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SOBRE IAABYECCION
., . .·.,,: • ·l.

"No hay animal que no tenga un r~o de ir¡fl11.it.o:


no haypupila abyecta y va que no toque
el relámpago de lo alto, a veces tierno y a vecesferoz"
Víctor Hugo, La leyenda de los siglos.

Ni sujeto ni objeto
- Hay .en la abyección una de esas violentas y os-
curas rebeliones del ser contra aquello que lo ame-
naza y que le parece venir de un afuera o de un aden-
tro exorbitante, arrojado al lado de lo posible y de
lo tolerable, de lo pensable. Allí está, muy cerca, pe-
. ro Inasímílable, Eso solicita, ínquíeta, fascina el de-
seo que sin embargo no se deja seducir. Asustado,
se aparta. Repugnado, rechaza, un absoluto lo pro-
tege de! oprobio, está orgulloso de ello y lo mantíe-
• , ne, Y no obstante, al mísmo tiempo, este arrebato,
este espasmo, este· salto es atraído hacia otra par-
te tan tentadora como condenada. Incansablemen-
te; como un bümerang indomable, un polo de atrae-
. cíón y de repulsión coloca a aquel que está habita-
do por él literalmente fuera de si.
Cuando me encuentro invadida por. la abyec-
ción, esta torsión hecha de afectos y de pensamí en-
7
H Julia Krísteva

tos, como yo los denomino, no tiene, en realidad; ob-


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.:;.':·.· :. ; Poderesdelaperoersión
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:0/.t reconozco como. cosa. Un peso de. no-sentído .que


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jeto detlnible. Lo abyecto no es un ob-jeto= en fren- , i_t e no tiene nada de Insígníñcante y que me aplasta.
te. de mi, que nombro o imagino. Tampoco es este '. }; .. Err el linde de la inexistencia y de la alueínacíén, de
oh-juego, pequeño objeto "a", punto de fuga· ínflníto ·1
'· t:· una realidad que, si la reconozco; me aniquila. Lo t
en una búsqueda sistemática del deseo. Lo abyecto ; _·:{ ab,yecto y la abyección son aquí mis ·barretas•. Es-
no es mi correlato que, al ofrecerme un apoyo so- . ,.~, bozos de mí cultura. . .. .
bre alguien o sobre algo dístínto, me permítíría ser, ~ \()· ..
más o menos diferenciada y autónoma. Del objeto,
lo abyecto ~o tiene más que una cualidad, la de opo-
nerse al yo. Pero si el objeto, al oponerse, me equili- ~ suciedad=
bra en la trama frágil· de un deseo experimentado
que, de hecho, me homologa indefinidamente, infini- . -Asco de una comida, de una suciedad, deun des-
tamente a él, por el contrario, lo abyecto, objeto cal- hecho.. de una basura. Espasmos y vómitos que me
do, es radicalmente un excluido, y me atrae hacia protegen. Repulsión, arcada que me separa Y. me
allí donde el sentido se desploma. Un cierto "yo" . desvía de la impureza, de la. cloaca, de lo inmundo.
(moO que se ha fundido con su amo, un super-yo, lo Ignominia de lo acomodaticio, de la compltcidad,
ha desalojado resueltamente. Está afuera, fuera del de' la traición. Sobresalto fascinado
. . . que hacia alli .

conjunto cuyas reglas del juego parece no recono- íne conduce y de allí me separa.
cer. Sin embargo, lo abyecto no cesa, desde el exi- . Quizá el asco por la copuda es la forma más ele-
lio, de desafiar al amo. Sin avísarüej. solícíta una ; riiental y más arcaica de la abyección. Cuando la
descarga, una convulsión, un grito. A cada. yo (mol) . nata, esa piel de superficie lechosa, inofensiva, del-
su objeto, a cada superyó, su abyecto. No es la capa . gada como una hoja <Je papel de cigarrillo, tan des-
blanca o del aburrímíento quieto de la represión, Y.-preciable como el resto cortado de las. uñas, se pre-
no son las versiones y conversiones del deseo que ( senta ante los ojos, o toca los labios, entonces un
tironean los cuerpos, las noches, los discursos. Si- espasmo de la glotis y aun de más abajo, del esto-
no un sufrimiento brutal del que "yo" se acomoda, •. :qiago, del Vientre, de todas las vísceras, crispa el
sublime y devastado, ya que "yo" lo Vierte sobre el :cµ.eroo, acucia las lagrímas y la bílís, hace latir el.
padre, Ipadreversíónh= yo lo soporta ya que imagina i cgrazón y cubre ,de sudor la frente y las manos. Con
que· tal es el deseo del otro. Surgimiento masivo y .!e.l;v~rttgo que nubla la mirada, la náusea me retuer- ·
abrupto de una extrañeza que, si bien pudo serme gfcontra esa nata y me separa de la madre, del pa-
familiar en· una Vida opaca y olvídada, me hostiga ,·<Jr~ que me la presentan. De este elemento, signo de·
ahora como radicalmente separada, , repugnante.' •· ~µ ·,~eseo, "yo" nada quiero, "yo" nada quiero saber,
· No yo. No eso. Pero tampoco nada. Un "algo" que rio :, :y.o~ no lo asímílo, "yo" lo expulso. Pero puesto qtie
·,~;este
~ , ~ alimento no es un "otro" para "mí", que-
.. .
sólo
• . La,,g;>ntinuación d~l texto juega c~n la partículajet (veri;feter:
arrojar, expulsari, intentando dar cuenta de la construcción del yo
(mol) corno resultado de las fuerzas de atraccíén y de repulsión en-
tre el yo y el no-yo. ·· .
·¡~. el ot1gtnal francés, gardejous.
i\É:n· el ortgtnál, rop,e. la continuación del texto jugará en la
•• Juego de palabras intraducible. Pere-verston.·que sfgnlflca "pa- doble vertíente del cante francés; tmpropre (no propio) e fm-
dreversíón", es homófono de peroerston. . . :~¡,¡;:,;~ (suelo).
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10
Julia Kristeva
Pode~es de laperversión. 11
existo en su deseo, yo me expulso, yo me escupo, yo
me abyecto en el mismo movimiento por el que "yo" hablarles, pensarlos, aquí y ahora está arrojado, ab-

·
pretendo presentarme. Este detalle, tal vez insignifi- .J . . · yectado, en "mi" mundo. Por lo tanto, despojado del
cante, pero que ellos buscan, cargan, aprecian, me f mundo, me desvanezco. En esta cosa insistente,
imponen, esta nada me da vuelta como a un guante, cruda, insolente bajo el sol brillante de la morgue

volviéndome otro al precio de mí propia muerte. En


este trayecto donde "yo" devengo, doy a luz un yo
(mol) en la violencia del sollozo, del vómito. Protes-
Í
me deja las tripas al aire: así ven, ellos, que yo estoy .· · llena de adolescentes · sorprendidos, en esta cosa
. que ya no marca y que por lo tanto ya nada sfgnifl-
ca, contemplo el derrumbamiento de un mure-
ha borrado sus limites: desvanecimiento. El -aoa-
: ,:

ta muda del síntoma, violencia estrepitosa de una ver =vísto sin Dios y fuera de la ciencia- es el ~ol-
convulsión, inscripta por cierto en un sistema sim- mo de la abyección. Es la muerte infestando la vida.
bólico, pero en el cual, sin poder ni querer integrar- Abyecto. Es algo rechazado del que uno no se sepa-
se para responder, eso reacciona, eso abreacciona, ra, del que uno no se protege de la misma manera
eso abyecta. que de un objeto. Extrañeza imaginaria y amenaza
El cadáver (cadere, caer), aquello que irremedia- real nos llama y termina por sumergirnos.
blemente ha caído, cloaca y muerte, trastorna más No es por lo tanto la ausencia de limpieza o de \
violentamente aun la identidad de aquel que se le salud lo que vuelve abyecto, sino aquello que pe~r-
confronta como un azar frágil y engañoso. Una heri- ba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que
da de sangre y pus, o el olor dulzón y acre de un su- Ilo respeta los limites, los lugares, las reglas. La com-
dor, de una putrefacción, no stgnfjican la muerte. plicidad, lo ambiguo, lo mixto. El traidor, el mentiro-
Ante la muerte significada - por ejemplo un encefa- so, el criminal con la conciencia limpia, el violador
lograma plano- yo podría comprender, reaccionar desvergonzado, el asesino que pretende salvar ... To-
o aceptar. No, así como un verdadero teatro, sin di- do crimen, porque señala la fragilidad de la ley. es
simulo ni máscara, tanto el desecho como el cadá- abyecto, pero el crimen premeditado, la muerte so-
ver, me indican aquello que yo descarto permanen- lapada, la venganza hipócrita lo son aun. más por-
temente para vivir. Esos humores, esta impureza, que aumentan esta exhibición de la fragilidad legal.
esta mierda, son aquello que la vida apenas sopor- , Aquel que rechaza la moral no es abyecto - puede
ta, y con esfuerzo. Me encuentro en los límites de haber grandeza en lo amoral y aun en un crimen
mi condición de viviente. De esos limites se des- que hace ostentación de su falta de respe_to de. la
prende mi cuerpo como viviente. Esos desechos ley, rebelde, liberador y suícída. La aby~ccion es In-
caen para que yo Viva, hasta que, de pérdida en pér- moral, tenebrosa, amiga de rodeos, turbia: ;un terror
dida, ya nada me quede, y mi cuerpo caiga entero que disimula. un odio que sonríe, una pasion por un
más allá del límite, cadere-cadáver. Si la basura sig- cuerpo cuando lo comercia en lugar de abrazarlo,
níñca el otro lado del límite, allí donde no soy y que un deudor que estafa, un amigo que nos clava un
me permite ser, el cadáver, el más repugnante de puñal por la espalda.i. . .
los desechos, es un límite que lo ha invadido todo. En las oscuras salas que quedan ahora del mu-
Yano soy yo (moi) quien expulsa, "yo" es expulsado. seo· de Auschwítz, veo un montón de zapatos de ni-
El limite se ha vuelto un objeto. ¿Cómo puedo ser ños. 0 algo así, que ya he visto en otra parte, quizás
sin límite? Ese otro lugar que imagino más allá del · bajo un. árbol de Navídad: muñecas, tal vez. La ab-
presente, o que alucino para poder, en un presente, yección del crimen nazi alcanza su apogeo cuand~
•.,_ 1 la.muerte que, de todas maneras me mata, se mez
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. ~.,.,.,. •' . ' ."
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cla con aquello que, en mi universo viviente, está lla-


mado a salvarme de la muerte: con la infancia, con
Julia Kristeva
¡~., · · ·
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rpoderes de laperoersi.ón

