Está en la página 1de 23

Introducción:

Quizás sea una de las palabras más utilizada y que más asusta cuando se habla de salud y de su
reverso, la enfermedad. Cáncer es el término y se emplea para un grupo de enfermedades que tienen un
denominador común: la transformación de la célula normal en otra que se comporta de forma muy
peligrosa para el cuerpo humano.

Este informe quiere aclarar los conceptos básicos para entender en qué consiste este grupo de
enfermedades y explicar, de manera más extendida, aquellos tipos de cáncer más frecuentes en nuestra
sociedad.
¿QUÉ ES EL CÁNCER DE MAMA?

El cáncer de mama consiste en un crecimiento anormal y desordenado de las células de éste tejido.

La mama está formada por una serie de glándulas mamarias, que producen leche tras el parto, y a las
que se les denomina lóbulos y lobulillos.

Los lóbulos se encuentran conectados entre sí por unos tubos, conductos mamarios, que son los que
conducen la leche al pezón, durante la lactancia, para alimentar al bebé.

Las glándulas (o lóbulos) y los conductos mamarios están inmersos


en el tejido adiposo y en el tejido conjuntivo, que, junto con el tejido
linfático, forman el seno.

A modo de muro de contención, actúa el músculo pectoral que se


encuentra entre las costillas y la mama.

La piel recubre y protege toda la estructura mamaria.

El sistema linfático está formado por recipientes y vasos o conductos que contienen y conducen la linfa,
que es un líquido incoloro formado por glóbulos blancos, en su mayoría linfocitos. Estas células
reconocen cualquier sustancia extraña al organismo y liberan otras sustancias que destruyen al agente
agresor.

ESTADIOS DEL CÁNCER


El cáncer tiene un pronóstico y tratamiento distintos en función de la etapa de desarrollo que se encuentre
y de los factores de riesgo que tenga la mujer. Para conocer esto hay que realizar una serie de análisis
que facilitan su clasificación en uno u otro estadio.

El Comité Conjunto Americano del Cáncer utiliza el sistema de clasificación TNM:

* La letra T, seguida por un número que va del 0 al 4, indica el tamaño del tumor y la propagación a la piel
o a la pared del tórax debajo de la mama. A un número más alto le corresponde un tumor más grande y/o
una mayor propagación a los tejidos cercanos.

* La letra N, seguida por un número que va del 0 al 3, indica si el cáncer se ha propagado a los ganglios
linfáticos cercanos a la mama y, si es así, si estos ganglios están adheridos a otras estructuras.

* La letra M, seguida por un 0 o un 1, expresa si el cáncer se ha extendido a otros órganos distantes.

La clasificación, para los subgrupos, se realiza con números que van del I al IV.

ESTADIO I: indica que el tumor es menor de 2 cm y no hay metástasis. El índice de supervivencia


relativa a 5 años es del 98%.

ESTADIO II: abarca las siguientes situaciones:

- No mide más de 2 cm pero los ganglios linfáticos de la axila están afectados.


- Mide entre 2 y 5 cm y puede o no haberse extendido.
- Mide más de 5 cm pero los ganglios linfáticos axilares no están afectados. El índice de supervivencia a 5
años es del 88-76%.

ESTADIO III: se divide en estadio IIIA y IIIB:

El estadio III A puede integrar a las siguientes formas:


- El tumor mide menos de 5 centímetros y se ha diseminado a los ganglios linfáticos axilares y éstos están
unidos entre sí o a otras estructuras.
- El tumor mide más de 5 cm y los ganglios linfáticos axilares están afectados. El índice de supervivencia
relativa a 5 años es del 56%.

El estadio III B puede darse en los siguientes casos:


- El cáncer se ha extendido a otros tejidos cerca de la mama (piel, pared torácica, incluyendo costillas y
músculos del tórax).
- El cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos dentro de la pared torácica cerca del esternón. El
índice de supervivencia relativa a 5 años es del 46%.

ESTADIO IV: se produce cuando el cáncer se ha diseminado a otras estructuras del cuerpo. Los
órganos en los que suele aparecer metástasis con mayor frecuencia son los huesos, los pulmones, el
hígado o el cerebro. También puede ser que el tumor haya afectado localmente a la piel. El índice de
supervivencia relativa a 5 años es del 16%.

FACTORES DE RIESGO
La causa del cáncer de mama no se conoce pero sí se sabe algunos factores de riesgo. Se considera
factor de riesgo aquella situación que aumente las probabilidades de padecer la enfermedad.

Hay que tener en cuenta que aquellas mujeres que tengan mayores probabilidades de padecer cáncer de
mama (por tener más factores de riesgo) pueden tomar medidas preventivas que reduzcan esa
probabilidad como revisiones periódicas o cambios en su estilo de vida.

FACTORES DE RIESGO

**Sexo
El cáncer de mama se da principalmente en la mujer aunque. También puede afectar a los hombres pero
la probabilidad es mucho menor.

**Edad
Una mayor edad conlleva un aumento del número de cánceres. El 60% de los tumores de mama ocurren
en mujeres de más de 60 años. Este porcentaje aumenta mucho más después de los 75 años.

**Genes
Existen dos genes identificados que, cuando se produce algún cambio en ellos (mutación), se relacionan
con una mayor probabilidad de desarrollar el cáncer de mama. Estos genes se denominan BRCA1 y
BRCA2 y según algunos estudios parece que entre el 50% y el 60% de mujeres que han heredado estos
genes mutados pueden desarrollar el cáncer antes de los 70 años.

**Antecedentes familiares
Cuando un pariente de primer grado (madre, hermana, hija) ha tenido cáncer de mama se duplica el
riesgo de padecerlo. Si se trata de un pariente más lejano (abuela, tía, prima) sólo aumenta el riesgo
ligeramente.

**Antecedentes personales
Una enfermedad mamaria benigna previa parece aumentar el riesgo en aquellas mujeres que tienen un
gran número de conductos mamarios. Aún así, este riesgo es moderado. Algunos resultados anormales
de biopsia de mama pueden estar relacionados con un riesgo ligeramente elevado de padecer cáncer de
mama. El riesgo de desarrollar cáncer en el otro seno en aquellas mujeres que han tenido un cáncer de
mama es distinto de la recurrencia o reaparición del primer cáncer.

**Raza
Las mujeres blancas son más propensas a padecer esta enfermedad que las de raza negra, aunque la
mortalidad en éstas últimas es mayor, probablemente porque a ellas se les detecta en estadíos más
avanzados. Las que tienen menor riesgo de padecerlo son las mujeres asiáticas e hispanas.

**Períodos menstruales
Cuanto antes se comienza con la menstruación (antes de los 12 años), mayor es el riesgo (de dos a
cuatro veces mayor) de padecer esta enfermedad si se compara con aquellas que comenzaron más tarde
(después de los 14 años). Lo mismo ocurre con la menopausia: las mujeres con una menopausia tardía
(después de los 55 años) tienen mayor riesgo. El embarazo después de los 30 años también aumenta el
riesgo. Estos factores, aunque muy frecuentes, suelen tener poca incidencia sobre el riesgo de padecer
cáncer.

FACTORES RELACIONADOS CON EL ESTILO DE VIDA

**Uso prolongado de anticonceptivos


Los últimos estudios han demostrado que el uso prolongado de anticonceptivos no está relacionado con
el cáncer de mama.

**Terapia hormonal sustitutiva


Esta terapia, que se utiliza para aliviar los síntomas de la menopausia, parece aumentar a largo plazo
(más de 10 años) el riesgo de sufrir cáncer de mama, aunque los estudios al respecto no son dle todo
concluyentes.

**Alcohol
El consumo de alcohol durante años está claramente vinculados al riesgo elevado de cáncer de mama.

**Exceso de peso
El exceso de peso parece estar relacionado con un riesgo más alto de tener esta enfermedad, aunque no
existe ninguna evidencia que un tipo determinado de dieta (dieta rica en grasas) aumente ese riesgo.

Hay que tener presentes estos factores de riesgo, y evitar aquellos que se puedan. También se debe
conocer que, en la actualidad, entre el 70% y el 80% de todos los cánceres mamarios aparecen en
mujeres sin factores de riesgo aplicables y que sólo del 5% al 10% tiene un origen genético por poseer los
genes mutados BRCA1 y BRCA2. En la actualidad existen unos criterios muy precisos que aconsejan la
realización de estas pruebas. No basta, por ejemplo, con tener un familiar con cáncer de mama (madre o
hermana) para indicar su realización.

SÍNTOMAS
En los estadios iniciales del cáncer de mama la mujer no suele presentar síntomas. El dolor de mama no
es un signo de cáncer aunque el 10% de estas pacientes lo suelen presentar sin que se palpe ninguna
masa.

El primer signo suele ser un bulto que, al tacto, se nota diferente del tejido mamario que lo rodea. Se
suele notar con bordes irregulares, duro, que no duele al tocarlo. En ocasiones aparecen cambios de
color y tirantez en la piel de la zona afectada.

