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editoras los
con fragmentos de Pablo Fernández
/11 editoras
los miércoles 9
~At~X? fE 1
LA FORMA
DE LOS
MIÉRCOLES
Cómo disfrutar
lo que pasa inadvertido
lll editoras
los miércoles
1;
t
1.1 ohr.1 que usted tiene en sus manos es muy valiosa. Su autor vertió en
.. 11.1 e onorimientos, experiencia y años de trabajo. La editorial ha procura-
do ur1.1 presentación digna de su contenido y pone su empeño y recursos
p.1r.1 difundirla ampliamente, por medio de su red de comercialización.
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Primera edición
ISBN 978-607-7769-00-2
Reservados todos los derechos
Impreso en México 1 Printed in Mexico
r
,
lNDICE
/
..
J.os coches y los peatones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
CINCUENTA ENSAYOS
J.a sopa ....................................... 92
El vilo y las bruces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 PARA LOS MIÉRCOLES
La gloria del trámite . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
El don de la frivolidad ........................... 101
El neoliberalismo ............................... 104
Traer traje .................................... 107
La sociedad del conocimiento .................... 110
La liberación de las culpas ....................... 113
Los turistas ................................... 116 no se la pasa maldiciendo los lunes y esperando el vier-
La elegancia ................................... 119 U nes, o sea que entonces hoy es más o menos miércoles,
común y corriente, como de costumbre. Siempre que se dice
El hilo negro .................................. 122
Los enfermos .................................. 125 que era un día cualquiera, era miércoles, porque ese día no
El pensamiento de los relojes ..................... 128 pasa nada. Ninguna revolución ha comenzado en miércoles,
nadie se enamora en miércoles; tampoco las pesadillas se
Cajas y containers .............................. 133
sueñan ese día. Lo único que comienza en miércoles es la
Siglo xxi: los simulacros ......................... 136
cuaresma. No es día para estrenar ropa. Los cines y los su-
Siglo XXI: los cínicos ............................ 139 permercados se ponen al dos por uno a ver si pega, ya que,
Siglo XXI: los incrédulos .......................... 142 como dicen, es un día flojo, donde todo el mundo nada más
Los adornos ................................... 145 va a sus asuntos y se regresa, y así, la gente que anda por las
Las sinestesias ................................. 149 calles es bastante normalita, como si los famosos y los ex-
Las poses ..................................... 152 quisitos no existieran los miércoles. Es un día de paso. Las
El fin del matrimonio ........................... 155 gallinas ponen, pero huevos bofos, de ésos que sólo sirven
para hacerse tibios.
El estrés ...................................... 158
Es un día de en medio, como de transbordo, en el que
La pelota ..................................... 161
nadie se esmera; nadie finge ni posa ni tiene ínfulas, ni tam-
Baño y cocina ................................. 164 poco se azota ni desbarra ni le da por confesiones vergonzo-
Los deseos .................................... 167 sas en miércoles: todo eso se deja para días más cruciales,
Los débiles .................................... 170 más espectaculares. Y en efecto, nadie que quiera parecer
Escribir ...................................... 173 interesante va a decir que su día preferido es el miércoles:
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l:l • I'AIII.II l•'i•:HNANill•:z CIIRISTLIEB Cincuenta ensayos para los miércoles • 13
elegirán, por ejemplo, el sábado, que es cuando se supone ta llegar el momento en que uno está hecho del material de
que pasan las cosas aventuradas de la vida, porque preferir los miércoles, eso que no se presume pero que sí da cobijo
los miércoles equivale a preferir el mediodía a la media- y protección, y no podría decir que incluso le gusta porque
noche, lo de siempre a lo de actualidad, la ropa de diario eso ya es mucho meditar para un día cualquiera.
y de calle a la de salir y de domingo, que ahora se usa en Lo que no sobresale es lo que se arraiga, como la receta
viernes. Las canciones de radio a las de culto. Las pláticas de la sopa de fideos o la habilidad para amarrarse las agu-
de pasillo a las conferencias de Carlos Fuentes. La trastien- jetas, y, así, lo que sucede los miércoles es lo que va deposi-
da en vez de la marquesina, la puerta de servicio en vez de tándose mota a mota a lo largo del tiempo, como si fuera el
la principal. Cazares con Miguelitos en vez de canapés con polvo de la historia que se va acumulando hasta que, contra
anchoas; encontrar asiento en el metro que boleto en Bellas todos los pronósticos, se convierte en la parte más firme de
Artes; las comidas corridas en lugar del buffet turístico. No la vida, porque los miércoles se hacen con las cosas que
irle al América sino a un equipo de media tabla. No ser el llevan siglos haciéndose, y, por lo tanto, ahí está lo más du-
niño del cumpleaños sino sólo el amiguito. Los miércoles no radero de la sociedad a la que pertenecemos, esa forma de
son el momento de las grandes causas ni de las luminarias, ser que siempre hemos sido, y es que las costumbres, las
no es el día de los emprendedores ni de las catástrofes. La actitudes, las mentalidades están hechas de las cosas que se
emoción más grande que puede caber en un miércoles es hacen los miércoles. Por eso el alma de los miércoles luego
saber que uno va a estrenar jabón a la hora de bañarse. va y se aparece cualquier día.
Es el tiempo de las cosas sin chiste. Pero lo único que Y cuando uno se cansa de los demás días, siempre un
sobrevive en este mundo es lo que pasa inadvertido, y, cier- poco ficticios, quedan los miércoles. Donde no pasa nada es
tamente, los gestos y los actos y las obras a los que nadie donde se queda todo. Lo que menos cambia es lo que mejor
hace caso mientras los hace son con lo que se van hacien- defendemos. Mientras que el gran secreto que se busca en
do desapercibidamente los miércoles: vestirse más o me- los momentos estelares, como los jueves de barra libre hasta
nos como ayer, ordenar el portafolios de cierto modo, mirar la madrugada y otras epopeyas, consiste en que al final no
que ese edificio está bonito, utilizar el tiempo de la cola del había ningún secreto, y uno termina por desencantarse de
banco para pensar en algún conocido lejano que es buena ellos, en los miércoles, en cambio, en donde parece que no
persona o leer detenidamente una sección del periódico que hay ningún misterio, puede descubrirse que ahí está guarda-
quién sabe por qué le gusta a uno. Es a través de los miér- do el dato curioso de lo que ultimadamente somos. Y resulta
coles como uno va construyendo, no su currículum vitae ni que tenemos pensamientos de miércoles, sentimientos de
su autobiografía, sino sus costumbres, ésas que nunca lo miércoles.
abandonarán, porque son esas "ningunidades" las que se Y libros de miércoles. Un miércoles no es tanto un día
van instalando como estilo de vida, como forma de ser, has- como una forma de ser que está instilada en nuestra socie-
14 • 1'AIIJ.O FEI\NÁN!JEZ CI!RISTLIEB
dnd y en nosotros, que por lo común no se nota porque uno Los LECTORES
cree que las sensaciones e ideas propias de los miércoles
son nada más como pequeños deslices, errores chiquititos
que comete la mente cuando se distrae sin querer pero que
ni caso hay que hacerles.
Este libro trata de buscar eso: el espíritu, la sensibili- Los lectores fingen ser individuos normales gracias a que
dad, el tono, el estilo y la psicología de una sociedad en sus los individuos normales fingen ser lectores: cualquier de-
momentos desatendidos, cuando parece que no pasa nada. portista, cantante o político al que entrevistan en la intimi-
Si no lo logra es porque se escribió en días de ésos. Los en- dad de su hogar declara que le encanta la lectura, lo cual
sayos que lo componen fueron publicados poco a poco, a lo quiere decir que una vez le regalaron un libro y de vez en
largo de diez años, en el periódico El Financiero, que, como cuando se le antoja leerlo, aunque siempre se aguanta las
su nombre no lo indica, es uno de los escasos diarios que ganas. Eso significa que la lectura es una actividad inveri-
siguen siendo independientes y que no han sido tragados ficable, y también que se le considera un pasatiempo sano
por los negociazos tragalotodo, en la sección de cultura a y formativo que, desafortunadamente, con tantas cosas que
cargo del siempre Víctor Roura, y a la cual Miguel Ángel uno tiene que hacer, debe dejarse para después. A fin de
Granados Chapa describe como "una sección cultural que cuentas, cuando alguien está leyendo, siempre se le puede
es de las mejor integradas de la prensa mexicana". La forma interrumpir porque no está haciendo nada.
de los miércoles es el título que se le pone a lo que podría Casi cualquiera es, no analfabeta, sino "alfabeta funcio-
llamarse la mentalidad de diario y de siempre, porque "dia- nal", es decir que aprendió a leer pero sólo lo hace para co-
rio" siempre cae en miércoles. sas más importantes, como checar los letreros de las calles
Y sí, en última instancia los miércoles tienen la forma o las ofertas del supermercado, y que no es muy diferente
de la vida, que ni se toma en cuenta ni se sabe cómo pasa, de los lectores de memorandos y menús, a los cuales se re-
pero que cierto día uno advertirá que ahí estaba lo que valía conoce porque leen vestidos de traje sastre o corbata: nadie
la pena, pero ya para entonces será domingo después de la que esté vestido así puede estar leyendo otra cosa. Estos
comida. mismos lectores, ya en mangas de camisa, afanados en su
lectura, leen informes, avances, contratos, resúmenes eje-
cutivos, así como tablas, gráficas, esquemas y demás hojas
bond que salen de la computadora con excelente presenta-
ción profesional. Muchos académicos e intelectuales que
ya descubrieron las ventajas del éxito leen este tipo de lite-
ratura, que tiene la virtud de no quitar el tiempo y poderse
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111 • I'AIILO FJ<:l\NANfli<:Z CHRJSTLIEB Los lectores • 17
leer entre una junta y una reunión, y cuando están leyendo probable que no sepan quién es el capitán Alatriste, pero
acostumbran juntar las cejas y poner la mano en la barbilla, en cambio demuestran ser capaces de leer un párrafo "ale-
y mientras hacen como que está muy difícil su tarea piensan mán", esto es, un párrafo que dura como dos hojas y trae
";,Qué tal me veo?" más de siete palabras que, sin ser argentinismos, no vienen
Pero hay lectores que toman más en serio su papel, y en el diccionario, o en su defecto son capaces de entender
son conscientes de que para leer hay que estar en pantu- un poema cortitito, sin comas ni preposiciones ni adjetivos y
flas, relajados, ya que leer es padrísimo y muy cultivante; que además es de un autor desconocido, por lo que no sirve
sus momentos principales de lectura son los domingos por para presumir. En suma, son capaces de leer densidades
la tarde, algún día que los dejaron plantados o en la playa. que aparecen en libros que no están de moda y que suelen
Leen todos los libros que tengan posibilidades de convertirse ser más baratos o estar en las bibliotecas.
en película o que hayan tenido presentación, y que en todo Son los lectores del Fondo en más de un sentido. Estos
caso hayan leído también sus conocidos, para poder entablar lectores no buscan títulos ni autores, sino que buscan ideas y
una plática de café de altura -el café y la plática- en la que otras preocupaciones, por lo que no se acaban los libros que
los oigan los de las mesas de junto y en la que, ciertamente, leen, sino que los discuten: les preguntan, los escuchan, les
ya no traen pantuflas, sino ropa desenfadada y de marca, contestan, pasan de uno a otro y regresan, y como los libros
que es la ropa especial para leer títulos, solapas, índices y tienen boca pero no orejas, el lector tiene que prestarles una
cuartas de forros en las librerías, adonde van de dos en dos de las suyas, al cabo que para eso tiene dos. Y así se la pasan,
y hacen alharaca para que valga la pena saber tanto. Qué como yendo tras la pista de una idea que no saben cuál es,
haría Alfaguara sin todos ellos, que en vez de leer prefieren y de tanto hacerle así, de tanto tratar a los libros como si
ir a comprar libros. Son estos lectores los que sostienen la fueran personas, los lectores empiezan a adquirir cualidades
industria editorial, aunque no salvarían a los libros. de libro, o sea que se vuelven llenos de palabras pero por lo
Los encargados de salvar a los libros en tanto objetos común están cerrados a los ojos de los demás.
cuasisacros que vienen desde el medievo y desde Guten- Se diría que estos lectores bien podrían ponerse a es-
berg, lo cual los constituye en lectores de una especie de cribir, y a veces sucumben a la tentación, sea porque se
resistencia subterránea, andan disfrazados de individuos convencen de que el libro que buscan no existe, lo cual es
normales y se visten con ropa para subirse en el metro, para un pequeño error, sea porque se ponen a escribir el libro
ir a la escuela, para que les gotee encima el café y para sen- que les gustaría leer, cosa que nunca sale bien, pero por lo
tarse en la banqueta, que es precisamente la ropa que sir- general ya leyeron a Zaid y saben que lo que se necesita no
ve para leer sin distracciones, y quizá por eso mismo estos son escritores, porque de éstos hay muchos y son prescin-
lectores en sus tiempos libres no parecen descansados ni dibles, y que en cambio lo indispensable y lo que hace falta
divertidos, sino desempleados, aunque tengan trabajo. Es son los lectores.
IH • I1AIII.11 1<'1-:IINANIII•:/, CIIHIS'I'LIEB
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·~o • l'.1111n FlmNANill·:<. C11111sTI.IEII
El consumismo • 21
S1~
salw que el hambre es una emoción primordial e En aquellas épocas bucólicas a que se alude en el primer
luupluzahle, razón por la cual los negocios de comida, con renglón, los objetos que despertaban las ganas eran mucho
crisis o sin crisis, son un éxito, y el consumismo consiste más sutiles: libros o puestas de sol o inventos rarísimos
Pll hacer que se sientan por todas las cosas marcadas con como la televisión, y la reacción era usarlos, aprender a
1111 cúdigo de barras las mismas ansiedades primitivas que manejarlos, averiguar cómo estaban hechos, conocerlos y
st~ sienten con la comida, mediante el recurso de ponerle a demás prácticas obsoletas, pero en la era del consumismo,
lu mercancía cualidades primarias, simples y muy intensas estas respuestas de asimilación se han atrofiado en el orga-
en las formas, los colores y las texturas: formas limpias, re- nismo, y la única reacción congruente, socialmente normal
dondeadas, colores fuertes y encendidos, texturas suaves, y automática es tenerlos, como en un anuncio de American
rugositas, que dan ganas pero que no se pueden resolver Express donde quien compra la escultura es más artista que
comiéndoselas, sino más bien digiriendo sus cualidades el escultor. Ya no importa saber hacer las cosas, sino poder
de otra manera, o sea, asimilándolas mentalmente, esto es, comprarlas. Después de todo, las cosas del consumismo
comprendiéndolas o conociéndolas. sólo sirven para ser compradas: ésta es su máxima y última
Efectivamente, hay una relación mítica entre la comida función, de modo que Elton John puede comprarse treinta
y el conocimiento, entre el hambre y el enigma, entre la gas- y tres mil trajes sin tratar de ponérselos.
tronomía y la belleza, razón por la cual la ciencia del bien Comprar es un acto sagrado y exquisito. Las tiendas y
y del mal era un árbol de manzanas y por la cual se puede centros comerciales han sustituido a los templos y los mu-
hablar de alimento para el espíritu. Sabor y saber tienen seos: la gente revisa las etiquetas de la ropa como si fueran
el mismo origen etimológico: ambos saben; el sentido del la cédula museográfica de un Van Gogh, y el Santísimo está
gusto sirve para unos tenis Nike y para una gelatina Jell-0: expuesto en el departamento de perfumería de El Palacio de
los dos gustan. Hierro. Por eso a los clientes se les nota la cara como trans-
Por eso la baba es espiritual, porque nadie pretende co- figurada. Comprar es el acto más alto y trascendente que se
merse unos Converse de gamuza amarillo zanahoria, pero puede llevar a cabo en estos días de cosas encendidas de co-
sí lograr asimilar, digerir, ese quién-sabe-qué increíble que lor, forma, textura y precio. No se puede acusar a las clases
traen dentro y que da ganas y que ejerce una inquietud medias de falta de pasión y devoción, y menos aún cuando,
que no se halla cómo tranquilizar, que no se puede comer después de comprar, comprar, las pobres se van llenando de
con la boca pero sí con las manos, que ponen gesto de ho- cosas, cosas, cosas, y siguen quedándose con las ganas.
cico con los dedos en pose de dientes incisivos buscando
ávidamente la etiqueta del precio y luego no la sueltan. El
consumista no da crédito ante tanta belleza, pero resulta
qtw la tienda sí da crédito.
Recuerdos de la infancia • 23
ptu~dt~ dPcir cómo era, no es otra cosa que un olor de perejil EL FUTBOL
con td cual se topa por azar en el mercado y le hace sim-
plt~llltHILe embonar en un mundo que piensa y siente igual
qtw uno mismo, con lo que, ciertamente, la maravilla está
dP vuelta.
