Está en la página 1de 21

1

PROXIMIDAD
JOSÉ
LEZAMA
LIMA

Lectura, imagen y escritura.


R. Sebastián Pinchao H.
2017.
2

PROXIMIDAD JOSÉ LEZAMA LIMA.


Lectura, imagen y escritura.
R. Sebastián Pinchao H.1
Resumen: Este texto convoca la mirada hacia la escritura del poeta, narrador, ensayista y
pensador cubano José Lezama Lima, donde a partir de fragmentos de su obra se configura una
posibilidad para resonar el concepto de identidad (latino)americana, a través de una arritmia
imagética sobrevenida en lo barroco y la indecibilidad de lo neutro. Su escritura, dadora de
secretos, dona apariciones invistas que tientan a su vez, las figuras de lector y escritor que
(in)acaecen en el misterio de la sobrenaturaleza. En este utópico collage o imagen , se pretende
la aproximación entretejida, pero a la vez celebrada de un teriomorfismo desmesurado, que
anuncia los temblores de lo escrito, lo leído, lo hablado, lo silenciado; los cuales, aparecen a fin
de una estética de lo inidentitario activo (que habitan y deshabitan la identidad en tanto la escritura
es un territorio otro). En cierta medida, se pretende reflexionar sobre el silencio u ocultamiento
del escritor en tiempos del boom latinoamericano. La presente aproximación permitiría una
conversación insana presta a la importancia de Lezama Lima en el acontecer de la escritura y el
pensamiento tanto latinoamericano como universal.
Palabras Clave:
- Escritura.
- Latinoamérica
- Imagen
- Sobrenaturaleza.
- Neutro.
- Educación

1
Maestrando en Didáctica de la Lengua y la Literatura Españolas de la Universidad de Nariño, Lic. Filosofía y Letras
de la misma universidad.
3

PROXIMIDAD JOSÉ LEZAMA LIMA


Lectura, imagen y escritura

Intro.
Entre 1936 y 1946, José Lezama Lima2 publica una serie de escrituras a las que se

les denomina Relatos; tales textos, convocan un anteceder de la escritura misma, en

tanto aparecen haciendo del futuro Lezama, desde ya, una Imagen que rodea o encuba

determinada forma de asumir el desborde. ¿Hasta qué cuestionamientos ontológicos

eran llevadas tales escrituras? Algunas consideraciones acerca del juego irremediable

de la presencia que, en su escritura se establece, y de las multiplicadas oscilaciones de

la palabra, hablan de Lezama como un escritor que antes que, pertenecer a la ración

estática de espejo en las realidades latinoamericanas y en especial cubanas, propone

una escena de escritura como un complejo de fragmentaciones, las cuales a través de

una apertura simultánea entre la construcción y la desmantelación del habla se alejarían

considerablemente de la aproximación sobre asuntos que competen a la memoria y a la

identidad3.

En la publicación del último número de la revista Orígenes, Lezama Lima da una

respuesta desde su universo literario; será aquí con “Corona de Frutas”, cuando es

posible encontrar la respuesta y el laso irremediable tanto de su prosa poética, como de

su visión estética de la existencia del latinoamericano. Lezama (1959) dice: “Pero en el

paisaje americano, y ahora lo insistimos de nuevo, lo barroco es la naturaleza.” (p. 134).

2
Escritor nacido en la Habana Cuba el 19 de diciembre de 1910, y fallecido el 9 de agosto de 1976. (Valdés, A. 2011)
3
Si bien como identidad comprendemos, hasta cierta parte, las búsquedas literarias en el desarrollo del boom
latinoamericano. Al decir de Saúl Yurkievich: “América es para Lezama Lima el espacio privilegiado donde va a
consumarse el encuentro de los mitos de occidente con los precortesianos, la transfusión mítica que posibilitará un
nuevo renacimiento o sea la génesis de nuevos mitos “ (Yurkievich, 2002, p. 816)
4

El dilema conceptual radicaría en el estudio, el acceso y el desciframiento de tal

barroquismo. Lezama, al hablar de naturaleza, parece referir a las caras del todo, a las

naturalezas de lo total. La totalidad americana poblada de barroquismo, no parece

implicar la imperiosidad de una norma de lo natural; sino, todo lo contrario, a partir de ese

barroquismo, asumir el rebose de la palabra y la existencia misma, como una posibilidad

natural que excede la naturaleza. La literatura y la existencia del americano son

posibilidades barrocas, las cuales llenas, existen como desmesura. En Lezama, esta

desmesura es tangible gracias a la posibilidad inabarcable de la Imagen.

En ese sentido, será necesario vislumbrar delicadamente la noción de barroco,

especialmente si se trata de una reflexión neutral que se compromete con la

indecibilidad de Lezama que, en su laberinto posible, moja la semántica con una

responsabilidad histriónica, siempre dispuesta a una lectura inconsolable.

Son varios los acontecimientos de escritura fundados por Lezama, acogedores de la

palabra y la vida en frascos que queman. Ya que resulta ambicioso el ingreso a este

universo, el presente texto plantea la alternativa de abordar algunas de sus

inauguraciones, atravesadas por dos paradigmas generales de la literatura: la lectura y

la escritura. Y aunque es bien sabido que, la prominencia de cada una permanece en el

acto creativo como una luz intemporal, esta característica se desdibuja como un horizonte

sin fin en el archimenor trazo de Lezama.


