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CRITICÓN, SO. 1990. pp. 93-112.

El sacristán fariseo
Edición de un entremés inédito
y apuntes sobre la figura del fariseo

por Catalina BUEZO


(Seminario Internacional Teatro Breve Español)

Esta pieza de teatro breve que aquí presento es, a mi parecer, de gran rareza bibliográfica, ya que
sólo se conserva el ms. 16.9S4 de la Biblioteca Nacional de Madrid, anónimo, con letra del siglo
XVIII y procedente de la Biblioteca de Osuna l . No figura la pieza en la Biblioteca del Instituto del
Teatro de Barcelona 2 , ni la menciona H. Recoules en su "Repertorio de piezas manuscritas y
sueltas consultadas" 3 , que incluye otros entremeses en donde ocupa un lugar predominante,
reflejado en el título, la figura del sacristán.
Este entremés ha de verse dentro del conjunto de los muchos entremeses de sacristanes que se
representaban preferentemente con los autos del Corpus 4 . Son piezas de gran fuerza cómica donde
la figura actúa como el lado profanó que equilibra "la tensión teológica del auto" 5 . En ellos es
frecuente la caracterización del sacristán como personaje enamoradizo, galante y versificador. A

1
A. Par y Mélia, Catálogo de piezas de teatro manuscritas que se conservan en el Departamento de
Manuscritos de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1934, 2a. éd., 1.1, núm. 3.239.
2
M.C. Simón Palmer, Manuscritos dramáticos del Siglo de Oro de la Biblioteca del Instituto del Teatro
de Barcelona, en separata de Cuadernos Bibliográficos, 34, Madrid, CSIC, 1977. Citamos desde ahora
estos dos catálogos por Paz y Mélia y Simón Palmer, consignando el número que las piezas ocupan en
los mismos.
3
H. Recoules, Répertoire des pièces manuscrites et "sueltas" consultées. Appendice ¡H de Les
intermèdes des collections imprimées. Une vision caricaturale de la société espagnole au dix-septième
siècle, Lille, Université de Lille-HI, 1973, vol. 2, p. 994.
4
En el entremés Los sacristanes burlados, de Francisco Bernardo de Quirós, se lee: "Sacristanazos muy
enamorados / están para los autos vinculados". Véase la antología citada en la nota siguiente,
p. 40. Ahora bien, en el entremés que editamos hoy, la mención, en la acotación que precede al verso
188, de un "escotillón" parece indicar que la versión manuscrita que editamos pudo escenificarse en un
corral de comedias.
5
C.C. García Valdés, ed. Antología del entremés barroco, Barcelona, Plaza & Janes, 1985, pp. 69-72
y p. 296. Remite a E. Asensio, Itinerario del entremés desde Lope de Rueda a Quiñones de Benavente
con cinco entremeses inéditos de D. Francisco de Quevedo, Madrid, Gredos, 1971, 2a. éd., p. 145.

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veces sale bien parado, cuando traza su treta con conocimiento de la dama y para engañar al padre o
marido de ella o a otros personajes (El cuero. El sacristán fariseo. Los degollados, La jeringa);
pero eso no sucede cuando la mujer en solitario es la que fragua el engaño {Los sacristanes
burlados, El sacristán mujer, El retablo de las maravillas. Elfariseo) 6.
Nos presenta El sacristán fariseo la burla que traza Gil, amigo de Trinchete, el sacristán, para
que éste pueda robar a su amada Quiteña, sobrina del vejete, si bien durante la segunda mitad de la
pieza el enamorado se desenvuelve más por sí mismo. Llegan los dos amigos a la casa de la dama,
y Trinchete cuenta su caso a Gil Chamorro: el tío de Quiteña la tiene tan bien guardada que es
imposible verla. Mientras, la tía de ella, que está en trance de dar a luz, se echa en la cama. Esta
situación y la ausencia del vejete propician el encuentro de los enamorados, que se interrumpe con
la llegada del tío. Quiteña exclama: "Y aquí moriremos todos / si a todos aquí nos halla" (w. 92-
93). Gil Chamorro lo remedia haciendo que el sacristán ñnja ser el recién nacido -realmente se
trata de un niño de la Rollona- y él su ama de cría, transformación por medio del disfraz que
supone el enraizamiento de la pieza con los usos de Carnaval, ya que era frecuente que desfilasen
por las calles y plazas durante esa época hombres barbudos con dijes y babador y otros que hacían
de sus amas. Se trata, además, de un nacimiento burlesco, fingido y risible, que recuerda a los que
M. Bajtín menciona como propios de Carnestolendas 7 . El vejete descubre el engaño y echa al
sacristán de la casa; pero éste reaparece a continuación vestido de fariseo, le pide perdón y le
confiesa que todo ha sido una traza "por que me des tu sobrina" (v. 221). El tío accede y, cuando
va a abrazar a Trinchete, todos le golpean con un matapecados -instrumento carnavalesco con que
solían acabar los entremeses "a palos", si bien con el tiempo se preferirá el elemento balado
final 8 - y concluye la obra.

Además de su intrínseco valor literario, El sacristán fariseo ofrece el interés de estar centrado en
una figura teatral poco estudiada hasta ahora, la figura del fariseo, a la cual dedico a continuación
algunos apuntes críticos.

6
Para El retablo de las maravillas y Los sacristanes burlados, véase id., ibid., pp. 263-79 y 296-
313. Para El fariseo y Los degollados, véase J. Huerta Calvo, ed. Teatro breve de los siglos XVI y
XVII, Madrid, Tauros, 1985, pp. 207-17 y 218-27. Para El sacristán mujer, véase E. Rodríguez y
A. Tordera, ed. de Pedro Calderón de la Barca, Entremeses, jácaras y mojigangas, Madrid, Castalia,
1983, pp. 123-37. Para El cuero, véase H.E. Bergman, ed. Ramillete de entremeses y bailes, Madrid,
Castalia, 1970, pp. 199-208. Para La jeringa, véase R. Benítez Claros, ed. Verdores del Parnaso,
Madrid, CSIC, 1969, pp. 249-59.
7
Noto M. Bajtín, en La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento (Madrid, Alianza, 1987,
p. 95), que "en el siglo XVII los personajes de Rabelais se convierten en los héioes de las fiestas
cortesanas, de las mascaradas y ballets. En 1622 se representa en Blois una mascarada llamada
Nacimiento de Pantagruel en la que aparecen Panurgo, el hermano Juan, la sibila de Panzoust y el bebé
gigante con su nodriza". Nos refiere más adelante (p. 22) una de las diversiones que Goethe vio en el
Carnaval de Roma, en una calle lateral: "Un grupo de hombres disfrazados hace su aparición: unos
disfrazados de campesinos, otros de mujeres. Una de las mujeres presenta signos evidentes de
embarazo. De pronto una disputa estalla entre los hombres [...] espantada, la mujer encinta sufre en
plena calle los primeros dolores del "alumbramiento": comienza a gemir y a contorsionarse, las otras
mujeres la rodean, le dan un asiento y, en seguida, ella "trae al mundo" públicamente una criatura
deforme. Con esto la representación termina". Sobre los bebés gigantes, veáse C. Gaignebet, El
Carnaval. Ensayos de mitología popular, París, 1974, pp. 14-15.
8
E. Asensio, Itinerario..., op.cit., pp. 171-73.

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El disfraz de fariseo asociado al sacristán ya se encuentra en el entremés titulado precisamente


El fariseo 9 , donde el personaje parece designar al soldado que degüella a los inocentes por orden de
Herodes 10 . Interesan a nuestro propósito los siguientes diálogos de esta obra:

BARBERO. Pues ¿qué quiere mandarme?


