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Neoliberalismo y Educación
Neoliberalismo y Educación
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no puede ser de otra manera y por eso es necesario señalar las perspectivas de la globalización
capitalista y su programa neoliberal en curso.
La crisis global del capitalismo no es ignorado por nadie que tenga la capacidad de evaluar lo que
ocurre con la economía y la sociedad. El programa neoliberal ha sido trazado para enfrentar,
previsoramente, la crisis del modelo keynesiano que ya se mostraba incapaz de garantizar la
suficiente tasa de ganancia para la reproducción del capital en las mismas condiciones de la
compra-venta de la fuerza de trabajo que la clase obrera y el movimiento socialista internacional
habían obligado a conceder a los empresarios a través de su lucha en el contexto del "Estado del
Bienestar". Era necesario, en consecuencia, arrebatar a los sectores sociales desposeídos parte de
sus beneficios y desmontar las importantes funciones económicas de redistribución de la riqueza
que los estados se vieron obligados a asumir después de la gran crisis de l929-33. La vuelta a la
clásica economía de libre mercado se convirtió en un imperativo para el capital y los capitalistas,
pero en nuevas condiciones y con tareas de desmontaje social de derechos conquistados por los
trabajadores y las propias poblaciones, tanto del mundo desarrollado como de los países pobres y
oprimidos. El "horror económico" de fabricar desocupación masiva para abaratar la fuerza de
trabajo fue una de las iniciativas del grupo del Monte Peregrino, lo que se concretizó en las
medidas de flexibilización laboral, eliminación de los costos laborales, sistemas de contratación
temporal, eliminación de pactos colectivos de trabajo, ausencia del Estado como elemento tuitivo
en la relación entre trabajadores y empresarios. Se planificó la privatización de las empresas y
activos del Estado, incluyendo los servicios públicos para generar ahorro interno al servicio de los
inversionistas privados, concentrando la mayor atención en las empresas estratégicas y , por
supuesto, más rentables. Se obligó a los países pobres a priorizar el pago de la deuda externa
aunque el deudor más grande del planeta, EE.UU., no lo hiciera, reduciendo en aquéllos su ya
mermada capacidad de inversión productiva y social. La aplicación de este programa requería, por
cierto, de estrategias políticas con fuertes ingredientes ideológicos y suficiente capacidad de
persuasión. Primero, un ataque frontal contra el Estado-empresario, por ineficiente y
monopolizador, obstáculo para las innovaciones y la competencia del mercado. Segundo, la
sobrevaloración del papel del sector privado para generar puestos de trabajo y mayores ingresos
tributarios para el Estado. Tercero, el papel casi milagroso de la libre competencia para que micros
empresarios surjan y se desarrollen en el mundo globalizado, no importa que en éste escenario
unas 500 transnacionales impongan las condiciones del mercado, los precios y los requisitos
internacionales para comprar y vender mercancías. Cuarto, desde una concepción idealista del
conocimiento y de la ciencia como creación social, los neoliberales, tergiversando el papel del
desarrollo científico y tecnológico, han creado la idea de que es suficiente su posesión como bien
de consumo para garantizar economías de abundancia en el marco de la "sociedad del
conocimiento", cuando, precisamente, en las propias negociaciones de la OMC, del ALCA y de los
TLC las transnacionales pretenden imponer el monopolio de las patentes de sus productos y
fórmulas, reduciendo a millones de seres humanos y a la mayoría de países a la condición de
consumidores obligados de sus productos, impidiendo en estos el surgimiento de una industria
químico-farmacéutica nacional y, por ende, una política de salud soberana al servicio de toda la
población. Una sociedad diseñada de la manera en que estamos exponiendo las estrategias del
neoliberalismo, que no son las únicas, sólo puede producir mayores desigualdades en el planeta.
¿Y no es acaso que la mayor concentración del capital es hoy una de las consecuencias más visibles
de las políticas del Consenso de Washington, que perturba el sueño incluso de sus propios
implementadores?
