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1.

La Unión Soviética

“Los líderes vienen y van, pero el pueblo permanece. Sólo


el pueblo es inmortal; todo lo demás es efímero”.
JOSEPH STALIN

La revolución de 1917, que tras la eliminación de la autocracia rusa y después del

gobierno provisional, resultó en el establecimiento del poder soviético bajo el control del

partido bolchevique. Esta revolución señala “la aparición de una nueva sociedad. La

religión es para ella, simplemente, una esclava del poder. Su fin es la destrucción de

toda aristocracia, la supresión del individuo del Libro de la Vida, la absoluta igualdad en

beneficio de la más terrible tiranía.”(Rubio Llorente, 1956).

Esta revolución se extendió por 8 meses y comprendió dos fases distintas. La

revolución de febrero de 1917 derribó la autocracia del zar Nicolás II de Rusia, el último

zar a gobernar, y trató de establecer en su lugar una república de cuño liberal. La

Revolución de Octubre por su parte derrocó al gobierno provisional e impuso al

gobierno socialista soviético. Revolución encabezada por Vladimir Lenin líder del sector

bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR).

Tras la caída del imperio la guerra mundial tocaba las puertas, ya que los Soviets

decidieron primero hacer la revolución y después la guerra. Aunque desde septiembre

de 1917 la guerra ya se sentía con fuerza, a razón de que los alemanes atacaron

conquistando Riga y debilitando enormemente al Gobierno provisional. Este ataque fue

impulsado por el gran interés de Alemania “en cerrar el frente oriental, para centrarse

en el occidental, reforzado con la entrada en guerra de los Estados Unidos”(Sánchez,

2015). Tal fue la contundencia del ataque que los rusos opusieron escasa resistencia y
se vieron obligados a suscribir el Tratado de Brest-Litovsk firmado por los bolcheviques

el 03 de marzo los bolcheviques en busca de paz.

El armisticio tenía un carácter muy fuerte, puesto que “perdía unos 750.000 kilómetros

cuadrados de territorio, así como el 24% de la población, el 28% de su producción

industrial y el 37% de su producción agrícola, pues Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia,

Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia en Occidente, así como Ardahan, Kars

(actualmente en Turquía) y Batumi (Georgia) pasaron bajo control de los Imperios

centrales.”(Sánchez, 2015). Este pacto se anuló rápidamente y los bolcheviques en su

nueva expansión imperial recuperaron prácticamente totalidad de los antiguos

territorios zaristas salvo Polonia, Finlandia y los Estados bálticos.

Durante el gobierno de Lenin se implementa una nueva constitución en 1918 y un

nuevo sistema económico conocido como la NEP, con el fin de hacer frente a la fuerte

crisis económica, desabastecimiento de alimentos y las hambrunas. “Esta reforma

planteaba una liberalización económica mediante la adopción de un tipo de capitalismo

de estado y con ello abandonó la política del comunismo de guerra.”(UNAM, 2012).

Además como menciona Sánchez (2015), la NEP “permitía la propiedad privada a

pequeña escala, la tenencia de parcelas de terreno por las que se entrega al Partido

parte de la cosecha. Tras esta reforma, la producción y la economía sufrió un impulso

espectacular, si bien, dentro del Partido, las visiones eran diferentes, pues para

determinados sectores esta política constituía una desviación de la ortodoxia

revolucionaria.” (pág. 44)


La Unión Soviética oficialmente llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,

fue creada en diciembre de 1922 con la fusión de la República Socialista Federativa

Soviética de Rusia, la República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia, la

República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética de

Bielorrusia. Esta unificación la convirtió automáticamente en un protagonista

internacional, por su oposición directa con el sistema político-económico hegemónico

ya conocido como capitalismo. De esta manera “nacía un nuevo Imperio cuyo objetivo

era establecer un frente único frente al cerco capitalista”. (Sánchez, 2015)

Estado soviético se establece como una entidad federativa de muchas repúblicas

constituyentes, cada una con sus propias entidades políticas y administrativas, pero

bajo el poder y el control de un partido fuertemente centralizado y centralizador, con

capital en Moscú. Esta etapa la conduce Stalin tras la muerte de Lenin en 1924, ya que

Stalin había sido secretario general del partido bolchevique desde 1922.

