Cuadernos

l.dC�
1 Revista de estudios multidlsclpllnartos sobre la cuestión social f

Revista Semestral, Mo 2, N!! 2 y 3, Rosartó, lro. y 2dó. Semestre de 1994

:cuadernos
/.dQ�.
Editorial

1 Rema de estudios multldisclpfinarios sobre la cuesll6n SÓClal 1 Cuadernos es una publicación institucional en la medida que es
órgano del CiESAL que, a su vez, forma parte del Centro de Estudios
-I Consejo de R•dgcclón·. 1 Consejo Asesor Jnterdisciplinarios (CE/) de la UniversidadNacional de Rosario. En conse­
cuencia, las circunstancias de la vida de esas instituciones pueden llegar a
influir sobre sus publicaciones. El CE/ vivió en el curso de 1994 un importante
Director: Dora Barrancos
Ricardo Falcón Fernando Devoto proceso de reorganización que lo ha dotado de una mayor capacidad para la
Isidoro Cheresky · realización de sus actividades de investigación y docencia de posgrado. El
Secretarlos: Jorge Liemur CIESAL, editor de Cuadernos, tambiénfue alcanzadopor esa reorganización.
Gabrie/a Benetti Héctor Palomino Las modificaciones institucionales tuvieron dos efectos disimiles. En el
Cristina Bloj Ofelia Pianetto largo plazo van a significar una mejora de las condiciones en que despliega sus
Agustina Prieto Hilda Sábato actividades. En el corto plazo, tuvieron un efecto negativo en la medida que
Ana Maria Rigotti Ricardo Sidicaro alteraron el ritmo normal de las tareas. Fue por eso que se decidió publicar un
Claudia Voras sólo número anual, doble, que incluye los artículos previstos originalmente
para dos números semestrales.
NoemiAdagio -AdriánAscolani -Marice/ Bertolo-Mercedes Caila -Marta Felperin
Maria Pia Martin -Alicia Mejias -Juan Mauricio Renold -Horacio Torrent -Darlo Continuando con la política editorial fijada en el primer número, se
Macor - Susana Piazzesl. · encaran en éste grandes ejes temáticos. Por un lado, diferentes abordajes
interdisciplinarios sobre la ciudad, producidos desde la historia cultural, los
Cuadernos Jd(!¼J. es u,:za publicación del Centro Interdisciplinario de Estudios estudios urbanísticos, la antropología social y la economía.
S ociales Argentinos y Latinoamericanos (CIESAL), creado por resolución del Rector En segundo lugar, se incluyen trabajos sobre algunos temas que no son
de la Universidad Nacional de Rosario, Nº 1039/90, en el marco del Centro de muy frecuentes en los estudios sobre la cuestión social: su reflejo en la.
Estudios Interdisciplinarios (CE!). °Los articulos enviados para publicación son producción literaria y artística. Finalmente, se incluyen dos artículos sobre
sometidos a sistema de arbitraje. temas de historia social.
De esta manera, se cumple con los objetivos multidisciplinarios que
Collespondencia:
Ricardo Falcón Cuadernos tiene fijados. Pero, al mismo tiempo, como _lo indican las
Universidad Nacional de Rosario pertenencias institucionales de los distintos autores, se exponen resultados de
CEI (CIESAL) investigación de miembros del CIESAL, de otros investigadores de la Univer­
Maipú 1065 ¡ of _345 sidadNacional de Rosarioyde otras Universidades o instituciones académicas
2000 Rosario nacionales y extranjeras.
I.S.S.N. 0327-9634
Dirección Nacional del Autor, en trámite. El Director
 Sumario

• Miradas sobre la ciudad

Adrl6n GOREUK
Lo local y lo global: un debate sobre el reformismo.
Notas. sobre soclabllldad popular, ciudadania, espacio público y
Estadoén laBuenos Alres de entreguerras.................................................11

Horaclo E. TORRENT
Entre la palabra y el espacio.
La arquitectura en Rosario, de los.'70 a los '90.....................................25

· Cristina BLOJ
La dimensl6n metropolitana.
Espacios y procesos soclales .................................................................39

SIivia Alicia DOCOLA

De la aldea a la ciudad moderna
Rosario, 1866: lugar de debate.......................................................•......59

Ellsa PASTORIZA
Mar del Plata, 1886-1970:
representacl6n de una sociedad m6vil................................................79

Jorge·SCHVARZER
Del transporte ferroviario al 6mnlbus.
Cambios en las pr6cticas urbanas enBuenosAires, Argentina.............1O1

Luciano PRIVITELLO
Inventar el barrio: Boedo 1936/42:.......................................................113

7
• Arte, literatura y política
Beatriz GONZALEZ STEPHAN
Modernlzaci§n y dlsclpllnamlento.
La formación del ciudadano:
del espacio público al privado............................................................129

LeliaAREA
Escritura y política:
la novela argentina de Juan Manuel de Rosas........................; .........147

Agustina PRIETO
·1a Comedia Saciar de Suriguez y Acha:
una lectura de la modernización en Rosario, Argentina.................161

Guillermo A. FANTONI
Rupturas en perspectiva:
modernismo y vanguardia en el arte de Rosario................................177

• Temas de Historia Social

Carina FRID de SILBERSTEIN
La movilidad social de los inmigrantes reconsiderada.
Enfoques y perspectivas................................................................� .....185

María Luisa MUGICA

Sexualidades turbulentas:
ordenamiento y discursos sobre la prostitución
en Rosario entre 1900 y 1911..; ...........................................................203

9
 CUADERNOS... Año 2 - N º 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)

W WCAL Y W GWBAL:
UN DEBATE SOBRE EL REFORMISMO

NOTAS SOBRE SOCIABILIDAD POPULAR,

CIUDADANÍA, ESPACIO PÚBLICO Y ESTADO
EN LA BUENOS AIRES DE ENTREGUERRAS1

Adrián Gorelik*

A Leandro Gutié"ez

Durante la década de 1980 Leandro Gutiérrez y Luis Alberto Romero desarrolfaroii una
serie de estudios sobre los sectores populares urbanos de gran impacto · en el debate
historiográfico local. Al mérito de haber recolocado en el interés historiográfico los procesos
sociales de las décadas del veinte y el treinta, seguramente entre las más �esatendidasy peor
conocidas por la historiografía de Bµenos Aires, debe sumarse la búsqueda de reconceptuali­
zación de lo popular urbano, desde una perspectiva de historia social, cultural y política. Así
aparecieron . en escena una serie de actores e instituciones vinculados estrechamente a un
territorio (el barrio}, que fueron la cimiente de cantidad de estudios; para muchos, como para·
mí mismo, esa aparición fue el estímulo para la búsqueda de nuevos horizontes de indagación.
Hoy, los objetos de estudio construidos por esos trabajos (sociedades barriales,
bibliotecas populares, sociabilidad popular, lazos de participación territorial, redes culturales
no consagradas, etc.) forman un corpus que, con otros estudios que surgieron én el mismo ·
. período con intereses confluyentes -como los de Beatriz Sarlo y Adolfo Prieto sobre los
. procesos de formación de la cultura popular en Buenos Aires- constituyen el piso ineludible
de toda investigación sobre cultura urbana. Al punto de . que algunos de. sus postulados

* .Instituto . Rav·ignam
11
 GORELIK
parecieran haber alcanzado carácter de evidencia: la periodización, por ejemplo. Es indudable
que el peso -del quiebre producido en el año treinta había impedido pensar como unidad en
Argentina lo que en buena parte de la cultura occidental se individualizó siempre como un
período: entreguerras. Este nuevo recorte ·de un período a partir del enfoque sobre la
transformación que Buenos Aires experimentó entre su primer crecimiento explosivo (hasta
el fin de la Primera Guerra) y la formación de la ciudad masiva, la metrópolis ya
contemporánea, podría decirse, del peronismo; esta nueva periodización, se contraponía a la
clásica visión de "década infame", pero no porque construyera una hipótesis alternativa punto
a punto sobre el sentido político de esas décadas; sino porque·construyó otra dimensión de
estudio.
En un trabajo de 1989, en el que Gutiérrez y Romero presentaron una lectura abarcativa
de varios de sus estudios previos, comenzaban el primer párrafo diciendo: "Entre el fin de la
primera Guerra Mundial y el de la Segunda, Buenos Aires experimentó, callada y tranquila-
- mente, una serie de cambios físicos, sociales y culturales que configuran una etapa definida
de-su evolución social"2• Callada y tranquilamente: la caracterización no es inocente: nada
más alejado de la imagen cultivada sobre los años treinta (golpe, fraude, crisis, hambrunas)
que la apacibilidad de los adverbios elegidos. Están señalando sin duda la importancia de
procesos "subterráneos" -y puede leerse una referencia velada a la sorpresa de muchos
observadores que en el peronismo habían visto emerger fenómenos "del subsuelo" (de hecho
uno de los aportes de estos estudios será señalar la continuidad entre una serie de procesos
sociales y culturales previos y posteriores al 45); están, en verdad, presentando el problema
de los diferentes tiempos de la sociedad y la política.
Conviene enfatizar la importancia del reconocimiento, en la línea sugerida por Braudel,
de "diferentes tiempos" en el conocimiento histórico: primero, porque la historiografía
hegemónica en la Argentina, la política, casi siempre ha tendido a subsumir todas las
dimensiones históricas en los períodos delimitados por sus acontecimientos principales; pero,
en segundo lugar, porque, en este caso, la identificación de una temporalidad diferente permite
distinguir y la reflexión sobre ciertos procesos exitosos en la sociedad y la cultura popular,
de la revisión celebrativa de la década del treinta llevada adelante en general en clave
neoconservadora (desde el trabajo pionero de Díaz Alejandro), que desde la historia política
y económica ha procurado invertir el célebre apotegma con un nuevo maniqueísmo: "Ni
década ni infame", se titula uno de los productos recientes de esta reivindicación a tono con
el clima de época.
Ahora bien, la presentación de diferentes dimensiones y diferentes ritmos en la historia,
. dimensión urbana, algunas pistas sobre la relación entre sociedad y política de entre�erras,
leJos de resolver la cuestión de su construcción narrativa, la complica enormemente: ¿cómo
se vinculan entre sí esas dimensiones?, ¿cómo se entretejen hasta formar la urdimbre que
llamamos historia?, ¿qué de cada una de ellas aparece en el punto del tejido que elegimos
construir como problema historiográfico? En otras palabras, ¿cómo irrumpe, por ejemplo, la
política en esta construcción de un tiempo callado y tranquilo de la sociedad y hfcultura de
entregue� en Buenos Aires? Pregunta central si tenemos en cuenta que nos encontramos en
_ 12
Lo local y lo global...
una dimensión de la "historia social" cuya presentación ronda cuestiones netamente políticas
(sociabilidad, ciudadanía, participación) y que su temporalidad diferente se mantiene de todos
modos en un ciclo relativamente circunscripto por acontecimientos; siguiendo la caracteriza­
ción de Braudel, se trata también de una historia de "coyuntura" y no de la "larga duración"
de las historias estructurales o de las mentalidades. 3
La respuesta de los trabajos de Gutiérrez y Romero a la relación entre la coyuntura social
y la política fue, podría decirse, indirecta: ellos establecieron un "circuito cerrado" para la
cultura popular barrial (más allá de las hipótesis, más bien teóricas, sobre las vinculaciones
entre cultura "baja" y "alta", y más allá de la búsqueda de puntos de enlace en la figura
mediadora-de los "intelectuales orgánicos" dentro de esa cultura barrial), enfatizando una
visión autocentrada de las sociedades vecinales; y, desde ahí, realizaron un salto en el vacío
para constituirlas, por confianza política y reflejo funcionalista, en "nidos de la democracia".
Fueron de lo local a lo global, y encontraron que la caracterización de las instituciones
vecinales como dinamizadoras del espacio público "barrio", debía resultar coherente con una
caracterización política abarcante, que definía aquel espacio como ámbito de resistencia y
transmisión, de posta, de una democracia "al acecho". 4
En estas notas parto de aquel mismo interrogante -que me parece central para una historia
de la cultura argentina- sobre las relaciones entre los procesos sociales y de la cultura popular
y los acontecimientos y los ciclos políticos, para proponer algunas cuestiones que, a mi juicio,
permiten establecer un diálogo polémico con las respuestas dadas -a veces entre líneas- por
los trabajos de Gutiérrez y Romero. Y creo que una revisión del rol político de la sociabilidad
popular urbana de entreguerras abre la demanda, a su véz, de una relectura de las instituciones
"locales" que la posibilitaron, pero esta vez al revés, tratando de emprender el recorrido desde
lo global hacia lo local.
2
Como decía al comienzo, yo me inspiré en buena medida en los trabajos que estoy
comentando, pero para enfocar a su vez en una nueva dimensión de análisis: la de la ciudad
propiamente dicha, dimensión caracterizada por tiempos diferentes, algunos de ellos -
seguramente más largos, en la que también la relación "tangencial" -por usar una metáfora de
Manfredo Tafuri- con los tiempos de la política y la sociedad ha complicado siempre la
periodización. Sin embargo, es posible encontrar, en el entramado de esta específica
pero ya no en función de la unidad dada por el manojo de cambios "subterráneos" en los años
veinte y treinta, sino a partir de la identificación de un proceso de reforma pública urbana que
se desarrolla desde finales de siglo y se modifica drásticamente en los años treinta. Y es
recortada contra ese proceso de reforma que la cualidad política de las instituciones vecinales
podrá aparecer radicalmente diferente.
13
 GORELIK
Se trata de un "ciclo reformista" cuyo itinerario zigzagueante podría ser calificado con
la misma figura con que Real de Azúa sintetizó al batllismo uruguayo: "el impulso y su freno•.
Impulsos y frenos que forman parte de los propios límites internos en cada una de las diferentes
etapas y de los diferentes protagonistas de este ciclo reformista, puntuando sus ambiciones y
sus aporías; pero que también sirven para ver el ciclo completo como un impulso que va a
encontrarse, a comienzos de la década del treinta, con el freno de la modernización sin reforma
que caracteriza la acción de la intendencia de Mariano De Vedia y Mitre (1932-1938). La
peripecia completa de este ciclo muestra, en sus oscilaciones, ciertas relaciones entre estado
Y sociedad que afectan los modos en que se ha pensado el rol de la sociabilidad popular; sobre
todo, muestran el hiato que se abre entre la función de las instituciones vecinales como
constructoras de un espacio público local, y su función global, como socias de la intendencia
en la apuesta a la modernización contra la reforma y en la condena de las posibilidades de
formación de una dimensión ampliada de espacio público, el espacio público metropolitano.
La lectura que propongo enfoca los procesos de construcción de un espacio público
metropolitano en Buenos Aires entre fines de siglo y la década del treinta, como producto de
aquel ciclo de reformismo público. Pero conviene hacer una breve ·digresión para señalar que:
en este enfoque, espacio público quiere significar una unidad histórica de forma y política.
Desde este punto de vista es una noción de la que no se dispone un modelo teórico: cuando
la filosofía, la teoría política o la historia hablan de espacio público, se refieren en verdad a
esfera pública, como ámbito ideal, político, de articulación entre sociedad y estado; cuando
lo hace:° la teoría o la historia de la arquitectura, el espacio público se presenta como una
materialidad autónoma, como un artefacto definido por cualidades físicas y explicado por la
evolución de un discurso disciplinar. En una acepción, el espacio se convierte en escenario
(en lafonna de un contenido dado por la política); en la otra, la política y la sociedad se reducen
a tipología. Pero no se trata de identificar "invariantes" que garanticen algún tipo de relación
permanente entre cualidades espaciales y formas de sociabilidad política: la unidad que se
propone se plantea como un punto de tangencia frágil y provisorio; como una coyuntura, en
su doble sentido: como articulación de esferas diferentes y como ocasión puntual en la historia.
Si en determinadas formas aparecen involucrados procesos sociales, culturales o políticos, eso
es más el producto de una colisión, tan centelleante como efímera, que de una relación
perseguida y estable. Unidad de forma y política que, aunque no la hayan construido como
modelo teórico, emerge indudablemente de la polis de Arendt, o de la ciudad absolutista de
Habermas, en sus dos clásicos trabajos sobre la esfera pública: se trata de una unidad
coyuntural, construida en delicado equilibrio inestable, y de una estructural fugacidad.
14
Lo local y lo global...
3
La constitución del pensamiento urbano moderno desde la segunda mitad del siglo XIX
se produce en el marco de una triple tensión: hacia afuera en el espacio, hacia adentro en el
cuerpo social y hacia adelante en el tiempo; la expansión urbana, la integración social y la
cultura del proyecto, son las principales consecuencias de esa tensión modernizante.5 Lo que
caracteriza y unifica a las diferentes posiciones -sus impulsos y sus frenos- en este "ciclo
reformista" de las tres primeras décadas de la formación metropolitana (1895-1925) es la
relación ambigua con la tensión expansiva. En un primer momento, existe una oposición al
crecimiento que se vincula con la continuidad de un modelo previo de ciudad, un modelo que
viene de una tradición ingenieril que se remonta a la gestión rivadaviana y que se manifiesta
con claridad durante la intendencia de Alvear (1880-1887). El boulevard de circunvalación
que propone Alvear para la ciudad capital reproduce, con un lógico desplazamiento hacia el
oeste (en los sesenta años transcurridos la ciudad ha crecido), el gesto de Rivadavia con la
creación del boulevard Callao: el nuevo boulevard se piensa como borde y frontera sanitaria,
verde, de una ciudad pequeña y concentrada, que debe renovarse sobre sí misma. 6 Esta línea
de pensamiento, fundada en las ambiciones típicas de la "ciencia urbana" decimonónica,
control, regularidad y homogeneidad, sigue vigente hasta la primera década de siglo, a pesar
de que en 1887 la Capital crece más de cuatro veces con la anexión de los municipios de Flores
y Belgrano; se manifiesta en infinidad de proyectos, como el de Blot y Ebelot para trazar un
canal de circunvalación en tomo a Buenos Aires uniendo el arroyo Maldonado con el
Riachuelo (1888), y se manifiesta, centralmente, en la creación, entre 1895 y 1904, de un
verdadero ¡Error!No se encuentra la fuente de la referencia. Perimetrales que, en los términos
del intendente Bullrich cuando inaugura· el Parque de los Patricios en 1902, intentan frenar
la irracional "aglomeración de familias en el suburbio".7
Pero en esos mismos años, el gobierno municipal proyecta una grilla para todo el
territorio ampliado: la cuadrícula del Plano de 1904, que define manzana por manzana la
futura ciudad expandida. Y a partir de ese momento, esos parques que se imaginaron como
frenos de la expansión, van a funcionar dentro de la grilla, en realidad, como imanes de las
intervenciones públicas y como focos irradiadores de sociabilidad, como verdaderos
laboratorios de una práctica pública de localización de valor en el nuevo suburbio. El estado
utilizará estas intervenciones como modalidad reformista de buscar un complemento entre ei
norte ¡Error!No se encuentra la fuente de la referencia. Y el sur ¡Error! No se encuentra la
fuente de la referencia.. Y no es casual, entonces, que esas operaciones se multipliquen en ei
sur y que, a partir de ahí, ese modelo de intervención se identifique con el organicismo d·e la
idea de barrio: se trata de dotar de núcleos de sentido moderno a áreas configuradas sobre
desechos de un pasado tradicional, lo que· empalma con los principales intereses de las
nacientes instituciones vecinales, constituyendo al parque como centro cívico y natural, como
modelo de "comunidad moderna" recuperada en la metrópoli.
15
 GORELIK
El artefacto clave, de todos modos, aunque contradictorio con las ambiciones organicistas
del parque y el barrio, es la propia cuadrícula universal. Conviene revisar el significado del
trazado amanzanado en la Buenos Aires del fin de siglo: más allá de su función especulativa,
puede hablarse de un rol reformista de la cuadrícula universal. Frente a la inexistencia de
alternativas técnicas más avanz.adas en el momento de la anexión de los nuevos territorios (y
frente a la creciente demanda de los propietarios y especuladores que veían con esa anexión
aumentar las posibilidades de venta de sus terrenos a través de la subdivisión), el traz.ado de
un plano homogéneo fue la forma en que el estado se hizo presente, en un momento de enorme
inestabilidad y movimiento, como garantía de la renta pero también como respaldo público
a la potencial urbanidad. La cuadrícula funciona como una promesa de equidad e integración
en el territorio ampliado, por el simple trámite de suponer un tablero común, público, que
busca asegurar la comunicación futura de múltiples e incontrolables operaciones privadas. Es
· la grilla anónima de 1904 la que conlleva el nacimiento cultural del suburbio: es el instrumento
público que crea un mercado y, en el mismo diagrama, le impone a sus mecanismos
diferenciadores un reaseguro de homogeneidad e integración urbana. Búsqueda de homogeneidad
que, entonces, al menos en un momento inicial, es también una búsqueda de igualación, que
emparenta a la grilla con otras instituciones públicas de reforma, como la educación y la
sanidad, y que está en la base de una serie de procesos de socialización pero también de
consolidación de las propias instituciones, como las reformas electorales que se suceden desde
comienzos de siglo. De este modo, la grilla metaforiza y materializa una variedad de
expresiones de esa ambición de universalización racional y equitativa de los derechos públicos
típica del ciclo del "reformismo conservador".
Justamente, una característica de este reformismo público, son sus tensiones internas
con su propio modelo organicista. A diferencia del barrio, a diferencia del cúmulo de
intervenciones públicas que se organizan en tomo al modelo del parque, la cuadrícula no
favorece ninguna nostalgia sobre la recuperación de un centro. El parque organiza y cualifica,
diferencia; la grilla de 1904, al mismo tiempo que es la condición para que esa cualificación
se expanda a nivel metropolitano, es radicalmente indiferente y homogeneizadora. Con el
fondo de este conflicto entre la búsqueda de organicidad del parque y la explosión de toda
forma que conlleva la uniformidad de la cuadrícula, es que puede tener sentido salvar una serie
de mediaciones para afirmar que estos instrumentos formalizan en el territorio la larga serie
de intervenciones públicas que se verían coronadas con la reforma electoral de 1912: si la
cuadrícula es la manera de poner en caja, literalmente, a propietarios de la tierra y a
proletarios, proyectándolos como ciudadanos, el parque es el modelo de comunidad que tales
ciudadanos deben formar.
Son sus propias contradicciones entre los dos modelos las que harán que este reformismo
público intente no llevar ninguno hasta las últimas consecuencias: durante las dos primeras
décadas del siglo, los productivos efectos de la expansión y de la colisión entre la grilla y el
parque (en primer lugar, la formación del artefacto público barrio en el suburbio), se darán
en un proceso silencioso, a espaldas de los principales debates que siguen pensando la reforma
16
==:.:.:.:�--------------------
Lo local y lo global•..
a partir de 1918, con el
urbana (diagonales, avenidas) para el centro tradicional. Recién
nte partir de la extensión de
(a
ingreso de un nuevo reformismo político al Concejo Delibera
y con el fortalecimiento de las
la Ley Sáenz Peña a las elecciones de concejales municipales)
de esos efectos y de la
sociedades vecinales, va a hacerse posible la aceptación pública
necesidad de incorporar a los nuevos barrios a la ciudad .
Aquí veremos superponerse dos líneas de reformismo, ambas recortadas contra el
localismo constitutivo de las Sociedades de Fomento: la tradición del reformismo público
"conservador", que se instala fuertemente en las oficinas técnicas municipales desde finales
de siglo .Y alcanza un momento de condensación en el Proyecto Orgánico de Urbanización
del Municipio de 1925 (Plan urbano encargado por la intendencia de Noel a una comisión
técnica); y la del reformismo socialista municipal, que va a hacer su principal experiencia
parlamentaria entre comienzos de la década del veinte y finales de la del treinta.
El primer reformismo se constituye a través de una lenta acumulación y consolidación
de instrumentos técnicos y equipos burocráticos y profesionales en el estado. Es un
reformismo que trabaja sobre los intersticios del laissez-faire, que imagina su acción como
tareas de compensación en pos del ideal de una ciudad y una sociedad homogéneas a partir
de acciones igualadoras "desde arriba": una reforma moral, social, política e higiénica. La
grilla y el parque son los símbolos urbanos más altos de sus principales aporías: la búsqueda
de racionalidad y equidad social tiene como contracara la imposibilidad de guiar el mercado
urbano; la búsqueda de organicidad y construcción comunitaria tiene como contracara las
precauciones que la propia ambición integradora genera, en términos de anomia y desintegración.
El estallido de todo "reconocimiento" de ciudad que conlleva la grilla, tiene su contracara en
la búsqueda de "figuración" del típico espacio urbano de reconocimiento, el parque. Pero, a
. su vez, la "figuración" del parque no es sólo el atributo de una elite social que diseña espacios
en los cuales reconocerse y representarse, sino también es una "figuración" en términos de
proyecto de sociedad futura, que la elite política y las propias lógicas institucionalizadas de
reforma en el estado, dirijen al conjunto de la sociedad. En este juego de contradicciones, para
el reformismo público urbano homogeneidad y equidad equivalen a control y contención,
aunque estos últimos objetivos no seanlogrados,y, por ende, los primeros se mantengan como
ideales en fuga.Juego de contradicciones que podrá ser variado recién en el Plan de 1925, que
acepta la expansión y las consecuencias de la grilla de 1904 ya no como un mal menor, sino
como.una potencialidad que debe ser explotada en función de rediseñar la figura urbana al
compás de los cambios que la consolidación de la corona de barrios ha significad�: se trata
del primer plan que sé apoya en.la configuración de la nueva ciudad ampliada como unidad
urbana, social y cultural..·
El reformismo socialista, por su parte, había dado primero ese paso, aunque no desde
una perspectiva "técnica", sino a partir de su·irrupción política en el gobierno de la ciudad.
Este ·reformismo intenta ponerse a tono· con el conjunto de experiencias internacionales, en
entreguerras, de gestión socialdemócrata de la ciudad (por definición, Viena y Berlín "rojos")
aunque no tiene ni los mecanismos institucionales ni las convicciones técnico-políticas para ..
17
 GORELIK
protagonizar una Buenos Aires roja: por una parte, el Concejo Deliberante, en el que el
socialismo es con frecuencia mayoría, carece de poder frente a la intendencia (no electiva);
por otra parte, el socialismo va a seguir manteniendo una relación complicada con el dato de
partida para cualquier política urbana reformista: la expansión de la ciudad. Desde su ingreso
en el Concejo, el socialismo se debatirá con la dinámica expansiva de la ciudad: es imposible
no advertir una ambivalencia paralizante en sus propuestas, entre la justicia de los reclamos
de flamantes habitantes de terrenos que la mayor parte del año están bajo el agua, y la flagrante
injusticia que yace en el propio proceso que pone esos terrenos en el mercado, con los
"terratenientes de laguna" como únicos beneficiarios. La expansión es experimentada por el
reformismo socialista como un círculo implacable: las escasas mejoras con que el estado puede
llegar al suburbio para hacerlo más habitable una vez que se loteó, lo único que producen es
que se loteen con más facilidad tierras aun más inhabitables. Pero al mismo tiempo el
socialismo es en la ciudad la representación de esos intereses contradictorios.
Esta tensión, en correlato con los avances técnicos introducidos por el Plan de 1925,
llevará a modificar una cantidad de premisas y le permitirá al reformismo, hacia comienzos
de la década del treinta, identificar una vía de expansión urbana que toma distancia de la
equidad abstracta de la grilla, en cuyo irrestricto respeto al laissezfaire resultaba imposible
seguir avanzando con la reforma. De tal modo, el reformismo completa un ciclo, incorporando
la expansión urbana (no como realidad del mercado, sino como proyecto de ciudad) como
requisito inescindible de la integración social y del proyecto político de transformación: la
manifestación más alta de la conjunción de esta triple tensión modernista-reformista será la
intensa discusión, durante la década de 1925 a 1936, sobre la necesidad de conformar un nuevo
centro cívico metropolitano en el centro geométrico de la ciudad expandida, redefiniendo la
ciudad tradicional (y su gestión) en función de la potencialidad política y la realidad regional
de los nuevos suburbios.9
Pero el momento más alto de esa experiencia coincide con la intendencia de Mariano de
Vedia y Mitre ( 1932-1938), que realiza la primera celebración de la cuadrícula en el territorio
de la Capital como la aceptación de lo que el devenir de la ciudad (el mercado) ha dictado.
Se trata de una "modernización sin reforma" que realiza tres operaciones trascendentes en la
ciudad, que definen su perfil contemporáneo practicamente hasta nuestros días: la
rejerarquización del centro tradicional en desmedro de todos los intentos por definir una nueva
figura urbana con un centro para todos los barrios integrados a la ciudad tradicional; la
consolidación de la cuadrícula proyectada sobre todos los espacios abiertos que todavía a
finales de los años treinta penetraban fuertemente al perímetro capitalino; y la simétrica
· negación de la expansión metropolitana, produciendo un repliegue político éle la ciudad sobre
sí misma.
18
Lo local
� .
.:'� '
y lo global...
-
4
Con respecto a la rela�ión de estos procesos de "reforma y contrarreforma", con la
actividad y las posiciones frente a la ciudad de las asociaciones vecinales, lo primero que surge
como evidencia es que hay una coincidencia básica entre las aspiraciones localistas y los
prejuicios antipolíticos en que se constituyeron las instituciones barriales, sobre todo las
fomentistas, y el tipo de modernización sin reforma de de Vedia, porque la reforma siempre
requiere una visión global y política del proceso de transformación de la ciudad.
Podría decirse que el ciclo de las instituciones vecinales es el mismo del debate qui::
analizamos: su aparición pública y su multiplicación coinciden con la transformación públi�
del suburbio a comienzos de la década del veinte, y su opacamiento (en el sentido del papel
acti�ador del espacio público) se acelera a partir de mediados de la década del treinta. Es
notorio que la proliferación de asociaciones de fomento en los años veinte tiene que ver con
la definición de los barrios suburbanos y la multiplicación de sus problemas materiales, pero
también con un fuerte impulso estatal, mediante la política de reconocimiento del Departa­
mento Ejecutivo. De hecho, es en 1920 cuando se crea el registro de estas sociedades y cuando
los intendentes radicales comienzan a trazar una serie de relaciones directas con sus dirigentes,
intentando saltear la representación política en función de recrear lazos territoriales,
empleando la obra pública como moneda de cambio para las prácticas de la "política criolla".
· Este es un primer punto importante: conviene dejar de ver a las sociedades vecinales como
la ·respúesta social directa a un problema material, los inconvenientes urbanos del suburbio;
eÍ barrio se construye desde el inicio como un territorio de conflicto entre identidades sociales,
culturales y políticas, que dirimen su lugar también a partir de los probkmas materiales.
Respaldados abiertamente por el intendente Noel, en las elecciones de 1925 participa
. una Federación de Sociedades de Fomento con consignas contra los partidos representados
en el Concejo Deliberante; en verdad contra el propio funcionamiento "político" del Concejo
y a favor de una representación "directa" de las necesidades de los barrios. Esto inici¡_¡ una larga
tradición de entente entre los intendentes y las "fuerzas vivas" de la ciudad (el fo�entismo,
los "partidos vecinales", las cámaras comerciales o empresarias, etc.) que siempre buscaron
modos de articulación corporativa de la gestión en reemplazo de la política, a la que señalaron
unll,Y otra vez como el principal obstáculo para el "progreso" de la ciudad: una forma de la
p91ítica vergonzante, que se justifica a sí misma sosteniendo que ni sus móviles ni sus modos
organizativos son "políticos".
-Pero esta definición de la acción política en la ciudad reconoce una tradición más larga
aún. Marcela Temavasio ha analizado dos posiciones confrontadas en los constitucionalistas
del siglo XIX sobre el gobierno municipal: la que sostenía que la ciudad debía ser un espacio
político que formara parte activa del sitema político nacional; y la que distinguía entre un
ámbito político, el de los estados nacional y provincial, y un ámbito administrativo, el del
estado municipal: para el primero preveía la acción de ciudadanos de modo igualitario, para
19
 GORELIK
el segundo la de "vecinos" calificados de acuerdo a la propiedad y la renta, al modo del sistema
estamental del Antiguo Régimen. ID En esta última posición, el municipio se define como un
ámbito en el que priman los intereses económicos que deben ser gestionados por la "buena
administración" de los propios interesados, sin mediaciones políticas.
Este es el punto de vista que se impuso. Y no sólo explica que el sistema político de la
ciudad se haya modificado y democratizado más tarde y mucho más parcialmente que el
sistema político nacional, sino que respalda la mayor parte de las posiciones y las acciones
de la casi totalidad de los actores sociales y políticos, generando una serie de conflictos en la
definición de las relaciones estado/sociedad y espacio público/ciudadanía política. En este
sentido, también explica los límites del reformismo socialista en la ciudad: por una parte,
porque comparte -aunque sea sólo parcialmente- la definición eminenteoiente administrativa
de los problemas de la ciudad (de allí se explica la idea, típica en el socialismo, de que todos
los problemas de la ciudad se van a resolver con una administración honrada); por otra parte
-y más importante aún- porque no puede sustraerse a la atracción del vecinalismo como
encamación de· una combinación efectiva entre representación popular directa y visión
puntual, en suma, como encamación de la realidad de la ciudad.
De hecho, el socialismo colabora activamente en definir las características del tipo de
cultura y sociedad local que se forma en los barrios, al tiempo que propende una política global
que entra fuertemente en colisión con las implicancias de ese localismo para la ciudad. Es
interesante la claridad con que los concejales socialistas plantean una vinculación estructural
entre criterios localistas -por los cuales las sociedades de fomento aparecen como agentes
desinteresados de la suerte de la ciudad- e intereses espúreos de la especulación. Sanear zonas
bajas que ya fueron loteadas es para los socialistas, como vimos, un problema: lo proponen
como última instancia, intentando distinguir todo el tiempo entre los habitantes humildes
"engañados" y los propietarios inescrupulosos; al mismo tiempo, perciben que, en el vértigo
de la expansión, los límites entre ambos actores se modifican a cada instante, lo que vuelve
las más de las veces comunes los objetivos de unos y otros. A su vez, las prácticas clientelares
de las intendencias con el vecinalismo no pueden sino agregar incertidumbre respecto del
proceso de expansión y de las intenciones de sus actores sociales: los concejales reformistas
ven que la obra pública reclamada por ellos para el progreso de los barrios no sólo redunda
en ampliar el proceso especulativo, sino que se convierte en manos del Departamento
Ejecutivo en parte del tráfico de influencias. Si el límite del fomentismo es su pronunciado
localismo, el límite del reformismo socialista, a su vez, reside en la propiaidea de la política
con la que organizó su acción en la sociedad: así como en el cooperativismo o en la acción
cultural, en el fomentismo -y, por extensión, en la administración municipal- no debía
inmiscuirse "la política".
Sobre estas contradicciones la gestión de de Vedia y Mitre montará la liassotl con el
vecinalismo para su política modernizadora, dándole una particular importancia a la creación
de canales directos de comunicación con las sociedades de fomento para el completamiento
20
Lo local y lo global...
de la apertura de calles y de las obras de saneamiento. Y en esa relación, el Departamento
Ejecutivo encuentra la mejor defensa de las críticas reformistas a su política: mostrando la
conformidad de los que, en los criterios compartidos también por la oposición, serían los
directamente afectados por los problemas de la ciudad.
El "ideal" de un gobierno directo, de una relación sin mediaciones políticas entre las
necesidades materiales de los barrios y las soluciones puntuales, que atraviesa ineludiblemente
todo el desarrollo institucional de las sociedades de fomento, plantea una fuerte paradoja: los
agentes básicos del espacio público, que en el nivel del barrio cumplen una tarea efectivamente
integradora del mismo, a nivel metropolitano estarían habitados por una lógica que atenta
contra Ía propia definición de espacio público. Pero me interesa subrayar el conflicto más
propiamente urbano sobre cuya disolución de Vedia funda su política: el que enfrenta la
cualidad del espacio público local con la del espacio público metropolitano, que es,
metafóricamente, como enfrentar una ciudadanía social con otra política. La caducidad del
vecinalismo apenas la modernización mejoró las condiciones materiales del barrio, puede
encontrar una explicación en el límite generado por la propia lógica con que la expansión se
había producido: la "civilización" del suburbio a través de pequeños vecindarios disgregados
le imprimió, a las sociedades que allí se formaron, una visión discontínua y parcial de los
problemas de la ciudad, una delegación completa de la visión de conjunto en el estado (que
en el caso de·la Capital Federal legitima la ausencia de mediación política, al ser el Intendente
nombrado por el gobierno nacional y al no tener el Deliberante funciones ejecutivas). Yisiórt
que se mantuvo aun cuando la grilla homogeneizó efectivamente a la ciudad, disolviendo las
diferencias entre centro y barrio, disolviendo, en verdad, la propia idea de barrio.
Sintetizando: porque el reformismo requiere de una visión global -que asume a la ciudad
como un artefacto.público y colectivo-, y estos actores se construyeron en la reivindicación
de una mirada local y fragmentaria -en una concepción de la ciudad como suma simple de
intereses particulares-; y porque la constitución de la ciudadanía implica una modernización
de las prácticas políticas y sociales, mientras que esas instituciones se forjaron en relaciones
territoriales que implican vínculos y perspectivas políticas tradicionales; el rol de_ la
organización barrial de los sectores populares urbanos sirve para analizar el triunfo de una
modernizacióll sin refonna, que define los procesos urbanos, políticos y sociales de la década
del treinta frente a las perspectivas reformistas abiertas por el poder público y por el socialismo
municipal durante las décadas precedentes. Lo que se propone, entonces, esquemáticamente,
es la necesidad de reevaluar aquellos actores sociales por fuera de su rol local como
dinamizadores de un tipo de sociabilidad popular, integrándolos a una revisión· de las
relaciones entre estado municipal, construcción de la ciudadanía y espacio público en la
Buenos Aires de entreguerras.
 GORELIK Lo. local y lo global...

5 aproximación peculiar a esos sectores que no era la única posible una vez liberado el terreno
de matrices teleológicas. Se eligió, contra visiones críticas de larga tradición, como por
ejemplo la de Sigfried Kracauer en la Alemania de entreguerras sobre la "cultura de los
Al comienzo se mencionó que esta perspectiva diferente sobre el rol político de las empleados" {y, entre paréntesis, siguiendo el relato de Kracauer uno podría pensar que los
asociaciones vecinales puede aparecer gracias a la diferente dimensión del análisis: dimensión empleados de Weimar tenían bastante más en común con nuestra clase media en formación
espacial y temporal que ofrece el enfoque sobre la historia de la ciudad. Pero, para terminar, que las clases populares británicas), contra esas posibilidades, se eligió una lectura amable y
convendría a su vez hacer una mención al indudable cambio de coyuntura que ha estimulado solidaria, reconciliada, con su objeto. Y aquí creo que es donde no pesó la coyuntura, sino
el eilfoqueque propongo, creando sus verdaderas condiciones de posibilidad. Hace una una precisa elección política que quiso ser activa en ella: todavía veo a Leandro Gutiérrez,
década, en la emergencia de los estudios de Gutiérrez y Romero sobre los sectores populares, y perdonen aquí la apelación al recuerdo personal, postulando aquellas Sociedades de
una particular coyuntura articulaba varios temas y problemáticas: la reflexión sobre el Fomento, aquella sociabilidad popular, como modelo para la reconstitución de una cultura
autoritarismo, que producía una reivindicación optimista de los procesos propios de la política democrática "desde abajo" en la Argentina de hoy. En estas notas he intentado, de
sociedad frente a los impulsos provenientes del estado; el fracaso del populismo y la caída de algún modo, discutir con esa apuesta, pero siempre con la certeza de que sólo con apuestas
la ambición revolucionaria de la izquierda marxista, que posibilitaba una revisión no como esa se construye la mejor historia.
esencialista ni teleológica de los sectores populares y, en particular, una revaloración de los
procesos de formación de la clase media porteña; la crisis de las ciencias sociales -es­
pecialmente en su versión estructuralista- y la consiguiente afirmación de categorías débiles
provenientes de la praxis historiográfica más que de la teoría.
Los abunc:Jantes debates que generaron estas propuestas sobre la cultura de entreguerras
estuvieron marcados por tal clima; y podría sostenerse que él le puso muchos de sus límites,
ya que, en general, la nueva interpretación debió confrontarse con posiciones resistentes a
aceptar alguno de esos diversos clivajes. Me refiero en particular a la discusión sobre la
pertinencia de la conceptualización "sectores populares", a la que se le enfrentaba muchas
veces el valor político de la más cara para el pensamiento de izquierda, "clase obrera". Y creo
que esa discusión, diría, "hacia atrás", no permitió avanzar algunos temas que con el tiempo
se demostrarían centrales. Por ejemplo, el debate entre participación y representación, que la
crisis mundial del sistema político sumada a la pérdida local del optimismo de comienzos de
los ochenta sobre los poderes curativos naturales de la democracia y sobre el rol de la sociedad
en ella, vuelven indispensable; pero, sobre todo, la cuestión del estado y el reformismo
público que hoy, pasado el fantasma del autoritarismo {en los términos en que aparecía a la
salida de la dictaduf!l) y puesta en primer plano la caída de las redes públicas centenarias
(educación, salud, infraestructura urbana), aparece en toda su magnitud. {Creo que el sesgo
del último trabajo de Gutiérrez y Romero hacia los problemas de la relación entre ciudadanía
pcilítiéa y ciudadánía social marca un corrimiento en el mismo sentido,. aunque el peso de las
hipótesis ya const(Úidas todavía colorea el conjunto de la interpretación). 11
Pero, evidentemente, la relación entre coyuntura y elaboración de hipótesis historiográficas
no es mecánica {así como tampoco estoy proponiendo un "reemplazo". dictado por algún
renacido espíritu del tiempo). La caída del marxismo como dogma, por ejemplo, permitió hace
una década la apariciqn en la consideración histórica de unos sectores populares por fuera de
las consabidas rendiciones de cuenta acerca de su "misión histórica"; pero la clave que se eligió
entonces, muy especialmente los escritos de la escuela historiográfica inglesa, implicaron una
22_ 23
 GORELIK CUADERNOS... Año 2 - N º 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)

NOTAS

(1) Ponencia leída en el Simposio sobre Sectores populares y movimiento obrero, realizada en homenaje a Leandro
Gutiérrez, en las Jornadas lnter Escuelas y Departamentos de Historia, Mar del Plata, octubre de 1993.
- ENTRE LA PALABRA Y EL ESPACIO
(2) Sociedades barriales, bibliotecas populares y cultura de los sectores populares, 1920-1945, PEHESA, LA ARQUITECTURA EN ROSARIO, DE WS '70 A WS '90.
. CISEA, Buenos Aires, 1989.
(3) Ver, entre otros trabajos en los que Fernand Braudel desarrolla esta clasificación, Historia y ciencias sociales:
La larga duraci6n, FFYL, UBA, 1984, (México, 1958).
(4) Ver, sobre todo, PEHESA, "¿Dónde anida la democracia?", Punto de Vista, N º 15, Buenos Aires, agosto­ Horacio Enrique Torrent*
octubre de 1982, y la ponencia inédita de Leandro Gutiérrez, "Las sociedades barriales y sus tradiciones ideológico­
culturales", en el Coloquio "Alternativas socialistas para Buenos Aires", Club de Cultura Socialista, Buenos Aires,
1991..
(5) Trabajo sobre una fértil sugerencia de Bernardo Secchi en "Le condizione sano cambiate", Casabella N º 498/
9, -Milán, enero-febrero de 1984.
(6) El desarrollo de esta tradición, y el modo en que se enfrenta a la tradición de "ciudad nueva" encarnada en l_as "Nadie sabe mejor que tú, sabio Kublai,
propuestas de Sarmiento, son temas que he tratado en "Cambiar la ciudad, cambiar la sociedad. La construcción
que no se debe confundir nunca a la ciudad,
pública (política) del Buenos Aires fin de siglo", en A. Rodríguez Pérsico y S. Zanetti (comps), Peripecias de la
modernidad en América Latina, Ediciones de la OEA, Washington (en prensa). con el discurso que la describe.
(7) Pablo Blot y Alfredo Ebelot, Proyecto de un canal de circunvalaci6n de Buenos Aires y Puerto de Cabotaje, Y sin embargo, entre la una y el otro
Imprenta de La Nación, Buenos Aires, 1887; Alfredo Bullrich, "Discurso Inaugural del Parque de los Patricios",
en El Diario, Buenos Aires, 11 de septiembre de 1902. hay una relaciqn ".
(8) Esta fórmula, utilizada por Natalio Botana en El orden conservador, Sudamericana, Buenos Aires, 1977, parece
mucho más adecuada que la de "reformismo liberal", utilizada por Eduardo Zimmermann en "Los intelectuales,
las ciencias sociales y el reformismo liberal: Argentina, 1890-1916", Desarrollo F.conómico, N º 124, Buenos /talo Calvino: "Las ciudades invisibles"
Aires, enero-marzo, 1992.
(9) Estos temas y los que siguen en el próximo punto sobre las sociedades vecinales los he desarrollado en "La
búsqueda del Centro. Ideas y dimensiones de espacio público en la gestión urbana y en las polémicas sobre la ciudad:
Buenos Aires, 1925-1936", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. E. Ravignani N º Procurar presentar una aproximación cótica a la arquitectura rosarina reciente es, a la
9, Buenos Aires, primer semestre de 1994. vez, indagar sobre el cuerpo cultural concreto de la ciudad {de Rosario), de la arquitectura
(10) Ternavasio identifica con la primera posición a Sarmiento y con la segunda a Alberdi, y señala que ésta era (como institución, en Rosario) y de los arquitectos (rosarinos).
la que subyacía a la mayor parte de las intervenciones. Ver, por ejemplo, "Debates y alternativas acerca de un modelo
de institución local en la Argentina decimonónica•, Anuario N º 14, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades Desde hace ya tiempo, la mera referencia a una ciudad o a todas las ciudades es
y Artes, UNR, Rosario, 1991. inseparable de lo dicho por Calvino.
(11) "Ciudadanía política y ciudadanía social: los sectores populares en Buenos Aires, 1912-1955", I ndice N º 5, El acto de la indagación nos remite a definir centralmente desde qué discursos se describe
Segunda Epoca, CESDAIA, Buenos Aires, abril de 1992.
la ciudad, a la vez que, confrontar, qué ciudad describen esos discursos.

Aceptemos por el momento que los discursos -originados en el ambiente arquitectónico­

que describen o interpretan la ciudad están sesgados por la condición histórica concreta dei
surgimiento de la práctica profesional Ioca_I, en Rosario y entre el '20 y el '40. Esto es, el

*CIÚNR-CURDIUR - Universidad Nacional de Rosario

24 25
 TORRENT
arquitecto como propietario de un saber específico que se orienta a la satisfacción de los
requerimientos de un grupo social, que se constituye en su demandante; demanda que será
además particularmente simbólica.
Constitución originaria ésta, que será confrontada desde la política sobre fines de los '60
y principios de los '70, momento de crisis, considerado el punto temporal de inicio de esta
aproximación.
En los '40, la ciudad está en plena definición y la Arquitectura, como institución, está
consolidada. Los arquitectos poseen ya su núcleo gremial -en la conjunción con otras técnicas
del espacio-, sus medios de difusión -la revista "Edilicia• - (y antes "Arquitectura" y "El
Constructor Rosarino"), su definición académica local -la Escuela de Arquitectura desde
1928-, a la vez que orientan su labor hacia los sectores sociales capaces de producir, en
términos materiales y simbólicos, la ciudad de ese tiempo.
Labor que define "el estadio arquitectónico alcanzado por la ciudad; (en la que) están
presentes no sólo las conductas inversoras con sus objetivos rentistas sino las compañías de
seguros como entidades financieras, el mito de la modernidad de los sectores "cultos", las
búsquedas de formas "modernas" por parte de los arquitectos(. .. ). Para los promotores el
"tema" no era sólo de orden especulativo; para los arquitectos era una exigencia la definición
de la forma urbis" .(1)
Explícito es, que la arquitectura tiene un sentido en aquellos años: la producción de una
imagen moderna para la ciudad, destino que se mantendrá hasta fines del '60, aún mediando
los quiebres locales al interior de la disciplina, en especial 1956.(2)
En palabras setentistas, el sentido de la arquitectura proviene de una alianza entre
arquitectos y capital.
Los años '70 marcarán el intenso debate al interior de la ¿disciplina? o mejor dicho, al
interior de las instituciones de la arquitectura(sedes académica y gremial), y a la arquitectura
como institución, por dar un nuevo sentido a la acción de los arquitectos. Pero la acción
postulada se acercará cada vez más a "la novia de todos" (3) y se alejará del propio
instrumental: "el lápiz era reaccionario"(4), en las propias palabras de uno de los más activos
protagonistas de ese tiempo confuso.
Quizás pocas obras y pocos arquitectos se plantearon en medio de la crisis algunas
búsquedas parciales; pero éstas surgían de arquitectos ya consolidados en el anterior modelo
profesional. Los jóvenes profesionales profesaban el desconcierto .de la "vorágine
ideologista".(5)
La ciudad, entre tanto continuará construyéndose y lo será según los dictados del capital,
ya que la alianza antes referida se ha quebrado, ante la retirada de los arquitectos de ese
binomio.
26
Entre la palabra y el espacio...
Así, "a lo largo de una década -una verdadera década infame arquitectónicamente
hablando- una ciudad fue reemplazada por otra, y no se ha ganado en el cambio. Instrumento
del proceso ha sido el auge del sistema de construcción en propiedad horizontal, promovido
por códigos urbanos permisivos y no demasiado tenidos en cuenta y la implementación de
leyes que, quizá bien intencionadas en cuanto a producir efectos paliativos en el déficit
habitacional, a la postre han resultado atentatorias ya no contra un hecho urbano, sino contr.t
las mismas condiciones de habitabilidad de la ciudad".(6)
La ciudad se construirá entonces durante los setenta por ausencia de la arquitectura, sea
en la promoción de la vivienda por desgravación impositiva, sea por la continuidad de la
autoconsttucción de los grupos medios o más pobres, a la vez que la ciudad de los
"marginados" será alternativamente campo de interés discursivo político o ca�po de
aplicación de especulaciones teóricas.(7)
A la crisis disciplinar surgida a manos de la sociología, el estructuralismo o la política
de los primeros años setenta le seguirá un interregno silencioso, tanto en palabras como en
prefiguraciones emblemáticas.
Así, la experiencia, centralmente académica, de los '70 fue: "una de las últimas
manifestaciones que trató de abarcar la totalidad del problema arquitectónico como un control
único de un sistema de alta complejidad", según las palabras de uno de sus académicos
protagonistas.(8)
La cuestión es que experiencia en disolución según unos, o truncada por vía autoritaria
según otros, el debate de los '70 se convertirá más tarde, en los tiempos de democratización
de los '80, en continuo objeto de reflexión; y será a la vez uno de los parámetros con el cual
medir las acciones a proponer para reformular la cultura arquitectónica, en clave democrática,
tanto en la academia como en la profesionalidad. Parámetro latente y silencioso a la hora de
restablecer las reiaciones entre arquitectos y política,-
Hasta aquí, el discurso alcanza para describir -aunque parcialmente- las preocupaciones
de la cultura arquitectónica local, pero no describe la ciudad.
Desde la historia urbana surge la connotación de la diversidad. Ciudad joven, surgida
hace poco más de un siglo sobre el vacío rural, su "imagen", su producto formal aparece hoy
como la conjunción de resultados materiales, parciales y descompuestos, de distintos
proyectos urbanos y edilicios.
Entre ellos, se reconocen: los surgidos de ciertas normas de estética urbana que reguló
la construcción local hacia fines y principios de siglo; los elaborados a partir de los modelos
conceptuales de la urbanística moderna; los conformados por las prácticas de base especulativa
con la adopción y adecuación inmobiliaria de los modelos formales del estilo internacional;
los constituidos por la viabilización y adopción masiva de los modelos formales/funcionales
27
 TORRENT
del racionalismo; los provenientes de la difusión masiva de modelos edilicios -aunque
principalmente "decorativos"- en las revistas del corazón; más la resultante formal de la
expansión sin proyecto, de los loteos de extensión urbana de todos los tiempos de construcción
de la ciudad.
Todos ellos convivientes, yuxtapuesto�, sobrepuestos, dieron lugar a un tejido urbano
y a una imagen donde prima la heterogeneidad. Alteración de la continuidad urbana reforzada
en la atroz dinámica de sustitución de los '70.
Así la ciudad aparece como contraria al objetivo de la arquitectura. La Arquitectura no
conduce el proceso de producción de la forma de la ciudad.
Forma urbana disforme: ciudad fea.
Rosario..."es una ciudad muy extraña, comercial, industrial, fea, con una profunda
estética propia como la que se ve en los cuadros de Hopper. Cientos de miles de casas de una
materialidad feroz, con zonas específicas de respiro porque sino se suicidaría todo el mundo"
afirma Elvio Gandolfo, rosarino y activo protagonista del cuerpo cultural urbano de los
'70.(9)
Valor entrañablemente negativo este de ser ciudad fea, que pesará socialmente sobre la
responsabilidad de los arquitectos y de la arquitectura, que no ha sabido, no ha querido o no
ha podido influir poéticamente y políticamente en su construcción, a partir del abandono de
la alianza referida.
En los '80, la reconstrucción de una cultura arquitectónica rosarina será contemporánea
a la construcción del movimiento de opinión de la arquitectura latinoamericana.
Contemporáneos, autónomos y tal vez paralelos, estos actos fundacionales que sólo se
encontrarán en el uso de algunas palabras -por parte de sus protagonistas-, aunque no en la
compacidad de sus discursos y sin embargo con simpatía en sus emergentes espaciales.
En tanto se formula y consolida un paradigma -matriz compartida- desde la crítica
arquitectónica latinoamericana, la regeneración de la cultura arquitectónica rosarina recorrerá
su propio camino, en la cuasi ignorancia del movimiento regional.
Cito nuevamente a Gandolfo: "por esa misma prensabilidad creo, o por reacción a ese
desierto, hay (en Rosario) un cosmopolitismo mucho más acentuado que el noventa por ciento
de los que consumen y no degluten en Buenos Aires, donde hay un provincianismo de fondo,
muy fuerte"·(lO)
Cosmopolitismo que, también presente en la reflexión arquitectónica, articuló durante
los ochenta los medios para huir del desierto y la patética ciudad fea idealizada -aunque sobre
base concreta-, es decir para la reformulación del rol de la arquitectura y de los arquitectos
en Rosario.
28
Entre la palabra y el espacio...
Sobre los bolsones que quedaron luego del golpe del '76, y aún durante el interregno
silencioso del período autoritario, se fueron plasmando entre algunos.arquitectos ciertas
afectividades que los nuclearon en grupos de estudios, centros gremiales, o a algunos pocos
en tomo del ámbito de discusión mas "natural" que ha sido el universitario.
Es en el ámoito de la Facultad de Arquitectura, donde surgirán, por entonces, las
palabras -programas- y las prefiguraciones -proyectos y tal vez obras- que, enriquecidas luego
por las experiencias del exilio, total o académico, se pondrán en acto a partir de los '80.
Aún. reconocido el lugar de Rosario en la red urbana del país, en muy pocas
oportunJ.idades, la crítica arquitectónica argentina ha tenido a esta ciudad o a sus individualidades
como objeto de sus discursos.
A la vez, la ausencia de críticos y por tanto de la crítica arquitectónica local, que no
aparece como impulso constructor -por vía inversa- de los discursos que pudieran guiar a
priori o justificar ex-pos el accionar proyectual, es decir sus emergentes espaciales.
Exclusión por partida doble, del panorama arquitectónico nacional y por tanto
latinoamericano, que acaba por constituirlo en un objeto particular.
Este manteni���to "apartado" de las líneas del debate arquitectónico nacional y
. _
latmoamencano pos1bilitó, en parte, una reconstrucción no angustiosa del propio accionar.
Si bien la cultura arquitectónica rosarina, es por su carácter cosmopolita sumamente
permeable a tendencias internacionales, por fuera de unos pocos y aislados casos, la referencia
directa, expUcita -iconográfica- a una poética particular ("importada", en los términos que
fueron habituales de la crítica latinoamericanista de los '80), no ha sido moneda corriente.
No así, los postulados, debates, palabras en suma, que han sido rumiados y deglutidos ·
.. .
(utilIZando la palabra de Gandolfo) habitualmente.
Al vacío de crítica, a la inexistencia de su angustiosa potencialidad refiere la necesidad
de establecer la diferencia que titula la exposición:
Las formas del pensar la arquitectura -coincidentes a veces con las formas del saber
arquitectónico- adoptarían hipotéticamente dos modalidades recurrentes: palabras e imáge­
nes. A la formulación de un discurso sobre la arquitectura (teoría, crítica) correspondería una
forma de pensar basada en gérmenes de palabras; en tanto la operación práctica proyectual se
accionaría mediante gérmenes de imágenes. Sin embargo, el campo de ajuste -ético/social­
entre discurso y proyecto, entre palabra y espacio, se formula también en palabras.
La crítica arquitectónica recupera, entonces, a través de la lengua la condición poética
.
o ética consta�ble en una obra o proyecto, las pone en relación, pero de ningún modo puede
recuperar las imágenes -que en grado "puro" fueron disparadoras de· la prefigurapión-· dado
que éstas surgen en una clave distinta del pensar arquitectónico.
29
 TORRENT
Es más, la crítica recupera en palabras, según la propia idea ética y formal del
enunciante, lo que plantea la distancia entre obra y término teórico, entre proyecto y discurso.
La capacidad discursiva de la crítica se orientaría entonces a la construcción de una
moral arquitectónica.
Y es aquí, donde plantearse una clave de disputa -en Rosario- entre el "ser" -espacio­
y el "deber ser" -palabra- de la arquitectura aparece primariamente (y en el tiempo histórico
70/90) como un sinsentido.
Sinsentido porque ausente, la crítica no influye.
La carencia de la contraposición de la crítica entre lo que se es y lo que se debe ser,
proviene de la introspección promovida por la dictadura, que contradictoriamente habilitó un
lugar para la reflexión, y de la crisis de la deuda que ofertó la posibilidad -ante la imposibilidad
de operar en la ciudad- de recuperar en el más amplio sentido el "patrimonio de la
arquitectura", abarcativo, controvertido y confuso en el principio de los '80.
De este modo, la ausencia de la angustia proveniente de la crítica -deber ser- dejó lugar
a la angustia disciplinar en términos latos -ser-, que se reelaboró desde la necesidad de actuar
en el campo plural que se esperaba recuperar.
La democratiz.ación de los 80' habilitó así, un movimiento germinal que se pautó
principalmente en tomo a la reconsideración del oficio: oficio al proyectar, al programar, al
construir, al operar sobre la ciudad y el patrimonio, al enseñar, al nuclearse en paridad. Oficio,
en suma centrado en la única capacidad no desconocida por la sociedad al arquitecto: la
configuración poética del espacio.
Los problemas centrales que aborda la reformulación de la cultura arquitectónica
rosarina durante los 80' derivarán de la propia y local reinterpretación del influjo de la
"autonomía disciplinar". Esta fue propugnada principalmente desde el ámbito intelectual
arquitectónico que postuló la presunción teórica de la aplicabilidad de los contenidos y
argumentos de la tendenz.a en l.a ciudad y su arquitectura.
La mentada "autonomía disciplinar" resultó en Rosario conducente al replanteo de la
particular, específica y local crisis que afrontaba la arquitectura, tal como quedó expuesto.
La apropiación de dichos contenidos tendenciales habilitó una lectura en,clave "propia"
de la "propia ciudad". Las sucesivas lecturas urbanas realiz.adas en sede académica o de
investigación pautaron algunos caminos para el accionar arquitectónico, desprendiéndose del
cauce originario y que las motivara.
Por estos medios, la reflexión sin angustia sobre la propia realidad, centró algunas
temáticas para la reconstrucción cultural:
30
Entre la palabra y el espacio.••
• El retomo al oficio, a la buena arquitectura, a su capacidad comunicativa y poética.
Oficio que se hace presente en las más diversas obras, tanto en las arquitecturas "cultas" como
en las "sociales". Y es en este último campo donde repercute de forma innovadora ya que por
vía del oficio se restablece también la opción a la "bellez.a", por quienes poco tienen;
eliminando la falsa dicotomía entre necesidades básicas y valoriz.ación estética. Se recupera
así el "ser" cualitativo de la arquitectura, que se transportará posteriormente a la consideración
de la calidad de vida urbana también en términos de oferta vivencial.
• El reconocimiento y acción sobre el patrimonio ciudadano, surgido tanto de las
experiencias europeas como de las postulaciones latinoamericanas. Reconocimiento del
patrimonio edificado no por su "alta" significación o por su valoración "culta", sino como
manifestación de la cultura local, que asigna caracteres para la identidad de los lugares donde
se dispone y que será por lo tanto valorado y preservado, cambiando -aunque limitadamente­
el sentido positivo de la dinámica urbana local, tradicionalmente destructora.(11)
� La construcción paulatina de su historia urbana y arquitectónica como base crítica para
la acción actual. En 1985 nos preguntábamos sobre la consolidación de la memoria y su
posibilidad de restablecerla, reconstruirla y trabajar sobre ella.(12)
• La revisión de los instrumentos urbanísticos para la definición de una nueva forma
urbana surgida tanto de la consideración de la ciudad existente y por tanto condición de la
producción edilicia en sí misma; revisión surgida bajo la orientación primitiva del prolifero
debate italiano sobre el fenómeno urbano, que asumió algunos de sus componentes teóricos,
los �erificó en su propia realidad, los transformó y regeneró así su propia base operativa, con
sentido realista.(13)
• La reflexión y producción de nuevas metódicas universitarias afines a la construcción
de saberes arquitectónicos, desde la circunstancia local; punto donde, por el momento sólo
existe la viabilidad con algunos, lamentablemente restringidos resultados.(14)
• La reconfo�ció � de los organismos gremiales, que habilitan a trabajar para la
. .
definición más precisa y aJustada del nuevo rol profesional en la ciudad y de su rol como
garante de la profesionalidad.(15)
Así, Ro�rio se n?s aparece como un caso "límite", donde se construye la paradoja
.
destmada a la disprobación del paradigma normativo de la propiedad/ajenidad, que aún está
presente en el debate crítico Iatinoamericano.(16)
31
 TORRENT
Si los postulados de ese paradigma pudieran reducirse a unos pocos, el somero análisis
de la cultura arquitectónica rosarina de los '70 a los '90, permite encontrar su sentido
·paradójico.
Aproximando la interpretación de la experiencia reciente aparece la dirección de
construcción de su propia identidad.
Parafraseando, Rosario ..."ajena al registro acrítico y espectacular de las corrientes
internacionalistas de pensamiento y a pesar de los previsibles (aunque no mucho) vaivenes
políticos, sociales, económicos y culturales, cultivó el terreno de la continuidad y de la
tradición sustentada".(17)
Y lo hizo por la vía de la consideración crítica y responsable de las corrientes
internacionales y sobre su propio pasado. Lógica actitud, si se la considera en relación a la
componente "cosmopolita" de su identidad cultural urbana y portuaria.
La experiencia rosarina de los '70 a los '90 reafirma la posibilidad al registro de la
internacionalidad; de haberse negado, la ciudad y sus arquitectos habrían perdido la
potencialidad de que actúe como "disparador" conceptual y aún figurativo de nuestras propias
concepciones arquitecturales. Recurso utilitario y, si se quiere, oportunista que ha probado
poder generar una exploración y una especulación sobre la par:ticularidad rosarina.
Así, la veleta, al influjo de otros vientos, marca la orientación que nos amarra a la propia
realidad urbana.
Entonces hablar de la transformación de la cultura arquitectónica rosarina, es hablar de
cómo el debate internacional resultó funcional a esa reconstrucción realista.
Reconstrucción de una guía para la producción arquitectónica que al leer la propia ciudad
encuentra su sesgo y elabora su discurso no ya en las palabras sino en el propio espacio urbano.
Ciudad fea y ciudad joven.
Ciudad además, donde la vastedad de la pampa, en tanto paisaje natural, no puede
constituirse en un recurso para operar en la condición metropolitana.
¿Cómo actuar pues, en una ciudad donde su patrimonio cultural -y no sólo el.
arquitectónico- es centralmente producto de la modernidad, aún en sus diferentes acepciones,
siglo XIX o siglo XX?
Modernidad despreciada en alguna crítica latinoamericanista, o sino tanto, polariz.ada
como negativa.
¿Cómo construir un carácter arquitectónico, y por tanto urbano, en directa relación con
el carácter precedente, si éste no nos conforma?
Ciudad que venía siendo categoriz.ada en el ámbito nacional -y no solo arquitectónico,
sino cultural y social- por su fealdad. Ciudad anodina, disforma, Rosario reaparece como
disprobación del paradigma.
32
EnJre la palabra y elespaeio...
No es posible construir una "identidad" (aún por fuera de toda implicancia sustancialista)
sobre una cualidad urbana reconocida como básicamente negativa.
Asumir sin prejuicios la propia fealdad hubiese significado anular la capacidad creativa
de la arquitectura, (y también la de los arquitectos rosarinos).
El discurso sobre la fealdad rosarina logró su auge cuando indiscriminadamente y por
imperio de la desgravación impositiva, la ciudad se convirtió en un breve período de cinco
años, en el ejemplar estético de la pobrez.a, pero no de la pobre7.a de sus ciudadanos, sino de
la pobreu de sus prefiguradores formales. Basar la arquitectura sentida como propia en esa
condición hubiese sido negar la propia disciplina.
Si el discurso que describe la ciudad aparece como la norma que regula la construcción
de su identidad -y las actitudes de sus arquitectos- es impensable que ésta se construyera sobre
un valor considerado negativo tanto por arquitectos como por ciudadanos.
Construir pues, una identidad arquitectónica (aunque históricamente cristaliz.ada en los
'90 y por tanto provisoria) es primero reflexionar sobre la capacidad y necesidad de
transformar la forma urbana.(18)
Por otra parte si Rosario consiguió en un momento de su historia urbana -del '20 al '40-
condensar un sentido para la arquitectura y la consolidación profesional, basar en los '80 una
orientación actual en esa tradición hubiese sido, por contrapartida, negar la orientación -
aunque politi7Jlda y esfervescente- social-arquitectónica de los '70. Reconsolidar esa cultura
arquitectónica y por lo tanto esa particular identidad de los arquitectos, hubiese resultado
regresiva. ·
La identidad para los arquitectos se está fundando entonces tanto sobre su recupe�ción
disciplinar como sobre su capacidad de "influir" en la producción de la ciudad, rol poiítico
que retraduce en los '90 la reivindicación de los '70. Rol que se estableció a partir del debate
más general dado en el país sobre los intelectuales y el poder.
Si bien el real aporte a la producción de la ciudad por parte de los arquitectos, es aún
verdaderamente menor, la reivindicación se plantea por la pérdida del horizonte establecida
durante los '70 en el seno de la comunidad de arquitectos y reafirmada por las experiencias
precedentes.
La definición del nuevo rol es compañera de ruta de la revisión del instrumental urbano
Y el �entido planificador. Revisión que abandonó de plano el carácter de "utopía latente" que
le asignara a los planes urbanos el enfoque moderno. A la vez que revisión del arquitecto como
agente u operador en el desarrollo urbano, desde la macrodefinición planificadora ,-hoy
33
 TORRENT
reconocida como propia del político- a la interacción parcial, pero sin duda más efectiva.
Inaugurando una nueva forma de readjudicación de roles donde la figura del arquitect� apar�e
como ofertante de un servicio público útil a los políticos, en tanto propone en la cuahficac1ón
del espacio urbano una forma "redistributiva" -urbanidad que redistribuye los aportes d� unos
direccionándoles hacia otros- a la vez que propuesta útil a los fines propagandísticos o
electoralistas.
Ciudad de tamaña conflictividad social, Rosario aún se debate por la reconstrucción de
su base productiva y por sus objetivos programáticos para recuperar su rol regional o para
aumentar la calidad de vida de sus ciudadanos.
La posibilidad de un rol político para la arquitectura aparece cuando la gestión urbana
democrática se hace presente.
La prefiguración formal -imágenes- para la ciudad se transporta así al campo �e las
palabras para convertirse en programa de acción política. Programa que por med�o del
_
instrumento del presupuesto municipal retoma para convertirse en espacio, dando ongen a
nuevos lugares que recualifican la estructura urbana, tanto en el centro como especialmente
en la periferia.
En efecto, la ciudad va, aunque parcialmente configurando un perfil realista, lo que parte
del restablecimiento de relaciones entre política y arquitectura o mejor dicho entre políticos
y arquitectos. A la vez que las instituciones políticas se abren a la participación, la g�tión
- urbana asume formas inéditas de encauce de reivindicaciones populares hasta ese tiempo
postergadas.
La regeneración cultural de los '90 es pues un producto no buscado, involuntari?, s�
vanguardia o retaguardia, que se asienta sobre la diversidad y la pluralidad de l� expenenc1a
y no rehuye una supuesta peligrosidad latente en ningún tema o problema enunciado desde la
internacionalidad y que pueda "recuperar".
Los contenidos de la crítica latinoamericana no resultaron funcionales a la construcción
de la identidad del Rosario de los '90, sino que ésta aparece cruzada por el pragmatismo Y la
reflexión autónoma.
Pues bien, la experiencia reciente marca en Rosario una circularidad que aún no cierra.
La ciudad estigmatizada por Gandolfo, abandona el extrañamiento y "ta alienación más
cercana a la estética de Hooper, aunque mantiene ese efecto fantástico -no real- de modernidad
naciente.
Hija natural de los '80, fragmentarista y por momentos incoherente, la praxis­
arquitectónica retrabajará en el campo de la figuración sobre la propia base patrimonial del
34
Entre-la palabra y el espacio...
'30/'40, generando "buenas arquitecturas" en consonancia con la identidad rearticulada;
fragmentarista y por momentos soberbia, también la gestión urbana es reconocida hoy por los
ciudadanos.
Circularidad que no cierra, donde la aproximación teórico-crítica aparece como
justificativa de la práctica arquitectónica y urbanística. Crítica ausente en los '70/'80, que
aparecerá recién en los '90 para leer la experiencia y poderla articular como totalidad
referencial para los próximos pasos.
Contrariamente la crítica latinoamericana parte de la elaboración anticipada (construida
sobre poréiones de región que aún no representan la totalidad), desde la cual se valora la acción
de los arquitectos en términos de utilización de los lenguajes apropiados a las regiones y de
su coherencia ético-estética, como sentido de relación entre actitud y producto.
La valoración ortodoxa de la experiencia rosarina reciente, en acQerdo a los principios
del paradigma latinoamericanista, negaría de plano la legitimidad de esta cultura arquitectó­
nica local.
Sin pretensiones de originalidad, regionalidad o identidad, la arquitectura rosarina
(como institución) reafirmará al Eupalinos:
"Fedro, me dijo, cuanto más medito sobre mi arte, más le ejerzo; cuanto más pienso y
obro, más sufro y más me alegro como arquitecto; y más sentido cobro, con claridad y goce
cada día más ciertos.
"En mis largas esperas me extravío; de nuevo doy conmigo por las sorpresas que me causo;
y mediante esos grados sucesivos de mi silencio, voy avanzando en la edificación de mí mismo;
y me acerco a una correspondencia tan exacta entre mis anhelos y mis facultades, que me parece
haber convertido la existencia que me fue otorgada en una especie de obra humana.
"A fuerza de construir, dfjome sonriente, creo que acabé construyéndome a mí mismo".
Le preguntó Sócrates entonces: "Construirse, conocerse a sí mismo, ¿Serán dos actos o no?."
- El hecho de esta recuperación cultural arquitectónica local aún no consciente en muchos
de sus arquitectos, funda en parte el carácter optimista de estas líneas; si alguien dudara de
la constitución real de ese movimiento de recuperación y preguntará. quiénes son sus
protagonistas, cuáles son sus logros efectistas, cuáles sus manifiestos, cuáles sus postulaciones,
no haría falta contestar a cada uno de los interrogantes aún cuando respuestas sobren.
La ciudad es su protagonista, es su logro, es su manifiesto y su postulación.
Aunque esta cristalización es provisoria, temporaria, histórica, quienes conocieron o
leyeron el Rosario de los '70 y pueden y quieren leer el de los '90 corroboraran lo dicho.
35
 T O RRENT_
_ _ _ _
_______________________ _ l
NOTAS
(1) YAQUINTO, Ernesto: • Arquitectura: nostalgia y realidad". SUMMA, N 213. Junio, 1985. Buenos Aires.
º
(2) Me refiero aquí al quiebre producido por la renovación de la Escuela de Arquitectura, donde la "vanguardia•
toma el mando, pos '55.
(3) Ver BUFANO, Sergio: "La novia de todos" (A veinte años de la muerte del Che). En La Ciudad Futura N
º
8-9, diciembre de 1987, Buenos Aires.
(4) Palabras pronunciadas en el debate organizado en 1987 sobre la experiencia del procesito de la Facultad de
Arquitectura.
El "procesito" desarrollado entre 1972 y 1975, fue ese movimiento voluntarioso por redefinir "estratégicamente"
la disciplina, reorganizando la escuela según comisiones y promoviendo la horizontalización docente-alumno,
experiencia similar y contemporánea al taller total cordobés.
(5) Idem nota 4.
(6) QUIROGA, Horacio. "La propiedad horizontal en la ciudad de Rosario" SUMMA, N 213. Junio, 1985.
º electorales en otras fuerzas políticas.
Buenos Aires. Ver también QUIROGA, Horacio. "El Desgravation Stile• en La Gaceta de los Arquitectos N º l,
1977. Rosario. Y BAUMANN, Susana, "Como producir sin crear ó, 70-80: historia de una década infame en la
arquitectura rosarina" Revista del Taller Nº 7, diciembre 1984. Rosario
(7) Durante esos años el interés por contener en el discurso a los "marginados", obvia perspectiva de intención Y
contenido social, desplazó a la acción concreta en la construcción de vivienda en Rosario desde esa perspectiva,
experimentándose sólo en algunos casos emblemáticos como las UR (Unidades de realojamiento), en tanto la gran
promoción de la vivienda se realizó desde los planes nacionales y por las constructoras.
(8) Idem nota 4.
(9) GANDOLFO, Elvio. en entrevista de "The Buenos Aires Review• Primer Plano. Suplemento de Cultura de
Página/U. Buenos Aires, Domingo 28 de Febrero de 1993.
(10) ldem.
(11) Ver TORRENT, H.; RUCQ,M.; HEREDIA,E.; VIU, D.; MUNUCE,J. "Preservación del patrimonio urbano
de Rosario: la construcción de una oportunidad". Ponencia al Seminario Nacional El Patrimonio de las Ciudades.
Rosario, Junio 1992. También: TORRENT, H. "Forma urbana y patrimonio", Ponencia a las 111 Jornadas
Chilenas de Restauración Monumental y Preservación Urbana. Santiago, Octubre 1991.
(12) Ver: VILLALBA, J.A.; LLUSA, A.; TORRENT, H. "Facultad de Arquitectura/ Arquitectura de Rosario" en
SUMMA Nº 213. Junio, 1985. Buenos Aires. Como productos de este impulso por la historia urbana y
arquitectónica ver Cuadernos del CURDIUR, Rosario 1985-1991.
(13) Ver MARTINEZ de SAN VICENTE, l.; FLORIANI, H; "Estudio Particularizado, Area de atravesamiento
norte. Plan Director Rosario". Cuadernos del CURDIUR. Rosario, 1987.
FLORIANI, H. "El concepto de parte de ciudad y su aplicación al caso de Rosario". Cuadernos del CURDiúR.
Rosario, 1988.
(14) Ver Plan de Estudios de la Carrera de Arquitectura. 1985. Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño.
Universidad Nacional de Rosario.
(15) La Creación del Colegio de Arquitectos de Is Provincia de Santa Fe, es reciente, en 1991; su gestación surge
claramente de la crisis profesional antes expuesta y abarcó la totalidad del período analizado desde su iniciació�
en 1971.
(16) Siguiendo a Roberto FERNANDEZ, la arquitectura latinoamericana ..."participa como otras manifestaciones
culturales, de las profundas tensiones entre la dependencia de paradigmas culturales ajenos y valores que su propio
devenir histórico ha ido configurando como propios: desde los originarios, hasta la similación o integración en su
36
} Entre /apalabra y el espacio...
propia experiencia social, de tendencias de la arquitectura internacional". En "Propiedad y ajenidad en la
arquitectura latinoamericana•, ARS N 10, Mayo 1988. Santiago de Chile. Ver también del mismos autor: "Hacia
º
una teoría de la •Apropiación", ARS N º 5. Julio 1984. Santiago de Chile.
(17) Paráfrasis al párrafo de Adriana IRIGOYEN en: • Arquitectura Argentina: una coincidente pluralidad". Revista
Projeto N 132. 199�. San Pablo.
º
(18) La forma urbana está entendida aquí como la que surge de la propia acción humana, de las necesidades y de
las aspiraciones, y se convierte en sede posibilitante de actividades y de prácticas sociales. Ser sede le confie re
entonces a la forma material y concreta la importancia que aquí se le asigna, la de posibilitar o negar, y seguramente
influir en la identidad de los ciudadanos.
Intelectuales entendidos aquí también como los productores técnicos de saberes específicos
Adopto aquí.las palabras de Pancho LIERNUR en: "Requiem para la plaza y la fábrica: notas sobre la metrópolis
contemporánea en América Latina", V Seminario de Arquitectura Latinoamericana. Santiago de Chile, 1991.
Esta modalidad se ha efectivizado en la ciudad en las administraciones posteriores a la democratización de los '80,
tanto las radicales como las socialistas que se han efectivizado, pero también comenzaron a surgir en los discursos
La ciudad de Rosario fue conocida mundialmente como foco inicial de los "saqueos" producidos en los tiempos
hiperinflacionarios de el primer semestre de 1989. Mantiene a1ín hoy, el 35% de su población económicamente
activa desocupada; existen 75 "villas miseria" que suman aproximadamente unos 160 mil habitantes, ubicadas tanto
en la periferia como imbricadas en la ciudad "formal".
Nota que reafirma lo expuesto fue la oferta del Centro de Arquitectos de Rosario al primer gobierno municipal pos­
dictadura de los ejecutores políticos de la Secretaría de Planeamiento así como la participación de miembros de la
Facultad de Arquitectura en los cuerpos técnicos de la misma; idéntico caso al primero el de la Dirección del Servicio
Publico de la Vivienda.
Ver: AAVV: "Actualización del Plan Regulador y bases documentales para la revisión del código urbano",
Municipalidad de Rosario. Secretaría de Planeamiento, Dirección General del Plan Director. 1991. Así como
particularmente vale mencionar las acciones en el Saladillo, el Parque del Mercado, o las del Servicio Publico de
la Vivienda, en la periferia de la ciudad.
Especial mención merece la relación entre gestión urbana y la organización NUMAIN (Nunca más inundaciones)
para las zonas afectadas por inundaciones hacia 1987.
La inexistencia de aquel crítico que como el periodista de batalla permanece a la derecha del principal protagonista,
del corresponsal de guerra o en síntesis del crítico del movimiento a la manera de Giedion, marca en parte la
modalidad de su articulación y la propia inconciencia de los actores respecto de lo que protagonizaron. Simplemente
fueron en el momento lo que podían y querían ser; inconciencia también radicada en el pragmatismo ya corriente
en los '80.
Gandolfo no vive en Rosario desde hace ya veinte años, por lo que su visión no es seguramente reciente sino que
mantiene los rasgos elementales de la ciudad de los '70.
Paul Valéry, "Eupalinos o el Arquitecto". Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Madrid. 1982.
La aparición de esta aproximación crítica, que releída al terminarla se me aparece como un tanto épica, que pretendo
sumamente alejada del crítico caracterizado en nota anterior, pero por otra parte épica necesaria a la continuidad
y el reforzamiento de esta recuperación.
En honor a la verdad debo agradecer a la Arq. Ana María Rigolli que me marcara esa condición, así
como por
supuesto sus aportes y su atención.
37
CUADERNOS... Año 2 - N º 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre1994)

