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Resumen
Lo que venimos denominando como perspectiva territorial del desarrollo es un fenómeno bastante re-
ciente en el contexto de la Unión Europea, de apenas dos décadas. En esencia esta perspectiva territorial
del desarrollo se ha centrado en un enfoque local de los procesos de desarrollo en las áreas rurales, de la
mano, principalmente, de instrumentos como LEADER.
La necesidad de incorporar la dimensión territorial a los procesos de desarrollo proviene no solo del éxi-
to global de estos instrumentos, sino también por el convencimiento de que puede constituir un elemento
fundamental de cara a la cohesión económica y social en el seno de la UE. Avances recientes, como el
Libro Verde de la Cohesión Territorial, la aprobación de la Agenda Territorial 2020, y lo que va a ser la
política de Cohesión durante el periodo 2014-2020, ponen de manifiesto la voluntad de las autoridades
de profundizar en la dimensión territorial de las políticas sectoriales y de avanzar en la necesaria mayor
coordinación de estas políticas manteniendo criterios territoriales. Por su parte, la reforma de la PAC
que se discute en estos meses y años, y que resultará en el diseño de los instrumentos a aplicar en el
periodo 2014-2020, supone también una gran oportunidad para consolidar este enfoque territorial en las
áreas rurales.
En este artículo se analiza, en primer lugar, el marco de políticas públicas en cuanto a la dimensión te-
rritorial, en el contexto de la Unión Europea, profundizando en el significado de los avances recientes en
esta materia. En segundo lugar, se analizan los elementos principales que están guiando, hasta la fecha,
la reforma de la PAC y en qué medida los planeamientos provisionales sobre esta reforma contemplan
un elemento tan importante como es esa perspectiva territorial para el desarrollo de las áreas rurales.
Las conclusiones apuntan hacia el continuismo, e incluso profundización, en lo que es la orientación
productivista de la PAC, si bien con un cierto giro ambientalista.
En tercer lugar se analiza lo que va a ser la política de desarrollo rural territorial en sentido estricto, es
decir, la continuidad del enfoque LEADER. En este sentido se destaca que el abandono en el próximo
periodo de programación 2014-2020 de la estructura por ejes del periodo 2007-2013, y su sustitución
por una estructura más simple y aparentemente más flexible y potente, permitirá (aunque siempre depen-
diendo de las dotaciones presupuestarias finales) profundizar y consolidar LEADER como el principal
instrumento para la aplicación de estrategias de desarrollo local en áreas rurales. En este contexto, en
los próximos años se abren posibilidades de cooperación entre zonas rurales y urbanas, en ambos casos
bajo el enfoque de partenariados público-privados y que apliquen estrategias de desarrollo local. Estas
posibilidades de cooperación territorial exigen amplitud de miras en los actores regionales y una eleva-
da capacidad de compromiso de cara a la puesta en marcha de esas fórmulas eficaces de cooperación y
desarrollo territorial.
Palabras clave: desarrollo rural territorial, programación comunitaria 2014-2020, reforma de la Política
Agraria Común, LEADER.
Abstract
What we’ve been calling as territorial development perspective is a rather recent phenomenon in the
context of the European Union, just two decades. In essence this perspective has focused on the local
approach to development processes in rural areas, guided mainly of instruments such as LEADER.
The need to integrate the territorial dimension of development processes comes not only from the ove-
rall success of these instruments, but also by the belief that they can be a key factor in the economic and
social cohesion within the EU. Recent advances, such as the Green Paper on Territorial Cohesion, the
approval of the Territorial Agenda 2020 and what will be the policy of cohesion for the period 2014-
2020, show the willingness of the authorities to deepen the territorial dimension of sectoral policies and
to advance in the necessary greater coordination of policies maintaining territorial criteria. On the other
hand, the reform of the CAP which is discussed in these months, which will result in the design of the
instruments to be applied during the period 2014-2020, is also a great opportunity to consolidate this
territorial approach in rural areas.
This article examines, first, the public framework policy in terms of the territorial dimension in the con-
text of the European Union, deepening on the meaning of the recent advances in this field. Second, we
analyze the main elements that are leading, to date, the reform of the CAP and to what extent this reform
includes a component as important as the territorial perspective for the development of rural areas. The
findings point to the continuity and even deepening in the productivist and environmentalist orientation
of the CAP.