5

1. ( ) JOSÉ LEZAMA ESCRIBE.

Se puede sospechar un escritor cubano en la orilla de la llamada postmodernidad, en

la apertura del hermetismo, ocultador de transgresiones de la palabra que, en lugar de,

invertir o esclarecer los paradigmas racionales, los cuestiona mediante un ejercicio de la

acción de habla, transmutado en una hiper-acústica de la escritura. En esta cadencia que

abate el ejercicio de suceder en la escritura, la voz de Lezama, parece atravesar un gesto

que provoca lo perpetuo, y de allí, el acceso al conocimiento, a través de un panorama

que deja aparecer el lenguaje, con una máscara que se oculta. Esto es, una Imagen que

se desbarata, o se desploma en el tiempo de lo que viene, progresión incesante de lo que

él denomina posibilidad y, que se convierte a sí misma, como posibilidad de conocimiento.

Pero ¿en qué consiste la Imagen? Emilio Bejel, nos dice: “Lezama considera que las

cualidades “excesivas” de la metáfora, son precisamente las características de la Imagen,

la cual es la potencia de lo posible, de lo que todavía no se ha creado. Todo esto implica

que la Imagen es el poder creativo que surge de la ausencia de un orden natural” (Bejel,

E., 1994, p. 33). Esta naturaleza –de la que venimos hablando-, implica una

relanzamiento en sí misma, a través de un vaivén de la palabra que fuga su apariencia;

la ausencia se traduce como una distancia indecible, que acciona (sin reacción, pues la

naturaleza de esta escritura, aparece no como un después, sino como un tiempo sin

tiempo de una acción ilimitada, que desborda la categoría de lo temporal, en una

conjunción casi sospechosa entre el tiempo de Parménides y el de Heráclito) ejerciendo

un impoder de lo que se escribe más allá de su acaecer como palabra dicha. Creación

interminable, metáfora desmedida, escritura invisible (ausente) por la desmesura de lo

visible.
6

En textos como “Temporada en el Ingenio”, Lezama alude a ese carácter oculto de su

escritura: “Todo trabajo de transformaciones debe ser llevado a las profundidades, a su

genésico espacio oscuro, como apenas entreabierta la concha asoma la aleta pectoral

del delfín, como un reto en búsqueda del uno primordial” (Lezama, J. 1968, p. 90).

Entelequia de la estética, anidada en un disímil transformativo, que deviene performativo,

mientras que el logos corruptible de la Imagen, traduce un juego incontable del nacimiento

y la muerte, la ganancia y la pérdida, la identidad y la errancia. El fuego de Heráclito, y la

ausencia de una verdad tanto estética como existencial, se convocan en el

acontecimiento de la Imagen Posible. En la imprecisión de la palabra, y la

desconstrucción de la Imagen, vista como alteridad de la manifestación imaginativa,

existe una nueva creación de la identidad, esta vez, identidad imaginada. El concepto

que bienviene la identidad, en Lezama, funciona previendo cierta cautela, pues no se

abona al principio de construcción y repetición, sino que, comprende el Origen, a la

manera en que implica una mirada que retorna a la diferencia, y a la libertad de la

expresión americana, como un complejo poligonal, antes que circular. Esta travesura de

la identidad, hace gala en los textos de Lezama, conjugándose como un grito-silencio-

murmullo; allí la voz hablante es la misma que ejerce vuelo y se despliega en el acto

emancipado de los peces. Los personajes perviven gracias a un extravío natural, se

acogen a las normas de la musicalidad, y no al revés.

Por ejemplo, en “El Guardián Inicia el Combate Circular”, Lezama escribe: “Y su ronda

es espantosa, porque en cada casa que quiere penetrar le brindan cerveza, le escuchan

y le vendan el ojo traicionado que habló a destiempo y recordó figuras golosas que se

colaban por las axilas como las arenas en la digestión asustada del esturión” (Lezama,
7

J., 1976, p. 89). El lenguaje toma una cadencia inaudita, y se perfila un estrujamiento del

límite; la hibridez de la Imagen y el texto parecen descolgadas de galerías orientales y

occidentales, y la cuestión de la naturaleza americana, aparece no como un estamento

inmutable, sino como la encarnación que desconstruye regímenes comunicativos, y por

tanto hegemónicos. Si bien en sus relatos, la pregunta por la identidad y naturaleza

latinoamericanas no son explícitas, es natural interrogarse sobre una categoría de

enunciación en Lezama, respecto a su política de lo identitario, su estética, su ideología

y su pretensión ontológica, ¿el devenir escritura de Lezama es una arquitectura tejida en

el marco racional de la liberación?, o ¿es una oscilación de la conciencia, propia de un

deseo por extasiar la formalidad ontológica, y penetrar en lo que él mismo llamaría cómo

vasos órficos? La categoría de lo nuestro, representaría una eventualidad ajena a lo que

nos pertenece, sobreviniendo una elaboración permanente de discursos que no son

propiedad4, sino que, comprometidos en la invención, son discursos que se crean y se

convocan, se pierden y se reinventan.