Desde entonces Stalin estuvo vinculado con el destino de la URSS hasta su muerte en

1953 y en ese camino “Stalin se deshizo de sus competidores políticos (los expulsó del

partido o los obligó a exiliarse) entre los años 1924-1927. En 1928, en medio de una

nueva crisis rusa provocada por el rompimiento diplomático y comercial por parte de

Inglaterra, así como por constantes levantamientos de campesinos, Stalin implementó

las bases de una dictadura y de un Estado totalitario.”.(UNAM, 2012). Durante la

dictadura estalinista también es abandonada la NEP en 1928 debido a la crisis de los

granos, y con el argumento de la necesidad de acumular rápidamente capital para

desarrollar una industrialización similar a la de los países capitalistas occidentales. Las

nuevas políticas económicas se centraron en lo siguiente:


“Colectivización de la agricultura y liquidación de los kulaks como clase social. A

partir de octubre de 1929, se obligó a 25 millones de campesinos a trabajar en

los koljoses o granjas colectivas. Así, en 1935 el 97% de las granjas eran

colectivas y en 1938 había 240 mil koljoses y 4 mil sovjoses o granjas del

Estado. Este cambio costó la vida de millones de campesinos por las hambrunas

de 1932, las deportaciones o las ejecuciones.

Industrialización. Mediante Planes Quinquenales el gobierno central estableció

los objetivos y las estrategias para fortalecer la industria pesada, los transportes

y comunicaciones, así como el sector militar. La URSS se industrializó con

creces, pero a costo del campo, desastres medioambientales, el agotamiento de

los recursos y enormes sacrificios de la población.”(UNAM, 2012)

En lo social se establecieron políticas a la medida de un régimen totalitario, en vista de

que la represión a la población se agudizó enormemente, así como también el número

de ejecuciones que superarían las muertes durante la guerra civil doblando la cifra. Las

muertes hasta 1937 llegarían hasta 353.074 muertes solo en ejecuciones, según lo

cuenta Gleason (2009).

Stalin muere en 1953 dejando un vacío en la dirección de la Unión Soviética y con las

puertas abiertas para que el nuevo líder del Partido y la unión hiciera reformas políticas

tanto en las relaciones internacionales, como en las políticas en busca de mejoras en

las condiciones sociales de la población como él las había hecho tras la muerte de

Lenin. Tras una pugna por el poder en el Partido Comunista, Nikita Jrushchov consigue

quedarse con el mando y “principia el proceso denominado de desestalinización,

denunciando, de manera sorpresiva –y sorprendente- en el XX Congreso del Partido


Comunista de la Unión Soviética en 1956, en el denominado discurso secreto, los

crímenes del anterior dirigente, criticando el culto a la personalidad introducido por

Stalin, el mal desempeño en la gran guerra patria, las purgas, el gulag, los

genocidios… en lo que parecía ser una corriente renovadora en la hermética e

inmovilista URSS.”(Sánchez, 2015,pág. 52).

Jrushchov rápidamente configuró una renovación en todos los campos de la política y

la economía de la URSS. Moscú hizo una jugada geoestratégica, dándole

trascendencia a los Estados de Europa oriental, ya que esta zona eventualmente ante

una guerra o invasión se convertía en una zona de tapón para la defensa preventiva. El

Mediterráneo también constituía un obstáculo ante posibles agresiones, pero desde

Stalin se le dio un interés de segundo orden como menciona Castillo (1994), “la URSS

no consideraba al Mediterráneo como un teatro principal, sino como una región

subordinada a los intereses soviéticos en Europa Central y en especial al objetivo

primordial de su política exterior, la creación de un glacis de seguridad que, a modo de

cinturón, impidieran nuevas agresiones sobre el territorio de la URSS.” (pág. 9). Esto se

debió a la imposibilidad de Moscú para desarrollar una fuerza naval que hiciera una

fuerte presencia en la zona y le hiciera frente al control que tenía la Marina británica y

Armada de los Estados Unidos sobre el Mediterráneo.

