Está en la página 1de 10
Claudia Schaefer jLa liberacién de la prosa?: erotismo y discurso ex-céntrico en las créni- cas de Enrique Gémez Carrillo* Rubén Dario (1867-1916) y Enrique Gémez Carrillo (1873-1927), dos de las figuras mas destacadas de la época modernista,! marcan importantes pautas en el desarrollo de la literatura hispanoamericana y europea moderna, Aun- que Dario ha recibido mas atencién por la critica, tan innovador —que no renovador por implicar la connotacién de volver a resucitar o restaurar una tradicién antigua o preservar un ‘siglo de oro’ anterior— propone ser aquél en el género de la poesia como éste en el terreno de la prosa. Frente al modelo narrativo de cardcter “enfitico", “fatigoso",? “arcaizante” y “anti- cuado”,8 Gémez Carrillo es observador y cronista de viajes exdticos (tanto en la geografia como en la imaginacién) y de la vida bohemia, sobre todo la de Paris. No es ni inventor ni creador de la crénica; sin embargo, le corresponde convertirla en herramienta de expresién de la “voluptuosidad” —la de la prosa y la del cuerpo— como un fin en si dentro de una etapa critica en el desarrollo de los pueblos hispanoamericanos. Guatemalteco por nacimiento, parisino por adopcién, Gémez Carrillo es- cribe sus crénicas o “siluetas” bajo la influencia de las multiples corrientes estéticas que se encontraban y discutian en Europa en aquel entonces. (Lily Litvak, por ejemplo, considera falsa la dicotomia establecida de antemano por algunos criticos entre el modernismo y el noventayochismo en Espajfia, * Ponencia presentada en el Congreso de Literatura Modernista (Xalapa, Ver., México: Centro de Investigaciones Ling(istico-Literarias de la Universidad Veracruzana), 20, 21 y 22 de julio de 1988. 1 Parece valida y wtil para esta discusién la opinién de Enrique Dier-Canedo que “EL Modernismo es mds que una escuela: es una época”. (De Juan Ramén Jiménez en su obra, México, El Colegio de México, 1944, citado en Alfonso Enrique Barrientos, Enrique Gomez Carrillo, Guatemala, Editorial “José de Pineda Ibarra”, 1978, p. 155). 2 Ermilo Abreu Gémez (ed.), Enrique Gémez Carrillo: Whitrnan y otras crdnicas, Mé- xico, Unién Panamericana, 1950, Introduccién, p. 18. 8 Barrientos, p. 157. 68 Claudia Schaefer subrayando con Juan Ramén Jiménez cierta “actitud” hacia el paisaje que los dos tienen en comin, sobre todo en el caso de Valle-Inclan.)* En parte 41 busca volcar la estructura de normas sociales que apoya la sensibilidad burguesa de la época, y en parte propone una liberacién estética de los ins- tintos erdticos reprimidos, que segin él, son naturales en el ser humano y marcan un espacio donde puede ocurrir la reunificacién de la naturaleza y el hombre alienado de ella por la sociedad industrializada. En cuanto a este rasgo de su proyecto “provocador”, es necesario aclarar que el enfren- tamiento y la expresién del Eros se desarrollaria dentro del marco bien delimitado de un sistema burgués internacional (sin el enfoque nacionalista anterior) caracterizado por los ideales del matrimonio y la familia y en el cual "[se] divide el amor en partes excluyentes, la procreacién o el placer sexual”. Como discute Herbert Marcuse en su libro sobre Eros y civiliza- cidn, dentro de la sociedad industrializada el placer y su expresién se sacri- fican por el valor de la productividad socio-econdémica; sélo en la fantasia se re-conectan lo que se permite y lo que se desea. De acuerdo con el comentario de Ramén Luis Acevedo sobre las varias manifestaciones del modernismo, “[el] erotismo es propio de este tipo de relato [modernista] ¢ implica una actitud antiburguesa, sobre todo si lo con- sideramos como juego, pérdida, desperdicio, placer”.7 Es decir, si no hay una base productiva en les relaciones fisicas, éstas no caben dentro del esquema de lo socialmente aceptable por no “contribuir” a la comunidad social, por sdélo ser un fin y no un medio. Seguin Acevedo, Gémez Carrillo “considera el acto sexual y el erotismo en general como algo natural y, por lo tanto, moral"’,* el mismo autor lo confirma en su crénica “Notas sobre las enfer- medades de la sensacién, desde el punto de vista de la literatura” al escribir que sélo “[el] amor-pasién [...] ha inspirado las mds bellas paginas de la literatura contempordnea".