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RECUPERAR LA ESPIRITUALIDAD DE JESÚS

José A. Pagola

INDICE
1. Espiritualidad enraizada en la pasión profética

• Presencia alternativa
• Indignación profética
• Apertura a la esperanza

2. Espiritualidad centrada en el reino de Dios

• Buscar el reino de Dios y su justicia


• Los caminos del reino de Dios
• La oración del buscador del reino de Dios

3. Espiritualidad al servicio de una vida más humana

• La pasión por el Dios, amigo de la vida


• En dirección a los pobres
• Luchando contra los ídolos que dan muerte

4. Espiritualidad alentada por la compasión

• La compasión como principio de actuación


• La mirada compasiva
• Gestos de bondad

5. Espiritualidad sanadora

• Curar la vida
• Ofrecimiento de salud integral
• Impulsar un proceso de curación social

6. A modo de conclusión

Bérriz, 26 de noviembre, 2011

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RECUPERAR LA ESPIRITUALIDAD DE JESÚS
José A. Pagola

INTRODUCCIÓN

Vamos a hablar de algo fundamental, de la importancia de


“Recuperar la Espiritualidad de Jesús”. Quizá necesitemos toda la vida
para ello. Pero vamos a intentar escuchar y aplicar lo general que
hablamos a lo que cada uno vivimos.
Empezamos haciendo algunas consideraciones.

• “Espiritualidad” es una palabra poco afortunada, no tiene buena


prensa. Para mucha gente suena a poco práctico, alejado de la vida
real, inútil, no interesa mucho… Porque lo que nos interesa a todos es
lo concreto, lo práctico, lo material y no lo espiritual.
• Y, sin embargo, en esta misma sociedad “el espíritu” de una persona
es lo que más valoramos porque es lo mejor de ella misma: deseos,
pasión que le anima, lo que va contagiando…
• La Espiritualidad en el sentido amplio significa “vivir con Espíritu”,
dicho en general, vivir no automáticamente, ni programado desde
fuera. Nos damos cuenta de que se puede vivir con “espíritu
franciscano” y se puede con “espíritu capitalista” que nos lleva a
acumular, acaparar.
• Se habla de distintas escuelas de Espiritualidad: luterana, calvinista,
católica…Y dentro de la Católica, hablamos de espiritualidad monástica,
familiar, laical,… Y hablamos naturalmente de espiritualidad Ignaciana,
Benedictina… Este es un tema muy complejo…
• Si queremos volver a Jesús como el único Señor, único Salvador,
tenemos que recuperar su Espíritu que significa vivir impregnados,
motivados por el Espíritu de Jesús. Hablo desde la convicción de que no
hay nada más urgente, en la Iglesia de hoy, que volver a Jesús, para
centrar nuestra espiritualidad en Jesús y su proyecto, para centrar
nuestra fe con más verdad y fidelidad en Jesús.

En la Iglesia Católica, vivimos una “mediocridad espiritual”. Nos


falta vigor espiritual para desencadenar una verdadera conversión a
Jesús. Después de 20 siglos de Cristianismo, el corazón de la Iglesia
necesita conversión, purificación, y esto es volver a dejarnos inspirar por
el Espíritu de Jesús.

En un tiempo de cambio socio-cultural sin precedentes, necesitamos


una vuelta, una conversión convencida y apasionada a Jesús, dentro de la
misma Iglesia.

Si en las próximas décadas no se da esta conversión humilde,


radical gozosa y cambiar el clima general de la Iglesia, veremos cómo
nuestro cristianismo se puede ir diluyendo en formas decadentes y
sectarias, alejadas del movimiento querido por Jesús.

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Jesús puede ser en este tiempo apasionante, fuente y camino humilde de


una espiritualidad sana, liberadora, creativa, atractiva y generadora de
esperanza. Nada va a atraer más en la Iglesia que los testigos que sean
capaces de vivir con el espíritu de Jesús.

No pretendo elaborar algo sistemático, de todo lo que se podría


decir de la espiritualidad de Jesús, sólo pretendo sembrar aquí la
inquietud por Jesús, encender en nosotros ese “fuego” del que se habla
poco… que es lo quería Jesús: “he venido a prender fuego en el mundo”…
Podemos celebrar la navidad sin intuir este fuego… y “ojalá estuviera
ardiendo” (Lc. 12,49).