MUJER. Que sin falta
téngale a las dos vestido, seor Peralta,
del Rey Herodes, porque es forzoso
para la procesión tener curioso
y adornado un altar con tres figuras.
Ya sabe dónde alquilan vestiduras. (Vv. 43-48)

MUJER. Pero me importa que tú [barbero]


te vistas luego al momento
de Inocente, que es forzoso
para hacer un Nacimiento,
que pongo el paso de Herodes,
cuando estuvo tan sediento
de degollar inocentes. (Vv. 70-76)

MUJER. Quite allá, no me degüelle.


SACRISTÁN. ¿Degollar? ¿Soy fariseo?
MUJER. No lo es, pero serálo,
porque para cierto intento
fariseo ha de fingirse. (Vv. 116-120)

CARRIZALES. [...] ..Mas ¿qué es es esto?


MUJER. El Inocente y Herodes.
CARRIZALES. ¿Y este olio?
MUJER. Es el fariseo.
CARRIZALES. ¿Quién los trajo a aderezar?
MUJER. Nuestro compadre el Platero,
que hace para Navidad
el Nacimiento de nuevo. (Vv. 179-185)

Conservamos una versión manuscrita de El fariseo con ligeras variantes H , destacando la


acotación Vuélvese el fariseo, y al volver dale con el alfanje el vejete y cae en el suelo (f. 484 v).

9
Se editó la pieza en Teatro poético, Zaragoza, 1658, en Parnaso español, 1661 y en Pensil ameno.
Pamplona, 1691. En la Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 3.922, ff. 480 r-485 v, se conserva una
copia de Parnaso español (Paz y Mélia, núm. 1.380). En la Biblioteca del Instituto del Teatro de
Barcelona, ms. 46.859, hay tres copias mss.: una de Parnaso español, otra de Teatro poético y la
tercera de Pensil ameno (Simón Palmer, núm. 194-1, 194-2 y 194-3). J. Huerto Calvo reproduce la
copia de Teatro poético (Simón Palmer, núm. 194-2). Cf. n. 6 supra.
10 Dice de fariseo Aut.: "El que entre los Hebreos profesaba el estudio de las Divinas Escrituras".
Además, "por semejanza se llama al sugeto injusto, cruel, inhumano, u horrible de aspecto, y que no se
compadece de los trabajos y calamidades ajenas". Sayón era "el verdugo que executaba la pena de muerte,
ù otra a que eran condenados los reos" y "por extensión se dice de algún hombre corpulento, feo de
rostro, ô cruel". Ambas palabras, pues, comparten algunos semas, los suficientes para que se vieran
como sinónimas, como veremos.
1l
La versión de Parnaso español no coincide en el primer verso con las de Teatro poético y Pensil
ameno, pero se trato de la misma pieza, con ligeras variantes. Al frente de la copia de la Biblioteca
Nacional de Madrid se dice que el entremés fue representado por Escamilla en 1661.

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Estamos ante una representación burlesca de un episodio bíblico -se trata de un paso
procesional navideño consistente en un altar con tres figuras que escenifican la escena de la
degollación de los inocentes- que se sitúa dentro de la "risa navideña". Ya argumentaba
M. Bajtín " :

Los festejos del carnaval, con todos los actos y los ritos cómicos que contienen, ocupaban un lugar
muy importante en la vida del hombre medieval. Además de los carnavales propiamente dichos, que
iban acompañados de actos y procesiones complicadas que llenaban las plazas y las calles durante
días enteros, se celebraban también la "fiesta de los bobos" (festa stultorum) y la "fiesta del asno";
existía también una "risa pascual" (risus paschalis) muy singular y libre, consagrada por la
tradición. Además, casi todas las fiestas religiosas poseían un aspecto cómico popular y público,
consagrado también por la tradición.

Pues bien, parece que, si una de las manifestaciones de la "fiesta del asno" trata sobre la huida
de María con el niño Jesús a Egipto, constituyendo el tema central no María ni el niño sino el
burro con su "¡hi ha!"13, dentro del risus paschalis se debía de representar, entre otras, la farsa de
la degollación de los inocentes, en la que el personaje central sería el sayón o fariseo -veremos que
la misma figura recibe estas dos denominaciones-, no Herodes ni las víctimas. La importancia de
esta figura explica que su presencia en ciertas piezas quede reflejada en el título (El fariseo. El
sacristán fariseo e indirectamente Los degollados, que también se denominó El sacristán Torote y
degollados 14 ), y que se introduzca o se recuerde en otros entremeses con un propósito
festivo. Veamos dos ejemplos:

DON GIL. ¿Eres mujer o sayón,


pues de martirizar tratas?
Descubre al tercero que será un sayón
SAYÓN. Sayón, que a los inocentes
como él, degollando anda.
DON GIL. Tate, tate, sayón mío,
hasta ver a esta bellaca
que fue la que aquí me trujo.
{La pandera, vv. 225-229). 15

ZOQUETE. En vano es la porfía;


que como quiera que es la ceremoña,
los dos han de morir. Eso, per oña.
HOMBRE 2. Pues ved que es para vos trance afrentoso,
que de sayón vestiros es forzoso
porque nadie degüella

12
M. Bajtín, La cultura popular..., op. cit., p. 10.
^Id.Jbid., p. 75.
14
Sobre la atribución de este entremés a Calderón se ocupa E. Rull (El entremés "Los degollados" y su
posible atribución a Calderón, en El teatro menor en España a partir del siglo XVI, Madrid, CSIC, 1983,
pp. 203-10), y lo editó por vez primera A. de la Granja (Entremeses y mojigangas de Calderón para sus
autos sacramentales. Granada, Universidad de Granada, 1981, pp. 49-58). Reedita el texto del anterior
J. Huerta Calvo. Cf. n. 6 supra. El sacristán Torote y degollados es el título del ms. 14.601 de la
Biblioteca Nacional de Madrid (Paz y Mélia, núm. 946). Cf. E. Rull, supra., pp. 203-204.
15
M. L. Lobato, Un códice de teatro desconocido del siglo XVII. Edición de la mojiganga "La pandera"
de Calderón, m Criticón, 37, 1987, p.192.

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sin ser sayón.


ZOQUETE. Mijor ensayonado
sabré el papel y, en fin, de la honra mía
hoy ha de ser el más tremendo día,
y desde luego voy a ensayonarme,
y así no hay que porfiarme
porque en vano en mi piedad esperan
y han de morir los dos aunque no quieran.
(Los degollados, vv. 85-98)

Vase Zoquete, pero cuando vuelve a entrar en escena lo hace exclamando:

ZOQUETE. ¡Nadie hable palabra,


que ya vengo ensayonado
y no se me pondrá nada
por déliante que no pase
a cochillo si encontrara,
¡vive Dios!, la misma hindria
de las setenta gargantas!
(Ibid., vv. 176-182)

16
En la mojiganga de Francisco de Castro titulada El ropero alquilón , salen, entre otros
danzantes, una pareja de fariseos:

Salen los dos fariseos con sus alfanjes


5. Ya entran.
1. ¡Jesucristo, qué alfanjazos!
2. Esto danza me degüella. (Vv. 109-111)

Como vemos, parece que el sayón o fariseo se desligó de la farsa navideña, y pasó a ser una
figura risible que indefectiblemente portaba un enorme alfanje (o en su defecto una
espada, como ocurre en El sacristán fariseo con el que atemorizaba a otros personajes y con el que
podía, en vistas del último testimonio, hasta ejecutar una danza. Así se deduce también de la
siguiente acotación de Ir a ver partir la vieja, de Francisco de Castro 17 :

Sacan una silla de manos muy ridicula dos mozos de silla, y dentro vendrá una vieja, hecha de
suerte que se puedan quitar los brazos, y la cabeza, cuando los cuatro que salen de fariseos la saquen, y
al compás de un tañido con los alfanjes la desarmen, y al propio la armen brazos, y cabeza, que son
los que quitan los fariseos; y esto se ejecute con el mayor primor que se pueda, [...) y los fariseos
embozados, para que a su tiempo se descubran, y ejecuten lo dicho.

