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1. INTRODUCCIÓN
Para ir comprendiendo mejor este apasionante evangelio diremos que tiene una
particularidad, y es ésta: más que narrar los hechos el cuarto evangelio “los interpreta”.
Esto no afecta a su historicidad, dado que la historia no es únicamente la sucesión de
acontecimientos ocurridos sino es, ante todo, el sentido que ellos tienen y los efectos que
provocan. Este evangelio dirige una mirada contemplativa de Jesús y por ello requiere que
nosotros entremos en esa dinámica estando dispuestos también a contemplar.
Los hechos presentados en el evangelio, en la medida que son interpretados quieren
establecer una conexión con el lector. La puesta por escrito de las escenas y de las
enseñanzas del evangelio tiene una intención clara y definida: intentan impactar al lector,
de modo que éste pueda también creer.
~1~
Orígenes, haciendo alusión al texto del evangelio donde el discípulo amado se
recuesta sobre el pecho de Jesús dijo: “Hay que atreverse a afirmar que la primicia de todas
las Escrituras son los Evangelios, y que la primicia de los Evangelios es el de Juan, cuyo
sentido nadie puede captar sino después de reclinar su cabeza en el pecho de Jesús”.
El evangelio no pretende ser una crónica para que el lector tenga una información
detallada de lo sucedido sino que es un testimonio de lo que se encuentra en el fondo de lo
que sucedió y no fue captado por los protagonistas e interlocutores. Ya el hecho de
denominar “signos” a los gestos y a las palabras “testimonio” ya alertan al lector sobre la
profundidad del objetivo que se pretende con la obra.
1
La tradición (Papías de Hierápolis) mantiene que Juan muere a manos de los judíos como su hermano
Santiago (cf. Hch 12,1-2). Según otra tradición muere anciano y está enterrado en Éfeso.
~2~
La Comunidad Joánica
2
En la terminología teológica se entiende por “cristología “baja, a la que aplica a Jesús títulos que derivan
del AT y que corresponden a las expectativas del pueblo de Israel: mesías, profeta, siervo, hijo de Dios. Estos
títulos no implican la divinidad. La “alta cristología” implica reconocer en Jesús a Dios.
~3~
ser que ni siquiera la religión judía se libró totalmente de ese proceso de mutua interacción,
cuyos efectos se dejaron sentir tanto en el judaísmo rabínico como en el helenístico. Sin
embargo, por importante que fuera esa mezcla de la mentalidad griega con la hebrea no
cabe duda que, en el siglo I, se pueden distinguir dos principales corrientes ideológicas: la
tradición del AT (preservada por el judaísmo) y la orientación general de la filosofía griega
hacia el ámbito de la religión. Y aunque las dos eran mutuamente receptivas, en sí mismas
eran totalmente distintas.
El Antiguo Testamento
Juan depende del AT pero el
uso que hace de él es completamente
distinto del que ponen en práctica los
demás escritores neotestamentarios.
En comparación con otros
autores del Nuevo Testamento, sus
citas explícitas son menos numerosas
y rara vez recurre a la llamada
“prueba textual”, como son las citas
de cumplimiento tan comunes en el
evangelio de Mateo y con las que los
primeros cristianos trataban de
demostrar que Jesús era el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento.
Para sus citas este evangelio recurre a la versión de los LXX, aunque en alguna
ocasión es posible que cite directamente del hebreo. También es posible que usara otras
versiones o interpretaciones tradicionales.