El evangelio apócrifo de Tomas pone en boca de Jesús lo siguiente:


“El que está cerca de mí, está cerca del fuego, el que está lejos de mí,
está lejos del Reino”.

Vamos a ir viendo distintos rasgos de esta Espiritualidad de Jesús.

1. ESPIRITUALIDAD ENRAIZADA EN LA PASIÓN PROFÉTICA

La espiritualidad de Jesús está enraizada en la experiencia de los


profetas de Israel. Jesús no es un sacerdote del Templo. Dios no se ha
encarnado en un hombre ocupado en la Religión, ni en un maestro de la
Ley preocupado por la moral. Dios no se ha encarnado en un moralista
preocupado por la ley… En los dos años y algo más que predicó Jesús en
su pueblo, no escribió nada, hablaba palabras de fuego, pero decían que
en Galilea se hablaba de “un profeta grande” que había surgido entre
ellos. No forma parte de la estructura política, tampoco de la religiosa. No
ha sido nombrado por ninguna autoridad, ni ungido por nadie. Su vida
está marcada, al igual que la de los profetas, por el Espíritu de Dios.

Tres rasgos de su espiritualidad profética, que es el marco.

• Presencia alternativa

En medio de una sociedad injusta, donde los poderosos no tienen


conciencia de estar arrebatando el pan a los pobres, los
privilegiados buscan su bienestar acallando el sufrimiento de los que
lloran, sus voces… Ahí aparece el profeta, surge una forma
alternativa de entender y vivir desde la verdad y la compasión de
Dios y los deseos de justicia de Dios. Empieza a vivir desde otro
lugar del que vive la sociedad.
Cuando la religión se acomoda a la injusticia, los intereses religiosos
no son los de Dios…. Cuando la crítica no es posible desde el Templo
porque el Dios de los pobres ha sido sustituido por el Dios del orden
y la Ley… aparece el profeta con su manera de leer la realidad desde
Dios.

Para captar la presencia profética de Jesús nos situamos en su


contexto, en el de la indiferencia de Galilea (un rasgo que también
vivimos en nuestra realidad social). Jesús en medio de esa sociedad

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indiferente grita: “las cosas no son como las quiere Dios”, aquí no
reina la justicia de Dios. Esto lo tiene profundamente interiorizado.
Capta que los herodianos abusan, los romanos oprimen. Jesús no
tiene papeles. Los galileos están sometidos a Roma.
Los dirigentes del Templo se han desentendido, se preocupan de
cumplir con el sábado y cobrar los diezmos. Las cosas no son como
las quiere Dios…

• Indignación profética

La indignación no es una moda de ahora. Un rasgo de esta


actitud profética es la indignación. El problema de los indignados es
la paciencia, no es fácil mantener la indignación. Es una reacción
ante los abusos que afligen a los inocentes. Expresa rabia por las
víctimas, saca a la luz muchas cosas.

Sacude la indiferencia, saca a la sociedad del autoengaño. La


Buena Nueva la está gritando un hombre indignado. Esta indignación
es necesaria para no apagar la confianza en la vida y la esperanza
en Dios… Puede ser dolorosa, Jesús hizo sufrir, duele pero no es
para destruir, porque saca las heridas… pero su objetivo es iniciar la
curación. Cuando se calla la voz del Bautista, surge el silencio… Ahí
sale Jesús gritando: “El sufrimiento de los inocentes debe ser
tomado en serio”, Jesús por los caminos de Galilea. Es el grito
indignado… Es otro aspecto que tenía interiorizado…
Como marco, recordamos dos gritos:

¾ “los jefes de las naciones (romanos) las dominan como señores


absolutos y los grandes las oprimen con su poder, no debe ser
así entre vosotros”.
El único Señor es Dios y está en contra del poder opresor. (Mc
20, 25-26)
¾ “en la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y
fariseos, atan cargas pesadas, las echan encima de los
demás…(Mt 23,24)

Jesús reacciona ante una sociedad insuficientemente indignada.


También nosotros vivimos en una sociedad aletargada, muy poco
indignada.

• Apertura a la esperanza

Cuando la sociedad no permite cambios, cuando no se sabe por


dónde puede venir un verdadero cambio, una esperanza sobre todo
para los pobres, aparece el profeta. Es un luchador contra la
indiferencia y el escepticismo. Critica el orden establecido pero pone
esperanza. Porque recuerda que el dueño del futuro es Dios, sólo
Dios. La indignación de Jesús se convierte en imaginación creativa y
en gestos de bondad. Da gestos de aliento porque cree en un Dios
Amigo de la Vida.

