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Camilo: Señor de la Vanguardia
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Ebook1,355 pages15 hours

Camilo: Señor de la Vanguardia

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About this ebook

Recopilación de motivaciones y reflexiones que promovían la propia acción de Camilo Cienfuegos como dirigente revolucionario de Cuba.
LanguageEspañol
Release dateJun 24, 2019
ISBN9789874039149
Camilo: Señor de la Vanguardia

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    Book preview

    Camilo - William Gálvez

    Camilo

    Señor de la Vanguardia

    William Gálvez

    ................

    Camilo. Señor de la Vanguardia

    William Gálvez

    ISBN: 978-987-4039-14-9

    Diseño de tapa: Soledad De Battista

    Diagramación: Mariana Cravenna

    Corrección: Silvina Crosetti; Renee Girardi

    © Editorial Cienflores, 2019

    Lavalle 252 (1714) - Ituzaingó

    Pcia. de Buenos Aires - República Argentina

    Tel: 2063-7822 / 1565344020

    Contacto: editorialcienflores@gmail.com

    www.editorialcienflores.com.ar

    © 2019 Editorial Maipue

    Zufriategui 1153 - Ituzaingó (1714) - Provincia de Buenos Aires

    Tel/Fax: + 54 (011) 4458-0259

    Contacto: promocion@maipue.com.ar / ventas@maipue.com.ar

    www.maipue.com.ar

    Facebook: Editorial Maipue

    Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.

    Libro de edición argentina.

    No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por otro cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el consentimiento previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

    Índice

    Al lector

    Prólogo

    Introducción

    Desde los picachos serranos

    Cómo conocí a Camilo

    Formación de un revolucionario

    Los primeros años

    Camilo en el extranjero

    Camilo deportado

    Rumbo a México

    Desembarco del Granma

    Alegría de Pío y relato del Che y Almeida

    Los errores de ser sorprendidos

    El camino de la muerte

    Por fin una esperanza

    El ansiado encuentro

    Enero de 1957

    La Plata. Primera victoria rebelde

    El traidor actúa

    El exterminio acecha

    Encuentro del refuerzo con Fidel

    Doce meses de lucha armada

    Año 1958

    Segundo combate de Pino del Agua

    Creación del periódico El Cubano Libre y Radio Rebelde

    Apertura del Segundo y Tercer Frente

    Campaña de Camilo en las llanuras del Cauto

    Diario de Camilo en los Llanos del Cauto

    Ataque a Bayamo

    Combate de La Estrella

    Fidel manda buscar a Camilo

    Regreso a la Sierra

    Fin de la ofensiva y vísperas de la partida

    Informe del comandante en jefe Fidel Castro acerca de la ofensiva final de la tiranía

    La invasión

    La ruta por Oriente

    Camagüey en los días de la Invasión

    De Jobabo a Caimito

    Emboscada enemiga

    Organización del Movimiento 26 de Julio en Camagüey

    Raúl García Peláez, dirigente del Movimiento 26 de Julio en Camagüey

    Un desagradable incidente

    La emboscada de La Malograda

    Felipe Torres dirigente del PSP en Camagüey

    Un justo castigo

    José Botello, jefe de un grupo guerrillero del Movimiento 26 de Julio que operaba en la zona norte de Camagüey

    El incidente de la brújula

    Asesinato de Senén Meriño

    En la boca del lobo

    El detector de mentiras. Confesión del cabo Trujillo

    Plan del ejército

    La gran decisión

    El peligro acecha

    Por el norte de Camagüey

    Asesinato de Delfín Moreno

    Análisis de la marcha por Camagüey

    Las Villas en los días de la Invasión

    La campaña de Las Villas

    Guillermo Rodríguez Pozo, dirigente del Movimiento 26 de Julio en Las Villas

    Enrique Oltuski, coordinador provincial del Movimiento 26 de Julio en Las Villas

    Macho Parra, oficial del Destacamento Marcelo Salado del Movimiento 26 de Julio en el norte de Las Villas

    Primera emboscada

    Faure Chomón, máximo dirigente del Directorio Revolucionario 13 de marzo

    Arnaldo Millán, secretario general del PSP en Las Villas

    Segunda emboscada en el Circuito Norte

    Creación de la Columna Mixta

    Informe a Fidel

    Víctor Bordón, jefe guerrillero del Movimiento 26 de Julio

    Toma del cuartel de Venegas

    Alberto Torres, capitán del Destacamento Máximo Gómez del PSP

    Informe a Fidel

    Testimonio de Ramón Simanca Dirigente campesino del PSP en la zona norte de las villas

    Testimonio de Ursinio Rojas Dirigente del PSP durante la etapa insurreccional

    La batalla de Yaguajay

    Construcción del Dragón I

    Primera acción del Dragón I

    Segunda acción del Dragón I

    Tercera y última acción del Dragón I

    Situación de los sitiados en cuartel y actuación de la población durante el combate

    ¡Se fue huyendo Batista…!

    Rumbo a La Habana

    Principales acciones rebeldes en noviembre y diciembre de 1958

    El triunfo

    Inicio de una nueva etapa. Fuga del tirano

    El último, ¡salud, salud!

    Camilo: constructor de futuro

    Enrique Borbonet, dirigente del grupo de oficiales que conspiraron contra Batista

    Jorge Enrique Mendoza, delegado provincial del INRA en octubre de 1959

    Desaparece Camilo

    Fidel en la televisión habla de la desaparición de Camilo

    Discursos

    Despedida de duelo del capitán Geonel Rodríguez el 12 de julio de 1958, en la Sierra Maestra

    Discurso del 9 de febrero de 1959 en el teatro de Ciudad Libertad, La Habana

    Discurso del 11 de febrero de 1959 en Ciudad Libertad, La Habana

    Entrevista con el comandante Camilo Cienfuegos publicada en Bohemia el 22 de febrero de 1959

    Síntesis del discurso del 17 de marzo de 1959 en el teatro de Ciudad Libertad, La Habana

    Discurso del 1° de mayo de 1959 en la ciudad de Camagüey

    Discurso de los primeros días de mayo de 1959 en la ciudad de Caibarién, Las Villas

    Palabras del 17 de mayo de 1959 en la Escuela de Motociclistas de Ciudad Libertad, La Habana

    Discurso del 27 de junio de 1958 en el Teatro Riviera, La Habana

    Discurso del 28 de junio de 1958 en Sagua la Grande, Las Villas

    Discurso del 28 de junio de 1959 en el cementerio de Sagua la Grande, Las Villas

    Discurso del 5 de julio de 1959 en el Central Dos Rosas, Matanzas

    Discurso del 12 de julio de 1959 en Güira de Melena, La Habana

    Discurso de mediados de julio de 1959 en Báez, Las Villas

    Discurso del 27 de julio de 1959 en Ciudad Libertad, La Habana

    Entrevista con el comandante Camilo Cienfuegos en el vuelo de La Habana a Camagüey del 19 de septiembre de 1959

    Discurso del 20 de septiembre de 1959 en Ciego de Ávila, Camagüey

    Discurso del 22 de septiembre de 1959 en Ciudad Libertad, La Habana

    Discurso del 7 de octubre de 1959, en Jobo Rosado, Las Villas

    Discurso del 7 de octubre de 1959 en Central Narcisa, Las Villas

    Palabras del 16 de octubre de 1959 en el teatro de la CTC

    Discurso del 21 de octubre de 1959 en el teatro del Regimiento Agramonte, Camagüey

    Comparecencia televisada, transmitida el 23 de octubre de 1959 en Camagüey

    A los que nos han enseñado a lo largo de la historia

    el camino hermoso, humano y digno de la Revolución.