Por eso Picasso decía que quería volver a pintar como El futbol es un deporte fluido, alegre, pero nadie da la im-
cuando era niño, aunque sus detractores opinen que lo logró. presión de estarse divirtiendo en él: todos se empujan, ges-
Canetti se pasó la vejez escribiendo su autobiografía. Proust ticulan, palabrotean, se indignan, no lo creen, ya sea que lo
se gastó toda la vida averiguando qué se siente sopear el pan estén jugando, dirigiendo o viendo. Hay muy pocas risas.
en la leche a los ocho años. En efecto, la gente se pone a in- Sólo Ronaldinho sonríe. Ha de ser un asunto muy serio. Es
tuir los materiales de que están compuestas las sensaciones un deporte fácil de aprender, casi instintivo, porque cuan-
de su infancia, y de vez en cuando hasta puede reconstruir do a alguien le da flojera recoger una cosa del suelo, por
trocitos de esa atmósfera: tal vez esa como brizna de luz que ejemplo una pelota, mejor la patea, y de hecho, quienes lo
se recuerda estaba hecha de un geranio rojo a las doce del inventaron, por ahí de 1840, eran estudiantes ingleses de
día en un silencio de cuatro decibeles; a lo mejor los que se los colegios de Eton y Westminster, que se despertaban to-
van a vivir a provincia es porque buscan un cielo azul de dos crudos y para sudar los excesos se ponían a retozar con
hace veinte años. Entonces sienten que el yo les regresa al una pelota en el patio; al principio la cogían con la mano,
cuerpo, no importa si al rato se les vuelve a ir. pero después ya les dio flojera. Estaba mal visto por la flema
británica, pero como era sábado y la semana es inglesa, ni
modo. Actualmente, ya no se puede ver el futbol como un
juego, sino como cuatro:
hom y media establece vínculos íntimos de complicidad en el tiro de esquina. No son el jugador número doce,
y n~speto. Por eso el gozo del futbol es un asunto serio. sino el único corazón de los equipos. Esta gente bebe
2. l In metro más allá del campo empieza el futbol de la mucho, pero fuma menos porque tiene la boca ocupada
hanca, que lo juegan el director técnico y los de alrede- con un grito, y la otra mano con una maraca, un cuate
dor, pero también el público de los aficionados, así que o la chela de repuesto.
st~ extiende por todos los pasillos, escritorios, barras, 4. Y mil kilómetros más allá y más arriba, y tal vez por eso
puestos de periódico y mesas de la ciudad. Aquí el futbol transmiten vía satélite, hay un juego de negocios del fut-
es un pensamiento, y por eso se habla, se argumenta, y bol: el futbol de negocios juega golf. Sus ejecutantes son
se discuten planes y tácticas para ganar, explicaciones e directivos, dueños, defraudadores, ya sea de empresas,
hipótesis de por qué perdimos, y la conversación se lle- equipos, bancos, y aunque fueron adolescentes y hasta
na de teorías y metáforas, de historias y leyendas, como niños, nunca entendieron el futbol a nivel de cancha,
el maravilloso autogol de Marín. Lo practican lectores banca o grada, porque poseen una sensibilidad como
del Esto, académicos, escritores, ex futbolistas como Val- de lija de esmeril. Fueron el hazmerreír de la prima-
dano y filósofos del futbol como Menotti. Suelen fumar ria, pero nos juraron venganza. Da lo mismo si beben
mucho y beber menos, para que la conversación no se o fuman, pero fichan y desfichan jugadores, destrozan
descarríe. equipos para hacer otro con las piezas, trapean con la
3. Dos metros más arriba se lleva a cabo el futbol de las camiseta, lobotomizan locutores, a todo le ponen rating
multitudes que van a los estadios. No hay conversación, y hacen muchos anuncios de futbol, en el supuesto de
sino gritos, porras, oles, olas, saltos, chiflidos y abu- que la gente confunda al futbol con un sandwich de pan
cheos, y constituyen verídicos movimientos de masas: integral Bimba.
los psicólogos opinan que esta gente va al futbol para
escaparse de la realidad, pero es difícil admitir que esa El caso es que cuando el futbol de los jugadores empieza
porquería diaria de chamba y supervivencia sea la rea- a ser malo, a no ser bonito ni eficaz, los que juegan en la
lidad. Al contrario, en el estadio aparece el portento del banca y en la tribuna se dan cuenta de que alguien está fal-
significado del drama de la vida y de la muerte en su tando a la seriedad básica del juego y les está saboteando el
versión ganamos-perdimos, y surge el sentido de perte- partido, haciendo que todo el futbol pierda sentido, y saben,
necer a una comunidad que sufre y goza un destino co- porque saben de fut, que el saboteador no es el jugador, sino
mún: aquí se toca verdaderamente la realidad. El asunto el dueño de la pelota.
es casi sagrado. Por eso las multitudes tienen comporta-
mientos ceremoniales, como los disfraces y los tatuajes,
las cancioncitas repetitivas y rituales, los ruegos del gol
Los forcejeos • 29
solisl icudos, menos asibles, como si fueran algo que flota en LosNEWAGE
ol dimu. Se ha llamado presiones o estrés -que significan
lil1~ralmente empujones y apretones- a todas esas fuerzas
qtw pesan sobre la atmósfera de la sociedad y con las cuales
la gente se la pasa forcejeando.
Es curioso que la cultura destaque los empujones sobre Oficialmente, viven en un estado de conciencia en armo-
los jalones, tal vez porque hay más ventaja en empujar que nía con el cosmos. Extraoficialmente, se hablan de tú en
en jalar: uno no jala un coche descompuesto, lo empuja, lo los negocios para dar la impresión de levedad: se visten en-
cual querrá decir que ante las presiones de la vida moderna tre Armani y hippie, o sea, medio Gap; no todos tienen una
uno lleva las de perder. Las presiones de las deudas, de las Jeep Cherokee pero todos se han fijado en ellas pensando
ambiciones, de la imagen, el estrés de atender tres o cuatro en las brechas de Tepoztlán; ya no nada más son cuarento-
pendientes a la vez, de oír al jefe diciendo que le urge el nes; usan audazmente el estilo literario del e-mail, experto
memorándum, el estrés de cuidarse de los ladrones o del y casual; su médico es por fuerza otro igual a ellos, ya sea
colesterol, de morirse sin seguro de vida y demás sustos que les vea el iris de los ojos o que les recete aromaterapia;
publicitarios, la presión de lo importante que es vivir sin oyen música de elevador, y a veces un disco que reproduce
presiones y el estrés de guardar la compostura, entre otros el sonido de la bruma de los bosques escoceses a las seis
tantos cuchillitos de palo, hacen una atmósfera de lana pi- de la mañana; les encantan las palabras recién aprendidas,
cosa y sudada con la que uno tiene que forcejear como no no importa si es posicionamiento o chi-kung. Tienen buen
queriendo la cosa. Y si el mal humor se vuelve angustia, aspecto.
afortunadamente la civilización arregla los problemas con A este tipo de gente se le denomina new age, "nueva
más civilización y pone a la venta Stress Tabs. ~~ra", y su comportamiento puede explicarse porque antes,
1m la vieja era, las creencias eran gratis y todo el mundo
lenía las suyas, ya que la cultura, a través de la ciencia, las
costumbres, la religión y la tradición, las producía libre-
mente, pero ahora que ya nada es gratis las creencias se
han vuelto objeto de consumo, y la gente que no conser-
vó ninguna de cuando eran gratis, ahora compra todas las
que se pongan a la venta en el mercado, porque su hambre
de creer está muy necesitada, y dado que las creencias son
como el pozo de la baraja, que no se sabe cuál carta va a ser
In buena, toma todas. Así, creen en el retorno a la naturaleza
31
32 • PAIILO FEHNANill·:~. CIIHIS'I'LIIm
Los new age • 33
y usan ropa du algodón o lino cosechados sin fertilizantes así, es decir, han aprendido el suficiente número de pala-
químicos, cm<m en la computación universal y en sus pode- bras como para que se les revuelvan todas en la cabeza, y
res comunicativos; en la astrología y esperan el equinoccio también cuentan con el tiempo libre que les permite asistir
en Teotihuacán; en la bolsa de valores; en las enseñanzas a cursos por toda la ciudad, de budismo mahayánico, terapia
delnahual; en el marketing y los principios de la calidad Gestalt y acupuntura láser. Posibles reparos por la incom-
total; en la psicología trascendental. Los new age están todos patibilidad de esta mezcolanza de creencias se solucionan
encartados en la canasta de la vida; se entiende que hablen mediante el uso de su palabra favorita: la energía (siempre
tanto de "liberación". la, siempre en singular), verdadero comodín que se puede
En sentido estricto, una creencia, digamos, profunda, emplear tanto en el sentido de la física como en el sentido
tarda algunos cientos de años en formarse, se construye de la vibra, que no se explica pero a cambio explica todo:
colectiva y anónimamente y se menciona poco. Por el con- pases energéticos y poses energetizadas.
trario, todas las creencias new age son novedosas, provie- Sin embargo, descascarada toda la parafernalia, lo que
nen de bestsellers y están listas para usarse, por mucho que queda es algo más terrenal aunque sean místicos y algo
vengan etiquetadas con garantía de los antepasados y de las más carnal aunque sean vegetarianos, que se manifiesta en
civilizaciones inmemoriales, de modo que se trata de ad- el hecho de que no le hacen el feo ni al look ni a la lana
quisiciones artificiales, sin raigambre, superficiales, sobre- ni a ninguna vanidad, y es que en última instancia toda la
puestas. En cuestiones de cultura, lo que no se sabe desde salvación del cosmos se reduce a su bienestar individual,
siempre no se sabe. Y solamente la superficialidad de este toda la liberación del espíritu es sólo la que pasa por su
tipo es capaz de suponer que se pueden incorporar miles cuerpecito, el cual les funciona como centro del universo
de años de tradición oriental con sólo leer en una tarde un y de la atención: se miran, se miman, desayunan granola.
librito sobre la sabiduría del Tibet. Se requiere frivolidad La solución del mundo que encontraron es dedicarse sin
para tal empresa, pero los new age han logrado hacer acopio descanso a sí mismos. No hay más naturaleza, más política
de mucha. ni más historia que la suya propia. La realidad es del tama-
Es típico de la frivolidad picar de aquí y de allá sin ton ño de su autism,o. A los new age les fascina la sexualidad,
ni son, y por eso los creyentes del new age pueden mezclar pero no por asuntos de amor o de pasión, sino porque es el
verdades incompatibles sin mayor reparo y tomarlas todas examen periódico de sus cursos de relajación corporal y de
juntas, el agua Evian con la música de las esferas de Kepler, concentración mental.
Paracelso con Yanni, el Ejército Zapatista con el ejercicio
aeróbics, mascarillas de nopal con American Express, los
evangelios apócrifos con tener casa en Malinalco. Con el
agravante de que los new age tienen una licenciatura o algo
El olfato • 35
"llmw olfato" para las noticias. La intuición es olfativa. La EL TÍTULO DE LOS LIBROS
oxpmsión "olor de santidad", digna de mayores usos, se re-
l'oría a esa intuición que permitía afirmar algo sobre alguien
sin saber por qué.
Pero después de que la sociedad ha intentado con tanto
empeño olvidar que olemos, el olfato regresa, como la gua- Alguien puede comprar un libro sólo porque se llama Caldo
yaba de García Márquez, porque resulta que el olfato es en de pollo para el alma, aunque lo más probable es que no
sí una memoria, precisamente la más antigua, la más nostál- resulte calientito sino empalagoso, mermelada McCormick
gica, pariente de los sueños, la memoria que hace suspirar. para el tedio. Eso le pasa por leerlo, cuando nada más con
Un olor no se puede recordar, pero en cambio un recuerdo comprarlo bastaba. En cambio, si uno compra Fundamen-
se puede oler, porque está hecho exactamente de esas imá- tos de la teoría de los signos, lo mejor es leerlo, porque el
genes que algún día se fueron a acurrucar a los pasadizos título solo no le sirve para nada. Un título es un renglón de
primitivos de la mente que ya sólo recorre el fantasma del letras más grandes que se pone antes de los demás renglo-
olfato, y así, en el momento en que uno se topa con un olor nes en los libros, y sirve para cosas distintas, dependiendo
que todo lo abarca, como cuando entra a un Woolworth, a de cuántos libros existan en el mundo, de por qué los es-
una guardería con vapor de pañal, al espacio personal de al- cribieron, para qué los publicaron y quién se los va a llevar
guien con Chanel Na 5o a una ciudad con aire limpio, apa- a su casa.
recen recuerdos de cosas y días que no se puede decir qué, En un principio, siglos xv o XVI, se hacían libros que inci-
pero hacen sentir sentimientos y sensaciones de momentos dentalmente tenían un título, como el Tratado de la pintura
de otro tiempo que uno no sabía ni que había existido. y del paisaje y de la luz y de la sombra; hoy, siglos xx y xxr,
Por eso todos los perfumistas, desde Dior hasta Calvin se escriben títulos que incidentalmente tienen un libro, el
Klein, al anunciar sus perfumes no buscan que la gente cual se utiliza como soporte para pegar la etiqueta del pre-
quiera oler bonito o ser aceptada, sino ser recordada, pues cio, como La huelga del fin del mundo, escrito hace veinte
entrar en el sistema límbico de alguien es más seguro y más minutos, con título tomado de La guerra del fin del mundo.
romántico que entrar en su corazón. Antes era más preocupante escribir un libro que su título;
hoy es al revés, y por eso toda la creatividad y la enjundia
de autores y editores se acaba en la primera página, y lo de-
más se llena como se puede. La razón de fondo es que se ha
comprobado que el segundo procedimiento es más rápido.
Cuando solamente existía un libro impreso, su título era
El libro, que es como se llama la Biblia (en griego); cuando
37
.\ll • I'AIII.Il i"io:HNANIII·:~. CIIRISTLIEH El título de los libros • 39
upur·t~dó otro ya fue más complicado, porque ni modo que tónomo: actualmente, si se ponen todos los que hay en el
lt~pusieran El otro libro. El caso es que los títulos origi- mundo a renglón seguido se forma una colección de 3466
rwlnwnte se referían al texto en sí, y eran una especie de libros gordos de puros títulos, con lo cual algo ha quedado
t~xplicación del contenido, como De revolutionibus orbium enrevesado. La verdad es que últimamente los títulos ya no
me/estium o De civilitate morum pueribus libellum, de don- se dirigen ni al libro ni al lector, sino al cliente, que tiene
de viene la idea todavía utilizada de poner títulos en latín, la peculiaridad de ser un personaje que no lee libros, sólo
como Principia mathematica o Quo vadis? Pero debido a los compra, de manera que todo lo que haya que leer está
que cien años después de Gutenberg ya había treinta y cinco en la tapa. Son libros de un renglón, a veces muy bueno,
mil libros impresos -según datos de Gabriel Zaid-, sus como Breve historia del infinito. Por eso las empresas edi-
títulos se depuraron. toriales tienen razón cuando afirman que publican "títulos",
De ahí en adelante, los títulos se volvieron una frase no libros.
más corta que, si bien no resumía el contenido, sí se encon- Como en todo lo que está dirigido al cliente, cuando algo
traba permanentemente presente a lo largo de su lectura, pega hay que explotarlo, y así, de vez en cuando aparecen tí-
como en La democracia en América, Alicia en el país de las tulos de fórmula eficaz, como Obras completas y otros cuen-
maravillas, El origen de las especies o La interpretación de tos, El amor en los tiempos del cólera o El hombre que con-
los sueños. Los títulos están dirigidos no al texto, sino a un fundió a su mujer con un sombrero, y entonces la fórmula se
lector que va a abrir y leer el libro, quien, mientras lee, en repite hasta que se agote. Y en efecto, después de La isla de
cada párrafo, sabe siempre que se encuentra en En busca los hombres solos llega alguien y escribe El albergue de las
del tiempo perdido. Éstos son los títulos clásicos, que per- mujeres tristes; como El olor de la guayaba tenía su chiste,
miten hacer una definición "redonda" del libro con todo y ahora hay que poner El resplandor de la madera, y después
su primer renglón: sucesión de enunciados equidistantes de de funtacadáveres aparece uno que se llama Comeclavos.
otro enunciado llamado título. El vampiro de la colonia Roma pertenece a la fórmula -y
Sumaron como tres millones de títulos, pero desde que, hasta a la colonia- de La princesa del Palacio de Hierro,
a mediados del siglo xx, empieza la superproducción edi- y cuando una novela policiaca se titula con buen humor La
torial, que para el año 2000 ya llevaba cincuenta millones dama del lago, llega otra a la que le ponen Nuestra señora
de libros, los títulos se independizan de sus textos, y así, de la soledad.
Por quién doblan las campanas puede ser un libro de adivi- El deber de un título es que suene impresionante y ocu-
nanzas o un manual del buen acólito; a lo mejor La náusea rrente, "que haga pensar", como dicen, y con esta obligación
es un tratado de gastroenterología, y quien haya comprado se alcanzan cosas tan forzadas como Diana o la cazadora
El libro en blanco todavía espera tener un tiempecito para solitaria, La forma de los miércoles o Abrázalos fuertemente
leerlo. Los títulos se convierten en un género literario au- y déjalos ir, y cursilerías rabiosas como Las venas abiertas
1 () • 1' AJI LO FtmNÁNIJEZ CIIKISTLIEB
dt~ América Latina. Y es que a menudo se les pone un toque EL SIGLO XX:
épico y misterioso, como Un instante de silencio en el pare- LA ABSTRACTEZ
dón, A sangre fría, La canción del verdugo o Mañana en la
batalla piensa en mí. Hay fórmulas probadas que se repiten
en cada estante de últimas novedades, como la de los títulos
paradójicos que va de Recuerdos del porvenir a Vecinos dis- El problema que tuvo el siglo xx es que la gente no hacía co-
tantes pasando por Solo a dos voces. O la fórmula llamada sas. Hacía trámites, pláticas, fila, cenas, escenitas, números,
del caso genitivo, que incluye la trampa de meter el nombre numeritos, cuentas, informes, actos de presencia, grilla, ton-
de alguien famoso estilo El código Da Vinci para que ése sea terías, juntas, viajes, transas, transacciones, lecturas, fiestas,
el que venda el libro, que va de El péndulo de Foucault, La osos, pero no cosas. Hizo actividades, relaciones y procesos,
traición de Rita Hayworth, La maleta de (Walter) Benjamín, pero no cosas de esas concretas y tangibles como una silla,
Las musas de Darwin, y llega a Las amígdalas de Tarzán. O, que uno puede cargar, mover, guardar, usar, poner enfrente,
en fin, la fórmula de los títulos por pares que empezó con y mirar lo que ha hecho y sentirse satisfecho.