La escritura de Lezama, ejerce en sí misma alteridad al discurso imperioso,

participando de una voz (im)propia que no dispone del absoluto, pero que pertenece a

la infinitud, y que atraviesa el dominio, aventurándose con dislocaciones del trazo, en la

plenitud de un exceso de sentido. En “Juego de las Decapitaciones” (1941), existe una

trama que se invierte a cada nada, cuando el mago del imperio va llegando a la muerte

después de una serie de eventos inoportunos, el relato es una incesante narración posible

de la muerte del mago. Hay aquí una llamado fundamental de Lezama, mientras Wang

4
El concepto de propiedad, cabe aclarar, podría en cierto aspecto hacer parte de una perspectiva económica, en
tanto este problema es debatido por las configuraciones políticas de la época. ¿Cuánto del discurso en la revolución
cubana –por ejemplo- salida de la boca de Fidel, como transmutación tanto espiritual como política y cultural del
ethos antillano, era propiedad de todos?, y ¿cuánto era sólo de Fidel? .
8

Lung, el mago, está encarcelado: “Wang Lung consiguió una de sus más incalculables

destrezas: desdivinizarse y situarse en una posición de profecía extremadamente

favorable para él” (Lezama, J., 1941, p. 58). El camino a la desdivinización (de la

experiencia literaria), en Lezama, se precisa en la dación y diseminación de la Imagen,

la cual permite, el acontecer presagio del devenir de la cultura, esto es, la apropiación de

la imagen por el evento de lo múltiple, la masa singularizada.

Sin embargo en 1970, cercano a esa escritura de materialización de lo impropio,

Lezama hablará sobre un concepto que básicamente tiene su lugar en la naturaleza y lo

total, y que su base persiste en la posibilidad de un medio, o una mixtura atrofiada que

de alguna forma, extravía lo decible y lo materialmente visible. En el texto “Confluencias”

Lezama escribe:

¿Qué es la sobrenaturaleza? La penetración de la imagen en la naturaleza engendra la


sobrenaturaleza. En esa dimensión no me canso de repetir la frase de Pascal que fue una
revelación para mí, "como la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser
naturaleza": la terrible fuerza afirmativa de esa frase me decidió a colocar la imagen en el
sitio de la naturaleza perdida, de esa manera frente al determinismo de la naturaleza el
hombre responde con el total arbitrio de la imagen. Y frente al pesimismo de la naturaleza
perdida, la invencible alegría en el hombre de la imagen reconstruida (Lezama, 1970).

El aparecer de la sobrenaturaleza como acontecimiento ontológico, complejiza el

universo de la escritura permitiendo una reunión de la Imagen y la totalidad, Lezama lo

denominará como la naturaleza Americana. La Sobrenaturaleza obedece a una categoría

espectral que, superpone las cadencias de la presencia y la ausencia de lo natural, pues

posteriormente de la afirmación (como en un principio se la realiza en este texto) de las

caras de lo natural o de lo total, en seguida se encuentra la distancia de la naturaleza, si

se quiere una desaparición abrupta del hecho natural y, por tanto, existe una oscilación

de la Imagen que, en ese caer sobre la naturaleza, conforma un nuevo vórtice: lo


9

Sobrenatural. Entonces, la diseminación de la Imagen, venida gracias a la

desdivinización, es un hecho que se complementa con la reconstrucción de sí misma, y

con la aplicación de ella a la naturaleza. Sobrenaturaleza es lo fractal que aterroriza en

medio de un proceso continuo que vive y muere en intermitencias prolongadas (pequeñas

naturalezas). Cabe imaginar a un Lezama con nostalgia cuando habla de

Sobrenaturaleza, pensando la Imagen y, de por sí, la naturaleza latinoamericana, como

un proceso que perpetuamente debe reconstruirse y recuperarse con la posibilidad de

ser por un momento, abandono, ausencia y, luego, maquinación colosal, con un

barroquismo renovado.

Diremos que, la Sobrenaturaleza es un misterio que reescribe sobre lo posible, que

es ya de por sí, una escritura multiplicada, sobre la totalidad de América (o el lugar).

César Salgado (2004), en “Fantasticidad y Sobrenaturaleza” (p. 73), recuerda a

“Confluencias” cuando retoma las palabras de Lezama que dicen:

La situación de la mano dentro de la noche me da un tiempo. El tiempo donde eso puede


ocurrir […] Y una voz débil, que debía estar muy alejada de unos pequeños dientes de
zorrito, me decía: "estira tu mano y verás cómo allí está la noche y su mano desconocida".
Desconocida porque nunca veía un cuerpo detrás de ella. Vacilante por el temor, pues
con una decisión inexplicable, iba lentamente adelantando mi mano, como un ansioso
recorrido por el desierto, hasta encontrarme la otra mano, lo otro. (Lezama, J., 1970)

Lezama juega con el anunciar la mano que, en sí es su presencia, pero a la vez, teme

e ignora el grotesco hecho de ver su otra mano desaparecida; y cuando dice “ansioso

recorrido por el desierto”, es el momento en donde simultáneamente, exagera el

desconocimiento y a la vez, la reafirmación de la existencia de la otra mano –suya-,

reconstruida por el pasaje del desierto; Imagen que viene a caer y ser sobre la naturaleza,

y a remarcar su afirmación, pero que se hace terrible y espantosa, en el paso temible que
10

vibra entre lo posible e imposible. Esta sobrenaturalización de los acontecimientos, toma

distancia de la dicotomía Imagen-naturaleza, cuando obedece de repente, a la Imagen

que ha devenido muda gracias a su desborde, y de allí el temblor, el miedo, el abandono

de la naturaleza, y que deja al hombre americano terriblemente solo, acogido al exceso

sobrepuesto de lo total (Sobrenaturaleza y barroquismo).