LA D™ENSION METROPOLITANA.
ESPACIOS Y PROCESOS SOCIALES

Cristina Bloj*

La problemática metropolitana, un tanto ausente en las políticas urbanas dirigidas a

nuestra región, reviste grao importancia no sólo en atención a la magnitud del territorio en
juego -el "Grao Rosario" constituye la segunda conourbaniz.ación del país- sino por la
diversidad de interpretaciones que ha suscitado su reconocimiento.
A fin de facilitar al lector la identificación y acotación del campo de estudio es pertinente
realiz.ar una breve referencia a la formación del área y a las particularidades actuales.
Es sabido que alrededor del año 1860 se inicia en el país el proceso de construcción del
"Estado moderno" y se introducen una serie de modificaciones· estructurales en la escena
nacional. Básicamente, la Argentina se inserta en la economía mundial como país
agroexportador, ubicación que sedimentó un crecimiento interno desigual con la formación
de "espacios regionales" favorecidos y otros periféricos, en relación con las potencialidades
de cada área para satisfacer las exigencias de esta nueva coyuntura.
En el territorio santafecino esté proceso afectó, particularmente, a la ciudad de Rosario
en tanto "ciudad portuaria" y dada la trascendencia que tuvo el puerto en la implantación del
capitalismo en el país. Así, "se transforma en un eje de _comunicación -interno y externo­
delineándose su rol de núcleo de gestión y nudo de transporte de un área que se estructura a
su alrededor". 2
En estricta vinculación la red ferroviaria, como en casi todo el territorio nacional,
constituyó la matriz física y de expansión inicial de estos núcleos, concebidos originalmente
como colonias agrícolas y asentados a los largo del eje que traz.a el Ferrocarril.
Tenemos, entonces, que "el área metropolitana de Rosario como fenómeno urbano-

*CONICET - Universidad Nacional de Rosario

39
 BLOJ La dimensión metropoütana...

territorial hace referencia a la estructuración de un conjunto de centros urbanos -y sus
áreas rurales circundantes- que pivotan alrededor de la 'ciudad central', considerada
núcleo fundacional del sistema". Rosario deviene, así, en nudo de una red de intercambios
de personas, bienes y servicios, de capitales y de información.
Las transformaciones acaecidas en las últimas décadas han motivado la búsqueda de
nuevas formas de delimitar el territorio, acordes con los comportamientos y las interacciones
que se observan. Pero lo que es más importante, comienza a reverse la idea tradicional de la
ciudad-región metropolitana como "área homogénea y unitaria", en lo que respecta a su
caracterización. (CABALLERO; 1991)
Del conjunto de perimetraciones aludidas, y a fin de contar con un herramienta analítica
que refleje las preocupaciones de nuestra investigación, se ha tomado como referencia para
delimitar el universo de estudio la categoría "extensión metropolitana". La misma incluye
Estos centros urbanos manifiestan serias dificultades para resolver, en forma aislada, sus
problemas y potenciar sus condiciones. Si bien se observan una serie de actuaciones sectoriales
-particularmente en el caso del transporte metropolitano- aún no se visualiza una solución que
contemple y coordine las diferentes esferas programáticas locales, y las del conjunto.
Esta situación obedece tanto a razones estructurales como a una evaluación incompleta
de los parámetros de análisis y es en este sentido que el estudio pretende aportar. Los espacios
regionales son espacios urbanos organizados en redes cada vez más intrincadas que requieren
de un tratamiento agregado aunque sin perder de vista la necesidad de reafirmar · los
componentes individuales.
Al encarar un estudio a escala metropolitana estamos pensando en un espacio
supralocal que manifiesta complejidades no sólo de orden territorial sino, también,
económico, social y político-institucional. El territorio adopta una particular forma geográ­

la "ciudad central", los distritos limítrofes al municipio de Rosario y los ligados por los
corredores y troncales metropolitanos. Se define conceptualmente a partir del reconocimiento
de la "máxima continuidad del proceso actual y potencial de urbani7.ación y el máximo
nivel de interacción. "3
fica y construida pero, fundamentalmente, es el soporte de la actividad humana en la pluralidad
de dimensiones que esta expresión connota.
En tal sentido, la investigación ha trazado un abordaje interdisciplinario asumiendo
el análisis de la dimensión metropolitana desde diferentes campos disciplinares -arquitectura,
economía, antropología, estadística, ciencias políticas- y con el objeto de arribar a un perfil

$
de cada localidad así como del área.
EXTENSION
METROPOLITANA La reflexión inicial ha estado atravesada por dos cuestiones. De un lado, sin perder de
vista las preocupaciones relativas a cada especialidad, se ha tratado de construir alrededor de
01 5 10 KM INAlAESTIUmJR.\FEllRO•VW.YPORT\JARIA
' ' l.l18ANIV00N
SllUA00N lcRAITOIIAL ACrull.
la temática un campo de intersección disciplinar. De otro lado, y en estricta relación,
partimos de suponer que el tratamiento de estos fenómenos requiere de la elaboración de
instrumentos heurísticos de interpretación. Limitar el uso de tópicos clásicos de los
AREA EXTENSION METROPOLITANA
estudios de "ciudad" ha obligado a zanjar un gran número de obstáculos teóricos y
C:=::J EXTENSION METROPOLITANA
metodológicos.
La investigación se ha desplegado en dos niveles o escalas: un nivel "micro", o estudio
AREA URBANIZADA
-
por localidad, y un nivel "macro", o estudio global. Esta distinción obedece, más bien; a un
URBANIZACION ORIGINAi.
recurso analítico ya que el sentido es producir un conocimiento que articule ambas
�
EXTENSION URBANIZADA dimensiones.
APROBADA
( eleclMzada o oo) En el nivel denominado "micro", o "nivel por localidad", se ha desarrollado una
experiencia de medición estadística aplicando un modelo causal-predictivo: "Modelo de
-- SISTEMA FERROVIARIO Jer�quías Urbanas". Para la construcción del mismo se definieron cuatro bloques o
PUERlO O TERMINAi.
vanables latentes: "condiciones sociales", "económicas", "urbanísticas" y de "calidad
OEEMBAROUE
urbana".
= AUTOPISTA
La estructuración interna de los bloques obedece a una selección de parámetros de
__ REO VIARIA PRIMARIA comparación expresados en indicadores y subindicadores.
TERRITORIAL
Las primeras aplicaciones del modelo han permitido estabJecer un cuadro comparativo
de las localidades y sus posiciones relativas en el conjunto metropolitano en función de

40 41
 BLOJ
. "jerarquías". Esta expresión hace referencia al dinamismo de un centro y a la conjunción de
variables que el modelo permite poner en relación.
El nivel "macro" se ha orientado al análisis de los comportamientos globales del sistema
metropolitano. Incluye un diagnóstico socio-económico del área y un tratamiento de los
aspectos político-administrativos. Sobre este último punto, los esfuerzos se han dirigi_do a
evaluar nuevas formas de organización y gestión del territorio y de desarrollo local y regional.
Por último, y como área de interés que concierne particularmente a este artículo, contiene una
aproximación a las dificultades de enunciación de una "identidad metropolitana", en relación
con las identidades locales y la fragmentación social interna propia de estos procesos de
definición. Esta preocupación refiere al reconocimiento de una "pertenencia", y sus
contenidos significativos, enmarcada en esa frontera de contornos difusos.
El "fenómeno metropolitano" es un campo de conocimiento que abre la sociología
urbana desde fines del siglo pasado. Período en que las sociedades comienzan a consolidar
sus bases urbano-industriales con la consecuente diversificación del espectro económico y
social. 4
A lo largo de este desarrollo teórico, han subsistido debates entre visiones "esp acialistas"
y perspectivas que remarcan la necesidad de interpretar el fenómeno en virtud de los vínculos
entre los ordenamientos espaciales y las expresiones sociales.
Partimos de considerar que las delimitaciones espaciales cobran sentido más allá de la
definición objetiva de un límite territorial puesto que enmarcan complejos procesos y
relaciones intergrupales e intersubjetivas.
Los territorios o "locales de las colectividades" so/l Ull elemellto fundamemal e/l la
CO/lStitucióll de las sociedades sociales y de la illteraccióll de los actores pero llO el Úllico.
(GIDDENS, 1981) Por tanto, la inscripción espacial de los grupos requiere para su definición
del registro de las interacciones y lazos sociales que en él se producen.
La construcción del espacio urbano se expresa desde el punto de vista de las relaciones
de los individuos con su medio natural, desde la trama física y desde la trama histórico-social;
donde pueden reconocerse procesos de apropiación heterogéneos. Desde este punto de vista,
la cuestión metropolitana es una "cuestión social" que-responde a múltiples determinismos.
Desde una perspectiva antropológica ha sido posible reunir, en esta temática, intereses
que provienen tanto de la problemática urbana como de la preocupación alrededor de los
procesos de constitución de identidades sociales.
La investigación planteó una serie de interrogantes iniciales, que sin duda no han sido
resueltos globalmente, y que podemos resumir a partir de tres ejes de discusión:
- ¿Cómo abordar, teórica y metodológicamente, un objeto de estudio que escapa, por
su magnitud, a la escala tradicional de los estudios antropológicos?
42
- La dünemi6n metropoliluna. ..
_ ¿Cómo lograr potenciar la investigación, preservando la complejidad de los fenómen�s
sociales, mediante la complementariedad de fuentes de conocimiento -cualitativas y cuanti­
tativas-?; fuentes que reflejan diferentes intencionalidades y escalas.
- ¿Cómo elaborar categorías que permitan desembocar en un conocimiento sobre
"calidades urbanas" que si bien contengan las pertinencias disciplinares comprometan la
preocupación antropológica?.
García Canclini (1992;230) sostiene que el conocimiento antropológico clásico, por sus
propias estrategias, ha inhibido una visión de conjunto sobre el significado de la vida en la
ciudad. Asimismo, en casi toda la literatura que podemos enmarcar dentro del campo de la
"antropología urbana" se subraya la dificultad de afrontar el estudio de la ciudad, en razón
a la diversidad de variables que intervienen en el análisis y de las fuerzas culturales y sociales
que se desarrollan en su interior.
Esta complejidad que plantea la temática se agudiza, aún más, si consideramos un
universo de estudio regional, como "lo metropolitano"; no sólo se complejiza el horizonte
territorial sino también se pluralizan las relaciones que intervienen en su constitución.
Sabemos que el análisis regional no ha ocupado gran interés en la tradición antropológica;
en todo caso deviene como preocupación, elípticamente formulada, para conceptualizar las
relaciones tiempo/espacio. Como señala Eduardo Archetti (1989), los trabajos con que
contamos centran sus debates alrededor de la existencia o no de determinaciones en la relación
espacios/procesos sociales.
Al introducir la noción de "región", como instrumento de interpretación de los espacios
metropolitanos, debemos tener en cuenta que existen una diversidad de tipos de regiones que
pueden definirse en relación con las intencionalidades que guían su construcción. Por lo tanto,
· bajo toda delimitación subyacen criterios de integración que pueden responder, prioritariamente,
a diferentes dominios -geográficos, políticos, económicos, administrativos, sociales, etc-.
(BOISIER;1991)
En los enfoques "esp acialistas" tradicionales todo tipo de área territorial que expresa un
vínculo de continuidad es concebido como una región. Podemos afirmar, entonces, que el eje
de la discusión tradicional alrededor del espacio regional metropolitano adquiere, desde
nuestro enfoque, un valor teórico relativo.
Aquí queremos enfatizar que este fenómeno refiere de una frontera a la cual le pueden
corresponder diferentes contenidos de acuerdo con las concepciones de "territorialidad" e
incluso a los proyectos políticos que recaigan sobre el área (CABALLERO;1993). Representa
una "condición" de base que puede manifestarse en formas diversas.
43
 BLOJ
Problemas en la enunciación de una identidad metropolitana
"La identidad y la relació11 constituye11 el 11úcleo de todos los dispositivos espaciales
estudiados clásicamente por la a11tropología"
MarcAugé
En el nivel de abordaje "macro" se inició el análisis de los procesos identitarios. Ello
concierne, específicamente, a la definición del espacio urbano-territorial metropolitano en
relación con las configuraciones identitarias que se construyen a su alrededor y en su interior.
Se intentó, entonces, reconstruir los significados de los diferentes "espacios de
integración" del área -atendiendo a sus ajustes y sus complementariedades- vinculándolos con
los modos de asociación y reconocimiento de los grupos sociales en juego. Analiz.ando el
modo en que quedan comprometidos los diferentes dominios de la experiencia de los sujetos
en la diversificación espacial-social se trata de enlazar el problema de la emergencia de figuras
· identitarias con su inscripción en el espacio de la vida urbana.
Ahora bien, cuando hablamos de "identidad" hacemos referencia a una "noción que
remite al modo en que los sajetos se reconocen en una 'temporalidad' y una' espacialidad'
determinada y en conciencia de su 'alteridad' "(BLOJ;1993).
Destacar que las representaciones sociales, para ser reconocidas como tales, deben
. expresar un núnimo de continuidad temporal y que tienden a articularse a partir de
experiencias y significaciones comunes, son dos aspectos nodales de la cuestión.
Las representaciones en tomo a las categorías "tiempo-espacio" son constitutivas de las
organizaciones sociales. Por tanto, su convergencia analítica permite conceptualizar las
"figuras identitarias" como procesos dinámicos anclados en el contexto histórico-social de
producción y en constante formulación y resignificación.
Las configuraciones identitarias revelan su naturaleza histórica en tanto procesos sujetos
· a cambios y negociaciones, propios del movimiento de la historia, y a la vez segmentaria,
dando cuenta de las continuidades y rupturas de los grupos.
En este proceso de constitución se advierte en cruce de condiciones objetivas,
posicionamiento de los sujetos en una estructura social y subjetivas, representaciones
relacionadas con la experiencia y prácticas de los sujetos. (BOURDIEU; 1992)
Dentro de este espectro de configuraciones, emerge la categoría de "identidad urbana",
subrayándose el calificativo "urbano" para referir a un tipo particular de expresión de
"identidad social" que orienta la mirada hacia la relación de las figuras identitarias con las
"delimitaciones espaciales" y con la particular diversificación que se plantea en una ciudad.
44
La dimensión metropolitana...
Sabemos que los espacios son entidades conceptualizadas y emblematizadas por los
sujetos; dominio de referencia y pertenencia. Por lo tanto, los modos de construcción y
apropiación del mismo se inscriben en los procesos de definición de una identidad colectiva.
Las identidades se construyen en determinados "escenarios" y, por tanto, la representación
del mismo se integra a ese encadenamiento significativo.
Es a partir de ello que resulta interesante interpretar el fenómeno metropolitano a la luz
del conjunto de interrelaciones que en él se producen y no tan sólo desde la particular
configuración formal del territorio. Como bien sostiene Jordi Borja:
"Los ciudadanos se identifican por grupos, en espacios locales, reconstruyen la
memoria como ciudadanos, se dotan de medios de comunicación y de expresión propios.
Todo lo cual provoca diferencias y conflictos, pero también movimientos de fusión y
participación en proyectos colectivos. Pues la ciudad es antes que un paisaje urbano, un
paisaje humano. La ciudad, ya se ha dicho, es la gente115
La ciudad-región, como espacio integracional, es un campo donde coexisten fuerzas
sociales diferenciadas, es la manifestación pública de una condensación de procesos y, por lo
tanto, la modalidad visible de la experiencia urbana en su conjunto. En este sentido, es un tipo
de memoria colectiva -si vale la metáfora-, una particular organización de una multiplicidad
de dimensiones.
Las experiencias compartidas en la interacción social, en la pluralidad de dimensiones
que identifican a los sujetos -cultural, político, religioso, etc.-, se entrelaz.an en ese espacio
de vida relacional, que llamamos ciudad, delimitando ámbitos de pertenencia y estructurando
un repertorio de identidades, en convergencia o en conflicto.
Si es posible entrever, inicialmente, las asociaciones subjetivas y grupales a partir de los
"ordenamientos espaciales" la dificultad reside en identificar el conjunto de prácticas y
representaciones sociales lo suficientemente significativas para reconocer una "configuración
identitaria" delimitada por esa frontera. Para ello es necesario analizar, dentro de este
"repertorio de identidades", los dominios de la vida social que comprometen y los criterios
sobre los cuales se legitiman y diferencian.
Desde esta perspectiva, podemos consignar representaciones en tomo a una identidad
rosarina; identidades locales -en referencia a los municipios y comunas del área- y, por
último, una identidad metropolitana. Cada una de estas instancias, en su interior, generan
un abanico de apropiaciones.
Dejando de lado lo que respecta a Rosario -que no ha sido estudiado en esta etapa del
trabajo-, particularmente, el reconocimiento de una "identidad metropolitana" aparece como
una hipótesis, en tanto no podemos afirmar que esta delimitación esté expresando una
conciencia de p�rtenencia a una "comunidad metropolitana".
45
 BLOJ.
Los contornos de la "pertenencia metropolitana" son confusos y desdibujados, en
consecuencia, la apelación a ella no está claramente instalada en las categorías y representa­
ciones sociales.
Una pista para pensar esta cuestión es, como venimos enunciando, la relación esencial
entre significaciones y prácticas, denotándose una escasa participación social en el nivel que
trasciende lo local. No hay, hasta el presente, una práctica metropolitana consolidada y, por
tanto,· en las lógicas de acción de los sujetos la "identidad metropolitana" no aparece
evidenciada como una estrategia de diferenciación.
La investigación sobre los procesos· de formación del área, destacan un aspecto
sugestivo: "La región metropolitana presenta, estructuralmente, un rasgo paradójico ya que,
conformada como un área policéntrica, presenta un núcleo central -Rosario- con un fuerte peso
en todo el sistema". (CABALLERO; 1993)
Podríamos desprender de aquí, que esta paradoja estructural se traduce en un obstáculo
para configurar una "identidad metropolitana", más abarcadora y representativa del conjunto.
_La identidad más bien está atravesada por una potente identificación con la ciudad de
Rosario; identificación que borra los propios límites y hasta posibilita que las localidades
puedan pensarse como barrios de la ciudad central:
"Este pueblo no crece por la cercanía con un centro tan grande con Rosario"....
"Tenemos la sensación de ser un barrio de Rosario".... "Estamos pegados a Rosario, con el
tiempo eso se junta todo".... "El hecho de estar tan cerca de Rosario hace que 110 haya
identidad propia" (Fragmentos de entrevistas).
Como vemos, las fronteras entre "lo local" y "lo rosarino", resultan evanescentes lo que
permite consignar que no siempre los lúnites físicos del espacio local resultan coincidentes
con los límites que emergen en las representaciones sobre el "espacio identitario".
Es evidente que desde el punto de vista económico, político, de servicios y de recreación,
las localidades manifiestan una marcada dependencia "funcional" con la ciudad central lo que
refuerza la idea que venimos sosteniendo:
"La gellte siente total dependencia con el centro" -léase con Rosario-...."La ge/lle no
sale si no va a Rosario por eso 110funcionó el cine" (Fragmentos de entrevistas).
La apelación a la "identidad local" tiene como ejes el origen común de inmigrante -en
su mayoría italiano- y la consolidación del ferrocarril; signo de "autenticidad" y criterio de
"permanencia":
"La poblaciónfundacional es italiana; de la baja Italia"... "El ferrocarril era nuestra
referencia histórica propia".... "A este pueblo lofundan los colonos italianos y ese es nuestro
46
fA dimensión metropolitana...
origen"... "Esta ciudad está fundada por italianos y jefes del ferrocarril ingleses".
(Fragmentos de entrevistas)
Se pretende evocar un origen, un pasado con un anclaje que hoy se considera perdido:
"Aquí,ahora,falta identidad...antes se vivía de otro modo".
Estas referencias fundamentales, en relación con la autonomía de las localidades, se han
visto fortalecidas, como lo ha demostrado Luis Alberto Romero (1992), por el rol que juegari
en la definición de una identidad local los "ámbitos o espacios soc;iales de interacción y de
procesamiento de experiencias", tales como la escuela, las bibliotecas populares, las
cooperativas, etc. Estas instituciones constituyen, para los grupos sociales, un lugar de
producción de identificaciones:
"El hecho de tener la escuela,aquí,hace recuperar la identidad"... ".... la gente vivía
sin la preocupación por el pueblo, había un vacío. Después,la Escuela y el Sanco los hicieron
el pueblo y todo cambió" (Fragmentos de entrevistas).
Otro punto inherente a la cuestión, es el del patrimonio histórico. De acuerdo con lo
regi�trado, a excepción del caso de la ciudad de San Lorenzo, que cuenta con un patrimonio
"reconocido" al cual se le asigna -desde adentro y desde afuera- un valor histórico de
magnitud, en el resto de las localidades podemos observar la dificultad de advertir signos de
"lo propio": "Aquí 110 hay nada". Esta expresión resulta muy significativa ya que la ausencia
de patrimonio obstaculiz.a la representación de una identidad local. De algún modo, en las·
significaciones locales, el patrimonio es concebido como un "bien de consumo" que tiene
valor en tanto es reconocido y demandado por "otros".
Contrariamente a valorar y legitimar formas propias de organiz.ación de vida, parece
instalado el supuesto de que el universo patrimonial de "valor histórico" eslo determinante
para posicionarse frente a otros y legitimar una configuración identitaria.
Esta observación traduce la necesidad no sólo de introducir a la reflexión la cuestión de
la identidad en el nivel metropolitano sino también en el nivel local. De lo contrario,
estaríamos reforz.ando una vía equívoca de exploración de esta realidad.
El modo en que las localidades se vinculan con Rosario -con mayor o menor
dependencia-, la dimensión y la dinámica de cada centro reflejan no sólo la articulación de
cada localidad con la ciudad central, y entre ellas en el nivel metropolitano, sino ese conjunto
de prácticas y representaciones sociales que constituyen una identidad o pertenencia a la
_
ciudad.
Trabajar en un espacio regional supone profundiz.ar el conocimie�to �efos modos de
legitimidad local, y sus fragmentaciones internas, paralelamente con los ejes de integración
a un universo regional más amplio.
47
 BLOJ La dimen;;lwn
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_ Tenemos, entonces, que al hablar del "Gran Rosario" se introduce una visión unitaria
al mismo tiempo que una visión fragmentada. Cada localidad genera esquemas propios que
consolidan, con mayor o menor fuerza, sus particularidades, sus formas de inscripción
simbólica en el universo metropolitano.
Modelo de jerarquías humanas
El eje de esta dimensión del trabajo ha sido la puesta en acto del modelo estadístico�
elaborado de tal suerte que permite no sólo el registro y comparación de datos cuantitativos
referencia a otro tipo de delimitaciones territoriales -provincia, departamento, distrito, etc.­
Esta situación obstaculiza la identificación de aquellos aspectos verdaderamente comparables
en los términos que exige el modelo.
En este caso, los indicadores que estructuran el bloque social son los "signos visibles"
que traducen el sésgo teórico y las intencionalidades de la indagación. Son elaborados como
categorías que materializan los nexos inter e intradisciplinares y, en cierta medida, posibilitan
realizar ese pasaje -si vale la expresión- de lo "observable" a lo "comparable". En este procesci,
la selección definitiva de los mismos obecede, además de a las razones ya expuestas, a las
correlaciones al interior del bloque y con los bloques restantes; asumiendo como objetivo la
sistematización de un conocimiento sobre "calidad urbana".

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sino, también, cualitativos; en los términos que posibilita un modelo, con sus potencialidades
y limitaciones. 6
GRAFICO DE MODELO DE JERARQUIAS
En este sentido, el mayor esfuerzo se ha concentrado eri la búsqueda de una
complementariedad en el manejo de fuentes -fuentes secundarias y trabajo con informantes­
desde la formulación de las categorías que permiten estructurar el modelo hasta la construcción
de la información. i L-tll.ll!T-

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La implementación, en las 15 localidades, de una encuesta tipo, que condensa los (Dosaipcióo del mttodo PLS mllliDdo al cu, de estudio}
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 BLOJ La dimensi6n metropolitana...

Tenemos, entonces, que al hablar del "Gran Rosario" se introduce una visión unitaria
al mismo tiempo que una visión fragmentada. Cada localidad genera esquemas propios que
consolidan, con mayor o menor fuerza, sus particularidades, sus formas de inscripción
simbólica en el universo metropolitano.
Modelo de jerarquías humanas
. la selección definitiva de los mismos obecede, además de a las razones ya expuestas, a las
El eje de esta dimensión del trabajo ha sido la puesta en acto del modelo estadístico·,
elaborado de tal suerte que permite no sólo el registro y comparación de datos cuantitativos
sino, también, cualitativos; en los términos que posibilita un modelo, con sus potencialidades
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En este sentido, el mayor esfuerzo se ha concentrado en la búsqueda de una
complementariedad en el manejo de fuentes -fuentes secundarias y trabajo con informantes­
desde la formulación de las categorías que permiten estructurar el modelo hasta la construcción
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referencia a otro tipo de delimitaciones territoriales -provincia, departamento, distrito, etc.­
Esta situación obstaculiza la identificación de aquellos aspectos verdaderamente comparables
en los términos que exige el modelo.
En este caso, los indicadores que estructuran el bloque social son los "signos visibles"
que traducen el sésgo teórico y las intencionalidades de la indagación. Son elaborados como
categorías que materializan los nexos inter e intradisciplinares y, en cierta medida, posibilitan
realizar ese pasaje -si vale la expresión- de lo "observable" a lo "comparable". En este proceso,
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48 49
 BLOJ
La estructura básica de indicadores del bloque social quedó definida del siguiente modo:
1. Modernización del Out Look: aquí se manifiesta una condición "visual" que traduce
el grado de transformación edilicia de las localidades. Sobre la base de esta manifestación
física se pretende dar cuenta de la capacidad de inversión de un centro urbano, la composición
social del mismo y, fundamentalmente, las motivaciones de la modernización -modificación
de fachada, reciclaje del edificio o procesos de sustitución-. Se pretende relacionar los
fenómenos de modernización física con la apropiación del espacio como pautas de lo que
podemos denominar "cultura urbana".
2. Espacios de Us� Común: se privilegiaron, dentro de este espectro de problemas, dos
ejes o subindicadores: práctica de preservación de los espacios colectivos; y reconocimien­
to de sitios con valor patrimonial.
3. Población total: el número de población -en cifras:.. es un indicador clásico que no
exige mayores precisiones.
4. Porcentaje de población en situación de pobreza extrema: este indicador plantea
algunas dificultades pues sabemos que la pobreza evoca una diversidad de situaciones. Para
ello desagregamos, en subindicadores, los aspectos que consideramos más relevantes:
Ocupación/Condiciones de habitabilidad/Tipo de asentamiento/Escolaridad.
5. Porcentaje de sectores medios: con miras a segmentarizar la estructura social de las
localidades.
6. Porcentaje de Población periódica: debido a que algunas de la localidades de la
"extensión metropolitana" son también sitios de fin de semana este indicador hace referencia
a esa población. La misma puede tener un carácter estable u ocasional y, de acuerdo con ello,
se observa el modo en que gravitan en las decisiones colectivas.
7. Política Cultural: entendemos por política cultural todo tipo de plan o curso de
acción que se adopte a nivel oficial, en las diferentes instancias de gobierno. Se pretende
relevar el accionar de gobierno y precisar el área de interés central de la política cultural y su
grado de concreción.
8. Medios de Comunicación: se desagregan todas las modalidades de comunicación -
radios, televisión, televisión por cable, revistas, periódicos, etc.- permitiendo evaluar sus
niveles de desarrollo y la posible generación endógena como indicador de dinamismo de un
centro urbano.
9. Organimción Socio-lffititucional: este indicador incluye tanto las formas de organiza­
ción a través de mecanismos institucionales formales como informales ya que sabemos que por
fuera de los mecanismos formales todas las sociedades generan asociaciones entre sujétos, con
diferentes grados de consolidación y permanencia en el tiempo y sobre la base de diferentes
domin,ios de la práctica social -grupo de edades, política, religión, recreativo, profesionales, etc. -
Este indicador permite evaluar el nivel de organización de una localidad distinguiendo las
iniciativas de los ámbitos formales y las generadas por autogestión comunitaria.
50
· ú dimensi6n ·metropolitana...
1o. Migración Interurbana: aquí se pretende tener un registro de los desplazamientos
de población al interior del sistema metropolitano.
Sabemos que los desplazamientos de población obedecen a motivaciones diversas, con
frecuencias e intensidades diferenciadas. Dado que en los tiempos previstos no resulta posible
abarcar todo este espectro se privilegió para el análisis la motivación laboral.
Interesa deslindar varias cuestiones. Por un lado definir, en esta dinámica, cuáles son
los centros expulsores y cuáles los receptores de mano de obra en relación con las distancias
que guardan entre sí las localidades y con las características más generales de cada una de ellas.
Por otro lado, determinar qué tipo de población se desplaza y la calificación de la mano de
obra.
11. Tensión Social: hace referencia a la conflictividad que manifiestan las localidades
en las diferentes dimensiones de la esfera social. Entendemos por tensión lo que R. Samuel
(1984) define como "relación, influencia y antagonismo" de los sectores sociales.
Permite observar parte de la dinámica social de cada localidad distinguiendo la
conflictividad en el ámbito laboral o tensión social en general. Dada la complejidad de
construir esta información hemos privilegiado el dominio de los conflictos laborales sobre los
cuales existe un registro más exhaustivo a través del estudio de diferentes fuentes -diarios,
estadísticas, etc.-. Asimismo se elabora un "índice de conflictividad laboral".
12. Participación Social: con este indicador se pretende reflejar los niveles de
participación de los ciudadanos en las problemáticas y actividades comunales. Refiere a la
iniciativa ciudadana, a la relación con las instancias de gobierno y a la capacidad de las
organizaciones comunitarias para identificar y viabilizar modalidades de expresión. Advierte
acerca de los mecanismos de concertación existente y al rol activo y propositivo de las
comunidades.
Resulta imposible, en este breve espacio, volcar todo el proceso estadístico y los
resultados obtenidos por lo tanto hemos optado por ilustrar, como antecede, el fundamento
de los indicadores así como algunos resultados significativos.
Los indicadores y subindicadores fueron adecuados al "Análisis Descriptivo
Multivariado del Bloque Social" y cada subindicador fue "transformado" en una Variable.
Dentro de ese conjunto, las "variables cuantitativas" fueron ranqueadas a los efectos de ser·
utilizadas como "variables cualitativas"7•
Las modalidades seleccionadas para evaluar estas variables también fueron sometidas
a un ajuste, a medida que se avanzó en el trabajo estadístico. Se advirtió, entonces que, en
algunos casos, las modalidades determinadas previamente, no resultaban discriminatorias
para el análisis ya que, a partir de la información obtenida, se observó la inexistencia de ese
caso particular. 8 En otros casos, la complejidad del registro de los fenómenos sociales hizo
necesaria la simplificación de variables a ser tomadas en cuenta.9
51
 BLOJ
Asimismo, sobre ese total de variables· se realizó una jerarquización entre aquellas que
pueden calificarse como Variables Activas -que destacan las condiciones más relevantes y
discriminatorias- y las que se denominan Variables Ilustrativas -que "ilustran" o califican
io ya agrupado- y se analizaron las agrupaciones o clases derivadas de esta forma de cruzar
. los datos. 10
A partir de esta distinción, se realizaron diferentes combinaciones de variables activas
e ilustrativas, con miras a reafirmar las agrupaciones. Este mecanismo refleja la posibilidad
de subrayar determinados aspectos, que consideramos más relevantes, frente a otros.
En el resultado que arroja la distribución de frecuencia de la variable activa "Población
Total" podemos observar que 5 de las localidades están entre menos de 5000 habitantes; luego
tenemos una distribución pareja en los centros intermedios, es decir con la modalidad entre
6000 y 11.900 habitantes. Sólo 2 localidades exceden los 30.000 habitantes -Villa Gobernador
Gálvez y San Lorenzo- Es interesante destacar que estas dos localidades expresan los mayores
porcentajes de población en situación de pobreza y, consecuentemente, los más bajos índices
de sectores medios -en Villa Gobernador Gálvez, particularmente, con un porcentaje menor
al 70%-. En estos centros se manifiesta, también, un alto desarrollo institucional y una activa
migración interurbana, hecho que nos permite inferir la directa relación entre la actividad de
un centro urbano y su dimensión poblacional.
Asimismo, si consideramos la variable "Población en situación de pobreza",
observamos que la mayoría de las localidades del área metropolitana cuentan con un porcentaje
.entre 6% y el 25% y con un porcentaje entre 70% y 89% de clase media. Otras 6 localidades
poseen una población de menos del 6% en situación de pobreza, y de las cuales 4 no poseen
ningún tipo de movimiento migratorio interurbano. Sólo una localidad posee más del 25% de
población en situación de pobreza y que coincide con el hecho de ser el centro de mayor
P,Oblación (Villa Gobernador Gálvez).
Respecto de la variable "Sectores Medios" la frecuencia es significativa ya que 11
localidades de la región poseen un porcentaje que oscila entre el 70% y 89%, es decir con
valores medios -dentro de las modalidades escogidas- Dentro de estas 11 localidades, 6
también presentan una "buena organización institucional" y porcentajes intermedios de
población en situación de pobreza. Es decir que la gran mayoría de los centros del área se
definen a partir de una estructura social donde aún prevalece, como sector, la clase
media.
En lo que atañe a la variable "Organi7.ación Socio-Institucional", la gran parte de las
localidades (8) poseen una organización institucional "buena", en 4 de las cuales se registra
poca migración interurbana. Un hecho destacable es que las que se presentan con una
52
.f.B mmensi6n metropolitana.••
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anización institucional "regular" se corresponden con las cinco localidades más pequeñas
área, es decir con población por debajo de los 5000 habitantes.
La frecuencia de la variable "Migración Interurbana" posee la repartición más �areja
de todas, ya que tenemos 5 localidades donde no _se o�se�a este fenómeno, 6 local�dades
donde se presenta poca migración y 4 con gran m1grac1ón Interurbana. Estas 4 lo�hdad�
poseen todas un porcentaje de clase media que oscila entre el 70% y 89%, con una buena
"muy buena" organización institucional, con una población por arriba de los 5000 habitantes
; en 3 de las cuales advertimos la presencia de población en situación de pobreza entre el 6%
· ·
y el 25%; es decir con valores medios.
De la lectura general de este procedimiento podemos concluir que el menor porcentaje
de clase media (menor al 70%) coincide con los más altos índices de pobreza (más del 25%
de la población). Las poblaciones de menos de 5000 habitantes, es decir, las poblaciones más
pequeñas del área, presentan una organización institucional "_regular_", y una ausenc�a de
movimientos migratorios interurbanos -no son receptoras ru expulsoras de población-.
Asimismo, los centros que le siguen, en escala -entre 6000 habitantes y 11.900 habi_tantes­
poseen un porcentaje de sectores medios que oscila entre el 70% y 89% y, al mismo tiempo,
expresan los valores intermedios de población en situación de pobreza -entre 6% y 25%-.
Por último, luego de una serie de ensayos donde se realizaron diferentes asociaciones
entre las localidades, conformando grupos o clases, se privilegió para el análisis la división
de las 15 localidades en 4 clases, por ser la que mejor potenciaba los vínculos entre las variables
escogidas.
La clase N º 1 incluye las localidades de Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, San
Lorenzo, Puerto General San Martín, Punes, Pérez y Arroyo Seco. Las siete localidades . ·
representan el 46. 7% del total.
En primer lugar, tienen en común -el 100% de la clase- un porcentaje de s�tores
medios entre 70% y 89%; ésta es la única condición que comparten todas por igual.
Asimismo, la gran mayoría de ellas expresa un porcentaje, también intermedio, de �oblaci�n
en situación de pobre7.a que oscila entre el 6% y el 25%. En ese contexto, la tensión socaal
se manifiesta, en la mayoría de las localidades de la clase -71.4%- con la modalidad de
"muchos conflictos sociales y laborales". No debemos olvidar que contienen una población,
relativamente, alta, de las cuales 4 pertenecen al cordón industrial de la Extensión Metropolitana.
Se expresa, también,
· una orgam7.aCI
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· · ti'tuao· naI "muy buena11 , con "altos"
niveles de participación -que podríamos vincular con la proporción de confl�ctos señalados­
y un "buen" desarrollo de la política cultural local en casi todas las localidades -71.4�,
igual porcentaje que para tensión social-.
53
 BLOJ
También, vemos una "dominante" modernización del out look, en la mitad de la c�ase
y un cuidado de los espacios de uso común "bastante bueno", en mucha menor proporción.
La clase Nº 2, que integran la ciudad de Granadero Baigorria, Roldán, Alvear, Pueblo
Esther y General Lagos, representa el 33.3% del total; 3 de estas localidades se corresponden
con los centros más pequeños del área (menos de 5000 habitantes).
El único rasgo que hallamos en el 100% de la clase es el desarrollo de los medios de
comunicación "bueno" razón por lo cual es necesario subrayarlo.
Asimismo, el 80 % de la élase expresa una tensión social, en la modalidad "muchos
conflictos sociales y pocos laborales" así como un "buen" cuidado de los espacios de uso
común.
En un porcentaje menor -60% del total de la clase- se observa una población en
situación de pobreza menor del 6%, la ausencia de movimientos migratorios interurba­
nos, una organización socio-institucionai "regular" y una "mala" politica cultural
municipal y/o cumunal.
La clase N º 3, integrada por lbarlucea y Soldini, representa el 13,3% de las localidades
estudiadas. Las mismas permanecen asociadas en todas las agrupaciones ensayadas.
En primer lugar se destaca que son parte de las cinco localidades más pequeñas del área,
por debajo de los 5000 habitantes. Sin embargo, se diferencia de las tres restantes -Alvear,
· General Lagos y Pueblo Esther que integran la clase N º 2- por un conjunto de rasgos que
permiten discriminarlas.
Comparten en un 100% la casi totalidad de las características que las relacionan. Nos
referimos a una población menor de 5000 habitantes, con porcentajes de sectores medios
extremos -de acuerdo a las modalidades seleccionadas- con un porcentaje mayor al 90%, y
con una población en situación de pobreza menor del 6% -en relación inversamente
- proporcionál con los sectores medios-. Estos valores expresan casos extremos de estas dos
últimas variables.
Asimismo, y en estricta relación, se evidencia una organización socio-institucional
"regular", con escaso desarrollo de los medios de comunicación, al igual que en lo que
respecta a 11!- política cultural co�unal.
También cabe destacar que no se observan, en ninguna de las dos localidades, migración
interurbana; no son centros ni receptores ni expulsores de mano de obra lo que permite inferir
la escasa dinámica socio-económica de estos centros urbanos.
Las diferencias que hallamos entre las dos localidades refieren al cuidado de los
espacios de uso común y la modalidad que vincula la tensión social y laboral.
.54
).,a dimensi6n metropolitana...
La clase N º 4 corresponde a la ciudad de Villa Gobernador Gálvez la cual, en todas las
agrupaciones realizadas, permite ser aislada en razón de las particularidades que reviste.
Estamos en presencia del centro de mayor población del área, que contiene menos del
50% clase media, y que, como contrapartida, presenta los porcentajes más elevados de
de
población en situación de pobre7.a -35 %-, entre las 15 localidades.
Contrariamente al caso de Arroyo Seco y San Lorenzo, pese a ser un centro de
importancia, los niveles de modernización son nulos. Asimismo, el cuidado de los espacios.
de uso común es "malo" lo que nos habla de una localidad que, urbanísticamente, manifiesta
grandes carencias y que, posiblemente, ello esté ligado con la gran cantidad de conflictos
sociales que enfrenta.
Desde este último punto de vista, manifiesta niveles muy altos de tensión social y
laboral, con movimiento poblacional interurbano -generalmente expulsor de mano de
obra- y muy bajos niveles de participación social. Este último hecho se asocia a una política
cultural "regular", en su desarrollo y grado de concreción.
Como contrapartida, se observa una compleja organización socio-institucional "bue-
na", pero que sin embargo no alcanza los niveles de San Lorenzo y Arroyo Seco.
Este análisis del bloque social se inscribe en el contexto de relaciones de todos los
bloques, con el objeto de producir el ordenamiento "jerárquico" de los centros. En este
sentido, el modelo ha permitido vincular y sistematizar una cuantiosa información, constitu­
yendo una herramienta interesante para detectar diferencias y similitudes entre las localidades
y valorar las condiciones actuales; superando las tradicionales lecturas comparadas que sólo
contemplan la dimensión poblacional como indicador decisivo.
Creemos importante subrayar que este conocimiento -y el potencialmente desarrollable
en nuevas implementaciones del modelo- pueden convertirse en un instrumento de gran
utilidad para los municipios y comunas ya que permite no sólo evaluar aisladamente las
condiciones de cada localidad sino también evidenciar sus posiciones relativas_en el conjunto
del sistema metropolitano.
De todas formas, los resultados obtenidos hasta el presente están sujetos a revisión y a
nuevas confrontaciones, teniendo muy presente que la situación cambiante del "Gran
Rosario", marcada hoy por un alto nivel de conflictividad, plantea la necesidad de un
seguimiento permanente.
Por último, retomando la integralidad desde la cual hemos intentado interpretar la
problemática metropolitana a lo largo de la investigación, resulta ineludible sedimentar
algunas reflexiones respecto de la dimensión política que adquiere el fenómeno.
Este esp acio no ha tenido, hasta el presente, un reconocimiento como "espacio político­
institucional" diferenciado para el área. En consecuencia, no se cuenta con una organización
que asuma el tratamiento de los conflictos que exceden la decisión local. En este sentido, es
importante señalar que más allá del reconocimiento como fenómeno físico-espacial y
55
 BLOJ
socioeconómico, es necesario su institucionalización como espacio político que posibilite
consolidar una "práctica metropolitana•.
En el Coloquio sobre Gestión de las Areas Metropolitanas, realizado en Buenos Aires,
se señala: "mientras que el discurso metropolitano ha entrado en franco proceso de
debilitamiento en pro de la consolidación de las administraciones locales y autonómicas, en
los países iberoamericanos se propone como respuesta al preocupante cuadro que exhiben las
principales aglomeraciones urbanas... "11
Esta afirmación, corroborada en la observación de los grandes cambios estructurales que
atraviesan nuestras regiones, orienta la búsqueda hacia formas diferentes de organización
capaces de brindar soluciones a problemas que trascienden las posibilidades · del ámbito
municipal, instaurando una nueva escala de actuación.
Ello implica, no sólo definir los intereses comunes al conjunto sino también el
reconocimiento de las heterogeneidades que se plantean, potenciando las capacidades locales,
en las múltiples dimensiones de la vida urbana.
En este contexto, adquiere particular significación el intento de formular alternativas
· de desarrollo global, local y sectorial, ligadas a estas nuevas formas de organización
político-institucional, lo que implica construir categorías e instrumentos analíticos específi­
. cos y válidos en función de las condiciones imperantes.
56
La dimensi6n metropolitana..•
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57
 BLOJ º
·cuADERNOS... Año 2- N 2 y 3 (ter. y 2do. Semestre 1994)

NOTAS

Este texto resume una experiencia de investigación en el área metropolitana de Rosario

y enfati:za las preocupaciones concernientes al área social, en el marco del trabajo DE LA ALDEA A LA CIUDAD MODERNA
interdisciplinario. 1
ROSARIO, 1866: LUGAR DE DEBATE1
(1) Hacemos referencia a la investigación denominada "Extensión Metropolitana de Rosario. Proceso de Formación
Urbano Territorial y Dinámica de Transformación". La misma se inició en el año 1991, en el marco de un convenio
entre la· Subsecretaría de Planeamiento y Control de Gestión de la Provincia de Santa Fe y la Facultad de
Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR. Ha contado con el apoyo institucional y financiero del Consejo Silvia Alicia Dócola*
Federal de Inversiones (CFI), a través de la Dirección de Cooperación Técnica de la institución. El equipo, bajo
la dirección del Arq. Adrián Caballero, está integrado por: Dra. Elda Gallese, Lic. Ma. Lidia Woelflin, Lic. Cristina
Bloj, Lic. Teresita Lencina, Arq. Silvina Pontoni, Arq. Mariana Monge, Arq. Graciela Baglioni, NoenúTrapani,
Arq. Laura Lagorio y Arq. Graciela Cavagnero.
(2) DOCOLA; Silvia, "Proceso de Formación y Transformación de la región santafesina" en Pequeños Poblados
En el arco de tiempo que va desde 1852 a 1876 Rosario se transforma de una aldea en
Históricos. San Jos�del Rincón, PNUD/CURDIUR: Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR,
Rosario, 1988;30. una ciudad moderna: una ciudad higiénica, rentable, productiva, que funciona, con una
(3) Localidades que integran la "extensión metropolitana•: Rosario; Villa Gobernador Gálvez; Pérez; Arroyo Seco; imagen que representa un proyecto de transformación. Un proyecto que apuesta a lograr una
Granadero Baigorria; Punes; Roldán; lbarlucea; Alvear; Soldini; General Lagos; Pueblo Esther; San Lorenzo; ciudad como lugar de la relación entre objetos arquitectónicos, entre lugares de ciudad; que
Capitán Bermúdez; Puerto San Martín; Fray Luis Beltrán. le otorga el rol de ser nudo de relación de ciudades y áreas de producción:
(4) Es imposible citar en este espacio toda las contribuciones a la temática, pero podemos destacar los aportes clásicos En 1852 la decisión política de Urqui:za de convertir a su fiel Rosario en ciudad; en 1876
de Max _Weber y G. Simmel y sus conceptualizaciones sobre los orígenes de la sociedad industrial, sobre las
particularidades de la vida urbana o metropolitana, y la heterogeneidad de los dominios. Asimismo, el pensamiento
un punto de inflexión en el proceso iniciado, un momento en el cual la ciudad moderna supera
marxista también ha contribuido a estas teorizaciones en primer lugar a través del.concepto de "alienación urbana" a la aldea.2
y posteriormente con los trabajos de Henry Lefevbre, Topolov, Manuel Castell. En estricta vinculación con los
Pero para ser ciudad hay que lograr autonomía decisional, y a eso se abocan los vecinos.
recorridos de la antropología urbana, no podemos dejar de mencionar los aportes de la Escuela de Chicago.
Estos presionan, tanto desde el gobierno local como desde la prensa. No debemos olvidar que_
(5) BORJA, Jordi y otros, Las Grandes Ciudades eo la Década de los Noventa, 1990, p.664.
la provincia de Santa Fe comien:za aquí a presentar un problema que será recurrente y que aún
(6) Las técnicas estadísticas que interactúan en la investigación son: Análisis Exploratorio de Datos, Análisis
Estadístico Descriptivo Multivariado y Análisis de Datos por Mínimos Cuadrados Parciales.
_hoy perdura: contra la vieja ciudad capital, en la cual ha residido el poder político provincial,
El análisis estadístico estuvo a cargo de la Dra. Elda Gallese.
comien:za a rivali:zar la naciente ciudad, la cual aspira ser, incluso, capital de la Nación (1868,
1869 y 1873). 3
(l) Hacemos referencia a la variable "Población total en cifras"; "Porcentaje aproximado de población en situación
de pobreza extrema"; "Porcentaje aproximado de sectores medios"; "Indice de conflictividad laboral". En 1860 se instala la Municipalidad4 compuesta por diez municipales ef!}jropiedad y tres
(8) Por ejemplo: La variable "Preservación de Espacios de Uso Común", la modalidad no, que denota la ausencia suplentes, cuyo presidente es el Jefe Político del Departamento -un del�ado _del poder
total de preservación, no se presenta en la realidad. provincial-. Son posibles Municipales los vecinos, mayores de 25 años o emancipados con
(9) Por ejemplo: La variable "Migración Interurbana"; se consideran tres modalidades: no, poca, mucha. En su cierto capital o renta. En una ciudad que se está conformando la categoría de vecino incluye
interior, la discriminación de los subindicadores de "Centro Receptor y Centro Expulsor de mano de obra" fue tanto a pobladores nacionales como extranjeros quienes se ocupan de los asuntos propios.
simplificada, en la combinación de estas características, agrupándose las localidades en 3 clases o grupos: Centros
poco expulsores y muy receptores; centros muy expulsores y poco receptores; y centros no receptores.
Según la citada ley, la Municipalidad posee tres Comisiones, una de las cuales, la Comisión
(10) Variables Activas: Población total; Población en situación de pobreza extrema; Porcentaje de Población de
de Obras Públicas, se debe encargar del empedrado, la nivelación y el desagüe; así como todo
Sectores Medios; Organización socio-institucional; Migración Interurbana. lo relativo al mejor arreglo de calles y calzadas, la apertura de caminos y la construcción de
Variables Ilustrativas: Modernización del Out Look; Cuidado de los Espacios de Uso Común; Política Cultural;
Medios de Comunicación; Tensión Social y Laboral; Participación Social.
(11) Gestión de las Areas Metropolitanas. Coloquio Técnico en Ciudad y Territorio, Otoño-Invierno, 4/1990 -
1/1991, N º 86-87, pág.491. *CIUNR- CURDIUR- Universidad Nacional de Rosario
58 59
 ·DÓCOLA
carreteras, puentes, canales, caños y teatros; la reparación de los edificios y monumentos
públicos, la conservación de los paseos, construcción y reparación de los mercados; y "a todo
aquello que contribuya a la limpieza, ornato y utilidad publica". Todo esto hace suponer una
autonomía decisional que garantizaría la posibilidad de construir la ciudad deseada.
Pero esto no es tan así, el gobierno provincial sigue interviniendo permanentemente. Es
ejemplificador lo sucedido cuando se pretende dotar de un servicio para la ciudad, el Gobierno
Provincial avasalla la autonomía que el mismo le ha otorgado hasta el punto que la prensa llega
a preguntarse: "¿O hay Municipalidad o no la hay?. Si la hay no se invadan sus atribuciones,
ni se abroguen sus derechos. Si no la hay es bueno saberlo para no hablar mas de ella"5; en
suma ¿quién tiene el poder decisional en el Municipio?.6
Mientras se lucha en el frente provincial para construir la ciudad deseada, también se
lo hace en el interior de la ciudad, especialmente en el ámbito de la Institución Municipal. El
pasaje de aldea a ciudad se produce con conflictos. Algunos vecinos fundamentan su decisión
de no tener pasado, de borrar los rastros de la aldea. Otros pretenden hacer perdurar sus
prerrogativas. La lucha entre las ideas de aldea y ciudad alcanza su punto conflictivo en 1866.
Este año se presenta como nudo de densificación de los registros de ciudad. A Rosario
se la fotografía, se la dibuja, se la describe literariamente; se la imagina en sus formas, se la
piensa en su condición de ser ciudad. Proyectos en debate sobre cómo es y cómo deberá ser.
Ideas que no están sostenidas por un corpus teórico institucionalizado -una disciplina
urbanística-, ni siquiera constituyen la emergencia de un germen disciplinar, ni son un traslado
directo de una praxis europea ni americana -aunque a ellas se las conozca y refiera-; sino que
estos pensamientos están presentes tanto en el discurso político/periodístico, como en cada
práctica de los idóneos que proyectan arquitectura, de los profesionales que delfnean ciudad,
de todos aquellos sujetos que nos han dejado representaciones de ciudad -fotografías,
litografías, planos, descripciones literarias-. 7
Y es en la interpretación de esos discursos, en el punto álgido de 1866, que podemos
probar el proyecto de transformación.
De la aldea de los propietarios a la ciudad de los vecinos. Delinear una tr87Jl que cons­
truye la ciudad.
Rosario cuenta·con una particularidad que la diferencia de muchas ciudades argentin
as:
su carencia de fundación. Este hecho plantea la característica de ser, en sus inicios, una
ciudad
asentada sobre terrenos de propiedad particular, la cual no cuenta con una división fundacio
nal
que separe los espacios colectivos de los espacios privados. Esta• relación se
convertirá en
60
De la aldea a la ciudad••.
problemática hacia 1866 , momento en el cual el tema de la delineación -como operación que
8
define ciudad- asume protagonismo en el debate.
En diversas sesiones de la Institución Municipal se trata el tema, siempre referido a un
proyecto de ordenanza presentado en 1864 por Aarón Castellanos. Nos detendremos en este
9
proyecto y los debates que en tomo a él se producen.
En primer lug�r, la delineación es un hecho ejercido por la Municipalidad, pero en
·
ocasmnes violado por los vecinos -"varios propietarios de quintas estaban cerrando las calles
e eran delineadas" (Lejarza)-1º. Existe consenso en el cuerpo mumcipa · · ·1 aI pIantear que la
::lineación de la ciudad es necesaria, y es la propia institución quien tiene el deber de
implementarlo.
El proyecto -original de Castellanos, con apoyo claro ·de Perkins- persigue_ como
objetivo construir una ciudad como hecho c�lectivo: establ�r las normas qu� garanticen el
control de lo público -la ciudad de los vecmos- sobre lo pnvado -las propiedades de los
vecinos-. Lo público se obtiene como aporte de lo privado, retribuido mediante la
expropiación.
El derecho que tiene el Municipio para intervenir en la propiedad privada es una de las
fundamentales causas del debate. 11
Por un lado están aquellos que defienden el bien privado: resulta paradigmático el
razonamiento de lbarlucea quien está en contra del proyecto en tanto "ataca la propiedad de
particulares". Según el municipal éstas no se podrían expropi�r sin sati_sfacer su imp�rte.
Fundamenta: la traza de la ciudad esta hecha en terrenos de propiedad particular, y "en virtud
de ella se han construido lascasas que existen y desde que se vean que éstas quedan en la calle,
no habrá quién quiera comprar ninguna propiedad".
El proyecto de delineación �fine a las calles Progreso y Mendoza con mayor ancho. 12 Su
imagen de calles refiere a la idea de bulevar: "� varas son insuficientes �a� plantar una doble
hilera de árboles a cada lado" (Perkins). La idea del bulevar aparece 1DSistentemente en los
debates. 13 Los que no apoyan esta decisión de proyecto se basan en la imposibilidad de que
pueda llevarse adelante con fondos municipales: "la gran calle o Boullevard hacía 1 O años que
había sido propuesta pero que nunca había habido fondos" (Bustinz.a). 14
El bulevar dividiría en dos a la ciudad, para adentro el proyecto de modificación sería
inviable, ya que "la Municipalidad no puede expropiar porque no tiene los fondos" (Coll).
En cambio el proyecto sería posible de realizar "en relación a la parte exterior de las calles
ya delineadas ya que los costos serían inferiores. Estas calles exteriores serían la parte de la
ciudad que aún carece de delineación" (Coll).
Más es la efectiva materialización del Bulevar la que se pone en duda (de nuevo en
defensa de los propietarios), ya que éste generaría costos no afrontables por el Municipio:
"éste le quitaría 25 varas a cada propiedad" (Coll).
· Entre los defensores del proyecto de dar más anchura a las calles -aunque particularmen-
6'1
 DÓCOLA
te el bulevar lleva a controversias internas del grupo- el fundamento es la necesidad pública
(Lejarza). Esta se basa en que la ciudad tiene un "mal" trazado -"la delineación que existe está
mal hecha, lo cual está probado por la desigualdad de la anchura de la calles" (Olguín)-.
El mal trazado -su poca anchqra- atenta contra la salubridad pública -"Que es sabido que
la angostura de las calles favorece las epidemias..." (Freyre); "que la reciente epidemia de
Montevideo fue a consecuencia de la angostura de las calles" (Grosse)-.
Para los que se oponen a la realización del proyecto es la historia de esta ciudad la que
determina su imposibilidad de transformación. El objetivo: poner a salvo las posibles rentas
de aquellos que poseen propiedades en el área consolidada.
En una ciudad que no se hafundado la ausencia de trazado original 15 genera posiciones
encontradas con respecto a la legalidad del trazado existente:
por un lado se expresa que "no existe por ley ninguna traza de este pueblo, que el
ingeniero Prath fue llamado por una familia y estableció solo algunos mojones" (Grosse);
. por el otro que Prath fue llamado por el Gobierno de la Provincia... "que este pueblo
había sido fundado en terreno de propiedad de particulares y luego se hace la traza de 12 varas
de calles hecha por Prath" (lbarlucea).
La definición de la traza hipotecaría, de algún modo, el futuro mismo de la ciudad: con
la realización del proyecto en debate la ciudad no quedaría estacionaria como hasta ahora
(Perkins); es preferible perjudicar a pocas personas ya que la Corporación debe mirar siempre
adelante que vendrá la época que esta ciudad tendrá cien mil almas y ¿ que dirán entonces
cuando vean que esta Municipalidad no haya tenido el buen sentido de proporcionarles
buenas vías públicas? (Perkins).
Buen sentido, medidas higiénicas: tránsito y salubridad... futuro deseado.
i..a prensa se posiciona en este debate. El Cosmopolita16 publica tanto el dictamen de
comisión17, como su debate. En principio valen algunas aclaraciones. La prensa no actúa, en
este caso, como un poder independiente del Municipio. El diario citado, por ejemplo, tiene
como uno de sus principales redactores a Guillermo Perkins quien a su vez es Municipal en
este mismo momento. De este modo, el periódico, expresa la posición de uno de los grupos
involucrados en el debate: el de los que promueven la normativa de la ciudad, el de los que
fomentan la idea de una ciudad moderna: "asuntos de esta naturaleza deben ser discutidos,
aclarados e ilustrados por la prensa, pues que de ellos pende el porvenir de una ciudad tan
importante como el Rosario y la comodidad de sus habitantes, no solamente por el presente
más especialmente por el porvenir".
El periódico define a sus contrarios: los propietarios que se oponeri a la realización de
"mejoras de palpable necesidad" por una "estúpida avaricia o miserable egoísmo", los que
anteponen "un pequeño sacrificio pecuniario a las grandes ventajas que reporta un bien
general". Ellos, autodenominados "hombres de progreso, y aquellos qúe conocen las
verdaderas necesidades del pueblo" deben cooperar "influyendo aunque solamente moralmen-
62
� la a"4a a la ciudad...
8
te la realización de este gran pensamiento". 1
También se halla presente el deseo de ser una ciudad moderna basada en una imagen
modelo: "que todos los pueblos modernos del mundo nos enseñan a dar gran anchura a las
calles y que esta ciudad, llamada a ser un gran centro de comercio con mucha mas razón
necesitará las vías mas espaciosas" (Castellanos); una ciudad a la europea, una Europa en la·
cual "se invierten en la actualidad inmensas sumas con este objeto" (Olguín).
De ese modo; Rosario es proyectada como una ciudad higiénica, antiepidémica19, la
traza asegura el futuro funcionamiento de la que se proyecta como ciudad comercial.
La Arquitectura construye la ciudad
En 186()20 un editorial del periódico El Progreso define para Rosario el rol de ser "el
empo rio de la nación: la gran ciudad, el más concurrido puerto, la plaza mercantil más
fuerte...". Y ese proyecto própone al edificado como condición para ser una gran ciudad:
"Rosario era una villa en 1850, una aldea, un desierto, sin población, sin edificios, sin
relaciones, sin comercio, sin rentas, y en la actualidad es lo que ya hemos dicho: una ciudad
de importancia, con su cómodo puerto visitado por numerosas embarcaciones de comercio de
ultramar y una plaza donde se verifican cada día transacciones mercantiles de inmensa
cuantía..."
La aldea y el desierto, contrapuestos a la ciudad de importancia. Antes la ausencia del
mismo objeto arquitectónico -sin edificios-, lo cual le confiere junto a la ausencia de población
y de comercio, la condición de aldea. La ciudad producto de ser puerto, es plaza de
transacciones mercantiles, garantiza la renta, permite la construcción de edificios, lo que la
convierte en gran ciudad.
En 1866 Rosario ya ha recibido a los primeros extranjeros y también a migrantes
provenientes de otras provincias, quienes, consolidados como vecinos, operan desde la
institución municipal21 • Es este grupo quien pretende definir esta ciudad moderna. Una ciudad
ordenada por el trazado; una ciudad que desplaza hacia otros sectores la construcción
predominante de la aldea: la vivienda pajiza.22
En 1866 la mitad de la ciudad se halla construida por ranchos de barro y paja23 que
rememoran la vieja aldea y que son necesarios de remover. Estos, en algunos casos se
aglomeran en espacios específicos como. la barranca y en otros se intercalan con arquitecturas
de mampostería.24 Estos ranchos, son en algunos casos construcciones de madera.
Las litografías realizadas por Tilston, las cuales aparecen en el libro de Hutchinson25 de
63
 DÓCOLA
1866, los muestra en primer plano: una habitación, techo a dos aguas, en algunos casos aleros
planos.
Palliere, en 1858, los había descrito26, marcando los contrastes entre una ciudad nueva
que se está formarido y ia aldea: Diferencia una ciudad nueva edificada con ladrillo, con "casas
de un solo piso" -caracteriz.ada por el bullicio, por la construcción; en donde el cambio ha sido
operado por los inmigrantes- de la aldea de los ranchos -con sus habitantes, "nativos",
sumergidos en la indolencia, en los límites de lo ilícito, en un aparente descalabro-. Una
ciudad en imposible equilibrio frente a una ciudad materializada que debe cambiar cada día.
Lo inestable, por su precariedad enfrentado a lo transitorio.
Por ordenanz.a de 1860 se prohtoe la construcción de viviendas de paja en el radio
comprendido a cuatro cuadras de la plaza. Las sesiones municipales están plagadas de pedidos
de particulares para techar de paja piez.as o construir ranchos, como excepción a la
reglamentación, lo cual motiva el debate.
Los que están a favor de la vigencia de la ordenanz.a aducen que "el centro de la ciudad
se halla expuesto con algún in.cendio producido por la quemazón de algún techo pajizo". Los
que están en contra afirman que tal ordenanz.a es anticonstitucionai.
La madera es la tercera opción. Allí las opiniones se dividen ya que se afirma que "los
techos de tablas no presentan un aspecto desagradable en general" (Bustinz.a), "podrían
pintarse" (Maldonado), "los techos de madera son admitidos en todas las partes del mundo"
(Perkins); enfrentado a ellos la posición contraria establece que "si bien la Ordenanz.a se refiere
a techos de paja, en la mente de la Municipalidad estaba que é stas se cambiasen,
construyéndoseles por las de azotea" (Frías).
El debate se ha desplazado desde un problema higiénico y de seguridad a un problema
· · estético. La cuestión en debate es ¿qué formas deberá tener la arquitectura de esta ciudad que
se proyecta?.
··¿Qué otra arquitectura construye la ciudad?. ¿Qué ideas de ciudad están vigentes?.
En 1866 un fotógrafo llamado Alfeld produce un álbum de vistas.27 Alfeld fotografía
una ciudad que se reduce a algunas calles -especialmente Córdoba y Puerto fotografiadas como
calles continuas con fugas al infinito- y lugares significativos: la Plaz.a de Mayo, la Plaza de
las Carretas, el Mercado y su plaz.a, El Bajo y su Bajada Grande. Una ciudad en la cual esos
edificios construyen una ciudad homogénea, continua, sin intersticios. Localiz.ando las tomas
puede observarse cuál es la ciudad que el fotógrafo -también un alemán llegado recientemente­
registra. Esta ocupa un área mínima de una ciudad que aparece delineada en el plano que el
mismo álbum contiene.28
Decíamos al comienzo que en cada objeto en la ciudad puede observarse una posición
con respecto a construir la ciudad, ideas de ciudad. En ese sentido las fotografías nos permiten
definir una ciudad con fachadas continuas, de edificios construidos unos junto a otros. Las
fachadas reproducen los mismos elementos arquitectónicos -ventanas y puertas normalizadas;
g�astras, arcos, y modillones; ornamentos- combinados de diferente manera, siempre
De la aldea a la ciudad...
respondiendo a la misma ordenación: una base con un zócalo bajo; un desarrollo donde se
insertan las aberturas separadas por pilastras y generalmente rematadas por arcos; un remate
form alizado por una cornisa sobre la cual se localizan trozos de mampostería que, separados .
en ocasiones por rejas, configuran especies de remates almenados. Un repertorio repetido en
una y otra unicli!d compositiva que, si bien se diferencian -cada unidad no continúa
exactamente con la lindante sino repite su ordenamiento-, se homogenizan formando fachadas
continuas.
29
Los idóneos y los primeros arquitectos construyen según modelos en circulación -sea
cual sea la vía de circulación- que apuntan a la idea de ciudad continua. De ese modo
-sólo
construcciones como bancos, hoteles y teatros no se separan de la línea de edificación
se diferencian en algunos casos por su tratamiento, como sucede en el teatro La Esperanza-
. construcciones como las del Mercado, a pesar de ocupar una manzana, no se diferencian ni
�n tratamiento, tamaño, ni ordenamiento de los objetos que construyen el resto de la ciudad.
En una ciudad donde circulan dineros, saberes, mercancías, espectáculos, la idea que
prevalece es ser en la ciudad, ser parte de un todo colectivo.
¿Qué ideas de ciudad plantea el proyecto de Castellanos?:
En este proyecto la ciudad se divide en tres áreas:
l. dentro de la primera ronda: calles Progresó y Mendoza:
2. desde ésta a una segunda ronda.
3. desde la segunda ronda hasta una distancia de una legua.
Cada una de estas rondas se plantea con arquitecturas diferentes30: un área central
materializada en construcciones de mampostería y azotea, ya que se prohíben las construccio­
nes pajiz.as (aumentando el radio de 4 cuadras de la plaza que fijaba la ordenanz.a de 1860).
Se propone la formación de espacios públicos: las plazas; una zona más allá de los confines
de lo urbano con quintas y caminos comunales; entre ambas un área intermedia con trai.ado
urbano y ocupación diversa -conviviendo tipos edilicios y diferente materialidad-.
Así, podríamos pensar que el proyecto de Castellanos pretende la consolidacíón de un
área, dentro de los primeros bulevares que se construyen como límites, sin ranchos,
proponiendo sea construida con estas arquitecturas existentes en las pocas calles consolidadas.
Fuera de sus primeros límites -no construidos como bulevares, pero existentes- la ciudad
de 1866 comienza a expandirse: la recientemente instalada estación del ferrocarril, al norte
de la ciudad, plantea la primera necesidad de ensanche, ·no como wi plan, sino como una
operación de puesta en valor de la tierra rural en urbana. En el diario aparecen los únicos lóteos
de la ciudad en sus cercanías.
En el debate municipal se habla de la necesidad de un plano de ia parte de la ciudad.donde
debe establecerse la estación del Ferrocarril Central Argentino, afirmándose que "existe un
acuerdo entre los municipales sobre la conveniencia de una medida general que reglamente·
65
 DÓCOLA
la abertura de calles que faciliten y acorten el tránsito a las casas y quintas fuera del centro
de la población" (Bustinz.a).
La extensión de la trama garantiza la valorización de los bordes del construido, el cual
hacia 1866 no supera lo planteado como primer ronda.31 En su interior se propone construir
la ciudad: una ciudad regular, continua y homogénea.
Apostar a la relación
El proyecto de delineación de 1866 pretende unificar la ciudad de arriba con la ciudad
de abajo mediante la efectiva construcción de las bajadas: hay un especial interés en vincular
el Bajo con la ciudad, las bajadas serán los nexos entre ambas.
La mirada de los viajeros que han descripto la ciudad entre 1852 y 1866 se ha detenido
reiteradamente en la descripción de una ciudad de arriba y una ciudad de abajo, entre ambas
la incomunicación.32 Es Burmaister33 quien más claramente las diferencia. En su primera visita
a la ciudad de 1857, su impresión inicial es la de una costa arcillosa escarpada, la misma que
había observado antes en su viaje por el río, la que aquí "estaba coronada, arriba, por una larga
hilera de buenas casas". Por otra parte "abajo, al pie de la barranca, sobre la orilla baja, se
alzaban malos ranchos, formando una especie de suburbio".··
Dos ciudades contrapuestas: la alta y la baja.
La mirada desde la cual se construyen estas imágenes es la de un viajero que llega en
barco y observa desde el río, viendo la continuidad con el paisaje que venía observado en su
recorrido, apoyándose una ciudad alta, de "buenas" casas contrastando con la ciudad "de
abajo", materializada con ranchos de paja y barro, con depósitos, con la Aduana. Entre ambas
ciudades la dificultad de la comunicación: barriales, anegadizos, sendas.
En 1866, una de las operaciones de actuación consensuada es abrir las Bajadas: construir
una ciudad que contenga el Bajo. Pero esta operación implica dos cuestiones: hacer
correctamente el declive, a la vez que definir para su construcción a quien de los vecinos/
propietarios perjudicar/beneficiar.34
Esta apuesta de relación apunta a la solución de problemas de funéionamiento. Una
ciudad que basa su razón de ser en su puerto necesita esta vinculación, el correcto declive
permitirá el pasaje de mercaderías entre la Plaza de las Carretas, al oeste de la ciudad, y el
Depósito de la Aduana, en El Bajo, su posterior empedrado resolverá su funcionamiento.
La ciudad será entonces una ciudad continua que deviene en puerto.
Paradójicamente la puerta regional está ocupada por los ranchos que simbolizan la aldea.
66
De la aldea a la ciudad...
Los criollos "de abajo" en la estructura social ocupan la puerta mientras los inmigrantes y los
descendientes de criollos "de arriba" ocupan la ciudad. La construcción del continuo propone
el rompimiento de la idea de única puerta... Es la ciudad toda la que se propone constituya
la puerta a la región.
En 1866, Rosario es, entonces, una ciudad construida en el tenso equilibrio entre una
aldea de ranchos que pretende pervivir y una ciudad nueva de mampostería. El proyecto
pretende poner orden a la ciudad, un orden jerárquico en áreas en ronda.
La ciudad, además, posee sitios específicos que han sido reconocidos tanto por los
viajeros en sus diversas descripciones35, como por el fotógrafo.
Así en una ciudad homogénea por su trama, continua en alguna de las calles
consolidadas, existen lugares de representación y lugares de producción.
La Plaza de Mayo, según la han interpretado los viajeros, ha sido el lugar institucional­
mente jerarquizado con la presencia del edificio de la iglesia; más recientemente se la
construye como espacio representativo de la ciudad: con la instalación de la "Pirámide de la
Constitución" se le da significante a un significado compartido por aquellos que apuestan a
un proyecto regional Rosario puerto/puerta de las Provincias -Rosario es hija de la
Constitución. 36
Vicuña Mackena ha definido a Rosario como una ciudad con espacios públicos
jerarquizados: sus tres plazas. A uno de ellos le da carácter de principal -en él hay una pequefla
y muy graciosa iglesia-. 31
Burmaister (quien en su narración está de algún modo buscando a la ciudad europea)
define la entrada a la ciudad, el suburbio, busca edificios y espacios significativos: la plaza
con su iglesia y su obelisco. Marca los elementos de la arquitectura que formalizan la plaza
como espacio representativo. La iglesia y el Estado -simbolizado en la pirámide de la
Constitución- representados.38
En 1866 la plaza pasa a ser a el lugar de la puja entre instituciones: la Iglesia, el
Municipio, la Jefatura Política.
Por una parte algunos desean dar una nueva forma al edificio de la iglesia39 ; por otra,
la Jefatura Política se re-construye.40
En la Institución Municipal se debate en donde se halla la representatividad. Por un lado
un municipal pide se coloque una verja de hierro en el edificio de la municipalidad y, entre
ésta y la casa, un jardín. Otro plantea construir una vereda en la plaza que corresponda a la
altura en que esta población. 41 Los bandos se dividen: la representación en la institución o
en el espacio colectivo.
Otra vez, la razón de ser de la ciudad Jiace nombrar otra imperiosa necesidad para la
decencia y ornato de la plaza principal, la construcción de una vereda y la colocación de una
nueva estatua de la libertad en la pirámide (Machado).42
De cualquier modo lo que se refuerza es la plaza como lugar en el cual las instituciones
67
 DÓCOLA
limitan el nuevo espacio donde se localizan acciones sociales. Donde las instituciones en
competencia se ponen en relación.
Por otra parte existen, desde antes, otros lugares diferenciados: las plaz.as como
mercados. Perkins explicita que "en todas las ciudades del mundo merecidamente arregladas
existen lugares determinados".43 Así comienza una preocupación en tomo a estos espacios
que hasta estos momentos constituían una apiñada acumulación de carretas. La Plaza de las
Carretas del Interior, por ejemplo, había sido descripta, fotografiada y litografiada como una
_superposición de carretas, un lugar sin límites, más allá de los límites de la ciudad -Vicuña
Mackena había dicho en 1855 "en una gran plaza, a extramuros de la población, ví un mercado
volante formado de carretas"-.
El único Mercado existente, inaugurado en 1857, se presentaba a 1a ciudad como una
manzana más. Se diferenciaba en que, mientras la ciudad se componía de manzanas cuadradas;
la ocupada por el Mercado se había seccionado por una calle y éste ocupaba algo menos de
esta media manzana, dejando a sus costados el espacio de dos plazoletas hacia el norte y el sur.
De planta en claustro, disponía de cuatro fachadas iguales.
El Bajo, con sus provisorios muelles y los edificios de la Aduana y del Depósito
construidos en 1855, un bajo sujeto permanentemente a las inundaciones, se hallaba, como
dijimos, incomunicado con el resto de la ciudad.
En 1866, para decirlo una vez más, se plantea como idea de ciudad la apuesta a la
relación. Y esa relación se consigue tanto vinculando edificios, estructurando espacios
públicos, y comunicando la ciudad entera con su Bajo.
A pesar de no existir en el discurso ningún proyecto explícito, la ciudad tiene una
estructura: aquella que une la plaza 25 de Mayo con la Plaza de las Carretas por medio de la
calle Córdoba, perpendicular a ésta la Plaza del Mercado se continúa con la calle Puerto -
ambas calles las más consolidadas- articulándose con la Bajada Grande -la calle que deviene
en puerto-.
Ese poner en relación jerarquiza a uno de sus puntos estratégicos: el Puerto, el lugar de
la ciudad en tanto es el punto de relación de ésta con las demás ciudades y áreas productivas;
el punto de relación en una estructura de comercio internacional.
En el proyecto de Confederación Argentina, a Rosario se le otorga el rol de puerto/puerta
de las Provincias. Por él ingresarán manufacturas y saberes, por él se pretende que egresen
materias primas. Los viajeros, quienes asumen diversas posiciones con respecto al proyecto,
no dudan al respecto. Vicuña Mackena describe su rol como el articulador de las Provincias
Confederadas.«
Y es esa puerta la cual "tiene en su aspecto mucho de esas ciudades improvisadas de los
Estados Unidos" la que "consuela y estimula como una gran esperanza al entrar a la pampa
por tan bella portada...". Este puerto/puerta serla para Vicuña, entonces, punto de
transformación del sistema. Separadas de Buenos Aires, las Provincias encuentran en Rosario
� mejor puerto. Se organiza tanto el transporte por barco en el Paraná, como los sistemas de
De la aldea a la ciudad•••
transporte terrestre entre la ciudad y las regiones. Por el puerto comienzan a exportarse cueros,
cobre, astas, vinos, ... de Cuyo, del Noroeste, del Centro.
Después de Pavón mientras el proyecto político ha fracasado, el proyecto económico de
la Confederación sigue vigente. Rosario deberá su crecimiento a ser el puerto en un sistema
de relaciones fundado internacionalmente.
Hacia 1866 la Guerra de Secesión ha desmoronado las áreas productivas del sur de
Estados Unidos, Inglaterra plantea la posibilidad de convertir este sur en un área alternativa.
Empresas que estudian la navegabilidad del Salado, el cónsul de SMB en Rosario,
Hutchinson45, que explora las márgenes del Salado en busca de algodón silvestre -
encomendado por las empresas manufactureras de Liverpool-, marcan una tendencia
complementada con la instalación de criadores de ovejas en las cercanías de la frontera
indígena, criadores que, como Seymour46, encuentran en Rosario un puerto, un lugar desde
donde pueden llegar las manufacturas londinenses y desde donde pueden partir su lanas.
Un Rosario de nacionalidades. Una ciudad poblada en un corto tiempo por inmigrantes
de diversas nacionalidades, fundamentalmente europeos47• Poblado por costumbres y cultu­
ras, múltiples idiomas que circulan en la ciudad.
Un nuevo elemento existente en la ciudad en 1866 es, el proyectado con anterioridad,­
Ferrocarril Central Argentino. Su lugar: las barrancas hacia el norte de la zona consolidada
un nuevo lugar productivo. Este elemento, permanencia del proyecto de estructura de paí�
deseado de la Confederación, propone una estructura territorial que permite la variabilidad.
Ahora comunica las Provincias con su puerto, podrá también comunicar, según el decir de
Campbell, Inglaterra con las Colonias del Pacífico -la línea recta entre Rosario, Mendoza y
Valparaíso proyecta, a futuro, esta relación-.
De ese modo, por una parte, el ferrocarril refuerza ese nombrar a la ciudad toda como
punto de relación internacional, por otro lado, produce los primeros debates en una ciudad
que se extiende hacia el norte. En sus inmediaciones, decíamos, el único loteo de ciudad, más
allá de los límites.48
Los servicios construyen la ciudad moderna
En el debate municipal aparece en una y otra oportunidad el tema de dotar a la ciudad
de servicios. El empedrado, la iluminación a gas,las aguas corrientes ocupan, alternativamen­
te, una posición central en los debates en la década de 1860.
Al mismo tiempo cada vez que se debate sobre algunos de estos servicios se delimitan
áreas de ciudad que éste deberá cubrir, sejerarquizan calles y sectores, se privilegia a vecinos,
se compromete a otros.
Algunos de estos asuntos ponen en vilo a la ciudad entera. Un asunto como el empedrado
69
 DÓCOLA De la aldea a la ciudad...