Si bien, como se dijo precedentemente, Juan no utiliza muchas citas explícitas del
AT, un estudio profundo del evangelio demuestra que un buen número de temas
veterotestamentarios, que muchas veces aparecen plasmados en los sinópticos, han
penetrado profundamente en Juan y aparecen una y otra vez. Para dejar en claro esto
veamos el siguiente ejemplo. Mientras que en Mc 7,6s se cita el texto de Is 29,15 como
predicción de la hipocresía de los fariseos que invocan a Dios con los labios, pero con su
proceder rechazan lo que Dios quiere, Juan, por su parte no cita este texto de Isaías, pero
recoge su sentido y lo expresa con un toque de ironía. Así sucede en el encuentro de Jesús
con Nicodemo (cf. 3,1-21) en la discusión sobre el testimonio que el AT y Juan el Bautista
dan sobre Jesús (cf. 5,31-47), en el enfrentamiento con los judíos cuando Jesús cura en
sábado (cf. 7,19-24) y en 8,39-44 cuando intentan darle muerte.
Otro ejemplo de cómo Juan recurre a temas del AT pero no tanto a citas explícitas es
el siguiente: mientras que en Mc 12,29-33 (el diálogo de Jesús con el maestro de la ley) se
hace referencia a Dt 4,35; 6,4s; Lv 19,18 y 1Sm15,22, Juan no cita ningún pasaje
literalmente paralelo a esta escena pero es un tema del AT que ha ejercido gran influencia
en el pensamiento de Juan: la unidad divina y el mandamiento del amor. Por supuesto
Juan los reinterpreta: la unidad divina se refiere aquí a la unidad entre el Padre y el Hijo, y
el mandamiento del amor al prójimo (al israelita) se convierte en la exigencia del amor
mutuo, como rasgo característico de la iglesia cristiana. Podemos decir que Juan se acerca
al AT como cristiano.
~4~
Por lo tanto, el AT que Juan conocía tan a fondo que podía usarlo de manera global y
sin limitarse a textos específicos se puede considerar como un elemento primario del
trasfondo que subyace a su narración evangélica. El evangelio está enraizado en el AT y en
su teología.
~5~
Si bien el evangelio de Juan es el más helenizado es el que más conserva elementos
judíos tradicionales.
Pensamiento helenístico
Pese al hondo enraizamiento del
evangelio en el terreno judío no se puede pasar
por alto su “apertura” al mundo helenístico. En
el judaísmo de la época neotestamentaria se
daba un fuerte elemento helenístico tanto en
Palestina como fuera de ella (Alejandría). Por
lo tanto si Juan se gesta en el judaísmo de su
época es inevitable que presente influencia
helenística (vocabulario e ideas tales como la
sabiduría personificada, recordar que los libros
deuterocanónicos de Sabiduría y Eclesiástico
ya incorporaban matices del pensamiento
helenístico). La pregunta sería ahora si en el evangelio hay influencia helenística
proveniente de fuera del judaísmo.
No se puede negar el contacto en el lenguaje, en el planteamiento de los problemas y
en la actitud mental. No existe, en cambio contacto con la filosofía grecorromana. Sólo se
puede comparar con la corriente de ideas en la literatura hermética, mandea y gnóstica en
general.
Literatura mandea:3 secta bautismal gnóstica al este del Jordán. Algunos conceptos
teológicos centrales que le dan a la literatura mandea una tonalidad análoga a la joánica
3
La secta bautismal mandea se desarrolló entre los siglos I y II. Aún hoy existe en particular al sur de Irak
y al suroeste de Irán. Los árabes de su entorno los llaman Baptista. El idioma mandeo es un dialecto del
arameo oriental (hoy sólo entendido por los sacerdotes). Se asentaban cerca del río para favorecer el acto más
importante de su doctrina: el bautismo purificador. Se sienten seguidores del Bautista a quien consideraron el
Mesías.
~6~
(luz – vida, luz – tinieblas, la verdad). Se trata de una analogía formal en medio de
profundas diferencias de contenido.
Estoicismo:5 se sugirió un paralelo por el uso del término logos pero Juan lo utiliza
en sentido diferente.