No todos los tumores malignos presentan estas características pues algunos tienen bordes regulares y
son suaves al tacto. Por este motivo, cuando se detecte cualquier anomalía se debe consultar con el
médico.

En las primeras fases, el bulto bajo la piel se puede desplazar con los dedos. En fases más avanzadas, el
tumor suele estar adherido a la pared torácica o a la piel que lo recubre y no se desplaza. El nódulo suele
ser claramente palpable e incluso los ganglios de las axilaes pueden aumentar de tamaño. Los síntomas
de estas etapas son muy variados y dependen del tamaño y la extensión del tumor.

Otros signos que pueden aparecer son:

- Dolor o retracción del pezón.


- Irritación o hendiduras de la piel.
- Inflamación de una parte del seno.
- Enrojecimiento o descamación de la piel o del pezón.
- Secreción por el pezón, que no sea leche materna.
DIAGNÓSTICO
En la actualidad la mejor lucha contra el cáncer de mama es una detección temprana del tumor pues
aumentarán las posibilidades de éxito del tratamiento.

¬ Autoexploración
La autoexploración sistemática permite detectar tumores más pequeños que los que pueda detectar el
médico o la enfermera pues la mujer estará familiarizada con sus senos y podrá detectar cualquier
pequeño cambio.
En las revisiones ginecológicas, el médico comprueba que no exista ninguna irregularidad en las mamas,
también que no haya ninguna inflamación de los ganglios linfáticos axilares.

La autoexploración debe realizarse después de la menstruación, las mujeres menopáusicas deberán


asociarla a un día del mes, pues conviene que se realice siempre en estados similares.

La mujer debe estar tranquila y realizarla en el lugar que crea más adecuado. A algunas mujeres les
parecerá más cómodo realizarla en el momento de la ducha, sin embargo, a otras, pueden preferir hacerla
al acostarse.

La manera más adecuada, para observar los cambios en las mamas, es situarse delante de un espejo,
con los brazos caídos a ambos lados del cuerpo. Tendrá que observar la simetría de las mamas, el
aspecto de la piel, el perfil, etc.

Hay que buscar zonas enrojecidas, bultos u hoyuelos. El aspecto no debe recordar la piel de naranja. Los
pezones y areolas no deben estar retraídos o hundidos.

Una vez hecho lo anterior, tiene que repetir la operación pero con los brazos elevados sobre el cuello. Los
senos deberán elevarse de la misma manera y, en esa posición, comprobar que no hay ningún bulto u
hoyuelo.

La palpación puede realizarse una vez enjabonada, en la ducha, o tumbada en la cama con una
almohada debajo del hombro correspondiente al seno que se vaya a examinar. Conviene repetirla en
distintas posturas: tumbada y de pie.
Se debe utilizar la mano contraria a la mama que va a palparse. La presión será la suficiente como para
reconocer bien el seno.

Se pueden realizar varios movimientos para la exploración:

1) Con la yema de tres dedos hay que ir realizando movimientos


circulares desde la parte más externa de la mama hacia el pezón, a
modo de espiral.

2) Otro movimiento que se puede realizar con los dedos es en forma


de eses, ir recorriendo el seno de un lado al otro.

3) El tercer movimiento es radial, comenzando desde el pezón hacia


fuera.

Conviene ser muy cuidadosa en la zona del cuadrante superior


externo, pues están cercanos los ganglios axilares, y es ahí donde se
detectan el mayor número de tumores.

Hay que comprimir un poco el pezón y comprobar si se produce alguna secreción (avise al médico si esto
es así, intente identificar el color de la secreción).

Una vez explorada la mama, hay que realizar la exploración de la axila para intentar descubrir la
existencia de bultos en esta zona.

El examen se deberá realizar en las dos mamas y axilas.

* GRÁFICO INTERACTIVO: Véalo en imágenes


¬ Mamografía
Las mujeres con factores de riesgo deben realizarse una mamografía y un examen clínico anual a partir
de los 40 años.

Las mujeres que no tienen factores de riesgo conocidos recientes deben realizarse una mamografía cada
dos años, a partir de los 40 años, y anualmente, a partir de los 50 años. No obstante, este asunto ha sido
objeto de controversias recientes y algunos estudios sugieren la necesidad de hacerse una mamografía al
año entre los 40 y los 49.

La mamografía es una exploración que utiliza los rayos X de baja potencia para localizar zonas anormales
en la mama. Esta técnica consiste en colocar la mama entre dos placas y presionarla durante unos
segundos mientras se realizan las radiografías.

No hay ningún peligro por las radiaciones de esta técnica, ya que son de baja potencia.

Es una de las mejores técnicas para detectar el cáncer de mama en sus primeras fases.

La mamografía realizada a intervalos de 1 a 2 años, reduce las muertes por esta enfermedad de un 25%
a un 35% en las mujeres de 50 años o más que no presentan síntomas.

Para confirmar el diagnóstico, en los casos positivos, hay que realizar una biopsia tras la mamografía.

* REPORTAJE: 'Mamografías sin barreras'

¬ Ecografía
Es una técnica secundaria en el diagnóstico de cáncer de mama. Se emplean ultrasonidos que son
convertidos en imágenes.

Su utilidad se encuentra en que con ella se pueden diferenciar los tumores formados por líquido (quistes)
de las masas sólidas. La importancia de detectar esa diferencia es mucha pues los quistes no suelen
necesitar un tratamiento si no hay otros síntomas, mientras que las masas sólidas precisan de una
biopsia.

Además, en mujeres jóvenes con mamas densas es posible que el radiólogo prefiera hacer una ecografía
en lugar de una mamografía ya que esta prueba presenta más sensibilidad en estos casos.

¬ Resonancia magnética nuclear (RMN)


Esta técnica emplea los campos magnéticos y los espectros emitidos por el fósforo en los tejidos
corporales y los convierte en imagen. Con ella se puede observar la vascularización del tumor. (*Véalo
en imágenes)

¬ Tomografía axial computadorizada (TAC)


Consiste en una técnica de rayos X, utiliza un haz giratorio, con la que se visualiza distintas áreas del
cuerpo desde diferentes ángulos. Sirve para el diagnóstico de las metástasis, no del cáncer de mama
propiamente dicho.

¬ Tomografía por emisión de positrones (PET)


Consiste en inyectar un radio fármaco combinado con glucosa que será captado por las células
cancerosas, de existir un cáncer, pues éstas consumen más glucosa. El radio fármaco hará que se
localicen las zonas donde se encuentre el tumor.

¬ Termografía
Es una técnica que registra las diferencias de temperatura. No se suele utilizar con mucha frecuencia.
De todas las técnicas anteriores, las más empleadas son la mamografía y la ecografía. Si existe alguna
duda, que no se solucione con estas dos, se emplea las otras. Ninguna es mejor que la otra sino que con
cada una se ve la zona corporal de una manera diferente.

¬ Biopsia
Una vez detectado el tumor mediante una o varias de las técnicas mencionadas, se debe realizar una
biopsia para confirmar el diagnóstico.
Hay varios tipos de biopsias según la técnica que se emplee:

Biopsia aspirativa con aguja fina (PAAF): consiste en introducir una aguja hasta la zona del tumor,
mientras el médico palpa la masa. Si la masa no puede palparse, se puede realizar esta técnica con
ayuda de la ecografía para situar la aguja en el sitio exacto donde se encuentre la masa. Después se
extraerá el líquido con la aguja.

Si el líquido es claro, lo más probable es que sea un quiste benigno, aunque también puede ser que el
líquido sea turbio o con sangre y que el tumor sea benigno. Si la masa es sólida, se extraen pequeños
fragmentos del tejido.
El análisis microscópico de esta muestra (tanto del líquido como del tejido) es el que determinará si es
benigno o canceroso.

En ocasiones, el resultado puede no ser satisfactorio para el médico, por lo que se solicita otro tipo de
biopsia o se realiza un seguimiento de la paciente.
Biopsia quirúrgica: en ocasiones se empleará la cirugía para extirpar parte o la totalidad de la masa en el
quirófano para su posterior examen microscópico.
Cuando se extirpa una parte del tejido, se denomina biopsia por incisión. Ésta suele realizarse en tumores
muy grandes.

La biopsia excisional es aquella en la que se extirpa todo el tumor o área sospechosa, el margen
circundante al tumor aunque tenga apariencia normal.
Biopsia radio quirúrgica o biopsia por localización mamográfica: se utiliza cuando la masa no puede
palparse y se visualiza a través de la mamografía. La técnica consiste en localizar el tumor a través de
varias mamografías e introducir una aguja en la zona exacta donde se encuentra la masa en la mama.
Puede dejarse una marca mediante la aguja con carbón activado o bien se deja un fino alambre que
servirá posteriormente de guía al cirujano.

Se habla de biopsias en uno o dos tiempos, dependiendo si se realiza el tratamiento quirúrgico en el


mismo momento de la biopsia o si se espera el resultado completo del análisis microscópico, y unos días
después de la biopsia, se realiza la extirpación tumoral y la resección mamaria.

