La pobreza económica en Chiapas es una desgracia acumulada.
Es la reiteración palpable de que los programas sociales y de desarrollo han fracasado. Esa es la verdad. Esto aunado a la corrupción, la tranza descarada y hasta solapada por los propios gobiernos pasados que, desde luego, tenían sus cálculos de prospectiva en sus planes de gobiernos, y aún palparon en los números que no estaban funcionando, no hicieron las correcciones necesarias. Eso por sexenios y sexenios en que la acumulación de la riqueza se fue a la súper estructura, no solo política, sino también empresarial, al menos en aquellos que hicieron jugosos y leoninos contratos con esos gobiernos. Ahí está el ejemplo de PEMEX, de la CFE, entre otras empresas paraestatales. Combatir la pobreza parece ser la prioridad del gobierno actual, cosa loable. Pero la pregunta es si estarán diseñados para que los beneficiados con los programas puedan lograr su autonomía, y dejen de ser dependientes de éstos. Porque luego de éste el siguiente gobierno puede tener otra óptica. El planteamiento actual da en teoría recursos para lograr oportunidades igualitarias para que con el esfuerzo propio, se pueda superar esa pobreza económica, por eso la oferta para el sureste –al menos- presenta proyectos como el de reforestación o ganadería, se espera que el de agricultura, para superar esa dependencia que fue usada por el gobierno en turno, hasta con fines políticos. Es mucha la expectativa, pero también las carencias: primero hay que superarlas para luego establecer un basamento confiable hacia ese desarrollo tantas veces mencionado.