    Al lector

    Cuando han transcurrido más de 35 años de la publicación de un libro de historia, por lo general, en una reedición se hace necesario corregirla para enriquecerla o enmendar cualquier error, pues es frecuente que aparezcan nuevos documentos de distintos tipos que lo exigen. Por ello, esta ha sido corregida y enriquecida basándonos en lo dicho anteriormente y en las conversaciones que sostuve con expedicionarios del Granma, durante los meses de prisión provincial de Oriente, en Boniato y posteriormente al triunfo revolucionario, entre ellos Jesús Montané, Mario Hidalgo, Norberto Collado, Pablo Hurtado, Enrique Cámara y Reinaldo Benítez. Más tarde, la sostuve con Camilo durante la lucha armada con quien, además de ser mi último jefe en el Ejército Rebelde, mantuvimos una estrecha y fraterna amistad.

    En la primera edición, publicada en La Habana en 1979, utilicé parte de esos testimonios, pero consideré que no era necesario emplearlos completos pues se complementaban con los escritos del Che, pero como su familia vendió a una editorial australiana los derechos de publicación de toda su obra, increíblemente los cubanos no podemos utilizarla para escribir sobre nuestros principales dirigentes, tanto en la guerra, como en el gobierno revolucionario, sin autorización nada menos que de una editora extranjera. Ahora nos valemos de otros documentos de Camilo, que la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado posee y nos permitió utilizarlos, de libros publicados con posterioridad al nuestro,¹ y nuevas entrevistas a miembros del Ejército Rebelde y de su tropa, a amistades y compañeros de trabajo. Además de los periódicos Granma y Juventud Rebelde, de la revista Bohemia y de los departamentos de Historia pertenecientes al MINFAR. Asimismo, agradecemos al PCC de Camagüey, Bayamo y Yaguajay, su colaboración en nuestras investigaciones, brindada mediante sus secciones de Historia.

    Esta búsqueda nos ha permitido poder hacer un análisis acerca del papel desempeñado por Camilo durante la lucha contra la tiranía y en su corta vida como dirigente revolucionario, luego del triunfo de la insurrección armada. Para ello ha sido necesario referirnos, a grandes rasgos, a todas las etapas de su existencia y, entre estas, destacar las que ofrecen la más fiel imagen de su gigantesca y esencial integridad revolucionaria, enmarcándolo no solo entre nosotros, sino en América, y aún más allá, pues reunía los requisitos indispensables para llegar a ser un revolucionario comunista de cuerpo entero.

    William Gálvez, La Habana, 2016

    ¹ De Tuxpan a La Plata, Editora Orbe, Diario de campaña, Editora Oficina de Publicaciones de dicho organismo, que recoge los diarios de Raúl Castro, Emiliano Díaz Fontaine y A. García Núñez en la Sierra Maestra; los de la campaña en los llanos del Cauto, escrito por Camilo y Osvaldo Herrera; y el de Sergio del Valle y el autor del presente libro durante la Invasión a Occidente y la campaña en Frente Norte de Las Villas.

    Prólogo

    En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo.

    Ernesto Che Guevara

    El significado de este libro sobre Camilo pudiera expresarse de maneras muy diversas. Preferimos decir que, a través de sus páginas, se va revelando la verdadera dimensión histórica de su personalidad revolucionaria, incorporada para siempre a uno de sus capítulos más sobresalientes de la vida de la nación: ... con lo que han hecho (escribió Fidel a Camilo) ya bastaría para ganarse un lugar en la historia de Cuba y de las grandes proezas militares.²

    Este valioso material es el resultado de más de diez años de trabajo, lapso en el que fueron estudiados muchos documentos, realizadas gran número de entrevistas y recopilados testimonios de compañeros que conocieron a Camilo en distintas etapas de su existencia.

    Una tarea tan paciente y ardua fue realizada por su autor, el compañero William Gálvez, empleando su tiempo libre y sus vacaciones, digno tributo a quien fue su jefe y compañero de armas.

    La virtud principal de la obra es que logra ofrecer una visión integral de la personalidad de Camilo, cuyos perfiles de leyenda en ocasiones se han mostrado de forma fragmentaria y en el marco de lo anecdótico. En estas páginas, la leyenda revolucionaria de Camilo encuentra su asidero en el conjunto de su trayectoria y no en la suma de hechos aislados, por heroicos y significativos que estos hayan sido.

    El autor puede alcanzar este objetivo porque, sin ser un historiador profesional, ni presumir de escritor, dispone de la posibilidad excepcional que le proporciona el haber sido un participante activo de los hechos que relata y de haber compartido con Camilo, como subordinado y amigo, en momentos cruciales de la epopeya insurreccional; por todo ello, le asiste el conocimiento directo de las motivaciones que animaban a Camilo y de las reflexiones que promovían en él los resultados de su propia acción como jefe guerrillero y dirigente revolucionario. El hilo conductor de la parte más importante del libro son, por tanto, las vivencias del autor, quien ha logrado plasmarlas de modo coherente, ameno y decoroso.

    Cuando William conoció a Camilo en la Sierra Maestra, en enero de 1958, este tenía 25 años de edad, era capitán del pelotón de vanguardia de las tropas del Che y hacia algo más de doce meses que participaba como guerrillero en la lucha insurreccional contra la tiranía batistiana.

    Al producirse el triunfo, tras dos años de iniciada la gesta del Granma, Camilo había ascendido hasta convertirse en uno de los más relevantes protagonistas del proceso revolucionario que estaría llamado a transformar nuestro país, de una neocolonia del imperialismo norteamericano en el primer Estado socialista del hemisferio occidental: Hoy el recuerdo de la Invasión, hoy el recuerdo de todos sus hechos, de todas sus proezas, nos llena casi de asombro por todo lo que hizo, ha dicho Fidel. No ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo, sentenció con acierto el Che.

    Esa imagen legendaria, unida a su sencillez proletaria, al peculiar carácter personal que en Camilo quedó simbolizado por su amplia y afable sonrisa, lo identificó hondamente con las simpatías y la admiración más sinceras de nuestro pueblo.

    Y esta obra, Camilo. Señor de la vanguardia, se encarga acertadamente de presentarnos, sin idealizaciones, a este héroe guerrillero, al hombre de carne y hueso que refleja la idiosincrasia del cubano típico y respira a todo pulmón una gran alegría de vivir.

    Pero, ¿concluye aquí la proyección de la figura de Camilo en nuestro proceso revolucionario?

    Este libro –y creemos es uno de sus mayores méritos–, nos ofrece una respuesta más completa sobre Camilo como héroe de la insurrección y como luchador consciente, nutrido de su ideario. Camilo, lo sabemos quienes lo conocimos muy de cerca y lo demuestran incuestionablemente las páginas que siguen, en el momento de morir tenía un pensamiento político-ideológico muy definido, totalmente identificado con la línea que se aplicó durante aquellos primeros diez meses de la victoria de las armas rebeldes, consciente del movimiento táctico que entonces resultaba necesario frente al poderío del imperialismo estadounidense y sus aliados nacionales. Plenamente convencido del objetivo estratégico de la Revolución en el que, como lo reiteró con sus palabras y escritos en numerosas ocasiones, él –con Fidel–, asignaba el principal papel dirigente a la clase obrera, en alianza con los campesinos y otras capas humildes del pueblo.

    Naturalmente, esta radical formación ideológica de Camilo se fue forjando por etapas, en un proceso que se inició en el modesto hogar donde nació, continuó durante su juventud como obrero en Cuba y Estados Unidos, hasta consolidarse definitivamente entre la gente humilde que habitaba su marco de operaciones guerrilleras y junto a Fidel, el Che y otros dirigentes de la Revolución.

