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* Leopoldo Lugones (1874-1938) pasó a la historia por su obra ("Lunario sentimental", en 1909;
"La guerra gaucha", en 1905; "Historia de Sarmiento", en 1911, por citar los más conocidos en
una vasta producción que incluye poesía, cuento, ensayo y una novela -"El ángel de la sombra",
1926-) y por la expresión "La hora de la espada"
(http://www.elortiba.org/pdf/La-Hora-de-la-Espada.pdf) , que condensa su giro derechista (su
origen político, paradójicamente, era el anarquismo) y antidemocrático, manifestado en 1924,
en Lima. Además de todo el peso político de esa toma de posición y de su implicancia dura en la
historia de la Argentina, en particular en el Golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, la
espada fue su instrumento deportivo. Las reseñas biográficas de Lugones no pasan de largo que
aprendió esgrima con el profesor Luchetti en el Círculo Militar y que participó de lances y
observó torneos en esa entidad.
* Esgrimistas de alta competición recuerdan haber visto a Lugones en el Círculo Militar. Y en sus
escritos se nota su dominio de la actividad. Pasa, entre otras menciones, en "El payador" (una
serie de conferencias de 1913, a las que asistía hasta el presidente argentino, que se edita en
1916, donde también aparece una referencia a "canchas para la taba" -un juego popular y
campestre argentino-: http://www.letras.edu.ar/elpayador.pdf). O en el cuento "El secreto de
Don Juan", uno de los "Cuentos fatales" (1924), cuando dice: "cierta ocasión, haciendo armas en
el Club Militar, donde maravillaba su destreza, había lanzado el grito de combate de la esgrima
italiana con resonancia tal, que aun cuando en aquella época de comando a viva voz nuestros
jefes tenían bien templada la garganta, todos sintieron, decíanme, casi como un dolor, su
metálico estallido".
* Lugones no sólo pone a la esgrima en sus libros sino que ingresa en los libros de otros a través
de ese deporte. En "La pasión de los poetas" (2002), Jorge Boccanera deshilvana los encuentros
furtivos de amor del escritor con María Emilia Cadelago, "en un anónimo departamento, luego
de sus ejercicios de esgrima". "Lugones por supuesto era abstemio, practicaba esgrima, decía
disparates sobre filología y traducía a Homero sin saber griego, dijo Renzi", suma Ricardo Piglia
en su novela "Respiración artificial" (1980). "Leopoldo Lugones -le aclaró Lafinur a Jorge,
ignorando el tono burlesco de Richelieu-. Soy su maestro de esgrima", añade Jorge Fernández
Díaz en "El dilema de los próceres: Sherlock Holmes y el caso de las cartas ocultas de Rosas y San
Martín" (2012).
*En su libro "Fútbol y patria: el fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina", el sociólogo
Pablo Alabarces asocia la construcción del gaucho como arquetipo de la nacionalidad -a
contramano de lo que planteaba Domingo Faustino Sarmiento- que hace Lugones en "El
Payador", altamente reivindicativo del "Martín Fierro" (1872), de José Hernández, con la
construcción de otros héroes nacionales que hace unos años después El Gráfico, según explica el
investigador Eduardo Archetti, padre de las ciencias sociales aplicadas al deporte en la Argentina
y en América Latina, en su obra "Masculinidades". La gravitación de Lugones en la historia
literaria es tan alta, al menos como referencia institucional, que en el país se celebra el Día del
Escritor cada 13 de junio: es la fecha en la que Lugones nació en Villa María del Río Seco,
provincia de Córdoba.
* Antagonista nítido de los escritores que en la década del veinte plantean y ejecutan una
literatura distinta de la suya, Lugones igual tiene lazos fluidos con muchos de ellos en los
encuentros que le propone la vida literaria argentina. “Modernista” en las categorizaciones en
las que se suele ubicar a los artistas, autor de de “Yzur”
(http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/lugones/yzur.htm), que para Jorge Luis
Borges es “el primer cuento fantástico” en la Argentina, fue cuestionado por esos escritores más
jóvenes por la rigidez de sus formas y por cierta artificiosidad en su lenguaje, bastante copiada
por algunos políticos de la época.
* Otro escritor, Enrique Medina, construye un texto en Página/12 en el que refiere a la pasión
de Lugones por la esgrima y a su desinterés por el fútbol:
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-254997-2014-09-11.html. Igualmente, una
foto de Lugones junto al dictador José Félix Uriburu y al político demoprogresista Lisandro de la
Torre en una cancha profesional, a la vera de un partido, parece ligarlo, aunque sea alguna vez,
al fútbol.
* César Viale, escritor, sobrino nieto del presidente argentino Luis Sáenz Peña, dirigente
deportivo, impulsor del olimpisimo y miembro de la oligarquía argentina, escribió
"Jurisprudencia Caballeresca Argentina", sobre los duelos y el uso de la espada. La segunda
edición (1928) tiene un prólogo de Lugones. Muchos de los párrafos cuentan al duelo. Y también
cuentan a Lugones: "La honra, o sea la consideración que nos dispensan nuestros iguales, tiene
un precio como todo bien; y otro equivalente, el exceso o el error con que llegamos a
comprometer la ajena. Este precio es el peligro, que así resulta la sanción del honor. Por esto es
el duelo una calamidad indispensable: el hermano menor de la guerra que tampoco hemos
podido suprimir".
