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Universidad Nacional de La Rioja.

Departamento de Humanidades.

Profesorado en Letras.

Taller de Lectura y Producción de Textos Académicos.

Marcela Victoria Ruiz

marcelavictoria.ruiz@hotmail.com

UNLaR.

Patagonia viva: un análisis de la naturaleza en Los nutrieros.

Resumen:

La literatura regional patagónica, así como de otras regiones del país, es tomada como un apartado
que no corresponde a las características propias de la literatura nacional, la cual no es sino
una construcción ficticia conformada por escritores de la zona rioplatense. En el siguiente
trabajo se identificará y analizará en Los nutrieros de Rodolfo J. Walsh, el rol que desem-
peña la naturaleza: el carácter central, condicionante y animista, así como también su in-
fluencia psicológica sobre los personajes del relato, fundamentalmente Chino Pérez, hasta
el punto de la fusión hombre-naturaleza.

En un primer momento, nos detendremos a esclarecer conceptos básicos como: literatura nacional
y regional, animismo, entre otros. Luego nos adentraremos en el trabajo de observar la
descripción del paisaje en el relato, resaltando su personificación y su función de espejis-
mo; después, la fusión con los personajes: su influjo en Chino Pérez, primero; y posterior-
mente, se tratará cómo afecta a Renato. Por último, se explicará qué problemática intenta
plantear el cuento a través de la naturaleza. En base esto, se definirá cómo y por qué Los
nutrieros forma parte de la literatura regional de la Patagonia argentina.

Palabras claves: animismo, fusión, introspección, literatura regional, naturaleza.


Introducción

La literatura regional patagónica, así como la literatura de otras regiones del país, es tomada como
un apartado, un elemento aislado, que no corresponde a las características propias de la li-
teratura nacional, la cual no es sino una construcción ficticia conformada por escritores de
la zona rioplatense. Entonces, la cultura nacional argentina no es algo homogéneo, como
desea o pretende la literatura de este selecto sector, el rioplatense, sino que a lo largo y an-
cho de su territorio encontramos diversas (sub)culturas, con obras literarias propias que re-
flejan el modo de vida, las costumbres y tradiciones, las problemáticas, los personajes típi-
cos y demás rasgos característicos de determinada región.

Consideramos particular el caso de la literatura patagónica debido a que su ubicación geográfica y


baja densidad de población la convierten en una (sub)cultura todavía más marginada. Es
por ello que nos parece valioso abocarnos al análisis de la obra seleccionada y más aún re-
saltar por qué este cuento de Rodolfo J. Walsh, quien escribió parte de su obra en Buenos
Aires, integra el cuerpo literario cultural de la Patagonia argentina.

La noción de literatura regional puede ser, y es, malinterpretada múltiples veces en dos sentidos:
uno es en cuanto a la integración de lo regional dentro de lo nacional y el otro en cuanto al
concepto propio de literatura regional. Aún hoy en día, hay sectores que no consideran a lo
regional como parte de lo nacional sino que “lo regional surge como una de las expresiones
de lo nacional” (Salem, 2008: 14), la literatura regional es soslayada, llevada a un segundo
plano, despojándola de su valor. Nosotros, en cambio, consideraremos que la literatura na-
cional acoge en su seno a distintas expresiones literarias que responden a particularidades
regionales propias. Estas literaturas, por muy diferentes que sean entre sí, están unidas por
un mismo lenguaje, por un pasado, y un interés político y social común, entre otros ele-
mentos, que desdibujan las brechas que hay entre ellas, pudiendo así, agruparlas y denomi-
narlas “lo nacional”.

En cuanto al concepto de literatura regional, puede establecerse una relación entre el mismo y las
nociones de suelo y geocultura, otorgados por Kush (2000). El suelo es una clase de domi-
cilio existencial, es lo que constituye la cultura, entendida como un molde simbólico, que
“deforma la intuición de lo absoluto” (Kush:257), es decir, que el suelo modifica lo arbitra-
rio, impuesto por otra región dominante, si se quiere, “es la restitución de un molde real, ya
que lo absoluto es tal siempre para otro suelo, no para el nuestro” (Kush, 2000:257-258).
Es lo que sucede con la literatura rioplatense, que procura instalarse como la literatura na-
cional, lo que representa la cultura de Argentina, y es “deformada” por las diferentes re-
giones del país, que rompen ese absoluto estableciendo maneras y tópicos propios, con-
formando su propia literatura. Esto va de la mano con la noción de geocultura, es decir,
que un pensamiento, o forma de pensar, está condicionado por el lugar desde donde se lo
produce, va en contra a la posibilidad de un saber absoluto que propone el pensamiento oc-
cidental.