La ventaja de la biopsia en un tiempo es que sólo se realizará una intervención quirúrgica pero, la
desventaja, es que la mujer, en el momento de entrar al quirófano, no sabe si tiene cáncer y si va a salir
con una mastectomía, por lo que la tensión nerviosa es muy fuerte.

Con la biopsia en dos tiempos, la paciente tiene más tiempo para asumir su situación, ir más tranquila a
realizarse la biopsia y poder consultar a su médico todas las dudas que tenga antes de realizarle la
intervención.

Una vez extraído el tejido mediante la biopsia, el patólogo examinará la muestra y determinará el estadio
del tumor, así como su capacidad para extenderse con rapidez.

El tiempo de espera para el resultado de la biopsia varía en función de si se realiza en un tiempo o en


dos. Si es en un tiempo, el tejido extraído se congela, se lamina y se observa al microscopio. El resultado
tardará unos 15-20 minutos. Si se hace en dos tiempos, el resultado tardará de siete a 10 días.
Los cánceres constituidos por células más primitivas (no diferenciadas) o aquellos que presentan un gran
número de células dividiéndose suelen ser más graves. Habrá que realizar también una exploración
completa para determinar si cualquier otra parte del cuerpo está afectada. Las pruebas que se harán son:

¬ Radiografías del tórax para descartar una afectación pulmonar; ecografía abdominal para
valorar la situación hepática, gammagrafía ósea y análisis de sangre para evaluar la correcta función
medular, hepática y renal.

¬ Además, en el servicio de Anatomía Patológica, el patólogo analizará una serie de factores moleculares
en el tumor:

* receptores de estrógenos y progesterona: a través de la biopsia del tejido tumoral, se analizará


si las células del tumor presentan estos receptores, que son moléculas que reconocen a las hormonas
(estrógenos y progesterona). Tanto las células sanas como las del tumor pueden tener estos receptores.
Aquellos tumores que contienen estos receptores se denominan ER-positivos y PR-positivos y tienen
mejor pronóstico que los negativos, así como mayores probabilidades de responder a la terapia hormonal.
* Prueba de HER2/neu: otra sustancia que hay que examinar, durante la biopsia, es la cantidad de la
proteína HER/2nu, una proteína promotora del crecimiento celular, y los genes responsables de la
producción de más o menos cantidad de esa proteína. La presencia elevada de la proteína o de los
genes, indica un peor pronóstico del cáncer pues tienden a crecer y a propagarse más rápidamente. Este
oncogen se da en el 20%-25% de todos los casos. Una vez conocida la presencia de éstas proteínas, y
sólo en determinadas situaciones, puede administrarse un medicamento llamado Herceptina que evita
que la proteína HER/2nu estimule el crecimiento de las células cancerosas.

¬ Otras pruebas: otra posibilidad para conocer el riesgo de reincidencia del cáncer es la
determinación de la proteína BAG1 que, cuando está elevada, indica que esa paciente tiene más
probabilidades de supervivencia libre de la enfermedad.

Aunque existen más pruebas para detectar otro tipo de marcadores, semejantes al HER2/neu o al PR y
ER, las más frecuentes son las mencionadas anteriormente porque son las más útiles ya que orientan
sobre el tipo de tratamiento más adecuado y porque existe un tratamiento para ello.

TRATAMIENTO
El tratamiento vendrá determinado por el tamaño del tumor y si ha habido extensión a los ganglios u otras
zonas del cuerpo. Por lo general, cuando el tumor es menor de 1 centímetro de diámetro, la cirugía es
suficiente para terminar con el cáncer y no se precisa de quimioterapia. No obstante, hay pocos casos en
los que no se requiera un tratamiento complementario a la cirugía, bien con quimioterapia o con
hormonoterapia. Actualmente el factor pronóstico más importante sigue siendo la afectación ganglionar: el
número de ganglios afectados ayuda al oncólogo a seleccionar el tratamiento posterior.

La intervención quirúrgica, siempre realizada por un cirujano/ginecólogo experto en cáncer de mama,


permite el control local de la enfermedad y llevar a cabo un diagnóstico riguroso gracias a que se
pueden determinar las características del tumor y el número de ganglios afectados por células malignas.

La radioterapia consiste en el empleo de rayos de alta energía, como rayos X, para destruir o
disminuir el número de células cancerosas. Es un tratamiento local que se administra después de la
cirugía conservadora (cuando se emplea después de la mastectomía es porque se considera que existe
riesgo de que el tumor se reproduzca). Se desarrolla a lo largo de unos 20-30 días (los que el oncólogo y
el radiólogo hayan creído convenientes), y la paciente va de forma ambulatoria a la clínica o sala donde
se realice la radioterapia; no tiene que estar ingresada para ello.

En sí, el tratamiento dura unos minutos. No es doloroso sino que es algo parecido a una radiografía sólo
que la radiación es mayor y está concentrada en la zona afectada. Lo que se consigue con la radioterapia
es disminuir el tamaño del tumor, para luego retirarlo quirúrgicamente o, una vez realizada la intervención,
limpiar la zona de células malignas.

Los efectos secundarios de este tratamiento son cansancio o fatiga, inflamación y pesadez en la mama,
enrojecimiento y sequedad en la piel (como después de una quemadura solar), que suelen desaparecer
tras seis o 12 meses. La acción de los aparatos suele estar muy focalizada de manera que sus efectos
suelen ser breves y, generalmente, bien tolerados por las pacientes. Una buena combinación de
descanso, actividad física y prendas delicadas puede atenuar estas molestias. (* Véalo en imágenes)

La quimioterapia consiste en la administración de medicamentos que destruyen las células


cancerosas y evitan la aparición del tumor en otras partes del cuerpo. Existen varias vías de
administración, pero las más frecuentes son la vía oral y la vía intravenosa.

No es necesaria la hospitalización para recibir este tratamiento, se puede hacer de forma ambulatoria.
Esto dependerá del estado de la paciente y del tiempo de duración del tratamiento, uno completo puede
prolongarse entre cuatro y ocho meses. El tratamiento quimioterápico puede realizarse a modo
adyuvante, es decir, sumado a la cirugía o como tratamiento único, para los casos de recidivas y que la
cirugía no sea una solución.

La quimioterapia neoadyuvante es aquella que se realiza antes de la cirugía y sólo en algunos casos.
Su objetiv es reducir el tamaño del tumor y poder realizar una operación que permita conservar la mama
en mujeres para las que la primera opción era la mastectomía.
La mujer con un diagnóstico reciente debe saber que existe una alternativa a la mastectomía (cirugía
radical) de inicio y debe conversar con su médico sobre la posibilidad de recibir la quimioterapita en
primer lugar.

La quimioterapia adyuvante se realiza después de la cirugía para eliminar las posibles células
cancerosas que hayan quedado en cantidades microscópicas e impedir su crecimiento.

Sólo hay un 10% de todas las pacientes que no reciben tratamiento postoperatorio y que son aquellas que
no tienen afectados los ganglios y que el tumor es menor de 1cm., y/o los receptores hormonales son
positivos.

Estos medicamentos se administran a modo de ciclos, con un período de recuperación entre cada uno.

La duración total del tratamiento varía en función de la quimioterapia que precise la paciente pero oscila
entre tres y seis meses.

Los efectos secundarios de la quimioterapia:

Debido a que son medicamentos muy fuertes, presentan unos efectos secundarios que, en algunos
casos, resultan muy molestos. Hay que decir que se administran, junto con ellos, otros fármacos que
disminuyen algunos de esos efectos. Los más frecuentes son:

- Náuseas y vómitos (Leer más).


- Pérdida de apetito.
- Pérdida del cabello.
- Llagas en la boca.
- Cansancio.
- Riesgo elevado de infecciones por la disminución de los glóbulos blancos.
- Cambios en el ciclo menstrual.
- Hematomas.

La quimioterapia como tratamiento para las recaídas (cuando vuelve a aparecer el cáncer en la otra
mama o en otro órgano) se administra de la forma que hemos descrito anteriormente, sólo que la dosis
tendrá que ser la apropiada al estadio del cáncer.

Junto a la quimioterapia, se administrará tratamiento hormonal, siempre que el tumor presente receptores
hormonales.

La terapia hormonal consiste en la administración de fármacos que bloquean la acción de las


hormonas que estimulan el crecimiento de las células cancerosas.

Se les da a aquellas pacientes que tienen receptores hormonales positivos, esto viene a ser el 60-70% del
total de las pacientes diagnosticadas con cáncer de mama.

Hace años se realizaba la extirpación ovárica para impedir la acción de las hormonas pero, en la
actualidad, esta técnica no se emplea y en su lugar se utiliza la terapia hormonal.

Últimamente se están empleando nuevos fármacos para esta terapia, que son los siguientes:

- Fármacos antiestrógenos o moduladores del receptor estrogénico.