Sin embargo, es necesario poner en debate la postura de Lezama respecto a una

escritura barroca. Rodrigo Labriola (2013) en su artículo La carta robada de Lezama Lima:

utopía, literatura y política intelectual, trae a colación la carta de Lezama Lima dirigida a

su amigo Carlos Meneses, la cual se publica póstumamente en Revista de la Biblioteca

Nacional José Martí / Número especial dedicado a José Lezama Lima (textos inéditos);

La Habana, en el año 1979 y posteriormente en 1988. Labriola (2013) advierte: “Dada la

escasísima difusión de este documento, reproduzco el texto completo, tal vez por primera

vez en un artículo académico, exactamente como se encuentra en la fuente impresa que

tengo en mis manos ahora” (p. 20):

La Habana, 3 de agosto de 19755


Querido amigo Carlos Meneses: No, aún no he recibido ningún ejemplar de mi Poesía
completa, aunque mi amigo Félix de Azúa le dice que ha enviado 8 ejemplares por
distintos conductos. Ninguno llegó, pero no se preocupe, ya yo tengo dos ejemplares que
me trajo un amigo de España. Paso ahora a responder a sus preguntas: 1) Creo que
cometemos un error, usar viejas calificaciones para nuevas formas de expresión. La
hybris, lo híbrido me parece la actual manifestación del lenguaje. Pero todas las literaturas
son un poco híbridas, España, por ejemplo, quema como siete civilizaciones. Creo que ya
lo de barroco va resultando un término apestoso, apoyado en la costumbre y el cansancio.
Con el calificativo de barroco se trata de apresar maneras que en su fondo tienen
diferencias radicales. García Márquez no es barroco, tampoco lo son Cortázar y Fuentes,
Carpentier parece más bien un neoclásico, Borges mucho menos. La sorpresa con que
nuestra literatura llegó a Europa hizo echarle mano a esta vieja manera, por otra parte en
extremo brillante y que tuvo momentos de gran esplendor.
2) La palabra barroco se emplea inadecuadamente y tiene su raíz en el resentimiento.
Todos los escritores agrupados en ese grupo son de innegable talento y de características

5
En el futuro, un año después, en agosto del 76, Lezama moriría aparentemente de una infección pulmonar.
11

muy diversas. No es posible encontrar puntos de semejanza entre Rayuela y las


Conversaciones en la catedral, aunque lo americano está allí. De una manera decidida en
Vargas Llosa y por largos laberintos en Rayuela. (LEZAMA, 1988, p. 91) (Labriola, 2013,
p.21).

En un primer sentido, este giro semántico, o mejor, este cambio de paradigma en


relación a lo Barroco por parte de Lezama, sugiere una vuelta de tuerca que indica el
replanteamiento de su colosal pensamiento, aludiendo a la figura Barroca ya no como
una imagen renovada de la sobrenaturaleza latinoamericana, sino como un concepto
manoseado y resquebrajado por los escritores de esa actualidad. El segundo sentido,
precisamente, cabría ubicarlo en una nostalgia decadente que Lezama presenta frente a
su barroquismo, ahora ya como punto resentido del latinoamericano. La expresión “Lo
barroco va resultando un término apestoso, apoyado en la costumbre y el cansancio”,
deja leer un conformismo del escritor que no ha encontrado en este concepto su punctum
dramático, sino que, se apoyado en él suponiendo la esencia total del ser en
latinoamerica.

En el mismo artículo, Labriola (1993), resalta la aparente oposición de Lezama hacia


al Barroco caracterizado por Carpentier.

Así, la cita de Lezama podría ser vista, en principio, apenas como una clara respuesta a
la intervención de Carpentier en Caracas el mismo año de 1975, sólo unos pocos meses
antes de la carta. Carpentier, quien acabara de publicar su novela Concierto barroco
(1974), explicaba entonces que hay:
...el barroco que ustedes conocen, la novela contemporánea latinoamericana, la que se
ha dado en llamar la «nueva novela» latinoamericana, la que llaman algunos la del boom
— y el boom, ya lo he dicho, ni es una cosa concreta, ni define nada—, es debida a una
generación de novelistas en pie hoy en día, que están produciendo obras que traducen el
ámbito latinoamericano, [...] de modo totalmente barroco. (CARPENTIER, 1984, p.125)
(p.21)

La ligereza y superficial determinación del concepto barroco, parece provocar en


Lezama, el sentimiento de un asqueamiento singular, el de un facilismo llevado al extremo
por reflejar la identidad. La segunda parte de la carta, que evidentemente se enuncia
irónicamente –dado el contexto de la primera parte-, ofrece pistas para enunciarlo. Cómo
lo americano está en dos obras de grandes dimensiones, situadas en la plaza y el
laberinto, en donde no hay semejanzas pero si una transversalidad identitaria. Sin
12

embargo, la posición de este último Lezama en relación al barroco, no es dada en su


complejidad –o al menos, no en la complejidad a la que el lector está acostumbrado a
recibir de escritor-. Labriola afirma el rechazo de las posiciones barrocas del joven
Lezama. Este texto no pretende generar imposiciones, sino más bien, posibilitar
aperturas de esta discusión, tan infinita como el autor en cuestión.