    Camilo, por tanto, además de encarnar a uno de los más grandes combatientes de nuestra segunda guerra por la real independencia de la patria, fue también un exponente del pensamiento avanzado que guiaba el proceso revolucionario cubano, una de sus figuras más preclaras desde los tiempos de la lucha armada y uno de los más firmes impulsores en tomar y mantener el camino que culminara con la liberación definitiva de las clases sociales tradicionalmente explotadas por el capitalismo.

    La lectura de este libro proporciona la evidencia sin equívocos de que sus ideas quedaron históricamente enfiladas hacia las posiciones ideológicas más progresistas de la época contemporánea, a pesar de su muerte prematura y de que sus posibilidades para expresarse estuvieron condicionadas por el certero realismo que, siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de Fidel, teníamos el deber de adoptar en aquella coyuntura del año 1959, de manera que –como dijera posteriormente el propio Fidel–, se hiciera posible sorprender al imperialismo por un flanco.

    Esta es la figura que, paso a paso, se va perfilando para el lector, sin que ello quiera decir que con este título se agota la necesaria tarea investigativa que impone la personalidad y la significación de Camilo en la Revolución Cubana.

    Continuar esta tarea es muy importante para el trabajo educativo de nuestra juventud, porque unido al marxismo-leninismo, el conocimiento y estudio riguroso de nuestra historia deben representar un sustancial elemento formativo de su firmeza de carácter y de sus principios político-ideológicos.

    Para los jóvenes cubanos, obras como Camilo, señor de la vanguardia, deben figurar siempre entre sus mejores libros de cabecera, convertidos en preciados instrumentos de inspiración y compromiso para el presente y el futuro.

    En estas páginas, encontramos la descripción del hogar donde nació Camilo. Las dificultades económicas de la familia hablan por sí solas de su procedencia social de las capas más humildes y explotadas de nuestra población: … tuvo que mudarse muy a menudo, por no contar con dinero para pagar el alquiler de la vivienda.

    También, comprobamos que una de las primeras influencias políticas que recibió en su vida, como coinciden en señalar todos los que lo conocieron en aquellos tiempos, provino del ambiente obrero de su casa, en especial, de su padre Ramón Cienfuegos: "yo realizaba actividades sindicales en la Unión de Operarios y Sastres durante el gobierno de Menocal y ya había publicado un manifiesto a favor de los soviets que se intitulaba: La Revolución Rusa se extenderá por todo el mundo".

    Pasando las hojas, aparece la convulsa década del cuarenta, marcada después de la Segunda Guerra Mundial, por el inicio de la llamada guerra fría y las campañas anticomunistas, que intensificaron en nuestro país la brutal represión contra los verdaderos líderes obreros, situación que no transcurrió ajena a la conciencia en formación de Camilo adolescente: … el asesinato del inolvidable Jesús Menéndez, militante comunista (…) Camilo participó en actos de protesta por este asesinato.

    La cada vez más difícil situación económica de la familia lo detuvo en octavo grado de la escuela y paralizó la vocación profesional de su vida: En octubre de 1949, ingresa en la escuela anexa de San Alejandro. Solo permanece allí tres meses, pues no puede continuar los estudios. Debe comenzar a trabajar y su propósito de estudiar escultura queda atrás. El libro nos ayuda a saber cómo experimentó en carne propia las penalidades de la clase obrera, a la que se incorporó realizando las tareas más modestas y peor remuneradas: … su primer trabajo fue el de mozo de limpieza en la tienda de ropa El Arte.

    En Estados Unidos, como emigrado por razones económicas, conoció la explotación de sus hermanos latinoamericanos, agrupados allí por las mismas causas: … en Estados unidos realizó infinidad de trabajos: se empleó como mozo de limpieza, limpiador de cristales, empacador, dependiente de bares y restaurantes. Pero, además, allí conoció el verdadero significado de los conceptos martianos sobre las entrañas del monstruo imperialista y ya en una carta que escribió en 1954, desenmascara el frívolo rostro maquillado de la sociedad de consumo: … esto está cada vez peor… no hay trabajo, todo carísimo y, por ende, este frío que parte el alma a cualquiera.

    La narración de su juventud nos lleva a fines de 1955 y principios de 1956, cuando participó en actividades de masas contra la tiranía. Fue herido de bala durante una manifestación estudiantil y fuertemente golpeado en otra, donde terminó detenido por el cuerpo represivo anticomunista que orientaba directamente la Embajada de Estados Unidos en Cuba: "… según nos subían al carro nos daban golpes. Ya dentro me dieron una patada en la cara. En el BRAC, nos tuvieron como seis horas, nos tomaron las huellas, mil preguntas y me retrataron con un cartelito que decía: comunista".

    A partir de este momento –como bien situado queda en el libro–, Camilo completó su convicción de que la insurrección armada proclamada por Fidel contra la tiranía, constituía el único camino para liberar definitivamente a Cuba. Regresó a Estados Unidos y manifestó esa disposición en carta a un amigo, en mayo de 1956: … mi único deseo, mi única ambición es ir a Cuba a estar en las primeras líneas cuando se combata por el rescate de la libertad.

    Su nombre figuró entre los últimos de la lista del Granma, pues cuando llegó a México no iba enviado por el Movimiento 26 de Julio, solo conocía a uno de los expedicionarios y ya los preparativos estaban listos. En honor a la verdad, Camilo se hizo de un lugar en la expedición por su tenacidad y su singular capacidad de persuasión.

    Fue por estos días cuando expresó en una carta su célebre frase esos que luchan, no importa dónde, son nuestros hermanos, enunciadora desde entonces del espíritu internacionalista que lo animó hasta su muerte.

    En el libro, se narran cronológicamente sus hazañas extraordinarias, primero en la Sierra y después en los llanos del Cauto, hasta culminar en la proeza de la Invasión y en la campaña de Las Villas. De tal manera, en algo más de un año, se convierte en uno de los más destacados comandantes del Ejército Rebelde, grado máximo en nuestra guerra revolucionaria. Su audaz paso por los llanos orientales quedó sintetizado con palabras sencillas en su diario de campaña: … hemos peleado unas cuantas veces y hemos ganado todas las peleas.

    Pero no solo la dura tensión de las marchas y los combates ocupaban la atención de este jefe insurrecto, aún destinaba tiempo para atender los problemas sociales de la zona, en la que fue un azote para los explotadores y un defensor para los explotados: … por la noche Camilo realiza un recorrido. Visita a los campesinos y al dueño de la arrocera. Le han informado que los jornales que este paga son miserables y le plantea la necesidad de que pague lo justo o de lo contrario las fuerzas rebeldes apoyarán a los obreros en una huelga.

    A esta etapa corresponden algunos de los intercambios epistolares con el Che, que evidencian la estrecha amistad, la identificación ideológica y la mutua y fraterna consideración que los unía.

    El recuento de sus actividades en la entonces provincia de Las Villas, como parte de la épica Invasión, sirve quizá como punto decisivo para demostrar la extraordinaria madurez política que en 1958, con apenas 26 años de edad, había alcanzado Camilo.

    Al llegar con sus hombres a esa zona, aplicó ejemplarmente la línea trazada por Fidel de unidad con todos los revolucionarios que combatían a la tiranía, sin exclusiones de ningún tipo.

