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La lectura: definición e importancia

En la actualidad existe una gran diversidad de definiciones en torno


a la lectura. En la mayoría de ellas se contemplan aspectos diferentes
sobre esta competencia eminentemente humana y permiten su aná-
lisis.

En este programa, y siguiendo a Daniel Cassany (2010: 9), leer se


concibe como “una actividad social, que varía en cada lugar y época.
Los escritos y las prácticas lectoras modelan en parte nuestro estilo de
vida, al mismo tiempo que nuestro día a día y la organización social
de nuestro entorno influyen en las prácticas lectoras”.

Se considera que en el mundo moderno, impregnado de materiales


tan diversos, leer es una condición fundamental para el desarrollo
de una persona y se practica para alcanzar un cierto fin; se lee para
aprender, por interés o por placer personal.

La lectura abre las puertas al aprendizaje, al crecimiento intelectual


y al gozo por medio del lenguaje. Estimula las facultades intelectuales
y propicia la lógica de pensamiento; ofrece la posibilidad de acceder a
información sobre el mundo que nos rodea y transformarla en cono-
cimiento; favorece la tolerancia al acercar a la diversidad y al enten-
dimiento de que se tiene derecho a ser diferente. Es una herramienta
fundamental para el desarrollo educativo y la vida en sociedad.

En esta propuesta se toma en cuenta que la lectura tiene muchas


caras: lúdica, comprensiva, expresiva, crítica, reflexiva, creativa y so-
cial. Que su práctica propicia diversas formas de acercamiento a un
texto, por lo que un lector aprende a leer cuando accede a un tipo de
escrito particular y se apropia de él. Es decir que todas las tareas que
conlleva la lectura son activas y constructivas; que leer es una acti-
vidad social y fundamental “para conocer, comprender, consolidar,
analizar, sintetizar, aplicar, criticar, construir y reconstruir los nuevos
saberes de la humanidad y es una forma de aprendizaje importante
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para que el ser humano se forme una visión del mundo y se apropie
de él, del enriquecimiento que le provee, dando su propio significa-
do” (Gutierrez Valencia, 2004).

Leer es decodificar pero también comprender y actuar socialmen-


te. La lectura es una competencia fundamental que no sólo implica
procesar el contenido de un texto sino saber usar el texto leído y su
significado para formar una interpretación propia. Las habilidades
básicas para llevar a cabo la lectura –entendidas por la SEP como ca-
pacidades del individuo para comprender y analizar textos escritos
con el fin de alcanzar sus propias metas, desarrollar su conocimiento
y el potencial personal para participar en la sociedad– son educa-
bles en diversos entornos: la comunidad, la casa y la escuela. Una de
las funciones de la escuela es abrir al lector a una multiplicidad de
campos lectores a los que no se acercaría ni tendría acceso volunta-
riamente.

El nivel de bachillerato implica que el estudiante desarrolle habili-


dades lectoras complejas, pues se enfrenta a campos disciplinares en
los cuales se promueven diversos procesos cognitivos complejos. Los
lectores preuniversitarios deben ser capaces de construir significado
a partir de la diversidad de textos; leer para aprender, para participar
en comunidades de lectores y leer por diversión. Alicia Peredo Merlo
(2001) lo explica de la siguiente manera:

… la Educación Media Superior parece ser el nivel educativo en el que em-


piezan a desarrollarse habilidades de lectura más sofisticadas. Se enseña una
gran variedad de disciplinas formales y humanísticas que desarrollan múlti-
ples pensamientos y, paulatinamente, se abandona la lectura para memorizar
datos, o cuando menos ésta ya no es el fin más importante. El razonamiento
analítico y deductivo hace al estudiante más reflexivo de su propio aprendi-
zaje y más estratégico en sus lecturas. Otra habilidad es la síntesis, lograda
principalmente porque se incrementa la diversidad de lecturas autónomas
y menos apegadas al texto escolar. Finalmente, se desarrolla la sensibilidad
literaria, es decir la capacidad de sentir emociones por medio de las letras.

El bachillerato continúa la preparación de los alumnos para la vida


y es recomendable que forme en ellos habilidades lectoras y compor-
tamientos y actitudes favorables hacia la lectura; que desarrolle en
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los estudiantes el ejercicio conductual de leer y la facilidad consegui-


da por la constancia en su práctica (hábito lector). Estudios como el
de Leandro Molina Villaseñor (2006) señalan que hay una relación
directa entre el hábito lector y el rendimiento escolar:

… el hábito lector y el aprecio por la lectura tienen una incidencia deter-


minante en el rendimiento intelectual del alumno, en su aprovechamiento
curricular, en sus capacidades de comprensión y expresión, en la asimilación
de conocimientos, en su propio beneficio cultural, en el desarrollo de sus
facultades comunicativas y, sobre todo, son la mejor garantía para una for-
mación integral como futuros protagonistas de una sociedad exigente como
la que les aguarda.

Además, el hoy exige competencias lectoras de mayor compleji-


dad que el ayer porque en el mundo actual todo parece cambiar. Los
conocimientos y valores aparentan tener una fecha de caducidad y
deben renovarse de manera continua, por lo que el estudiante tiene
que prepararse para seguir aprendiendo aunque haya terminado su
formación escolar.
Si la lectura es una forma de comunicación, de expresión, de acer-
camiento cultural, pero sobretodo una práctica social, entonces la
escuela de nivel medio superior tiene en sus manos la posibilidad de
concientizar a los jóvenes sobre la trascendencia que la lectura tiene
en su vida actual y futura; de lograr que ésta se convierta en una acti-
vidad necesaria, imprescindible y cotidiana; de hacer ver al bachiller
que “por medio de la lectura y la escritura (puede) dar sentido a su
vida y a cómo quiere proyectar su identidad en diversas situaciones”
(Zavala, 2010: 29).

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