Third, we analyze what is going to be the territorial rural development policy in the strict sense, ie the
continuation of the LEADER approach. In this regard we emphasize that the drop in the next program-
ming period 2014-2020 of the structure by the four axis of the 2007-2013 period, and its replacement
by a more simple, and apparently more flexible and powerful structure, will (always depending on the
final budget allocations) deepen and consolidate LEADER as the main instrument for implementing
local development strategies in rural areas. In this context, in the coming years they would be open
possibilities for cooperation between rural and urban areas, in both cases under the focus of public-
private partnerships and implementing local development strategies. These possibilities of territorial
cooperation require vision by the regional stakeholders and a high capacity for commitment towards the
implementation of these effective ways of cooperation and regional development.
Key words: Territorial rural development, 2014-2020 EU programming, CAP reform, LEADER.
1. Introducción
revisar brevemente qué aporta el nuevo marco de la Estrategia 2020 desde el punto
de vista territorial.
Efectivamente, la Estrategia 2020 constituye un marco para la acción de las ad-
ministraciones públicas en el horizonte de 2020, con el crecimiento económico
como eje central, basado en tres prioridades, que éste se base en el conocimiento y
la innovación, que sea más sostenible, y que sea integrador. Esta última prioridad
implica una economía con elevado nivel de empleo, con el objetivo último de la
cohesión económica, social y territorial. El que la cohesión territorial esté en la
base misma de la Estrategia pone de manifiesto el firme convencimiento de que la
articulación territorial constituye un factor estratégico en la senda de ese crecimien-
to integrador.
La Estrategia 2020 se ha proyectado en diez Directrices Integradas, pero curio-
samente ninguna recoge de manera explícita la cohesión territorial. Es cierto no
obstante que varias de tales directrices pueden y deben contribuir a la cohesión
territorial, de manera más o menos directa según los casos. Es el caso de la direc-
triz número 6, centrada en la mejora del entorno de las empresas y consumidores
para la modernización de la base industrial; la número 7, sobre el aumento de la
participación en el mercado laboral y la reducción del desempleo estructural; las
directrices número 8 y 9, sobre cualificación de los trabajadores en función de las
necesidades del mercado laboral, el aprendizaje permanente y la mayor formación
superior; o la directriz número 10 sobre la inclusión social (European Commission,
2010b, 2010c).
La dimensión territorial de la Estrategia 2020 parece evidente, aunque tiene sin
duda un recorrido más amplio del que aparece explícito, y de ahí que desde dife-
rentes ámbitos se haya insistido no sólo en la necesidad de mantener la atención
sobre esta cuestión, sino que se ha planteado cómo avanzar de manera más eficaz
dimensión territorial. Y aquí podemos hacernos eco de los planteamientos del Co-
mité de las Regiones, que en su primer informe de seguimiento indica que “la UE
entrará en la senda del crecimiento inteligente, sostenible e integrador únicamente
si da a Europa 2020 una dimensión territorial, es decir, ha de tener en cuenta las
diferencias existentes entre los puntos de partida de cada territorio como con-
dición necesaria para alcanzar la cohesión territorial”(Comité de las Regiones,
2010). Además de un llamamiento para una simplificación administrativa y dota-
ción suficiente de recursos financieros para que las acciones de cohesión territorial
se concentren en las áreas menos desarrolladas, el Comité se hace eco de un aspecto
fundamental, la hasta ahora nula o insuficiente evaluación –que ha de ser en cual-
quier caso más sistemática– del impacto territorial de las políticas relacionadas con
Europa 2020 (y podríamos añadir, también de otras muchas políticas europeas y
nacionales). Pero lo que nos parece más importante en las aportaciones del Comité
de las Regiones es el papel que han de tener los pactos territoriales.
Efectivamente, se propone la generalización de la fórmula de pactos territoriales
como instrumento para formalizar y hacer operativa la cooperación multinivel –no
sólo en el ámbito de la cohesión territorial–, adaptándose a las condiciones de cada
estado, pero siempre con el objetivo central de establecer acuerdos vinculantes
Pero sin duda lo que en el futuro más inmediato de las áreas rurales europeas va
a tener más influencia, incluida la mayor o menor aplicación de la perspectiva te-
rritorial, es todo el proceso de reforma de la Política Agraria Común en el que nos
hayamos inmersos, y que va a cristalizar muy pronto con la aprobación definitiva de
lo que será la estructura de la programación comunitaria para el periodo 2014-2020.
estamos ante la fase de diseño definitivo del próximo periodo de programación co-
munitaria 2014-2020, que ha actuado a modo de catalizador de todos estos análisis,
a fin de informar y aportar más elementos de juicio para el rediseño o reforma de las
diferentes políticas, y especialmente de la PAC (Esparcia y Escribano, 2011).
