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TRABAJO DE FIN DE GRADO DE PSICOLOGÍA

Calidad de Vida y Sexualidad en ancianos institucionalizados y no


institucionalizados

Alumna

Marta Tomás Bautista

Directora

Patricia Sancho Requena

Grado de Psicología

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Universidad de Zaragoza (Campus de Teruel)

2017
Índice
Resumen/Abstract ..............................................................................................................2

Introducción .......................................................................................................................3

Calidad de vida ..............................................................................................................3

Sexualidad en personas mayores ...................................................................................5

Método ...............................................................................................................................9

Participantes ...................................................................................................................9

Procedimiento ................................................................................................................9

Instrumentos .................................................................................................................10

Análisis estadísticos .....................................................................................................11

Resultados........................................................................................................................11

Discusión .........................................................................................................................15

Bibliografía ......................................................................................................................20

Anexos .............................................................................................................................24

1
Resumen

La sexualidad es un aspecto muy importante en la vida de las personas que permanece


activo a lo largo de ésta, pero cuando se trata en personas mayores es un tema que
genera mucha controversia. El objetivo de este estudio es conocer la sexualidad de las
personas mayores, y como ésta se relaciona con la calidad de vida. Este estudio
transversal se llevó a cabo en 100 personas mayores institucionalizadas y no
institucionalizadas con edades entre los 65 y 96 años. Los resultados muestran que el
mero hecho de ser activo sexualmente no tiene una relación estadísticamente
significativa con ningún dominio de la calidad de vida, aunque una mayor frecuencia de
relaciones sexuales sí tiene un efecto positivo con el dominio de la salud psicológica.
Por otro lado, existen más hombres activos sexualmente y mantienen relaciones con
mayor frecuencia que las mujeres. Además, las personas mayores no institucionalizadas
son más activas sexualmente que las institucionalizadas. De acuerdo a los resultados
obtenidos, sería necesaria una psicoeducación sexual en los más mayores, para
ayudarles a desmitificar ideas preconcebidas sobre el sexo, además de formar a los
trabajadores de residencias para garantizar las necesidades sexuales de los ancianos.

Palabras clave: calidad de vida, sexualidad, personas mayores.


Abstract

Sexuality is a very important aspect of human life wich remains active along people's
life, but when it concerns elderly people it turns into a highly controversial issue. The
main goal of this study is to know elderly people's sexuality and how it relates to their
quality of life. This cross sectional study was carried out in 100 elderly people
institutionalized and not-institutionalized whose age was between 65 and 96. The results
show that the fact of being sexually active doesn't relate in a significant way to any
domain of quality of life, although a higher frequency in sexual relations does have a
positive effect in mental health. On the other hand, there are more men sexually active
and have sexual relations more frequently than women. In addition, the elderly non-
institutionalized people are more sexually active. According to the obtained results, it
would be necessary to sexually educate the elderly people, in order to help them to
destroy the myths surrounding the preconceived ideas about sex, besides training nurse
home workers as to guarantee elderly people’s sexual needs.

Keywords: quality of life, sexuality, older people/seniors.

2
Introducción

En la actualidad, existen unas mejores condiciones sociales y de salud, esto ha hecho


que se haya incrementado la calidad de vida de los ancianos, y por lo tanto, el índice de
mortalidad ha descendido y ha subido la esperanza de vida (Arjona, 2007).

En España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2015 había
46.624.382 personas de las cuales 8.573.985 eran de la tercera y cuarta edad (65 y/o
más años), un 18,4% sobre el total de la población (Pérez, 2016). De estos, el sexo que
predomina en la vejez es el femenino, habiendo un 33% más de mujeres (4.897.713)
que de hombres (3.676.272; Abellán y Pujol, 2016).

Según Fernández (2008), “el envejecimiento es un proceso adverso intrínseco,


universal y progresivo que ocurre con el tiempo en todo ser vivo a consecuencia de su
interacción genética con el medio ambiente” (p. 235). Schaie y Sherry (2003), proponen
un concepto de vejez que abarca muchos más aspectos, en el que también se hace
referencia a cómo cada persona vive la experiencia de la vejez, pues se destaca lo que
puede significar para cada individuo (citado por Palma, 2014).

Envejecer provoca grandes cambios en el estilo de vida de las personas y repercute


de manera significativa en la cantidad y reparto de los costes sociales causados por la
enfermedad, así como en la calidad de vida (De Mejía y Merchán, 2007).

1.1 Calidad de vida

Según la OMS (2006), la calidad de vida es: "la percepción que un individuo tiene de
su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que
vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se
trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física
del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así
como su relación con los elementos esenciales de su entorno" (visto en Santiesteban,
Pérez, Velázquez, y García, 2009, p. 1).

El concepto de calidad de vida se creó siguiendo las recomendaciones de la OMS de


incluir aspectos físicos, psicológicos, sociales y ambientales en las investigaciones que
estudien este concepto; por este motivo, se entiende que la calidad de vida incluye
aspectos sociales, la subjetividad personal del nivel de bienestar a través de las
condiciones de vida (variables objetivas que se pueden medir sin tener en cuenta los

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sentimientos) y el grado de satisfacción con ésta “(variables subjetivas que dependen de
los sentimientos y sólo se pueden mirar a través de los interesados)” (p. 208); (Cardona,
Estrada y Agudelo, 2006). Como tiene en cuenta el concepto de la calidad de vida de la
OMS, la calidad de vida relativa a la salud, no debe contar sólo con el estado o
funcionamiento físico, psicológico y social, sino también con una buena salud mental y
un bienestar social, así como con las percepción y la satisfacción que se tenga con lo
que se haya alcanzado en estos aspectos (Abellán, Mayoralas, Rodríguez y Rojo, 2003).

