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TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

Existen multitud de modelos explicativos sobre el TOC, como el psicoanalítico, el


neuropsicológico, el biológico, etc. Sin embargo, en este proyecto nos vamos a centrar
en los que tienen mayor validación empírica, los cognitivo-conductuales.

Un resumen general de estos modelos sería que el TOC se produce por el modo en que
el paciente interpreta determinado tipo de pensamientos intrusivos, esto es, las
obsesiones. Los pacientes interpretan esos pensamientos como especialmente
relevantes bien por lo que el contenido del pensamiento significa para ellos, bien por lo
que significa para ellos el no poder controlar esos pensamientos. Además, en la
mayoría de los casos, el paciente siente que tiene la responsabilidad de evitar que se
produzcan las consecuencias catastróficas de tener esos pensamientos, normalmente
mediante la realización de compulsiones.

Sin embargo, hay modelos más específicos que ponen el acento en determinado tipo
de interpretaciones o de creencias relacionadas con el TOC. Los más importantes son
los de Paul M. Salkovskis, Stanley J. Rachman. Por último, describiremos las principales
tipos de creencias relacionadas con el TOC, definidas por un grupo de expertos de
diferentes países, el Obsessive-Compulsive Cognitions Working Group (OCCWG).

El Modelo de Salkovskis
El Modelo cognitivo conductual del TOC elaborado por Paul M. Salkovskis fue el
primero modelo cognitivo articulado sobre este trastorno, aunque bebió de trabajos
previos de autores como el propio Rachman o Carr. Salkovskis articula su modelo
teórico en torno al concepto de Responsabilidad Excesiva (RE). Así, para este autor, el
TOC no se origina directamente por la presencia de las obsesiones, ya que éstas se dan
con una frecuencia y un contenido similar tanto en población clínica como en no-
clínica. Lo que diferencia a la persona con TOC de la que no lo padece, según este
modelo, es un determinado tipo de creencias generales (la más importante de ellas es
la RE) que le lleva a una interpretación disfuncional de la presencia de los
pensamientos obsesivos. La RE implica que el paciente cree que ejerce un papel central
en la ocurrencia y prevención de sucesos negativos, que son experimentados como de
una importancia crucial. Esta creencia lleva al sujeto a experimentar el imperativo
inexcusable de tener que prevenir o subsanar dichas consecuencias o sucesos
negativos y lo hace mediante la ejecución de conductas de neutralización (como las
compulsiones), la utilización de estrategias de seguridad contraproducentes (como
evitar determinadas situaciones o compartir la responsabilidad) o prestando especial
atención sus pensamientos. Todos estos intentos acaban resultando perjudiciales,
produciendo un empeoramiento en espiral del estado de ánimo y los síntomas
obsesivos del paciente.
Este modelo en general y el concepto de Responsabilidad excesiva en particular ha sido
ampliamente validado, sobre todo en los TOCs de comprobación.

