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6.1 Generalidades
El uso de los invernaderos varía tan ampliamente de un país mediterráneo a otro que
no es posible ofrecer un prototipo de cultivo que sea representativo de toda la Cuenca
Mediterránea. Entre las razones de esa diversidad podemos mencionar:
- Las características del clima local. Los tipos de plantas que se cultivan están
adaptados, como es lógico, a las condiciones climáticas locales. Así, por ejemplo, en
zonas de invierno frío, de insolación escasa, se cultiva la lechuga, mientras que en
regiones de elevada insolación invernal, con temperatura más alta, es posible el cultivo
de especies más exigentes, como el tomate. Asimismo, las condiciones climáticas del
verano influyen sobre la elección de los cultivos a realizar, llagándose incluso a preferir
no cultivar los invernaderos durante los meses más calurosos, en aquellas regiones en
las que las altas temperaturas son limitantes. En estos casos se usan láminas de
polietileno de corta duración que cubren el invernadero desde Octubre (otoño) hasta
Mayo (primavera) (véase 6.1.3.).
- Las condiciones económicas locales, que en mayor o menor medida están asociadas
al clima correspondiente. Algunos países practican el cultivo precoz en invierno de
plantas exigentes en luz y temperatura, como el tomate, aún cuando su cultivo en
invernadero frío comporte el riesgo de temperaturas bajas próximas o incluso
inferiores al umbral fisiológico aceptable. Este riesgo está compensado por la ventaja
de enviar la producción al mercado europeo comunitario.
- Los factores sociológicos del país. En algunos países es casi inexistente la demanda
local de productos menos exigentes en calor y que podrían ser cultivados con facilidad
en invierno, bajo cubiertas frías, tales como lechugas, apios, bajo túneles de
semiforzado.
Una alternativa interesante para conseguir la diversificación, puede ser el introducir las
plantas ornamentales dentro del programa de cultivos. Se pueden considerar dos
opciones:
- El cultivo en clima más suave de plantas o partes de ellas, que pudieran ser
exportadas a zonas más frías, en forma de esquejes y plántulas enraizados o no.
Este es el motivo por el que, en las páginas que siguen, se explica el cultivo de
diversas plantas ornamentales, aún cuando dichas especies no se cultivan en la mayor
parte del mediterráneo durante el invierno.
Junto a las especies y variedades de origen local, la mayor parte de los países
mediterráneos producen bajo cubierto cultivares similares, que pertenecen a grandes
grupos que podrían calificarse de "internacionales", aún cuando su destino no sea
necesariamente el mercado de exportación clásico, para el que trabajan los
productores mediterráneos.
Dicho de otra forma, no es posible establecer en este libro una relación clara y simple
entre los cultivares o los tipos de invernaderos más utilizados en una región y las
características propias del clima de esa zona, ya que es el factor humano, de carácter
totalmente subjetivo, el que ejerce una influencia más poderosa, que prevalece sobre
los factores técnicos y científicos, que se consideran de tipo objetivo por ser
susceptibles de comprensión y codificación.
- Hacer inversiones con el propósito de alargar los cultivos de primavera a lo largo del
verano.
Cada caso precisa de una respuesta específica, pero el problema en conjunto requiere
una atención especial, ya que puede condicionar la política de producción a nivel
regional e incluso nacional. Por lo tanto no se pueden hacer afirmaciones "ex
cathedra".
A. Descripción general
El tomate es una planta herbácea durante sus fases tempranas, ya que en los últimos
estadios de crecimiento el tallo se hace algo leñoso. No obstante el cultivo necesita
tutores porque la zona del cuello es muy débil. Solamente las plantas enanas o de tipo
miniatura (gen "d", enana, o "dm" miniatura) pueden cultivarse sin tutor.
La raíz de las plantas jóvenes de tomate es pivotante, pero más tarde la ramificación
es tan importante que es difícil distinguir la raíz principal de las secundarias. El sistema
radicular del tomate puede llegar a una profundidad de más de 1.25 m, pero la
mayoría de las raíces se sitúan en la capa superior del suelo (más del 70% en la zona
de 0 hasta 20 cm y hasta el 95% en la zona de 0 hasta 50 cm de profundidad). En
general las variedades de crecimiento determinado tienen un sistema radicular más
pequeño y superficial; también las plantas procedentes de siembra directa tienen una
raíz principal más importante y un sistema radicular más profundo que las plantas
trasplantadas. Los suelos ligeros y arenosos favorecen el desarrollo de raíces
profundas.