Ocurre lo mismo con la calidad de vida de las personas mayores, es tan relevante
tener un buen estado de salud física, como disponer de un bienestar psicológico y social.
Además, hay que tener en cuenta que estos tres aspectos están relacionados entre sí.
Muchas investigaciones no analizan el bienestar psicosocial (suma de factores
psicológicos, físicos y sociales) de las personas longevas, sino que se centran en
parcelas separadas, dejando de lado el conjunto (Arjona, 2007).

En cuanto a los distintos aspectos de la calidad de vida en ancianos


institucionalizados y no institucionalizados, en el estudio realizado por Enciso et al.,
(2014) se encontraron diferencias significativas en las relaciones sociales entre mayores
institucionalizados y no institucionalizados (teniendo los no institucionalizados mayor
puntuación), también se demostró que los ancianos institucionalizados padecen más
depresión y tienen menos autonomía que los no institucionalizados. En cambio, los
resultados del estudio de Cava y Musito (2000), muestran que estos grupos sólo difieren
en las relaciones sociales, y que existen más semejanzas que diferencias entre mayores
institucionalizados y no institucionalizados respecto a la calidad de vida. Por lo tanto,
los resultados sobre si existen o no diferencias entre estos grupos respecto a la calidad
de vida no son concluyentes.

Existen diferentes constructos que han demostrado su influencia en la calidad de vida


de las personas en general, y que en particular hacen que en los ancianos tengan un
envejecimiento exitoso. De acuerdo a Dulcey y Quintero (1999) sentirse bien con uno
mismo y la satisfacción vital en la vejez, son criterios de un envejecimiento exitoso
(citado por De Mejía y Merchán, 2007). Para Rowe y Kahn (1998) consta de tres
componentes: una baja probabilidad de enfermar y tener discapacidades, mantener un
nivel alto de funcionamiento mental y físico, y colaborar en actividades sociales y
productivas, incluyendo las relaciones sociales. En cuanto al primer componente, las
enfermedades pueden ser prevenidas llevando un estilo de vida saludable, respecto al
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funcionamiento cognoscitivo y físico, la autonomía y la independencia juegan un papel
destacado, además de mantenerse activo, y por último, realizar actividades que tengan
significado, den sentido a la vida y generen satisfacción (citado por Curcio, 2014). Los
autores dejan claro que aunque un individuo tenga problemas en alguna de las áreas no
significa que no tenga un envejecimiento exitoso y destacan el papel activo de la
persona y del medio ambiente (Petretto et al, 2016).

Sin embargo, una de las variables más controvertidas quizás, más aún cuando se trata
de investigaciones relativas a personas mayores, es la sexualidad. No obstante, ésta
constituye una parte importante en la calidad de vida en las personas mayores para
ayudar a conservar un bienestar tanto psicológico como físico (Gelfand, 2000; Trudel et
al., 2000; citado por Papaharitou et al., 2008). Se ha demostrado que mayores niveles
de actividad sexual se relacionan con una mejor salud física y psicológica en esta
población (Thompson et al., 2011; citado por Roney y Kazer, 2015). Este hecho hace
necesario el conocer algunos elementos que permitan poder ofrecerles una atención
óptima y completa (Orihuela de la Cal, Gómez, y Fumero, 2001).

1.2 Sexualidad en personas mayores

La sexualidad humana es un fenómeno sociocultural, está influida por la calidad de


las relaciones sociales, el contexto en el que vivimos, y por la manera en que se
interpretan las experiencias vitales (Pérez, 2007).

Como afirman Perdomo, Cruz, Pérez y Linares (2013), la sexualidad beneficia el


componente psicológico de las personas, ya que aumenta la autoafirmación y la
autoestima a la vez que la sensibilidad y la ternura. Es una parte importante que en la
vejez sigue siendo posible y debería seguir generando placer en vez de inquietud y
frustración. La sexualidad es fundamental para los humanos, más allá de servir para la
procreación y la biología, es una manera de poder expresarse, experimentar, y de
obtener los beneficios de la intimidad y del placer.

La sexualidad no tiene un patrón definido, Fried (2004) la denomina subjetividad


sexual. Por lo tanto, de esto se puede desprender que se puede disfrutar en todas la
edades, aunque el proceso de envejecimiento cambie la manera de expresarla y
experimentarla (citado por Williams, 2015).

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No obstante, a lo largo de la historia la sexualidad ha sido concebida con la única
finalidad de la reproducción, siendo reducida al coito (Foucault, 2005; citado por
Córdoba, Ceballos, Forero y Portela, 2013), rechazando socialmente el poder disfrutar
del amor y de practicarla, especialmente en la tercera edad (Cedeño, Cortés, & Vergara,
2006; citado por Córdoba, Ceballos, Forero y Portela, 2013).

