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Mi dulce…

compañía.
PASTORELA
Mi dulce… compañía.
PASTORELA

El Cielo

ARCÁNGEL MIGUEL Y ANGELÍN


Aparece el arcángel Miguel. Observa una pantalla donde, más allá de las
nubes todo parece estar en paz.

ARCÁNGEL.- Todo en orden… Es extraño que todo esté en paz. ¿Será cierto?
Veamos los pendientes... Acercándose la fecha del advenimiento las cosas
siempre se complican. La gente de la tierra se pone muy rara, en la tierra el frío
se extiende y algunos de ellos se llenan de melancolía, a otros les da por
ponerse eufóricos y muy locos. Espero que no haya complicaciones. Eso es
pedir demasiado andando por ahí Lucifer metiendo las narices y el rabo en
todo. Se sienta. Ya… ya decía yo que no hay nada perfecto, ¿cómo? Qué es
todo este polvo de estrellas, este plumerío, ¿y este desorden? Alguien, que ya
me imagino quién, estuvo jugando y desordenando mis cosas. Todo está sucio.
Este ayudante mío es una calamidad… Esto es demasiado, así las cosas no
pueden ser, yo di un mandato.
¡Angelín! Busca. ¡Angelín! Espera pero no hay respuesta. ¡Me lleva…! este
no, digo…, perdón, Señor, pero este siempre me saca de mis casillas, quise
decir, ¡caray!
¡Angelíiiin!
Angelín entra apresuradamente revoloteando por uno y otros lados.
ANGELÍN.- ¡Voy, voy, jefe! ¡Aquí estoy, jefe, ya vine, ya llegué! ¡A sus órdenes!
ARCÁNGEL.- ¡Cuádreseme, que no estamos en un cualquier parte, estamos
en el cielo y nosotros somos los soldados del Supremo!
ANGELÍN.- ¡Sí, jefe!
ARCÁNGEL.- ¡Mira nada más qué aspecto! ¿Es ésta una presentación digna
de un guerrero?
ANGELÍN.- ¡No, jefe!
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ARCÁNGEL.- ¿Entonces?
ANGELÍN.- Nada, jefe.
ARCÁNGEL.- Nada, jefe, nada… no sabes decir otra cosa.
ANGELÍN.- Sssí… je…
ARCÁNGEL.- Interrumpiéndolo. ¡Cállese!
ANGELÍN.- Buuueno.
ARCÁNGEL.- ¿Qué mandato hice hoy, muy temprano por la mañana?
ANGELÍN.- ¿Mandato?
ARCÁNGEL.- Sí.
ANGELÍN.- A mí no me ha “mandato” nada.
ARCÁNGEL.- Mandato, zonzo, ordenanza, no un mandado.
ANGELÍN.- ¡Ah, pues, no sé!
ARCÁNGEL.- ¿No sabes?
ANGELÍN.- No.
ARCÁNGEL.- ¿No dije que cada rincón del cielo tenía qué lucir impecable,
limpio y ordenado? Esto es un cuartel celestial.
ANGELÍN.- ¡Ah, sí, ya me acordé!
ARCÁNGEL.- ¡Menos mal! Ven para acá. ¿Esto te parece limpio y ordenado?
ANGELÍN.- A… mí, sí.
ARCÁNGEL.- Pues a mí, no. Alguien estuvo traveseando con mi computadora,
“alguien” desordenó todos los registros de las almas y “alguien” dejó polvo de
estrellas, migajas de nube y plumas por todas partes en mi escritorio.
ANGELÍN.- Quién sabe quién sea ese tal “alguien”, jefe, porque yo, después
del mandato ese que usted dice, yo lo deje muy limpio, hasta le puse el limpia
pisos con olor a violetas que a usted le gusta tanto.
ARCÁNGEL.- ¡Deja de revolotear!
ANGELÍN.- Mejor, no, porque si me paro, me sucede lo que al perico.
ARCÁNGEL.- ¿Qué?
ANGELÍN.- ¡Me chinga!
ARCÁNGEL.- ¡No digas majaderías! Ese lenguaje de carretonero no se usa en
el cielo, Angelín.
ANGELÍN.- Perdón, pero la verdad, no peca, pero incomoda.
ARCÁNGEL.- Limpia otra vez.

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ANGELÍN.- Ya lo hice.
ARCÁNGEL.- No lo suficiente.
ANGELÍN.- Bueno. Pero… hágase para allá, no lo vaya a salpicar. Limpia con
saliva el escritorio.
ARCÁNGEL.- ¡¿Qué haces?!
ANGELÍN.- Lo que me pidió.
ARCÁNGEL.- ¡¿Con saliva?!
ANGELÍN.- Es saliva Santa, babas de Angelito.
ARCÁNGEL.- ¡Ven acá!
ANGELÍN.- ¡Ay, ay, ay, auxilio! Corren. ¡Alcánceme si puede!
ARCÁNGEL.- ¡Vas a ver, pajarraco!
ANGELÍN.- No diga majaderías.
ARCÁNGEL.- ¡Yo digo lo que quiero!
Lo agarra de las alas.
Y a todo esto… ¿dónde andas cuando te necesito? ¿Dónde te metes?
ANGELÍN.- Pues tengo mucho que hacer, jefe.
ARCÁNGEL.- ¿No me digas?
ANGELÍN.- Fíjese que las… angelitas de la guarda me solicitan mucho
porque… me llaman para todo y me dicen: … ¡ay, ayúdame con este listón,
Angelín! No seas malito, ya se me desamarró la sandalia, ayúdame a subir a
esa nube y ya ve como son… alguien tiene empujarlas de las… para subir a las
nubes, alguien tiene que cuidarlas.
ARCÁNGEL.- Ya entiendo, y ese “alguien” eres tú, ¿verdad?
ANGELÍN.- ¡En la m…! Yo solito caí.
ARCÁNGEL.- Son ángeles de la guarda, ellas se cuidan solas. Y sabes, ¿qué?
por todo esto, desobligado, y por faltarme al respeto y por andar con
tentaciones demoníacas, estás castigado.
ANGELÍN.- No, jefe, déjemela más barata.
ARCÁNGEL.- ¡Ni madres!
ANGELÍN.- ¿Qué?
ARCÁNGEL.- Quise decir, ni maíz.
ANGELÍN.- ¡Uy, si!

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ARCÁNGEL.- ¡No me repeles, ven aquí! Se acercan a la pantalla. ¿Ves lo que
yo veo?
ANGELÍN.- No estoy ciego.
ARCÁNGEL.- Esos pobres seres de la tierra andan perdidos, tan perdidos que
no encuentran el camino.
ANGELÍN.- ¿Qué camino?
ARCÁNGEL.- En estas fechas parece que siempre están perdidos, que no
hallan el rumbo.
ANGELÍN.- ¿Y cuál es ese?
ARCÁNGEL.- ¡¿Tienes que hacer tantas preguntas?!
ANGELÍN.- No, si no quiere, no.
ARCÁNGEL.- Como estás castigado se me ocurre que vas a ir a la tierra.
ANGELÍN.- ¡Ay, No mames!
ARCÁNGEL.- ¡¿Qué!?
ANGELÍN.- Que qué ocurrencias, jefe, sí, que está bien. ¿Y a qué voy a ir? Si
se puede saber.
ARCÁNGEL.- Vas a eso.
ANGELÍN.- A ¿eso?
ARCÁNGEL.- Sí, a eso.
ANGELÍN.- Okay. ¿Y luego?
ARCÁNGEL.- Cuando acabes, te me devuelves.
Pausa. Angelín no entiende.
ANGELÍN.- Jefe… jefe… y… ¿qué es eso?
ARCÁNGEL.- ¿No te quedó claro?
ANGELÍN.- Más o menos, pero si me lo explica…
ARCÁNGEL.- Vas a ir a ayudar a encontrar el rumbo.
ANGELÍN.- ¡Ah, ó’rale!
ARCÁNGEL.- ¿Cachas?
ANGELÍN.- ¡Simón!
ARCÁNGEL.- Pues, ve a prepararte.
ANGELÍN.- ¡Sale! Pausa. Jefe… pero, ¿cuál rumbo?
ARCÁNGEL.- ¿No sabes cuál rumbo?
ANGELÍN.- ¿La neta? No.