El Modelo de Rachman
Stanley Rachman elabora otro modelo que, si bien sigue los mismo parámetros
generales que en del Salkovskis, pone el acento un paso antes en el proceso cognitivo
que produce el TOC. Según este autor, la clave está un paso antes de las
interpretaciones referentes a la Responsabilidad excesiva, esto es, en la interpretación
catastrófica de los pensamientos intrusivos u obsesiones. Así, según este modelo, el
paciente con TOC interpretaría los pensamientos intrusivos de forma catastrófica,
dándoles una importancia capital. Posteriormente a esa interpretación, el paciente se
vería a si mismo como responsable, bien de evitar la desgracia relacionada con la
obsesión, o por el hecho de haber tenido el pensamiento, lo que le llevaría a la
realización de las compulsiones.
Como puede apreciarse, este modelo no niega la importancia de la Responsabilidad
excesiva, sino que añade otro componente al proceso obsesivo, respetando el resto de
las variables.
Las variables cognitivas del TOC, según el OCCWG
El Obsessive-Compulsive Cognitions Working Group (OCCWG) es un grupo formado por
los investigadores del TOC más importantes del mundo. dicho grupo se formó con el
propósito de consensuar las definiciones de determinados conceptos cognitivos
relacionados con el TOC. Según este grupo, las variables cognitivas más importantes el
el TOC son:
- Responsabilidad excesiva. La responsabilidad excesiva fue definida en el apartado
referido al Modelo de Salkovskis.
- Intolerancia a la incertidumbre. La intolerancia a la incertidumbre es un conjunto de
creencias referidas a la importancia de la certidumbre en todos los aspectos de la vida,
al tener pocas habilidades para afrontar los cambios impredecibles y a la dificultad de
funcionar adecuadamente en situaciones ambiguas.
- Sobreestimación de la amenaza. Este concepto se refiere a la exageración en la
estimación de las probabilidades que existen de que un suceso catastrófico suceda en
realidad.
- Creencias sobre la importancia de los pensamientos. Este tipo de creencias se
refieren a la importancia dada a los pensamientos y al significado que se les atribuye,
como por ejemplo, "el hecho de pensar en algo, implica que quiero que pase", "pensar
en algo es tan malo como hacerlo", etc. Algunos autores llaman a este tipo de
creencias "Fusión pensamiento-acción".
- Creencias sobre la importancia del control de los pensamientos propios. Muchos
pacientes con TOC piensan que es muy importante controlar en todo momento los
pensamientos que pasan por su cabeza. Así, estos pacientes realizan verdaderos
esfuerzos para intentar "no pensar" en determinadas cosas o eliminar determinado
tipo de pensamientos que van contra sus creencias.
- Perfeccionismo. El perfeccionismo en los pacientes con TOC está relacionado con la
incapacidad para tolerar errores o imperfecciones mínimas o la creencia de que es
posible y necesario encontrar soluciones perfectas para cada problema.
TRASTORNO DEPRESIVOS

El modelo cognitivo de la depresión de Beck

En su investigación, Beck comprobó que los pacientes depresivos reportaban


contenidos de pensamiento negativo, que no se observaban en aquellos pacientes no
deprimidos. Estos pensamientos estaban referidos a las siguientes temáticas:

a. Una visión negativa de sí mismo


El individuo deprimido manifiesta una marcada tendencia a considerarse como
deficiente, inadecuado o inútil. Atribuye sus experiencias desagradables a un
defecto propio, sea físico, mental o moral. Se considera indeseable a causa de
sus supuestos defectos; tiende a rechazarse a sí mismo y supone que los demás
también lo rechazarán.
b. Consideración negativa del mundo
Las interacciones con el ambiente son interpretadas como privaciones,
derrotas. El depresivo estima que el mundo le hace enormes exigencias y le
presenta obstáculos que interfieren con el logro de sus objetivos de vida.

c. Consideración negativa del futuro


Siempre, desde una perspectiva oscura, se da vueltas y vueltas sobre una serie
de expectativas que parecen amenazantes. Supone que sus problemas y
experiencias comunes continuarán indefinidamente y que a los cuales ya
conocidos se agregarán otros males mayores
El modelo de depresión del desamparo aprendido de Seligman

Este modelo nos señala que la depresión sería el resultado de la expectativa individual
ante la ocurrencia de eventos negativos, sobre los cuales la persona carece de control.

Para entender el modelo de depresión de Seligman es necesario examinar dos


conceptos claves: el desamparo aprendido y el estilo explicativo. Ambos se encuentran
indisolublemente asociados entre sí. El desamparo aprendido, de acuerdo a Seligman,
es la reacción a darse por vencido, a no asumir ninguna responsabilidad, a no
responder, como consecuencia de tener la creencia de que cualquier cosa que
hagamos, ya sea en ese momento o posteriormente, carecerá de toda importancia. El
estilo explicativo es la forma que por lo general elegimos para explicarnos a nosotros
mismos por qué suceden las cosas que nos pasan.

Para Seligman, el estilo explicativo es el gran modulador del desamparo aprendido. Así,
un estilo explicativo optimista bloquea la experiencia de desamparo; por el contrario,
un estilo explicativo pesimista permite que la misma experiencia de desamparo que la
persona experimenta, continúe, se agrande y se propague a otras situaciones de vida.
En otras palabras, la intensidad y el tiempo de la experiencia de desamparo, como
también los espacios en que se disemine, dependerán de la forma como uno elige el
explicarse las cosas que le suceden.

La Terapia Cognitiva de la depresión en la actualidad se hace sin medicamentos


antidepresivos. Recientes investigaciones muestran que la Terapia Cognitiva sola es tan
efectiva como la medicamentación con antidepresivos en el tratamiento de pacientes
severamente deprimidos, como lo señala un artículo aparecido en el American Journal
of Psychiatry de 1999.