Aunque se pueda producir un cambio en la frecuencia y en la manera de practicarla,


la sexualidad permanece como parte de la vida de muchas personas mayores (Williams,
2015). El valor que se le da a la sexualidad y como ésta se vive en la edad mayor no
sigue un modelo único, al igual que ocurre con otros aspectos de la vida. Los individuos
conforme avanza la edad son cada vez más diferentes, ya que cada uno vive
experiencias propias y personales que hace que sean especiales, además que la
educación que se recibe no es la misma para todos. De este modo, se alcanza la tercera
edad con distintas formas de entendimiento de la sexualidad, diferentes experiencias,
diversas formas de construcción del deseo, además de numerosos tabúes y
convencionalismos culturales. (Farré y Salas, 2009). Todo ello influirá en su vida sexual
cuando lleguen a ésta última etapa vital.

De forma general, en las personas mayores de 65 años, la sexualidad no se centra


solamente en el coito, sino que engloba muchos más aspectos, como la satisfacción del
contacto piel con piel y la comunicación. (Alterio y Pérez, 2003). En esta etapa de la
vida el disfrute se centra en otros aspectos, con una sexualidad más sosegada y
tranquila. Se da más importancia a los abrazos, besos, caricias, contacto corporal, la
intimidad y la masturbación, dejando atrás el lugar destacado que ocupaba la genitalidad
(Farré y Salas, 2009). En cuanto a la proporción en función del género de las distintas
prácticas sexuales, se encuentra que la masturbación es mayor en hombres que en
mujeres (Palacios-Ceña et al., 2012),

Sin embargo, según González, Núñez, Hernández y Betancourt (2005), el sexo en la


última etapa de la vida no es entendido por la sociedad, por los profesionales de la
salud, ni por los mismos ancianos, es un tema maltratado y poco conocido. De hecho,
durante muchos años la sexualidad en este tipo de población ha sido clasificada como
una anomalía; no obstante, cada vez está más aceptada la idea de que para la mayor
parte de ellos, la satisfacción sexual y la función de la sexualidad son deseables y
viables.

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La desaprobación de la sexualidad en la población mayor parece ser parte de un
patrón cultural muy extendido y tiene como finalidad que los mayores sean vistos como
personas débiles, poco agraciadas, desdichadas e impotentes (González, Núñez,
Hernández y Beatancourt, 2005); varios mitos y estereotipos que retratan la vejez
como asexual están profundamente arraigados en nuestra sociedad occidental, haciendo
que las personas mayores los interioricen y se sientan inclinadas a actuar en
consecuencia (Mahieu y Gastmans, 2015).

Según Arjona (2007), además de los estereotipos negativos que se tienen sobre las
personas mayores, los factores sociales y psicosociales también afectan al
comportamiento e intereses sexuales, algunos factores sociales son la autopercepción
del atractivo sexual, el acceso a una pareja y la dificultad para acceder a un ambiente
adecuado con intimidad. Llanes (2013) apunta que la falta de pareja es la causa más
común de la privación sexual en los mayores, sobre todo en las mujeres, ya que como
sabemos estas viven más que los hombres. Los factores psicosociales condicionan de
manera positiva y negativa la sexualidad en la vejez. Como aspectos que afectan
negativamente, se pueden destacar las falsas creencias que tienen los ancianos sobre la
sexualidad (la actividad sexual es mala para la salud, la satisfacción sexual decrece con
la menopausia, etc; Arjona, 2007). Por otro lado, Palacios-Ceña et al., (2012), destacan
que el nivel educativo influye en la actividad sexual, observan que los hombres con un
nivel educativo inferior tienen menor actividad sexual que aquellos con nivel de
educación superior.

Centrándonos en la sexualidad de la mujer, el hecho de que exista mayor número de


mujeres mayores que de hombres puede perjudicar la vida sexual femenina, ya que para
muchas personas es entendida solamente dentro del matrimonio. También hay que tener
en cuenta los prejuicios sobre contraer matrimonio a una edad avanzada, esto disminuye
la posibilidad de las mujeres de conocer a nuevas parejas. Por otro lado, sufren las
consecuencias negativas del modelo de belleza que domina en la sociedad donde una
mujer mayor no se considera atractiva (Castañeda, Pérez y Sanabria, 2009), este modelo
condiciona a las mujeres a creer que mantener relaciones sexuales a partir de cierta edad
es inconveniente (Muñoz y Espinosa, 2008).

Además de todos los factores anteriormente citados, cabe añadir las malas
condiciones de salud, como la artritis crónica, el dolor, la demencia, la diabetes, la

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incontinencia, un accidente cerebrovascular y la depresión, que pueden causar
directamente problemas sexuales (National Institutes on Aging, 2013; citado por Roney
y Kazer, 2015).

Por si esto fuera poco, existen barreras institucionales de las familias y de las
residencias, que tienden a rechazar las manifestaciones sexuales de sus mayores
(Arjona, 2007). Los trabajadores de las residencias aceptan las expresiones de afecto,
como abrazos y besos, entre heterosexuales, pero no admiten el coito y la masturbación,
de la misma manera que tampoco conciben el componente erótico en parejas
homosexuales (Murgieri, 2011).

Las investigaciones han demostrado que la falta de privacidad física y la privación de


información, además de actitudes negativas, ausencia de una pareja sexual y el enfoque
en seguridad y cuidado físico que predominan en los cuidados de residencias podrían
impedir la expresión sexual de los residentes (Mahieu y Gastamans, 2015). En esta
línea, un estudio reciente realizado en Cuba por Cibeles Lorenzo (2004), investiga
diversos aspectos que influyen en la forma de vivir la sexualidad en las personas
longevas (la pareja, salud, el sexo, la intimidad para mantener relaciones, la educación
sexual recibida...). Una de las conclusiones más interesante, indica que las personas
mayores no disponen de privacidad para mantener relaciones sexuales, esto se debe a
que muchos están en residencias o viven con más familiares (citado por Fernández,
2006).

