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I. Nociones preliminares
Uno de los delitos que con mayor frecuencia se denuncian a nivel policial y fiscal,
es el relativo al injusto de coacción, en donde el sujeto agente con el empleo de
violencia o amenaza, obliga a otro para que haga lo que la ley no manda, o le
impide hacer lo que ella no prohíbe. De dicha premisa, se puede vislumbrar que
el delito in estudio, protege aquella parte de la libertad de las personas,
relacionadas directamente con la libertad de comportarse y desenvolverse de
acuerdo a su real saber y parecer, de la libertad de poder conducirse con arreglo
al sistema jurídico vigente; y asimismo de no ver recortada su esfera de
desarrollo y convivencia social, por conductas o hechos de terceros, que
pretenden un fi n antijurídico, que se traduce en obligar a realizar algo que la
persona verdaderamente no quiere, o también el realizar algo, que lejos de ser
querido o no, dicha constricción –entiéndase obligación-, busca que el sujeto
pasivo o víctima realice algo que la ley no manda o le impide hacer algo que
dicha norma, no prohíbe ni limita.
Un punto aparte, pero conexo con nuestro tema, es el relacionado con los
pronunciamientos dados por el Supremo Interprete de la Constitución, respecto
a la Libertad Personal, señalando que ésta no es sólo un derecho fundamental
reconocido, sino un valor superior del ordenamiento jurídico, y que su ejercicio
no es absoluto e ilimitado; pues se encuentra regulado y puede ser restringido
mediante ley. Por ello, los límites a los derechos pueden ser impuestos por la
misma norma que reconoce el derecho; por el ejercicio de uno o más derechos
constitucionales, o por el ejercicio de uno o varios bienes jurídicos
constitucionales .
De dicho esquema ilustrativo, se advierte que el bien jurídico protegido por el tipo
penal de coacción viene configurado por la libertad de resolución y/o actuación,
dado a que con este delito se coloca al sujeto amenazado ante la elección de
tomar una determinada resolución de voluntad y llevarla a cabo, o de sufrir un
mal, lo cual presupone en la víctima la capacidad de formar libremente su
voluntad, y en consecuencia la libertad de actuación.
Y que tratándose de una tutela plural de bienes cabe añadir –afirma el autor
citado-, al de la libertad personal desde la formación de la voluntad, el de la
seguridad personal como derecho a la expectativa jurídica que suscita el
parámetro legal como estímulo al saber a qué atenerse de las personas .
Sergio Politoff, Jean Pierre Mattus y María Cecilia Ramírez, expresan que el
bien jurídico protegido es la libertad de actuación, de obrar y la seguridad
de ejercer dicha libertad en la oportunidad y dirección que se decida
libremente. El límite en la decisión acerca de la dirección u oportunidad del
ejercicio de la libertad de una persona está en no perjudicar a su semejante, así
el límite a esta libertad está en el derecho del otro19. Por tanto lo protegido en la
coacción se circunscribe a la libertad de formación de la voluntad, es decir la
libertad de elegir y valorar los estímulos, condicionamientos, motivos y
contramotivos que se presentan en el proceso en que la voluntad se va formando
para la toma de una decisión , afirmándose entonces que en el injusto de
coacción, la libertad de determinación del individuo se anula, toda vez que
únicamente le queda actuar como le es impuesto por el sujeto activo, siendo
entonces lo que se protege, la libertad de determinación del individuo .
V. Tipicidad objetiva
Por su lado, el profesor argentino Carlos Creus, nos refi ere que el sujeto activo
para este injusto, puede ser cualquier persona; pero en algunos casos, la calidad
del sujeto activo en unión con la naturaleza de la exigencia, puede cambiar el
título de la imputación, admitiéndose todos los grados de participación .
b. Sujeto pasivo:
El peruano Peña Cabrera Freyre, en un feliz alcance, señala que el sujeto pasivo
debe tratarse de una persona que se encuentre gozando de su libertad personal
y, que cuente con capacidad de goce y/o ejercicio .