Desde el enfoque de Beck el tratamiento consiste en entrenar al paciente en una


variedad de técnicas de control para reducir y extinguir síntomas específicos (como
está descrito en el libro Que nos pasa cuando estamos deprimidos).
ANSIEDAD
http://www.udima.es/es/Modelospsicologicos.html

La ansiedad es un fenómeno que experimentamos todas las personas, que en condiciones


normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio. El objetivo de la ansiedad es
movilizar al cuerpo ante situaciones amenazantes o preocupantes, con el fin de que pongamos
en marcha las estrategias necesarias para evitar este riesgo, neutralizarlo, asumirlo o afrontarlo
de manera adecuada.

Podríamos decir que la ansiedad es una respuesta al peligro o amenaza, con el propósito de
proteger al organismo, pero siempre que esta respuesta de ansiedad sea proporcionada al
estimulo que la desencadena. Así, la ansiedad inmediata o a corto plazo (llamada respuesta de
lucha-huida) se dirige a combatir el peligro o escapar del mismo con el propósito de
protegernos, cuando nuestros antepasados vivían en cuevas, era vital que cuando se
enfrentaban con algún peligro, ocurriera una respuesta automática (aumentar el latido
cardiaco, aumentar la respiración, la tensión en los músculos, etc) que les hiciera realizar una
acción inmediata (atacar o huir).

Hoy en día la ansiedad también es un mecanismo necesario, lo que se llama ansiedad


adaptativa (la que permite adaptarnos a nuestro medio), esta ansiedad nos sirve desde
acordarnos de mirar a un lado y a otro antes de cruzar la calle, así si al cruzar la calle un coche
acelera hacia usted tocando la bocina, si no experimentara ansiedad (aumento del latido
cardiaco, de la respiración, etc.) que le hiciera reaccionar o huir del peligro podría resultar
muerto, otro ejemplo es coger un paño antes de tocar la cacerola que están en un fuego, etc.
estos son ejemplos de como la ansiedad influye sobre nuestra conducta de forma positiva.

La ansiedad se manifestaría de tres formas, o en tres tipos de sistemas de respuestas:


Cognitiva, Fisiológicas y Conductuales:
En primer lugar (respuesta cognitiva) se percibiría una situación como peligrosa o amenazante,
se activarían los diferentes sistemas corporales (corazón, respiración, tensión muscular, etc., la
respuesta fisiológica) que inducirían la lucha o evitación de la amenaza (respuesta conductual).

Así, tomando el ejemplo anterior, el coche acercándose hacia nosotros (se percibe, se evalúa
como una amenaza para nuestra integridad física, se activa la respuesta cognitiva), esta
evaluación moviliza al cuerpo (activa su respiración, el corazón late más deprisa, los músculos
se preparan para el ejercicio, se dilatan las pupilas para ver mejor lo que sucede, etc. se activa
la respuesta fisiológica) para inducir un movimiento, el salir corriendo para huir de ese peligro
(respuesta conductual) y ponernos a salvo.

En conclusión, la ansiedad es una respuesta que siempre se va a producir en las personas, ya


que desde nuestros antepasados es una respuesta que ha permitido al hombre adaptarse a su
medio, lo que viene a decirnos estos ejemplos es que para un determinado problema o
situación estresante (presentarse a un examen, ante amenaza como la del coche, etc.) la
ansiedad aumenta, pero también la eficacia, atención y rendimiento en la respuesta ante
situaciones amenazantes o peligrosas, siempre que no se pase de unos límites de la ansiedad,
que no harán sino bajar nuestra atención y bloquearnos.

¿Por qué interfiere en nuestra vida cotidiana?

Cuando la ansiedad supera unos límites se convierte en un problema de salud, impide el


bienestar, e interfiere significativamente en su propio cuerpo generando malestar, en las
actividades de la vida cotidiana, en sus actividades familiares, sociales, laborales o intelectuales

La ansiedad suele superar los límites saludables, cuando aparece de forma injustificada, sin
razón aparente o ante estímulos o situaciones que no suponen una amenaza real, hasta el
punto de interferir en nuestra vida diaria, se habla entonces de una ansiedad desadaptativa,
esta aparece en situaciones cotidianas que interpretamos como amenazantes pero que
realmente no lo son, siendo de importancia las situaciones que evaluamos o que creemos que
son amenazantes, que van a activar nuestro cuerpo mostrando respuestas de ansiedad ante
situaciones donde normalmente no se debería experimenta.