~7~
grupo, quienes muy apegados a su maestro no quisieran pasar al lado de Jesús. Esta
situación se vislumbra también en los sinópticos: en Lc 7,19 el bautista envía a alguno de
sus discípulos a preguntar a Jesús sí es el que debía venir; en Mc 2,18 y Mt 11,18-19 los
discípulos de Jesús no estaban de acuerdo con el ayuno y en Mt 3,12 vemos que esperaban
a un juez.
El prólogo parece mostrar esta polémica al aclarar que Juan el bautista “no era la luz”
(1,8). Lo mismo que Jesús, él fue signo de contradicción que a algunos guió hacia Jesús y a
otros ocultó. Documentos más tardíos muestran que sus discípulos constituyeron una secta
en clara oposición a los cristianos.
Al mismo tiempo que en este evangelio se aclara la situación del bautista es notable
el elogio que se hace de él. Es el único evangelio que nos dice que los primeros discípulos
de Jesús vinieron del grupo que lo rodeaba (cf. 1,35-38). Este dato permite ver la
importancia y la estima de la comunidad primitiva hacia su figura, que también en los
sinópticos ocupa un lugar relevante en los comienzos de cada evangelio y en Hechos de los
Apóstoles (cf. Hch 1,5.22; 10,37; 13,24; 18,25; 19,3).
1,6 “Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Éste vino para un
testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él”.
1,23 “Yo soy la voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del
Señor”.
3,25 “Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de
la purificación. 26 Fueron, pues, a Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, está
bautizando y todos van donde él.» 27 Juan respondió: «Nadie puede recibir
nada si no se le ha dado del cielo. 28 «Vosotros mismos sois testigos de que
dije: „Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él.‟ 29 El que
tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, que está presente y le oye,
se alegra mucho con la voz del novio. Ésta es, pues, mi alegría, que ha
alcanzado su plenitud. 30 Es preciso que él crezca y que yo disminuya”.
Los textos anteriores, todos referidos a Juan el bautista nos muestran que él no es la
Palabra (cf. 1,23) es una voz. No es el novio sino el “amigo del novio”. No es la luz, (cf.
1,8) sino la lámpara. Mientras que en los sinópticos sobresale el bautista como precursor de
Jesús que prepara su camino, en Juan se recalca su tarea como testigo.
~8~
Controversia con los Judíos
La expulsión de los cristianos de la sinagoga fue un hecho que tuvo un influjo
importante en la puesta por escrito de la tradición joánica. Luego de la destrucción de
Jerusalén, los dirigentes judíos tuvieron importantes reuniones en la ciudad de Jamnia
(fines del siglo I d.C.). Uno de los aspectos tratados fue la expulsión de los nazarenos del
culto sinagogal, medida disciplinaria que había comenzado a implementarse antes de
Jamnia. De este modo se consumó la separación de la comunidad joánica de la sinagoga
farisea. Esto se constata en Jn 9,22; 12,42 y 16,2. Aspectos que resultaban enigmáticos en
este evangelio se ven clarificados si tenemos en cuenta que se redacta en una situación
marcada por este fuerte debate entre la comunidad joánica y la sinagoga farisea. Es así que
este evangelio refleja (aún más que Mateo) la controversia con los judíos expresada en la
terminología “los judíos” que adquiere, salvo algunas excepciones,6 un carácter peyorativo
a lo largo de sus páginas. La expresión “los judíos” aparece unas setenta veces contra las
cinco o seis de los sinópticos señalando a las autoridades religiosas, sobre todo de
Jerusalén, que son hostiles a Jesús.
También ha desaparecido en Juan la clasificación de las personas que hacen los
sinópticos: saduceos, escribas, herodianos, zelotas, pobres, ricos, pecadores, justos, etc.
Esto se debe en parte al dualismo terminológico del evangelio que nivela las distinciones
de clases. Ya sólo quedan buenos y malos, hijos de la luz y de las tinieblas. Pero también
ha cambiado, como vimos la perspectiva histórica ya que después del 70 sólo sobrevive el
Judaísmo fariseo y es así que éstos son mencionados en 19 textos. También se menciona a
los Sumos Sacerdotes del Sanedrín por su intervención en el juicio de Jesús que es esencial
en la historia como para olvidarla. Ya había pasado la época de la misión del cristianismo a
los judíos (tanto en Palestina como fuera). Ahora ya se estaba a favor o en contra de Jesús.