Murgieri (2011), afirma que no reconocer el derecho de poder ejercer la sexualidad


en los adultos mayores es un modo de maltrato. Considerar que la actividad sexual en
personas mayores es inmoral, antinatural, aberrada e indecente, va totalmente en contra
de la ciencia y es discriminatorio (Perdomo, Cruz, Pérez y Linares, 2013).

El presente trabajo tiene como objetivo principal identificar la conducta sexual de las
personas mayores y, cómo ésta se relaciona con la calidad de vida. En base a la revisión
bibliográfica realizada, se pueden plantear las siguientes hipótesis:

- H1: Los ancianos que mantengan su sexualidad activa tendrán una mejor calidad de
vida.

- H2: Los hombres mostraran mayor actividad sexual que las mujeres.

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- H3: Las personas mayores no institucionalizadas serán más activas sexualmente
que las institucionalizadas.

Método

Participantes

La muestra está formada por 100 personas mayores con una edad comprendida entre
los 65 y 96 años (M =79,97; M o =65). El 50% de los casos eran institucionalizados,
frente al otro 50% de no institucionalizados, con un 75% de mujeres, y un 25% de
hombres.

Con respecto al estado civil, el mayor porcentaje pertenece a los viudos, siendo este
de un 47%, seguido de casados con un 27%, solteros con un 15%, 9% de divorciados y
solamente un 2% de participantes en pareja. Un 47% de los participantes cuentan con
estudios primarios, seguido de un 22% sin estudios, 19% con estudios medios y un 12%
con estudios universitarios. Respecto al lugar de residencia, un 77% de los participantes
son de Teruel, un 9% reside en Martín del Río (Teruel), un 7% en Muniesa (Teruel), un
5% en Valencia, y un 1% tanto en Girona como en Casetas (Zaragoza).

Como criterios de exclusión se tuvo en cuenta: edad inferior a 65 años, negativa del
anciano de cooperar con la investigación y ancianos con síndrome demencial.

Procedimiento

Esta investigación es de corte transversal. La administración de los cuestionarios se


llevó a cabo durante los meses de Octubre y Noviembre del año 2016. El procedimiento
llevado a cabo para la recogida de datos ha consistido principalmente en crear un
cuestionario en formato papel para ser administrado a través de una entrevista personal
a los participantes, de este modo se consiguió el 93% de la muestra.

Para ello, se tuvo acceso a la Residencia Miguel de Molinos en Muniesa (Teruel), a


la Residencia de Ancianos Martín del Río, en Martín del río (Teruel), a la Residencia de
Mayores Padre Piquer en Teruel, al Centro de Día IASS (Teruel), y a la Asociación de
pensionistas situada en el Centro Social Ciudad Teruel, así como a los domicilios de
algunos participantes.

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En cuanto al tiempo necesario para la realización de los cuestionarios, este rondó
entre los 20 minutos aproximadamente en los casos que se realizó a través de una
entrevista.

Además de crear el cuestionario en formato papel, también se contó con un


cuestionario online en la plataforma “Google Drive” para su posterior difusión por
Whatsapp, de esta forma, se permitía el acceso y participación a más participantes, por
esta vía sólo se obtuvo el 7% de la muestra.

Instrumentos

Para llevar a cabo la investigación que aquí se presenta, se diseñó un cuestionario ad


hoc (Ver anexo 1) que contenía preguntas referentes a características
sociodemográficas, así como indicadores de la actividad sexual de los participantes. Fue
posible tomar datos de la frecuencia de las relaciones sexuales, de las prácticas
realizadas, motivo que impida tener relaciones sexuales... La frecuencia con la que se
practican relaciones sexuales se midió a través de cinco categorías de respuesta (0=No,
1=Muy pocas veces, 2=Sí, a veces, 3=Sí, con cierta frecuencia y 4=Sí, frecuentemente).
Las prácticas realizadas se midieron con seis categorías (0=Ninguna de las anteriores,
1=Penetración, 2=Masturbación, 3=Besos, 4=Abrazos y 5=Caricias). El motivo que
impide tener relaciones sexuales se midió en una variable de dos categorías (0=No y
1=Sí). Y por último, el cuarto ítem, en caso de haber respondido que sí existe un
motivo, pregunta cuál es (0=Religión, 1=Enfermedad, 2=No disponer de una pareja,
3=La familia y 4=Otro), si los participantes seleccionaban “Otro”, tenían que indicar de
cuál se trataba.

Además, como medida estandarizada de Calidad de vida se administró la versión


española del WHOQOL (versión Barcelona) WHOQOL-BREF (Lucas, 1998) que
consta de 26 ítems (Ver anexo 2) con una escala tipo Likert de respuesta de cinco
anclajes, desde 1=Nada hasta 5=Totalmente. Este instrumento permite evaluar la
calidad de vida en cuatro áreas (no produce puntuaciones de facetas individuales): salud
física, salud psicológica, relaciones sociales y ambiente. Adicionalmente, cuenta con
dos ítems independientes que miden la calidad de vida global y la salud general. El
WHOQOL-BREF (Lucas, 1998) es auto-administrado, siempre que los sujetos que
contestan tengan suficiente capacidad; si no se puede utilizar en forma de entrevista

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asistida o administrada. Para el análisis de los datos se utilizaron los criterios
normativos del WHOQOL group (World Health Organization, 1996).