Este “desinterés” duraría muy poco, ya que se “impulsó el espectacular desarrollo naval

soviético, así como una decidida política de influencia y una voluntad de presencia en

los países ribereños aprovechando los conflictos que el mundo árabe mantenía con

Occidente.”(Castillo, 1994). De esta manera se comenzaba a tejer una nueva política

exterior dando una mirada al Tercer Mundo y en especial a los países árabes,
recortando la zona de influencia de Occidente y en especial de Estados Unidos. Y tal

como destaca Castillo (1994) “Si la URSS quería ser una gran potencia, no podía dejar

que el Mediterráneo fuera un lago exclusivamente americano. Imperativos políticos

imponían al menos la necesidad de pasear el pabellón por sus aguas.”. La endeble

fuerza naval de la URSS frente a la de Occidente se compensó con la diplomacia,

aprovechando desarrollo del anticolonialismo, fuertemente impulsado en el Tercer

Mundo y ganando cada vez más aliados en Asia y África.

Por otra parte, a raíz de la Segunda Guerra Mundial el Gobierno y del Partido soviético

justifican la invasión de los Países Checos y de Eslovaquia poniendo fin a las

especulaciones occidentales sobre una posible secesión checo-eslovaca, o incluso

desintegración del bloque socialista.

Como había mencionado anteriormente Jrushchov realizó múltiples reformas que van

desde “modestas liberalizaciones en el arte y la literatura, se abolieron los tribunales

especiales de los servicios de inteligencia y prácticamente se eliminaron los juicios

políticos. (…) Impuso el bloqueo a Berlín Occidental en 1960-1961 y que tropas

soviéticas reprimieron sangrientamente el movimiento reformista en Hungría en 1956.

También es en este período que las relaciones con China empiezan a

deteriorarse.”(Marxists, 2018). Así mismo Jrushchov intentó estrechar relaciones con

Occidente, pero se quedaría cortas por las repercusiones que trajo la crisis de los

misiles en Cuba y a esto se le sumó la ineficiencia en las reformas de agricultura y

administración, viéndose forzado a dimitir en 1964.

En el mismo año en que Nikita Jrushchov es removido, lo sucedió Leónidas Breznev.

Inmediatamente este pone fin a las reformas liberalizadoras, incluyendo a las que
trataban con expresiones culturales. Además, durante el gobierno de Breznev “se

recrudece la represión y desaparece la libertad de expresión a la par que se continua

con la expansión y pugna por el planeta, manteniendo unas poderosas Fuerzas

Armadas y la primacía del complejo industrial-militar frente a las necesidades básicas

de los ciudadanos.” (Sánchez, 2015, pág.53).

En cuanto a política exterior se ve una diferencia con Jrushchov ya que, aunque la

tensión con Occidente era creciente se vio una mejoría considerable. La firma del

“Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares”, los “Acuerdos de Helsinki” y la

apertura de una comunicación directa con Washington dan muestra de esa mejoría.

Hay que resaltar que la política exterior también comprendió la búsqueda de igualar la

fuerza militar de los Estados Unidos aumentando el porcentaje del PIB en gasto militar.

Los últimos años del gobierno de Breznev tuvo una decaída, “la economía perdió su

ritmo de crecimiento, la URSS se convierte en exportador de materias primas y se ve

obligada a tomar préstamos internacionales, en algunos ámbitos se rezagó en

tecnología, la agricultura decayó, se embarcó en la absurda guerra de Afganistán y

toleró muchas situaciones desastrosas como la indisciplina laboral y la corrupción.”

(Parra, 2013). Finalmente muere en 1982, reflejando abiertamente la crisis general por

la que a travesaba la URSS, tal como menciona Castillo (1994) “las dificultades

económicas se revelaban críticas al finalizar la década de los años setenta por lo que la

agresiva política exterior mantenida en los últimos años supuso una pesada carga

política y económica para el sistema, aunque era obligada a causa del papel de

superpotencia que pretendía jugar la URSS.” (pág. 24).