A los mismos que, según la acotación, "salen de fariseos", se les aplica como sinónimo el
vocablo "sayón":

MUJER 1. Sayones míos, a ellos.


Partirlos, descuartizarlos.

16
Se encuentra en la obra de Francisco de Castro titulada Alegría cómica, explicada en diferentes asuntos
jocosos, Zaragoza, 1702, 3a. parte , pp. 14-23 , así como en el ms. 46.752 de la Biblioteca del
Instituto del Teatro de Barcelona, copia del anterior (Simón Palmer, mím. 1.194).
17 Id., ibid., la. parte, pp. 90-113. Cf. pp. 98-99 y pp. 100-101. vv. 131-134, respectivamente.

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SOLDADO. Muerto soy.


SACR. 1. Yo estoy lo mismo.
SACR. 2. Yo lo propio.
(Ir a ver partir la vieja, vv. 133-134)

Lo mismo ocurre en otra pieza de Lanini 18 :

FARISEO. Aquí el fariseo está.


a que lo confieses luego.
GORR. 2. ¡ Ay, qué cara de sayón!
GORR. 3. ¡Jesús, qué terrible gesto!
No he de confesarlo.
FARISEO. Pues
tocaré al punto a degüello.
Quiérele degollar con un alfanje que trae
TODOS. ¡Misericordia!
GORR. 2. (Híncase de rodillas) Ego sum
ignocens.
GORR. 3. Etíam ego.
FARISEO. Pues por eso le perdono.
(El colegio de los gorrones, vv. 160-69)

Pero no sólo la fuerza cómica de la máscara explica su reaparición en los entremeses y


mojigangas escenificados con los autos del Corpus (sabemos que Los degollados se representó con
el auto Los sueños de Joseph en 1670, efr a ver partir la vieja, de Francisco de Castro, aunque
recoge una costumbre que imponía su ejecución en Cuaresma, se hizo también en esa
fecha 1 9 ). Hay que tener presente que la degollación de los inocentes no era un espectáculo
exclusivamente navideño, sino también ligado a la representación del Corpus.
El Misten de la Degolló o el Misteri del rei Herodes era una representación pública de tipo
hablado que se ejecutaba la víspera del Corpus en Valencia a mediados del siglo XVII. A este
propósito podemos citar:

En Valencia, a mitjan segle XVII, la vigilia del Corpus, al matí, els jurats i oficiáis de la ciutat
esperaven en llurs cases la passada que feien els misteris i danses, les quais sortien atnb gran ordre de
la "casa de les Toqués a les set del matí i seguien el curs de la processó de la següent manera: El
capellà de la ciutat, a cavall: el capellà, amb bonet, i el cavall, encobertat. Dama deis
momos. Dansa de la Diablera. Danses, quatre o mes, de "toqueados". Dansa de gitanes
fingides. Misteri del rei Herodes. Misteri de Sant Cristófol. Misteri d'Adam i Eva. En tornar a la
Casa de la Ciutat, el "capellà de les roques" repartía els grups perqué passessin a Huir les seves
habilitais per les cases deis oficiáis majors, ministres reials i visitadors 2 0 .

El Misteri de la Degollado deis Sants Innocents, popularmente conocido como Misteri de la


Degolla, era el más largo, con intervención de más de veinte personajes, y se escenificaba

18
Se halla El colegio de los gorrones en Ociosidad entretenida, Madrid, 1668, y en Migajas del ingenio,
Zaragoza, ¿1675?., ff.l8v-22v.
19
En el encabezamiento de Los degollados se lee que se hizo para el auto Los sueños de Joseph, de 1670,
y en el texto de Ir a ver partir la vieja se dice que se representó durante el Corpus.
20
J. Anudes, Costumari cátala. El curs de l'any, 5 vols., Barcelona, 1950-56. Véase vol. I, p. 218 y
además vol. III, p. 10 y p. 52.

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asimismo en Castellón de la Plana durante el Corpus y en Barcelona en Navidad, no se sabe si


aisladamente o junto a "pastorets". En Barcelona el suceso se desarrollaba en tres momentos
diferentes -en la calle, en el palacio real de Herodes y en el templo-, actuando soldados, jueces,
esclavos, damas, caballeros, Herodes, su mujer Ana, un ministro, un profeta, José, Sara y
Raquel. La representación, calificada de "drama sacre, biblic i dramàtic", fue adaptada al teatro por
Jaume Piqué, y se representó en el Odeón.
A. de la Granja 21 piensa que el establecimiento de un detallado calendario de fiestas no
resolvería el problema de las relaciones entre fiesta y teatro, porque, además de determinar lo que se
representaba en cada fiesta, habría que estudiar el trasvase de temas de unas a otras junto a la
persistencia de temas que se repiten. En este sentido, creemos que el tema de la degollación de los
inocentes se trasvasa a la fiesta del Santo Sacramento y al mismo tiempo se mantiene en época
navideña. Ahora bien, Cotarelo 22 , al comentar la pieza de Lanini titulada El colegio de los
gorrones y notar que entra en escena un fariseo, escribe que se trata de una "especie de gigante
armado, que salía también en algunas procesiones".
Es decir, según lo anterior, el fariseo era una especie de gigante con alfanje/espada que desfilaba
por las calles; pero el único gigante que responde a esta configuración es el turco, que, en Los
títeres de Suárez de Deza 23 , sale vestido de sacristán (si en El fariseo y en El sacristán fariseo,
como vimos, se asocia el traje de fariseo a la figura del sacristán, aquí el turco lleva hábitos de
sacristán). Leemos:

TRES. ¡Que venga al punto


un sacristán de Marruecos!
El GIGANTÓN TURCO de sacristán
UNO. ¡Aquí está!
TODOS. ¡Guarda el toro!
(Los títeres, vv. 263-65)
Por otra parte, en un fragmento de la mojiganga La burla del papel, de Francisco de Castro 24,
sale el Gran Turco amenazando de la siguiente manera al gracioso:

TURCO. El Gran Turco...


GRACIOSO. ¡Ay, qué lebrel!
TURCO. es el que sale a quitarte
con este alfanje el pescuezo.

21 Véase el debate que siguió a la ponencia de A. de la Granja El entremés y la fiesta del Corpus, en
Criticón, 42, 1988, pp. 1S2-1S3, donde el ponente responde a una pregunta de F. Ruiz
Ramón. Anteriormente (p. 152), L. García Lorenzo habla de la síntesis de lo cómico y de lo religioso
trayendo a colación el Misterio del rey Herodes: "El Misterio del rey Herodes, para el Corpus, era
representado cómicamente por niños el día anterior. Luego, al día siguiente, representación "seria",
pero de una seriedad que hay que matizar, ya que la función incluía un componente religioso (la historia
del rey Herodes), un pregón de tipo profano y finalmente un elemento cómico, el 'auto de la degolla' ".
22
E. Cotarelo y Mori, éd.. Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas (desde mediados
del siglo XVI a mediados del siglo XVIII, Madrid, Bailly-Bailliere, 1911, 2 vols.. I, p. CXVI.
23
Se incluye Los títeres en Primera parte de Donaires de Tersícore, Madrid, 1663, 35r-4Ov ,así como en
el ms. 46561 de la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona, copia del anterior (Simón Palmer,
núm. 735).
24
Para ha burla del papel véase el ms. 46.572 de la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barecelona
(Simón Palmer, núm. 1.204, H), copia de Alegría cómica..., op. cit., 3a. parte, pp. 31-44.