Efectivamente, la PAC en general, y el desarrollo rural en particular, no han sido
ajenos a este marco de debates amplios y profundos. Es más, podría decirse que es
uno de los ámbitos en los que los debates vienen estando más presentes, muestra de
lo cual han sido la Conferencia de Limasol sobre desarrollo rural en 2008 (Comisión
Europea, 2008b) y el más reciente debate lanzado por el Comisario Dacian Ciolos
en 2010. En la Conferencia de Limasol se plantearon reflexiones en cinco grandes
ámbitos. En primer lugar, sobre la necesidad de adecuar la agricultura europea al
marco de competencia global (con la vista puesta en la innovación y la creación de
empresas, las energías renovables, etc.). En segundo lugar, sobre la adaptación de la
agricultura y las actividades forestales al cambio climático (y la necesidad de valorar
los impactos regionales así como el análisis de potenciales respuestas). En tercer
lugar, sobre la gestión de la tierra en las zonas rurales y la oferta de bienes públicos
(con especial referencia a servicios ambientales en la perspectiva del desarrollo sos-
tenible). En cuarto lugar, sobre la diversidad de las áreas rurales y las estrategias para
su desarrollo socioeconómico, con especial atención a los vínculos entre áreas rurales
y urbanas y siempre en la perspectiva de la cohesión territorial y de la contribución
del desarrollo de las áreas rurales a la cohesión económica y social. Y por último,
sobre la gestión del desarrollo rural, la mejora de los instrumentos de gobernanza y
de la cooperación en red.
Pero más recientemente, en abril de 2010, el debate ha sido trasladado por el co-
misario Dacian Ciolos a todos los agentes del mundo rural, sobre el futuro de la
PAC, aspecto que en todo caso no puede desligarse del también importante debate de
los objetivos comunitarios en el marco de la Estrategia 2020. Se pretendía que este
debate público se centrase en las razones que justifican la PAC, los objetivos que
tiene la sociedad europea respecto de la agricultura –y los espacios rurales–, el por
qué reformar la PAC, y en qué medida ésta puede dar respuesta más adecuada a las
expectativas que tiene la sociedad y qué instrumentos necesitamos para la futura PAC
(European Commission, 2011b).
En lo que respecta al desarrollo rural se han realizado una serie de aportaciones
desde sectores que van desde los consumidores hasta las organizaciones de produc-
tores, pasando por las redes de desarrollo rural y un buen número de científicos y
expertos. Aunque obviamente las posiciones no siempre han sido coincidentes, hay
unas orientaciones generales bastante claras (algunas de las cuales han sido recogidas
en los planteamientos para la PAC del periodo 2014-2020):
Como puede observarse no estamos ante posturas rupturistas sino más bien de lo
que podríamos calificar como reformista moderado, en la medida en la que todos
los actores coinciden en la necesidad de introducir mejoras, pero sin cuestionar el
modelo actual. Las posturas más avanzadas plantean la posibilidad de un tercer
pilar en el que, sin perder los vínculos con la PAC, pudieran tener cabida los fondos
estructurales, aplicados con el objetivo común del desarrollo rural. Un paso más,
aunque planteado de manera tímida y por un reducido número de actores, sería el
cambio de perspectiva a la hora de diseñar estrategias de desarrollo, que deberían
ir más allá de la escala local o del estricto ámbito rural, para pasar a considerar
estrategias de carácter regional. Pero no hay un planteamiento claro que defienda
la vinculación del desarrollo rural a estrategias de desarrollo regional y ordenación
territorial, con una mayor conexión entre áreas rurales y urbanas, y éste es preci-
samente un aspecto que en nuestro país sí ha tenido un cierto eco, al menos en el
marco de los planteamientos del Libro Verde sobre la Cohesión Territorial.
Por su parte, los actores más vinculados al modelo LEADER, en una actitud que
podríamos calificar también como conservadora (a la vez que, probablemente, rea-
lista), no plantean grandes cambios sino principalmente algunos ajustes, en lo que
se considera una profundización del método, señalando la necesidad de ampliar su
ámbito de aplicación en cuanto a actividades.