Yuri Andropov figuró como sucesor fugaz, ya que moriría un año después en 1983 y a

este le siguió Konstantin Chernenko con otro gobierno efímero al morir en 1985. Esto

se debió a la avanzada edad, puesto que eran de “la generación que había vivido en

primera persona el nacimiento de la Unión Soviética y que, por cuestiones obvias, no

podían afrontar la difícil etapa en la que se encontraba la Unión Soviética.”(Sánchez,

2015). Aunque Andropov no detentó el poder mucho tiempo, fue suficiente para que

este se plateara “la necesidad de llevar a cabo una serie de reformas, especialmente

sociales y económicas, que corrigiesen las disfunciones e insuficiencias que afectaban

la sociedad soviética.”(Castillo, 1994). Los cambios en la política exterior también se

hacían necesarios, así entro en la agenda de Estado las conversaciones para el

desarme con Estados Unidos y la posible retirada de Afganistán después de la

participación en la guerra civil de Afganistán en diciembre de 1979.

Afganistán solo había sido uno de los Estados envueltos en la contienda político-

ideológica de la Guerra Fría, también hubo presencia soviética y estadounidense en la

guerra civil griega, la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, la revolución cubana, la

guerra civil del Líbano, la guerra civil de Angola, la guerra del Golfo y la guerra civil de

Guatemala. Esta injerencia directa en el conflicto se denominaría “guerra subsidiaria”,

es decir que “medirían fuerzas las dos potencias más poderosas del mundo,

controlando a distancia las acciones y dándoles el respaldo económico y material a

unos actores de reparto que, por la coyuntura, se sumergían en un enfrentamiento que

era inevitable.”(Meléndez, 2014).

Mijaíl Gorbachov inmediato sucesor Chernenko continuó con la corriente reformista

para responder a una economía estancada, producto de los altos costes políticos y
económicos necesarios para financiar la lucha entre las superpotencias. Tres grandes

reformas impulsaron el deseo de Gorbachov de una reorganización, las cuales fueron

llamadas uskoreniye (aceleración), pero después los términos glasnost (liberalización,

apertura, transparencia) y perestroika (reconstrucción). Pero como todos sus sucesores

también prestaron importancia a la política exterior y las reformas no se hicieron

esperar, tal como destaca Castillo (1994) con “el rápido deshielo entre la URSS y

Estados Unidos desde el año 1985. De esta manera la Conferencia de Reikiavik entre

los dos máximos dirigentes, el abandono de la doctrina Breznev y el Tratado de

Washington en diciembre del año 1987, se llevó consigo los restos de la guerra fría

transformando rotundamente el mundo surgido de la Segunda Guerra Mundial, así

como la tradicional visión soviética del exterior.” (pág. 25).

Dentro de la URSS no todo era color de rosa, las medidas de la perestroika que se

enfocaba a la reestructuración del viejo sistema soviético de la economía planificada a

una economía de mercado capitalista y la glasnost o transparencia informativa para

luchar contra los casos de corrupción que imposibilitan el desarrollo del país, generaron

una fuerte oposición del ala conservadora del Partido Comunista. Muestra de ello

Sánchez (2015) manifiesta lo siguiente:

“Las disputas con Boris Yeltsin, secretario del Partido Comunista de Moscú, son

constantes, por lo que le destituye de todos sus cargos el 11 de noviembre de

1987, si bien en marzo de 1989 sería elegido diputado por Moscú, en votación

libre, para el recién creado Congreso de los Diputados del Pueblo, en los afanes

reformistas de un Gorbachov –poniendo de manifiesto, con estas medidas, la

autolimitación de la autocracia y la no eliminación de los rivales-, que, por otra


parte, retiró en enero de ese mismo año las tropas que, desde 1979, se

encontraban desplegadas en Afganistán.”(pág. 55)

Las medidas de restructuración y renovación no cayeron bien entre todos, aun mas

cuando la recuperación económica se hacía muy lenta y sus detractores veían que las

políticas habían desestabilizado el país y desorganizado el aparato económico, y a raíz

de esto más adelante le cobrarían factura. Sin embargo la única manera de realizar

cambios en la economía y llegar resultados favorables se hacía necesario un cambio

conjunto con el orden político, tal como apunta Milia (2015), “para llevar a cabo sus

objetivos económicos éstos deben acompañarse de un cambio en el orden político: el

pluripartidismo, elecciones libres (pág. 15).