La literatura patagónica, además de sufrir la marginación por parte de la metrópolis, es un caso


particular, ya que su ubicación geográfica al sur del país y su baja densidad poblacional la
convierten en un espacio aún más relegado. De su legado cultural literario hemos seleccio-
nado Los nutrieros, un cuento de corte político-social publicado en junio de 1951 en la re-
vista Loeplán, escrito por Rodolfo J. Walsh (Lamarque, Río Negro 9 de enero de 1927 –
desaparecido en Buenos Aires 25 de marzo de 1977), periodista, escritor y traductor. En el
mismo, nos parece pertinente analizar la función y el carácter de la naturaleza, o del paisa-
je, ya que desarrolla un papel fundamental, fusionándose con los personajes y otorgándole
al relato el misterio y la incertidumbre que lo define, de manera que la naturaleza adquiere
atributos de espejismo y de animismo; es decir, la naturaleza, en el cuento, se presenta co-
mo un ente, que tiene alma, vida y puede realizar acciones humanas, además de reflejar el
sentir y pensar de los personajes.

En Los nutrieros, así como en otros cuentos que conforman la obra de Walsh, “el hombre se halla
solo ante la inmensidad, se torna silencioso e introspectivo, y los eternos interrogantes so-
bre el sentido del vivir se trasladan al paisaje” (Paletta, 2010). Se describe al paisaje como
algo inconmensurable, de suma belleza, dotada de vida, superior al hombre:

“El agua había tomado un color plomizo, y en el oro verde de los juncos se alar-
gaban las primeras sombras. Por los confines de la laguna, ensimismada en la
quietud vesperal, entre las últimas barreras de juncos, flotaban a ras del agua nu-
becillas de vapor.” (Walsh, s/d: 1).

Tienen un papel importante también la presencia y descripción de los sonidos, naturales o artifi-
ciales, y otros elementos de la naturaleza que no necesariamente forman parte del paisaje,
pero sí colaboran a crear una atmósfera determinada, como el viento:
“El viento soplaba de la costa, peinando los juncos. Un cencerro trasudaba gotas
de sonido en las manos heladas del aire. Y se hizo de pronto, a lo lejos, la noche
de los perros, de los tiros, del odio desatado como una llamarada. Chino Pérez oyó
las voces sordas que el encono aceraba. Se las traía el viento, acres y feroces como
mordeduras. Después fue el silencio, más súbito, más grande y terrible que antes.
El silencio de la laguna, preñado de misterio.” (Walsh, s/d: 3).

Por otro lado, la naturaleza influye al hombre, volviéndolo introspectivo, meditabundo, guiando,
incluso, el desarrollo de las acciones en la narración. La naturaleza invita al silencio, a la
soledad, al aislamiento, y esto va de la mano con la figura de los trabajadores que, en la li-
teratura patagónica, son personajes solitarios, que viven en condiciones indignas, explota-
dos, miserables, pobres, “no son reconocidos como el resultado de un proceso de construc-
ción social...” (Salguero, 2011: 6). Se emplea aquí un ideal romántico: la fusión entre na-
turaleza y personaje, hasta el punto en el que no puede definirse claramente quién influye a
quién.
La fusión naturaleza-personaje se da primordialmente en Chino Pérez, el autor del robo y el asesi-
nato, quien se ve afectado por el paisaje de manera psicológica y sensorial: “en el fondo
del juncal gritó la nutria; era un grito quejumbroso, como el gemido de un ser humano.
Chino Pérez se levantó el cuello del saco, como si tuviera frío.” (Walsh, s/d: 2). Vemos
aquí además, el juego que el autor realiza con el sonido de un animal, el gemido de la nu-
tria, y con el sonido de un humano, otorgándonos otro ejemplo de animismo y personifica-
ción de la naturaleza.
Mientras afuera es de noche, los botes se balancean, la laguna parece infinita, el silencio es pro-
fundo, Chino Pérez se muestra callado, reflexivo, absorto, e incluso temeroso.

“Chino Pérez hundía el remo silencioso y el bote quebraba el espejo terso y pulido
del agua. Dormía la laguna profunda de ecos y rumores. Las cejas de los juncales
se destacaban nítidas y oscuras. Chino Pérez no siguió el camino de costumbre.
Un miedo supersticioso y agudo le aleteaba en la sangre.” (Walsh, s/d: 3).

En este párrafo, también, podemos identificar la personificación de los juncales al atri-


buirle un rasgo humano (cejas) y la animalización de los sentidos: el miedo es capaz de
aletear.
Renato, el otro personaje del cuento, no recibe una influencia constante de la naturaleza a lo largo
del relato, pero sí se encarna en él la naturaleza, o más bien un elemento de ella, la Tierra,
como un factor condicionante, abstracto, que se lleva dentro. La Tierra marca, determina, y
no se puede escapar al destino que ella delimita; también une a los vivos y a los muertos,
ya que ambos poseen el mismo final.

“Su padre había querido tener un tractor. Toda su vida había querido eso. Ahora
estaba muerto, en medio del campo, y los tractores pasaban por encima de sus
huesos(...) El espejismo había renacido en el hijo, más torturado y violento: para
hacerlo realidad a la fuerza, se había metido a nutriero (...) Renato, acaso sin sa-
berlo, tenía la tierra metida en todo el cuerpo, como sus padres y sus abuelos.”
(Walsh, s/d: 2).