- Agonistas de la hormona luteinizante, a nivel de la hipófisis, que se encarga de la producción de
estrógenos en mujeres premenopáusicas.
- Fármacos de la aromatasa, enzima que produce estrógenos en mujeres cuyos ovarios ya no los
producen, es decir, en mujeres menopáusicas.
- Fármacos de tipo de la progesterona.

Los efectos secundarios de estos fármacos son parecidos a los síntomas que se dan en la menopausia,
es decir, sofocos, nerviosismo, etc. En algunas mujeres posmenopáusicas se ha visto otros riesgos como
un aumento de la tromboflebitis, etc.

Estos medicamentos tienen varias vías de administración que se elegirán en función de lo que decida el
médico y la paciente. Estas vías son la oral, la subcutánea y la intramuscular (a través de una inyección).

La cirugía se realizará una vez obtenido el resultado de la biopsia. Con ella, se pretende conseguir la
extirpación total del tumor. Dependiendo de éste, la cirugía será más o menos complicada.

La cirugía conservadora de la mama consiste en extirpar el tumor intentando conservar la mayor


cantidad de tejido mamario intacto. En función del tamaño del tumor tenemos los siguientes tipos de
cirugía:

Lumpectomía: extirpación del tumor junto con un borde de tejido normal.

Mastectomía parcial o escisión amplia: extirpación del tumor junto con una cantidad mayor de
tejido normal.

Cuadrantectomía: extirpación de un cuarto de la mama. Estos tipos de cirugía se realizará en


aquellos casos en los que el tumor sea pequeño, alrededor del 15% de los casos, la cantidad de tejido
que se extrae es tan pequeña que no se nota mucha diferencia entre la mama operada y la que no lo ha
sido. Los índices de supervivencia entre las mujeres que ha sido intervenidas con cirugía conservadora y
las que se han extirpado la totalidad de la mama a una son idénticos. Éstas son las opciones de la cirugía
radical:

Mastectomía simple: se extirpa la totalidad del tejido mamario, pero se deja el músculo subyacente
intacto y suficiente piel como para cubrir la herida. La mama se reconstruye con más facilidad si los
músculos pectorales y otros tejidos que se encuentran debajo de la misma quedan intactos. Esta técnica
se emplea cuando el cáncer es invasivo y se ha extendido dentro de los conductos mamarios.

Mastectomía radical modificada: se extirpa toda la mama, algunos ganglios axilares del mismo
brazo de la mama y una pequeña sección del músculo pectoral..

Mastectomía radical: se extirpan el tumor y la mama, los músculos pectorales subyacentes y los
ganglios axilares.

Biopsia del ganglio linfático centinela: durante la intervención quirúrgica, se inyecta un colorante
o una sustancia radiactiva en la zona del tumor. La sustancia es transportada por la linfa y si es captada
por el primer ganglio, que es el que puede contener mayor número de células cancerosas, se extirpan
más ganglios. Si no contiene células malignas, no se extirpan los demás. Las posibilidades de
supervivencia son mayores si no están afectados los ganglios axilares. Esta biopsia no se realiza si el
tumor está muy localizado y es muy pequeño, pero, en caso de no ser así, se hace para intentar evitar los
problemas que pueden ocurrir al extirpar los ganglios linfáticos.

El linfedema: es una complicación que ocurre en una o dos mujeres de cada 10 intervenidas. Esta
complicación consiste en una inflamación, rigidez o dolor y pérdida de la movilidad en el brazo después
de la extirpación ganglionar. La mujer, una vez operada, deberá evitar coger peso con ese brazo y realizar
ejercicios violentos. El tratamiento a este problema es mediante masajes o vendajes de compresión. Se
está realizando una nueva técnica, que está en estudio, que consiste en una liposucción para extraer la
grasa que se almacena en el brazo.

Reconstrucción mamaria: por lo general, para realizar una reconstrucción de la mama, la mujer
tiene que pasar dos veces por quirófano, una para la mastectomía y otra para la implantación de la
prótesis. Generalmente no se suele realizar a un tiempo porque se precisaría estar mucho tiempo bajo
anestesia y se prefiere hacerlo en dos intervenciones distintas. No existe ningún inconveniente para que
la paciente se intervenga cuando ella lo crea conveniente. El implante suele ser de silicona o de suero
salino. No todas las mujeres, que han sido sometidas a una mastectomía radical, quieren realizarse un
implante de prótesis. El hecho de pasar nuevamente por un quirófano y someterse a una anestesia y
cirugía con la posterior recuperación, hace que algunas opten por las prótesis artificiales.
SEGUIMIENTO
Después de que la mujer se haya sometido al tratamiento para la eliminación del cáncer de mama, tiene
que realizar unos controles más estrictos durante los cinco primeros años. Pasados éstos deberá seguir
controlándose como cualquier mujer sana.

Los controles son los siguientes:

Durante los dos primeros años, tendrá que realizarse exploraciones físicas cada tres meses y una
mamografía anual.

Durante los siguientes tres años, las exploraciones físicas las realizará cada seis meses y la mamografía
también será anual.

Estos controles no precisarán de ninguna otra prueba siempre que la mujer se encuentre asintomática y
su médico así lo crea conveniente.

Otras pruebas que no son infrecuentes son un análisis de sangre, una radiografía de tórax y una
radiografía ósea seriada. Se puede realizar alguna otra prueba relacionada con cualquier sintomatología
que presente la paciente.

¿QUÉ ES?
Las células son las unidades de vida más pequeñas del cuerpo humano. Una de sus funciones es
reproducirse y morirse cuando ya no son útiles. Este proceso es muy ordenado, en el tiempo y en el
espacio, de tal forma que permite que exista siempre el número adecuado de células para cada etapa de
la vida.

Cuando esta multiplicación de células se produce de manera


descontrolada, se forman masas anormales. A estas masas se les
denomina tumores.
Puede haber tumores benignos y malignos. Los tumores benignos
son aquellos que no se propagan a otras zonas y que no
comprometen la vida de la persona.

Los tumores malignos suelen extenderse a otras partes del cuerpo


y causan daño a los tejidos y a los órganos corporales pudiendo
incluso provocar la muerte de la persona.

Las células malignas pueden moverse a través de la linfa o de la


sangre y llegar a cualquier parte del cuerpo provocando un
segundo tumor, que se denomina metastásico, porque no es el que se originó primero.

* Véalo en imágenes: Gráfico interactivo

El cáncer de pulmón consiste en un crecimiento anormal de las células del pulmón. La enfermedad se
produce habitualmente en las paredes internas de los bronquios, y al crecer puede obstruir el paso del
aire y alterar la respiración. Por este motivo, produce generalmente falta de aire, ahogo y fatiga.

Existen dos tipos principales de cáncer de pulmón: el cáncer de células pequeñas o microcítico y el
cáncer de células no pequeñas (no microcítico o broncogénico).
LOS PULMONES
Los pulmones son dos órganos esponjosos y ligeros, los más grandes del organismo, que se encuentran
situados en la cavidad torácica, los dos no son exactamente iguales.

El pulmón derecho es mayor que el izquierdo, esto es así porque el corazón se encuentra situado en ese
lugar. El pulmón derecho se divide en tres porciones, llamadas lóbulos, y el izquierdo en dos.

Los pulmones están recubiertos por una membrana que los protege y les da elasticidad para facilitar sus
movimientos, que se denomina pleura.
Hay diferentes estructuras que entran y salen de los pulmones y que realizan distintas funciones.

Mediante el movimiento de fuelle del tórax, los pulmones aspiran el aire del ambiente atmosférico para
extraer el oxígeno y expulsan el aire del interior de los pulmones para eliminar el dióxido de carbono o
anhídrido carbónico (CO2). El aire inspirado pasa por la laringe y la tráquea desde donde se distribuye a
través de los bronquios a los pulmones.

La tráquea, que lleva el oxígeno procedente de la boca y las fosas nasales,a la altura de los pulmones se
divide en dos conductos o tubos, son los bronquios.

Los bronquios, ya en el interior de los pulmones, son las 'tuberías' por donde circula el aire y se ramifican
en múltiples conductos, llamados bronquiolos.

Los bronquiolos poseen unas terminaciones con forma de racimo de uvas, minúsculas, que se
denominan alvéolos. Estos son unas pequeñas cavidades que están en contacto con los vasos
sanguíneos que irrigan los pulmones.

Existen otras estructuras que son las venas y las arterias que se encargan de transportar la sangre
desde los pulmones al organismo y desde éste a los pulmones.

La sangre llega hasta los alvéolos y allí es donde se intercambian los gases, dejando el dióxido de
carbono en los pulmones para ser expulsado y el oxígeno en la sangre para que lo lleve al resto del
organismo.

CAUSAS
El hábito de fumar tabaco es la causa principal en el 90% de los casos de cáncer de pulmón, tanto en
varones como en mujeres. Décadas atrás, este tipo de tumor era mucho menos frecuente en las mujeres
y, cuando aparecía, era más probable que no estuviese relacionado con el tabaco. Estas diferencias van
desapareciendo rápidamente, lo que refleja la incorporación femenina al tabaquismo en los años previos.

