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Crrawos Lat ligica comsiderada como s a, Charte ,Peee David Hume ENSAYOS ECONOMICOS Los origenes del capicalismo moderno Edicién y craduecién de Javier Ugarte Pérez BIBLIOTECA NUEVA Ensayo V Sobre la balanza comercial raleza del comercio, prohibir la exportacion de mercy ccias y conservar para si mismas lo que creen valioso y iti No consideran que con esa interdiccién acitien de mane contraria a su intencién y que, cuanto mas se exporia ¢ tuna mercanefa, mas se ratine en la nacion de lo que elle mismos quieren siempre tener la primera oferta Es bie conocido, como para ser mencionado, que las atiguas k yes de Atenas hacian criminal la exportacién de higos, y que, habiendo supuesto qute eva una especie de frato ta excelente en el Alica, log atenienses lo jurgaban deme siado delicioso para el paladar de los extranjeros; se tc maron tan en serio esta ridicula prohibicién gue los dele tores fueron lamados sicofartes entre ellos, a partir d dos palabras griegas, que significan «higosa y «descubr dor», Existen pruebas, en varias antiguas decisiones de Parlamento (inglés), de la misma ignorancia de la natu rafeza del comercio, especialmente en el reinado d Edvardo III. En la actualidad, en Francia la exportaciéi de grano esta casi siempre prohibida, se dice que en ot den a prevenir hambrunas, aunque es evidente que nad. contribuye més que esa medida a las frecuentes penuria de comida que tanto atormentan a ese [értil pais. El mismo celoso temor, en relacién con el dinero, hi prevalecido también entre varias naciones, y eso requis tanto razén come experiencia para convencer a alguna: ? Plutareo, De euviasitate. Personas de que esas probibiciones no otvo pro- pésito que el de volver el intercambio contra ellos y esti- mular una exportacién atin mayor. Se puede decir que es- tos ervores son burdos ¥ palpables, sin embargo, incluso ‘en naciones bien acostumbradas al comercio prevalece un fuerte celo en relacion con la balanva comercial y el miedo a que todo su oro y plata pueda abandonatles. Esio me parece, en casi todos los casos, una aprensién sin base: debo temer que todos nuestros manantiales y quen antes de que el dinero abandone un jeino donde existe poblacién y trabajo. Déjennos cuidadosamente pre- servar estas tiltimas ventajas y nunca tendremos que te- mer la pérdida cle tos primerds. Es facil observar que to- dos los cilculos concernientes a la balanza comercial estan fundados en hechos incierios y suposiciones. Los re- gistros de aduana son considerados como insuficiente base para ef razonamiento; el tipo de cambio tampoco es mucho mejor, a menos que consideremos en relacién con todas las naciones v conozearos las proporciones de las, diferentes cantidades remitidas, lo que uno debe recono- cer como imposible de afivmar con certeza, Cada persona que alguna vez ha razonado sobre este tema ha probado siempre su teorfa, cualquiera que fuese, a partit de hechos y calculos, junto a una cnumeracién de todas las mercan- ‘cias enviadas a los reinos extranjeros. Los eseritos del sefior Gee infundicron en la nacién panico universal cuando vio en ellos una demostracién palmaria, a partir de detailes concretos, de que la balanza se inclinaba contra ellos por una cantidad considerable, por lo que nos quedaramos sin un simple chelin en © seis afios. Pero, afortunadamente, han tvanscu inte afios desde cntonces, con una costosa guerra exte- ior, y es generalmente aceptado que el dinero es atin mas abundante entre nosotros que en ningtin periodo previo. Nadie puede ser mas entretenido en este asunto que el Di: Swifi, un autor tan rapido en discernir los crores y absurdos de los demas. Afirms, en su Short View of thie State of frelund [Breve vision del Estado de Irlanda] que todo el dinero en efectivo de ese reino no ascendia sino a 500.000 Libras, dado que los irlandeses remitian cada afioa Inglaterra cerea de un millén y escasamente tenian ninguna otra fuente de la cual pudieran sacar compensa =I exterior que la importacién de vi nos franceses, por los que pagaban en dinero contante, La consecuencia de esa situacién, que debe ser conside. vada como desventajosa, fue que, en el curso de tres anos, Ia moneda corviente de Ivlanda, de 500.000 Libras (ue mermada a menos de 200.000. ¥ supongo que en la ac- tualidad, en el curso de treinta afos, ha quedado redu cida a la nada. No entiendo cémo esia opinién sobre el avance de las tiquezas en Irlanda, que tanta indignacién causaba al Doctor, parece continuar todavia v gana te- rena en cada individuo, En resumen, este temor sobre et equivocado balance del comercio es de tal naturaleza que sitve para descubrir a quien esta de mal humor con el ministro o se encuen- tra con el dnimo bajo. Como este miedo nunca puede ser refutado por el particular detaile de que todas fas expor. taciones equilibran las importaciones, puede ser ade- cuado esbovar aquf un argumento general que pruebe la imposibilidad de este hecho, en la medida en que preser- vamos nuestra poblacién y trabajo. Supéngase que cura- tro quintos de todo él dinero en Gran Bretafia sean des- truidos en una noche y la nacion reducida a la misma condicién, en relacién con el numerario, que bajo el rei- nado de los Enrigues v Eduardos, goual seria la conse- cuencia?* gNo deberia descender’ proporcionalmente el precio de todo el trabajo, y los articulos y cada cosa ser vendida tan barata como en aquellas épacas? ¢Qué na- cidn podria entonces disputar con nosotros en algun mer. cadlo exterior, pretender navegar o vender manufacturas al precio que a nosotros nos proparciona suficiente be- neficio? ¢En qué breve plazo de tiempo, por consiguiente, deberia esto devolver ef dinero que hemos perdido y lle. yarnos al nivel de todas las naciones vecinas? Una vez que hayamos llegado a esa situacién, inmediaiamente perde- vemos la ventaja de la baratura del trabajo y las mercan- Hume se refiere a lox dos siglos y medi reinado de Enrique tH Planiags dlor (1485-150: i) de la dalesia Catdiew, to que erario ds fon [N. def T

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