Queda · abierto el . interrogante, totalmente laico,


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la ciencia, entre otras cosas... · ¡¡/· . de si la abyección puede constituir la prueba para

La abyección de sí
; Si .es cierto que lo abyecto solicita y pulveriza si-
11
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.
aquel que; en el llamado reconocimiento de lacas-
tracíón, sé desvía de sus escapatorias perversas pa-
ra ofrecerse coino el no-objeto más precioso, su
propio cuerpo, su propio yo (moi), perdidos en lo su-
. "1/ : cesivo como propios, caídos, abyectos. El fin de la
\"

multáneamente al sujeto, se comprenderá que su cura analítica puede llevarnos hacia allí, ya lo vere-
máxima manífestacíón se produce cuando, cansa- . · ·mos. Angustias y delicias del masoquismo.
do de sus vanas tentativas de reconocerse fuera de -' Esencialmente diferente 'de lo "síníestro=, ínclu-
si, el sujeto encuentra lo imposible en i;,í mismo: . se
so más violenta, la abyección construye sobre el
cuando encuentra que lo imposible es su ser mís- no reconocimiento de sus próximos: nada le es fa-
mo, al descubrir que.élno es otro que siendo abyec- miliar, ni siquiera una sombra de recuerdos. Me
to. La abyección de sí seria la forma culminante de ·iniagino a un niño que se ha tragado precozmente a
esta experíencía del sujeto a quien ha sídodevela- · sus padres, y que.' asustado y radicalmente ..solo",
do que todos SU1:i objetos sólo se basan sobre la pér- _ rechaza y vomita; para salvarse, · todos· los dones,
dícla inaugural fundante de su propio ser. Nada me- los objetos. Tiene, 'podría tener, el sentido de lo ab-
jor que la abyección de sí para demostrar que toda yecto. Aun antes de que las cosas sean paza
abyección es de hecho reconocimiento de la falta él - por lo tanto, antes de que sean signtftcables- ,
fundante de todo ser, sentido, lenguaje, deseo. En las ex-pulsa, dominado por la pulsíón, y se constru-
general se pasa por alto . demasiado rápidamente ye su propio territorio, cercado de abyecto. Maldita
esta palabra; falta, de la que el psicoanálisis no re- figura. El miedo cimienta su recinto medianero de
tiene en la actualidad más que, el producto más· 0 otro mundo, vomitado, expulsado, caído. Aquello
menqs fetiche, el "objeto de la falta". Pero si uno se que ha tragado en lugar. del amor materno, o más
ímagína (y Justam~nte se trata de imaginar, ya que bien en lugar de un odio materno sin palabra para
lo que aquí se funda es el trabajo de la imagina- la palabra del padre, es uri vaclo; esto es lo que tra-
ción) la. experiencia de la falta misma como lógica- ...: ;ta de purgar, incansablemente. ¿Qu~ consuelo pue-
mente anterior al ser y al objeto - al ser del objeto- it; ·de encontrar en esta repugnancia? Quizás un pa- ·
,en_tonc~s se comprende que su único significado \ dre, existente pero vacilante, amante pero ínesta-
· -~ª la abyección,. y con más razón la .abyeccíón de ,,;·,ble, · simple fantasma.w pero que retorna permanen-
~ /:"·i~ :·
~1, síendo su significante ... la literatura. La crístían-
.: dad místíca .hízo de esta abyección de si la prueba
. última de la humildad ante Dios, como lo atestigua ~(,::!:,1:EJ. text(> or!gtnal dice tnquiétante étranget.é (inquietante extra-
, } ~~eza), que es la forma con la cual, a partir dé Marle Bonapartc, el
. Santa Isabel, quien. "por más grande princesa que ¡ ?<~~ is francés traduce el das umheimiich del texto de Freud.
ra, amaba por . sobre. todo la abyección de sí : ' · ·. versiones casteUanas optan entre •s1ntestro• y •om:1no1,o•. La
mísma", l · . -. · tmutdad del texto Juega con la oposición •extraño/familiar",
, e eón el término francés.
~~•'·-Fantasma que retorna es unjuego de palabras intraducible en-
l Saint Francoís de Sales, Int~uctton ~ la vte elévate, t. III, l. . ~Jrepwenant (fantasma) y revenant (que vuelve, que 'retoma], ho-
.mófonos.
:- ··,:·. .
.
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Julia Kristeva Poderes de laperoersión

temente, Sin él, el maldito muchacho no tendria clones) que por ello no acceden a la conciencia, si-
probablemente ningún. sentido de lo sagrado;• suje- no que operan modificaciones en el sujeto, sea de]
to nulo, se confundirla en el basural de los no-obje- discurso (lapsus. etc.), sea del cuerpo (sintomas),
tos siempre caídos de los que por el contrario trata 'sea de ambos (alucínacíones, etc.). Correlativamen-
de salvarse armado de abyección. Ya que aquel pa- ,..,_ te a la noción de represión, Freud propuso· la de de-
ra quíen lo abyecto existe no está loco. Del entume-
cimiento que lo ha congelado frente al cuerpo ínto-
t· ·
negactón para pensar la neurosis, y la de rechazo
(forclusión) para situar la psicosis. La asimetría de
cable, imposible, ausente, de la madre, y que ha cor- ambas represiones se acentúa dado que la denega-
tado los impulsos de sus objetos, es decir de sus ción recae sobre el objeto mientras que la forclu-
representaciones, de este entorpecimiento hace ad- síón afecta el deseo mismo (aquello que Lacan, si-
venir, digo, con el asco, una palabra: el miedo, El fó- . guíendo impecablemente la línea -de Freud, inter-
bíco no tiene más objeto que lo abyecto. Pero esta f preta como "forclusíón del Nombre del Padre").
palabra "mb_iedo" -bruma flllida, viscocidad ínasí- 1- : Sin embargo, frente a lo ab-yecto, y más especifl-
b1e-, no ien advenida se deshace como un espe-
camente a la fobia y al clivaje del yo (mol) (ya volve-
jismo e impregna de inexistencia, de resplandor · 1 remos sobre ello), cabe preguntarse si estas articu-
alucinatorio y fantasmátlco, todas las palabras del laciones de la negatividad propia del inconsciente
lenguaje. De esta manera, al poner entre paréntesis r
(heredadas por Freud de la fllosofia y de la psícolo-
al miedo, el discurso sólo podrá sostenerse a condi- gia) no han caducado. Los contenidos "inconscien-
ción de ser confrontado incesantemente co~ este tes" permanecen aquí exclutdos pero de una ma-
otro lado, peso rechazante y rechazado, fondo - de nera extraña: no tan radicalmente como para per-
memorta inaccesible e íntimo: lo abyecto.
mitir una sólida diferenciación sujeto/objeto, y sin
- embargo con una nltldez suficiente como para que
pueda tener lugar una posición de defensa, de re-
Más allá del inconsciente chazo, pero también de elaboración sublimatoria.
Como si aquí la oposición fundamental estuviera
Es decir que hay existencias que no se sostienen dada entre Yo y Otro, o, más arcaicamente aun, en-
con un deseo, siendo el deseo, deseo de objetos. tre Adentro y Afuera. Como sí-esta oposición, elabo-
Esas existencias se fundan en la exclusión. Se dis- rada a partir de las neurosis, subsumiese la opera-
tinguen nítidamente de· aquellas entendidas como da entre Consciente e Inconsciente.
neurosis o psicosis, que articulan la negación y sus 'Debido a la oposición ambigua Yo/Otro, Aden-
modalidades, la transgresión, la denegación y la Jor- tro/Afuera -oposición vigorosa pero permeable,
clusfón. Su dinámica cuestiona la teoría del incons- violenta pero incierta- , los contenidos "normal-
ciente, pues ésta misma es tributaria de una dialéc- mente" inconscientes en los neuróticos se hacen
tica de la negatividad. ·
explícitos cuando no conscientes en los discursos
Se sabe que la teoría del inconsciente supone y comportamientos "límites" (borderltnes). En oca-
una represión ~e contenidos (afectos y representa- siones, estos contenidos se manifiestan abierta-
mente en prácticas simbólicas, sin integrarse por
ello al nivel del Juicio consciente de los sujetos en
• - Juego de palabras intraducible entre sacré (maldito) ,y sacre (sa-
cuestión; puesto que hacen impertinente la oposi-

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grado), homófonos.
ción consciente/inconsciente, estos sujetos_)!; sus
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·'"' ',_,
-L?t-
16 ~'.:
Julia ~ teva ,v. Poderes de la perversión · i7
dísr sos son terreno propicio para una discursivi- El tiempo: olvido y trueno :
dad" sublimatoria ("estética" o "mística", etc.} más .....
que científica o-racionalista. ·.: Pues obtiene su goce de este extravío en terreno
excluido. Este abyecto del que en resumidas cuen-
tas no cesa de separarse, es para él una tierra de ol.-
Un exiliado que dice: "¿Dónde?" vtdo constantemente rememorada. En .un tiempo .
Por lo tanto, aquel en virtud del cual existe lo- ab-
· ya borroso, lo abyecto· debió · haber sido un polo
Imantado de codicia. Pero ahora las cenizas del ol-
yecto es un arrojado {feté), ~ue (se} ubica, (se) sepa-
.: vído hacen de parabrisas y reflejan la aversión, la
ra. (se) sitúa, y por lo tanto erra en vez de reconocer-
??,tepugnancia. Lo propio: [límpío] (en el sentido de lo
se, de desear, de pertenecer o rechazar. SituacionJs- · ,· Íp.c;prporado y lo incorporable) se , vuelve sucio; lo
ta en un sentido, y apoyándose en la risa, ya que Si:.i~llcitado hace un viraje hacia lo desterrado, la fas-
reír es una manera de situar o de desplazar la ab-
yección. Forzosamente. dicotómico, un poco. maní- . ~ip.ación hacia el oprobio. Entonces el tiempo olvi-
:·d~do::s.urge ·bruscamente, y condensa en un relám-
queo, dívtde, excluye, y sin realmente querer receno-
cer sus abyecciones, · no deja de igl}_o.r-arlas.. Ade- pago fulgurante una operación que, si fuera pensa-
:~a,,_:seria .la reunión de los dos. términos opuestos
más, con frecuencia se incluye allí, arrojando de es-
·:_ :io,qtiei en virtud de dicha fulguración; se d~scar"'.
ta manera al interior de si el escalpelo que opera
sus separaciones. 'i{:comó•un trueno.. El. tleinpo de la abyección es
En lugar -de interrogarse sobre su "sel'."; se inte- '.9li?le: tiempo del olvido, y del trueno, de.-lo infinito
rroga sobre su lugar: ..¿Dónile. estoy?, mas bíen que · doy del momento en que estalla la revelación. ,,
~¿Quién soy?". Ya que el espacio que preocupa al
arrojado, ,~ excluido; Jamás es uno.. nt ~
nr totaltzable, sino . eseneíalmenn, . dMsible, plega~
:,ce" y afecto ·
'-"t.'l-:··..:': ' ...