El WHOOL-BREF, se caracteriza por una consistencia interna buena, con alfas entre
0,74 y 0,80.

Análisis Estadísticos

Para analizar los datos obtenidos, se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 19.
De manera previa a tales análisis, se elaboró una base con los datos obtenidos, creando
y recodificando cada variable e ítems con su valor correspondiente.

Posteriormente se llevaron a cabo análisis descriptivos e inferenciales (correlaciones,


pruebas t de Student y ANOVAs) entre las variables objeto de estudio.

Resultados

Análisis descriptivo

Un 66% de la muestra no presenta ninguna enfermedad, frente a un 34% que sí, de


los participantes que afirmaron padecer una enfermedad, sólo un 23% dijo de cuál se
trataba. Se destaca en primer lugar problemas de corazón (6%), seguido de artrosis y
diabetes (ambas con un 4%), e hipertensión (3%).

Un 73% no tiene relaciones sexuales, frente a un 27% que sí las mantiene, dentro de
este porcentaje se observa que la mayor puntuación corresponde a un 9% que afirma
mantenerlas a veces, seguido de un 7% frecuentemente, un 6% con cierta frecuencia y
un 5% muy pocas veces.

El 38% de los participantes tienen un motivo que les impide mantener relaciones
sexuales, el predominante es no disponer de una pareja (21%), más en mujeres (24%)
que en hombres (12%), seguido de otros motivos con un 10%, dando las siguientes
respuestas: “No tengo necesidad”, “No puedo porque no funciono”, “Mi marido está en
silla de ruedas”, “La edad”, “Que se ha muerto mi marido”, “Estoy agradecida con el
señor que me quiere y me cuida todos los días”, “Mi marido ya no puede” y “A veces
no se me levanta”. Un 8% de la muestra ha señalado la enfermedad, y un 4% la familia
y la religión.

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Por otro lado, en cuanto a las formas de realizar el acto sexual se constató que un 31%
prefiere los abrazos, un 30% tiene caricias y besos, un 16% practica la penetración y un
6% realiza la masturbación.

Las personas mayores sexualmente activas tienen una edad comprendida entre los 65
y 87 años, residen en Teruel (92.6%) y Valencia (7.4%), no están institucionalizadas
(85.2%), la mayoría tiene estudios primarios (48.1%), y más de la mitad están casadas
(63%).

Por el contrario, las personas mayores que no son sexualmente activas tienen una
edad comprendida entre los 65 y 96 años, residen en Teruel (71.2%), Martín del río
(12.3&), Muniesa (9.6%), Valencia (4.1%), y en Casetas y Girona (1.4%). Más de la
mitad están institucionalizadas (63%), casi la mitad de la muestra tiene estudios
primarios (46.6%), y más de la mitad son viudas (63%).

Análisis inferencial

Se realizó una prueba t de Student para ver si existían diferencias de medias entre el
género y los distintos dominios de la calidad de vida. No se encontraron diferencias de
medias estadísticamente significativas con ningún dominio de la calidad de vida: salud
física (t98 = .445; p >.05), salud psicológica (t98 = 1.313; p >.05), relaciones sociales (t98
= -.191; p >.05), ambiente (t98 = -.555; p >.05), calidad total (t98 = -.542; p > .05), y
salud general (t98 = -1.331; p >.05).

Por otro lado, no se han encontrado diferencias estadísticamente significativas entre


ambos géneros a la hora de padecer alguna enfermedad (p > .05).

En cuanto a la diferencia de género respecto a la masturbación, se observan


diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres (t98 = 2.481; p <
.05), la media de los hombres es superior (.1600) que la de las mujeres (.0267).

Se realizó un ANOVA para ver la influencia del estado civil en la actividad sexual.
Los resultados muestran diferencias significativas entre la media de solteros y casados
(p <.01), lo que indica que los casados (M =.6296) son más activos sexualmente que los
solteros (M =.0667). Asimismo, los divorciados y los solteros presentan diferencias
significativas (p< .05), lo que muestra que los divorciados (M = .6667) son más activos
sexualmente que los solteros (M = .0667). También, se encontraron diferencias
significativas entre los participantes con pareja y los solteros (p <.01), en donde los

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sujetos que tienen pareja (M = 1.0000) son sexualmente más activos que los solteros (M
= .0667). En cuanto, a los sujetos casados y en pareja, se encontraron diferencias
significativas (p <.05), así los sujetos en pareja (M = 1.0000) presentan una media
mayor en actividad sexual que los sujetos casados (M =.6296). Así también, se
encontraron diferencias significativas entre los casados y los viudos (p <.01), en donde
los casados (M =.6296) presentan una mayor actividad sexual que los viudos (M =
.0213). Asimismo, las diferencias resultaron significativas entre los divorciados y
viudos (p <.05), en ese sentido los divorciados (M = .6667) son sexualmente más
activos que los viudos (M = .0213). Finalmente, se encontraron diferencias
significativas entre el grupo de sujetos con pareja y los viudos (p <.01), lo que indica
que los sujetos que tienen pareja (M = 1.0000) son sexualmente más activos que los
sujetos viudos (M = .0213).