divide en · bandos, incluso su problemática genera "una cuestión de honor" entre los
Municipales quienes se declaran en sesión permanente.
La imagen modélica es invocada: ser una ciudad como Fortaleza, tener las calles con el
mismo pavimento que los bulevares de París.
1876... Rosario, una ciudad moderna
Nuevas arquitecturas signan una ciudad cosmopolita: un nuevo templo anglicano, otro
norteamericano, construcciones diversas para una ciudad heterogénea en su composición.
En los alrededores de Rosario se han instalado en 1870, dentro de la consolidada línea
de fronteras55, las primeras colonias agrícolas: Candelaria al sudoeste, Jesús María hacia el
norte �n la desembocadura del Carcarañá y las colonias del Ferrocarril Central Argentino hacia
el oeste, en la legua otorgada al ferrocarril al lado de la vía. Rosario será dos años después
el puerto por donde se exporten los primeros trigos a Europa. Será una ciudad que logró
superar a la aldea. Una ciudad en el mundo.

Para que Rosario sea una ciudad moderna ha sido necesario poner orden. Para ello el
intento de reglarla. A la ordenanza de 1866 le suceden otras que van dando forma a un proyecto
de ciudad. La ordenanza de junio de 187349 , condensación de lo debatido, establece cuatro
secciones definiendo a éstas (ciudad, extramuros y suburbios) como áreas sucesivas separadas
por "muros" que no son otros que los bulevares tan largaménfo debatidos. La cuarta sección,
el Bajo, adquiere institucionalización como área. La consolidación de la calle del Bajo50 hacia
1875, lograda mediante la construcción del edificio de la Aduana Nueva y de los.edificios
adyac�ntes (los cuales continúan con la fachada de ésta), constituyen un zócalo de la ciudad
de la cual, finalmente, se han erradicado los ranchos. La casa de Comas, en la barranca, a
través de su diseño aterrazado hacia el río (acompañado de una escalera que une la ciudad con
elbajo), incorpora al río como lugar a ser mirado. Esta nueva forma del Bajo: (la calli cóntinua
que conforma el zócalo, los edificios representativos como La Aduana que dan frente al río,
_las casas aterrazadas, las escaleras, las Bajadas ya abiertas) rompen finalmente con el par
constitutivo de la década de 1860: ciudad de arriba/ciudad de abajo.
El rol de los servicios se ha continuado debatiendo. En 1872 se instala el tranway,
uniendo la plaza López con la Estación, con una llegada al puerto. Este es fundamental cuando
.. las distancias se han alargado; su instalación reconoce a la vez una ciudad extendida y una
ciudad masiva, una ciudad moderna...51
Se ha "desbordado" la ciudad con la creación de los primeros pueblos suburbanos. Por
un lado la Ordenanza de 1873 propone la creación de tres pueblos suburbanos, los cuales en
un plano fechado en 1875 aparecen diseñados52; por otra parte, desde 1872, se han diseñado
pueblos en las inmediaciones de la ciudad como centros de "colonias agrícolas". Así Nueva
Italia es propuesta como colonia quintera para provisión del creciente mercado consumidor
de Rosario y Nueva España como "lugar de reunión y recreo en el verano y un refugio en caso
de una invasión epidémica".53 La ciudad ya necesita de suburbios...
En una ciudad que pretende poner muros imaginarios, se ha avanzado en la manera de
reglar la ciudad, una ordenanza de 187454 avanza sobre la configuración de tejido: establece
límites de altura para diferentes secciones y lugares.
70 71
 DÓCOLA
NOTAS
(1) Este trabajo se ha realizado tomando como base la ponencia Ideas de ciudad. Rosario 1852-1876. Presentada
al 2doTaller de Historia Urbana "La formación de un pensamiento sobre la ciudad y la vivienda". Rosario 1983.
. El proyecto de investigación en curso -Los proyectos Rosario (ciudad y región). El lugar en el proyecto de las
disciplinas que trabajan con formas ffsicas en su relación con los grupos de dominación. Primera etapa: Los primeros
proyectos de Rosario como región(l 852-1876). CURDIUR-CIUNR. Director Waldo Ansaldi. Codirector Beatriz
. Chazarreta- hace eje en los diferentes proyectos de ciudad y región planteados para Rosario en el tercer cuarto del
siglo XIX.
Hemos basado las presentes reflexiones en un intento de responder acerca de "los pensamientos" -múltiples- que
giran en tomo a ese proyectar/construir ciudad.
(2) Es la ciudad y el territorio en ese punto de inflexión el que constituye el objeto de estudio de mis presentes
investigaciones.
(3) Véase Megías, Alicia, "Los modos de hacer política en Santa Fe en la segunda mitad del s. XIX, Rosario,
es<;enario y protagonistas" en F.studios Sociales Nº 3, Santa Fe., 2do sem. 1992.
(4) Ley de Constitución de la Municipalidad del Rosario. Ley Provincial del 20-12-58. La Municipalidad fue
instalada en 1860.
(5) "Alumbrado a Gas". El Cosmopolita. Rosario, 27-1-1866.
(6) La ley de 1858 pone como sus límites a los arroyos Saladillo y Ludueña y el río Paraná. El límite se extiende
a todo el departamento por ley de octubre de 1860. La Constitución Provincial de marzo de 1872 establecía que
"las municipalidades son independientes de todo otro poder en el ejercicio de las funciones administrativas que le
son propias" -sección VI, artículo 130, inciso 1ro-, estableciendo una división entre un Consejo Deliberante, con
poder de dictar resoluciones y ordenanzas y un Consejo Ejecutor -ambos con presidente, vicepresidente y vocales­
. La instalación en Rosario es de enero de 1873, siendo válida hasta diciembre de 1883.
(7) El tenor de las aseveraciones -un plantear por lo que no hacen- es un intento de poner en debate la ponencia
en relación a la temática planteada en el 2do. Taller de Historia Urbana.
(8) Esta relación había tenido un punto conflictivo en 1855 en el que comienza el llamado por Alvarez Conflicto
de las Lonjas, en el cual se plantean conflictos entre propietarios debido a las superposiciones de un trazado en
cuadrícula sobre el trazado de división de la tierra rural en lonjas, ambos girados 14 grados.
(9) Proyecto de Ordenanza sobre Anchura de Calles, Bajadas y Caminos.
El proyecto ha sido tomado del Album de Recortes de Guillermo Perk.ins, en el cual, también se reproduce la sesión
de Consejo. El registro original consultado -Libro de Actas del Consejo Deliberante- no contiene el proyecto; es
necesario aclarar que para el momento analizado no ha podido hallarse ni el Libro de Ordenanzas, el cual en
ocasiones aparece citado, ni los expedientes de los asuntos entrados. El proyecto aparece presentado en la sesión
del 19-10-1864 y comienza su tratamiento el día 29-10-64. Posteriormente, ante una moción del 29-11-65 en la cual
se propone tratar el Antiguo Proyecto Sobre Anchura de Calles y Apertura de Caminos, este es nuevamente debatido
en la sesión del 7-12-65 -Proyecto sobre ensanche de calles y demás vías públicas-.
En sesión del 21-12-65, con el motivo de una nota presentada por Melitón González pidiendo que le determinen
la anchura de las calles en los terrenos que deben expropiarse para la estación del Ferrocarril, vuelve al debate el
tema de la delineación
El 5-4-66 Olgufn presenta una solicitud para la apertura de calles en los suburbios de la ciudad, ya que algunos
propietarios, aduce, están perjudicados por la falta de salida de sus propiedades.
l3ustinza se hace eco: habla de la necesidad de un plano de la parte de la ciudad donde debe establecerse la estación
72
De la aldea a la ciudad...
del Ferrocarril Central Argentino, explicita que existe un acuerdo entre los municipales sobre la conveniencia de
una medida general que reglamente la abertura de calles que faciliten y acorten el tránsito a las casas y quintas fuera
del centro de la población. El proyecto pasa a Comisión de Obras Públicas para la elaboración de un proyecto de
Ordenanza.
El 19-5-66 se propone reeditar el tema, sacando copias del proyecto para que los concejales lo estudien.
·En 1866 el proyecto ño vuelve a ser citado. Solo se opera con asuntos puntuales que hacen referencias al tema de
la delineación: por ejemplo en la sesión del 14-3-66 Olguín propone que se abra una calle en inmediaciones de las
que se han delineado para el Ferrocarril Ce_ntral Argentino y otra en terreno que tiene por los hospitales. El Concejo
se expide con una moción que estipula que lo presente por escrito y con el plano correspondiente.
También con respecto a la apertura de las bajadas, permanentemente se hace referencia a· la delineación por ejemplo
en la sesión del 21-6-66, sobre bajada de calle Comercio.
(10) Sesión del 15-6-64.
(11) Sesión del 29-10-64.
(12) El proyecto de Castellanos promueve 40 varas, el dictamen de Comisión las reduce a 25, las calles del resto
de la ciudad se hallan trazadas de 12 varas.
(13) Sesión del 7-12-65.
(14) ¿A qué proyecto se está refiriendo Bustinza?
Probablemente a aquel que propugnara Oroño en 1854:
"Es preciso no dejar crecer esta ciudad como va, sin regla ni dirección alguna. Sin pérdida de tiempo debe
circunvalarse lo que está ya edificado por una calle de 20 varas y formar para afuera calle de igual anchura o de
18 varas al menos.
En la parte o recinto circunvalado, es decir en lo que esta ya edificado, debe prescribirse inexorablemeiJte que todo
edificio nuevo que se haga se introduzca dos varas. No importa la pequeña imperfección o irregularidad que por
ahora resulte de esta medida, pues desaparecer a la vuelta de pocos años: los que por ahora se repuntan como buenos
··
edificios, han de desaparecer muy luego para dar lugar a otros muchos mejores.
Al formar una ciudad donde abunda el terreno, es preciso pensar en el porvenir, dejando plazas y calles espaciosas.
Al principio nada cuesta esto. Después cuesta muy caro, y los gobiernos tienen que gastar millones para dar desahogo
a las poblaciones establecidas con estrechez, por imprevisión... "La Confederación, junio 1854. Cit por Areces,
Nidia y Osanna, E., Rosario I, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1984.
(15) Los planos localizados relativamente posteriores a este son:
Plano de Prat. Realizado en 1850, con el objetivo de mensurar los terrenos de Correa.
Plano de Timoteo Guillón. Realizado en 1853 con el objeto de poner nombre a las calles. Se desconoce el original.
Se toma como copia del mismo a uno reproducido en Erich Elsner Cronick der Deutschen Kolonie Rosarios.
Plano de Simonín, realizado en 1857, con el objetivo de levantar un plano de los terrenos de Domingo Correa.
Plano de Campbell. Realizado en 1855.
Plano de Page, 1855. Registra, sin relación con el trazado real, las localizaciones en las costas del Paraná.
(16) El periódico El Cosmopolita se edita en Rosario en 1866. Si bien hay algunos periódicos localizados es de
indudable valor el libro de recortes que el mismo Perkins nos ha dejado.
(17) Comisión de Obras Públicas formada por Carlos Gorse, Joaquín de Lejarza y J. Olguín.
(18) En la sesión del 5 de abril de 1866 se solicita la apertura de calles en los suburbios "ya que algunos propietarios
están perjudicados por la falta de salida de sus propiedádes"(Olguín).
(19) El cólera llego a Rosario en 1867.
(20)- "La ciudad del Rosario•, El Progreso, Rosario, año 1, N º l , 23-2-1860.
73
 DÓCOLA
Éi0 p�g�so ·tiene por redactores principales al Dr Juan Monguillot y al Dr Evaristo Carriego, siendo su director
el Dr Pompeyo Pizarra.
(21) William Perkins, por ejemplo,es canadiense,ha llegado a Rosario (previo pasaje por California y Chile) en
18S8 y en 1864 se desempeña como municipal, posee el periódico El Cosmopolita. Aarón Castellanos, otro
municipal,es oriundo de Salta y ya ha llevado adelante empresas de "progreso• como la fundación de Esperanza,
primer colonia agrícola, instalada al oeste de Santa Fe.
(22) Para el caso de Buenos Aires véase Liernur, Pancho,"Una ciudad etimera. _Consideraciones sobre las
características materiales de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX",en Estudios Sociales, N °2, Santa
Fe, l er. semetre 1992.
(23) El censo de la Confederación de 18S8 registra para el Departamento Rosario:
19 casas de azotea y altos.
S30 casas de azotea.
7S8 casas de paja.
411 ranchos.
Para 1869 en Censo Nacional establece para un total de 3674 casas en la ciudad:
1 casa de tres cuerpos.
66 casas de dos cuerpos.
1607 casas de un cuerpo.
7 casas de tejas de un cuerpo.
3 casas de madera de dos cuerpos.
228 casas de madera de un cuerpo.
1863 casas de paja de un cuerpo.
(24) El trabajo de ampliación de las fotogratias de Alfeld ha permitido fijar áreas de localización. Ellas permiten
ver que,incluso en el 4rea central, conviven el rancho junto a nuevas construcciones de ladrillo. El tema ha sido
tratado en "La palabra y la gráfica describiendo ciudad/región, Rosario 1866". Inédito, 1993 y en "Deseos de
ciudad: imágenes y representaciones•. Ponencia presentada a las Jornadas Pensar el Discurso. Rosario, 1992.
(2S) Tomas J. Hutchinson, Buenos Aires y otras provincias argentinas. con extractos de un diario de la
exploración del río salado en 1862 y 1863, Traducción del original inglés de Luis V. Varela, Imprenta del siglo,
Buenos Aires, 1866.
(26) •Arriba y abajo se ven ranchos muy pin\orescos,descalabrados,torcidos,inclinados en imposible equilibrio.
Su frente tiene por lo común cuatro o más estacas que forman un alero,cuyo techo plano de ramas secas y doradas
se une con las del rancho•. Palliere,Diario de mi viaje por América del Sur,Buenos Aires Peuser,194S. Grabados
en Museo -Histórico Provincial J. Marc.
(27) Alfeld produce álbumes que no poseen siempre las mismas fotogratias. En el Museo Histórico Provincial Julio
Marc existen dos ejemplares. El analizado en este caso ha sido trabajado por "W. Mickielevich, "El Album de
Alfeld" en Revista Historia de Rosario,números 1S/16, 1968, pág. 30. ·
Sus imágenes han sido reproducidas,siempre que se alude a la ciudad de Rosario en su etapa inicial, con el objetivo
de mostrar cómo era esta. A fines de siglo XIX Pusso reproduce muchas de estas tomas las que llegan a nosotros,
tanto sueltas como formando parte de la colección Pusso.
(28) Este plano es la reproducción, con la sustracción de las litogratias que contenía, del realizado por Nicolás
Grondona de 18S8. En este se define un área triangular de 21 por 18 manzanas completas -continuadas en medias
manzanas-,con una trama indiferenciada. Se observa la presencia de la laguna en el oeste,a la cual se superpone
en trazos la cuadrícula.
(29) En 1866 se anuncian en la prensa local junto a manuales de contabilidad, de álgebra, o libros de historia,
74
De la aldea a la ciudad...
manuales de arquitectura. Podríamos preguntamos ¿qué relación existe entre la construcción de estas arquitecturas
con la difusión de principios arquitectónicos a partir de ciertas publicaciones que estarían circulando según anuncios
de la prensa local?.
Estos son : "El Arquitecto y Práctico•,El Ferrocarril,Gran quemazón,Rosario,20-1-66; y "Manual del Ingeniero,
resumen de la mayor parte de los conocimientos elementales y de aplicación en las profesiones del ingeniero y del
arquitecto comprendiendo multitud de tablas, fórmulas y datos prácticos para todo tipo de construcciones y por
separado un atlas de !03 grandes láminas grabadas en cobre. Obra escrita y publicada por Nicolás Valdés teniente
coronel de Ingenieros". Librería de Carrasco, El Ferrocarril,Rosario, 16-2-66).
La posibilidad de hallar esta documentación -búsqueda hasta ahora sin éxito- permitiría resolver,en parte, esta
pregunta poniendo en relación principios y modelos en circulación con objetos pf!)ducidos en la ciud_ad.
(30) Progreso y Mendoza: 2S varas. La segunda 40 varas, con alamedas y paseo central.
(31) El trabajo de reconstrucción del construido de ciudad realizado a partir de las representaciones disponiblés
permite afirmar que en 1866 éstas se plantean como límites del construido general. Por otra parte la ciudad en el
ángulo sudoeste del trazado posee un límite natural: la laguna de Sánchez,y hacia el este los bajos sobre el río Paraná.
(32) Ver Dócola S.,Rosario ciudad/región. Rosario ciudad de la Confederación Argentina. la transformación
como valor,Inédito. Incluye la descripción e interpretación sobre las descripciones e interpretaciones sobre Rosario
realizadas por diferentes viajeros, en dicho arco de tiempo.
(33) Burmaister nace en Alemania en 1807 y muere en Buenos Aires en 1892.
Graduado en medicina y en filosotia en la Universidad de Halle.
En su segundo viaje a Sud América visita Argentina y la Banda Oriental. El viaje dura de 18S7 a 1860. En Alemania
publica Reise nach den la Plata-Staaten en 1861, año en que vuelve a la Argentina para radicarse.
El escrito está publicado en 1861 y está narrando una visita en 18S7, aunque añade datos posteriores como por
ejemplo la destrucción del muelle.
La descripción está tomada de "Rosario en el siglo XIX" en Revista Historia de Rosario, año IV,Nº 12,julio­
diciembre 1966.
(34) Sesión del 1S-10-64. En la Comisión de Obras Públicas,Castellanos e Ibarlucea están en contra ya que no se
deciden por donde hacer el declive,a quien perjudicar. Se ponen de acuerdo en que se abra o concluya la bajada
de la calle Aduana. Sesión del 18-10-64.
La bajada de la calle Aduana crea dificultades. El ingeniero Municipal presenta un plano e informe de la bajada
de la calle Aduana,en él consta que sería la bajada con mejor declive. Hay un problema de desmoronamiento de
la pared del edificio de la Aduana.
También otro problema se presenta cuando la propiedad privada interrumpe la propiedad pública. Por ejemplo,la
bajada de calle comercio "se halla interrumpida por la casa del coronel Esquive! que habría que hacer desaparecer
para darle la forma que debiera tener". Se decide expropiar una casa en el terreno de Rivana 7 varas y un poco
de la de Castellanos. De ese modo "la bajada no quedaría completamente recta pero sí de una forma regular.para
el tránsito y corriente de las aguas•.
Los privados a quienes se les "conceden" áreas de ciudad mejoran la bajadas. Arteaga propone construir bajadas
cómodas en las calles Córdoba y Rioja en recompensa por la sesión del terreno en el bajo para la instalación de una
fábrica de gas para la iluminación de la ciudad.
(3S) Bajo la definición genérica de viajeros suelen agruparse tanto a pobladores como a visitantes. Seymour,en su
propio tiempo diferencia las miradas de los-·sujetos que realizan las narraciones, el poblador de la frontera,
comprometido con su proyecto,del turista ocasional. Más no es la única diferenciación la dél viajero·a la del poblador
afincado en "la frontera•. Otras sutiles posiciones diferencian: encargados de gobiernos locales en hallar inmigrantes
en Europa -Mantegazza-; pretendidas descripciones científicas con presunta objetividad -Burmaister-; descripcio­
nes costumbristas -Palliere- o descripciones de agentes consulares o comerciales -Hutchinson-. Pero reducirlas a
un encasillamiento implicaría simplificar una posición rica en matices que permite dilucidar y definir a cada sujeto
75
 DÓCPLA De la aldea a la ciudad.••

en el proyecto que pretende llevar adelante. de Hopkins) los agrimensores J. de Bustinza y E. Blyth dejaron frente a la esquina noreste de la Aduana una calle
(36) El diario El Orden la describe: "Pasadas algunas cuadras se llega a la plaza principal de 150 varas de costado, de 20 varas de ancho. Locatelli, Delfo, Historia de la Propiedad territorial en el Municipio de Rosario, Rosario,
donde se encuentra la iglesia de frontispicio griego, soportado por seis columnas y coronado por dos to_rres, todo 1974.
de una espléndida blancura. En medio de la plaza rodeada de postes pintados de verde, está ya construido el pedestal (51) Sus cuarenta y seis cuadras de vías, ya existentes en 1875, harán decir en 1881 que "prueban que la ciudad
del obelisco erigido en honor de la Constitución, cuya estatua se colocará en ella, bajo el emblema de una mujer de Rosario tiene ya bastante movimiento para costear una línea de tranways...• Carrasco Gabriel, Datos
que da el seno a dos gemelos... •. La plaza lugar de representación: la Iglesia y el monumento a_ la Constitución, Estadísticos de la Provincia de Santa Fe, Rosario, 1881.
éste ultimo en una ciudad que tiene "una devoción casi fanática por la Constitución escrita, y se hacen esfuerzos (52) Plano localizado en Archivo General de la Nación. Por sus características parece ser el plano de delineación
por ponerla en práctica... •. La simbolización de su ser ciudad... que la ordenanza de I 873 ordena realizar. Es interesante su diseño que plantea tres aldeas con un trazado
Periódico El Orden de fecha 18-11-1855. Reproducido en "Rosario en el siglo XIX" en Revista Historia de independiente. El plano se halla trazado con el río hacia abajo, De esa manera plantea tina ciudad triangular con
Rosario, año IV, N º 11, enero-julio 1966. el lado mayor en el Bajo. Los pueblos en la sección suburbios se delinean al norte, al sur, y al centro, arriba,
(37) Vicuña Mackena. Capítulo "En las Pampas• del libro Páginas de mi diario durante tres años de viaje, resultando éste cortado transversalmente, debido a la existencia de un camino comunal que limita el trazado.
Santiago de Chile, 1856. (53) "Terrenos de Valde", La Capital, Rosario, 3-11-1871.
(38) "Próxima a la entrada a la ciudad y a una cuadra del sitio indicado, se encuentra la plaza que, como siempre También "Pueblo Nueva España", La Capital, Rosario, 30, 11-1871.
ocupa un cuadrado regular, frente a uno de·cuyos ángulos se levanta la iglesia de construcción moderna y líneas (54) Ordenanza del 8 de mayo de 1874.
de bastante buen gusto, con un peristilo y dos esbeltas torres cuyo estilo por lo menos no presenta nada barroco.
F�e construida en 1828. Ei el medio de la plaza se levanta una columna conmemorativa recordando la Constitución (55) Véase Dócola S. La región como proyecto. La frQntera en los periódicos rosarinos. Rosario 1852-1876,
del país, alrededór $Je la cual se han distribuido banco para el descanso, rodeado todo por una verja de hierro que Inédito.
adorna agradablemente el sitio•.
(39) "Sabemos que algunas personas intentan iniciar una suscripción para edificar otro templo mas esp·acioso y que
reúna mejores condiciones que el único que tenemos. Algunos piensan dar cantidad de importancia y fácil sería llegar
li cumplido efecto el proyecto coajuntando el vecindario todo, aunque nos gustaría mas la creación de una nueva
escuela, no por eso creemos que no-deba procurarse su realización. "Nuevo templo", El Ferrocarril, Rosario, 6-
4-66. . .
(40) Plano de Jonás Larguía, se firma el contrato para su realización 22-2-68. Archivo Jefatura Políti¡;a. Tomo 1866
A. Parte 18.
(41) Coll complementa esta idea "la plaza está feísima y es una vergüenza que en una ciudad mas adelantada que
Santa Fe no hubiere una plaza como aquella o más adecuada.
(42) Coll complementa "era lo más triste del mundo ver en la cúspide de la pirámide conmemorativa de la libertad
argentina la estatua que la representa con un brazo roto y dando la espalda al nacimiento del sol...•
(43) Sesión del 27-12-64.
(44) Los elementos que unen a las áreas productivas son por un lado las Mensajerías que unen Mendoza y Rosario
las cuales se "ramifican, también, desde el pueblo de Patagones a orillas del Río Negro hasta Salta en los confines
de Bolivia•, los barcos que efectivizan la carrera del Paraná y el proyectado Ferrocarril Central Argentino, cuyos
rieles en 1866 han llegado a la localidad de Tortugas.
(45) Ver nota 25.
(46) Richard Arthur Seymour, Un poblador de las pampas. Vida de un estanciero de la frontera sudeste de
Córdoba entre los años 1865 y 1868, Edil. y distr. del Plata, Buenos Aires 1947, Trad. y notas Justo P. Sáenz
(hijo).
(47) El censo de 1969 registra para un total de 23.169 habitantes la presencia mayoritaria de argentinos (17.119),
comenzando a aparecer entre otros españoles (1.038), franceses (742), ingleses (311), italianos (1.968), orientales
(352); registrándose también migrantes de otras provincias como salteños, cordobeses, etc.
(48) "Remates•, El Ferrocarril, 14 de enero de 1866. Se rematan varios lotes de terrenos en las inmediaciones de
la estación del ferrocarril.
(49) Ordenanza del 13-6-1873.
(5Q) En 1856, en la acción de mensurar el terreno para la construcción de un muelle en la ciudad de Rosario (muelles

76 77
CUADERNOS... Año 2 - N 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)
º

MAR DEL PLATA, 1886-1970:

REPRESENTACION DE UNA SOCIEDAD MOVIL

Lic. Elisa Pastoriza*

La historia de Mar del Plata sólo ha sido objeto de un tratamiento en el mejor de los casos
nostálgico, por parte d� los historiadores: se ha puesto mucho énfasis a sus primeros años (el
. cruce de_ los siglos) y, sin �mbargolos desarrollos sucesivos han recibido una at�nción en los
hechos muy• escasa. Cuando ampliamos nuestra: lente y observamos el pasado en una
perspectiv� liis�óÍica, comprobamos que estamos ante un caso singular. Una ciudad balnearia
en cuyo es�nario han confluido y_ muchas veces coin9idido .el coajunto del arco social de los
argentinos y que, a.diferencia de otra_s ciuda�es argentinas, refleja y al mismo. tiempo es caja
ele r�onancia de lo sucedido en el.resto clel pa(s;,�.como si las vicisitudes de la historia
argentina se vieran refractadas en el prisma clel balneario, de modo que se logra una_upidad
de la ciudad-país en la imagen_ resultante. En _el logro de-esta síntesis reside la singularidaa
de Mar de Plata.
Como resultado urbano, es la derivación y el producto de una conjunción de factores
políticos, económicos y sociales (nacionales, provinciales y municipales) que la transforman,
trascendiendo el marco local en pos primero de la formación de la "villa balnearia" de la · ' élite,
· ·
luego de una "ciudad turística" y finalmente de una "Mar del Plata".
Esta periodización, respecto al devenir histórico de la ciudad, se trasunta en el coajunto
de aspectos que configuran su historia: culturaleS; sociales, demográficos, políticos, y
espaciales;·En este último, es el que evoca con mayor transparencia ese tránsito ya que·fa
ciudad fue varias veces construida, demolida, transformada y reconstruida.
"Las transformaciones no son el resultado de la lenta, de la lógica y por esto aceptable
evolución, sino la consecuencia de un huracán de antojos. Los edificios envejecen en quince
años, por eso la ciudad es siempre nueva. No · · existe en el país un caso igual y es posible que
no lo haya en América. "12>

*Unive�idad.Nacional de Mar del Plata

79
 PASTORIZA
Es interesante hacer notar que, si bien el escenario del complejo proceso urbano lo
constituyó el espacio de la ciudad, los sujetos históricos a analizar excedieron las fronteras
. d� la misma, lo que hace que cualquier reconstrucción nos devuelva siempre una imagen dual,
en la que se compartirán dos niveles, el de orden local y nacional.
En un enfoque abordado desde una perspectiva histórica, el presente trabajo reseña los
aspectos centrales del aludido proceso, deteniéndose en particular en el último, enlazando el
juego de relaciones existentes entre los intereses de los diversos sectores políticos y sociales
de la ciudad, la población veraneante y el poder central. Mostraremos cómo a similar ritmo
de un contexto de democratización global de la sociedad argentina, la temprana villa exclusiva
se fue abriendo a nuevos sectores sociales, configurándose así el fenómeno nacional que
implicó el surgimiento de MAR DEL PLATA como un centro turístico distinguido por su
rasgo masivo.
Toda intención de investigar un tema suele partir de la insatisfacción con la versión que,
de un determinado fenómeno o problema, es aceptada corrientemente. En nuestro caso ha sido
habitual sostener que la transfiguración de MAR DEL PLATA como centro turístico de masas
estuvo íntimamente relacionado con las políticas elaboradas por el peronismo desde la esfera
gubernamental, que concretaron -hasta 1955- el acceso al turismo de las franjas obreras de la
población, como consecuencia de un accionar en materia legislativa referente a las vacaciones
pagas, el aguinaldo y el fomento de los gremios al turismo social. C3l La primera objeción o
reserva a esta interpretación esquemática se refiere a que el cambio fue menos drástico o
abrupto de lo que generalmente se piensa: que Mar del Plata canalizara esta corriente de nuevos
veraneantes fue facilitado por lo que ya se había hecho antes. Para tener una idea de ello
echaremos una mirada a las sucesivas transformaciones de la ciudad. La segunda observación
discute la representación de una "Mar del Plata obrera", imagen elaborada por el peronismo
luego de su ascensión en 1946.
l. La villa balnearia
Las vacaciones en los lugares junto al mar ocuparon un lugar relevante en la sociedad
de las postrimerías del siglo pasado. Al igual que las aristocracias y los terratenientes
europeos, la moda de los baños de mar atrajo a las élites argentinas a ocupar este nuevo espacio
y a ejercer prácticas de consumo de lujo y servicios generados alrededor del ocio. 141
. La primera etapa de la historia de la ciudad como centro balneario se inicia a fines del
diecinueve. Unos años antes, en el mediodía del siglo, la zona fue objeto de una empresa
económica en boga en la época, con la instalación de un saladero por un consorcio portugués
en 1857, -cuyo representante local fue Coelho de Mireylles- con el propósito de abastecer con
carne salada la mano de obra de plantaciones brasile�itS. A pesar del fracaso del proyecto, su
80
Mar del Plata, 1886-1970: representaci6n...
consecuencia fue un sensible incremento de los habitantes de la región. Pocos años después
la experiencia es reeditada por Patricio Peralta Ramos que, junto con un grupo de estancieros
de la región, compra parte de las tierras de Coelho. Nuevamente la tentativa naufraga, lo que
conduce a Peralta Ramos a desprenderse de las propiedades adquiridas, salvo de la estación
Cabo Corrientes y su lote Xill -donde en el futuro se asentó la ciudad- en el que comenzába
a prosperar el negocio de la venta de tierras a urbanizar, obteniendo en 1874 el permiso para
fundar el pueblo. El hoy considerado fundador de MAR DEL PLATA muere en 1877, año
de la llegada de Pedro Luro, un poderoso terrateniente de la zona, que reactiva el saladero,
ensayo que abandona rápidamente cuando comprueba su bajo rendimiento, abocándose a otro
género de actividades: entre ellas la cría de ovejas. Construyó un galpón -"Barraca Luro " - y.
un muelle -"Muelle Loro"- para el embarque de la lana; fue el primero en sembrar trigo y para
molerlo edificó un molino -el "Molino Luro"-, armó una fábrica de ladrillos para levantar las
casas de la zona y construyó el considerado el primer alojamiento para los veraneantes, el Gran
Hotet.<SJ
Tanto uno como otro vislumbraron la posibilidad de la instalación de una "estación de
baños" y plantearon la necesidad de la llegada del ferrocarril.
"El gran ferro-carril (sic) del Sud abrirá al servicio público en diciembre de 1884 el ramal·
que partiendo de Maipú termina en el Puerto.
"Pueyrredón, por su situación sobre el Atlántico, su pintoresco territorio y aires puros,
está llamado a ser muy pronto la Saratoga sudamericana.
"En adelante las familias que necesiten tomar baños no tienen para qué atravesar el río.
En pocas horas las transportará al puerto el Ferro-carril y allí tendrán mar, aire puro y ninguna
etiqueta social.
"Se llama la atención a todos los hombres previsores. Para informes y compras, ocúrrase
a D. Jacinto Peralta Ramos en el Puerto". <6>
Dentro de este contexto, el primitivo poblado experimentó un inusitado crecimiento y
diversificación de sus actividades económicas. Existe un consenso generalizado que 1886- año
de la llegada del ferrocarril- es el punto de partida del perfil de villa veraniega, manifestados
en su incipiente hotelería y la construcción de obras públicas destinadas a embellecerla y
dotarla de infraestructura. m A partir de ese momento, comenzó a desarrollarse lo que
podríamos denominar el "Biarritz Argentino", cuando el balneario fue un reducto de la
aristocracia porteña.<9> De esta manera, lo que empezó siendo un refugio rural acabó
convirtiéndose en un despliegue de estilos de vida específicamente urbanos que difundían una
economía de consumo mucho antes de que éstas existieran en las ciudades tradicionales.
Fue el proyecto de una élite dispuesta a construir su propia "villa", donde lo más selecto
podía encontrar albergue y refugio. Las circÜÓstancias que llevaron a que el sector más alto
de la sociedad argentina pudiera configurar la villa plagiando a las europeas, nos habla de una
elevación del nivel de vida urbana y un desarrollo de los transportes modernos. De esta forma
81
 PASTORIZA
surge un lugar de recreo donde la gente concurre por razones que poco o nada tienen que ver
con los negocios, sino más bien con el ocio y el placer; conciertos y espectáculos, paseos y
excursiones,· bailes y conocer otras personas, en especial del sexo opuesto. <9l
Como en toda copia el resultado fue imperfecto.
"Faltan muchas cosas a la playa de Mar del Plata para parecerse a las de Europa: un poco
menos de rigidez en las costumbres, un poco de miedo de hacer lo que es natural, sencillo y
propio del sitio y del objeto de fa estadía, menos aislamiento, menos separación entre los
sexos, menos temor a tratarse y conversar (... ); el temor a la crítica paraliza toda tentativa de
franca familiaridad".<10i
Las expresiones arquitectónicas finiseculares -otra vía de acercarnos a comprender la
realidad social-:- dieron cuenta de este proceso. Estas abarcan dos terrenos bien diferenciados:
las aplicadas por las familias de la clase dominante que construyeron un lugar de veraneo a
_la imagen y semejanza de Biarritz, Trouville o Dieppe y aquellas gestadas por el habitante
· permanente que, cada vez más numeroso, va nutriendo la zona aledaña a la estación de tren.
En estas etapas iniciales del centro turístico, las viviendas son bien diferenciadas, así como
los lugares de asentamiento; son los veraneantes quienes privilegian la franja ribereña, al
principio ubicados en las proximidades de la Playa Bristol para luego ir desplazándose
paulatinamente hacia el sur.
2. La ciudad balnearia
"Esta noche nos ausentamos a Mar del Plata.
Al.fin realiza la aspiración de toda mi vida.
Ah, el mar!". (Caras y Caretas, 1928)<11l
Más adelante, en el cruce de los años veinte y treinta, y en función de los cambios
económicos y sociales del país, lentamente, el centro de veraneo aristocrático se fue
"democratizando" con el paulatino acceso de las clases medias a sus orillas. La índole del
turismo fue cambiando: la alta clase media de Buenos Aires, enriquecida por el impulso a la
industrialización, así como las franjas de altos recursos de las provincias del interior y
paulatinamente los sectores medios en general, fueron adoptando a Mar �el Plata como su
lugar de deséanso.(Ver Cuadro N ° 2)
"Desde luego, Mar del Plata de hoy no es, por cierto, el balneario social de antaño, en
cuanto a selección. Me explico que los cronistas lloren sobre las ruinas de aquel Mar del Plata
muy 1900, pequeñito, construido sobre tablas, elegante -suntuoso de nombres ilustres­
"balneario de salón", que era refugio exquisito, exclusivo de nuestros aristócratas. Itálica
82
Mar tfel Plata, 1886-1970: representación...
famosa de los privilegiados! Me explico ese llanto sincero. Se ha ido para siempre el balneario
olímpico donde solamente se bañaban las personas ricas y sus servidumbres. Pero, si ahora
Mar del Plata ha perdido su ambiente de minué, nuestro patriotismo nada sufre por cuanto lo
vemos transformado, a semejanza de las célebres playas europeas, en el más heterogéneo y
grandioso de los balnearios sudamericanos. Mar del Plata -me murmura un amigo en la
Rambla- se ha puesto al alcance de todos los bolsillos". < 12>
Los hábitos se trastocaron: con la inauguración de la Ruta Dos -1938- se comenzó a
arribar en automóvil y en ómnibus -antes lo hacían únicamente por el Ferrocarril del Sud- y
algunos miembros de aquella élite comenzaron el éxodo hacia el sur, abandonando la otrora
lujosa "Bristol" e instalándose en playa Chica y playa Grande. Muchos son los testimonios
de este mundo cambiante de los años treinta. Transcribimos, entre otros, una mirada
retrospectiva de Victoria Ocampo.
"... empezó a ser un balneario elegante aunque sin lujo, para un grupo de privilegiados.
Ahora es lujoso, pero no elegante, y el que quiere estar á la page se va a veranear a Uruguay.
Algunos seguimos fieles a Punta Mogotes y a los acantilados de Chapadmalal (... ) Pero no
pretendemos veranear elegantemente".
El paisaje urbano y los rasgos arquitectónicos también sufrieron modificaciones en su
fisonomía: al lado de las mansiones suntuarias finiseculares, comienzan a aparecer los típicos
chalets de piedra estilo "Mar del Plata" poco a poco permitidos a las fracciones medias
enriquecidas. < 14> Junto a ello los poderes públicos adoptan iniciativas, cuyas expresiones se
vieron en la parquización de las plazas, pavimentación de las calles, urbanización de Playa
Grande, Bristol y el Parque San Martín y en el lugar de la afrancesada Rambla Bristol, se
edificó el Casino.
Dichas iniciativas son expresiones del incremento del poder -como ya han reflejado
algunos estudios sobre lugares de recreación- de los gobiernos municipales quienes debieron
otorgar una atención decisiva a la suerte y fortuna de los mismos: emprendimientos de
poüticas atendiendo el orden público y desarrollo social, influyendo en el tono y nivel social
de determinado balneario.OSJ En nuestro caso, desde los años veinte la ciudad experimenta
una cierta "municipalización" en sus diversos planos. En lo político, la rutina de los
intendentes y comisionados (Interventores) manejados y puestos a dedo por los gobiernos
provinciales y/o nacionales, debe dejar paso a los "marplatenses" que, encabezados por el
Partido Socialista, toman las riendas de los destinos de la ciudad. Esta organización política
liderada por Teodoro Bronzini -hijo de un inmigrante italiano de oficio pescador y miembro
de la Logia Masónica-, supo encausar un sentimiento de insatisfacción de los "vecinos
estables" por un manejo exógeno destinado al beneficio de los "veraneantes ilustres". El
socialismo logró interpretar ese clima y canalizó una tendencia general localista de la
población contrariamente a sus adversarios radicales. La UCR gobernaba la Nación y la
poderosa provincia de Buenos Aires demasiado escindidos por pugnas internas como para ser
83
 PASTORIZA
visualimdos como una alternativa: Años más tarde, cuando el Partido Socialista fue
d�alojado del pode_r, las administracione s conservadoras del treinta también debieron
semeiante.< 16>
º
impregnar a su estrate ·
gia po l't
I tea de un fm te :.i
En síntesis se puede afirmar que, en las dos décadas mencionadas hubo un desplammien­
to del centro de gravedad de afuera hacia adentro, de la provincia y/o nación a la ciudad; lo
que podemos llamar "fenómeno de la municipalimción; municipalimción de la política:
ascenso al poder de los socialistas; ·municipalimción en lo turístico: las iniciativas partieron
desde el seno de la misma (como lo registran las actividades de la Asociación de Propaganda
y Fomento más adelante especificadas); municipalimcióo en la arquitectura; surgimiento del
chalet "estilo Mar del Plata".
En el contexto, fueron el Estado y las empresas particulares las que propiciaron, en
forma conjunta, medidas de estímulo en pos de "abrir al balneario". La consigna de la principal
entidad de impulso al balneario, la Asociación de Propaganda Y Fomento de MAR DEL
PLATA, "POR LA DEMOCRATIZACION DEL BALNEARIO", es reveladora. En una
acción coordinada entre el Ferrocarril del Sud, la Asociación de Hoteleros y la Asociación de
Propaganda y Fomento de MAR DEL PLATA, se instrumentó la venta de un sistema abierto
· denominado BOLETOS COMBINADOS, a precios más accesibles, por un período menor de
estadía y con residencia en hoteles de inferior status. Los lugares de alojamiento, a su vez,
experimentaron mutaciones: atenuándose ciertos rasgos de gran lujo, tendencia acentuada
. durante los tiempos de las primeras presidencias peronistas. Aparecen varias categorías de
Hoteles -llegando hasta siete- y otro tipo más barato de residencia veraniega: las pensiones,
lo cual también indicaría la presencia de nuevos grupos veraneantes de menores recursos.
Durante el cenit de la "villa balnearia", el hospedaje fue esencialmente de gran lujo, y sus
arquetipos estuvieron conformados por los hoteles Grand Hotel, Bristol, Saint James, Royal,
Hurlingham, etc. Grandes edificios con salones de baile y juegos, muchas habitaciones, con
alas especiales para alojar al personal de servicio y tres o cuatro comedores, eran ocupados
por los denominados "veraneantes" durante los meses estivales.01> Ya en los años veinte hace
. su irrupción una hotelería de inferior prestigio a instancias del acceso al poder de las clases
urbanas. El comportamiento de estos nuevos sectores sociales al gomr de un nivel adquisitivo
que les permite el hacer realidad el sueño de las vacaciones y hacer uso del lugar de veraneo
de las clases dominantes, preanunciará el del conjunto de las clases populares argentinas de
· persistir en el modelo ideado por las primeras.
"La enorme mayoría de los veraneantes está compuesta por personas de clase media y
· trabajadores. Preparar hoteles de alto costo, y por ende de alto precio, implica negar de hecho
el acceso a estas playas de esa enorme mayoría de público que nos viene favoreciendo. Hay
pues que habilitar hoteles modestos".< 18>
Sobre el modelo de la élite se imposta otro adaptado a las nuevas circunstancias; en
efecto, los grandes comerciantes locales y nacionales, viendo que la cuestión podía arrojar sus
buenos dividendos, se lanzaron a su estímulo. Con el slogans "Mar del Plata, veraneo
84
Mar del Plata, 1886-1970: representación ...
agradable y económico", la ciudad iniciaba la extensión de sus fronteras, en forma
indeclinable.< >
19
Asimismo, se advierten una serie de iniciativas por parte del gobierno comunal, que
confluyen con las_de las gobernaciones bonaerenses. Entre ellas encontramos: la petición de
la pavimentación de la Ruta Nacional Número Dos -efectuada finalmente por un acuerdo de
partes entre el gobierno bonaerense y el nacional-, la apertura de las salas de entretenimientos,
los casinos -cerrados en 1927 y reabiertos en 1932-; el decreto municipal conformando la Junta
de Iniciativa (1934) -convocatoria al conjunto de las instituciones a trabajar por el fomento
del balneario-, la creación de la Dirección Municipal de Turismo (1934), el Plan Regulador
de Playas y Riberas (1936), los sucesivos intentos de abaratamiento del transporte en tren y
el ensayo, ya en 1934, del desplammiento de líneas de transporte entre Mar del Plata�Buenos
Aires y la promoción del camino La Plata-Buenos Aires, origen de la actual ruta interbalnearia
Nºll.<20¡
Iniciativas integradas en un proyecto mayor de desarrollo de obras de embellecimiento
urbano, en el marco contextual de las administraciones conservadoras de los años treinta,
quienes aplicaron estrategias innovadoras en su accionar ante los nuevos sujetos sociales como
también ante la temática del tiempo libre. (2I> Los resultados estuvieron a la vista: el número
de nuevos participantes en la empresa del veraneo aumentó sensiblemente en los años treinta.
Un protagonista de esos cambios, de Enrique Lancán, testimonia agudamente el tiempo
que le toca vivir.
"... Si te fuese dado contemplar hoy día el espectáculo del Club Pueyrredón de MAR
DEL PLATA, el tropel humano de personajes anónimos que se precipitan a codazos sobre las
mesas, el conjuro más inesperado de rostros desconocidos que puede reunirse en un lugar
público, la variedad impresionante de rams, voces, maneras y vestiduras, toda esa sofocada
concurrencia que salvo en raras excepciones siente el asombro de su propia expectabilidad y
economim las fichas menores como si fueran gotas de su propia sangre, comprenderás como
es cierto que en la densa columna de humo emanada de aquella pira se han ido, acaso para no
volver, las aficiones y los caracteres, los defectos y las virtudes, el predominio y el privilegio
de una determinada clase social". (22>
Ahora bien. ¿Qué consecuencias produjo esta multiplicidad de aspectos señalados en el
específico desarrollo urbano?.
Las modificaciones aludidas en la geografía social tienen su correlato en lo urbano. (23>
Los veraneantes ocuparon la zona costera céntrica, originalmente circunscripta a los aledaños
de la Playa Bristol, extendida más adelante al perímetro comprendido entre la Estación
Terminal y el barrio de La Perla. Cuando, en la década del veinte, comienza a modificarse
la índole social del turismo, estos primeros veraneantes "ilustres" inician su traslado hacia el
sur. Las construcciones de la "Villa Regina" de Alvear y del edificio del Golf Club fueron
hitos destacables para la extensión de estos nuevos espacios, inclinaciones posteriormente
consolidadas con el diseño del barrio ' Los Troncos' en 1940 que, junto con el de la LQma
85
 PASTORIZA
Stella Maris y Playa Grande, quedarían como los espacios poseídos por las clases altas.<24>
De esta forma se inicia la sucesiva ocupación de aquel primario radio céntrico por la
creciente población transitoria, en sus diversas expresiones sociales, que intenta imitar los
hábitos del tiempo libre de su antecesora; como también par la población estable, predispuesta
a un desplaz.amiento de los bordes hacia las zonas ribereñas. La consecuencia de estas
orientaciones fue una mayor densificación del centro respecto del resto, proceso acentuado
más adelante con el desarrollo de la edificación de altura, la llamada propiedad horizontal
difundida � partir de los años cincuenta.<25>
3. El balneario de "masas"
A partir de los años cuarenta la ciudad experimenta al compás del proceso de
"democratización de masas" un mayor crecimiento al ya descripto.<26> Las bases para el
desarrollo de un balneario popular estaban- como hemos intentado demostrar- echadas en los
años previos(es interesante destacar que las cantidades de veraneantes ingresados treparon de
65 mil en 1930 a 380 mil en 1940 y al millón en 1950).<27>
· Para intentar desentrañar este complejo fenómeno urbano y social hemos de abordarlo
por diferentes vías: el turismo social y sus consecuencias, el rol de los casinos, las implicancias
en el plano espacial y el mito creado en relación al balneario.
3.1. El turismo social
La temática del Turismo Social es implantada en la Argentina por el gobierno peronista
como parte integrante de su programa reivindicativo, aun cuando existen indicios del debate
en las décadas precedentes. Ahora bien, ¿cuáles fueron los principales pilares en que se apoyó
la estrategia peronista?.
La consigna de turismo social (leáse obrero) es incorporada por el Justicialismo, en el
sentido de lograr el descanso de la familia obrera y su conocimiento -en especial los jóvenes­
de la geografía del país, así como las realizaciones del pueblo argentino, derecho considerado
como utópico e irrealizable sin el tutelaje de un estado, preocupado por dotar al capital de
una función social. La Argentina de entonces era la del apogeo del estatismo peronista.
"En armonía con estos lineamientos generales la función social del capital en la
Argentina se transformó desde el advenimiento del peronismo; y en lugar de contribuir
exclusivamente a las riquez.as particulares, en su acción efectiva la revolución nacional efectuó
una clara política de beneficios sociales, mediante la eliminación de los salarios injustos;
86
Mar del Plata, 1886-1970: representación...
régimen de previsión social para cubrir los riesgos que incidían sobre las remuneraciones;
jubilación de los trabajadores de casi todas las actividades, turismo obrero, etc.". <28>
El turismo obrero debía tener una meta, un objetivo preciso; la elección fueron los dos
centros turísticos más importantes del país: Mar del Plata y Córdoba. Nadie mejor que el
propio Perón para explicar el sentido que su gobierno deseaba imprimir a la ciudad veraniega
de la Nueva Argentina.
"... Hace diez años visité Mar del Plata y en ese entonces era un lugar de privilegio donde
los pudientes del país venían a descansar los ocios de toda la vida y de todo el año. Han pasado
diez años. Durante ellos esta maravillosa síntesis de toda nuestra patria, aglutina en sus
.maravillosas playas y lugares de descanso al pueblo argentino y en especial, a sus hombres
de trabajo que necesitan descansar de sus sacrificios. Nuestro lema fue cumplir también acá.
Nosotros no quisimos una Argentina disfrutada por un grupo de privilegiados, sino una ·
Argentina para el pueblo argentino(...) En cuanto a la situación social bastaría decir que aquí
el noventa por ciento de los que veranean en esta ciudad de maravilla, son obreros y empleados
de toda la patria". <29>
En párrafos siguientes de su discurso, el presidente afirmaba que más del 90 % de los
veraneantes eran obreros y empleados. Intentaremos debatir esta afirmación, pero indepen­
dientemente de su correlato con la realidad, se habían lanz.ado los primeros pasos para la
creación del mito de "MAR DEL PLATA OBRERA"; el puntapié inicial para la conformación
de un imaginario colectivo� al que después contribuyeron diversos elementos- fue dado en ese
momento. El llegar a la ciudad, otrora patrimonio de las clases patronales, se convirtió en
objetivo y deseo de las amplias mayorías nacionales. Y éste, sin lugar a dudas, fue uno de
los más profundos motores del fenómeno de crecimiento del balneario marplatense.
El turismo social vino de la mano de las consignas claves de los albores del peronisrno;
aguinaldo, vacaciones y jubilaciones. De tal forma que el Decreto-Ley que fijó estas
concesiones sociales también estableció los fundamentos del turismo social en la Argentina.<30>
Allí se estipuló para los empleadores el ingreso al Instituto Nacional de Remuneraciones de
un 5 % del Sueldo Anual Complementario(conformado por un 3 % de aporte patronal y. un 2 %
de aporte obrero) y que tres unidades de dicho porcentaje serían destinados al turismo social.
De esta manera ya en 1945, el Estado comienza a montar el engranaje de la recreación.obrera,
en parte financiado por los propios trabajadores, y cuyos lineamientos generales van a persistir
hasta la caída del peronismo. En 1948, los beneficios otorgados al Directorio del Instituto de
Remuneraciones pasan a la Fundación Eva Perón. 131 >
Ahora bien, esta reivindicación social pregonada durante las primeras presidencias
peronistas fue bastante difícil de concretar por una razón muy sencilla: los supuestos
destinatarios no contaban con recursos suficientes como para llevarla a cabo. Si bien la
legislación de las vacaciones pagas liberó de sus tareas a millones de trabajadores por alrededor
de diez días, era utópico pensar que ello implicaría poder cambiar de ambiente y viajar. En
realidad los trabajadores tenían necesidades mucho más perentorias que subsanar, como la
87
 PASTORIZA
vivienda propia y servicios de consumo familiar (agua, energía eléctrica) etc. Además los
gastos ordinarios le insumían casi todo el sueldo ojornal no permitiéndoles hacer reservas para
viajes u hoteles. No obstante estas consideraciones, hubo una pequeña porción que pudo
participar en planes de turismo implementados en forma conjunta por algunos sindicatos y el
Estado y, aunque resulte tedioso, debemos brevemente explayamos sobre los mismos pues
derriba uno de los mayores "mitos" sobre el gran desarrollo de la ciudad en esta etapa.
Las modalidades de las formas de prestaciones de servicios implementadas fueron, en
términos generales, las siguientes: construcción de colonias y hoteles (las más importantes los
complejos de Chapadmalal y Río III en Córdoba), los primeros atisbos en hotelerí� gremial
mediante la adquisición de hoteles propios o el arrendamiento en temporada por parte de los
gremios y el accionar de la Fundación o los organismos del estado solicitaban la colaboración
de los hoteleros para alojar -en general contingentes de niños-, prometiendo como
contraprestación ciertos be.n.�ficios o premios (no explícitos). De esta manera se intentó hacer
una consigna todavía hoy recordada:
"Usted se paga el viaje, la provincia el hospedaje".
Las iniciativas respecto del turismo social encaradas por la provincia de Buenos Aires
fueron las más difundidas, y es plausible mediante un análisis · detallado, visualizar sus
alcances. Existió un plan de Turismo provincial de verano de diez días de duración por
contingente que se desarrollaba dentro de los meses diciembre-abril y beneficiaba a obreros
y empleados públicos o privados, pensionistas, jubilados y familiares a cargo de los mismos.
El Estado proporcionaba el hospedaje gratuito completo en Mar del Plata, Necochea, Sierra
de la Ventana, Carhué y Tandil, quedando a cargo del usuario el pasaje. Este servicio, entre
1948 y 1955, fue utilizado por 199.129 personas.
El segundo plan fue de Turismo interprovincial para desarrollarse en invierno, en los
meses de julio a octubre con los mismos días de estadía. Las provincias que abarcaba eran
Mendoza, Catamarca, San Luis, Santiago del Estero y Córdoba y fue utilizado por 18.500
personas.<32>
¿En qué contexto se leen estas cifras para que el lector aprecie si es mucho, más o menos,
o poco? Simplemente transcribiremos un comentario acerca de los turistas arribados en ese
entonces.
"Los 1.415 turistas de la temporada 1886-87 son en la de 1953-54, 1.067.573, llegados
en tren, automóvil, ómnibus y avión. La ciudad, cuya población es de 160.000 habitantes,
demuestra su potencia al ofrecer a ese millón de turistas, en tres meses intensos, todas las
comodidades apetecibles, sin una merma, sin un problema, sin una limitación en sus servicios
de abastecimiento...".<33>
E� dable advertir cifras exiguas_ comparadas con los totales de la emigración estival anual
en el nusmo período (más allá del millón y medio). Por otro lado, como ilustran los cuadros
Y gráficos consultados, es mayor la proporción de los pasajeros que se trasladan en automóvil
88
Mar del Plata, 1886-1970: representación...
un indicador más de un nivel social relativamente alto.< > Lo que el peronismo posibiJitó en
34
realidad, fue el definitivo acceso de las clases medias argentinas al disfrute del veraneo.
Otro aspecto vinculado a lo anterior es el referido a la hotelería gremial, originado durante
la primera presidencia de J.D. Perón cuando se fueron dibujando las formas, al principio con el
estímulo del Estado a través de las colonias de vacaciones y convenios con particulares y, más
adelante con la transferencia de esos servicios asistenciales a las organizaciones obreras, lo que
constituyó el fenómeno del hospedaje gremial en la ciudad balnearia.
Su nacimiento data aproximadamente desde 1948, cuando el gremio de Empleados de
Comercio adquiere dos hoteles tradicionales, el Hurlingham y el Riviera, inaugurando así la
tradición de convertir a los grandes hoteles privados en hoteles sindicales. Hasta 1970 este
proceso fue muy lento comparado con el posterior a esa fecha. El SUPE inaugura su hotel
en 1955 y un año más tarde nos encontramos con sólo cinco hoteles de propiedad gremial.<3SJ
El hábito se profundiza en los años venideros cuando los sindicatos adquieren una serie de
"prerrogativas" conferidas por las leyes de Asociaciones Profesionales y de Obras y Servicios
Sociales.<36l
Debemos destacar que el turismo gremial de Mar del Plata, no puede analizarse
desgajado del tema general de los servicios sociales en la Argentina.
En efecto, por la Ley de Asociaciones Profesionales, los gremios quedan exentos· del
pago de gravámenes impositivos y por la de Servicios Sociales, se les transfiere a los sindicatos
un nuevo aporte que les hace multiplicar su poder económico, obligando a aquellos que no
contaran con una red de servicios asistenciales a crearlos. Estas concesiones estatales a los
sindicatos serían el punto de partida de la expansión de la hotelería gremial: la entidad
empresarial informa, para 1967, acerca de la existencia de sólo ocho hoteles; seis años más
tarde esa cifra se potencia casi nueve veces, trepando a 62 unidades.<37>
En este sentido, son palpables las diferencias al respecto entre el caso argentino y el
europeo; mientras en Europa la política social fue fruto de una negociación en la que
participaron el estado, los partidos políticos y las asociaciones intermedias, en la Argentina
fue el resultado de una negociación bilateral entre representantes del estado y los de las
organizaciones gremiales.
Finalmente nos referiremos a una de las más tradicionales instituciones del balneario:
el Casino. Como no podía ser de otra manera también las salas de juego fueron caja de
resonancia de los nuevos tiempos.
El peronismo toma este reducto de la élite por medio de su estatización en 1946.
Culminaba así un largo proceso de centralización e intervención estatal abierto desde los
inicios del treinta en las instituciones del juego, proveedoras de recursos de enorme
importancia para el desarrollo de la ciudad, apetecidas por la provincia y la nacipn. Es
menester recordar que la Rambla Bristol (la de "material", como se la conocía) fue construida
con los fondos aportados por los casinos Privados que venían funcionando indistintamente
(según las épocas) en el Club Mar del Plata; Club General Pueyrredón Y Bristol Hotel.<31>
89
 PASTORIZA
Durante la gobernación de Rubén Fresco se advirtieron de manera más transparente los
intentos tendientes a un mayor control y centralización de esta área, claramente anticipatorios
de la política implementada por Perón. Es cuando queda definida la construcción del actual
edificio del Casino en el espacio donde se ubicaba la tradicional Rambla y en el núcleo del
antiguo balneario de élite.<39>
El advenimiento del justicialismo delimita definitivamente la cuestión (por lo menos
hasta 1991, cuando se instala el debate inverso, la privatización, exactamente con los mismos
argumentos) con la estatización de los Casinos.<40> Con el espíritu expresado en uno de las
consignas del momento, "El Casino, fuente social de recursos de beneficencia y cultura
popular" y la certeza de "aquello que del pueblo sale al pueblo vuelve", en 1946 se promulga
el decreto de estatiµción (7867). El paso previo es la creación de la LOTERIA DE
BENEFICENCIA (Ley 31090/44) por la cual- además de lo específico- caducan las
concesiones de los Casinos o salas de juego, que son declarados de utilidad del pueblo y en
consecuencia sujetos a expropiación.<41 > En 1946, Casino y Lotería son unificadas y colocadas
bajo la jurisdicción de la Lotería Nacional. El producido líquido es destinado a obras y
establecimientos de asistencia social y salud pública y al turismo de los territorios donde
funcionaren los mismos. Por el art. 5 se vuelve a reiterar que los gobiernos provinciales no
podrán explotar por sí, ni permitir a particulares el lucrar.<42> Pero estas transformaciones no
sólo abarcaban los aspectos "formales" o administrativos, también la composición social de
los participantes como la sociabilidad de las noches de juego cambiaba. Aquel "reducto" de
la etiqueta y el buen beber se vio poco a poco cercado por los recién llegados, en un proceso
de "cambios de manos" que no fue fácil de asimilar. Como ya lo señaláramos en párrafos
anteriores, también estos hechos reflejaban un corte epoca} y dos mundos diferentes que se
distandaban.<43>
"Bienvenidos los que trabajan en la oscuridad mientras los otros se quemaban en la luz:
ellos traen el mensaje de su dura ascensión, entre vigilias y privaciones innúmeras. Bienvenida
su cordura que en esto no es avaricia y su templanza que en el caso no es sordidez; encomiemos
su ejemplo que ]os hace ahorrativos en la tentación y económicos en el pecado. Ellos son ahora
los·amos del oro y si ellos no se lo guardan ¿Quién se lo guardará? Esta es la revancha de la
vida; mientras antaño, en las madrugadas del viejo Bristol, vestidos de etiqueta, en los últimos
pases del baccarat, aquellos señores esperaban alegres la salida del sol, éstos recién se
levantaban, somnolientos pero voluntariosos para la oscura faena, el destino les dio lo suyo
a los unos y a los otros": <44>
3.2. Las modificaciones urbanas: el auge de la construcción
Desde 1943, la política de vivienda fue uno de los instrumentos del Estado para fomentar
la ampliación del mercado interno, mediante el impulso a la industria de la construcción y la
90
Mar del Plata_, 1886-1970: representación...
redistribución de los ingresos. Por lo pronto, ya en ese año se controlan los alquileres,
quedando suspendidos los desalojos. La estrategia estatal en materia de vivienda favoreció en
esta etapa a los sectores medios, lo que, traducido a la dualidad marplatense, implicó un
ensanchamiento del proceso de acceso a la vivienda tanto para el habitante estable como para
el turista de medianos recursos. La industria de la construcción se fue constituyendo en una
variable relevante de la economía local contando con facilidades naturales ya que gran parte
del material requerido se extraía de la propia región, con el funcionamiento de unas 24
canteras<4S>; de ellas se extrajeron las toneladas de bloques de piedras para implementar las
escolleras Norte y Sur que dibujaron al puerto, el frente de los edificios, los cimientos y
adoquinados de las calles, el pedregullo que se utilizó para los pavimentos de las calles de la
ciudad y rutas (la ruta Dos, por ejemplo) y elementos para fabricar los cerámicos.
Asimismo, alrededor de la dinámica descripta se fueron originando pequeñas y medianas
empresas que contribuyeron por un lado a la configuración de un sector empresarial local;
expresado en la primera entidad unificada en 1935, el Centro de Constructores y Anexos y·
por otro a la organización del gremio de mayor gravitación en el movimiento obrero de la
ciudad (el Sindicato Obrero de la Construcción), con un importante número de afiliados, y
con novedosos convenios acordados. 146>
El acelerado crecimiento de Mar del Plata produjo, como en otros centros turísticos; el
denominado "boom" de las construcciones. La demanda del veraneo para alojar al turista en
una primera etapa y la adopción del sistema de propiedad horizontal para levantar los edificios
de departamentos más tarde (también adquiridos por el turista), combinados con la política
adoptada en materia de locaciones urbanas, esto es, rebaja de alquileres, prórroga de
contratos, paralización de los juicios por desalojo y Creación de las Cámaras de Alquileres, 1471
han sido los factores básicos del impulso a la construcción; por otra parte el crédito bancario
otorgado liberalmente posibilitó una financiación excepcional para las actividades del
sector.148>
De esta manera, en la primer etapa que abarcó 1948-1954, se construyeron miles de
departamentos ocupados por el turismo en ascenso que iba conociendo el balneario, lo que hizo
que para los años cincuenta ya algunos estudiosos calculaban unos 6 millones de m2 totales
construidos en los dos décadas precedentes y que para 1970 se llegara a la cifra cercana de
cincuenta mil departamentos desocupados y en 1980 se sobrepasaran los ochenta miI.<49> En
1945, habían sido 240 mil m2, en 1965 se suman unos 328.500 m2 y para 1980 ya se
sobrepasará el millón. Los precios del metro cuadrado edificado también son inducidos a
fuertes incrementos: de 250 mil m$n en 1945, pasa el millón para 1960. Las ventas de los
departamentos originan rápidas y cuantiosas fortunas, hasta el punto de que el gobierno
determina "que no se puede ganar más de un 20 % en el negocio de la propiedad de altura",
medida desde ya no cumplida. El negocio produce la especulación inmobiliaria y el
crecimiento vertiginoso de los intermediarios (comisionistas y martilleros) que se llevan
jugosas comisiones y ganancias.<SO> Asimismo, tiene lugar la "fiebre" por la venta de lotes.
91
 PASTORIZA
La difusión de la fantasía y obsesión por ser "propietario en Mar del Plata" acentúa el cuadro
de valorización de la tierra y la emergencia de inversores privados en esta área económica con
la consecuente multiplicación de agentes inmobiliarios por doquier. Este incremento no sólo
se manifiesta en el radio céntrico sino que también en sus alrededores, con el loteo de los
terrenos donde los trabajadores fueron construyendo sus viviendas.
Una de las consecuencias más visibles es su impacto en el espacio urbano. Ya desde la
década del treinta Mar del Plata asiste a la demolición sistemática de sus viejas casonas. El
tradicional barrio veraniego fue el primero en caer para dar lugar a la ciudad actual; sus
fastuosas residencias fueron reemplazadas por los edificios elevados que aislan la visión del
mar: lo sucedido con la construcción del Casino en 1939 -demoler la hermosa Rambla Bristol
y cerrar la vista del horizonte marino- se convirtió en una práctica corriente. La Plaza Colón
y sus aledaños fueron el epicentro de este movimiento que se propagó luego a otros puntos
de la ciudad. Es asimismo, cuando gran parte de las mansiones del tiempo de la "belle époque"
son desmanteladas y demolidas para dar lugar a una fiebre inusitada de colocar cal y ladrillos.
Los remates se nutren de las puertas, ventanas, cerrojos, azulejos y cerámicas importados de
esos chalets exclusivos. Aquellos eran reemplazados por los edificios de altura, dando lugar
a un sistema de comercialización en cierta forma insólito: se cavaban los cimientos, luego se
colocaban los carteles de venta (antes de colocar los andamios) donde figuran los planos de
los futuros departamentos y las formas de pago (cuotas fijas). El lema y la consigna era no
. invertir: con las señas se cubrían los gastos del terreno y con las primeras cuotas se levantaba
el edificio; el resto era ganancia.
Con esta fórmula -más los generosos préstamos bancarios y las condiciones de
privilegio-, Mar del Plata asiste a un nuevo cambio de su fisonomía, la cual caracterizará a
la ciudad de masas.
Finalmente, podemos preguntamos por cuáles fueron las implicancias de estas transfor­
maciones en el plano legal urbano. Hasta ese entonces, la ciudad había adolecido de
planificación urbana, los Planes Reguladores tardaron en concretarse, las normas que se
fueron elaborando se vieron permanentemente violadas y la especulación inmobiliaria no fue
· controlada.
Los poderes públicos, acosados ppr la necesidad de recursos, siempre llegaban tarde con
la legislación. <S1 > El primer concurso para el ordenamiento urbano es recién en 1957 y dos años
después se pone en vigencia el Código de Zonificación Preliminar. Eran los primeros pasos
para regular un sobredimensionado crecimiento que, no pudo impedir que la ciudad se
convirtiera en un enorme bloque de cemento.<52>
A modo _de conclusión y de acuerdo a lo expuesto, es posible definir que la temática del
�rismo para el pueblo es introducida en la Argentina por el gobierno peronista como parte
integrante de su programa reivindicativo, aunque hubo indicios en las décadas precedentes.
En los años veinte, con el ascenso al poder comunal de los socialistas, ya comienza a hablarse
de quitar al veraneo su sesgo exclusivista y de modificar la configuración social del emigrante
92
Mar del Plata, 1886-1970: representacidn...
estival a Mar del Plata, tendencia acentuada con los conservadores. Lo novedoso del
peronismo fue darle un marco legal más preciso y que mientras se hablaba de abrir el balneario
a los trabajadores, posibilitaba la concreción del veraneo de las clases medias argentinas.
Las siguientes semblanzas del "nuevo veraneante" porteño y sus prácticas de tiempo
libro ratificarían esta afirmaci6n.
"El veraneante marplatense es un señor que durante quince días de verano se cansa
irremisiblemente para todo el resto del año.
Lo que no impide que durante el resto del año viva suspirando por esos quince días de
descanso".
Y agrega: ni bien el porteño posa los pies en Mar del Plata se operan en él
transformaciones de forma y del fondo.
"Para empezar madruga entusiastamente. Pues le urge emular toda variedad de rayos
terapéuticos que se brindan en los balnearios organizados. Luego camina hasta la playa,
aunque esté situada a tres kilómetros del hotel, pues en su estado de veraneante el hombre
experimenta una repugnancia súbita por todo sistema de tracción que no sea a sudor y sangre.
Y ya en la playa se entrega a violentos ejercicios calisténicos, peloteos futbolísticos, carreras
pedestres, prácticas de "rango y mida", zambullidas, barrenadas y otros excesos deportivos
de igual eficacia demoledora.
Finalizada esta serie preliminar de sumar martirologio, se hace sarandear un rato por las
olas y, finalmente, se tiende de pecho en la arena paraqueel sol lo despelleje sangrientamente".<53>
4. Consideraciones finales
"Ya no hay exclusivismos, porque MAR DEL PLATA es el gran nivelador".<54>
El proceso que hemos reconstruido nos dice algo. Un aspecto alude al hecho de que en
la Argentina no prevaleciera la tesitura de fundar nuevos centros alternativos de turismo para
las clases medias o trabajadoras, lo cual hubiese permitido a las aristocracias porteñas
mantener su reducto; por el contrario, la tendencia fue adoptar y transformar lo existente
imprimiéndole su propio sello. <SSJ
Otra cuestión vinculada en parte a esto que decimos se refiere al caso que en Mar del
Plata han confluido y en algunos momentos coincidido, el conjunto de las clases sociales
argentinas: las élites en el cruce de los siglos, las clases medias hasta los sesenta y, finalmente,
los trabajadores por medio de la Hotelería Sindical y las obras sociales en las últimas décadas.
Esta permanencia del balneario en el tiempo-nos remite a un simbolismo: para algunos evoca
a representaciones presentes, para o�ros suscita imágenes pretéritas.
De manera tal que nos aparecen dos visiones yuxtapuestas: el muestrario de los
93
 PASTORIZA
todas las deudas al casino de Mar del Plata, que los antiguos empresarios del mismo llevaron a cabo cuando les
quitaron la concesión del juego que habían controlado por más de cuarenta años. La quema era un acto de homenaje
a quienes habían confiado en ellos y habían sido sus clientes, como así también a una época sin retomo.
(23) Ver COVA, O y GOMEZ CRESPO, R., Arqwtectura marplatense. FJ pintoresquismo, Mar del PÍata, Inst.
de Urbanismo, 1982. CACOPARDO, F. "Instituciones y estrategias urbanas en Mar del Plata, 1890-1920", Informe
a CONICET, nov. de 1991.
(24) Al decir de Elvira ALDAO de DIAZ, la visión del balneario para 1923 se extendía entre dos vértices: la Rambla
Bristol y el Golf Club. Veraneos Marplatenses, 1887-1923, Buenos Aires, 1924.
(25) Para el caso de Bs. As. se ha seguido a Horacio TORRES en "Evolución de los procesos de estructuración
espacial urbana. El caso de Bs. As.•, Desarrollo Económico, N ° 58, 1973; "El rilapa social de Bs. As. en 1943,
1947 y 1968. Buenos Aires y los modelos urbanos•, en Ibidem, N º 78, 1979 y "Cambios en la estructura socio­
espacial de Buenos Aires a partir de la década de 1940", en R. JORRAT y R, SAUTU, Después de Germani, Buenos
Aires, Paidós, 1992.
(26) HALPERIN DONGHI, Tulio, Argentina en el callejón, Montevideo, Arca, 1963.
(27) Estadísticas de Turismo municipales 0/er Cuadro N º 2).
(28) La función del capital en eljusticialismo, Ed. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Subsecretaría de
Relaciones Exteriores, Dirección General de Relaciones Culturales y Difusión, s.f. Publicación Oficial.
(29) Discurso del Presidente J. D. Perón en su primera visita oficial a Mar del Plata, en ocasión del lanzamiento
de la Campaña electoral para las próximas elecciones y la inauguración del I festival de Cine Argentino. En Boletín
Muwcipal, parte "Asuntos Varios", pp 112-174, Mar del Plata, 1954. (El subrayado es nuestro)
(30) Decreto-Ley N º 33.302/45, Art. 48 y 50 Anales de la Legislación Argentina, t.v, pp 757/766.
(31) El aludido decreto expresa que se debe fomentar el turismo social entre los trabajadores y sus familias, atender
los gastos que demanden las colonias de vacaciones y abaratar los precios de traslado y gastos; se autoriza a las
autoridades del Instituto a adquirir terrenos, edificios, reparaciones para ser destinados a vacacionar, como también
se da facultades a los Sindicatos (para adquirir, arrendar y administrar colonias,hoteles, casas de hospedaje) con
Personería gremial y que a criterio del Instituto tengan suficiente responsabilidad (art. 50).
(32) Tuvieron preferencia en la adjudicación de plazas las solicitudes de viajes de boda, las familias con mayor
número de hijos y menores ingresos mensuales y los residentes en el interior de la provincia y, en particular aquellos
que no se hubieran beneficiado la temporada anterior. En Tiempo Libre y Colonias de Vacaciones, op.cit., pp
61.
(33) Revista perfil de Mar del Plata. Ciudad Atlántica, Buenos Aires, Ed. Publicolor Araucaria SRL, 1954.
(34) En la temporada 1950-51 el ingreso de veraneantes se dio en-un 48,7% en autos, el 21,6% en micros, 37%
en tren y el 0,7% en avión. Datos tomados de estadísticas municipales (ver Cuadro N º 2).
(35) Censo de Colonias de vacaciones y Hoteles de Turismo de gremios y obras sociales en la Argentina. Tiempo
Libre y Colonia de Vacaciones, Ministerio de Trabajo y Previsión, 1956.
(36) Ley de Asociaciones profesionales (14455/58): legitimó el sistema creado por Perón de "sindicato unico por
industria" e incrementa el poder financiero de los gremios. Regimenta la cuota sindical y la cuota asistencial. Ley
de obras y servicios sociales (18.610/70): crea un sistema unificado de obras sociales para el conjunto del personal
en relación de dependencia y los gremios debían crear servicios asistenciales. Para ello el Estado fijaba un 2 % del
aporte mensual tanto a empleados como a empleadores.
(37) Hoteles Sindicales en 1967: Albamar, Amancay (Luz y Fue1ZB), Grand Hotel (SUPE), Hawai (Empleados
Bancarios), Hurlingham, Riviera (Empleados de Comercio), Grand Firenze (FOETRA), Royal Hotel (UOM).
Hopebar, 1967. Informe de Revista HOPEBAR, vocero de la entidad empresaria de propietarios de Hoteles,
Restaurantes y Bares de Mar del Plata.
(38) La ruleta se inicia en Mar del Plata en 1890, a los dos años de la inauguración del Bristol Hotel, siempre
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·Mar del Plata, 1886-1970: representacMn...
representó una actividad proveedora de divisas de relevancia. La construcción del Casino implicó un salto en el
manejo de estos fondos por la ampliación de la infraestructura; es así que en las noches de verano de los años sesenta
se llegaban a concentrar alrededor de quince mil personas en sus salones.
(39) Una visión crítica se puede ver en LA PRENSA, 2-7 y 26-11 de 1939.
(40) Observando los !'resupuestos y Gastos Municipales desde 1935 hasta 1956, se pudo advertir que recien después
de 1945 deja de figurar la entrada correspondiente al porcentaje producido por el Casino. Boletín Municipal 1957.
(41) Decreto 31.090, 18 de noviembre de 1944, Art. 1 y Art. 2. Anales de la Legislación Argentina, 1945, t.v.
(42) Decreto 7865, 18 de marzo de 1946. Anales de la Legislación Argentina, 1946, T.VI, art. 2,4 y 5.
(43) "Las fichas han cambiado de manos y esas manos de hoy tienen dedos distintos...•. Enrique LONCAN, La
conquista de Buenos Aires, op. cit., p 48.
(44) Ibidem, p 49.
(45) En 1947 estas canteras ocupaban a unos 4.200 picapedreros. Boletín Muwcipal, 1948.
(46) Un análisis del mercado de trabajo y las organizaciones sindicales adoptadas por los trabajadores se puede hallar
en Elisa PASTORlZA, Los trabajadores de Mar del Plata en vísperas del peronismo, op. cit.
º º
(47} Durante el período 1943-1955, la legislación emanada sobre locaciones fue: Decr. N S80 (26/6/43) y N
º
33.059 (1944), Leyes N 12.886/46 y 13.026/47.
(48) La Lay de Propiedad Horizontal, sancionada el 30 de setiembre de 1948, determinaba en su primer artículo
que •tos distintos pisos de un edificio o distintos departamentos de un mismo piso o departamentos de un edificio
de una sola planta, que sean independientes y tengan salida a la vía pública directamente o por un pasaje común,
podrán pertenecer a propietarios distintos.•. •.
(49) Ricardo ORTIZ, "Desarrollo industrial de Mar del Plata•, en Cuadernos de Economía, N º 7, Revista de la
UCIP, Mar del Plata, dic. de 1959.
(50) Ver Clara PAGANI de MOTTA, Historia y entretelones de un edificio en propiedad horizontal, Mar del
Plata, Imp. Apolo, 1981. La autora cuenta los avatares originados con la compra de un departamento en un edificio
de 70 unidades, 15 oficinas y 9 locales: • ..,Un edificio totalmente vendido y habilitado hacia más de tres años en
pleno centro de Mar del Plata. No tenía planos aprobados de acuerdo a obra, y por ende no tenía Final de Obra,
ni planos, ni subdivisión, nunca se habían pagado impuestos municipales, ni territoriales, ni cuotas de agua
corriente, por lo tanto no había escrituración, y� que aunque queríamos pagar impuestos, no podíamos•.(pag.23).
(SI) Se hace notar que entre los Recursos Municipales los montos percibidos por "Derechos de Construcción"
pasaron de 270 mil MSN en 1942 a un millón y medio diez años después. Boletín Municipal, años 1956, pp.26
(52) Entre las consideraciones de Plan Regulador se sostiene que hasta su implementación Mar del Plata se rigió
con un código de la Edificación basado en líneas generales a su similar para la ciudad de Buenos Aires, con el cua_l
se procuró encauzar el crecimiento de las expansiones horizontal y vertical. Pero -prosigue- estas restricciones
impuestas al dominio privado •no pudo soportar el empuje del desarrollo marplatense, pues para cada- aceleración
del proceso de crecimiento, se vio obligado a efectuar concesiones y, por último, llegó a paralizar la obra
constructiva, a la espera de una regulación total". Ver Ejecución del Plan Regulador de Mar del Plata,
Municipalidad de GENERAL PUEYRREDÓN, ed. I.T.U., Montevideo, 1961.
(53) Rodolfo T ABOADA, "El veraneante (tipo marplatense)", De la fauna porteña, Buenos Aires, V. Giménez
Coder, 1946, pp.113/122.
(54) Josué QUESADA, "Mar del Plata: Ciudad-Imán", en Mar del Plata edilicia, Año 1, N l , 1951.
º
(55) Entre los años 40 y SO se difundieron algunos balnearios costeros como Pinamar, Villa Gesell, San Bernardo,
Cariló y Punta del Este (Uruguay), despliegues que exteriorizaron la huida de las élites a centros vírgenes; pero
ninguno pudo alcanzar la envergadura de Mar del Plata.
(56) Hemos tomado la caracterización de Gino Germani en sus trabajos más importantes.
97
 PASTORIZA Mar del Plata, 1886-1970: representación...

