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Nacimiento y desembocadura
En 1524 el conquistador Hernán Cortés le envió una carta al emperador Carlos V de España
exponiéndole: "el que posea el paso entre los dos océanos podrá considerarse dueño del
mundo."
Sus palabras determinarían el destino de Nicaragua, ya que desde ese momento decenas de
expediciones fueron enviadas en busca del codiciado "estrecho dudoso" que conectara
océano con océano. Ese mismo año, inició la colonización de Nicaragua, con la fundación
de las ciudades de Granada –en el oriente– a orillas del Gran Lago de Nicaragua o
Cocibolca y Santiago de los Caballeros de León –en el occidente– junto al Lago de
Managua o Xolotlán.
El río San Juan de Nicaragua fue navegado en 1525 por el conquistador español Ruy Díaz,
quien fracasó en su intento por explorarlo pero le dio el nombre de "el Desaguadero".
Catorce años después el capitán Alonso Calero, al mando de 139 hombres de los que sólo
sobrevivieron nueve realizó la expedición iniciada en 1538, bautizándolo como San Juan
por haber tomado posesión de su territorio un 24 de junio de 1539, en la festividad de San
Juan Bautista. Alonso Calero, escribió ese mismo año, lo siguiente:
Cruzamos el Gran Lago con muchas peripecias. Nuestro bergantín enfiló hacia la
unión de dos ríos en lo que parecía el final de esta Mar y Dulce (...) el desaguadero
del mar interior y la salida al Caribe y a España. Pronto los rápidos nos obligaron a
seguir a pie. Las Selvas eran impenetrables. Era difícil avanzar, el barro nos llegaba
hasta las rodillas y los mosquitos de la malaria no nos dejaban descansar. No
debíamos detenernos, habíamos venido de tan lejos a estas tierras tan ricas y
difíciles de conquistar.
Nicaragua llegó a ser codiciada por las potencias imperiales de la época, a causa de sus
recursos naturales, pero principalmente por la posibilidad de aprovechar el curso del
caudaloso Río San Juan de Nicaragua como ruta de tránsito entre el Atlántico y el Pacífico.