Los judíos convertidos ya eran simplemente cristianos y parte de la Iglesia, por ello cuando
se hablaba de “los judíos” eran los que no creían y habían rechazado a Jesús. A diferencia
de los sinópticos el evangelio de Juan no ataca a los fariseos por su conducta moral o su
hipocresía sino porque se negaron a creer en Jesús y se propusieron matarlo. Ha
desaparecido también la cuestión de la observancia de la ley que preocupaba a san Pablo.
Acá ya fue superada. Juan dirá “vuestra ley” (cf. 8,17; 10,34). El acento puesto en las
“fiestas de los judíos” denota también un tono polémico o una clara distancia respecto a las
fiestas (cf. 5,1; 6,4).
Este evangelio también, insiste más que otros en que Jesús es el Mesías cosa que
rechazaban los judíos (cf. 1,41; 4,25). Lo identifica con figuras del AT: el Siervo de Dios,
el cordero apocalíptico (cf. 1,29), el rey de Israel (cf. 1,49), el Santo de Dios cf. (6,69).
Controversia con los herejes cristianos: hay pasajes con intención antidocetista,7
donde se recalca la naturaleza humana de Jesús: “Y la Palabra se hizo carne y puso su
Morada entre nosotros” (1,14).
6
En 4,22 el término “los judíos” tiene un sentido religioso y nacional (no peyorativo).
7
Docetismo: herejía que como ya hemos estudiado proclamaba que Jesús había tenido un cuerpo aparente.
~9~
Alentar a los judeo cristianos y paganos cristianos y confirmarlos en su fe. Hay en
el evangelio indicios de la llamada a los cristianos venidos del judaísmo que si bien creían
en Jesús los angustiaba la separación de sus costumbres e instituciones. El tema de Jesús
que sustituye a las instituciones y fiestas judías era motivo de aliento para ellos que debían
abandonar sus prácticas al ser expulsados de la sinagoga. En 12,42-43 y 19,38 se señala a
los que creen en Jesús pero tienen temor de confesar su fe (cripto cristianos).
Prólogo: 1,1-18
Primera parte: “El libro de los signos o de las señales”: capítulo 1,19 al
12,50.
Epílogo: 21,1-25
Prólogo
Solo en el prólogo se lo denomina a Jesús como la Palabra (en gr. logos) que
algunas Biblias traducen también como Verbo. Jesús nunca se autodenominó así.
Algunos autores ven en el prólogo el resumen de todos los temas que se van a
tratar a lo largo del evangelio, algo así como la obertura de una obra musical. También
se lo ha comparado con la cima de una montaña desde la que se contempla toda la obra.
~ 10 ~
Primera parte: El libro de los signos o de las señales
Como hemos notado solo dos milagros tienen paralelo en los sinópticos, la
multiplicación de los panes y Jesús caminando sobre las aguas. El signo de las bodas de
Caná está narrado únicamente en Juan y los otros cuatro tienen alguna semejanza con
los sinópticos pero no constituyen verdaderos paralelos.
8
Cf. 2,11.18.23; 3,2; 4,48.54; 6,2.14.26.30; 7,31; 9,16; 10,41; 11,47; 12,18.37; 20,30.
9
Este signo no se encuentra dentro del ministerio público de Jesús sino luego de su resurrección.
~ 11 ~
Veamos ahora el siguiente cuadro comparativo que muestra las diferencias en el
tratamiento de los milagros entre los sinópticos y Juan.
Sinópticos Juan
10
Se narran muchos milagros (aprox. 30) Se narran sólo siete
Son llamados dynámeis. Son llamados "signos" (semeia).
