquiera puede deducirse del fin de la misma,
pues la operación es medio por el que se llega al fin. Pero el fin del gobierno del
mundo es el bien por esencia, a cuya participación y asimilación tienden todos los
seres… por medio de las cuales la criatura llega a asemejarse a Dios en dos
aspectos: en cuanto a ser buenas como Dios es bueno; y en cuanto a ser unas
para otras causa de bien, como Dios es causa de la bondad de todos los demás
seres” (Aquino, 1988, pág. 886); aunque todos los seres reconocen el orden divino
no todos lo aceptan, ocasionando una fractura, por un lado las personas que
obran bien y buscan llegar a la perfección, y por otro lado los que obran mal
alejándose de ella.
El sujeto cuando obra mal se aleja mas de la perfección y del bien, por sus
acciones o causas las cuales dan un efecto deficiente, el cual no se incluye dentro
del orden del bien, pero esto no quiere decir que si hay un efecto deficiente no se
pueda llegar a la perfección, porque Dios no es el causante de las deficiencias,
sino es el creador del ser que causa las deficiencias. Por lo anterior, no se puede
afirmar que el ser no pueda alcanzar la perfección, porque él no es malo “sino en
cuanto que esta privado de algo. Ejemplo: se llama malo al hombre que esta
privado de virtud; o se llama malo al ojo que esta privado de la capacidad de
visión.” (Aquino, 1988, pág. 130), por eso Dios se presenta como orden natural
para que los seres logren llegar a la perfección y asemejarse más a él.
Esto quiere decir que las cosas malas que le suceden al ser no son causadas
por Dios, sino son efectos de las acciones del mismo ser, esto permite afirmar que
lo expuesto por Epicuro en el Argumento del Mal, donde dice que lo malo sucede
por la ausencia o inexistencia de Dios, no sería válido porque “Dios, por ser el bien
sumo, de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo de mal en sus obras, a
no ser que, por ser omnipotente y bueno, del mal sacara un bien. Esto pertenece a
la infinita bondad de Dios; que puede permitir el mal para sacar de él un bien”.
(Aquino, 1988, pág. 113).
Dios usa instrumentos o personas que dan a conocer un orden divino, el cual
enseña y presenta la idea del bien y el mal, estos dos puntos de vista que
muestran dos caminos para poder llegar a la perfección o a si mismo alejarnos de
ella, de tal manera los seres son libres de escoger su propio rumbo, lo que tiene
una causa y un efecto, al obrar bien que sería la causa, su efecto llevaría de
manera continua a la perfección, lo cual proporciona llegar a ser o estar con el
Sumo Dios. Él cual, si existe.
Bibliografía
Aquino, S. T. (1988). La suma teologica. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.