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UNEFA

PLANIFICACION Y EVALUACION DE PROYECTOS DE OBRAS CIVILES


TRABAJO 2 – IV CORTE

LECTURA 4

LA TASA DE INTERES EN VENEUELA

Luis Brusco*

Un régimen de tasas de interés en una economía abierta debe cumplir un doble papel, uno dirigido a canalizar
lo más eficientemente posible el ahorro financiero y el otro diseñado para contribuir a la estabilización general
de la economía. Este último exige que el sistema de tasas de interés tenga la suficiente flexibilidad para que
oportunamente pueda compensar los efectos negativos sobre la economía proveniente de posibles ajustes del
tipo de cambio y que a su vez causen tendencias no deseadas de las reservas internacionales.

En Venezuela, durante el largo período de estabilización que experimentó el país entre 1950 y mediados de los
años 70 las tasas de interés como variable exógena tuvo poca incidencia. En esos años de inflación de un dígito
muy bajo las medidas de política solo procuraron mantener tasas reales positivas para estimular el ahorro
interno y el financiamiento a la inversión. Bastaba con mantener un férreo equilibrio fiscal, un régimen de tipo
de cambio fijo y sin control y una política monetaria guiada por un enfoque monetario de la balanza de pagos
para lograr los mayores éxitos de estabilización macroeconómica en el contexto latinoamericano. Así, cualquier
incremento del crédito interno del banco central que se tradujese en excedentes no convenientes de liquidez
se desmonetizaba en el corto plazo mediante reducción de las reservas internacionales y se eliminaban
presiones inflacionarias. Por supuesto, mantener estos resultados por mucho tiempo contó con el apoyo de
una industria petrolera consolidada y su capacidad de facilitarle al país una disponibilidad creciente de activos
externos representados principalmente por divisas norteamericanas.

A partir de finales de los años 80 y hasta los presentes años 2000 han ocurrido episodios desestabilizadores de
mucha significación generados por la combinación de impactos negativos del mercado petrolero con
indisciplina fiscal, los cuales obligaron (en algunos casos) a cambios en la política de tasas de interés para
restablecer los equilibrios macroeconómicos. En específico, los cambios fueron poner en vigencia esquemas de
flexibilización de las tasas de interés frente a las expectativas devaluacionistas que se desprendían de cualquier
necesario plan de ajuste general de la economía que se intentó aplicar, todo ello con el fin de administrar la
esperada salida de capitales y mantener buena parte del ahorro nacional para la recuperación posterior.

Lamentablemente durante el viraje de política económica de 1989 y sus consecuencias posteriores entre 1990
y 1994 parte de la gerencia bancaria no coordinó adecuadamente las medidas gubernamentales con la
búsqueda de rentabilidad de los institutos bancarios sin someterlos a mayores riesgos. Los resultados de esta
mala experiencia ya forman parte de la historia financiera del país. En cambio distinta fue la estrategia en la
conducción de la banca en años posteriores, incluidos los años 2000, lo cual se ha evidenciado en la evolución
positiva de las cifras del sector.

No obstante lo anterior, es muy importante advertir que Venezuela experimenta hoy profundos desequilibrios
económicos no comparables con el pasado, que han sido generados por sucesivos errores en materia de
política económica y que en el presente son acompañados con una situación petrolera no favorable, lo cual en
conjunto conforma un escenario que más pronto que tarde llevará a la banca a desenvolverse nuevamente
dentro de un esquema de tasas de interés flexibles mucho más sensibles a sus factores determinantes, y
además condicionada en su gestión por un largo período de represión financiera a la cual ha sido sometida.

Por tales razones parece sensato aceptar que estamos muy cerca de entrar en un período de transición hacia
un nuevo viraje de política económica que desde ya debería contar con mayor racionalidad en la conducta de
los agentes económicos para su adaptación. Así por ejemplo en el caso de la banca ampliar la protección de
todo tipo de riesgo y comenzar a diseñar estrategias de competitividad, principalmente por la vía de los
pasivos.

*Profesor de la UCV. Ex-Gte de estudios monetarios del BCV y profesor de la UCV. Jefe de estudios de
Aristimuño Herrera & Asociados.

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