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La esperanza de Jesús se enmarca en un ámbito en el que los


romanos ponen la paz de la tierra y creen que es la paz plena y
definitiva.

La religión del Templo defiende la ley de Moisés que es


inmutable y eterna.

Mientras tanto Jesús va por los camino de Galilea contempla a


la gente excluida del imperio y olvidada por el Templo para la que
no hay esperanza. Se puede cambiar algo…pero no hay un cambio
decisivo para los pobres. El mundo no se hace más humano. Jesús
vive en este mundo cerrado…

¿No sentimos nosotros mismos algo de esto? ¿Quién puede poner


un poco de luz en la política mundial, religiosa… en la nuestra?
Jesús rompe ese mundo anunciando la irrupción del Reino de Dios.
Esa situación que parece no tener salida es falsa, también hoy… Lo
que no admite crítica ni interpelación, no responde a la verdad del
Padre. Es posible abrir un camino nuevo al Reino de Dios y su
justicia. Una situación sin esperanza es falsa. Porque el mundo
querido por el Padre va más allá de lo establecido por la Ley y el
derecho romano.

Desde este espíritu de un profeta que vive indignado, con


convicción, Jesús grita: “quienes se humillen serán enaltecidos”;
“las prostitutas y los publicanos precederán a los escribas en el
Reino…” “será grande quien sirve”…
Jesús es portador de una fuerza espiritual desconocida, Jesús es
único, tiene una fuerza incomparable. Es lo mejor que tenemos en
las Iglesias Cristianas. Es el único Señor que nos puede salvar en
estos momentos.

2. ESPIRITUALIDAD CENTRADA EN EL REINO DE DIOS

Jesús sorprende a todos cuando declara: “ya está aquí Dios”,


tratando de reinar con su justicia. Mc: “proclamaba la Buena Noticia de
Dios”, tenía la capacidad de presentar a Dios como algo nuevo y bueno. Si
no nos acercamos a Jesús, no podremos hacer lo mismo.

Jesús decía: “El tiempo se ha cumplido: el Reino está cerca”…


“Cambiad y creed en la Buena Noticia”… Dios no quiere dejarnos solos
ante nuestros desafíos, sufrimientos y problemas. Quiere construir una
vida más humana, con nosotros y junto a nosotros. Cambiad y creed en
este Dios.

El credo de Jesús es: creed en Dios, como una presencia buena, que
trata de entrar en nuestra vida, para hacerla más humana. Esta es su
experiencia de Dios. Esto es decisivo para cambiar y ser cristianos, para
vivirle a Dios como le vivía Jesús.

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Jesús recoge las aspiraciones más hondas de Israel, que están en el


corazón de todos los pueblos. Ese proyecto de Dios es el principio
estructurante de su vida profética.

• Buscar el Reino de Dios y su justicia

El centro de la espiritualidad de Jesús lo ocupa el Reino de Dios.


No separa Dios y la realidad del mundo. No le contempla a Dios en
su misterio trascendente ajeno a lo humano. Es una presencia buena
que quiere abrirse camino para hacer una vida más llevadera,
humana, sana… Ese es el horizonte de la espiritualidad de Jesús.
Dios se trata de abrir caminos para humanizar, especialmente la
vida de los más pobres.

Leemos el Evangelio… pero no acabamos de entender los


textos. Jesús no invita a buscar a Dios en general, sino a buscar el
Reino de Dios y justicia (Mt. 6,33.) Esto es lo esencial, lo demás es
añadidura. Buscar a Dios es toda la espiritualidad pero se puede
entender de muchas maneras. A veces se ha entendido como
caminos de auto perfección, santidad… Pero Jesús no lo vivió así ni
invita a vivir así. Para Jesús, la conversión significa “entrar en el
Reino de Dios”.

• Los caminos de ese Reino de Dios

Lo que ha traído Jesús es más que una religión. Por eso Jesús no
es propiedad de los cristianos, sino de la humanidad.
Acoger el Reino va más allá de acoger las creencias y ritos de una
religión, es vivir una nueva experiencia de Dios que sitúa toda la
vida humana y la construcción del mundo de otra manera. Tenemos
que aprender a captar la presencia humanizadora de Dios desde la
experiencia de una vida más sana, liberadora… según los deseos del
Padre.