Utilizando buena parte de estas contribuciones, la Comisión elaboró su Comuni-
cación sobre la PAC en el Horizonte 2020 (Comisión Europea, 2010d). En la misma
se plantean tres grandes objetivos estratégicos: centrar esfuerzos en torno a una
producción alimentaria viable (abordando aspectos como la renta agrícola, compe-
titividad, cadena alimentaria, etc.); la gestión sostenible de los recursos naturales y
acciones de mitigación del cambio climático (prácticas de producción sostenible,
bienes públicos medioambientales, crecimiento verde con una elevada componente
de innovación); y el desarrollo territorial equilibrado de las zonas rurales. Este últi-
mo objetivo es el que está más vinculado al desarrollo rural, con tres subobjetivos
o aspectos clave: en primer lugar, el apoyo al empleo rural y el mantenimiento del
tejido social en las zonas rurales; en segundo lugar, la mejora de la economía rural
y la diversificación, contando para ello con los agentes locales y la utilización de
otros recursos locales. Y en tercer lugar, el apoyo a la diversidad estructural de los
sistemas agrícolas (lo que en gran parte puede interpretarse como apoyo a la agri-
cultura familiar), con mejoras en las condiciones de las pequeñas explotaciones y
el desarrollo de los mercados locales.
ciencia, más aún en un contexto de crisis y limitación de recursos como la que esta-
mos viviendo). Es decir, se va a insistir mucho más en los resultados, y para ello se
prevén objetivos cuantificados tanto a nivel de UE como, sobre todo, de programa. Y
lo que parece más importante, se está estudiando que estos objetivos estén acompa-
ñados por un sistema de incentivos, bautizado ya como “reserva de eficacia”, que im-
plicaría que una parte de las ayudas estarían en función de los resultados obtenidos,
es decir, de la eficacia en la consecución de los objetivos previstos.
En cuanto a la estructura prevista la Comunicación plantea que se debería conti-
nuar con los dos pilares, pese a que en la consulta pública fueron muchas las voces
que planteaban la posibilidad de tres pilares (obviamente no se ha querido abrir la
posibilidad de un tercer pilar, ni tampoco que el desarrollo rural pudiese gestionarse,
ni siquiera parcialmente, desde otra Dirección General diferente a la de Agricultura).
En esta estructura continuista han coincido no obstante el Consejo, el Parlamento
Europeo y el Comité de las Regiones. Las funciones de cada uno de los dos pilares
sería similar a la actual, con un carácter plurianual, programado y contractual en el
caso del segundo pilar. Esta estructura en dos pilares previsiblemente no va a sufrir
cambios significativos, porque está también presente en los tres escenarios posibles
que se contemplan desde la Comisión, si bien el equilibrio entre los dos pilares varía
en cada uno de los tres escenarios (que son los que se han planteado para su debate en
estos meses y por tanto sobre los que aún no hay decisiones definitivas) (Tabla 2). El
escenario que a priori resultaría más “beneficioso” para el desarrollo rural es también
el más ambicioso y el que implicaría una reforma más en profundidad de la PAC, con
recortes importantes en el apoyo a la renta (aunque graduales) y muy importantes en
el caso de las medidas de mercado. Pero hay que tener claro que esta inclinación de
la balanza hacia el segundo pilar estaría centrada más en los objetivos ambientales y
los relacionados con el cambio climático (para entendernos, básicamente el Eje 2 del
periodo 2007-2012), y no tanto con el desarrollo local territorial (Ejes 3 y 4).
Este escenario tiene enfrente a los grandes lobbies de productores agrarios, que
abogan por un escenario diferente, que sea mucho más continuista y que implique
solo adaptaciones parciales pero con el objetivo claro de asegurar la continuidad y
estabilidad de la PAC tal como está concebida en la actualidad; el segundo pilar ten-
dría aquí cabida para albergar todas las ayudas de tipo ambiental, y posiblemente con
menor énfasis las referidas a la innovación.