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ARCÁNGEL.- Ya lo descubrirás por ti mismo, porque esa es tu misión, y como
estás castigado por libidinoso, ¿cómo es eso de que tienes que empujar a las
angelitas de la guarda a subir a las nubes?
ANGELÍN.- Ellas me lo piden.
ARCÁNGEL.- Por andar de empujador, vas a dejarte caer sin alas.
ANGELÍN.- ¡¿Qué?! ¡No marche, jefe, sin alas, no!
ARCÁNGEL.- ¡Sin Alas!
ANGELÍN.- ¡Voy a aterrizar de bulto, jefe, por no decir otra cosa!
ARCÁNGEL.- ¡Asimismo!
ANGELÍN.- ¡Noooo!
Se cuelga de una pierna del Arcángel Miguel y es arrastrado fuera de
escena.

OSCURO.

Angelín prepara su maleta de viaje. Se muestra triste, compungido.

ANGELÍN, ARCÁNGEL MIGUEL

ANGELÍN.- Ya ni me pude despedir de “Mi Dulce Compañía” ah…


“Mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”… le da un beso
a una estampita. Las horas que pasan,
Las horas del día,
Si tú estás conmigo
Serán de alegría
No me dejes solo,
Sé en todo mi guía;
Sin Ti soy chiquito
Y me perdería
Ven siempre a mi lado,
Tu mano en la mía.
¡Ángel de la guarda,
Dulce compañía!

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El Arcángel Miguel ha estado escuchándolo.
ARCÁNGEL.- ¡Tierno, muy tierno!
ANGELÍN.- ¡Jefe!
ARCÁNGEL.- ¡¿Es esa la actitud digna de un guerrero?!
ANGELÍN.- No, Jefe, lo que pasa es que…
ARCÁNGEL.- ¡Límpiese los mocos!
Le extiende un pañuelo. Angelín se suena la nariz sonoramente.
ANGELÍN.- Gracias, jefe.
ARCÁNGEL.- ¿Listo para emprender el viaje?
ANGELÍN.- Tanto como listo…
ARCÁNGEL.- Como no vas a llevar alas, te traje un paracaídas, vas a poder
aterrizar como Dios manda, no de panzazo.
ANGELÍN.- Ya decía yo que mi jefe no me iba a dejar caer así como así.
ARCÁNGEL.- La idea es que te camuflajees con los hombres y las mujeres de
la tierra, ellos no tienen alas, pero debes tener cuidado de las tentaciones que
los hacen pecar y que los obnubilan y que los vuelven ciegos, tú debes
resistirte al pecado, y no debes empujar a nadie a subir a nada, aunque te lo
pidan.
ANGELÍN.- Sí, jefe.
ARCÁNGEL.- No te creas que sea tan fácil.
ANGELÍN.- ¿No jefe?
ARCÁNGEL.- Ya lo verás con tus propios ojos, ya los sufrirás en carne propia.
ANGELÍN.- ¡Ay, wey…!
ARCÁNGEL.- Angelín… recuerda que eres un ángel.
ANGELÍN.- Eso nadie me lo quita.
ARCÁNGEL.- Ya veremos, por lo pronto yo ya te quité las alas.
ANGELÍN.- Pero no la santidad, jefe.
ARCÁNGEL.- Espero que no la pierdas a la vuelta de la esquina.
ANGELÍN.- N’ombre, pues con quién cree que está hablando.
ARCÁNGEL.- Precisamente porque sé con quién hablo es porque te hago
estas advertencias.
ANGELÍN.- ¡A darle, que es mole de olla!
ARCÁNGEL.- Ya que tanta prisa tienes, ¡Pues a darle!

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El Arcángel lo empuja más allá de las nubes.
¡Ah, caray, se te olvidó ponerte el paracaídas!
¡Angelín!
En el Infierno

DIABLO Y DIABLÍN

LUCIFER.- Noche de paz, noche de amor


todo duerme en derredor
entre los astros que esparcen su luz
bella anunciando al niño Jesús
brilla la estrella de paz
LUCIFER.- Brilla la estrella de paz
LUCIFER Y DIABLÍN.- Noche de paz noche de amor
oye humilde el cochino pastor
coros diablescos que anuncian “salud”
arrogancias y goces en gran plenitud
por nuestro buen reventón
por nuestro buen reventón.
LUCIFER.- ¡Cómo serás metiche, Diablin! Diablin…
DIABLÍN.- Aquí toy, usté diga pa’qué soy bueno.
LUCIFER.- Excelente Diablin, me cae que ese es el estilo, para que todos se
anden con cuidado. Que les quede bien claro quiénes son los jefes.
DIABLÍN.- A wevo.
LUCIFER.- La prole de los chamuquillos me acaba de mandar un whatsapp,
chismeándome que está por nacer un niño, a’i tienes que dis’que su nacimiento
salvará a la tierra y a la humanidad. Ya me lo estoy viendo de nuevo. Hace ya
un buen que Jesús hizo lo mismo mismito, pero en ésta ocasión sí que no lo
vamos a dejar.
DIABLÍN.- ¡Usté no’más diga, jefe, ni que estuviéramos pintados, chale! ¿Cómo
va a poder más un chavalillo que nosotros que somos bien diablos?, vamos
dándole duro.

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LUCIFER.- Habrá qué ubicarlo, Diablín, dónde demonios va a acontecer el
dichoso nacimiento.
DIABLÍN.- Empecemos por interrogar a los del cielo, jefe, a esos ángeles; con
un levantón, les damos su calentadita, sus toquesillos y su tehuacanazo… ¿A
poco no? Me cae que, uno a uno, los vamos dejando como pollos pelones.
LUCIFER.- ¡Sí, ya nos deben varias, ya los traemos de encargo, y a mí ya me
tienen hasta… los cuernos!
DIABLÍN.- ¡Uy, sí, se creen muy a’cá mugres angeluchos sembrando por aquí y
por allá sus buenas acciones, andan de un lado a otro con sus aureolitas y sus
vestiditos de niña!
LOS DOS.- ¡Wacalaaa!!
DIABLO.- Y ese mamón del Arcángel Juan Gabriel, canta “tú estás siempre en
mi mente”. Se le une el diablín.
LOS DOS.- “Siempre tú, tú, tú, siempre en mi mente,
qué voy a hacer, no encuentro
nada, nada, nada…”
Ambos ríen
LUCIFER.- De qué te ríes?
DIABLÍN.- De nada, de nada
LUCIFER.- Pues a prepararse porque hay que ir a la tierra a buscar a los
entredichos, busquemos a los avechuchos, a los pastores apestosos y todo lo
que se nos atraviese para evitar a toda costa que suceda ese nacimiento.
DIABLÍN.- ¿Y los Santos Reyes?
LUCIFER.- A esos, primero hay qué desvalijarlos, que se mochen con todos
los regalos que traigan.
DIABLÍN.- ¿Y si se aparece Santa Clos?
LUCIFER.- El gordito no nos dura nada, es re-buena gente, me le desapareces
el trineo para venderlo como chatarra.
DIABLÍN.- ¿Hasta Rodolfo el Reno?
LUCIFER.- Qué falta de imaginación, diablín, a ese le hacemos su danza del
venado.
DIABLÍN.- Jefe, pero, no es venado, es reno.