En este caso, es necesario referirse a la determinación de lo otro en Lezama.

2. ( ) LE(E)ZAMA LIMA LEE.

Jorge Larrosa (1996) refiriéndose a Hölderlin, en “La dificultad de lo propio”, sugiere

una nueva idea de literatura cercana a la traducción: Una lengua des-habitada:

Hölderlin no puede ya trabajar tranquilamente en el interior de ese marco transcendente


y no problematizado que es la lengua común. Por eso tiene que forzarla. Pero no solo
para darle flexibilidad o delicadeza, o para ampliar sus proyecciones expresivas (como
aún era el caso del clasicismo alemán), sino para hacerle decir lo inefable. (Larrosa, 1996,
p. 361).
Esta curiosa inefabilidad del arte toma sentido cuando se establece la imposibilidad

de lo dicho, la infertilidad del acto comunicativo y expresivo, es decir la nulidad de la

enunciación y creación. Pero al turbar las represiones del momento que habla se forza la

lengua y lo inefable es el gesto aglutinado de la palabra que va siendo escritura, pero, al

mismo tiempo, que traduce un compromiso otro, con el avistamiento de la lectura que

siempre viene indescifrable. Así, la empresa de Lezama, además de fundar dimensiones

de la creatividad literaria, propone una avisada y profunda travesía que compromete al

(escri)lector a la lectura de un universo polidimensional. “Leer lo que no comprendemos”

(Larrosa, 1996, p. 365), será la tarea de un lector que escribe su identidad,

deconstruyendo el papel de la lectura y excitando el flujo indescifrable de la escritura.

Esta acción tiene irremediablemente que ver con la traducción, pues, el advenimiento de

la escritura lezamiana, procura una extranjería presente en la misma lengua (Deleuze,


13

1980), el abandono de la conformidad comunicativa y expresiva, para a través de una

lectura fractal, comunicar las fugas de sí, en sí, haciendo de la lectura de los otros, la

comunidad que (in)comunica lo diferente, a través del pliegue que fragmenta lo real y, lo

complementa en una acción indiscutible de reflejo renovado: la realidad es

irrepresentable, por tanto, posiblemente infinita6.

Un habla que ahonda en el misterio de lo que pre-dice y que actúa como sonido-letra

mientras sucede como sentido. Leer a José Lezama, cuestiona el vaciamiento, propone

el acceso a una especie de neutralidad que presencia el evento de la lectura y la escritura

en un todo mixto. En las Imágenes posibles escribe:

Suelen acudir las lluvias (quantos), compás desmesuradamente abierto, hasta alcanzar
en el ejercicio de un sentido inapresable, pero coexistente, un sentido extremadamente
extraído para las asociaciones de verbo, de situación, de relación, de intercomunicación,
entre las asociaciones dilatadas regidas por un sentido, y un sentido que actúa sobre un
contrapunto preciso, monstruoso, sencillo, repetible. (Lezama, 1948, p. 65-66).
La sencillez del sentido, pero a la vez su monstruosidad, admite la imaginación de una

escritura que gira entre lo hostil y lo apacible. Es posible presentar una analogía entre

Lezama y Maurice Blanchot, en relación con el concepto de lo Neutro, cuando este último

en 1973 dice:

Lo Neutro permite yuxtaponer una afirmación y una serie no definida de negaciones; no


las junta por medio de una inversión dialéctica; ésta es, incluso, una de las particularidades
de su aportación; la afirmación, según la cual lo que está en juego no es ni lo uno ni lo
otro. (Blanchot, 1973, p. 105).
Para Blanchot, lo Neutro, implica una paradoja, puesto que, el concepto implica una

totalidad, y a la vez una vacuidad que, al obedecer al movimiento de lo neutral, carece

6
Esto en relación con las palabras de Deleuze en Diálogos: “Esa es precisamente la buena manera de leer: todos los
contrasentidos son buenos, pero a condición de que no consistan en interpretaciones, sino que conciernan al uso del
libro, que lo multipliquen, que creen una nueva lengua en el interior de su lengua. <<Los libros bellos están escritos
en una especia de lengua extranjera…>>Esa es la definición de estilo”. (Deleuze, 1980, p. 9)
14

de nominación. Por ello, esta categoría puede decirse de muchas y todas las maneras

posibles. En ella está la colectividad, el habla cotidiana y su banalidad, la palabra

imperceptible que fluye; está en la amalgama de la palabrería, en la expresión concreta

y ligera del silencio. Un movimiento constante en donde la palabra escrita coincide con el

murmullo del mundo, no tiene privilegio ni estratificación, y, el otro es un todo que

acontece a partir de su habla indefinida, esto es: su presencia indefinida. La extranjería

de la lengua, soluciona una traducción interminable que camina hacia el encuentro de un

mundo Neutro por lo traducible y a la vez, por lo intraducible.