Los trabajos y los días, pasó por La guerra y la paz, siguió En el siglo xrx había carpinteros, inventores, costure-
con El aire y los sueños y ya va en La palabra y la espada: ras, editores o albañiles, que eran gente que, además de
el truco consiste en abrir dos veces el diccionario a ver en ensuciarse las manos, se desgastaban en un taller o mesa
qué palabras cae. de trabajo donde hacían cosas como zapatos, rieles, relo-
Lo que tienen en común actualmente los títulos es que jes cucú, vajillas, y ya luego hasta automóviles o focos, que
no se sabe de qué se trata el libro, que prometen una lectura aprendían a hacer mediante un oficio. Seguro que sí tenían
muy interesante y que uno no tiene la obligación de cum- de qué quejarse, pero al final del día podían detenerse a
plirla. La industria editorial está sostenida por lectores de mirar lo que habían hecho con la tranquilidad de que ahí
libros de un renglón. seguiría al día siguiente y así seguiría hasta el último día
que todavía pudieran ver sus cosas y morirse contentas de
haber hecho algo. Parecería que uno se queda depositado en
las cosas hechas, por lo que en aquel entonces uno se podía
contemplar en ellas, como si,las cosas fueran el reflejo de
uno mismo y uno las usara de espejos.
Mientras que los espejos normales, de vidrio y mercu-
rio, solamente sirven al principio, digamos, hasta los treinta
años, hasta los cuarenta con mucho mantenimiento, y luego
ya se descomponen y empiezan a devolver imágenes en mal
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.. :l • I'AIII.II l<'io:HNANlllo:~. CiiltiSTLIIo:ll El siglo xx: la abstractez • 43
clsludo, las cosas, en cambio, suelen reflejar la imagen del como las de antaño que uno se pueda llevar a su casa para
quo las hizo en su mejor momento, cuando está lleno de las ponerla en la repisa y mirarla y reconocerse en ella. Al fi-
huhilidades, ganas, planes y conocimientos que se pusieron nal del día, y de la vida, la gente terminaba con las manos
IHI la tarea, y se quedan ahí presentes, como si uno mismo vacías, como si su trabajo fuera de agua y se escurriera. Y
se~ convirtiera en esas cosas y pudiera más tarde identificarse ni siquiera tenía de qué quejarse, porque todo era un éxito:
con ellas. Por eso, antes del siglo xx hacer algo era ser al- no había sentimiento de fracaso, sino de futilidad.
guien, y las ofensas se expresaban en frases como "bueno Así encarrerado, el siglo xx no podía terminar más que
para nada" y "sin oficio ni beneficio", hoy en día más bien con la abstractez absoluta denominada pretenciosamente
inofensivas. realidad virtual, que consiste en un conjunto de actividades
En el siglo xx, la gran aspiración humana fue usar cor- de oficina desconectadas de la realidad material y corporal
bata, o en otras palabras no ensuciarse las manos, que es de las gentes, a quienes, cuando apagan su computadora,
lo que se llama trabajo de cuello blanco y que consiste bá- les entra la sensación de desaparecer, al descubrir que
sicamente en dar recados y apretar teclas, y que aclara el lo que estaban haciendo no existe: la pantalla está oscura
motivo por el cual todo mundo quería ser licenciado, esto como espejo blanco y se dan cuenta de que los virtuales son
es, ya no tener un oficio, sino una profesión, palabra que a ellos. Por eso hay a quien le da por imprimir todo lo que le
veces sirve para procurar un sueldo pero que no basta para llega por el e-mail.
hacer una cosa, o sea, que no produce ninguna concreción, Ante la sensación sin queja de la futilidad de la vida del
sino puras abstracteces, como datos, balances, informa- siglo xx, la gente intentó ponerse a hacer en sus ratos libres
ción y acuerdos. Una abstractez es un quehacer después del algunas cosas que tuvieran cierta materialidad y concreción
cual no queda nada hecho, una actividad que se deshace para que le sirvieran de comprobantes de que era alguien.
en otras actividades y así sucesivamente, por lo que se vive Se pusieron a tomar fotos de sus viajes, obtener diplomas y
con la impresión perenne de que alguien pasó y le robó el certificados, preparar ensaladas, hacer arreglos personales
tiempo, y uno voltea y busca y no encuentra nada de lo que y maquillajes. Como se ve, a falta de oficio sólo les salían
ha hecho debido a que precisamente lo que ha hecho no puras semicosas, que o no duran o en rigor no es uno el
es nada. que las hace. Pero sobre todo, la necesidad de cosas para
Cuando las cosas se empezaron a hacer solas en fábricas reflejarse se sustituyó con seudocosas, que específicamente
impersonales, los talleres se volvieron obsoletos y en su lu- consistían en hacer dinero y hacer com_pras.
gar aparecieron oficinas: bancos, bolsas de valores y asegu-
radoras; agencias: de turismo, de empleo y otros servicios;
despachos: de administración, contabilidad y legales, que
arrojan sumas y dividendos pero ni siquiera una porqueriita
El siglo xx: el caprichismo • 45
III'HHIII:us o científicas, solían durar nada más hasta que se EL SIGLO XX:
¡,, . . "p•·nsmliHra un nuevo reto", esto es, hasta que se les pre- LA FAMITIS
HOIIIIII'Il IH oportunidad de diversificar sus caprichos, o sea,
couoc(~J' otros ambientes, juntarse con gente interesante,
viujHr, cambiar de vida, figurar, consumir cultura o, dicho
m(ts francamente, tener dinero, que es en lo que se resumía No es que actualmente los famosos se vuelvan solitarios,
simnpre todo, lo cual parece constituir una pasión, aunque sino que, históricamente, los solitarios se volvieron famosos,
sólo es un furor, ya que se trata del capricho de todos los y así empezó el siglo xx. En el transcurso del siglo xrx empe-
caprichos que permite que éstos sean más en número y más zaron a ponerse de moda cosas raras como el alcoholismo
rápidos en acabarse. Igual que los nuevos modelos de com- de buró, la lectura en silencio, las puertas cerradas en casas
putadora que salían al mercado cada tercer día, las personas y recámaras, la idea de los economistas de que el bien co-
también resultaron ser objetos del capricho, y las amistades mún es la suma de los bienes individuales y la teoría de los
y amores que se emprendían con agilidad y diligencia ter- fisiólogos sociales sobre la supervivencia del más apto. Es
minaban apenas se aparecía el próximo modelito. decir, surgió la estructura social del individualismo y, por
En el siglo de los caprichos, de la necesidad irrenuncia- ende, del aislamiento, según el cual cada quien a sus asun-
ble por lo inmediato y la flojera inexorable por lo laborioso, tos, para su santo y con sus uñas, y que gane el mejor. Con
las drogas, el sexo, las tarjetas de crédito y demás bienesta- ello, la soledad apareció como la forma de la sociabilidad.
res súbitos tuvieron un éxito arrollador: los estornudos no En la sociedad de los solitarios, donde nadie conoce a
pueden esperar. Ciertamente, el capricho es una libertad nadie, el modelo ideal de las relaciones sociales no podía
que lo deja a uno atado a todo lo demás, de la misma ma- ser el del amor o el desprecio, la compasión o el odio: si
nera que la pasión era un deber que lo liberaba a uno de todos están solos, uno ya solamente puede dirigirse a extra-
todo lo demás. ños y relacionarse con desconocidos, de modo que el mode-
lo adecuado resulta ser el de la fama. Ser famoso significa
ser conocido por alguien a quien uno no conoce, situación
de la que nunca gozaron Sócrates o Leonardo. El primer
solitario espectacular que se volvió famoso fue al parecer
Niccolo Paganini, por ahí de 1830, un tipo solo y su violín
alrededor del cual se amontonaban muchedumbres, a las
que les enseñaba cómo ser solitario sin morir en el intento,
toda vez que, también por esas fechas, por razones ohvias,
los suicidios masculinos estuvieron cotizadísimos. La fama
47
41i • I'AIII.Il I'I<HNÁNilEZ CHRISTLIEB El siglo xx: la famitis • 49
sn volvió el verdadero modo de "ser alguien" en medio de y cada vez que hablaban era como si concedieran confe-
una plaga de donnadies. rencias de prensa sobre lo que se sentía ser ellos, cuestión
Originalmente, en la Edad Media, fama quería decir ru- de alta importancia, ya que cada uno suponía que en ello
mor: era el chisme que se le hacía a quien había perpetrado radicaba la esencia de la especie humana.
una desfachatez y andaba en boca de todos por el pueblo, Los primeros famosos del siglo xx todavía fueron indivi-
y en efecto duraba como quince minutos, después de los duos excepcionales o anómalos con respecto a la mayoría,
cuales el famoso regresaba a la calidez protectora del ano ni- como Al Capone o Albert Einstein, pero ya después, cual-
mato con que lo cobijaba la comunidad a la que pertenecía, quiera podía matar a un Beatle o masacrar a sus compañe-
y donde se sentía bien. Quienes se pasaban de sus quince ritos de escuela y con eso ya la hacía, y es que el siglo xx,
minutos alcanzaban la categoría de leyendas, como les su- democrático como el que más, luchó por multiplicar los me-
cedió a Romeo y Julieta por el penoso escándalo que dejó canismos de la fama para que ésta pudiera llegarles a las
en ridículo a dos familias respetables, porque, en efecto, ser mayorías, de suerte que al final ya no se requería ser anó-
famoso era ser señalado por la calle por gente a la que uno malo, excepcional, talentoso ni simpático, ni siquiera guapo,
ni siquiera había visto en la vida. El caso es que la comu- para aspirar con buenas posibilidades a ser alguien.
nidad, la colectividad, la sociedad, era el auténtico centro De hecho, para el último año del siglo xx llegó a haber
de la vida, y el hecho de que las malas lenguas hablaran de tal número de famosos que superaron el número de des-
uno implicaba la exclusión y la vergüenza. conocidos que los pudieran conocer, al grado de que cada
En el siglo xx quedó definitivamente invertida la forma quien se convirtió en algo así como el famoso de sí mismo,
de la sociedad, y entonces, en vez de que la comunidad fue- esto es, el centro de un universo vacío.
ra el centro de la vida, ahora el individuo, a solas, se creyó
que era el centro del universo, en torno al cual debían girar
todas las preocupaciones, intereses y atenciones del resto
del mundo. La fama consiste en que uno es el centro de
su sociedad, y así la sociedad entera debe vivir pendiente
del más mínimo acontecer de los famosos: de si Michael
Jackson perdió el color, de si Zinedine Zidane tiene una
hermana o si Mel Gibson es retecristiano, datos éstos, como
se ve, fundamentales para la preservación del universo. Y
así, presas de la famitis y del método para ser alguien, todos
los individuos del siglo xx se la pasaron tratando de brillar
en los universitos particulares de sus allegados y vecinos,
El Volkswagen (1937-2003) • 51
(al igual que las del viejo Audi, el Morris Minur y el Volvo) dad de ventas. El Volkswagen evolucionó, como las especies,
parece seguir siendo la mejor solución p!Ha automóviles, pacientemente, hasta 1974, quizá su mejor año, y empezó
porque embona con la imagen de movimiento, hace juego a involucionar cuando la compañía estuvo al borde de la
con las redondas ruedas y es la única que sabe cómo rema- bancarrota y abandonó el oficio del diseño para ingresar al
tar por el frente y por detrás con suavidad: timw la lógica de mercado del consumo. Tras algunos intentos previos (como
una gota que se escurre. Y con tantita coquottH·ía, la de los el Variant), la fábrica Volkswagen introdujo primero el Golf,
lujos modestos, como el de las luces dimcdonales que eran obra del diseñador Giugiaro (el Fiat Uno también es suyo),
que fue un salvavidas financiero: motor adelante, enfriado
unos bracitos colocados en el posttl de la ventanilla que se
con radiador y líquido refrigerante, atractivo, colorido, juve-
levantaban para dar la vuelta, u el de una moldura troque-
nil, no barato, no simple, no Volkswagen. Después el Jetta.
lada a lo largo de la carrocería por lll techo, desde el cofre
Ya degradado a sedán, el Volkswagen dejó de ser producido
hasta la tapa del motor, y que ttmninaha lHl una lengüetita
en Alemania, al cabo de dieciséis millones de unidades (las
que después se abolió. mismas que el Ford T, aunque este último en menos años:
La suma de lo anterior dotó al Volkswagen de una esté-
1908-1927), y fue relegado a Brasil y México en calidad de
tica esencial, endodérmica, que va de la lámina hacia aden-
vehículo para uso del tercer mundo. El Volkswagen se hizo
tro, como una belle:la íntima que radicaba más en la inte- minitaxi. Ferdinand Porsche, el nieto, se hizo fabricante de
ligencia puesta al construirlo que en su apariencia. Tenía muebles.
alma, es decir, algo por dentro, que incluye irremediable- Paradójicamente, ahora que hasta un Rolls-Royce sepa-
mente al tripulante, el cual al usarlo adopta las característi- rece a un Nissan, los pocos inconfundibles Volkswagen que
cas del coche y se convierte así en un ser práctico, sensato, llegaban a Europa empezaron a considerarse de alcurnia: del
no pretencioso, probablemente confiable, tal vez seguro: es abolengo de la sencillez nostálgica de la posguerra, cuando
como si quien tuviera un Volkswagen no pudiera ser alta- los objetos manufacturados debían estar hechos para servir,
nero, tramposo o soberbio, porque sería contradictorio. Y durar y estimarse. El Volkswagen no fue el único (hubo otros
fue talla solidez de su belleza que pudo transmitírsela en más sorprendentes, como el Margan o el Messerschmitt, que
1949 al Karmann, modelo estilizado diseñado por Ghia, y aún aparece en la película Brasil de Terry Gilliam, ya como
en 1950 al Porsche, su modelo deportivo, y ambos podían auto de ciencia ficción), pero sí el único sobreviviente. Fue
reconocerse como Volkswagen y compartían rasgos como el único coche que nunca perdió los estribos, literalmente,
tapones, faros, manijas, espejos, volante, rejillas traseras y hasta el 31 de julio del año 2003, cuando salió rumbo al mu-
principios técnicos. seo de Wolfsburg el último espécimen, número 24 millones
A Estados Unidos fue introducido mediante la compa- 529 mil 464, de la planta de Puebla, México. Apareció ya su
ñía de publicidad de Doyle Dane Berbach, quien le puso el modelo retro (como el Mini Cooper), pero adentro del New
mote de "escarabajo" (Beetle), para regocijo burdo y efectivi- Beetle no hay un Volkswagen, ni su tripulante.
Las sillas • 55
54
56 • PABLO FERNÁNDEZ CHRJSTLJEB Las sillas • 57
La siguiente actividad en la que se incorpora a las si- Como dice Jean Baudrillard, sumidas entre la tapice-
llas, más limpia que comer y que mandar, es platicar, que ría, las miradas de los interlocutores no tienen ángulo para
es cuando las sillas empiezan a adquirir comodidades como cruzarse, y la conversación se va haciendo cada vez menos
el acojinado y cursilerías como la ornamentación. La ver- inteligente. Si el sillón era la degradación de la silla, la de-
dadera fama de las sillas del tiempo de Luis XV no se debe gradación del sillón es el sofá, porque si bien sirve para dar
a lo feas que son, sino a que, debido a que su función era la la impresión de que la gente está reunida y es muy amis-
conversación, estaban construidas con la suficiente firmeza tosa, el tipo de conversación que se puede dar cuando la
para mantener la tensión corporal propia de una actividad gente está sentada lado a lado hombro con hombro tiende
atenta y prolongada, y es un dato comprobado que durante a ser superficial y desinvolucrada: gente platicando en un
el siglo xvm de esos asientos salieron muy buenos chistes, sofá solamente alcanza a proferir exquisiteces sociales sin
anécdotas, conspiraciones y teorías. Aparecen por esas mis- ninguna razón ni convicción, después de lo cual, eso sí, to-
mas fechas unos taburetes con a~ujero en medio que, se- dos parecen muy buenas personas. Lo triste del asunto es el
gún sus usuarios en el Palacio de Versalles, eran sumamen- furor que causaron sofás, canapés y /ove seats, al grado de
te cómodos, de modo que adoptaron ese nombre; también que no hay sala que no los utilice como mobiliario.
unas sillas con respaldo al frente, denominadas mironas, No es para extrañarse que la última actividad de los
utilizadas para presenciar juegos de cartas y que venían en asientos, en sus modalidades cada vez más confortables,
modelo para hombre y para mujer, dadas las diferencias sea ver televísión. La culpa del embrutecimiento de la tele-
vestimentarias. visión no está en el aparato, sino en el sofá que se le pone
Sentarse a platicar todavía es un ideal de la vida, pero enfrente.
ya nunca se alcanza debido a que las sillas han sufrido
transformaciones que lo impiden: se convirtieron en sillo-
nes, esto es, los respaldos se fueron reclinando cada vez
más y la cojinería se fue haciendo más voluminosa y fofa,
de manera que la gente, cuando se sienta, se sume, le entra
exceso de confort y se le disminuyen las ganas de pensar
y platicar; de ahí que se introduzca la creencia, novedosa y
falsa, de que las sillas o sillones son para descansar. En las
sillas eléctricas esto se aprecia claramente. De hecho, en el
siglo xrx se inventaron unas sillas con orejeras cuyo objetivo
era no oír lo que decían los demás y acomodar la cabeza
para tomar una siestecita.