Los neoliberales han pretendido producir una economía capitalista estable en un clima social sin
contratiempos, sin lucha de clases, sin conflictos internacionales. Este anhelo se acrecentó a partir
de l989 con la caída del Muro de Berlín, como símbolo de la única alternativa que quedaba a la
humanidad para una vida feliz: el sistema capitalista. El fin de la Guerra Fría significó para sus
ideólogos el "fin de la historia" y de las ideologías. Lo que hoy ocurre en el mundo significa todo lo
contrario. De la estrategia de la "guerra de baja intensidad" la potencia imperialista principal ha
pasado a la estrategia de la "guerra preventiva", como ocurre con Afganistán e Irak, que son
hechos ya consumados. Nada hace presumir, como quisieran los actuales dueños del mundo, un
siglo XXI de paz creado por el gran capital y las transnacionales. ¿No significa esto un fracaso
mirando la historia en perspectiva y no sólo en el corto plazo? La resistencia de los pueblos, la
lucha multifacética de los trabajadores, las exigencias ciudadanas por el respeto a sus derechos,
son los hechos que marcarán el presente siglo, a lo que se debe agregar la persistencia de la lucha
por el socialismo.
Se constata el fracaso del neoliberalismo. Podemos mencionar, para ilustrar ese fracaso, no
solamente el empeoramiento de las condiciones de vida de las tres cuartas partes de la
humanidad, ni el grado de concentración del capital a que ha conducido la estrategia de privilegiar
la libre competencia, sino los propios contenidos de las discusiones en las que se enfrascan los
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funcionarios de los organismos internacionales. Así tenemos que en Lima, durante la Asamblea
Anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) realizado en el mes de marzo, las "eminencias"
de la "planificación estratégica" concluyeron: (a) la pobreza ha aumentado en América Latina, (b)
no hubo crecimiento sostenido de la economía, (c) se han incrementado las concentraciones
monopólicas. A partir de estas comprobaciones, se planteó un conjunto de alternativas para
superar las "fallas" del modelo, desde las más agresivas y continuistas hasta las más ingenuas por
sus buenas intenciones. Entre las primeras están: completar las reformas neoliberales, es decir,
profundizar el capitalismo salvaje; modernizar más las economías emergentes y reducir la
volatilidad de las mismas. Las propuestas que expresan buenas intenciones se resumen como
sigue: promover alianzas entre capitales estatales y capitales privados para las inversiones, con
mayor importancia de los privados; aprovechar el crecimiento que se inicia en el 2004, sobre cuya
perspectiva el actual Ministro de Economía y Finanzas del Perú y conocido defensor y ejecutor de
las reformas neoliberales, Pedro Pablo Kuczynski, afirmó al respecto que tenía "la visión de que
América Latina esta empezando una década de crecimiento", agregando que "este año, 2004, es el
inicio de una nueva era"; más mercado y más Estado para eliminar concentraciones monopólicas y
generar un "nuevo Estado del Bienestar; la de Fernando Enrique Cardozo, en el sentido de "volver
a tejer relaciones entre economía y democracia", porque el Estado no es una empresa ni un tema
de eficiencia gerencial, contradiciendo con el verbo todo lo hecho en el Brasil durante sus dos
períodos gubernamentales; y como para jugar con la terminología de moda, advirtieron que no se
debe caer ni en el populismo ni en el tecnocratismo y que hay que promover la pequeña y
mediana empresa (LA REPUBLICA: 28.03.2004: 23 y 01.04.2004: 11). Más adelante, en el mes de
mayo, el Banco Mundial dio a conocer los resultados de su estudio sobre la situación económica y
social de América Latina y El Caribe, señalando, entre otros elementos, los siguientes: "América
Latina y El Caribe es la región del mundo con el mayor nivel de desigualdad no sólo en el ingreso,
sino también en los servicios como educación, salud, telefonía"; aplicando el Coeficiente de Gini,
Brasil es el país con mayor desigualdad y Guatemala es el país donde el 10% más rico recibe el
47,3% del ingreso total, mientras el 20% más pobre sólo recibe el 4,2% (LA REPUBLICA: 12.95.2004:
l7). Estos datos, que describen objetivamente los resultados de la globalización y del
neoliberalismo, se unen a las crisis financieras que se desataron durante la segunda mitad de la
década de los 90 en el Asia y que se produjeron también en México, Brasil, Argentina, convirtiendo
en volátil los capitales que habían ingresado sólo para multiplicarse, sin crear en estos últimos una
economía sólida. Lo ocurrido en Argentina a partir del menenismo constituye la prueba más
fehaciente de lo que significa la aplicación del neoliberalismo.