El haber experimentado esta ansiedad desadaptativa en situaciones normales no amenazantes


(estando en casa sin compañía de nadie, al viajar, etc.) hace que se aprendan que esas
situaciones conllevan peligro ya que van a desencadenar la respuesta ansiosa que tanto se
teme (taquicardia, sensación de ahogo, dificultad para respirar, tensión muscular malestar en el
estómago, etc.), haciendo además que estos síntomas se perciban como una amenaza o peligro
para su salud, es decir, estar asustado por lo que podría pasarle como resultado de sus
síntomas (taquicardia, nudo en la garganta, sensación de ahogo, tensión, mareos, etc.) de
ansiedad, se centra en estos síntomas y los aumenta al prestarle más atención, con o que la
percepción de amenaza es mayor.

¿Qué síntomas tiene la ansiedad desadaptiva?

Los síntomas de la ansiedad desadaptativa son muy variados y pueden clasificarse en


diferentes grupos, estos son:

1. Grupo de Síntomas Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de


aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, nauseas, vómitos, "nudo" en el
estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio,
hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la activación física es muy alta
pueden aparecer alteraciones del sueño, de la alimentación y la respuesta sexual.

2. Grupo de Síntomas Psicológicos: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro,


ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza, temor
a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar
decisiones.

3. Grupo de Síntomas Conductuales: Estado de alerta y de vigilancia muy alta (la llamada
hipervigilancia), bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud
motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Este grupo de síntomas se
acompaña de cambios en la expresividad corporal, se produce rigidez, movimientos
torpes de brazos y manos, tensión en la mandíbula, cambios en la voz, expresión facial
de asombro, duda o crispación, etc.

4. Grupo de Síntomas Cognitivos o Intelectuales: Dificultades de atención, concentración


y memoria, aumento de despistes y descuidos, preocupación excesiva, pensamientos
distorsionados e inoportunos que son repetitivos, incremento de las dudas y la
sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, abusar
de la prevención y la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.

5. Grupo de Síntomas Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o


seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse
en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias
opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos,
evitar situaciones sociales cotidianas, etc.
La conducta de la persona es motivada: implica activación (intensidad) y dirección
(aproximación-evitación). Las emociones, la ansiedad entre ellas, reflejan la relación entre los
motivos (necesidades) y el éxito, o probabilidad de éxito, de realizar la conducta apropiada
para obtener el objeto o meta que satisface dicha necesidad (Palmero,1996).

Dependiendo de la relación necesidades-medios-conducta-éxito se experimenta una


emoción u otra -ansiedad, depresión, etc-. Pongamos un ejemplo. Imaginemos que estamos en
periodo de prueba en un trabajo que supone una oportunidad importante para desarrollar
nuestra carrera profesional. Este trabajo, además, nos permitirá obtener unos ingresos con los
que atender el pago de algunas necesidades perentorias -alimentación, vivienda, coche- y nos
otorgará prestigio social en nuestro medio. Nuestro meta es demostrar que somos la persona
adecuada para el puesto y conseguirlo definitivamente. Nuestras acciones (activación y
conducta) van a estar orientadas (dirección) a alcanzar dicho objetivo disponiendo los medios y
recursos más convenientes. Si nuestros planes se ven amenazados –hemos tenido un fallo, nos
falta alguna habilidad, el jefe ha cuestionado una de nuestras decisiones, por ejemplo- es muy
probable que nuestra respuesta emocional sea de temor, inseguridad y ansiedad ante el riesgo
de no alcanzar el éxito en nuestros propósitos. Si finalmente lo que sucediera es que
efectivamente fracasamos, es muy probable que nuestra reacción emocional sea de tipo
depresivo, experimentando tristeza, desánimo, culpa y desgana respecto de nuevos intentos.
Panksepp (1991) considera las emociones como ciertos tipos de procesos sincronizadores y/o
coordinadores que se producen en el cerebro, activando determinadas tendencias de acción.
Así, la ansiedad tendería a propiciar acciones defensivas -ataque, huída, preparación de medios
y apoyos, combatividad-, mientras que depresión facilitaría la desactivación de planes, la
autocrítica y el cuestionamiento de nuestras capacidades, la desconfianza en nuestros
recursos, el desinterés, el retraimiento, etc.