El dinero contra la moral • 59
que lo más probable es que no les interese ninguna. Es más Debe de ser muy difícil escribir una canción teniendo
confiable quien solamente tiene una cosa que hacer, no sólo que terminarla, o dicho de otro modo, a veces sale, a veces
porque está de mejor humor, sino porque de seguro habrá sale otra cosa y a veces ninguna: puede que el ocioso no
escogido alguna que valga la pena de no hacer otra cosa más haya logrado el cubismo ni regresar con el pan, pero logró
que ésa y que valga la pena de no hacer las demás, y que una bonita tarde o un tiempo interesante, y si para eso no
guarde para hacerla todo el tiempo del mundo, y entonces es la vida y para eso no sirve que exista la sociedad, enton-
pueda pasársela dándole vueltas, ensayándola, descubrien- ces quién sabe para qué más, porque, hasta donde puede
do sus posibilidades y derivaciones, dejándose llevar por razonarse, no se trata de la cantidad de resultados, sino de la
latidos y curiosidades, al punto de que la ociosidad termina calidad de vida.
siendo la forma más pensada de hacer una cosa. Mientras Eso de tener algo que hacer es en última instancia el pre-
que el ocupado va una sola vez, el ocioso va y vuelve todas texto indispensable para contar con todo el tiempo del mun-
las que quiera, y se sabe todos los caminos, secretos, deta- do y luego irlo perdiendo con gusto y con ganas. Tal vez los
del primer mundo sean personas muy ocupadas, pero si por
lles y encantos del trabajo.
A veces las tareas que más se prestan a la ociosidad aquí se mira con atención a los albañiles en la obra, los em-
son las que no están muy claras (por ejemplo, "encontrar pleados en las oficinas, los choferes en la base, los payasitos
la belleza", "conocer la verdad" o "buscar la perfección") en los altos, los diputados en la cámara, se advierte que la
y por supuesto carecen de instrucciones, métodoS'Y rece- gente todavía posee la infantilidad de los niños en la clase
tas, lo cual le permite al ocioso siempre andar de ocioso que permite aseverar que no hay instinto de flojera, sino
averiguando la manera de hacerlas. Se sabe que Picasso se esa vocación de ociosidad que quiere ser estropeada por las
rascaba la barriga, que las dos actividades básicas de los ocupaciones de la productividad como único impulso váli-
teóricos de Copenhague que fundaron la física cuántica eran do. Si el fin de la sociedad es su gente, parecería más gentil
jugar ping pong y subir los pies sobre el escritorio, y que una sociedad empeñada en proporcionar todo el tiempo del
los padres de la Ilustración, como Diderot y D' Alembert, lo mundo, orientada a las tareas pequeñitas de a) la subsisten-
que más concienzudamente hicieron durante sus vidas fue cia y b) la cultura, que es el equivalente macrosocial de a) ir
tomar café, pero nunca se les olvidó para qué lo hacían, por el pan y b) tener toda la tarde para hacerlo.
porque la ociosidad no pierde el rumbo y porque su queha-
cer deja de estar impuesto desde fuera y se convierte en un
trabajo íntimo, que brota como de sí mismo, como necesi-
dad. El ocio es el trabajo elevado a su más fina expresión.
Lo que se logra mediante la ociosidad es maravilloso, y lo
que no también.
El verbo estar • 65
Los dueños de la mascota creen que los demás tienen la orgullo, competitividad, chantajismo y otras ruindades pro-
obligación de sonreírle a su perrito como si fuera un bebé pias de la coexistencia humana. El dueño les puede cantar
y dejarlos pasar como si trajeran carriola. Mejor se juntan bien o mal, ser feo o bonito, decir genialidades o babosadas,
entre ellos para evitar malentendidos, y entonces hablan de ser fracasado o triunfador, y el animal no nota la diferen-
asuntos de alta mascotería, como raza y pedigree, gracias cia. Pero no deja de ser contradictorio con el avance de la
que el animal sabe hacer y anécdotas perrunas. Y luego, a democracia que la gente tenga que recurrir a las mascotas
modo de despedida, se intercambian cumplidos como que para no sentirse sola, como si la necesidad del otro ya no
su perro está bien padre y qué nombre tan original le pusie- la pudieran cumplir los demás y la tuvieran que cumplir
ron, y la verdad es que las mascotas podrían servir para que los animales. Antes, cuando los animales domésticos da-
las gentes probaran a ponerles nombres exóticos y extranje- ban leche o huevos, las gentes daban compañía; ahora, las
ros en vez de ponérselos a sus hijos. En fin, siempre queda mascotas dan compañía, y las gentes dan soledad, y la casa
la duda de si no habrán comprado un perro para sentirse huele a gato.
más inteligentes que él. Regresan a sus hogares convencidos Hasta para morirse las mascotas son una buena com-
de que tener una mascota es buenísima onda. pra, pues, debido a que su esperanza de vida no rebasa los
Y en privado, que es el reino de los gatos, porque su quince años, todo mundo puede aspirar a la oportunidad del
tamañ.o y sus desplantes se acoplan mejor a los interiores, desconsuelo, y así como en los parques presumen de amar
las mascotas adquieren otro valor, algo así como un ''valor la vida, también pueden presumir de llorar la muerte de su
humano", de quien hace compañía a su dueño, y que es la ser querido sin que pase a mayores. Después de todo, luego
razón por la cual las mujeres de la clase media del siglo xrx, se podrán comprar otro ser querido más padre y ponerle el
confinadas en sus casas, inventaron este pasatiempo. Y es otro nombre bien original que ya habían pensado.
que, en efecto, tanto perros como gatos son enormemente
antropomorfos, es decir, parece que piensan, sienten y ex-
presan lo mismo que uno, tal vez porque también son bas-
tante mamíferos: ponen caras que parecen tristes, miran al
horizonte como si estuvieran reflexionando. Y aunque lo de
mover la cola para estar contentos no se ajusta del todo, el
caso es que sus dueños les hablan, los acarician, les cuen-
tan sus penas, se acurrucan con ellos y se sienten como si
estuvieran con "alguien", alguien que es más dócil y solícito
que lo normal, porque la mascota resulta ser una especie
de prójimo que no juzga, no critica, no exige, y carece de
La utilidad de los balcones • 71
70
7'2 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB
después de todo, también en éstos la gente se confiesa: para poder sostenerlos. Los cafés parecen obedecer a una
con sus amigos, con desconocidos, con el mesero y con- razón más grande y más antigua, más colectiva e histórica
que la del negocio que no son. Uno pasa enfrente de un café
sigo misma.
Un café es un establecimiento familiar donde además y otro y otro, y en todos hay una persona con una taza o un
se sirve té, Coca-Cola, alcohol pero no mucho, temprano vaso y un cigarro que siempre están a la mitad, y aunque lo
cuernitos o croissants (que también son turcos: la media más seguro es que lleven allí nada más veinte minutos, que
luna árabe hecha de pan) y más tarde algo para picar, que se hayan dado una escapadita del trabajo o que estén espe-
en conjunto configuran el pretexto para que la gente vaya rando a alguien, siempre parece que llevan siglos -tres,
allí a leer, mirar a los demás o ver la tele en días de fut. Los para ser exactos- en la misma posición y con el mismo
cafés tienen mesas chiquitas, baños chiquitos, y también periódico del día de hoy, y al verlos así tan campantes se
tienen la particularidad de que se diseñan solos, como sin siente envidia de la buena, como si la gente del café le pa-
querer, como si el lugar supiera decorarse por sí mismo, y sara a uno el tip de la felicidad. Asimismo, se ve que son ju-
entonces, independientemente de si es madera, mármol o bilados, estudiantes, abandonados, trabajadores, plantados,
formica, siempre quedan igual, con el mismo toque y el mis- intelectuales, turistas, baquetones, etcétera, que demuestran
mo ambiente, con un aire casero de entre cocina y chimenea con su presencia que cualquiera puede entrar y tomar su
si hace frío, de entre cocina y patio si hace sol. Tienen un lugar, porque un café es, más que un sitio de reunión, que
quién sabe qué de entre miscelánea y Sanborns. El café es sí lo es, un sitio de inclusión, y de hecho el que pasa por
el calor de hogar de la calle. Si un decorador profesional enfrente es casi una de las personas que están ahí sentadas,
intenta diseñar uno, solamente logrará una sangronada de pues todo mundo forma parte del café, porque el café es la
autor donde sólo se paren los sangrones, porque ni las mos- sociedad que acepta a todos.
cas, ya que la gente sentirá que eso no es un café sino un Y así, el sentimiento que dan los cafés no es el de que
allí le van a arreglar a uno los problemas y preocupaciones
Starbucks.
En efecto, los cafés no pueden ser franquicia ni cadena y soledades, pero sí el de que todas las gentes que están
porque, aunque tengan un dueño -que nunca será rico-, ahí lo están acompañando, y a la inversa, que uno hace lo
no son una propiedad privada, sino una cosa pública, una mismo con los demás sin tener que empeñarse en hacerlo.
utilidad urbana, una institución social. Esto se nota en el Tomar un café es un acto de gentileza. Las ciudades con
hecho de que tiene que haber en promedio como dos por cafés son ciudades acompañadas.
cuadra y que el dueño ya sabe que las mesas no son suyas,
sino de los que las están ocupando en ese momento y a los
cuales no interrumpe enjaretándoles otro cafecito, y quie-
nes, por su parte, tienen la obligación civil de ir seguido
Envase de mujer • 77
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78 • PABLO FERNÁNDEZ CHRJSTLIEB
Envase de mujer • 79
imagen que puede producir una y otra vez es la de un cuer- que escudriña, describe y manipula a la naturaleza, la cual
po de mujer, y éste aparece en anuncios espectaculares, simplemente se deja hacer. El papel de las mujeres es tener
en cómics como El Libro Vaquero y Chicas Trabajadoras, en cuerpo y el papel de los hombres es mirarlo, no al revés.
comerciales de televisión, en revistas, en los escaparates No importa si los anuncios están dirigidos a hombres o a
de las tiendas, marcando con su forma todas las conversa- mujeres, siempre sale una mujer.
ciones, comportamientos, normas, modas y esperanzas, de Es obvio, y ahí está la estolidez creativa de los mer-
manera que todos, hombres y mujeres, cada vez que desvían cadotécnicos, que los hombres de vez en cuando necesi-
la mirada o la atención, sin deberla ni temerla se topan con tan un cuerpo de mujer, pero también, y también de vez
uno de estos cuerpos. No es que haya explosión demográfica en cuando, necesitan sentirse alguien, perder el tiempo,
desproporcionada de cuerpos de mujer, no es que se hayan probar la misericordia, saberse acompañados, fumarse un
multiplicado efectivamente, sino que, en rigor, los diferen- cigarro, realizar algo, y resulta que en el mercado virtual
tes símbolos y objetos con que contaba la sociedad han ido de las imágenes, cuando buscan cualquiera de e-stas cosas
perdiendo su forma natural y adquiriendo a cambio la forma se encuentran con que viene en envase de mujer, de modo
única del cuerpo de mujer como apariencia universal de que a la postre cualquier cosa que aparezca en envase de
todo lo que existe. Si uno busca agua Evian, la reconoce mujer será lo que seguramente se necesita, hasta llegar al
porque su anuncio es un cuerpo de mujer; si busca vaca- punto confuso en que ya no se sabe ni qué se necesita, pero
ciones en Ixtapa o crema humectante Ponds, las reconocerá basta con que tenga cuerpo de mujer.
porque se anuncian como cuerpos de mujer; si uno va tras Es evidente, y ahí radica la estupidez imaginativa de la
el éxito y el poder, éstos traen cuerpo de mujer. Todo viene sociedad de consumo, que las mujeres generalmente ne-
empacado igual, y si todo está envasado así, nada es más cesitan tener un cuerpo de mujer, pero a menudo también
lógico que topárselo por todas partes, y cualquier hombre o necesitan tomar agua, ser queridas, pasear por la calle, di-
mujer que tenga algo, tiene cuerpo de mujer, ya sea puesto vertirse, comprar ropa, y se topan con el hecho de que para
o sobrepuesto. Es curioso que los cuerpos de hombre parez- cualquier cosa que necesiten requieren envasarse en el mol-
can no existir en el imaginario contemporáneo, ni dentro de de un cuerpo de mujer según los cánones establecidos,
de las imágenes de los medios de difusión ni dentro de las en el entendido virtual de que, una vez que se tiene el en-
imaginaciones de las relaciones interpersonales. Para am- vase, todo lo demás: amor, plenitud, éxito, inteligencia, Vlm-
bos sexos, las cosas y las personas tienen cuerpo de mujer, drá por añadidura, al grado de que lo único que se nncnslta
y para ambos sexos, el hombre es solamente el ojo que las entonces para todo es tener un cuerpo de ésos, vestido como
mira, el juez que las califica, el pensamiento que las ima- corresponde, pintado como procede, en pose como dnho sor,
gina. Esto se cumple incluso dentro del imaginario cientí- de manera que acaba por no importar qué sea lo quo so qulo-
fico, donde el científico es un ojo que ve pero no es visto, y re ni lo que se busca, todo eso tiene cuerpo do mulnr.
80 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTL!EB Envase de mujer • 81
Hasta ahí, allá arriba, en el imaginario comercial, en la viene de esa mujer que está ahí enfrente vestida para matar
Matríx, en el aire social donde todas las cosas flotan con for- pero que hace como que la virgen le habla, porque ella y las
ma de cuerpo de mujer, todo es medio vulgar, como anuncio demás mujeres se topan con el dato cruel de que se habían
de Vicky Form, pero sin contratiempos, como si el mundo arreglado con cuerpo de mujer pero para otra cosa que no
en efecto pudiera ser de otro modo, pero cuando menos ya era ser meramente cuerpo de mujer: como si se hubieran
se entendió cómo es, de qué se trata, a qué le tira, qué hay equivocado de envase, porque intentaron traer envoltura de
que hacer: hombres que se desenvuelven entre mujeres en- otra cosa, y resienten una violencia y una injusticia y una
vueltas en su propio cuerpo. traición que nadie sabe de parte de quién se la mandan.
Pero el problema es que los envases son para destapar-
se, los empaques se desempacan. Mientras que un adorno se
ve pero no se toca, está históricamente estipulado que todo
aquello que tenga una envoltura hay que buscar qué tiene
dentro: no solamente hay que mirarlo, sino cogerlo y abrirlo.
Y entonces, aquí abajo, en la realidad, en el metro en
las horas pico, en los microbuses y sus paraderos, en los
supermercados y los puentes peatonales, en los centros co-
merciales, en las filas de las ventanillas, en las oficinas y
demás sitios de trabajo, donde la carne deja de ser virtual
y se hace de a de veras, donde la carne se encarniza, donde
se cruzan los hombres y las mujeres que tienen que bajar
de los imaginarios publicitarios y encarnar en la realidad,
los hombres se topan con el hecho violento de que ahí están
más o menos enfrente los cuerpos de mujer que la imagine-
ría mercantil preconizaba, con envoltura y todo, pero que
no se tocan, mucho menos con las manos y ni siquiera con
los ojos, porque lo único que de verdad están tocando estos
hombres es el abismo que se abre entre la grisura de sus
vidas y el cuerpo de una mujer: eso que resienten en el hi-
potálamo y que oficialmente se denomina ganas, no es otra
cosa que una violencia y una injusticia y una traición que
quién sabe de dónde y de parte de quién viene, porque no
El tema del clima • 83
es ésta, y ésta borra todas las demás. Y el espejo, que es la Son la única minoría que carece de coartada. Por ello, la in-
ayuda de todo mundo, es la traición de ellos. El espejo que justicia que pesa sobre ellos no es, como en los otros casos,
una injusticia social, con culpables y todo, sino la peor, la
usan es la pared.
