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“En la época de la reproducción técnica de la obra de arte, lo que decae y empequeñece es su

‘aura’”. (1)

“La catedral deja su emplazamiento para encontrar acogida en la biblioteca de un aficionado al


arte; la obra coral, que fue ejecutada en una sala o al aire libre, puede escucharse en una
habitación”. (2)

En el año 1982, el reconocido cineasta alemán Wim Wenders, grabó “Chambre 666” (Habitación
666) (3), un documental que tiene por objetivo, el interrogarse sobre cuál será el futuro del Cine
en un tiempo más. Esto, teniendo la brillante idea de filmar a una serie de connotados directores
presentes, en la última edición del Festival de Cine de Cannes de aquel año. Es así como figuras
tales como Reiner Werner Fassbinder, Werner Herzog, Michelangello Antonioni, e inclusive el
mismísimo Steven Spielberg, en un par de minutos dan sus respectivas apreciaciones sobre
algunas de las principales preguntas sobre el cine y su devenir, ante una cámara inmóvil que se
dedica a grabarlos.

No es menor esta intención, ya que si bien por aquellos años se visualizaba una posible muerte del
cine producto de nuevas tecnologías relacionadas al Video y a la Televisión (4), para sorpresa de
muchos, el cine que parecía agónico –con el transcurso del tiempo- logró reubicar su atractivo,
tomando nuevas técnicas de sonido e imagen, que le permitieron revitalizar un alicaído vuelo
durante los años ochenta y probablemente hasta mediados de los noventa. Y por el contrario, la
inminente muerte que vemos hoy en día, no es la del cine, sino la del formato físico de video -en
su tiempo Betamax, VHS o DVD- el cual ha sido reemplazado por el novedoso formato del
streaming (5), dejando hoy obsoletas aquellas hazañas por grabar alguna que otra película,
documental o serie de Televisión, volviendo esto prácticamente un asunto de coleccionistas
renegados a los nuevos tiempos. Basta recordar que hoy sólo queda en pie, un Blockbuster en
todo el mundo, y los videoclubs hoy parecen reliquias para los nostálgicos (6).

Sin duda el Paladín de esta revolución en la experiencia cinematográfica que conocemos hoy en
día, se llama NETFLIX (7), empresa de distribución de videos que nace a finales de los años
noventa, pero cuyo impacto o salto más fuerte en el mercado, se da al incorporar el “streaming”
para la transmisión de su parrilla, llegando –actualmente- incluso al nivel de desarrollar sus
propias producciones. Su primer golpe, lo da con la nominación del documental “The Square” a los
Oscars del año 2013, y el día de hoy producciones como ROMA, del mexicano Alfonso Cuarón, han
conseguido ser galardonadas por la academia a nivel internacional, llevándose por ejemplo, el
León de Oro en Venecia, y el premio a mejor película extranjera en la última entrega de los Oscar.

Y es precisamente este desarrollo y semblanza entre tecnología y arte, lo que hoy atraviesa al cine
tanto en un plano de la experiencia con el material audiovisual, pero también con la Industria, y
todo su entramado corporativo le sostiene. Sólo basta con ver la última polémica entre Steven
Spielberg y Netflix, quien ha sido categórico en marcar una diferenciación entre las producciones
que se estrenan en las salas de cine, con aquellas que se lanzan masivamente desde el streaming,
llegando a miles de personas en todo el mundo.
Sin embargo hay algo más profundo que esto, y es un lazo indisociable entre la producción del arte
y el desarrollo tecnológico que permite su masificación y socialización, donde el nivel de
accesibilidad en este sentido, parecía hace unas décadas, imposible.

Walter Benjamin y el concepto de “Aura”

Sin duda, uno de los pensadores más importantes – y quizás troncal- relacionado a la discusión
entre el desarrollo tecnológico con las nuevas formar de arte, es el filósofo alemán y crítico del
arte, Walter Benjamin, quien tuvo un trágico final, se suicidándose en Portugal, mientras huía de la
persecución Nazi, en 1940.

Es en una de sus más célebres elaboraciones “La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica”, donde Benjamin desarrolla el concepto de “aura”, la cual define como “manifestación
irrepetible de una lejanía, por cercana que pueda ser” (8). Dicha concepción nace a propósito de
los importantes cambios que se venían desarrollando en el arte, primeramente al alero de la
fotografía, y después el cine, en el cual la obra de arte comienza a perder su autenticidad. Sin
embargo, el carácter contradictorio entre la pérdida de la experiencia “única” e “irrepetible”, y la
distribución indiscriminada de obras -por tanto la apertura a las masas- muestra el enorme
potencial que ve Benjamin en el cine, dejándose entrever a su vez -a modo de conclusión- una
diferenciación importante en el pensamiento fascista sobre el arte, y la concepción del
comunismo.