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LUCIFER.- Es lo mismo, le bailamos la danza del reno, lo hacemos birria y se
lo damos de tragar a los pastores.
DIABLÍN.- ¿Echaremos mano de todas las artimañas y trampas que se nos
ocurran?
LUCIFER.- A wevo, ¿Si no pa’qué somos diablos?
DIABLÍN.- ¡Si no pa qué!
LUCIFER.- ¡Chin el que se raje!
DIABLÍN.- ¡Ya dijo!
LUCIFER.- Ve a la bodega del arsenal que tenemos y traite todo lo que te sirva
para cumplir con lo que se te pide.
DIABLÍN.- ¡Simontas en un camello te agarras de la joroba!
LUCIFER.- Ya vete que esto está que arde.
DIABLÍN.- Jefe, ¿puedo llevarme una espada de fuego?
LUCIFER.- Todo lo que se te pegue tu rechin… ¡Ya vete!
DIABLÍN.- ¡Ya dijo jefe, esto será como quitarle un dulce a un niño!
LUCIFER.- Si, pero ¡ya vete!
DIABLÍN.- Si jefe, ya me voy
LUCIFER.- ¡Ya veteee!
DIABLÍN.- ¡Ya me vooooy!
Diablín sale volando.
LUCIFER.- ¿De dónde diablos salieron estos? Cada vez llegan más brutos…
¿será que están así porque cada vez pasan más tiempo en la computadora y
en el teléfono? O ha de ser porque le pegan mucho al chemo, o las drogas
sintéticas. De tantas canas que me salen ya n o voy a ser rojo, voy a ser un
diablo blanco.
Aunque Diablin…, digamos que… con esos cuernos no está tan wey… es uno
de los diablillos más entrones que tenemos en el averno. Ya podría ser mi
mano derecha, o mi pata de cabra, o la de gallo, bueno, no nos apresuremos,
depende de cómo le salgan las cosas recibirá su recompensa. Por lo tanto, me
aseguraré de poner en vergüenza a ese angelucho del Juan Gabriel y toda la
bola de santurrones que le acompañan. Ay, Jesusito, o’ra sí, ya que me das la
oportunidad nuevamente, mi venganza será diabólica, enorme, el mal triunfará
y la humanidad, esta noche será mía.

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En el Cielo
ARCÁNGEL MIGUEL

ARCÁNGEL.- Allá fue a dar.


Todos tenemos misiones qué cumplir, Angelín. Muchas de ellas no son de lo
más agradable. Esperemos que sepas qué hacer, que tu conciencia te ayude a
elegir acertadamente y te lleve por el buen camino.
Ahí estás, pobre de ti. Me das un poco de pena, solo, desamparado, en un
mundo que no conoces aún. Debo decirte que es un mundo donde cualquiera
de nosotros corre peligro y más tú en tu condición: un ángel sin alas, sin armas
para defenderte del enemigo que es el mal y que, seguramente esté ya por ahí,
acechándote, urdiendo las trampas que colocará a tu alrededor para que
caigas, para que tropieces.
Y no hay un solo enemigo, hay muchos, angelín, hasta aquel que pudiera ser tu
amigo, aquel que te extiende una mano para ayudarte, puede ser un enemigo
En la pantalla se ve al Pastor en un camastro.
Como ese, que ahora veo ahí, echado en su camastro, quitado de la pena,
también es tu enemigo. Míralo, ahí, recostado aún en su cama echado cual
bulto intentando no cumplir con sus responsabilidades, está ahí, soñando que
devora manjares exquisitos y le rugen las tripas, y aunque se muera de
hambre, su flojera es tal que no le permite ni el impulso para proveerse del
sustento necesario. A este individuo que arrastra consigo todos los pecados no
le importa que haya ya perdido un Paraíso por su negligencia, helo ahí,
dormitando, quitado de la pena, soñando con comida, con riqueza, con alcohol,
con placeres mundanos, con… ¡qué asco! ¡Con mujeres desnudas! Ufff!
Ahorita mismo voy a hacer que se mueva.
El arcángel hace que suene el despertador del pastor.
PASTOR.- Después de que se ha dado una y dos vueltas en la cama,
cubriéndose la cabeza con una almohada.
¿No va a dejar de sonar? Qué ruido… en lugar de sonar una alarma debería de
sonar una musiquita de arrullo para seguir durmiendo, algo así como: “A la
rurrú, a la rurrú, duérmase mi’ijito, siga usté durmiendo”. Suena nuevamente el

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despertador. ¡Ya voy, ya voy, ya oí! Apaga el despertador. ¿Y si me pego
otro sueñito, así como de otros dos minutitos más? Sí, nada más dos… Va a
dejarse caer en la cama pero el arcángel hace sonar más fuerte la alarma
del despertador. ¡Ay, ya, está bien, está bien, no’más no te encabrites! ¡Qué
mal genio! Le rugen las tripas. Y ustedes también, ya van a empezar, ¡qué
hambre! ¿Y qué hago, de dónde saco comida para alimentarlas? Ni energías
tengo de moverme, y ¿cómo voy a tener energías si no como? Tengo hambre,
pero mi cuerpo ni se menea porque no ha comido y si no he comido, ¿cómo le
hago para moverme?
¡Qué problema! Mejor me duermo. Alarma. Ta’bueno, no. Pero, ¿qué voy a
hacer? A ver, ¿qué pendientes tengo? Ir a Romita… a Romita, ¿tengo qué ir?
No la chiflen que’s cantada. Si hay tacos voy, sino, ¿pa’qué? ¿De’oquis? No,
de oquis, no. Aquí dice mi tío que se patinó el camión cargado con las
borregas que iban a Chichimequillas. ¿Y qué, a poco quiere que yo vaya hasta
allá, si está re’ lejos? ¿Y a buscar a las mentadas borregas desperdigadas?
No, pa’cuando llegue ya se las deben de haber almorzado los coyotes, por allá
hay un titipuchal de coyotes.
A ver, acá dice… dice… Armando, ése soy yo mero. Armando… ya nació el
que iba a nacer. ¡Ah!, qué bueno que ya nació, n’ombre, me moría de la
procupación. ¿Y? p’os, felicidades a los papás.
¿Qué qué? ¿Que tengo qué ir a ver al recién nacido?, que ya todos pegaron la
carrera para ir a verlo, ¿qué de plano estará muy bonito el chilpayate? ¿Y yo
por qué voy a ir? ¿A poco el escuincle es mi pariente? Si no voy ni al corral
cuando ya pusieron las gallinas. ¿Qué tendrá de importante? Todos los días
nacen hartos chiquillos, el mundo está lleno de chiquillos ¿y qué? No por eso
vamos a verlos a todos.
¡Ah!, pero si me están diciendo que vaya es porque seguramente va a ver
jolgorio, qué tal que se arma un fiestón y matan unos cien puercos, cincuenta
gallinas, treinta guajalotes, se hacen unas cazuelotas de arroz y frijoles, con
sus concernientes tenamastes llenos de tortillas calientitas, se arma el bailongo
y sirven litros y litros de colonche y mezcalito y… a lo mejor va andar por ahí,
Pamela… a jijo, si va Pamela, si me ando dando una arrimada con tal de ver
esos cachetitos y ese cuerpecito y esos ojazos, aparte, baila sabrosón, no, p’os