Se los puede considerar una minoría social, acaso la injusticia pura, absoluta, sin explicaciones ni reivindicacio-
más cruelmente tratada, porque mientras los indígenas, los nes. Por lo tanto, su rabia ha de ser pura, absoluta.
paralíticos mentales o los asesinos en serie son tomados en No tienen cara para presentarse en sociedad, y así, el
cuenta, los feos no pueden ni ser defendidos porque nadie estado de ánimo permanente de ios feos es la humillación,
se atreve a reconocerlos. Y es que, en efecto, la crueldad que los hace apartarse, no ya por feos, sino porque la hu-
se ejerce mediante la opinión común, bondadosa, es decir millación se define como el aviso previo de que no habrá
hipócrita, de que las apariencias no importan y que lo que comprensión ni compasión por parte de nadie. Tal vez por
importa es la belleza interior, de modo que todos hacen eso hay que admirar la sensibilidad refinadísima de gente
como que no hacen caso si alguien es feo, y por eso los feos como los punks y otras tribus de feos deliberados y solida-
ni siquiera pueden plantear su problema y se lo tienen que rios que deciden parecerse a ellos, aunque, en honor a la
tragar, como si la sociedad les zambutiera su fealdad hasta verdad, estos feos artificiales se guardan la ventaja de andar
en grupos, circunstancia siempre acogedora, mientras que
el alma.
No caben ni en las estadísticas, mucho menos en los no puede haber asociaciones de feos, mucho menos anóni-
ideales de tolerancia y pluralidad, y no los aceptan los de- mos, ya que los feos tienen eso que otras minorías desean,
rechos humanos porque no existe el derecho a ser feo, y que es la notoriedad de nunca pasar desapercibidos.
por ende es gente que tiene la obligación de ser normal, El único consuelo que tienen los feos en este mundo es
o sea, la obligación de arreglarse y salir a la calle y pedir la existencia de otros seres semejantes a ellos, casi se diría
las cosas por sí misma, pero no tiene el derecho a tener sus gemelos: a saber, los bonitos, ésos no sólo guapos y gua-
ilusiones -que ya están marchitas de antemano-, a so- pas, sino preciosos hasta la pared de enfrente, porque éstos
ñar con alguien -sueño podrido-, ni siquiera a caminar son los únicos otros a los que les pasa exactamente lo mis-
meditabundos por las banquetas para no ser sacudidos por mo, que son focos de atención y que ya no pueden soportar
la fascinación morbosa de los otros. Son los fantasmas de la el golpeteo enmudecido de las miradas de los afortunados
normales del montón. Y eso termina por hacer mella en la
ópera del mundo.
Mientras todos los demás, los discapacitados, los seropo- cara de cualquiera. Tom Cruise y Nicole Kidman tuvieron
sitivos, los obesos, a los cuales se les ponen nombres dizque que divorciarse porque ya no aguantaban el daño mutuo quo
decorosos, tienen la disculpa de que su mal se debe a una se hacían.
causa, esto es, que tienen una enfermedad, en cambio los
feos son los enfermos sin causa, y por eso no tienen excusa.
Los coches y los peatones • 89
Los COCHES salen de fábricas que tienen más poder que los gobiernos,
Y LOS PEATONES y eso indica lo difícil que es detenerlos, y además quienes
gobiernan son amantes de los coches, así que los derechos
y los callos de los peatones seguirán siendo pisoteados por
algún tiempo: los automóviles (su nombre científico) no van
Por fin la muchedumbre humana se subdividió en dos espe- a detenerse nada más porque ya no quepan o porque haya
cies distintas, y no por métodos genéticos, sino locomotores peatones atropellados, seres a los que no les alcanza para
(igualmente darwinistas, ya que todavía sobrevive el más el taxi y prefieren ir enlatados en el metro. Es obvio que el
fuerte): en los que pisan con las llantas y en los que andan coche no es un medio de transporte, ni tampoco un símbo-
con las suelas. La llanta es el equivalente exacto de la suela, lo de estatus, sino una máquina de hostigamiento contra
nada más que una va para los pies y otra va para las ruedas, peatones.
porque ambas son un recubrimiento que hace contacto con En este sentido todo automóvil es utilitario. Las camio-
el suelo, además de que sirven para moverse. Ya la mane- netotas que los maridos les compran a sus señoras para que
ra de hacerlo es lo que difiere, porque las llantas soportan se alcen sobre las clases inferiores son una bonita muestra
cargas como de tonelada y media, propias de mastodontes, (es decir, bonita la camionetota, y probablemente la señora,
generalmente de peso muerto, dado que tal tonelaje no es pero no la muestra). Y es que quien se monta en un coche
lo que había que transportar, sino sólo a una cosa como de adopta la musculatura del coche, pero también su cerebro, y
setenta kilos, mientras que las suelas sólo soportan esos se- el cerebro automotriz funciona con la lógica de la potencia
tenta kilos con todo y mochila, y nada de lo demás. De ahí y de la velocidad, de alcanzar, rebasar, dejar atrás, pasar
se deduce que el tonelaje sirve para embestir. A los prime- por encima.
ros se los llama vulgarmente coches, y a los segundos se Es notable cómo cualquier especie, incluidos los chaca-
los querría llamar vulgares, pero les dicen peatones. Cabe les y los chorlitos, al subirse a un coche se desconecta de su
señalar que quienes caminan sobre ruedas vuelven a ser cerebro habitual y switchea automáticamente a otra visión
cuadrúpedos, sobre cuatro patas redondas, así que, aunque del mundo. El automóvil es una especie imperialista, diga-
avancen más, definitivamente no son más avanzados. mos washingtoniana, que va ocupando el territorio que no
No es cierto que todo coche empiece siendo peatón, por- le corresponde, de manera que al ochenta por ciento de IH
que ya hay datos de escuincles que no se bajan de su carrio- población, que es peatonal, ya sólo se le permite ocupar td
la. Hay peatones que pisan un coche el día que consiguen veinte por ciento del espacio público. El cerebro deiJH~Hitín,
aventón, y también los coches pisan peatones, pero esto no por su parte, funciona con la lógica de la supnrvivnncia,
es una similitud sino su principal diferencia. Los coches y por eso se puede ver que se van juntando en unn nsquina
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90 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB
Los coches y los peatones • 91
de ésas de vuelta continua (o sea todas), para acumularse en
cruce de dos especies), porque son mitad suela mitad llanta,
número suficiente y así cruzar en bola, porque saben que si
casi rueda casi pie, como los autobuses, que son una cruza
pasan de uno en uno, de uno en uno se los echan al plato.
de coche con banqueta, o las motos chiquitas, como las que
A veces también se junta un perro callejero y aprovecha están cruzadas con repartidor de pizza. O las bicis o los pa-
para atravesar. tines. Aún no está claro si se puede incluir en esta especie
Parece ser que el día del peatón, que organizan las au- a los huaraches de llanta.
toridades cada año, es la fecha en que se levanta la veda y
los coches pueden salir a cazar transeúntes que creían que
el día del peatón es la fecha en que podían cruzar las calles
con inmunidad cuando van sobre las rayas blancas, pero
en realidad esas rayas son la línea de arranque de los co-
ches, y no pasos de peatón. Es como si fuera el día del irakí.
Aunque la verdad es que todo eso tiende a ser una exagera-
ción, porque en una ciudad con tres millones de vehículos
y doce de viandantes, solamente mueren al año como 450,
en escenas a veces escalofriantes, así que no es tan cierto
que a los peatones los machuquen ni los aplasten ni los apa-
churren: únicamente los mojan en tiempos de charcos, les
tocan el claxon por la espalda, les echan la lámina y ponen
cara de desprecio frente a ellos, esos muertos de hambre,
incapaces de comprarse siquiera un Chevy. Así que sólo es
cierto que los amenazan, los atemorizan y los infelizan. De
hecho, los coches se matan mucho más entre ellos, aunque,
eso sí, procuran llevarse siempre un último peatón entre las
patas, conocido como el peatón del estribo. El día del auto
es cada sábado.
Ahora bien, es sabido que dos especies de la muche-
dumbre humana no pueden convivir, porque tienden a
destruirse, así que no está de más prestar atención a una
tercera especie, incipiente, denominada híbridos (en latín,
La sopa • 93
dado extra. Parece que toda cultura ha tenido sus periodos EL VILO
exiguos, porque todas tienen sopas de este tipo, como el Y LAS BRUCES
pozole, el minestrone, la fabada, el potaje, la sopa azteca o
la sopa juliana, cuyos ingredientes, en riguroso orden, son:
los que haya. La más triste de todas las sopas es la de ce-
bolla, porque lo único que encontraron era eso; por eso los Siempre que alguien está papando, de seguro son moscas,
franceses nada más se la sirven a los turistas. En los países nunca puré, y si se mesa, es el cabello, ni siquiera el pelo.
donde ha habido guerras y desolaciones ya no quieren de Cuando algo titila, tienen que ser estrellas; jamás, por ejem-
esa sopa, porque les trae los malos recuerdos del hambre y plo, un pollito, lo cual sería más lógico. Si es opípara es
del frío. Si acaso, un consomé. El consomé, por el contrario, comida, si es luenga es barba, si se descerraja es un tiro.
que es un galicismo, es una sopa a la cual se le quita todo Así son los gajes del oficio de los que se internan en los
lo que se coció con ella, de modo que queda sólo el agüita meandros del buen decir, y como lo dicen sin ambages, a
bien condimentada, y que tiene por función, no alimentar ni veces pronunciados con n, los que los oyen ponen cara de
que haga buen provecho, sino apaciguar el apetito de unos que también saben lo que significan estas palabras y así se
comensales que habiendo tanto de comer después no deben siguen profiriendo en la tele, en el radio, en las discusiones,
atragantarse de inicio, para que ya con más calma puedan ir en las entrevistas y en las conferencias. Un ambage es un
probando el segundo, el tercero y el cuarto platos. meandro, sólo que más intenso.
Pero aquella sopa caliente, que es lo que quiere decir Existe en el idioma una ingente cantidad de palabras
literalmente caldo, conserva desde siempre su categoría de que hasta parecen cultas, aunque en realidad no pasan de
consuelo frente a la desolación y el frío. Y entonces a veces ser como de domingo, que la gente usa sin querer cuando
hace falta. Y es que a veces, por angas o por mangas, uno quiere parecer que sí sabe lo que dice, y nadie la interrum-
quiere volver a ese mundo líquido y cálido, casi amniótico, pe para contradecirla, porque no se trata de ponerla en un
que estaba al principio, a la sopa inmemorial de donde una brete preguntándole, y por eso mejor hace caso omiso de la
vez surgió todo, incluso uno mismo. duda, como cuando hablan del casco de la hacienda y uno
se puede imaginar cascos de refrescos y de soldados pero no
de haciendas. Igual se dice lesa humanidad (única variante:
lesa natura) y contrato draconiano: Dracón era un señor que
sólo hacía contratos.
Es muy curioso que haya palabras de un solo uso, como
garrafal, que exclusivamente se aplica a los errores; sirven
sólo para una única frase, y si se quitan de ahí ya no se sabe
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96 • p ABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB El vilo y los bruces • 97
cómo utilizarlas: cejar sólo sirve para un intento, cometido Son palabras que se leen y se oyen todos los días y que,
sólo sirve para cumplirlo; las inclemencias sólo son las del sin embargo, son tan desconocidas como mareta, jubertar o
tiempo. Por ende -nunca para o desde ende- son palabras bitoque, y no obstante se entienden a condición de que no
muy desperdiciadas. Ha de ser un desperdicio para los po- se muevan, de que palmo siempre sea de narices, que cuajo
bres extranjeros que estudian español aprenderse la palabra siempre sea de arrancar, que capciosa siempre sea pregunta.
fragor y después nada más poder emplearla cuando haya la Se podría concluir que hablamos con palabras agarradas de
oportunidad de decir "el fragor de la batalla", circunstancia por ahí pero que son ajenas, o más bien, que no somos no-
que no sucede muy a menudo. Eso sí que es estudiar en sotros los que hablamos el idioma, sino que, extrañamente,
balde. Parece que hablamos con palabras que nada más co- es el idioma el que nos habla a nosotros. Como si uno nada
nocemos de nombre, pero no de significado; que aparecen más pusiera la lengua para que las cosas se dijeran ellas so-
de improviso cada vez que se entabla una conversación, y litas, y en consecuencia se expresaran pensamientos que son
entonces se dice que cundió el pánico, que alguien no está ajenos, y si uno no es el que piensa cuando habla, quién sabe
en sus cabales o que está hecho un guiñapo. de dónde saca que es inteligente: hablamos con palabras que
A que si alguien dice devanarse los demás saben que saben más que nosotros, o, como dijo Georg Lichtenberg, el
son los sesos, como si nunca pudiera devanarse un cuento lenguaje es más inteligente que sus hablantes.
o un hilo, y a quien opina que está en un predicamento se le
Las mejores palabras raras son, sin duda, las del lábaro
podría preguntar en cuál de los diez más usuales. Para decir
patrio (¿no habrá lábaros que no sean patrios?), la edad pro-
que alguien se cayó de bruces, primero se tendría que sa-
vecto, el craso error y la luz mortecina, que suenan padre
ber qué son las bruces, y el presente texto no tiene pensado
pero permiten suponer que, también, a veces los que hablan
revelárselo, pero daría la impresión de que esas cosas sólo
son más tontos que ellos mismos. Aunque, claro, si uno no
se utilizan para caerse, de la misma manera que las terni-
sabe lo que quieren decir las palabras, lo más recomendable
llas, que eran los cartílagos de las orejas, tuvieran la función
es no ponerse creativo, porque le van a salir expresiones
especial de romperse a la hora de desternillarse de risa. Lo
como ambos tres.
chistoso es que cuando se emplean esas expresiones se di-
cen con mucha seguridad. Por lo común, una friolera está
en vilo, y es una frase correcta pero incomprensible (que
significa algo así como que lo que vale poco no vale nada);
en cambio, si se dice "la friolera de un millón de pesos" o
que "lo levantó en vilo", las frases son incorrectas, pero son
las que se aceptan. Es notable que la gente pueda entenderse
con un idioma que desconoce y que, además, le importe un
bledo. Los bledos han de ser los parientes de los cominos.
La gloria del trámite • 99
para escribir una nota hay que hacer los trámites mentales EL DON
de abrir programas, seguir indicaciones, ejecutar órdenes, DE LA FRIVOLIDAD
introducir nomenclaturas, y esperar. Y esperar a ver con qué
contratiempo sale la computadora esta vez, para regoci-
jo inconfesado del usuario. Es un pensamiento que nunca
puede alcanzar una idea porque siempre está cambiando de Todos tienen las ganas secretas de que los acusen de frívo-
tema. Los niños con problemas de atención serán los triun- los, pues eso quiere decir que ya son modernos, dado que
fadores del mañana. Hoy en día los trámites se han vuelto se tacha de frívolo a todo aquel que se fija en la marca de
más importantes que aquello para lo cual se supone que ha- su ropa, tiene conocidos que salen en el periódico, gasta,
bía que hacerlos, y que ya no se sabe qué era. Indiana Jorres hablan de él, usa modismos de vanguardia, viaja, sabe res-
está en una encrucijada. Así es la vida del trámite. ponder trivias y sonríe r:on extrema facilidad. Y es cierto, los
Y así es el trámite de la vida, y puede que se pase pron- frívolos no son los que sólo quieren divertirse (ésos son
to. Sumados todos los trámites, queda la sensación de que los divertidos) ni a los que no les interesa nada; al contrario,
en toda su vida uno siempre estuvo haciendo otra cosa que les interesa todo. Los frívolos son los que jamás pierden su
la que pretendía hacer, porque siempre la estuvo interrum- capacidad de asombro, y de hecho se admiran con la más
piendo con algún papeleo, y en una de ésas la vida ya esta- mínima babosada. Son esas personas que opinan de todo,
rá acabándose, y lo que entonces procede no es averiguar han estado en muchas partes, están al tanto de la ciencia y
en qué se le fue, sino pasar a los trámites pertinentes de la farándula, en un velorio saben dar el pésame que ni man-
los chequeos médicos, los complementos vitamínicos y los dado hacer, son capaces de manejar electrónica de última
testamentos preventivos. La vida no es corta: es interrupta. generación sin que nadie les explique, y de repente pueden
La primera vez que se usó la palabra trámite en castellano, decir palabrotas a destiempo para que se note su seguridad
en 1438, venía de tránsito, y era un término forense que natural en no importa qué situación. Son casi superestrellas
quería decir morirse: Sic transit gloria mundi, como decían caminando por la alfombra roja de la vida. En las tiendas se
los clásicos: así se tramita la gloria del mundo. mueven con la misma perfección que en los velorios, las
salas de juntas y los restaurantes.
Han de tener un don. Uno se pregunta cómo le hacen
los frívolos para estar en todo y a qué hora les da tiempo.