ble.. catastrófico. Constructor. de terntoríos; de len-


guas, .de .obras, el arrqjadó no cesa de dellnútar.su "~:~~e. e~ suma. Ya que el ~viado se considera
universo, . cuyos confines tlutdos , . ..- estando coristí- O/el.equivalente de un-Tercer.o'. Sé cerciora :del.
tuídos por un no-objeto, .Io abyecto,.... .-cuestionan <>;~e;:éste; seapoyaen laautondad de SU pooer 0

constantemente su solidez y lo indÜ~~n á:empe~ .t<;o.µdenai:, se funda·sobre su ley para olvidar o


de nuevo.-Constructorinfatigable, el.éUToj~fJqi~~.ti:n ,- · · .. , :·, . •· el:,yelo .del ~Mdo,. pero. tan.iblén-,para eri-
extrqutado. Un _viajero en una .noche de h_utdf.zo fin. , ú,o!>J~to· como> cacluco;-Comh caldo: Eye~tado
11.eqe el sentido del peligro, de la .pérdicb(:que. r~pré~ .. ', :fP<>.(~trµctµra: :~~~ai:ta:, si :se;qutere, :censl-
senta el pseudo-objete que lo atrae, '.pero'_no p11~~ . : fpQ11:él10tro1c<>mq:::p1edra /angular/¡pero ~es~
dejar de. arriesgarse en el mismo, µtomento .en,que :LN{~rbttada~_::,i:t!)tx>l9gia de:'(catástr~e. ";·)"a
. tomadístancía deaquél, Y_cuanto.riiás.se:exiiavta, . 2~D:8~ tlq'.altef:'éyo, el ·oifu deJs;de;ítJ.a7,
m~ ~ salva. . . . . . .' , . . 93¡}:1,~'.pol~,deI.·;~guld :dot1deJstf·stistenta
,,_,, 'J1~Jc;ia<f .sµb)~rtva;,y ~eJa ~et:al- '~bJeto~~enl
· minable}itnacéesthle·:satvo a través del
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rr~~_ ad_o':.~a~'.del'. 'deseo-, "8tallá!! con, "el .·espejo

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18 Julia Krísteva Poderes de la peroersión 19

roto donde el Yo (mol) cede su imagen para reflejar- rrítorío- del que · puedo decir que es mío porque el
se en el Otro, lo abyecto nada tlene de objetivo, ni si- Otro, ·habiéndome· habitado como alter ego, me lo

] quiera de objetal, Es simplemente una frontera, un


don repulsivo que el Otro, convertido en alter· ego,
deja caer para que "yo" no desaparezca en él, y en-
cuentre en esta sublime alienación una existencia
~ indica poli medio de la repugnancia.
Es una manera de decir una vez más que el flujo
· heterogéneo, que recorta lo abyecto y remite a la ab-
yección, vive ya en un animal humano fuertemente
desposeida. Por lo tanto un goce en el que el sujeto alterado. Sólo experlmento abyección cuando un
se sumerge pero donde el Otro, en cambio, le impi- Otro se instaló .en el lugar de lo que será "yo" (mot).
de zozobrar haciéndolo repugnante. Ahora se com- No un otro con el que me identlftco y al que incorpo-
prende por qué tantas victimas de lo abyecto son ro, sino un Otro que precede y me posee, y que me
víctímas fascinadas, cuando no dóciles y compla- hace ser en virtud de dicha posesión. Posesión an-
cientes.
terior a míadvemmíentos estar allí de lo simbólico
i Frontera sin duda, la abyección es ante todo am- que un padre podrá o no encamar. Inherencia-de-la
bigüedad, porque aun· cuando se aleja, separa al su- sígníflcancía al cuerpo humano.
jeto de aquello que lo amenaza - al contrario, lo de-
l _ _ ._. _nuncta en continuo pelígro->. Pero también porque

la abyección misma es un mixto de Juico y de afec-


to, de condena y de efusión, de signos y de pulsío- En el limite de la represión primaria
nes. Del arcaísmo de la relación pre-objeta!, de la
violencia inmemorial con la que un cuerpo se sepa- Si errvírtud de este Otro se delimita un espacio
ra de otro para ser, la abyección conserva aquella que separa lo abyecto de aquello que será un sujeto
noche donde se pierde _el contorno de la cosa signif -.
y sus objetos, es porque se opera una represión a la
flcada, y donde sólo actúa el afecto Imponderable. que podria llamarse "prímaría" antes del surgimien-
Por supuesto, si yo estoy afectada por aquello qu to del yo (mol), de sus objetos y de sus representa-
cíones. Estos, a su vez, tributarios de otra repre-
no se me aparece todavía como una cosa, es por-
que hay leyes, relaciones incluso, estructuras de sión, "secundaria", recién llegan a postertort sobre
un fundamento ya marcado, enigmático, y cuyo re-
sentidos que me gobiernan y me condicionan. Este
gobierno, esta mirada, esta voz, este gesto, que ha- cuerdo f6bico, obsesivo, psicótico, o, de una mane-
cen la ley para mi cuerpo aterrado; constituyen y ra más general e imagin arla, bajo la forma de abyec
· ctón, Jos sígníñca los límítes del universo humano.
provocan un afecto y no todavía un signo. Lo elijo
como pura pérdida para excluirlo de aquello que ya En este Iímíte, y en última instancia, se podria
no sera. para mí, un mundo asimilable. Evidente- decir que no hay inconsciente, el cual se construye
mente, sólo soy como cualquier otro: lógica mímétí- cuando representaciones y afectos Oigados o no a
ca del advenimiento del yo (mol), de los objetos y de aquéllas) construyen una lógica. Aquí, por el contra-
los signos. Pero cuando (me) bu.seo, (me) pierdo o rio, la conciencia no se hizo cargo de sus derechos
gom, entonces "yo" es heterogéneo. Molestia, males- para transformar en signiftcantes las demarcacio-
tar, vértJgo de esa ambigüedad que, con la violencia nes fluidas de los terrítoríos aún inestables donde
de una rebelión contra, delimita un espacio a partir un "yo" en formación no cesa de extravtarse. Ya no
del cual surgen signos, objetos. Asl retorcido, teji- estamos en la órbita del inconsciente sino en el li-
do, ambivalente, un flujo heterogéneo recorta un te- mite de la represión primaria que sin embargo en-
·
i
,~,
....
centre una marca intr1nsecamente corporal y ya
J

20 Julia Kristeva Poderes de laperoers fón 21


stgntflcante, síntoma y signo: la repugnancia, el as- sublime desencadena -desde siempre ~ desenca-
oo, la abyección. Efervescencia del objeto y del sig- denado- una cascada de percepciones y de pala-
no que no son de deseo, sino de una sígníñcancía bras que ensanchan la memoria hasta el tnftnlto.
intolerable y que, si bien se balancean entre el no- .Me olvido ahora del punto de partida y me encuen-
sentido y lo real imposible, se presentan a pesar de tro asomada a un universo segundo, desfasado de
-yo• (liloi) (que no es) como abyeccton. aquel en el que "yo". estoy: delectación y ~rdlda. .No
· más acá, sino siempre y a través de la percepcl6n y
de las palabras, lo sublime es un: pdem(.¡.s que nóa
Premisas del signo, doblez de lo sublime · infla, nos excede, y nos hace estar a la vez aqul. arro-
jados, y allf. distintos y bríllantes, Desvlo. clausura
Detengámonos un poco en este punto. Si lo ab- imposible. Todo fallido, alegria: fasc1nac16n.
yecto ya es un esbozo· de signo para un no-objeto
en los límítes de la represión prímaría, podemos
'. . comprender que por un lado pueda bordear el stnto- Antes del comienzo: la separación
~j ma somático,· y por el otro la sublimación. El sfnto-
~ ma: un lenguaje, que al retírarse, estructura en el Entonces lo abyecto puede aparecer como la su-
· cuerpo un extranjero inasfm1lable, monstruo, tu- blímacíón más frágU (desde una perspectiva sincró-
r mor y cáncer, al cual los escuchas del inconsciente nica), más areabl (desde una perspecttva diacróni-
1
no oyen, ya que su sujeto extraviado se agazapa fue- ca) de un "objeto• todavta. inseparable de las pul-
ra de los senderos del deseo. La · subltmactf)rí, en . síones. Lo abyecto es aquel· pseudo-objeto que se
cambio, no es otra cosa que la posibilida9 de/ nom- , · constituye antes. pero que recién -apatece. e,n las
brar lo pre-nominal, lo pre-objeta!, que eh realidad brechas de la ~reslón secundarla. Ebr lo tanto lo*
sólo son un trans-nomtnal, un trans-objetal. En el 1 abyecto serla el "objeto• de la ~~fónprtmarla.
síntoma, lo abyecto me invade, yo me convierto ·en Pero, ¿qué es la represión primaria? Digamos: la
abyecto; Por la sublimación, lo poseo. Lo abyecto capacidad del ser hablante, siempre ya habitado
está rodeado de sublime. No es el mismo momento por el Otro, de dividir, rechazar, repetir. Sin que es-
del trayecto, pero es el mismo sujeto y el mismo dis- tén constituidos una división, una separación, un
curso lo que los hace existir. · sujeto/objeto (no todavía, o ya no). ¿Por qué? Qut-
Pues lo sublime tampoco tiene objeto. Cuando el zás a causa de la angustia materna, incapaz de sa-
cielo estrellado, el alta mar o algún vitral de rayos tisfacerse en lo shnb611co del medio.
violetas me fascinan, entonces, niás allá de las co- Por un lado, lo abyecto nos confronta con esos
sas que veo, escucho o pienso, surge:q, me envuel- ~stados frágiles en donde el hombre erra .en los te-
ven, me arrancan y me barren un haz de sentidos, rritorios de lo antmaL .De esta manera, Con la abyec-
dé colores, de palabras,,de carletas, de roces, de aro- ción, las sociedades primitivas marcaron una zona
mas, de suspiros, de-cadenetas-. El objeto "sublime" · precisa de su cultura para desprenderla del mundo
se disuelve en los transportes de una memoria sin amenazador del animal o de la animalidad, ima-
fondo, que es la que, de estado en estado, de recuer- ginados como representantes del · asesinato o del
do en recuerdo, de amor en amor, transfiere este ob- sexo.
jeto al punto luminoso del resplandor donde me Lo abyecto nos confronta, por un lado, y esta vez
pierdo para ser. No bien lo percibo, lo nombro,_lo en nuestra propia arqueologta personal, con nues- ·
, v