La preocupación central del neoliberalismo al iniciarse el siglo XXI y hacia delante es imponer las
condiciones establecidas con la creación de la OMC en el plano mundial y del ALCA en lo que
respecta a América Latina y El Caribe. Ciertas resistencias sobre la liberación de los mercados
respecto a las políticas de subsidios que aplican los países más ricos, tanto de Norteamérica como
de Europa, son expresiones concretas de las contradicciones existentes entre los países
imperialistas y los países pobres, pero cuya confrontación es sólo parcial por cuanto los gobiernos
de estos últimos carecen de un proyecto nacional de desarrollo con soberanía, de contenido
popular y democrático. Sin embargo, esta resistencia no se agota en las exigencias
gubernamentales para la eliminación de los subsidios y mejores condiciones para las exportaciones
de los productos del mundo subdesarrollado, sino que proviene también, y con un evidente
espíritu democrático y popular, de los más amplios sectores que expresan el descontento
existente frente a la globalización capitalista. Aquí está la raíz de la denominada lucha
antiglobalización, pero también del retraso para poner en marcha las políticas de los organismos
mencionados, como es el caso del ALCA a partir de Cancún 2003. Ante este obstáculo, las
transnacionales vienen impulsando los acuerdos bilaterales mediante los Tratados de Libre
Comercio (TLC) entre los gobiernos de los países ricos y los de los subdesarrollados, con la ilusión
de estos últimos de conseguir condiciones favorables, pese a que tales condiciones no aparecerán
en ningún momento como ha ocurrido con el TLC entre EE.UU., Canadá y México.
La lucha contra la pobreza es una de las supuestas finalidades de las políticas económicas y
sociales del neoliberalismo. Su ineficacia real tiene que ver con la visión unilateral de este
fenómeno histórico. El neoliberalismo tiene de la pobreza un concepto de falla coyuntural,
soslayando su naturaleza estructural y de clase. Por ende, su propuesta para eliminarla es pensada
desde los marcos del mantenimiento del sistema de explotación que explica su existencia en un
mundo científica y tecnológicamente capaz de crear todas las condiciones materiales y espirituales
para crear sociedades justas, desarrolladas y prósperas. Pero esta perspectiva de progreso y
modernidad al servicio de la humanidad carece de valor para el modelo neoliberal del
imperialismo.
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EL IMPACTO DEL NEOLIBERALISMO EN LA EDUCACIÓN DE AMERICA Y EL MUNDO
Así como las reformas estructurales de la globalización el neoliberalismo se han convertido en la
pauta fundamental de todo el mundo capitalista. Su ideología ha logrado influir en los más vastos
sectores de la sociedad, desde la forma de percibir la realidad, relativizando los conceptos de
verdad y los criterios de verificación de los hechos, dejando que los intereses individuales y los que
Chomsky denomina los Estados canallas determinen la validez o no de las ideas y acciones. Dentro
del mundo de la ideología, la educación ha sido impactada de manera importante con cambios
cualitativos en sus contenidos y sus objetivos, aunque no necesariamente en el sentido de la
superación de los problemas que fueron invocados para realizar los cambios.
Un primer impacto es la reducción paulatina del derecho a la educación gratuita como una
constante en todos los países, incluyendo aquellos que, como los países desarrollados de Europa,
donde el Estado del Bienestar había logrado satisfacer de manera significativa este derecho
conquistado en los últimos 3 siglos de modernidad y luchas sociales democráticas, habían
convertido a la educación en uno de sus pilares para el mejoramiento de la vida de sus ciudadanos,
una gran conquista de su modernidad avanzada. Primero Inglaterra y luego EE.UU., durante la
década de los 80, empezaron a reducir el campo de la gratuidad y a imponer las mejores
condiciones para ampliar el ámbito de lo privado. Pese a las promesas de gobiernos posteriores,
Blair en Inglaterra y Clinton en EE.UU., el derecho a la educación sigue aún como problema a
resolver, pues el crédito educativo y el sistema de becas, como en Canadá, sólo alcanza a
beneficiar a un sector muy reducido de la población estudiantil universitaria. Los demás países
europeos pretenden paliar la pérdida del derecho a la gratuidad con programas de apoyo a los
sectores con escasos recursos, con presupuestos adicionales, becas y subvenciones a las escuelas.