® (Su andlisis va en contra de la “sexologia” —la 4 Clr. Lily Litvak (ed.), El modernismo, Madrid, Taurus, 1981, segunda edicién, nota preliminar, pp. 1-12. Esti de acuerdo Abreu Gémer; cfr., la pigina 14 donde habla de los temas modernistas “colindantes con los de la generacién del "98". 8 Lily Litvak, Erotismo fin de siglo, Barcelona, Antoni Bosch, 1979, Introduccién, p. 1. Marcuse opina que en la época moderna del capitalismo “one of the most strictly pro- tected values of modern culture [...] (is) that of productivity” [uno de los valores mas prote- gidos de la cultura moderna [...] (es) el de la productividad), (De Eros and Civilization: A Philosophical Inquiry into Freud, Boston, Beacon Press, 1974, p. 155). Hay versién espa- flola de Editorial Joaquin Mortiz, 1976. La traduccién es mia. T En La novela centroamericana: Desde el Popol-Vuh hasta los umbrales de la novela actual, Rio Piedras, Puerto Rico; Editorial Universitaria, 1982, Pp. 138. El énfasis es mio. # Acevedo, p. 137. ® De Gémez Carrillo, Primeros estudios cosmopolitas, Obras Completas, tomo XI, Madrid, Editorial “Mundo Latino”, 1920, p. 86. gla liberacion de la prosa? 69 ciencia del amor— que tiene su origen en aquellos aiios).!° Cuando desapa- rece este componente y se le sustituye el “amor sano”, © sea el sentimiento de la perpetuacion de la especie, es cuando Gémez Carrillo juzga que ha desaparecido el amor (en esta forma es mis bien amistad 0 cariiio, segtin él) y se pierde interés en el texto por no tener lo que él lama “el atractivo de la inmoralidad”.1? Por consiguiente, su declarada base de oposicién contra la solemnidad 0 productividad (zreproductividad?) del cuerpo social 0, como dice Severo Sar- duy, la “transgresién de lo util",!? responde a los cddigos de “decencia” y “moralidad” impuestos generalmente en el siglo xix y a principios del si- glo xx en un ambiente de creciente incorporacién a la produccién capita- lista y a la ética liberal. Lo vulgar, lo obsceno y lo indecente se restringen y se encierran en la sociedad burguesa; hay una subyugacidn de lo erdtico aun a nivel lingiifstico. En el caso de Gémez Carrillo este hecho parece inci- tarle a hacer un discurso “ilicito”, atrevido, del tipo que describe Michel Foucault en su libro The History of Sexuality [La historia de la sexualidad). Comenta Foucault: “If sex is repressed, that is, condemned to prohibition, non existence and silence, then the mere fact that one is speaking about it has the appearance of a deliberate transgression. A person who holds forth in such language places himself to a certain extent outside the reach of power; he upsets established law; he somehow anticipates the coming free- dom”.48 [Si se reprime el sexo, eso es, condenarlo a la prohibicidn, la inexis- tencia y el silencio, entonces el mero hecho de que uno hable de él da la apariencia de una transgresién deliberada, Una persona que se expresa con tal lenguaje se coloca hasta cierto punto fuera de los alcances del poder; derrumba la ley establecida; de alguna manera anticipa la liberacién por venir]. Se puede concluir, entonces, que Gémez Carrillo quiere crear un desafio social en su transformacién del deseo privado (el goce, el placer reprimido) en discurso publico sin proponer la incorporacién de tal deseo erético (em forma diluida) en la zona de lo “aceptable". Las alternativas 10 Octavio Paz expresa la reaccién modernista a Krafft-Ebing (Psychopathia Sexualis, 1886) y los demas cientificos de la época en estos términos: “El modernismo fue 1a respuesta al positivismo, la critica de la sensualidad y el coraz6n [...] al empirismo y el cientificis: mo positivista”, (“Traduccién y metafora", de Los hijos del limo, en Litvak (ed). El mo. dernismo, p. 105.) Cuando los avances cientificos y tecnoldgicos parecen dejar un hucco en la vida humana por competir con las creencias tradicionales o destruirlas, los individuos buscan alternativas a este sentimiento de alienacién. 11 Gémez Carrillo, “Notas...”, p. 84. 12 Severo Sarduy, “El barroco y el neobarroco”, en América Latina en su literatura (ed.) César Fernindez Moreno, México, Siglo XXI, 1972, p. 182. 18 Michel Foucault, The History of Sexuality, Volume 1 (An introduction}, New York, Pantheon, 1978, p. 6. La traduccién ¢s mia.

También podría gustarte