Un error que debemos corregir: pedir signos… Jesús curaba pero


no convencía mucho, la gente pedía “signos espectaculares” (Lc. 12,
27). El Reino de Dios no vendrá de forma espectacular… El
espectáculo no es de Dios (ni la Navidad, ni la Cruz…). La fuerza de
Dios se manifiesta en lo débil no en el poder.

Este es un tiempo de gracia porque somos más débiles y


perdedores. Intuir esto es una suerte. El Reino no vendrá de una
forma espectacular.Todos discutían cómo vendría el Reino, dónde
estaba, y lo seguimos haciendo.

Jesús nos dirá: “El Reino está dentro de vosotros”… con el riesgo
de reducir todo el proyecto de Dios a algo que sucede en el interior
de cada persona… Pero Jesús habla de más cosas… Y de hecho hoy
se traduce como “El Reino está en medio de vosotros”… que puede
ser ideologizado y no descubierto como algo que mueve el interior…

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En realidad, conociendo a Jesús sabemos que a Dios se le


acoge en el corazón, pero se desarrolla en la vida, allí, donde se
vive como Dios quiere.
Jesús pensaba: ¿Cómo sería la vida en el Imperio romano si no
reinara Tiberio sino alguien que hiciera las cosas como Dios
quería…? Alguien que se pareciera a Dios… Por lo tanto, los caminos
del Reino son interiores y sociales…

• La oración del buscador del reino de Dios

Recuperar la espiritualidad de Jesús, pasa por recuperar el


Padre Nuestro. Es la única oración que nos enseñó Jesús, centro
de cualquier espiritualidad cristiana. Nos compromete a meditar,
interiorizar… nos configura interiormente. Nos compromete en la
tarea del Reino, nos introduce en su espiritualidad. Venimos de
lejos y quizá nos toca desaprender porque rezábamos 7
padrenuestros a S. José para alcanzar una buena muerte… No es
una oración, es la oración. Es una oración que nos introduce en la
espiritualidad del Reino de Dios.

Después del Abba! recoge 3 anhelos (deseos que llevaba Jesús


en el corazón) y 4 gritos, lanzados desde las experiencias básicas
de un mundo que necesita que venga…

‐ Abba! Padre Santificado sea tu nombre…que nadie se burle de


ese nombre de padre, violando a tus hijos… que todos te
bendigamos como Padre y vivamos como hermanos.

‐ Que venga tu reino… que no tarde. Que abramos caminos a tu


justicia, paz…, que no reinen los ricos sobre los pobres, la banca y
mercados por encima de los las políticas y el bien de los pueblos…
que los poderosos no abusen de los pobres, que los varones no
dominen…

- Que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo (misterio de


su corazón).Que no encuentre tanta resistencia en nosotros, que
en toda la creación se haga lo que Dios quiere y no lo que buscan
desde la Banca mundial, o los 20 grandes del mundo… Que se
vaya haciendo lo que Dios desea, porque el reino de Dios acogido
es el que nos lleva al reino definitivo

Los cuatro gritos son:

- “Danos el pan”… que no le falte a nadie. No se pide bienestar,


abundancia sino pan para todos, que los hambrientos de la tierra
puedan comer, lo que se pide es el pan. Que los que lloran
puedan reír, que podamos vivir con dignidad. (Cada día mueren
25.000 personas de hambre).

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- Perdónanos” porque necesitamos el perdón de Dios. No sabemos


responder a su deseo de hacer un mundo más humano. Que su
perdón nos vaya transformando.

- “No nos dejes caer en la tentación, esa que nos aleja de tu Reino,
que no nos deja entrar en tu proyecto…

- “Libéranos del mal”, de lo que nos hace daño…

Esta oración repetida despacio, a solas o en comunidad, tiene que


despertar en nosotros la espiritualidad del Espíritu del Reino.

3. ESPIRITUALIDAD AL SERVICIO DE UNA VIDA MÁS HUMANA

La intención del fondo del Proyecto de Dios es hacer una vida más
humana, dichosa, digna… Seguir a Jesús, es dedicarse a hacer la vida más
humana. No hay una tarea más apasionante. Empezar cada día con este
deseo: Que donde yo esté… haga la vida un poco más humana.