    Su íntima y fraterna relación con los comunistas de la región y las importantes tareas que confió a estos –cuando otros todavía recelaban de ellos por prejuicios ideológicos–, es una prueba irrebatible de la conciencia revolucionaria que, heredada desde la cuna, en su juventud combatiente se había profundizado gradualmente: … como el territorio era extenso, decidió organizar una columna mixta, compuesta por combatientes de las columnas ‘Antonio Maceo’ y ‘Marcelo Salado’ del Movimiento 26 de Julio y la columna ‘Máximo Gómez’ del Partido Socialista Popular.

    Entre las múltiples reuniones en que participó Camilo con los obreros y campesinos en el norte de la antigua provincia de Las Villas, resaltó la celebración, en el territorio rebelde que comandaba, de un Congreso Nacional de Trabajadores Azucareros, que contó con más de 700 delegados y la constitución de la primera Asociación Campesina de aquel territorio en plena guerra. La satisfacción y alegría que lo embargaban participando en aquel conjunto de actividades obreras, las expresó a Fidel en la carta de la época: … hoy cuando hablé a los azucareros, sentí una de las grandes emociones de estos años de lucha.

    La lectura sobre la mantenida acción unitaria de Camilo, nos demuestra que esta fue un elemento de gran importancia para acelerar el avance insurreccional en la provincia donde operaba y aproximar el colapso de la tiranía.

    De enero de 1959 hasta su desaparición en octubre de ese año, Camilo participó junto a Fidel en las más trascendentales decisiones de la Revolución y tuvo la oportunidad de pronunciar más de veinte discursos pletóricos de patriotismo y entrañable fidelidad a la Revolución y a su máximo dirigente.

    Cuando la corriente derechista pequeñoburguesa infiltrada en el movimiento revolucionario trató de frenar el avance del proceso liberador, cuando latifundistas e imperialistas desataron las primeras campañas contra el consecuente castigo a los asesinos y torturadores, y el viejo fantasma del anticomunismo comenzó a ser agitado, Camilo se destacó entre los dirigentes revolucionarios que, con Fidel a la cabeza, promovían y llevaban adelante una solución radical para los tradicionales males de Cuba, cuyo fondo estaba en la dependencia del imperialismo norteamericano y el sistema explotador del capitalismo.

    Una de las expresiones de esa vertical posición quedó demostrada en su clara visión sobre la necesidad de armar y entrenar militarmente a la clase obrera, a los campesinos y al resto del pueblo: … el trabajador quiere armas y nosotros, el ejército, le vamos a dar a los trabajadores esas armas (…) los obreros quieren instrucción militar y nosotros le daremos a esos obreros instrucción militar.

    Por ello, cuando la traición levantó su garra en el entonces regimiento de Camagüey, amparándose en la sucia bandera del anticomunismo, Fidel envía a Camilo, una vez más, como vanguardia, en esta ocasión, para iniciar el enfrentamiento definitivo a una maniobra contrarrevolucionaria, enlazada con otras ya en marcha, como el ametrallamiento a la capital por aviones procedentes de Estados Unidos.

    Al seleccionar a Camilo para esta misión tan compleja, Fidel veía en él la más alta representación de la lealtad, la valentía y la audacia, pero simultáneamente, apreciaba en Camilo –para enfrentar un problema de abiertos matices ideológicos–, al dirigente político de sólida e inquebrantable formación proletaria.

    Es así como, bajo la dirección de Fidel y junto a este, encabeza la acción de masas del pueblo camagüeyano, con lo cual se consuma el aplastamiento de la intentona reaccionaria y la Revolución reafirma su rumbo inquebrantable.

    Unos días más tarde se produjo su trágica desaparición, precisamente cuando regresaba de cumplir tareas de consolidación revolucionaria en la provincia agramontina, convirtiéndose desde entonces en alto símbolo y bandera de la Revolución. El Señor de la Vanguardia de los días de la guerra revolucionaria, actuaba ya como un hombre del Partido que construiríamos después.

    Fidel definió para la historia el significado de Camilo al decir que: Camilo es, sencillamente, un hombre del pueblo, que salió del pueblo. Es decir, que el pueblo ha dado los jefes.

    Y también enmarcó para los tiempos futuros de nuestro país la vigencia de su excepcional ejemplo personal: Cada vez que el pueblo vea momentos difíciles, cada vez que los hombres jóvenes, los campesinos, los obreros, los estudiantes, cualquier ciudadano, crea que el camino es largo, que el camino es difícil, se acuerde de lo que hizo él, se acuerde de cómo nunca, ante los momentos aquellos difíciles, perdió la fe.

    Ese es el Camilo de siempre, que revive entre nosotros esta obra, con aquella jovialidad que no le abandonaba ni aún frente a mortales peligros, armónicamente engarzada con un profundo sentido de la responsabilidad y de la disciplina que en él se daban de forma natural y con un sello personal carismático.

    Camilo, como se reseña en el libro, quiso ser escultor y no pudo. La necesidad de ganar el pan diario con su trabajo lo impidió. Quizás entonces –en 1949–, se sintió como uno más, entre los miles de jóvenes frustrados de aquella triste época. Sin embargo, las páginas que siguen no muestran la vida de un escultor fracasado, sino la vida de un escultor simbólicamente realizado porque él pudo dejar para la eternidad, como uno de sus autores de primera línea, la más hermosa y trascendente de las obras sociales, la Revolución que libra al hombre de la explotación, y le otorga y reconoce su plena dignidad.

    Raúl Castro Ruz

    Ciudad de La Habana, agosto de 1979

    Año XX de la Victoria

    ² Todas las citas que aparecen en el prólogo son extraídas de los materiales que conforman este libro.

    Introducción

    … Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo

    que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer.

    Che

    El 30 de octubre de 1959, los cubanos recibieron, consternados, la edición del matutino Revolución, exponente de una nota de matices dramáticos.

    la sección de prensa y radio del e. m. del ejército rebelde informó anoche lo siguiente:

    Se hace saber por este medio a la opinión pública, que en el día de ayer, 28 de octubre, a las 6:01 p. m. salió del aeropuerto de Camagüey, el avión bimotor de las FAR, marca CESSNA 310 N° 53 de cinco plazas, rumbo a La Habana, conduciendo al Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Cmdte. Camilo Cienfuegos quien iba acompañado por el piloto de dicho avión, 1er. Tte. Luciano Fariñas Rodríguez y el soldado rebelde Félix Rodríguez, los que desgraciadamente, no han llegado a su destino.

    Las búsquedas efectuadas hasta ahora, han resultado infructuosas, las que se reanudaron hoy en toda el área comprendida entre La Habana y Camagüey. La existencia de turbonadas a esa hora entre Ciego de Ávila y Matanzas, pueden haber ocasionado algún accidente, estimándose que haya ocurrido en un punto al norte de la provincia de Camagüey, Las Villas o Matanzas.

    Las FAR, auxiliadas por la aviación civil y unidades del Ejército Rebelde, realizaron un esfuerzo en el día de hoy, por encontrar el avión desaparecido.³

    Al día siguiente, la expectación era aún mayor. Cinco líneas firmadas por un legendario comandante de la Revolución, intentaban llevar al pueblo adolorido y en creciente tensión, la información que el mando revolucionario vinculaba a la solicitud de serenidad y calma ante el dolor popular por la desaparición de uno de sus victoriosos guerrilleros, de una sonrisa que caló muy hondo en el gran corazón del pueblo:

    Informe a la ciudadanía que la búsqueda prosigue con toda intensidad, hasta estos momentos no hay ninguna noticia oficial sobre el avión en que viajaba el comandante Camilo Cienfuegos. Inmediatamente que se tengan noticias confirmadas, serán ofrecidas al pueblo. Se ruega que se tenga la mayor serenidad y calma.