22
Julia Kristeva Poderes de laperoersión 23

tros intentos más antiguos de diferenciamos de la maneció en su lugar y donde aquello que reprime
entidad materna. aún antes de ex-ístír fuera de ella siempre toma su fuerza y su autoridad prestadas a
gracias a la autonomía del lenguaje. Diferenciación aquello que aparentemente es muy secundario: el
violenta y torpe, siempre acechada por' la recaída lenguaje. Por lo tanto no hablamos de origen sino
en la dependencia de un poder tan tranquilizador f de -ínestabílídad de la función simbólica en lo que
como asfixiante. La dificultad de una madre para re- f · tiene de más significativo: a saber, la interdicción
conocer (o hacerse reconocer por) la Instancia sím- f: del cuerpo materno (defensa contra el auto-erotis-
bólica -dicho de otro modo, sus problemas con el }, mo y tabú del incesto). Aquí, es la pulsión la que rei-
falo que representa su propio padre o su marido- na para constituir un extraño espacio que llama-
no está evidentemente conformada para ayudar al remos, con Platón (Tfmeo, 48-53), una ~ un~-
futuro sujeto a abandonar el alojamientp natural. . ceptáculo .
Si bien el niño puede servir de indice para la auten- .--- En beneficio del yo (mol) o contra el yo (mol), las
tificación de su madre, ésta en cambio no tiene ra- pulsíones de vida o de muerte tienen por función co-
zón para servir de intermediario de la autonomiza- rrelacionar ese "todavia no yo (mol)" con un "obje-
cíón y autentificació_n del hijo. En este cuerpo a to", para constituirlos a ambos ... Dicotómico [aden-
~e~, la luz simbólica que un tercero puede apor- tro-afuera, yo (moi) - no yo (moi)) y repetitivo, este
tar, eventualmente el padre, le sirve al fututo sujeto, movimiento tiene, a pesar de todo, algo de centrípe-
si además éste está dotado de una constitución pul- to: apunta a situar al yo (mol) como centro de un sis-
síonal robusta, para continuar la guerra en defensa tema solar de objetos. Hablando con propiedad, lo
propia con aquello que, desde la madre, se transfor- que es exorbitante es el hecho de que a fuerza de re-
mará en abyecto. Repulsivo, rechazante: repulsan- . ,. gresar, el movimiento pulsional termine por hacer-
dose, rechazándose. Ab-yectando.. se centrífugo, aferrándose por consiguiente al Otro
~ En esta guerra que va dando forma al set huma- y produciéndose alli como signo para de esta mane-
lno, el mimet~ en virtud del cual se homologa a ra hacer sentido.
otro para devenir él mismo, es, en suma, lógica y · Pero a partir de ese momento, cuando reconozco
cronológicamente secundarlo. Antes de ser romo, mi imagen como signo y me altero para significar-
'yo" no soy, sino que separo, rechazo. ab-~to. La me, se instala otra economía. El signo reprime la
abyección, desde la perspectiva de la diacronía sub- xora y su eterno retomo. De ahora en adelante, sólo
jetiva, es una pre-oondfctón del mm:_ts1smo. Le es el deseo será testigo de .este latido "original". Pero
coextensiva y lo ffiigUtza constantemente. La ima- el deseo ex-patria. al yo (mol) hacia otro sujeto y ya
gen más o menos bella donde me miro o me re- no admitirá las exígencías del yo (mol) como narci-
conozco se basa en una abyección que la fisura sistas; Entonces el narcisismo aparece como una
cuando se distiende la represión, su guardián per- regresión operada antes del otro, como un retomo
manente.
hacia un refugio autocontemplativo, conservador,
autosuñcíente. De hecho, este narcisismo no es Ja-
La "xora", receptáculo del narcísísmo más la imagen sin arrugas del dios griego en una
fuente apacible. Por ello los conflictos de las pulsío-
Introduzcámonos por un instante en la aporía nes empañan el fondo, enturbian sus aguas y se lle-
freudiana llamada de la represión primar.ta. Curio- van todo aquello que, para un sistema dado de sig-
so origen, donde aquelloque fue reprimido no per- nos, al no integrarse, es del orden de la abyección.
i
'.Poderes de, la perversión 25

·, . Entonces _. la abyección es una especie de . crisis :,)pl.a· resurrec_ción que pasa por la muerte del y~
. narctststa:, atestígua lo eñmero de ese · estado al que ..(IJlQi}. Es 1,ma--:alquimla que· transforma la pulsión
se llama. .-sabe Dios por. qué con, celos reprobato- :d~ ;muerte en arranque de vida, de nueva signlfl-
ríos, ..n~lsismo":. es. más, la. abyección confiere al c~cfa. _
n~~ists~o-(a la .eosa o al concepto) su estatuto de /

"eemblante", · - _- . .
..- ~11' e~b~o, basbl ~n que una interdicción, un · · Perverso o artístico
- _ ~UJk::~9 por ejemplo. ~ erlj~ como barrera frente
;, ::.;~-¿, abyecto está emparentado con la peIVersión.
' -~ deseo .tendído hacía.el otro -o que este otro,
~mp lo, e,dge· 9cu papel; no s:attsfaga- para que el
. deseo y : s~s ~~cante.s desanden el camino y
- vuelvan· sobre lo mismo"; enturbiando de esta ma-
·:El.sentimiento de abyección que experimento s-e
\m~la en el supetyó. ~ abyecto es peIVerso ya que
\i~. abandona ni asume una interdicción, una regla
l
· nera ·Já$,,a:guas pe, -Narciso.. La represión secunda- ··9~~na ley. sino que la d~. la des~amlna, la~-
.~~~ CQn· su _.envés- .de medios slnibólicos, .íntenta IWPilJ.pe, Y se sirve de fodo ello para denegarlos. Ma-
~~dar a su propía cuenta, asl descubierta, los re- 'tken ñombre de la vida: es el déspota progresista,
Ctµ'S~.:-de la represión prímaría, precisamente en ;yjye · al. seIVicio de la muerte: es el traficante genétl-
. el momento de la perturbación narcisista (estado :,co:i realimenta el sufrimiento del otro para $U pro-
q~e, en resumídascuentas, es permanente en el ser iJ>t<i bien:. es el cínico (y el psicoanalista}:-- sienta su
háblante por poco que se escuche hablar). La eco- poder narcisista fingiendo exponer sus abismos: el
. , norma arcaica. es extraída a la luz del día, signUlca- ·ª1'tis±a es qt,lien ejerce su arte. como un "negocio".
da, . verbalízada, Por lo tanto sus estrategias Irecha- ··u,,rostro mas conocido,.másevldente, es la corrup-
zantes, .. separantes, repitlentes-abyectantes) · en- ':; ~.. ,~s la figura sociallzada de lo abyecto.
cuentran - ~a exístencía símbeííca, .a la que deben P.ara que esta complicidad . perversa de la abyec-.
plegarse las lógicas mismas de lo simbólico, los ra- n .sea encuadrada y separada,· hace falta µna
zonamíentos, las demostraciones, las. pruebas.. etc. . hesión inquebrantable a lo · Interdicto, a la Ley.
. ~ Es et:1to,11ces cuando ~l objeto cesa de estar círcuns- ~ligión, . moral,-. derecho. .Evidentemente siempre
\.,,erípto, ramnado, separadce .apareee como.. ~ abyecto. áS-· o · menos arbitrario; invartablemente mucho
.· Dos ~u~ aparentemente contradíctorías pro- ~.- opresivos. ·. que menos; diftcihnente domina-
. vocan-esta. crisis narcísísta. que, con su verdad, . ,cadavezmás.
aporta ~;ylsión de lo, abyecto. Una-excesiva.severt- · · ,,,literatura contemporánea .no los reemplaza.
dad del Piro, ·confundido con el Uno y la Ley. i..a fa- -~ füen se dlria que se.escribe sobre lo insostent-
- -~- .$l. Otro que se .trasparenta en el derrumba-: bi:dés.de las posiciones supeiyoicas o perversas.
. miento de .l~ objetos de deseo. En ambos casos, lo pmprueba la imposibilidad de la Religión, de la
abyecto:.aparece para sostener 's« en el Otro. Lo 9~ra1
_ --_--. • del Derecho- su abuso de autortdad, su sem-t
abye.ct9. es .la.víolencía del duelo de un "objeto" des- · te. necesarto y absurdo-. Como la ~iversfón,
~~,,siempi:e perdido. Lo abyecto quiebra elmuro de 'teratura los usa. los deforma y se burla. Sin em-
la. rep!es!pn y sus Juicios'.)~ecurre ~ yo '(mol) en, los ~1'cfJoma distancia· en. relación con lo abyecto.
~t~!:l - a~iµµiables . .de. _,los - que, . para_ ser, .• :el . yo és.crltor, fascinado-por Io,abyecto, se tmagina'su n
(m9il.se):1,a.clespre!1dido,-!Ccurre.a él en eln~yo ca/'se proyecta en ella, la introyecta y por ende ~
.
(moil, /1n.-~~,:_
.
pqls1.ón,. en ~a muerte
. .... . .
•. La abyección
. .. - . . .
es >e,·_,...
erte la lengua -el estilo y elcontenidó-. Pero ~
t
26 JuliaKristeva ,. '.' !_
F~ bde
~fe~s~de
~la~
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f!:.e~rve
~r~s~
ió~
n---------~-.::.:..
27