Revelan al Reino. Es decir manifiestan la Revelan a Jesús y por ello los signos siempre
llegada del Reino inaugurado por el Mesías, están ligados a alguna verdad que se quiere
que lucha contra Satanás y los poderes del expresar de Él.
mal. Por ello hay expulsión de demonios. No contiene expulsión de demonios.
Son relatos más o menos cortos. Son relatados en forma extensa y con una
gran puesta en escena.
A excepción de los dos primeros signos (Boda de Caná y la curación del hijo del
funcionario), en este evangelio los signos de Jesús vienen acompañados por un
“dicho”, por un discurso que ilumina su sentido oculto y espiritual. Se trata de la
interpretación teológica de estos signos que se convierten en verdaderas catequesis. Un
ejemplo concreto es el siguiente:
Explicación: notemos como poco antes de la narración del signo obrado por
Jesús (la curación del ciego de nacimiento) el evangelista ha señalado que Jesús es la
luz del mundo. Luego se narra el episodio en sí que está íntimamente unido al discurso
anterior. Es por ello que el evangelista llama “signos” a los milagros, porque éstos son
10
El evangelio hace referencia a otros signos (cf. 2,23; 4,45;12,37)
~ 12 ~
signo justamente de algo más profundo y quieren revelar algún aspecto de la persona
de Jesús. Él ha sanado al ciego porque El mismo es la luz del mundo. Podemos hallar
el mismo modo de presentar otros signos en:
Ha sido denominada de este modo ya que en esta parte ocupa un lugar central el tema
del retorno de Jesús al Padre, a su glorificación, a su hora. Justamente el significado
característico del término “hora”11 en este evangelio es el momento supremo en que Jesús
cumplirá su misión. Abarca el lavatorio de los pies en medio de la cena,12 los discursos de
despedida, la oración sacerdotal, la pasión, muerte y resurrección. Sigue luego un epílogo
en 20,30-31:
“Jesús realizó en presencia de los discípulos otros muchos signos que no están
escritos en este libro. Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.”
11
El término “hora” a veces también es utilizado para señalar el espacio de tiempo medido por el reloj, por
ejemplo en 1,39 “hora décima” o en 4,6 “hora sexta”; pero lo que caracteriza al término en este evangelio es
la indicación de “la hora” como tiempo teológico, como por ejemplo en 2,4 “Mi hora no ha llegado”.
12
No hay relato de la Eucaristía (como en los sinópticos) pero sí encontramos el relato del lavatorio de los
pies que es exclusivo de Juan y en él muestra el sentido que tiene la Eucaristía, comunión fraterna y servicio
a los hermanos.
~ 13 ~
4. Características Literarias
Por otro lado, términos que son frecuentes en los sinópticos faltan en Juann como:
milagro, parábola, conversión, evangelizar, etc.
El término “los judíos” y “vida” se tratan más adelante.
13
Por su colorido semítico se puede deducir que el autor procede del judaísmo. Por su griego correcto y
expresivo a su manera, hay que pensar en una permanencia bastante prolongada en ambiente helenístico. Si
se busca al autor en la diáspora judía, poseía conocimientos de la lengua hebrea y formación judaica. No se
pueden entonces obtener un juicio seguro teniendo en cuenta el lenguaje.
~ 14 ~
con que chocan las parábolas en la tradición sinóptica (cf. Mc 4,12). Representa la
incapacidad del mundo para ver la verdad.
14
Se ha dicho que en Jn hay huellas de un cierto dualismo, pero no obstante su terminología dualista, no
existe un dualismo metafísico como el que se encuentra en la gnosis. Para Jn si el mundo es malo no lo es por
ser materia, sino sólo por haberse desligado de Dios.
~ 15 ~
al texto de 1,19 y luego constatar la repetición de la misma idea en breves relatos en 1,34;
2,1.11.13; 2,23; 4,43; 4,54; 9,1; 9,41.