* A veces, la mirada del vínculo de algunos escritores con el deporte proviene desde los propios
deportistas. Fulvio Galimi, uno de los más grandes esgrimistas argentinos junto con su hermano
Félix, llegó a practicar esgrima con Lugones:
http://fulviogalimiacapayespada.blogspot.com.ar/2013/06/era-lugones.html
* "El ángel de la sombra" (1926), novela de Lugones, tiene repetidas alusiones a la esgrima: "De
sobremesa, solía recordar con el doctor, que era aficionado, algún certamen de esgrima.
-Lo que no me explico -decíale Sandoval- es cómo, siendo tan fuerte, no quiere usted figurar en
ninguno.
De esta obra, a la que algunos estudiosos del autor ligan con el romance de Lugones con su
joven amante, sólo existe la edición de 1926:
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/libros/00073342/00073342.pdf
* Lugones tiene menciones al ajedrez en su obra. Tal vez la más notoria aparece en el cuento
“Abuela Julieta” (http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/lugones/abuela_julieta.htm):
“Los martes y los jueves eran días de ajedrez en casa de la señora Olivia”. Hay una mención en
su poema “El solterón” (http://www.poesi.as/ll051290.htm).
* Dempsey también chocó con el francés George Carpentier, pero dos años antes. De la
inquietud de Fernández por ese combate dio señales un cronista de lujo: Jorge Luis Borges. "Con
frecuencia suelo recordar el día en que pelearon Carpentier y Dempsey por el título mundial de
todos los pesos y el interés que manifestó Macedonio, cuya antipatía por todo lo que fuera
francés ya habíamos advertido en otras ocasiones. Cuando intentamos ponderar a Carpentier,
nos dijo: 'A la primera trompada de Dempsey, ya estará el francesito en el ring-side, pidiendo
que le devuelvan la plata porque la función le resultó muy corta'", se explayó Borges al exponer,
en 1974, sobre el centenario del nacimiento de ese intelectual que creía en Dempsey. Habría
que concederle a Fernández que bordeó el acierto: hubo nocaut en el cuarto round.
* Fue en esa ocasión que Borges sostuvo que no registraba por qué a Macedonio lo atraía el
boxeo. "Yo no siento ningún entusiasmo por él", soltó. Le quedó un consuelo, el de tantas veces:
nada peor que el fútbol. "Reconozco que, desde luego, es más atractivo que un match de fútbol
-estimó Borges en su discurso sobre Fernández-. Al menos en el boxeo hay dos hombres que se
enfrentan. Pero un conjunto de muchachones entreteniéndose en patear una pelota siempre
me pareció bastante estúpido". Segunda decepción para Borges: en "Papeles de Recienvenido",
Macedonio ofrece una caracterización de Buenos Aires como la ciudad "del mejor fútbol del
mundo". Allí agrega: "En una caída de tres metros el piso llega demasiado tarde y daría tiempo
al público para llegar antes del accidente, que es lo que merece una ciudad como Buenos Aires,
pues es descrédito para una metrópoli de canillitas y futbolistas que cualquier común
accidentado los supere en agilidad y llegue siempre al lugar antes".
* Para alivio de Borges, el boxeo se despliega más que el fútbol en la pluma de Macedonio. "En
el box cae el boxeador y sólo se le da ventilación y, a lo sumo, una toalla húmeda", evalúa al
definir como "moral de enjambre", vulnerable, la conducta de los seres humanos. "Quizagenio:
Prueba de arte en el novelista; trasuntar los estados emocionales de un boxeador a quien se
cuentan los diez segundos", aporta en "Museo de la novela de la Eterna" (1967).
* Deber haber brotado algo fuerte entre Macedonio y el boxeo porque esa mixtura impactó no
sólo en Borges. A César Fernández Moreno (el poeta que escribió "Introducción a Macedonio
Fernández"), en el poema “Argentino hasta la muerte” le hace consignar "y de pronto salta
Macedonio Fernández zapateando un malambo con Pascualito Pérez". A Ricardo Piglia, la novela
"La ciudad ausente" se le dispara desde una mujer que se cree muerta, habla con Macedonio y
vende violetas en las puertas de la Federación Argentina de Box. A Piglia, la valoración de
Macedonio, lo llevó a generar un documental muy interesante sobre el escritor, que hizo con el
realizador Andrés Di Tella (https://www.youtube.com/watch?v=qyRaDJwP1u4).
* Itinerario básico de la literatura de Macedonio, además de las obras de donde elegimos aquí
rescatar miradas y citas al deporte: "No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928), Una novela
que comienza (1940). Mucho de lo que hizo no lo vio publicado: Poemas (1953), Cuadernos de
todo y nada (1972), Teorías (1974), Adriana Buenos Aires (1975), Epistolario (1976). Buena parte
del ordenamiento de sus textos lo hizo su hijo Adolfo de Obieta.