por otro lado, como el sentimiento de la, abyección !. · . Ia abyección' que 'determinan diversos tipos de lo
es Juez y cómplice al mismo tiempo, igualmente - lo l· sagrado: •
es en la literatura que se le confronta. En conse- La 'abyeccíón aparece como rito de la tmpureza Y
cuencía, se podna decir que con esta literatura se de la contamin ación en el paganismo de. las socíe-
realiza una travesta de las categorías · dicotómicas ' · -dades · donde predomina, o sobrevive lo matrílíneal,
de lo Puro y lo Impuro, de lo Interdicto y del Peca- 'donde torna el aspecto de la exclusión de una sus-
do, de la Moral y de lo Inmoral. tanela (nutritiva o ligada a la sexualidad), cuya ope-
Para el sujeto sólidamente instalado en su super- ración coincide con lo sagrado ya que lo instaura. ·
y6, una· escritura como ésta· partícípa necesaria- . . 'La abyección persiste como exclustbn o tabú (ali-
mente del intervalo que caracteriza a la perversíón, mentarlo u otro) en las religiones monoteístas, par-
el cual en consecuencia provoca abyeccíon. Sin em- tícularmente en el Judaísmo, pero deslizándose ha-
bargo, los textos apelan. a una flexibilización del · cía formas más "secundarias" como transgresión
superyó. Escribirlos supone la capacidad de ímagí- (de la Ley) en la misma economla monotelsta. Fínal-
nar lo abyecto, es decir de verse en su lugar desear- 1 mente, con el pecado cristiano encuentra una ela-
tándolo solamente con los desplazami entos de los ¡ boracíón dialéctica, integrándose como alteridad
\juegos de lenguaje. Recién después de su muerte, · amenazadora pero siempre nombrable, siempre to-
eventualmente, el escritor de la abyección escapa- talizab le, en el Verbo cristiano.
rá a su cuota de desechos, de desperdicio o de ab- Las diversas modalidades de purtjicactón de lo .
yecto. Entonces, o caerá en el olvido, o accederá al abyecto - las diversas catarsis- constituyen la hts-
estatuto de ideal inconmensurable. La muerte serla torta de las religiones, terminando en esa catarsis
por lo tanto el principal custodio de nuestro museo por excelencia que es el arte, más acá o más allá de
imaginarlo; en última instancia nos protegerla de la religión. Desde esta perspectiva, la experiencia
esta abyección que la literatura contemporánea se artlstica, arraigada en lo abyecto que dice y al decir-
exige desperdiciar al nombrarla. Una protección 1. lo purifica, aparece como el componente esencial
que ajusta sus cuentas con la abyección, pero tam- de la religiosidad. Quizá por ello está destinada a
bién quizá con la incómoda apuesta, incandescen- sobrevivir al derrumbamiento de las formas hístó-
te, del mismo hecho literario que, promovido al es- ricas de las religiones.
tatuto de lo sagrado, se encuentra separado de su J
especificidad. Asi, la muerte limpia nuestro univer-
so contemporáneo. Purlflcándonos de la literatura,
constituye nuestra religión laica. Fuera de lo sagrado,
le abyecto se escribe
En la modernidad occidental, y en razón de la cri-
De tal abyección. tal sagrado sis del cristianismo, la abyección encuentra reso-
nancias más arcaicas, culturamente anteriores al
La abyección acompaña todas las construccio- pecado, para alcanzar su estatuto bíblico e incluso
nes religiosas, y reaparece, para ser elaborada de el de la impureza de las sociedades prlmitlvas. En
una nueva manera, en ocasión de su derrumba- un mundo en el que el Otro se ha derrumbado, el es-
miento. Distinguiremos varias estructuraciones de í fuerzo estético - descenso a los fundamentos del
f ·, edificio simbólico- consiste en volver a trazar las

t
1 '
28 Julia Kristeva <<Poderés de iaperversión
".;,' .
29
)

frágiles fronteras del ser hablante lo más cerca po- \:.;t.,/tirtgulr el ñiego.vuna especie de conmocíon ner-
sible de sus comienzos, de ese "origen" sin. fondo- ·\;L.v1osa semejante al despertar de los instln!os de
que es la represión llamada primaria. Sin embargo, ?k;idestrucción que duermen en todos los espírítus,
en esta experiencia sostenida por el Otro, "sujeto" .' ': 1J;:_ incluso en el más tímído y metódico funcionario.
y "objeto" se rechazan, se enfrentan, se desploman 2:í\;1:1,Esta oscura sensación casi siempre es embría-
y vuelven a empezar, inseparables, contaminados, '\~8\:orgadora. «Dudo que sea posible contemplar un in-
condenados, en el límite de lo asimilable, de lo~- J;e· cendío sin experimentar cierto placen .. ·. 2 ·
~ aJ?yectos. Sobre este terreno se despliega la
gran .Iíteratura moderna: Dostoíevskí, Lautréa- : . : ~Hay Instántes, que duran cinco o seis segun-
mont, Proust, Artaud, Kaíka, Céline ... '':-; ,.>dos, en que, de pronto, se siente lapresencía de
·. ;;",.,fa armonía eterna. Eso no es· terrestre, ni quiero
ttr·declr que sea celeste; pero el hombre. bajo su as-
Dostoievski \,;~; ,pecto terrenal, se siel)te incapaz de soportarlo. _
·:.:i-,;~'·oe transformarse físícamente o morir. Es un sen-
i-:/~timiento claro, indiscutible, absoluto. De p~nto,
Para Dostoíevskí, lb abyecto es el "objeto" de Los
endemoniados: es la meta y el móvil de una expe-. :)é'perclbe toda la naturaleza, y se dice uno: si, es- .
ríencía cuyo sentido se · pierde en la degradación !.fa bien así, es verdad. Cuando Dios creó el mun-
absoluta por haber rechazado absolutamente el lí- ' ·/'do/dijo al final de cada día: «Sí, está bien, es jus-
mite (moral, social, religioso, · familiar, indMdual) {~4; :,to, es verdad». Pero no es enternecimiento... es
i; ,,. otra cosa: es alegria. Usted no perdona nada, por-
como absoluto, Dios. Entonces la abyección· oscila
eritre el desvanecim iento de todo sentido y de toda 'tt·qµe nada hay' que perdonar. Tampoco es amor.
humanidad, quemados como · entre las llamas de /:Í01i! Es algo superíor al amor. Lo terrible es que
un incendio, y el éxtasis de un yo (moi) que, habien- {fo~ulta espantosamente claro. ¡Y con semejante
do perdido su Otro y sus objetos, alcanza el colmo /;llegrial Si durase algo más d~ cinco segundos, el
1
~f alma no lo soportarla y tendría que desaparecer.
de la armonía con la tierra prometida en el preciso
momento de este suicidio. Son abyectos tanto Ver- : PEn esos cinco segundos vivo . toda una vida Y da-
khovenski como Klrllov, tanto el asesino como el .fih.~:por ellos toda mi existencia, pues lo vale?. Pa-
suicida. :\'.rá. soportar eso durante díez segundos, sena ne-
f{éesarlo- transformarse fisicamente. Pienso qu~
"La vista de un gran fuego, por la noche, siem- ile:t'hombre debe dejar de engendrar. ¿Para que
pre produce una· Impresión molesta: excitante. i'.~l;s· niños, para.qué eldesarrollo de la humaní-
Tal vez ello implique la quema de fuegos artlftcia- ~::sa¡d,,$1 el ñn está conseguido? Está esc~to en el
les, aunque éstos obedecen a cierto deseo orna- ''. ~gello,. que después de la resurrecclon no se
mental, y no presentan peligro alguno; pero tam- · ~ijgendrará más, y todos seremos como los ánge-
bién despiertan sensaciones ligeras, capricho- )~s de Dios. Es una imagen. ¿Su esposa parers
sas y parecidas a las provocadas por una copa ;,,

de champaña. Pero en un incendio es dístínto: '· !, '•

aquí, el esfuerzo y un sentimiento de peligro per- ·-"~totevski, Los Endemoniados, Barcelona, Bruguera, 1973,
sonal se unen a la excitación jovial, producíendo. ,;693. '
en el espectador, salvo en_ quien trabaja para ex- ·

·¡'
./

. ,/
.,,--., . .--
30 31
Julia Kristeva Poderes de la perversión
'
d Verkhov~nski es abyecto en su viscosa y solapa- Dostoievski radiografió la abyección sexual, mo-
a utllizacion de los ideales que ya no lo son, desde ral, religiosa, como-un derrumbamiento de las leyes
el momento en que falta lo Interdicto (11am. 1 P.ater,p.as.1 El universo de Los Endemoniados, ¿no es
Dios) Quizá. St emos o
. · avrogutn lo sea menos, ya que su un. universo de padres desaprobados, .ficticios o
:moralidad abarca la risa y el rechazo, algo artístí- muertos-donde reinan, como fetiches feroces pero no
' un gasto gratuito y cínico que se capitaliza evi- menos . fantomátícos, matronas embriagadas de
dentemente en beneficio de un narcisismo privado poder?, Dostoievski se libraba ele ese despiadado pe-
pero que no sirve a un poder arbitrario y extermina~ so materno simbolizando lo abyecto, entregando ma-
d~r. Se puede ser cínico sin ser irremediablemente gístralmente el goce de decirlo. ·
a yecto: la abyección siempre es provocada por · Pero es en Proust en quien encontraremos el resor-
aquello que trata de hacer buenas migas con la ley te más inmediatamente erótico, sexual, deseante, de
b ur1ada.
la abyección: es en Joyce donde descubriremos lo que
.. _ Su proyecto es notable ·- continuó Verkho- es el cuerpo femenino, el cuerpo materno, en lo que
venski- . Ha establecido el espionaje. Con su sis- tiene \de ín-sígníñcable, de in-simbolizable, que sos-
tema, cada. miembro de la sociedad tiene puesto tiene, para el individuo, el fantasma de aquella pérdi-
el ojo sobre el otro, y están obligados a delatar da donde se sumerge o se embriaga, incapaz de nom-
Cada uno pertenece a todos, y todos a cada uno. brar un· objeto de deseo.
Todos los hombres son esclavos e· iguales en 1~
esclavitu~. En casos extremos puede recurrirse
a la calumnia y a la muerte, pero lo principal es · Proust
que todos son Iguales. Antes de nada, se rebaja
el nivel cultural en la instrucción, en las cien- · Reconocida como inherente a la suave e imposible
cias, en los talentos. Una cultura elevada sólo es alteración del yo (mol), reconocida por consiguiente
accesible a los espíritus superiores, por eso no como soldada al narcisismo, en Proust la abyección
habrá talentos. Los hombres de talento se ampa- .tíene algo de domesticado: sin ser "limpia" o "cayen-
ran siempre en el poder, Y se convierten en dés- do por su propio peso", es un escándalo donde se tra-
potas. No saben hacer otra cosa. Siempre han ta de reconocer, cuando no la trivialidad, al menos el
causado más daño que bien. Hará falta expulsar- secreto de un polichinela snob. En Proust, la abyec-
los, o _matarlos. A Cicerón le cortarán la lengua; ción es mundana, cuando no social: el doblez inmun-
a Copérníco le quitarán los ojos; Shakespeare se- do de la sociedad. ¿Será por eso que sólo en él encon-
rá lapidado. ¡Ese es el chigallov;tsmol Los escla- tramos el único ejemplo moderno, probado por los
vos deben ser iguales. Sin despotismo Jamás ha díccíonarícs, de empleo de la palabra "abyecto" en el
habido libertad ni Igualdad; pero en un rebaño sentido débil que tenia a fines del siglo XVIII?
debe reinar la igualdad. ¡Ese es el chigallovismo! "En esos barrios casi populares, qué existencia
¡Ja, Ja, jal ¿Acaso le asombra? Yo estoy con Chí modesta, abyecta, pero dulce, pero alimentada de
galloff. "4 -
calma y felicidad hubiera aceptado vivir índeñní-
· damente. "5

