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«Educar no es llenar un cubo, sino encender un fuego» —atribuido a William Butler Yeats,
pero la formulación original de la idea pertenece a Plutarco.
Así como la historia es horizontalmente una trama compleja que contiene tres duraciones
(los tiempos corto, medio y largo de FERNAND BRAUDEL), verticalmente está compuesta por
tres niveles de causalidad: imaginarios sociales, cultura y actores, colectivos como indivi-
duales. Los imaginarios sociales (no tanto en el sentido de CORNELIUS CASTORIADIS, sino
como cosmovisión o Weltanschauung) moldean la cultura, y a su vez son parte de ella. Son
poderosas fuerzas subterráneas, marcos generales, sobre los que se forjan las estructuras
políticas, económicas y sociales. Los imaginarios empujan, aunque no se vean. La cultura
política es la primera encarnación y el primer peldaño en la exteriorización y visibilidad de
este imaginario en la arena política. Un imaginario configura una cultura política y le da su
contenido. Por ejemplo: el imaginario protestante de la Europa del norte, formó la cultura
política liberal, individualista, pluralista y de respeto a ley que ha caracterizado a los países
de esa región.