Leer a Lezama es permitir la neutralidad, y dejar el paso a la ambigüedad, reconocida

por Blanchot, como una de las características esenciales del lenguaje: totalidad del texto

ambigua que, profana incesantemente la claudicación del sentido, y, escribe ya no en la

profundidad de la historia, sino en la liviandad de la Imagen dinámica y mutable. Un

corrosivo texto atraviesa el universo artístico y ontológico en Lezama: No existe

autenticidad de la escritura, de la lectura, del mundo; y, si existe, es posible gracias a la

Imagen, la cual se desploma en la infinitud; la autenticidad es la provocación de lo infinito,

lo posible superpuesto e inaugurado. Así, el advenimiento, el presente, el ayer, y el por-

venir de la lectura, es un deseable peligro, puesto que, representa el adentrarse al

abismo, además de la llegada en la tolerancia por la irrepetible e impronunciable habla

de los otros: entonación sobrenatural de la diferencia, eso que el habla dice: el miedo a

lo diferente.

Leer a Lezama implica, en todo sentido, escribir. Un dibujo silencioso de lo identitario

y la apelación al corte lógico del verbo, encarnan la mirada mientras existe el

desplazamiento sobre/desde la escritura de José Lezama. En el relato de 1936, Fugados,


15

hay un paradigma de la amistad que, sugiere una apología a la compañía, y a la vez, a

la soledad. Armando y Luis deciden huir de clases, para ir a sentir las olas que se

encuentran furiosas; en el camino, Armando abandona la compañía, y las olas recubren

con devoción cercana el desierto húmedo en el que se abandona Luis. La tarde, los

animales y la mar, dejan de ser escena para transfigurarse en personajes móviles. “Sin

embargo, cada palabra de éste era una mirada, hasta casi pensaríamos que hablaba

para encontrar en los ojos de Luis la colmación de sus palabras, más que necesaria

respuesta” (Lezama, 1936, p. 21) Los acontecimientos de Luis son los cuestionamientos

de la lectura, la recepción que transmigra acción, y la plenitud de la vivencia como un

receptáculo roto, recibidor y donador, neutralidad insospechada. “Momentáneamente

había servido, pero les golpeaba un secreto más escurridizo. Las huidas del colegio son

el grito interior de una crisis, de algo que abandonamos, de una piel que ya no nos

disculpa” (Lezama, J., 1936, p. 22). De la mano del despojo, Fugados, antecede la

lectura, e introduce con torceduras la vida misma, haciendo de lo leíble, lo

elementalmente vivible, como si una micro-tempestad, aglutinara el vientre del libro, y

estallara en islotes en donde eclipsan las letras sobrias. Canaliza el material literario,

como un cuerpo desfigurado, en donde la palabra no solo atraviesa la superficie del

acontecimiento y el lenguaje, sino que, explaya la lengua como un cuerpo ya no

únicamente metafórico, más bien como una corporalidad pronunciada, capaz de

posibilitar la encarnación de la Imagen en el producto verbal; ella intercala su hibridez

dotada de una alter-naturaleza, invertida y multiplicada mientras la promesa del habla

existe como bulla, y a la vez como ocaso de la presencia. “Dar un grito le hubiera costado

partirse un pie o adivinar los últimos cabeceos de las algas o como circula la sangre en

los granates” (Lezama, J., 1936, p. 28). La lectura de Lezama, aprueba el repensar el
16

origen del ser que lee: animal invisible sin celo de su crisis, urgentemente oscuro y

atiborrado del mundo, conceptual, herido en el concepto y fundador de hogar en el fin

que se eterniza. En Oscuridad Vencida, escribe refiriéndose a varias tareas de los

lectores, como el recurrir a Bergson, San Agustín, el Bhagavad Gita, o la simbólica tabla

del tarot: “Si un lector apresurado de nuestros días, no quiere demorarse dignamente en

esas pruebas, que no son muchas, pero sí tal vez imprescindibles, puede dedicarse

entonces a las excrecencias y arcádicos disfrutes de la inocencia o de otros productos

naturales” (Lezama, J., 1958, p. 253). Esto implica una actividad total del lector-escritor,

escritor-lector, y así mismo, una disciplinada destitución del orden tanto moral como

lógico del –si se quiere– acceso iniciático al universo literario.

En esta escena, Lezama inviste una apertura diferenciadora capaz de apreciar el

canon pero también de hipertrofiarlo, al extremo de reinventarlo, proponiendo no solo

diferentes estéticas de la escritura, sino existencias y estéticas de la lectura. Y la lectura

reclama su presencia en el mundo como ética transvalorativa, fenómeno que resuena

atravesado de heteroglosia, insistente tanto en la dilapidación, como en la reunión de un

centro único que eclosiona la Imagen, uno primordial. Arnaldo Cruz, investigador de

Lezama, reniega en cierta parte de este proceso, pero se adhiere con una propuesta que

fundamenta el carácter unívoco de la esta escritura:

La fuga, el descentramiento, la proliferación, son estos aspectos bajo los cuales la crítica
ha examinado la fragmentación en la obra lezamiana. Pero gran parte de la crítica ha
concebido esta fragmentación como un primer nivel de comprensión de los textos; nivel
que constituirá, según las distinciones de Emir Rodriguez Monegal, “La visión dispersa del
lector ingenuo”, a diferencia de “la visión centrada del crítico”. (Cruz-Malavé, 1994, p. 1)
Esta centralidad que dispone de una fragmentación que la contiene, hace gala de un

núcleo, que lleva a plantear básicamente, por una parte, el rezago de la lectura común,
17

lineal, teórica; y por otra, el receptáculo de la diseminación. En la conjunción trenzada de

tales parentescos, la lectura emerge como una presunción abisal, con total conocimiento

del suelo que la sostiene, pero en plena conciencia del vacío infinito que la habita. Leer

viene siendo una (pro)vocación de la médula infecunda, llamamientos del grito pausado,

insano e irresoluto. Si aparece la borradura que va denominándose lectura, se presencia

una calma polifónica sin adiestramientos, una sola se desploma y, en una letra, lo

imposible. Esta Imagen de una extirpación centrada, o de un desmembramiento que

piensa desde un posible y permanente núcleo, tampoco se extrapola a la concepción de

un motor inmóvil Aristotélico, pues en sí, no es el causante de la dispersión de la Imagen.

“Sostener” no es “originar”, sino una entidad que atraviesa las fracciones y las coagula

en un todo paradójico.

En este sentido, en 1978, se publica la obra póstuma “Fragmentos a su Imán”, en

dónde es visible la enunciación de una manera menos metafórica, y se da la realización

de la palabra en una cohesión que se despoja del barroco en su extensión fenoménica,

pues, lo esconde tras la levedad de un Lezana-cubano/Lezama-cotidiano que juega a la

pluri-distancia y, arriesga el eco de lo hermético, arrancándole únicamente el latido. En

el texto “La mujer y la Casa”, Lezama, adopta una lengua que encarna la distorsión a

través de una palabra sin fisuras, deviniendo la coronación del todo, en el regalo de una

exactitud extrema que se burla de lo sacro. Uno de sus fragmentos más cargados de esta

desbordante discreción es:

“Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa con una medida sin desperdicios.
[…]
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
18

con los colores del fuego


y las espumas del puchero.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea”.
(Lezama, J., 1971)

La poeta y ensayista mexicana Eva Castañeda (2011), califica este poema como “ser

transparente en su significado” (p. 1), cuando parece celebrar la insólita sencillez, la

complejidad de lo neutro, y entre otras -en las que también pone como debate este

asunto- elogiar la escena de la humanidad en Lezama: Un espíritu de identidades

conscientemente en extravío, pero también, conscientemente imantadas7.

Por otra parte, leer la identidad americana sucede en cuanto esta identidad transgrede

la pluralidad del nombre y los espacios que la homogeneizan; tales espacios como la

institución o la nación son más que un espejo roto, una zigzag del mestizaje y, un clima

con el murmullo de todos los colores.

El lugar común en la lectura de la obra lezamiana es asociar espacio gnóstico y mestizaje;


pero esto, tal vez, ocurre por una apresurada necesidad de “egiptizar” la identidad del
continente en una manera barroca…
…A condición de que esa mezcla no sea congelada en ninguno de los conceptos típicos
de la reflexión identitaria de lo latinoamericano, a saber, mestizaje, sincretismo o
transculturación. (Labriola,, 2015, p. 25).

Con “egiptización” se entiende la prolongación de una de las formas de la quietud

identitaria, en extremo diferente a la imantación. El caos que deviene de la lectura de

Lezama, procura una apertura más allá de la homogeneización sobre lo que se conoce

7
A propósito, entre los significados de la palabra imán, algunos de los más atractivos cuentan: “Gracia que atrae la
Voluntad” (Disponible en RAE: http://dle.rae.es/?id=L0MLYHi|L0MvbBn), etimología del francés aimant, derivada
del latin adamas, adamantis, que traduce “metal duro, diamante” (Disponible en:
http://etimologias.dechile.net/?ima.n). Pareciera abrir el margen semántico, a la alternativa de una palabra que
explore el afuera, siempre a través de su poder como una Imagen-diamante, que atrae la naturaleza, re-imaginando,
o re-imantando la voluntad de la lectura y la escritura, no desde el encierro, sino desde la totalidad de lo infinito y la
posibilidad. El Dr. Mario Erazo Belalcázar (2016) apunta: Di: amante.
19

como identidad, sin caer de nuevo, en una dinámica centralista del poder lector y el

supuesto movimiento de su mixtura, como la lectura que se siente sincrética o mestiza.

Leer a José Lezama Lima es habitar una pausa eterna, donde el movimiento silencioso,

permite la sensación de una lectura que no avanza, pero que, se desterritorializa en todo

momento, como la identidad.

3. ( ) LEZAMA (,) LIMA (EL) SILENCIO

Es necesario acceder a la escrilectura (Corazza, S., 2009) de Lezama, soportar

ilegiblemente la pesadez del sentido que se escapa siendo ceniza y fuego. La mirada y

el pulso son uno solo. Se ve y se escribe, aproximación ni de lo uno ni de lo otro perfecto

y, a su vez, la totalidad. De lo dicho hay un silencio que embiste la palabra, ese mismo

que rebota la imagen. Excesivo es el signo, lo cursivo, lo intermedio del paréntesis, lo

sintáctico del ocaso; un paralelo sin restituciones. Por último, es venturoso hablar de un

Lezama que nos regala el vuelco-vuelo de la experimentación de la escucha, del

atragantamiento a vida del silencio, quién dará el engaste místico diario de la escritura

para reinventarla ahora en el siempre.