• La pasión por el Dios, amigo de la vida

Todos creen en el Dios de Israel. Jesús no discute con nadie


sobre Dios. La diferencia no está en lo que creen de Dios sino en
que los letrados y sacerdotes vinculan a Dios con su religión, con
su sistema religioso… Los escribas, fariseos, los sacerdotes
escuchan a Dios con su sistema religioso, les preocupa el culto,
los diezmos, el sábado… Jesús, vive a Dios con la vida, la gente.
Le pone a Dios mirando a la vida, una vida más dichosa y humana
para todos. No le preocupa la observancia, le preocupa curar la
vida. No quiere asegurar la liturgia, los sacrificios, los ritos de
pureza. Para Jesús, lo primeo es la vida de las personas, no el
culto…

Lo importante es la acogida al pecador, prostituta, publicano…


la reconciliación social, no las ofrendas que se llevan al altar. Esto
es lo grandioso de Jesús. Las religiones pueden estar en crisis,
pero no Jesús. La crisis de las religiones cristianas llevará a que
emerja Jesús con más fuerza.

Jesús tenía una costumbre, al despedir a la gente, decía: “vete


en paz” (Shalom) es decir que “te deseo todo lo bueno”… hoy
diríamos: “vete y vive a tope”. Lo opuesto a las desdichas,
abusos, sufrimientos… Cuando Dios se encarna lo que le preocupa
es la vida de las personas.

• En dirección a los pobres

Los pobres son los primeros que tienen que experimentar esa
vida liberada, digna. En esa dirección hacia los últimos, el Espíritu
le urge a Jesús. Así lo recoge el evangelio de Lucas. (Lc 4, 16-22).

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Se habla de los pobres, cautivos, ciegos, oprimidos…. Estos son la


primera preocupación espiritual de Jesús, son los que lleva más
dentro de su corazón de profeta.

El Espíritu, no habla del derecho, bienestar, progreso… Ese


Espíritu, le llevó a Jesús a situarse desde abajo, para rehacer la
vida deshecha de tanta gente.
“Espiritual” para Jesús, implica estar cerca de los últimos.

• Luchando contra los ídolos que dan muerte

El Dios de Jesús está contra el mal, sufrimiento, muerte.


Jesús vive a Dios como una presencia buena que bendice la vida y
nos lleva a luchar contra todo lo que hace daño.

Jesús no favorece el mal, el sufrimiento… Hay una


espiritualidad que vive el mal, la enfermedad…de una forma que
no ayuda. Ante el problema del mal que no tiene solución, le
preguntamos a Dios… Y la teología ha ido respondiendo… Dice que
es un castigo que Dios manda, una purificación o un regalo para
que sea más santo… Sin entrar en el problema del mal, abramos
nuestra imaginación… ¿Cómo vamos a creer en un Dios así? Cómo
podemos creer en un Dios que manda la enfermedad, el
sufrimiento… para crecer, santificarnos… Cómo puede estar ahí
Dios…? Dios está junto a quienes sufren… Otra cosa es
preguntarme cómo soy más humana en medio de estas
situaciones…

Toni de Mello decía: “Digamos de Dios lo que queremos pero


no lo hagamos menos humano que nosotros”. Jesús grita contra
dos ídolos que deshumanizan. El dinero y poder porque exigen
víctimas…Jesús grita:

- No le deis al César lo que es de Dios. A Dios lo que es de Dios:


los pobres, porque de ellos es el Reino.
- No podéis servir a Dios y al dinero. No se puede acumular
bienestar

La crisis es el signo por excelencia. Dios nos dice: no se puede


vivir de cualquier manera. Tenemos demasiado para vivir bien…
Quizá esta crisis nos vaya haciendo más humanos.

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4. ESPIRITUALIDAD ALENTADA POR LA COMPASIÓN

• La compasión como principio de actuación

La compasión es el principio dinamizador de Jesús, es su


principio de actuación. Es el rasgo que más se está recuperando y
redescubriendo actualmente. La compasión nace de una manera de
mirar la vida. Un modo de mirar, que se convierte en gestos de
bondad. Jesús no puede cambiar las raíces pero pone unas bases
de transformación…
Jesús capta a Dios como bondad, compasión… Un Dios al que no le
define la ley, sino sus entrañas de madre. La compasión es el
modo de ser de Dios. Es lo que Jesús comunica en sus parábolas,
las más significativas de su mensaje.