Otra parte de este tipo de cáncer se debe a sustancias inhaladas y que se encuentran en el lugar del
trabajo; un fenómeno relacionado con el 10%-15% de cáncer de pulmón en los varones y el 5% en las
mujeres. Las más importantes de estas sustancias son los asbestos, como los que se emplean en las
fábricas de amiantos.

El cáncer de pulmón también puede estar causado por radiaciones recibidas en el tórax, como los
tratamientos con radioterapia empleados para tratar el cáncer de mama y los linfomas. El intervalo entre
la exposición a las radiaciones y la aparición del cáncer suele ser muy largo, en torno a los 20 años. El
mayor riesgo lo sufren las personas que se trataron hace muchos años, con aparatos antiguos, y fumaron
durante los años siguientes. El riesgo con los equipos modernos de radioterapia es muy bajo.

Los factores hereditarios apenas tienen relación con el cáncer de pulmón.

Factores de riesgo

La nicotina potencia el efecto cancerígeno de las otras sustancias procedentes del humo del tabaco y los
efectos de los carcinógenos en el medio ambiente.
La nicotina actúa sobre el mecanismo de apoptosis, o muerte celular, impidiendo que las células se
suiciden. Cuando se trata de células cancerígenas hace lo mismo con lo cual provoca o estimula la
formación de cáncer.
Además del tabaco, existen otras sustancias, mencionadas anteriormente, que se detallan ahora:

Asbesto: las personas que trabajan con asbesto tienen siete veces más posibilidades de sufrir cáncer
que las que no mantienen contacto con esta sustancia. Estas personas sufren un tipo de cáncer
denominado mesotelioma, que se da en la pleura. En los últimos años, los gobiernos han prohibido que
se emplee este material para los productos comerciales e industriales. Si se combina la exposición a
asbesto con el hábito de fumar, se aumentan las probabilidades de sufrir cáncer de 50 a 90 veces.

Agentes causantes de cáncer en el trabajo: un grupo de riesgo laboral son los mineros. Éstos trabajan
con materiales que al ser inhalados puede dañar sus pulmones. Tales sustancias son minerales
radiactivos como el uranio, y los trabajadores expuestos a productos químicos tales como el arsénico, el
cloruro de vinilo, los cromatos de níquel, los productos derivados del carbón, el gas de mostaza y los
éteres clorometílicos. Las personas que trabajan en estas condiciones deben tener mucho cuidado de
evitar la exposición a dichos agentes.

Otro tipo de factores serían aquellos que han producido algún daño en el pulmón y que predisponen a
padecer un cáncer, como haber sufrido tuberculosis, silicosis o berilosis (enfermedades, estas dos
últimas, causadas por inhalación de ciertos minerales).

Otro motivo que favorece el crecimiento de células cancerígenas sería el exceso o déficit de vitamina A.

Observando los factores de riesgo parece fácil la prevención de esta enfermedad. El no fumar o el dejar
de hacerlo, es la medida más eficaz en la prevención de este cáncer.

TIPOS DE CÁNCER DE PULMÓN


El cáncer de pulmón se clasifica por el tipo de célula que produce el tumor. El 90% de ellos son de
células pequeñas o de células no pequeñas. El 10% restante está compuesto por clases muy
infrecuentes, como la mixta, los carcinoides o los tumores neuroendocrinos.

Por otro lado, el pulmón es un lugar muy frecuente para la aparición de metástasis. Pero éstas no son
verdaderos tumores de pulmón, sino siembras de cánceres de otros órganos, como la mama o el
intestino.

Cáncer de pulmón de células pequeñas (microcítico)


Recibe este nombre por el tamaño de las células vistas a microscopio. Se relaciona casi invariablemente
con el hábito de fumar y se estima que alrededor del 20% de todos los cánceres son de células pequeñas.
Éstas se multiplican rápidamente y se pueden formar grandes tumores; además su capacidad de
extenderse a otros órganos es mayor. El de células pequeñas es, casi siempre, un tumor muy agresivo.

Las metástasis suelen afectar a los siguientes órganos: ganglios linfáticos, huesos, cerebro, glándulas
suprarrenales e hígado. El tumor primario generalmente se origina cerca de los bronquios y se
expande hacia el centro de los pulmones.

Cáncer de pulmón de células no pequeñas


Este tipo de cáncer representa casi el 80% del total de los cánceres de pulmón. Se extiende más
lentamente que el de células pequeñas y, ocasionalmente, puede aparecer en personas que no fuman.

Hay algunas variedades de cáncer no-microcítico de pulmón. Las dos más comunes son el carcinoma
escamoso o epidermoide y el adenocarcinoma. El primero es el más común y, como el microcítico, suele
nacer de la profundidad del pulmón, en el centro del pecho. El adenocarcinoma es más raro y suele ser la
clase de tumor pulmonar que padecen las personas no fumadoras. Tiende a nacer de las partes más
periféricas del pulmón, cerca de la pared del tórax
DETECCIÓN Y SÍNTOMAS
Los síntomas del cáncer de pulmón no suelen aparecer en los primeros estadios sino que surgen cuando
ya se ha extendido demasiado como para aumentar las probabilidades de curación. De hecho, desde que
se produce la primera célula maligna hasta que una persona consulta por primera vez al médico ante los
síntomas de la enfermedad pueden pasar muchos años.

Entre los síntomas más frecuentes están:

- Tos insistente.

- Dolor en el pecho que aumenta al respirar.

- Pérdida de peso y apetito.

- Falta de aliento.

- Respiración jadeante o con silbido.

- Esputos con sangre o coloración rojiza (flemas).

PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
Sólo un 15% de este tipo de cáncer se diagnostica en estadios iniciales, esto es debido a que los
síntomas no aparecen hasta que la enfermedad está avanzada. Si no hay afectación ganglionar en el
momento de la cirugía, el índice de supervivencia a cinco años es de un 50%. Si se consideran
globalmente todos los casos, el índice de supervivencia se reduce a un 14%.

Existen diferentes pruebas diagnósticas que visualizan los tumores pulmonares en distintos estadios.

El médico utilizará uno o varios métodos para detectar el cáncer si existe sospecha previa. El historial
médico del enfermo es lo primero que se realizará para valorar los antecedentes personales y familiares.
El médico preguntará por la existencia de cánceres y otras enfermedades en la familia, por el consumo de
tabaco, la exposición ambiental o profesional a sustancias productoras de cáncer de pulmón y por las
posibles enfermedades respiratorias o de otro tipo que padezca el enfermo.

La exploración física se hará teniendo en cuenta los síntomas que refiere el enfermo y, con ella, se
podrán obtener datos que pueden ayudar al diagnóstico de cualquier enfermedad.

El análisis de sangre mostrará si hay alguna alteración celular a nivel de otros órganos como por
ejemplo el hígado.

Los estudios radiológicos se pueden realizar mediante varias técnicas, si no se visualiza bien con una
prueba, o si hay alguna duda en el diagnóstico. Estas pruebas dan información sobre la etapa en la que
se encuentra el cáncer. También son útiles para comprobar si el cáncer se ha extendido a otras partes del
cuerpo.

Las pruebas que se utilizan son:

- Radiografía de tórax con la que se puede ver alguna masa o mancha en los pulmones y establecer
razonablemente la probabilidad de que sea un cáncer. Esta prueba se realiza en dos proyecciones, una
de frente y otra de perfil. En más del 95% de los casos de cáncer sus resultados son anormales.

- TAC: Consiste en una emisión de rayos X desde distintas perspectivas y con la que se observa todo el
cuerpo. Es una prueba sencilla que suele durar algo más de 15-30 minutos. Esta es más sensible que la
radiografía y con ella se detecta mejor el cáncer en etapas iniciales. También sirve para comprobar si
existen metástasis en otros órganos: hígado, glándulas suprarrenales, cerebro etc. Es la prueba de
imagen más utilizada y rentable en el estudio de esta enfermedad. Sin embargo, algunas veces se
requiere completar el estudio del TAC con otras pruebas más sensibles para determinadas localizaciones
del cáncer de pulmón: resonancia nuclear magnética (RNM) cerebral o de columna vertebral, ecografía
hepática, gammagrafía ósea etc.

- La resonancia magnética se utiliza para tomar imágenes transversales detalladas. Esta técnica emplea
los campos magnéticos y los espectros emitidos por el fósforo en los tejidos corporales y los convierte en
imagen. Con ella se puede observar la vascularización del tumor. Son imágenes más precisas con las que
se puede observar la propagación del cáncer al cerebro o a la médula espinal. No suele ser demasiado
útil para explorar los pulmones.

(* Véalo en imágenes)

- La tomografía por emisión de positrones (PET, sus siglas en inglés): consiste en inyectar un radio
fármaco combinado con glucosa y éste será captado por las células cancerosas, de existir un cáncer, que
consumen más glucosa. El radio fármaco hará que se localicen las zonas donde se encuentre el tumor.
En el caso concreto del cáncer de pulmón, se emplea algunas veces para despejar alguna duda
sembrada por la TAC, pero no es necesaria la mayoría de las veces.

