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…No porque éstas sean primeras son siempre expresadas, y si van de suyo sin que haga falta
decirlas, van todavía mejor si se las dice.
Podría decirse que operan como verdades
en ocasiones no formuladas, y que esa misma
razón pueden operar de manera más potente.
En la opinión que uno se hace al respecto, es en tanto que algo ha quedado ahí en la
sombra, que se convierte en la fuente de respuestas no dominadas, y, sobre todo, de respuestas
ciegas.
Porque “en la opinión” si uno no se analiza
hay cosas que quedan en la sombra y genera
operaciones, respuestas “no dominadas”
y “ciegas”.
…Es lo que hace que se insista sobre la necesidad de un análisis didáctico llevado bastante
lejos — tomamos términos vagos, para comenzar — porque, como está escrito en alguna
parte, si se descuidara tal rincón del inconsciente del analista, resultarían de ello verdaderas
manchas ciegas [puntos ciegos], de donde se seguirían eventualmente, en la práctica, tal
hecho más o menos grave o desagradable — no reconocimiento, intervención fallida,
inoportunidad de tal otra, incluso todavía error.
Es por este modo de plantear las cosas que
se insiste en que se lleve lejos el análisis del
analista para conocer sus puntos ciegos
y así evitar consecuencias indeseadas.
Pero, por otra parte, no puede dejarse de relacionar con esto lo siguiente: que es a la
comunicación de los inconscientes que al fin de cuentas habría que confiarse para que se
produzcan mejor en el analista las apercepciones decisivas, **los mejores insights**.
Así, no sería tanto de una amplia experiencia del analista, de un conocimiento extenso
de lo que puede encontrar en la estructura, que deberíamos esperar la mayor pertinencia, ese
salto del león del que nos habla Freud, que no se da más que una vez en sus mejores realiza-
ciones6 — no, es de la comunicación de los inconscientes. Es de ahí que resultaría lo que, en
el análisis existente concreto, iría más lejos, a lo más profundo, al mayor efecto. No habría
análisis en el que deba faltar tal de esos momentos que testimoniarían de ello. Es
directamente, en suma, que el analista se informaría de lo que ocurre en el inconsciente de su
paciente.
Nuevamente Lacan no está afirmando nada,
está sacando conclusiones a partir de esta idea
de la “comunicación entre los inconscientes”.
…Esta vía de transmisión queda sin embargo bastante problemática en la tradición. ¿Cómo
debemos concebir esta comunicación de los inconscientes?
Aun desde un punto de vista *erístico*, incluso crítico, no estoy aquí para aguzar las
antinomias y fabricar impases artificiales. No digo que haya allí algo impensable, y que sería
antinómico definir al analista ideal como aquél que, a la vez, en el límite, ya no conservaría
nada de inconsciente, pero que, al mismo tiempo, conservaría todavía una buena parte. Eso
sería introducir ahí una oposición infundada.
Pone de manifiesto cierta contradicción,
por un lado, el analista no debería conservar
nada de su inconciente y por el otro debería
servirse de él para interpretar.
Hay que admitir (concevoir) que no hay en nadie ninguna elucidación exhaustiva del
inconsciente, por lejos que se haya llevado un análisis.
Vuelve sobre el problema. Pero para
aplicarle la deducción, supuesto, que
acaba de extraer de las premisas.
….De todos modos, no es de un inconsciente bruto, que se trata en él, sino de un inconsciente
flexibilizado (assoupli), de un inconsciente más la experiencia de ese inconsciente.
Es su inconciente, más la experiencia
de aquello que está en su inconciente.
Hay una referencia que falta en el texto de Lacan pero que aparece por todos, cuando habla de algo
escrito sobre los puntos ciegos, cuando dice que ambas proposiciones no pueden dejar de relacionar; pero
en una maniobra a destacar, se las atribuye al sentido común, a lo instituido a lo que se cree. Sin embargo,
está hablando de la idea que tiene Freud sobre el tema, y a partir de él todo el mundo. Basta para ello
introducir algunas citas:
Lo Inconciente (1915)
“Cosa muy notable, el Icc de un hombre puede reaccionar, esquivando la Cc, sobre el
lee de otro. El hecho merece una indagación más a fondo, en particular para averiguar si no
interviene la actividad preconciente; pero, como descripción, es indiscutible” (p. 191).
“[El medico]: debe volver hacia el inconciente emisor del enfermo su propio inconciente
como órgano receptor, acomodarse al analizado como el auricular del teléfono se acomoda
al micrófono. De la misma manera en que el receptor vuelve a mudar en ondas sonoras las
oscilaciones eléctricas de la línea incitadas por ondas sonoras, lo inconciente del médico se
habilita para restablecer, desde los retoños a él comunicados de lo inconciente, esto
inconciente mismo que ha determinado las ocurrencias del enfermo.
Ahora bien, si el médico ha de estar en condiciones de servirse así de su inconciente
como instrumento del análisis, él mismo tiene que llenar en vasta medida una condición
psicológica.