    Juan Almeida

    En cualquier país del mundo, la inesperada desaparición de un alto jefe militar provoca una reacción inmediata por parte del gobierno. Este pone al servicio de la búsqueda del importante personaje los mayores recursos a su alcance. La prensa nacional, sin duda, recogerá como noticia de primera plana el dramático suceso. Pero cuando el jefe desaparecido es un héroe nacional, cuando este hombre casi pertenece a la leyenda –y ha sabido ganarse la admiración y el cariño de su pueblo, por sus hazañas y modestia–, entonces no solo las fuerzas oficiales se ponen en función de tal empresa, sino que a la búsqueda se incorpora toda la nación, convencida de que ha perdido algo que le pertenece, segura de la trascendencia de la vida de este incansable defensor de su causa. Y, desde luego, el país no escatimará esfuerzos para encontrarlo.

    Esto es lo que ocurre en Cuba cuando la desaparición de Camilo. Son once días de ininterrumpido trabajo. Jornadas en las que todo el pueblo participa y sufre, al hacerse evidente, con el transcurrir de cada día, la dolorosa certidumbre de una desaparición definitiva.

    En un instante, como consecuencia de una falsa noticia echada a rodar por los enemigos de la Revolución, al anunciar la radio que Camilo había sido hallado, estalla la alegría de la espontánea emoción popular. Es aquella falaz noticia una acción de caracteres tan malvados y reaccionariamente sutiles que, luego de desmentida, el pueblo llora unánimemente en montes y ciudades. Sobre los hombros de los enemigos de la Revolución cae la condena de la sensibilidad universal.

    En aquellos días de desesperada búsqueda, personalmente dirigida por Fidel, queda demostrado el enorme esfuerzo realizado por toda Cuba para localizar al desaparecido jefe, en el afán de que este continuara creando y construyendo un mundo mejor.

    ¿Por qué Camilo Cienfuegos gana tan alto grado de admiración y cariño? ¿Por qué esa demostración masiva y espontánea del pueblo por encontrarlo? Estas dos preguntas tienen una sola respuesta: el pueblo, la Revolución y Camilo son siempre factores inseparables de una misma causa.

    Pero, para ampliar esta respuesta es obligación aportar datos que nos permitan conocer a fondo la trayectoria revolucionaria del héroe popular. Sabemos que desde la desaparición física de Camilo hasta la actualidad, se ha escrito mucho acerca de su vida e incansable labor revolucionaria, pero en forma dispersa y no con todo el rigor necesario. En casi todo el material publicado en Cuba pueden encontrarse errores: fechas, exageraciones, mentiras, lugares o cifras que pueden confundir al lector. Indudablemente, todo este material es escrito con la sana intención de dar a conocer la trayectoria del inolvidable héroe de la Revolución Cubana, no así lo escrito por los enemigos; pero a nuestro juicio personal, este propósito no se logra plenamente. En estos reparos incluimos, desde luego, nuestros anteriores trabajos acerca de Camilo –algunos ya publicados–, y somos los primeros en reconocer que adolecen de tales deficiencias.

    Por eso, en esta ocasión, nos proponemos realizar un análisis lo más completo y fiel, de acuerdo con nuestras posibilidades, en torno a la vida de Camilo Cienfuegos. Para aproximarnos a ese objetivo, nos dedicamos durante varios años al estudio de su existencia plena –desde su nacimiento hasta su desaparición física–, con el propósito de que la juventud y nuestro pueblo cuenten con una fuente lo más detallada y veraz, acerca de uno de sus más queridos hijos. Lejos estamos de asegurar que en este trabajo aparece el ciento por ciento de su vida y sus luchas. Lamentablemente, nos es imposible poder recopilar todos los discursos que pronunció, y en ocasiones solo hemos localizado versiones extractadas de algunas de sus intervenciones públicas. Sin embargo, creemos que este libro recoge los principales hechos de su breve pero grandiosa existencia, tanto antes de la lucha de liberación como en ella, y después del triunfo.

    En este bosquejo biográfico acerca de Camilo, se resalta su humilde procedencia y cómo llega a convertirse en un héroe legendario de la lucha insurreccional, dejando a su breve paso una imborrable huella en la larga historia revolucionaria de nuestra patria. Son muchos los años transcurridos desde su triste pérdida, pero el tiempo, lejos de disipar esta huella, hace cada día más concreta y definitiva su trascendencia en la conciencia política y la veneración patriótica de nuestro pueblo.

    ¿Por qué ha ocurrido esto?

    Consideramos que este modesto trabajo puede dar respuesta a esa pregunta. En las páginas de este libro intentamos reflejar cómo, a pesar de su fugaz vida revolucionaria, este humilde hijo del pueblo alcanza en su pensamiento y en su acción, el desarrollo político e ideológico más profundo y completo. La intensa vida revolucionaria de Camilo –que solo en pocos años se coloca a la vanguardia de nuestro pueblo–, experimenta un acelerado proceso de maduración cuando la muerte súbita la troncha prematuramente –a los 27 años de edad–, en el mismo momento en que la Revolución inicia la dura y decisiva batalla frontal contra el imperialismo yanqui y la contrarrevolución interna.

    Ese proceso queda trunco en el instante en que ya el héroe de la Invasión, el guerrillero invicto y audaz, alcanza también la talla de dirigente revolucionario íntegro y experimentado, entregado con todas sus fuerzas a la aplicación de la política de la Revolución y en defensa del pueblo. Pero ni siquiera la estatura alcanzada por Camilo en el fatal momento de su desaparición, podría servirnos para trazar una medida completa acerca de su trascendencia e influencia en nuestro proceso revolucionario. Él es aun mucho más que eso. No olvidemos a Fidel cuando dice: Camilo seguirá viviendo en hombres como él, y en hombres que se inspiren en él. No olvidemos que el Che señala que la vida de hombres como Camilo tienen su más allá en el pueblo; no acaban mientras este no lo ordene.

    Por eso, aunque muere cuando todo en realidad estaba aún por hacer, Camilo es, y será siempre, para nuestro pueblo ese difícil modelo de lo máximo que puede dar un hombre entregado a la causa de la Revolución, y que se define en una sola palabra: VANGUARDIA.

    He aquí, precisamente, las palabras pronunciadas por Fidel –cuando nuestro Partido comienza a dar los primeros pasos en su organización–, hace ya más de una década:

    Durante los años de lucha en las montañas, nosotros siempre nos preocupábamos mucho por nuestra vanguardia, porque tenía tareas muy especiales y muy importantes: era la primera unidad en chocar con el enemigo si se emboscaba en los caminos, cuidar la ruta, montar guardia permanentemente. ¡Y allí, en el pelotón de la vanguardia de nuestra Columna estaba Camilo! ¡Eso es el Partido: la Vanguardia!

    Camilo, es cierto, no tiene la cultura de los libros, sino la inteligencia natural del pueblo. Durante su formación más temprana –no obstante forjarse en parte en un hogar donde se alentaban con gran fuerza las ideas de la justicia social, la solidaridad internacionalista, el patriotismo y el repudio al fascismo y a toda forma de tiranía–, no parece haber estudiado o leído la literatura marxista. Posee, claro está, el denominador común que caracteriza a la generación revolucionaria que se lanza a la lucha en los tiempos del Moncada y en los años siguientes: una apasionada identificación con las ideas martianas, un ansia irreductible por alcanzar para Cuba el sueño de una plena soberanía, el amor a la fraternidad humana, a la dignidad y a la honestidad de los hombres; dignidad y honestidad pública que ha trazado, maravillosa y estupendamente el Maestro.