5. La Teología de Juan
La teología de Juan es una de las más ricas y originales del cristianismo primitivo.
Muestra relaciones muy estrechas de contenido con el resto de la teología
neotestamentaria, pero por otra parte refleja la adaptación y la profunda elaboración
personal en vista de una problemática y un mundo de expresión del todo característicos. Se
puede decir que la teología de Juan se reduce a la cristología. El centro de interés lo
ocupan, casi exclusivamente, la persona y la misión divinas de Jesús: se habla de su
preexistencia, de su función creadora, de su presencia salvífica en el mundo, de su
encarnación, de su autorevelación, de su vuelta al Padre. Los demás temas se tocan dentro
de esta perspectiva: en la relación con la persona y misión salvadora de Jesús. Nos
centraremos entonces en la cristología joánica por constituir el centro de sus enseñanzas y
abordaremos también la escatología joánica debido a su particularidad.
Cristología Joánica
Jesús es el protagonista de todos los Evangelios, es su centro, es el objeto de que se
hayan escrito. Sin embargo Jesús en este Evangelio presenta características especiales.
Haremos a continuación una comparación con los sinópticos:
En este evangelio es muy frecuente la expresión “Yo soy” en boca de Jesús. Estas
declaraciones siempre se pronuncian en una situación concreta y como respuesta a ella.
Jesús remite al misterio del nombre divino revelado a Moisés en el Monte Horeb (cf. Ex
~ 16 ~
3,14). Al ser arrestado Jesús se designa como “Yo soy” (Jn 18,6) lo cual parece natural
pero es mucho más significativo y la prueba es que los guardias caen en tierra al oír esa
palabra.
Los “Yo soy” no quieren decirnos inmediatamente: soy aquel que dijo a Moisés: Yo
soy el que soy, Jesús no dice “soy Yavé” (eso sería introducir otro Dios frente al Dios
único). Dice: Yo soy y actúo de la misma manera que Dios es y actúa. Jesús habla como
Dios, da como da Dios pero habla porque ha sido enviado, porque Él ha sido dado.
Todo el comportamiento de Jesús demuestra que el Dios de Moisés es su Padre. Sin
embargo recogiendo su lenguaje y su acento Jesús se identifica con el “Yo” que hablaba a
Moisés. Hay entonces: identificación y distinción (cf. 8,28). El prólogo lo aclara al
distinguir dos Personas (cf. 1,1).
Al lado de estos “Yo soy” sin complemento hay otros más numerosos que marcan la
identidad de Jesús y una realidad misteriosa:
6,35.41.48.51 “Yo soy el Pan vivo... el que me come vivirá para siempre.”
8,12 “Yo soy la luz del mundo; la persona que me siga no caminará en la
oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.”
10,7.9 “Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo.”
10,11.14 “Yo soy el buen pastor.”
11,25 “Yo soy la Resurrección, el que cree en mí, aunque muera, vivirá.”
14,6 “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.”
15,1.5 “Yo soy la vid.... el que permanece en mí y yo en él ése da mucho
fruto.”
La mayoría de las veces esta realidad está inducida por la situación y por un signo
que acaba de realizar Jesús y que tiene también un valor de símbolo.
Esta característica de los “Yo soy” joánicos no proceden sólo del texto del Éxodo,
sino también del deutero Isaías, “Yo soy Yavé, fuera de mí, no hay Salvador.” (Is 43,11)
Is 43,1; 41,4; 43,15-25; 46, 4-9 etc. En estas fórmulas hay no sólo un eco del “Yo
soy” del Horeb sino también un complemento que expresa un don y una promesa. Ya en el
Horeb “Yo soy” envía a Moisés a su pueblo para liberarlo de la esclavitud en Egipto (Ex
3,14) lo cual ya es don y promesa pero que aún no expresaba como en el deutero Isaías las
definiciones de Salvador, vuestro Santo, Creador de Israel. Estas promesas se harán más
claras en Juan donde los “Yo soy” concentran en Jesús todas las promesas divinas, todas
las esperanzas mesiánicas y sobre todo lo que reúne a todas las demás promesas es la
promesa de la vida que siempre está asociada a estas declaraciones.