4 lbld .• p. 526. 5 Por el camino de Swann. la traducción es nuestra.


32 Julia Krísteva Poderesde laperoersión 33
Proust escribe que si el objeto del deseo es real, só- ''. pmte: para ella todo es nombrable, el todo ~s nombra-
lo puede apoyarse· sobre lo abyecto imposible de col- /b~~- La escena sadiana íntegras además no tiene ím-
mar. Entonces el objeto de amor se vuelve inconfesa- ··· pensable, no tiene heterogéneo. Racionalyoptlmista,
ble, sosia del sujeto, parecido a éste, pero sucio, pues ~- no.excluye. Es decir que no .reconoee lo sagrado, en
es inseparable de una identidad imposible. Ponlo tan- ·.·. ~l sentido en que constituye el colmo antropológico y
to, el deseo amoroso se experimenta _como un pliegue : retórico del ateísmo. La escritura proustíana, . muy
futerno de esta identidad. imposible, como un· acci- ·:por el contrario, no abandona Jamás una instancia
dente del nárcísísmo, "cb-jeto, -alteracíén dolorosa, ,.: que 1tizga, · quízá bíblica, que escinde, expatria, re-
delícíosa y dramátíeamente condenada a· encontrar ·: parte o condena. La trama de esta oración, de esta
· ¡i} otro sólo en el mismo sexo; Como sí no se accedie- {memoria; de esta sexualídad y de esta moral prous-
ra a- la verdad. abyecta, de la sexualidad, sino por la ,.~~as que reúnen hasta el infinito diferencias (de los
~º~?sexu~<l.ad: Sodoma y· oomorra: · ~~os·, de las clases, de las razas) en una homogenet-
"Ni siquiera tuve que lamentar no haber llegado dªd!:que,no es más que signos, frágil red tendida so-
a. rii1 taller hasta pasados unos minutos. Pues, por b,re.J1n abismo de incompatibilidades, de.deseches,
· . . : 1~ que oíal principio en el de -Jupíen, y que .º~ fue · p,byecciones, se contruye respectode, con y contra
más que sonidos inarticulados, supongo que po- ... uella tnetancía, · En. Proust, el. deseo y los signos
cas palabras se dijeron. Verdad es que aquellos ejeJ1 la tela infinita que no oculta sino que· hace apa-
sonidos eran tan violentos que, de no repetirse .;~, ,c;er·lo Inmundo tamizado. Como falencia, molestia,
sucesivamente y cada vez una octava más alto en ~fgü~n_za, torpeza. En suma, como amenaza perma-
quejido paralelo, habría podido yo creer que una ~!1ite para la retórica homogene~ante que el escritor
=· persona estaba degollando a otra muy cerca de mí ·
.~struye contra y con lo abyecto.'
:,. ~ .
y que, después, el homicida y su victima resucí-
tada tomaban un baño para borrar las huellas del .
crímeri. · Posteriormente llegué a la conclusión de ·
· que hay una cosa tan estrepitosa como el dolor, y .
es el placer, sobre todo cuando va acompañado - .,esplandeciente, interminable, eterna -y tan dé-
a falta del míedoa tener niños, y aqui no era el ca- tap. insignificante, tan endéble- retórica del len-
so, a pesar del ejemplo poco probatorio de la leyen- . r
.·. c. ·. . o. t.··e o_s ª~ . sustr·a·emos. ª.lo .abyecto.• j
Jsfif. e ;JoJo..;.. !rae~
~ai;i. d
.
da dorada- de los, cuidados inmediatos de lim- · 1 -bril1..µ- en ese prototfpo de la palabra U- '
·, pieza"~ª · é:\; qp,e e~ para él el monólogo de Molly. ~i este
Compat~da :con:é~t,a:. Ia orgía sadíana, encuadra- :.
}?~J 4e~P;pega lo abye<!to,. · n.o es ·porque es una
da en unagigahtesca fílosofía, aunque sea de toca-
:f!Wen hat>la. ~1no porque, a distancia, el escrt-
~~fr.cc1.: al cuerpq_ Nstértco para hacerlo hablar.
dor, rió tenía nada'·de .abyécto. Pautada, retórica, y .
desde esta perspectíva, regular, ensancha el Sentido, .
mar ~ parijr 9~ ~l ele aquello que escapa ~ la
· ~-9üe S~, fe".'.ela co~o el é~erpo a cuerpo _de
él Cuerpo y el l!nivers6 pero no tiene nada de exorbí-
~5 cpn ~tra, su m~dre pó.r. s1:1-p11esto, lugar ab-
;Y~ que primordial, de lo imposible: de ló ex-
6. Proust, So!Joma y Gomom:i, Madrid, Alianza Editorlal, 1978, p. , ·,·~,;,d~l/uera de sentido, de lo abyecto. Atopía.
18. · ,,· - . - · . : . ,r,

., ;:.,Ja niujér disimula para no dar tanto trabajo


,:f{:
/~!~·.
34 Julia Krtsteva Poderes de l.aperoersión 35

. como ellos sí estoy segura que anduvo haciéndolo I· sola catarsis: la retórica del significante puro, de la
por alguna parte se le conoce por su apetito de to- música, de las letras, Finnegan's Wake.
dos modos amor no es porque estarla sin apetito .t · ü El viaje de Céllne, al fin de su noche, también re-
pensando en ella o habrá sido una de esas damas f encontrará el ritmo y ·la música como única ·salida,
nocturnas si fuera cierto que estuvo porallá aba- .Í; última sublimación de lo ínsígníñcable. Pero, a dife-
jo y la historia del hotel nada.más que un montón J rencia de Joyce, Céline no hará de esto motivo de
de mentiras inventadas para ocultarlo mientras lo /t una salvación. Rechazando una vez más, sin salva-
planeaba Hynes me retuvo a quién encontré ah sí ·, oíón» desposeído, Céline se transformará, cuerpo y
me encontré con te acuerdas Mentonyaquién más lengua, en el apogeo de esta revulsión moral, políti-
quién déjame pensar esa gran cara de nene yo lo vi ca y estilistica que marca nuestra época. Una épo-
y recién casado flirteando con una Jovencita en Po- •¡ ca que parece haber entrado, hace un siglo, en un
oles Myriorama y le volví la espalda cuando se es- parto sin fin. La magia vuelve a quedar para otra
cabulló parecía muy avergonzado qué hay de ma- vez.
lo pero él tuvo la desfachatez de galantearme una
vez se lo merece con su boca seductora y sus ojos
hervidos de todos los grandes estúpidos que a mí
jamás y a eso se le llama h omb~de de leyes si no fue-
i'

B.9~ges
Vertiginoso, alucinatorio es en todo caso,,;según
-ra que detesto tener una 1arga is puta C?n 1a cama Borges, el objeto de la literatura. Es elAleph q~a-
que si no si no es eso es alguna ramerita cualquíe- rece, en su verdad de transfinito, en o<;asi6n de un
ra con la que se metió en algún lado o levantó de ,.... descenso digno de Igttur en los sótanos de tiii:acasa
contrabando si lo conocieran tan bien como yo por- · natal por definición condenada. La literatura que se
que antes de ayer no más estaba garabateando al- . atreve a relatar los abismos de este descenso no es
go en una carta cuando entré en la sala de la calle más que el escarnio mediocre de una memoria arcaí-
buscando los fósforos para mostrarle la muerte de ca que el lenguaje prepara tanto como traiciona. Es-
Dígnam •• .''.7 : : .. te Aleph es exorbitante al punto que, en el relato, só-
Aquí lo abyecto no está en la temática de la sexua- lo la narración de la infamia podria captar su poder.
lldad masculina taf como la veda Molly. Tampoco es- Es decír la narración de la desmesura, del sin límite,
tá en el horror fascinado que las. otras mujeres, per- de lo impensable, de lo insostenible, de lo iñsimboli-
fllándose detrás delos hombres, inspiran a la habla- zable. Pero, ¿qué es?, sino la repetición incansable de
dora. Lo abyecto está,' más allá de los ·temas, y para una pulsión que, propulsada por una pérdida inicial,
~ -Joyce en general, ~n la manera de hablar: 1o que re~ . nocesadeerrartnsatlsfecha, engañada, desvírtuada,
vela lo abyecto es la comunicación verfial, el Verbo, antes de encontrar su único objeto estable, la muer-
Pero al mismo tiempo, sólo el verbo puriftca lo abyec~ te. Manipular esa repetición, ponerla en escena,
to. Es. lo que Joyce parece querer decir cuando explotarla hasta que entregue, más allá de su eterno
devuelve a la retórica magistral que es su work in pro- retorno, su destino sublime de ser una lucha con la
gress todos los derechos contra la abyección. Una muerte - ¿no es acaso aquello que caracteriza a la es-
. · '· crltura? Y sin embargo, tocar así la muerte, burlarse
· de ella, ¿no es acaso la infamia misma? El relato lite-
7 Joycc, Ultses, Buc:nosAtrcs, Editorial Rueda. 1972, p. 686.
rario que dice los mecanismos de la repetición debe
36 Julta Kris teva
37

