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- Entre la 1 y las 5
Adelante: Utiliza los cuadriceps para empujar hacia delante el pedal hasta llegar a las 3.
Abajo: Los cuadriceps van dejando su trabajo a los glúteos que con gran potencia
empujan hacia abajo durante el recorrido.
Atrás: Utiliza los gemelos para extender el pie y empezar a superar el punto muerto de la
pedalada (situado a las 6).
Esta es una posición de tránsito, pero es la zona que puede marcar la diferencia. Aplicar
correctamente la fuerza en esta zona ayudará a la otra pierna a comenzar con más inercia
su recorrido. No puedes empujar hacia abajo, malgastarás fuerzas, empuja hacia atrás.
Atrás: Emplea los isquiotibiales, y levantando el tobillo para que los dedos "arrastren" el
eje, conseguirás hacer fuerza en el mismo sentido que el pedal.
Es una zona de apoyo, donde manda la pierna contraria (que está entre la 1 y las 5, la
zona donde se aplica mayor fuerza). En esta zona, habrá dos vectores de fuerza.
Atrás: Sigue tirando hacia atrás con los isquiotibiales, no podrás hacer mucha fuerza
(más hace el cuadriceps de la pierna contraria) pero notarás cómo se agiliza la pedalada,
lo que redundará en un pedaleo más redondo.
Arriba: Una vez superada las 9, utiliza los flexores de la cadera para impulsar hacia arriba
el pedal. Al igual que en el paso anterior, no notarás un gran aporte de potencia (el glúteo
de la otra pierna está en acción), pero sí verás su contribución a conseguir un pedaleo
fluido. Levantar los dedos del pie te ayudará a llevar el pie hacia la posición más alta de la
zona de pedaleo.
- Entre las 10 y al 1
¿Y en cuanto a la cadencia?
- ¿Qué es mejor?
Cuando estamos más flojos o "apajarados", resulta más eficaz mover más desarrollo
(predominando el trabajo muscular), que elevar la cadencia de pedaleo, que elevaría las
pulsaciones pese a que el desarrollo sea más suave. Al mejorar la forma física
apreciaremos los beneficios de un pedaleo vivo, con una cadencia que ronde las 70-80
revoluciones por minuto, reduciéndose el esfuerzo muscular y permitiéndonos cubrir más
kilómetros y cada vez en menos tiempo.
Al margen del pedaleo habitual, hay zonas que requieren que variemos la cadencia con
el fin de asegurar tracción, mejorar el equilibrio, etc.
Cadencia alta: En zonas muy técnicas y yendo a poca velocidad en llano o en subida, la
cadencia alta impedirá que perdamos el equilibrio y podremos reaccionar más rápido ante
imprevistos, como cambiar de trazada, superar un escalón o acelerar para afrontar con
velecidad un tramo pedregoso. Recuerda la última vez que cruzando un río metiste el pie
en el agua o cuando subiendo por un bosque te quedaste bloqueado al no poder evitar
una prominente raíz. Probablemente esto te ocurrió porque al ir atrancado, no pudiste
hacer más fuerza con las piernas para dar el decisivo golpe de pedal que te sacase de
esa comprometida situación, o para poder detenerte y volver a arrancar con agilidad.
Cadencia baja: Tener desarrollo es fundamental para tener tracción, ya sea subiendo por
un terreno que ofrezca poca tracción, cuando pedaleamos de pie sobre los pedales o
cuando curveamos a gran velocidad (ya sea en llano o en bajada). La tracción de la rueda
trasera es fundamental para "agarrarnos" a la ruta y no perder la trayectoria. Sucede lo
mismo cuando vas en coche y al tomar una curva reduces una marcha. Si dejas el coche
en punto muerto, no tendrás una tracción que te agarre y el no salirte de la carretera
dependerá enteramente de los neumáticos. Además, a la salida de la curva perderás
mucho tiempo por no tener desarrollo para salir de ella con fuerza y velocidad.