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El objetivo fundamental de la asistencia geriátrica es evitar o limitar el deterioro funcional, que

es el principal predictor de dependencia, mortalidad, institucionalización y consumo de


recursos en el anciano. Los procesos patológicos en el anciano presentan una serie de
particularidades que requieren un abordaje integral: biológico, funcional, psíquico y social. Las
diferentes necesidades de atención, según la fase de la enfermedad, han llevado al
establecimiento de niveles asistenciales específicos en función del tipo de cuidados requeridos
(tabla 1). Estos niveles abarcan Unidades Geriátricas de Agudos, Unidades de Media Estancia o
Convalecencia, Consulta Externa de Geriatría, Hospitales de Día, Asistencia Geriátrica
Domiciliaria y Unidades de Larga Estancia o de Cuidados Continuados. Así como la “valoración
geriátrica integral” es la técnica diagnóstica específica de la especialidad, los niveles
asistenciales serían el “instrumento terapéutico”, y ambos tendrían su mayor rentabilidad
dirigidos al “paciente geriátrico, frágil o vulnerable” como paciente diana, constituyendo el
trípode diferencial de la especialidad. La mayoría de las intervenciones geriátricas
especializadas han sido evaluadas en ensayos clínicos, siendo la Geriatría la especialidad con
mayor nivel de evidencias relacionada con sus niveles o unidades asistenciales. A continuación
revisaremos la eficacia y eficiencia de los niveles asistenciales más establecidos en la asistencia
geriátrica y cuyo resumen de evidencias sobre su eficacia y eficiencia se resumen en la tabla 2.

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