convertirse forzosamente, más allá de lo fantástico, 't, L "Recorrían """.con algún momentáneo-lujo de aní-
de lo policial o de la serte negra, en un relato de la in- )¿;Jlos, para inspirar respeto-. las vastas plantacio-
famia · (Historia de la tnfamia., Historia de la etemt- . /':, nes del Sur. Elegian un negro desdichadoy le pro-
dad). Y el escritor no puede dejar de reconocerse, írrí- . : . ponían la libertad. Le decian que huyera de su pa-
sorío ydesposeído en ese individuo abyecto que es La- ;_, ': trón, para ser vendido por ellos una segunda vez,
zaras Morell, el redentor espantoso, que resucita a :· en alguna finca distante. Le darían entonces un
sus esclavos con el solo fin de hacerlos morir, no sin porcentaje del precio de su venta y lo ayudarían a
antes haberlos hecho circular -y redituar- como ·,;;· otra evasión. Lo conducirían después a un Estado
moneda. ¿Es necesarto decir que los objetos litera- ,qi .libre. Dinero y libertad, dólares resonantes de pla-
ríos, nuestros objetos de ficción, tales como los escla- /U,;-.ta con libertad ¿qué mejor tentación iban a ofrecer-
vos de Lazaru s Morell, sólo son resurreccíonescom- }t.Je? El esclavo se atrevía a su prímera fuga
.. .
pletamente eñmeras de ese Aleph inasible? ¿Es ese
Aleph, "objeto" imposible, el imaginario imposible,
' . ~> ~l natural camino era el río .. Una canoa.Ia cala
.,:if~.l::, . '.· ; .. ,J.• ·' .... ;, . - . . • -~- ·. .

'de'un vapor, un lanchón, una gran balsa como un


que sostiene el trabajo de la escritura, trabajo que sin 'cielo con tina casilla en la punta o eón elevadas car-
embargo no es más que una pausa provísoría en la ca- f "· ' . ' ..., ' ' ' .. : .
,1r,... pas
. de
, . lona; .el lugar
... . . no importaba,
. . . . . .. sino . . el saber-
..
rrera borgtana hacia la muerte contenida en el abis- ;, se en movimiento, y· seguro sobre elInfatígablé
mo de la caverna materna? .,, no... Lo vendían en otra plantación. Huía otra vez
"Los caballos robados en un Estado'yvendídos ·. ·ia lbs cañaverales o a las barrancas. Entonces los
en otro fueron apenas una digresión en la carrera · . ,te~ibles bienhechores (dé quienes empezaba ya a
delincuente de Morell, pero prefiguraron el méto- )·;~desconfiar) aducían gastos oscuros y declaraban
do que ahora le aseguraba su buen: lugar en una "~:; .. que tenían 9.ue venderlo una última vez. Asu regre-
Hístoría Universal de· 1a · Infamia.' Este método es .~·,·sqJe daJ.iari el porcetitaje' de las dps ventas y la li-
único, no solamente porlas círeunstanctas sut'ge• - .\ti~I:,E( ho~br~fse_'dejaba vender, trabajaba un
neris que lo determinaron, -síno-por.la abyección Íl~pipe> y c,{esaflaQa, eii Ja'últlma fuga el riesgo de los
que· requiere, por su fatal.manejo de la esperanza · ~ri~'de presay lósázotes. Regresaba coli sangre,
y por el .desarrollo 'gradual, 'semejante a la atroz ·,:,9~. ~pd61'./ co11 'cJ.~s~~ta<?i~n y cort.. sueño'." ·El
evolución de una pesadilla. ·Al Capone y Bugs Mo- , ·rqfugo espera]?a ~aJlbertad. ~ntonces los mulatos
ran operan con Ilustres capitales y con ametralla- ·. . elitildsos él~ Lazaruá Mé>rell se traris:mitlan una
doras servíles en una gran ciudad, pero su negocio ;· '. tdeh q~e podi~ilo
1
pasar
de una sefiay lo libraban
es vulgar. Se dísputanun monopolio, eso es todo. ... · e la.vista, del oído;' del tacto, d~l día; de Iá'infa:mia,
En cuanto a cifras de hombres, Morell llegó a. - el tiempq, de los bienh~chores, de laµ:usericordla,
0
comandar unos mil, todos Juramentados. Dos~ '- :: :Íaire, delOS,pell:OS, del uruyerso, de.la_ eSpe!afl-

cientos integraban el Consejo Alto; y este promul- : ., . /del sUd':)ryq~ él mismo. Un b~azo, una puña-
· gaba las órdenes que 'los restantes -ochocíéntos . . da baja o un golpe, y las tortugas y los barcos del
cumplian. El ríesgo recaíaen Iossubalternos, En . ississippi recibían la última información". a
caso de rebelíón, 'eran entregados .a lajustícía <) ' r "-~; .: .
arrojados al río correntoso de aguas pesadas, con
es, Historia untuersaL de la lr¡fwria. Buenos Aires , Em~.
una segura piedra a los ples. Eran con frecuencia 4;·p . 297-299. .
mulatos. Su fascínerosa misión era la siguiente: i ·

¡
I
/.
38
Julia Ktisteva r Poderes de laperoersión 39
t
Si se imagina esta máquina imaginaria transfor- · En este nivel de caída del sujeto y del objeto, lo
mada en institución social, se verá la infamia del... abyecto equivale a la muerte. Y la escritura que per-
fascismo. mite recuperarse equívale a una resurrección. En-
tonces, el escritor se· ve llamado a identificarse c~>n
Cristo, aunque más no sea para ser, a su vez, rech~- ·
Artaud zado, ab-yectado:
"Pues por más mierda que parezca, yo soy este.
~ Un 'yo" invadido por el cadáver: esto es con fre- Artaud crucificado en el Gólgota, no como cristo si-
"Ucuencia lo abyecto en el texto de Artaud.. Pues es la ' no como Artaud, es decir como ateo hecho y dere-
muerte la que figura, violentamente, este estado ex- cho. Soy este cuerpo perseguido por la gula erótí-
traño dónde un no-sujeto, extraviado, habiendo per- 1 .
. , ca, la obscena gula erótica sexual de la humanidad
dido sus no-objetos, imagina, a través de la prueba de ' para la que el dolor es un humus, el llcorde un mo-
la abyección, la nada. Horror de la muerte que 'yo"
co fértil, un suero sabroso para quienjamás.alcan-
soy, asfixia que no separa el adentro delafuera sino
zó por este medio menos ser hombre sabiendo que
que los aspira uno dentro del otro indefinidamente: llegaba a serlo. "12
Artaud es el testigo insoslayable de esta tortura -. de
esta verdad. r: Estos diferentes textos literarios nombran dos ti-
' pos de abyecto que d~ cuenta, demás está decirlo, de
"Una niña muerta dice: Soy aquella que revien-
ta de risa y de horror en los pulmones de la viva · estructur...M,.~as.d.lfereo.tes. Igualmente difieren
Que me saquen rápido de allí...9 los. tipos de enunciación (las estructuras narrativas,
sintácticas, los procedimientos prosódicos, etc., de
"Pero muerto, mi cadáver fue arrojado a la basu- los diferentes textos). Así, lo abyecto, según los auto-
ra, y recuerdo haberme macerado no sé cuántos res: se encuentra .nombrado de diversas maneras
días o cuántas horas esperando despertarme. . \cuando no está solamente lnatcaao poriñocll:ftffido-
Pues al principio de todo no supe que estaba muer- . · nes liñgüisticas siempre\iñpoco ellpficas:Eñ la úl-
to: tuve que decidirme a comprenderlo para poder tfula parte de este ensayo, examinaremos detallad~-
levantarme. Entonces algunos amigos, que al prin- mente una cierta enunciación de lo abyecto: la de Ce-
cipio me habían abandonado completamente, se . líne, Aqul digamos solamente, a titulo introductorio,
decidieron a embalsmar mi cadáver y se asombra- l q\!e _ la literatura moderna, en sus múltiples varían-
ron sin alegría al volver a verme vivo. "lo 1'. ·J tes; y cuando es escrita como el lengu~~ flnajmente
f . . ~ ese tm~sible 9ue es ~~~u~J_etM~a~ o la
"No tengo por qué acostar contigo estas cosas, f ,. no"'subfetMdad, en realidad propone una sublima-
pues soy más puro que tú, dios, y acostarme no es t clón de la abyección. Es asi como se sustituye a las
ensuciarme sino iluminarme, al contrarío, de ti." U f · funciones que antes cumplia lo sagrado, en los con-
fines de la identidad subjetiva y social. Pero se trata
9 •süppots et supplicatfons", OC, París, Gallimard, t. XIV, p. 14 de una sublimación sin consagración. Desposeída.
(la traducción es nuestra). ·,
10 lbid., p. 72 (la trad. es,nuestra).
11 lbid., p. 203 (la trad. es nuestra). 12 ·1.cttrcaA. Bretón", tbid., p. 155 (la trad. es nuestra).
40
41
Catarsis y análisis· {>iazar la religión apolínea o díonísíaca.t+ Puríñcar,
: sólo el Logos puede hacerlo. Pero, ¿a la manera del
Esta abyección, que la modernidad ha aprendi-
do a reprimir, a esquivar o a maquillar, se manifles- :Fedón. separándose estoicamente de un ~rpo cu-
ta como fundamental a partir de la posición analíti- / ya: sustancia y cuyas pasiones son fuente de ímpu-
ca. La.can lo dice cuando asocia esta palabra a la :. reza? O bien como el Sofista. después de ha~r
santidad del analista, acoplamiento que, del hu- <. apartado- lo peor de lo mejor, o a la manera del File-
mor, sólo deja lo negro. Is , bo, dejando las. puertas totalmente abiertas a 1a ím-
Habrá que mantener abierta la herida sobre la ) pureza, con tal que el ojo del espirttu quede fijado a
que se sitúa aquel o aquella que se compromete en ' la verdad? En este caso, el placer, puríñcado por la
la aventura analítica, y que la instalación profesio- .; ~onía de esta verdad parecida a una forma geo-
nal, con el cinismo del tiempo y de las instituciones, . 'füétdca justa y bella. nada tiene en común. como di-
pretende cerrar rápidamente.· Nada de ínícíátíeo, ' 'ce el filósofo, con un "cosquilleo". . .
en este pasaje, · si por "iniciación" se entiende el ac- · · .· /~. La catarsis parece ser una preocupacion intrín-
ceso a una pureza que garantizaba la postura de ; ~ca a la ñlosoña, por el hecho de que ésta es una
muerte (como en el Fedi>n de Platón] o 'el tesoro sin _:fuorai° y no puede olvidar a Platóri. A~que la mez-
mezcla del "puro significante" (como lo es el oro de ~:' 'f;la hacia el final del recorrido · platónico, parez~a
la verdad para la República. o el separatismo, oro . · 'fu.evitable,• lo que asegura la pureza es nada . mas
puro del hombre de Estado en el .Rxftloo). Se trata }ilJ.e el pensamiento, sabiduría armoniosa; la catar-
más bien de una experiencia heterogénea, corporal 'sis se ha transformado, -para el idealismo trascen-
y verbal, de la Incompletud fundamental: "híato", d~rital .. en ñlosoña, Del encantamiento catártico,
"menos Uno'v., Para el sujeto _desestab~do. que propío de los misterios, Platón sólo retiene, como es
resulta de _ello - como un crueíñcado que abre los sábído,' el muy incierto papel de los poe~ cuyo de-
estigmas de su cuerpo deseante a una palabra que . ':Jliio seria útil al Estado a condición de ser-juzgado,
a
sólo estructura condición de abandonar -· todo ~párago y purificado 'por los sabios.. , · . . · · li
fenómeno; a través de·y por el sólohecho de.sér!. síg- \(Más próxima al encantamiento sagrado se halla
niflcante o· humano; aparece en · su ser de abyec- acatarsts aristotélica. Es·la que dio su nombre a j
ción. ¿Para ·qué catarsis imposible? Efr sus príme-. )i\concepc~ón' comente, estética, de la. catarsis.
ros pasos . :_ Freud empleaba ésta . misma 'palabra iiiittándo las' pasiones -· desde el entusiasmo hasta
para designar una terapéutica cuyo rigor se confb;~ ,félídofo:r..:.:. con un "lenguajé realzado por los oma-
maria más tarde .. •, '' . . ' ,, . 'mentes", los más importantes de los cuales son el
/metro y el canto (cf. la Poética), el alma accede si-
'multáneamente a 1a orgía y a la pureza. Se trata de
iuia 'puríñcacíón del alma y del cuerpo a través de
Platón y :.Afistóteles :ün circuito heterogéneo y complejo, que pasa de la
l'bilis" al "fuego", del "calor masculino" al "entusías-
De ésta- manera. ef analista se ve remitido a la . o" de la inteligencia. Por lo ,tanto metro y canto
cuestión que ya acosa a Platón cuando quiere reem- t: .· . . . . .. . . .
13 J.Lacan, ~J>arte. &L du Seull.1973. p. 28.
{hi sobre la catarsis en d mundo ~. Louls Moulinic¡:, Le
.,ftú'et l'Impur dans lapensée des Gn!cs . Klfncksicck. 1952•.