La respuesta es que aunque puedan estar muy atentos en
algo, se les olvida luego luego porque se distraen con lo
primero que se les atraviesa, que por lo común no es una
idea, sino algo que pasa del exterior: una mosca, un ruido,
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102 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB El don de la frivolidad • 103
un rasponcito en sus zapatos nuevos. En efecto, el talento de los aviones, de las agendas, de internet y de las nove-
de los frívolos es el del zapping, porque su cerebro funcio- dades. Los frívolos viven llevados por la urgencia de que
na como un control de tele, y por eso siempre se los ve con habiendo tantos eventos, conocimientos y experiencias, si
la tentación de cambiar de canal, porque en éste ya vieron no se apuran se les van a caducar, con lo que quedarían
lo que está pasando y les entra el ansia de cambiarse al de como esos pobres lentos que no alcanzan a subirse en la pa-
junto y al que sigue y al subsecuente. Uno puede detectar a sarela de la actualidad. Así que mientras mayores rapideces
los frívolos porque en sus caras entusiastas se les aparecen haya en este mundo, más grande es el número de frívolos:
flashazos de cara como de angustia y de cara como de has- cualquiera que haga treinta cosas en un día se convierte en
tío, como si el rostro que tienen se les desembarrara de su frívolo; cualquiera que vaya veloz por todos lados tiene que
rostro mismo, saltando de la alegría de la novedad al asco ver el paisaje con frivolidad.
del tedio casi simultáneamente, lo cual es lógico, porque En las universidades ya enseñan a pensar de esta ma-
si la sociedad de hoy está hecha de novedad tras novedad, nera, por eso en los anuncios salen los estudiantes tan con-
asimismo tiene que estar hecha de hastío tras hastío tras tentos. Y así debe ser, porque los frívolos de hoy son los
cada novedad. Los frívolos sienten que lo que tienen en- exitosos de mañana, pues en una sociedad con puros em-
frente siempre está ya pasado de moda, y por eso a todo en pleos temporales que requieren habilidades desechables y
la vida le van haciendo zapping, y puede que uno quiera vocaciones sustituibles, en donde hay que cambiar instan-
consolarlos pero no da tiempo, porque ya están hablando con táneamente de giro, de gustos, de aspiraciones, de amigos,
alguien más, ocupados en el asunto de junto y el que sigue de camiseta y de moral, sólo alguien entrenado para no de-
y el subsecuente. tenerse ni en sus propios pensamientos, capaz de no tener
Un frívolo es alguien que no se detiene en sus propios afectos permanentes, de carecer de dedicación por algo,
pensamientos porque se aburre con ellos y necesita que el puede sobrevivir, tanto material como socialmente. Quien
mundo lo entretenga, aunque es dificilísimo, pues al ha- tenga una mentalidad un poco más constante ya perdió,
blarle se requiere que una frase no hile con la otra, ya que porque no sirve para la flexibilidad (así le llaman) que la
mantener la atención durante dos ideas seguidas le hace época exige (así dicen). Los frívolos son aquellos aptos para
bostezar y perder la sonrisa, lo cual le pasa en el cine, en ir surfeando sobre una realidad que se va deshaciendo en
las compras, en sus actividades y en sus proyectos. Sólo la olitas. Después de todo, ser frívolo o ser superficial significa
fuerza del mercado lo puede entretener. estar a flote; los demás se hunden.
La frivolidad no tiene que ver con el contenido de las co-
sas, que pueden ser hasta muy inteligentes, sino con la mane-
ra de pasarlas, que tiene que ser rápido. En efecto, la esencia
de la frivolidad no es la estupidez, sino la velocidad, propia
El neoliberalismo • 105
partir de ahí, los que van a la guerra de la vida diaria en el siempre se ve presentable. Se viste uno como su jefe, al me-
campo de batalla de los negocios vienen de traje. nos de lejos, porque así como hay insignias entre militares,
Desde entonces, el traje va perdiendo y ganando ador- aquí hay señas tipo Zegna, Boss, Armani, para distinguirse
nos, como los tirantes, el chaleco o la combinación de co- de lo que es High Life o penosamente Suburbia. Y pasados
lores; o como la valenciana, que provenía de arremang~rse los cuarenta, lo que mejor esconde la barriga es un saco: los
el pantalón (según dicen, para jugar tenis, pero más verosí- trajes ocultan mejor que nada los estropicios del físico.
milmente para brincar charcos), o la raya del pantalón, que Además el traje trae una personalidad instantánea que se
se inventa en 1895. De la corbata, no es creíble que venga le traspasa al que se lo pone, pues al usar traje hay que cami-
de un nudo de horca que se pusieron un día los ejércitos nar con los hombros echados hacia atrás para que encajen en
croatas para mostrar que no le temían a la muerte: ha de las hombreras, y uno se ve gallardo; la corbata hace alzar el
ser más bien el resto de una bufanda que se usó para llenar gañote como si uno tuviera autoridad; los movimientos, dada
la planicie -o redondicie- de la camisa, tan inútil como la tiesura de la tela, tienen que ser más ampulosos, como
los botones de las mangas que ya no se desabrochan o las si el brazo fuera aterrizando a la hora de coger la pluma,
solapas que ya no se abotonan. cosa que se ve sencillamente majestuosa; los zapatos, por sus
Lo primero contra lo que se enfilaron los movimientos suelas resbalosas, obligan a pasos más ecuánimes; hay que
de los años sesenta es el uso del traje como uniforme de los sentarse como con monumentalidad para que el pantalón no
triunfadores, y por ende contra la idea de la vida como una se arrugue ni haga frunces estorbosos, y hay que hacer todo
guerra, pero la mejor prueba de que perdieron es que la con cuidado porque la tintorería cuesta y además uno nada
liberación femenina consistió en ganar el derecho de entrar más tiene tres. Todo eso da un porte y garbo que se desinfla
en los negocios y ponerse traje, traje sastre, sea con falda o apenas uno se pone la piyama. El traje funciona como una
pantalón, que las funcionarias utilizan para que se les vea especie de estructura que levanta la personalidad: la gente
que tienen don de mando y son muy hombrecitas, como se siente "más alguien" cuando se pone traje.
Condolezza Rice. Asimismo, pese a la aparición de los jeans Pero cuando alguien se rinde, porque pierde el trabajo
y las camisetas, de los pants y los tenis, los trajes son una o todo le sale mal y ya no quiere ser, hacer ni parecer nada,
prenda que ha logrado durar en una sociedad donde nada lo primero que hace es aflojarse la corbata, desabotonarse
dura nada, de manera que han de traer una razón con mu- un poco la camisa, abrirse el saco y arrugar sin querer el
cho tino. Y efectivamente, sus ventajas son variadas: con tres pantalón, para dar la imagen adecuada de la capitulación y
tristes trajes que uno tenga ya la hizo, si son negro, azul y empezar a parecerse a un general derrotado que vuelve do
gris (no pistache, durazno y piña), porque así nadie nota que la guerra. O a lo mejor es un desertor que ya está hHSIH el
uno no se cambia mucho. Viniendo de traje uno nunca está gorro de hacer como que la vida es una lucha.
desprevenido y lo dejan entrar a cualquier parte, porque
La sociedad del conocimiento • 111
intrigante cómo unas personas a las que normalmente sólo convertirse en objetos de interés turístico, de modo que el
les importa tener una lana para pasársela bien, de pronto verdadero santuario de este mundo son las agencias de via-
resulta que están interesadísimas en todo lo que sea cultura, jes, donde le venden a uno cualquier milagro, la historia, el
en el periodo azul de Picasso, en las técnicas de los mayas en arte, la paz, la libertad, la emoción y, sobre todo, los verbos,
materia de astronomía y piramidística, en la orfebrería de en especial los del modo imperativo: aventúrese, descubra,
bronce del antiguo Shangai. deleite sus sentidos, asómbrese, pierda el aliento, escápese,
Podrían ser las cuevas de Altamira, los atlantes de Tula, déjese llevar, con lo cual los clientes han de sentirse seres
los gigantes de Pascua, el agujero de las Torres Gemelas o plenos de arrojo y sensibilidad, mezcla de Magallanes y Von
la tumba de Evita Perón. Para los turistas, cualquier cosa Humboldt. Con un verbo apropiado y un hotel junto, cual-
con la que se topen es maravillosa por el lapso promedio quier cosa puede volverse destino turístico: los estudios de
de minuto y medio, da lo mismo si es una catedral gótica cine Universal, la bendición del Papa, la casa de Luis Barra-
que tardó tres siglos en construirse o un mimo que se pone gán, el cambio de guardia de la Reina, los caños del desagüe
de estatua de marfil en una esquina. A fin de cuentas, todas de París, el laboratorio de El Álamo donde fabricaron la
se parecen mucho, porque en realidad son maravillas con bomba atómica que tiraron en Nagasaki, o Nagasaki mismo
las cuales esperar a que llegue la hora de ir de compras con habitantes radioactivos incluidos siempre y cuando el
para retacar las maletas y así darse cuenta de lo padre que hotel quede a un lado.
116
118 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB
Así que la elegancia no es una manera de vestirse, sino ga, como si fuera sin querer, inevitable, como de perfección
una forma de pensamiento que aparece hasta en el vestido. con flojera, que se permite sin querer poner los codos en la
La elegancia es la decisión de que lo más necesario y ur- mesa, decir algo mal dicho o ser de izquierda, y lo que hace
gente que se puede hacer por el momento es no estorbar, que quien se empeña en parecer elegante siempre la riegue,
no forzar la realidad queriéndola intervenir, no entrome- porque la elegancia es el empeño en no empeñarse.
terse en el flujo leve de la vida, ni con colores chillones, ni Y allí se ve que la elegancia también tiene el alfilerito de
acaparando la atención, ni con otros aspavientos como ser la mala leche, de la burla subterránea contra las corrienta-
muy importante y traer un cochesote con guaruras. Es la vo- das de todos los que quieren ser deslumbrantes, eficaces y
luntad de no interrumpir el paisaje con la propia presencia, dinámicos, haciéndolos sentir que no pasan de ser bultos
como un pintor del que habla Cortázar, que por elegancia obvios. Los funcionarios, los líderes de opinión, los famo-
no aparece en su autorretrato. Brillar de ausencia. Por eso lo sos, los caritativos teletonizados, los intelectuales, los mili-
elegante suele ser esbelto, despacio y sin ruido. La etimolo- tantes, los tarjetahabientes de American Express, los tecnó-
gía de elegancia no viene de colgarse hasta la lámpara, sino cratas, los diputados, no pueden ser elegantes, porque nada
de elegir, de escoger las dos o tres cosas que valen la pena más se la pasan metiendo su cuchara y agregando estorbos
y desplegar el arte de desdeñar todas las demás, que sólo al futuro de la sociedad.
estorban, y mientras más estorbos surgen en las tiendas, en Al futuro, lo único que hay que hacerle es quitarle es-
las noticias o en la ONU, más elegante resulta ser aquello torbos y ponerle transparencia. Parece que la gran creación
poquito que se ha elegido. cultural del siglo xx fue este germen de pensamiento que
Diríase que consiste en no notarse, pero la elegancia es está hecho como de aire, cuya sustancia son sus detalles y
una política, esto es, un movimiento dentro de la sociedad que se enriquece por lo que desdeña, ya que ahí se muestra
que debe hacerse notar para convencer de lo bien que puede otra forma de sociedad, aunque por el momento solamente
estar la vida en un mundo más ligero y menos ocupado, sin se note que no se nota.
las monsergas de la miseria ni las monsergas de la opulen-
cia, y entonces de lo que se trata es de que se note que no se
nota, como un vestido liso, y de que no se note que sí se nota,
como un collar de perlas, lo cual es un trabajo muy laborio-
so: por eso Christian Dior decía que nadie puede ser elegan-
te antes de los treinta años. La elegancia es el truco de una
dejadez atenta, de un aburrimiento contento, y en efecto,
es el choque de hacer a la vez dos cosas contradictorias lo
que da ese toque enigmático de casualidad que tanto intri-
El hilo negro • 123
EL HILO NEGRO malo, como las banderas pirata. Hasta se volvió el color del
miedo, como la leyenda negra, la mano negra, septiembre
negro, la magia negra, las misas negras, los gatos negros y
las brujas, o sea, el color de todo lo que no se puede contro-
lar (como su teñido).
Cuando alguien se moría en el barrio lo primero que pen- Mal que bien, con humo, hollín, carbón y algún óxido
saban las comadres era que se tenían que poner a teñir la de fierro se podían hacer tintas y pinturas para ennegrecer
ropa de luto porque así como estaba ya no aguantaba otro razonablemente cosas y cuadros. Pero vestirse de negro, eso
velorio, y es que el negro de la ropa no era un color, sino no, y ésa era la ilusión de varias generaciones: traer puesto
más correctamente, un descolar, pues se iba a la primera el negro, traer lo desconocido puesto: un vestido de noche,
lavada y se desleía con el sol. De hecho, el verdadero duelo pero de veras hecho de noche sólida. Tener un negro pasa-
de las viudas era que cada martes había que volver a teñir, do, un humor negro o negra la conciencia, eso sí se podía,
hirviendo en tinajas y removiendo con palos de escoba, por- pero tener ropa negra, eso no, porque resulta que los tejidos
que si no, eran unas ingratas fodongas que no sabían llevar no agarraban el color negro. Los textiles, para su tinción,
el luto. De aquí viene el éxito de los colorantes Mariposa y requieren una sustancia previa de sales de aluminio o de es-
de las anilinas Colibrí, de venta en tlapalerías. La ropa negra taño, o de sal de cocina si el tratamiento es casero, llamada
no existía, así que el auténtico color del luto nunca fue el mordiente, pero para el negro no se encontraban los mor-
negro, sino un color sin nombre y sucio, un moradoso des- dientes, el negro no mordía el tejido, y éste se decoloraba.
lavado muy adecuado para una costumbre que simbolizaba Todas las huelgas parecían derrotadas porque sus banderas
salirse de los colores del mundo, ponerse descolorido, para al tercer día ya estaban descoloridas.
estar por un tiempo del lado del difunto: había que estar Por todo ello, la ropa negra fue adquiriendo tintes de
apagado. Y el negro, bien visto, es un color prendido. distinción, de atractivo medio sobrenatural, de prestigio
La opinión es que el negro es un color discreto, pero en misterioso, y la nobleza española del siglo XVI intentó ves-
rigor siempre ha sido emocionante y llamativo, porque es el tirse de negro para parecer más santa y separarse así de los
único absoluto, es decir, que no puede ser negro claro ni ne- protestantes del resto de Europa, pero el negro era cosa in-
gro oscuro, sino negro negro (''negro como la noche", ''negro alcanzable, y por eso en el siglo XIX se volvió el color de los
como la pez"), y por eso mismo es un color inalcanzable, románticos, que buscan lo imposihle, porque mientras que
que casi no puede ser fabricado por mano humana. Por estas la revolución industrial lograba el negociazo de los colores
razones, al negro se le han colgado simbolismos oscuros de sintéticos, como el magenta o el naranja, el negro que alcan-
todos los tipos y se vuelve el color de lo profundo, como el zaron a producir los químicos con anilinas tampoco mordía
océano; de lo desconocido, como los agujeros negros; de lo y se tornaba verdoso, azuloso o violáceo, colores nada más
122
/
enfermedades agudas se resuelven en catorce días", que es hechos un esqueleto, o los deprimidos, a los que se les aca-
el límite de la paciencia de cualquiera. O sea que literal- ban las ideas con las que ensanchar su vida. Los enfermos
mente, el enfermo, allá él. se van carcomiendo de soledad.
Un neurótico es un individuo para quien la vida en ge- Los preocupados por llegar al fin de la quincena, por no
neral es del tamaño de la suya en particular, y por eso siente tener empleo, porque tienen una chamba degradante, por-
que su historia personal es toda la historia de la humanidad que no les alcanza para comprar todo lo que anuncian, son
y cree que todos quieren oírla, y luego sólo habla de su sué- ciudadanos para los que la sociedad es del tamaño de sus
ter, de sus horarios, de sus cosas, y es que los neuróticos quejidos, del material de sus desgracias, y se los reconoce
están tan enfrascados en sus problemas que no se enteran porque siempre tienen cara de estar diciendo aysh, que más
de que también existen suéteres que no son el suyo y pro- que una interjección es el nombre del planeta donde viven.
blemas que también tienen los demás. La verdad es que Como se ve, estar enfermo es una falta de civilidad, por-
son insoportables, porque estar con ellos implica tener que a los enfermos no les interesa nada ni nadie y la gente
que fletarse puros discursos que siempre empiezan con la les da la vuelta; pero también es un desperdicio del mundo,
palabra yo: "Es que yo ... ", "En cambio a mí...", pues creen porque todo lo que hay en él, desde el sol hasta las caras bo-
que así empieza la historia universal, y es cierto que debe nitas, carece de sentido. Pero también es una equivocación
de ser agotador estar encerrado entre las cuatro paredes de de la sociedad, porque si toda la política que se hace y toda
un alma que no deja de molestarles. Por eso los griegos la cultura que se produce no sirve para atraer a la gente y
recomendaban como única cura salir a la ciudad a buscar sacarla de su encierro, entonces hay algo que no funciona.
el contacto con la gente, en la política y en la cultura. Tam- Hoy en día da la impresión de que la ciudad tiene más
bién a los que están de luto, los abandonados o los que enfermos de los registrados. Y ciertamente, cuando fallan la
andan con alguna culpa el mundo se les vuelve del tamaño política y la cultura, la sociedad sólo acierta a producir en-
de su pena. fermos, bultos como cactos encerrados dentro de sí mismos.
