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Exclusión de las mujeres en la toma de decisiones:

‘Entre la Dimisión y la Elección Papal’


Dra. Marilú Rojas Salazar

iglesia catolica, mujer


242013
feb

Enviado a la página web de Redes Cristianas


Observatorio Eclesial
Adital
Ante la renuncia de Benedicto XVI
Me han pedido una reflexión en el marco de la renuncia histórica de un Papa después de
varios siglos, y la ya pronta convocación al conclave de elección de un nuevo Papa.

Y aunque ya en los medios de comunicación se abunda sobre el tema, me veo en la


necesidad de expresar como mujer cristiana mi palabra ante una iglesia que usualmente
no toma en cuenta a la mayoría de fieles que la integran: las mujeres.
El proceso de elección papal es el mejor ejemplo de la situación de exclusión de la toma
de decisiones que vivimos las mujeres en la Iglesia católica. Es también, la mejor muestra
de los juegos de poder jerárquico-patri-kyriarcales y androcéntricos que se convierten en el
centro de atención de una institución que se supone es ‘comunidad de iguales’, y que ‘no
busca el poder’, sino el ‘servicio’, y el ‘amor al prójimo’.
En primer lugar, la elección de un Papa no es un proceso del todo democrático, ni
inclusivo, más bien, es un proceso exclusivo y excluyente. Y fundamento mi
argumentación en el claro hecho de que en la Capilla Sixtina solo estará el colegio
cardenalicio (hombres jerarcas en su mayoría ancianos, cuidadores del poder y la
ortodoxia) para la elección.

Por lo tanto, hay un sistema jerárquico-patri-kyriarcal de elección de tradición medieval en


la elección papal, elemento que ya en sí mismo muestra la debilidad de una institución que
día a día pierde credibilidad ante la actual sociedad postmoderna.

Me interesa que reflexionemos críticamente como miembros de la iglesia pueblo de Dios


acerca de quienes siguen quedando en el olvido o simplemente fuera de la toma de
decisiones. La estructura de la iglesia católica y una buena parte de las sociedades patri-
kyriarcales mantienen formas de relación y organización fundamentadas en patriarcados
de ‘consentimiento’ y de ‘sometimiento’, y no en lógicas o relaciones democráticas de
equidad.

El problema del modelo jerárquico-patri-kyriarcal es la estandarización de un modelo


centrado en el gobierno de los ‘señores’ o ‘padres’ que se reproduce, y que reproduce a su
vez sistemas de exclusión por razón de raza, sexo, estatus social, opción sexual, o forma
de pensar y de creer. Todo esto reforzado por el imaginario de lo sagrado, de lo religioso o
en nombre de Dios.

¿A quiénes afecta un modelo así? Obviamente, no a los hombres, sino a las mujeres que
quedan excluidas de la posibilidad del ejercicio reconocido de los ministerios ordenados en
la iglesia católica, y todo esto fundamentado en una absurda tradición patriarcal-machista,
la cual, por cierto, no es la de Jesús de Nazaret.

Les afecta también a las mujeres que son violentadas, abusadas, y en el peor de los
escenarios, asesinadas en aras de un ‘amor oblativo’ en las sociedades patri-kiriarcales-
machistas. Viene a colación el ejemplo de los 9 Estados mexicanos dónde los feminicidios
se han incrementado, y cabe hacerse la pregunta ¿Qué no eran solo Ciudad Juárez y el
Estado de México?

Este modelo patri-kyriarcal-machista afecta también, a las víctimas niños y niñas de los
abusos sexuales de los pederastas, y el tal vez olvido de los encubridores. Les afecta a los
millones de empobrecidos creyentes, quienes son víctimas de la injusticia, de la violencia,
de la corrupción, del despojo de sus tierras, y cuya mayoría de creyentes se encuentran en
el mal llamado ‘tercer mundo’. Les afecta a los y las indígenas quienes son despojados de
sus tierras, de sus derechos por no ‘colaborar con las políticas desarrollistas’ y la lógica del
‘dominio mundi’. Les afecta a la comunidad LGTTT que son excluidos también de la
‘comunidad creyente’ por la homofobia religiosa.

Mientras las culturas, las sociedades y la iglesia católica mantengan modelos de gobiernos
patri-kyriarcales-machistas, no habrá mucho que cambiar. Las preguntas que es bueno
hacernos son: ¿si la iglesia católica actual está capacitada para hacer cambios? ¿Si quiere
hacerlos? ¿Realmente a la sociedad postmoderna le interesa lo que pasa en la iglesia o es
simplemente otra cortina de humo que ha ‘caído del cielo’ y que la sociedad utiliza para
cubrir otras realidades?

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