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- Nuestra pareja no nos da lo suficiente. Se trata de una razón muy común para ser infiel. El
sujeto encuentra que su pareja no le aporta el suficiente amor, el tiempo y la atención que
considera adecuadas, y que sí reciben la familia del cónyuge, los niños o el trabajo. Muchas veces
estas personas no son conscientes de sus necesidades emocionales, no lo hablan con su pareja
y, finalmente, acaban siendo infieles.
- Creemos que el amor ha desaparecido. El sujeto infiel percibe erróneamente que el amor se
ha acabado en la relación, porque ya no se da la intensidad sexual y romántica propia de los
primeros pasos en una relación. La realidad es que, en las parejas sanas, a medida que pasa el
tiempo el amor se transforma en mayor compromiso, intimidad y confianza.
- Sabemos que vamos a dejar a nuestra pareja, pero queremos tener a alguien en la recámara.
Así de simple. Antes de enfrentar la realidad y decirle a nuestra pareja que para nosotros la
relación ha terminado, buscamos a un suplente, para poder reemplazar a nuestro compañero
en cuanto se haya tomado la decisión. Muchas veces esto se hace de manera inconsciente, pero
se hace.
- “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Esto suele ir unido a cualquiera de los otros motivos.
Pensamos que mientras no nos pillen no estamos haciendo daño a nadie. El problema es que,
tarde o temprano, te acaban pillando.
- Queremos tomar represalias. Algunas personas engañan sólo como venganza por un
comportamiento de su pareja que consideran injusto. Quizás como sospecha de una infidelidad
de la otra parte, antes de comunicar nada, preferimos ser nosotros también infieles.
- Tenemos un trauma no resuelto. Según numerosos estudios, las personas que han sufrido en
la infancia algún tipo de trauma como un abandono emocional, maltrato físico o abuso sexual
son más propensas a ser infieles respecto a sus parejas. Tal como explica Cañamares, la fidelidad
también se educa: “Se es más infiel si se han visto determinados comportamientos en el entorno
familiar. No sólo infidelidades de tus padres, sino también con el resto de familiares o
amistades”.
- Tenemos expectativas irracionales de lo que nuestro cónyuge debe ofrecer. Estas personas
esperan que sus parejas les concedan todo lo que piden, y cumplan todas sus necesidades.
Cuando sus parejas, inevitablemente, fallan, sienten que la infidelidad está justificada. En estos
casos, tal como cuenta Cañamares, la educación también juega un papel esencial: “Los niños
mimados son más propensos a ser infieles, pues no han aprendido a sobreponer sus deseos”.