APENDICE Cuadro N º 3: PASAJEROS INGRESADOS A MAR DEL PLATA 1930 - 1976

Cuadro N º 1: P.G.P. EVOLUCION DE LA POBLACION (1869 - 1980) (temporadas)

�os POBLACION VARIACION CRECIM. DENSIDAD

INTERC. (%) ANUAL(%) (Hab./kml)
TEMPORA- TOTALES AUTOS % MICROS % TRENES % AVIO- %
DAS NES
1869 1.193 -- 2,9 1930-31 65.010
1935-36 121.276 22.792 18,7 12.876 10,6 85.598 70,5
1895 8.175 95 2,6 5,6
1940-41 376.893 197.366 52,3 58.980 15,6 159.947 42,4
1914 32.940 303 7,6 22,7 1945-46 504.517 139.950 27,8 188.194 37,3 173.484 34,4 2,979 0,6

85,2 1950-51 990.542 403.786 40,7 213.345 21,6 366.329 37 6.882 0,7
1947 123.811 276 4,1
1955-56 l.141.S36 434.695 38,1 40S.455 35,5 295.040 25,8 6.070 0,5
1960 224.824 82 4,7 154,7 1956-57 1.044.170 382.217 36,6 324.505 31,1 322.766 30,9 4.884 0,5

323.350 44 3,7 222,5 1957-58 1.209.324 485.727 40,2 412.190 34,1 300.758 24,9 10.469 0,8
1970
1958-59 1.211.061 423.889 35 455.637 37,6 318.633 26,3 6.902 0,6
1980 434.160 34 3,0 298,7 1959-60 1.303.052 475.322 36,5 472.367 36,2 334.755 25,7 20.608 1,6
FUENTE: Censos Nacionales y Municipales 1960-61 1.450.817 596.809 4Í,l 538.934 37,1 291.018 20,5 24.056 1,7
1963-64 1.623.808 806.187 49,6 540.138 23,3 255.337 15,7 2.682 0,2
1964-65 1.184.920 526.470 44,3 444.532 37,6 198.865 16,8 14.773 1,2
Cuadro N º 2: CRECIMIENTO DE POBLACION NACIONAL, MUNICIPAL Y
TURISTAS (1895 - 1980) 1965-66 1.355.448 686.893 50,7 399.289 29,4 254.967 18,2 14.259 1,1
1966-67 1.493.907 848.052 56,8 382.154 25,6 244.584 16,4 19.117 1,3
�os POBLACION VARIACION CRECIM.
INTERC. (%) ANUAL(¾) 1967-68 2.026.201 1.202.002 59,3 467.054 23,1 327.778 16,2 27.368 . 1;3
1970-71 2.027.222 1.231.804 60,8 458.933 22,6 278.396 13,7 58.089 2,9

1869 1.193 -- 1971-72 2.475.772 1.341.329 54,2 742.565 29,9 328.388 13,3 -63.490 2,6
1972-73 2.868.593 1.651.316 54,6 713.540 24,9 454.140 15,9 49.597 1,7
1895 8.175 95 2,6 - 1974-75 2.493.591 1.495.625 60 465.970 18,7 477.573 19,1 54.426 2,2
1975-76 2.290.242 1.210.981 52,9 505.784 22,9 498.374 21,8 75.103 3,3
1914 32.940 303 7,6

1947 123.811 276 4,1 FUENTE: Revista de la UCIP (Unión del Comercio, la Industria y la Producción), Mar del Plata, 1971.

FUENTE: Censos Nacionales y Municipales

98 99
 PASTORIZA CUADERNOS... Año 2 - N º 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)

Cuadro N º 4: EVOLUCION DE LA HOTELERIA SINDICAL, 1947/88.

AÑOS H.S. TOTALES PLAZAS H.S.% PL%
H.

1947 s/d 450 s/d DEL TRANSPORTE FERROVIARIO AL OMNIBUS.

CAMBIOS EN LAS PRACTICAS URBANAS
1948 3 824 1506 0,4
EN BUENOS AIRES, ARGENTINA1
1956* 5 1030 1781 0,5

1967 8 1060 s/d 0,7

Jorge Schvaner•
1973 62 1424 s/d 4,35

1982 90 870 14.362 10,3

A fines de la década de 1920, Buenos Aires disponía de una densa trama de transportes
1984 108 870 14.770 12,4 28,2 urbanos. Los porteños gozaban los servicios de una amplia y compleja red de ferrocarriles,
cuya oferta se extendía, atravesando los suburbios mas lejanos, hasta fusionarse naturalmente
1988 93 739 10.665 12,6 18,9 con las líneas interurbanas; a esa estructura se sumaba una notable trama de tranvías que se
desplazaban sobre buena parte de la malla urbana; y, no menos importante, las líneas de
Referencias: se registran también 4 hoteles (5.734 plazas) de Obras Sociales Oficiales.
subterráneos que desde muy temprano (1913) comenzaron a unir algunos barrios con el
FUENTE: Elaboración propia en base a las estadísticas municipales, Censo de Hotelería gremial (1956)
y Revista HOPEBAR (Asociación de Hoteleros, restaurantes y bares).
Centro.
Esos servicios requerían inversiones de magnitud en obras de infraestructura, así como
Cuadro N º S: LUGARES DE RESIDENCIA TURISTICOS, 1969/79. en diversos equipos, importados masivamente desde los centros industriales de la época. La
lógica económica de esos servicios promovió la concentración de su propiedad y un control
más o menos unificados por los acuerdos entre los distintos grupos que atendían el mercado;
RESIDENCIA 1969/70 1970/71 1971/72 1972/73 1973/74 PROM. un puñado de empresas, formadas como sociedades anónimas,y en su mayoría de capital
. DEPTO. 54,2 51,2 42,6 inglés, se repartían el lucrativo servicio de transporte de pasajeros porteños.
41,8 27,4
La estructura tarifaría, elevada para los ingresos medios de ese entonces, consolidaba
HOTEL 32,3 15,0 25,1 31,6 30,5 entonces los diferentes ámbitos de residencia de distintos grupos sociales; mien_tras los
CASA 13,5 33,8 32,3 26,6 42,l sectores de mayor nivel de vida podían afrontar el precio de los pasajes de ferrocarril desde
sus nuevas residencias hasta el centro de la ciudad ( donde desarrollaban sus actividades de
1974/75 1975/76 1976/77 1977/78 1978/79 negocios), los trabajadores más pobres se hacinaban en conventillos situados cerca de sus
_,, ,:,: ::
DEPTO. 35,0 38,0 41,0 50,3 35,6 41,7 puestos de trabajo para evitar ese costo. Las ya notorias diferencias sociales entre Belgrano
y Barracas, destacadas por el prolijo relato de Scobie (1977), pueden ser tomadas como dos
HOTEL 37,6 36,2 32,4 22,2 32,4 29,5 ejemplos de polos opuestos de ese fenómeno. El sistema de transporte urbano ayudó a crear,
CASA 27,4 25,8 26,6 27,5 32,0 28,8
-
FUENTE: Elaboración propia en base a tres encuestas de turismo realizadas por el Departamento de Turismo de
la MGP (1969nO, 1970n4 y 1975n6). (Existe margen de error debido a que los sondeos no son uniformes) ·• Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración.
100 101
 SCHVARZER
y a fortalecer, la estructuración geográfica de la sociedad urbana que se estaba forjando en
medio de su acelerado crecimiento.
1930-47. Desafíos al sistema privado y deterioro de la oferta de servicios.
La crisis iniciada en 1929, que provocaría notables efectos sobre la evolución del
sistema, fue acompañada por el primer desafío al control oligopólico del tránsito urbano. La
rápida expansión del colectivo surgió como una amenaza a las grandes empresas del ramo,
cuyo impacto se agravó a medida que se profundizaba la crisis. Este nuevo servicio se basaba
en el cambio técnict;> (el motor a explosión de los vehículos automotores) que otorgaba gran
flexibilidad a sus trayectos, pero agregaba un componente social al promover la presencia de
pequeños propietarios (que no incorporaban en sus expectativas de ingreso las posibles rentas
de sus magros capitales) con espíritu competitivo.
La respuesta de las empresas de transporte de capital inglés no pasó por la mejora de su
oferta; por el contrario, ellas suspendieron muy rápidamente sus inversiones en equipos
debido al nuevo contexto económico. El derrumbe de las exportaciones argentinas limitaba
la capacidad nacional de importar bienes, así como la de trasferir beneficios al exterior. Ante
esos condicionantes globales, los inversores extranjeros privilegiaron su rentabilidad como
objetivo (incluyendo el pago de dividendos en la Bolsa de Londres), para lo cual redujeron
inversiones y buscaron las maneras de girar remesas de dinero a su sede social. Dada la
dimensión económica, la importancia social y el poder político de esas empresas, este tema
fue discutido en las tratativas que desembocaron en el Pacto Roca-Runciman, en 1933; las
empresas lograron que el gobierno argentino aceptara dos compromisos decisivos para ellas:
la concesión de ventajas especiales en la distribución de las escasas divisas disponibles sumado
a la promesa de una política para asegurar su hegemonía en el sistema de transporte urbano.
El primero facilitaba el giro de ganancias a Londres, mientras que el segundo aseguraba la
generación de éstas a través del control oligopólico de la oferta; los negociadores argentinos
demandaron, en cambio, posibilidades de acceso de las carnes locales al mercado británico,
pero no se conoce que pidieran nuevas inversiones de las compañías. Se suponía ingenuamen­
te, al parecer, que el estancamiento de la infraestructura de transporte masivo sería de corta
duración, lo mismo que la crisis que golpeaba al mercado mundial.
La realidad resultó diferente a lo esperado. La suspensión forzosa de las importaciones
de equipos duró tres lustros (si se incluyen los años de la Segunda Guerra Mundial), durante
los cuales el sistema tendió a su obsolescencia técnica, con los consiguientes problemas de
movilidad para un creciente número de habitantes de Buenos Aires. Ese deterioro no alentaba
una reacción positiva de las compañías, que se veían frustradas en sus objetivos previos. En
primer lugar, por el aumento de los costos internos (que disminuía sus ganancias) frente a
tarifas congeladas, dada la competencia de los colectivos y la no autorización oficial al
102
Del!ransporte ferroviario al 6mnibus...
respecto; por otra parte, las remesas de ganancias no se pudieron mantener tluídamente a lo
largo de todo ese período, y quedaron suspendidas de hecho durante los años difíciles de la
guerra, para desilusión de los accionistas londinenses. La estrategia de suprimir la competen­
cia de los colectivos no fue menos traumática. El Congreso, luego de intensos debates aprobó
en 1936 la ley 12. 311 que creaba la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires;
el organismo previsto tendría carácter privado y debía operar todo el sistema de transporte
urbano, incluyendo los colectivos; los ferrocarriles no eran incluídos, por razones técnicas,
pero resultaba obvio que la ley promovía la concentración privada del sistema. Las normas
establecían incluso la expropiación de los colectivos, si fuera necesario, y favorecían que e_l
control quedara en manos de las mayores empresas de tranvías ya existentes; cada línea
aportaba su capital a la Corporación, de manera que aquellas con mayor capital estimado
quedaban con la mayoría de las acciones. La oposición social a esa ley fue más intensa de lo
esperado; la moviliz.ación de los colectiveros, acompañados muchas veces por los propios
sindicatos de trabajadores del transporte, fue apoyada por los usuarios, que percibían la
diferencia de tarifas cobradas por esos medios respecto a las aplicadas por las grandes empresas
extranjeras.
Los conflictos continuaron. El Congreso tuvo que dictar una nueva ley sobre el tema al
año siguiente y recién en 1938 fueron aprobados los estatutos de la Corporación. Los
colectiveros, se presentaron a la Justicia, en defensa de sus derechos; su firme resistencia
atrasó el avance del sistema. El resultado de esa puja pareció definirse en 1942, cuando el
propio presidente de la Nación, R. Castillo, ordenó la expropiación inmediata de las líneas
de colectivos; pero un nuevo gobierno, surgido del golpe de Estado de junio de 1943,
suspendió las expropiaciones (por decreto-ley 1626). Ese cambio de estrategia se insinuó con
más fuerza cuando, un año después, se autorizó (decreto�ley nro. 11.616/1944), por primera
vez en mucho tiempo, el funcionamiento de 13 nuevas líneas de autotransporte.
El número de pasajeros crecía en proporción al incremento de la población urbana y la
demanda se dispersaba a medida que los inmigrantes buscaban nuevos lugares para residir.
Pero las posibilidades técnicas de la economía argentina para atender esa demanda :eran
escasas; la falta de divisas impedía importar los equipos necesarios para atender el servicio
y mejorar la infraestructura existente. La inventiva porteña permitió aprovechar algunos
automotores antiguos con destino a la creación de nuevas líneas, pero no era suficiente frente
al deterioro de los servicios más antiguos. El desgaste de los tranvías aparece claro en una _ ·
descripción de la época; el articulista de 1he Review o/ the River Plate (10-01-1941), los
veía como "grandes cajones de madera para metales sueltos; tornillos flojos y ventanas
matraqueantes, que atraviesan la ciudad bramando y mugiendo como leones en una jaula...
Su paso por las intersecciones de una línea donde se cruzan las calles es como una terrible
descarga de artillería y el castañeo de una ametralladora, cada dos o tres minutos, día y noche.
Y cuando se ha de salvar una curva, el antagónico agudo silbido, cual el que pudiera emitir
una rata al pisársele el rabo, pone de punta los nervios más templados" (citado en Wright;
1980).
103
 SCHVARZER
La escasez de oferta limitaba las posibilidades de la población de residir lejos de sus
lugares de trabajo, aunque la ciudad tendía a extenderse geográficamente. Las encuestas
llevadas a cabo por el Departamento Nacional de Trabajo en 1944 (cuyos resultados sirvieron
. _de base para construir el índice del costo de la vida utilizado en los años siguientes) señalaban
que la familia obrera tipo vivía en una habitación de conventillo y se desplazab �do el
� mucho tiempo antes). Los trazos básicos del antiguo sistema tendían a mantenerse nuentras
tranvía. La puja por el control del transporte urbano no desembocaba en una meJora smo en
el estancamiento relativo de la oferta. El cambio de las relaciones de propiedad del sistema,
· - ocurrido poco después,marcó el inicio de una nueva etapa en la evolución del sistema y en
eí proceso de transformación de la urbe. .
1947-60. Monopolio estatal de la oferta con estrategias pasivas y expansión urbana.
La estatización del sistema de transportes urbanos fue un paso inesperado de su
evolución. Grupos nacionalistas y de la izquierda habían demandado esa medida sin éxito
· hasta que las especiales condiciones de la posguerra provocaron un cambio en la actitud
de
los principales protagonistas. Las empresas inglesas estaban preocupadas por la escasa
. rentabilidad de su capital en los cuarenta; dadas las condiciones de estricto control tarifario,
y fuerte competencia de otros medios,que caracterizaban en ese momento al sistema urbano,
no estaban dispuestas a efectuar inversiones para remozarlo. Su retiro definitivo del servicio,
en cambio,les planteaba una salida económica atractiva si lograban vender a buen precio todas
sus instalaciones. El gobierno británico asumió un enfoque convergente por otras razones: su
deuda con la Argentina,por las partidas de carne enviadas durante la guerra,no se podía pagar
con bienes (por razones de oferta en la posguerra) ni con moneda (a partir del momento en
que la libra esterlina fue declarada inconvertible). Por eso, le parecía razonable entregar
aquellos activos productivos,que sus ciudadanos ya no querían explotar,en cancelación de
deudas. El gobierno argentino aceptó la propuesta, luego de explorar distintas alternativas,
· y quedó como propietario de los ferrocarriles (incluyendo una cantidad de empresas
dependientes de aquellos) y de la Corporación de Transporte 12 ; esta última,que había quedado
bajo su fideicomiso en 1945,fue disuelta tres años después y se transformó en empresa del
Estado en 1951 (ley 14.065).
Esta transferencia no esperada de la propiedad del sistema explica que el Estado no
exhibiera, originalmente, objetivos claros en cuanto al futuro del sistema de transporte
urbano.
El problema quedó en manos de las dos empresas heredadas, cuyas características
básicas no fueron modificadas por la nacionalización: Transportes de Buenos Aires y
Ferrocarriles del Estado. De állí que las medidas adoptadas al comienzo fueran más bien de
carácter coyuntural. En los primeros años de la posguerra se importaron algunos ómnibus para
104
Del transporte ferroviario al 6mnibus•••
ampliar la oferta, pero ese proceso se suspendió no bien retomaron las dificultades de la
balanza comercial. Hubo pocas obras de infraestructura,y mínimas � . v�rs1ones
. e� aspeetos
claves del desarrollo de los medios masivos urbanos (como aphcac1ón del sistema de
subterráneos, eliminación de pasos a nivel y otros proyectos que estaban en carpeta desde
_
se planteaban nuevos problemas para el desplazamiento en la ciudad.
·
El cambio más importante en el transporte urbano se derivó de la políticá de precios.
El gobierno generó una sensible caída de las tarifas reales �edi�te el �imple_ ex_pediente de
no corregir sus valores (o subirlos un poco) pese a la contmua mfl�c1ón. Si b1e� b�scaba
proteger los ingresos de los asalariados (conteniendo el �Iza de precios), � º?Jetlvos se
�
justificaban por la desaparición del espíritu de lucro vigente en el servicio pnvado, esa
estrategia tuvo impactos formidables sobre la vida urbana.
Entre 1945 y 1952 las tarifas ferroviarias aplicadas a los pasajeros urbanos cayeron de
100 a 42, medidas en índice de valor constante; una tendencia similar se observa en o�ros
servicios públicos, siguiendo una estrategia oficial que, sin embargo,alcanzó su máxima
expresión en el transporte de pasajeros. (ver Nuñez Miñana y Porto,1922) 3
Esta modificación radical del sistema tarifario,que se mantuvo desde entonces pese a
las fluctuaciones políticas de la vida argentina, constitu�ó el aspecto más �ortan� del
cambio. La disminución de los costos de transporte estimuló el desplazanuento hacia la
periferia de los porteños y,sobre todo de los grupos de menores recursos. E� su �tudio sob�e
ta distribución poblacional de Buenos Aires,Torres (1978) ha calculado la dis�cia p�o�ed10
al centro de la ciudad desde el lugar de residencia de dos grupos sociales d1stmtos,
diferenciados por sus ingresos y la calidad del área que ocupaban,sus conclusiones muestra11
_
que los primeros,de mejor situación,mantuvieron �s hogar� a 9 kiló?3etros del centro entre
1943 y 1960, mientras que los grupos de menor mvel socioeconónuco se desplazan hasta
duplicar su distancia media (de 9 a 18 kilómetros en el mismo período).
_
Una enorme masa de población pasó a vivir en los suburbios gracias al flujo de las
menores tarifas, y fue ocupando los "corredores" ofrecidos a lo largo de !as líneas
ferroviarias convertidas en eje de la transformación. El fenómeno podría haber temdo mayor
fuerza incl�so,si no fuera por la ley de congelamiento de los alquileres que (al reducir su
monto'en valores reales) tendía a retener en sus viviendas urbanas a un significativo número
de inquilinos beneficiados por ella. La dispersión de los �abitantes d� Buen?s Aires se vio
facilitada por el loteo masivo de tierras en los suburbios; antiguas estancias,qumtas Y chacras,
fueron subdivididas a la dimensión posible para los nuevos compradores. Los lotes se vendí�
a crédito en 120 cuotas mensuales,transformando zonas rurales en urbanas. Ese ampho
proceso �peculativo de valorización de la tierra modificó la ciudad y enriqueció a los antiguos
propietarios y a los intermediarios más hábiles.
El subsidio implícito en la rebaja de tarifas de pasajeros �enefició en forma directa a
_
quienes se desplazaban,buscando un hogar. Pero sobre todo,alimentó la especulación sobre
105
 SCHVARZER
la tierra suburbana, que multiplicaba su precio real a un ritmo vertiginoso, pese a la enorme
carencia de inversiones en todo lo referido a la infraestructura... El valor de la tierra sólo
dependía de la demanda, alimentada por_ _el me�or costo de los_ t�ansport� y resultaba
independiente de la provisión o no de 8:i:'1c1os básicos (agua, electnc1dad: pa�1mentos, etc.)
y hasta de la existencia de otros reqmsitos urbanos (escuelas, plazas, hmp1eza, etc.). En
consecuencia, el proceso se hizo circular: las bajas tarifas alentaban el desplazamiento hacia
tos suburbios, generando una creciente resistencia a su posible alza posterior, tal como
efectivamente ocurrió. Propietarios de tierra, rematadores y otros grupos interesados,
coincidían en la promoción del nuevo sistema (de transporte masivo, tarifas bajas y carencia
de otros servicios en los suburbios) que extendía la vida de la urbe a distancias significativas
de la zona céntrica. 4
La caída de los ingresos ferroviarios, por la reducción de las tarifas, quedó disimulada
al principio por el aumento de sus pasajeros. Pero al poco tiempo, el déficit de la empresa
estatal comenzó a convertirse en una preocupación mayor para el gobierno. Resultaba cada
vez más difícil subir el precio del pasaje, dadas las presiones sociales, mientras que el propio
déficit limitaba la capacidad de efectuar inversiones para mejorar los servicios y la
productividad del sistema. En ambas empresas (Transportes de Buenos Aires y Ferrocarriles
del Estado) se notaba, además, la creciente presión de los sindicatos de trabajadores que
limitaban la capacidad de maniobra de las autoridades; esas demandas tendían a aumentar el
salario real y el número de empleos, incidiendo sobre los-costos que las empresas no
encontraban manera de compensar.
. La respuesta "natural" fue el estancamiento del sistema. Las autoridades frenaron las
inversiones y mantuvieron la red en el estado en que se encontraba; su efecto fue un creciente
deterioro de la cantidad y calidad de la oferta disponible. En una respuesta oblicua a la presión
sindical, el gobierno ensayó desde comienzos de la década del cincuenta, la venta de algunas
líneas de ómnibus a los trabajadores de las mismas. Ese incipiente proceso de privatización
transformó de nuevo el sistema de transporte urbano, a partir del momento en que se extendió
a todo el sistema, como consecuencia del creciente conflicto social percibido luego de la caída
del gobierno peronista.
1960-70 Privafuacion del sistema amenuado por el conflicto social
Los trabajadores habían desafiado desde el origen del siglo a las empresas ferroviarias
y su actitud combativa se mantuvo luego de su paso a la propiedad estatal; su capacidad de
actuar se percibió ya en 1951, cuando los sindicatos del riel protagonizaron la mayor huelga
conocida en esos años. La presión gremial se agudiz.6 a partir de 1955, luego del golpe de
Estado que derrocó al gobierno peronista. El conflicto entre los trabajadores y el gobierno
106
Del transporte ferroviario al ómnibus...
enfrentamientos cada vez mas agudos. El gobierno de la denominada Revolución Libertadora
tendió a imponerse por la fuerza y aplicó un régimen legal que permitía tratar a los obreros
ferroviarios como a personal militarizado. Pero esos esfuerzos no lograron superar la
resistencia, ni quebrar la decisión de lucha de los sindicatos.
El conflicto se hizo más intenso a partir de la asunción de A. Frondizi en la presidencia
de la Nación; la estrategia oficial fue enfrentada por los sindicatos mediante sucesivas huelgas
generales que tenían especial efecto en la actividad urbana. En cada una de esas ocasiones, el
aporte de los sindicatos del transporte resultaba decisivo; la paralización de los medios
masivos impedía el desplazamiento de los porteños y, sobre todo, de aquellos que residían a
grandes distancias de sus lugares de trabajo. Muy pronto quedó claro una experiencia ya
probada a comienzos de siglo: la deseada hegemonía oficial pasaba por la derrota de los
sindicatos del transporte que ocupaban una posición clave en la vida de la ciudad.
No resulta extraño, por eso, que ya a partir de 1960, el gobierno lanzara una gran
ofensiva en ese frente cuyos pasos principales cubrieron todo el área del transporte urbano.
Su argumento residía en la necesidad de resolver el déficit del sistema, cuya magnitud ( nunca
bien conocida) afectaba de lleno a las finanzas públicas, pero las medidas aplicadas se
asemejaban más a los movimientos de una guerra de guerrillas contra el poder sindical que
a los requisitos de un plan real de reconversión con sentido económico.
De un solo golpe, y aprovechando una coyuntura favorable, el gobierno eliminó en 1961
toda la red de tranvías que había dibujado durante décadas la trama urbana . La medida se
aplicó de manera tan abrupta que los rieles permanecieron tendidos en las calles, afectando
durante largos años la circulación de los vehículos automotores. Los tranvías fueron sacados
de servicio e inutilizados, y hasta destruidos, para evitar la hipotética posibilidad de que
alguien los pusiera de nuevo en marcha.5 El sistema fue eliminado puesto que su subsistencia
requería, por razones técnicas, una forma de conducción y una distribución del trabajo que
aseguraba el poder sindical aun cuando fuera privatizado.
Esta lógica del conflicto social explica que el gobierno vendiera casi al mismo tiempo
los ómnibus y colectivos que seguían en su poder, fomentando la propiedad individual de cada
uno de dichas unidades (objetivo imposible en los tranvías). De ese modo se lograba que fueran
sus dueños, y no los asalariados quienes los conduciesen; años más tarde los primeros
tendieron a contratar personal para esa tarea, pero el sindicato ya había sido vencido y la propia
dispersión de los patrones reducía su presencia social. En 1962, un decreto especial disolvió
la Empresa de Transportes de Buenos Aires y adjudicó las concesiones de las primeras líneas;
el colectivo inició así su marcha hacia la hegemonía del sistema.
El subterráneo fue la única empresa de transporte urbano que permaneció en la órbita
estatal aunque sometida a fuerzas negativas sobre su evolución. En primer lugar, porque las
concesiones de líneas de colectivos, en abierta competencia con sus recorridos disminuyó·
considerablemente su actividad. Los 427 millones de pasajeros transportados por el subterrá­
neo en 1957 se redujeron drásticamente a 276 millones en 1965; la lógica consecuencia fue
107
 SCHVARZER
el aumento del desequilibrio económico de la empresa.. El mayor déficit operativo podía
enfrentarse con ampliaciones de las líneas que mejoraran las condiciones de su oferta respecto
a las nuevas necesidades de la urbe. La idea estaba presente en algunos medios y en 1956 se
había publicado una ambicioso proyecto de extensión de los subterráneos hasta crear una
verdadera trama en toda la ciudad; el denominado Plan Cóndor retomaba la tradición porteña
de contarse entre las primeras ciudades del mundo con ese medio, encarando, por primera vez,
la idea de organizar un sistema estructural de transporte masivo que, sin embargo, fue
desechado por razones que sólo se explican a partir del conflicto social. 6 Los ferrocarriles no
se salvaron de la enérgica acción oficial que veía en ellos a un enemigo implacable. Entre las
diversas medidas tomadas en ese frente, interesa destacar el cierre de varios ramales urbanos
conla misma lógica que·en el caso de los tranvías: los servicios fueron clausurados sin estudios
previos, ni justificación. La empresa despidió a los empleados de esas líneas y dejó la
estructura física librada a su suerte. En casos como el del ramal al Delta, que corría a lo largo
del río, cables, barreras, edificios de estaciones y otras propiedades, quedaron sometidas al
saqueo de quienes descubrieron, súbitamente y no sin cierta sorpresa, que la propiedad pública
era tierra de nadie. Los pasajeros ferroviarios urbanos cayeron entre 30% y 40% en la década
del sesenta ( especialmente, en los años 196 0-62); el aumento de la distancia media recorrida
( de 16 ,6 Km. en 1960 a20,9 en 1966) sugiere que seguían utilizando ese medio sólo quienes
residían en las zonas más alejadas y desprovistas de alternativas.
A mediados de los sesenta, el transporte porteño mostraba una nueva fisonomía. Los
servicios masivos habían perdido su antigua presencia y su lugar era ocupado, rápidamente,
por el colectivo y, en menor medida, por el automóvil individual que se extendía entre las
clases medias y altas. Los tranvías ya no existían, aunque en 196 0 trasladaban todavía al 18%
de los pasajeros urbanos. Los ferrocarriles y el subterráneo habían reducido su parte del28%
al 18% y la decadencia de su oferta era cada vez más visible. El colectivo era el rey del sistema
y trasladaba al 80% de quienes utilizaban el transporte público.
El nuevo régimen ofrecía beneficios y costos. En el lado positivo se contaba su
flexibilidad de recorridos, su menor demanda de inversiones y su coincidencia con la creciente
presencia de los intereses del complejo productivo derivado del petróleo y el motor a
- combustión. En el lado negativo, su aporte a la congestión del tráfico urbano, que reducía su
propia velocidad promedio, la contaminación urbana y las dificultades cada vez más grandes
para atender los requisitos de una demanda masiva de pasajeros. Pero todo ese balance
empalidecía frente a un objetivo social básico. La estructura de propiedad propia de ese medio,
alentada por la política oficial, había reducido prácticamente a la nada el papel del sindicato
_ Y, sobre todo, su capacidad de paralizar la ciudad. Las huelgas generales, que no dejaron de
producirse, podían parar las fábricas pero no hacían sentir sus efectos en el Centro de la urbe
que podía funcionar normalmente
108
JJd transporte ferroviario al 6mnibus..•
1970-90. Los intereses creados condicionan cualquier solución
El déficit ferroviario (al igual que el del subterráneo) ayudó a suspender toda inversión.
Desechada la po�ibilidad de mejorar los servicios para incrementar ingresos y resolver el
problema económico de la empresa mediante su expansión, sólo quedó asistir a la lenta agonía
del sistema. Los colectivos, que extendían los servicios a lo largo de rutas paralelas, fueron
recortando sus pasajeros y limitando su ya reducida capacidad competitiva. El desarrollo de
Buenos Aires desbordó a los antiguos corredores ferroviarios, hasta cubrir todo el enorme
abanico actual; los residentes de los suburbios fueron captados por los servicios de
autotransporte que, a su vez, se multiplicaban en número. Los porteños comenzaron a ver ·al
ferrocarril como a un medio extraño y como a un enemigo.
En efecto, el ferrocarril empeoró sus servicios mientras se mostraba como una traba para
el resto del tránsito urbano. Sus carencias de infraestructura incluyen numerosos cruces a nivel
del pavimento, que estorban el paso de los automotores (cada vez más numerosos) y plantean
una opción delicada entre unos y otros. Alrededor de 600 pasos a nivel en la región
metropolitana (contra unos 80 construidos a distinto nivel, según MOSP, 1973) impiden el
cruce de automóviles mientras pasa el tren; análogamente, condicionan la posibilidad de
mejorar la frecuencia de mejorar el servicio de trenes: si éste último aumenta, las barreras
estarían cerradas demasiado tiempo para la demanda de los automotores.
El tema de los cruces a nivel fue encarado a comienzos de siglo por la Municipalidad.
Una ordenanza de 1907 exigió que los ferrocarriles construyeran pasos a distinto nivel en
todos los cruces existentes en la ciudad (Scobie, 1977) pero fue ignorada por las empresas;
su capacidad de presión sobre el propio gobierno nacional explica que no tomaran en cuenta
las decisiones de autoridades de menor jerarquía política. En cambio, resulta más difícil
explicar porqué no se tomaron medidas en ese sentido luego que fueran nacionalizados; la
construcción de algunos viaductos aislados en los cincuenta exhibe la visión del problema pero
no demuestra la voluntad de encararlo. Más tarde, la crisis del sistema impidió la solución.
El tránsito porteño convive, insólitamente, con las barreras legadas de un pasado perdido en
la memoria.
El problema es sufrido por los automóviles particulares y por los colectivos que
hegemonizan el transporte urbano. Más de 350 líneas, con 30.000 vehículos, cubren la
ciudad, aunque con recorridos muchas veces "tortuosos" ( MOSP, 1973) y lentos que se
presentan como la única opción para los porteños. El moroso proceso de acomodo de la trama
urbana a sus servicios ha creado una estructura de dependencia difícil de modificar en el corto
plazo y una amplia red de intereses asociados a la misma. La mayor "privatización" encarada
en los sesenta flexibilizó los servicios pero no construyó una estructura óptima para una urbe
del tamaño de Buenos Aires . La cada vez más compleja interrelación entre subterráneos,
colectivos, trenes y vehículos particulares exhibe las cicatrices de una larga historia de -
conflictos de intereses que no pudieron ser regulados por el Estado; o, al menos, que no lo
109
 SCHVARZER
fueron en el sentido deseable a juzgar por otras experiencias exitosas.
Las empresas de colectivos facturan en conjunto alrededor de 2.000 millones de dólares
(a precios de 1991 si se estima a partir de los datos de Müller, 1990), magnitud que lo ubicaría
como la mayor empresa argentina si constituyeran una única entidad. En su lugar, un conjunto
difuso de pequeños y medianos propietarios, capaces de asumir el volante en caso de
necesidad, contratan a un importante número de conductores cuyas condiciones de trabajo
figuran entre las más difíciles de la urbe. Ese sistema típico de la Argentina forma parte
integral de la vida urbana, con sus defectos y virtudes; los porteños olvidaron sus orígenes
e ignoran las alternativas posibles. Buenos Aires, que fue pionera en el servicio subterráneo,
no puede renegar ahora del colectivo, convertido, como el tango, en esencia de la ciudad.
110
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
MOSP ( Ministerio de Obras y Servicios Públicos), (1972-73), Estudio Preliminar del Transporte de la Región
Metropolitana (publicación oficial, primer tomo de 1972 y segundo de 1973, Buenos Aires).
Müller, Alberto E. G. (1990), "El autotransporte colectivo privado de Buenos Aires, 1960-1990. Saldo fav9rable
o contrario a la privatización?" ( en Desarrollo Económico, 11 116, enero-matzo, Buenos Aires).
Nuñez Miñana H. y Porto A., (1982) "Inflación y tarifas públicas: Argentina 1945-80" ( en Desarrollo Económico,
1184, enero-marzo, Buenos Aires).
Scobie, James R (1977), Buenos Aires, del Centro a los Barrios (1870-1910) (Solar-Hachette, Buenos Aires).
Torres, Horacio A. (1975), "Evolución de los Procesos de Estructuración Espacial Urbana. El Caso de la Ciudad
de Buenos Aires" ( en Desarrollo Económico, n:58, julio-setiembre, Buenos Aires).
Torres Horacio A. (1978), "El Mapa Social de Buenos Aires en 1943, 1947 y 1960. Buenos Aires y los Modelos
Urbanos" (en Desarrollo Económico, 1170, julio-setiembre, Buenos Aires).
Wright, Winthrop R. (1980), Los Ferrocarriles Ingleses en la Argentina (Emecé, Buenos Aires)
<"> Esta ponenecia fue prepara para el Coloquio Internacional "Grandes Metrópolis de Africa y de América Latina",
organizado por la Universidad de Toulouse Le Mirail, realizado en Toulosse (Francia), del 27 al 29 de noviembre
de 1991.
<""> Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración
1Naturalmente,el gobierno se hizo cargo de todo el sistema ferroviario, urbano y suburbano, de pasajeros y carga,
pero en el texto sólo se hace mención a los aspectos referidos al servicio urbano a los fines de la tesis que se presenta.
'Naturalmente, el gobierno se hizo cargo de todo el sistema ferroviario, urbano y suburbano, de pasajeros y carga,
pero en el texto sólo se hace mención a los aspectos referidos al servicio urbano a los fines de la tesis que se presenta.
'Según los autores mencionados, en ese mismo lapso, las tarifas ferroviarias de carga cayeron 27% y las referidas
al movimiento de hacienda solo se redujeron 2 % , comparado con el 58% de baja real aplicada a los pasajeros urbanos
y una similar para los desplazamientos interurbanos. Esa última medida impulsó los movimientos migrarios, el
turismo social y los desplazamientos a larga distancia que insuflaron el desarrollo de centros como Mar del Plata,
y otras áreas de la costa, de la sierra y las montañas que se "acercaron" en términos económicos a la Capital.
4Un dato curioso es que el corredor ferroviario Buenos Aires a La Plata (70 kilómetros) quedó totalmente fraccionado
en lotes de menor dimensión con la excerpción de una estancia de la elite tradicional (los Pereyra Yraola) que fue
expropiada en los cincuenta y convertida en parque. Es una ironía que la reticencia de esos propietarios a lotear
sus tierras llevara, por una vía oblicua, a la subsistencia de esa solitaria superficie verde en la gran mancha urbana.
.,.,.,La destrucción fue tan masiva que 20 años después, cuando se intento poner en marcha un melancólico servicio
barrial de recuerdo del tranvía, fue necesario importar un coche; varios miles de vehículos en uso en los cincuenta
habían desaparecido.
1011
Ese plan constituyó uno de los grandes proyectos de reforma urbana de Buenos Aires encarados en 1956 y 1957
por el gobierno militar. El otro fue la remodelación del Barrio Sur que planaeba construir allí una moderna metrópoli
de torres y parques. Para llevar a cabo dicho proyecto se pohibió construir nuevas obras en esa extensa zona de
la ciudad al Sur de la Casa de Gobierno que debía enfrentar la piqueta; fue debido a esa norma que San Telmo
mantuvo sus características más tradicionales hasta que,años después,la revalorización de lo antiguo planteó una
nueva perspectiva. San Telmo se salvó en definitiva,_ por las medidas tomadas para destruirlo.
111
 º
CUADERNOS... Año 2 - N 2 y 3 (ler. y 2_do. Semestre 1994)

INVENTAR EL BARRIO: BOEDO 1936-19421

Luciano de Privitello*

"La urbe populosa representa un conjunto homogéneo que vibra con un ritmo único,
pero con todo en su seno se perfilan los barrios como unidades más o menos diferenciadas
que tienen cada una un estilo peculiar, tanto en el sentido de sus intereses materiales como
en el de sus intereses culturales... "

"Boedo presenta un colorido local, como si fuera el núcleo central de una ciudad
distinta... "
Del periódico Boedo.

El 17 de febrero de 1938 el ex-concejal Genaro Giacobini, un extravagante personaje

capaz de transformar su consultorio médico sobre Avenida Caseros en punto de referencia
indiscutido de Parque Patricios, asume la presidencia de la flamante República de Boedo.
Como en muchos otros casos en el acto se trasluce un clima de gran emotividad, y al mismo
tiempo la pompa y formalidad que dos días después conocerá Roberto M. Ortiz. La primera
plana del periódico local Boedo es dedicada a ilustrar el gran acontecimiento.2 Pocos son los
vecinos que quedan al margen del acto, al que concurren comerciantes, profesionales,
instituciones sociales, deportivas y étnicas, colegios, representantes de !as Repúblicas "herma­
nas" de Flores y La Boca. A través de esta especie de fantasía, donde se juega a imitar las
instituciones, los honores y actos del poder nacional, queda firmemente consagrada. la
peculiaridad de una zona de la ciudad que rápidamente reconocemos como "el barrio de
Boedo".