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Aquí te dar a escoger:
o mojeganga o degüello.
Rebonde aprisa.
GRACIOSO. íTened,
Herodes mío, el alfanje,
y aquí no me degolléis,
que yo no soy inocente!
(La burla del papel, w . 99-108)

De todo ello se deduce no sólo que el fariseo era un personaje presente en representaciones
públicas de tipo burlesco de la degollación de los inocentes en Navidad y Corpus, en entremeses
que trataban este tema y en mojigangas en donde el sayón aparecía aisladamente atemorizando a
otros personajes, o se vestía momentáneamente de tal un actor con este propósito, sino también
que el fariseo confluyó con la figura del turco. A la semejanza física de ambos -probablemente
basada en la tez oscura, nariz corva y mala catadura- se unía el hecho de que los dos portaban el
mismo accesorio: un alfanje o espada. El turco marchaba asimismo por las calles, bien como
gigantón, bien formando pareja y aun solo en representación de su nación. En las mojigangas
públicas es una constante la presencia de indios, negros, moros, turcos, franceses, portugueses,
gitanos... sirviendo a este propósito 25.
A Castro le debía de gustar insertar este personaje en sus mojigangas dramáticas -género que se
nutre por lo general de los tipos que desfilaban en sus homónimas públicas 2 6 , pues en Las figuras
27
desfilan dos turcas y en El antojo de la gallega M lo hacen cuatro turcos y el Rey de Marruecos,
al que, como a la vieja que se partía en la Plaza Mayor, quitan, al son de la Marsella, cabeza,
brazos y piernas, tratándose de otra figura desmontable. Esto último parece indicar que se trata de
una variante de dicha costumbre 29 .

25
Para poner un ejemplo, véase el siguiente fragmento de la mojiganga pública hecha en 1693 por el
restablecimiento de Carlos II de una grave enfermedad (B.N.M. R.30.596, f 4r): "Otros, de esphynges,
mezclando diversas naturalezas en vn cuerpo de sierpes, de Serranos, y Serranas, de Irlandessas, de
Turcos, de Peregrinas, de Ossos, de Disciplinantes, de Bolatines, de Corcobas, de Matachines, puestos
las cabeças sobre la silla, y los pies en alto, de chinos, varias de diversidad de animales, de Enanos, de
diversas Naciones."
26
C. Buezo, La mojiganga dramática. Historia y teoría, Madrid, Universidad Complutense, 1990, 2 ts.,
tesis doctoral. Cf. cap. VI., dedicado al estudio de los personajes.
27
Remito de nuevo a Francisco de Castro, Alegría cómica...', op. cit., 2a. parte, pp. 103-17, con copia
en el ms. 46.572 de la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona (Simón Palmer, núm. 1.214).
28
En la Biblioteca Nacional de Madrid se hallan los mss. 14.804 y 15.200 (Paz y Mélia,
núm. 228). Copia del primero es el ms. 61.540 de la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona
(Simón Palmer, núm. 1.176).
29
Acerca de la costumbre de serrar la vieja trata J. Caro Baraja en El Carnaval, Madrid, 2a. reimpr.,
1984, pp. 132-140. Leemos en la acotación incluida entre los vv. 224-225 de la mojiganga de Los
oficios, de Antonio de Zamora:
En estando sentados, toma el barbero la bacía y la navaja, el peluquero el escarpidor y peluca, el zapatero la horma
y el hierro, y el sastre las tijeras; y por el tañido de la Marsella dan sus golpes cada uno a compás, sencillos,
dobles y redobles; y en acabando forman sus mudanzas, que serán ejecutando con él lo que requiere cada oficio. Y
en acabando con el del peluquero que le llenan de harina, se van los diablillos y vuelven a-salir los cuatro oficiales
y se ponen como primero, y las dueñas muy disimuladas, adviniendo que las mudanzas se pondrán alfin,y con los
versos salen otra vez los diablillos con sus alfanjes y espadas como queda dicho.
De aquí se desprende que "el tañido de la Marsella" era una música que daba pie a una especie de danza de
espadas, con diferentes golpes y mudanzas. La mojiganga de Los oficios se halla en el ms. 14090,

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...
EL SACRISTÁN FARISEO 101

Finalmente, en El gracioso bailarín30, se lee la siguiente acotación (f.5v): "Sale Coronado


vestido de turco, como se hizo en el entremés de Pascua en el baile". Es decir, se aprovechaban los
trajes de unas representaciones para otras, lo que conecta con el alquiler de los mismos para
determinadas fiestas, hecho que se observa en El ropero alquilón, donde precisamente éste alquila
dos indumentarias de fariseos.
Podía desempeñar el papel de fariseo el marido engañado que amenazaba con dar muerte a los
adúlteros (Los degollados), el amante de la dama (£/ fariseo. El sacristán fariseo), o salir el
personaje al ser nombrado en escena o porque ésta lo requería (La pandera. El ropero alquilón, El
colegio de los gorrones. Ir a ver partir la vieja).
Esta última composición es de principios del siglo XVIII; pero más tardía resulta El degollado
fingido y chascos del bodegón, de 1778 31 , donde, como en la pieza anónima El degollado32, de al
menos 1644, se simula una degollación para ejecutar una burla. En El degollado se degüella o,
mejor dicho, unos personajes simulan degollar al alcalde -llamado por su voracidad "Herodes de los
pollos" (p. 319)- dándole "con una esponja llena de sangre" (p. 322). En El degollado fingido,
Ramón se finge degollado para que Ginés deje casar a sus hermanas con sus amados. Responde
Ginés a la justicia "Por San Anselmo,/ que estoy inocente" (f. 13v). Antes, sale a escena Julia
con un cuchillo lleno de la sangre con la que ha matado un pavo, y Ramón le responde: "¡Cuántos
Herodes de pavos/ habrá habido en todo el reino/ estas Pascuas!" (f. 12r), lo que sitúa la pieza en
tiempo de Navidad. No deja de ser curioso que, aunque a un personaje se le llame Herodes
metafóricamente, no aparezca éste como tipo, prefiriéndose las figuras del fariseo o del turco,
exponentes más claros de antisemitismo y de la hostilidad de los españoles de ese tiempo hacia los
otomanos 33.
De 1871 es el interesantísimo testimonio que reproducimos M , una mojiganga parateatral de
tipo taurino que escenifica en un ruedo la farsa de la degollación de los inocentes, de la que se

núm. S, de la B.N.M., conservándose copia de éste en el ms. 46.922 de la Biblioteca del Instituto del
Teatro de Barcelona.
30
El gracioso bailarín lleva también como título el de El gracioso burlado. Se halla en el Archivo
Municipal de Madrid (ms. 1-188-28. Teatro B.N.M.). Se representó en Madrid en 1761 por la
compañía de la Guerrera.
31
El degollado fingido y chascos del bodegón es un saínete fechado en 1778 que se conserva en el
ms. 14.520 núm. 20 de la Biblioteca Nacional de Madrid (Paz y Mélia, núm. 945).
32
El entremés El degollado se inserta en Fiestas del Santísimo Sacramento, de Lope de Vega, Zaragoza,
1644. Esta colección fue impresa en el t. XVIII de 1778 de Obras sueltas. Véase A. Palau y Dulcet,
Manual del librero hispanoamericano, t. XXV, Barcelona, Oxford, 1973, pp. 446 y 448. Existe copia
en el ms. 46.876 de la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona (Simón Palmer,
núm. 189). Lleva la siguiente nota de Cotarelo: "Fue refundido por Lanini (Migajas del ingenio,
1670)". Por otra parte, una representación paródica de la degollación de los inocentes se aprecia en El
hospital de los malcasados, de Francisco de Quevedo (cf. C. C. García Valdés, Antología..., op. cit.,
pp. 213-14 n.), mientras que la figura del fariseo reaparece en el entremés de Luis Quiñones de
Benavente Otañez y el fariseo que guarda el ms. 61.518 de la Biblioteca del Instituto del Teatro de
Barcelona (Simón Palmer, núm. 624).
33
Nos preguntamos si el despedazamiento del Rey de Marruecos, que trae un séquito de cuatro turcos, al
que antes hemos hecho referencia, no sería realmente sino el del Gran Turco. Esta figura fue satirizada
por la literatura de la época, así como su nombre, relacionado por homonimia con el de "solimán",
azogue sublimado que se usaba para blanquear el rostro. Cf. E. Rodríguez y A. Tordera,
ed. Entremeses..., op. cit., p. 104, v. 24 n.
34
Reproduce el texto J. M. Cossío, en "Al margen de la lidia. Mojigangas", en Los toros. Tratado
técnico e histórico, I, Madrid, 1943, pp. 744-45.