En la parábola del “Padre bueno”, vemos cómo se sitúa ante


el hijo que le da por muerto y le pide la herencia. Espera su
vuelta, le ve de lejos…. Nos dice el texto que al verlo, “le
temblaron las entrañas”, se conmovió por dentro. Y perdió el
control para abrazarle… Esa es la imagen, más de una madre que
de un padre, porque un varón no se podía mostrar así en público.
En tiempos de Jesús, había diferentes corrientes de espiritualidad.
Todas coincidían en lo que decía el Levítico: “sed santos porque yo
el Señor vuestro Dios, soy Santo”. Pero, ¿quién es este Dios
Santo? Es el Dios del Templo. El que ama sólo a Israel y rechaza
al resto de los pueblos. Es el Dios que bendice a los puros,
bendice a los observantes y maldice a los pecadores.

Cuando Dios se ha encarnado, ha sido visto como amigo de los


pecadores. Esta invitación a “lo santo”, generaba un “pueblo de
Dios” discriminatorio y excluyente. El pueblo se sentía “santo” y
excluía a los paganos. Pero, dentro del pueblo, había distintos
rangos: los sacerdotes, los varones, los sanos. En cambio, los
sordos, tullidos, mudos… no tenían acceso al Templo. Si se
entiende la santidad así, no promueve la comunión sino la
discriminación.

Jesús captó con gran lucidez que esto no era de Dios. Por eso,
introduce otro principio: “sed compasivos como vuestro Dios es
compasivo”. La santidad de Dios no está en que rechaza a los
paganos, pecadores… sino en su no exclusión a nadie y su amor
compasivo. Dios es grande, no es como nosotros.

La compasión no es una virtud más, sino es la única manera de


mirar a la vida, las personas, los acontecimientos, desde una
actitud más parecida a la de Dios. Es la única manera de ser
humanos. Hay que ponerla en el centro de la espiritualidad, de la
Iglesia, para humanizarnos.

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Cuando se habla de misericordia, algunos la interpretan que es


un sentimiento o actitud que se vive más desde arriba – abajo. La
compasión suena mejor, es saber vibrar con el sentimiento del
otro y es activa.
Jesús lo vive en distintos momentos:

- interioriza el sufrimiento ajeno, implica quitar las corazas,


dejar que el sufrimiento nos duela… que no cambiemos de
canal cuando veamos las pateras que llegan con sus
muertos…
- reacciona hacia un nuevo estilo de vida.
- intenta aliviar el sufrimiento y si es posible erradicarlo.

La compasión es por tanto, el principio dinamizador de la


espiritualidad de Jesús.

• La mirada compasiva

Las tradiciones han recogido la mirada compasiva de Jesús a


los que sufren, a la muchedumbre, a la masa… Vivía enamorado de
la gente. Tenía una gran capacidad de observar el sufrimiento y la
necesidad…
“Vio y se conmovió” y “se puso a curar”… La compasión se
despierta con la mirada. Mt 14, 14. “Al ver a la gente se
conmovió porque estaban cansados y abatidos como ovejas sin
pastor… y se dedicó a enseñarles” (Mt 9,36).

Cuando se encuentra con la viuda que va a enterrar a su hijo,


la reacción de Jesús es: “no llores”. Cuando Dios se encarna y se
acerca al sufrimiento es esta su reacción porque Dios no quiere que
suframos.

A Jesús le caracteriza su sensibilidad, vive una “mística de los


ojos abiertos”. Ante el sufrimiento de los otros, se para. Lo vemos
en muchos de los relatos evangélicos. Jesús ve en el rostro de las
personas, la fragilidad y vulnerabilidad de todo ser humano.

La compasión no brota de la atención a la Ley. Los escribas y


fariseos están preocupados con su cumplimiento… Jesús mira a la
gente… Tampoco brota de los Derechos humanos, va más allá.

La mirada compasiva libera de ideologías, justificaciones,


teorías, y marcos normativos. Nos arranca de la indiferencia.
Recuperar la espiritualidad de Jesús implica una mirada diferente,
compasiva. Hay corrientes que invitan a ir por otros caminos: la
consciencia, el aquí y ahora, el silencio, la unidad interior… Son
importantes y es bueno aprender de ellos. Pero, si queremos
centrarnos en la espiritualidad de Jesús, tenemos que aprender a
mirar a las personas, es el camino más eficaz. Se aprende con la
práctica. Si le miramos a las personas, a la Iglesia de forma
compasiva, iremos cambiando…

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• Gestos de bondad

Pero, Jesús no se queda sólo con las miradas, hace gestos. En


la parábola del samaritano, podemos verlo. Jesús nos presenta el
modelo de un hombre compasivo. El que baja del templo y el
samaritano ven al hombre herido, pero no actúan de la misma
forma. El samaritano le ve y se conmociona, le tiemblan las entrañas
y se “aproxima”… y desde ahí ensaya gestos: venda las heridas,
echa vino, le sube al caballo, paga la posada… Son gestos más
propios de una mujer. No se pregunta quién es el prójimo. Le ve al
herido, pertenece a un pueblo no elegido, pero tiene corazón.