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ya estuvo que me descuelgo, no sea que me den bajín, mejor me arreglo, me
estreno mi sombrero y mis huaraches nuevos y llego antes que nadie. Híjole…
pero tengo qué caminar… ¡Ni modo, total, qué tanto es tantito! Sale
apresuradamente.
ARCÁNGEL.- ¡Angelín, cuídate de Lucifer, cuídate de los malos hábitos,
cuídate los hombres y de las mujeres y de todo aquel que se te arrime!
No dejes que sus vicios te corrompan, no dejes… bueno…
Los placeres… debo decirte que los placeres, cuando los has probado, son
tan… deliciosos, tan… los placeres son extraordinarios, no se parecen a nada
que hayas probado porque no hay nada en el Cielo que se le parezca, por eso
son pecaminosos y hay que reconocer que estos seres también tienen algunas
virtudes. Aunque cuando las tienen hacen todo lo posible por deshacerse de
ellas. Bueno, bueno, basta, ya no podemos lamentarnos, lo hecho, hecho está.
Lo importante es el advenimiento y tú eres una pieza clave, Angelín. Por ahí te
tengo una sorpresa, no te he dejado completamente solo, ya lo verás.
Si esos diablos creen que van a agarrar pichón están muy equivocados

La Tierra

Un lugar extraño. Todo está a oscuras.


GASPAR, MELCHOR Y BALTASAR.
Gaspar consulta su teléfono celular.
GASPAR.- Hey, hey, ¿quién está ahí?, conteste, hola, sí, ¿hola?… se oyen
puros zumbidos, me lleva, no entiendo nada… y ¿cómo? si aquí no hay señal.
Esta compañía telefónica ya me tiene hasta la coronilla.
El GPS me trajo hasta aquí, dice que… se supone que éste es el lugar
indicado, pero… no sé dónde estoy.
Baltasar dijo que aquí nos veríamos. Antes de que saliéramos nos habló y nos
dijo: “Hey, camaradas, qué tal que si antes de pasar a ver al recién nacido no
damos un volteón por ahí, hace un buen que no vamos a la tierra y ya hace
falta darse una escapadita, ¿eh? Los voy a llevar a un lugar que está de poca.”
Hace ya un rato que salí y no me he podido comunicar con nadie.
¿Dónde están los demás?

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No se ve nada.
Por otro lado.
MELCHOR.- ¡Chin! Se me olvidó cargar el cel y no traigo cargador y lo malo es
que el camello tampoco trae cargador integrado. Antes llegué. Por allá, el
maldito camello, como ya venía sacando la lengua, se echó bien enojado y ya
no se quiso parar; y quien no se va a enojar si lo traigo más cargado de cosas
que un burro, pero yo no puedo salir sin lo necesario. Si voy al norte, me visto
de norteño, si voy al sur, de sureño, si ando de VIP me pongo mi Armani, mis
Rayban, mis chemises, si voy a Belén, me visto de Rey, eso que ni qué.
A donde fueres haz lo que vieres, dice el dicho.
¿Y ahora, qué hago?
En otro lugar.
BALTASAR.- ¿Dónde se habrán perdido esos dos? No me extraña si son un
par de despistados, pero claramente les indiqué el lugar de dónde nos
veríamos, les mandé el GPS, y me atrevo a decir que el GPS es más efectivo
que la estrella que nos llevó a Belén; me acuerdo que cuando fuimos a Belén,
de pronto parpadeaba y luego se quedaba a oscuras metiéndonos en muchos
aprietos, tardamos muchos días en llegar, Jesús ya hasta caminaba, ya no’más
le faltaba hablar. Esta vez eso no va a suceder porque la tecnología está de
nuestro lado HELLO MOTO.
Ya me dio frío.
Y me está dando miedito.
El pastor se encuentra con Angelín.
ANGELÍN.- Qué zapotazo me pegué, estoy hasta mareado, todo me da vueltas,
¿dónde ando? Ay…
PASTOR.- ¿Qué te pasó, cuate?
ANGELÍN.- ¿Eh?
PASTOR.- ¿Te atropellaron?
ANGELÍN.- No, es que…
PASTOR.- ¿Andas chemo?
ANGELÍN.- No entiendo.
PASTOR.- ¿Thiner, pegamento, o agua de celaste?
ANGELÍN.- ¿Qué es eso?

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PASTOR.- No te hagas, a ver, ¿dónde dejaste la muñeca, o el bote?
ANGELÍN.- ¿Cuál muñeca, cuál bote?
PASTOR.- A ver, sacúdete el coco, ¿qué te sucedió?
ANGELÍN.- Nada…
PASTOR.- ¿Cómo nada?
ANGELÍN.- Me caí. Me caí de la nube.
PASTOR.- No seas mamón, mejor cántamela: “Me caí de la nube que andaba”
ANGELÍN.- Que sí, me caí, no sé de dónde pero nada más sentí el zapotazo.
PASTOR.- Qué wey.
ANGELÍN.- ¿Yo?
PASTOR.- Estuvo duro.
ANGELÍN.- Sí, me duele todo.
PASTOR.- ¿Ya llevas rato tirado?
ANGELÍN.- Sepa…
PASTOR.- ¿Y por qué no te levantaste?
ANGELÍN.- Me estoy levantando.
PASTOR.- ¿A dónde vas?
ANGELÍN.- No sé.
PASTOR.- ¿Tú también vas allá…?
ANGELÍN.- ¿A dónde?
PASTOR.- P’os ¿a dónde ha de ser?, con el chilpayate.
ANGELÍN.- Ni sé qué es eso.
PASTOR.- Con el recién nacido.
ANGELÍN.- No sé, o… ¿sí?
PASTOR.- ¿Cómo no vas a saber?
ANGELÍN.- Pues con el zapotazo, ¿cómo me voy a acordar?
PASTOR.- ¿Quién eres?
ANGELÍN.- Este…
PASTOR.- ¿Cómo te llamas?
ANGELÍN.- No me acuerdo.
PASTOR.- ¡Uuy, a ti sí que te pasaron a joder, compadre! ¿No has visto pasar
a alguien por aquí?
ANGELÍN.- Nada más a ti.

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PASTOR.- Ya la hicimos.
ANGELÍN.- ¿De qué?
PASTOR.- Vamos a ser los primeros. ¿No viste a una chamacona?
ANGELÍN.- Ya te dije que no vi a nadie.
PASTOR.- ¡Ya estuvo!
ANGELÍN.- ¿De qué hablas?
PASTOR.- ¡Vámonos!
ANGELÍN.- ¿A dónde?
PASTOR.- Al bailongo.
ANGELÍN.- ¿Cuál bailongo?
Una gran luz ilumina el sitio donde se encuentran todos.
PASTOR.- ¡Aquí es!
Los tres reyes se hacen visibles. Angelín es arrastrado por el pastor.
¡Córrele que nos ganan!
ANGELÍN.- ¡Espérate!

- ¡Gaspar!
- ¡Melchor!
- ¡Baltasar!

ANGELÍN.- ¿Dónde vine yo a caer?


Estruendo, aparece Lucifer. Anuncia.
LUCIFER.- ¡Bienvenidos!
Una gran luz enceguece a los presentes.
¡¡¡Han sido guiados por el resplandor de la luciferina luz del astro más bello
hasta la entrada de EL PORTAL.!!!
MELCHOR.- ¡Estamos en el Portal!
GASPAR.- En el mismísimo Portal.
BALTASAR.- ¿Cómo le hicimos?
LOS REYES.- ¡Magia!
LUCIFER.- ¡Han llegado al único lugar del universo, el mejor lugar que ha sido
creado, un deleite para sus ojos, un agasajo para sus cinco sentidos, la piel se
les erizará de la emoción al contemplar tanta belleza. ¡Temblarán de pies a
cabeza!