Sin duda, es natural el habla de un Lezama Educador.


20

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Bejel, E. (1994). José Lezama Lima, Poeta de la Imagen. Madrid: Juerga y Fierro Editores.
Disponible en: https://books.google.com.co/books?isbn=8488564023

Blanchot, M. (1994). El paso (no) más allá. Barcelona: Paidós. Disponible en:
http://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/restos/paso-no-mas%20alla.pdf

Bueno, S. (2015). José Lezama Lima entre mis recuerdos. Cuba: Revista de la Biblioteca
Nacional de Cuba José Martí. Disponible en: http://revistas.bnjm.cu/index.php/revista-
bncjm/article/download/2226/2069

Castañeda, E. (2011). Fragmentos a su Imán: La mirada Mínima. México: Circulo de Poesía,


revista electrónica de Literatura. Disponible en: http://circulodepoesia.com/2011/04/galeria-de-
ensayo-mexicano-fragmentos-a-su-iman-la-mirada-minima-de-eva-castaneda/

Corazza, S. (2009). Para pesquisar um currículo-nômade: múltiplos nomes em 51 fragmentos


y XXV critérios de avaliação. Conferencia Especialización en pedagogía de la creatividad,
Facultad de Artes. Universidad de Nariño, San Juan de Pasto: Versión Gonzalo Jiménez
Mahecha. 36 p. (Material en CD-Rom).

Cruz-Malavé, Arnaldo. (1994). El primitivo implorante: el "sistema poético del mundo" de


José Lezama Lima. Amsterdam: Editions Rodopi B.V. Disponible en:
https://scholar.google.es/citations?view_op=view_citation&continue=/scholar%3Fhl%3Des%26a
s_sdt%3D0,5%26scilib%3D1&citilm=1&citation_for_view=KE0LvV8AAAAJ:0EnyYjriUFMC&hl=e
s&oi=p

Deleuze, G., Parnet, C., & Cadalso, J. (1980). Diálogos (2da ed 1997). Pre-textos. Valencia:
PRE-TEXTOS.

Derrida, J. (1971). De la Gramatología. México: Siglo Veintiuno Editores, sa de cv. 1era ed:
1986. Disponible en: https://filosinsentido.files.wordpress.com/2013/06/132753226-derrida-de-la-
gramatologia.pdf

Eraso, M. (2016). Seminario: Literatura y Didácticas. Apuntes de clase, 16 de abril 2016. San
Juan de Pasto: Universidad de Nariño, Maestría en didáctica de la lengua y la literatura españolas.

Gonzales Echevarría, R. (2015). Heberto Padilla, Poeta Cubano. Disponible en:


http://global.britannica.com/biography/Heberto-Padilla
21

Labriola, R. (2015). La carta robada de Lezama Lima: Utopía, Literatura y Política Intelectual.
Revista Poligramas. Cali: Universidad del Valle. Disponible en:
http://rciencias.univalle.edu.co/index.php/RevistaPoligramas/article/view/3596/3501

Larrosa, J. (1996). La experiencia de la lectura. Estudios sobre lectura y formación. Barcelona:


Laertres S.A. Ediciones.
Lezama Lima, J. (1970). ESFERAIMAGEN, Sierpe de Don Luis de Góngora, Las imágenes
Posibles. Barcelona: Tusquets Editores.
______________(1971). Fragmentos a su Imán. La mujer y la casa. (Ed. 1° 1978). Disponible en:
http://www.ivoox.com/mujer-casa-jose-lezama-audios-mp3_rf_1196156_1.html
_____________ (1976). Relatos (3ra ed 1988). Bogotá: Alianza Editorial Colombiana.
_____________. (1981). Imagen y Posibilidad, La Habana: Editorial Letras Cubanas. Selección,
prólogo y notas de Ciro Bianchi Ross
_____________. (1988). Homenaje a Lezama Lima. Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba
José Martí.
_____________. (2000). La Posibilidad Infinita, Archivo de José Lezama Lima. Madrid: Editorial
Verbum.
_____________. (2007). Confluencias: Ensayo sobre poesía. Madrid: Editorial Dilema. Disponible
en:
https://books.google.com.co/books/about/Confluencias.html?id=ypILAQAAMAAJ&redir_esc=y

Salgado, C. (2004). “Fantasticidad y Sobrenaturaleza”, Confluencias de Lezama y Borges en


la escena de Pascal. Revista Orígenes. Disponible en: http://pterodactilo.com/tres/Salgado.pdf

Valdés Zamora, A. (2011). La Biografía Posible de José Lezama Lima. Disponible en:
http://america.revues.org/288

Yurkievich, S. (2002). La expresión americana o la fábula autóctona. En: Revista


Iberoamericana, Vol. LXVIII, Núm. 200. pp. 815-821

Revista de la Biblioteca Nacional José Martí / Número especial dedicado a José Lezama Lima
(textos inéditos); La Habana, año 79, nro. 2, mayo-agosto de 1988, p.91

También podría gustarte