La ansiedad es una emoción caracterizada por el sentimiento de miedo, temor,


aprensión, inseguridad, como consecuencia de que el individuo siente amenazados sus
intereses, cuenta con medios insuficientes, tiene dificultades para emitir las conductas
adecuadas, desconfía de sus capacidades, se muestra insatisfecho del éxito alcanzado, o tiene
problemas para mantener dichos logros.

Cuando existe proporcionalidad entre los medios-recursos con los que cuenta y
reconoce el individuo y las exigencias-condicionantes del medio a los que ha de hacer frente, la
persona tiene la percepción de control sobre los problemas y dificultades, y por extensión
sobre su conducta, y sus planes. Cuando no es así, la persona se siente desborda, a merced de
las circunstancias. La percepción de falta de control, ya sea sobre el medio interno o externo,
activa una disposición del organismo hacia un tipo específico de acciones y actitudes
relacionadas con la defensa, la búsqueda de seguridad, la prevención, o el ataque, a través de
conductas específicas de afrontamiento de la situación. Si las conductas de afrontamiento son
efectivas se restablece de nuevo el control –el antiguo o uno nuevo- y se vuelve a la
normalidad, si no, es probable que se multipliquen las dificultades y se incremente
progresivamente la ansiedad.

Los propósitos que dan sentido y direccionalidad a las acciones, y los procesos de
evaluación que, en el caso de la ansiedad, caracterizan una situación como amenazante
respecto de dichos propósitos o metas no siempre son conscientes o no en su totalidad.
Algunos procesos son automáticos –movemos la mano de manera refleja si se acerca una
avispa o simplemente un objeto extraño que todavía no hemos identificado- o se han
automatizado: conducimos sin tener presente constantemente el destino o los procedimientos
a seguir en las operaciones y maniobras que realizamos.

Si recordamos una vez más la definición de ansiedad –alerta del organismo ante
situaciones consideradas amenazantes- se nos plantea la cuestión de cómo el organismo
considera una situación como amenazante, es decir, cómo procesa la información a partir de la
cual se ha de generar o no el estado de alerta y las respuestas que correspondan al caso.

En el procesamiento de información vinculado a la percepción de riesgos participan,


coordinadamente, algunas áreas cerebrales responsables de las respuestas emocionales
básicas -tálamo, amígdala- y la corteza cerebral. Dicho procesamiento se produce en tres
etapas (Beck y Clark,1997):

1ª etapa: Evaluación inicial de la amenaza. Se da un reconocimiento automático e


instantáneo de los estímulos y se les clasifica como amenazantes o no. Este proceso consume
pocos recursos atencionales y permite el procesamiento paralelo de otros planes o
informaciones.

2ª etapa: Activación primitiva frente a la amenaza. Tras la evidencia inicial de peligro se


ponen en marcha las respuestas cognitivas, emocionales, fisiológicas y conductuales
características de la ansiedad. Esta segunda etapa, que incluye las respuestas de huida o
ponerse a salvo, es también automática, rígida, no racional, y total o parcialmente
inconsciente. La persona sólo es consciente de los resultados de esa evaluación primitiva de
amenaza; es decir, de los efectos fisiológicos, emocionales y conductuales derivados de ella, y
de los pensamientos automáticos que la acompañan. El procesamiento de la información
característico de esta etapa consume muchos recursos atencionales. Se produce, además,
intolerancia a la incertidumbre, y una sobrevaloración del daño y de la probabilidad de que se
produzca.

3ª etapa: Pensamiento reflexivo. La persona puede pensar acerca de sus pensamientos


y propósitos, evaluar la exactitud de su valoración inicial de amenaza, y la disponibilidad y la
eficacia de sus recursos para afrontarla. Se trata de un procesamiento de la información más
complejo, lento, racional y consciente.