A los niños cuando los castigan los mandan a encerrarse La política y la cultura son las instituciones encargadas de
en su cuarto para que, según dicen los papás muy educati- interesar a la gente en la sociedad y en el mundo, pero lo
vos, "reflexionen", y lo único que reflexiona el niño es que malo es que sus funcionarios son seres cuyo poder es del
ya quiere salir, porque parece que eso del encierro sí es de tamaño de su enfermedad, que no saben sentir otra emiR
los castigos más feos. Castigos iguales más adultos son las que sus propias ganas, y así, pensando sólo en sus afaneR y
cárceles y la ley del hielo. Todo encierro es disminuyente, sus ínfulas, los pobrecitos no se dan cuenta ni de parR qu~
atrofiante y destructivo, aunque sea en la cárcel del amor, era que estaban.
porque uno se empieza a desgastar por dentro, como los
anoréxicos, que se van comiendo a sí mismos hasta quedar
El pensamiento de los relojes • 129
para demostrar que tenían alguna exactitud, incluso daban El tiempo que traen dentro los relojes tiene toda la ar-
la hora, aunque daban la hora que querían, porque eran tan tificialidad de su maquinaria, porque no es el tiempo del
inexactos que había que sincronizarlos con un reloj de sol cuerpo ni de la experiencia ni de la vida, sino el del trabajo
y tener un empleado de planta que los pusiera a tiempo. Ya y la producción, y así, los relojes del siglo XIX sirven para
cuando su precisión crece, se les pone una manecilla; luego hacer caber más labores y mercancías y ventas dentro de
la otra. El reloj más elaborado de todos los tiempos es el que sus manecillas, de modo que los relojes no sirven para dar
hizo Giovanni de Dondi en 1350, y se tardó dieciséis dedi- la hora, sino para quitarle a la gente su tiempo propio. El
cados años en construirlo: los planos todavía existen y cual- tiempo libre no se mide. Las mujeres decimonónicas no usa-
quiera puede tratar. Es en esa época cuando se empieza a ban reloj, sólo abanico. En cambio, los hombres de negocios
creer que el universo es también un mecanismo de relojería, y empleados de oficina usaban dos, con leontina, mejor co-
y Dios, un relojero perfecto. Más que la hora, en los relojes nocida como cadenita, uno en cada bolsa del chaleco, para
están puestas todas las aspiraciones, avances, creencias y que se vieran así más ocupados e interesantes. Por lo común
tonterías de la sociedad. uno de los dos era falso.
Los relojes eran públicos, enormes, costosos, y uno por En el siglo xx ya no daba tiempo ni de ver la hora, así
ciudad. Oficialmente es cierto, aunque verídicamente no, que el gran invento consiste en el reloj de pulsera, idea de
que un herrero de Núremberg de nombre Peter Henlein, gra- Louis Cartier, que se le ocurrió para el aviador brasileño
cias al adelanto del resorte para la cuerda, empezó a fabricar Alberto Santos Dumont, que quería ver la hora sin soltar
en 1509 relojes portátiles, armatostitos de engranes de fierro las palancas, y sobre todo podía ser presumido así como sin
que proliferaron como adornos tecnológicos que se podían darse cuenta. La gente, por ejemplo los niños, y los adultos
ostentar en cada casa rica o colgar en el cuello para pasear que lo niñote nunca se les quita, presumían su primer reloj
con ellos, aunque nadie para esas fechas necesitaba saber la por no más de tres días, que es el término promedio en que
hora -ni la fecha-. Lo que necesitaban era presumir. Aquí le reventaban la cuerda. Juguete que no sabe jugar. Cuando
es cuando los relojes suizos se hacen famosos, no por buenos se patentaron los relojes automáticos en 1924, ahora sí ya la
sino por baratos, ya que Ginebra era una especie de Taiwán, gente podía agitar más la mano con ese pretexto.
y así, cada vez más todos podían traer sus relojes particula- Un reloj es algo así como la historia de la humanidad.
res, a los que se les van introduciendo nuevos materiales, Los electrónicos de cuarzo se patentan en 1953, y para ni
como el latón y el acero, haciéndolos más exactos. Para el siglo XXI son baratísimos, con un error de una décima do
siglo xvm ya lo eran tanto como la racionalidad científica de segundo, pero la gente todavía ve algo más que la hor•a on
que se vanagloriaba, y en efecto, se comienza a creer que el ellos. En primer lugar, porque vienen equipados con tiiUI Hll-
pensamiento funciona como una máquina, lo cual se sigue rie de funciones equivalentes al quiquiriquí dt' antano, quo
creyendo al equiparado con una computadora. sobre todo sirven para maravillarse con los trucoH humanoH
132 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB
y con los que sí se puede jugar y darles vuelta como relojes CAJAS Y CONTAINERS
de arena. Y en segundo lugar, a pesar de la existencia del
cristal líquido que permite ver la hora sin saber leer el re-
loj, los relojes vuelven a ser de manecillas que giran sobre
una carátula, porque parece que a la gente le gusta mirarlos
para poder sentir el tiempo caminando y ponerse a pensar y Las tiendas de artesanías, aunque vendan puras cosas ho-
cavilar sobre su circularidad y el eterno retorno. rrorosas, siempre tendrán clientela mientras haya cajitas de
ésas de ónix, de hoja de lata, de las laqueadas de negro,
ya todas hechas en China, porque los curiosos, aunque no
sean turistas, nada más verlas se encandilan, no con la caja
por fuera, sino con el vacío que tiene dentro, que les da la
ilusión de tener algo que ponerle, un contenido, y eso, junto
con llenarles la caja, les llena el día. Es cosa de verles las
caras: apenas abren la tapa y miran esa cantidad de hueco,
se lo imaginan lleno de aretes, clips o morralla, y otro clien-
te que cae. A veces el corazón ha sido comparado con una
cajita donde se guardan los sentimientos bonitos, lo cual
quiere decir que las cajas siempre son para contener cosas
buenas.
Una caja es un agujero rígido, modular, ortogonal y no
portátil pero sí transportable, donde se puede acumular y
conservar cualquier tipo de material sólido, sea suave sea
duro, y que siempre le ha resultado necesarísimo a la hu-
manidad, debido a la definición según la cual el ser humano
es el animal que guarda cosas. Por lo común las cajas tienen
una tapa, elemento no obligatorio pero sí muy importante,
ya que una parte de la ilusión consiste en destaparlas a ver
qué hay o cuánto les cabe. En el nuevo lenguaje tecnoindus-
trial, para no sonar anticuadas, reciben el nombre de contai-
ners, los más espectaculares de los cuales son esas cajotas
del tamaño de un vagón de ferrocarril que igual Htl pueden
133
134 • PABLO FERNÁNDEZ CHRJSTLIEB
Cajas y containers • 135
poner en un tráiler y pasar con grúa a un barco carguero o
corredores enteros de los Wal-Mart con todo de plástico,
a un avión modelo Hércules. Tanto comercio mundial puso
donde hay cajas con divisiones y cajoncitos, cajas con rue-
de moda el vocablo, que ya se aplica a las cajas de cualquier
ditas para deslizarlas debajo de las camas, cajas cuya tapa es
tamaño con la sola condición de que parezcan tecnoindus-
otra caja que se apilan por los rincones, y hasta unas cajas
triales. En castellano eso es un contenedor, palabra no muy tamaño caja de muertos.
agraciada.
Pero en las cajas de hoy ya no se guardan tesoros, sino
La importancia humana de las cajas, que empezaron
lo que técnicamente se conoce como porquerías, es de-
siendo cofrecitos y cofres cuando había escasez de todo,
cir, todo eso que se tiene y con lo que ya no se sabe qué
es que ep ellas se iba depositando cuidadosamente lo que
hacer, por lo que se va metiendo sucesivamente en cajas,
alcanzaba a duras penas a adquirirse, salvaguardarse y acu-
para un día tirarlo. Es la guerra de las chucherías contra sus
mularse, de modo que el hecho de tener una caja y algo que
compradores, que cada vez que consiguen una nueva caja
guardar en ella significaba por fin haber logrado instalarse
sienten cierta paz de espíritu, porque con eso logran, no ya
con cierta seguridad en esta tierra, como si uno tuviera de
acumular, sino embodegar, tanta cosa que tienen, pero tam-
dónde agarrarse en la inestabilidad de la vida. Una caja con
poco para quedarse con la tranquilidad de haber acomodado
cosas da la sensación de afianzarse en el mundo. Se abrían
todo, sino con la ilusión de que ya pueden ir a las tiendas
sobre todo para contemplar su contenido, el cual, más que
a ver qué más porquerías encuentran. Una caja vacía da la
guardarse, se atesoraba, más como trofeo que como utensi-
urgencia de llenarla. La cajuela del frente de los coches se
lio. Si la vida tenía algún valor, éste estaba en una caja. Por
llama cofre porque ahí va el motor, pero la de atrás ha ido
eso el idioma bancario utiliza mucho el término, como cajas
creciendo cada vez más y más, porque todo aquel que se
fuertes o cajas de ahorro, y a uno todavía lo atienden en las
siente un poderoso comprador se consigue una pick-up!ca-
cajas, aunque el cajero ya puede ser automático.
mionetota y anda por los Home Depot y Sam's Club nada
Arcones y baúles, cajones de cómodas y burós, de ma-
más viendo qué le mete dentro. Hoy en día el corazón es un
dera, siempre cajas, difíciles de mejorar e imposibles de
container. Ya no se compran cajas, cajitas, cajones y cajue-
suplantar, así que mientras corrió el siglo xx, la gente, que
las porque se tengan muchas cosas, sino que se compran
cada vez atesoraba más cosas, se las tuvo que ingeniar con
cosas porque se tienen muchas cajas, y todas están siempre
cajas de zapatos y con las que iba a ver si le vendían en el
llenas. El vacío y el hueco y la falta de contenido han rill
súper, hasta que apareció la ocurrencia de comercializarlas estar en otra parte.
en tiendas Todo de Cartón, y también hasta que a la gente le
cayó el veinte de que los tupperwares y demás recipientes
de cocina, cuando eran cuadraditos, le servían muy bien de
cajas. Actualmente, la sección de cajas o containers ocupa
r
Siglo XXI: los simulacros • 137
142
f'
aretes en los labios y en los pómulos y en la panza, como si les ponen sabor barbacoa y freído tradicional, con lo que se
nunca se supiera dónde detenerse, y ahora sí que empieza logra el inconfundible sabor a farmacia. A los informes de
la adornitis, esa manía que consiste en echar a perder todo las oficinas, que no son exactamente obras muy inteligentes,
lo que había quedado bien. Otro y otro santito cada vez más ahora con presentación animada en computadora se les nota
brilloso y beatífico hasta que la iglesia pasa de ser gótica a brutalmente su tontería: los hubieran dejado en papel bond
ser barroca y luego churrigueresca, estilos que hasta en las y pasarían dignamente indiferentes.
erres llevan el adorno. En la manía de adornar hay una especie de maldad in-
El método para "crear" un adorno es como sigue: uno trínseca de la gente contra sus cosas, que es la de no so-
termina de hacer una cosa que le queda bien, y acto seguido portar la emoción de algo bien hecho, y por ello hay que
se pone a ver qué más le pone para mejorarla, siendo que destruirlo, para que ya no emocione más, y la manera más
como mejor quedaba era como estaba. Un adorno es la in- aceptada de destruirlo es mejorarlo hasta que reviente. Por
capacidad de detenerse. Esto les sucede a quienes se ponen alguna razón profunda, toda creación de la humanidad ter-
a arreglar su casa, y les queda tan bonita que le siguen y le mina siempre en un adorno, como un amor que termina en
siguen hasta que el lugar se vuelve inhóspito. Un adorno una fiesta de bodas, o sea que bajo el grito de guerra de "A
se reconoce.porque ante todo es una cosa difícil de limpiar. ver qué más le pongo" se han destrozado templos, maquilla-
Pero igual les sucede a pintores, arquitectos, escritores, jes, obras de arte, modas, ensaladas, sistemas de gobierno y
cantautores, chistosos, que siempre tienen que superar lo culturas enteras. La democracia, una vez adornada, se llama
que hicieron anteriormente, y lo que resulta es que hacen burocracia. La decadencia de una cultura se mide por el
lo mismo que antes nada más que echado a perder. Les po- número de adornos. Se sabe que al Imperio Romano en su
nen a sus baladas ritmo de cumbia, a sus edificios columnas declive lo adornaron con leones, cristianos y otras como-
griegas y a sus libros exceso de tráfico en los párrafos. Para didades, y el macroimperio global de hoy ya se encuentra
mejorar El código Da Vinci, que de por sí ya era inempeo- retacado de foquitos, estrellas de cine, sensorrounds, pan-
rable, los editores sacan El código Da Vinci ilustrado. Las tallas, alarmas, pasarelas, plumas, anuncios, escaparates,
cosas, al adornarse, no ganan nada: sólo pierden su normali- camisetas, tenis que parecen naves espaciales y electrodo-
dad y su belleza. A los pantalones de mezclilla, cuya esencia mésticos que hacen bip. Y el día que le quiten todos estos
era su simpleza resistente, les bordaron solecitos, les cosie- adornos para ver qué había debajo y cuál era su civilización,
ron chaquira, les bajaron el tiro hasta la rodilla, y ahora a probablemente no haya nada, porque los adornos son como
cualquiera que se lo ponga le va a costar trabajo convencer parásitos que le salen a la sustancia de las cosas y se van
a nadie de que se viste muy natural. Adornar es la necesidad chupando a su anfitrión, hasta que la cosa queda hecha de
de hacerle algo más a lo que ya no hay nada que hacerle. A puro parásito y nada de sustancia. Hay personas que entre
las papas fritas, invento perfecto, las vuelven Ruffles y luego manitas de gato, frases aprendidas, crema en los tacos, di-
148 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB
plomas de cursos y otras cosas con las que apantallar, están LAS SINESTESIAS
ya tan hechas de puro adorno que si se les quita queda una
especie de momia moral. Nosotros ya somos nuestros ador-
nos, comidos por nuestros parásitos.
La sociedad contemporánea parece un muégano de
adornos, unos sobre los otros, como si quisiera encubrir su No se necesita ser muy perspicaz para saber que el verde
decadencia, porque un adorno es cualquier cosa que tapa a es un color, pero sí para darse cuenta de que el color puede
un objeto e impide ver lo que era originalmente. La sustan- oírse. Nuestra sociedad es precisamente eficaz porque sólo
cia que esta cultura tuvo alguna vez, que fue la de la ciencia necesita el verde para saber que ya se puso el siga del se-
y la tecnología, ha sido primero adornada con cantidades de máforo: para ser eficiente en este mundo al verde sólo hay
accesorios y aparatitos producidos por ellas, supuestamente que verle el color, a los kleenex tocarles la suavidad, y así
para sostenerse y prosperar, pero luego ha sido ya engullida sucesivamente. Para efectos prácticos, el mundo está dividi-
por sus propios adornos tecnocientíficos, desde el chat hasta do en cinco sentidos de la percepción, los cuales se utilizan
el botox, al grado de que hoy toda ciencia y toda tecnología cada uno por su parte.
ya sólo se dedican a ver qué otro adorno se les ocurre poner Sin embargo, lo contrario también es correcto, y se trata
en el mercado. de un fenómeno de percepción que se denomina sinestesia,
el cual se puede verificar en un laboratorio de psicología,
en donde si se pone música calmadita las paredes se ven
más claras y el cuarto más grande; Cortázar ya se lo pre-
guntaba así: si "se apagan las voces, ¿se callan las luces?"
La sinestesia indica que los cinco sentidos de la percepción
no están desconectados entre sí, sino que se mezclan por
una regla de semejanza inexplicable, de modo que un ruido
y una textura, cosas muy distintas, sean iguales de algún
modo: una voz rasposa provoca la misma sensación que
cuando uno pasa los dedos por el rayador de queso. Como
dice Baudelaire, "dentro de una oscura y profunda unidad,
los perfumes, los colores y los sonidos se responden".
Si uno investiga el sentido del gusto, se entera de que
casi no existe, y no obstante, la gastronomía, los apetitos,
los antojos y las obesidades son actividades sumamente
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~
·,f
cosas: se casaba para tener una casa. Por eso, como dice la En el siglo XXI, quién sabe qué sea el amor, pero se pare-
historiadora Arlette Farge, "el vínculo conyugal es también ce mucho a los derechos del consumidor: algo así como la
un lugar", y en efecto, su fin es económico, de oikos, casa, exigencia de que el otro sea maravilloso y colme las ilusio-
y las cosas que se necesitan para ponerla, y que entre dos nes y se le escurra la baba por uno, de que uno sea el centro
alcanzaba decorosamente. Por eso los matrimonios se po- del universo y el universo esté al servicio de uno. Parece
dían pactar, arreglar, negociar, y hasta los novios podían ni anuncio de L'Oréal. El amor es más bien un rasgo del in-
siquiera conocerse de antemano, razón por la cual se dice dividualismo según el cual cada quien debe perseguir sus
que el matrimonio se "contrae", porque llega de afuera como caprichos, emociones y demás sensaciones de alto impacto
un reuma, con el cual uno aprende igualmente a convivir. pésele a quien le pese. Y así no hay acuerdo que aguante.