* En "Continuación de la nada" (1944), hasta se mete con el golf para sus visiones "del Bobo en
Buenos Aires": "En fin, al Bobo de Buenos Aires se le ocurrirán estas ocurrencias sobre el golf.
Uno que recién se estrena como espectador del golf chico: '-Maravilloso trabajo, larga labor.
Lástima que al final, un trabajo perdido, absurdamente resulte que lo puesto en el pequeño
hoyo no sea lo que podía fecundarlo: una semilla de esperanza y animación en un surco
exangüe'. Otro: '-¿Qué se hace para aliviar el trabajo matador de esos hombres que en los
campos de golf, con un martillo torcido pegan a una pelota pequeña, inerte y lijosa para llevarla
a un lejano agujero chico, sino hacerles comprender que con hacer una canaleta en declive y
una pelota alisada estaría sola al pocito desde el punto de partida?'".
* En "Papeles de Recienvenido", además, hay natación y cabalgata (o falta de ella): "La natación
era mi talento; tan metido con el agua que al rato no se me veía, nadaba, nadaba hasta que me
salvaran; inventé el braceo náufrago. En Mercedes dediqué todas mis temporadas al caballo:
nunca he andado tanto a pie".
* Leopoldo Marechal (1900-1970) tiene mucho fútbol y mucho boxeo en sus obras más
conocidas. Novelista, poeta, dramaturgo, ensayista, nació y murió en Buenos Aires, una ciudad
que se integra de manera central, como escenario y como nombre, a su obra, la ciudad, además,
de sus militancias literarias (en su pertenencia a la revista Martín Fierro, en la que percibe más
“un movimiento vital” que un movimiento unido por un credo estético) y política (en el
peronismo). La página de la Fundación Leopoldo Marechal ofrece materiales muy
enriquecedores sobre su biografía personal y literaria: http://www.marechal.org.ar/index.htm.
* "Alternaba mis trabajos de rima con mis partidos de fútbol callejeros", dice Marechal sobre su
infancia. Y precisa en “Palabras con Leopoldo Marechal” (1968), conversaciones con el
periodista Alfredo Andrés: "Después integré con mis amigos de barrio los teams de fútbol de
vereda o potrero. Este deporte iniciaba su auge popular, y éramos hinchas del team Alumni, que
integraban los famosos hermanos Jorge y Eliseo Brown".
* Docente, peronista desde la fundación de ese movimiento, autor de libros que salieron de
circulación en los años de proscripción de esa fuerza política, católico consecuente, poeta,
novelista en “Adán Buenosayres” (1948), en El banquete de Severo Arcángelo (1965) y en
Megafón o la guerra (1970), Marechal es señalado por muchos analistas como uno de los
nombres centrales de la historia de la literatura argentina. Lo cuenta bien Graciela Maturo,
experta, entre otros temas, en Marechal: “No es posible ignorar que Leopoldo Marechal, gloria
de las letras hispánicas de todo tiempo, supo reconocer su doble destino de poeta y de maestro.
Su inclinación didáctica, que lo relacionó con la niñez durante muchos años, se entrelazó
íntimamente con su vocación poética, como lo prueba la valiosa obra que desplegó en distintos
géneros: poesía, novela, cuento, drama, epístola, ensayo. Desprovisto de empaque y
solemnidad, se convirtió en un clásico argentino, un maestro nacional y universal”
(http://www.lamaquinadeltiempo.com/algode/marechal3.htm).
* Un recorrido por Marechal tienta y mucho en sus novelas, pero no puede dejar afuera su
poesía, su teatro y sus ensayos. Desde “Los aguiluchos” (1922) hasta “El poema del robot”
(1966), sus versos incluyen las “Odas para el hombre y la mujer” (1929), “El Centauro” (1940),
“Sonetos a Sophia” (1940) y “Heptamerón” (1966). “Antígona Vélez” (1951) es la expresión más
puesta en escena de su dramaturgia, inclusive hasta el presente, al reversionar y llevar a la
superficie pampeana la “Antígona”, de Sófocles. Y es una belleza ensayística su “Historia de la
calle Corrientes” (1937).
* “Adán Buenosayres” es su libro más famoso, novela plena de poesía que deslumbró enseguida
a Julio Cortázar (a propósito de los lazos con Cortázar, ver el comienzo de esta entrevista a la
especialista María Rosa Lojo:
http://tiempoargentino.com/nota/84815/leopoldo-marechal-fue-un-paria-de-su-propia-generac
ion). Marechal recupera allí lo que aprendió en aquellos partidos de fútbol en la calle. "Juancho
se me pone a elogiar el equipo de Racing y su famosa línea delantera; visto lo cual Yuyito, con la
frente nublada, exaltó a los once de San Lorenzo de Almagro en cuyo homenaje quemó sus
mejores inciensos. Palabra va y palabra viene: cada uno abandona el elogio de sus campeones y
entra en el resbaladizo terreno de las invectivas; hasta que a Juancho se le ocurre decir que los
de San Lorenzo eran once pataduras, y recordar el vinillo que los de Racing les habían dado
recientemente. Al oír semejante blasfemia Yuyo siente que se le hace un nudo en la garganta;
pero recobra la serenidad y saca entonces a relucir los tres pepinos de feliz memoria que San
Lorenzo le hizo comer a Racing en la cancha de Boca Juniors. ¡Dioses eternos!", escribió allí
Marechal, en un párrafo que no es el meollo, pero incluye a tres grandes equipos. El duelo entre
Racing (mencionado seis veces) y San Lorenzo deambula en otras páginas de esa obra.