El modelo de procesamiento de la información que acabamos de explicar encaja con


formulaciones neurobiológicas como la de LeDoux (1999). Según LeDoux, las señales o
estímulos fóbicos se procesan inicialmente en el tálamo, desde donde se transmite una
información primaria a la amígdala, y de ésta al sistema nervioso autónomo y otros centros
nerviosos. Esta transmisión, rapidísima, permite un cambio en la focalización de la atención y
una apresurada respuesta de escape o de búsqueda de seguridad -este proceso se
correspondería con las etapas 1ª y 2ª antes citadas-. Simultáneamente, la corteza cerebral
recibe del tálamo una información más completa, que le permite hacerse una representación
más precisa, y consciente del problema -etapa 3ª-. Esa información se transfiere también a la
amígdala, desde donde se envía nuevamente al sistema nervioso autónomo y otros centros. El
hecho de que la información viaje por una vía más rápida, corta y directa del tálamo a la
amígdala, antes de que ésta reciba la información reprocesada por la corteza cerebral, podría
permitir que las respuestas emocionales se inicien en la amígdala antes de que la persona sea
consciente del estímulo, interno o externo, que le hace reaccionar. Desde la corteza cerebral
partirían también informaciones al sistema neuroendocrino, que, a través de las hormonas,
participa, a medio plazo sobre todo, en las respuestas del organismo frente a la ansiedad y el
estrés.

La información, no obstante, no sólo viaja de arriba-abajo, sino también de abajo-


arriba. Esto implica que la activación emocional que se refleja en las vísceras -corazón, pulmón,
estomago- y los músculos, puede influir y condicionar la actividad de los procesos cognitivo
superiores. Del mismo modo que pensamientos amenazantes pueden activar respuestas
autónomas que preparan al organismo para la defensa, la sobreestimulación/sobreactivación
periféricas pueden activar el pensamiento tratando de buscar o suponer posibles peligros. Es
decir, pensamientos amenazantes llevan al organismo a activarse para defenderse, pero la
activación defensiva propia de las etapas uno y dos citadas anteriormente, puede llevar al
cerebro consciente a indagar por dónde viene el peligro que está presintiendo. Esto explicaría,
también, cómo los síntomas de ansiedad pueden convertirse en fuentes de ansiedad y
preocupación.

En lo que se refiere a las estrategias contraproducentes en el afrontamiento de la


ansiedad, la mayoría de procedimientos a seguir son concernientes a los procesos
característicos de la etapa o nivel de procesamiento tres, dado que los niveles uno y dos son
menos accesibles al control directo y voluntario por parte de la persona.

El nivel tres de procesamiento está estrechamente ligado a los procesos cognitivos y


operativos del individuo, muchos de ellos conscientes e intencionales, al menos en parte.

Un esquema de interrelación de variables operativas para el estudio de la ansiedad

En la cabecera de este artículo puede verse un esquema gráfico donde se representa la


interrelación de variables operativas para el estudio de la ansiedad, cuya definición sería la
siguiente:

Amenaza: Se refiere a aquellos daños, pérdidas, u obstáculos que pueden alterar


negativamente los planes, intereses, logros o estado del individuo.

Anticipación: Se refiere a un proceso cognitivo de evaluación sobre un acontecimiento


que todavía no ha ocurrido, respecto del cual, el individuo calcula posibles riesgos,
cómo se producirán o no, y cómo podrían prevenirse o afrontarse.

Activación biológica: Sobreactivación y sobreestimulación interna del organismo frente


a una situación considerada amenazante.
Afrontamiento: Aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales que se desarrollan para
manejar las demandas específicas, internas o externas, que son evaluadas como
amenazantes, excedentes o desbordantes de los recursos del sujeto.

Resultados: Son las consecuencias adaptativas o no del afrontamiento, frente a la


situación amenazante y que tiene repercusiones en estado-proceso afectivo, efectivo y
fisiológico del organismo.

La ansiedad no es asimilable, exclusivamente, a ninguna de estas variables o relación


particular entre ellas, sino al conjunto de ellas como sistema.

El afrontamiento efectivo de los riesgos u obstáculos que pudieran amenazar la


consecución de los logros pretendidos, o el mantenimiento de los logros ya alcanzados o dados
-Status Quo- que desean conservarse, reduce la ansiedad o la desactiva.