- Citología del esputo: se analizará el primer esputo o flemas de la mañana con el microscopio para
observar si contiene células malignas. Es una prueba sencilla y muy rentable en los cánceres de pulmón
localizados en los bronquios.

- La biopsia del tejido se precisará para confirmar el diagnóstico. Esta prueba consiste en tomar una
muestra del tejido sospechoso y analizarlo al microscopio. La biopsia puede realizarse mediante la
introducción de un tubo, un broncoscopio, por la nariz hasta donde se encuentre la masa en el pulmón. Si
por las características del enfermo no se puede realizar este tipo de biopsia, se realizará una pequeña
intervención quirúrgica para extraer el tejido. Después de analizarlo, se podrá determinar el tipo de tumor
y el estadio y así establecer el tratamiento adecuado. Se pueden realizar biopsias para analizar el tejido
de otras zonas, como por ejemplo los ganglios linfáticos, si hay sospecha de metástasis.

- Mediastinoscopia y mediastinostomía: La mayor parte de las veces, la TAC se basta para


proporcionar la información esencial sobre si los ganglios del mediastino, en el centro del pecho, están o
no afectados. Si existen dudas, se recurre a la mediastinoscopia. Esta exploración se realiza bajo
anestesia general, introduciendo por detrás del esternón, a través de una pequeña incisión realizada en la
base del cuello, un tubo dotado de sistema óptico y pinzas de biopsia.

- Análisis de sangre: permite apreciar si algunos valores funcionales u orgánicos están alterados a causa
de la enfermedad y ayudan además a determinar las condiciones orgánicas de la persona de cara al
tratamiento.

TRATAMIENTO
El tratamiento para estos pacientes consistirá en una combinación de varias técnicas que son la cirugía, la
radioterapia y la quimioterapia. Cada una de ellas será más eficaz que el resto según sea el tipo de
cáncer y la etapa en la que se encuentre. De hecho, el tratamiento depende de cuatro circunstancias: del
tipo y el grado de diseminación del tumor, del estado de salud del paciente y del estado funcional de los
diversos sistemas del organismo (corazón, hígado, riñón, neurológico etc.).

La cirugía es la modalidad de tratamiento con más probabilidades de resultar curativa, por lo tanto, se
recurre a ella siempre que la totalidad del cáncer se pueda extirpar y el estado respiratorio del paciente
tolere la eliminación de la porción de pulmón que es necesario extirpar.

Los cánceres microcíticos de pulmón rarísima vez se operan, puesto que casi siempre se diagnostican en
fase extensa, cuando sólo la limitada es operable. Aproximadamente, la mitad de cánceres no
microcíticos de pulmón se pueden extirpar dada su extensión. Para ello es esencial que no existan
metástasis y que los ganglios de la zona central del pecho (mediastino) estén libres de tumor, así como
que el tumor no haya invadido estructuras inextirpables como la traquea, la arteria aorta o las pleuras.

Se puede extirpar sólo una pequeña porción de pulmón, si está muy localizado el tumor, que se
denominará resección en cuña o segmentectomía.

Si se extirpa un lóbulo del pulmón, se llamará lobectomía.

Si se quita todo el pulmón, se habla de neumonectomía.


El paciente tras la operación estará ingresado durante una o dos semanas. Algunos necesitarán
fisioterapia respiratoria para recuperar pronto su capacidad pulmonar habitual.

Tras este período regresará a su casa con algunas limitaciones impuestas.


Entre las posibles complicaciones de la intervención están las hemorragias, la infección de las heridas y
las neumonías.

La radioterapia emplea radiaciones X de alta energía para destruir las células cancerosas. Se utiliza un
aparato llamado acelerador lineal que envía los rayos sólo a la zona afectada.

Este tratamiento se utiliza, a veces, como primario o principal en aquellos pacientes que no pueden
someterse a una cirugía. En este caso, no se pretende curar sino retardar la evolución de la enfermedad,
aunque algunos casos excepcionales se llegan a curar sin operación, sólo con la radioterapia.

La radioterapia en el pulmón se suele emplear para aliviar una obstrucción de las vías respiratorias
principales debido al cáncer.

Cuando se emplea la radioterapia como tratamiento secundario, tras la cirugía, se utiliza sobre todo para
destruir aquellas células que no se hayan podido extirpar.

Otra utilidad para la que se emplea la radioterapia es para aliviar los síntomas que provoca el cáncer,
como son el dolor, la dificultad para tragar, etc.

La quimioterapia es la primera opción de tratamiento en la mayoría de casos de cáncer de células


pequeñas. Es capaz de controlar fácilmente los síntomas, que suelen ser muy acusados en esta clase de
cáncer. Sin embargo, las curaciones son excepcionales y la mayoría de los casos recaen pasados uno o
dos años.

No todos los enfermos podrán ser intervenidos quirúrgicamente pues dependerá de si tienen suficiente
capacidad respiratoria como para soportar una escisión de parte o de la totalidad del pulmón y de cómo
sea su estado general.

En el cáncer de pulmón, suele emplearse una combinación de medicamentos quimioterápicos. Algunos de


estos fármacos pueden administrarse por boca o por vena. Cuando llegan al torrente sanguíneo, estos
medicamentos se expanden por todo el organismo y actúan contra las células cancerosas,
destruyéndolas. Por este motivo, es muy útil en aquellos cánceres que se han extendido a otras áreas.

La quimioterapia puede administrarse como tratamiento principal o como terapia de ayuda a la cirugía. En
muchas ocasiones, la quimio se administra antes de la cirugía, con la intención de reducir el volumen del
tumor y allanar el camino al cirujano. Incluso a veces, algunos cánceres de pulmón inoperables se
convierten en operables tras algunos meses de quimioterapia. También es posible recibir quimioterapia
después de la cirugía, incluso cuando todo el tumor se ha extirpado con éxito. La razón es que con esta
estrategia se evita un porcentaje de recaídas y acaban curándose más pacientes a largo plazo. Se
conoce a esta clase de tratamiento oncológico como quimioterapia adyuvante.

La elección del tratamiento de primera o segunda línea depende del tipo de cáncer, y varía entre el
cáncer de células no pequeñas,o bien de células pequeñas.

Los efectos secundarios más frecuentes que se presentan como consecuencia del empleo de
quimioterápicos son: náusea y vómito, pérdida del apetito, pérdida del cabello y llagas en la boca. Junto a
los medicamentos quimioterápicos, se emplean otros que disminuyen o hacen desaparecer los efectos
secundarios de los primeros.
TRATAMIENTO PARA CADA TIPO DE CÁNCER Y ETAPA

Cáncer de pulmón de células pequeñas

Etapa 0
En esta etapa no se requiere quimioterapia ni radioterapia. La cirugía puede eliminar por completo el
cáncer. El tipo de cirugía es una segmentectomía, es decir, la extirpación de una cuña de pulmón.

Etapa I
Generalmente se emplea la segmentectomía, para los tumores más pequeños o para pacientes con peor
condición física, o la lobectomía para eliminar el
tumor.

La eficacia de la quimioterapia como tratamiento adyuvante, se está comprobando en estudios clínicos.


Aunque es útil para aquellas micrometástasis que no se han detectado y que no han sido eliminadas con
la cirugía.

Si el tumor está en el borde del tejido pulmonar, probablemente no se hayan extirpado todas las células
cancerosas, por lo que se recomienda la radioterapia.

La radioterapia se puede emplear como tratamiento principal si el paciente, por su estado general, no
puede someterse a cirugía. El índice de supervivencia a cinco años en esta etapa es de un 65%.

Etapa II
Se emplea la cirugía: segmentectomía o lobectomía.

La radioterapia puede utilizarse después de la cirugía para asegurar que no quede ninguna célula
cancerosa. También puede emplearse como tratamiento principal, en aquellos pacientes que no puedan
ser intervenidos quirúrgicamente por problemas de salud. La quimioterapia puede emplearse después de
la cirugía o de la radioterapia.

El índice de supervivencia para los pacientes que se encuentra en esta etapa del cáncer es de un 40%.

Etapa IIIA
El tratamiento en esta etapa dependerá del lugar donde se encuentre localizado el tumor en el pulmón y
de si están afectados los ganglios linfáticos.

Se suele emplear quimioterapia antes de la cirugía para disminuir el tamaño del tumor, para que sea más
fácil su extirpación completa.

Cuando no pueda utilizarse la cirugía para extirpar el tumor, se administrará radioterapia. A veces se
empleará la braquiterapia que consiste en pasar un láser a través de un broncoscopio para destruir parte
del cáncer dentro de la tráquea.

Los índices de supervivencia oscilan entre un 10% a un 20% aunque determinados pacientes, como los
que no tienen extendido el cáncer a los ganglios linfáticos, tienen mejor pronóstico.

Etapa IIIB
Debido a que en esta etapa el cáncer se encuentra muy extendido, la cirugía no es eficaz. Puede
utilizarse la quimioterapia junto con la radioterapia. O cada una por separado.