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¡Usted, usted, usted y usted, sí, usted, quédese con nosotros, está en muy
buenas manos, somos sus anfitriones, y usted nuestro mejor huésped, no
querrá ir ya más a ningún lado, la compañía “Dulce Compañía”, una compañía
especializada en cumplir todos los caprichos mundanos, otorgará todos sus
deseos y aún sus apetitos más sofisticados! ¡Pida y se le concederá, solo para
usted, un ángel de la Guarda velará su sueño!
ANGELÍN.- ¿Dijo Ángel de la Guarda?
DIABLÍN.- Tal y como lo oye, camarada.
ANGELÍN.- “Mi Dulce Compañía”.
DIABLÍN.- Será su compañía si así lo desea. ¡Pásele, pásele, está usted en el
único lugar donde los ángeles se dejaron caer con toda su belleza, con sus
hermosas cabelleras, sus bellísimos ojos, sus manitas, y uy, ángeles con
piernas, caderas y con todo y alitas, pásele, pásele, ésta es la única puerta que
da al cielo, el único lugar donde se sentirá como en las nubes acariciado por
nuestras bellezas sublimes, ni un solo pecado se ha de cometer donde la
santidad se respira en el ambiente, venga, acérquese , el único requisito es
confesarse! ¿Está usted confeso?
ANGELÍN.- Creo que sí.
DIABLÍN.- ¿Ya se confesó? Entonces, adelante, adelante.
PASTOR.- A mí me dijeron que viniera al bailongo, que nada más siguiera a la
estrella.
DIABLÍN.- Pues ya llegó, joven, aquí merito es, le atinó, pásele a lo barrido.
BALTASAR.- Joven, a la sección VIP.
GASPAR.- Si nos hace favor.
MELCHOR.- Ya pásate, estoy que me las pelo, vamos a ver qué hay.
DIABLÍN.- Lugares exclusivos para invitados exclusivos, adelante.
PASTOR.- Aquí, cuando menos, está calientito, ya me estaba muriendo de frío.
ANGELÍN.- Yo también.
PASTOR.- ¿También te dijeron que vinieras?
ANGELÍN.- Ni me dijeron, nada más me aventaron.
PASTOR.-. Yo estaba muy a gusto en mi cama y me llamaron, que dizque les
urgía que viniera, la verdad yo no quería venir, pero ya sabía que iba a venir
Pamela, por eso vine.

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ANGELÍN.- ¿Quién es Pamela?
PASTOR.- Una morra que está, uff…
ANGELÍN.- ¿Uff?
PASTOR.- A todo mecate.
ANGELÍN.- ¿Es de mecate?
PASTOR.- N’ombre, está como quiere.
ANGELÍN.- ¿Sí?
PASTOR.- Si te contara: tiene unos ojitos como dulcecitos, unos labiecitos de
fresa, una carita de pambazo, una piel color mamey, su cuerpecito rostizado y
huele como pastelito recién horneado.
ANGELÍN.- ¿Qué dijiste que era?
PASTOR.- Una muchachita que está como para comérsela…
ANGELÍN.- ¿Se come?
LOS REYES.- ¡Sssshhtt!
DIABLÍN.- Público exclusivo, con ustedes, solo para sus ojos, con ustedes, la
única, la inigualable: “Mi Dulce Compañía”.
Música, en la pantalla aparece hermosas mujeres que invitan al pecado.
MELCHOR.- ¿Ya viste, Gasparín?
GASPAR.- Así me la recomendó el doctor.
BALTASAR.- Estas no son reinas, pero son Princesas.
MELCHOR.- ¡Mira nada más, quiero tres de esas para el harem!
GASPAR.- Yo me llevaría no tres, sino diez con todo y sin nada.
MELCHOR.- ¿No te estás viendo muy avorazado?
BALTASAR.- Es época de dar y regalar, mi Melchor.
MELCHOR.- Eso que ni qué.
GASPAR.- Creo que me voy a cambiar a vivir a la Tierra.
BALTASAR.- Ya estaría de Dios.
MELCHOR.- ¡Sssht!
GASPAR.- ¿Por qué?
MELCHOR.- No nos vayan a oír.
BALTASAR.- Sí, no vaya a ser que nos castiguen.
GASPAR.-. Pero yo no veo a nadie…
DIABLÍN.- ¿Qué se toman?

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PASTOR.- ¿Tienes botanita?
DIABLÍN.- Me canso.
PASTOR.- Oye, y ¿O’nde quedó el niño?
DIABLÍN.- ¿Qué niño?
PASTOR.- El que nació.
DIABLÍN.- ¿Y tú cómo sabes?
PASTOR.- Me dijeron.
DIABLÍN.- Por a’i ha de andar.
PASTOR.- ¿Y los papases?
DIABLÍN.- ¿De quién?
PASTOR.- ¿De quién ha de ser, del chilpayate?
DIABLÍN.- Por a’i andar también.
PASTOR.- ¿Qué no es aquí?
DIABLÍN.- ¡Simón, aquí es!
BALTASAR.- Joven, un Paris de noche, o de perdis un ron cagüey.
MELCHOR.- Yo un Bucanas directo.
GASPAR.- Ya que estamos en esas, a mí me traes un tequisquiapan.
O ¿será mejor un güisquilucan?
DIABLÍN.- Si quiere le traigo los dos.
GASPAR.- ¿Se vale?
DIABLÍN.- A wefo.
LOS REYES.- Entonces tráeme… Los reyes discuten por su bebidas,
quieren más de una. No se dan cuenta que el arcángel Miguel ha entrado.
LUCIFER.- ¡Diablín! ¡Diablín!
DIABLÍN.- ¡Qué! Estoy ocupado.
LUCIFER.- ¿Ya viste quién entró?
DIABLÍN.- Pedro Navajas.
LUCIFER.- No marches, ese está en el caldero desde hace años, fíjate bien.
DIABLÍN.- ¡Apesta!
LUCIFER.- ¿A qué?
DIABLÍN.- A puras violetas.
LUCIFER.- Es el Juanga, ya se dejó caer, por aquí debe de andar alguno de
sus emisarios.

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DIABLÍN.- Yo no veo más que al tragón ese, y al chaparro.
LUCIFER.- ¡Aguas! ¡Tienes que estar al tiro! ¡No vaya a ser el diablo!
DIABLÍN.- Pero si el diablo es usted, jefe.
LUCIFER.- Ya lo sé, a lo que me refiero es a… y para qué te explico. Mejor
estate alerta, mucho ojo.
DIABLÍN.- Ya se van a armar los catorrazos.
ARCÁNGEL.- Aparte. Ahí está el chamuco con uno de sus gatos. Lo sabía, lo
sabía, este animal es bueno para adelantarse a las cosas, ya les tendió la
trampa a los reyes que están divirtiéndose de lo lindo y hasta aquí llegó
Angelín. Qué esperaba, el trancazo que se dio apendeja a cualquiera, pero
aquí me voy a quedar, no permitiré que el tal Lucy se salga con la suya.
Si hasta eso, mira, la variedad no está tan mal.
LUCIFER.- Se acerca. Le habla amanerado. Hola, guapo, qué jais.
ARCÁNGEL.- ¿Qué jais, de qué?
LUCIFER.- ¿Te perdistes chiquito, quieres que te muestre el buen camino?
ARCÁNGEL.- No necesito que me muestres nada.
LUCIFER.- No’más echa un ojo, mi amors.
ARCÁNGEL.- ¡Fuera, animal pecaminoso!
LUCIFER.- ¡Ay, no te esponjes! Yo solo quiero ser tu guía.
ARCÁNGEL.- ¿Qué guía?
LUCIFER.- ¿Te digo? Tu guía… espiritual.
ARCÁNGEL.- No sabía que para estar en un lugar de estos era necesario tener
un guía espiritual.
LUCIFER.- ¡Ay, tú déjate querers!
ARCÁNGEL.- ¡No me abraces!
LUCIFER.- Si hasta eso, hueles bonito, ¿eh?
ARCÁNGEL.- Y tú apestas.
LUCIFER.- ¡Ach’s, es pachuli, querido! Entonces, ¿qué, te muestro el camino?
ARCÁNGEL.- No estoy perdido.
LUCIFER.- Claro que sí, más que perdido. Mira, este lugar se llama EL
PORTAL, mi amors, no es el Noa Noa, mi Juanga.
ARCÁNGEL.- Yo no soy Juanga.
LUCIFER.- Poco te falta. Nos vemos al ratón, ¡Chao! ¡Besitos!