* Boca está, también, “El banquete de Severo Arcángelo”, novela en la que el fútbol se delínea
en el ejercicio de regreso a la infancia: "Recuerdo que mi 'flamante niñez' me llevó ese día
mismo a salir fuera de la casa en tren de aventura. Llegué a un potrero donde algunos chicos de
las 'villas miserias', ordenados en dos teams jugaban al fútbol con una sucia pelota de cuero.
Seguí con atención los incidentes de la cancha; y de pronto, sin refrenar mi entusiasmo, abordé
al chiquilín que capitaneaba el juego y le solicité con humildad que me dejara entrar en él.
-¿De qué club sos vos?- me interrogó él, estudiándose de pies a cabeza.
* El espacio social del fútbol entre los argentinos reingresa con naturalidad en Marechal. En su
viaje a Cuba, en 1967 y en una de las crónicas en las que reivindica a la Revolución encabezada
por Fidel Castro, avala una comparación clásica: "Además, está jugándose allí mismo un
trascendente partido de baseball, el de los "industriales" contra los "granjeros": el baseball es el
deporte nacional, como el fútbol entre nosotros".
* En “Adán BuenosAyres”, aparece más apelación al fútbol (y al Luna Park) para tratar de
explicar comportamientos sociales: "La abrimos y nos precipitamos en lo que sin duda era la
misma patria de la violencia; pues el recinto de aquel infierno, considerado a primera vista, daba
la sensación del más espantoso desorden, como si en él se desarrollaran simultáneamente un
campeonato de fútbol entre argentinos y uruguayos, una pelea del Luna Park, un film de
pistoleros yanquis y una batalla porteña de barrio contra barrio". O en otra referencia: "—Hay
violentos y violentos —me dijo Schultze—. Los que se chocan ahí abajo son aquellos
energúmenos in potentia que buscaban su desahogo en los espectáculos de ira: son los
insuficientes de músculos o de alma que, sin embargo, cómodamente hundidos en sus butacas
del ring side, pedían en el Luna Park la sangre de los boxeadores, agitaban sus puños de
mosquito y rugían su indignación o su triunfo a los honrados combatientes que peleaban de
veras; son los estrechos de pulmones, los raquíticos y lisiados que, no obstante, iban a las
canchas de fútbol, para insultar a los jugadores enemigos, o tirarles botellas vacías a los jueces
mártires. ¡Ahí los tiene ahora! ¡Un poco de gimnasia les vendrá como anillo al dedo! Me pareció
notar alguna cólera en las palabras del astrólogo, y sentí la tentación de recordarle allí una
teoría del petiso Bernini sobre la virtud cathártica de los espectáculos brutales". O,
simplemente, como metáfora: "Sin hacerle caso, nos metimos entre la chusma teatral que se
desplegaba en línea de combate; y, merced a un laborioso gambeteo aprendido en las canchas
de fútbol, logramos atravesarla".
* Una de las presencias más fuertes del boxeo también está en “Adán Buenosayres”. Allí edifica
al "Toro Rubio de Saavedra” que replica al Toro Salvaje de las Pampas con que se popularizó el
boxeador Luis Ángel Firpo. Un destino literario el de Firpo. Y también el de Dempsey, su
contendor más resonante. Los dos, una vez más, brillan en la prosa de un gran escritor
argentino:
"-Yo habría sido aquel Edison Anabaruse, aquel muchacho boxeador, la Pantera Salvaje de Villa
Crespo -siguió lloriqueando el púgil-. ¡Quiero la bolsa de cien mil dólares que habría ganado en
el Madison Square Garden de Nueva York, cuando vencí o habría vencido a Jack Dempsey en la
segunda vuelta de aquel match formidable!
-¡Quinientos mil espectadores en el estadio! -gimió-. La gritería era espantosa cuando Jack, al
recibir mi directo en la mandíbula, salió volando entre las cuerdas, hasta el ring side. Alaridos
yanquis, la luz de los reflectores en mis ojos empavonados, ¡y el referee que se olvidaba de
contar!... Pero yo no había perdido la calma: me acordaba de Firpo. Y cuando Jack volvió al ring
completamente groggy..."