Como en todo buen acuerdo, bastaba que se llevaran bien Éste es el fin, es decir, el final, del matrimonio, porque ya
para cumplir con el fin del matrimonio. no hay dos que se soporten mutuamente sus veleidades, y si
El acuerdo era que se tuvieran respeto y se toleraran tanto amor era la razón de la boda, ni caso tiene desenvolver
y confiaran en el otro, como socios del hogar, pero en el los regalos: con la fiesta basta. Incluso, se podrían mejor
acuerdo no estaba que se amaran ni adoraran ni vivieran tó- celebrar los divorcios, que duran más.
rridos romances ni pasiones arrebatadoras puertas adentro, Lo malo es que por ahí de los treinta y tantos la gente se
y por lo mismo, en efecto, el anecdotario de canas al aire es empieza a sentir mal por eso, y aunque ya les alcanza para
que cada quien tenga a solas su casa aparte, se les ocurre que
en esa época casi normal, pero se hacía con discreción por-
no estaba tan mal eso del perro que les ladre, y a lo mejor
que no se trataba de presumir ni de importunar a la pareja,
por eso hay tantas mascotas que sacan a pasear, y se em-
a quien se le debe una atención elemental y cuidadosa. De
pieza a dudar de si ese egoísmo individualista que se llama
hecho, hablarse de "usted" entre ellos era un estilo lleno de
¡;,
amor verdadero no es algo que acaba por lastimar.
tacto, como con una distancia solícita. Y así, sobre la marcha
":1 Como dicen ahorita en España, "ya sólo los gays quie-
y al paso de los años, dos insignes desconocidos que habían
ren casarse". Y tienen toda la razón: son los últimos que
vivido bajo el mismo techo terminaban por estimarse since-
conocen el valor de una estabilidad matrimonial, de estar
ramente, por sentir afecto y ternura por el otro, sin mayores tranquilos bajo el mismo techo.
exigencias. Si se hubiera introducido el elemento del amor,
para empezar ni se hubieran casado. Durante todo el siglo XIX
todavía puede verse, por ejemplo, a Darwin, Marx o Freud
vivir correctamente casados con su Emma, su Jenny y su
Martha, logrando la tranquilidad suficiente para dedicarse
a fabricar ideas escandalosas.
El estrés • 159
cie que no tiene principio ni fin, y que no embona con las en el espacio, y si no se le atina en el punto único exacto,
demás cosas, de modo que debe estar separada, como isla, que sólo se puede saber al tanteo, o si cae sobre un punto
y siempre como de pie, en tensión, lista y atenta, lo cual chueca, la pelota sale disparada para donde se le antoje, y
le otorga cierta monumentalidad sin importar su tamaño; ahí está la maravilla.
nunca está ahí echadota, y nunca de espaldas. Tampoco es Y ahí está lo extraño: una cosa que parecía controla-
un juguete, porque los juguetes, como los cochecitos, las ble, domesticable, obediente, de repente wsulta que tie-
muñecas, las pistolas o los videojuegos, son cosas de menti- ne temperamento y actúa como por cuenta propia y sale
ras que se copian de las cosas de verdad, pero no hay pelotas con respuestas inesperadas. Rompe vidrios, gana partidos,
de mentiras porque ni siquiera hay pelotas de verdad: sólo descuenta transeúntes. Después de muchos siglos de civi-
hay pelotas. Y no hay edad para ellas, porque una pelota lización y de varios años de práctica de cada uno, la pelota
es interminable. todavía es capaz de dar sorpresas a cada rato, todavía falla
Uno no se la acaba, y en rigor, una pelota comienza los tiros, saques, pases y rebotes, lo que hace que, teórica-
cuando se mueve, y es tal vez la mejor imagen del movi- mente, todo gol sea de churro, aunque, técnicamente, todo
miento, porque está hecha casi para moverse por sí misma, churro requiere talento. La pelota produce azar, pero no es
ya que, por definición, una pelota es más ligera que su peso un azar a lo loco, como el de los dados, que son como pelo-
y más ágil que su volumen. En efecto, por una parte son tas cuadradas, sino un azar inteligente, de cosa que piensa.
elásticas, especialmente a partir de la utilización antigua de Lo que hace eterna a la pelota es esta dosis puntual del azar.
vejigas de borrego llenas de aire, de donde proviene la for- Entre el churro y el talento está el azar. Entre el plan y el
ma de las pelotas defectuosas de rugby y americano, toda resultado está el azar.
vez que una vejiga no es tan redonda, aunque sin duda, la Entre la intención y la realidad está el azar. Entre uno y
mayor aportación histórica a la tecnología de las pelotas su meta está la pelota. Casi se diría que la pelota no parece
es la del hule mexicano que las hizo saltar exponencial- ser algo, sino que parece ser alguien, y hasta tiene piel aun-
mente y hacer que su movimiento fuera vivo, imparable, que sea de plástico, tersa y que se sume tantito. Pero esto no
continuo, que es la esencia de una pelota, por lo que se ha la hace el objeto más parecido al ser humano (para eso están
de entender que las manos sean enemigas naturales de las los perros), sino el más parecido a las reflexiones, como los
pelotas, puesto que les matan el movimiento y la razón de espejos y los pensamientos, donde uno contempla sus pro-
ser. Eso hace preguntarse por qué los tres deportes típicos yectos y sus reveses, sus intenciones y sus frustraciones, y
del imperio norteamericano utilizan las manos al tratar con donde, sobre todo, ni los unos ni las otras hay que tomárse-
la pelota, y preguntarse también si no es eso mismo lo que los muy en serio. En la Edad Media, los sabios ponían sobre
hacen cuando meten las manos en otros países y otras cul- su mesa una calavera de las vanidades, para que no se les
turas. Por otra parte, la pelota es el único objeto cuyo con- subiera la soberbia; ahora ya no hay muchos, pero los pocos
tacto con el resto del mundo es a través de un solo punto que quedan ponen sobre su escritorio una pelota.
liaño y cocina • 165
BAÑO Y COCINA cocina no hay nadie está desolada, pero cuando en el baño
no hay nadie es que está desocupado. En una cocina deso-
lada sólo queda abrirse una lata de atún, que es el símbolo
universal de que a uno nadie lo quiere ni lo cuida en esta
vida. En toda cocina correcta siempre debe haber un radio
La cocina y el baño son las piezas más anímicas de la casa; prendido y una mujer cantando bajito, o dos hablando, que
el resto son estancias, donde nada más se está, o donde cada es lo mismo, y si salen tantito tienen que dejar una cacerola
quien hace lo que quiere, pero en la cocina y el baño se hirviendo que las sustituya. Una cocina con alguien atrae; un
hace lo que el lugar manda y donde uno adopta las sensa- baño con alguien repele, y uno lo ronda hasta que se vaya.
ciones del sitio: son los lugares orgánicos como con vida La cocina es el lugar donde se entibia el mundo, no sólo
propia y sentimientos suyos. Y son simétricos: se parecen la sopa sino sobre todo las voces, las miradas, las ideas y los
muchísimo; de hecho, en los departamentos, donde todo humores de las gentes, y es donde la gente se junta en sus
es económico, son exactamente del mismo tamaño y se mejores horas perdidas y por lo común sí se encuentra, y
los coloca pared con pared, para que compartan tuberías, sí se halla. Mientras que en otras partes de la vida hay que
calentador y plomero. Son los motores del hogar, y ambos ganarse el derecho a la palabra y la atención siendo inteli-
utilizan azulejos, llaves, tarjas y ventanas que sí se abren, gentes y pertinentes, en la cocina el derecho es gratis pues
vapor, telas para secar, jabón y frasquitos pequeños para el todos pueden decir lo que quieran porque lo dicen siempre
último toque. Los dos comenzaron estando fuera de la casa como al pasar, como por decir algo mientras le ponen azú-
debido a su contacto necesario con el aire y con la tierra, y car al café. El calor humano viene de la lumbre de la estufa.
sólo más tarde pudieron ser domesticados, la cocina en el Por eso la cocina siempre debe tener el color del pan tostado
Renacimü:mto y el baño hasta principios del siglo xx. Ambos y del tocino frito, como de rojos quemados, y por ello tal vez
1
producen¡ cosas que no duran y que hay que rehacer el mis- ·1.
Í,'
los jitomates fueron tan bien recibidos en el mundo entero,
mo día. El motor de arriba y el motor de abajo. ya que, efectivamente, le daban color al ambiente, en purés,
•,
más apto para las gravedades que para las ligerezas, un es- Los DESEOS
pacio más propicio para las penas toda vez que la pena es
un sentimiento azul y frío como la cerámica del escusado.
Y entran al baño porque está solo, como el individuo de la
modernidad. Los que se sienten culpables o hastiados se
dan un regaderazo para lavarse los errores del día. Y los que Puesto en crudo, un deseo es cuando a un señor se le antoja
se sienten incomprendidos o apabullados por la presencia una señora, o cualquiera de sus variantes. Así vistos, los
de sus congéneres entran ahí para esconderse y también deseos son cosas muy concretas y localizables, como pollos
para llorar o quedarse callados por un rato, y ya después de en una rosticería, o como metas o premios que uno puede
echarse agua en la cara y recomponerse y acompañarse un conseguir, porque, en primer lugar, se sabe clarito qué es lo
poco en el espejo, se animan a salir, y su primera prueba es que se necesita, y en segundo, porque se tiene la obligación
pasar por la cocina. biológica de hacerlo, ya que un antojo es como un hambre:
Quién sabe si son los decoradores, los ecologistas, los instintivo.
ingenieros, los tres juntos o la mera banalidad del siglo, Lo curioso es que cuando a uno se le hace, lo que sue-
pero los baños y las cocinas ya los están fabricando verdes le encontrarse es que no era eso lo que buscaba, como que
y de acero inoxidable, creyendo que con esto ya los hacen mucha espera para tan poco arribo. Como que algo falla, fal-
más naturales y purificados, sin tóxicos ni toxinas, incor- ta; como que no era exactamente así, como que sí, pero no.
porándoles una estética de entre clínica y jardín botánico, Como si nada más lo hubiera echado a perder por consumar-
como para quitarles lo acuático y lo ígneo, y dejarlos en lo; como que lo que estaba en la señora no era lo que estaba
puro metálico y vegetal, como si con eso la mantequilla ya en el deseo; como que uno puede obtener el objeto del deseo,
no hiciera daño. Pero no es la mantequilla, más bien son las pero no el deseo, y ya ni modo. El instinto se arregla pero el
emociones de la compañía y la soledad, que vienen juntas deseo no se realiza. Y es que se supone que el deseo es algo
porque son simétricas, las que caen mal a la panza y al co- que puede y debe lograrse; pero ni debe ni puede.
razón y a todo lo demás; es como si ya hiciera daño ser un El deseo no está hecho de líquidos viscerales ni de in-
ser humano. Y entonces mejor se fabrican lugares neutros, suficiencias orgánicas ni de válvulas y resortes, sino de cul-
de estilo profesional, oficinescos y técnicos, para que de ahí tura. No está crudo sino cocido. En efecto, el deseo es una
salgan sentimientos sin colesterol. El horno de microondas figura temblorosa, trémula, titilante, cocida con fantasías,
parece una especie de esterilizador. · fantasmas, sabidurías, sueños, insomnios, imágenes, ver-
siones y visiones de la sociedad y de la historia todos juntos
poco a poco. El deseo es un objeto cultural, como la belleza
o el pensamiento.
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168 • PABLO FERNÁNDEZ CHRISTL!EB Los deseos • 169
Puede parecerse a un aire endurecido, a una idea elec- que tenga que ir a apoderárselo, a crédito o al contado, con
trificada, pero el caso es que uno siempre lo quiere convertir el único fin de aburrirse de él, que es una manera de acabár-
en cosa de carne y hueso, como pollo rostizado, con cara selo, como si no se tolerara que algo fuera tan interesante, lo
y cuerpo, como señor o señora, para poder verlo y cogerlo y cual significa que en toda obtención del deseo hay un ansia
quedarse contentado, pero, como se decía en latín, uno se de dominio, un afán de control sobre el otro.
queda "entristecido después", porque no se puede agarrar Pero el deseo es la forma más intensa de otras cosas que
con nada. La forma y la materia del deseo es ni más ni me- tienen la misma forma, como las ganas, la ilusión, los idea-
nos la inalcanzabilidad, es decir que, como el horizonte, les, el futuro y la utopía: todos ellos tienen la forma de la
para que exista tiene que estar lejos, que fue lo que le dijo inalcanzabilidad, y por ende su papel no es el de ser con-
una vez Don Quijote a Dulcinea, y aunque tenga densidad seguidos, sino el de mantenerse a la distancia, que es como
y aunque dé toques, está fuera del alcance. dan justamente las ganas de vivir: no son una meta, sino un
El deseo es lo próximo que está remoto, es lo urgente motor; no son un premio, sino un ánimo. La utopía es el de-
que no debe resolverse, la espera que tiene que quedarse seo de la sociedad. Pero esta sociedad actual no soporta el
así, pues si se alcanza se destruye. Un deseo no se toca, futuro, y por eso lo destruye mientras dice que lo alcanza.
porque se deshace. El deseo es específicamente la distan- Parece ser que los fracasos están hechos, más que de
cia que hay entre uno y el otro, y cuando se quita la distancia, deseos olvidados, de deseos cumplidos, porque, como fin
se borra el deseo. Y de lo único que se entera uno cuando se de borrachera, el cumplimiento de los deseos da cruda, o
acerca demasiado es de que no era eso, sino otra cosa, más cualquiera de sus variantes: hartazgo, flojera, desgano, toda
allá. Por eso se dice que el deseo siempre está en otra parte, o vez que se trata de la pérdida de algo a cambio de casi nada,
como lo decía Kant, y luego Hegel, y ya luego Lacan, uno no de que al llegar al horizonte uno ya no tiene ni ganas de
desea a alguien, sino que desea su deseo; y eso queda lejos. llegar ni horizonte. Y es que el oasis del deseo tiene buen
Así que para poder tener deseos sin destruirlos se re- lejos, que es como puede y debe ser.
quiere bastante temple y cierta finura, porque es como an-
dar todo el tiempo en suspenso, ocupar una realidad en vilo,
indecisa, pero esta sociedad excesivamente cosificada que
cree que cualquier materia debe ser material y manipula-
ble no puede soportar la presencia de algo tan tenso y sutil,
y le resulta intolerable vivir con eso, y por eso siempre quie-
re atraparlo y acabárselo, o como se dice en las telenovelas, .~
poseerlo, que es lo que hace la sociedad de consumo con ~·
'
todo, que no aguanta que exista un objeto cualquiera sin
Los débiles • 171
escriben los que escriben: ni los arquitectos, ni los dentistas se mueve ("A mi amigo Ernesto Sábalo"); los escritores son
ni los actuarios se la pasan explicando cómo le hacen, y a aquellos para los que es más fácil publicar que escribir. Y es
lo mejor la razón es que les encantaría decir cómo hacen lo que para escribir no hay que ser escritor, sino pasársela de
que hacen, pero la diferencia es que los que escriben, pues incógnito buscando algo que hay en d fondo de las palabras
escriben, y entonces son los únicos que pueden, sin salirse y que se sabe que no se va a encontrar sino sólo a buscar
de lo que hacen, decir lo que hacen y con eso ya estar ha- porque sería encontrar aquello mismo con lo que se busca
ciéndolo, puesto que ambos son lo mismo, lo cual implica -el lenguaje, el pensamiento, uno mismito, ele.- y eso es
que, mientras las muelas no, mientras los ladrillos tampoco, por definición inencontrable; para los que (~scrilwn lo difícil
las palabras sí son autorreflexivas, esto es, que digan lo que es publicar, porque no han ido a las fiestas donde están los
digan, siempre están hablando de sí mismas, pero también, contactos, pero no obstante lo intentan, no para volverse
que los que escriben nunca podrán saber cómo se hace, y escritores, sino para ver si se entiende lo que escribieron.
por lo tanto, cada vez que se ponen a hacerlo no saben si les Y están por todas partes, en chambas disímbolas, y no s()lo
va a salir, y eso es lo que los tiene nerviosos, siempre como en los lugares muy editoriales.
aprendices primerizos inseguros tratando de averiguar de No existe aquello de que alguien escribe bien, porque
una vez por todas en qué consiste un método que no existe, eso es una manera de decir que al que lo hizo no le costó
de encontrar lo que buscan, cuya esencia es que se busque trabajo, y escribir es trabajoso y agotador, y siempre se anda
pero que no se encuentre. Por eso es tan natural escribir medio rendido, y en tales circunstancias uno sigue escri-
sobre escribir, y por eso los que lo hacen quedan como atra- biendo porque cree que, ahorita no, pero más adelante sí,
pados en su dedicación, empeñados en ella. puede escribir algo mejor que lo que ya escribió (lo cual no
Pero no muy divertidos, porque, dados los sinsabores, en sucede ni entre los que escribían tan mal que cualquier cosa
secreto todos los que escriben buscan cómo hacerle para ya sería mejor), hasta que, finalmente, se concluye que uno ya
no hacerlo, pero ya no pueden evitarlo, porque están hechos hizo todo lo que razonablemente podía hacer.
de eso mismo, aunque los pretextos no faltan: así como ir Que ya escribió todo lo que tenía que escribir, pero d
a comprar libros es un pretexto para no leer, leerlos es un problema es que todavía no se muere, y entonces se topa con
pretexto para no escribir (ése es el drama de las tesis de que otra vez le queda el mismo tiempo ocioso de cuando no
doctorado). Uno de los mejores trucos para ya no hacerlo tenía permiso de levantarse y ya había acabado la tar·ea.
es convertirse en "escritor", o sea, que deje de ser una dedi-
cación para que se vuelva una carrera o profesión, que con-
siste, ya no en escribir, sino en conseguir contactos, asistir
a presentaciones, codearse con los indicados y dedicarle su
libro a alguna vaca sagrada para que se vea a qué niveles
1t
Esta obra se terminó de imprimir
en octubre de 2009
en los Talleres de IREMA, S.A. de C.V.
Oculistas 43, col. Sifón,
09400, Iztapalapa, México, D.F.