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ARCÁNGEL.- ¡Cómo me en… enoja éste des… desalmado, pero no, no logrará
sacarme de mis casillas, yo Miguel Arcángel soy el capitán de las huestes
celestiales y contra el Bien, nada lo puede!
DIABLÍN.- ¿Una chela, mi compa?
ARCÁNGEL.- ¡No! ¡Tráeme algo que raspe!
DIABLÍN.- Un estropajo.
ARCÁNGEL.- ¡Tráeme un mezcal, derecho como una flecha!
DIABLÍN.- ¡Ya vas! ¿Con gusano o con alacrán?
ARCÁNGEL.- ¿Tienes con cascabel?
DIABLÍN.- ¡Hasta con Pitón!
ARCÁNGEL.- ¡Ese te lo tomas tú, tráeme el de alacrán!
DIABLÍN.- ¡Sale uno de alacrán!
¡Es rudo el angelote! ¡Ya se armaron los trancazos!
Música.
LUCIFER.- ¡Señores, EL PORTAL se complace en presentar la beldad de las
beldades, en exclusiva, solo para sus ojos: “Mi Dulce Compañía”.
Entra una hermosa y sensual diablesa. Canta.
ANGELÍN.- ¡Yo la conozco!
PASTOR.- ¡Pamela!
GASPAR.- ¡Wau!
MELCHOR.- ¡Quiero!
BALTASAR.- ¡Reina!
Se arma el relajo en tanto baila y canta. Los reyes bailan con ella, se le
hincan, se arrastran. Angelín toma su chela. El pastor come como perro
de rancho, pero también va detrás de la que él piensa que es Pamela.
En un descuido, Mi Dulce Compañía se acerca a Angelín, se quita los
cuernos.
MI DULCE.- Angelín…
ANGELÍN.- ¿Mmmm?
MI DULCE.- Angelín… no tomes eso… Angelín.
ANGELÍN.- Tú… te pareces a… pero, no… ella… es un angelito de la Guarda
ella es… ¿eres tú?
MI DULCE.- Sí.

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PASTOR.- ¡Pamela!
ANGELÍN.- Pero, ¿qué haces, y esos cuernos?
PASTOR.- ¡Te ves bien pecadora con ese trajecito, Pamela!
MI DULCE.- Luego te explico, tienes qué salir de aquí.
ANGELÍN.- ¡Me engañaste! ¡Nos engañaste a todos, eres una traidora!
MI DULCE.- No sabes lo que dices, Angelín, ya no bebas eso.
PASTOR.- ¡Vamos a bailar, Pame!
TODOS.- ¡Otra, otra!
LUCIFER.- “Mi Dulce Compañía” les complacerá de nueva cuenta, pero antes
pidan sus bebidas, ¡Beban, traguen, atásquense hasta el hartazgo!
PASTOR.- Yo no traigo dinero, ¿y tú, chaparro?
ANGELÍN.- Yo tampoco traigo.
LOS REYES.- ¡Nosotros invitamos! ¡Mastercard! ¡Visa! ¡CitiBank!
LUCIFER.- Para el averno, digo, para EL PORTAL no se necesita dinero, solo
¡lléguenle a su vicio!
ANGELÍN.- Ya recordé quién soy, y no soy chaparro, soy Angelín y no soy
como otros que reniegan del Cielo de donde vienen. ¡Tráeme un tequila!
DIABLÍN.- Así se habla, mi chaparro, digo, mi Angelín.
“Mi Dulce Compañía” canta otra canción.
PASTOR.- Te dije que estaba como para comérsela.
ANGELÍN.- ¡Provecho!
De pronto.
ARCÁNGEL.- ¡Hasta aquí llegaste, Lucifer!
Todo se oscurece. Gritos, confusión. Mi Dulce Compañía aparece como el
ángel de la Guarda que es.
MI DULCE.- Ven, Angelín.
ANGELÍN.- No, no voy a ir.
PASTOR.- ¡Yo si voy!
MI DULCE.- Sé que estás confundido, pero escucha: Miguel, el Arcángel me
envió a cuidar de ti, del pastor y de los Reyes para guiarlos, para que puedan
llegar a donde nacerá nuevamente la luz de la ilusión. Yo sigo siendo un ángel,
soy tu ángel de la guarda, pertenezco al Cielo, no al Infierno, pero era

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necesario hacerme pasar por uno de ellos para ayudarte a ti y para que tú los
ayudes a ellos llegar a donde deben llegar.
Es importante que todos los seres humanos tengan ilusiones, que su luz la
tengan consigo, siempre presente.
La luz del advenimiento es la única, capaz de llenar de esperanza el futuro de
la humanidad.
Ven.
PASTOR.- ¡Vámonos tú yo, Pamela!
ANGELÍN.- Me siento mareado.
MI DULCE.- Estás borracho, nada más. Pasa su mano por la frente de
Angelín. ¿Te sientes mejor?
ANGELÍN.- Sí, mucho mejor, mi ángel de la Guarda, mi Dulce Compañía.
MI DULCE.- Lleva contigo al pastor, en un momento los alcanzo.
PASTOR.- Borracho. Yo voy a donde me digas, Pamelita.
ANGELÍN.- Está bien. Pero vas a venir, ¿verdad?
MI DULCE.- Estaré siempre a tu lado.
Sale Angelín con el pastor.

MI DULCE, REYES MAGOS

MI DULCE.- Es que no es posible que de tres no se haga uno.


LOS TRES REYES.- Perdón.
MI DULCE.- ¿A quién se le ocurre dejar en la calle un camello, un elefante y un
caballo?
MELCHOR.- ¿Está mal?
MI DULCE.- Se les olvida que han venido a la tierra, señores.
GASPAR.- No le veo nada de malo.
MI DULCE.- Se les advirtió, se les dijo que no se detuvieran, que la estrella en
el cielo les indicaría el camino.
LOS TRES REYES.- Eso hicimos.
ÁNGEL.- Como que no les creo. Entonces ¿cómo es que se perdieron?
MELCHOR.- Me perdí porque despareció mi camello.
GASPAR.- Y mi caballo.