Para nosotros, el sujeto pasivo del delito de coacción, esta constituido por toda
persona con capacidad para el ejercicio y goce de sus derechos reconocidos por
la ley, excluyéndose aquellos en los cuales dicha capacidad se encuentra
disminuida por cualquier circunstancia, que de alguna forma imposibilite la
recepción del mensaje amenazante o la violencia empleada, que tienda a la
anulación de su voluntad entorno a la realización o no de los actos determinados
por dicha persona, vale decir, aquellos permitidos o no prohibidos por la ley.
c. Modalidad típica
Artículo 151.- El que, mediante amenaza o violencia, obliga a otro a hacer lo que
la ley no manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe será reprimido con pena
privativa de libertad no mayor de dos años.
Como se advierte de dicho tipo penal, es menester en primer lugar, referir los
elementos constitutivos del delito sub examine, empleando para ello la ilustración
dada por el profesor César Haro Lázaro , siendo dichos elementos los siguientes:
b. Que, el agente actúe con plena voluntad para obligar a la víctima a que haga
o diga algo contra su voluntad, o le impida hacer lo que la ley no prohíbe (lo que
se traduce en dolo).
c. Que, el agente para lograr que la víctima acceda a sus requerimientos, emplee
como medio el anuncio de la amenaza, o cualquier acción, arma u objeto que
pueda intimidarla.
d. Que, la víctima acceda a los intereses del agente por temor o intimidación.
Antes de proseguir, debe de explicarse, que el obligar a otro a hacer lo que la ley
no manda, significa pues el compeler o constreñir a otra persona para que
ejecute determinadas acciones anulándose por completo su voluntad; y que el
impedir que otro haga lo que la ley no prohíbe, se traduce en no dejar hacer a
otro lo que se haya propuesto en el momento en que vaya a realizarlo o esté en
condiciones de realizarlo; en tal sentido no configura delito de coacción si se
impide hacer lo que la ley prohíbe. Retomando el discurrimiento, la violencia
supone el ejercicio de una fuerza física suficiente, que incide en el ámbito
corporal del sujeto pasivo, anulando su capacidad de autodeterminación
decisoria. Para el maestro Bustos Ramírez, la violencia puede incidir en el plano
fisiológico de la víctima o, también sobre las cosas, siempre y cuando genere el
resultado que la norma contiene como condición consumativa; dicho
reconocimiento de relevancia típica de la fuerza en las cosas presupone que esta
hipótesis de aplicación de violencia incide efectivamente en la libertad de
voluntad de la conducta humana, en relación con cualquier comportamiento
activo u omisivo.
Ergo, el resultado ha de ser impedir a otro algo que la ley no prohíbe (es decir,
obligarle a omitir algo no prohibido), o compelerle a efectuar algo, justo o injusto.
Debe mediar una relación de causalidad adecuada entre la acción de coaccionar
y el resultado. Para ello se debe tener en cuenta las circunstancias del hecho, la
situación de los sujetos y todos aquellos datos que permitan ofrecer un juicio
objetivo ex ante sobre la intensidad de la violencia y su adecuación para
conseguir el resultado deseado. No siendo lo mismo coaccionar a un niño que a
un boxeador profesional; en cada caso la intensidad de la violencia a emplear es
distinta .
Recapitulando diremos entonces, que el tipo penal en estudio exige como
elemento objetivo que la amenaza tenga un fin, esto es busque doblegar la
acción del sujeto pasivo de tal manera que lo encamine a realizar algo que no
está obligado a realizar y que a través de los medios de perpetración se busca
imponer, por ende lo dicho, bien puede encuadrarse como “hacer lo que la ley
no manda o impedir hacer lo que ella no prohíbe”; y es que si existe la sola
amenaza, no se puede razonar que hubo coacción, pues el tipo exige que este
“medio” tenga un “fi n”, y debe acreditarse por tanto las consecuencias de la
amenaza, esto es que la parte agraviada haya actuado supeditadamente bajo
las amenazas, realizando acciones que irían en contra del ordenamiento jurídico;
por lo que de ello se tiene y reforzando las ideas preliminarmente esgrimidas,
que para la configuración del delito Contra La Libertad Personal en su modalidad
de coacción, deben de concurrir la totalidad de los presupuestos legales, esto es
obligar (el verbo rector), mediante violencia o amenaza (medios comisivos) que
la víctima haga lo que la ley no manda o impedirle hacer lo que ella no prohíbe
(elemento finalístico).
Debe por tanto el agente, conocer que está obligando a hacer a otro, lo que la
ley no manda o, impidiendo a otro, a hacer lo que la ley no prohíbe.