El hombre de campo desea un tractor, y este tractor no es solamente eso, sino que es una metáfora
de progreso, es la aspiración a algo mejor. El padre de Renato había pasado su vida ansian-
do progresar, pero no lo logró. Murió en el campo, en la tierra de donde vino y los tractores
aplastan ahora sus restos. Murió sin crecer, sin progresar, sin obtener algo mejor, murió sin
estrellas. Esta ambición se traspasó, como si de genética se tratara, a Renato, su hijo, quien
se propuso cumplirla a la fuerza, sellándose a él mismo al destino compartido con sus pa-
dres y sus abuelos: fallecer en el fracaso, en la pobreza, en el olvido.

Esta situación de aislamiento y encasillamiento nos remonta a una problemática reiterada en los
cuentos de Rodolfo Walsh, la de los desplazados del sistema, presentado metafóricamente
en estos hermanos instalados en un lugar remoto, incierto, oscuro, atormentados por su pa-
sado, violentos, ensañados, al servicio de otro (de quien no se conoce identidad) y en la es-
pera a que les den el dinero correspondiente por su trabajo para poder retirarse de ese lugar
y cumplir sus metas. Esta idea de marginación social y de dependencia se refuerza con el
hecho que a Chino Pérez y a Renato, quienes son los anónimos del sistema, se les conoce
el nombre, sin embargo, el anónimo en la historia es en realidad la persona para quien ellos
trabajan. Esta problemática se explicita en Chino Pérez, quien comete un crimen, robando
un remolque y, para conseguirlo, asesina a su propietario.

El paisaje se presenta enigmático, magnífico y posee un papel principal en el relato, esto es una
característica particular de la literatura patagónica. “La Patagonia y su literatura son empu-
jadas a representar, en el sentido teatral del término, una región inmensa, solitaria y uni-
forme, con paisajes desmesurados y hombres empequeñecidos” (Mellado, 2010: 14). Asi-
mismo, la naturaleza sirve para reflejar, no tan sólo los sentimientos y pensamientos del
personaje, sino también para proyectar en ella distintas problemáticas sociales o políticas.
Los tópicos comunes de las obras literarias patagónicas son “la nostalgia, la soledad, las
inclemencias, etc.” (Salguero, 2011: 10), temas que son beneficiados por el recurso estilís-
tico del silencio, lo no dicho, lo supuesto. En Los nutrieros está presente en los comenta-
rios, pensamientos o preguntas realizadas por los personajes y que el lector no logra desci-
frar fácilmente. Este recurso se ve favorecido por la falta de diálogo, o por los diálogos
fragmentados y carentes de sentido entre Chino Pérez y Renato.
“Está bien, hermanito, esta noche es la vencida - dijo Chino Pérez sin volverse...-
Ya sé que querés irte – dijo Chino Pérez. Renato no contestó. Dejó que el silencio
flotara entre ellos, separándolos, restituyéndolos a sus mundos distintos, suave-
mente, sin violencias.” (Walsh, s/d: 2).

Conclusión

Los nutrieros engloba los elementos destacados de la literatura patagónica mencionados (el papel
y carácter de la naturaleza y el paisaje, la figura del trabajador, la problemática social, “lo
no dicho”) en un cuento policial breve, intenso e impulsivo en el que la introspección y el
misterio, favorecidos por el paisaje, encarnan un papel primordial.

Finalmente, repasaremos que la determinación de una novela, un cuento o un poema como parte
de la literatura regional patagónica no está dada por el origen de quien escribe o el lugar
desde donde escribe, sino por el contenido del texto y por si el mismo se adapta a los mo-
delos literarios y culturales de dicha región, pero no como una cuestión meramente estilís-
tica o superficial, sino que encarne en el relato valores propios y que dé vida a esa región
de la que está hablando. Por lo tanto, no es relevante si Rodolfo Walsh escribió parte de su
obra fuera del sur argentino, sino que en sus cuentos, en este caso, Los nutrieros, manifies-
ta una Patagonia viva, con personajes autóctonos y con tópicos y recursos propios que jun-
to a otras obras que poseen las mismas características, conforman el acervo literario cultu-
ral de la región patagónica. Compartiremos, entonces, la conclusión a la que arriba Pablo
Cristian Salguero (2011): “Literatura Patagónica no sería una cuestión de origen o posicio-
namiento del que escribe, del que pasa sin mirar o del no está de paso. Sería cuestión de
lograr aproximarse más a contar la totalidad aunque resulte una tarea imposible de concre-
tar, casi dejando que sea la Patagonia, como un ánima, quien encarne en la frase dicha y en
lo que se esconde en lo no dicho” (11).

Bibliografía:

GRASSELLI, F. (S/d). Capítulo V en Rodolfo Walsh y Francisco Urondo, el oficio de escribir.


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MELLADO, L (2010). La Patagonia y su literatura: unidad y diversidad multiforme. Comodoro


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SALEM, V. (2008). Introducción en Cuentos regionales argentinos: Catamarca, Córdoba, Jujuy,


Salta, Santiago del Estero, Tucumán. Buenos Aires: Calihue.

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WALSH, R. (S/d). Los nutrieros. Recuperado el 16/10/14 de:


http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/walsh/los_nutrieros.htm

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