La respuesta de la compasión es insuficiente, imperfecta, se


necesita la respuesta social… pero la compasión es decisiva. Vivir
sembrando gestos de bondad es lo que conciencia y lo que permite ir
a las raíces últimas.

Hch. 10,38 “ungido por Dios, pasó la vida haciendo el bien”

Jesús, no tiene poder político, cultural, religioso… es un artesano


desconocido. No puede resolver las injusticias pero va sembrando
gestos de bondad:

‐ Abraza a los niños/as de la calle, porque no quiere que los más


frágiles se sientan huérfanos. Invita a quienes buscan el orden,
a ver que no se puede abandonar a los pequeños.
‐ Bendice a los enfermos, los envuelve con la ternura de Dios
porque no pueden recibirla en el Templo. Quiere ir
construyendo otro templo pero no puede conseguirlo y hace
estos gestos…
‐ Toca a los leprosos, los cura tocando, acariciando, para que no
se sientan excluidos. Y quiere quitar el miedo, haciendo una
sociedad más acogedora.
‐ Cura rompiendo el sábado para que todos sepan que ninguna
Ley sagrada está por encima de la atención a los que sufren.
‐ Se sienta con los recaudadores, prostitutas…porque a la hora
de aplicar la compasión el malo e indigno tiene tanto derecho
como el puro y piadoso. La parábola del fariseo y publicano es
un ejemplo. El recaudador no puede presentar nada y lo sabe.
Y dice “ten compasión de mí que soy pecador…” No puede estar
a la altura moral que se les pide o les pedimos… Este hombre
sabe que no puede prometer nada, porque no va a cambiar de
trabajo… Jesús nunca se lo hubiera pedido, como tampoco se lo
pedía a las prostitutas. Jesús rompe los esquemas al decir que
el publicando salió como justo y el fariseo no.

Son gestos humanos, no convencionales. Le nacen de la voluntad


de hacer un mundo más solidario. Jesús quiere que nos cuidemos

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mutuamente, “sobrellevarnos” que dice Pablo y no que nos


mordamos. Valora los gestos por pequeños que sean, porque afirman
la vida. Quiere humanizar la vida, sembrar gestos de bondad en la
situación más desastrosa, sabiendo que un gesto de bondad es
grandioso. Por mucha maldad que haya en el mundo, siempre se
puede sacar el bien… En la situación más desastrosa una persona
puede hacer el bien.

Estos gestos van más allá de las respuestas administrativas que


son importantes y exigirlas con indignación yendo a las raíces. Pero,
mientras tanto hay que humanizar la vida y la compasión es la forma
de no dejar abandonada a la gente.

5. ESPIRITUALIDAD SANADORA

La espiritualidad de Jesús, tiene una dimensión terapéutica. Los


evangelios lo subrayan. Dios estaba con Él, pero no el Dios de la Ley,
sino el Amigo de la Vida.

• Curar la vida

La clave más importante desde la que Jesús trabaja no es


propiamente el pecado, no es lo que más le preocupa. A Jesús no
le preocupa tanto el pecado, como sus consecuencias, sobre todo
el sufrimiento, por la falta de justicia y compasión. En eso se
diferencia de Juan el Bautista. A Juan, le preocupaba el pecado,
por eso condena, invita a penitencia, propone una liturgia del
perdón. Es una propuesta religiosa. Pero, no se mueve del
desierto. No se acerca a los enfermos, leprosos, no cura…No libera
a los desquiciados, ni abraza a los niños, no come con pecadores,
no hace gestos de bondad. Es lo que durante mucho tiempo se ha
promovido también entre nosotros, y cuando ya no da miedo, la
gente se va… sin descubrir la religión de Jesús.

A Jesús le preocupa el pecado, pero lo que contradice de


verdad el plan de Dios es introducir en el mundo injustamente, el
sufrimiento… Lo ve en un pueblo desnutrido y machacado. Cuando
te preguntas que hacía Jesús en un día, hay gente que le imagina
como un predicador que invita a la conversión. Jesús se acerca a
la gente y la gente le busca (enfermos, pecadores…).