./
./
42 Julia Kris teva Poderes de la peroersión 43

despiertan lo impuro. lo otro de la inteligencia. lo ral kantiana que gobernó durante mucho tiempo
pasional-corporal-sexual-viril, pero lo armonizan, ios códigos modernos, y que sigue siendo fiel a un
disponiéndolo de un modo distinto a como lo hace cierto platonismo estoico. Se sabe que a través de
el conocirn1ento del sabio. Calman así los transpor- · la "generalización de las máximas" el Kant de los
tes frenéticos (Platón en Las leyes sólo permítía es- Fundamentos de la metajfsica de las costumbres o
te uso del ritmo y del metro a la madre que acunaba de la Doctrina de la virtud. preconizaba una "gimna-
al niño), por medio del aporte de una regla exterior, sia ética" para, a través de la conciencia, hacemos
poética. que colma el hiato entre alma y cuerpo he- dueños de nuestras impurezas, y por esta misma
redado por Platón. A la muerte platónica que, en su- conciencia, libres y felices.
ma, poseía · la condición de la pureza. Aristóteles Más escéptico, y de alguna manera más aristoté-
opone el acto . de la pwificactbn poética proceso lico, Hegel, por el contrario, rechaza una "racionali-
. que en sí mismo es impuro, y que sólo protege de lo zación" que pretende el1minar una impureza que le
abyecto a fuerza de sumergirse en él. Lo abyecto, parece fundamental: Haciendo eco quizás a la ciu-
irn1tado con el sonido y el sentido, es repetido. No dad griega, no ve otra ética que la del acto. Pero, asi-
se trata de liquidarlo - la última lección platónica mismo desconfiado frente a las bellas almas estetí-
ha sido entendida. no es posible desembarazarse zantes que hallan la pureza en la construcción de
~jpl.Eu~- ; se trata más bien de hacerlo existir formas vacías, no rescata evidentemente la catar-
\por segunda vez, y no como la impureza original. Re- · J sis mimética y orgiástica de Aristóteles. Es en el ac-
petición en ritmo y canto, por lo tanto en aquello

¡
to histórico donde el maestro de lena ve disiparse
que todavía no es, o que ya no es más "sentido", la impureza fundamental; impureza, de hecho, se-
sino que dispone, difiere, diferencia y ordena. armo~ xual, cuya culminación histórica será el matrimo-
niza el pathos, la bilis, el calor, el entusiasmo... Ben- · nio. Pero -y es aquí donde culmina asimismo. tris-
veniste traduce "ritmo" por "huella" y "encadena- temente. el idealismo trascendental- resulta que
miento". Prometeo está "ritmado". nosotros deci- el deseo (Lust) · así normalizado para escapar a la
mos "encadenado" ... Asido más acá y más allá del anímalídad abyecta (Begierde), zozobra en la bana-
lenguaje. Hay un discurso del sexo, que no es el del lidad que es tristeza y silencio. ¿Cómo? Hegel no
saber - parece decir Aristóteles- que es la única condena la impureza como una exterioridad a la
catarsis posible. Ese discurso se escucha, y, a tra- conciencia ideal. Más profundo - pero también
vés de la palabra que imita. repite en otro registro más solapado- piensa que esta puede y debe elimi-
aquello que esa misma palabra no dice ... narse por si misma en el acto histórico-social. Si
bien en ello difiere de Kant, no deja de compartir su
.condena de la impureza (sexual). Coinciden en su
la tristeza filosófica objetivo de mantener a la conciencia separada de
y el desastre hablado del analista la impureza que, sin embargo, la constituye díaléctí-
camente. Subsumida en el trayecto de la Idea. ¿en
qué puede transformarse la impureza, si no en el
Esta catarsis poética que se comportará, duran- anverso negativo de la conciencia. es decir: falta de
te más de dos mil años, como la hermana menor de · ·r. comunicacl6n y de palabra? En otros términos, la
la filosofia en un cara a cara inconciliable con ésta, impureza. al subsumirse en el matrímonío, se vuel-
\ nos aleja de la pureza, y por consiguiente de. la mo- . · ve ... tristeza. En este punto, no se separó demasía-
44 Julia Klisteva 45

do de su lógica, que consiste en ser un borde del dis- §1 hay un goce analítico, está aquí, en esta mimesis
curso: un silencto.15 :J:qtalmente poética que recorre la arquitectura de
Resulta evidente que el analista, desde el abís- · . · la palabra yendo de la imagen cenestésica a la artí-
mo de su silencio, roza el espectro de aquella trlste- ~t ~ulación lógica y fantasmática. Sin por ello biologl-
za que Hegel vela en la normalización sexual. Esta ;:r: zar el lenguaje, y desprendiéndose de la tdenttflca-
tristeza resulta más evidente en la medida en que i cíón por medio de la interpretación. la palabra ana-
es rigurosa su ética - cimentada, como ocurre en ;:; lítica es una palabra que ..se encarna", en el senti-
Occidente, sobre los restos del idealismo trascen- < do fuerte del término, bajo la única condición de ·
dental-. Pero también puede sostenerse que la po- , ser "catártica". Lo importante es comprender que.
sición freudiana, dualista y disolvente, descentra tanto para el analista como para el analizante.
esos cimientos. En este sentido, hace pesar el trís- ,:, equivale no a una purificación sino a un renaci-
te silencio analítico sobre un discurso extraño, ex- miento con y contra la abyección.
tranjero, · que en realidad quiebra la comunicación
verbal· (hecha de un saber y de una verdad no obs- •••
tante escuchados) con un dispositivo que imita el
terror, · el entusiasmo o la orgía, emparentándose , .Este primer panorama de la abyección = aunque
más ~n el metro y con el canto que con el Verbo. , fenomenológico- nos conducirá a una considera-
Hay·Illlillesis (tdenttflcación, dicen). en el desfile ín-
cesante de la castración en el análisis. Pero aún es
la
., cíón más directa de la teoría analítica, de histo-
. ria de las religiones, y finalmente de la experiencia
necesario que esta mímesis afecte la palabra inter-
µterarla contemporánea.
pretativa del analista (y no solamente su bílíngüís-
mo literario o ético) para ser una palabra analítica.
En contraposición a una pureza· que se reconoce
en la tristeza desengañada.' · el descentramiento
..poético" de la enunciación analltica. atestigua su
proximidad, su cohabitación y· su ..saber". respecto ·
de la "abyección". . . . .. , ·. . .. . ·
· En síntesís, píenso en la tdentiflcaciórt to~en-
te mimética · (transferencia y contra-transferencia)··
del analista frente alos analizantes. Esta tdenttflca- .
ción permite reunir en su lugar aquello.que, pareela-.
do,· loa-hace .dolíentes y desérticos. Permíte -tegre- ·
sar a los afectes que se dejan olr en las rupturas de "
los discursos, ritmar, encadeJ:tar (¿es esto el "deve- .
n1r conciente"?) las fallas de una pa]abra entristecí-
d,a por haber dado .Ia espalda a su sentido abyecto.
.. ~ ~

j
' _, . '-· -~ ,• •.

i'sct.
A. ~loncnko, "Note sur les c:ri~cpts de souillurc et depure-
~ dans 11d6allsme aJlcmand•, to Les étud.es-phiiosophtques• N" 4.
1972.p;·481-493.':·, · · · '

/
.: .. /' !

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