    Camilo lleva a la lucha el instinto revolucionario de su hogar obrero, el amor a la causa de los humildes y explotados, la más absoluta pureza de ideales y el repudio hacia la explotación y la dominación imperialistas, los cuales no solo sufrió en carne propia como trabajador en Cuba –donde llegado el momento supo estrechar filas con los que estaban dispuestos a todo–, sino también como emigrado forzoso en Estados Unidos.

    Camilo es fiel a su origen de clase. Nace en una de las épocas más convulsas de la historia republicana de nuestro país. Su nacimiento ocurre en una década (1925-1935) decisiva para la toma de conciencia de todo el pueblo –y en especial del proletariado cubano–, en cuanto a la necesidad insoslayable de liberar a Cuba de la férrea dependencia neocolonial a que Estados Unidos sometía a la isla. Recordemos la fundación del primer Partido Comunista y de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) en 1925, dos hechos ejemplificadores.

    El Partido Comunista de Cuba, fundado por Carlos Baliño y Julio Antonio Mella entre otros, hace su aparición como organización de vanguardia paralelamente a las luchas libradas por el movimiento obrero cubano, los estimulantes ecos liberadores de la Gran Revolución de Octubre, las batallas de nuestros campesinos y la participación militante de la mujer en la vida de la nación. El resultado de todas estas fuerzas se conjuga en un solo fin: desplazar las ideas anarquistas, tomar el marxismo-leninismo como ideología, y llevar adelante la lucha de clases como estrategia para alcanzar el poder.

    La Confederación Nacional Obrera de Cuba es la encargada de organizar y unificar a todo el proletariado bajo la dirección del Partido. También, en 1925, se produce un hecho negativamente significativo: el ascenso al poder de Gerardo Machado que se convierte en el gobernante de turno, servil a la nefasta política yanqui, cuyo período presidencial sirve para implantar la sangrienta dictadura de esta etapa republicana, que agudiza la lucha clasista hasta su clímax.

    En aquellos primeros años del movimiento comunista cubano, sobresalen figuras excepcionales como Julio A. Mella y Rubén Martínez Villena. Mella, fundador de la Liga Antiimperialista, la Universidad Popular José Martí y el Partido Comunista, protagonista de innumerables manifestaciones a favor de la clase obrera y en contra de la dominación extranjera en nuestro país, muere asesinado en la ciudad de México por un esbirro a las órdenes del dictador Machado. Martínez Villena, militante del Partido Comunista, es un hombre de fuego, de temple maravilloso, levantado sobre una estructura endeble, minada por la tuberculosis, que en 1934 apaga aquella llama. De aquellos años, también emergen otros hombres con posiciones progresistas y antiimperialistas que lucharon contra la ferocidad de la tiranía machadista y primera etapa batistiana, donde muchos entregan sus vidas, siendo Antonio Guiteras el máximo ejemplo, muerto en desigual combate contra fuerzas tiránicas el 8 de mayo de 1935.

    Mella, Martínez Villena y Guiteras son, con el correr del tiempo, ejemplos vivos para los hombres que hacen la definitiva Revolución Cubana.

    Como todo joven que se inicia en la lucha revolucionaria, Camilo lee y admira desde temprano los poemas de José Martí, Bonifacio Byrne, Martínez Villena: Sainete póstumo y Hexaedro rosa, primero; después, su Mensaje lírico civil. También lee a García Lorca, Nicolás Guillén y otros autores.

    La infancia de Camilo transcurre en medio de la dramática confrontación planteada entre una fuerza revolucionaria emergente –de cuya radicalidad dejaron firmes evidencias las actitudes excepcionales de tres antiimperialistas convencidos, Mella, Villena y Guiteras–, y las tradicionales relaciones de opresión entre la metrópoli estadounidense y sus dependencias neocoloniales del Caribe y el resto de América Latina.

    En Cuba, esos años de lucha popular cuestan a la nación la vida de muchos de sus mejores hijos. La llamada Revolución del 30 recibe su puntillazo con el asesinato de Antonio Guiteras, figura relevante del movimiento antiimperialista y ministro de Gobernación durante el Gobierno de los Cien Días (septiembre de 1933 a enero de 1934), a cuya cabeza figura el demagogo y ladrón del presupuesto nacional Ramón Grau San Martín.

    La falta de unidad, característica esencial en las primeras etapas de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo, vuelve a ser la causa del mal en 1935, cuando la huelga general de marzo es aplastada violentamente y se desata una ola de terror desenfrenado contra el movimiento obrero, a pesar de las heroicas batallas de los trabajadores y de las demás fuerzas democráticas y antiimperialistas.

    En el vasto campo de la confrontación ideológica a nivel mundial, el movimiento revolucionario concentra su atención, por aquel entonces, en la lucha antifascista. En 1936, estalla la Guerra Civil en España como consecuencia de la sublevación de los enemigos de la República, que encabezan un levantamiento reaccionario apoyado por Hitler y Mussolini. Para conjurar tal peligro, se movilizan las Brigadas Internacionales, que en España escribieron una de las más hermosas páginas en la historia del internacionalismo proletario. Cerca de mil cubanos pelean junto a los españoles contra el fascismo. Muchos, como Pablo de la Torriente Brau, caen en defensa de aquella causa.

    La etapa de pseudorepública neocolonial que vive Camilo, se caracteriza por el atraso económico, el monocultivo, el desempleo crónico, la discriminación racial, el analfabetismo, la descomposición moral, la corrupción política y administrativa y la secuencia de gobiernos antidemocráticos que practican todas las formas de latrocinio y violan sistemáticamente los más elementales derechos y libertades del pueblo. Esta situación que atraviesa nuestra patria, hasta el triunfo de la Revolución, es similar a la experimentada por la mayoría de los restantes países de América Latina que tienen una dependencia total de la metrópoli yanqui.

    Las luchas de nuestro pueblo conducen a la conquista de la libertad de los presos políticos, la legalización de los partidos Comunista, Auténtico y de otras organizaciones de oposición y a la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Así, se inicia una etapa en que la actividad del movimiento popular y revolucionario a escala internacional se nuclea alrededor de la lucha contra el nazi fascismo en ascenso que inicia la Segunda Guerra Mundial, cuyo dramático colofón es la agresión de la Alemania hitleriana contra la Unión Soviética en 1941. La conflagración mundial deja de ser entonces pelea de rapiña entre potencias imperialistas y se convierte en una guerra patriótica contra el nazi fascismo y en defensa del socialismo.

    Durante esta etapa, surge la unidad de los sindicatos y la Confederación de Trabajadores de Cuba, dirigida desde el primer momento por Lázaro Peña, desarrollándose un poderoso movimiento obrero y creciendo la influencia y las filas del partido marxista-leninista.

    Leal a las doctrinas del Maestro e intérprete natural de los anhelos de nuestro pueblo, Camilo, ya en la lucha guerrillera, se enfrenta al apoyo y contubernio de los gobernantes yanquis con la tiranía batistiana, a la que suministra todo tipo de armas y recursos para bombardear, ametrallar y reprimir encarnizadamente al pueblo, en un vano intento por salvar y perpetuar su régimen sangriento. Mediante estas enseñanzas, se va forjando el revolucionario. Camilo se forma política e ideológicamente a través de su vida de obrero explotado –en Cuba y en Estados Unidos–, así como en los campos de batalla de nuestro glorioso Ejército Rebelde. A su lado, creciendo junto a él, está de manera excepcional el magisterio exigente y profundo de Fidel y del Che que modelan en Camilo, sobre la base del carácter de este, de sus virtudes y de su valor a toda prueba, a un verdadero jefe y guerrillero, capaz de tomar sobre sí, con la mayor naturalidad, las tareas políticas y militares más difíciles y complejas, a las que imprime en su cumplimiento el sello indeleble de su personalidad. Como señala el Che: ... creaba mil anécdotas a su paso y ponía en todo lo suyo el distintivo preciso de su originalidad.