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...
102 CATALINA BUEZO Criticón, 50, 1990

deduce que éstos serían niños de trapo, como los que aparecen en la mojiganga El niño de la
Rollona y la mujer que acomoda amas, de Súarez de Deza 35:

¡La degollación de los inocentes! De pluma o pelo


Se presentará el rey Herodes conducido en un palanquín y escoltado por sus guardias y ocho
negritos de su servidumbre, dando su paseo por toda la plaza y tomando, por último, asiento en su
trono, que estará colocado en un vistoso y elegante cenador situado en el centro del redondel. Acto
seguido aparecerán varias mujeres conduciendo en sus brazos a las inocentes víctimas, y a su vista el
bárbaro y cruel Herodes dará la orden de degüello, que inmediatamente se dispondrán a ejecutar sus
sayones, trabándose con este motivo una desesperada lucha entre éstos y las madres, algunas de las
cuales preferirán entregar sus hijos a la voracidad del público, arrojándolos a los tendidos antes que
verlos morir para aplacar la furia del despiadado y sanguinario rey. Terminada tan bárbara escena y
arrojadas al público las víctimas, el rey Herodes, para procurarse distraccción, mandará que cada uno
de sus ocho negritos se meta en un saco que le será fuertemente atado a la cintura, y en esta
disposición y repartidos por la plaza, el mismo rey soltará desde su trono un cerdo montaraz con el
rabo untado de sebo... Después se soltará un toro embolado, al que picarán en caballitos de mimbre,
banderillearán en cestos y matará el propio Herodes.

Concluyendo, la figura del fariseo o del sayón entronca con los usos festivos del Carnaval
-entendido éste en sentido amplio-, con la cultura cómica de la plaza pública, que sirve para
explicar este último testimonio. Su presencia se constata tanto en las mojigangas callejeras como
en los entremeses y mojigangas del Corpus y de Navidad, aunque en principio el personaje estaría
ligado al risus paschalis. En algunas piezas, además, se observa cómo el fariseo confluye con el
turco, especie de gigante armado que desfilaba por las calles esgrimiendo un enorme alfanje. Al
estudio del fariseo en las mojigangas públicas dedicaremos un artículo posterior.

Volviendo ahora a la pieza que analizábamos al principio de este trabajo, El sacristán fariseo, es
interesante notar que se trata de un texto que movería muy fácilmente a risa, de éxito asegurado
gracias a los disfraces que adopta el amante para burlar al tío de Quiteria y que, aunque
aparentemente no parecen estar relacionados, en ambos casos conectan con costumbres
carnavalescas, al igual que las acciones que con ellos se relacionan. El uso de refranes, el empleo
del folklore, del santoral burlesco, de pullas y de frases hechas son otras deudas, como ya se ha
estudiado M , del teatro breve para con los festejos desarrollados en la plaza pública en tiempo de
Carnaval, y la pieza que comentamos ofrece buenos ejemplos de ello.
No disponemos de datos que nos permitan desvelar la posible autoría de El sacristán fariseo,
pieza que emparenta temáticamente con las que tratan acerca de sacristanes que componen
villancicos y cortejan a sus amadas 37 , con aquéllas que se centran en la inserción de un actor
disfrazado de "niño de la Rollona" 38 y con las que basan su comicidad en la figura del sayón o

35
El niño y la mujer que acomoda amas se incluye en Parte primera de Donaires de Tersícore, op. cit.,
ff. 81r-87v.
3< Véase el estudio preliminar de J. Huerta Calvo a su ed. de Teatro breve..., op. cit., sobre todo las
pp. 12-18 y 42-47.
37
Hacen diversos villancicos los sacristanes de El avantal, Los gorrones, Las alforjas y otros
entremeses que cita C. C. García Vaidés en su Antología..., op. cit., pp. 296 n. y 301-02 n.
38
Conocemos las siguientes piezas que incluyen "niños de la Rollona": El parto de la Rollona {Flor de
saínetes, Madrid, 1640, fols. 1-4), El niño de la Rollona, atribuido a Francisco de Avellaneda {Floresta

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EL SACRISTÁN FARISEO 103

fariseo. Ciertamente se aprecian ciertas similitudes con la mojiganga calderoniana El pésame de la


viuda 39, como son el nombre de Quiteña para la dama -muy frecuente, por otra parte, en la
literatura entremesü 4 0 - y la semejanza de ciertos versos que forman parte del diálogo entre el
"niflo" y su supuesto padre:

SACRISTÁN. Mama, mama, coco, papa (V.129)


VEJETE. ¡Qué donosura, qué gracia! (V. 164)
MORALES. Mama, [...], coco, coco.
D.LESMES. ¡Qué donosura!
D.LUIS. ¡Qué gracia!
(El pésame de la viuda, vv. 278-279)

Por otra parte, la amenaza del vejete al sacristán ("Castigo ejemplar te aguarda", v. 184) se parece
a la que dirige el vejete de El robo de las sabinas 41 a sus hijas ("tengo de hacer un ejemplar
castigo", v. 127), mientras que la actitud de llamar a amigos y organizar la venganza recuerda a la
de Zoquete en Los degollados. Pero estos datos, a los que se puede sumar la cita del entremés
calderoniano Guardadme las espaldas (vv. 37-38), resultan insuficientes para dilucidar la cuestión.
Lo mismo, cabe decir acerca de la datation de la pieza, aunque a nuestro parecer su carácter
burlesco con un fin "a palos" y no con un baile de mojiganga -téngase en cuenta que a pesar de
ello se aproxima a mojigangas como El niño y la mujer que acomoda amas, de Súarez de Deza, y a
la calderoniana El pésame de la viuda- denota cierto primitivismo.
Nuestros criterios de edición son los siguientes: modernización de la puntuación, la
acentuación y las grafías, cuando no tienen relevancia fonética; regularización de los nombres de
los personajes y resolución de las abreviaturas. El texto base es el único manuscrito conservado del
texto, cuya noticia bibliográfica es la siguiente:

-Ms. 16954 BN. Entremés de el [sic] sacristán fariseo. 6 hs. 4. Letra del siglo XVIII. Procedente
de la Biblioteca de Osuna.

Versificación: 226 vv. Silva de versos heptasílabos y endecasílabos hasta el v. 25. A partir
de ahí y hasta el final, romance octosílabo con rima á-a, exceptuando los dos villancicos burlescos
octosílabos (menos el último verso de cada uno, decasílabo), de rima consonante, y de esquema
aabbccddee (v. 63-72) y aaabbcc (v. 83-89).

de entremeses, Madrid, 1691, pp. 80-90), El pésame de la viuda (E. Rodríguez y A. Tordera,
ed. Entremeses..., op. cit., pp. 353-68. Vid. asimismo p. 366 n.), Los niños de la Rollona y lo que
pasa en las calles, mojiganga atribuida a Simón Aguado (E. Cotarelo, ed. Colección, t.1, pp. 222-26)
y El niño y la mujer que acomoda amas, de Vicente Súarez de Deza (Cf. n. 35).
39 No dejamos de notar, empero, que también la mojiganga de Suárez de Deza citada arriba ofrece
similitudes interesantes. Una muestra de ello son los siguientes versos (266-68):
NIÑO. Mama.
CAPITANA. |Dios te bendiga, criatural
DOCTOR. (Qué donosura!
1. (Qué gracia!
40
Quiteria aparece en numerosas obras: Los coches. La malcontenta, El tudesco, Tarragona, El niño de
la Rollona, El alcalde registrador, Los peregrinos y otras muchas más. Véase H. Recoules, Index des
personnages des pièces contenues dans les collections, en Les intermèdes..., op. cit., pp. 1200-02.
41
M. L. Lobato, ed. de Pedro Calderón de la Barca, Teatro cómico breve, Kassel, Reichenberger, 1989,
p. 4 1 9 .