*Universidad Nacional de Buenos Aires

113
 PRMTELLO
La República es el más esforzado intento por consolidar una institución capaz de
canalizar los diversos intereses locales y otorgarles una clara definición barrial. La entidad
. fracasa, y sin embargo buena parte de sus objetivos serán llevados adelante por el periódico
Boedo. ¿Que fenómenos de la sociedad atraviesan esta organización barrial del espacio
urbano? J. Scobie, refiriéndose a un período anterior, la ha vinculado al proceso de crecimiento
acelerado de la ciudad desde un núcleo central. David Rock ha encontrado en la sociabilidad
. barrial la causa generadora de mecanismos de lealtad política personales y del surgimiento de
la maquinaria política. Finalmente Leandro Gutiérrez y Luis Alberto Romero han buscado en
los .barrios la clave de la constitución de una particular forma de cultura e identidad de los
sectores populares. 3 Todas estas problemáticas serán analizadas a lo largo de este artículo, en
· el marco de aquellas que se derivan de la especificidad de la construcción de una unidad barrial
concreta, es decir la identificación de los sujetos que llevan adelante la iniciativa, los intereses
depositados en ella, los símbolos, valores y prácticas que distinguen a Boedo como un barrio
más de la ciudad.
La República y el periódico
Dentro del antiguo barrio de Almagro, unas pocas cuadras de la avenida Boedo (entre
Independencia y San Juan) se van transformando, a lo largo de los afias veinte, en un centro
comercial muy destacado. Su principal característica es el desplazamiento de los negocios de
venta de artículos de primera necesidad hacia cuadras adyacentes, y la consiguiente consoli­
dación de un paseo de ventas de ropa, libros o muebles, de actividad bancaria, cines y teatros,
bares, estudios profesionales, inmobiliarias. Se · instalan también varios clubes, círculos
sociales y otras instituciones similares.4 Este desarrollo da lugar al surgimiento de intereses
en primera instancia heterogéneos, pero coincidentes al menos en su localización. De existir
necesidades comunes ¿sería posible definirlas y darles coherencia? Dada la disparidad de
actividades, toda necesidad y toda coherencia deberá atender a la dimensión espacial.
Ciertas características de la ciudad no parecen favorecer la construcción de una identidad
Iocalista alrededor de estas cuadras. La comunicación con el centro y muchos otros puntos es
barata y cada vez más rápida, lo que permite a los pobladores desarrollar fuera del ámbito
vecinal múltiples actividades, desde el trabajo hasta la diversión. La ausencia de referencias
tipológicas destacadas impide que se identifique a la zona por sus particularidades edilicias.
Si un observador se traslada desde Boedo y San Juan hacia cualquier cürección le es casi
imposible marcar los límites del barrio: un sector residencial de Pompeya y Patricios lo protege
de lalldesintegración" fabril del sur de la ciudad; hacia Caballito, San Cristóbal o Almagro los
cambios son todavía más progresivos.5 La organización vecinal tampoco se ve incentivada por
la presencia de problemas urbanos graves que exijan la iniciativa común. Las necesidades
derivadas del lugar donde se habita disminuyen, el modelo familiar del hogar cerrado se
114
Inventar el barrio...
consolida,6 casi cualquier punto de la ciudad se encuentra al alcance de sus habitantes. Sin
embargo, acotando el espacio demasiado extenso del barrio d� ftJmagro y supe�do estas
tendencias indiferenciadoras, una identidad barrial es claramente definida. La República Y el
periódico no son sus únicos arquitectos, pero si los más destacados.
Poco después de su aparición, la República es ya un fracaso y prácticamente no desarrolla ·
ninguna actividad en la zona. Esto se explica por el modo en que imita estrictamente el modelo
fomentista clásico, es decir el de una institución que pretende asumir casi monopólicamente
los reclamos y necesidades de una zona y al mismo tiempo dotarla de una identidad común.
Boedo jamás había tenido una sociedad de este tipo y reSU,ta muy dificil crearla cuando se
suman factores opuestos como la ausencia de una tradición, la carencia de problemas edilicios
graves, y sobre todo la política del municipio durante la administración de Vedia y Mitre que
favorece la fundación de muchas sociedades fomentistas a condición de reducir su radio de
acción. En consecuencia, la actividad que antes podía desarrollar una única sociedad se halla
ahora en manos de varias más pequeñas, efectivas por el directo apoyo municipal pero
incapaces de transformarse en referencia de identidad barrial.7 Mientras tanto, cualquier ·
reclamo efectuado por la República, chocaría con la negativa municipal. Se sumaba por cierto
la personalidad un tanto curiosa de su presidente, que lo hacía poco confiable para los
comerciantes e instituciones de la zona y todavía más para quienes en el municipio recordaban
su paso por el Concejo. Frente a esta incapacidad de la República se alza la involuntaria
competencia de otra institución, mejor preparada para defender intereses, coordinar acciones .
y al mismo tiempo definir identidades: el periódico Boedo.
El periódico nació a fines de 1936 como una más de las tantas iniciativas de un "grupo
literario" local. La sola mención de su nombre, Almafuerte, los asocia claramente con la
tradición de bohemia y compromiso social vinculado a Boedo. Sin embargo, Gianotti, su
subdirector al fundarse y director desde mediados de 1938, acota rápidamente el carácter
literario del periódico y lo transforma en un verdadero periódico local, capaz de vincularse con
los distintos intereses de la zona. Sin las limitaciones de una entidad fomentista tradicional,
el periódico, desde sus páginas, es capaz de estar en todos los sitios a la vez, difundir la actividad
de todas las instituciones, reclamar ante las autoridades, fomentar actividades y campafias.
Todo esto lo hace sin superponerse en ninguna oportunidad con otras instituciones, sino por
el contrario coordinando y complementando sus actividades. Al mismo tiempo, el intendente
Pueyrredón (6-11-40 al 11-6-43) reconoce la importancia de estos medios y los recibe
periódicamente.8 Por todas estas razones se transforma en el primer periódico asociado a Boedo
que no desaparece en pocos meses, y logra sobrevivir a fuertes crisis, como la que a partir de
1939 afecta al suministro de papel.
Significativamente, a los pocos meses de su aparición borra el epígrafe que lo identificaba·
como "defensor de los intereses de Almagro" y sólo se destaca en grandes letras su nombre,
que es uno eón la calle y el barrio. En cada una de sus páginas se describe en detalle qué debe
entenderse por el barrio de Boedo, y cómo debe ser el comportamiento de sus vecinos.
115

PRIVITELLO
Recapitulando: el comercio como foco de interés y núcleo inicial, el periódico como
constructor privilegiado del barrio. Este es el principio de un fenómeno que no se agota en su
origen y cuyas características analizaremos a continuación.
El comercio: una forma de vender
"No vaya al centro, no sea extranjero en su propio terreno" Texto publicitario de la
campaña pro compra en el barrio del periódico Boedo, exhibido en las vitrinas de los locales).
Los distintos negocios de la avenida Boedo enfrentan dos competencias fundamentales:
el centro de la ciudad y otros paseos comerciales barriales (particularmente los centros de
Almagro, Patricios y Pompeya). Se hace necesario crear un mecanismo que les permita ser
identificados frente a los competidores y convocar a la clientela. Dado que la competencia
aglutina intereses sobre un criterio espacial, el recurso resultante tiene un claro perfil vecinal.
¿por qué un habitante de la zona debe ir a comprar a San Juan y Boedo y no a Rivadavia y
Medrano (aunque este último punto sea más cercano a su casa), o a alguna tienda del centro?
Porque es deber del buen vecino de Boedo.
En las primeras etapas de edificación de la zona, el aislamiento, la dificultad para
transportarse, hace innecesaria esta actitud por la presencia de una clientela casi cautiva. En
nuestro período la desaparición de estas dificultades permite una movilidadfluída, y se intenta
entonces atenuar las consecuencias comerciales creando un lazo sentimental a través de la
construcción del "barrio". Un articulista del perjódico afirma:
"conozco algunos vecinos que consideran un pecado mortal comprar en los negocios
del barrio. Prefieren ir al centro, no porque allá le ofrezcan mejor calidad ni más bajo precio
en los articulos de sus necesidades, sino porque del centro traen un ROTULO, un ENVOLTORIO
DE LUJO CON SELLO DE LA CAS4 TAL y si el paquete es grande, lo enviarán a domicilio
en un soberbio furgón que causará la SENSACION Y ENVIDIA DE LOS VECINOS DEL
BARRIO". (Subrayado original) Boedo 23112/40.
La competencia se desplaza del plano propuesto por los grandes del centro. No se ofrecen
sus inmensos locales, los juegos de luces, los enormes gastos en publicidad, ni el prestigio de
la.marca adosada vistosamente en etiquetas y paquetes. Las ventajas del comercio de barrio
aparecen en otra instancia cuya contextura y fines están muy lejos de ser puramente
mercantiles:
"huimos del centro empujados un poco también por los problemas económicos. Allí, en
ese monumental hacinamiento de edificios que superponen pisos en altitud impresionante;
Inventar el barrio...
alli donde la aglomeración y la avalancha hacen insensibles, huraffos, egoístas a los seres
humanos; al/l donde se acumula el lujo de los comercios millonarios; al/1 donde el esplendor
y la propaganda encarece el costo de la vida; alll en el centro de la gran ciudad, no se puede
vivir con recursos modestos, porque el valor de la vida se duplica con su costo ya sea en la
habitación que se-ocupa, como en la tienda, en la casa de modas, en el almacén, la despensa,
el teatro, el cine (. ..) entonces surge como una esperanza y realidad de economía de barrio,
la zona excéntrica y hacia ella vamos en busca de la comodidad que nuestros recursos
permiten, de la tranquilidad que nuestro espíritu reclama, todo ello en beneficio propio. Ya
no se vive de fiado, ya no hace falta el crédito tampoco..." (Boedo, 30-9-41)
El barrio se presenta como un espacio social con sus propias leyes económicas. Y la
particularidad de estas leyes es, paradójicamente, que no son económicas, sino que constituyen
un conjunto de normas morales y estilos de vida que generan obligaciones afectivas y
personales entre los vecinos. Esta es la clave de la imagen: se trata de ocultar la disruptora
presencia del dinero de la operación de compra-venta, ya que antes que cliente y comerciante
se vincula a dos vecinos operando uno de sus cotidianos actos de solidaridad. Las consecuencias
concretas de esta prédica, su confirmación cotidiana, son múltiples, siendo tal vez la más
interesante la persistencia de un sistema de crédito cuyo uso se basa en el conocimiento vecinal:
"la libreta". Sabemos por los recuerdos de vecinos que este mecanismo ocupó un sitio de gran
importancia en la estrategia de gastos de la familia.9
Por su posición económica relativamente cómoda, los comerciantes son los principales
sostenedores de todas aquellas prácticas e instituciones que conforman la sociabilidad vecinal:
fundan, dirigen y sostienen clubes, :financian los actos de carnaval y las fiestas cívicas, 10 apoyan
a las cooperadoras escolares, y especialmente mantienen con su publicidad al periódico local.
Este último no se priva de machacar constantemente estas actividades...
"...el comercio y la industria apoyarán más decididamente cuantas inic_i_t:ztivas surjan
en la zona: factores de progreso y cultura, obras de beneficencia, cooperadoras escolares,
rifas, festivales, conferencias, exposiciones, etc..." (Boedo, 23-12-40)
"Pues.nosotros los pequeffos comerciantes, tenemos el orgullo y la satisfacción de decir
que hemos cooperado al progreso de la barriada. Para una Cooperadora Escolar, para una
fiesta de cultura, una comisión vecinal de fomento, para garante, parafiador, para padrino
de bautismo, para cualquier cosa de esta indo/e nosotros hemos sido y somos siempre los
primeros". (Boedo, 30-9-40)
''Es preciso comprender que éstos gastan enormes sumas en dar al barrio lo que
justamente se merece... " (Boedo, 30-9-39)
117
 PRIVITELLO
En ocasiones el periódico y las entidades del barrio organizan campafias en favor de los
comerciantes. Siempre alcanzan proporciones destacadas y suelen incluir la colocación de
carteles con consignas en paredes y vidrieras, el uso de la primera plana completa del periódico,
y en algunos casos la movilización de los vecinos en la esquina de Boedo y San Ignacio.11
Además del inmediato interés económico, los comercios son apoyados por ser los
catalizadores y la prueba material de la vigencia de uno de los valores centrales que conforman
la estructura física y la imagen del barrio: el progreso...
''Amar a su barrio es desear su progreso y su valorización material y espiritual (. . .)
Propiciar su progreso edilicio, desenvolverse dentro de sus límites, honrarlo con la conducta
y con la palabra y contribuir a su buen nombre y colaborar en la obra de destruir su mala
fama... " (Boedo 30-10-42) 12
Las instituciones: la unión que define al vecino
· . "¿Desea estrechar víncu/os de amistad entre lasfamilias de la parroquia? Hágase socio
de un club"
Campaiia pro asociación. Boedo durante el afio 1938.
"-¿Qué fines persigue la sociedad? -La sociedad tiene por objeto realizar reuniones
danzantes, afin de estrechar vínculos entre sus asociadosy el vecindario en general". Boedo,
30-8-39. Reportaje a un dirigente.
La proliferación de instituciones en la zona es índice de una particular tendencia en los
modos de organizar la sociabilidad que comienza a consolidarse a partir de la segunda década
del siglo. Un grupo de jóvenes con gran entusiasmo por el fútbol, la ayuda de un cura
emprendedor: nace el club San Lorenzo; algunos vecinos de buena posición del barrio y un
puntero con ganas de consolidar una base de prestigio fundan el club Mariano Boedo; un
talabartero que reúne frecuentemente a un grupo de amigos en su taller: nace el Club Social
y Deportivo "Chiclana" (con sede en la misma talabartería); un grupo de inmigrantes baleares,
talabarteros de la avenida Boedo (hacia el sur de San Juan), fundan la Casa Balear;.otro grupo
de vecinos se reúne en el club Estrellas de Almagro... La lista podría ser abrumadoramente
118
Inventar el barrio...
larga pero no se reconocerían demasiadas variantes: en todos los casos llama la atención la.
voluntad de institucionalizar la actividad de círculos estrechos, creando una razón social
reconocida oficialmente, con autoridades constituidas, con actas de reunión prolijas y legales,
con socios cotizantes, y en el futuro si acompaflare la suerte, con una sede propia.13 Salvo
excepciones, atraen a aquellos que viven en las inmediaciones y a partir de estos mecanismos
de reclutamiento vecinales, los clubes y sociedades se transforman en constructores privile­
giados de la identidad barrial. En Boedo la institución que con más fuerza se identifica con el
barrio es el club San Lorenzo, aunque sería injusto creer que opacaba a los demás. 14 De hecho
en el periódico se lo menciona con la misma frecuencia que a otras instituciones y es la cantidad·
y variedad lo que sorprende por sobre la importancia de una de ellas. Más que mostrar un
destacado club de fútbol, al periódico le interesa recordar cómo los vecinos
"... se agrupan en gremios, en familias sociales como si pertenecieran a una estirpe
inapreciable y ese orgullo, ese 'localismo' generoso redunda en positivo beneficio del
barrio... " (Boedo, 30-10-42)
Inevitablemente ligada a la noción de vecindario, la vinculación social cara a cara debe
ser la base del espíritu localista. Desplazada del espacio amoral y virtualmente peligroso de
la calle, tampoco puede limitarse al estrecho campo familiar del hogar, que materializa el ideal
social del "interior burgués".15 Encuentra entonces su expresión más valorada en las múltiples
instituciones, desde las más grandes hasta las más modestas. El periódico es contundente al
sugerir que los clubes deben ser "...continuadores de la obra del hogar y la escuela" (Boedo,
31-1-39). La construcción de la identidad barrial rescata el componente vecinal de estas
instituciones, lo enfatiza y lo proyecta a su propia dimensión. Una efectiva relación cara a cara
entre vecinos es incompatible con la extensión material del barrio, pero del mismo modo lo
es una definición vecinal-barrial si no la considera su principal componente. Las instituciones
son entonces las encargadas de escenificar la relación, mientras el periódico se ocupa de sugerir
su identificación con Boedo.
La política desde el barrio
La relación de los barrios con la política se construye sobre una aparente paradoja:
mientras que observadores de época e historiadores actuales coinciden en otorgar a la actividad
barrial una dimensión destacada en esta actividad, 16 desde el periódico y otras instituciones se
acentúa con especial empeño el valor de la prescindencia política como componente de la
identidad barrial. Si bien es posible rastrear múltiples orígenes y usos de esta norma, me
interesa particularmente mostrar su relación con la definición del barrio.
Para los vecinos su utilidad es evidente. Los cortes políticos, siempre cercanos a las
119
 PRIVITELLO
pasiones, pueden atentar contra la unidad y la solidaridad vecinal, o contra la actividad de una
institución. Por lo demás, mientras que una clara identificación partidaria podría justificar la
indiferencia de un funcionario frente a sus reclamos, el apoliticismo legitima todos los pedidos.
· Mucho más que i.in coyuntural desprestigio de los partidos, late en esta imagen la clásica
oposición administración/ política, que hace corresponder lo municipal con el primer término
de la dicotomía. ·
· Hay indicios que permiten pensar que esgrimir la ausencia, aunque sea momentánea, de
· pasiones políticas, es también de utilidad para quienes se dedican de lleno a la vida partidaria.
En.primer lugar advertimos la participación de destacados dirigentes y caudillos en sociedades
defomento, clubes y periódicos barriales. En Boedo durante el período elegido no encontramos
un líder de�cado, pero hasta 1930 Bidegain además de ser puntero personalista, ocupó el
cargo de presidente de San Lorenzo y fundó el club Mariano Boedo. Por su parte el periódico
homenajea a un dirigente de la vecina San Cristóbal en los siguientes términos...
"Como vecino era siempre una de los entusiastas propulsores de la zona. Fundador de
la vieja Asociación de Fomento, miembro del C. Escolar, presidente de varias cooperadoras
escolares, dirigente deportivo, organizador defestejos patrios y populares, colaborador de
todos los actos culturales y poseedor de un espíritu bienhechor a toda prueba". (Boedo' 31-
10-39)17
. · · Estos dirigentes contribuyen a acentuar la identidad apolítica del barrio al mencionarla
en sus propios discursos. Son características las palabras del concejal por la UCR Abetardo ·
Bullosa ante un grupo de rotarianos del barrio, reproducido por el periódico...
. ''Resp�tuosos de la tradición -y de la civilidad- que mandan llegar inerme a I� mesa del
convite, he dejado a la puerta lanza y daga. No soy pues en esia ocasión feliz, el militante
po/ltico, ni las ideas que me inspiran -y que expondré- responden a tendencias principistas
en controversia, porque sin excepción, todos los sectores opinables que tienen asiento en el
H. Concejo Deliberante, las han hecho suyas y las han alentado con su auspicio. Es que hay
una �ona dentro de la cual -salvando las delimitaciones de los programas- la polltica se
. convierte en amplio campo de coincidencia. (. ..) adquiriendo la política, entonces, su
verdadero y noble significado que la muestra como altruista actividad propia delos hombres
de bien (. ..). Vosotros podéis ayudarnos a multiplicarlos con el poderoso influjo de vuestra
, gravi�ación moral, incit�ndo � los poderes competentes, a dictar la legislación precisa que
permita asegurar al veczndarzo lo que está reclamando con apremio: aire puro y luz solar
abundante en sus habitaciones". (Boedo), 30-4-1939.
Unos años antes el candidato a presidente Agustín P. Justo iniciaba cada uno de los
._
discursos de su gira por la ciudad con una mención a la historia y las principales características
_ _
del hamo. ¿Cómo explicar esta aparente paradoja en la cual el político borra la política al
.120
Inventar el barrio...
acercarse al barrio?
Ciertamente coincidiremos con Rock al admitir que en la ciudad la sociabilidad barrial
sigue prevaleciendo sobre otras de carácter más extendido. Pero en términós generales desde
la referencia que toma este autor (el censo de 1914) hasta nuestro período la organización de
la sociedad civil eñ la ciudad es mucho más organizada y compleja. El número de instituciones
ha aumentado, superando el ritmo de por si acelerado del crecimiento mismo de la población
y los padrones.18 En esta ciudad la construcción de afinidades políticas no puede limitarse a
los viejos sistemas del patronazgo individual, del caudillo dispensador del favor personalizado
(modalidad que por cierto no desaparece, pero queda acotada). Junto a mecanismos más
avanzados de publicidad electoral, el sentimentalismo y la solidaridad barrial sirven para
conformar lealtades duraderas, basadas en el prestigio del candidato por participar en
instituciones sociales. Los favores adquieren un sentido colectivo (barrial-vecinal- institucio­
nal), y forman una base de simpatía fundamental para reclamar el voto. De hecho la política
de Vedia y Mitre hacia las sociedades de fomento se basa en la comprensión de este punto, y
los concejales dedican una parte fundamental de su actividad a dar solución a los problemas
de su parroquia. 19
La cultura: entre la bohemia, el anarquismo, la escuela y la biblioteca
Leandro Gutiérrez y Luis Alberto Romero han mostrado cómo la "cultura", considerada
como los "saberes eruditos", se transforma en valor central para los sectores populares porteños
durante las décadas de entreguerra.20 Muy pocos constructores de barrios cuentan como los de
Boedo con un pasado tan rico con que poder armar una tradición "culta". En los primeros años
del siglo, la interacción de tres universos sociales (uno urbano que avanzadesde el noreste, uno
quintero que predomina de San Juan hacia el sur y Boedo hacia el oeste, y otro rural que
acompaña a los troperos que trasladan el ganado al matadero de Patricios) crea las condiciones
para la proliferación de circos criollos, teatros, grupos vocacfonales, hojas tócales y cine­
matógrafos. Abundan los personajes que se autotitulan (no siempre con los méritos suficientes)
poetas, dramaturgos, actores, payadores, periodistas, cantores, guitarreros; todos se reunen en
los paradores de la avenida Boedo. 21 En 1917 se constituye "Almafuerte", el grupo literario
vecinal que dará origen al periódico Boedo, de gran actuación en instituciones locales.
Esta cultura, popular, difusamente anarquista o contestataria, se encuentra ya lo
suficientemente consolidada a comienzos de los años veinte, como para que un grupo de
escritores, esta vez de proyección nacional, encuentren en Boedo la bandera de una literatura
de profundo compromiso social. A pesar de lo que suelen afirmar sus miembros y algunos
críticos, el Grupo de Boedo no toma este nombre de un barrio pobre, ni de una gris calle de
arrabal: la elección se realiza sobre la base de esta importante tradición local. En su vida
121
 PRIVITELLO
cotidiana, los escritores del grupo tienen pocó que ver con la calle de la cual toman el nombre,
pero con eficacia la construyen como referencia a partir de los valores de marginalidad y
pobreza que pretenden difundir. 22 Incluso en los veinte, la avenida Boedo está lejos de parecerse
a esta imagen, pero es todavía más importante remarcar que la tradición que construye el grupo
termina por chocar con la que quiere armar el periódico y otras instituciones.
Ciertamente se los incluye en toda historia barrial, asociados a la más alta cultura. Pero
del mismo modo que un posible pasado "orillero", es exhibido en tanto ha perdido una parte
importante de su capacidad de transmitir valores y sobre todo de su vinculación con prácticas
sociales y políticas concretas. Sobre la marginalidad, la bohemia y el espíritu contestatario de
unos cuantos escritores de izquierda, se alza el progreso de los comercios, de las escuelas, de
las bibliotecas y otras instituciones culturales del barrio (como la Universidad Popular). El
valor de la cultura puede vincularse con el grupo, pero se circunscribe cada vez más al
cumplimiento de las pautas formales que describen Gutiérrez y Romero: la lectura en las
bibliotecas, las enciclopedias intocables, las conferencias, la exhibición de conocimientos
eruditos, a veces totalmente inútiles. El periódico se ocupa de difundir este tipo de conocimien­
to_s en cada una de sus páginas en secciones completas o frases sueltas.
El vecino: sujeto social y experiencia de movilidad
"Sabido es la simpática labor que desarrollan en la zona los clubs sociales y culturales,
agrupando en sus reuniones que periódicamente realizan a caracterizadas familias del
barrio... " (Boedo, 15/9/39).
"Siguiendo fielmente estos consejos, puede Ud. llegar a un elevado plano en la
notoriedad vecinal (...) Recién entonces podrá ostentar Ud. con toda propiedad el título de
vecino notable". (Lugano Social, Mayo 1940).
La movilidad social ha sido justamente considerada una característica profunda de la
sociedad porteña, acentuada durante los años veinte de la mano del bienestar económico. La
· ciudad crece, su progreso es visible, tanto la política como la vida cotidiana se hacen más
democráticas.23 Desde inicios de siglo, sus habitantes experimentan las paradojas de vivir esta
inyección de modernidad: el progreso es bienvenido, se actúa en su favor, pero los cambios que
se aplauden trastocan las posiciones, transforman en antiguos los valores, hace al dinero la
única clave de acceso a muchos bienes, y hasta ha llegado a transformar el castellano en un
lenguaje extraño en la babel porteña. El abanico de reacciones frente a esta realidad abierta
122
Inventar el ba"io...
a la aventura y a la vez inquietante es muy variado, y reconoce desde la aceptación del hecho
-y a lo sumo operar para corregir ciertos deslices-, hasta su rechazo total para sumergirse en
un mundo utópico de puras tradiciones hispanas o rurales.
Los comerciantes, empleados, profesionales, trabajadores que se han instalado en el ·
barrio son, por definición, hijos de la carrera del ascenso: si otros ejemplos de este hecho
faltaran, la casa propia (predominante en el barrio) es en sí misma vivida como el paso
fundamental del progreso. Pero incluso para los más exitosos, es evidente que les está reservado
un último peldaño inseguro y muy lejano al de la élite, tanto desde el punto de vista económico
como social. Construyen entonces en el barrio un ámbito social donde adquieren notoriedad,
donde su posición, más o menos cómoda pero nunca espectacular se reviste de símbolos y
valores más duraderos y prestigiosos que el dinero. La utopía del barrio rescata esta doble
experiencia: es eminentemente urbana y progresista, pero al mismo tiempo atenuadora de las
peores consecuencias de la sociedad moderna. Estas son remitidas a la construcción que es
contracara del barrio: el centro...
"Cuando buscamos para residir un punto distante del 'centro 'mismo de la ciudad, lo
buscamos en el convencimiento de que lo hacemos por nuestro propio bien y de los nuestros.
Es como si huyéramos del 'centro ', tentacular, multiforme, tumultuoso, que achata nuestras
vidas con el trajín y el afán cotidiano, sin darnos el sosiego y el descanso que nuestro espíritu
y nuestro desgastefzsico reclama para renovar el optimismo y la energía(. ..)y ya en el barrio
en zonas apacibles y entre gentes cordiales que empiezan por conocernos y terminan por.
estimarnos, sentimos como las modalidades afables y los sentimientos generosos renacieran
en el fondo de nuestras más bellas cualidades para con la convivencia humana ...
(Boedo, 30-9-41).
Conocimiento personal, modalidades afables, sentimientos generosos, la garantía para
acceder a este conjunto de valores son las instituciones que se alzan en el barrio y que de álguna
forma recuerdan aquellas de la alta sociedad porteña: clubes, sociedades y círculos, comisiones
de homenajes o en pro de las ·más variadas iniciativas, las páginas de los periódicos locales,
especialmente la sección "Sociales",24 mostrándose en algún banquete, escribiendo una
columna de opinión, un cuento o poema, siendo nombrados en los altoparlantes como las
caracterizadas familias asistentes a bailes o fiestas, codeándose con el comisario, un concejal
o diputado, siendo elegido para tomar la palabra en algún acto. La participación, aunque no
sea más que formal, en alguno de estos eventos asegura el título de "vecino notable" a quien
está muy lejos de poder ser un "ciudadano notable".
"e/ funcionamiento de estos hoteles pasaba casi desapercibido en la zona céntrica de
lii ciudad donde /a familia como 'elemento vecinal' casi no existe, pues no se mantiene el
123

PRIVITELLO
contacto permanente entre ellas, como es dable observar en los barrios residenciales. Las
características esenciales de ambas zonas son bien distintas. En las zonas céntricas, las casas
comerciales, Josescritor.iosy departamentos, impiden la vinculación vecinal, permitiendo así
que pasen inadvertidos gran número de hechos que en los barrios adquieren marcada
trascendencia. En éstos, las familias se hallan íntimamente vinculadas entre sí, hecho que
promueve el vivo comentario ante cualquier pequeño acontecimiento que tenga por marco
la intimidad del barrio familiar" "Los barrios son amenazados por la instalación de posadas"
· (Boedo, 30-1-42).25
La presencia de estas prácticas y valores indiscutiblemente positivos definen al barrio.
No el dinero, sino la cultura, la participación social (están allí las interminables listas de
comisiones directivas para probarlo), el patriotismo (expresado en los festejos barriales de las
fe<:has cívicas que merecen una página entera de La Nación), el arraigo con una zona {que se
traduce en el elogio de la antigüedad en el barrio), el ambiente familiar (que se confronta con
el individualismo del "centro" y con la experiencia popular, cronológicamente anterior, de la
mezcla indiscriminada del conventillo), el apoliticismo. Junto al dinero se eliminan las
"odiosas diferencias sociales", generadoras de prácticas poco compatibles con la solidaridad
barrial. En el seno del barrio "se confunden losjóvenesy encuentran resueltos sus problemas
económicos de diversión, de sociabilidad, de conocimiento" (Boedo, 30-9-39), y en
consecuencia "para Boedo no existen distingos de clase" (Boedo, 23-12-40).26 La solidaridad
y el ambiente general del barrio abren el camino del progreso a todo aquel que lo busque, sin
otro requisito que el trabajo, la moralidad y la cultura. Las manifestaciones de pobreza que no
sean achacables a la ausencia de estos atributos, son vistas como anormalidades pasajeras,
fácilmente superables con voluntad, solidaridad y esfuerzo. Los conflictos que evidentemente
no pueden ser resueltos en el barrio, quedan librados a la acción -reclamada con un énfasis muy
marcado- de los poderes públicos. Esta doble actitud es la característica central de toda la
experiencia barrial-fomentista retomada por el periódico: organización y acción propia para
resolver problemas que globalmente deberían ser resueltos por el Estado, razón por la cual
mientras se actúa se reclama constantemente ante él.
Esta imagen social del vecino esgrimida a cada instante por los grupos "militantes" no
encuentra demasiadas razones para ser rechazada por otros habitantes de la zona menos
preocupados por estas cuestiones: no es ofensivo ni marcadamente diferenciador (si de hecho
· distingue, también incluye y no restringe); coincide y explica la experiencia cotidiana de la vida
alrededor del vecindario que se articula a través de la identidad de barrio; expresa un conjunto
de valores nunca discutidos orgánicamente; 27 ofrece en la práctica un conjunto de actividades
y diversiones que resultan una oferta dificil de ignorar. En definitiva desde el barrio se esgrime
una moral de lo pequeño, de lo cotidiano, algo formal es cierto, pero muy bien recibida por el
universo vecinal. La élite barrial, los vecinos notables, los "militantes", son los grandes
124
Inventar el barrio...
constructores y tal vez, los grandes beneficiarios, pero es evidente que articula experiencias
vitales que superan a sus creadores y difusores.
Conclusión
En este repaso por la invención del barrio de Boedo se descubre un fenómeno muy común
en la Ciudad. La avenida Boedo, se destaca como centro de un vecindario, es decir una zona
nunca demasiado extensadonde se conforman hábitos de vida cotidiana "cara a cara", de mutuo
conocimiento, de predominio de una serie de intereses más o menos afines. En este caso se trata
evidentemente de una actividad netamente comercial. La avenida Boedo y su vecindario es en
su origen parte del barrio de Almagro (cuya área central es Rivadavia a la altura de Castro
Barros-Medrano), las zonas del sur del futuro barrio se identificaban con Pompeya y Parque
Patricios. Sin embargo quienes hacen confluir sus intereses con los de esta avenida, a partir
del proceso de construcción de una identidad, van desarrollando una zona de influencia con
un radio demasiado extenso como para describirlo como un vecindario: se va perfilando el
surgimiento del nuevo barrio de Boedo. Dentro del mismo se pueden localizar fácilmente
distintos vecindarios (cuadras, esquinas, zonas), pero sus cotidianas prácticas vecinales
tienden a identificarse con Boedo. La fuerza de esta construcción se manifiesta en· la creación
de su tradición, su historia, sus instituciones, sus actos, sus fiestas, sus periódicos, su República,
su presidente... Ni siquiera los grandes diarios lo olvidan: Mundo Argentino y Caras y
Caretas difunden estas actividades, Crítica en 1931 dedica una sección semanal a Boedo,
Clarín en 1951 expondrá al gran público, a lo largo de un mes dia a día, que "Boedo también
tiene su historia"...
Una ciudad, tanto en su aspecto fisico como en su entramado simbólico, es al mismo
tiempo espacio constituido y constituyente de la sociedad que lo habita. Así como la
aristocrática Londres del siglo XIX presenta entre su West End y su East End diferencias
sociales profundísimas, en Buenos Aires los barrios forman parte de una ciudad socialmente
más móvil y homogénea. No se trata de ignorar la existencia de diferencias económicas, en
algunos casos muy grandes, sino de destacar que alrededor de esta "forma de vivir la ciudad"
proliferan pautas culturales y de comportamiento que tienden a atenuarlas y eventualmente a
borrarlas. El barrio permite a los sectores populares en ascenso participar de nuevos espacios
sociales y políticos, gozar de ciertos símbolos prestigiosos, apropiarse de la ciudad, de sus
calles, de sus servicios, de sus diversiones, de sus instituciones, de su cultura, de su gobierno,
en una dimensión donde estos objetivos son "humana y económicamente" posibles. El barrio
es un modo de vivir la ciudad sin separarse de ella, pero definiendo aquello que está a la mano
del "hombre común", de allí el constante dob!e proceso de identiijcación barrial e integración
a la ciudad que se manifiesta en los epígrafes y en muchas otras citas.
El fuerte tono inclusivo de esta imagen social no debe ocultar un proceso que apenas se
esconde detrás de ella: la polarización cada vez más marcada que se produce d_entro de esta
"
125
 PRIVITELLO
identidad popular. Henios visto que si el perfil diferenciador de la "élite barrial" permanece
latente, atenuado, puede manifestarse con fuerza en cuanto otras problemáticas constituyan
nuevas identidades "por debajo" de su propia definición de la "popular". Podemos pensar que
cuando el peronismo imponga a la ciudad nuevos cortes sociales y elabore una fuerte identidad
trabajadora (en la cual según los casos se mezclaran rasgos fuertemente plebeyos y violenta­
mente diferenciadores con otros más típicos de esta asentada cultura urbana), las definiciones
sociales se politizan, abandonan el espacio estrecho de los barrios, para constituirse en una
"clase media" que responde a las nuevos equilibrios dentro del espectro de identidades sociales
urbanas.
NOTAS
(1) Este trabajo fonna parte de una investigación mayor dirigida por Leandro Gutierrez y Luis Alberto Romeró en el
Programa de Estudios de Historia Económica y Social Americana (PEHESA). Al nas de sus ideas fueron discutidas en
gu
un seminario con sede en el CISEA. bajo su dirección.
(2) Boedo, l de mano de 1938; tampoco escapa la noticia a diarios muy difundidos como Critica, 18 de febrero de 1938.
(3) SCOBIE, James, Buenos Aires, del centro a los barrios. 1870-1910 Buenos Aires, Solar, 1977. David Rock,
"Machine politics in Buenos Airesand the Argentine Radical Party, 1912-1930" en Joumal ofLatinAmerican Studies,
4, 2, 1972. Leandro GlITIERREZ y Luis Alberto ROMERO, La cultura de los sectores populares en Buenos Aires,
1920-1945. mimeo, 1985 y "Sociedades barriales, bibliotecas populares y cultura de los sectores populares: Buenos aires
1920-1945" en Desarrollo Económico, 29, 113, abril-junio 1989.
(4) Para estudiar la evolución de los comercios y sociedades en el barrio se han consultado los Anuarios Kraft
correspondientes a los ailos 1911, 1924, 1931, 1939.
(5) Sobre el sur de la ciudad, especialmente Patricios ver Graciela SILVESTRI y Adrián GORELIK, "San Cristóbal
Sur
entre el Matadero y el Parque: acción municipal, confonnación barrial y crecimiento urbano en Buenos Air 1895, 1915"
es,
en Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignanl, 3, l º semestre 1991. Los talleres
Yasena, ubicados en el límite este del actual barrio de Boedo es la única referencia importante, que podría haber funcionado
como límite brusco o como un centro simbólico alternativo. Sin embargo ha desaparecido varios ailos an tes para dar Jugar
a la plaza Martín Fierro, que se identifica más claramente con el ambiente residencial que la circunda(aunque a su alrededor
perduran en 1940 varios conventillos considerados como un "problema").
(6) La cultura de la calle espara Scobie uno de los elementos clave para la comprensión del desarrollo de los barrios durante
el periodo que analiza. La decadencia que observa de los barrios tal como se confonnaron hasta 1910, coincide con
la
afmnación cada vez más fuerte del valor del interior del hogar.
(7) Memoria del Departamento Ejecutivo. Aftos 1932, 1933, 1934. MCBA. 1935. Esta iniciativa del
intendente se
corresponde con un interés del Partido Socialista por trabajar con este tipo de sociedades y su organización
para enfrentar
a�usos de� concesionarias de servicios públicos (particularmente la CHADE que no se privó
de incentivar ella
nusma la fundación �e algu nas de ellas). La creación de una nueva oficina que recibe los reclamos fomentistas
y en muchos
casos los resuelve, tiende a burocratizarlas, quitarles dinamismo y apartarlas de la oposición política.
Solo se mantienen
como referencia de ort!en barrial alll donde existen desde muchos ailos antes, como los casos
de Villa Lugano, o Villa
Crespo.1!n caso especial
� el de la co�ración Mitre, de Villa Nazca que a partir de 1930 ingresa en un periodo de
deca�CJa que un autor abibuye a la cnsts lítica y económica nacional, sin percibir
po estos elementos más claramente
refendos a_la evolución d
_ � �tipo de instituciones. Ricardo GONZALEZ, "Lo propio y lo ajeno. Actividades culturales
y fomentismo en una asoCJBCJÓn cultural, barrio Nazca (1925-1930)" en D. ARMUS
(comp.) Mundo urbano y cultura
126
Inventar el barrio...
popular, Bs. As., Sudamericana, 1990.
(8) Esta actitud se vincula con una estrategia que apunta a ganar la mayor cantidad de apoyos en distintas instituciones
urbanas, dada la ofensiva que culminará con el cierre del Concejo Deliberante en 1941. Interesa particularmente. el lugar
destacado que en esta política ocupan los periódicos barriales.
(9) Los testimonios fueron recogidos en el Taller de Historia Oral del Barrio de Boedo, con sede en el Club Mariano Boedo.
Otro ejemplo de las consecuencias prácticas se pueden ver en esta cita: ''No olvide que mañana usted o algunos de sus
familiares puede necesitar urgentemente a media noche algún remedio, y siempre encontrará alf armacéutico local
dispuesto a interrumpir su sueño para venderle, aunque sea una bagatella" (Boedo 25-5-38).
(1O) Días antes de estas fiestas, donan mercaderías a la policía para el habitual reparto de víveres a los pobres y caramelos
a los niños. La comisaria local, es un importante punto de referencia de las actividades barriales, y adquieren un
protagonismo total durante los festejos populares por las fiestas cívicas.
(11) Algunos de sus slogans son: ''.Amar a su barrio es desear su progreso y su valorización material y espiritual
Comprar todo lo que se necesita en su barrio, elegir sus espectáculos, sus cafes, sus escuelas, sus sitios de reunión".
(Boedó, 30-9-40) "Convecino: contribuya al adelanto de nuestro barrio comprando en sus negocios" (Boedo, 15-
9-40), "señores vecinos, compren en la zona" (Boedo, 30-9-39).
(12) La "mala fama" generalmente se asocia al pasado de muchos barrios, donde nunca faltan las historias orilleras de
compadritos y cuchilleros, los recuerdos de una sociedad donde la impronta urbana es menos abrumadora. Este pasado es
aceptado solo si es reducido a un pintoresquismo acabado, incapaz de transmitir valores. Estos siempre deben desprenderse
del progreso, a cuya cabeza se ubican los comerciantes.
(13) Con su habitual agudeza, Roberto Arlt observa en su Aguafuerte de El Mundo del 18 de noviembre de 1932 esta
tendencia a valorar la sociabilidad, institucionalizada. "Un grupo de señores se reúne para fumar un cigarro y hacer una
excelente digestión, y no creen factible hacer ambas operaciones si previamente no han nombrado una comisión de esas
destinadas a producirle al público la impresión de que el fumar y el comer de tales ciudadanos, constituye un acontecimiento
,
extraordinario que fatalmente tiene que subordinarse a la legislación de una comisión directiva y 'post honorem .;. ·
Aguafuerte recopilada por Sylvia Saitta.
(14) Deun modo similiar al epígrafe del periódico, el nombre del club recuerda la antigua pertenencia al barrio de Almagro
(San Lorenzo de Almagro) y muestra el proceso de construcción del de Boedo a partir de este origen.
(15) E. HOBSBAWM, La era del capltallsmo, Barcelona, Labor, 1977;y La era del Imperio (1875-1914), Barcelona,
Labor, 1989.
(16) Una sociabilidad circunscripta al espacio limitado del barrio es la clave mediante la cual Rock explica el éxito de un
tipo de confonnación de lealtades políticas basadas en la vinculación personal, el caudillo y el patronazgo durante los
gobiernos radicales. David ROCK, "Machine politics in Bu enos Aires and the Argentine Radical Party, 1912-1930", en
Joumal ofLatin American Studies, 4, 2, 1972. En ténninos casi opuestos a esta postura, aunque no necesariamente
incompatibles, se ha analizado a las instituciones barriales como verdaderos "nidos de la democracia". L. GlITIERREZ,
L. A ROMERO, H. SABATO y J.C. KOROL: "¿Dónde anida la democracia?" en Punto de Vista. Revista de cultura,
V, 15, agosto- octubre de 1982.
(17) El homenaje es al doctor Pedro Podestá. Existen muchísimos ejemplos en otros barrios sobre la participación de
políticos en este tipo de instituciones. En muchos casos son las mismas sociedades las que ceden voluntariamente un cargo
honorifico en su comisión directiva.
(18) Según los citados Anuarios Kraft el número de instituciones "localistas" en la zona era de 7 en 1911, 16 en 1924,
25 en 1931, 22 en 1939.
(19) El folklore político sigu e utilizando el lenguaje que alude a las "parroquias de fierro" o a los invencibles "caudillos
de barrio". Sin embargo, siguiendo los resultados electorales desde 1931 hasta 1942 dificilmente pueda sostenerse esta
postura. Arturo Jauretche recuerda que ya desde 1930, el tamaño del padrón impide que los caudillos puedan decido:
situaciones electorales. En cambio manifiesta que siguen controlando mediante mecanismos de clientelas personales la
situación interna de los partidos. Entrevista a Arturo Jauretche. Proyecto de Historia Oral. Instituto Torcuato Di
Tella. Esto podría explicar porqué Sancerni Gimén ezes al mismo tiempo un adversario invencible en las internas de capital
127
 Semestre 1994)
CUADERNOS... Año 2 - N 2 y 3 (ler. y 2do.
º
PRIVITELLO

· y en su parroquia., la 17", mientras que en la misma sección no varia mayormente su caudal de votos frente a otros candidatos
· radicáles en el listado personal de las elecciones abiertas.
(20) Luis Alberto ROMERO, Leandro GUTIERREZ, cil
(21) De esta masa crítica se desprenden algunos intelectuales de muy destacada trayectoria entre otros José González
Castillo, Pedro Zanetta-actor que nunca acepto trabajar fuera del barrio a pesar de las innumerables propuestas que recibió MODERNIZACION Y DISCIPLINAMIENTO.
LA FORMACION DEL CIUDADANO:
en tal sentido- y Homero Manzi.
(22) Durante un periodo Zamora instala su oficina en un local de Boedo 837. Sin embargo antes ya había alquilado en otras
zonas, y una vez que compra su propia editorial, traslada todo a Constitución. Creo que por una necesidad biográfica del DEL ESPACIO PUBLICO Y PRIVADO
grupo se ha exagerado la importancia de este paso por el barrio. La construcción que de la calle y el barrio hacen los
boedistas logró confundir muchas veces a quienes buscaron describir las características sociales y culturales del barrio:
"Sea quien fiiere el inventor de la fórmula Florida-Boedo, con ella se quiso significar la oposición existente entre
Florida, la lujosa calle céntrica, comparable y comparada a las más famosas calles europeas, propicia al paseo
ocioso, elegante y refinada; y la modesta calle de un barrio fabril, Boedo, con su tránsito de obreros, su pobreza y Beatriz Gomález Stephan*
su aspecto gris y descuidado". Carlos R. GIORDANO: "Boedo y el tema social" en Capitulo. La historia de la
literatura argentina. Buenos Aires, Cea); "... que eligieron como sede y símbolo la calleBoedo -arteria principal de
un barrio obrero- ... " Jorge Lafforge: "La literatura: el naturalismo y los vanguardistas" en José Luis ROMERO y Luis
Alberto ROMERO (dir.): Buenos Aires, historia de cuatro siglos, Bs.As., Abril, 1983 "Desde la popular calleBoedo,
casi un arrabal de Buenos Aires a comienzos de los años 20... "Jorge RIVERA, "El escritor y la industria cultural" en
Capitulo. Cuadernos de literatura argentina, Buenos Aires, Cea!, toino 3. Las caracteristicas del barrio en 1920 están La m odernización en América Latina fue un proceso lento, complejo, lleno de
contradicciones, que abarcó casi toda la centuria anterior y se extendió hasta las pri':°eras
lejos de parecerse al clásico arrabal suburbano o a una zona fabril y obrera. La calle Boedo tampoco es pobre, gris o
descuidada. Esta confusión se debe a la falta de distinción entre la imagen y la realidad, al olvido de la existencia de un
proceso de construcción del tópico, mediante el cual se procura afirmar los valores de la marginalidad y la rebeldía política. décadas del presente siglo. Obviamente tiene una etapa -lo que se conoce como_Mode�smo­
(23) J. L ROMERO, El desarrollo de las Ideas en la sociedad argentina del siglo XX, Bs. As., Solar, 1983. La donde los elementos que apostaban a la modernización de las sociedades latmoamen�as
experiencia del progreso impacta con fuerza en tanto se remite a tiempos biográficos. El mismo entramado edilicio de la alcan:z.aron por primera vez una más clara y notoria objetivación histórica, al menos en c1�rtos
iban
zona de Boedo cambia drásticamente en solo veinte años: quien conoció las extensas quintas, y hasta a algún payador, escenarios de la vida nacional. Las tensiones entre el campo y la fisonomía que
también conoce el barrio netamente urbano. un d los ejes c ntrales que direcci naron gran
adquiriendo las ciudades se perfilaro n como o e e o
obre
(24) La importancia de esta sección en los periódicos es evidente: nunca desaparece y llega a sobrevivir al cambio que debe
parte de los discursos culturales. La modernización ejerció u�a progresiva_ fasc�ación s
realizar por la crisis del papel posterior a 1939. La sección sociales de los grandes diarios es una de las formas de mantener
ciertos sectores sociales captando cada vez más ad ept os, no sm fuertes res1stenc1 as p o r part e
el "nombre" (y por que no presentar la propia vida privada como ejemplo) cuando la ciudad comienza a indiferenciar a sus de la
de una numerosa población rural y también urbana qu e seguía d efendi endo lo s val o res
· habitantes. La copia de este mecanismo en los diarios de barrio, apoya la idea que se busca expresar.
(25) La queja es contra la Ordenanza 13.086 de la Comisión de Vecinos interventora del Concejo Deliberante, que prohfüe tradición.
el funcionamiento de las posadas en la zona céntrica de la ciudad, lo cual hace suponer que se trasladarán a los barrios.
mo
La consigna era domesticar lo que se co nsideraba "barbarie" tanto campos co
(26) Esta frase es dicha por un cronista de simpatías con la España republicana y no por un conservador o militante clerical.
En el periódico El Progreso de Villa Crespo se presenta a un vecino modelo y su más antiguo suscriptor, quién. cuando
a l s m ldes d una
ciudades, hombres y hábitos, ideas y sensibilidades, debían ajustars e o o e
se le pregunta sobre su situación económica., responde "¿Rico yo? No qué esperanza. Yo viví la vida en forma que
cubriera mis necesidades y las de mi hogar. Todos mis hijos trabajan, son laboriosos buenos y honrados. Esa es mi modernidad europea; abandonar viejas tradiciones, o mejor aún, sobreponer a un cuerpo
mejor fortuna. Para qué afanarse juntando dinero.(. ..) Entonces prefiero vivir. Tengo salud, las cosas de la vida no social ahora tenido por "bárbaro " -según los nuevos aires del liberalismo- modos y maneras
me afligen. Contemplo el engrandecimiento de la parroquia y pienso alcanzar a una edad en que pueda ver algunas
que remedaran tanto a las ciudades y naciones, hombres y costumbres europeos. N� sólo
cosas más". 5-11-29. _
quizás, sino seguramente, la modernización fue el más ve rtigin o s o y c o mpl ejo b�ile de
. (27) Es evidente que muchas prácticas y actitudes desarrolladas en la ciudad contradicen de hecho esta imagen moral del s y mentalida des
máscaras de la historia cultural del continente. La persistencia de estructura
barrio. Un ejemplo evidente es la presencia de grupos de jóvenes en las calles, que suele ser denunciada por el periódico.
Sin embargo de estas experiencias no se alzan conjuntos de valores capaces de discutir a aquellos que describimos asociados fuertemente ligadas a un complejo de tradiciones sedim entadas a través de l larg o p eríodo

al barrio.

* Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela •.

129
128
 GONZALEZ STEPHAN
colonial, aunque entraron en una fase de importante crisis, sufrieron no sólo un reacomodo
ante el embate de las nuevas tendencias, sino se hibridizaron aún más al incorporar a título
de máscara o parapeto elementos de la modernidad. Ya en las últimas décadas del siglo, al
menos en las grandes y medianas ciudades del continente, ser moderno o estar a la moda, es
decir, parecer europeo o haber asimilado el estilo de la vida de las metrópolis francesa o
anglosajona era casi un imperativo; lo que demuestra, por otro lado, el apremio por encubrir
compulsivamente un sustrato de vieja data hispánica y católica que permanecía profundamente
arraigado en las sensibilidades sociales.
Aunque muchos aspectos de la vida social efectivamente se modernizaron, otros tantos
permanecieron · en la superficie, como mera utilería del gran teatro que se abría con el
crecimiento de las ciudades; y con ello, la introducción de una variedad, hasta entonces
desconocida, de entretenimientos sociales que sacaban a la población urbana de sus casas a
las calles, a las plazas, a los teatros, a los cafés, a los hipódromos, a las salas de baile, a
restaurantes, a pasear en sus carruajes último modelo por las amplias avenidas recientemente
inauguradas. Estos nuevos quehaceres demandaban también una variada toilette acorde con
estos variados escenarios.
Entre la vasta agenda que implicaba el proyecto de construcción de las nuevas naciones,
uno de los aspectos no menos decisivos era la modelación de los hombres y mujeres capaces
de funcionar en concordancia con el nuevo estilo urbano de vida que se estaba deseando como
emblema de la soñada 'civilización. Es decir, el proyecto nacional implicaba la elaboración
de un nuevo entramado cultural, de una nueva red simbólica que direccionara -al menos en
los grupos sociales ilustrados y urbanos- el horizonte de un imaginario de esa comunidad
nacional; el mapeado no menos ilusorio de un territorio cuyas fronteras sólo se delimitaban
sobre papeles; el diseño de símbolos emblemáticos que en una operación metonímica se
pudiese reconocer en ellos la patria, desde luego más abstracta que concreta; la escrituración
de un� historiografía que lograra el adecuado efecto de un pasado heroico y glorioso lleno de
silenciamientos significativos y figuras hipertrofiadas convenientes a la magnificación del
nuevo Estado nacional; pero, sobre todo, la modelación de un tipo de ciudadano que debía
habitar las ciudades de esas repúblicas.
A diferencia del proceso europeo, la formación de los estados-naciones en América
Latina adoptó vías más artificiales, es decir, casi impuestas por decreto, o desde "arriba". En
este sentido, si bien la construcción de cualquier nación es siempre una operación artificial,
cultural o ideológica -según los planteamientos de Benedict Anderson y Homi Bhabha-, en
el caso de los países latinoamericanos, donde el peso de las economías y culturas locales operó
con una gran fuerm centrífuga contraria al proyecto de "unidad" nacional deseado por los
grupos sociales capitalinos, los factores "artificiales" debieron tener probablemente una
130
Modemimción y disciplinamiento...
incidencia más definitoria para lograr un efecto relativamente convincente, al menos dentro
del imaginario de cierta colectividad, de estar viviendo dentro de una nación, dentro de un
territorio con fronteras bien demarcadas, la sensación de reconocerse en una historia y pasados
comunes; en definitiva: la confianza depositada en la capacidad evocadora que tenía la
escritura y la prensa como medio para in-formar al imaginario de los lectores de esas nuevas
realidades. Había que crear la nación; pero, en especial, forjar los actores y escenarios que
sirvieran de base para la existencia de esa nación, que, la fin y al cabo, se concentraba en los
centros urbanos donde se vivía de acuerdo a los códigos de la "civilización". Sabemos que la·
prensa y la folleterfa, así como las novelas por entrega, jugaron un rol entrañable en la
construcción de ese nuevo imaginario, de nuevas sensibilidades, y la canalización de múltiples
contradicciones que sin duda generaba esa ficticia unidad nacional como la ilusoria sociedad
democrática postindependentista.
Dentro del proyecto nacional ocupó un espacio importante y no menos decisivo la
proliferación de un género menor de prácticas discursivas orientadas a atender el comporta­
miento que debían asumir los habitantes de la ciudad: se trata de los "manuales de urbanidad",
o con otros encabezados, las "lecciones de buena crianza de moral de mundo", los "catecismos
de urbanidad civil y cristiana", los "manuales de buenas maneras". Entre la profusión de esta
clase de textos, el que ha gozado de mayor difusión, no sólo en la Venezuela del siglo XIX
sino en todo el mundo hispanohablante, ha sido y aún sigue siendo el Manual de urbanidad
y buenas maneras (1854) 1 del venezolano Manuel Antonio Carreño. Sus ediciones, reedidones
y adaptaciones son ya incontables. Durante el gobierno de Guzmán Blanco (1870-1888),
período por lo demás de la consolidación del Estado nacional y acelerada materialización de
las nuevas condiciones urbanas y burguesas de vida, el Manual de Carreño alcanzó a tener
entre 1874 y 1877 cuatro ediciones que se agotaron rápidamente. Era evidente que ya existía
un numeroso público ávido de ajustar sus maneras a las que prescribía éste u otros manuales
al uso para insertarse rápida y exitosamente en la dinámica que exigía la vida urbana. :La
cuestión era ser un hombre o mujer de apariencia "civilizada"; que sus modales no dejaran
traslucir ningún rasgo o gesto que recordara viejos usos rurales, probablemente tildados de
"inciviles" o "bárbaros" por esta nueva sociedad cada vez más estirada como moderna.
La nueva arquitectura urbana, que amplió el espectro de actividades sociales, obligó,
en cierto modo, a una distribución más definida de los espacios públicos y privados; en otras
palabras, definir exactamente las zonas de lo público y de lo privado, así como los roles
conductuales de los hombres y mujeres que transitarían por ese orden recientemente creado.
Había que organizar ciudades; transformar lo que quedaba de aldea colonial en urbes con_·
edificaciones que sirvieran al poder civil de-Estado; racionalizar los espacios recreativos y
mejorar los servicios públicos (la construcción de acueductos, mataderos, la canalización de
aguas negras, el alumbrado eléctrico, son ejemplos de ello); y, desde luego, también construir
131
 GONZALEZ STEPIIAN
ciudadanos y reducir en ellos las singularidades individuales; acomodarlos a un ritmo de
funcionamiento; establecer formas de ocupaciones determinadas y rutini:zar los ciclos de
actividad y de conducta. El manual (en tanto género discursivo específico) pretende urbani:zar
a sus lectores; pretende hacer menos traumático el paso de una vida a puertas cerradas a una
de teatros, calles y lugares públicos. El manual será la ley del buen ciudadano.
El orden era imperativo; y este orden implicaba la construcción -ahora en el sentido de
limitación y demarcación- de nuevos actores sociales, que debían, a partir de la lectura,
moldear sus hábitos "bárbaros" a los nuevos límites conductuales señalados por la escritura.
De este modo, la escritura del Manual funciona dentro del campo institucional que despliega
la autoridad del libro - en su relación concomitante entre escritura y poder- como la
regulación/reglamentación de nuevas jerarquías, la sujeción cuidadosa y controlada de las
subjetividades y deseos, el etiquetamiento de los impulsos espontáneos y naturales, la
negación de las funciones orgánicas, la fragmentación y encasillamiento de todos los
movimientos del propio cuerpo y del cuerpo social, la meditación artificiosa entre el hombre
y las cosas, en fin: la domesticación de la sensibilidad "bárbara".
Las estrategias que abra:za el proyecto de construcción nacional incluyendo las del
ciudadano, guardan una implícita relación con el poder de la escritura. La escritura se erige
en el espacio de la ley, de la autoridad, en el poder fundacional y creador de las nuevas
entidades. Como práctica social, genera un espacio adecuado (ideal) donde el mundo informe
de la "barbarie" -el mundo extraño a la escritura- entra en el orden del discurso en términos
de la deseada "civili:zación". Brevemente, escribir es dotar a esas nuevas naciones de
civili:zación, porque el logos que controla la escritura distribuye, decide y define -obviamente
para el imaginario colectivo- qué instancias o espacios se van a corresponder con el caos, con
la anti-ley, con la barbarie. En este sentido, los signos deciden la cualidad de las cosas; y, más
aún, si éstas con cosas, qué tipo de cosas son, o simplemente si son nada. La palabra escrita
in-forma, ordena, organi:za la legibilidad y comprensión del mundo en términos maniqueos
de inclusiones -si se adecúan al orden creado por el discurso- y de exclusiones -si su naturale:za
se resiste a entrar en los límites de la escritura-.
Escribir, al menos durante la primera mitad del siglo XIX, respondía a la necesidad de
ordenar e instaurar la lógica de la civili:zación; pero, a la vez, era un ejercicio previo y
sobredeterminante de la moderni:zación. Era dar forma anticipada al sueño moderni:zador. La
palabra llena los vacíos; construye estados, ciudades, fronteras, diseña geografías para ser
pobladas, modela a sus habitantes. Y es en sentido que la especificidad de la escritura de estos
manuales va dirigida a la construcción del nuevo sujeto social deseado como protagonista del
proyecto modemi:zador. Si lo vemos de otro modo, no hubo manuales para ser un buen llanero,
gaucho o campesino. Estas categorías humanas permanecieron fuera del orden, de la ley; en
132
Modemimción y disciplinamiento...
todo caso fueron lo "otro", el "bandido", lo que hubo que representar también en los términos
del anti-modelo deseado.
Si en términos generales, la escritura abrió el espacio de la civitas y permitió existir
dentr de sus fronteras el régimen de la legalidad, el manual adquirió, en este sentido, una
o
modalidad escriturada que duplicó esta misma condición reguladora: es una escritura que
organi:za la naturale:za de su propio discurso en términos de una rigurosa e interminable tabla
de reglamentos, cuya disposición obedece a una rígida secuencia numérica propia de las
constituciones. Al igual que éstas -que son más bien la expresión oficial de la voz del Estado-·
el manual vendría a ser la expresión doméstica ofamiliar que regula los aspectos privados y
públicos de los ciudadanos.
La formali:zación escriturarla del manual es esencialmente normativa; la norma es su
razón de ser; es el discurso de la propia legalidad. Precede casi a los demás discursos
fundacionales porque es primigenio; establece antes que cualquier otro los espacios, límites
y condiciones en que deberá moverse el imaginario de la "civili:zación", el. imaginario de la
modemi:zación. Prescribe la conducta que deberán adoptar los ciudadanos que luego
circularán por esas urbes cuando se haga efectiva esa vida citadina en el último tercio del siglo.
Sus términos son impositivos y absolutos como todo discurso legal. Es la misma
expresión de la ley. Dicta un orden de cosas y exige obediencia. Trai.a sin ambigüedades claros
límites de las zonas permitidas y las prohibidas. Si de hecho, como señalamos, la escritura
es norma, es fundadora de un orden, la escritura del manual duplica también el control del
imaginario, ya que la autoridad indiscutible que se adjudica el sujeto del discurso vela y vigila
el cuerpo, el deseo y la conciencia de sus lectores. Carreño en los "Principios Generales" de
su Manual impone enfáticamente que "es una regla importante de urbanidad el someternos
a los usos dé etiqueta"(M: 10, subrayado B.G.), y, en otra parte, que "sin la observancia de
estas reglas, más o menos perfectas, según el grado de civilización de cada país, los hombres
no podrían inspirarse ninguna especie de amor ni estimación; no habría medio de cultivar la
sociabilidad, que es el principio de la conservación yprogreso de los pueblos, y la existencia
de toda sociedad bien ordenada"(M: 6, subrayado B.G.) ( 1). Las relaciones de contigüidad que
supone el dominio de la escritura/lectura para poder acceder al espacio de la civili:zación, y
que ésta supone la configuración de un orden rígidamente controlado, a su vez, por los límites
inflexibles de la escritura, pone en evidencia los nuevos supuestos implicados en el proyecto
moderni:zador. Una línea tajante demarca el espacio del adentro" que construye la escritura
("el sometimiento a las reglas", ."el deber de observar la más severa etiqueta") y del "afuera"
(La "incivilidad", la "vulgaridad\ la "grosería"), es d�ir, cualquier propuesta cultural que
atente contra aquel orden. Podemos adelantar que los valores que subyacen en el Manual
refuer:zan, en otro plano, la ideología positivista que servirá de fundamento y justificación a
133
 GONZALEZ STEPHAN
la modaÍidad conservadora y autoritaria que asumirá el liberalismo en América Latina en la
· segunda mitad del siglo.
. Para completar el circuito que supone esta escritura, como condición sine qua non del
ser civiliudo, es imprescindible la lectura. Sólo podrá acceder a la categoría de ciudadano
quien sepa leer; no sólo quien lea podrá entrar en ese orden, sino también sólo aquél que ajuste
su imaginación, su cuerpo, sus deseos y su expresión a la escritura. Así, escritura y lectura
como actos fundacionales de la nación y necesarios para la construcción de la nueva sociedad
civil de la modernidad son los principales reguladores del complejo simbólico cultural.
Yna de las consecuencias más sensibles y no menos debatidas que trajo consigo la
construcción de la sociedad civil fue la progresiva erosión -por otra parte inevitable- de la
concepción religiosa de la vida. La paulatina moderni:zación activó un doble movimiento: por
un lado, la seculari:zación y prosai:zación trajo una visión más racionalista del mundo
coincidente con el afian7.amiento del positivismo; y, por otra, el mismo sentimiento de crisis
religiosa incentivó diversas modalidades sacraliz.adoras como compensación del vacío que iba
dejando el escepticismo. Por ello, reivindicar la poesía, la tradición, la moral y ciertas formas
de sacraliz.ación que adquiere la patria, es la vía de ataque al materialismo reinante.Tal vez
esto pueda explicar la extensa difusión que consiguió la literatura didáctica y de tono
ejemplarizante que circuló en folletos y libros a partir de la segunda mitad del siglo. Una
necesidad casi imperativa de escribir tratados de moral, de condensar valores éticos en forma
de pensamientos o de máximas que fuesen de útil guía para el ciudadano cuyos nuevos hábitos
citadinos lo alejaban de la lectura de la Biblia. En cierta forma, estos manuales empiezan a
ocupar el lugar que antes ejercía el libro sagrado. El manual será ahora la "biblia" de la vida
profana; dirá la ley del ciudadano correcto; y de su cumplimiento dependerá el mayor o menor
éxito que este ciudadano tenga en el reino material de la civili:zación. Es interesante observar
que durante el largo período del guzmanato, si bien las publicaciones de tema literario (220)
ocuparon el primer lugar, el segundo rubro lo cubrieron las publicaciones didácticas (105) y
de religión cristiana (86); y los libros de tema histórico, entre ellos 25 homenajes a la figura
de Simón Bolívar, alcanzaron el tercer lugar.
El debilitamiento del poder de la iglesia frente al proceso de Iai:zación fue reempla:zado
por una nueva necesidad de afirmación de los principios morales, que halló su expresión en
esta abundante literatura moralizante que estuvo básicamente dirigida a lá configuración de
la nueva ética burguesa. El Manual de Carreño, como otros textos por el estilo, fue una de
las modalidades discursivas más significativas de los nuevos sectores urbanos en crecimiento
que necesitaban, ante una perspectiva más desacrali:zada de la vida, aparecer en el escenario
social como una clas.e moralmente acreditada. Los nuevos tiempos exigían otros fundamentos
éticos. En este sentido, la lectura que se hacía cotidianamente de la Biblia en el seno familiar
134
Modemi:alci611.Y-disciplinamiento...
fue reempla:zada por estos manuales, que pasaron a convertirse en biblias de la conducta
privada y pública del ciudadano moderno.
Pero este reemplazo (del texto sagrado por el profano) no va a significar necesariamente
una mayor flexibili:zación del conjunto de reglas que controla el cuerpo social. Por el
contrario: si bien se produce un resquebrajamiento del antiguo régimen señorial y, con ello,
una democrati:zación en muchos aspectos de la vida social, ciertas prácticas discursivas -como
los manuales- refuerzan, a través de su estructura retórica, el mismo carácter autoritario, .
impositivo y obligatorio de la tabla de mandamientos. De este modo, el nuevo texto laico
reproduce en su tipología discursiva el mismo carácter del texto sagrado, porque reimplementa
el sentido de verdad absoluta de sus contenidos, y programa al destinatario para su más
apegada obediencia. Curiosamente, el manual se toma en el "libro sagrado" de esta nueva
cotidianeidad; quien sigue fielmente las reglas tiene garantizada la entrada al reino de la
"civili:zación", que equivale al ascenso social y al éxito en los negocios.
Los manuales -y e.I de Carreño es el más paradigmático- cuya variedad asumió formas
tan diversas como populares, dieron a estos sectores medios a manera de panacea un recetario
ético, no sólo para ubicarse con cierta "elegancia" y "etiqueta" dentro del clima urbano, sino
también para lograr su ascenso dentro de una sociedad para la cual el que tenía dinero y sobre
todo aprendía "maneras" tenía asegurado el éxito social: "El tacto social...debe considerarse
como el más alto y más sublime grado de la cortesanía...; y es por esto que las personas de
tacto son las que mejor conocen los medios de ocupar siempre en sociedad una posición
ventajosa .. . En muchos lugares de esta obra se encuentran reglas que tienden evidentemente
a formar en nosotros el tacto social" (M:255, subrayado B.G.).
Ese "nosotros• del Manual de Carreño representa la materiali:zación de un nuevo sujeto
social, que ya para mediados de siglo ha ido cobrando suficiente conciencia de su importancia
en el escenario histórico para lograr articular su palabra en el espacio del orden discursivo.
En otras palabras, el Manual es la expresión de los nuevos sectores urbanos y de su conciencia
acerca del poder que tiene la escritura como estrategia modernizante y civili:zatoria.
El hablante del Manual forma con su destinatario una comunidad imaginaria bien
delimitada: ese "nosotros" son los 'dueños de casa•; los nuevos dueños de casas ubicadas en
centros urbanos; casas amplias con varios ambientes, salones, comedores (v.g. después de la
comida, se debe pasar a una sala para tomar el postre, y luego a otra para el café), dormitorios,
jardines, habitaciones para no pocos "sirvientes". El Manual se dirige al propietario de bienes,
al hombre de negocios, a la dueña de casa, a una clase que tiene el suficiente poder adquisitivo
para tener varios sirvientes, carruajes, vajillas, porcelanas, alfombras, estar en capacidad de
135
 GONZALEZ STEPHAN
. dar fiest.¡ls, recibir visitas, ir a teatros, estar a al moda, hacer viajes en barco e ir a grandes
hoteles. La servidumbre, el pueblo y los sectores de rancio abolengo señorial forman esa
otredaci-oo aludida en el Ma11ual.
Es el texto que expresa el código ético de una nueva clase; configura las estrategias para
convertirse en ese nuevo sujeto urbano, moderno, ciudadano burgués. Por eso es un "manual":
- es la guía que le abre las puertas a cualquier hijo de vecinó para ubicarse en la escala social
a través de las maneras, de las apariencias. Estos sectores no estaban dotados de aquella
tradición patricia que les hubiese podido dar un prestigio incuestionable para ejercer su
reciente hegemonía. Es una clase que debe educarse en todos los sentidos; necesita adquirir
modales, otros hábitos, desde su higiene íntima, cómo comer, hablar, caminar, mover el
cuerpo, dirigir la mirada, hasta la relación con los demás en diversas situaciones. Y en la
medida en que estas maneras sean más ceremoniosas, complejas, alambicadas y rígidas
(recuérdese la variedad de tenedores, cuchillos, cucharas, copas, vasos y servilletas que deben
usarse en la mesa de acuerdo con los diferentes platos; el complejísimo código de las
presentaciones especiales; la oportunidad de la visitas, de su duración; el modo de conducimos
en la mesa ofrece 53 reglas a seguir) dicen de la jerarquía y poder sociales del ciudadano. Como
nueva clase debe ser reconocida y autentificarse dentro de ciertos parámetros de prestigio: es
el teatro de la etiqueta, la rigidez en apariencia, la máscara de la contención. El manual, en
tanto género discursivo, es el ejercicio de poder escritural del sujeto burgués, del ciudadano
acomodado, que debe disciplinar al "bárbaro" que lleva dentro.
Esa comunidad conformada por el "nosotros" del Ma11ual guarda una posición
equidistante tanto de los sirvientes como de "otras personas de mayor respetabilidad que
nosotros"(M:228), es decir, de personas que están en una situación de poder. El sujeto
enunciativo revela tener una clara conciencia de su poder económico, así como de que su futura
injerencia en "la cosa pública" va a depender de as relaciones que establezca con los grupos
hegemónicos (de allí la extensión que el Ma11ual dedica a la conducción en sociedad). Sabe
también que de sus maneras y de sus máscaras ("sacrificándonos cada vez que sea necesario";
"dominando nuestro ánimo y nuestro semblante, y mostrándonos siempre afables y joviales")
va a depender su reconocimiento social y su posible relación con asuntos administrativos y
políticos del Estado moderno. Recordemos que el gobierno de Guzmán Blanco se apoyó
fundamentalmente en esta burguesía comercial y financiera, que venía constituyéndose desde
hacía dos décadas. Es interesante observar cómo desde los años de 1850 este sector ya tenía
enel Manual un vocero de sus aspiraciones. Desde 1870 halla su progresiva afirmación como
· clase hegemónica conjuntamente con la formación del Estado moderno. La modernización
· emprendida por el guzmanato puede llevarse a cabo porque encuentra eco en estos sectores
ya sensibilizados para el lujo, la sofisticación y el gran teatro de la calle. Carreña diseña el
sujeto adecuado para la deseada Caracas de Guzmán Blanco, así también el ciudadano de
136
Modemi1.1Jci6n y disciplinamiento...
Buenos Aires, de Santiago, Lima, Bogotá, México ...Es el habitante imaginado por los
letrados de la modernización.
El Ma11ual, al mismo tiempo, materializa y configura los valores de la sociedad que
debía llevar a cab¿ la modernización de las ciudades latinoamericanas en el siglo XIX. En este
sentido, este tipo de texto modeliza en el nivel de la construcción de las individualidades, de
la percepción del cuerpo y de las relaciones interpersonales, los nuevos valores del liberalismo
económico. Estructura para la vida cotidiana los valores burgueses. Con esto no queremos
decir que en la Venezuela del siglo XIX haya surgido de hecho ni una burguesía fuerte como
tampoco haya habido transformaciones socio-económicas decisivas de esta clase. Sí queremos
subrayar que, aunque la formación social en este caso haya sido bastante híbrida (en el sentido
de fusionarse el patriciado terrateniente con el sector comercial y financiero), se fue
implementando una sensibilidad acorde con los valores éticos de la burguesía en general.
Ahora la virtud va a estar relacionada con la posesión de dinero y la solvencia de las
deudas: "llevemos siempre una cuenta exacta en que aparezcan nuestras deudas, nuestras
acreencias y nuestros gastos... El primer descuido en que incurramos en materia de pagos,
será el primer paso que demos hacia la pérdida de nuestro crédito"(M:42-43). Una sociedad
monetarizada acaba con la antigua concepción del ocio. El tiempo vale oro, y se mide la·
rentabilidad del mismo: "la vida es muy corta, y sus instantes corren sin jamás detenerse; así
es que sólo en la economía del tiempo podemos encontrar los medios en que nos alcance para
educarnos e ilustrarnos, y para realizar todos los planes que puedan hacerla útil a nosotros
mismos y a la sociedad"(M:43). Hacerlo todo con método pide Carreña, y esto no es otra cosa
que la racionalización utilitaria (mercantilista) del hombre y sus relaciones. Como muestra,
la duración de las visitas está estrictamente regulada según su carácter: "las visitas de negocios
no deben extenderse más allá del tiempo absolutamente indispensable...Una visita de
presentación durará siempre de quince a veinte minutos... Las visitas de ceremonia duran de
diez a quince minutos... y sólo hasta hora cuando tienen por objeto cumplidos y demostra­
ciones especiales, como ofrecimientos, felicitaciones, etc. "(M:181).
Los nuevos tiempos -y estamos hablando de los años que anteceden a la Guerra Federal­
prescriben el trabajo, el ahorro y el estudio como fuentes de acreditación social: "a nadiele es lícito
permanecer en la ociosidad; y sólo le estará permitido permanecen en la cama no más de siete
horas... El que no está dedicado al estudio, debe estarlo al trabajo en alguna industria útil"(M:51).
Los aires de la República, si bien no alteran grosso modo las estructuras patriarcales de una
sociedad profundamente anclada eil los valores de la tierra, están perforando la concepción
señorial de la vida para desplazar los valores hacia el potencial del individuo que se hace así mismo.
Dependerá de su esfuerzo (trabajó, ahorro, dinero, maneras, con-ección y represión) el éxito que
logre tanto en su "hacienda" privada como en los asuntos públicos:
137
 GONZALEZ STEPHAN
En esta también nueva división del trabajo y de los sexos la concepción aparentemente
romántica y mistificada de la mujer como "dulce ángel del hogar" cumple una función decisiva
en la consolidación de la rique:za personal: "en la mujer es el método acaso más importante
. que en el hombre... so pena de acarrear a su familia una multitud de males de alta
trascendencia. Hablamos del gobierno de la casa, de la inmediata dirección de los negocios
domésticos, de la diaria inversión del dinero... La mujer inmetódica ofrecerá... el desorden
a todo el interior de su casa; al desperdicio del tiempo se seguirá el desperdicio del dinero...,
y a los empeños la ruina de la hacienda"(M:44-45). La reducción burguesa de la mujer al
espacio doméstico selló en esos tiempos el sentido profundamente mercantilista que se
ocultaba en toda la retórica que edulcoraba esta imagen de la mujer. La distribución de
masculino=espacio público y femenino=espacio doméstico son el envés y revés de una
misma situación pragmática: la consolidación de una clase ávida de riqueza que se apoya en
la familia y el Estado moderno.
· Lejos de una democratización de la sociedad, los nuevos tiempos traen una también
nueva estratificación social. Se necesitaban los mecanismos de las máscaras democráticas para
romper el orden tradicional, y proponer en realidad otros basamentos que fundamentasen
jerarquías igualmente ógidas. Los sectores medios proponen valores para abrirse paso y
acomodarse; pero al mismo tiempo limitan el ascenso, en principio, a la posesión de dinero
y maneras. El Manual de Carreña está impregnado por el discurso de la diferencia: su escritura
va dibujando fronteras que delimitan los que se van a encontrar afuera y adentro del espacio
legitimado por la regla; así también distribuye a los sujetos de acuerdo a ciertas cuotas de poder
en superiores e inferiores.
En primer lugar, autentifica como ciudadanos de la nación al habitante de la ciudad (es
. manual de la urbe); por consiguiente el habitante del campo está excluido: no tiene posibilidad
alguna de adquirir maneras puesto que no es el destinatario del texto. Asimismo, no forman
parte de esta comunidad escriturada ni los niños y sirvientes ("a ninguna fiesta, sea de la
naturaleza que fuere, y aun cuando se trate de una reunión de confian:za, debemos llevar jamás
niños ni criados"(M: 196)), ni las capas medias bajas, los esclavos como tampoco la oligarquía
señorial. Y, en segundo lugar, va ubicando a los sujetos implicados en una escala de
gradaciones verticales ("cuando una persona ha de pasar por delante de otra, d inferior cederá
siempre el paso al superior, el caballero a la señora, y el que va a caballo al que va a
pie" ,(M:84-85)) de acuerdo a la edad ("no tomamos nunca asiento en la mesa antes que lo
hayan hecho nuestros padre, o cualesquiera otras personas de mayor respetabilidad",
(M:201)), al sexo ("tampoco es lícito a un caballero, y mucho menos si es joven, el detenerse
a conversar con una señorita o señora joven... por muy íntima que sea la amistad que con ella
tenga" ,(M:87)), al estado civil,.a la situación económica o naturale:za de profesión ("por regla
general jamás debemos detener a los hombres de negocios en horas de trabajo, sino con el
138
ModernitJJ�ión. y disciplinamiento...
objeto de hablarles de asuntos para ellos importantes",(M:83)), al cargo público que ocupen
investidura que tengan ("cuando la persona presentada está investida de un título de naturaleza
permanente, como el de Obispo, Doctor, General, etc., el título se menciona antes del nombre;
más cuando ague! tan sólo es inherente a la posesión de un empleo de naturaleza transitoria,
como el de Representante de la Nación, Ministro de Estado, Tesorero, etc., va generalmente
pospuesto",(M: 143)).
La modernización rearticula en esencia una estructura conservadora del orden social,
profundamente impregnada por el mismo impulso elitista de la antigua sociedad colonial.
Puntualiza la analogía entre pares y la diferencia y discriminación entre desiguales: "las
atenciones y miramientos que debemos a los demás no pueden usarse de manera igual con todas
las personas indistintamente. La urbanidad estima en las categorías establecidas por la
naturaleza, la sociedad y el mismo Dios: así que obliga a dar preferencia a unas personas sobre
otras, según es su edad, el predicamento de que gozan, el rango que ocupan, la autoridad que
ejercen y el carácter de que están investidas... Según esto, todas las personas entre las cuales
existen desigualdades legítimas y racionales, exigen de nosotros actos diversos de civilidad
y etiqueta... basados todos en los dictados de lajusticia y de la sana razón" (M: 12, subrayado
B. G. ). La naturaleza de esta "razón" -que fundamenta el discurso de los manuales- es la misma
que subyace en todo el positivismo filosófico, que legitimó en la práctica la modalidad
conservadora y autoritaria del Estado latinoamericano inclusive hasta entrado el siglo XX.
El texto va fijando los mecanismos de pertinencia del "nosotros", aquellos que
pertenecen al territorio de esta nueva ley qúe debe ser enunciada. Paradojalmente, el que
maneja el código de las diferencias puede entrar en el espacio del reconocimiento social. En
realidad, el Manual pone en contacto al individuo con los otros. pero con.un 'otro" que es
él mismo, con sus otros posiblemente iguales: sus con-ciudadanos. El otro 'otro" está presente
a a lo largo del texto. La misma escritura va progresivamente delimitando los que se quedan
afuera: los criados {"por- sus defectos o deformidades naturales"), el menesteroso, el
desaseado, el deprimido, el que cede a los arranques de ira, el que llora y óe en público, el
que habla de sus flaquezas y de las ajenas. El régimen de las exclusiones va más lejos: el "otro"
dentro del mismo yo también es segregado, debe ser reprimido y controlado. La escritura del
Manual no sólo habilita la diferencia, sino también impone el discurso de la prohibición. Van
aparejadas a la letra la vigilancia y el castigo. Y es en este punto donde se estrechan los lazos
entre el ejercicio de una escritura que in-forma, inviste, circunscribe al tiempo de constituirse
en mecanismo de censura y represión.
Siguiendo este orden de cosas, la modernización viene aparejada con un progresivo
encorsetamiento del hombre; con un considerable aumento de discursos restrictivos y
penalizantes. Casi se podóa decir que a mayor modernización del sujeto social, es decir,
139
 GONZALEZ STEPHAN
cuanto más acabada sea su calidad ciudadana, tanto más amplia y profunda es su absorción
de discursos y prácticas represoras. La relación entre modernización y disciplinaaiiento del
sujeto y del imaginario es una relación tensa y altamente contradictoria que no se puede
comprender unidireccionalmente. No es menos cierto que también la modernidad trajo
. elementos liberadores y más democráticos. La dinámica de todos estos factores es compleja.
Por un lado, se produce un consumo masivo de estos manuales: gran parte de los axiomas de
la sociedad finisecular siguen siendo patriarcales, y ante los cuales la etiqueta propuesta por
los manuales reacomodaba y actualizaba el ritual social a los nuevos tiempos más sensibles
al manejo de las buenas maneras y apariencias que a la posesión de prestigiosos apellidos
señoriales. Pero, por otro lado, aún cuando la censura y los códigos de prohibición mantenían
su vigencia, no podemos olvidar la abundante literatura del Modernismo llena de aires
transgresores, donde la liberación del eros y de ese imaginario reprimido cobra formas
ambiguas y oscilante aún no deslastradas del pecado y de la culpa(2). Obviamente cada género
extiende su circuito de poder que entra en fricción con el dominio y régimen de otras prácticas
discursivas. El poder de la ficción controla su campo, y los manuales el suyo.
El paisaje semántico del Manual va construyendo el perfil del sujeto deseado a partir
de su propia negación. El conjunto de reglas avanza siguiendo el régimen de la prohibición
("noolvidemosjamás", "no permitamos nunca", "nomantengamos niun instante", "tampoco
están exceptuados", "evitemos en cuanto sea posible", "no permitamos nunca",
"ni ésta ni
ninguna otra operación está permitida"}, o por descalificación ("es vulgar", "grosero y
desagradable", "intolerable", "son actos asquerosos y altamente inciviles", 'excita un asco
invencible", "cosas repugnantes", "mala impresión", "fuertes sensaciones de asco"), o por
imposición absoluta ("es una regla sometemos estrictamente", "procuremos aprender",
'debemos abstenemos", "siempre debemos", "guardémonos de", "estamos obligados a"). El
sujeto enunciativo del Manual se decide como instancia administradora de poder: es una voz
que asume la autoridad de una clase en formación, y como tal sabe que para serializar los
individuos de su grupo debe ser autoritaria; demarcar claramente los límites con una
proyección pünitiva; ofrecer el espacio del deber ser y de lo prohibido. Así, el seguimiento
fiel de la letra puede llevar al disciplinamiento de la sensibilidad bárbara a una más civilizada.
El costo de esta reeducación del sujeto va a significar la negación de su cuerpo, la represión
de su deseo, la violación de su naturaleza espontánea y la cancelación de la intimidad de su
espacio privado.
El Manual dibuja el espacio de la barbarie en el terreno de las subjetividades y de los
cuerpos. Así como el Facundo de Sarmiento crea para el imaginario los horizontes de la
_ entremos en discusión con una·persona" (M:108); "la más grave de todas las faltas que pueden
barbane geográfica que la escritura domestica, el texto de Carreño diseña en una
doble
d�re_cci�n �I carácter natural del cuerpo y de los impulsos espontáneos del espíritu
como
tetntonos mdeseados de la barbarie personal, y los moldes corporales y conductu
ales de la
140
Modernkaci6n y disciplinamiento...
anhelada civilización. Las funciones naturales del cuerpo, las necesidades orgánicas, los
humores, sudoraciones, olores, según el Manual, pasan a engrosar la lista de lo que la censura
social reconoce como zonas abyectas y oscuras. Todas las manifestaciones corporales (del
cuerpo consciente e inconsciente) pertenecen ahora al territorio de la barbarie. Y su
enumeración podría no ser corta: estornudar, bostezar, sonarse la nariz, estirarse, reírse,
roncar, aplaudir, escupir, gesticular, hacer ruido, secarse el sudor, comer dulces o frutas en
exceso, tocarse partes del cuerpo o tocar a otro, moverse durante el sueño o adoptar ciertas
posturas, mirar a otros, mover las manos, beber, preguntar, fumar, discutir, responder...deben
ser encorsetados en aras de un individuo más "civilizado" a fuerza de múltiples repliegues.
Presumimos que el sentido que aquí adquiere el 'ser civil', urbano y moderno, está
en relación con la progresiva negación del cuerpo ("la costumbre de levantamos en la noche
a satisfacer necesidades corporales, es altamente reprobable"(M:40); "no acostumbremos
llevar la mano a la cabeza, ni introducirla por debajo de la ropa con ningún objeto, y menos
con el de rascamos" (M:23)); negación de una que estimulaba la sensualidad entre los sentidos
y las cosas ("son actos extraordinariamente impropios y groseros el aplicar el olfato a las
comidas y bebidas" (M:235)); la generosa espontaneidad y el sentido de solidaridad con otros
("jamás brindemos a nadie comida ni bebida alguna que hayan tocado nuestros labios; ni platos
u otros objetos de esta especie que hayamos usado"(M:35); "no ofrezcamos a nadie nuestro
sombrero, ni ninguna otra pieza de nuestros vestidos que hayamos usado(M:35)); la libertad
del campo visual, el placer del voyeurismo ("no es propio de personas bien educadas dirigir
desde su casa miradas escudriñadoras a las casas inmediatas"(M:73); "no fijemos detenida­
mente la vista en las personas que encontremos, ni en las que se hallen en sus ventanas, ni
volvamos la cara para mirar a las que ya han pasado"(M:82); la espontánea expresión de los
deseos ("son actos vulgares e inciviles... tocar los vestidos o el cuerpo de aquellos a quienes
se dirige la palabra. La mujer que tocase a un hombre no sólo cometería una falta de civilidad,
sino que aparecería inmodesta y desenvuelta"(M:120); "no debe olvidarse nunca que en las
fiestas no se va únicamente a satisfacer los propios gustos y caprichos" (M:201)); la
manifestación de los estados anímicos ("si al levantarse tiene su ánimo afectado por algún
disgusto, lo oculta cuidadosamente desde el momento en que alguno le dirige la palabra"
(M:52); "tengamos especial cuidado de no perder jamás en sociedad la tranquilidad de ánimo"
(M:108); "cuando nos encontremos afectados por algún accidente desagradable, dominemos
nuestro ánimo y nuestro semblante, y mostrémonos siempre afables y joviales" (M:187)); el
repliegue del YO y del ámbito familiar ("es una vulgaridad hablar en sociedad de nuestra
familia, de nuestra persona, de nuestras enfemiedades, de nuestros conflictos, de nuestros
negocios" (M:113)); la restricción de la palabra y la prohibición a la réplica ("en ningún caso
cometerse en sociedad, es la de desmentir a una persona" (M:139); "no está admitido
contradecir en ningún caso a las personas que se encuentran en un círculo de etiqueta"
(M:139)).
141
 GONZALEZ STEPHAN Moderizkación y disciplinamiento...