No puede tolerar resistencias ningunas que aparten de su conciencia lo que su
inconciente ha discernido; de lo contrario, introduciría en el análisis un nuevo tipo de
selección y desfiguración mucho más dañinas que las provocadas por una tensión de su
atención conciente. Para ello no basta que sea un hombre más o menos normal; es lícito
exigirle, más bien, que se haya sometido a una purificación psicoanalítica, y tornado noticia
de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para aprehender lo que el analizado le
ofrece. No se puede dudar razonablemente del efecto descalificado de tales fallas propias; es
que cualquier represión no solucionada en el médico corresponde, según una certera
expresión de W. Stekel [1911, a, pág. 532], a un «punto ciego» en su percepción analítica”
(p. 115).
Entonces es de Freud de donde salen todas estas ideas, que llevan necesariamente a proponer el
análisis del analista, como “purificación” necesaria tanto para no estorbar con sus complejos inconcientes,
como para usar su inconciente como un instrumento para la interpretación. Sin embargo, Lacan continúa
diciendo:
…Es en efecto como tal que debemos siempre postular el fundamento (fondement), la nature
(la naturaleza) del inconsciente.
…No es que sea accesible a los hombres de buena voluntad — no lo es. Es en condiciones
estrictamente limitadas que se puede alcanzarlo…
No se trata de poner buena voluntad,
hay ciertas “condiciones estrictamente limitadas”
que se deben establecer para obtener cierto
acceso acceso.
¿Como?
lo que vuelve necesario el análisis, y reduce de manera infrangible las posibilidades del
autoanálisis.
¿Cómo situar el punto de pasaje donde lo que está así definido puede sin embargo ser
utilizado como fuente de información *, incluido* en una praxis directiva?
¿Cómo podría ser utilizado este inconciente como
fuente de información en una praxis directiva?
La pregunta anterior
presenta una antinomia
Formular su pregunta no es producir una vana antinomia. Lo que nos dice que es así que
se formula el problema de una manera válida, quiero decir que es solucionable, …
El problema debe ser formulado de una
Manera válida para que tenga solución.
La solución solo es posible si es bien
planteado, no en la respuesta que se da.
…es que [est natural que, es natural que] las cosas se presenten así [présentent ainsi].
Al menos para ustedes, …
¿Por qué es necesaria la antinomia?
Porque las cosas “naturalmente” se
les presentan así. ¿A quiénes? A los
psicoanalistas. ¿Cómo?
…que tienen las claves, algo les vuelve inmediatamente reconocible su acceso, …
Ahí está la información
obtenida por el análisis.
Los psicoanalistas olvidan que hay
una prioridad lógica, ya que si
re-conocen que hubo un acceso
al inconsciente es porque primero
adquirieron las claves, lo conocieron.
Escuchan lo que “saben” que es el Icc.
… — a saber, que es ante todo como inconsciente del Otro que se hace toda experiencia del
inconsciente.
Si del lado del analista tenemos la
escucha selectiva “del inconciente”
del analizante tenemos la experiencia
del inconciente. ¿de qué inconciente?
Del Otro, porque es lo que el analista
puntúa, señala o no, lo que se expe-
rimente como lo “inconciente”.
…Es ante todo en sus enfermos que Freud encontró el inconsciente. Y para cada uno de
nosotros, incluso si esto está elidido [élidé], es ante todo como inconsciente del Otro que se
abre siempre la idea de que una cosa parecida pueda existir.
…De manera que no hay tanto para asombrarse de que se pueda admitir que, incluso para el
analista que ha llevado muy lejos ese estadio de la traducción, ésta pueda siempre ser
retomada en el nivel del Otro…
Lo que les digo de la relación con el Otro está bien hecho para exorcizar en parte ese
temor que podemos sentir de no saber suficientemente sobre nosotros mismos.
…Volveremos a ello, pues no pretendo incitarlos a que se tengan a salvo de todo cuidado a
este respecto — eso está muy lejos de mi pensamiento. Pero, una vez admitida la función del
Otro, queda que volvemos a encontrar ahí el mismo obstáculo que encontramos con nosotros
mismos en nuestro análisis, cuando se trata del inconsciente. A saber, lo que es el elemento
muy esencial, para no decir históricamente original, de mi enseñanza — el poder positivo de
desconocimiento que hay en los prestigios del yo en el sentido más amplio, en la captura
imaginaria.
Entonces, una vez despejada la función del Otro
debemos considerar que lo que puede generar un
obstáculo en el análisis, es aquello que implica al
yo en la captura imaginaria.
Importa señalar aquí que este dominio, que está muy mezclado con el descifrado del
inconsciente en nuestra experiencia de análisis personal, …
Pero la mezcla podría eliminarse a partir
de esta relación con el Otro que propone
una posición diferente.
…tiene una posición que hay que decir diferente cuando se trata de nuestra relación con el
Otro. Aquí aparece lo que llamaré el ideal estoico que nos hacemos *de la apatía del analista* .
La posición de mezcla con el dominio
Imaginario, produjo que la teoría y la praxis
analítica se desviarán hacia el ideal estoico
se la apatía [a-phatos] del analista.
Primero se han identificado los sentimientos, digamos en general, negativos o positivos,
que el analista puede tener respecto de su paciente, con los efectos en él de una no completa
reducción de la temática de su propio inconsciente.
Este es el desvió que se tomó
por la contratransferencia y un
inconciente mezclado con
el dominio imaginario.
1 El modo condicional es uno de los modos del verbo en algunas lenguas romances y germánicas. Otro nombre
alternativo es el de modo potencial porque en ocasiones se refiere a acciones hipotéticas o posibles.