Las condiciones del Mediterráneo permiten el cultivo en invernadero de estos dos tipos
indistintamente.
A.3 Hojas
Cuando la planta es muy vigorosa ocurre que la hoja se repliega alrededor del raquís,
mientras que el abullonado de las hojas jóvenes puede ser debido a un estrés hídrico
o a los pinzamientos, sobre todo en el tipo determinado.
A.4 Flores
Por lo general se obtendrán frutos de buen tamaño, a partir de las flores de buena
calidad, que se desarrollan en racimos de 5 a 12 flores. Dependiendo de las
condiciones del medio, el número de flores puede ser muy pequeño con temperatura
alta y baja luminosidad, o muy elevado con bajas temperaturas, mientras que con
plantas vigorosas que crezcan en condiciones húmedas van a producir racimos con
yemas foliares y flores con sépalos muy largos. En condiciones de baja temperatura
algunas variedades son propensas a formar flores dobles que dan lugar a frutos
acostillados o asurcados.
Las temperaturas bajas y la humedad relativa elevada dificultan la liberación del polen
y en estas circunstancias se puede mejorar la polinización agitando los racimos con
vibradores eléctricos.
A.5 Fructificación
El número de semillas que contiene el fruto y el volumen del mismo son proporcionales
al número de óvulos fecundados ya que el desarrollo del fruto depende de la
producción de auxinas, lo que a su vez guarda relación con la cantidad de semillas. Si
se da la circunstancia de que la calidad y cantidad de polen son escasas y la viabilidad
de los óvulos es deficiente, sobre todo cuando son bajas las temperaturas nocturnas,
se puede recurrir a la pulverización de los racimos con fitorreguladores de auxinas
sintéticas, para favorecer el desarrollo de frutos desprovistos de semillas o
partenocárpicos. Los resultados obtenidos dependerán de las variedades, de las
condiciones del medio ambiente, del tipo de fitorregulador y de la concentración de la
solución empleada. Tanto la aplicación de concentraciones elevadas como el uso de
productos agresivos en variedades sensibles, provocarán deformaciones y la aparición
de frutos excesivamente acostillados, interiormente huecos, o de ápice apuntado o
hueco.
A.6 El fruto
El fruto del tomate es una baya que presenta formas muy variadas, así como distintos
tamaños y colores. En general, los tomates cultivados en invernadero son redondos,
de tamaño mediano, con 2 a 5 lóculos y de color rojo.
El tamaño del fruto depende principalmente del número de óvulos fecundados, pero
hay muchos otros factores que juegan un papel importante, como por ejemplo la
nutrición, el riego, la temperatura y el número de lóculos. Con las variedades
multiloculares se obtienen frutos grandes y acostillados cuando la planta tiene buen
suministro de agua y nutrientes, aún cuando la temperatura sea relativamente baja.
Las variedades biloculares, sometidas a estrés hídrico con temperaturas elevadas,
producen frutos más pequeños y redondeados.
- La coloración del tomate debe ser lo más homogénea posible. Además del color rojo
clásico que se debe al contenido de licopeno, existen otros como son el amarillo, el
rosado, el carmesí y el rojo oscuro. Hay frutos que llegan a la maduración sin adquirir
una coloración uniforme; el manchado o descolorido (blotchy ripening) es una
coloración anómala que se caracteriza por la presencia de zonas verdes en la
superficie del fruto maduro y de zonas pardas suberosas en la subepidermis y afecta
por lo general a la producción de comienzo de la primavera y final del otoño. Este
fenómeno parece estar relacionado con deficiencias de potasio y de boro, así como
con falta de luz unida a temperaturas elevadas y también a una conductividad eléctrica
del suelo o de la solución nutritiva demasiado baja. No obstante se ven grandes
diferencias de comportamiento entre las variedades; Noria es muy sensible a este
fenómeno, mientras que H63-5 y Vemone son más resistentes. Otra alteración del
color consiste en la aparición de un cuello amarillo en el fruto maduro cuando las
temperaturas son muy elevadas, por encima de las 25ºC, la fertilización de potasio es
deficiente y el crecimiento vegetativo es débil por pinzamientos excesivos. Las
variedades de color verde uniforme parecen menos sensibles al cuello amarillo que los
tipos verdes, cuyo cuello es verde oscuro antes de la maduración del fruto.