    En el cubanísimo y universal legado de Camilo –como en el de Martí, Maceo, Villena, Guiteras, Che y Mella–, se inspiran hoy con profundo fervor nuestras nuevas generaciones y, en especial, nuestros jóvenes comunistas, revolucionarios, patriotas educados al calor fraternal y humano de la Revolución. Como señala certeramente Raúl Castro:

    Cada año, con mayor devoción, las nuevas generaciones se suman al homenaje espontáneo de la flor para Camilo, que las masas han convertido en una tradición; en su ejemplo, se forman miles de niños y de jóvenes en las escuelas que llevan su nombre.

    Es frecuente cuando se estudian y definen los rasgos de la ideología política y social de una personalidad, que se atienda básicamente al legado de su pensamiento escrito. Con ese huracán de vida que es Camilo Cienfuegos, esto difícilmente podría ser así, porque en él la idea y la acción marchan estrechamente unidas. Ha de valorárselo, entonces, tanto por las primeras como por sus actitudes, sus hechos, y las formas prácticas de su intransigente conducta revolucionaria.

    En Camilo, se sintetiza de modo ejemplar una virtud característica del proceso histórico de la Revolución Cubana. Él es la antítesis del intelectualismo y el teoricismo pseudorevolucionario, que todo lo enreda y oscurece. En él, los conceptos ideológicos son claros y firmes como puños de acero, y están orgánicamente fundidos a la lucha y a las exigencias concretas del combate revolucionario en cada momento determinado. No hay en Camilo una diferenciación entre la batalla de las ideas y la batalla política o militar. Como revolucionario en formación, como hecho dinámico y no estático, se desarrolla en indisoluble relación dialéctica con la Revolución y el pueblo. Figura de vanguardia, Camilo es motor impulsor del avance y la profundidad de todo el proceso revolucionario; pero, al mismo tiempo, recibe de este –de la lucha contra el enemigo interno y externo, de la estrecha relación con las masas y del vínculo entrañable con Fidel y demás compañeros de la Revolución–, el impulso que lo convierte en un dirigente político popular cada día más pleno, más profundo, más integral.

    En su ascendente desarrollo como revolucionario, Camilo no tiene límites. Recordemos que en los últimos días de su vida –cuando los traidores y los conspiradores contrarrevolucionarios azuzan el fantasma del anticomunismo para tratar de dividir y frenar la Revolución–, son estas sus claras y definitorias palabras:

    ... ¿Hasta dónde vamos?, se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos los intereses que mueven las cuerdas de la contrarrevolución. La Revolución Cubana no se detendrá nunca ante nada.

    ¿Cuál es, podríamos preguntarnos ahora, el rasgo principal del pensamiento político y revolucionario de Camilo Cienfuegos? En primer lugar, su conciencia acerca del sentido profundo de la Revolución. Para él, esta no puede detenerse en la simple satisfacción de las demandas más perentorias del pueblo, por el contrario, debe ir hacia la transformación radical de la situación económica y social que sirve de sustento a la corrupción y a la politiquería imperante, que ha permitido, finalmente, la aparición de la sangrienta tiranía de Batista. En fin, Camilo comprende que en esa tarea creadora y definitiva, la Revolución, tendrá al imperialismo norteamericano como su enemigo inexorable. En Camagüey, el 21 de octubre de 1959, dice:

    Esa Revolución irá hasta sus límites finales. Esa Revolución irá hacia la meta trazada, esa Revolución, como en los días de la guerra, tiene solo dos caminos: vencer o morir (...) esta Revolución es justa y se hace no para privilegios de unos cuantos, no para amparar intereses, no para defender a los latifundistas, a los hacendados que por siempre escarnecieron, que por siempre abusaron, que por siempre atropellaron al pueblo de Cuba...

    Cuando el pueblo se concentra frente al Palacio Presidencial, el 26 de octubre de 1959, Camilo es el intérprete de este sentimiento:

    ... no importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución, no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del gobierno norteamericano, porque aquí (gritos) hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores, hay un pueblo que no le teme a la aviación mercenaria...

    Con anterioridad, en una entrevista realizada pocas semanas después del triunfo del 1° de enero, Camilo ofrece una síntesis que expresa lo radical y pleno de su pensamiento político y revolucionario:

    El proceso revolucionario actual, donde el alma, el corazón y el coraje de nuestra generación se han entregado a la causa de la libertad, no es más que la continuación de la gesta libertaria, iniciada en el 68, continuada en el 95 y frustrada durante la República. Los ideales de liberación, de Justicia social, política y económica por las cuales murió nuestro Apóstol, son las razones de nuestra lucha.¹⁰

    En el corazón combatiente de Camilo Cienfuegos, late con fuerza extraordinaria la causa de los obreros y los campesinos explotados. Es conocida cuánta atención dedica durante la lucha insurreccional a la organización democrática y combativa de unos y de otros. ¿Quién no recuerda su confianza, su devoción y su vinculación a las masas en los meses posteriores al triunfo popular? En la actividad de Camilo, se revela una profunda comprensión acerca de la necesidad de la alianza entre los obreros y los campesinos, unida a su convicción de que son las clases trabajadoras y explotadas las llamadas a llevar adelante, conscientemente, el proceso revolucionario.

    Como justamente destacó Sergio del Valle, miembro del Buró Político de nuestro Partido, en su discurso del 28 de octubre de 1974: Camilo era, además, un apasionado defensor de la unidad entre los revolucionarios.

    De ello, da ejemplo en sus relaciones con los compañeros que están a su lado durante la guerra. Es ampliamente conocida, asimismo, la labor persuasiva y la altura revolucionaria con que trabaja a su llegada al norte de Las Villas por lograr la unidad entre todas las fuerzas alzadas en la zona. En la lucha por la unidad, Camilo sabe actuar con tacto, aunque con energía, haciendo prevalecer las consideraciones de principio por encima de cualquier tipo de estrechez mental o de limitación ideológica. La línea política de amplia unidad en la lucha contra la tiranía, trazada por Fidel, tiene en el héroe de la Invasión uno de sus artífices más diestros, firmes y hábiles.

    En los meses que siguieron a la victoria del 1° de enero, frente a las maniobras confusionistas y divisionistas atizadas por la reacción interna y el imperialismo, la lucha de Camilo por la unidad alcanza su momento más combativo y elevado. He aquí, por ejemplo, las palabras que dirige al pueblo de Caibarién, en uno de los actos de apoyo a la Reforma Agraria, celebrado en 1959:

    ... el pueblo [dice] no puede dejarse confundir. Lo que quieren los enemigos nuestros, lo que quieren los enemigos eternos del avance (...) es ver al pueblo dividido y enfrentar trabajadores a trabajadores, enfrentar al ejército a otra parte del ejército y enfrentar el ejército al pueblo. Eso, cubanos, ¡no puede ser!¹¹

    Y en Sagua la Grande, en un acto ante la tumba de los combatientes caídos el 9 de abril, es este su ardiente llamamiento a todos los presentes:

    ... pedimos que en silencio, como hacen los hombres y mujeres de honor, juremos en silencio que nada ni nadie nos dividirá, que nada ni nadie detendrá la Revolución y que todos preferiremos mil veces caer muertos antes que rendirnos al enemigo o antes que la Revolución se detenga.