Pero los subsidios son la prueba de que el derecho a la educación seguirá siendo un problema a
resolver mientras los estados no garanticen la igualdad de oportunidades para todos, postulado
fundamental con la que nació la educación pública moderna en el siglo XVIII. En América Latina y El
Caribe, con la excepción de Cuba, la gratuidad de la educación, que siempre ha sido una de las
grandes limitaciones de los sistemas educativos de estos países, se ha reducido tanto como el nivel
de vida para el 50% de la población. Si antes de las reformas neoliberales el derecho a la educación
sólo existía en condiciones adecuadas para un sector limitado de la población, luego de más de 20
años de reformas neoliberales el problema se ha profundizado. El analfabetismo absoluto sigue
estacionario; el analfabetismo funcional ha tenido un aumento alarmante por los elevados índices
de ausentismo y deserción escolares; millones de niños y jóvenes en edad escolar no acceden a la
matrícula por problemas de pobreza. Pero lo más preocupante de este impacto es su connotación
ideológica, su conversión en casi una situación de aceptación resignada de que la educación
gratuita sólo debe limitarse para aquellos que no puedan pagar este servicio, y los estados no
están obligados a otorgar ese derecho a todos; que la igualdad de oportunidades se refiere
solamente a las condiciones que da la oferta educativa del mercado. La gratuidad aparece, en este
sentido, como una de las opciones en el contexto del mundo competitivo neoliberal.
Con las reformas neoliberales se ha producido un ostensible avance de la privatización de la
educación, incluso en países como Chile, donde luego de la caída de Pinochet los nuevos gobiernos
hicieron esfuerzos para recuperar de su abandono y funcionamiento desordenado las escuelas
privatizadas y municipalizadas en la década de los 80. Lo común es que la privatización de la
educación se ha convertido en una política generalizada de gran parte de los gobiernos que ven en
ella el camino más fácil para el manejo del presupuesto dedicado a la compra de armas, al pago de
una alta burocracia gubernamental y administrativa y al pago de la deuda externa. En la
privatización también se ha operado un proceso de contenido cognoscitivo, consistente en la
sobrevaloración de la calidad de la educación privada frente a la pública y del carácter empresarial
del sistema privado, que por ser tal, garantiza, per se, los resultados de "excelencia" y "calidad
total". Esta idea constituye también un impacto ideológico respecto a la privatización de la cultura
y la educación. Las leyes de educación elaboradas y promulgadas en el marco de las reformas
educativas y en el marco también de las reformas constitucionales, como ocurrió con México y
Perú (l990-l993), sólo para citar dos de los ejemplos más conocidos, han introducido el dogma de
la privatización de la educación y la apertura de la inversión privada para "ampliar la oferta
educativa". Un estudio de legislación comparada en materia de educación y cultura en América
Latina nos daría un mejor panorama del fenómeno de la privatización de la educación como hecho
político y como ideología.
A nivel de lo pedagógico, el neoliberalismo ha propiciado reformas curriculares que hoy se aplican
como las panaceas para la crisis de la educación. Sin negar la necesidad de plantear, elaborar y
desarrollar reformas curriculares como parte de la reforma educativa que requiere cada país, el
neoliberalismo ha promovido un tipo de reforma curricular que no ha resuelto los problemas del
bajo rendimiento escolar ni la falta de inserción de la escuela en el proceso de una economía para
el desarrollo de las naciones y pueblos. Las reformas curriculares neoliberales han introducido
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conceptos y procedimientos, así como contenidos, ajenos a las realidades de cada país. Uno de
ellos, el constructivismo de raíz piageteana, cuyos parámetros no interpretan las características
propias de los problemas sociales y humanos de las poblaciones latinoamericanas y caribeñas.
