BERNARDO MONSEGU, C. P.
El libro y su autor
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LAS GLORIAS DE MARIA, DE FRAY PEDRO DE SAN JOSE (1645)...
El libro, literariamente
Cae de lleno este Ma:rial del padre Pedro de San José en la época
del barroco y de ella tiene la marca. Pero el componente positivo del
sermonario excede con creces al negativo. Tiene, sí, su barroquismo,
ismo que indica adulteración o degeneración del barroco. Mas lo que
prevalece en él es sencillamente lo barroco, en el sentido positivo y ge
nial que acabo de apuntar. En Cervantes, por ejemplo, hay evidentes
muestras, incluso en El Qui.Jote, como ha observado J. L. Abellán si
guiendo a Helmut Hatzfeld, de un cierto barroquismo, pero Cervantes
y su obra están sencillamente como la expresión literaria suprema de la
hora del barroco, expresión estilística que no desmerece al lado de las
obras más geniales y perfectas de cualquier tiempo. También Calderón
de la Barca tiene barroquismo, pero es ante todo la cumbre dramática
del barroco, cumbre que se la disputa a cualquier otra cumbre dramá
tica de todos los tiempos. Baltasar Gracián pertenece de lleno al ba
rroco y no deja de ser por eso una gran figura literaria para cualquier
tiempo. Y otro tanto cabe decir de (¿uevedo y de Góngora.
Así que lo retorcido, recargado,, :rebuscado .. efectista y conceptista
que a menudo encontramos en estas Glorias de María del siglo del
barroco, no debe llamarse a engaño, pues bajo la exuberancia, las
:retorcidas agudezas, el culto a la hipérbole y el anhelo oratorio de
causar efecto, subsiste y consiste un pensamiento teológico profundo,
un conocimiento vastísimo de la Escritura, los Padres y demás escri
tores eclesiásticos, así como un arte de decir y de persuadir que no es
nada común. Estamos ante un «libro lleno - al decir del P. Nie:rem
berg, censor del mismo- de agudeza, arudición y delgados conceptos,
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4 En Suma de lz'cencias y aprobaáones, n. S (fuera folios paginados) dada: «En este Colegio
Imperial de la Compañía de Jesús de esta Crnrte, a 20 de julio de 1644. - Juan Eusebio de
Nz'eremberg».
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Presupuestos previos
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11 P. 176.
12 P.177.
13 P. 188.
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14 P. 204.
15 P. 208.
16 Pp; 218-219.
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Colofón
Fue tal y tanto lo que María padeció ,al pie de la Cruz, compade
ciendo a su Hijo y haciendo suyos, por amor, sus padecimientos, que
por esa compasión, la veneración y el culto a la Señora trasciende la
esfera de lo humano para entrar en los confines de lo divino, ya que «la
compasión solicita créditos divinos» y «es tan de Dios la compasión,
que criatura que sabe compadecerse de otra cuando se venera por Dios
disminuye la culpa» (p. 222). Nada de extraño, pues, que a María le
demos por eso un culto especialílsimo. Porque Cristo fue compasivo
en extremo, compartió nuestra naturaleza humana, afirmó padeciendo
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