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BALTASAR.- Yo bajé solo un momento a hacer pis y cuando me di la vuelta mi
elefante ya no estaba.
MELCHOR.- Lo van vender a cualquier circo.
BALTASAR.- ¡Ay, mi elefantito!
GASPAR.- ¿Y qué crees que harán con tu camello? ¿Tortas?
BALTASAR.- ¡Y a tu caballo lo van a hacer salchichas!
MI DULCE.- Apenas lo puedo creer. En lugar de estarse quejando usen su
magia para resolver sus problemas.
MELCHOR.- No funciona, niña.
GASPAR.- Para nada.
MI DULCE.- ¿Qué cosa?
BALTASAR.- La magia no funciona en la tierra.
MI DULCE.- De veras, ¿qué van a hacer? Todo estaba muy claro en la guía
que les envió el arcángel: seguir la estrella o en su defecto, seguir las
indicaciones del GPS, ese sí funciona aquí, era todo, además, ¿qué andaban
haciendo por acá, ¿por qué se detuvieron? ¿Algún interés particular hizo que
se movieran por estos parajes? ¿No les parece que están muy lejos del camino
correcto?
GASPAR.- Baltasar dijo que conocía un camino más corto y que además,
podíamos descansar un rato y a lo mejor, ya que el camino está tan sufrido, no
sería un pecado si nos refrescábamos el gaznate con una chelas, pues…
BALTASAR.- ¡Cállate!
GASPAR.- ¿No fue así?
MELCHOR.- Más o menos.
MI DULCE.- ¿Ven?, he ahí el problema, no hicieron las cosas como se le pidió.
MELCHOR.- Nos perdimos, niña.
GASPAR.- Deja ya de regañarnos.
BALTASAR.- Quedamos de vernos aquí, pero resulta que todo estaba tan
oscuro que…
MELCHOR.- Cualquiera se pierde si uno no alcanza a ver nada.
MI DULCE.- Pero, ¿no les parece raro que llegaran, precisamente, a donde
quedaron de verse?
BALTASAR.- Fue de pura chiripada, ¿eh?

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GASPAR.- Así como que no quiere la cosa.
MELCHOR.- De pura casualidad nos encontramos.
MI DULCE.- Más bien suerte, diría yo.
MELCHOR.- Somos unos suertudos.
BALTASAR.- Si salíamos con tiempo, no tendríamos problemas, yo les llamé,
para vernos aquí antes de irnos a buscar al recién nacido.
GASPAR.- Teníamos chance, todo iba de pelos, no contamos con que la cosa
se pondría tan oscura, como no conocemos, pues… nos perdimos. ¿Qué
nunca te has perdido, niña?
MI DULCE.- No.
BALTASAR.- Ya está bueno de discusiones. A ver, niña, dinos, sin nuestros
vehículos no motorizados ¿cómo nos vamos a mover?
MI DULCE.- Ese sí es un problema, ¿cómo le van a hacer?
GASPAR.- Hace rato aquí había…
BALTASAR.- ¡Cállate!
MI DULCE.- ¿Qué había?
BALTASAR.- Nada, nada, ¿tú ves que haya algo?
MI DULCE.- El hecho de encontrarlos tan lejos de donde se suponía deberían
de estar, me parece sospechoso, aún no me han dicho que hacían en éste
lugar.
GASPAR.- Mejor hay qué decirle, de todas maneras se va a enterar.
MI DULCE.- ¿De qué?
MELCHOR.- Es que el Balta nos prometió llevarnos a un antro VIP
MI DULCE.- ¿Por aquí?
BALTASAR.- Lo que les dije fue que… que conozco unas nenas, digo unas
reinas que tienen, al menos eso me parecía, pensé que este era el rumbo por
donde esas chamacas tienen unas casas de esas donde uno puede descansar,
donde uno puede darse un masajito, o echarse un baño…
MELCHOR.- O donde lo apapachen…
GASPAR.- O que le hagan piojito…
BALTASAR.- Y se me ocurrió que podríamos visitarlas, digo ya que traíamos
regalos…

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GASPAR.- Unos cuantos demás, que no están de más, para complacer a la
reinas, ya sabes niña cómo son las reinas de caprichosas.
MI DULCE.- Ya se acabó y no queda tiempo ni de antros ni de reinas ni de
cumplir caprichos ni de nada, tienen qué retomar su camino.
BALTASAR.- ¿Y cómo? A mí, a mi edad me duelen mucho las patrullas, ¡Yo no
voy a caminar, a menos que nos lleven cargando! Soy un rey.
MELCHOR.- Sí, que nos manden unos esclavos o que nos manden los autos
alados del Señor.
GASPAR.- Yo estoy enfermo de la ciática, y con el frío me entieso toditito,
necesitamos quién nos lleve, de otra forma no vamos a llegar.
BALTASAR.- Allá, en mi palacio, cuando me bajo del paquidermo…
MELCHOR Y GASPAR.- ¿Del qué?
BALTASAR.- Del paquidermo, ignorantes, ese es el nombre científico del
elefante.
MELCHOR Y GASPAR.- ¡Ah!
BALTASAR.- Decía… cuando me bajo del elefante, rápidamente me aprontan
una silla motorizada para que yo no me canse.
MI DULCE.- Ni una n i otra cosa va suceder, reyecitos, no los vamos a llevar
cargando a ningún lado, ni hay sillas motorizadas, ni mandaremos los autos
alados del Señor.
GASPAR.- Bueno, deja de discutir y dile a tu jefe que mande a alguien que nos
dé un aventón, háblale, para eso eres un ángel de la Guarda, debes velar por
nuestra seguridad y nuestra salud.
MI DULCE.- No.
MELCHOR.- Qué ángel más respondón.
MI DULCE.- Yo cumplí con mi misión que era buscarlos y reunirlos
nuevamente. Ya están juntitos, y ahí arriba de sus cabezas está la estrella que
los va a guiar, así es que no se me vuelvan a perder ni se me salgan del
camino porque el diablo anda suelto.
LOS REYES.- ¡¿El Diablo?!
ÁNGEL.- El mismito. Chao.
BALTASAR.- ¡Agárrala, no dejes que se vaya!
GASPAR.- ¡No, no te vayas!

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MI DULCE.- Les queda mucho por caminar, adiós.
El ángel sale.
MELCHOR.- Que tal el Angelito, ¿eh?
GASPAR.- Tú y tus congales, Baltasar.
MELCHOR.- Ya nos pasaste a perjudicar.
BALTASAR.- Nunca dijeron que no querían venir ¿verdad? Y ahora se quejan.
Se escucha el aullido de un lobo.
LOS REYES.- ¡Aaaaayy!
Salen corriendo perseguidos por diablín.

ARCÁNGEL MIGUEL Y LUCIFER

ARCÁNGEL.- ¿A dónde vas Lucy?


LUCIFER.- ¡Uúuyuyuy, no asustes Juanga! ¿Me estabas esperando?
ARCÁNGEL.- Para nada, Lucy, yo por aquí la rolo.
LUCIFER.- Nel, me cae que no te queda el habladito, ¿a quién quieres
engañar?
ARCÁNGEL.- A nadie, mi Lucy, qué, ¿ya no puedo circular por donde yo
quiera?
¿No se supone que ésta es tierra y libertad?
LUCIFER.- Para ti, nigüas, tu puro Cielitolindo.
ARCÁNGEL.- No me digas, ni que tú fueras el dueño del mundo, cornudín.
LUCIFER.- Bájale, no te lleves así.
ARCÁNGEL.- Me cae que se te ven bien chulos, desde que te los puso Dios
por andar de rebelde sin causa.
LUCIFER.- Con causa, mi buen, cuando menos yo soy el esclavo de mí mismo.
ARCÁNGEL.- Voooy, ya estarás, mejor cántamela.
LUCIFER.- Qué ¿te rajas?
ARCÁNGEL.-¿De qué me rajo?
LUCIFER.- ¿Le zacateas?
ARCÁNGEL.-¿A qué?, no seas lengón.
LUCIFER.- Vamos a darnos un entre.
ARCÁNGEL.- La última vez te fuiste con el rabo entre las patas.