El índice de supervivencia está entre el 10% y 20% en aquellos pacientes que gozan de un estado de
salud bueno y que pueden someterse a una combinación de ambos tratamientos. Los que no puedan, su
índice está en el 5%.

Etapa IV
La finalidad del tratamiento en esta etapa es paliar los síntomas de la enfermedad. No se pretende una
curación pues el cáncer se ha extendido a zonas distantes.

Se utilizará quimioterapia o radioterapia para disminuir síntomas como dolor de huesos, síntomas debidos
a afectación del sistema nervioso, etc.
Cáncer de pulmón de células pequeñas

Etapa limitada
Por lo general, se emplea la quimioterapia como tratamiento principal, con el uso de varios fármacos
combinados.

Junto a la quimioterapia se emplea la radioterapia al tórax. A los pacientes que responden bien al
tratamiento inicial se les administra, de forma preventiva, radioterapia en la cabeza. Esto es así porque el
cerebro es uno de los lugares donde frecuentemente aparecen metástasis.

En la mayoría de pacientes, estos tumores remiten con el tratamiento, pero al poco tiempo vuelven a
aparecer volviéndose resistente al tratamiento. El índice de supervivencia de dos años en la etapa
limitada, es de un 40% a un 50%, pero se reduce de un 10% a un 20% para cinco años.

Se están realizando muchos estudios para comprobar la eficacia de otros tratamientos tales como la
inmunoterapia o la terapia genética.

Etapa extensa
El pronóstico en esta etapa es muy malo si no se trata el cáncer. La quimioterapia puede utilizarse para
tratar los síntomas y alagar la supervivencia a corto plazo.

El tratamiento con dos o más medicamentos puede reducir los tumores en alrededor del 70% al 80% de
estos pacientes. También se utiliza la radioterapia para controlar los síntomas y para prevenir la aparición
de metástasis en el cerebro.

La cirugía con láser se emplea para aliviar la obstrucción de las vías respiratorias en aquellos pacientes
que, por su estado general, no pueden someterse a una cirugía quirúrgica. El pronóstico de supervivencia
a los cinco años después de haberse descubierto el cáncer, es menor de un 4%.

Los pacientes que tengan su estado de salud muy deteriorado y que no puedan someterse a
quimioterapia, su tratamiento se reducirá a fármacos para aliviar el dolor.

Seguimiento

Cuando el cáncer de pulmón se ha controlado mediante el tratamiento, se inicia un proceso de revisiones


periódicas que tiene como finalidad principal poder detectar a tiempo una posible recaída. Además, con
esta vigilancia también se valoran las posibles secuelas del tratamiento, y se aporta al enfermo el apoyo
psicológico necesario.

En cada revisión se interroga al paciente acerca de sus síntomas, se realiza una exploración física
detallada y se solicitan análisis y exploraciones con radiografías, ecografías etc. en función de las
posibilidades diagnósticas de recaída o progresión del cáncer. A medida que pasa el tiempo las recaídas
son menos probables y las revisiones se espaciarán, aunque siempre es conveniente hacer una al año
para controlar la aparición de otros nuevos cánceres, bien en el pulmón o bien en otros órganos del
cuerpo.

¿QUÉ ES?
El cáncer de piel es una enfermedad producida por el desarrollo de células cancerosas en cualquiera de
las capas de la piel.

Existen dos tipos: el tipo no melanoma y el melanoma.

El cáncer de tipo no melanoma es el más frecuente y se denomina no melanoma porque se forma a


partir de otras células de la piel que no son las que acumulan el pigmento (los melanocitos). Dentro de
este tipo se encuentran todos los cánceres de piel menos el melanoma maligno que es menos frecuente y
más maligno y que se explica más adelante.

El cáncer de piel se da más en las personas de piel blanca y que


han pasado mucho tiempo expuestas a los rayos solares, sobre
todo cuando la exposición solar tuvo lugar durante la infancia y se
produjeron numerosas quemaduras solares. Aunque puede
aparecer en cualquier parte de la piel, es más frecuente que se
presente en la cara, cuello, manos y brazos.
Este cáncer es uno de los más frecuentes de todos los tipos de cáncer, y se calcula que se diagnostican
dos millones de casos nuevos al año en el mundo.

En los últimos años, la incidencia del melanoma maligno ha aumentado espectacularmente, se ha


multiplicado por 3,3 en varones y por 2,5 en mujeres, en los últimos veinte años en España. A pesar de
esto, representa menos del 3% de todos los tumores y las campañas de diagnóstico precoz han permitido
que la mortalidad se reduzca un 30% desde los años setenta.

Se puede reconocer por un cambio en el aspecto de la piel, como una herida que no sana o una pequeña
protuberancia. También puede aparecer una mancha roja, áspera o escamosa con tendencia a crecer.

Ante cualquier cambio o anormalidad de la piel, hay que acudir al médico. Éste puede extraer una
muestra y analizarla (biopsia) para comprobar si es un tumor maligno o no.

TIPOS Y DESCRIPCIÓN
Cáncer de piel no melanoma

El carcinoma de células escamosas (o carcinoma epidermoide) se desarrolla en las capas intermedias


de la epidermis y supone el 20% de todos los casos de cáncer de piel.

Aparece normalmente en áreas que han estado expuestas al sol, como la parte superior de la nariz,
orejas, frente, labio inferior y dorso de las manos.

Puede darse también en aquellas zonas de la piel que hayan estado en contacto con productos químicos,
que hayan sido sometidas a radioterapia, o que se hayan quemado. En el área genital, aparece con
menor frecuencia.

Generalmente suele presentarse un abultamiento rojo y duro. A veces, puede tener un aspecto,
escamoso, o sangrar y desarrollar una costra que nunca cura. A medida que aumenta de tamaño va
teniendo forma nodular y, en ocasiones, presenta una superficie verrugosa. Al final, se convierte en una
úlcera abierta y crece dentro del tejido subyacente.

A través del sistema linfático, puede extenderse a cualquier parte del cuerpo, aunque esto sucede muy
pocas veces. Es un tumor con tendencia a crecer y a recaer en el mismo sitio, una vez extirpado. Pero no
tiende a esparcirse.

El carcinoma de células basales es el tipo más común de cáncer de piel no melanoma. Alrededor del
75% de todos los tumores cancerosos de la piel son carcinomas de células basales.

Afecta a la capa inferior de la epidermis, formada por células basales. Y suele darse en aquellas zonas
que han estado expuestas al sol, como la cabeza y el cuello.

Su crecimiento es lento y rara vez se extiende a otras partes del cuerpo por lo que es menos agresivo que
el carcinoma de células escamosas. Aunque no por esto hay que dejar de tratarlo, ya que si no se hace,
con el tiempo, se extenderá a los tejidos circundantes.

El aspecto que presenta es un pequeño abultamiento con una apariencia suave y brillante. Pero también
puede tener forma de cicatriz, siendo firme al tacto. Generalmente se desarrolla de forma lenta aunque la
velocidad varía de uno a otro.

No es infrecuente que vuelva a aparecer una vez que la persona ha sido tratada. Del 35% al 50% de las
personas diagnosticadas, desarrollarán un nuevo cáncer de piel en un plazo de cinco años a partir del
primer diagnóstico.

Otros tipos menos frecuentes:

+ Sarcoma de Kaposi: se origina en la dermis aunque también puede darse en los órganos internos.

El sarcoma de kaposis adopta dos formas:


Aquella que se suele desarrollar en las persona enfermas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida
(SIDA) y en niños y jóvenes del África ecuatorial. Esta forma crece muy deprisa y suele afectar a los
órganos internos.

Antes de la aparición de esta enfermedad, sólo la solían presentar ancianos de origen europeo
mediterráneo. En estas personas crece de forma muy lenta sobre la piel y rara vez se propaga.

En los primeros el aspecto característico es una peca rosada, roja o púrpura de forma redondeada u
ovalada, en cualquier parte del cuerpo aunque es más frecuente en la cara.

En los segundos, suele aparecer como una mancha de color violáceo o pardo oscuro en las piernas o en
los dedos de los pies. Suele aumentar su profundidad ocasionando una úlcera sangrante. También puede
diseminarse por la pierna.

+ Linfoma cutáneo, se produce cuando los linfocitos de la piel (células del sistema inmunológico o de
defensa) se vuelven malignos. La dermis contiene un número considerable de linfocitos. El tipo más
común de éstos, es el linfoma cutáneo de células T o micosis fungoide. Se desarrolla durante varios años,
de forma muy lenta. En los estadios iniciales, se puede notar picor en la piel y presentar zonas oscuras y
secas. Cuando la enfermedad se ha desarrollado se la denomina micosis fungoide.

Esta enfermedad puede extenderse a través de los vasos linfáticos a otros órganos como el pulmón,
hígado, etc.

Cuanto más pronto se realice el diagnóstico, más posibilidades hay de curación.

+ Cáncer de piel melanoma


Esta enfermedad se desarrolla en los melanocitos, células de la piel que producen la melanina que le da
color. Los melanocitos se encuentran en la epidermis, capa de la piel más externa.