VII. Penalidad
De acuerdo a la descripción típica del artículo 151º del Código Penal, la pena
conminada para este delito es no mayor de dos años. Sin embargo estando a
que el minimun de la pena de acuerdo a nuestro cuerpo punitivo nacional es de
dos días, se tendría que tener como límite inferior o extremo mínimo dicho
quantum de pena, para que a partir de allí, el Juzgador, y atendiendo a la forma
y circunstancias en que ocurrieron los hechos denunciados e investigados,
pueda determinarla.
Como se sabe, muchas veces quien efectúa una denuncia no cuenta con los
medios de prueba que permitan acreditar su real comisión, empero, dicha
realidad fáctica es sostenida por la parte denunciante, exigiendo al Ministerio
Público se proceda en contra de quien ocupa la posición de indiciado,
obviamente suscitándose una encrucijada entre sostener una endeble
incriminación (propensa a un sobreseimiento – absolución) o estando a que
dicha denuncia e investigación no guardan correspondencia con el Principio de
Viabilidad de la Función Investigadora del Ministerio Público, que conllevaría
inevitablemente en un archivamiento de la causa.
1. “En tal sentido, la violencia debe ser entendida como la fuerza física sobre otra
persona, suficiente para vencer su resistencia, pudiendo recaer igualmente
sobre bienes, ya sea muebles o inmuebles, siempre que estos tengan alguna
conexión con el sujeto pasivo del delito y en el caso de la amenaza viene a ser
anuncio del propósito de causar un mal a otra persona mediante palabras,
gestos, actos con la misma finalidad”
2. “La amenaza es aquella acción que debe producir en el sujeto pasivo un temor
o compulsión, por lo que se ve obligado a obedecer al agente, realizando una
conducta que éste le indica; debiendo ser tal temor consecuencia de una
amenaza suficientemente idónea acerca de un mal inminente. La violencia física,
en cambio debe ser suficientemente marcada para generar la anulación de la
voluntad de la víctima, quien se ve obligada a realizar una conducta no querida”.
10. “La solicitud hecha por los ronderos campesinos a los agraviados en el
sentido que les acompañaran al domicilio de uno de estos últimos, a efectos de
ser interrogados, por ser ello cotidiano en la zona ante la comisión del delito de
abigeato, debe ser analizada en el contexto y facultades de defensa y
cooperación que el artículo 149 de la Constitución Política del Estado y la Ley Nº
24561 otorgan a las rondas campesinas”
X. Conclusiones
Delito de secuestro
I. Nociones liminares
Es intensiva la doctrina que admite que el bien tutelado con el tipo penal del
secuestro es la libertad ambulatoria, es decir, la libertad de locomoción entendida
como la facultad de fijar libremente, por parte de la persona, su situación
espacial.
B. Sujeto pasivo en general y para el tipo base puede ser cualquier persona,
incluida el inimputable por enfermedad mental inhabilitante, aun cuando no se
percate del agravio del que está siendo víctima.
Las formas de privación pueden ser muchas, siendo las previsibles las del
encierro de la víctima por el tiempo que sea, aún el muy breve, o su traslado
engañoso o violento a lugar distingo del que le corresponde o quiere estar.
Como el tipo exige que la acción del secuestro se realice “sin derecho” debemos
entender que no se comprende el caso del derecho de corrección que tienen los
padres, educadores, tutores, curadores o el derecho de tratamiento y cura que
tienen médicos y enfermeros.
4.1.1. El agente abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o
salud del agraviado:
Aquí la gravedad del hecho resulta del medio -falsedad en el dato- empleado por
el agente. El atribuirle a la víctima un padecimiento mental que no tiene, resulta
alevoso.
Añadir que lo alevoso del asunto surge del hecho que la víctima bajo encierro
inopinado y forzado, lo mismo que bajo el efecto de los fármacos calmantes,
llega a tener ciertamente el aspecto de un enfermo mental sin serlo.
La previsión es sin embargo muy abierta pues cualquier actividad que no sea la
correspondiente al sector público pertenece por exclusión al sector privado. El
Juzgador deberá sin embargo, interpretar restrictivamente el punto en término
de prever como conducta agravada la que atenta contra la libertad de
empresarios privados o profesionales cuyo éxito económico sea ostensible.
El tipo además, por disposición del Decreto Legislativo 896, tutela con acierto a1
anciano, entendiendo por ta1 al mayor de 65 años, por aplicación extensiva del
art.22 del Código Penal.