De algún modo estimamos que lo que a partir del Manual se etiqueta como "incivil" y nombrar las partes y secuencias de todo; por lo tanto, fragmenta y secciona, distribuye y
_ "repugnante" tiene que ver con una concepción de la cultura del cuerpo y de la subjetividad encasilla para (re)construir un nuevo orden a base de las partes de un cuerpo desmembrado
anterior a 1860 más flexible, familiar y menos aherrojada. Quizás a excepción de las élites, y encubierto, de un cuerpo social estratificado en nuevas diferencias. Pero además, cáda
el resto de la población participaba de códigos éticos mucho menos rígidos. La sensibilidad fragmento e intersticio del espacio privado y público al estar codificado está siendo vigilado
popular estaba lejos d_e estas inhibiciones. pero en la medida en que el nuevo sujeto burgués por el poder de la palabra.
vio sus posibilidades materiales de ascenso, quiso adoptar las maneras exteriores de las clases
patricias, clases que tenían como natural los hábitos de corte asimilados por tradición. De este
El diseño escriturarlo de la comunidad nacional tiene a su cargo ofrecer una
modo, la conducción espontánea, expresiva, sensual, contestataria, generosa, gratuita,
representación imaginaria del sujeto y de sus espacios, ya sea creándole la geografía de la
cálida, voluptuosa, dadora de estos sectores es sacrificada en aras de la construcción de un
barbarie, o bien distribuyéndole su territorialidad más cercana en espacios privados y
individuo modélico para funcionar con ciudadano ideal y obediente en un estado autoritario
públicos. Sin embargo, tanto lo público como lo privado está permeado por la misma
y hegemónico como lo fue particularmente el guzmanato (1870-1888) y posteriormente el
autoridad reguladora y voz disciplinante. El conjunto de reglas del Manual penetra en el
gomecismo (1909-1935). Ubicarse en el espacio del reconocimiento público implicaba una
"sagrado" recinto familiar para formar desde el hogar a los individuos que serán Io·s
considerable cuota de sacrificio, de amordazamiento, de sublimación del deseo y de
ciudadanos al salir a la calle. El espacio doméstico es el primer escenario donde el sujeto
enmascaramientos. La negación y cobertura del cuerpo imlividual ("no está permitido a un
aprende su propio encorsetamiento: "y como nuestros hábitos en sociedad no serán otros que
hombre el permanecer en su casi sin corbata, en mangas de camisa, sin medias, ni con los pies
los que contraigamos en el seno de la vida doméstica, que es el teatro de todos nuestros
mal calzados"(M:55); "no está admitido el nombrar en sociedad los diferentes miembros o
ensayos, imposible será que consigamos llegar a ser metódicos y exactos, si no cuidamos de·
lugares del cuerpo"(M: 124)) podría tomarse como un ejemplo simbólico para significar el
poner orden a todas nuestras operaciones en nuestra-propia casa"(M:40, subrayado B.G.)
. potencial contestatario e impulso democrático del cuerpo social de estos sectores medios que
debían ser refrenados y contenidos. En este sentido, el ciudadano "civilizado" o "buen
ciudadano " es aquel que calla, que no discute, que no ve al otro, no come ni bebe, desconoce Experimentar el orden era suprimir la ·espontaneidad y aprehender las apariencias
su ·cuerpo y el cuerpo del otro, aprisiona su yo, escuda sus afectos. El Estado en su proyecto ("usemos de un discreto disimulo", "aparezcamos como si nada hubiésemos advertido",
de la formación nacional necesita de estos ciudadanos, dóciles, reprimidos, prisioneros bajo "dominémonos hasta el punto de que ni en nuestro semblante se note que nos hemos enojado",
las máscaras de la urbanidad de las buenas maneras. "sujetándonos en todo a las reglas"). La concepción de la personalidad inmanente llevó a
cuidar con esmero cada detalle, porque la personalidad era la forma exterior, y de su rigidez
e impasibilidad dependía la minimización de los impulsos contradictorios. Un hogar estable
La relación de contigüidad entre civilización/progreso/modernización y sacrificio/
era aquel que había logrado introducir el orden y el método, es decir,.la rutina represiva de
apariencia/dominación se hace evidente: "suframos con afectuosa resignación y prudencia, las
las reglas. Con lo cual se creía que sus miembros crecían de manera saludable porque habían
pequeñas contradicciones que hemos de encontrar a cada paso en el seno de la vida doméstica,
dominado sus pasiones y acostumbrado sus cuerpos a la asepsia de una higiene diaria. Por
y ahoguemos al nacer todo germen de discordia que pueda venir a turbar la armonía y la paz
consiguiente, cuando se habla del "espacio privado" como ámbito de liberación de las reglas
que son el fundamento del orden, el contento y el bienestar" (M:64). El disciplinamiento de
y como espacio opuesto al público (donde éstas imperan) es un simple efecto producido por
las inclinaciones vitales hacia la adopción de una naturaleza artificial y codificada descansa
la misma represión del deseo que utopiza lo privado y familiar como ese territorio libre de
en el artificio de la letra. La construcción del ciudadano imaginado se da a través de la normas y leyes. Por un lado, la privatización de la experiencia familiar en el siglo XIX parece
operación escritura/lectura que va modelando individualmente cada usuario del Manual. Así,
trasladar a la familia fuera de las agitaciones del mundo externo; pero, por otro, la idea de la
la escritura aplana y unifica la diversidad, y establece esas comunidades imaginadas.
personalidad inmanente vuelve a arrojar sobre el espacio privado las mismas ansiedades de
Efectivamente, el sujeto en su proceso civilizatorio sufre varios grados de cosificación: el
orden y represión que regían a la vida pública. Tanto el deseo de retirada como la construcción
primero, en relación con la misma escritura: para ser civilizado debe no sólo leer, sino seguir
de la sociedad externa son elementos sociales, por cuanto que público y privado son dos
la regla; el segundo, lo induce a adoptar formas otras que deben ser superpuestas a las
instancias igualmente públicas que debían ser controladas.
naturales; el tercero, le lleva a vivir en un mundo donde el contínuum, lo espontáneo, orgánico
Y heterogéneo del flujo vital es alterado por un régimen de unidades discretas. Y es en este
último sentido que el género de los manuales, en tanto prácticas discursivas, potencializa el A estas alturas, la lectura y la confianza en esta escritura legal que constituye al sujeto
concepto de enajenación de las sociedades modernas. En su estrategia enumerativa debe
. .
(de la misma manera que las constituciones) en su acontecer cotidiano público y privado, ·es
142 143
 GONZALEZ STEPHAN ModemizJlción y disciplinamiento...

el reverso complementario del aparato estatal igualmente autoritario que se erigió en las
últimas décadas del siglo como parte del proceso modernizador. El Manual sirve a este nuevo
Estado en la medida en que forma ciudadanos efectivamente "civilizados", acordes para ser
los actores de las no menos modernas ciudades en proyecto; pero sobre todo útiles porque han
debido 'adquirir el hábito de dominar las pasiones", "guardarse de proferir cualquier
expresión", "moderar la medida de los afectos del ánimo", es decir, domesticados desde el
hogar para rendir la necesaria obediencia al poder del Estado. El aparato estatal guzmancista
desarrolló una retórica del poder basada en la teatralidad e hipertrofia de los símbolos patrios
como modo de legitimar el carácter absoluto y omnímodo del Estado en la persona de Guzmán
Blanco. Se requería de ciudadanos graves y serios, estirados y empaquetados para que,
siguiendo el guión que les prescribía el Manual, pudiesen transitar, cual actores de un
inmenso teatro urbano, las avenidas y plazas recientemente construidas como señal del
progreso y modernización que estaba alcanzando el país.
NOTAS
(1) CARREÑO, Manuel Antonio: Manual de Urbanidad y Buena� Maneras, París, Casa Editorial Gamier
Hermanos, 1927, l a. edición 1854. Todas las citas pertenecen a la edición de 1927, corregida y aumentada.
(2) Sin duda, podría ser interesante estudiar la interacción que hubo entre estos textos que postulan la regla, el orden,
el método, la contención, la negación del cuerpo y de la fantasía, textos autoritarios y penalizantes, y el espacio
que abría la novela, género que para muchos conservadores era considerado altamente peligroso por su capacidad
para incitar las "bajas pasiones" y conductas desviadas. ¿Qué espacio abre la novela para satisfacer el deseo dentro
del imaginario, el despliegue de las subjetividades del yo, el mundo del eros del buen ciudadano o de la buena
ciudadana? Doris Sommer nos ha dado una respuesta política del idilio; que no deja de ser una lectura atractiva y
que posibilita otras interpretaciones dentro de esta línea.

Género menor, no precisamente literario, el Manual es el gran competidor complemen­

tario de las novelas por entrega, del melodrama, que empieza a circular profusamente a partir
de la década de 1860. Irrumpe en las incontroladas intimidades domésticas; invade la
espontánea cotidianeidad del hogar y empieza a moldear al deseado ciudadano desde la casa
familiar para convertirlo en un sujeto tan rentable y productivo como reprimido: es el nuevo
hombre de negocios en el plano de los asuntos públicos, y la dueña de casa en el plano de los
asuntos domésticos. Nada más ingenuo pensar que el nuevo Estado sólo controlaría el espacio
público.

El anhelado proyecto de construir sociedades civilizadas bajo el lema del orden y del
progreso" no sólo debía atender el control de la cosa pública, sino también el control y la
redireccionalidad del espacio privado. Así, la escritura autoritaria del Manual -que por otra
parte bien puede darse la mano con el poder del Estado en su versión "familia"- contribuye
conjuntamente con otras prácticas discursivas a moldear el sujeto social que debía habitar esas
utópicas naciones. Si el Facundo de Sarmiento fue uno de los textos fundacionales decisivos
que orientaron la construcción cultural del imaginario de las sociedades latinoamericanas, el
Manual no lo fue menos. Ambos articularon de modo diverso el axioma central de la
modernización: la civilización de la barbarie.

144 145
CUADERNOS... Año 2 - N º 2 y 3 (leí-. y 2do. Semestre 1994)

ESCRITURA Y POLITICA:
LA NOVELA ARGENTINA DE JUAN MANUEL DE ROSAS

Lelia Area•

Preliminar

Nations themselves are narrations.

Edward Said1

La siguiente propuesta tiene por objeto el releer dos momentos, ·dos capítulos -podríamos
decir- de uno de los más grandes relatos (en sentido figurado, pero también considerándolo
desde toda su carnalidad material) de la escritura argentina del siglo XIX. Un relato pensado
como novela, la novela argentina de Juan Manuel de Rosas y la lectura de dos de sus
inscripciones paradigmáticas, "el" Facundo (1845) de Domingo Faustino Sarmiento y "el"
Rozas (1898) de Lucio V. Mansilla.
En un sentido amplio, esta novela podría ser pensada como un gesto narrativo que ocupa
-y preocupa- a gran parte de los escritores de ese siglo quienes aparecen como los diseñadores
de un libro, escrito a lo largo de más de cinco décadas, libro al que se le fueron incorporando
sucesivos capítulos, todos ellos de una consistencia tal .como para convertirse en gestos
fundacionales.
Recordemos: el movimiento de la Revolución de Mayo, que surgiera como un intento
de liberaliz.ación de las relaciones económicas con la Corona, tuvo entre sus consecuencias
más notorias, la instalación de la violencia como forma de vida, ya que derivó en una sucesión
de guerras civiles donde ciudad y campaña se enfrentaron a lo largo de 70 años. Fueron guerras
de las ciudades que se imaginaban europeas contra el español, con el objeto de instalar lo
europeo como cultura, pero simultáneamente fueron guerras de caudillos provinciales contra
esas mismas ciudades dado que, ellos también, buscaban otro tipo de independencia. Una
independencia que -como dirá Sarmiento� tendrá que ver con "librarse de toda sujeción civil
.

*Universidad Nacional de Rosario

147
 AREA
y desenvolver su carácter y su odio contra la civilización. Las ciudades triunfan de los
· españoles y las campañas de las ciudades".2 La anarquía generada por el choque violento de
estos dos imaginarios de país -puestos por primera vez en contacto al reclutarse los ejércitos
d� la independencia- abre una trama narrativa político-literaria en el territorio argentino, que
gira en tomo a una figura central: la.figura de Juan Manuel de Rosas. Es precisamente en este
período cuando se produce un cambio significativo en la relación que mantenía basta entonces
el intelectual con la política, pudiéndose observar cómo desde el punto de vista del discurso
literario, del discurso histórico, del discurso político, la figura de Rosas -ya sea a través de
sus seguidores como de sus detractores- se instala en el marco de una historia de legitimación
ºe proyectos concretos.
• ,
L'• ;
Rosas, poderoso estanciero de Buenos Aires y hábil político, en poco más de una década
lo�� �r r�lidad a la unificaci�n del país, concretando en su persona la "Suma del poder
_
publico e �m�o�endo su autondad sobre el resto del convulsionado territorio argentino.
· Desde el pnncip10 su.figura provoca sentimientos de adhesión o rechazo y se convierte en
�teria de �i�usió� ; una di�usión provocada por la misma práctica política que pone en
3
Juego con mdiscuttble sagacidad: aparentar el apoyo a una clase mientras propicia la
consolidación de otra.
En �te marco, Rosas aparece como referente tanto político cuanto literario para un
.
grup? de JÓven� que, �esde las �elites letradas" de Buenos Aires y el Interior, pretenden ser
consi�ei:ados la mstanc1a a!temattva de un proyecto de país que mira estrábicamente a Europa.
Adscnb1endo a una retónca romántica de la sensibilidad, la Generación de 1837 intenta
diseñar -lo que en este caso significa "escribir"- el momento fundacional de la nación.
·. Sabemos: 1837 opera como el hito de origen de esa Generación que comienza a escribir
a la Argentina-nación con los tonos de una novela política. La búsqueda del origen involucra
un elemento regenerador; es la preocupación por hallar lo primigenio, lo que no tiene
antecedentes, el tiempo fuerte en que se fijan los rasgos del espíritu popular, el que los artistas
deben escrutar para plasmarlo �n sus obras, caos que deviene orden por la mediación del logos
! que vuelve al pueblo, debidamente compuesto, por una segunda mediación, la que
el
mtelectual cumple precisamente entre el lagos y el pueblo4•
1".1
vuelta al �rigen o�liga a una reflexión crítica sobre la historia patria y, en sentido
_
contrano, es una 1mp�s1c1ón de la misma historia vivida. Los jóvenes del 37 aceptan el
programa de la revolución pero no sus consecuencias históricas; ha sido un plan
correcto que
ha degenerado, por lo que se impone el tiempo de su regeneración.
Es preci��ente en �e tiempo que Rosas ha llegado por segunda vez al
poder, en este
caso, como el md1scut1_�0Jefe de s provincia de Buenos Aires y cuando
_ � se les aparece a todos
como un hecho irreversible Y destmado a gravitar durante décadas sobre
la vida del territorio
148
Escritura y política: la novela...
nacional. El grupo de jóvenes proveniente de las elites letradas de Buenos Aires y el Interior
se declara destinado a tomar el relevo de la clase política que ha guiado al país desde la
revolución de Independencia basta el fracaso del intento de organización unitaria de 1824-
1827: fracaso evidente, si se evalúa el triunfo en todo el territorio nacional, en gen_eral, y en
Buenos Aires, en particular de los amenazantes jefes federales.
Frente a ese grupo unitario relegado por el paso del tiempo y aniquilado por el fracaso,
se erige el nuevo grupo que se autodefine como la Nueva Generación. Si ese fracaso unitario
puede ser ubicado en el fatigado espacio de supervivencia del Iluminismo, la Nueva
Generación se coloca bajo el signo del Romanticismo y por lo tanto se considera mejor
preparada para asumir la función directiva. Esta noción fundante -la de soberanía de la clase
letrada, justificada por la posesión exclusiva del sistema de ideas de cuya aplicación dependía
el cuerpo político (y no sólo político) de la nación- explica el entusiasmo con que la Nueva
Generación asume de Cousin el principio de la soberanía de la razón, convicción que Esteban
Echeverría hace doctrinaria cuando en 1838 escribe el Credo de la Joven Generación.
La avasalladora pretensión de constituirse en guías del nuevo país (y su justificación por
la posesión de un salvador sistema de ideas que no llegan a definirse con precisión) está
destinada a alcanzar una influencia, tal vez, menos evidente en lo inmediato pero
incuestionablemente más atribuible al nuevo grupo generacional de 1837. Heredera de ella
es la idea de acción y enfrentamiento políticos, la que para encontrar su justificación, debe ·
plantearse como imposición a una Argentina que en cuarenta años de revolución no ha
encontrado, todavía, su forma.
En 1837, entonces, la Nueva Generación se ve como la única guía política posible para­
la nación. Pero... está Rosas. Rosas que representa el único -y el último- obstáculo para el
advenimiento de una etapa utópica de paz y progreso. Nacido de la revolución, su existencia
puede darse en el marco de tensiones que su.figura protagoniza, alguna veces, y propicia,
otras. Una figura que adquiere carácter mitológico a través de la mitográfica desarrollada tanto·
por sus enemigos como por sus aliados. Una mitográfica que hace de la .figura-Rosas un
emblema fundacional a través del cual se parte y reparte el cuerpo real, imaginario y simbólico
de -eso que se intenta diseñar como nación argentina moderna.
Pero, también sabemos que cuando la figura-Rosas adquiere -para estos jóvenes- la
tonicidad de personaje narrativo la operación es de tal magnitud que su trascendencia y
proyección tienen la particularidad de balancearse indefinidamente en el fiel de una balanza
cuyas polaridades son la historia, por un lado, y la ficción, por el otro. O tal vez-y tensionando
esta afirmación un poco más- podríamos decir que esa.figura-Rosas se instala en la historia
por lo que de construcción ficcional implica al mismo tiempo que se ficcionaliza al no poder
dejar de ser (y hacer) la historia.
Existe, entonces, un modo de narrar al que pqdríamos denominar Rosas -con
mayúscula- que desata una verborragia discursiva mientras noveliza la escritura político­
literaria del siglo XIX en Argentina. En este sentido, la historia de la Argentina como nación
149
 AREA
ha sido -y sigue siendo- leída con más fuerza desde sus textos literarios que desde los mismos
textos de Historia dado que aquellos han señalado no sólo el modo de leer sino también el modo
de imaginar una nación. Esta afirmación parte, obviamente, de considerar a la forma-novela
en sentido extendido, es. decir como esa forma cultural que funda actitudes, referencias y
experiencias en el imaginario de una época al mismo tiempo que realiza el gesto de decirlo.
Desde sus tramas narrativas organiza el espacio de la ficción modalizándolo como historia
bloqueando otras narraciones emergentes o en formación5•
Es a partir de esta matriz imaginaria que me interesaría hacer jugar la novela argentina
de Juan Manuel de Rosas, diseño ficcional articulado a través de los imaginemas -según la
categoría operada por Abril Trigo6- político/literarios de una época que funda (y se funda en)
su condición de posibilidad a partir de la relación que establece con la figura emblemática
enunciada � arriba. David Viñas, desde su polémica afirmación en Literatura argenti11a y
realidad políiica1 expuso el dilema cuando planteó que:" ... la literatura argentina comienza
con Rosas", una formulación a partir de la cual se propone la necesidad de pensar la historia
de la escritura en la Argentina como una histori� de inscripciones, las que se han visto
materializadas en textos que exponen la particularidad de ser marcas de l ectura proyectivas
y progresivas a lo largo de los últimos dos siglos.
En la necesidad de configurar un espacio que ha sido problemático, violento,
desordenado, esta escritura ha emergido a través de los modos de leer una escena nacional cuyo
acento característico está en la actualidad de sus marcas; proyectada desde un horizonte de
negatividad, ella afirma lo que no es, aquello sobre lo que no va a tratar, aquel a quien no va
a nombrar. Es por ello que frente a tal paradoja narrativa el lector se ve impelido a leer los
a�tos de la historia escritos como literatura. Paradoja narrativa que abre una perspectiva casi
ntual donde se rechaza lo puramente referencial al mismo tiempo que instala un espacio donde
juegan -y se juegan- las versiones. Versiones que no se presentan como "literales" sino que
ap�recen como "literarias" ya que conservan el tono persistente de una estrofa sin fin cuyo eje
articula una pobre certeza: la de ser verdades insistentemente alteradas.
Estas puras apariencias tiene la ironía de leerse como un exceso de realidad cuyo único
.
rehe�e es el de la �acronía pensada como esa figura involutiva del tiempo y del espacio. Es
precisamente a part1r de este marco que los gestos de fundación se muestran como posibles
Y la Generación del 37 se propone escribir una nación. Ellos ven el territorio a través de una
�gura doble: Desierto/Rosas, espacio imposible, escenario de un proyec to de versiones
literarias que harán política. En consecuencia: para leer la escritura literaria argentina del siglo
XIX hay que asumir los tonos que la conformación de la nación intenta desplegar por el sólo
hecho de querer aparecer desde un registro institucional. Sin embargo, el g�to de fundación
no es sólo institucional dado que la historia se ha escrito -también- con literatura.
Dado, ento�ces, que la literatura expone sus modos de decir la historia genéricamente,
aceptando los matices que le otorgan las versiones, mezclando sus significaciones, adoptando
marcos desarticulados en sí mismos mi propuesta tiene por objeto detenerse en dos momentos
150
·Escritura y política: la novela...
de esos modos de decir:
a) Facundo-Sanniento (1845), es decir, el proyecto político-literario que se enfrenta a
Rosas mientras asume la ejemplaridad de ser una biografía moral que enmascara el afán de
escribir la otra, aquella que por ser inmoral se proy ecta al futuro como novela de la historia,
y
b) Roms-Mansilla (1898), un e11sayo de evaluación del proyecto de constitución de la
nación a partir de los rasgos de familia que Lucio V. Mansilla encama y asume. Desde el
incómodo lugar de un sobrino que intenta novelar a ese tío, el causerescribe sobredeterminado
por el peso de una conciencia histórica mortificada.
Así, desde gestos novelizadores de la.figura Rosas totalmente equidistante Sarmiento/
Mansilla construyen lectores -también- anacrónicos a quienes siempre tienen en cuenta. Con
tonos diversos exponen sus modos de leer la historia y fundan lecturas que hacen con lo
político, literatura. Facundo-Sanniento/Roms-Mansilla, dos páginas de un mismo libro,
dos partes de un sólo libro, escrito con la distancia de tiempo necesaria (aunque no suficiente)
como para que el desarrollo histórico intente dar una evaluación de los proyectos de nación
llevados a cabo a lo largo del siglo.
l. (1845) Facundo, el Rosas de Faustino
"En lugar de escribir el Facundo, como pretende, ha escrito el Faustino, como el libro
lo demuestra, pues las ideas, las cosas y los i11tereses eco11ómicos que Facundo sostuvo como
agente de Rosas, son las que hoy sirve y sostie11e el biógrafo de Facundo, como i11strume11to
del orden de intereses que se encarnó en Rosas". Juan Bautista Alberdi
8
Hayden White9 plantea que la narrativa histórica no llega a desarticular las falsas
creencias sobre el pasado, la vida humana, la naturaleza de una comunidad sino que expone
la forma en que la ficción -que siempre ha sido señalada como la modalidad específica de lo
literario- presenta a partir de sus construcciones las pautas constitutivas de los acontecimientos
imaginarios. Es por ello que la narrativa histórica podría ser considerada como un discurso
que dice una cosa y significa otra.
En el caso del Facundo de Sarmiento, esta operación puede ser estudiada a partir de su
explicitación dado que el escritor la expone como el objetivo mayor de su texto. No deja de
ser interesante enfrentarse a dicho objetivo desde la "Introducción a la edición de 1845" dado
que en ella, el escritor argentino se ve en la obligación de damos ciertas pistas que funcionen
con el carácter de pautas de lectura a seguir. Micro-relato programático en sí mismo la
151-
 Escritura y polltica: la novela...

ecisamente en este sen!i?o que la novelización

ciudad/desierto; civilización/barbarie • Es pr
12
Introducción-grilla asume los tonos del texto a partir de su acápite desde el cual se exige del
sarmientina asume como imp nta el r go que la desata cuando exphc1tamente confiesa que:
historiador que abandone todo rasgo de impasibilidad m. Faustino "asume" la ímproba misión ro as

de descifrar el enigma que la Esfinge Argentina propone al exponer la necesidad de "estudiar

. prolijamente las vueltas y revueltas de los hilos que lo forman y buscar en los antec edentes n Para mí no hay más que una época histórica que me co11muev�, afecr_
e o inte�ese, y es
nacionales, en la fisonomía del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, los puntos adelan te, como fue combatirlo mz solo estimulante
la de Rosas. Este será mi estudio único, en
en que están pegados" (F:241). malos.
al trabajo, mi solo sostén en los días
A través de dicho estatuto, ese Sarmiento acuña la novela-Rosas enmascarada en la ªSi alguna vez hubiera querido suicidanne, esta sola consideración me
habría detenido,
alegoría-Facundo, dado que a partir de esta última no ve {y, en consecuencia, no escribe ••
como a las madres que se conservan para sus huos .
n 13

acerca de) "un caudillo simplemente, sino [de] una manifestación de la vida argentina tal como
la han hecho la colonización y las peculiaridades del terreno a lo cual creo -Sarmiento, agrega­
r las �trategias
necesario consagrar una seria atención, porq ue sin esto la vida y hechos de Facundo Quiroga Novelización que hace de la biografía, la trama privilegiada para expone
son vulgaridades que no merecerían entrar sino episódicamente en el dominio de la historia. discursivas de quien se instala como biógrafo y al � acerl � , empren de la tar � �� e�ercer u�a
al b10grafi ado con n JU�c10 que mir�
Pero, Facundo, en relación con la fisonomía de la naturaleza grandiosamente salvaje que evaluación a través de la cual se castigue o se prerme
u

en s p pósito y afirma sm embages 01

prevalece en la inmensa extensión de la República Argentina; Facundo, expresión fiel de una a la posteridad. En este sentido, Sarmiento avanza u ro

manera de ser de un pueblo, de sus preocupaciones e instintos; Facundo, en fin, siendo lo que rubores que:
fue, no por accidente de su carácter, sino por antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad,
es el personaje histórico más singular, más notable, que puede presentarse a la contemplación buenas
"Gusto a más de esto de la biografía. Es la tela más adecuada para estampar las
de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran movimiento social no el vicio triu,ifan te,
ideas; el que la escribe ejerce una especie de judicatura, castigando
es más que un espejo en que se reflejan, en dimensiones colosales, las creencias, las de un troza de
alentando la virtud oscurecida. Hay en ella algo de las bellas letras, que
necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación, en una época de su historia"(F:247). haría sin tomar
mánnol bruto puede legar a la posteridad una estatua. La historia no mar�
El movimiento en la construcción significante que Sarmiento lleva a cabo es claro: la la nuestra hubiera de ser riquísima en caracte res, si los qu� pueden,
de ella sus personajes, y
alegoría diseñada será ejemplar por lo que de singular tiene como personaje simbólico dado ra eos. E�
recogieran con tiempo las noticias que la tradición conserva de los contemp� �
que si atravesamos el texto para llegar a otros de sus lugares, es decir, si avanzamos estos 111d1can casi
aspecto del suelo me ha mostrado a veces lafisonomí� d� los h07:bres, y
transversalmente desde la "Introducción" a la "Tercera parte: Gobierno Unitario. Presente y siempre, el camino que han debido llevar los acontec1m1entos
11

Porvenir" observaremos que el personaje toma vida propia y da encarnadura al "monstruo que
nos propone el enigma de la organización política de la República". vida, ha �sistido
Esta confesión es paradigmática dado que Sarmiento, a lo largo de su
El monstruo deja de ser cifra para tener historia y -todos lo sabemos- la historia, para
en la escritura de la novela política argenti na d es de su p as ión. Novela arma � a par:tir d� una
poder ser contada, debe actualizar matices. Matices que dicen tanto de aquel que la escribe
lógica de predicados iracunda cuyo tono le hace confun dirse en la parad �Jª que 1mphcaba
como del que la hace ya que si bien a éste se lo expone, a aquel se lo señala a partir de su relación sentido res lta más q e ap piado c�nvocar la
escribir el ser/no ser de Rosas. En este _.
u u ro
de compromiso con el objeto hecho historia. Un compromiso que, al decir de Sarmiento, es a que Sarmie nto, al poner en escena un [e]spmtu
afirmación de Noé Jitrik cuando señalar
con aquel historiador del cual se exigía el amor a la humanidad o a la libertad y una justicia ra ue de �onvencer. Es
fundamentalmente acumulativo y efectista trata menos de demost � J
imparcial para que no fuera un impasible y del que se pretendía que deseara, supiera esperar,
fácil -agrega- determinar este objetivo: es como u na s u erte de pres10 ? que eJerce sob�e el
sufriera o disfrutara de lo relatado 11• e se entere de algo c ya enorrm dad o monstruosu;lad
lector cubriéndolo de datos como para q u u

Escritura y política, es la fórmula, parece decimos Sarmiento mientras acalla que, sin tiene fatalmente que condenar. Si el lector in tu ía por s u propia c � � ue Facundo o Rosas
en q
Rosas, no sólo no existiría Facundo sino que tampoco, Fausti110 ; algo que también ejecuta su intuició n median te exphca c10nes en�adena�� que
eran bárbaro s, Sarmiento refuerza -
la Generación de 1837 en la medida en que sus "narraciones" intentan silenciar los valores de representa como corroboraciones robust ec idas por valores verbale s de emoc1on y lmsmo,
talmente adu lterada por
la inscripción que Rosas realiza en el cuerpo político del territorio nacional. Narración pero cuya exactitud histórica no es sólo variable sino que a v�� e: ��
literaria/inscripción política, términos opositores que devienen en las múltiples dicotomías el tono empleado en el relato, tono reconociblemente coerc1hvo
fundacionales que la época tanto propone como expone: unitarios/federales; destierro/tierra;
152
153
f
 AREA
Uno de los aspectos más"importantes que hay que, entonces, tener presente cuando se
· traba.ja con Faustino es reconocer la novela que expone en el momento de figurar la
.complejidad del espacio político. Con esto pretendo decir que Sarmiento ficcionaliza sus
saberes, y de esta forma, su escritura adquiere el carácter de acto estético en el que convergen
·diferentes tramas genéricas: "una especie de poema, panfleto e historia" como él mismo la
�racterizara en algún momento narrativo de su vida.
Un campo de ficción que exige del lector que articule una constante operación de ajuste
genérico con el objeto de poder atravesarlo. La contaminación de sus tramas discursivas es
de tal magnitud que este lector siente, finalmente, que no tiene respiro para dirimir entre
historia y ficción, acabando por abandonar la tarea, en manos de Faustino, por imposible. 16
2. · (1898) Cuando se es sobrino de Rosas...
"La locura de Sanniento lo validaba en su crispación romántica; la locura de Mansilla
lo descalifica para la mirada positivista". David Viñas 17
Lo primero que nos asalta cuando se intenta biografiar a Lucio Victorio Mansilla es el
peso de una trilogía histórico-ficcional de la que le fuera imposible desprenderse: sobrino de
Juan Manuel de Rosas, hijo del general Mansilla (cuñado de Rosas) y de Da. Agustina Ortiz
de Rozas (hermana menor del "tirano"); una serie que agobia, aplasta y paraliza aún hoy (fines
del siglo XX) a quien tan solo intente pensar acerca de lo que significa estar determinado -
desde el nacimiento- por figuras emblemáticas de ese calibre.
Lucio V. nos lo dice -o intenta decírnoslo- a través de esa verborrágica dispersión -que
es lo mismo que decir esa interminable digresión- que es su escritura; una escritura que intenta
· "disparar" (en sentido bélico pero también en sentido coloquial) sobre y de esa trilogía que
lo ha instalado en el imaginario histórico-político argentino del siglo XIX: la trilogía Rosas/
Mansilla/Rozas. A partir de la misma (o tal vez, podríamos decir, a causa de ella) sólo se
pueden contar anécdotas, fragmentos de recuerdos, memorias parciales, en los que el accionar
siempre se hace en nombre de los otros.
En 1898, Mansilla escribe su Rozas, un libro que "no es, no puede ser, no debe ser ni
una justificación ni un proceso [dado que sería] un libro de partido que no sustituyendo las
realidades históricas a los disfraces de la leyenda, no haría sino aumentar la incertidumbre y
las confusiones; [es por ello que será] un libro de buena fe, de completa y absoluta buena
Je•.(R:13)
Teniendo en cuenta, entonces, este "propósito", me interesa destacar el carácter de
154
Escritura y polltica: la novela...
emblema que posee la anécdota con la que Lucio intenta pensar/explicar la historia del nombre
de su tío (la centralidad de la historia del tío que ubicará al sobrino siempre en el margen).
Castigado Rosas por su madre a causa de una desobediencia, castigo que significaba encierro
y penitencia a pan y agua, aguarda la noche. Cuando todos duermen -nos relata "deslumbrado"
Mansilla-:
jalseó la cerradura, escribió con lápiz en un papel que puso en sitio visible unas
palabras, se desnudó y casi como Adán salió a la calle yendo a casa de sus primos, .los
Anchorenas, a vestirse y conchabarse./ Al día siguiente, cuandofueron a llevarle el pan y el
agua, hallaron el susodicho papel, el cual rezaba esto: "Dejo todo lo que no es mfo, Juan
Manuel de Rosas", con s./ Y éstefue su primer acto de rebelión contra toda otra autoridad
que noJuera su voluntad. Y de ah( que en lo sucesivo sefinnara como no debía, puesto que
su verdadero nombre patronómico era Juan Manuel Ortiz de Rozas, Rozas con z y no con
s. "(R:34)(18)
Rosas (con s) operará siempre como contracara de Mansilla y éste, a su vez, como una
sinécdoque mortificada de aquel. La figura en tonos sannientinos del tirano -una sombra
terrible constantemente evocada- insiste desde puntos diversos en toda la escritura de
Mansilla; y su insistencia tiene un registro de tal centralidad que los rasgos del sobrino adoptan
la modalidad de lo que podríamos llamar anotaciones al margen. Mansilla anota al margen
de esa figura desnuda, la que -a pesar de su desnudez- todavía puede "desprenderse" de aquell�
que "considera" que no le pertenece y fundarse con la escritura de otro nombre, el que sin
embargo sonará igual y con mayor potencia que el anterior. Contracara perfecta de Mansilla,
quien siendo al mismo tiempo un Mansilla más un Rozas,jamás habrá de sonar histórica o
políticamente ni como el uno ni como el otro. Y es precisamente porque no suena que anota,
ya no en el cuerpo del texto sino en sus márgenes.
En este sentido, no dejan de ser particularmente atractivas las relaciones de escritura que
la figura Rosas ha desatado en la imaginación histórica del siglo XIX argentino, instalando.
una trama intelectual en el espacio de la oposición que funda el imaginario de nación a través
de las escrituras de Echeverría, Sarmiento, Alberdi, Mármol, entre otros, es decir, una
generación que desde la oposición al proyecto rosista se propone como alternativa única para
dar a la Argentina su estatuto de modernidad.
Sin embargo, no menos atractiva es la producción significante que esta figura generara
a partir del espaciofamiliar, donde el enfrentamiento político o la enemistad partidaria eran
vividas/sentidas como versiones, es decir, como relatos privados y, por lo tanto, hechas
circular como temas de conversación (" ¿Acaso en la misma familia -agrega- no se aseguraban
antes, para desahogarse, de si alguien podía escuchar?"(R:9)). En este sentido, Mansilla,
confiesa tener: "impresiones vivaces de aquellos tiempos en los que no padecimos, que nos
obsesionan penosísimamente; y cuando pensamos que los que mataban eran hombres como
155
 AREA
nosotros, en cuyas rodillas cariñosas nos hemos sentado, ocúrresenos que pueden haber sido
perdonados como inconscientes de crueldad -no así los que lo azuzaron. Quién sabe si no
creían que matar era un remedio para tantos males como los que afligían al país" . 19
Mientras en el espacio del opositor el cuerpo político era partido (y repartido) en
dicot?mí�s tales como I� de unitario�/federales; civilización/barbarie; europeísmo/
_ lo cobarde, mitad tigre por lo sanguinario(...)" (F:241), por un lado, y para aquél o aquéllos
amencamsmo, en el fallllhar éstas se ve1an atravesadas por un registro menos trágico al
adquirir las modulaciones del sobreentendido afectuoso:
"(. ..) Rozas, rue daba escalofríos a los hombres que le veía11 por primera vez, 110
. . _
m!1midaba a los milos que se le acercaba11 esponfá11eame11te; él los acariciaba(... ) Los
sabados como regla, eran innumerables los sobri11os de Rosas que iban a jugar a su casa co11
.º
esta consig11a p�terna materna_-· "Ypídele la be11dición a tu tío./Los chiquillos iban y ve11ía11,
e11traban y salra11, gr1taba11 y s1 se e11co11traba11 en alguna de las piezas con su tío, éste les
decía: "Juegue11, diviértanse; pero 110 me toque11 los papeles, 11i se vaya11 sin verme./Así se
hací�./Al ponerse el sol u11a sarta de sobrfoos iba a buscar al tío; aunque estuviera ocupado
escribiendo o co11 gente, los acogía risueflame11te./ Todos por turno pedían la bendicióll, y
todos por turno recibían un regalo idéntico que co11Sistía en tres cosas: un pesofuerte (plata
blanca),_ una doce11a d�divisas colo�adas y una litografía con el retrato de Quiroga, cuyas
proporcw11es se comeman e11 una hoJa como un pliego de papel de oficio abierto. /Al dar
esto
último, Rozas decía (se lo decía a cada uno): "Tome ese retrato, sobrino,· es de u11 amigo
que
los salvajes unitarios dicen que yo he mandado matar"(R:34).
Si bien es cierto que el Rozas de Mansilla es ese tío a quien se le pide la bendición
hiient� se reciben de él tres clru:� de regalos donde el afecto se ve modulado por lo
político
<no olvidemos que se tratan de d1v1sas coloradas y una litografía de Quiroga), es también
un
Rozas evocado para entender el presente (1898) inquiriendo el pasado desde una mirada que
ptetende adentrarse en e! porvenir ("Entender el presente es inquirir el pasado:
_ _ y, bien
conoc1do _ lo actual, la llllrada reflexiva penetra en lo porvenir, a la manera que el lente
tttaravdloso nos ayuda, revelándonos que lo invisible para el ojo desnudo es un
mundo
fecu�do, en c�ya atm�sfera hay seres, formas, ideas para el sabio" (R:23)) Un
Rozas que
· podna haber sido �cnt� -en parte, al en s- t einta y cinco años antes de esa fec
_ � ? � ha, pero
entonces el ha hubiese sido una presencia h1stónco-política lo suficientemente potente
como
para _ c�nta�inaraún más al sobrino. Un sobrino que adscribe al postulado de que
"no se puede
escnb1r , ru e11Sayando, la historia de una época representada por un hombre
en el que se
concentran todos los poderes, los más formidables, como disponer de la vida
del honor de
la fortuna de sus semejantes, sin buscar en sus antepasados, sino todo el
misterio de su al:Ua,
algo así como la clave de algunos de sus rasgos prominentes, geniale
_ s; rasgos que llegan a ser,
en ciertos mo�:ntos, como un contagio, bajo la influencia
de su extraña, complicada y
poderosa ecuac10n personal"(R:21).
156
Escritura y política: la novela...
Por otra parte, el "Rosas de 35 años antes" era el material político-literario de una
generación de escritores (también políticos) donde lo familiar como intimidad no tenía
cabida. El espacio que se jugaba en esa escritura era el público, es decir, aquél que ponía en
funcionamiento las tramas genéricas de la diatriba, la polémica, el grito encendido. En ese
espacio no había lugar para tíos ni sobrinos, sino para "un monstruo que (...) propone el
enigma de la organización política de la República; [una] Esfinge Argentina, mitad mujer por
que finalmente descifraría(n) el enigma matando a la Esfinge con el objeto de dar "a la Tebas
del Plata el rango elevado que le toca entre las naciones del Nuevo Mundo"(F:241).
En este marco no resulta difícil evaluar el silencio de ese sobrino quién por esos tiempos
no debe haber tenido (o no puede haber tenido) mucho más que decir. Recordemos que
Mansilla nace en el preciso momento en que Juan Manuel de Rosas asciende a la Suma del
Poder, lo que quiere decir que vivió esa etapa fuerte de la historia argentina desde el lado de
los "amigos" -más que eso, del de los "parientes", es decir, desde el costado familiar- del
régimen. Adolfo Prieto plantea que el derrumbe de Rosas se produce cuando los hijos de es tos
amigos/parientes/familia son demasiado jóvenes como para haber sido llamados a ocupar un
cargo en el gobierno. 19 En el caso específico de Mansilla, casi diríamos que es ejemplar como
rasgo de su vida el que continúe siendo para la mirada del otro, un hijo de, si no ya demasiado
joven, sí demasiado contaminado como para ser llamado a ocupar algún espacio de privilegio
en el espacio político, después de Caseros. Mansilla vive una larga historia que coincide
cronológicamente con la historia de la constitución de la nación argentina moderna, sus
hombres (Sarmiento, Mitre, Avellaneda, Roca, entre otros), proyectos, programas, éxitos y
fracasos. Esta coincidencia cronológica le señala constantemente la.filiación histórico-política
de la cual proviene; señalamiento patético cuando no feroz que tiene en la bibllotecafacciosa
de una generación político/literaria su garantía de sobrevivencia.
No podemos dejar de conectar una anécdota que consideramos emblemática en la
historia de Mansilla y en Mansilla como historia. Lucio es sorprendido por el General
Mansilla, su padre, leyendo en su estancia de Ramallo, El Contrato Social de Rousseau al
mismo tiempo que es enfrentado por éste con las siguientes palabras: "Mi amigo, cuando uno
es sobrino de don Juan Manuel de Rosas, no lee El Contrato Social si se ha de quedar en este
país, o se va de él si quiere leerlo con provecho".
El peso de esta anécdota -que maliciosamente nos conecta con aquél otro "peso fuerte
de plata blanca", primer término de la trilogía de regalos infantiles emblemáticos- es uno de
los pocos, si no el único, rasgo de centralidad visualizable en Mansilla; un peso que hace
impacto y estalla en una multiplicidad de fragmentos -también emblemáticos- cuando Rosas
se ve expulsado del poder, evacuado del espacio público, mientras se convierte lentamente.,.
una lentitud que recorre más de tres décadas- en un tío narrativo a través del cual se inquiere
157
 - AREA
. casi co� desesperación: "POR QUÉ esas cosas pasaron como se sabe [para poner] en la balanza
·a los unos y a los otros [mientras se les asigna] caritativamente la parte de responsabilidad que
les éorresponde"(R:55).
Sin embargo; es un "por qué" el cual recién podrá ser articulado veinte años después
de la muerte de ese tío (1877), en las postrimerías de un siglo que permitirá resignificar (y,
por ende, ayudar a evaluar) proyectos y programas; sobre todo cuando ese sobrino ha
alcanzado una edad que le permite sentirse tanto un abuelo cuanto un hijo y siente que puede
darse un plan para responder al interrogante ("[e]l plan será genético o cronológico en su
conjunto, sin precisar fechas; no nos proponemos tampoco autorizar nuestra palabra con
citaciones de documentos oficiales ni recortes de gacetas, teniendo una gran documentación
en la cabeza, imágenes de impresiones pasadas, aunque no hayamos sido precisamente
contemporáneos, y cuyas imágenes mnemónicas sentimos que podemos evocar con alguna
vivacidad, como si los hechos remotos fueran incidentes de ayer"(R: 15). Entonces, con menos
desenfado que melancolía, se permite anunciar que, a pesar de todo ese peso de la historia es
preferible hablar que, en el caso de Mansilla, significa escribir dado que tiene "a veces el
silencio un no sé qué de deletéreo cuando se hace alrededor de los que necesitan que sus actos
sean notados; callarlos es como un deprofundis. Los derrotados no hablan, caminan mustios,
con más o menos precipitación, meditando sobre los reveses de la fortuna"(R:41).
. Tal vez también como un emblema -aunque resulte curioso categorizarla así en un siglo
en el cual dicha figura siempre estuvo marcada por los tonos de la posesión y en el caso de
Mansilla éstos adoptan los del despojo- podríamos evocar la ocasión en que Mansilla confirma
que en el gobierno del Presidente Sarmiento -y a pesar de todas las señales brindadas con
respecto a su relación con Dominguito- su destino político sería tan sólo el de ser un
comandante de fronteras, en Río Cuarto, a las órdenes del General Arredondo. Pobre
recompensa para quien se atribuía una parte principal en la elevación de Sarmiento al poder.
Pero Lucio no era sensiblero. Sin embargo, el golpe había sido duro. Escribió con melancolía:
"En este momento de mi vida represento el papel de un concurrente que no halla lugar ni de
pie en la gran representación política, que él mismo ha organizado•.
Evidentemente. el tema y el problema de Mansilla había sido siempre el de "hallar un
el
lugar", que le fuera sucesivamente desplazado (en lo real y en lo imaginario) a una instancia
de indeterminación cróniéa. Lo que Mansilla no estuvo nunca demasiado dispuesto a aceptar
fue el hecho de que ese lugar había tenido su hora: era el lugar que le otorgaba el pert�necer
a la familia de Rosas. Si bien la contaminación política que había generado la unión de sus
padres le había garantizado un cierto grado de feroz benevolencia (valga el oxómoron) por
parte de los opositores del "tirano", la biblioteca facciosa enunciada más arriba operaba como
la paradoja garante de la memoria. Biblioteca facciosa y verborragia mansilleana son los
té�os ·de una memoria rencorosa que encuentra en el excéntrico Lucio su blanco
privilegiado.
iss
Escritura.y polltica: la novela...
El general Roca le habría dicho: "Enciérrese en su casa por un año, no hable, no escriba
y vendrán a buscarlo para hacerlo ministro". Sin embargo... Lucio habla y escribe en razón
de que sabe que el silencio es la verdadera garantía de su desaparición. En sus memorias acuña
casi una aporía que podría funcionar en este trabajo como su carta de presentación: "Si pido
no me dan y si no pido tampoco me dan".20
Soportando el peso de esta negatividad, Lucio escribe su Rozas, e� tonos menores, a
través de digresiones, de exabruptos, de miniaturas. Conversa -se ve impelido a conversar­
acerca de todo aquello que para la centralidad del siglo XIX hubiera tenido que quedar al
margen de la novela; un margen que leído desde la actualidad se vuelve una lúcida evaluación
social de todos los proyectos que no hicieron de Mansilla un protagonista.
NOTAS
El presente trabajo es parte de una investigación mayor y fue leído en el XVIII lnternational Congress organizado
por la Latin American Studies Association (LASA), el que se llevara a cabo durante los dóas 10 a 12 de marzo
de 1994, en Atlanta, Georgia, USA.. Mi participación tuvo carácter de panelista invitada al 178/LIT36 Panel:.
Argentina: escritura y política, recibiendo para tal fin una beca otorgada por la LASA.
(1) SAID, Edward, Culture And Imperialism, Alfred A Knopf/New York, 1993.
(2) SARMIENTO, Domingo F., Facundo o civilización y barbarie, Buenos Aires, Ed. Sopena, 1958, (p.49). (Las
citas bibliográficas serán a partir de este texto. Salvo indicación expresa, los subrayados en el texto serán míos)�
(3) PRIETO, Adolfo en La literatura biográfica argentina, Buenos Aires, Editorial Jorge Alvarez, 1966,
considera que: "El complejo proceso político-social vivido entre 1820y 1852 (...) se desarrolló sobre la enconada
y suicida lucha de dos facciones: unitarios y federales. Ambasfacciones representaban una distinta concepci6n
política y diversos intereses ·econ6micos. enfrentadas desde los comienzos mismos de la Revoluci6n de Mayo, una
y otra comente se habían esterilizado en un confusoforcejeo, hasta que arrojaron aljlamante país en las puertas
de la anarquía".(p.10). •... el rosismo constituyó un verdadero trauma de la conciencia colectiva, un golpe q11e
escindió a la sociedad de su tiempo en réprobos y elegidos, condenando a los dos sectores a la mutua recriminación.
La literatura de esos allos agigantó y volvió más espesa la sustancia de un conjlicro tópicamente maniq11eo, y la
literatura posterior, desgajada de las bases históricas y sociales que le dieron origen, contin11ó, sin embargo,
reviviendo en la conciencia colectiva las viejas tensiones del cor¡flicto •.(p.87)
(4) Cfr. MATAMORO, Bias, "La (Re)Generación del 37" en Revista Punto de Vista, N 28, Buenos Aires,
º
Noviembre, 1988.
(5) Cfr. SAID, Edward, op. cit.
(6) En Caudillo, Estado, Nación. literatura, historia e ideología en el Urug11ay, Ediciones Hispamérica, 1990,
Abril Trigo plantea que "detrás del discurso racional -verdadera fachada- reside el imaginario, substrato
preracional que constituye la auténtica matriz de las ideologías, donde radican los deseos, los intereses, las
apetencias del individuo y su clase. Este magma se plasma en imaginemos, verdaderos núcleos significantes de
naturaleza presfgnica cuya manifestación a nivel del discurso, la constituyen los ideomitos. Estos son conglome­
rados simbólicos que sincretizan los difusos componentes de los imaginemos matrices, a los cuales potencian y
proyectan en el discurso racional de supe,jicie con el cual generalmente se identifican las ideologías. Su índole
159
 º
AREA CUADERNOS••• Año 2- N 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)

simb6lica y su anclaje al imaginario les confiere una mayor resistencia al desgaste hist6rico, no obstante lo cual
admiten la elaboraci6n de divergentes versiones que pueden asumir un carácter contradictorio, de acuerdo al punto
de vista de clase que las determine. De este modo, los ideomitos pueden sustraerse al cambio hist6rico, afirmarse
en su ahistoricidad y confinnar, petrificándose el statu quo, pero pueden también constituirse el origen de un
proyecto de subversi6n del mismo. En el primer caso congelan el pasado; en el segundo se afirman en él postulando
unjitturo. Pero en última instancia, los ideomitos remiten siempre a los imaginemas de los cuales proceden, última LA COMEDIA SOCIAL DE SURIGUEZ Y ACHA: UNA LECTURA
ratio a que es reducible todo discurso, que no es, en puridad, sino una representaci6n de s( mismo, una inde-¡;¡¡;,
universali1.aci6n de una particular visi6n del mundo•.. ".(p.27)
DE LA MODERNIZACION EN ROSARIO - ARGENTINA1
(T) VIÑAS, David, Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Jorge Alvarez Ediciones, 1964.
(8) ALBERDI, Juan B., Proceso a Sarmiento, Buenos Aires, Ediciones Caldón, 1967, (p.13).
(9) Cfr. WHITE, Hayden, "La cuestión de la teoría historiográfica actual• en El contenido de la forma. Narrativa, Agustina Prieto•
discurso y representación histórica, Barcelona, Ediciones Paidós, 1992, (pp 41-74).
(10) Privilegiada por Sarmiento del Cours de Litérature[sic] de Villemain, la cita subra ya que: Je demande 6
/"historien l"amour justice impartiale ne doit etre impassible. llfaut, au contraire, qu"il souhaite, qu"il espere,
que"il soujfre, 011 soit heureux de ce qu"il raconte",(p.240).
(11) Cfr. nota (10)
(12) Cfr. ARE�, Lelia Y PARODI, Cristina, "Escritura y silencio: el otro(?) Facundo de Sarmiento? en AREA
Durante la segunda mitad del siglo XIX muchas de las ciudades latinoamericanas se
Lelia Y MORANA, Mabel (comps), La imaginación histórica en el siglo XIX, Rosario, UNR Editora, 1994. ' modernizaron, experimentando cambios profundos en su economía, su sociedad y su
(13) Citado por PALCOS, Alberto en Sarmiento, Buenos Aires, Edil. Ateneo, 1938, (p.83) y en Obras Completas fisonomía. "Ellas mismas, escribe José Luis Romero, tuvieron la sensación de la magnitud
XIV, (p.78). del cambio que promovían, embriagadas por el vértigo de lo que se llamaba el progreso y los
(14) SARMIENTO, Domingo F., Campaña en el EjércitoGrande, México, FCE, 1958, (Edición, prólogo y notas viajeros europeos se sorprendfan de esas transfonnaciones que hacían irreconocible una
de Tulio Halperín Donghi) ciudad en veinte a/Jos ". 1
(15) JITRIK, Noé, Muerte y resurreción de Facundo, Buenos Aires, CEDAL, 1968.
La ciudad se impuso como tema a los escritores de la segunda mitad del XIX, escritores
(16) Cfr. AREA, Lelia, "El Facundo de Sarmiento o las políticas del paisaje• en AREA. Lelia, FOGSGAARD Lene
que se vieron impelidos a recoger en un mismo movimiento, advierte Angel Rama, una
y PARODI, Cristina, Sarmiento, Mansilla, Hemández, Gniraldes: modos de escribirla argentina, oan:nark,
·ISA N º 54, Romansk lnstitut-Aarhus Universitet, 1993. multiplicidad de caminos, estilos y temas que se tradujeron en la superposición de estéticas
(17) VIÑAS, David, Literatura argentina y realidad política. Apogeo de la oligarquía Buenos Aires ' Siglo -el último romanticismo, el realismo, el naturalismo, el pamasianismo, el simbolismo, el
Veinte, 1975. ' positivismo, el espiritualismo, el vitalismo- que definió la peculiar configuración sincrética
(18) MANSILLA, Lucio V., Rozas. Ensayo histórico-psicológico, Buenos Aires, Editorial Bra gado 1967. (Las y abarrotada del modemismo.2
citas bibliográficas serán a partir de este texto. Salvo indicación expresa, los subra yados en el texto ;erán míos).
La Comedia Social, novela escrita en Rosario en 1904, es un bueri ejemplo de la
(19) PRIETO, Adolfo, op. cit.,(p.138). superposición de temas y estéticas que matri7.an la cultura del novecientos en el Río de la Plata.
(20) Cfr. POPOLIZIO, Enrique, Vida de Lucio V. Mansilla, Buenos Aires, Pomaire, 1985. Es además, la primera novela que tiene como escenario a Rosario. La segunda, Despertar,
de 1908, es una nueva versión de la La Comedia Social. Ambas fueron escritas por Carlos
Suriguez y Acha, "suave y profundo psicólogo que aún no ha sabido annonizar estas
cualidades con el manejo del idioma", autor también un libro de narraciones campestres, En
la Pampa, y de poemas, algunos de ellos publicados en La Protesta.
3

La ciudad y la sociedad del novecientos son, respectivamente, la urdimbre y la trama

de La Comedia Social. Del novecientos rosarino, esto es, de una ciudad que fue un producto
de la modernización antes que una ciudad modernizada: hacia 1850 tenía unos 3. 000

