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Neuronas Anatomía Las neuronas o células nerviosas están muy especializadas en la transmisión de
mensajes (impulsos nerviosos) de una parte del organismo a otra. Aunque hay notables diferencias
estructurales entre los distintos tipos de neuronas, muchas características son comunes a todas ellas
(Figura 7.4). Todas tienen un cuerpo o soma, que contiene el núcleo y es el centro metabólico de la
célula, y una o más prolongaciones alargadas que parten del soma. Soma El soma es el centro
metabólico de la neurona. El núcleo, transparente, contiene un nucleolo prominente. El citoplasma que
rodea al núcleo contiene todas las organelas habituales, excepto centriolos (lo que confirma la
naturaleza amitótica de la mayoría de las neuronas). El retículo endoplasmático rugoso, denominado
sustancia de Nissl, y las neurofibrillas (filamentos intermedios importantes para el mantenimiento de la
forma celular) son especialmente abundantes en el soma.
Sistema nervioso central Durante el desarrollo embrionario, el CNS aparece inicialmente como un
simple tubo, el tubo neural, que se extiende a lo largo del plano medio dorsal del embrión. A la cuarta
semana el extremo anterior del tubo neural comienza a expandirse, iniciándose así la formación del
encéfalo. El resto del tubo neural, posterior al encéfalo, se convierte en la médula espinal. El canal
central del tubo neural, ininterrumpido entre el encéfalo y la médula espinal, se agranda en cuatro
regiones del cerebro para formar unas cámaras denominadas ventrículos (véase la Figura 7.18 a y b; pág
250) Anatomía funcional del encéfalo La apariencia del encéfalo de un adulto, muy poco espectacular,
ofrece pocas pistas de sus impresionantes capacidades. Consiste en unos dos puñados generosos de
tejido gris rosado, arrugado como una nuez y con la textura de gachas de avena frías. Pesa alrededor de
kilo y medio. Como el encéfalo es la masa de tejido nervioso más grande y compleja de todo el
organismo, se estudia habitualmente dividiéndolo en sus cuatro regiones principales: hemisferios
cerebrales, diencéfalo, tronco encefálico y cerebelo (Figura 7.12).
Hemisferios cerebrales Los dos hemisferios cerebrales (el izquierdo y el derecho) forman el cerebro
constituyen la parte superior del encéfalo y son mucho más grandes que las otras tres regiones
encefálicas juntas. De hecho, a medida que los hemisferios cerebrales se desarrollan y crecen, rodean y
ocultan a la mayor parte del tronco encefálico, de modo que muchas estructuras del tronco encefálico
sólo se pueden observar en un corte sagital. Si imaginamos una seta, cuyo sombrero tapa el extremo
superior del pie, tendremos una buena imagen de cómo los hemisferios cerebrales cubren el diencéfalo
y la parte superior del tronco encefálico (véase la Figura 7.12). Por toda la superficie de los hemisferios
cerebrales aparecen crestas elevadas de tejido denominadas circunvoluciones (o gyrus en latín, plural
gyri; “giros, torbellinos”) separadas por depresiones profundas llamadas surcos (sulcus, plural sulci,
“surcos” hechos con el arado). En menor número, también hay depresiones más hondas denominadas
cisuras (Figura 7.13a), que separan grandes regiones del encéfalo. Muchas de las cisuras y
circunvoluciones constituyen importantes marcas anatómicas. Los hemisferios cerebrales están
separados por una única cisura muy profunda, la cisura interhemisférica. Otras cisuras y surcos dividen
cada hemisferio cerebral en varios lóbulos, denominados según el hueso craneal situado por encima
(véase la Figura 7.13a y b). Cada hemisferio contiene tres regiones fundamentales: una corteza
superficial de sustancia gris, de color gris en el tejido cerebral vivo; la sustancia blanca, interna, y los
núcleos basales, islas de sustancia gris situadas en lo profundo de la sustancia blanca. A continuación se
explican estas regiones. Corteza cerebral El lenguaje, la memoria, la lógica y la respuesta emocional, así
como la conciencia, la interpretación de las sensaciones y el movimiento voluntario, son funciones de las
neuronas de la corteza cerebral y se han identificado muchas de las áreas funcionales de los hemisferios
cerebrales (Figura 7.13c). El área somatosensitiva primaria está situada en el lóbulo parietal, detrás de la
cisura de Rolando (o surco central). Los impulsos transmitidos desde los receptores sensitivos del
organismo (excepto aquellos provenientes de los sentidos especiales) se localizan y se interpretan en
esta región cerebral. El área somatosensitiva primaria nos permite reconocer el dolor, el frío o un toque
suave. Como ilustra la Figura 7.14, todo el cuerpo está representado en el área sensitiva, de arriba
abajo. Esta representación espacial se denomina homúnculo sensitivo (de homunculus, “hombrecito”).