* El boxeo perduró en Marechal hasta el final. En “Megafón o la guerra” (1970), tercera novela,
de publicación póstuma, el título deviene de un joven que arbitraba las peleas en el Boxing Club
de Villa Crespo, el barrio del autor, "con un gran, enorme Megafón". Hay golpes por acá y por
allá en ese volumen en el que la Buenos Aires más pedestre se entrecruza con la metafísica,
pero un buen entendedor de trompadas detectaría que en el mejor combate "se enfrentaría
nuestro 'gallo' local, Herminio Ditaranto con su challenger, el turco Abdalla, también llamado 'el
torito de la Paternal', acerca de cuyo famoso punch sostenían sus bochincheros admiradores
que 'no lo paraba nadie? hasta Nueva York o Chicago". Igual que la prosa de Marechal, el boxeo
siempre genera perplejidades: al final, triunfó Ditaranto.
* En una referencia autobiográfica de 1927, anotó Marechal: "No siendo boxeador, ni haber
intervenido ninguna provincia argentina, mi vida carece de episodios interesantes".
* De todos los boxeadores, con o sin apodo, que sudan en Marechal, el más peculiar es "el señor
Bernini, moralista, polígrafo y boxeador", alguien que lanza una conjetura sublime en “Adán
Buenosayres”: "-Trifulcas intelectuales -pontificó-, bochinches en las canchas de fútbol, refriegas
políticas en los comités. ¿Qué son al fin y al cabo? Las válvulas de escape que utiliza un pueblo
sexualmente reprimido".
* Los estudiosos en Marechal explican que muchos personajes de “Adán Buenosayres” son,
transfigurados, sus amigos. Y que Bernini es Raúl Scalabrini Ortiz, escritor, ingeniero, ensayista y
activo boxeador joven en el Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), donde charló de boxeo
con Firpo, según cuenta su biógrafo Norberto Galasso. La obra más resonante de Scalabrini Ortiz
es “El hombre que está solo y espera”, celebradísimo título en cuyas páginas cabe un concepto
para la gracitación social de la pelota en Buenos Aires: “Los domingo porteños son tristemente
célebres por su tedio. Ahora, por lo menos, están los profesionales de fútbol”.
* En “Días como flechas” (1926), libro de poemas, está “Canción”, con el acto de remar como
recurso: "Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días", dice un verso.
*Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964), poeta, cuentista y ensayista, referencia muy fuerte en
los debates argentinos de muchas décadas (gran documental para conocerlo:
https://www.youtube.com/watch?v=7ahTIAfiYug), expone una de las primeras comprensiones
orgánicas del fenómeno popular del fútbol, a veces retomada y a veces no tanto, para generar
pensamiento y, desde luego, polémicas. Su pasión personal fue el ajedrez, una actividad en la
que se desempeñó como jugador, como dirigente y, a tono con el resto de su abordaje de la
existencia, como generador de textos.
*Martínez Estrada generó más convergencias como escritor de ficciones que como pensador de
la realidad argentina, un campo en el que ganó adhesiones y rechazos, pero no indiferencias.
Nacido en Santa Fe y residente en Bahía Blanca (donde está la fundación que lleva su nombre:
http://www.fundeme.org.ar/ y es sugerible este documental:
https://www.youtube.com/watch?v=yKZK9BAOXYc), publicó a veces muchísimo y a veces
apenas mucho, entre otras cosas, por un estado de salud oscilante que igual no achica los
asombros que suscita su inmensa capacidad productiva. Vale leer ensayos sobre él de grandes
escritores como Pedro Orgambide
(https://www.google.com.ar/search?q=%22Ezequiel+Martinez+Estrada%22+pedro+orgambide&
noj=1&biw=1280&bih=933&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjE9r6Nv-HKAhWDi5A
KHdZWDkE4ChD8BQgKKAQ#imgrc=TGWNQzbtdr6AdM%3A) o los textos periodísticos que sigue
suscitando (http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2006/01/07/u-01119327.htm).
* Allí también plantea el papel del fútbol, según su mirada, en la vida política: "El fútbol ha
tomado las características de la forma de vivir; el juego en serio, libertando venenos acumulados
en los músculos en seis días de pesada tarea". Y añade: "En las tribunas populares de la cancha
de fútbol se sueña y se ejercita una facultad de pensar que se satisface con la pasión y el arte de
conducir adelante una idea con el pie y la pelota".
* A la comprensión del fútbol de Martínez Estrada no sólo hay que desmenuzarla en el marco de
sus ideas generales sino de lo que ocurría en el tiempo en el que escribió. “La cabeza de Goliat”
incluye la referencia de los estadios en los años en los que se inauguran el Monumental (1938) y
la Bombonera (1940). “Radiografía de la Pampa” está concebido y desplegado mientras el fútbol
blanqueaba, en la Argentina, el profesionalismo y también mientras el fútbol se consolidaba
como depositario central del ocio -como jugadores aficionados o como espectadores- de vastos
sectores de la población en un país gobernado y controlado por las élites conservadoras de la
Década Infame.