Pensar el “aura” frente al fenómeno Netflix

Esta curiosidad en Benjamin, que retrató y estudió a su vez como una pasión, resulta un debate
tremendamente actual, donde por una parte la fragmentación de la producción audiovisual,
pareciera repensarse en una época donde aquel potencial de masas al cual apostaba no sólo el
consumo sistemático de las imágenes montadas, sino también la experiencia cinematográfica,
termina siendo reducida a una posición aún mucho más simplificada, y en este caso una
trituración aún mucho mayor del “aura”. La película ya no necesita ser vista en una gran sala de
cine, ni tampoco las series de televisión o caricaturas necesitan ser esperadas ansiosamente cada
semana, sino que las secuencias llegan inmediatamente a la “smart tv”, al notebook, o inclusive al
teléfono celular. Y aunque parece un poco aventurado plantearse la “muerte” del cine como lo
conocemos, el tensionamiento entre la industria como una elite funcional a los intereses de un
puñado de empresas y productoras que amasan millones, sin duda es un escollo frente a un
competidor voraz como Netflix.

En este sentido las palabras de Herzog en el documental de Wenders, parecen tomar bastante
extensión en el futuro que conocemos por ahora, donde señala que lo que se mantiene en el cine
y lo que seguirá sobreviviendo es la “experiencia de una sala”, donde no existe la pausa, ni
interrupciones no contempladas al momento de encontrarse sentado junto a un grupo de
personas, compartiendo la misma película. Y aunque Antonioni se refiere a la posibilidad de
conocer un cine completamente diferente pasando de la cinta magnética a la digital por ejemplo,
quizás la más certera y demoledora reflexión la dará el mismísimo Spielberg, quien correctamente
aborda la cuestión del cine desde su peso económico en la realidad, refiriéndose al verdadero
propósito de la industria cinematográfica y los magnates que colocan los billetes, que es conseguir
“una cinta común, que permita recaudar la mayor cantidad de dinero posible, al menor costo”, y
en este caso, claramente Netflix –a modo de diferenciación-entra con un gran suplex al presentar
una enorme parrilla, y con una serie de temáticas -muchas de ellas críticas- siendo estudiados por
la misma empresa, los intereses por parte del público que les reproduce y consume
cotidianamente.

Netflix, capitalista antes que cualquier cosa

Sin embargo el desafío para Netflix, no termina de estar consumado, sino por el contrario, es el
inicio de una necesidad latente, por instalarse con bombo y platillo en la industria del cine. Y en
este caso, se hacen evidentes los intereses que están en juego, como controladores del flujo de
filmaciones y producciones a nivel global. Es cuestión de ver la última gran producción a la que
apuestan con todo, “The Irishman”, a cargo ni más ni menos que del mismísimo Martin Scorsese,
trayendo a escena a cuatro grades monstruos del cine: Robert DeNiro, Al Pacino, Joe Pesci y
Harvey Keitel. No por nada resaltaron una provocadora frase en su primer tráiler “Esto recién
comienza”.

Pero es claro, que detrás de toda esta “revolución” en la que busca convertirse Netflix, hay
millones en ganancias que chorrean tras cada material presentado y expuesto al público. Y en este
sentido –en lo estructural- no deja de ser muy distinto, de los lucrativos intereses de los que se
vale la industria del cine, como un nicho para los capitalistas y peces gordos de Hollywood, por lo
que el cine, al igual que las distintas manifestaciones del arte, se juega en lo cultural, pero por
sobre todo en la estructura económica que le sostiene y mantiene.

Por un cine bajo control de los artistas y trabajadores de la industria

Sin embargo aunque Benjamin caracteriza la pérdida del “aura” en la época de la reproductibilidad
mecánica, también por otro lado, reconoce su función social y de masas.

“En la reproductibilidad técnica de la oba de artística, modifica la relación de la masa con el arte.
De retrógrada, frente a un Picasso, por ejemplo, se transforma en progresista, pongamos por caso
frente a un Chaplin” refiere Benjamin, agregando “el cine no sólo se caracteriza por la manera en
que el hombre se presenta ante el aparato, sino además, por cómo, con ayuda de este, se
presenta en el mundo que le rodea”.