Se realizó otro ANOVA para saber si influía el nivel educativo a la hora de ser activo
sexualmente. Según los resultados, no hay diferencias significativas según el nivel de
estudios en el ser más o menos activo sexualmente (p > .05). En este sentido, el que los
sujetos tengan un mayor o menor nivel de estudio no influye significativamente en que
estos puedan ser más activos sexualmente.

Además, el estudio de la variable edad muestra relaciones estadísticamente


significativas tanto en el caso de la actividad sexual (r = -.411; p < .05), como en el de
la frecuencia de relaciones sexuales (r = -.386; p <.05).

Finalmente, con respecto a la calidad de vida según institucionalización, se hallaron


diferencias estadísticamente significativas en salud física (t98 = 2.705; p <.01) y salud
psicológica (t98 = 2.283; p <.01), con medias superiores en el caso de las personas
mayores no institucionalizadas (Figura 1). El resto de dominios no mostraron relaciones
estadísticamente significativas: relaciones sociales (t98 = .333; p > .05), ambiente (t98 = -
.449; p >.05), calidad total (t98 = 1.583; p >.05) y salud general (t98 = 1.345; p >.05).

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Figura 1. Diferencia de medias entre no institucionalizados e institucionalizados
respecto al dominio de salud física (DOM1) y salud psicológica (DOM2).

Tal y como se puede observar en la Tabla 1, la actividad sexual no muestra


relaciones estadísticamente significativas con ninguna de las variables relativas a la
calidad de vida (p > .05).

Tabla 1

Coeficientes de correlación de Pearson entre los dominios de la calidad de vida y ser


activo sexualmente

Calidad Satisfacción
DOM1 DOM2 DOM3 DOM4 de vida salud
Activo_Sexualmente Correlación de Pearson .177 .172 .031 -.024 -.002 .096
Sig. (bilateral) .078 .087 .757 .812 .987 .341

Nota. DOM1: salud física; DOM2: salud psicológica; DOM3: relaciones sociales; DOM4: ambiente

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En la Tabla 2, se observa una relación estadísticamente significativa entre el
dominio de salud psicológica y la frecuencia sexual (r =.172; p < .05).

Tabla 2
Coeficientes de correlación de Pearson entre los dominios de la calidad de vida y la
frecuencia sexual

Calidad de Satisfacción
DOM1 DOM2 DOM3 DOM4 vida salud
Frecuencia_Sexo Correlación de .184 .205* .067 .031 -.002 .119
Pearson
Sig. (bilateral) .066 .041 .506 .757 .981 .237
Nota. DOM1: salud física; DOM2: salud psicológica; DOM3: relaciones sociales; DOM4: ambiente

En cuanto al género y la actividad sexual se encuentra un nivel de significación


adecuado (t98 =3.403, p <.05), la media de los hombres es de 0.5200 y la de las mujeres
es de 0.1867.

En cuanto a la frecuencia de la actividad sexual en los distintos géneros, se encuentra


un nivel de significación adecuado (t98 =2.573, p <.05), la media de los hombres es de
1.24 y la de las mujeres de 0.51.

Respecto a la actividad sexual en ancianos institucionalizados y no


institucionalizados, se observa un nivel de significación adecuado (t98 =4.688, p < .01),
la media de los no institucionalizados es de 0.4600 y la de los institucionalizados es de
0.0800, con una diferencia de medias entre ambos grupos de 0.38000.

Discusión

El objetivo de esta investigación es estudiar la actividad sexual de las personas


mayores y cómo esta se relaciona con algunas características sociodemográficas
relevantes así como con la calidad de vida.

Comenzando con los análisis descriptivos, se puede observar que la mayoría de la


muestra no padece enfermedades. De los sujetos que sí que tienen alguna enfermedad se
destacan los problemas de corazón, artrosis, diabetes e hipertensión. Todas estas
patologías pueden afectar a las fases de respuesta sexual. En el estudio realizado por
National Institutes on Aging (2013; citado por Roney y Kazer, 2015), se nombran

15
coincidiendo con esta investigación, la artritis crónica y la diabetes. Y por último, no se
han visto diferencias de género a la hora de estar enfermo.

Se ha encontrado que menos de la mitad de la muestra (27%) mantiene relaciones


sexuales, este bajo porcentaje se puede deber en este estudio a que la mayoría de los
participantes son viudos, es decir, no disponen de una pareja, que los mayores
institucionalizados representan la mitad de la muestra, varios indican que tienen un
motivo que les impide tenerlas, y la mayoría son mujeres. Como explican Castañeda,
Pérez y Sanabria (2009), y Muñoz y Espinosa, (2008), existe un mayor número de
mujeres mayores que de hombres, y esto hace que pierdan el interés en la sexualidad, ya
que para muchas es entendida solamente dentro del matrimonio, este entre otros
motivos, condiciona a las mujeres a creer que mantener relaciones sexuales a partir de
cierta edad es inconveniente.

Dibujando un perfil de las personas mayores sexualmente activas se puede decir que
tienen una edad comprendida entre los 65 y 87 años, la mayoría son hombres, residen en
Teruel y Valencia, la mayor parte no están institucionalizados, casi la mitad tienen
estudios primarios, y más de la mitad están casados. En cuanto a la frecuencia,
predomina mantener relaciones a veces, seguido de frecuentemente, con cierta
frecuencia, y muy pocas veces.

Centrándonos en las formas de realizar el acto sexual, se observa que más de la


mitad de la muestra prefiere los abrazos, caricias y besos, dejando en un segundo plano
la penetración y la masturbación, esto coindice con lo apuntado por Farré y Salas,
(2009) y Alterio y Pérez, (2003).