* Martínez Estrada debatió sobre la Argentina con Bernardo Canal Feijóo, con convergencias y
distancias interpretativas. Otra diferencia tampoco no dirimida entre ellos es que uno llevó al
papel su libro deportivo (“Penúltimo poema del fútbol”) y al otro le sucedió al revés. Martínez
Estrada nunca vio publicado “Filosofía de ajedrez”, su libro más deportivo. Y si el ajedrez, que es
muchas cosas, también es un deporte, a ese libro lo empezó a tejer en la década del veinte,
cuando divulgó dos textos en el el diario La Nación.
* El experto en historia del ajedrez Juan Morgado investigó mucho a Martínez Estrada en un
trabajo notable al que tituló “Martínez Estrada, ajedrez e ideas” (ADJUNTO EL DOCUMENTO).
Detectó que se inició en 1917, en la Mutualidad Postal y Telegráfica. Para 1919, ya era dirigente
del Círculo de Ajedrez, una institución que disputaba poder con el Club Argentino. En 1923, el
ajedrez lo sedujo para lo institucional porque participó de la fundación de la Federación
Argentina y para lo competitivo, en razón de que integró el equipo del Centro Ajedrecista de
Lanús. Publicó artículos la revista El Ajedrez Argentino y su texto "La máquina de jugar al
ajedrez" ilumina en aquel pasado muchos senderos de la evolución del juego. Otro de los datos
de Morgado esclarece cómo, a veces, las dimensiones múltiples que habitan a un individuo
confluyen en una situación. Entre junio de 1924 y mayo de 1925, Martínez Estrada actuó en el
Consejo Federal de la Federación Argentina. Su función reunía la pasión por el ajedrez y el cariño
por los libros. Era el bibliotecario (buen texto de Sergio Negri sobre el tema:
http://ajedrez12.com/2016/09/14/martinez-estrada-y-su-filosofia-del-ajedrez/).
* Cuenta Teresa Alfieri que Martínez Estrada vio venir la máquina para jugar al ajedrez: "El autor
sospecha la llegada de una máquina de jugar ajedrez que abarque todas las posibilidades del
juego y de algún modo lo clausure, pero ello no le impide exprimir sus otras posibilidades, las
filosóficas".
* Igual, Martínez Estrada aclara: "Una partida absolutamente correcta no sería ajedrecística; el
ajedrez sería el juego más estúpido para un dios, y por eso es el más interesante para el hombre.
El ajedrez es esta lucha de la razón y de lo desconocido, en la síntesis de lo que el hombre puede
hacer mediante su raciocinio, operando en un mundo que está más allá de su razón, y que se
integra, aún en lo racional que tiene, con todo lo que en él hay de irracional, de instintivo, de
absurdo, de delirante".
* Raúl González Tuñón (1905-1974) fue poeta, cronista, militante, polemista con Leopoldo
Lugones por la rima estricta, comunista, compañero de intentos y de comprensiones de Pablo
Neruda. Apenas rozó el deporte. Pero con su sello singular.
* Aunque estaba en las antípodas políticas de Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón fue otro
artista que volcó su talento y su credo poético en la revista Martín Fierro. Su ubicación literaria
pone en cuestión la comprensión a veces excesivamente rígida con la que se distingue a los
grupos de Florida y de Boedo, los dos núcleos esenciales de la literatura argentina en los años
veinte. La poética de Raúl González Tuñón tiene enlaces con las búsquedas del grupo de Florida,
en el que aparecen figuras como Oliverio Girondo o como el propio Borges, capaces de generar
una poesía que rompiera con modelos anteriores pero fuera de las luchas sociales y políticas de
ese tiempo. La comprensión política, en cambio, lo acerca claramente a Boedo, en donde
literatura y vida apuntan a hacer propio el conflicto político y social, poniendo en escena y
tomando parte por los castigados de la historia.
* "Bajo la luz de ring de la ancha lámpara invisible, dos hombres juegan al ajedrez por no
tomarse a trompadas", anotó en “Miércoles de ceniza” (1928). Hay, desde luego, muchos textos
para pensar y para ubicar la poesía de Raúl González Tuñón. Martín Prieto dice: “La poética de
Tuñón es inescindible de su trabajo como cronista. En 1926 entró a trabajar en el diario Crítica.
El ingreso de los nuevos escritores y artistas –casi todos ellos vinculados a la revista Martín
Fierro– tiene efectos visibles en Crítica. Son, precisamente, los escritores de la vanguardia los
que cambian el modo de titular del periódico, ni puramente referencial, como en los diarios
serios de la época –La Nación o La Prensa– ni sangrientamente sensacionalista. En su
conversación con Horacio Salas (publicada por Ediciones La Bastilla en 1975), Tuñón recuerda
una nota que tuvo que hacer sobre un accidente en el que un tranvía lleno de obreros cae al
Riachuelo. Entre los muertos había un “pibito” de diez años que llevaba en el bolsillo de su
chaquetón un pequeño paquete con un sándwich de milanesa, seguramente preparado por su
madre. El artículo de Tuñón se tituló 'El sándwich de milanesa'. Esa práctica material en el
periódico no sólo inaugura una tradición titulante en el periodismo argentino. También se
proyecta sobre los títulos de las obras literarias”.