Se trata de agravar la conducta extorsiva del agente además del hecho que
instrumentalice a la víctima sin reparo humano alguno.
Es el caso del secuestro de médicos cirujanos para que atiendan a los terroristas
heridos en sus acciones delictivas.
V. Tipicidad subjetiva
El secuestro es un tipo doloso, esto es, entendimiento y voluntad de privarle la
libertad ambulatoria a otro.
VII. La pena
Caso 1
Sería errado considerar que estos actos carecen de relevancia penal por ser
posteriores a la “consumación” del delito, como si el delito se consumara única y
exclusivamente en el momento en que José es privado de su libertad. Y es
errado porque, como venimos diciendo, estamos ante un delito permanente, con
lo que la acción típica se realiza sin interrupción, sin solución de continuidad. Las
conductas subsiguientes, por ello, suponen también una privación a la libertad
personal y pueden ser imputadas bien a titulo de autoría o complicidad.
Caso 2
Esta formula abierta, que no se condice con el principio de certeza que debería
informar la labor legislativa en materia penal, ni siquiera exige que esa ventaja
de cualquier otra índole sea “indebida”, con lo cual, uno podría preguntarse si
esto constituye una forma velada de acallar o reprimir protestas sociales.
Caso 3
Juan mantiene cautiva a María durante varios días con el objeto de practicar con
ella el acto sexual. María es rescatada por miembros de la Policía Nacional.
No obstante, seria bueno detenerse en dos circunstancias que tienen por virtud
excluir, en algunos casos, la concurrencia del delito de secuestro. Nos referimos
al tiempo y al propósito perseguido por el autor del delito de violación sexual.
Cabe mencionar que esto también se puede predicar con relación a otras figuras
delictivas, como por ejemplo el delito de robo.
Teniendo en cuenta que Juan mantuvo en cautiverio a María por una semana,
se puede apreciar una grave afectación a la libertad ambulatoria, siendo la lesión
de este bien jurídico de una intensidad tal, que no puede entenderse absorbido
por el delito contra la libertad sexual. Podría haberse tratado de un concurso real
entre los delitos de secuestro y violación sexual, mas teniendo en cuenta que el
delito de secuestro incluye como circunstancia agravante el hecho de abusar del
agraviado, Juan será condenado como autor del delito de secuestro en su forma
agravada a una pena no menor de treinta años .
Caso 4
Juan, dado de alta a los pocos días de haber sido sometido a una operación
quirúrgica, es impedido de abandonar la clínica mientras no cumpla con pagar el
integro de la factura por los servicios médicos. Juan acaba de cumplir los 80
anos.
Una interpretación literal de la norma podría llevar a condenar al director de la
clínica a una pena no menor de veinte ni mayor de treinta anos. Y hasta cadena
perpetua, si se quiere aplicar la agravante del inciso 1 del último párrafo del
articulo 152 CP (que el agraviado sea menor de edad o mayor de setenta años).
Y es que hay una restricción a la libertad personal de Juan que no parece estar
justificada, al menos en nuestro ordenamiento jurídico, como ya lo ha señalado
en múltiples ocasiones el Tribunal Constitucional . No obstante ello, no parece
que el caso planteado deba ser reconducido a la figura del secuestro. Mucho
menos cuando se echa una mirada a la magnitud de las penas fijadas por el
legislador.
La solución del caso parece oscilar entre la atipicidad del hecho y la consumación
de un delito de coacción. Entiendo que si ha habido una afectación a la libertad
individual, con lo cual, atendiendo a los criterios de merecimiento y necesidad de
pena, y al principio de proporcionalidad considero que el hecho se subsume
dentro del delito de coacción.
Por su importancia desde el punto de vista procesal, vale la pena citar a Moran
Mora cuando señala: “cabe hacer especial hincapié en el carácter homogéneo
de estos delitos, lo que permite que pueda condenarse de oficio por un delito de
coacciones a pesar de que las partes aleguen otro delito más especifico, como
por ejemplo la detención ilegal [léase secuestro]. Para el Tribunal Supremo ello
no supone vulneración alguna del principio acusatorio que debe regir todo
proceso, puesto que se cumplen las características exigidas para la aplicación
de dicha homogeneidad (identidad del bien jurídico protegido y ubicación en el
mismo Titulo del Código Penal)”.
Notas al pie