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104 CATALINA BUEZO Criticón, 50,1990

ENTREMÉS DEL SACRISTÁN FARISEO

Personas
Sacristán Dos mujeres
Un vejete Un hombre

Salen el sacristán y el hombre


SACRISTÁN. Esta es mi pena, amigo Gil Chamorro.
HOMBRE. ¡Vive Dios, que me corro
que con cobardes, feos ademanes,
llegues a ser afrentasacristanes!
¿El amor te da pena?
SACRISTÁN. Oye, menguado,
¿y a qué hombre el amor pena no ha dado?
HOMBRE. ¿Cuánto será tu amor?
SACRISTÁN. ¡Linda receta!
Más amor tengo yo que hambre un poeta.
HOMBRE. ¿Y Quiteria te quiere?
SACRISTÁN. ¡Casos fieros!
Más me quiere que al vino los cocheros; 10
pero aquel mal vejete de su tío
la recela y oculta de mi brío,
teniéndola guardada
HOMBRE. ¿Sabe tu amor su tía?
SACRISTÁN. Más templada
mira mis penas tantas. 15
HOMBRE. Pues ¿ de qué, monigote, así te espantas?
Vamos luego a su casa,
que mi ciencia no escasa
te sacará de todo.
SACRISTÁN. ¿[No] me dirás, amigo Gil, el modo? 20
HOMBRE. El vejete de casa salió ahora,
la tía espera de parir la hora;
pero el caso lo diga. Ven, Trinchete.
SACRISTÁN. Tuya es mi sotana y mi bonete.
¡ Ay Quiteria, mi vida y mi alma es tuya! 25
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vanse y salen las dos mujeres
MUJER 2a. ¿La cuna está prevenida?
MUJER l a Todo está como tú mandas,
tía y señora.
[MUJER] 2a. Quiteria,
entrarme quiero a la cama 30

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EL SACRISTÁN FARISEO 105

porque siento los dolores.


A tu tío, niña, aguarda
que ya no puede tardar. (Vase.)
[MUJER] la. Harélo de buena gana.
¡Ay sacristán de mi vida, 35
ay Trinchete de mi alma!
[Salen el sacristán y el hombre.]
HOMBRE. Bien puedes hablar sin miedo,
pues te guardo las espaldas.
SACRISTÁN. ¡Quiteña mihi, vel mihi,
que desde meam infantiam 40
me robaste el corazón
con esos ojos que sarna
parecen en lo que pican,
dona mihi tua braquia\
[MUJER] la. Tuya soy, Trinchete mío. 45
SACRISTÁN. [Quiteña de mis entrañas,
con quien son otras Quiteñas
mocosas y corcovadas!
Yo soy el no[n te] negabo,
don Trínchete Butifarra 50
archibobo, archibodoque,
retorcijón y almorrana.
Por ti subo al campanario
a repicar mis campanas,
por lo que tu amor me pica, 55
me repica y me remata.
Mira que estoy traspasado
del ciego dios con la lanza,
pues por ti mi corazón
requiem eternam se llama. 60
¿Quieres que aquí a tu belleza
un villancico le haga?
Pues oye: "Quiteña hermosa,
más sabia que la raposa,
más que la sirena sabia, 65
si mi cariño te agravia,
tocará mi corazón
de la campana el din don
y de la caja el tan tan.
Venga todo sacristán 70
antefaciem populorum
per omnia sécula seculorum".
[MUJER] la. Fino estás. Trinchete mío,
y tu cariño me agrada.

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106 CATALINA BUEZO Criticón, 50, 1990

SACRISTÁN. Respire famulum tuum, 75


y mira que meam panzam
va por malas, mala, malvan,
si tu cariño y tu gracia,
famulorumfamularum,
non confortât meam almam. 80
[MUJER] la. ¡Qué requiebros tan amantes!
SACRISTÁN. Sólo para ti se guardan,
porque el amante que es fino,
según dice Calepino :
en el párrafo del vino, 85
su corazón emborracha,
y mirando su muchacha
luego le hace el quis vel qui,
cuchuchí, cuchuchí, cuchuchí.
VEJETE. (Dentro.) ¡Hola! ¿Quiteria?
[MUJER] la. ¡Qué pena, 90
mi tío es este que llama,
y aquí moriremos todos
si a todos aquí nos halla!
SACRISTÁN. ¿Qué dices, Quiteria? ¿Es cierto?
[MUJER] la. Es su condición tirana. 95
SACRISTÁN. Pues, mujer, ¿qué hemos de hacer?
Sale el hombre
[HOMBRE.] Sacristán, ¿de qué te espantas?
¿No te ofrecí yo librar
en todo trance?
SACRISTÁN. ¿A qué aguardas?
HOMBRE. Dime, Quiteria ¿no es cierto 100
que tu tía está preñada
y muy vecina del parto?
[MUJER] la. Cierto es.
HOMBRE. Pues aquí saca
una cuna o una artesa
en que el sacristán, con maña, 105
parezca el recién nacido.
Yo, con basquina y con capa,
me he de sentar a su lado
fingiendo que soy la ama.
[MUJER] la. La cuna, capa y basquina 110
está aquí.
HOMBRE. Pues a la traza.
Sacan lo dicho y el sacristán se pone dentro y el hombre se viste de mujer
VEJETE. (Dentro.) ¡Hola muchacha! ¿Quiteria?

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EL SACRISTÁN FARISEO 107

SACRISTÁN. ¡Los diablos lleven tu alma


con tanta priesa! Señores,
los que miran mi desgracia, 115
pues estoy como un lechen
cuando de pelarle tratan,
en mí aprendan y escarmienten.
HOMBRE. Finge, sacristán.
Sale el vejete
[VEJETE.] Picana
¿cómo, dime, no respondes? 120
MUJER la. Señor, estaba ocupada
con mi tía.
VEJETE. ¿Qué es aquesto?
MUJER la. Señor, cumplidas las faltas
ha parido ahora mi tía.
SACRISTÁN. ([Ap.] Y yo el que rinda las parias 125
seré si salgo con bien.)
VEJETE. ¿Y esta mujer? •
MUJER 2a. Es la ama
que le ha dado de mamar.
SACRISTÁN. Mama, mama, coco papa.
([Ap.] Per Deum que sum turbatus.) 130
VEJETE. Y habla el chiquillo ¡qué gracia!
{[Ap.] Estos prodigios descubre
la naturaleza humana:
el cielo lo ha hecho sin duda.)
SACRISTÁN. ([Ap.] Así se quemen las barbas.) 135
VEJETE. ¡Jesús lo que me parece!
Pero mi juicio repara
en que parece muy grande.
([Ap.] ¿Si será ésta alguna traza
o engaño de mi mujer? 140
Pero mi mujer es casta.)
SACRISTÁN. Así tengas la salud.
VEJETE. El consuelo es de mis canas.
Ama, déle de mamar.
HOMBRE. ¿De qué mamar ni qué haca 145
tengo de darle?
MUJER la. Sopitas
comerá de mejor gana.
VEJETE. Pues éntrese, ama, dentro
y de cuando en cuando salga.
HOMBRE. Haré lo que usted me manda. (Vase.) 150
[MUJER] la. Aquí están, tío, las sopas.

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108 CATALINA BUEZO Criticón, 50,1990

Saca una cazuela y un cucharón grande y vase

SACRISTÁN. ¿Qué es esto que por mí pasa?