El afrontamiento no efectivo intensifica la ansiedad. En la medida en que un proyecto o


logro se degrada, y la activación fisiológica y psicológica alcanzan límites de trastorno, la
ansiedad compromete, obstaculiza o degrada -amenaza en una palabra- la continuidad de
otros planes inicialmente no problematizados, dando lugar así a un proceso de generalización,
o reacciones en cadena, que retroalimentan la ansiedad negativamente, en tanto en cuanto el
individuo ve sus recursos progresivamente más desbordados y su bienestar reducido o
truncado en malestar.
PANICO Y AGORAFOBIA
Modelo de Clark y Salkovskis
El modelo cognitivo del pánico y de la agorafobia de Clark y Salkovskis (1987) (Clark, 1989,
Salkovskis y Clark, 1991) fue desarrollado a partir de la teoría cognitiva de Beck. (Beck, Emery y
Greenberg, 1985; Clark, 1986; Salkovskis, 1988). En la actualidad, se considera como uno de los
modelos más aceptables en la explicación de la génesis y el mantenimiento del trastorno de
pánico como de su tratamiento.
Este modelo atribuye el origen del pánico a un proceso de aprendizaje en el cual la persona
desarrolla miedo a unas sensaciones físicas inocuas tras haber tenido experiencias
desagradables asociadas a dichas sensaciones, instaurándose así un condicionamiento clásico
de índole interoceptiva, siendo la interpretación de las sensaciones inocuas como señal de
peligro inminente, su elemento crucial.

Los ataques de pánico recurrentes, tienen lugar por el hecho de desarrollar una tendencia
estable a interpretar de forma errónea las sensaciones corporales inocuas como señales de una
inminente catástrofe mental o física, es decir, cuando la persona percibe los estímulos (internos
y externos) como amenaza, se activa el sistema de alarma, (respuesta normal de ansiedad)
produciendo una activación fisiológica como respuesta de emergencia, (aceleración de la tasa
cardiaca, mareo etc. ), la interpretación catastrofista de estas sensaciones incrementa aún más
la ansiedad, que intensifica las sensaciones corporales. A través de un proceso de
retroalimentación, dichas señales se interpretan como la confirmación del contenido de los
pensamientos catastrofistas provocando el círculo vicioso que culmina en la crisis de pánico.
Crisis que finalizará irremediablemente al poco tiempo, al entrar en acción un mecanismo
fisiológico restaurador (activación parasimpática) o alguna estrategia de afrontamiento del
sujeto (Clark).

El pánico, según este modelo surge a raíz de un primer ataque en el cual se produce un
condicionamiento clásico a sensaciones corporales normales. Posteriormente se generaliza a
otras sensaciones y se condiciona a situaciones externas apareciendo así la agorafobia (Carmen
Pastor, 2007). Las sensaciones interoceptivas iníciales pueden desencadenarse por diversos
factores, principalmente estrés psicológico asociado a situaciones vitales de estrés intenso,
debido a un conjunto de reacciones fisiológicas inocuas pero desagradables y desconocidas por
el sujeto (variaciones físico–químicas), la ansiedad producida por el surgimiento de un
pensamiento catastrofista, y la exposición a una situación en la que se experimentó
anteriormente el pánico. La predisposión a malinterpretar catastróficamente las sensaciones
internas, aunque, por lo general se desarrolla después del primer ataque, puede existir
parcialmente antes de este último debido a variables predisposicionales. Vulnerabilidad
biológica (sistema autónomo más reactivo) y psicológica (aprendizajes, modelo familiar de
enfermedad y estilos educativos).
En cualquier caso, los estímulos fóbicos sean externos (altas temperaturas, aglomeración de
gente) o internos (imagen, recuerdo, sensación fisiológica) desencadenan una respuesta
interoceptiva asociada a la ansiedad, que el sujeto malinterpreta, iniciándose así el circulo de
pánico. La rapidez del proceso y la naturaleza inminente del establecimiento del círculo vicioso
y la falta de interpretaciones alternativas a la vez que intensifican las sensaciones
interoceptivas, aumentan la convicción en las interpretaciones catastrofistas.
Los factores de mantenimiento según este modelo, básicamente son la hipervigilancia o
autobservación y el escape o evitación. En condiciones normales la hipervigilancia, se
considera como un mecanismo de ayuda a la supervivencia, que permite captar las sensaciones
internas, sin embargo en la crisis de pánico se tiende a interpretar el incremento de las
sensaciones percibidas como prueba de la inminencia del peligro temido.

El escape o evitación en sus distintas modalidades, conductas de escape o búsqueda de


seguridad, aunque permite inicialmente una reducción puntual de los síntomas, favorece en el
sujeto la tendencia de repetir este tipo de conductas en el futuro y por otro lado reafirma más
sus creencias catastróficas, impidiéndole comprobar la falacia de las mismas, manteniendo así
el circulo vicioso del pánico

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