• CIUNR- Universidad Nacional de Rosario

160 161

I
 PRIETO
habitantes, medio siglo más tarde, cuando Suriguez y Acha escribió su novela, era una pujante
ciudad portuaria y comercial, con una población que sobrepasaba las 130.000 persoilas.4
En las páginas que siguen se rastrean las ideas y las imágenes sobre la ciudad y la
sociedad de la modernización que recorren la novela de Suriguez y Acha tratando, al mismo
tiempo, de confrontar la ciudad que emerge de la obra literaria si no con la ciudad real, con
la que ha sido reconstruída, en parte, por la historiografía.
La escena urbana
En La Comedia Social aparecen muchos de los temas, ideas e imágenes del
pensamiento urbano decimonónico. De los temas que recorren la vasta producción artística
e intelectual sobre la ciudad moderna, Suriguez se detiene en la calle, el boulevard, la
multitud, el suburbio, el campo, la máquina, las casas de los ricos, las habitaciones de los
pobres, la cárcel. Son los escenarios en los que se despliega la Comedia Social: la ciudad como
teatro, una vieja metáfora.5
El primer escenario de la novela es un conventillo dibujado, como sus habitantes, con
trazos costumbristas. Abundan las descripciones naturalistas.
El segundo escenario es la calle, donde se cruzan por primera vez los protagonistas de
este drama rosarino. Allí es donde Juan* ve a Celia, que lo impacta tanto como la calle misma .
.Celia, "mujer del gran mundo", de "tan seductora se le antoja repugnante" . Mira los
escaparates de las tiendas y las vidrieras de confiterías y cafés intensamente ilu�ados, "con
su clientela que bebe y conversa bulliciosa en medio de la más franca alegría" .2 como se
1¡
s1. fuera 1_ a pnmera . .
(p
. vez, adv1rt1endo que hasta entonces no había "reparado ni en esas gentes
ni en todo esto ... diría que estaba donnido y que recién despierto a esta vida!" .2JJ
(p
La calle es el lugar de la multitud.6 El individuo de la novela de Suriguez puede perderse
en el fragor del tránsito: "... en vano se pierde (Juan) en sus calles embellecidas por la
actividad del comercio y de la industria, en aquel ir y venir de los transeúntes, en aquel
encontrarse, enfrentar, y después seguir de los carros y coches que a distintos puntos de
Rosario en los días de labor... " .149> (p
• J�n: huérf�no recogido d�I hospicio por un humilde matrimonio. Sus verdaderos padres son la rica burguesa
_Celta Y el propio padre de Celta. Artesano ebanista, su especialidad es el an nouveau. Vive en un conventillo. Preso
por �n delito qu� no come!ió, e? la cárcel conoce a Spierson, quien le descubre un nuevo mundo de ideas y lo
_
convierte en escntor. Al salt� decide entrar en la sociedad.para estudiar el origen de los males que aquejan al pueblo.
_
Conoce� Celta, que se convierte en su amante. El tardío descubrimiento del vínculo filial que los une lo sumergirá
en un abismo del que emergerá transformado en un hombre nuevo cuya misión será la de salvar al pueblo
162 .
La Comedia Social...
Entre esa multitud que camina presurosa por la calle, puede haber, no obstante; una
cierta posibilidad de reconocimiento que remite a imágenes de Dickens, en las que Raymond
Williams advierte una conciencia social sofocada: en el aislamiento.de la multitud callejera,
los trabajadores se encuentran, se miran, pero siguen de largo:7 "los lecheros, de pie en s"us
jardineras y con su gorra azul hacia un lado, cruzan veloces por las bocacalles como.
impulsados por un vértigo ... mientras los jornaleros y artesanos, con paso presuroso se
encuentran, se miran y siguen hacia las barracas o los talleres"1p.is5>·
Pero la multitud tiene además, algo de amenazante.8 Sólo alguien con sus sentidos
obnubilados, como el Raskolnikov de Crimen y Castigo o como Juan, perdidamente
enamorado, puede caminar ignorando el deseo de venganza agazapado entre los que ocupan
la calle en las horas de labor: ".. nada ...llama la atención de Juan. Los albañiles pueden
caerse de los andamios y "romperse la crisma", los carreros que sudan la "gota gorda" .
forcegeando con su carro, ser apretados por un pipón,· los barrenderos ... doblarse hasta
quebrar su espina dorsal ...,· los verduleros tambalearse cruzados por la correa de que penden
sus canastas ...,· los muchachos vendedores...proferir su grito propagador; y los atorralltes...
bostezar hasta donnir... pueden en una palabra, arrastrarse y sufrir y blasfemar hasta caer
muertos todos los miserables que se agitan a su paso por un mendrugo de pan ... que él ...
hoy ni siquiera los mira para ver en el fondo de sus conciencias, el fantasma vengador
enconado por la miseria" .t77)
(p
Lo que Juan, ensimismado, no ve, la explotación social, lo ve Suriguez, narrador
naturalista.
La calle es el lugar del reconocimiento. Se puede transitar anónimamente entre una
multitud que oscila entre la indiferencia y la hostilidad, se puede caminar con la actitud cie un
flaneur, se puede tomar parte en el ritual cotidiano del boulevard o se puede ser humillado.
La diferencia la marca el reconocimiento.
En la calle de la ciudad de Suriguez, Juan, el artesano, ve a Celia, pero Celia no lo ve.
Al final de la novela, a Juan, el escritor consagrado, lo saludan por la calle. En cierto niodo,
La Comedia Social es, como La Comedia Humana de Balzac, la historia de una búsqueda
de reconocimiento.
Juan se propone este objetivo luego de una humillante experiencia. Veamos: Juan y los
vecinos del conventillo integran el modestísimo cortejo fúnebre que lleva a doña Mercedes
al cementerio. Son detenidos por otro cortejo, lujoso y "deslumbrante", que les impide el
paso. Encabeza el cortejo pobre Don Nicola, aparador italiano y anarquista, que increpa a
un "señor" que observa la escena desde un balcón. El "se11or" desciende y golpea a don Nicola
con un bastón. Juan se interpone:
"-Me extraña .. !que un señor como usted, que "debe saber" lo que le
corresponde...descienda hasta medirse co11 ese irifeliz!
163
 PRIETO
-Y quien es usted?
-•Yo.. r -Yo soy Juan...
-Y quien es Juan?·
El jóven, como obedeciendo a un pe11Samiento grande pero que lo lleva muy oculto,
responde sentenciosamente:
. la Pampa'¡ ep.184). El campo no aparece, sin embargo, estrictamente, como la oposición a la
-Quien u
. .?....? num, ya sabra, usted quien es "'Juan "I. ,, (p.62--63>.
El "pensamiento grande" de Juan, se sabrá más adelante, es el de ser reconocido como
un par por el señor del balcón. No quiere, como don Nicola o como el Lopujov del Qué
hacer? de Chemichevski, desafiar a los señores de la calle, quiere ser como ellos. 9
Hay una calle, sin embargo, en la que el tránsito es lento y las probabilidades de cruzar
ll un desconocido son escasas. Es el boulevard Santafesino, una obra de modernización urbana,
como los boulevares de Haussmann, pero trazada y construída no sobre los escombros de una
ciudad vieja, sino sobre tierras baldías y rancherías. No cruza, como los boulevares parisinos,
la ciudad consolidada: la rodea. Tampoco abre la ciudad a todos sus habitantes ni es como,
en Baudelaire, un interminable desfile de desconocidos.to Por las veredas ajardinadas del
houlevard de Suriguez pasean cada tarde, al caer el sol, hombres y mujeres que se saludan por
su nombre. No hay allí lugar para el anonimato, la confusión social o el aislamiento del
individuo ante la multitud que impone la escala urbana. Es, en cierto, modo un refugio. El
refugio de la burguesía.
El boulevard es, con el teatro y el club, el lugar de la representación: Jorge* descubre
a Juan quienes se esconden en realidad detrás de cada una de las máscaras de la "falsa
aristocracia". Nuevamente la metáfora teatral.
El reconocimiento expone. La gente que pasea por el boulevard, que colma las plateas
y los palcos del teatro, que va al club, se expone y si es necesario, se oculta. Los rituales
de la sociedad son minuciosamente registrados por la prensa. La página de sociales da la
· medida del reconocimiento social. Juan celebra que le presenten al "reporter de anteojos
negros", pero cuando lo cruza frente a casa de Celia "ese charlatán es unafiera que se le viene
encima;y la casa de su amante un mar que lo cerca"(p.258). El reconocimiento obliga a la
representación.
El campo, la naturaleza, aparecen como telones de fondo de la escena urbana, como
objetos de contemplación. Al entrar en la cárcel, Juan "abarca de una mirada el occidente
embellecido por la puesta del sol,·y luego aquel peque/fo prado, que se dilata risuello hasta
las quintas que aquí y allá se levaman sobre el horizonte con su mirage pintoresco
"<P_103,-
Al salir de la cárcel, "abarca de una mirada aquel prado risuello...aquellas quintas de
• Jorge Day: joven virtuoso de la burguesía rosañna. Guía social de Juan.
1�4
La Comedia Social...
mirage hermoso, en cuyafronda parecen arrebujarse los blanqueados ranchos, lo mismo que
palomas de albo plumaje" (p.147,•
Las islas "aparecen con su mirage simpático como flotando en las aguas tersas del
Paraná" .ss--89r Celia, después de la cosecha, "suele ir a contemplar el mirage simpático de
ciudad. No hay una idealización de la vida rural, no hay utopía rural: la ignorancia dejó al·
marido estanciero de doña Mercedes en la ruina; los colonos especulan en la Bolsa. La vida
urbana contiene el germen pustulento de su r-opia destrucción y de la del campo, pero el
antídoto, como en el Facundo de Sarmiento, está en la misma ciuda4, sólo que en un ambiente
que Sarmiento no hubiera vislumbrado, en la casa de Carmen y José.
La actividad productiva aparece también como telón de fondo, no como escena de la
acción. Veamos una descripción del taller: "las poleas quietas, empolvadas, semi-arqueán­
dose a su propio peso, que de mayor a menor se alargan del fondo por todas partes, como
nervios potentes que dan vida y acción a ese gran cuerpo de taller,· mientras allá trépida y
bufa de impaciencia el motor, envuelto por las bocanadas blancas de su resuello de titán... Y
aquí lo interrumpe el alarido vibrante del motor, cuyos acentos repercuten por todos los .
ámbitos del taller hasta que enmudece la bocina (... ) Vibra otra pitada más corta. Y entonces
se mueve perezosamente el volante, tiemblan las poleas y se arrastran como sin ganas
moviendo los engranages, hasta que todo se electriza, trepida con actividadfantástica, yuna
especie de jadeo tenáz se levanta en las pausas mudas del trabajo. Ni bien los cilindros se
ponen en movimiento, las sierras zumban arrancando unos como ayes.de madera... "<P_33_34r
Las máquinas se mueven, suenan y se comportan como personas, pero no hay personas
en este cuadro maquinista. Para hablar del puerto elige un domingo, cuando la ciudad parece
"una máquina con los fuegos apagados":
"En el muelle solitario, los guinches yacen quietos, con sus pescantes altos, que
cortando el.firmamento azul semejan dedos evocando la visión augusta del progreso. Y los
depósitos fiscales y privados, sucediéndose unos a tors cerrados, desiertos, mudos, están
macilentos, meditando allí sobre la ribera en los inme11Sos caudales que maflana les enviará
a la vieja Europa"(p.ssr
Las máquinas, los guinches, los depósitos, evocan "la visión augusta del progresá",
llenándole "el espíritu de indecibles encantos"(p.ssf No hay condena a la máquina, más bien
hay celebración. Pero de la máquina en el pequeño taller. En el primer taller mecanizado
donde trabaja, Juan se enfrenta al encargado, pero el dueño es "el mejor de los judíos
mercaderes que hay Rosario"; en el segundo taller, el patrón admira los escritos de Juan y se
los hace publicar.
Hay una fuerte condena, sí, a las condiciones de explotación de las "bestias del trabajo ",
pero estas bestias son los jornaleros del puerto o de las barracas. Suriguez, cómo se verá,
165.
 PRIETO
ignora a los trabajadores fabriles de los talleres del ferrocarril o de los grandes
establecimientos industriales.
El suburbio, en cambio, no aparece ni como fondo ni como escena de la acción. El
suburbio aparece como programa. Al principio de la novela Juan "alquilarfa una casa afuera,
allá donde hubiese aire puro, y se viera el campo anchuroso, verde y libre; comprarfa una
vaca y muchas gallinas; y "llevarfa -a Laura* y a su madre- para curarlas, para que vivieran
tranquilas yfelices, lejos de esta tumbafétida donde sin remedio mueren" <P•'>"
Para l_a época en que se escribió La Comedia•••, la expansión a las afueras era uno de los
temas rosarinos. Dos años antes, Bialet Massé había dado una serie de conferencias en Rosario
sobre temas vinculados con la cuestión social. Algunas de las ideas esbozadas en esas conferencias,
· retomadas por Suriguez, fueron Juego vertidas en su monumental Informe, entre ellas la de acabar
con el "conventillo inmundo,fuente de todas las inmoralidadesy miserias", cubriendo las afueras
rosarinas con la vivienda "de la libertad y el decoro, del patriotismo y la honradez", vivienda
contenida en un acre, "aunque sea" de tablas de eucalipto y chapas de zinc, pero con lugar para
"un jardincito ... una quintita ... y un corralito" para una vaca.11
Sobre el final de la novela, el suburbio sigue siendo un programa, aunque sensiblemente
modificado. Juan, escritor consagrado, se instalará con Laura en una quinta de Alberdi, donde
se dedicará a escribir para el pueblo. Pero Alberdi no era, por cierto, el suburbio al que deseaba
trasladar a Laura y a su madre para curarles el cuerpo. La casa a la que se mudarán Juan y Laura
para curarse -no el cuerpo sino el alma- tiene "jardines... glorietas ... quinta... y...
comodidades" para que ambos vivan como "hennanos del corazón", para el servicio
doméstico y para alojar a Jorge durante el verano(p.ml°
Para Suriguez todos las ciudades se parecen entre sí, a tal punto que en cierto momento,
Juan, que ignora el paradero de Laura "piensa en el pasajefeliz de una novela ... en la que
dos amantes perdidos en la Babel del Sena, tienen la dicha de volverse a ver al ir ambos un
domingo al cementerio ...¿Ypor qué no ha de estar "ella" aquel dfa junto a-la tumba de su
madre"(p. •�>
Si Suriguez se esfuerza por demostrar que Rosario es una ciudad cuya esencia es similar
a la de todas las ciudades transformadas por la modernización, se esfuerza al mismo tiempo
por lograr el "efecto de realidad", haciendo referencia a tópicos que identificaban entonces,
y lo harían por mucho tiempo, a Rosario: la farmacia del Aguila, el hotel Universal, la calle
Córdoba, los prostíbulos de la calle Güemes, los diarios La Capital y El Municipio. 12
• Laura: vecina de Juan en el conventillo. Maestra normal, no ejerce por falta de recomendaciones. Muerta su
madre, cose a máquina en el conventillo. Seducida por el burgués del Prado, cae en la prostitución, hasta que Juan
la rescata.
166
·. La C:omedia Social. •.
Luces y sombras
Entre lo bajo y lo alto de la sociedad, la luz dibuja un arco cuya intensidad aumenta a
medida que asciende. En lo bajo, las fuentes de luz son la luna, el sol, la llama de una vela.
En lo alto, la electricidad. Otro tanto sucede con los olores. Juan sale "de la obscuridad del
conventillo" y ". .se interna en la ciudad profusamente iluminada... el ajinnado de madera
... brilla a la distancia como encerado. Ylosfocos incandescentes, amenguados por los de
luz eléctrica, se suceden unos a otros en lfnea recta, parpadeando en el centro de sus arcos
como mariposa de luz en el espacio, hasta morir allá sobre el fondo negro del vacfo.
Suavfsimos perfumes aspira al paso ... Las confiter(as y los cafés intensamente alumbrados
... los escaparates deslumbrando con su vfvida luz, con sus artfculos de plata, oro y pedrerfa
que ostentan las últimasfonnas del artefabuloso. Las vidrieras con sus globitos de colores...
La luz eléctrica, vibra como un sol en pleno dfa sobre los cristales y espejos"119_21>"
Al volver, el estrecho y oscuro zagúan del conventillo le provoca náuseas "... y le parece
que va entrando a una cloaca que poco a poco se ensancha, y que ese lodo en que resbalan
sus pies, es la inmundicia asquerosa que despide de si aquella gente que poco ha viera
pasearse alegre y felfz, exhalando perfumes suavfsimos bajo aquel palio de argentadas
luces " )"
(23
"Sepulta la mirada en la noche negra del patio donde reina un silencio de tumba, y
respira confuerza. Pero...sus pulmones se niegan a recibir ese airefétido... Vuelve los ojos
...y ve allá en el último cuarto la luz macilenta que como una cinta sale por la puerta "128>.
La sociedad es un "inmenso foco colocado a una altura que difícilmente nosotros
podamos alcanzar... y que sus rayos poderosos vienen a reflectar en nuestra vista solamente
para daflalarla ¡serfa una quimera... que viviésemos con las manos en las pupilas a guisa de
pantalla... para que no nos cegase ...Empero ...si con paciencia...fuésemos hasta esefoco
para estudiar su mecanismo.•• para amenguar su lentamente su luz... hasta que nos ilumine
a todos por igual... pero que no acabe por dejarnos ciegos! "<P-•54>
Para estudiar este complejo mecanismo, Juan recorrerá el camino que va desde lo bajo
hasta lo más alto. Pero los perfumes embriagarán sus sentidos y la luz lo enceguecerá. Como
un insecto cegado por la luz de una lámpara, caerá. La sociedad como mecanismo, segunda
metáfora fuerte de La Comedia Social.
La ciudad real y el escenario de la Comedia Social
Los personajes de La Comedia Social se mueven en un escenario de límites precisos: los
boulevares. Sólo los cruzan para ir a la cárcel o al cementerio. Hacia el novecientos, sin
167
 PRIETO
allá de
· embargo, Rosario se extendía, a través de13una trama urbana discontinua, bastante más
los boulevares Argentino y Santafecino.
Alberdi y:Echesortu son las únicas referencias a la periferia. Alberdi era un pueblo
. cercano en el que se levantaban las quintas veraniegas de la élite. Echesortu, un barrio alejado,
de casas modestas, precariamente urbanizado. Quedan, significativamente, fuera del periplo
de Juan, los barrios obreros de los suburbios del norte , con n... las altas chimeneas de las
14
fábricas, el edificio de la Refinerfa, las grandes construcciones para graneros, los numerosos
talleres, los embarcaderos para el exterior, las numerosas v(as de acero ... y esa población
abigarrada que constituye la nota saliente de aquellos suburbios n. La Refinería Argentina
15
del Azúcar, según Bialet Massé el establecimiento industrial más importante de Rosario "y
acaso de la República n, ocupaba a unos ochocientos trabajadores. Los modernos Talleres
16
de Construcción y Reparación de Wagones del Ferrocarril Central Argentino, a un millar.
Para el higienista Luis Agote eran los barrios nmás sucios, antihigiénicos y malsanos de la
ciudad•. 11 En la novela de Suriguez, sin embargo, hay apenas una referencia tangencial a la
fuerza de los obreros de la Refinería Argentina.
El escenario de las desventuras de Juan es el de la ciudad sólida, con sus flamantes
palacios sobre la calle Córdoba y. el boulevard Santafecino. Una ciudad en la que los
conventillos, como el de la novela, estaban a un paso de la plaza 25 de Mayo. Pero Rosario
era fundamentalmente una ciudad que crecía a pasos agigantados y se transformaba todo el
tiempo. Entre 1908 y 1909, escribía el intendente, "la Municipalidad ha concedido tal
cantidad de pennisos de edificación, que uniéndolos se bordearla de casas nuevas, por ambos
lados, una calle de legua y media de extensión".18 Esa ciudad en construcción, con sus grandes
·edificios pero también con los varios miles de casillas de barro, madera y lata que bordeaban
a los boulevares, no aparece en La. Comedia Social.19 La ciudad efímera, tomando la
expresión de Pancho Liernur, la que aparece, borrosa, en las fotografías del novecientos, la
que registran los censos o la que describen las notas de la sección policiales de la prensa, está
· ausente.20
El otro gran ausente del paisaje urbano es el ferrocarril. Un ausente significativo: siete
líneas cot:Ífüilicaban a Rosario con el resto del país y las vías cruzaban la ciudad en todos los
sentidos.
La sociedad
Suriguez y Acha no es un cronista objetivo ni un observador crítico. La suya no es una
novela, advierte en el prólogo, es historia, es realidad. Su objetivo, parafraseando a Richard
Morse, no es, como acabamos de ver, la condición urbana sino la condición numána. La
ciudad es el teatro donde transcurre la comedia humana. Juan, Celia, del Prado ...sóÍl los
actores de La Comedia Social.
168
La Comedia Social...
El autor, como Juan al promediar la novela, pretende que •za Verdad y la Virtud no
sucumban a la Mentira y el Vicio•. Para eso debe presentar a la mentira y al vicio •con todo
el pus asqueroso de su llaga contaminadora• y de eso trata La Comedia Social, dé una
exploración científica de la llaga que contamina al pueblo virtuoso y no del pueblo mismo.
Por eso, los escenarios de la novela son los de la "sociedad" y los personajes del pueblo reflejan
sólo a un segmento de los sectores populares rosarinos. Al segmento de los que compartían
el espacio social y geográfico de la sociedad.
Dentro de estos límites, hay lugar para la sociedad virtuosa de los artesanos,
simbolizados en José y Carmen, que viven en la felicidad de su casa-taller. Hay lugar para
la sociedad burguesa y viciosa que Juan conoce a través de Celia. También para la vieja
sociedad patricia, de la señora del Prado, sociedad patricia que, es importante señalarlo, tuvo
en Rosario una presencia muy exigua en los años previos a la modernización. Pero no hay lugar
para los obreros fabriles ni para los más pobres, los que vivían junto a una franja de no tan
pobres dentro y fuera de los boulevares. La visión se Suriguez es arcaica y arcaizante. Su
modelo son los artesanos, no lo� obreros fabriles.
Los sectores populares están simbolizados en los habitantes del conventillo. Los
describe a través de imágenes que remiten a Florencio Sanchez o La bestia hwnana de Emite
Zola, obra citada en la novela. Con trazos costumbristas y naturalistas pinta a cada uno de
los personajes: un italiano anarquista; un estibador criollo; su resentida mujer; una
tuberculosa viuda de un estanciero emprobrecido y devenida costurera de registro; su hija
costurera, luego prostituta; una curandera; un jornalero alcohólico salvado por la lectura.
Suriguez trata al pueblo de modo poco original y hasta con algún descuido. Juan quiere
mudarse del conventillo npara no escuchar el descontento rencoroso de aquella gente •..
(que) ... a manera de ola inmensa rugiendo envuelve para escanciar trago a trago su amarga
hiel"(p.l-4l°
Pero esos mismos moradores del conventillo son para Juan nabejas del trabajo" que
"van y vienen movidos por el ideal risueño de una esperanza•(p.134).
Suriguez establece analogías estrechas entre. las personas y las casas en las que habitan.21
También con la ópera, con los textos bíblicos o con otras ciudades: Laura es la oveja
descarriada o la Tosca de Puccini; Del Prado el malvado Scarpia que somete a Tosca; Juan,
Sansón o Moisés; Spierson es el apóstol Pedro; Celia es Dalila y es Francia "... por sufausto...
por el vicio depravado de sus placeres... en el dominio criminal del arte para no tener hijos!
. .. es el pus que corrompe la vitalidad del pueblo argentino... • (p.271).
Rosario no es la Atenas del arte, es, a la vez, Francia, la Chicago del comercio y la
industria y la Roma corrompida en la que Celia paga a un obispo renombrado por dar misa
en la Catedral.
Significativamente, Zola, uno de los escritores preferidos de Juan, escribió entre 1894
y 1898 tres novelas, agrupadas bajo el título de Tres ciudades. Lourdes, París y Roma son
retratadas a través del periplo de un joven sacerdote que descubre en Ronia la· situación
16\i
;¡
 PRIETO
la
oprobiosa en la que ha caído el cristianismo y en París e�p�rimen� t�do� los vicios de
sociedad, basta transformarse en apóstol laico de un soc1ahsm o c1ent1fic1 sta que propone
volver a los principios del crist_ianismo �rimitivo. J�, después d� conocer 1� !laga
o
contaminadora por dentro, se convierte también, como Sp1erson, en un aposto) del soc1ahsm
cientificista.
Las referencias a Buenos Aires parecen puestas para situar y dimensionar a Rosario en
el contexto del proceso modernizador. Buenos Aires es una ciudad más civilizada: Celia
admira en Juan "ese aire de su semblante, ·esa melancolía secreta de sus ojos... esas
modalidades distinguidas que tanto enaltece11 su perso11a... ese no se que de simpático que
usted posee, tan sólo Buenos Aires es capaz de "darnos" en esta tierra... "Eso", es algo que
"se co11oce a la legua"... Y sobre todo "aquí", entre estos rosarinos trigueflos! ¡con cara de
malos ... de "perdonavidas"... !(..•) aún no me puedo habituar ni a su "lenguaje grosero"
..• ni a sus maneras compadritas d(! ser .... "(p.163-164)
Las identidades analógicas le permiten trazar perfiles morales antitéticos. Lo auténtico
y lo verdadero se oponen a lo falso, a lo ilusorio, a través de un doble movimiento por el que
analogiza a la vez que construye pares opuestos.
- Veamos las analogías entre la gente y sus habitaciones. En la casa de Celia, mujer
"seductora y riente como la ilusión" (p.s9¡ Juan queda "deslumbrado ante el mármol de
curiosos colores que cubre las paredes del amplio zaguan ... Mira aquel vestíbulo con su
decorado magn{jico a lafrancesa ylosfrescos artísticos de las paredes,· los grandes marcos
dorados con sus asu11tos medioevales, o religiosos; los soportes de mármol jaspeado co11 sus
macetas de plalltas exóticas;· za mesa de jaspe en el centro de muebles extraños; la grande
arafla con sus caireles inquietos pendiendo del cielorraso, donde se ostenta11 ángeles y
vírgenes fluctuando lo mismo que ilusiones elltre las turgencias de 11ubes auríferas; el
pavimento deslumbrante como un cristal, a cuyo mosaico con sus colores pintorescos
reproducen las lu11as de Venecia; todo ese esplendor que luego se alarga por dos galerías
estrechando aquel oasis risueflo del jardin, cautiva su atención... n(p.158-159lasncgritasaonmfas)°
En la casa de José, por el contrario, el tono lo da la naturaleza: "... el emparrado con
sufollage verde ytupido, ostentando en cada sarmiento un racimo de uvas negras, las plantas
aquí yallá ofreciendo el iris perfumado de susflores,· el patio bie11 barrido ytodavía húmedo
por el riego (p.316) y allá, e11 el á11gulo que forman •el taller co11 las habitacio11es que ocultan
• - 1 . ,,
a su vista el fondo ... se destaca Carmen a sus OJOS rzsue11a o mismo que una esperanza .
Celia es como su casa, seductura, artificiosa, excesiva. Carmen y José también:
naturales, transparentes y generosos. La casa-taller de José, "pequefla cárpintería e11 u11a
casita que le dejaron sus padres" 36), "templo augusto de la virtud yel trabajo" (p.316> es, sin
embargo, tan espaciosa que en el fondo arbolado hay suficiente lugar para que los domingos,
se realicen asambleas de cuatrocientos trabajadores sentados sobre gradas de madera
construídas ex-profeso.
. La identificación Celia = arte /Carmen-José=naturaleza no implica una oposición tout
170
La Comedia Social...
court arte/naturaleza. José es carpintero, esto es, alguien que transforma la naturaleza a través
del arte. De un arte sin artificios: muebles utilitarios. El jardín de Carmen, además, un es
jardín muy cuidado: "multitud de plantas" cultivadas por su mano hábil, macetas, emparrado,
piso barrido. La naturaleza ordenada por el arte.
Suriguez, como muchos de los escritores de la literatura pastoral norteamericana
explorados por Leo Marx, busca un punto intermedio entre la naturaleza y el arte y José
simboliza ese punto. No hay naturaleza pura en La Comedia Social ni siquiera en el paisaje.
El "mirage" del campo es el de un campo trabajado, las islas se ven a través de los barcos.
Hay, sí, naturaleza degradada por la civilización en las miasmas, en el conventillo y en las
"bestias embrutecidas" que lo habitan. También hay degradación de la naturaleza en el
desenfreno sexual de Celia y Sara y en el uso de métodos anticonceptivos por las damas de
la sociedad. José y Carmen viven en equilibrio con la naturaleza: la sociedad y las bestias
embrutecidas, no.
Celia tiene su par opuesto en Laura. Juan ve a Celia en la calle "y para borrar de su
mente aquella visión que de tan seductora se le antoja "repug11ante" contempla co11 los ojos
del alma a Laura, es a Laura tan pobre y humilde, pero tan perfecta y púdica"(p.20)
Los atributos de la "belleza de estrella peregrina" de Laura los encuentra en el "arrullo
de torcaz que tiene su voz.. en el.. copo de nieve de su mano .. en los.. granos de mazamorra
de su dentadura blanquísima" <P-B4l"
Celia en cambio, es "elParafsodelidoso, queaunquemudadespiertadeseos embriagadores
a la carne, que al soplo de laxitudes enervalltes sucumben rugielUiode apetitos, de sed, de abrazos
fuertes, de besos delirantes, yde goza que extasian en medio de la "inmundicia sublime" de la
materia"<P-B4l"
Al pensar en Laura vienen a la memoria de Juan "las horas felices que pasara allado
de "ella", oyéndola cantar con su voz de tiple, que con mela11cólica dulzura se alzaba sobre
los gorjeos trémulos del canario y el gilguero, mielltras la cotorra e11 medio de aquel júbilo
desbordallte de armonía, golpeaba con el pico en su casa de madera, asomaba la cabeza, los
miraba un installte, hasta que al.fin repetía con su acento de coqueta: Laura! Laura!" (p.194).
Celia es nuevamente sinónimo de artificio pero la Laura que dialoga con una cotorra no
vive en armonía con la naturaleza: seducida por los artificios de del Prado se degrada hasta
el límite de la prostitución. Entre una y otra está Carmen. Si Celia seduce con su cuerpo
desnudo y Laura se desviste ante sus clientes, Carmen se horroriza ante la posibilidad de que
su marido la vea a medio vestirse.
Otro par lo constituyen la vieja y la nueva sociedad. De la mano de Jorge, Juan conoce
en el boulevard a la sociedad rosarina, "falsa aristocracia" que integran "... desce11die11tes
de lancheros enriquecidos, que hoy represellta11 el alto comercio...Algunas esposas de
"mercachifles", o de "maridos calaveras"... una veintena defalsos rentistas en sus carruajes.
Seis o siete "casados con mujeres ricas•... Cuatro, que estafaro11 a diezjimias en "quiebras
171

PRIETO
fraudule11tas•... Tres � empleados del banco, que •abusaron de la caja• y que aunque
estuvieron presos algunos meses, hoy viven de rentas y rodeados de co11Sideraciones... unas
cualltas •buscadoras• !P,201_202>.
Sin embargo, no todos son parvenus en la sociedad rosarina. El joven e inescrupuloso
doctor del Prado, es hijo de una señora •... empare11tada con las mejores familias de la
sociedad ... que ... está por las • cosas nuestras• a pesar de la corriente social: ¡todos viven
como •esos gringos•... ! No: •ella come tortas fritas con mate,· mazamorra con leche, o
algunas veces sólamente con azúcar; chicharrones con sal muera,· ¡ah, le gustan muchísimo
la "carne con cuero" y la cuajada en verano, a la siesta• (p.S7)"
En esta contraposición entre la nueva y la vieja sociedad, aparece una de las ideas fuertes
del modernismo, la condena al burgués ;materialista. Refuerzan es ta perspectiva pasajes
23
como aquellos en los· que Juan recorre la:casa de Celia. En una ocasión, advierte que tres de
los cuatro espejos y seis de los diez cuadros que cubren las paredes están de más. En otra, ante
su estupor, Celia asegura que uno de los •mamarrachos• que cuelga de la pared -entre los
que descubre burdas imitaciones de Rafael y Murrillo- es obra de Veláz.quez, el • genial pintor
portugués ,,(p.i,s-iso)"
_ Pero no cualquier l�gar, sino _el lugar del que la modernización lo desplazó. El pusfrancés
Celia, del Prado, la sociedad, operan como metáforas del art nouveau, sinónimo de la
sensualidad y la depravación francesas. Significativamente, el art nouveau promueve el
primer acercamiento de Juan a la sociedad: del Prado lo contrata para que le haga un juego
de muebles. Más adelante, al salir de la cárcel, quiere entrar a la sociedad para conocer el
origen·de los males que aquejan al pueblo. José le sugiere que lo haga a través del periodismo,
pero Juan teme que trafiquen con su conciencia. Es entonces nuevamente el art nouveau el que
lo pondrá en contacto con la sociedad: el patrón del taller en el que trabaja lo envía a lo de
Celia a repasar muebles finos. Celia, impactada por su fino porte, pregunta su nombre y
descubre en él a un escritor reconocido. Le propone entonces convertirse en administrador de
sus bienes para dejar un oficio que no se corresponde socialmente con su talento. El art
nouveau es un bello arte que Juan domina a la perfección, pero es también una expresión de
·depravación: cuando Juan lleva los muebles a la casa de Del Prado los recibe su madre que
•horrorizada prorrumpe -¡Pero, esa combinación de espejos, los va a obligar a que "ellos
se vean en la cama".. ! (. .. ) Dios mío, que profano,· que sacri1ego, es, entonces, ese
•tartamudeo ,, de los franceses!"!P, 86>
El art nouveaucomienza siendo un estilo artístico para terminar siendo una metáfora de "esta
época a lafrancesa". Aquí parece estar la clave de la aparentemente contradictoria actitud de
Suriguez hacia la sociedad del novecientos. Suriguez no condena la modernización. Por el
contrario, celebra la acción "de aquellos (ejércitos) gloriosos que llevan en las puntas de sus
esp� �iviliz.adón a los pueblos retardatarios \,.◄>" Es� explica la inserción algo forzada de las
_ .
descnpcmnes de las máqumas del taller en func10nanuento o de los artefactos del puerto. La
inclusión de estas escenas en las que no se desarrolla ninguna acción vinculada con la trama
dramática evidentemente tiene como objetivo fijar una posición frente a la modernización.·
172
La Comedia Social...
El �us que c�ntamina no es el de la modernización sino el del modernismo.francés: Celia
es
_
Francia, la sociedad_ es Francia. Este supuesto fuerte explica el recurso a un personaje tan
extravagante como Sp1erson. Este profeta de un nuevo orden social es un norteamericano
preso en una cárcel rosarina por expresar sus ideas. Un personaje inverosímil en el novecientos
rosarino.
Spierson adquiere sentido si pensamos que Juan es producto de la relación incestuosa
de dos �embros de la vieja sociedad (el padre/abuelo de Juan desciende de una vieja familia)
corromp1dos por el mode�smo y aq�í Suriguez parece remitir al Karl Marx que advierte que
_ _
la modermzac�: alteró todos los limites de la ":º�al y la naturaleza, la edad y el sexo, el
_
dia Y la noche . Todo lo sagrado es profanado, ms1ste Marx: Juan se acuesta con su propia
ma�re. Spierson viene a restituir el orden sagrado de las cosas. En su propuesta redentora
conJuga l� moral del anar�uismo cristiano a la Tolstoi y el socialismo cientificista. El trabajo
Y el estudio como salvac1on a la vez que como fundamento de un nuevo orden social.
¿Porqué nort�mericano? Probablemente porque los Estados Unidos, como proclamaba
.
Sarmiento, cuyos hbros lee Juan, ofrecían un modelo de modernización alternativo alfrancés.
Juan es una víctima del desequilibrio modernizador que busca su lugar en la sociedad.
_
l� condenó al hosp1c10. Fue cnado como artesano por la pareja que lo recogió. Pero no encaja
DI en el ro� de artesano ni en el conventillo: se lo dice el espejo, lo advierten los vecinos, el
arregl� cmdadoso de su cuarto lo confirma. También lo advierten Spierson y Celia. Alentado
por ��1erson finalmente, Juan iniciará su •viaje hacia la igualdad de rango• con Del Prado.
?
El v1aJe termma cuando Jorge Y Juan van al club •y adonde quiera que dirija los ojos encuentra
personas que le saludan quitándose el sombrero reverentes, le prueba de que él merece una
consideración igual a la del Del Prado...experimenta no sabe que altiveces soberbias ante
su rival... bendice eso que cuesta tan,o para adquirirlo, y tan poco para perderlo!"
(p.331-332)
Juan recupera el lugar que le corresponde en la sociedad. Pero el viaje lo ha
transformado. En el club se despide de ese mundo y decide dedicar su vida a escribir para el
pueblo.
Al final de su viaje por la sociedad de la modernización Juan es un hombre moralmente
nuevo. Ha encontrado, como escritor, un lugar en la sociedad. No un •poeta improductivo•
_
smo un escritor con un objetivo preciso, la redención de los oprimidos. Tampoco un periodista
que vende su conciencia al mercado sino el heredero de una fortuna. El énfasis de Suriguez
sobre esta cues tión probablemente se origine en sus propios avatares como escritor que
buscaba su lugar en la sociedad. Esta búsqueda, se sabe, marcó a los escritores de la
modernización.25
Suriguez, advierte Sux, es un suave y profundo psicólogo pero un mal escritor.
Ciertamente no es un buen escritor pero, volviendo a Rama, es un ávido lector de la producción
"sincrética y abarrotada" del modernismo y de la literatura decinonónica en general. Las
huellas de estas lecturas de primera o segunda mano se advierten a lo largo de toda la novela.
173
 PRIETO La Comedia Social...

extremas y NOTAS
Describe a Rosario, en parte, a través de otras ciudades. Inserta situaciones
Deja de lado deliberada mente pacios y sector sociales. Su
rsonajes inverosímiles. es es

el efecto de realidad que propone en el prólogo: La Comedia Social

:::vela, pese a todo, logra ' Versión corregida del trabajo realizado para el seminario HISTORIA CUL1VRAL Y ANAUS/S DE LA CUL1VRA·,
describe;- como dióa Romero, a una sociedad "embriagada por el vertigo del progreso". dirigido por Beatriz Sarlo y organizado por el Laboratorio de Historia Urbana del Curdiur, UNR, 1993.

(1) José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las idea�, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1986
·( l era.ed.1976), pág.247.
(2) Angel Rama, Roben Darlo y el modernismo, Alfadil Ed., Barcelona, 1985.
(3) Sux, Alejandro. Lajuventud intelectual en la América Hispana, Juan de la Presa, Madrid-Buenos Aires, I 9 I 1.
(4) El primer dato fue extraído de Alfred Du Graty, La Confederation Argentine, París, 1851; el segundo, de
Municipalidad de Rosario, Anuario F.<itadístico 1905-1907.
(5) Richard Sennet, entre otros, en El declive del hombre público, Península, Barcelona, 1978 analiza los orígenes
y las proyecciones de esta metáfora.
(6) El de la multitud fue el tema que con más autoridad se impuso a los literatos del XIX, apunta Walter Benjamin
en "Sobre algunos temas en Baudelaire", texto incluído en la edición de Planeta-Agostini Sobre el programa de
la filosofía futura, Barcelona, 1986.
(1) Williams, Raymond. The counby and the city, Oxford University Press, New York, 1982, cap. 20.
(8) Ver Williams, R., op.cit., cap 15 "Gente da cidade".
(9) Cfr. Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI,
Bs.As., 1989, 4 -"San Petersburgo: El modernismo del subdesarrollo•.
(10) Ibídem, 3 -"Baudelaire: el modernismo en la calle".
(11) Bialet Massé, Juan, Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo, vol.
2, CEAL, Bs.As., págs. 257-258.
(12) Barthes, Roland, "L'effet du réel" en R. Barthes, L. Bersani, Ph. Hamon, M. Rifaterre, l. Watt, Literature
et realité, Editions du Seúl, 1982.
(13) Rosario ocupaba prácticamente la misma superficie que la ciudad de Buenos Aires.
(14) Sobre el tema: Prieto, Agustina. "El obrero en la mira. Una aproximación a la cuestión de la identidad de los trabajadores
en la Argentina del noveciemos a partir de un estudio de caso", en F.<itudios Sociales, n º I, UNL, Santa Fe, 1991.
(15) El Orden, Rosario, "Sunchales. A vuelo de pluma", 8/3/1896.
(16) Bialet-Massé, J. Informe Bialet-Massé sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos de siglo,
vol.2, CEAL, Buenos Aires, 1985, pág.250.
(17) L. Agote y A. Medina, La peste bubónica en la República Argentina y en el Paraguay, Informe presentado
al Departamento Nacional de Higiene, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, Buenos Aires, 1901.
(18) Municipalidad de Rosario, Tercer Censo Municipal de la Ciudad del Rosario, año 1910, pág. 27-28.
(19) Entre enero y febrero de 1900 la Municipalidad desalojó y destruyó 1074 ranchos sólo de la ribera y la zona
norte en ocasión de un brote de peste bubónica. En 1908 el intendente calculaba que en la ciudad se levantaban unos
tres mil ranchos y casillas. Información contenida en los informes municipales de los años 1901-1903 y 1906-1908.
(20) Liemur, Jorge. "La ciudad efimera•, en Liemur,J. /Silvestri,G. El umbral de la metrópolis. Transforma­
ciones técnicas y cultura en la modernización de Bueiiós Aires, Sudamericana, Buenos Aires, 1993.
. (21) Ver Raymond Williams, op.cit., cap. VX, "People of the city".
(22) Leo Marx, La máquina en el jardín, Editores asociados, México, 1974.

174 175
 PRIETO CUADERNOS... Año 2 - Nº 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)

Ed. Caracas; 1985.

(23} Entre otros, Angel Ram�. Rubén Darío y el modernismo, Alfadil
pi por Berma n , o .cit.
(24} Karl Marx, El Ca tal, Libro 1, citado �
. •• . . . .
; a y realidad política; Os�arTeran, DISCutir
(25} Sobre el tema, ver Angel Rama, op.cit David Viñas, Literatur
Matiátegui, cap 1, UAP, 1985.
RUPTURAS EN PERSPECTIVA: .
MODERNISMO Y VANGUARDIA EN EL ARTE DE ROSARIO

Guillermo Augusto Fantoni*

Hacia los años 60, el ataque a las instituciones culturales y a las formas de representación
hubiera carecido de sentido de no mediar una fuerte tradición artística y el hecho de que una
de sus instancias decisivas se convirtiera, a fines de los 50, en una forma ins_tituida de
modernismo. Estas instancias de desarrollo -la "Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas
Plásticos" en la décáda del 30, el "Grupo Litoral" en la del 50 y la vanguardia de los 60-
legibles como partes de una "tradición de la ruptura" 1 se presentan, al mismo tiempo, como
proyectos de grupo cuyas estrategias de cambio cultural y diferentes formas de relación entre
lo estético y lo político, permiten traz.ar el itinerario de una modernidad.estética anclada en
el espacio recortado de Rosario.
En la diferencia productiva entre "modernismo" y "vanguardia" 2 y la percepción de
diferentes estadios dentro de ese itinerario, estarán las claves históricas no sólo de la
emergencia sino también de las profundas conmociones generadas por la vanguardia de los
60. Pero además del estado y la historia del propio campo artístico 3, otros factores
contribuyeron a la recepción sorpresiva y resonante de ese· movimiento. A las rupturas
derivadas de sus innovaciones estéticas y de las intensidades propias de la operatoria
vanguardista, puede sumarse la escasa conciencia histórica que existía en el medio sobre el
carácter de los movimientos precedentes.
Las estrategias modernizadoras de los años 50, destinadas por su carácter a perdurar e
instituirse, se convirtieron en el punto de articulación y al mismo tiempo de ruptura entre los
movimientos vanguardistas de los 30 y de los 60. El "Grupo Litoral", capaz de potenciar
renovaciones en un futuro inmediato, difícilmente podía generar las condiciones de recepción
para sus sucesores: las radicalizadas vanguardias de los años 60. Por otro lado, instituido en
paradigma de lo moderno, obturó la comprensión de los movimientos precedentes al clausurar
sus relaciones con el pasado y erigirse en funda�or de una nuevatradición en el arte de Rosario.

*CRJNR - Universidad Nacional de Rosario

176 ··111
 FANTONI
1 parte, la sola aplicación del término "nuevo" resulta generalizado e inespecífico frente a otras
Hacia los años 30 aparece un grupo de artistas autoconscientes que al fusionar el
radicalismo político con el experimentalismo estético buscarán una intensa relación entre el
renovado espacio del arte y otras formas de la actividad social. Para Berni y los jóvenes
creadores de la "Mutualidad" 4, las innovaciones formales no resultaban suficientes para
provocar una verdadera revolución artística, por el contrario, éstas debían conectarse con la
vida y muy particularmente con los procesos sociales y políticos.
Los procedimientos técnicos, los recursos y repertorios formales modernistas, combi­
nados con variantes del realismo encontrarán su canal privilegiado en las experiencias
murales, las obras de "formato heroico" o la gráfica política. Constituidos en los soportes más
idóneos para una plástica revolucionaria, permitirán la circulación e inserción de obras
temáticamente comprometidas en el campo de las confrontaciones sociales y pólíticas, y así
acceder a otras franjas de público. Las nuevas formas de enlace con aquellos sectores
considerados como portadores de una esperanza futura, el utópico advenimiento de un "nuevo
hombre" y de una "nueva sociedad", llevó a estos artistas a rebasar los espacios institucionales
� instalar las prácticas artísticas en otros medios como la calle, las zonas fabriles o los locales
partidarios, hasta entonces inéditos y distantes. Como ha planteado Beatriz Sarlo para las
décadas del 20 y del '30 "poéticas de la inestabilidad y la transitoriedad se vinculan con la
inestabilidad y la transitoriedad de la obra de arte misma, produciendo gestos, proyectos,
acontecimientos, una de cuyas particularidades es vincular el discurso estético con las
prácticas públicas. "5• Las vinculaciones con un partido considerado como la v�guardia del
proletariado 6 y, por otra parte, con una clase sujeto que se supone capaz de trascender al
sistema, hace pensar en una concepción finalista de la historia cuya corriente principal, a pesar
de los avatares del momento, conduciría inevitablemente a un futuro revolucionario. Sin
embargo, la fundamentación histórico social de las prácticas artísticas, al estar mediadas por
procedimientos modernistas y una operatoria vanguardista, no sofocó como en otros casos la
posibilidad de renovaciones estéticas y la realización de producciones altamente originales.
Esta plástica de confrontación con la realidad -potenciada por el surrealismo y la pintura
metafísica, .los realismos_ alemanes y el muralismo mexicano en la peculiar versión de
Siqueiros- apeló al uso de apuntes fotográficos y procedimientos de montaje, a los sopletes
de aire y los pigmentos industriales, y finalmente a realizaciones grupales que culminaban en
una circulación excéntrica a los canales habituales del arte.
Esta peculiar inmersión del arte en la vida7 y su fusión con lo político, no sólo vulnera
la tradicional noción de autonomía, sino que se recorta fuertemente ante otras alternativas
contemporáneas. Las producciones neorrealistas de Berni y la "Mutualidad" resultan
difícilmente asibles desde la noción de "realismos sociales" que no da cuenta de su naturaleza
vanguardista y que las separa de otras propuestas tensionadas ideológicamente8, Por otra
178
Rupturas en perspectiva...
formas de modernidad y líneas de vanguardia de preocupación más formalista.
2
De un modo similar al movimiento de los años 30, en la vanguardia de los años 60 9
aparecen con gran fuerza diversos tipos de identificaciones a través de las cuales los artistas
combatían al sistema o se comprometían en su arte y fuera de él con la causa más general del
pue�lo o de _ los trabajadoresio. Ciertamente, en los 60 tardíos es perceptible uria poderosa
tensión hac1� los sectores populares y hacia los grupos políticos que emergen como
.
revoluc1onanos o capaces de promover modificaciones sociales radicalizadas. A la luz
también de 1:1°� utop�a revolucionaria, el arte será promovido al rango de factor de cambio cuya
consecuencia mmed1ata será la búsqueda de una fundamentación de las prácticas artísticas que
será hallada en el campo de la política11•
A pesar de algunas similitudes sugestivas entre los movimientos de las décadas del 30
Y del 60 12, cuyas transformaciones estéticas intentaron alcanzar ciertas dimensiones sociales
se pres�ntan diferenci� sustanciales en relación a los criterios de legitimidad. En los 60, l�
pro gresiva convergencia del "shock de lo nuevo" con la idea de una "sociedad transformada
por l_a revolución" hace pensar en la existencia de fases sucesivas en las que la experimentació�
técmca y formal precede a un proceso de fuerte politización que define un momento final hacia
1968. En el movimiento de los años 30, las innovaciones estéticas y la tensión hacia lo nuevo
nunca se presentaron como fin en sí mismo sino vinculados a la idea de mutaciones sociales
de carácter revolucionario.
Aunque en ambos casos exista una apelación a los rasgos del mundo moderno, a los
eleme�tos que provee �I contexto urb�o e industrial bajo la forma de nuevas tecnologías y
matenales que serán obJeto de especulación por parte de los artistas, aparece una fuerte tensión
antiburguesa que no sólo implica la actitud de eludir e impresionar ligada al cuestionamiento
de los hábitos y gustos estéticos, sino un cuestionamiento al burgués en términos de actor
social junto a los fundamentos del orden económico y político. Estos movimientos,
impulsados por la modernidad, se mostrarán particularmente sensibles frente a aquello que
los procesos de modernización segregan o expulsan hacia los márgenes del cuadro social.
A la exaltación del paisaje urbano e industrial, de las máquinas y de la velocidad, de la
.
cmdad como espacio que anticipa la construcción de un futuro, Berni opone la indagación de
las paradojas de la modernización. La plasmación -con la apoyatura de medios mecánicos- de
la dura cotidianeidad de los sectores populares en telas como "Manifestación" o "Desocupa­
dos", o de la crónica periodística en el "Hombre herido", atravesadas por la visión de una
179

FANTONI
coyuntura crítica, se convertirán en la temática perturbadora de la plástica ileorrealista. Una
pintura de escala mural, aunque transportable, destinada a espacios y situaciones de conflicto
en tas que se pone en juego la capacidad de identificar y activar políticamente a los integrantes
del inundo del trabajo donde se fragua la esperanz.a de una sociedad futura.
Los movimientos de vanguardia de los años 60, luego de transitar por diversos estilos
que van desde la pintura abstracta hasta el arte conceptual, pasando por el campo del objeto,
combinaron el experimentalismo artístico con contenidos socialmente relevantes. Los
cuestionamientos a la superficie bidimensional a favor de la presentación literal de los objetos
y, poco después, los progresivos cuestionamientos a la visualidad que culmwar:on en obras
altamente desmaterializadas 13, al combinarse con un clima ·de politización definieron el perfil
· · '· · ··
del experimentalismo tardío de la década del 60.
Los medios masivos de comunicación y las tecnologías informacionales proveyeron los
materiales y las estrategias, cuando los artistas de vanguardia, al romper las relaciones con
los circuitos institucionales del arte avanzado, trazaron nuevas formas de enlace con el espacio
de las luchas sindicales y políticas y dirigieron su mirada hacia una lejana provincia que
exhibía dramáticamente las realidades nacionales. El cerco de silencio trazado en tomo a
Tucumán, definió la realización de una obra colectiva e interdisciplinaria, que implicó para
sus realizadores riesgo político y la apelación a canales no habituales en los que las prácticas
artísticas, fusionadas ahora con las políticas, se tomaban altamente vulnerables. Espacialmente
no localizada, temporalmente discontinua, "Tucumán Arde" 14 se condensaba en una "muestra
denuncia" en la que cobraban sentido acciones y mensajes aparentemente dispersos: desde los
relevamientos de campo, pasando por las campañas de incógnito y la publicidad como
"Primera Bienal de Arte de Vanguardia", hasta la cobertura de todo el proceso por parte de
la prensa. En la instalación multimedia planteada en las sedes sindicales de la C.G.T.A. de
Rosario y Buenos Aires, culminaba un circuito contrainformacional potenciado por las
estéticas del proceso, las artes de acción y el conceptualismo político. "Tucumán Arde" puso
a foco la confluencia productiva entre las avanzadas estéticas y políticas y al mismo tiempo,
las posibilidades y los límites históricos de la vanguardia en su intención de cancelar la escisión
entre arte y vida ante la coyuntura crítica de 1968 15•
3 Y vía silenciosa de contestación, que formaba parte de una estrategia defensiva, se convirtió
El espacio que media entre la experiencia de la "Mutualidad" y el "Grupo Litoral" 1 6,
entre la tradición del compromiso y otras formas del modernismo, fue el proceso de tránsito
entre los impulsos vanguardistas y las estrategias más serenas de modernización. Su telón de
fondo en los campos metropolitanos fue la declinación del vanguardismo histórico, el a�ance
de los autoritarismos y el peligro de la utilización del arte con fines propagandísti�os. Estos
1'80
Rupturas en perspectiva.••
hechos y posteriormente el clima de guerra fría alentaron una versión del modernism�
desprendido de sus significaciones sociales e intransigente en su purismo, relacionado
también con un desplazamiento de los espacios de hegemonía de París al escenario
neoyorquino 17•
En el caso de Rosario, la fusión de antiacademicismo y compromiso político migró a
través de la década del 40 y desembocó en la zona más ideologizada del "Grupo Litoral"
formada por los autores que habían participado de la "Mutualidad". Durante esos años, el nexo
estuvo constituido por ciertas "formaciones aUemativas"18 como la "Agrupación de Plásticos
Independientes" a partir de 1942, cuyos integrantes, convertidos coyunturalmente en
"Plásticos Democráticos•, se disolvieron después del triunfo peronista de 1946 abriendo paso
a la conformación del "Grupo Litoral". A pesar de la turbulenta vida política que los aglutinó
en la defensa de ideales democráticos y liberales, casi todos exploraron -en el marco de esas
estrategias frentistas del 40- nuevos lenguajes modernistas que paulatinamente los alejaron de
sus orígenes realistas.
La idea del compromiso del arte con la sociedad cambió por la de un compromiso con
el arte moderno concebido como forma implícita de resistencia en un clima político y cultural
adverso que, a comienzos de los años 50, parecía destinado a prolongarse por largo tiempo.
El sólo hecho de hacer pintura moderna asumió el carácter de una forma de oposición política
y las expresiones artísticas modernistas se convirtieron en una forma de desafío cultural.
El "Grupo Litoral" se alejó tanto de las tradiciones realistas de la i7.quierda de los años
30 como de los autores conservadores contemporáneos apegados aún a las formas naturalistas.
Preocupados por una renovación del panorama .artístico local libraron una disputa que se
planteaba como una nueva querella entre artistas progresistas y modernos y los conservadores
en el arte y en otros dominios. Su estilo, producto del diálogo con las tendencias europeas y
norteamericanas más recientes que impulsaban hacia la abstracción, permitió expresar en otras
claves, temáticas locales y contribuyó a forjar la idea de un arte autóctono rosarino
desprendido de sus relaciones con el pasado y constituido, en el transcurso de pocos años, en
una referencia cultural ineludible en el panorama plástico de la ciudad.
El éxito de lo que llegó a llamarse "Escuela del Litoral" no sólo se debió a la originalidad
estética del grupo y a lo que en su momento configuraron verdaderas audacias estilísticas, sino
también a su progresiva despolitización operada desde mediados de la década del 50, lo que
facilitó su ingreso a las instituciones culturales. El carácter modernista, en principio disonante
en el componente de un arte fuertemente afirmativo sobre el que se replegaban todas las
instancias institucionales a comienzo de los 60. Un hecho que, pese a las mediaciones y
peculiaridades locales, guarda una sugestiva semejanza con lo que Jameson ha considerado
"la canonización y la institucionalización académica generalizadas del movimiento moder­
no"19 operada a fines de los años 50.
181
 FANTONI
4 La pérdida de la intransigencia de los creadores de los años 50, sumado a la distancia
Las -intensidades vanguardistas de los 60 y sus transgresiones al establishment cultural
difícilmente serían comprensibles si una cierta versión del arte moderno elaborada en los años
50 por el "Grupo Litoral" no hubiera go7.ado de asidero y legitimidad en las instancias
- consagratorias y en grandes sectores del campo artístico. Como sabemos, la ruptura de una
vanguardia guarda estrechas relaciones con el prestigio y la consolidación de una tradición y
_ con las dimensiones del espacio cultural cuya legalidad los nuevos actores van a poner en
cuestión. Hacia los años 60, Rosario poseía una versión del arte moderno que no sólo
constituía una fuerte corriente cultural, sino que sus reali7.aciones, convertidas en formas
hegemónicas, existían plenamente integradas a las instituciones. Legitimadas por la política
de premios y salones, también habían sido consagradas por los mecanismos del mercado
artístico y un público creciente. Sin embargo, aunque esa modernidad apareciera como el
hecho fundacional del "Grupo Litoral", y en gran parte debe reconocerse la enorme
responsabilidad de sus miembros en afian7.ar y expandir una zona del campo legitimada por
el criterio de lo nuevo20, no es menos cierto que ese estado era la resultante de un proceso de
varias décadas iniciado a comienzos de este siglo. Desde los años 20, y muy particularmente
desde los 30, se habían puesto en marcha mecanismos de renovación estética que encontraron
una coyuntura de franca expansión en la década del 50.
Es en función de estos procesos y de esta breve historia artística, que se sentaron las
condiciones de la emergencia y al mismo tiempo de la recepción sorpresiva y conmocionante
del movimiento de los años 60. El efecto de esta vanguardia en la plástica de Rosario, fundado
en· un estilo que recuerda a los gestos impactantes del vanguardismo histórico, también está
en relación a la historia y al estado de ese mismó espacio y, más precisamente, con ciertas
operaciones y estrategias que definieron la conciencia histórica de los diversos actores del 60
sobre la tradición de renovaciones y rupturas culturales dentro de su propio campo. Una
tradición de impulsos renovadores que registra dos coyunturas, dos experiencias históricas,
cuyo carácter y conocimiento incidieron sobre la recepción del fenómeno vanguardista de los
60. Por un lado, la existencia de la "Mutualidad" de los años 30, próxima a la tradición
vanguardista de entre guerras, que por sus audacias estéticas y su carácter políticamente
provocador, permaneció al margen de las instituciones y mantuvo una actitud opositiva
durante su fugaz existencia para desaparecer, casi sin dejar vestigios, en el curso de unos pocos
años. Por otro, la actitud de sus predecesores inmediatos, l�s miembros del "Grupo Litoral•,
que en· su mayor parte habían abandonado el carácter alternativo de los primeros 50 y que,
asociados a una serie de epígonos representaban mí modelo local y oficiali7.ado de lo moderno.
El utopismo y la transgresión que orientaron el comportamiento y las prácticas vanguardistas
de los 30, serán abandonados en los 50 a favor de prácticas autorieferenciales replegadas al
ámbito de la cultura alta y a la realización de innovaciones básicamente formales.
182
Rupturas en perspectiva..•
temporal del movimi'ento de los años 30, insuficientemente conocido y desdibujado en su
carácter vanguardista, conspiraron contra el desarrollo de una conciencia histórica sobré las
conmociones que precedieron a la vanguardia de los 60. La omisión de esta tradición por parte
de los componentes del medio plástico rosarino, modificó el horizonte de espectación y
contribuyó a redimensionar el de por sí shockeante efecto de la vanguardia sobre un
aparentemente calmo campo cultural.
NOTAS
(1) La diferencia entre modernismo y vanguardia puede verse en el trabajo de Matei CALINESCU, Cinco caras
de la modernidad. Modernismo, vanguardia, decadencia, kitsch, posmodemismo, Madrid, Tecnos, 1991.
(2) Esta noción aparece en la obra de Oc ta vio PAZ, Los hijos del limo. Del romanticismo ala vanguardia' México
Seix Barral, 1981 . . '
(3) Para el concepto de campo véase: Pierre BOUDIEU, "Campo intelectúal y proyecto creador" en Jean
POUILLON Y otros, Problemas del estmcturalismo, México, Siglo veintiuno, 1971, pp. 135-182.
(4) Un grupo de artistas jóvenes liderados por Antonio Berni, convertidos en "plásticos de vanguardia" en el
transcurso de 1933, lanzaron a principios del próximo año un "llamamiento" para la conformación de una
"Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos". Constituida en abril de 1934 en tomo al proyecto de uná
"escuela taller", la"Mutualidad" protagonizó hacia 1935 sus manifestaciones públicas másresonanies para
desaparecer alrededor de 1937. Participaron ent re los pintores: Andrés Calabrese, Juan Berlengieii, Leónidas
Gambartes, Juan G rela, Pedro Hermenegildo Gianzone, Ricardo Sívori, Celia Maldonado, Domingo Garrone Aldo
Cartegni, Anselmo Píccoli, Medardo Pantoja, Francisco García, Héctor Di Bitetti, Carlos Mántica; escultores.como
Paule Cazenave, Carlos Biscione, Raúl Palacios, Guillermo y Godofredo Paino; y entre los escritores e intelectuales:
Roger Plá, Arturo Fruttero, Lelio y Artemio Zeno, Emilio Pizarro Crespo, Sigfrido Maza.
(5) SARLO, Beatriz, "Modernidad y mezcla cultural. El caso de Buenos Aires", en Ana María de -MORAES
BELLUZO y otros, Modemidade: vanguardas artísticas na Am�rica Latina, Sao Paulo, Memorial/UNESP,
1990. p.36 .
(6) Sobre las corrientes del vanguardismo de izquierda puede consultarse el artículo de Nicos HADJINICOLAOU '
"S'ur l'ideologie del'avantgardisme", en Histoire et critique des arts, Paris, 2° trimestre, 1976.
(7) La relación arte y vida como modalidad de vanguardia aparece planteada en la obra de Peter BÜRGER, Teoría
de la vanguardia, Barcelona, Península, 1987.
(8) Las diversas alternativas de los sectores de izquierda en relación con la cultura son presentad�s por Beatriz
SARLO en Una modernidad periférica, Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988.
(9) El movimiento de vanguardia involucra la actividad de un conjunto de individuos y pequeños grupos que a partir
de 1965 se fueron fusionando hasta conformar una agregación extensa articulada en torno a manifestaciones públicas
-acciones, manifiestos, declaraciones, muestras panorámicas, ciclos experimentales, obras grupales- de un
innegable tono ruptura!. Su composición fue variando con el tiempo y sus orientaciones se modificaron de acuerdo
a la dinámica interior, así como en relación a las gnindes direcciones del campo cultural y a los fenómenos sociales
Y políticos a los que consideraron debían dar respuesta. Ent re sus protagonistas figuran: Guillermo Tottis, Ana María
Giménez, Marta Gre iner, Coti Miranda Pacheco, Aldo Bortolotti, Eduardo Favario, Carlos Gatti, Juan Pablo Renzi,
183
 FANTONI CUADERNOS •.• �o 2 - N º 2 y 3 (ler. y 2do. Semestre 1994)

Graciela Carnevale, Noemí Escvandelt, Tito Fernández Bonina, Lía_ Maisonnave, Emilio Ghilioni, Rodolfo
Elizalde, Osvaldo Boglione, Rubén Naranjo, Jaime Rippa, 'José María Lavarello, Norberto Puzzolo.
(10) Sob� el particular véase: Rayn:iond �LIA:-1S, "La política de la v�ngua!'1ia• e? Cultura de v�dia
0

y política radical en Europa de pnDC1ptos del Siglo XX, Debats, Valencia, N 26, dic._ 1988, pp. 7-15._
( l l) Véase de Oscar TERAN, Nuestros años sesentas, Buenos Aires, Punto Sur, 199 l . Particularmente el capítulo:
"Intelectuales y antiintelectualismo•.
(12) Las relaciones entre arte y política en las décadas del 30 y del 60 son abordadas desde_ una perspectiva
conservadora por Daniel BELL en Las contradicciones culturales del capitalismo, Madrid, Alianza, 1987.
(13) Sobre el proceso de desmaterialización véase el trabajo de Simón MARCHAN FIZ, Del arte objetual al arte
de concepto (1960-1974), Madrid, Alca!, 1986.
(14) Una extensa reseña sobre los episodios protagonizados por las vanguardias rosarinas y porteñas hacia 1968
aparece en: "Dossier Argentine. Les fi1s de Marx et Mondrian. Tucumán Brule", Robho, Paris, N º 5/6, 1970,
pp.16-22.
(15) Una interesante visión sobre 1968 en relación al vanguardismo puede leerse en los primeros párrafos del artículo
de David Roberts: "Marat/Sade o el nacimiento de la postmodernidad a partir del espíritu de la vanguardia• en Josep
PICÓ y otros, Modernidad y posbnodernidad, Madrid, Alianza, 1988, pp. 165-187.
(16) Desde el lanzamiento de una "Declaración" con motivo de su primera muestra en 1950 hasta su última
manifestación pública, una colectiva en Van Riel de Buenos Aires, en 1958, el "Grupo Litoral" se constituyó en el
centro de la escena artística rosarina durante el transcurso de una década. Fueron fundadores del mismo: Leónidas
Gambartes, Francisco García Carrera, Domingo Garrone, Juan Grela, Gutierrez Almada, Osear Herrero Miranda,
. Santiago Minturn Zerva, Alberto Pedrotti, Hugo Ottmann, Carlos Uriarte y Ricardo Warecki. Fallecido Garrone
y desprendido Minturn Zerva, el "Grupo Litoral" acogió como nuevos integrantes a Pedro Giacaglia y Froilán
Ludueña.
(17) Véase de Andreas HUYSSEN, "Guía del postmodernismo", en Punto de vista, Buenos Aires, Año 10, N º
29, Separata, abr.-jul., 1987, pp. I-XLI. Sobre los itinerarios del modernismo y sus versiones de posguerra ta?1bién
puede consultarse el artículo de Hal FOSTER, "Polémicas (post)modernas". en Josep PICÓ y otros, op. CJt, pp.
249-262.
. (18) Sobre el concepto de "formaciones" véase de Raymond WlLLIAMS, Cultura. Sociología de la comunicación
y del arte, Barcelona, Paidós, 1981.
(19) JAMESON, Fredric, "El posmodernismo como lógica cultural del capitalismo tardío", en sus Ensayos sobre
· el Posmodernismo, Buenos Aires, lmago Mundi, 1991. p. 19.
(20) Véase de Harold ROSENBERG, La tradición delo nuevo, Caracas, Monte Avila, 1969. También, de Theodor
ADORNO, Teoria estética, Madrid, Orbis, 1983.
LA MOVILIDAD SOCIAL DE WS INMIGRANTES
RECONSIDERADA. ENFOQUES Y PERSPECTIVAS 1
. Carina Frid de Silberstein*
Que la cuestión de la movilidad social reaparezca ocupando un espacio de interés en los
estudios de inmigración (y, es de esperar también en el campo más general de la historia social
argentina), constituye, sin duda, un acontecimiento poco esperable dado el prolongado
intervalo que observara su tratamiento dentro de la historiografía local. Sin por ello
desconocer los relevantes aportes ofrecidos durante la última década por un conjunto de
estudios relativos a la historia del trabajo urbano, es cierto también que el problema de la
movilidad social se ha visto relegado has� el momento a un espacio menor de indagación
dentro de las preocupaciones sobre las que se han orientado los estudios migratorios de los
últimos años. Tal como resulta evidente al observar la producción sobre el tema inmigratorio
de los últimos años, las preguntas que han orientado sus ejes de discusión han· girado
fundamentalmente en tomo a la revisión de las hipótesis sugeridas hace más de tres décadas
por Germani acerca de la integración de los inmigrantes a la sociedad argentina. Si bien es
conocida la jerarquiz.ación que asumiera para Germani el problema de la movilidad social
como argumento privilegiado del proceso de constitución de la sociedad argentina del último
siglo, la más reciente revisión de las propuestas sugeridas por los esquemas de la moderni­
zación revelaría una preocupación menos sistemática y más tangencial dentro de las propuestas
renovadoras de los estudios migratorios.
¿Debemos celebrar que el demorado fin de esta "larga espera" promueva la reapertura
del debate sobre la cuestión sin antes reflexionar acerca de los marcos de referencia en los que
se sostiene la misma noción de movilidad social, o bien acerca de las hipótesis que los mismos
promueven en tomo a la construcción de la sociedad argentina contemporánea, cuestiones
éstas que hasta épocas recientes despertaban escaso entusiasmo en la formulación de un
tratamiento renovador dentro del horizonte de las ciencias sociales platenses? La respuesta

* Universidad Nacional de Rosario

184
185
 FRID DE SILBERSTEIN
promóvida ahora desde una_ dimensión globalizadora c?m� el c��po de los estudios
migratorios requiere necesanamente de una recontextuahzac1ón cnhca de los puntos de
· partida en los que se apoyan los modelos teóricos y metodológicos de la noción misma de
movilidad social; un problema que asoma en la agenda de toda reconstrucción de los procesos
en los que se gestaron las fisonomías sociales de la Argentina posmigratoria.
El estudio que nos hemos impuesto nos compromete entonces a plantear un conjunto de
observaciones acerca de los marcos conceptuales generales sobre los que se apoya la noción
de movilidad y de las modalidades que asumió su tratamiento dentro del ámbito local.
Habremos de pasar revista, en consecuencia, a los esquemas que fundamentan los estudios
tradicionales que postulaban la existencia de un acentuado ascenso social experimentado por
· el conjunto de la sociedad argentina (y en particular por los inmigrantes de origen europeo),
así como a sus más recientes revisiones por parte de la historia social. Finalmente,
intentaremos examinar las contribuciones que el tratamiento de la problemática de la
movilidad recibiera por parte de la historia social europea a lo largo de la última década (en
particular a partir de los avances brindados desde la micro-historia), contribuciones éstas cuya
recepción más reciente dentro de la historiografía local han promovido una sugerente
renovación teórico-metodológica dentro de la historia social.
En las últimas décadas, el tratamiento de la cuestión de la movilidad social ha despertado
una renuencia generalizada dentro del campo de la historia social, conducta ésta que parece
responder a la fuerte carga ideológica que acompañara el desarrollo del tema en las ciencias
sociales anglosajonas· durante la segunda posguerra. Las mayores objeciones se han concen­
trado en la excesiva preminencia generada por el concepto de movilidad en los estudios sobre
estratificación social por sobre otras preguntas, tales como aquellas vinculadas al tipo de
relaciones que se generan entre los diversos sectores sociales1 • Las críticas también incluyeron
a los métodos y al estilo de investigación elegidos especialmente por la sociología en los
estudios de la movilidad social, cuyas técnicas parecían reforzar también a la construcción de
modelos sociales fundados en un "liberalismo individualista".
Resulta comprensible, entonces, que aquella forma de entender la movilidad inspirada
principalmente en la versión intelectual de la sociología americana y que ponía el acento en
la investigación de los alcances de la igualdad de oportunidades existentes en todas las
sociedades, fuese resistida por buena parte del mundo intelectual de los setenta y de los
ochenta2• Pero si bien resulta incuestionable reconocer la fuerte connotación ideológica que
ha rodeado desde sus inicios la problemática del ascenso, es conveniente apuntar que el
problema de la movilidad ha despertado una variedad de intereses de ninguna manera
confinados a los estudios clásicos americanos. Una breve y tal vez esquemática revisión de
• los itinerarios intelectuales que han acompañado al concepto de movilidad por más de un siglo
nos puede acercar mejor al problema aquí tratado.
Las raíces �el concepto de movilidad se proyectan ya a las corrientes liberales de la
primera mitad del ochocientos. La economía y el pensamiento político liberal consideraban
186
La movilidad social de los inmigrantes...
que, bajo el sistema de la democracia liberal, los individuos contaban con amplias
oportunidades de ocupar un lugar en la sociedad según su capacidad3 • Estos argumentos fueron
aceptados generalmente y asimilados por los economistas clásicos, quienes si bien reconocie­
ron presencia de casos de auto-reclutamiento presente en diversos sectores sociales, estimaban
que tal desigualdad de oportunidades constituía un fenómeno temporario y en rápida ·
transformación con el desarrollo del capitalismo industrial4•
Una perspectiva diferente de la movilidad socÍal es la que sostuvo el pensamiento
socialista de mediados del siglo pasado. Al erigir las críticas a los postulados sugeridos por
el llamado "mito liberal", los.pensadores socialistas se ocuparon del problema de la movilidad
desde otra perspectiva. Si bien la movilidad social no se constituyó en un aspecto central del
corpus socialista, el fenómeno representaba lo que Golthorpe ha denominado un "interés
negativo"5• En sus escritos clásicos, los socialistas consideraban poco factible el hecho de que
las clases trabajadoras se incorporasen a un sostenido movimiento de ascenso social,
apuntando a su vez que la dimensión "negativa" de la movilidad se reflejaba en el rol
obstaculizador que la misma jugaba en la construcción de una conciencia de clase. Del mismo
modo, se ponía en discusión la posibilidad de que aquellos sectores sociales que ejercían
actividades autónomas (los llamados "pequeños independientes", es decir, los pequei'ios
propietarios agrícolas, pequeños comerciantes o artesanos) pudiesen sobrevivir bajo las
condiciones económicas y tecnológicas impuestas por el desarrollo mismo del capitalismo
industrial6•
Este interés por la movilidad se extendía también al análisis que el socialismo realizara
acerca del desarrollo y evolución de la sociedad norteamericana. En particular, el caso de los
Estados Unidos era registrado como un ejemplo "excepcional" en el cual, en contraste con las
sociedades europeas de la segunda mitad del siglo pasado, la movilidad social parecía
sostenerse en procesos de reclutamiento "desde abajo". El problema del excepcionalismo
americano continuó siendo objeto de debate hasta las primeras décadas de nuestro siglo. Como
es sabido, esta cuestión catalizó no pocas discusiones dentro y fuera de las filas del socialismo.
El análisis de la movilidad social en dicho país se constituyó en el marco de referencia obligado
desde donde se intentaría dar cuenta de buena parte de los fenómenos vinculados a la movilidad
en el mundo industrial y, más tarde, en el llamado "mundo en desarrollo". Uno de los trabajos
que mejor resumen el conjunto de ideas que rodeaban al estudio de la movilidad durante los
años veinte, es la obra de P. Sorokin, Estratificación y movilidad social7, en la cual sus
opiniones (recogidas en algunos aspectos más tarde por la sociología americana) sintetizaron
más de medio siglo de discusión sobre el tema. En su análisis de la movilidad vertical, Sorokin
sostuvo un conjunto de propuestas comunes a la sociología contemporánea (y sólo puestas en
discusión en épocas recientes), tales como aquellas que sugerían la existencia de un notable
movimiento de movilidad intra e intergeneracional especialmente desde las filas de las
ocupaciones manuales a las de los empleos no manuales8• De la misma manera afirmaba qu�,
si bien era visible la presencia de ciertos mecanismos de "transmisión hereditaria" en las
ocupaciones de padres e hijos dentro del mundo industrial de principios del novecientos,
187
 FRID DE SILBERSTEIN
existía también un acentuado grado de fluidez dentro de los grupos ocupacionales. Aún si las
observaciones de Sorokin recibieron objeciones en cuanto a la univer�lidad de sus hallazgos
(inspirados-éstos en la sociedad estadounidense de l�s veinte), �lgunos _de sus postulad�s
proveyeron no- pocas perspectivas novedosas._ En particular, cabna menci�nar su ren�e�cia
a encontrar una inmanencia o bien una tendencia perdurable de procesos sociales de movihdad
vertical (ascendente o descendente) ni, en consecuencia, a interpretar linearmente la evolución
de los procesos sociales. Si bien podía observarse en la sociedad industrial contemporánea una
movilidad social mayor que en el pasado, dicho aumento no debía ser considerado como un
proceso permanente, necesariamente progresivo o bien privativo de la sociedad industrial, tal
como los esquemas_ sociológicos anglosajones habrían de sugerir posteriormente.
Los sociólogos americanos que se ocuparon del tema de la movilidad social en los años
previos y posteriores a la segunda guerra no compartieron las mismas dudas. Precisamente,
es dentro de este conjunto de investigadores que encontraremos una articulación integral entre
procesos de movilidad social y expansión de la industrialización y de la urbanización, al
afirmar que la existencia de altos índices de movilidad en los Estados Unidos y en Europa
Occidental tenían su fundamento en el carácter "industrial" compartido por dichas sociedades .
En otras palabras, la industrialización era considerada como un proceso que conducía
· lineannente a la emergencia de procesos de movilidad.
Más importante aún para los propósitos de nuestro estudio es discutir aquí el tipo de
relación que dicha corriente de pensamiento estableciera entre movimientos de ascenso social,
urbanización e industrialización. Precisamente, es en esta problemática en donde encontramos
un cruce significativo entre los argumentos de la sociología urbana americana elaborados en
· 1a década del veinte (en buena medida liderada por la figura de R. Park) y los esquemas de
la estratificación social de mediados de nuestro siglo. Es allí también en donde la inmigración
(entendida como portadora de elementos tradicionales enfrentados a la sociedad urbana/
moderna) constituyó un espacio de reflexión no sólo para la literatura de la historia social
norteamericana y de la historia de la inmigración en general. En su ya conocido esfUdio escrito
con R.Bendix, La movilidad social en la sociedad industrial (1959), un representante
emblemático de esta escuela como S. Lipset, sostuvo una serie de hipótesis vinculadas a la
urbanización, la movilidad geográfica y la movilidad social. Una de las más significativas para
nuestra problemática es la que vincula estrechamente la movilidad geográfica y los movimien­
tos de ascenso social. La asociación entre movimientos espaciales y movilidad social
ascendente es heredera de una fuerte tradición, expresada en los estudios de Park y Burguess
sobre los procesos de urbanización estadounidenses9• En particular, el modelo propuesto por
W. Burguess ya establecía una relación directa entre distribución espacial suburbana de grupos
de alto status ocupacional y concentración en áreas centrales de aquellos de menor nivel
socioeconómico. En estrecha relación con los postulados anteriores, la sociología de la
estratificación habría de deducir una serie de argumentos relativos a los procesos - de
urbanización, la industrialización y la integración social de los inmigrantes en ámbitos
urbanos. La hipótesis de base sobre la que se han fundado la mayor parte de dichos estudios
188
La movilidatJ. social de los inmigrantes...
(y que presenta una prolongada perdurabilidad aún entre los detractores de la sociología de
la estratificación) se sostiene en una imagen "espacial" en cuanto a la ubicación de los
·inmigrantes dentro de la escala de estratificación social: casi sin excepción, los inmigrantes
se insertaban dentro la sociedad americana por el "peldaño más bajo de la escala ocupacio­
nal" 10• Como exponentes del mundo tradicional, estaban necesariamente en desventaja frente
a las posibilidades de ascenso de la población nativa, proceso que también era seguido por los
migrantes internos que, proveniendo de comunidades· pequeñas, se asentaban en grandes
centros urbanos: la condición de los individuos como nativos o como migrantes incidía en la
ubicación de los mismos en la escala de estratificación social11• Imágenes éstas que recibirían
posterior reconsideración en relación al caso platense tanto en Germani como también en
Scobie 12•
Una segunda hipótesis extensamente difundida por los teóricos de la sociedad industrial
es aquella que entendía a la movilidad social como un indicador del grado de asimilación de
los inmigrantes a la sociedad. Dentro de este marco conceptual, se sostenía que la pérdida de
atributos vinculados a las identidades de origen y la ruptura de lazos migratorios era
acompañada por procesos de movilidad social ascendente13 .El procesó inverso, decir el es
fracaso en el ascenso económico y social, promovía el repliegue de los individuos dentro de
su grupo de origen, entendido como exponente del mundo "tradicional" 14•
Como sabemos, los modelos de la sociología clásica americana recibieron ·una crítica
revisión desde mediados de los años sesenta. Nos ocuparemos entone� del concepto de la
movilidad desde la perspectiva del análisis histórico pasando primero revista a las proposi­
ciones que la nueva historia urbana y la historia de la inmigración realizara a partir de su crítica
al modelo de la movilidad propuesto por los defensores de la estratificación social, sin que
ello implique ignorar las críticas construidas desde la sociología europea a los modelos de la
igualdad de oportunidades ni al desarrollo de nuevos marcos analíticos 15•
En relación a dicho objetivo, habremos de recordar brevemente aquí algunas de las
principales revisiones críticas que recibiera el mito del ascenso social estadounidense.
El primer trabajo enmarcado en la historia social que pusiera en discusión dichos
postulados fue el trabajo que en 1964 publicara S. Thernstrom tomando como espacio
empírico el caso de una pequeña comunidad industrial de Nueva Inglaterra en los años previos
a la contienda civil16 • Fue también el primer intento por examinar, a partir de una
aproximación histórica, un problema cuya discusión había sido hasta entonces dominio
exclusivo de la sociología. La investigación llevada a cabo por Thernstrom puso en evidencia
las deficiencias metodológicas y teóricas que aparecían en el tratamiento de la cuestión de la
movilidad social desde la perspectiva histórica. Basando su análisis en el uso de cédulas
censales, estuvo en condiciones de reconstruir los patrones de movilidad de aquellos sectores
sociales por los que la historiografía tradicional había demostrado escaso interés a saber los
sectores de trabajadores manuales no calificados o con escasa calificación.
Los hallazgos de Themstrom mostraron una radiografía de los comienzos de la
189
 FRID DE SILBERSTEIN
· dustrialización americana bastante menos optimista que la propuesta hasta entonces. La
· 10
. ' ev1ºdente
· lo pasado se hac1a
lIIDIºtada fluidez de la sociedad americana en el tercer cuarto del s1g • .
en el reducida propo rción de movimientos ascensionales (tanto intra como mter-generac1ona les)
en las filas de los trabajadores manuales no calificados hacia posiciones de mayor calificación
0 empleos manuales. Los movimientos en la escala s� ial fueron más bien modestos y de �orto
_ _
manuales a pos1c10nes
alcance evidentes por ejemplo en el tránsito de los hijos de trabajadores
de semi-calificación • A estos hallazgos, Tbemstrom sumaría otras hipótesis que han
17
mantenido una perdurable aceptación en el campo de los estudios inmigratorios. Nos
referimos en particular al tratamiento que diera Tbernstrom a un problema ya trabajado en los
esquemas tradicionales de la sociología americana: el d�l vínculo existente entre mo�i�entos
de ascenso social y movilidad geográfica. En contrapos1c1óna _ los supuestos más trad1c1onales,
Tbemstrom observaba un mayor índice de movilidad geográfica en los sectores no calificados
que en aquellos que registraban empleos calificados y estables. El nturnover" experimentado
por estos últimos, afirmaba Tbemstrom, era la expresión del fracaso en el proceso de inserción
a la sociedad industrial. Otro aspecto interesante ya sugerido en Poverty and Progress es el
vinculado a la propiedad como indicador de movilidad social. Los estudios sobre movilidad
social habían enfatizado la relevancia del acceso a la propiedad, fenómeno al que ya Weber
bahía asignado un rol central como indicador de movilidad. Tbemstrom retomó el tema,
encontrando asimismo que antes que un indicador bruto de la movilidad, el acceso a la
propiedad está vinculado a expectativas individuales de estabilidad y de seguridad18•
Finalmente, encontramos en la obra de Tbernstrom uno de los motivos más trabajados
por la historia de la inmigración estadounidense: la relación entre origen migratorio y
movilidad social. Si bien el tema resultó marginal dentro del esquema interpretativo de
Tbemstrom, dicho problema es tratado también en su obra como un condicionante de la
movilidad social19• La preocupación por los índices diferenciales entre nativos e inmigrantes
· observados en los movimientos de ascenso social recibió posterior atención en las investiga­
ciones llevadas a cabo en distintas ciudades de América del Norte, en los que se comparaban
las modalidades del ascenso entre diversos grupos inmigratorios a partir de una serie de
variables (educación, tamaño del grupo familiar, etc. )2º.
La proliferación de estudios orientados en este tipo de indagación no pudo impedir el
pronunciado agotamiento en el tratamiento del tema y el estancamiento en los métodos
empleados y los resultados obtenidos. Quien percibiese esta situación y propusiese una línea
de investigación que partiese de una adecuada evaluación de las características socio­
ocupacionales pre-migratorias así como de los ámbitos de inserción fue J. Bodnar en un
coajunto de trabajos realizados en los primeros años de la década del ochenta21 • Bodnar admitía
que los resultados de los estudios de movilidad social (medida en su dimensión ocupacional)
reforzaban las conclusiones ya conocidas acerca de la limitada movilidad vertical experimen­
tada por los inmigrantes en la América industrial. Pero al mismo tiempo, observaba que este
tipo de análisis convencional ignoraba los objetivos y aspiraciones de los inmigrantes22 Y
reclamaba en cambio la necesidad de incorporar las percepciones que los propios actores
190
La movilidad social de los inmigrantes...
sociales construían acerca de sus carreras ocupacionales y de sus procesos de movilidad.
.
La búsqueda de indicadores de movilidad no exclusivamente basados en determinantes
objetivos se enfrentaba, sin embargo, al problema de la elección de instrumentos de medición
adecuados. Algunos trabajos, como el de T. Hareven (Family Time and Industrial Time,
1982) incluyeron ambas perspectivas para el análisis de la movilidad ocupacional. En
particular, el estudio de Hareven ha examinado la movilidad desde el interior del mundo
industrial y a partir de allí, la autora ha sugerido un nuevo conjunto de hipótesis relativas no
sólo a los condicionantes de la movilidad ocupacional sino a las percepciones de los sujetos
sobre la misma. En relación á este último aspecto, el estudio logra reunir un rico arsenal de
información cualititativa (mediante la historia oral) y a través del cual es posible discriminar
las diferencias en las percepciones de movilidad ocupacional sugeridas por los trabajadores
con respecto a las impuestas por la empresa (expresadas, por ejemplo, en la preferencia de los
primeros por asegurar ciertas condiciones de trabajo antes que un avance en el status
ocupacional). El examen que realizara Hareven sobre los condicionantes de la movilidad puso
todavía más en evidencia la importancia de estudiar la cuestión en relación a la misma dinámica
interna de los procesos de industrialización desde una perspectiva micro-analítica. El trabiyo
de Hareven, centralizado en un análisis de la relación entre el mundo familiar y el mundo
industrial, incorporaría el llamado análisis del ciclo vital, un modelo de trabajo que se apoya
en variables de tipo demográfico para el análisis de la carreras de los individuo23 • Finalmente,
las novedades introducidas por Hareven incluyen una revisión de hipótesis genéricamente
acep tadas por la historiografía americana, tales como las que asociaban movilidad social y
etnicidad. En su lugar, Hareven descarta la incidencia de la etnicidad en las "carreras" de los
trabajadores textiles estudiados por ella, para subrayar el efecto "nivelador" que ejerciera el
trabajo industrial por sobre las diferencias étnicas24 •
Ni los avances propuestos por la nueva historia social y la historia de la inmigración han
podido tomar adecuada distancia, sin embargo, de I¡¡ fuerte tradición sociológica que imperase
en los estudios de ciencias sociales del país del Norte. Ello ha limitado, como hemos
comentado más arriba, los modelos de trabajo utilizados en el tratamiento de la cuestión. Una
renovación mayor es la que resulta de las propuestas que la historia social europea realizase
desde hace más de una década, poniendo al descubierto la linearidad interpretativa de los
enfoques sociológicos clásicos al atribuir a las sociedades del pasado un orden rígido e inmóvil
en contraposición a la excepcional fluidez de la sociedad capitalista industrial.
Este conjunto de hipótesis remitían en parte a las propuestas que la historia económica
del continente había ya ofrecido en los años cincuenta. La misma había ingresado al debate
tomando como referencia la relación existente entre sistemas familiares y desarrollo
económico. El estudio realizado por H.J. Habakkuk constituye en ese sentido uno de los
primeros intentos por integrar el análisis de los sistemas de transmisión patrimonial con el
crecimiento demográfico por un lado y con la movilidad de la población por el otro. Habakkuk
insistía en la existencia de una fuerte conexión entre movilidad geográfica y sistemas de
191