¿Si por aquesto se dijo:
"Mueraz Martam mueraz fartant'"?
VEJETE. Todo es un retrato mío: 155
este niño es de importancia
porque con él se asegura
la sucesión de mi casa.
SACRISTÁN. El niño de la Rollona
llega a ser conmigo un mandria. 160
VEJETE. Toma, hijo, querido mío.
Dale sopas
J
SACRISTÁN. Con estas sopas me abrasa
este demonio de viejo.
VEJETE. ¡Qué donosura! ¡Qué gracia!
No llores, hijo, no llores. 165
Sale el hombre
[HOMBRE.] ¿Pide de mamar?
VEJETE. No, ama.
HOMBRE. Pues servidora de usted. {Vase.)
SACRISTÁN. ¡Válgame [aquí] Santa Bárbara!
Exiforas, vade retro,
que per vitam crucem sanctam 170
quematur meus aspectus
y assantur meas entrañas.
VEJETE. ¿Qué es esto que habla este niño?
¿Latín sabe?
SACRISTÁN. Pues, panarra,
¿no hablaré lengua latina 175
si quemas la castellana?
VEJETE. ¿El sacristán no es aqueste?
¡Cielos! ¡Qué ira! ¡Qué rabia!
Infame,¿qué haces aquí?
Sale el hombre
[HOMBRE.] ¿Pide de mamar?
VEJETE. ¡Qué ansia! 180
¡Vete, ama, con mil demonios!
Vase el hombre
SACRISTÁN. Descubrióse la maraña.
Domine, perdona niihi.
VEJETE. Castigo ejemplar te aguarda,

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...
EL SACRISTÁN FARISEO 109

y así, traidor, esta sima 185


que tengo abierta en mi casa
te sirva de sepultura.
Échalo por el escotillón
¡Hola, vecinos!
Sale el hombre
[HOMBRE.] ¿Qué? ¿Llama
para darle de mamar?
VEJETE. Ama, demonio o fantasma, 190
quítateme de delante.
HOMBRE. Harélo de buena gana. (Vase.)
Sale [el] sacristán con espada y broquel
SACRISTÁN. ¿Qué dice usted, seor vejete?
VEJETE. La paciencia se me acaba.
¿No dejé ahora en la sima 195
al sacristán?
SACRISTÁN. ¿No me llama?
VEJETE. Usted se vaya con Dios.
SACRISTÁN. Quédese usted noramala. (Vase.)
VEJETE. Voy a ver si el sacristán
está dentro de la trampa, 200
para convocar amigos
y tomar justa venganza.
Saca la cabeza por el escotillón
SACRISTÁN. Perdóname, vejezuelo,
que para chasco ya basta.
VEJETE. Si en la sima el sacristán 205
está ¿cómo-¡pena extraña! -
entró ahora por la puerta?
¡Hola, amigos! ¿No hay quien salga?
Sale el sacristán de fariseo
SACRISTÁN. Aquí está don Calaínos,
que cumfustibus et armas 210
arruinabiz totum mundum,
porque con aquesta espada,
seculorum, seculorwn,
sabrá vencer, verbigracia.
VEJETE. ¿Esto es ilusión o encanto? 215
Sacristán, diablo o piltrafa,
yo he de vengarme de ti.

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...
110 CATALINA BUEZO Criticón, 50, 1990

Salen todos
TODOS. ¿Qué nos quieres? ¿Qué nos mandas?
VEJETE. Castigar este insolente.
SACRISTÁN. ¿Pues no ves que ha sido traza 220
por que me des tu sobrina?
VEJETE. Si por eso ha sido, vaya.
SACRISTÁN. Pues redes mihi alpriciam.
Dame un abrazo.
VEJETE. Con gana
te le daré, sacristán. 22S
SACRISTÁN. Primero mis sustos paga
Al abrazarse, toma al vejete a cuestas, y todos le dan con matapecados y
se entran

NOTAS AL TEXTO

4. Al inicio del entremés de Calderón El sacristán mujer, Brígida, la dama, lanza una serie de pullas
al sacristán que la corteja. Entre éstas destaca la de "apura vinajeras" (E. Rodríguez y A. Tordera,
ed. Entremeses..., op. cit., p. 125, v. 5). El barbero y el vejete de La jeringa motejan al sacristán de
"chupa responsos" y de "chupa lámparas" y "tumba jarrillos", respectivamente (R. Benítez,
ed. Verdores del Parnaso, Madrid, CSIC, 1969, p. 250. vv. 10 y 23-24).
10. Sobre la afición al vino de los cocheros nos habla Calderón en Las visiones de la muerte,
mojiganga en la que el cochero, ebrio, es causante de que, al pasar un río, vuelque el carro en el que va una
compañía de actores. Editan la pieza E. Rodríguez y A. Tordera, ibid., pp. 369-84.
11-13. En Los dos Juan Ranas (J. Cañedo, ed. Vergel de entremeses, Madrid, CSIC, 1970,
pp. 27-44) y El mayorazgo (A. de la Granja, Entremeses y mojigangas de Calderón para sus autos
sacramentales, Granada, Universidad de Granada, 1981, pp. 3S-47) el padre adopta la misma actitud
respecto a la hija. Se trata de un tópico que no impide que el amante consiga disfrutarla.
18-19. En Las jácaras 2a. parte (M.L. Lobato, Segunda parte inédita del entremés "Las jácaras"
atribuido a Calderón, en RILCE, II, 1, 1986, pp. 119-140) y en El paloteado (ed. R. Benítez,
Verdores..., op. cit., pp. 187-96), un amigo o consejero escucha al enamorado y da solución a sus
problemas. En cambio, en Los dos Juan Ranas, el amigo es falso y no trata sino de engañar a los
enamorados.
20. Añadimos [No] para corregir el error de métrica del verso.
26. El estribillo de la pareja de sacristanes que desñla en la mojiganga de León Merchante Los
alcaldes dice así: "Vaya, vaya de fiesta y de bulla/ ¡Aleluya, aleluya, aleluya!" (ms. 46.770 de la
Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona, vv. 77-78, Simón Palmer, núm. 348). Es decir, se
trata de un verso presumiblemente cantado y bailado, o al menos dado a la gesticulación, que sirve para
caracterizar a este personaje como ente cómico.
29-30. Ms.: "Quiteña, entrarme quiero a la cama", como un verso único.
38. Podría ser cita del entremés de Calderón Guardadme las espaldas, en la que se repite la expresión
cuatro veces (E. Rodríguez y A. Tordera, ed. Entremeses..., op. cit., p. 220, v. 121; p. 221,
v. 137; p. 224, v. 217 y v. 237). Vuelve a emplearla Calderón una vez en El convidado (id.,
ibid., p. 296, vv. 117-120) y tres veces en La pandera (M. L. Lobato, Un códice..., art. cit.,
p. 190, vv. 197-98, y asimismo p. 184, v. 102 y p. 185, vv. 123-126).
49. Ms. "no re negabo". La corrección propuesta supone una alusión a la actitud de San Pedro en
los evangelios, cuando afirma que no renegará de Cristo. Así destaca Trinchete su fidelidad amorosa
(Non te negabo: "te seré siempre fiel"). Aceptamos esta propuesta, que nos brinda el profesor Marc
Vitse. En la festividad de San Sebastián de 1714, con la que daba comienzo el período de Carnaval de

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...
EL SACRISTÁN FARISEO 111