Otro, acaso el más importante, son los objetivos trazados para el aprendizaje y la formación de la
niñez y la juventud, como objetivos ideológicos y políticos de clara factura neoliberal: la formación
de mentalidades empresariales y competitivas en el marco de la "sociedad abierta" de libre
mercado. En función de este objetivo carecen de fuerza los valores de la solidaridad, la justicia (o
equidad) y los valores éticos que tanto se pregonan actualmente. De un currículo para el cambio se
ha pasado a un currículo para insertarse en la economía de mercado como la única posibilidad de
la pedagogía. Con este horizonte se prepara hoy a las nuevas generaciones de maestros, tanto en
los centros de formación estatal como privados. Conviene agregar en lo pedagógico la libertad que
los neoliberales otorgan a los dueños de las instituciones educativas privadas para imponer sus
propios valores "pedagógicos", su propia axiología y su propia línea pedagógica y, por ende,
curricular. El sistema de evaluación que vienen aplicando para medir el resultado de sus reformas
se adecúa a los objetivos de la pedagogía pragmatista y tecnocrática, tanto la que aplica UNESCO
como el Proyecto PISA, sigla de la denominación en ingles del Programme for International
Student Assessment (en castellano: Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes,
correspondiente a los países más desarrollados de Europa agrupados en la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económico –OCDE. Este sistema evaluativo del aprendizaje prioriza la
denominada "comunicación" en lugar del lenguaje, despojado éste de sus fundamentos
lingüísticos, es decir, teóricos o de fundamentación científica, pues lo único que importa es que el
sujeto sepa hablar y escribir para comunicar lo que le es necesario. La otra prioridad es el
conocimiento matemático, también orientado únicamente a resolver problemas para
desempeñarse en la vida; sus fundamentos teóricos y sus relaciones con la sociedad quedan como
preocupaciones de los especialistas. Y la otra prioridad son las ciencias, reducidas a su utilidad
inmediata. Es digno de mencionar algunas afirmaciones de un profesor de cierta universidad
privada del Perú, en un artículo que publica la revista "Palabra de Maestro" (VERGARAY DULANTO:
2004), dedicado a ponderar el sistema de evaluación PISA, en el cual señala, refiriéndose a la
evaluación en matemáticas, que "los correctores fueron advertidos para que ignoren la escritura y
los errores gramaticales, a menos que estos oscurecieran completamente el significado porque no
era una prueba de expresión escrita"(p 55) . Este desprecio por el uso correcto del lenguaje,
reflejo, éste, de una visión más clara de la realidad objetiva simbolizada por tan importante y
superior capacidad del desarrollo humano, sólo puede conducir, como viene ocurriendo, a no
evaluar integralmente el aprendizaje de los estudiantes, a separar de su formación lo técnico de lo
humanístico y científico, unidad indisoluble del conocimiento humano. Desde esta perspectiva
tecnocratista vienen surgiendo en América Latina nuevos profesionales que sólo pueden proyectar
ventajas para un sector reducido de la sociedad y convertir su actividad en supuesto ejercicio
"técnico" y apolítico. Esto concuerda con otra afirmación del mencionado Vergaray en el artículo
citado, cuando en su última recomendación nos dice que debemos "desdeñar el factor político al
momento de decidir la participación del Perú en una prueba internacional o al momento de
presentar y/o analizar los resultados, sólo deberían intervenir criterios técnicos" (p 56)
La confusión y el caos en los sistemas educativos reformados es otro de los impactos del
neoliberalismo en la educación actual, con mayor repercusión en los países latinoamericanos y
caribeños. La confusión en la aplicación de metodologías impuestas con apresuramiento y sin
acompañar con los materiales didácticos suficientes; sin la participación de los docentes en su
elaboración y discusión previas, produciéndose una contradicción de difícil solución entre lo
tradicional y lo nuevo, negando la relación dialéctica, de continuidad y ruptura, entre ambos
tiempos y sus contenidos. Lo importante es comprobar que lo "nuevo" de los neoliberales se trata
de imponer con los viejos recursos del autoritarismo y la defensa de los viejos privilegios de clase.
Pero la confusión pedagógica se mantiene. Por otro lado, los sistemas curriculares se han
convertido en estructuras yuxtapuestas y caóticas, sin resolver la falta de integración e
interrelación de niveles educativos. De igual manera, en lo administrativo campea el desorden y la
interferencia de funciones entre instancias centrales, regionales y locales dentro del proceso de la
descentralización de la educación.
Recopilado de http://www.redaccionpopular.com/articulo/neoliberalismo-y-educacion