Y en este caso, si bien Netflix amplía exponencialmente el número de personas que pueden
acceder a materiales audiovisuales en todo el mundo, esto en ningún sentido significa una calidad
en la experiencia misma con la “obra de arte”, siendo recluida a un día domingo por la mañana,
acostado en la cama tomando desayuno.

Pero esto no es algo fortuito, la ligazón entre individualismo y neoliberalismo vienen de la mano,
en una sociedad que tiende al apartamiento de la vida social y colectiva en sus momentos de ocio
y entretenimiento, donde existe una accesibilidad inmediata al contenido que se desea, como
quien llama por teléfono para pedir una pizza o el balón de gas. Sin embargo, el problema no
radica ahí, sino en industrias cuyo propósito no es permitir la mejor experiencia con lo que se está
apreciando, sino los miles de millones de dólares que hay detrás.

Tal situación, retoma la necesidad de que el control de la industria del cine y el entretenimiento,
sea controlada y planificada por los mismos artistas y trabajadores de la industria, en perspectiva
de una sociedad, cuyas obras y producciones no dependan del total de ganancias que les genera a
un puñado de empresarios que se enriquecen, sino por el contrario, aquellas personas que
realmente desarrollan un cine bravo y rebelde, en la búsqueda de provocar algo más allá del mero
consumo de imágenes y sonidos, sino de provocar el miedo, la rabia, la alegría o la pena que solo
puede generar la compenetración plena con la obra de arte a la cual nos presentamos.

“Parecía que nuestros bares, nuestras oficinas, nuestras viviendas amuebladas, nuestras
estaciones y fábricas nos aprisionaban sin esperanza. Entonces vino el cine y, con la dinamita de
sus décimas de segundo, hizo saltar por los aires ese mundo carcelario. Así pudimos emprender
entre sus diversos escombros, confiados viajes llenos de aventuras”.

1. Benjamin se refiere al “aura” como a la “manifestación irrepetible de una lejanía, por


cercana que pueda ser”. Una especie de sensación “irrepetible” frente a la obra de arte,
donde el cine, consigue triturar aún más esta experiencia, dentro de lo que él llama la “era
de la reproductibilidad técnica”.
2. Uno de los puntos tratados por Benjamin, tiene que ver con la posibilidad de aquellas
obras de pintura o música que debían ser apreciadas de manera única e irrepetible, ahora
pueden ser parte de una decoración o incluso ser escuchadas en cualquier momento, sin
tener que trasladarse de su propia casa.
3. El documental pertenece al galardonado director y fotógrafo alemán Wim Wenders, quien
en “Chambre 666”, busca de manera provocadora a que sus compañeros cineastas tomen
una posición sobre lo que será el cine en el futuro, ante la profunda crisis que les golpeaba
por aquel momento”. Hay que mencionar que en 1982 el director realizó “El Estado de las
Cosas”, film que retrata en gran parte los duros golpes que comenzaba a mostrar el cine,
en medio de una encrucijada entre arte y capital.
4. La proliferación de cintas y reproductores de video, y la televisión como proveedor de
películas desde la comodidad del hogar, significaron al final de los setenta y comienzos de
los 80, significaron una gran incertidumbre en la industria del cine, sobre la viabilidad de
éste de poder mantenerse en el tiempo.
5. El “streaming” es un sistema de distribución digital a través de paquetes multimedia,
donde la persona junto con descargar el contenido a su vez lo va visualizando.
Actualmente ha tomado mucha fuerza por medio del uso de redes sociales y plataformas
de entretenimiento como Netflix o Crunchyroll.
6. Durante estos días se dio a conocer el cierre del penúltimo Blockbuster en el mundo,
quedando solamente uno en Oregon, Estados Unidos.
https://www.24horas.cl/tendencias/redessociales/ahora-solo-queda-uno-cierra-el-
penultimo-blockbuster-que-funcionaba-en-el-mundo--3149931#
7. Actualmente NETFLIX es la principal empresa de distribución de películas, series y
documentales vía streaming en el mundo. La empresa que comienza a finales de 1997 po
Reed Hastings y Marc Randolph, hoy es una de las empresas más lucrativas en
desarrollarse a nivel mundial, amazando el pasado 2018 ganancias de más de 1077
millones de dólares en nueve meses.
https://www.portafolio.co/tendencias/entretenimiento/las-millonarias-ganancias-de-
netflix-en-2018-522331
8. Definición de Benjamin, del Aura de los Objetos Naturales en “La obra de arte en la época
de su reproductibilidad técnica”. Compilado Iluminaciones. Editorial Taurus.

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