Yo soy el Pan
Yo soy la de vida
resurrección y la
vida
“para que todo el que crea tenga en él la vida eterna. 16 Porque tanto amó Dios
al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna.” Jn 3,15-16
“En verdad, en verdad os digo que el que cree, tiene vida eterna.” Jn 6,47
“En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que
me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, pues ha pasado de la
muerte a la vida”. Jn 5,24
“El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia.” Jn 10,10
Veamos algunos ejemplos más sobre el tema de la vida que son muy elocuentes:
“El Padre tiene la vida y la da al Hijo (Jn, 5,26; 6,57), el cual, como el Padre,
vivifica a quien quiere (5,21). Cristo es la vida en persona, que fue enviado al mundo. Su
mandamiento es vida eterna (12,50), tiene la vida en sí mismo (1,4). El puede decir de sí
mismo: “Yo Soy la Resurrección y la Vida” (11,25; 14,6). Sus palabras son espíritu y son
vida (6,63.69). Da agua viva (4,10; 7,38). Es y se da en comida como Pan de Vida
(6,35.48). Este pan es vivo y da a la vez la vida eterna (6,58).
La verdadera y auténtica “vida” pertenece al mundo de “arriba”, al mundo de lo
divino, y solo llega al hombre a través de Cristo, el revelador y portador de todos los
dones. El es el depositario y dispensador de la vida, da Vida la palabra de Jesús, no el agua
de la piscina, da vida el pan que baja del cielo, no el pan material. Pedro responde: “Tú
tienes palabras de vida eterna”.
~ 18 ~
La relación entre Jesús y el Padre
“Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al
Padre que lo ha enviado.” 5,23
“No me conocéis a mí ni a mi Padre, si me conocierais a mí, conocerías también a mi
Padre.” 8,19
“Quien reciba al que yo envié, me recibe a mí y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que
me ha enviado.” 13,20
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” 14,9
“El que me odia a mí, odia también a mi Padre.” 15,23
Estos textos señalan diversas actividades humanas que tienen como objeto a Jesús y
por tanto al Padre. Este misterio de unión e identidad se refleja en textos conocidos: “yo y
el Padre somos una misma cosa.” (10,30);
Estas afirmaciones se hacen desde Jesús. Desde aquel a quien los hombres: ven,
odian, conocen, reciben, honran y creen. Jesús es el punto de referencia, el criterio. Por ello
Juan se concentra en explicar quién es Jesús.
Jesús es:
el Hijo: Juan habla de Jesús como Hijo en muchas ocasiones, a las que se
debe agregar las numerosas veces en que habla del Padre (106 por parte de Jesús) y
unas 25 de estas 106 Jesús habla de “su Padre”. Por ello la figura del Hijo es central en
Juan.
El concepto de Hijo habla de una necesaria relación con el Padre que se expresa en un lazo
de dependencia del Hijo con el Padre por ello Jesús ha salido del Padre y ha venido al
mundo y deja el mundo para volver al Padre (cf. 16,28). Y el Hijo no se puede entender sin
el Padre. Jesús no puede realizar nada por sí mismo, no hace su propia voluntad, no ha
venido por su cuenta, etc. Todo esto expresa la relación íntima del Hijo con el Padre.
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El Espíritu Santo en Juan
La Escatología
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son presentados como realidades que ya están presentes y que son alcanzadas en la fe en
Cristo. Veamos los siguientes textos y notemos el presente de la salvación.
“En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me ha
enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, pues ha pasado de la muerte a la vida.”
(Jn 5,24)
“«Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive
y cree en mí no morirá jamás.” (Jn 11,25-26)
~ 21 ~