En cuanto al motivo que indican los participantes que les impide mantener relaciones
sexuales se encuentra que el que predomina es no disponer de una pareja, sobre todo en
las mujeres, coincidiendo con el trabajo de Llanes (2013).

No existen diferencias de medias estadísticamente significativas entre el género


conforme a los dominios de la calidad de vida, lo que quiere decir que hombres y
mujeres no difieren en las puntuaciones de los distintos dominios de la calidad de vida.
Esto coindice con la definición de la OMS (2006; visto en Santiesteban, Pérez,
Velázquez y García, 2009, p. 1), ya que define la calidad de vida como algo subjetivo

16
del individuo, influido por la salud física y psicológica, la independencia, las relaciones
sociales, el ambiente, y no hace en ningún momento distinción entre géneros.

Se observan diferencias entre hombres y mujeres en la práctica de la masturbación,


existiendo más hombres que realicen esta práctica que mujeres, esto coindice con el
estudio de Palacios-Ceña et al., (2012).

Se han encontrado diferencias estadísticamente significativas entre todos los grupos


de estado civil respecto a su influencia en ser activo sexualmente. Los casados son más
activos sexualmente que los solteros. Asimismo, los divorciados son más activos
sexualmente que los solteros. Los sujetos que tienen pareja son sexualmente más activos
que los solteros. Los sujetos en pareja presentan una media mayor en actividad sexual
que los sujetos casados. Así también, los casados presentan una mayor actividad sexual
que los viudos. Asimismo, los divorciados son sexualmente más activos que los viudos.
Finalmente, los sujetos que tienen pareja son sexualmente más activos que los sujetos
viudos. Se puede concluir que predominan los participantes en pareja que son activos
sexualmente, seguido de los divorciados, casados, solteros, y en último lugar, los
viudos.

Por el contrario, el que los sujetos tengan un mayor o menor nivel de estudio no
influye significativamente en que estos puedan ser más activos sexualmente. Esto
difiere de lo encontrado en el estudio de Palacios-Ceña et al., (2012), en el cual se
encuentra que los hombres con un nivel educativo inferior tienen un menor actividad
sexual que aquellos con nivel de educación superior.

Por otro lado, se ha demostrado que conforme avanza la edad, disminuyen las
relaciones sexuales y la frecuencia de estas, esto concuerda con lo apuntado por
Williams (2015), que indica que se es posible que se den cambios en la frecuencia con
la edad, aunque mantiene que la sexualidad permanece como parte de la vida de muchas
personas mayores.

Finalmente, con respecto a la calidad de vida según institucionalización, se hallaron


diferencias estadísticamente significativas en salud física y salud psicológica, con
medias superiores en el caso de las personas mayores no institucionalizadas. El resto de
dominios (relaciones sociales, ambiente, calidad total y salud general) no mostraron
relaciones estadísticamente significativas. Estos resultados no concuerdan con el estudio

17
de Enciso et at., (2014) y el de Cava y Musito (2000), ya ambos concuerdan en que los
ancianos no institucionalizados tienen mayor puntuación en las relaciones sociales. Sin
embargo, sí que concuerda con los demás resultados de Enciso et al., (2014), ya que
demostró que los ancianos institucionalizados padecen más depresión, y esto forma
parte de la salud psicológica, y tienen menos autonomía, lo que corresponde con la
salud física.

Comenzando por la primera hipótesis, se esperaba que ser activo sexualmente se


relacionara significativamente con tener una mejor calidad de vida. Esta hipótesis se ve
apoyada parcialmente. El mero hecho de ser activo sexualmente no influye en los
distintos dominios de la calidad de vida (salud psicológica, salud física, relaciones
sociales y ambiente); este resultado es incongruente con la investigación de Gelfand,
2000, Trudel et al., 2000 (citado por Papaharitou et al., 2008). No obstante, existe una
relación positiva estadísticamente significativa entre la frecuencia con la que se tienen
relaciones sexuales y el dominio de la salud psicológica, esto coincide con lo apuntado
por Thompson et al., (2011; citado por Roney y Kazer, 2015), aunque también apunta
que mejora la salud física.

Desde la segunda hipótesis se esperaba que hubiese más hombres activos


sexualmente que mujeres. Los resultados obtenidos ofrecen apoyo a esta hipótesis. Esto
coincide con las investigaciones sobre los roles de género en la tercera edad de
Castañeda et al., (2009) y Muñoz y Espinosa (2008).

Finalmente, los resultados obtenidos proporcionan apoyo para la tercera hipótesis,


con diferencias en actividad sexual en función de la institucionalización. Al igual que
ocurría en otras investigaciones, las personas mayores institucionalizadas presentan una
menor actividad sexual que los no institucionalizados. Esta diferencia podría explicarse
por la falta de privacidad a la que aluden algunos estudios, como el Mahieu y Gastmans
(2015) y el estudio de Cibeles Lorenzo en Cuba en 2004 (citado por Fernández, 2006).

Por último, cabe hacer referencia que aunque se ha procurado realizar este estudio
bajo criterios y condiciones óptimas, no está exento de limitaciones, que deberán tenerse
en cuenta en futuras investigaciones. En primer lugar, el tamaño de la muestra obtenida
es bastante reducido (N=100). Además, la representatividad de los participantes en
función del género está sesgada, debido al reducido número de sujetos masculinos
(N=25) en comparación con el número de sujetos femeninos (N=75).