- El sabor del fruto depende esencialmente del contenido en ácidos y azúcares. Unos y
otros deben estar presentes en cantidades importantes, para asegurar que el fruto sea
de buena calidad y tenga buen sabor.
El pH del fruto debe ser inferior a 4,4 y su contenido en azúcares totales debe ser
superior a 4-4,5%. La acidez es inferior con temperaturas elevadas de 30 a 35ºC y
produce frutos con menos sabor.
B. Variedades
Sería interesante el conseguir otro tipo que, presentando las mismas características,
fuese de crecimiento semideterminado o determinado.
En la actualidad se dispone de una amplia gama de variedades resistentes a las
enfermedades, de modo que la elección va a depender de las condiciones locales y de
las necesidades del consumidor.
- Fusarium, (genes I e I-2), hay que emplear los híbridos homocigóticos ya que el
polen aborta en los heterocigóticos, sobre todo con temperatura baja.
- Meloidogyne sp., (gen Mi), pueden darse deficiencias en la fecundación con este
gen, por ello se aconseja recurrir a híbridos heterocigóticos.
- Virus del mosaico del tabaco (TMV), existen diferentes genes (Tm1, Tm2 y Tm22). El
tipo genético que se usa con más frecuencia es el Tm2, Tm1/ ++, pero el tipo ideal
debería ser el Tm22 Tm1/Tm2 Tm12.
- Cladosporium fulvum, la resistencia a este hongo es más para los cultivos del
Centro y Norte de Europa y en alguna medida también para las regiones del norte del
área mediterránea. Se distinguen en la actualidad 24 genes de resistencia
representados por Cf-1 a Cf-24, que tienen grados distintos de eficacia. Los genes
más utilizados en los cultivares comerciales son Cf-1, Cf-2, Cf-5 y Cf-9, pero incluso en
variedades con los cuatro genes de resistencia ha habido problemas con razas del
hongo. En las regiones mediterráneas de invierno suave, el empleo de cultivares con
esta resistencia, en algunos incluso con tres genes, es superfluo y podría ser
contraproducente por el riesgo a seleccionar razas más agresivas del hongo.
- Stemphylium vesicarium (gen Sm), tiene un especial interés sobre todo en las
regiones del sur del mediterráneo.
El uso de híbridos F1 resulta muy interesante en cultivo protegido, ya que permiten por
una parte producciones más tempranas y abundantes y por otra parte facilitan la
introducción bastante rápida de resistencias a distintas enfermedades, dado que los
genes más importantes son de tipo dominante.
En zonas afectadas por enfermedades del suelo son populares las variedades "Noria"
y "Elcy", ambas VF2N, para la producción de frutos medianos; mientras que en las
zonas donde el problema es la salinidad se cultiva más el híbrido "Carmelo" que es de
mayor tamaño.
Los productores que tratan los racimos con fitorreguladores aprecian sobre todo
"Vemone" (Tm) y Amphora" (VFC5Tm), debido a que sus frutos son menos
susceptibles a las deformaciones.
C. Técnicas de cultivo
El tomate se cultiva tanto en ciclo corto como largo. El cultivo de ciclo corto se utiliza
para cultivo secundario en el otoño y como cosecha principal al principio de la
primavera. Aunque no exclusivamente, se encuentra sobre todo este ciclo en las
regiones meridionales del Mediterráneo.
El acolchado y/o los cortavientos se reservan exclusivamente para las variedades cuya
recolección se efectúa solamente en otoño u otoño/invierno, en especial en las
regiones meridionales.
En general, el tomate constituye el cultivo principal, pero puede ser utilizado como
cultivo secundario.
Teniendo en cuenta que la mayor parte de los cultivos importantes bajo invernadero
son de la familia de las solanáceas o de las cucurbitáceas y que ambas son sensibles
a las mismas enfermedades del suelo, Fusariosis y Verticilosis, Nemátodos,
Pyrenochaeta ("corky root"), enfermedades bacterianas, sería utópico suponer que un
medio eficaz de lucha pueda ser la rotación. Por ello los horticultores deben recurrir a
otras técnicas de prevención y control sanitario, como el uso de variedades
resistentes, la desinfección del suelo, la lucha biológica etc. El cultivo de hortalizas de
otoño que pertenecen a otras familias, como por ejemplo lechuga, judía verde, etc.,
está más difundido en la zona norte del Mediterráneo.
C.4 Semilleros