FRID DE SILBERSTEIN
autor entendía que en
· "6n patrimonial de heredero único • La tesis sugerida .por dicho
25
trasJDJsl • •
tanto las áreas de división igualitaria reforz.aban una mayor mmov1h �d geogra'fica (d 1 o
. eb"d
ctivo y un mayor expectat¡v de cceso a l _
misma
a 1apresencia de un mercado de tierras más a a
. .
a
·
a
d" ·
a
' útiles para el análisis de los procesos de •integración y de movilidad social. Un ejemplo del
no sólo por la subdivisión de la propiedad paterna _ si�o tambi_én por la� con ic10nes _ mas
favorables del mercado), el sistema de heredero umco habna favorecido en cambio la
emigración permanente de los miembros más jóvenes de la familia.
Estudios posteriores han vuelto a revisar estas líneas interpretativas, si bien las nue�as
orientaciones proponen un modelo general más matiz.arlo y menos lineal que el �ugendo
inicialmente por Habakkuk. Berkner y Mendels, por ejemplo, han examinado la relación entre
sistemas de herencia y modelos demográficos atendiendo a tres estructuras demográficas
distintas (indivisibilidad pura, perfecta divisibilidad, divisibili�� preférencial) �- Así,
2
mientras que en los primeros prevalece un modelo en el qu� la familia e�tensa_ : el cehbat� Y
la emigración operan conjuntamente, en el segundo una b� a tasa de eJDJgracion se combma
con la presencia de familias nucleares y altas tasas de nupcialidad. El tercer caso prese�� un
modelo intermedio en el que las tasas de emigración se correlacionan con la compensac10n en
. dinero líquido o con el aprendiz.aje de un oficio provista a los hermanos jóvenes solteros.
El cuadro social obtenido a partir de dichos estudios mostró un perfil bastante diferente
. de la sociedad de Antiguo Régimen. En particular, las evidencias de que la misma había
experimentado una fuerte movilidad geográfica fueron puestas en relieve en _una �erie de
. trabajos destinados a estudiar movimientos de emigración temporaria muy difundidos en
Europa ya a mediados del siglo XVIIP'. La reconstrucción de esta imagen compleja de la
llamada sociedad tradicional verificó en efecto la existencia de diversos tipos de emigración
temporaria que estaban vinculados a una fase determinada del ciclo vital de quienes tenían su
eje de referencia en la agricultura28•
Estudios posteriores complementaron en buena medida los conceptos v�rtidos p�r los
estudiosos de la movilidad durante el Antiguo Régimen. F. Ramella ha sugendo que ciertos
ejemplos de la emigración transatlántica italiana (en particular la de Italia Nordoccidental)
_
puedan estar asociadas a los diversos tipos familiares descriptos29 • El mismo autor sostiene,
en efecto, que la presencia de movimientos geográficos circul ares (de emigra ción Y ret ?mo)
tienen estrecha conexión con procesos de movilid ad soci al de los inmigrantes en la sociedad
de origen. Los alcances de este proceso (el cual no parece haber sido privativo de l� ��lia
septentrional sino que también es común a otros ámbitos rurales europeos30) resultan d1f1ciles
de evaluar para el caso argentino. En efecto, si bien conocemos el peso de la inmigración �esde
el Norte de Italia a la Argentina, desconocemos el perfil socio-ocupacional de qmenes
emprendieron la vía del retomo ya sea a Italia nordoccidental como a otros ámbitos regionales
de dicho país.. Aún así, la propuesta de Ramella abre una sugerente vía de indagación tendiente
a examinar los movimientos migratorios desde un enfoque global capaz de poner en contacto
los cambios en la estratificación social de la sociedad de origen, movilidad geográfica Y
modalidad de inserción ocupacional y social en la sociedad de arribo.
192
La movilidad social de los inmigrantes...
Las consecuencias que puede adoptar para el estudio de la inmigración un enfoque como
el anterior, en tanto tiene como marco de referencia la inserción de los inmigrantes dentro de
un ciclo y de una historia familiar propias del espacio de origen, resultan extremadamente
tratamiento de la problemática vinculada a la cuestión migración rural/urbana lo constituye
el renovador estudio que realiz.ara M. Gribaudi sobre los orígenes sociales de los sectores
obreros de Turín en las últimas décadas del siglo pasado31 • La tesis escrita por Gribaudi
resume, en realidad, un conjunto de nuevas proposiciones sobre las transformaciones del
mundo rural, pero también pone en relieve la profunda revisión que desde la historia social
europea se reali.µse a los esquemas con que se intentaba explicar dichos procesos sociales.
Una de las expresiones más importantes que asumiera dicha revisión consistió en su negativa
a interpretar el comportamiento de las sociedades del pasado desde los esquemas abstractos
de la estratificación social. Entre otros aspectos no menos importantes, dicha revisión procuró
superar el limitado cuadro de las "fronteras de las categorías sociales y profesionales", que
tanto había oscurecido el análisis de los mecanismos y los factores reales que afectan al
fenómeno de la movilidad. Tal como lo señalara G. Levi, los esquemas clásicos asociaban la
noción de movilidad a un fenómeno medido a nivel inter-grupal, como un intercambio de un
grupo a otro, sin atender a la naturalez.a heterogénea que dichos grupos presentan. 32
El estudio realiz.ado por Gribaudi ha mostrado cómo la movilidad también puede ser
pensada a partir de las trayectorias individuales recorridas en el interior de dichos grupos. Para
el grupo estudiado en particular por Gribaudi, es decir el de los migrantes de origen rural que
se integran a un ámbito urbano industrializ.ado como lo era la ciudad de Turín, el autor propone
un modelo de movilidad social relativa, es decir, en función de la posición de los individuos
dentro de su grupo familiar y del conjunto quienes integran las redes sociales de referencia.
El uso del análisis longitudinal cobra entonces una relevante magnitud, ya que a través de la
elaboración de un índice de movilidad profesional intergeneracional puede medirse la
movilidad individual en relación a la familia de origen. Tanto los modelos teóricos construidos
por Gribaudi como las hipótesis sugeridas a partir de los mismos (incidencia de la estructura
familiar, la edad almomento del matrimonio y de las redes de relaciones parentales y sociales
informales gestadas dentro de un nuevo espacio social) plantean la posibilidad de aproximar­
nos al estudio de la movilidad en términos que superan tanto las perspectivas más tradicionales
de la movilidad medida en base al grupo socio-ocupacional (a la Thernstrom), como aquellas
que se han ocupado de medir los procesos "estructurales" de movilidad partiendo de
perspectivas agregadas.
Sin duda, los avances descriptos son indicativos del activo movimiento de debate y
discusión existente hoy el campo del estudio de los fenómenos de la movilidad social vistos
desde la mirada micro-analítica del "interior" mismo de los itinerarios sociales. Frente a la
alentadora perspectiya con que parece asomar dentro de dicho espacio de reflexión, cabe
reflexionar ahora más de cerca acerca de las alternativas que presenta el tratamiento de dicha
problemática dentro . del área platense y también sobre sus alcances más recientes y
193
 FRID DE SILBERSTEIN
a propon�� un exa�en d�l
perspectivas futuras. En ese sentido, apar� �orno tarea priorita�
atras en relac1on a la ex1stenc1a
peso de las hipótesis sugeridas por Germam mas de tres décadas
ntado por la Argentin a desde el último
de un acentuado proceso de movilidad social experime
s décadas del novecie ntos.
tercio del siglo pasado hasta las primera
C�mo ya ha sido reconocido, el interés que esta cuestión suscitara en el sociólogo
de la
italiano se vinculaba a un conjunto de preocupaciones que intentaban dar cuenta
emergencia y desarrollo de las clases medias argentinas . Las respuestas que Germani ofreciera
a fines de la década de 1950 y comienzos de los años sesenta encontraban una consistente
conexión con los modelos y métodos desde los cuales se hacían las preguntas. Basta recordar
en ese sentido la colaboración de Germani en la versión publicada en nuestro país del estudio
en la sociedad industrial 33, para reconocer una
de Lipset y Bendix sobre la movilidad social
de las principales inspiraciones sociológicas que acompañaran su obra. En esa ocasión,
.
Germani intentaba ajustar las particularidades del caso argentino a los esquemas globales
propuestos por la sociología estructural,justificando de este modo la viabilidad de un proceso
modernización sin industrialización. De ahí también su énfasis por demostrar la existencia de
un elevado aumento general de la movilidad social, aumento que resultaba (para el caso de
Buenos Aires) comparativamente más elevado del que habían experimentado otras sociedades
industriales.
Los cambios profundos experimentados en el sistema de estratificación social argentina
confirmaban,de esta manera,la existencia de un proceso de modernización económica , cuyo
34
argentina desde
corolario más evidente resultaba la considerable expansión de la clase media
1890 hasta 1930. Los argumentos que sustentaban este proceso global de transformación de
la estructura socio-ocupacional (o de movilidad estructural) se apoyaban,fundamentalmente,
en la detección de un movimiento ascensional de los sectores manuales a categorías
ocupacionales calificadas. El reclutamiento de este sector, aseguraba Germani, había
resultado más elevado entre los inmigrantes que entre los nativos y, más aún, la expansión
de oportunidades entre fos extranjeros se habría concretado en un elevado grado de movilidad
intrageneracional.
Las observaciones de Germani sobre el fenómeno de la movilidad social en Argentina
no se agotaron allí35• El tema de la movilidad social aparece también bajo perspectivas
alternativas dentro del corpus teórico germaniano,siendo los inmigrantes nuevamente quienes
ocupan el centro de la escena. En este caso,sin embargo, a los aportes parsonianos se sumaría
la incorporación de otros núcleos interpretativos construidos en el mundo científico
· anglosajón y presentes, en particular, en la literatura destinada a interpretar el proceso de
integración de los inmigrantes a la sociedad de recepción. Es así como, sosteniendo claras
inspiraciones en las propuestas de teóricos como Eisenstadt, el tema de la movilidad social
reforzaría conclusiones más generales de Germani acerca de la integración social de los
inmigrantes europeos en la Argentina36 • Argumentos éstos cuya sólida articulación dentro del
marco conceptual asimilacionista contribuían a justificar la construcción de una imagen
194
La movilidad social de los inmigrantes...
homogénea (y abierta) de la sociedad argentina. La tarea empírica iniciada por Germani
demostró su fuerte compromiso por un lado con los esquemas sociológicos americanos, los
cuales, tal como hemos mencionado más arriba, asociaban procesos de movilidad a la
d!solución de identidades étnicas. También manifestó su interés por un conjunto de problemas
vmculados al problema de la movilidad que, si bien se inscribían dentro de itinerarios
intelectuales cercanos, no fueron explorados plenamente por el sociólogo italiano. Un
ejemplo de ello lo constituye la referencia que el sociólogo italiano realizara acerca de la
estrecha vinculación existente entre el contexto social de origen y las motivaciones de 1�
emigración (económicas, domésticas, educacionales) y el tipo de ajuste y posterior asimila­
ción seguido por los inmigrantes (discriminando entre emigración por desphu:amiento y
mobilité, es decir, entre movimientos fortuitos u ocasionales y movimientos sustentados en
estrategias de movilidad social)37, sugiriendo que mientras que los primeros sólo daban lugar
a una restringida participación en las estructuras urbanas y en el proceso de aculturación, los
segundos facilitaban la asimilación38,
La prolongada deuda que mantuvo la historiografía local con el paradigma germaniario
se verifica en la persistente continuidad de sus argumentos y propuestas metodológicas
(basadas fundamentalmente en el uso e interpretación de información cuantificable)39,
presentes en las aproximaciones al tema que revelaran estudios posteriores sobre los procesos
de formación de la sociedad argentina. Obras como La formación de la.Argentina moderna
de Cortés Conde Y Gallo (1967),resultan ejemplares de un modo interpretativo coherente con
los conceptos sugeridos por Germani. Es así como, a la hora de analizar los condicionantes
e indicadores de la movilidad social argentina, los autores señalan la "flexibilidad" de. los
canales de ascenso social como factor esencial del crecimiento de los sectores medios
justificando sus conclusiones en dos indicadores paradigmáticos de este proceso: la hegemo:
nía del componente inmigratorio entre los propietarios industriales y comerciales (hipótesis
d":5a?"ollada con más detenimiento por O. Cornblit)40 y el acceso a la propiedad territorial,
-s1 bien en se trataría de un acceso relativo y limitado a un universo regional determinado.
Ciertos puntos de estos enfoques fueron retomados por otros estudiosos: el ya clásico trabajo
de Beyhaut y colaboradores41 , -ejemplar en cuanto a la implementación de técnicas y al uso
de fuentes éditas y de información agregada-,relativizaría por un lado la relevancia estratégica
de los sectores involucrados en el ascenso (medida en términos de status o prestigio),
enfatizando en cambio el rol que los procesos sociales de ascenso han asumido en la reducción
de conflictos entre los llamados sectores modernos (emergentes de la inmigración) y los
tradicionales (producto de la sociedad nativa o criolla).
Mientras que esta imagen de la transformación de la sociedad argentina de fines del
ochocientos y comienzos del siglo veinte se consolidaba dentro de la producción historiográfica
de fines de los sesenta y de los años setenta (y a la que aún sería lícito incorporar, tal corno
comentaremos más adelante, los trabajos más tardíos de Cortés Conde y Gallo de comienzos
de los ochenta42), otras voces advertían en un tono menos optimista acerca de los límites del
proceso de movilidad social alcanzado por la sociedad platense. Dentro de las mismas se
195.
 FRÍD i>E-SILBERSTEIN 1A movilidad socialde los inmigrantes...

anera
inscriben las interpretaciones ofrecidas por J. Scobie, qu ien dando co�ti.iiu ida� d� � m
es
del proceso formativo de la construcción del mercado de trabajo, al mismo tiempo que propone
, form larí a unag n p de los
a- la tradición crítica acerca del desarrollo pampean o
� � °: u e esnrusta
interpretaciones menos lineares sobre los movimientos socio-ocupacionales experimentados
resultados de la modernización en los es paci o s rurales a part1 r d e md1cad o r e s clav e s tal es c o m o
. dentro del mundo del trabajo rioplatense, horizonte en el que predomina todavía el trabajo
crédi y el is ema d am d ; La g d a P ue ta
los bajos salarios, la escasez d e to s t e en os 43 se un r es s
ocasional y donde el trabaj o calificado se desarrolla en el interior de los pequeños talleres: allí
es operadas e n la so ciedad _
ofrecida por Scobie en tomo al problema de las t ra nsform_acion _ se concentran, en efecto, las variables que habrían favorecido tanto el ascenso modesto d esd e
Aires. ·n I centr a los bamos ( 870-1910 ), con 1tuy otro
argentina fi nisecular , Buenos � ? _ ! st e
ocupaciones de baja calificación a otras de mayor especialización, como itinerarios ful u ran tes
n i na l 1 _
me a ciale gmdo p l _ _ g , en g
ejercicio destinado a redim e s o r os t r nos so s se s
� r os
� rantes
en los que se accedía a posiciones no manuales. Sábalo y Romero mencionan , en ese sentido ,
este caso en el marco de l paci s u b . P er o e n es te cas o , si_ bt Sc o b1e s u ? ta el
ra
�ll_ el bajo nivel d e inversión requerido, la constante expansión del mercado durante el período
os es o r anos

acceso a la vivienda y e l d es plazami en t o res idencial (desd e zo n as
pen"féricas) co m o evide ncias d e m o vimi e nt o s d e asc e n s o y d e i nte g r ació
44 us dudas e n tomo a los resultados del proceso de ur
, s .. baruzac1
. "6
recepción
el deterioro del salario real. Argumento éste que reiteraba los c onceptos c ompartidos por la
literatura especializada en el movimiento obrero argent ino y que año s más tarde fueran
rediscutidos por Cortés Conde en su obra El progreso argentino, �tudio �n el cual p�oveyera
una respuesta articulada en relación al problema del ahorro y al diferencial de salano s sobre
los que se apoyaban las estrategias de los inmigrantes.
.· · Entre los trabajos poste riores que evitaron recurrir los esquemas de la mo�ernizac��n
_ (medida:eó particular en relación a la movilidad social estruc_:tural); merecen espec1�l atenc1on
aquellos que concentraron su eje interpretativo en :• estudm del_ m�n�o del trabajo urbano.
En particular, el estudio realizado por Ricardo Falcon sobre las condiciones del trabaj_ o en los
centros urbanos platenses del noventa y primera década del novecientos , sostuvo como �unto
de partida una descripción problemática de las complejidades y diversi<l:1des que aco�p�aron
dicho universo. El estudio de Falcón revelaría aspect os menos conocid os por la hi stona d�I
. ovimiento obrero, tales como la conexión existente entre la existencia de formas de trabajo
m de movilidad vertical ascendente fueron interpretádos (en clave thernstromiana) como
·a destaj o y el ascenso de sectores calificados. Del mismo modo, y ya� asocia�o a_los temas
thompsonianos, Falcón su maría otro conjunto de factores que habnan co ntnbmdo a �a
mayor movilidad social de ciertos sectores manuales e_n las etapas tempr:!11as d�I �ra�aj�
urbano, tales como la pr esencia de una cultura del trabajo sustentada e� la autod1sc1ph�a
durante la etapa de predominio del taller, en donde por otro lado, !as relaciones l�borale_s ve1an
reducir el grado de conflictividad entre patronos y obreros a partir de_la presencia de vmculos
étnicos. A modo de hipótesis también, el autor destacaría en qué medida los camb1_ �s op erad�s
c e n tral es ha �1a areas por ellos estudiado y la adaptabilidad (o flexibilidad) del elemento inmigratorio. E n
n a la ifoc1edad de particular, los autores señalan la relevancia del contexto familiar inmigratorio (trabajo
c c r
n se o
°: en t an en
familiar, redes interpersonales).
Si proyectamos ahora nuestro campo de observación al tratamiento recibido por la
cuestión dentro del espacio de los estudios migratorios, constatamos la presencia de un interés
más reciente, a excepción del estudio encarado por M. Szuchman a fines de los años setenta.
El trabajo del historiador estadounidense acerca de la inmigración europea en Córdoba en las
últimas décadas del siglo pasado constituye uno de los escasos ejemplos tempranos en los que
el argumento inmigratorio pondría en cuestión la las conclusiones esbozadas desde el modelo
de Germani48. Retomando los argumentos sugeridos por Themstrom, Szuchman observó un
limitado ascenso social entre los inmigrantes en la ciudad de Córdoba, tomando como
indicador la movilidad ocupacional. Los resultados obtenidos a partir del análisis de cédulas
45
censales revelaron entonces una menor movilidad vertical que la esperable (de acuerdo al
cuadro germaniano) desde los sectores manuales calificados a los no manuales. La verificación
de elevados niveles de movilidad geográfica entre quienes no experimentaban movimientos
indicadores del fracaso en las carreras seguidas en distintos sectores ocupacionales y diferentes
grupos migratorios. Más allá de las observaciones posteriores que recibiera el cuadro provisto
por el historiador �tadounidense en tomo a los problemas empíricos e interpretativos del
modelo implementado (y entre los cuales se cuentan la calidad de los indicadores utilizados),
el estudio de Szuchman constituyó, hasta etapas muy reci entes, uno de los pocos eje mplos e n
los que se discutió la cuestión de la movilidad social de los inmigrantes desde una perspectiva
oc upacional y a tenta a las ncarreras individuales . n

en las c ondiciones laborales (e ntre los c uales se contaban la eliminación d e trabajo a d es taj o
Las inquietudes planteadas tempranamente por Szuchman carecieron de continuidad y
y la concentración en industrias de mayores dim ensiones), promoverían , por ejemplo, la
respuesta orgánica en el marco de los estudios locales. Es cierto que tal actitud puede encontrar
reducción de las expectativas de ascenso que habían alentado anteriormente a cie rtos sectores
justificación en la orientación segu ida por los estudios que retomaron la problemát ica
-.manuales • 46

- . Orientando también la mirada desde el interior del mundo de trabaj o , el estudio de H.
Sábalo y Luis A. Romero acerca del mercado de trabajo urbano y rural en B uenos Aires
duran te el treintenio posrosista, comparte un conjunto de conclusiones sugeridas por Falcón ,
tales como la incidencia negativa de la oferta masiva: de mano de obra en los niveles de salarios_
urbanos . El estudio contribuye del mismo modo a elaborar una imagen dinámica Y compleja
47
196
inmigratoria a mediados de los años ochenta, la cual privilegió inicialmente el debate de otros
puntos sustanciales d e l os indicadores de integración social propuestos en la obra de Germani,
tales como las pautas matrimoniales y residenciales. Cabría destacar, por otro lado, las
dificultades presentes una década atrás en el marco de los estudios locales para encarar
abordaj es que requerían niveles de sofisticación teórica e instrumental difícilmente accesibles
en el marco historiográfico local. A mediados de los años ochenta, por ejemplo, un caso
197
 FRID DE SILBERSTEIN La movilidad social de los inmigrantes...

relevante como el que puede presentar la inmigración italiana en la Argentina sólo había
Serán entonces las preguntas emergentes de la problemática inmigratoria qÚi�nes se
recibido un tratamiento ocasional que no estaba en condiciones de ir más allá de lo que podían
encarguen de recuperar (y de promover) centralmente la discusión sobre la movilidad social?
admitir los enfoques macroscópicos implementados. Ello explica los límites que presentara
Una observación inicial que podemos aproximar es que ciertamente esta recuperación -parte
la discusión entre H. Klein y Halperín acerca del éxito económico alcanzado por los italianos
de un marco conceptual muy distinto al planteado por los esquemas de la sociología argentina
en Argentina49 , discusión que sin embargo dejaría planteadas una serie de inquietudes ace�ca
de los años sesenta. Una segunda reflexión sugiere que, antes que una constatación de
de la necesidad de conocer tanto las condiciones "estructurales" de la sociedad de recepción resultados (entendida como verificación o contraposición de las conclusiones elaboradas en
como la calidad ocupacional de un grupo que presentaba una extrema diversidad de modelos
la década de 1960) estas nuevas perspectivas intentan más modestamente reproponer un
migratorios y una manifiesta amplitud del marco temporal en el cual se hallaban comprome­
acercamiento más atento al universo en análisis, universo en el cual las diversidades
tidos· sus distintos flujos inmigratorios. regionales, temporales y migratorias ponen en evidencia la complejidad de la sociedad
No parece resultar casual el hecho de que la adopción de escalas micro-analíticas de platense.
observación en el marco de los estudios de inmigración hayan favorecido la reinstalación de
la discusión del fenómeno de la movilidad, fenómeno que se vincula estrechamente a la
renovación implementada a partir del desarrollo del estudio de las redes interpersonales en las
situaciones migratorias (y, en no poca medida, a la familiaridad en el uso· de técnicas
instrumentales para el estudio ad-hoc). Ejemplo de ello lo constituyen las investigaciones
iniciales sobre las cadenas migratorias, en las cuales se indaga acerca de la relación existente
entre cadenas migratorias y modalidades de inserción en distintas áreas del mundo socio­
profesional50. Otros estudios han puesto al descubierto también la relevancia que dichas redes
sociales han asumido en la construcción de redes empresariales, en los sistemas de
reclutamiento presentes en el mercado de trabajo y en los movimientos ocupacionales que
operaron en el ámbito de dichas redess1 •
Más importante aún para el desarrollo de la historia social, los avances más recientes
se han ocupado de revisar críticamente los modelos macro-estructurales de análisis sobre la
movilidad social, proponiendo en cambio referentes menos abstractos que aquellos propues­
tos.a partir de rígidos esquemas socio-ocupacionales, jerarquizando de este modo los vínculos
personales a partir de los cuales los individuos elaboran sus estrategias de movilidad52• La
incorporación de este tipo de enfoques (que se suman, antes que se contraponen, a los enfoques
estructurales en los que se atienden a las transformaciones económicas), ha permitido superar
la visión excesivamente descriptiva y cuantitativa provista por las tradicionales perspectivas
agregadas de movilidad social "estructural". En efecto, entre las novedades aportadas en los
trabajos que han reabierto la discusión de la movilidad social a comienzos de los noventa cabe
destacar la incorporación de una perspectiva analítica multipolar, la cual tiene en cuenta tanto
a la estructura ocupacional global, como a la inserción diferencial de los migrantes, la
movilidad intrageneracional y, en algunos casos, la intergeneracional individual. No menos
relevante aún, el aprovechamiento del uso de metodologías basadas en lá construcción de
modelos.ocupacionales operativos (es decir, a partir de la elaboración de criterios específicos
antes que a códigos pre-existentes), las reconstrucciones familiares y la utili:zación nominativa
de la información censal han permitido proyectar el análisis de los itinerarios sociales al marco
de las relaciones interpersonales construidas por los propios individuos.

198
199
 FRID DE SD.,BERSTEIN
NOTAS
• Estudio presentado en las XIlI Jornadas de Historia Económica Argentina. Mendoza, 1992.
l"> Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el simposio "Inmigración, inserción ocupacional y
·movilidad social, 1850-1930", en el marco de las XIlI Jornadas de Historia Económica realizadas en Mendoza en
1992. Esta nueva versión hace mención a los trabajos allí presentados.
_(I) J. GOLDTHORPE,Social Mobility and the Class Structure in Modem Britain, Oxford, 1987, 2a. edición.
(2) James HENRETfA, Tbe Study of Social Mobility: Ideological Assumptions and Conceptual Bias, p.66.
(3) GOLDTHORPE, op.cit. , p.3. Estas nociones fueron compartidas tanto por la corriente del pensamiento
evolucionista de raíz darwiniana como por la derivada la doctrina del "self-help" de Smiles. G. Smiles, Lives of
the engineers, Londres, 1861-1862.
(4) John S. MILL, Principios de F.conomía Política, Londres, 1848, vol.I, pp.462-463.
(5) GOLDTHORPE, op.cit., pp.4-5.
(6) Los conceptos mencionados han sido referidos en distintos pasajes de la obra de Marx. Sólo por estrictas razones
de síntesis mencionaremos aquí su capítulo m, volumen U (pp.829-831 y 955-966) de El Capital.
(7) Pitrim SOROKIN, Estratificación y movilidad social, México, 1956.
(8) SOROKIN, op.cit., p.451.
(9) R. PARK y E. W. BURGUESS (eds.), Tbe city, Chicago, 1925.
(10) S. LIPSET y R. BENDIX, La movilidad social en la sociedad industrial, EUDEBA, 1963, pp.122-123.
(11) S. LIPSET, op.cit., pp.222.
(12) G. GERMANI, La estructura social de la Argentina, Buenos Aires, 1955. J. SCOBIE, Revolución en las
Pampas: historia social del trigo en la Argentina, Buenos Aires, 1968.
(13) Véase la discusión en Goldthorpe sobre las teoñas "universalistas" de Blau y Duncan. También en: G.RITZER
Teoría sociológica contemporánea, Me. GRAW HILL, Madrid, 1993. P.M. BLAU y O.O. DUNCAN, Tbe
American Occupational Structure, New York, 1967.
(14) S. LIPSET, op.cit., p.122.
(15) P. Bourdieu,
(16) S. THERNSTROM, Poverty and Progress: Social Mobility in a Nineteenth Century City, Cambridge, 1964.
· (17) lbidem, pp.90-117.
(18) Véase al respecto el interesante y reciente aporte que realizara E. Morawska sobre el tema de la ·adquisición
de vivienda en relación a los límites de movilidad vertical. Ewa MORA WSKA, For Bread with Butter. Life Worlds
ofEast Central Europeans in Jhojstown, Pennsylvania, 1890-1940, Cambridge, 1985.
(19) S. Thernstro111, op. cit., pp.99-101.
(20) La lista es abultada. Solo citaremos aquí uno de los trabajos más emblemáticos. Clyde and Sally GRIFFEN,
Natives and Newcomers. The Ordering ofOpportunity inMid-Nineteenth- Century Poughkeepsie, Cambridge,
Harvard University Press, 1978.
(21) J. BODNAR, Roger SIMNO and Michael P. WEBER, Lives of their own. Blacks, Italians and Poles in
Pittsburgh, 1900-1960, Urbana, University of lllinois Press, 1982. John BODNAR, Tbe Transplanted,
-Bloomington, Indiana University Press, 1985.
200
.,._
La movilidad social de los inmigrantes...
(22) En su estudio sobre la experiencia laboral de negros y europeos en las fábricas de Pittsburgh a.principios del
novecientos, Bodnar reclamaba la necesidad de incorporar una perspectiva subjetiva en el análisis de la movilidad.
social. Lives oftheir own, p.115.
(23) Tamara HAREVEN, "Cycles, Course and Cohort: Reflections on the Theoretical and Methodological
Approaches to the Historical Study of Family Development•, Journal of Social Hisotry, 12, pp.97-109.
(24) T. HAREVEN, Family Time and Industrial Time, pp.219-257.
(25) H.J. HABAKKUK, "Family structure and Economic Change in Ninetheenth Century Európe", en Joumal of
F.conomic History, 1955, pp.1-12.
(26) L. BERKNER, F. MENDEI.S, "Sistemi di eredita, struttura familiare e modelli demografici in Europa (1700-
1900)", en M. BARBAGLI, (comp.), Famiglia e mutamento sociale, Bologna, 1977, pp.219-224.
(27) Véase, entre otros, el ejemplo de la conocida emigración transalpina desde las áreas de alta montaña del
Piamonte al sur de Francia, P. CORTI, Paesi d'emigranti. Mestieri, itinerari, identita colletive, Milano, 1990.
E. CALDERINI, R. CURTO, G. SIRCHIA, Hirondelles 1860-1914. Storia e vicende dei lavoratori dell'edilizia
in Piemonte, Torino, 1985.
(28) Giovanni LEVI, "Carrieres d'artisans et marché du travail a Turin( XVill-XIX siecles", en Annales ESC,
novembre-decembre-1990, N º 6, pp.1351-1364.
(29) F. RAMELLA, Movilidad geográfica y movilidad social. Notas sobre la emigración rural de la Italia del
Noeroeste (1880-1914), Estudios Migratorios Latinoamericanos, N º 17, abril 1991, pp.107-118.
(30) Véase al respecto el ejemplo citado por Baines para Irlanda. Duddley BAINES, Migration in a mature
F.conomy .Emigration and lntemal Migration in England and Wales, 1861-1900, Cambridge University Press,
1986, p.32.
(31) Maurizio GRlBAUDI, Mondo operaio e mito operaio. Spazi e penorsi socialil a Torino nel primo
novecento, Torino, 1987.
(32) Levi, op.cit., p.1352.
(33) G. Germani en S. Lipset y R. Bendix, op.cit., Apéndice U. La movilidad social••• , pp.317-365.
(34) G. Germani, op.cit., p.322.
(35) G. Germani, F.structura social de la Argentina, Buenos Aires; 1962. Véase también el trabajo de G. Beyhaut
y colaboradores, "Los inmigrantes en el sistema ocupacional argentino" en T. Di Tella, G. Germani, J. Graciarena,
Argentina, Sociedad de masas, Buenos Aires, 1965, pp.85-123.
(36) S.N. Eisenstadt, Tbe absortion ofimmigrants, Londres, 1954.
(37) G. Germani, • Asimilación de inmigrantes en el medio urbano. Notas metodológicas", en Revista Latinoa­
mericana de Sociología, 1965, vol.1, julio 1965, pp. 158-175.
(38) Los conceptos fueron tomados por Germani de la obra de Touraine y Ragazzi. A. Touraine y O. Ragazzi,
Ouvriers d'origine agricole, Paris, 1961, citado por Germani, ibidem, p.171.
(39) Entre los trabajos sociológicos que continuaron las líneas metodológicas sugeridas por Germani, podemos citar
el de J. Jorra! y Luis A. Beccaria. J .R. Jorrat,"Exploraciones sobre movilidad ocupacional intergeneracional
masculina en el Gran Buenos Aires", Desarrollo F.conómico, vol.27, 1987, pp.261-278. Luis S. Beccaria, "Una
contribución al estudio de la movilidad social en la Argentina. Análisis de los resultados de una encuesta para el
Gran Buenos Aires•, Desarrollo F.conómico, 1978, pp.593-618.
(40) O. Cornblit, "Inmigrantes y empresarios en la política argnetina", en T. H. Donghi y T. Di Tella, Los
fragmentos del poder, Buenos Aires, 1969.
(41) G. Beyhaut y otros, "Los imnigrantes y el sistema....", cit., pp.85-124.
(42) R. Cortés Conde, el Progreso Argentino, Buenos Aires, 1980. E. Gallo, La Pampa Gringa, Buenos Aires,
1984.
201
 FRID DE SILBERSTEIN CUADERNOS... Año 2- N º 2 y 3 (ler._y 2d_o. Semestre 1994)

(43) J. Scobie, op.cit.

(44) Véase al respecto los comentarios de F. Devoto. Fernando J. Devoto, Dii:cutiendo las relacion:s enti: los
_ _
italianos y la sociedad argentina. Problemas de modelos y de fuentes, en: Estudios sobre la emigración italiana
a la Argentina en la segunda mitad del siglo XIX, Universidad de Sassari, 1991, pp.99-104.
(45) R: FALCON, El mundo del trabajo urbano (1890-1914), Buenos Aires, 1986. SEXUALIDADES TURBULENTAS:
(46) R. FALCON, op.cit., pp.l 02-l 17. Las.sugerencias de Falcón fueron retomadas en parte en el estudio que R.
Ganfolfo realizara acerca del mutualismo italiano en Buenos Aires. R. Gandolfo, "Las sociedades italianas de ORDENAMIENTO Y DISCURSOS SOBRE LA
·socorros muiuos de Buenos Aires: cuestiones de clase y etnia dentro de una comunidad de inmigrantes (1880-
1920)", en F. DEVOTO, E. MIGUEZ (eds.), Asociacionismo, trabajo e identidad étnica, Buenos Aires, 1992, PROSTITUCION EN ROSARIO ENTRE 1900 Y 1911
pp.311-332.
(47) H. SABATO, L.A. ROMERO, Los trabajadores de Buenos Aires. La experiencia del mercado, 1850-1880,
Buenos Aires, 1992.
(48) M. SZUCHMAN, Mobility and integration in urban Argentina. Córdoba in the Liberal Era, Austin, Texas, María Luisa Múgica•
1980., pp.37-45.
(49) H. KLEIN, "La integración de italianos en la Argentina y los Estados Unidos: un análisis comparativo", en·
·oesarrollo Económico, v.21, 1981, pp.3-27. T. HALPERIN DONGHI, "La integración de los inmigrantes
italianos en Argentina. Un comentario•, en F. Devoto, G. Rosoli, La inmigración italiana en Argentina, Buenos Los principios del ordenamiento urbano: asepsia y morali:mción ciudadana
Aires, 1985, pp.87-93. También en S. BAILY, "Toe adjustment ofltalian lmmigrants in Buenos Aires and New
York", American Historical Review, 88, 1983, pp.281-305.
(50) Sam BAILY, "Caden�s migratorias de los italianos a la Argentina: algunos comentarios", !ll.,_Fstudios
Migratorios Latinoamericanos, Nº 8, 1988, pp.125-134. Carina F. De SILBERSTEIN, "Parientes, comerciantes A principios del siglo XX se dio un fenómeno de diferenciación creciente entre dos
y líderes: la primera dirigencia italiana de Rosario (1860-1890)", en G.ROSOLI, Identita degli Italiani in
Argentina Reti sociali, Famiglia, Lavoro, Roma, 1993, pp.129-166. D.N. MARQUIEGUI, • Aproximación al
campos: el público y el privado. Este lento proceso de escisión afectó tanto la vida pública
estudio de la inmigración italo-albanesa en Luján", en Estudios Migratorios Latinoamericanos, N º 8, 1988, como la vida privada de las distintas sociedades.
pp.51-82.
En el caso de las ciudades, verdaderos laboratorios de sociabilidad, sus formas· y sus
(SI) M.I. BARBERO y S. FELDER, "Los obreros italianos de la Pirelli Argentina" en, F. Devoto y E. Miguez,
trazados ponían de manifiesto una estructura simbólica' en la cual la problemática de lo
op.cit.. M. CEVA, "Movilidad social y movilidad espacial en tres grupos de inmigrantes durante el período de
entreguerras. Un análisis a partir de los archivos de fábrica", en Estudios Migratorios Latinoamericanos, público y lo privado se hacía visible. En ellas, miradas soberanas evidenciaban la presenda
diciembre 1991, N º I9, pp.345-362. estatal. Espacio y lenguaje del poder y de la voluntad de poderío. Imágenes y musculaturas.
(52) M. L. DA ORDEN, "Inmigración, movilidad ocupacional y expansión urbana: el caso de los españoles en Mar Las torres, los monumentos se erigían por encima de suelos y superficies para poder controlar
del Plata, 1914-1930", en Estudios Migratorios Latinoamericanos, N º 21, pp.309-343. y vigilar mejor. 2 A partir del siglo XIX en las grandes ciudades europeas y americanas, una:
H. OTERO, "Estratificación, inserción y movilidad ocupacional de un grupo migrante. Los franceses de Tandil, preocupación se hizo notoria: el orden público. Era preciso que éste fuera defendido de las
(1850-1914) •, para XIII Jornadas de Historia Económica, Mendoza, 1992. E. J. MIGUEZ, "La movilidad social amenazas que entrañaban las "clases peligrosas"3, dando nacimiento por este motivó a
de nativos e inmigrantes e11 la frontera bonaerense en el siglo XIX: datos, problemas, perspectivas", en Estudios
Migratorios Latinoamericanos, n.24, agosto I993, pp.139-170. E. Míguez, "Política, participación y poder. Los
verdaderas cruzadas ordenadoras, disciplinadoras.
inmigrantes en las tierras nuevas de la provincia de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX", en Estudios En las postrimerías del siglo XIX emergió en Rosario una élite dirigente4 encargada de
Migratorios Latinoamericanos, Nº 6-7, 1987, pp.337-380. la administración pública y que expresaba las preocupaciones de su propia clase. Ellos soñaban
B. BRAGONI "Inmigración y movilidad social en Mendoza: la racionalidad empresaria y modos de relación política con una ciudad que fuera modelo de orden y seguridad. La concebían como un cuerpo posible
de una parentela de origen finisecular, 1880-1930", Ibidem, pp.171-204.
de ser intervenido y que expulsaría a los elementos indeseables, impuros, inmorales. Para ello
debían poner en funcionamiento una serie de dispositivos de vigilancia y prevención a fin de
modelar los comportamientos colectivos.

*CIUNR - Universidad Nacional de Rosario

202 203
 MUGICA
La élite dirigente discutió largamente desde distintos lugares, como el Concejo
Deliberante, la prensa local, etc., el problema del control del espacio social de la ciudad,
preocupación que estuvo fun�mentalme?te lig�da, entre otras cuesti�n�, a problemas �ue
se consideraban públicos y pnvados al IDJsmo tiempo, pensando lo publico como lo comun,
de uso de todos, lo que no era objeto de apropiación particular, como lo concerniente a la esfera
del Estado y la calidad de las cosas públicas.
5
Entre los problemas que afectaban a fodos y que eran al mismo tiempo públicos Y
privados encontramos a los "peligros sociales" o _"lacras_sociales", _que �ar�cían habe� te��º
a maltraer a los habitantes de la ciudad. Se denoIDJDaron lacras sociales al Juego, al eJerc1c10
de la prostitución, el clandestinismo y la trata de blancas. Claro que a estos sectores dirigentes
también les interesaban otros aspectos que concernían a la vida de la ciudad, que eran de
"todos", tales como la salud, la alimentación, la vivienda, los festejos públicos, la moral,
imponiendo determinados cánones éticos para los habitantes de la ciudad, "moral productivista",
6
• moral fundante", ya que determinaba los criterios acerca de lo que consideraba decente o no •
Ejemplo de ello eran los premios a la virtud, que otorgaba la Sociedad de Beneficencia a
personas menesterosas que atestiguaban ser aptas para recibir el galardón del amor filial,
maternal, fraternal, etc. Colaboraban pecuniariamente con esta institución, la Intendencia
Municipal, la Sociedad Rural, el Jockey Club, entre otros.7
También se incitaba desde uno d� los p�riódicos locales -La Capital- a considerar y
tomar las medidas correspondientes respecto a algunos problemas que atenían directamente
a la salvaguardia de la moral, a saber: . . ..
. La incitación a la pornografía, exhibición de cintas cinematogi:áficas,, eX:posición en
vidrieras de negocios de estampas, tarjetas, libros, revistas con contenidos, ·títulos o cubiertas
indecentes que llegaban de Europaª
. Los problemas de inmoralidad que se desarrollaban en la vía pública, tales como la falta
d� respeto a las mujeres, las cuales sufrían descortesías permanentes, delante de los guardias
sin que ellos se percataran. La mujer que circulaba por las aceras solía ser una víctima
indefensa y resignada de impertinencias irritantes, insultos o agresiones..
"No desconocemos que subversiones del sentido moral en muchos hombres, responden
a desórdenes educacionales cuya manifestación suele tener contactos atávicos, pero adelan­
tamos la seguridad de que si a este respecto recibiesen especiales instrucciones los agentes
públicos, y de policía secreta, para reprimir inmediatamente cualquier falta de respeto a la
mujer, aquellas se habdan amenguado mucho, ganando en ello la .
sociedad". 9
; . : - •. .:. _:: �. i.T', '_, , :· '; -! .�; �.:: ., ..:·,
Era necesario proteger a la mujer contra el ataque material o el insulto, ya que constituía
un acto de seguridad social, de represión del desorden, era obligación de la autoridad velar
por la tranquilidad y la moraliución de las costumbres 10•
204
Sexualidades turbulentas...
3. Otro aspecto sobre el que se ponía énfasis era el de la exhibición e incitación a los
transeúntes por parte de las prostitutas.
Se impuso entonces un nuevo código: el de la personalidad innianente en que las
apariencias públicas, ese mundo de verdades inmanentes era intensivo y problemático,· pi.tes
exigía un proceso ele decodificación. La lógica investigativa se hizo necesaria como un medio
de establecer contacto con el individuo, que podía o no florecer detrás de la fachada de la
apariencia. Si uno desconocía las reglas que regían las apariencias partiéulares, nunca podía
estar seguro de las deducciones que hacía sobre aquel que encontraba en la calle. Hombres y
mujeres se transformaron en verdaderos detectives, verdadera obsesión por la vigilancia
continua del yo.11 Las apariencias eran muy serias, una conducta equivocada; excesivo
maquillaje, algunos colores y rasgos podían hacer de alguien un mal hombre o una mala_mujer.
Justamente acorde con ese proceso decodificador, del cuerpo expuesJo en la calle, en la
última década del siglo XIX hizo su aparición una nueva teoda muy atenida a la morfología
individual, y que gozó de éxito tanto en la medicina como en el derecho y que se.constituyó
en una importante herramienta para poder "reconocer" a aquellas mujeres que se dedicaban
a la prostitución, también a criminales, anarquistas, etc., nos referimos a la Antropología
Criminal, cuyo mayor exponente fue el médico italiano Cesare Lombroso.
La élite tenía en claro que era necesario-resguardar y delimitar los espacios permitidos
para cada clase "...cada clase en su lugar"12, de manera que las distintas clases sociales fueron
construyendo su propia noción de espacio urbano. Se publicitaron 13 y politiuron los
problemas de la ciudad, y se pusieron en marcha un conjunto de dispositivos específicos,
orientados a levantar redes de control y disciplinamiento social, constitutivos de la utopía de
orden y seguridad que ella buscaba construir 14• Técnicas, dispositivos, discursos hicieron su
aparición con el objetivo de reglamentar y encuadrar la vida pública de la ciudad, medidas que
tuvieron directa repercusión sobre la vida privada de los habitantes de la misma.
La élite privilegió un modelo de sexualidad -Foucault hablaba de sexualidad legítima­
la sexualidad permitida, que imponía empaque y gravedad al cuerpo, que privilegiaba la
intimidad, y el individualismo que otorgaba el hogar (el cual era considerado como refugio
para alejar a los hombres del mundo de los negocios) esto que tradicionalmente se llamó moral
victoriana. Sin embargo la moral victoriana no era una moral de ocultamiento, sino de
proliferación de discursos y saberes referidos a la sexualidad.15
La sexualidad se constituía al mismo tiempo en un problema público y un problema
privado. Béjar decía:
"Lo público y lo privado son las dos caras de la misma moneda y expresan de una manera
muy peculiar la dicotomía individuo-sociedad". 16
Lo privado aparecía como lo específicamente de dominio individual, lo que marcaba los
205
 MUGICA
de minar_ su p�opia
líini� del poder, el umbral ante el cual_ éste �ebía detenerse, �ajo pena
legitimidad_". La sexualidad como _cuest_1ón pnv�da estaba relaciona da con el matnmomo, el
_
hogar, la casa, ·el interior. El matnmomo era!ª mstan�1a a la cual se llega �a lm�g� de �aber
superado algunas etapas: flirteo, serenata, bailes, noviazgos, etc. E_ I matnm ?mo unpbca�a
división sexµal de roles, el h9mbre debía actuar en el mundo extenor -público- y la m�Jer
quedarse en la� (reduct<> de-la vida privada) �reando la intimidad que él parecía neces1�r.
En ·el hogar la sexualidad tampoco quedaba bbrada al azar, ya que cumplía una función
18
me�enté reproductora, y se concentraba en el ámbito específico: la alcoba de los p �res.
El modelo de sexualidad impuesto, el que se consideraba decente, se podría caractenz.ar de
esta manera: �onogamia,_fidelidad y procreación, sólo esta última justificaba la angustia que
el acto sexual representaba. La idea de acto sexual como orripilante, espasmódico, el cuerpo
agitándose con sacudidas, falta de control del individuo sobre sí mismo, eran nociones que
apa�ían en los manuales de sexualidad de principio de siglo. Jean Marestan en La educación
sexual, (BarceÍona, 4 de. S/F. p. 81-82), refiriéndose a la iniciación sexual de la joven decía:
•oejada en la ignorancia con deliberado intento por su familia, la joven, medio
_ instruida, mal instruida por fragmentos de lecturas y de conversaciones clandestinas, está
emocionada por no saber, ciertamente, cuales serán las exigencias maritales. La fatiga de aquel
día de exhibición y cumplidos, el ceremonial de la iglesia y de la alcaldía, las bromas atrevidas
de.los necios...han apagado momentáneamente; en su carne, todo deseo sexual... gustaría con
placer tranquiliu4oras caricias.... Pero aquí que el esposo, rudo y sin gracia pr�e al asalto
del lecho nupcial. Apetitos excesivos iluminan su rostro; huele a tabaco y a licor, Y para
reclamar el débito conyugal tiene galanterías de marineros en tierra. Los viejos le han
asegurado que en la materia no hay nada más verdadero que el amor a lo brutal.... El acto será
para él la satisfacción bestial del bruto al fin saciado. Para la infeliz un dolor atro!, sufre un
inmenso e imborrable desencanto y asiste al desvanecimiento de las esperanz.as, ardientemente
acariciadas, durante años, desde el día que quedó olvidada, en un rincón, la última muñeca.. •
. ¿Como no.ha de sentir esa repulsión nuestra joven desposada, desde entonces, hacia el que,
en su concepto, se ha hecho culpable de una verdadera violación legal? ¿Cómo ha de desear
quese ·renueve aquella posesión por el hombre, si esto no le produce más que sufrimiento Y
terror? Lo más probable es que en lo sucesivo le inspire náuseas...".
La sexualidad en tanto problema individual estaba directamente relacionada con el
proceso de privafü.ación de las costumbres, que triunfó plenamente en el siglo XIX y XX. La
sexualidad que era parte constitutiva de la vida hasta bien entrado el sigl(! XVIII, se centró
durante el siglo XIX y principios del XX de manera exclusiva en el ámbito familiar -sexualidad
legítima- y desarrolló argumentos higiénicos para justificar y hacer comprensible lo ��e
antaño era considerado natural.19 Nació asila intimidad con la conciencia del pudor. La fannlia
apareció como el espacio de la subjetividad, de la interioridad, de la intimidad, era el ámbito
de la afectividad, el lugar de refugio frente al dolor, la guarida donde cada uno se hurtaba de
la mirada del exterior.20
206
Sexualidades turbulentas...
Aparecieron nuevos especialistas -los médicos- encargados de desarrollar los argumen­
tos higiénicos. y fueron también ellos los que racionalizaron los problemas de la vida de la
ciudad. Tuvieron una verdadera proyección en la esfera pública e impusieron la noción de
sociedad como organismo enfermo. La medicina aparecía como la más eficaz de las ciencias
humanas del siglo XIX, pues conjugaba ciencia y tecnología, conocimiento e intervención
eficaz. El higienismo superó lo estrictamente médico-sanitario y se transformó en un conjunto
de técnicas que servían para reglamentar y encuadrar la vida urbana.21 Omnés decía que en
tanto la ciencia biológica tenía como finalidad lograr la adaptación del hombre a los medios ·
en que estaba llamado a vivir y el objetivo era mejorar el modus vivendi de las comunidades,
tratando de evitar las enfermedades, era uno de los elementos de la lucha por la vida.22
Había una obsesión por las epidemias, las emanaciones antihigiénicas, las irregularida­
des alimenticias. Un foco de_atención permanente para las autoridades eran sin duda las clases
trabajadoras y los suburbios, los cuales parecían sustraerse a toda regla de higiene y a la acción
vigilante de la municipalidad. Aunque también había prácticas incorporadas a la sociedad que
se denunciaban como molestas y antihigiénicas, era el caso del besuqueo, que podía exponer
a alguien a cualquier tipo de contagio, y podía ser la causa de enfermedades infantiles de las
que se ignoraba el origen "¿Será preciso constituir una liga femenina con este programa: No
más besos?"23
La higiene, la moral, los reglamentos querían lograr cuerpos domesticados, unifonniz.ados,
había que encauzar las pasiones, los instintos, de allí que la figura de la prostituta -cuerpo útil­
era sometida a exhaustivos análisis, clasificaciones, discursos, como veremos enseguida.
Florecimiento de discursos sobre el "vicio"
La prostitución a los ojos de la élite local no sólo simbolizaba, sino que manifestaba y
encamaba, la inmundicia moral, corrompía los cuerpos, apestaba.24 La obsesión por las
impurezas y la putrefacción llevó a engendrar sueños de saneamient_o urbano. Imbuidas de una
concepción agustiniana, las autoridades municipales pusieron en funcionamiento los regla­
mentos necesarios para ordenar el ejercicio de la prostitución.
San Agustín la condenaba, pero sostenía qu� si se la suprimía se corría el riesgo· de
perturbar a la sociedad con el libertinaje. "Expulsad a las cortesanas y enseguida las pasiones
lo confundirán todo..... ya que llevan una vida impura, pero las leyes del orden les asignan
un lugar, por más vil que sea". Interesado por el bien común, Santo Tomás desarrolló en la
Summa el principio de tolerancia. Ptolomeo de Lucca vulgarizó el principio del maf menor
refiriéndose al mismo tiempo a Aristóteles y a una falsa glosa agustiniana, aparecida en el siglo
XIII, utilizada a partir de enton�es frecuentemente "La mujer pública es en la sociedad lo que
la sentina en el mar y la cloaca en el palacio; Quita esa cloaca y todo el palacio quedará
infectado". Era esta una referencia esencial· para todos los ·legisladores, ya que les permitía
207

MUGICA
sostener la noción de prostitución en tanto función pública, y su práctica como oficio.
25
La vida de la mujer pública se vio afectada por el auge que las teorías y prácticas
higienistas ganaron en la sociedad, llegando a tener los médicos un 'papel relevante en el
análisis de los problemas urbanos. Los médicos, los diarios locales, las tesis, los libros, los
artículos, etc., definieron a la prostitución como "mal social", "plaga social necesaria", "lacra
social", "vicio social" o "vicio sexual", etc. Mal imposible de extirpar, mal necesario,
popular que el estado aceptó o reconoció, convirtiéndolo en una fuente de recursos.26
La prensa y los discursos médicos se vieron afectados por la obra del famoso higienista
francés Parent-Duchtelet, el cual dedicó parte de su vida profesional a analizar dos focos de
contagió, de molestias epidémicas en París: las cloacas y las prostitutas, consideradas por él
receptoras de los deseos humanos. Fue autor de un minucioso estudio sobre la prostitución
en París y en escritos rosarinos aparecían expresas referencias a éste -aún sin ser citado- en
cuanto a cuestiones básicas, tales como, definición y clasificación de la prostitución y las
prostitutas, causas y efectos de la prostitución, definida como un mal necesario y el problema
de la reglamentación. 27
El discurso sobre la prostitución en la ciudad de Rosario en este período, no puede
considerarse unívoco, al contrario, ella despertó diferentes tipos de reflexiones e interpreta­
ciones, algunas de ellas verdaderamente encontradas. Considerada mal social imposible de
extirpar dentro de la civilización moderna, vicio, mal necesario, popular, mal incorregible,28
degeneración, cloaca seminal, reducto para poder canalizar la sexualidad reprimida, garante
del orden social posible de ser desordenado por las pasiones humanas, por los bajos instintos,
visualizada también como foco de propagación de las enfermedades venéreas, preservadora
de la moralidad de las "mujeres consideradas decentes", responsable de pervertir a los jóvenes,
etc., eran algunas de las caracterizaciones que recibía el ejercicio de la prostitución.
El discurso sobre la prostitución fluctuaba entre la imagen de mujer depravada,
cqrrupta, degenerada, peligrosa para la sociedad, etc., y la de mujer prostituta-víctima del
tráfico dé blancas (imagen que no trabajaremos en esta circunstancia).
¿Por qué la prostitución era considerada un mal necesario, o por qué "El Rosario ha
tenido hasta hoy un criterio exclusivamente tolerante para las mujeres amorales patentadas o
clandestinas" (... )? se preguntaba La Capital el 3 de agosto de 1911.
La prostitución era vista como mal-social necesario dentro de las prescripciones de la
civilización modema29, era sentida como un producto de la naturaleza humana y un mal
inherente a la civilización, aunque David Peña consideraba, que un placer natural y
espontáneo era expoliado como función mecánica, para enriquecer a extraños, de allí su
repugnancia y la facultad de desconocerlo como inherente a la naturaleza y a la civilización.
El decía que cuando no era posible de extirpar con facilidad un mal social; los legisladores
··
acababan por reconocerlo como un mal necesario popular.30
La prostitución era vista como indispensable para mantener el orden y la tranquilidad
208
Sexualidades turbulentas.••
pública, querer suprimirla era una quimera, pues era una necesidad inevitable para esa época3'.
La prostitución era pensada y sentida entonces como un medio para controlar la moral y·evitár
los "desvíos sexuales". Era percibida como un instrumento de normalización, de corrección,
en tanto rito iniciático para los jóvenes, y considerada desvío, por ser una sexualidad no
reproductiva. La organización oficial de la prostitución era percibida como una garantía para .
la moralidad pública y privada, de allí que todas las legislaciones concordaban en considerarla
como un fenómeno vinculado a una necesidad pública32 y por ende era imprescindible de
reglamentar.
La sociedad había intemalizado esta idea de mal necesario, así nos lo mostraba una carta
que 182 vecinos enviaron al Intendente Municipal, a raíz del cambio de ubicación de las casas
de tolerancia, ellos decían:
"como la ley natural del progreso exije (sic) a diario en todos los pueblos civilizados,
que sus autoridades comunales estén constantemente con la mirada fija en esos centros, en esa
llaga social, que si bien es imposible extirpar, no lo es para aislarla, apartándola de los centros
más populosos". 33 (El resaltado es nuestro).
En nombre de la civilización del progreso, y de la defensa de la moral, la prostitución
era considerada necesaria para la sociedad. Si bien era necesaria, también era un signo del
estado de relajación en que se encontraba la sociedad, respondía a una situación de abandono
que todos, pobres y ricos al igual que la policía habían hecho de la salvaguardia de la moral,
de las buenas costumbr�, reflejo de las privadas, y que indicaba que la sociedad estaba
corrompida hasta la médula en un estado de perversión de los sentidos, así por lo menos lo
veía La Capital. 34 Una metáfora iba tomando cuerpo y generaba pánico al mismo tiempo, y
era la de una silueta ,que se alzaba de los bajos fondos de la sociedad, la silueta de la
depravación, usurpando las posiciones reservadas en otros tiempos a la pureza de las
costumbres. 35
El 13/11/1904 encontramos un quiebre discursivo, apareció cuestionada por primera
vez la noción de mal social .o necesario, aduciendo "que no es tal sino a causa de haberse
separado el hombre de las leyes naturales" decía La Capital. Por leyes naturales léase la·
capacidad del hombre de procrear, de generar, en tanto a la prostitución se la vinculaba con
la noción de gasto inútil.
Vemos entonces como la sociedad se debatía sobre sí misma en tomo al eterno conflicto ·
-a
entre la razón o lo que la sociedad determinaba como correcto y el instinto que remitía ·a
motivos profundos lugares oscuros- e inconscientes de.J hombre, era ese impulso maquinal.
y espontáneo, que no resultaba de la educación o de la experiencia, sino que acercaba al
hombre a los animales y a las formas más primitivas de organización y que no siempre �ra .
posible de reprimir�
209
 MUGICA Sexualidades turbulentas...

(il) SENNET, R., Fi declive del hombre público, Barcelona,Península, 1978 p. 209-214. H. BEJAR. El ámbito
(31) ASTOR, L., Profilaxia de las enfermedades venéreas, (fesis-UBA), Bs. As., 1909, p. 47 y 53.
íntimo (Priyacidad, individualismo y modernidad), Madrid, Alianza, 1988, p.190.
(32) FEINMAN, E., "La mujer esclava. Historia social de la moralidad" en Rev. Atlántida Nº 32, Bs. As., Imp.
· ·
(12) FALCON, R., MEGIAS, A., PRIETO, A., "Un orden... •, loe. cit., p.9 Coni (agosto), Tomo IX, p. 161.
(13) Tomamos e�ta noción de J. Habermas, passim. (33) Expedientes Terminados H.C.D.; año 1909 (noviembre), T.I.
(14) D. Armus, loe. cit., p.37, (34) La Capital 20/7fl 902 - 2/11/1904.
; (15) FOUCAULT,M., Historiade la s�dad, Tomcil; La vohmtad de saber, México De,S.XXI, 1985, p.20. (35) La Capital 11/3/1902.
(16) BEJAR, H., op. cit., p.234. (36) La Capital 19/10/1902 - Expedientes Terminados H.C.D. Año 1909, (noviembre), T.l ver también nota Nº 5.
(17) lbidem. (37) ENGEL, M., op. cit., p. 74, Q. SALDAÑA, op. cit. p. 19, A..Peixoto "Prophylaxia pública de syphilis e
(18) FOUCAULT,M., op. cit.,p.9. L. ADLER, Secretos de Alcoba, Historiade laPareja1830·-1930, Bs'. As., enfermedades venereas" en A.A.V.V. ldo. Congreso Médico Latinoamericano, Bs. As., Abril 4-11 de 1904
·
De Granica, 1987, p.39-73. Actas y trabajos, Tomo 5, Bs. As. Imp. Coni, 1905, p. 439. A. FOREL, La cuestión sexual (Expuesta a lo�
adultos), Madrid, Casa Editorial Bailly - Bailliere, 1923 ( l a, ed. 1905), p. 256.
(19) BEJAR, H.,op. cit.,p.178-179,R. SENNE'IT,Eldeclive••••, op. cit.,p. 188. C HARTIER,R., "Introducc_ión"
en Hmoria de la vida privada, Torm IV, La coonmidad, el F.stado y la familia, Madrid, Ed. Tatmts, 1987, p. 13. (38) La Capital, 19/10/1902 - M. ENGEL, op. cit. p. 80-82,86 y 106, por lo de perversión sexual. Ver A. Forel
(20) BEJAR, H., op. cit., p. iil8. op. cit. p. 256.

(21) VEZZE'ITl,H., "Literatura médica: Disciplina científica y moralización ciudadana en el 80" en Bergalli y E. (39) R. SENNE'IT, El declive del hombre público, Barcelona, Ed. Península, 1978, p. 34.
Mari (Comp), Historia ideológica del control social (España-Argentina-S.XIXy XX), Barcelona Ed. PPU, p. (40) GALLARINI, C., Reglamentación de laProstitución. Fundamentos de esta importante medida de higiene
S49 y 551. Ver también ARMUS, D., loe. cit., p. 42. pública. Proyecto adaptable a la ciudad del Rosario, Buenos Aires, Imp. Coni, 1869, p.5, 6, 8, 9-15 y 17.
(22) OMNES, C., Concepto moderno de la higiene. {Necesidad de su enseñanza), Rosario, imp. Wetzel y (41) GAY, P., A experiencia burguesa. Da Rainha Vitoria a Freud, V.2., A Paixao terna, Sao Paulo, ed.
Buscaglione, 1904, p. 3-4. Companhia, Das Letras, 1990. p. 313. Ver FEINMAN, E., loe. cit., p. 161-"162.
(23) La Capital 6/12/1902 firma la nota Nélida (Víctima del beso), como así ella lo afirmaba "Tenemos amigas o (42) CLIMENT, F. de, op. cit., p. 6. Parent-Duchtelet usó la expresión "deposito de inmundicias", Montaigne la
conocidas que sufren de enfermedades cutáneas o de otras afecciones más graves aún, y tenemos que sufrir el de "estiercol concentrado", ver también C. Gallarani op. cit. p. 15 y 17.
contacto de sus labios en nuestras mejillas, exponiéndonos a veces a un contagio y sufriendo siempre natural (43) FOUCAULT, M., Historia de la Sexualidad, Tomo 1. La voluntad de saber, México, ed. S. XXI 1985, p.
desagrado". Criticaba también el beso a las criaturas, apelaba para ello a las madres que velaban por la sah;td de 26,33 y 58.
sus hijos. La Capital 26/1/1900- 22/2/1900.
(24) CORBIN, A., "La prostituta en la Francia del siglo XIX" en Debates N º 24, junio, Valencia 1988, p.4.
(25) CLIMENT, R.F. de, La prostitnción clandestina (Estudio sobre la patología social), Bibl. Cient. Claridad,
Bs. As., 2a. ed., S/F., p. 6 y ROSSIAUD, Jacques, La prostitución en el medievo, Barcelona, ed. Ariel, 1986,
p. 120-103.
(26) Anuario Estadístico de la ciudad de Rosario, año 1904, p. 41, La Capital 11/6/1902. También el juego
aparecía definido como "plaga• • ..... son el juego y la prostitución los vicios que perfilan los caracteres del medio
ambiente en que se actúa". También La Capital 6/7/1903, noción del mal social, ver La Capital 2/11/1904- 19/
10/1902, ver también D. Peña "La trata de blancas" en Rev. Atlántida N º 32, Bs. As., Imp. Coni (agosto), Tomo
IX, p. 293, Q. SALDAÑA, Siete ensayos sobre sociología sexual, Madrid, ed. Mundo Latino, 1929, p.39. Para
el caso brasilero ver Magali ENGEL,Meretrizes e dotoures. Saber médico eProsti�o no Río de Janeiro (1840
-18_90), Sao Paulo, ed. Brasiliense, 1989, p. 105-106 y 111 y RAGO,M., Os plazeres de noite. Pi:osti�o e
codigos da sexualidade íei,ninina em· Sao Paulo, ed. Paz e Terra, 1991, p. 112-120.
(27) ENGEL,�-, op.cit., p. 53-54, RAGO, M., Do cabaréao lar. A utopía da cidade disciplinar. Brasil1890-
1930, Río·de Janeiro, ed. Paz eTerra; 1987, p� 85, RAGO, M., Os Plazeres, op. cit., p. 112.
(28) PEÑA, D., loe. cit.,p. 2-93-294,_BARRES,M., Elhampa y sussecretos, B�. As., Imp. López, 1943, p. 296,
La. C11pital 2/ l l /1904- 14/8/1909 - 2/3/1907 - 28/8/1903, aparecían estas nqciones �vicios repugnantes•, "virus",
"infección", ver también La Capital 5/12/1909 - 9/12/1903. - 5/7/1906 - 19/10/1902 - 13/8/1911 - BATIZ, A.,
Buenos Aires, la ribera y los prostíbulos en 1880. Contribución a los �dios social�, (Libro Rojo), Bs, As.;
ed. Aga - Taura, S/f., p; 15.
(29) La Capital 11/8/1912. MESONERO ROMANOS, E., La vida sexual no�al y. psicopatológica;
. Bs. As.,
ed. Claridad, S/F., p. 94.
(30) PEÑA, D., loe. cit., p. 293.
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