18
En segundo lugar, se debe tener en cuenta, que el cuestionario WHOQOL-BREF está
diseñado para ser autoadministrado y en esta investigación se realizó en forma de
entrevista a 68 participantes, por lo que puede haber influido en los resultados dada la
temática tratada en este estudio. Además, el diseño es transversal, de modo que no es
posible establecer relaciones de causa-efecto.

No obstante, y pese a los inconvenientes planteados, las variables seleccionadas para


el estudio presentan resultados significativos y, de este modo, dejan patente su potencia
en investigaciones relativas a la calidad de vida de las personas mayores. Y más
concretamente, esta investigación aporta cierta luz a aspectos sombríos de la vejez, no
por su negatividad sino por tratarse de tabús, como es la sexualidad después de los 65
años, como ésta se ve afectada por diferentes variables bastante alejadas del propio
proceso de envejecimiento, y su influencia en la calidad de vida.

19
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23
Anexos

Anexo 1

- ¿Es usted sexualmente activo/a?:

□ Sí, frecuentemente
□ Si, con cierta frecuencia
□ Sí, a veces
□ Frecuentemente
□ Muy pocas veces
□ No

- Señale todas las prácticas que realice:

□ Caricias
□ Abrazos
□ Besos
□ Masturbación
□ Penetración
□ Ninguna de las anteriores

- ¿Hay algún motivo que le impida mantener relaciones sexuales?: □ Sí □ No


- En caso afirmativo, indique el motivo que se lo impide:

□ Religión
□ Enfermedad
□ No disponer de una pareja
□ La familia
□ Otro (indique cuál es):

24
Anexo 2

Edad:

Sexo: □ Hombre □ Mujer

Nivel de estudios: □ Ninguno □ Primarios □ Medios □ Universitarios


Estado Civil: □ Soltero/a □ Casado/a □ Divorciado/a □ En pareja □ Viudo/a
Por favor, lea las siguientes preguntas, valore sus sentimientos y haga una cruz en la opción
que más le represente.
1. ¿Cómo calificaría su calidad de vida?:

□ Muy mala
□ Regular
□ Normal
□ Bastante buena
□ Muy buena

2. ¿Cómo de satisfecho/a está con su salud?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Un poco instatisfecho/a
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

Las siguientes preguntas hacen referencia al grado en que ha experimentado ciertos hechos en
las dos últimas semanas.
3. ¿Hasta qué punto piensa que el dolor (físico) le impide hacer lo que necesita?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

4. ¿En qué grado necesita de un tratamiento médico para funcionar en su vida diaria?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

25
5. ¿Cuánto disfruta de la vida?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

6. ¿Hasta qué punto siente que su vida tiene sentido?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

7. ¿Cuál es su capacidad de concentración?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

8. ¿Cuánta seguridad siente en su vida diaria?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

9. ¿Cómo de saludable es el ambiente físico a su alrededor?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

Las siguientes preguntas hacen referencia a si usted experimenta o fue capaz de hacer ciertas
cosas en las dos últimas semanas, y en qué medida.

10. ¿Tiene energía suficiente para la vida diaria?:

26
□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

11. ¿Es capaz de aceptar su apariencia física?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

12. ¿Tiene suficiente dinero para cubrir sus necesidades?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

13. ¿Dispone de la información que necesita para su vida diaria?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

14. ¿Hasta qué punto tiene oportunidad de realizar actividades de ocio?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

15. ¿Es capaz de desplazarse de un lugar a otro?:

□ Nada
□ Un poco
□ Lo normal
□ Bastante
□ Totalmente

27
Las siguientes preguntas hacen referencia a si en las dos últimas semana ha sentido
satisfecho/a y cuánto, en varios aspectos de su vida.
16. ¿Cómo de satisfecho/a está con su sueño?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

17. ¿Cómo de satisfecho/a está con su habilidad para realizar sus actividades de la vida
diaria?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

18. ¿Cómo de satisfecho/a está con su capacidad de trabajo?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

19. ¿Cómo de satisfecho/a está de sí mismo?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

20. ¿Cómo de satisfecho/a está con sus relaciones personales?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

21. ¿Cómo de satisfecho/a está con su vida sexual?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco

28
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

22. ¿Cómo de satisfecho/a está con el apoyo que obtiene de sus amigos/as?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

23. ¿Cómo de satisfecho/a está de las condiciones del lugar donde vive?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Totalmente satisfecho/a

24. ¿Cómo de satisfecho/a está con el acceso que tiene a los servicios sanitarios?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

25. ¿Cómo de satisfecho/a está con los servicios de transporte de su zona?:

□ Muy insatisfecho/a
□ Poco
□ Lo normal
□ Bastante satisfecho/a
□ Muy satisfecho/a

La siguiente pregunta hace referencia a la frecuencia con que usted ha sentido o


experimentado ciertos sentimientos en las dos últimas semanas.
26. ¿Con qué frecuencia tiene sentimientos negativos, tales como tristeza,
desesperanza, ansiedad, o depresión?:

□ Nunca
□ Raramente
□ Moderadamente
□ Frecuentemente
□ Siempre
29
Para finalizar, lea las siguientes preguntas y haga una cruz en la opción u opciones que elija.

- En la actualidad, ¿está enfermo/a?: □ Sí □ No


- En caso afirmativo, ¿qué enfermedad padece?:

30

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