    ¡Yo juro, aquí, que el pensamiento de esos revolucionarios no será traicionado!¹²

    La histórica frase de Camilo: El Ejército Rebelde es el pueblo uniformado, resulta cita obligada al hablar de otro rasgo esencial de su pensamiento político y revolucionario: la defensa consecuente del principio clasista y popular de las fuerzas armadas de la Revolución. Frente a los reaccionarios solapados, que encubiertos en un mal disimulado civilismo pretenden sustraer de los problemas políticos al Ejército Rebelde y a sus jefes, la respuesta de Camilo es rotunda y concluyente:

    Este es un ejército político, un ejército –y que se entienda bien la palabra política–, no de la política miserable, la política sucia, la política mezquina, que se ha hecho en Cuba por más de 50 años (...). Cada hombre del Ejército Rebelde es nacido y ha salido de la fuente y las canteras más humildes de nuestra patria. Salido de los campos, salido de los cañaverales, salido de las lomas y salido de los centros de trabajo, para tomar las armas y defender a un pueblo, pero ese pueblo tiene que defender a ese militar que es parte muy suya.¹³

    Camilo, además, es un firme propulsor de la idea de armar a todo el pueblo trabajador, organizándolo en milicias, a fin de que pueda defender su Revolución. Estas son, al respecto, sus palabras en Camagüey:

    El trabajador quiere armas y nosotros, el ejército, les vamos a dar a los trabajadores esas armas (...) porque el pueblo y los trabajadores son iguales que los soldados del Ejército Rebelde.¹⁴

    El pensamiento y la actitud internacionalista de Camilo, otra faceta excepcional en su condición de revolucionario íntegro, se proyectan con gran vigor al valorar el papel latinoamericanista y liberador de la Revolución Cubana en este continente, en la solidaridad hacia todos los pueblos que enfrentan la lucha contra tiranías sangrientas, como las de Trujillo en Santo Domingo y Somoza en Nicaragua. Ya lo dice, aun antes de la guerra, refiriéndose a los patriotas que combaten en otros países de América Latina: ... esos que luchan, no importa dónde, son nuestros hermanos.

    Y en los primeros días que siguen a la victoria del 1° de enero, expresa:

    No hay duda de que en toda América la era definitiva de la liberación se acerca. El proceso revolucionario cubano no se circunscribe a nuestra querida isla, se extiende desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego. El movimiento que nuestro pueblo ha desarrollado tiene marcada influencia sobre nuestros hermanos de toda la América. Ya tiemblan los pocos tiranos que quedan dispersos en nuestro continente (...) Los pueblos oprimidos saben de nuestra identificación con la causa libertadora de América.¹⁵

    El ideal de unidad latinoamericana aparece fuertemente subrayado por Camilo en estas declaraciones, formuladas en una entrevista al corresponsal de una revista mexicana, a mediados de 1959:

    Estamos llamando a los pueblos de América que nos visiten. A los hermanos latinoamericanos que vengan aquí, comprueben la gran verdad, no se hagan eco de las calumnias ni las mentiras de la prensa extranjera, pagada por los intereses poderosos que han afectado las medidas revolucionarias necesarias que se han hecho. Que comprueben nuestro trabajo, queremos ser ejemplo de América y queremos ser ejemplo para que los demás países nos visiten, para que los demás países copien lo bueno que tenemos, para confraternizar con los demás hermanos de América, para aprender de ellos sus cosas útiles y para abrazarnos con ellos en la hora hermosa de la libertad social, de la libertad de todos los tipos que hemos alcanzado en Cuba y que aspiramos que sea una hermosa realidad en toda América muy pronto.¹⁶

    Hay una foto que se convierte en histórica y, con justicia, en símbolo del triunfo de nuestra Revolución, tomada el 8 de enero de 1959, al cabo de seis años de la dura lucha que se inicia en el Moncada, se continúa en la cárcel, en el exilio, en la expedición libertadora del Granma y, finalmente, culmina tras 25 meses de heroica guerra revolucionaria: Fidel entra victorioso en La Habana; el pueblo lo aclama con desbordada manifestación de júbilo, a su lado, ametralladora en mano, montando guardia junto al Jefe de la Revolución, como en los primeros y azarosos días de la Sierra Maestra, va Camilo.

    Puede decirse que esta foto es también como un símbolo del cariño entrañable, la devoción fraterna y la lealtad infinita de Camilo hacia Fidel, que nuestro Comandante en Jefe reciproca a su vez con el afecto y la confianza más absolutos. Esos sentimientos de completa identidad de criterios y de hermandad revolucionaria entre Fidel y los principales luchadores de nuestra Revolución –como ocurre de manera singular en el caso de Camilo–, van mucho más allá de una simple y hermosa expresión de afinidad y compañerismo, para convertirse en un hecho de extraordinaria importancia política e ideológica. Ellos son exponentes de la unidad indestructible del núcleo dirigente de la Revolución Cubana, cimentada en la comunidad de ideales y en el acatamiento de la Jefatura y la guía esclarecida de Fidel,

    Camilo [dice el Che] era un devoto de la lealtad que la usaba en dos grandes líneas con el mismo resultado; tan devoto de la lealtad personal hacia Fidel que encarnaba como nadie y era devoto de la voluntad del pueblo; pueblo y Fidel marchan unidos y así marchaban unidas las devociones de Camilo.

    Estos sentimientos definen, del modo más claro y preciso, el pensamiento político y revolucionario de Camilo. En aquellos momentos, cuando la Revolución no ha llegado aún a sus últimas definiciones ideológicas, cuando la unidad de todos los revolucionarios y de las masas es más urgente y necesaria que nunca, de la que depende en gran medida la supervivencia misma del poder popular, la lealtad sin límites profesada hacia Fidel y el pueblo, la pureza sin manchas de sus ideales y su conducta revolucionaria, su desinterés absoluto en el servicio de la causa, su enorme autoridad política y su prestigio, son factores de un extraordinario valor para hacer prevalecer los principios en todas las circunstancias y para llevar adelante la línea de amplia unidad revolucionaria que traza el Jefe de nuestra Revolución, opuesta a todo género de sectarismo y divisionismo.

    Más que cualquier otro tipo de proclamación teórica o doctrinaria, esta ejemplar e invariable actitud del inolvidable Comandante del Pueblo, al lado de Fidel y de la Revolución, constituye por sí misma la mejor y más radical definición ideológica que cabe esperar entonces de un revolucionario.

    Para finalizar, a modo de resumen, quisiéramos agregar que la medida del desarrollo político y revolucionario alcanzado por compañeros que, como Camilo, desaparecen prematuramente durante la lucha insurreccional o en los primeros tiempos de la Revolución en el poder, debe ser abordada con un criterio profundamente dialéctico, con el más estricto rigor histórico, evitando, sobre todo, el error de una deformación esquemática, tanto por defecto como por exceso.

    ¿Qué es Camilo?, nos preguntamos hoy. Y respondemos sin vacilación:

    Camilo es un revolucionario de cuerpo entero, modelo insuperable de combatiente y de vanguardia; hombre de pensamiento radical y antiimperialista; revolucionario surgido del pueblo en el que late y se desarrolla aceleradamente un revolucionario comunista cabal, de sentimientos y de corazón. Porque, ¿qué es un revolucionario comunista? ¿Por qué nuestro pueblo se une al gobierno revolucionario comunista? Para ser revolucionario comunista, hay que tener un profundo sentimiento patriótico; y ese es el sentimiento de Camilo. Para ser revolucionario comunista, hay que querer, respetar y defender al pueblo ¡y Camilo es la imagen del pueblo! Para ser revolucionario comunista, hay que tener una actitud resuelta frente a las injusticias, frente a la explotación y frente al imperialismo ¡y esa es la actitud de Camilo! Para ser revolucionario comunista, hay que poseer calidad humana, sencillez y modestia ¡y

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