Las elecciones para definir la continuidad de la URSS se celebraron en marzo de 1991

en 9 de las Repúblicas, ganando el mantenimiento de la unión con el 78%. Pero los

intereses de los conservadores del Partido Comunista provocan que se impulse un

golpe de estado para revertir la decisión de las “mayorías”. Pero “tras ese fallido golpe

de Estado de finales de agosto de 1991 (acción que pretendía evitar la firma del

llamado nuevo Tratado de la Unión, que reemplazaba a la URSS por la denominada

Unión de Estados Soberanos, en un intento de Gorbachov por salvar el Imperio

soviético), el proceso de descomposición se aceleró y extendió”(Sánchez, 2015,pág.

56).

A causa de estas medidas y la crisis económica serían el detonante para el auge de

movimientos independentistas, comenzando por las tres repúblicas bálticas que se

habían incorporado por las armas en 1940. “Las manifestaciones nacionalistas van

unidas, al apoyo a la perestroika y al deseo de mayor autonomía política y


económica.”(López Trigal, 1999). Le siguieron Estonia, Lituania y Letonia en un primer

momento e inmediatamente Ucrania, Bielorrusia y Moldavia les siguieron en declarar

independencia. En efecto las repúblicas restantes deciden suscribir un tratado que

haría de lo que quedaba de la URSS una federación de repúblicas independientes,

dejando de un lado la preminencia del poder central. De esta manera se da por extinto

el Estado Soviético y el nacimiento de la Comunidad de Estados Independientes.

Este tratado firmó el 08 de diciembre de 1991, en una reunión entre los presidentes

Yeltsin, de Rusia; Kravchuk de Ucrania y Shushkévhic de Bielorrusia, acuerdan, en el

que sería llamado Pacto de Belavezha. Dejando por fuera al resto de Repúblicas de la

URSS. Sánchez (2015) indica que “el resto de las repúblicas, especialmente las

asiáticas, dudan sobre el camino a tomar, pero, el 21 de diciembre, se firmaría el

Protocolo de Alma-Ata, en el que participarían el resto de Repúblicas Soviéticas -salvo

las tres Bálticas y Georgia- por el cual se unen a la Comunidad de Estados

Independientes,”. Gorbachov tuvo que dimitir de su cargo de secretario general del

PCUS y disolver al Comité Central. Oficialmente la Unión Soviética fue disuelta el 25 de

diciembre de 1991.

La disolución de la URSS trajo consigo grandes retos para estos Estados

independientes, por encontrarse “inmersos en un complicado proceso de transición,

estos nuevos Estados se enfrentan hoy a numerosos problemas económicos, sociales

y geopolíticos, mientras intentan construir una nueva articulación territorial en torno a la

poderosa Rusia.”(Sánchez Sánchez, 1995). De esta manera se da la quiebra del orden

mundial bipolar y del reparto global entre soviéticos y norteamericanos, que para

muchos el declive inició el 9 de noviembre de 1989, con la caída del muro de Berlín. La
Federación Rusa, se tornó como la principal heredera de URSS desde el 16 de marzo

de 1992.

Literatura citada
Castillo, F. (1994). La presencia de la URSS en el Mediterráneo (1945-1990), (0213-
6864), 9–29. Retrieved from https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?
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Lopez Trigal, B. (1999). El sistema internacional de fin de siglo. In E. Cátedra (Ed.),
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Sánchez, P. (2015). Marco geopolítico de Rusia : constantes históricas, dinámica y
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Cuadernos de Estrategia 178, 15–78. Retrieved from
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