Sevilla, desfilaron los estudiantes de la Universidad simbolizando en sus trajes "las negaciones y
lágrimas de San Pedro", y otros formando un cortejo de musulmanes (véase A. Soons, Un texto inédito
sevillano de 1714, de tipo carnavalesco, esa Archivo Hispalense, 200, 1982, pp. 139-148, apud
C. Buezo, La mojiganga dramática..., I, p. 153). Según el testimonio de 1714, "las negaciones y
lágrimas de San Pedro" llegaron a constituirse en una suerte de mojiganga carnavalesca, la de los
renegados, emparentando por ello con la cuadrilla de musulmanes que desfiló ese mismo día. Cuando
Trinchete afirma "te seré siempre fiel", su presumible indumentaria carnavalesca (en el v. 16 Gil le
llama "monigote") podría traer a la memoria, junto con el recuerdo de la expresión "no[n t]e negabo", la
conocida comparsa de Carnaval de "las negaciones y lágrimas de San Pedro". El aspecto festivo del
personaje, que sale disfrazado de niño de la Rollona y de fariseo, se enfatizaría con este comentario,
probablemente irónico.
50-52. Se presenta como instrumento afilado de zapatero (trinchete), persona de cortos alcances
(archibobo, archibodoque), semejante físicamente a un embutido {butifarra), y en conexión con lo
escatológico (retorcijón, almorrana). Se trata, pues, de un personaje de Carnaval, por su inclinación a
lo bajo y a lo culinario, su cuerpo grotesco y su carácter cómico. Sobre las imágenes que reflejan estas
ideas véase M. Bajtín, La cultura popular..., op . cit. Además, como virtualidad de lectura, hay que
notar la posible dimensión erótica de archibodoque (véase P. Alzieu, R. Jammes, Y. Lissorges, Poesía
erótica del Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 1983, p. 249 y J. Huerta Calvo, Cómico y femenil bureo
(Del amor y las mujeres en los entremeses del Siglo de Oro), en Criticón, 24, 1983, p. 44), de trinchete
(Poesía erótica, p. 131) y de butifarra (véase longaniza, id., p. 301).
53-56. J. Huerta (Cómico y femenil bureo, pp. 45-46), dice de campana: "Es símbolo de la
virilidad, probablemente por el badajo". Apunta luego que campanario es el "lugar físico de las proezas
sexuales del lujurioso sacristán", poniendo ejemplos de tales acepciones entresacados de diversas
obras. Los vv. 68-69 y 75-80 posiblemente deben ser asimismo entendidos con un sentido
erótico añadido.
85. Ms.: "de el".
88. quis vel qui. Reproduzco la nota que a este respecto dedica I. Arellano, ed. Marta la Piadosa.
Don Gil de las Calzas Verdes, Barcelona, PPU. 1988, p. 163, v. 2.063 (D. FELIPE:
"Decora/compuestos de quis velqui): "punto difícil de la gramática latina, que se solía llamar "puente de
los asnos", según Aut.: "puente de los asnos se llama aquella grave dificultad que se encuentra en alguna
facultad u otra cosa, que desmaya para pasar adelante. Dícese regularmente de quis vel qui en la gramática
latina". Se usa a menudo como alusión festiva", lo que argumenta I. Arellano con unos versos de
Bernardo de Quirós y de Góngora. En este sentido ha de entenderse también aquí la expresión.
102. Ms.: "de el".
104. artesa: "cajón cuadrilongo, por lo común de madera, que por sus cuatro lados va angostando
hacia el fondo. Sirve para amasar el pan y para otros usos" (RAE).
125. Dar, o rendir ¡as parias a uno: fr. fig. Someterse a él, prestarle obsequio (RAE).
129. El ms. dice caca y debería decir coco, ya que la expresión parece proceder del conocido pasaje
del Tratado I del Lazarillo (vid E. Rodríguez y A. Tordera, ed. Entremeses..., op. cit., p. 367 n.).
145. ¡qué haca! o ¡qué haca morena! es "expresión familiar que se usa en modo disyuntivo
con otra cosa que se desprecia" (RAE).
154. Véase en Correas, Vocabulario (ed. Combet, p. 561a), el dicho: "Muera Marta i muera harta".
El personaje folklórico de Marta aparece también en ¿as sombras, entremés atribuido erróneamente a
Quevedo, en la obra de éste el Sueño de la muerte y en Las Carnestolendas de Calderón. Cf. E. Rodríguez
y A. Tordera, ed. Entremeses..., op.cit., p. 151, v. 226 n.
159-160. Son interesantes estos versos, pues el propio personaje -el sacristán vestido de recién
nacido- se compara con otro personaje, el "Niño de la Rollona", al que no sólo emula sino que también
supera. Era ésta una figura carnavalesca y folklórica, que dio título a un buen número de entremeses
burlescos y mojigangas en las que intervenía, como vimos. Ya lo nota C.C. García Valdés en su
Antología..., op. cit., p. 426, v. 68 n., en que cita a Correas: "El hijo de la Rollona o el Niño de la
Rollona que tiene siete años y mama aún ahora"; y a Covarrubias: "hay algunos muchachos tan
regalones que con ser grandes no saben desasirse del regazo de sus madres; salen éstos grandes tontos o
grandes bellacos viciosos".
168. El error de métrica en el verso se puede subsanar añadiendo, por ejemplo, aquí: "¡Válgame
[aquí] Santa Bárbara!". Sobre las imprecaciones dirigidas a los santos, teñidas de comicidad, véase

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...
112 CATALINA BUEZO Criticón, 50, 1990
A. Iglesias, ¡conicidad y parodia: los sanios del panteón burlesco en la literatura clásica y el folklore,
en Criticón, 20, 1982, pp. 5-83.
187-188. Échalo por el escotillón. Agradezco la sugeiencia del profesor A. de la Granja,
que me indica que quizá el uso del escotillón sea suficiente para asociar esta pieza a una comedia
representada en el clásico corral de comedias.
209. Para Calamos, vid. C.C. García Valdés, Antología..., op. cit., p. 203, v. 107 n. La
relación del personaje con Calaínos parece proceder del hecho de llevar espada. Correas en su
Vocabulario, pp. 680 y 689, recoge el dicho "dar con la de Calaínos", con el significado de golpear con
espada ancha. Agradezco esta información al profesor Marc Vitse.

BUEZO, Catalina. "El sacristán fariseo". Edición de un entremés inédito y apuntes sobre la figura del
fariseo. En Criticón (Toulouse), 50, 1990, pp. 93-112.

Resumen. Aproximación al estudio de la figura del fariseo, personaje que no solamente estaba presente
en las representaciones públicas de tipo burlesco de la degollación de los inocentes, ligadas a los autos
de Navidad y de Corpus, sino también figuraba en entremeses que trataban ese tema y en mojigangas
donde el sayón -pues ambos términos alternan como sinónimos en los textos- aparecía aisladamente
atemorizando a otros personajes. Después de notar cómo la figura del fariseo coincide, además, con la del
turco, se edita el entremés inédito El sacristán fariseo.

Résumé. Une première approche pour l'étude du personnage du "Pharisien". Celui-ci ne se trouve pas
seulement dans les représentations publiques burlesques du Massacre des Innocents données dans le
contexte des autos de Noël et de la Fête-Dieu; on le rencontre également dans des entremeses portant sur
ce sujet, et même dans des mojigangas où le "Bourreau" -les deux termes finissent par être synonymes
dans les textes- apparaît, hors de son contexte d'origine, pour terroriser d'autres personnages. Ce qui
permet d'expliquer, par ailleurs, une confusion fréquente entre le Turc et le Pharisien. Edtion critique et
commentée du texte inédit de El sacristán fariseo.

Summary. A first approach to the study of the character of the Pharisee, who used to act in some
theatrical short plays of the burlesque kind. The Pharisee did not only apeear in public performances of
the Massacre of the Innocents, linked to the Nativity and Corpus Christi plays, but also did in
"entremeses" and "mojigangas", where the character threatened others with an enormous sword. This
last point may explain the confusion between the Pharisee and the Turk. Finally, we reproduce the
unpublished "entremés" entitled El sacristán fariseo.

Palabras, clave. Teatro menor. Entremés El sacristán fariseo. Fariseo. Sayón. Turco. Renegado.

CRITICÓN. Núm. 50 (1990). Catalina BUEZO. «El sacristán fariseo». Edición de un entre ...

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