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LUCIFER.- P’os o’ra te vas tú con las alas en la cola como avestruz, ¿cómo
ves?
ARCÁNGEL.- Ya estará por verse.
LUCIFER.- ¿Traes fierro?
ARCÁNGEL.- Qué te parece éste.
LUCIFER.- P’os arráncate.
ARCÁNGEL.- Primero arráncate tú.
LUCIFER.- No le saques.
ARCÁNGEL.- No le saco.
LUCIFER.- ¡Ay, te va!
Se trenzan en feroz lucha con espadas.
¡Ay, ay, p’erate, p’erate!
ARCÁNGEL.- ¡¿Qué?!
LUCIFER.- ¡Con las prisas se me olvidó calentar y ya me dio un retortijón por
acá en el lomo!
ARCÁNGEL.- ¿Te duele?
LUCIFER.- ¡Un chingo!
ARCÁNGEL.- A ver, déjame sobarte. ¿Dónde?
LUCIFER.- Ahí. Ay, ay, suavecito… ah… así… o’rale, no te pases, dije aquí, tú
ya ibas más abajo, ¿qué pues?
ARCÁNGEL.- Estaba siguiendo el nervio.
LUCIFER.- El nervio. Mejor hagamos unos estiramientos antes de usar los
fierros, ¿no?
ARCÁNGEL.- Ok.
Hacen calistenia.
LUCIFER.- Sale.
ARCÁNGEL.- Véngase.
Espadazos.
LUCIFER.- Oye, ¿no te parece que estos fierros están muy pesados?
ARCÁNGEL.- Maso.
LUCIFER.- A ver, ¿de qué está hecho tu fierro?
ARCÁNGEL.- ¿Me estás albureando?
LUCIFER.- No, hombre, en buena onda.

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ARCÁNGEL.- Puro acero Valyrio.
LUCIFER.- ¡Ay, wey!
ARCÁNGEL.- ¿Y el tuyo?
LUCIFER.- ¿Mi fierro?
ARCÁNGEL.- ¿Ya vas a empezar?
LUCIFER.- Luego luego te agüitas. Mira, es una forja especial: Es fierro de tubo
de desagüe con soplete de bronce y chile jalapeño.
ARCÁNGEL.- ¡Sácate a la fregada!
LUCIFER.- ¡Es broma, hombre! Ya, dejemos eso, mira, las cosas están de la
fregada, ángeles y demonios andan de acá para allá nada más haciéndose
maldades y nosotros estamos perdiendo el tiempo.
ARCÁNGEL.- ¿Qué sugieres?
LUCIFER.- Hagamos la cosa fácil, juguemos un chinchanpú.
ARCÁNGEL.- Me late, chocolate.
Hacen el piedra papel o tijera a la manera del diablo y el arcángel.
LUCIFER.- Vamos a zanjar éste asunto con una rayuela, ¿sale?
ARCÁNGEL.- Me parece justo. ¿Traes monedas?
LUCIFER.- ¿Y me lo preguntas a mí? Qué te parecen estos doblones de oro.
Te empresto uno, porque ya sé que ustedes son bien agarrados andan siempre
pidiendo limosna y nunca traen un cinco. Ten.
ARCÁNGEL.- Pesa.
LUCIFER.- A wevo, es de oro puro, carnal.
ARCÁNGEL.- Tiro primero.
LUCIFER.- Ya vas. Aparte. ¡Císcale diablo panzón!
El arcángel tira y la moneda sale desviada. El Diablo ríe.
ARCÁNGEL.- Nel, no vale, esa moneda está embrujada, ¿cómo pude confiar
en ti?
LUCIFER.- Lo que pasa es que tus lindas manecitas nunca han tocado el oro y
está muy pesado para ti, muñecón. Observa, así es como se hace.
Tira, y la moneda sale volando por otro lado.
¡Ésta mano, me lleva, me tenía qué fallar!
ARCÁNGEL.- No seas chillón. Se me ocurre hacer una reta con baile y música,
¿le entras?

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LUCIFER.- A ver si como roncas duermes, Juan Gabriel.
ARCÁNGEL.- Soy Miguel, Arcángel San Miguel.
LUCIFER.- Es lo mismo, no te fijes, todos ustedes tienen cara de niña.
Se escucha una salsa y el arcángel hace sus pasos.
LUCIFER.- No marches, eso no es baile, o’ra veras. ¡Aviéntate, Asmodeo!
Suena la música del diablo.
ARCÁNGEL.- Para payasos, el circo, compadre.
LUCIFER.- ¿Tiene alguien qué ganar?
ARCÁNGEL.- Claro.
LUCIFER.- ¿Quién?
ARCÁNGEL.- Ya sabes.
LOS DOS.- El niño.
ARCÁNGEL.- ¿Vamos a verlo?
LUCIFER.- ¿Yo?
ARCÁNGEL.- ¿Te agüitas?
LUCIFER.- Nel.
ARCÁNGEL.- ¿Vamos?
LUCIFER.- ¡Ya vas!

De pronto todo resplandece. Todos aparecen junto al portal.

El Portal de Belén

LOS TRES REYES, EL PASTOR, DIABLÍN, LUCIFER, EL ARCÁNGEL


MIGUEL, MI DULCE COMPAÑÍA, ANGELÍN.

PASTOR.- ¡Si hay niño!


LOS REYES.- ¡El portal!
ARCÁNGEL.- El único, donde ha nacido la luz de la verdad.
GASPAR.- Ahí está la estrella.
MELCHOR.- Llegamos y ni siquiera me cansé.
BALTASAR.- Yo creo que volamos.

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ANGELÍN.- No hay fatiga si se sigue el camino correcto, el camino deja de ser
oscuro, todo se despeja, es un camino claro.
PASTOR.- ¡Va a haber bailongo!
LOS REYES.- ¡Oro!
¡Incienso!
¡Y Mirra!
Todos, incluidos los diablos se arrodillan frente al Portal.
DIABLÍN.- ¿Y si nunca llegaran al portal
las figuras del belén?
¿Si los pastores se quedaran
sin piernas para correr?
¿Y si los Reyes Magos
no dan con la estrellita de papel?
¿Y si ya nadie se pudiera mover?
La Virgen se quedaría esperando
y esperando San José
y el pastor tampoco viene
¿y nadie más llega nunca
a la cueva de Belén?
¿La Virgen estaría esperando
su Niño Jesús también?

ANGELÍN.- La risa de un niño


todo lo borra,
la estela de un ángel
es del color de la fe,
la estrella es de plata
y azul es el cielo
cualquier carretera,
en coche o a pie…
… todos los caminos
llevan a Belén
MI DULCE.- La Bendición es una hermosa ciudad,
es Paz eterna y felicidad.
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Sus hogares son muy fuertes,
suenan campanas de plata
y la primavera corona las
almas de mariposas
hombres y mujeres,
niñas y niños
espíritus que vibran con el aroma del cielo.

es invierno azul gris y hay un temblor un tintinear de dientes


dormita la tierra cobijada de sueños
cantos diminutos de seres apacibles
sus ojos apenas entornados su vientre tibio
una estrella en el cielo –el ojo del Señor- dicen
irradia luz los corazones se dilatan
lánguidos o apresurados joyas en cofre de músculos y huesos
misterio es
envuelven un claro de sombras
solitario alrededor
cuyo sonido tiñe los albores
cuelga de las nubes la escenografía de un mar
la copa de vino
el pez
el pan
celebramos sin partituras solo
el gusto
la divinidad nos cubre.

fin

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