Jesús se dedica a curar. El Bautista le envía mensajeros que le


pregunten si era el Mesías. Porque a él no le cuadraba. Jesús
responde, “decid a Juan lo que veis y oís, los ciegos ven, los cojos
andan…” Y “dichoso el que no se siente escandalizado por mí” Mt
11,4-6.

Lo nuevo es que Jesús anuncia una salvación eterna


introduciendo una vida más humana, introduciendo una salud
nueva.

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• Ofrecimiento de salud integral

Cuando encarga su misión a los discípulos, dice: “id y


anunciad, id y curad…” Los enfermos a los que se acerca Jesús son
los más marginados de la sociedad. Están abandonados, son
mendigos. En aquella cultura, la enfermedad es una exclusión de
la vida, no la pueden disfrutar. Los ciegos, no pueden captarla. No
verán el Templo. Los mudos, sordos… no pueden hablar. No
pueden comunicarse, bendecir a Dios, escuchar a Jesús. Los
inválidos no pueden participar en las fiestas, ni peregrinar al
Templo. No tienen fuerza para vivir, se sienten olvidados por Dios.
Es como si le hubiera retirado su aliento vital. Lo cual hacía
sospechar que debajo de esas situaciones había un pecado.
Todavía se vive desde esta comprensión.

El pueblo les va marginando. Cuando se acercan al Templo


descubren que Dios no los quiere. Cuando Jesús hace sus gestos
proféticos de curación, busca curarlos de raíz, más allá de lo
físico… Quiere reconstruirles totalmente. La curación les lleva a
recuperar vida, crecen en libertad, paz interior, se recuperan para
la convivencia social… “Tú ¿quieres curarte”? Jesús despierta el
deseo de vivir, la confianza en Dios… Muchas veces les dice
“Levántate, tu fe te ha salvado”. Libera de la culpa, de la parálisis
y les devuelve a la vida.

Jesús no para hasta ver que el enfermo se vaya integrando en


la sociedad, le envía a la familia para que cuenten lo que Dios
había hecho con ellos.

• Impulsar un proceso de curación social

Jesús no piensa en suprimir el sufrimiento con sus curaciones,


son gestos para humanizar. Toda la vida de Jesús nos alienta
hacia un proceso de curación social. Jesús es el fundador de una
religión terapéutica. Esta dimensión es muy importante para esta
sociedad nuestra que cada vez está más enferma.

Jesús es un gran curador de la vida. Jesús quiere curar el


Templo. Le dolía la realidad, se hecha a llorar. El profeta de la
compasión llora, porque “no conoces los caminos de la paz”. Y
luego se indigna ante la hipocresía, el culto vacío y no solidario.
Jesús libera de miedos religiosos. Un pecado contra Jesús es
introducir miedo religioso. Jesús hace crecer la libertad y no las
normas. Jesús atrae hacia Dios, no a la Ley. Jesús despierta la
compasión y no el resentimiento. Crea relaciones más humanas.

“No juzguéis”… juzga el mal… pero no a las personas… “No


separar el trigo y la cizaña… No miréis la viruta del ojo en el
otro… sin ver vuestra viga…”

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RECUPERAR LA ESPIRITUALIDAD DE JESÚS
José A. Pagola

Invita a una vida no centrada en la obsesión de las cosas…


Invita a perdonar, soñaba en una sociedad capaz de perdonarles.
“Id y anunciar, id y curad…” Vivir curando la vida. Jesús
contagiaba fe, aliviaba y la vida se humanizaba.

CONCLUSIÓN

Si queremos Recuperar la espiritualidad de Jesús,


tenemos que ir hacia una Espiritualidad de carácter profético,
muy centrada en el Reino de Dios.
Una espiritualidad al servicio de una vida más humana,
alentada por una mirada compasiva que pide justicia
y una espiritualidad sanadora.

Esta es una tarea apasionante.


Cuando conocemos a Jesús
y descubrimos que seguirle
es hacer la vida más humana,
ya sabemos que no hay una tarea más grande.
Cuando se descubre que el proyecto de Dios
nos invita a crear un mundo más justo,
digno y dichoso, empezando por los últimos,
se descubre que lo más grande que podemos hacer,
Es tratar de abrir caminos a ese proyecto.

Bérriz, 26 de noviembre de 2011

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