(http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/poesia/Raul_Gonzalez_Tunon-_la_vanguardia_po
pular_0_577142289.html).
* "Las alusiones futbolísticas en su obra poética y periodística son escasas: una mención a la
cancha de Boca, su deseo de ser futbolista o tenismen para enamorar a una muchacha, los
estadios como punto de unión con la política", indagó Germán Ferrari en su libro “Raúl González
Tuñón, periodista” (2005,
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-1086-2005-11-22.html).
*Inclusive así, Ferrari logró recorrer la curiosa fluctuación de afectos futbolísticos del autor de La
rosa blindada (1935), quien contestó "de Racing, Boca, San Lorenzo e Independiente" cuando su
hijo Adolfo lo interrogó sobre el cuadro de su corazón. Heredero de un español de San Lorenzo,
atraído por el Racing multicampeón del segundo decenio del siglo veinte, deslumbrado por los
delanteros Manuel Seoane y Raimundo Orsi en Independiente, al que no añadió fue a River a
causa de que "millonarios" le retumbaba como un seudónimo antagónico a sus convicciones.
* A pesar de esa simpatía itinerante y de que el fútbol no le encendía el corazón cada semana,
tejió dos poemas a propósito de la participación de la Selección en los Juegos Olímpicos de
Amsterdam, en 1928. Salieron en Crítica, el diario que lo empleaba, no en la creciente área de
deportes. Uno, “Poema blanco y celeste”, antecedió a la la primera final contra Uruguay y
estimula confraternidad binacional: "Idénticos colores exhiben los dos bandos./ De idénticos
colores son Palermo y el Prado./ Nos empapa la gloria de las mismas auroras./Nos enjuga el
pañuelo de los mismos ocasos./ La pelea de mañana sobre el field del estadio,/De tan grande y
tan noble parecerá un abrazo". El segundo, “El violín del diablo”, se difundió tras la derrota
argentina, hizo eje en un centrohalf referencial como Luis Monti: "Te esperamos Luis Monti los
de la cofradía de la pelota de trapo" (
https://medium.com/@viejocasale/la-pelota-de-trapo-5b3653e9dbf3). Hay una historia detrás
de esos versos que se esclarece con el análisis que, más de ocho décadas después, desarrolló el
historiador Julio Frydenberg: "En la triste jornada de la derrota, González Tuñón y Crítica
creyeron que la mejor manera de curar la herida era decir lo que todos sabían pero pocas veces
se decía en la prensa, hacer hincapié en lo que hacía sentir orgullosos a los jugadores y a los
hinchas".
* En “Conversaciones con Raúl González Tuñón” (1975), Horacio Salas, cronista, poeta, capaz de
versificar sobre fútbol, le pregunta si alguna vez le tocó hacer notas de deportes. Y, aludiendo a
la experiencia de los dos poemas de Crítica, contesta: dos.
* Es difícil decidir un punto de partida para leer la poesía hermosa de Raúl González Tuñón. “El
violín del diablo” (1926) y “La calle del agujero en la media” (1928) son clásicos de su etapa
inicial. “La calle de los sueños perdidos” (1941) y “La luna con gatillo” (1957) son maravillas
posteriores. En definitiva, leerlo es un camino lleno de poesía. Y sSiempre es un gusto oírlo
recitarse, como en “Lluvia” (https://www.youtube.com/watch?v=ERzw9NTSq84) o a través del
notable Cuarteto Cedrón (https://www.youtube.com/watch?v=5Zz7y4RAKAY).
* Enrique González Tuñón (1901-1943), hermano de Raúl, también brilló como escritor y como
periodista de Crítica y de Noticias Gráficas. Experto en la crónica policial y tanguera, se le animó,
en algunos toques, al deporte, aunque sus crónicas y sus cuentos no necesitan, por supuesto,
del deporte para conmover. Ocurre, por ejemplo, con “Camas desde un peso”:
http://artesanosliterarios.blogspot.com.ar/2011/05/camas-desde-un-peso-enrique-gonzalez.ht
ml.
* Cierto es que a Enrique González Tuñòn se lo ubica por su obra periodística (con él, dice César
Tiempo, "la noticia conquistó la cuarta dimensión" y con alguna frecuencia se rememora su
crónica -junto con la de Roberto Arlt- del fusilamiento del militante anarquista Severino Di
Giovanni:
http://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/el-fusilamiento-de-severino-di-giovanni-por-ro
berto-artl-y-raul-gonzalez-tunon ), su presencia en revistas literarias celebradas como Martín
Fierro o Proa, su final temprano en Cosquín, Córdoba, y su "Camas desde un peso", que hurga
en los bajos fondos que no eran temas frecuentes de la literatura argentina. Sin embargo, el
resto de su obra abundante ("cuando yo muera no plantel un sauce en mi tumba, plantel una
máquina de escribir", avisó) con forma de libro o de tangos es también muy interesante. Para
eso se lo puede leer en "El alma de las cosas inanimadas (1927), "La rueda del molino mal
pintado" (1928), "Apología de un hombre santo" (1930), "El tirano" (1932) y "La calle de los
sueños perdidos" (1941).