Pero para los agentes vinculados al desarrollo rural territorial (actuales Ejes 3 y 4),
posiblemente ninguno de esos escenarios sea el más favorable. Habría que ir a lo que
la propia Comunicación considera como escenario de tipo intermedio, que implicaría
reajustes importantes en el primer pilar a través de medidas específicas, pero tam-
bién un planteamiento más claro de cómo las zonas rurales pueden contribuir a los
objetivos de la Estrategia 2020 de crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo. En
particular, y además de la importancia que tendrían las ayudas al medio ambiente y
las destinadas a paliar los efectos del cambio climático, en este escenario se contem-
plarían actuaciones decididas en dos grandes ámbitos, la reestructuración productiva
y apoyo a la innovación, por un lado, y la promoción de iniciativas regionales y lo-
cales, por otro.
1,69 billones del periodo 2007-2013). En ese presupuesto se deja claro que la PAC
tendrá una estructura muy similar a la actual, con dos pilares, que suman el 96 % del
presupuesto, quedando una cantidad adicional para aspectos como seguridad alimen-
taria, reserva para crisis agrarias, Fondo de Globalización, etc. (Tabla 2 y Fig. 1).
Respecto del periodo anterior, lo más destacable de la propuesta presupuestaria de la
Comisión (que obviamente puede diferir, incluso de manera significativa, de la que
finalmente adopte el Consejo), es el crecimiento en el Segundo Pilar, que continúa
ganando peso en el conjunto de la PAC, en detrimento del Primer Pilar. Las funciones
de ambos pilares no sufren variaciones de importancia, con un primer Pilar centrado
en el apoyo directo a los agricultores y a las medidas de mercado, y un segundo Pilar
muy centrado en la dimensión ambiental por un lado, la mejora de la competividad
de los sectores agrícola y forestal, y la promoción de la diversificación de la activi-
dad económica y la calidad de vida en las áreas rurales. Manteniendo las prioridades
comunitarias, los Estados miembros tendrán flexibilidad en el diseño de las medidas
de este segundo Pilar (para adaptarlas a las necesidades regionales y nacionales),
habiendo de cofinanciar el coste de las mismas (si bien la tasa de co-financiación
comunitaria será mayor en las regiones más pobres de la UE, contribuyendo así a los
objetivos de cohesión).
100% 30%
90%
25%
80%
70%
20%
60%
50% 15%
40%
10%
30%
20%
5%
10%
0% 0%
2000-2006 2007-2013 2014-2020
(1): Los % del 1er y 2º Pilar están en relación al total de la PAC, y el total de la PAC es el %
sobre el presupuesto comunitario. En el presupuesto de 2014-2020 hay un 4% del presupuesto
de la PAC que está fuera del 1er y 2º Pilar.
Fuente: 1) 2000-2006: Diario Oficial de la Unión Europea (2003); 2) 2007-2013: Diario Ofi-
cial de la Unión Europea (2006); 3) 2014-2020: European Commission (2011c, 2011d).
manera ni clara ni explícita (ver Tabla 2). Desde el punto de vista del desarrollo rural,
sigue siendo no obstante preocupante que, a diferencia de los pagos directos y de
las medidas de mercado, los documentos que acompañan y justifican a la propuesta
de presupuesto no entren ni siquiera en los detalles que se recogen en el documento
sobre reforma de la PAC (Comisión de las Comunidades Europeas, 2010). Así por
ejemplo, no se habla de aspectos tan importantes como las iniciativas locales (que
forman parte de ese segundo escenario), ni por supuesto de otros aspectos como la di-
versificación y la calidad de vida, que aparecían ya muy diluidos en la comunicación
sobre reforma de la PAC (por no citar otros como la articulación funcional de áreas
rurales y urbanas, aspecto estratégico sobre el que desde otros ámbitos, como el de la
cohesión, se había generado un cierto acuerdo).
Por tanto, a fecha de hoy, mientras ya se van despejando algunas dudas de cómo
será la PAC del periodo 2014-2020 en lo que respecta a los pagos directos y las
medidas de mercado, siguen las incertidumbres sobre cómo se va a plantear el desa-
rrollo rural, y seguramente será en el segundo semestre de 2011 y principios de 2012
cuando se defina con cierta precisión este ámbito tan fundamental de la reforma de la
PAC. Y en este sentido, fijarnos en ese 23% del presupuesto disponible (si se aprueba
la propuesta de la Comisión, con casi 90.000 millones de Euros), tampoco ofrece
demasiadas pistas, porque pese a ser una cantidad significativa la clave está en qué
medidas concretas se establecen, cómo se articulan y, por supuesto, con qué enfoque
se aplican. Parece lógico pensar que parte de este crecimiento en el presupuesto se
justifica por el hecho de que pasan al ámbito del desarrollo rural algunas de las medi-
das que tradicionalmente han estado en el primer Pilar. En todo caso, para los actores
rurales es también preocupante que el tan difundido enfoque territorial del desarrollo
rural no se haya recogido de manera más clara en esos documentos.