El melanoma es el tipo de cáncer de piel menos común y más grave. Puede extenderse fácilmente a otras
partes del cuerpo a través de la sangre o del sistema linfático. Si se diagnostica pronto, su pronóstico es
mejor.

Se puede presentar a partir de lunares ya existentes, o como una formación nueva, pequeña y
pigmentada, que aparece en una zona de la piel normal.
Habrá que consultar con el médico siempre que se note un cambio en el tamaño, forma o color de un
lunar. O un lunar que está hinchado o que duele al tocarlo o que exuda o sangra.

Por lo general, en los hombres suele aparecer en el tronco y en las mujeres, es más frecuente en la parte
inferior de las piernas. Estas personas suelen tener la piel clara. Puede aparecer en personas de piel más
oscura, en zonas de las manos, planta de los pies, y debajo de las uñas. En algunos casos muy poco
frecuentes, el melanoma puede aparecer en otros tejidos distintos de la piel, como el intestino o el
interior del ojo.

El melanoma representa un 4% de todos los tipos de cáncer de piel. Pero, debido a su malignidad, es
responsable de, aproximadamente, un 79% de las muertes por cáncer de piel.

El número de personas afectadas por este tipo de cáncer ha aumentado en los últimos años. En España
se ha multiplicado por más de tres en varones y por algo más de dos en mujeres, en los últimos veinte
años. En Estados Unidos, el número de casos se ha multiplicado por dos, desde 1973, y mueren
aproximadamente unas 6.000 personas al año.

FACTORES DE RIESGO
La causa que provoca este tipo de cáncer no es del todo conocida. Sí que se han estudiado determinados
factores que influyen en su aparición.
Factores ambientales
La exposición excesiva al sol influye en la producción de estos cánceres. Personas que trabajan en el
exterior, como agricultores y marineros, presentan una mayor incidencia. Se suelen producir en la piel
expuesta, frecuentemente en cabeza y cuello.

Aunque la luz solar ayuda a sintetizar las vitaminas A y D, la exposición excesiva, produzca o no
quemaduras, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel, incluyendo el melanoma maligno.

Existe una correlación entre el riesgo de melanoma y la latitud. También influye el período de tiempo
durante el que ha vivido una persona en países de latitudes ecuatorianas, lo que significa una exposición
excesiva al sol mantenida durante un período de la vida.

No sólo influye la exposición prolongada sino que una exposición intensa al sol, puntual, durante unas
vacaciones por ejemplo, constituye un factor de riesgo de melanoma.

Los melanomas difieren de los tumores malignos de la piel de tipo no melanoma con respecto al sexo,
edad y localización corporal. La mayor parte de los melanomas malignos cutáneos no ocurren en zonas
que reciben la dosis ultravioleta acumulada mayor.

Aunque no se conoce exactamente cuál es el esquema más peligroso de exposición al sol, algunos
estudios apoyan la hipótesis de que la exposición intensa e intermitente a la radiación ultravioleta de la
piel que se encuentra normalmente protegida es la responsable de la formación del melanoma.

La edad también parece influir y las quemaduras producidas por el sol antes de los 15 años aumentan el
riesgo de melanoma al doble.

* ENCUENTRO DIGITAL: Broncearse sin riesgo

Características físicas
Las personas de raza blanca de origen escocés, inglés o irlandés con el pelo rubio o rojizo, los ojos claros
y abundantes pecas son especialmente susceptibles.

El melanoma es muy raro en la población negra u oriental siendo predominante, cuando se da, en zonas
poco pigmentadas como las palmas y plantas y su pronóstico es peor.

La sensibilidad de la piel al sol y la dificultad para broncearse, aumenta el riesgo de melanoma.

La reacción cutánea a la luz solar se relaciona con factores como la pigmentación de la piel, el número de
pecas en la infancia o edad adulta y el número de nevi (formaciones parecidas a lunares y que son
tumores melanocíticos benignos), constituyendo todos ellos factores de riesgo para el melanoma maligno
cutáneo.

La mayor incidencia de nevus en individuos de raza blanca conduce a la idea de que la radiación
ultravioleta desarrolla un papel importante en el desarrollo de nevus. Se ha comprobado la existencia de
mayor número de nevus en zonas de la piel expuestas al sol que en zonas protegidas, asociándose su
aumento con una mayor propensión a quemarse que a broncearse, el número de quemaduras solares, la
tendencia a las pecas y el estilo de vida relacionado con una mayor exposición solar. Una persona con
piel sensible al sol, más de 150 nevus melanocíticos y algún nevus displásico (con aspecto microscópico
similar a las células malignas del melanoma), podría presentar 50 veces más riesgo de melanoma que
otra persona sin estas características.

Factores genéticos
El síndrome del epitelioma basocelular nevoide es un trastorno hereditario en el que los pacientes
desarrollan un gran número de epiteliomas basocelulares desde la segunda década de la vida y que,
finalmente, afectan a cualquier zona de la piel.

El xeroderma pigmentoso es un trastorno hereditario que se produce por una alteración en la reparación
del ADN, se asocia también con la aparición de carcinomas cutáneos múltiples.

En el melanoma maligno cutáneo se ha descrito una predisposición familiar. El riesgo estimado de


presentarlo es del 70% en pacientes con melanosis neurocutánea y distintos tipos de xeroderma
pigmentosum, del 1% en hijos de pacientes con melanoma solitario no familiar y del 6% en familias con
síndrome del nevus displásico e historia de dos o más melanomas malignos.
Inmunosupresión

Aquellas personas que han sido tratadas con medicinas que les deprimen su sistema inmunológico,
tienen mayor predisposición a desarrollar un melanoma.

Sobreexposición a lámparas y cabinas bronceadoras


Las lámparas y cabinas bronceadoras son una fuente de radiación ultravioleta. Una exposición excesiva
aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel.

Edad
Aproximadamente la mitad del número de casos de melanomas se presenta en personas mayores de 50
años.

Otros factores
La exposición a carcinógenos, los traumatismos o cicatrices, las lesiones por radiación crónica y las
infecciones virales, son algunos de los factores predisponentes al cáncer de piel.

PREVENCIÓN
El principal factor de riesgo en este cáncer es una exposición excesiva a la radiación ultravioleta.

Evitar una intensa o prolongada exposición al sol, intentando no exponerse en horas en las que la
radiación solar es mayor es la mejor medida de prevención que se puede utilizar.

Otras formas son la utilización de materiales que protejan aquellas zonas más delicadas como es el uso
de sombreros, de gafas que absorban los rayos ultravioleta de un 99% a un 100%, o utilizar telas
adecuadas para cubrir la piel. La mayoría de tejidos baratos con los que se confeccionan las prendas
veraniegas de color claro no cuentas con filtros ultravioleta y dejan pasar gran parte de esta clase de
radiación. Es conveniente ponerse crema con filtro solar en el tronco si se va a permanecer mucho tiempo
al sol, aun con la camiseta puesta.

El uso de cremas protectoras solares reduce el peligro de la exposición. Deben utilizarse


correctamente, hay distintos grados según sea el tipo de piel. Además, deben de emplearse con un
tiempo de antelación a la exposición solar y reponerse después del baño en el mar o en la piscina.

Como se ha visto, las cabinas y las lámparas bronceadoras resultan peligrosas, por lo que deben usarse
con precaución, evitando un bronceado excesivo.

Cuando se observe un lunar que ha cambiado de aspecto, o que sangra, se debe acudir al médico. Éste
lo puede extirpar y realizar una biopsia para comprobar si es maligno o no.

Este tipo de cáncer puede prevenirse más que muchos otros. Siguiendo las anteriores instrucciones
pueden disminuirse o anularse gran parte de los factores de riesgo, con lo que las posibilidades de
padecer un cáncer de piel también disminuyen.

Principales medidas antes y durante la exposición solar


- Evitar el uso de productos cosméticos que contengan alcohol y perfumes.
- Elegir el protector solar adecuado, en función del tipo de piel, del lugar de aplicación y de las
condiciones ambientales.
- Aplicar una buena cantidad del producto solar 30 minutos antes de tomar el sol, sobre la piel seca.
- Evitar tomar el sol sin protección entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde, en zonas de gran
altitud, y en lugares próximos al ecuador.
- El agua, la nieve y la arena actúan reflejando los rayos solares y aumentando su intensidad. Es por este
motivo, por lo que pueden producirse quemaduras incluso en la sombra.
- Las primeras veces que se tome el sol, se deberá emplear un factor de protección más elevado.
- Aún en los días nublados, hay que utilizar el protector solar.
- Hay que ingerir muchos líquidos para compensar la pérdida de líquidos debido a la exposición solar.
- Después de un baño, cuando se haya sudado mucho, o tras pasar dos horas de la anterior aplicación,
habrá que volver a aplicar la crema protectora.
- Tras la exposición al sol, hay que ingerir muchos líquidos debido a la pérdida de éstos.

También podría gustarte