* En “Mi hermano Enrique”, Raúl González Tuñón le dedica un texto hermoso, un recorrido
biográfico impecable y una referencia al cruce familiar con Domingo Marimón, mítico piloto del
Turismo Carretera (http://www.agenciaelvigia.com.ar/enrique_gonzalez_tunon.htm).
*Fabuló al boxeo en "Mil trompadas (campeón de todos los pesos)", el devenir de un noqueador
tan pero tan contundente que se quedan sin oponentes: "Mil Trompadas no halló enemigo para
su resistencia y, aburrido y molesto, quiso batir su propio record y la emprendió a golpes con su
sombra. La policía, con la cooperación de los ciudadanos de buenas costumbres de Baltimore,
después de múltiples esfuerzos, logró dominarlo y colocarle un chaleco de fuerza para que no
acabara con su sombra".
* En el cuento "Diez centavos de queso", aparece, inevitable en la época, Luis Ángel Firpo:
—Salí de la luz… Así lo llaman a Firpo. Mirá, hermano, yo quiero llamarme 'El Dragón de
Barrypore'”.
*El cuento “la miseria permanente” también tiene una alusión al “football”. Y esos breves
cuentos merecen leerse, con prólogo de César Tiempo, otro gran escritor
(http://espacioparadocentesyestudiantes.blogspot.com.ar/2012/01/enrique-gonzalez-tunon-ca
mas-desde-un.html).
* En "La calle de los sueños perdidos", está "Los gorriones de la ciudad", un texto muy futbolero
de Enrique González Tuñón que supo rescatar Roberto Jorge Santoro para su "Literatura de la
pelota". Ahí están los pibes del barrio, la pelota de trapo, la sociedad intensa de la gente con la
gente detrás de lo cotidiano y de eso cotidiano expresado a través de los partidos de fútbol en la
calle. Allí, dentro del texto, Enrique González Tuñón, versifica:
LA PELOTA DE TRAPO
* Eduardo Mallea (1903-1982), oriundo de Bahía Blanca, emparentado con Domingo Faustino
Sarmiento, escritor prolífico y periodista aplicado a la cultura, tiene la singularidad de haber
cubierto como cronista unos Juegos Olímpicos.
* La Argentina, la moral, el deber ser de un intelectual son ejes de su trabajo literario en el que
gravita mucho menos, pero aparecen las referencias al deporte. Hay múltiples trabajos sobre
estas preocupaciones de Mallea
(http://www.lanacion.com.ar/921675-la-etica-heroica-de-eduardo-mallea). Solía exponer o ser
entrevistado en torno de estos ejes (https://www.youtube.com/watch?v=r9ZbEkyQ01g).
* Una lectura por las marcas esenciales de la obra de Mallea podría incluir a "Historia de una
pasión argentina" (1937), "La bahía del silencio" (1940), "Todo verdor percerá" (1941), "Chaves"
(1953), "La barca de hiel" (1967).
* En sus "Notas de un novelista" (1954), Mallea cuenta su inquietud joven por entrar al diario La
Nación tras abandonar la carrera de Derecho y repasa: "Y en 1928. siendo ya desde bacía un año
redactor de La Nación, viajé con mis padres al Viejo Mundo y pude servir al diario siendo
corresponsal durante los Juegos Olímpicos de Amsterdam".
* Un repaso a las ediciones de La Nación de los días olímpicos de Amsterdam certifica que
Mallea escribía y firmaba desde allí. En La Nación sería editor del suplemento cultural desde
1931 hasta 1955, lo que significa que su gravitación en la construcción del canon literario
argentino, de lo que se lee y lo que no tanto, fue muy alta durante muchísimos años.
* Victoria Ocampo, la editora y promotora de la mítica revista Sur, charló con Mallea en el libro
que, precisamente, se llama "Diálogo con Mallea" (1969). Ahí aparece el boxeo. Ocampo le
pregunta si practicó algún deporte y él replica: "Entré inducido por mi padre, 'para que supiera
defenderme', en el Boxing Club, donde fui alumno del famoso Willie Gould y peleaba en
exhibiciones semanales en público recibiendo golpes en el ring ilustre por los que allí se habían
medido, saliendo mareado de entre las sogas, con los hermanos Palomar o con Suárez; y llegué
a ser campeón universitario con el doctor Herosa de árbitro, después de dos combates
terribles..."
* Una referencia poco explorada de los lazos de Mallea con el boxeo: en 1981, Argentina
Televisora Color (ATC), el canal público de televisión en la Argentina, incluyó en la serie de
unitarios "Los especiales de ATC", un texto de Mallea titulado "Gunte, de Barracas". Allí, el nudo
de la historia es el vínculo entre un ex puglista y una figura naciente de esa actividad. En escena
trabajó Sergio Víctor Palma, boxeador argentino, campeón mundial de la categoría supergallo
entre 1980 y 1982. Mallea, que se había bajado de los rings, tuvo entonces cerca de una obra
suya a alguien que, en materia de boxeo, había escalado a la cumbre.