Y aquí es donde hay que hacerse eco del único documento que permite albergar
esperanzas sobre, al menos la continuidad, del enfoque territorial, el borrador de pro-
puesta que ha elaborado en estos últimos meses la Comisión Europea, sobre el Regla-
mento de Apoyo al Desarrollo Rural del FEADER (European Commission, 2011e).
el medio rural, pero que puede decirse que en gran parte ha constituido un fracaso,
al menos en tanto que aproximación entre sectores y actores (ejes). También puede
considerarse prácticamente como fracaso el intento de que los Ejes 1 y 2 se impreg-
nasen parcialmente de la filosofía LEADER. En algunos casos, como es sabido, esa
posibilidad y reto que la Comisión Europea puso sobre la mesa de los actores rurales
no solo no fue aprovechada, sino que ha generado más de un enfrentamiento y ten-
siones latentes entre diferentes colectivos. Por tanto, parece lógico que en este nuevo
Reglamento se vuelva a una estructura más simple (sectorial-territorial) y en todo
caso menos ambicioso y a la vez posiblemente más eficaz en su aplicación.
Las directrices estratégicas se sustituyen ahora por un marco estratégico común,
que tendrá su continuidad en los marcos nacionales, con los Contratos de Inversión y
Cooperación1. Como complemento tendríamos los programas operativos, que consti-
tuyen las principales herramientas de gestión en la medida en la que transforman los
documentos estratégicos en prioridades concretas de cara a la inversión, con objeti-
vos claros y cuantificables.
Una novedad importante es la reserva de eficacia, también planteada en el marco
de la política de cohesión pero adoptada en la política de desarrollo rural (entre otras),
como estímulo para avanzar en los objetivos establecidos (tanto los más generales de
Europa 2020 como, en su caso, los de carácter nacional relacionados con ellos). A fal-
ta de una definición más precisa, la reserva de eficacia consistirá en un pequeño por-
centaje del presupuesto que se asignaría en función de la consecución de los objetivos
previstos (y por tanto a partir principalmente de las revisiones intermedias). Esta
asignación se realizaría a los estados y/o regiones que hubiesen contribuido en mayor
medida a tales objetivos, en función a su punto de partida. La reserva de eficacia es
una idea novedosa y sobre todo aparentemente muy interesante, pero obviamente su
importancia real radicará, por un lado, en el porcentaje del presupuesto que se reserve
y el montante total que suponga, y por otro en el rigor de los mecanismos de valora-
ción y distribución, en su caso, de los logros alcanzados por los diferente programas,
y estos son aspectos que a fecha de hoy no están aún suficientemente claros.
El nuevo Reglamento sustituye los ejes por el énfasis en las medidas. Contempla
dos grandes tipos de medidas, las de carácter específico y LEADER. Bajo el epí-
grafe de “medidas específicas” el nuevo Reglamento reúne prácticamente todo lo
que hasta ahora teníamos en los ejes 1, 2 y parte del eje 3 (sobre todo las medidas
más orientadas a los actores públicos): transferencia de conocimiento e información;
asesoramiento y servicios a las explotaciones; productos agrícolas de calidad; inver-
siones físicas; recuperación del potencial agrícola o forestal afectado por desastres
naturales y medidas de prevención; desarrollo de explotaciones –jóvenes agriculto-
res, pequeñas explotaciones, etc.- y apoyo a actividades no agrarias –empresas- en
áreas rurales; servicios básicos y renovación de pueblos en áreas rurales; viabilidad
de áreas forestales y forestación de tierras, establecimiento de sistemas agroforestales
1
Recordemos que estas novedades en la programación se sugerían ya en el Quinto Informe sobre
la Cohesión Económica, Social y Territorial (European Commission, 2010) y que serán incorporados
a la nueva Política de Cohesión, pero también se sugerían como adecuados para incorporarse a otras
políticas, para responder así a los objetivos de cohesión de manera coherente e integrada.
autoridades regionales para, con los recursos disponibles, diseñar y poner en marcha
este desarrollo territorial inteligente.
7. Reflexiones finales
8. BIBLIOGRAFÍA