suave Susan y Andrew TAYLOR eds) (2007) Trasala
Se A Reade, Baltimore: The Johns Hopkins Unie
University
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120
AL SUR Y AL ESTE: LA VERTIENTE AFRICANA
DE LOS ESTUDIOS TRANSATLANTICOS
POSTCOLONIALES:
Brad Epps
Deja i avait pergu Toubli actique dans
lequel les grandes puissances colonies
lassen le continent gulls ont exploit
MG. Le CLE210, LAfrioain (113)
1 Entre la circulaci6n y la circunscripcién: los «limites»
del Atlantico
‘Ala luz de la tan valiosa como ambiciosa propuesta de «3
plir las carencias mantenidas por las disciplinas profesionales»
y-de eintroducir las nuevas, tiltimas y mas completas formula-
ciones del saber en el ambito de los estudios transatlinticos»
{ue las editoras anunciasen como la principal razén de ser del
presente volumen, cabria preguntarse qué es lo que se podria
seguir excluyendo, qué carencias se podrian seguir mantenien-
do, en la nueva formula interdisciplinaria de «estudios ransat-
Lanticos postcoloniales», articulada en lengua espafiola ycentra-
da en cun nuevo examen de la trayectoria colonial espaola»'
‘Aunque la adjetivacién suplemental de «postcoloniales» hace que
la configuracién académica algo més establecida de sestudios
transatlénticose se cargue més abiertamente de fuerza Eico-po-
Iitica, los cestudios transatlanticos postcoloniales» dejan de ser
rigurosamente transatldnticos, postcoloniales ¢ innovadores si
se articulan sélo en torno al eje Esparia / América Latina 0, en
1. Estas y otras referencias al presente vokumenprovenen de a props
elena Rodrigues y Josche Martinez
12ante mas amplia, EuropwAmética, es decir, si «la vision,
ne ended entramado cultural que Fige la relacion de las enti.
Sd de nticas espanolas Y latinoamericanas» se institu.
dades transatasde otras visiones culturales y otras vias trans.
sional a Pe les asde Aiea, aquella otra esfera col
ly postcolonial con costa atlantica al sur de la peninsula iberica
Valeste de América Latina, 7
‘Tiene fuerza la diagonal, la eeons cay en amen es
nea recta, Traza un camino que va y viene, por el que se va
aeeservaineny el cain, tan cargador de sgnifieacin a
fan dados a acepciones materiales y ricas, pare-
Seas anid eto transatlantico de la trayectoria colo-
tial espatola se trata, del suroeste de Europa al Caribe y el sur
de América, del Caribe yel sur de América al suroeste de Euro-
pa, con una fuerza tan palmaria como rutinaria, Pero dicha con-
Fguracién, cuyaalcurnia imperialisa se encuentra peligrosamen-
te naturalizada en el uso sin trabas 0 titubeos de calificativos
‘como shispano, sibero» y «latino», dista mucho de abarcar to-
‘das las rutas del imperio, las cuales inclufan, y de manera harto
ddecisiva, la larga costa africana y una gran diversidad de islas,
entre las cuales habria que destacar Madeira, las Canarias, las
‘Azores, So Tome¢ y Principe, Cabo Verde y, mas tarde, Fernando
Poo, la actual Bioko Con sus bahias, puertos, cultivos, fortale-
zas, factorias, presidios, ingenios, y misiones de diversa calidad
¥ categorfa, estas y otras islas del Atlantico oriental, la mayoria
elas cuales legarian a estar bajo el dominio de los portugueses,
eran entre muchas otras cosas lugares de paso y abastecimiento
para los buques espafioles no sélo en sus vaivenes entre Europa
y América sino también en sus largas travesias al Pacifico, y de
manera tal que bien podria entenderse la relaci6n entre Espaiia
¥ylas Indias Orientales Espaiiolas (es decir, la Capitania General
de las Filipinas que se extendia, mas alla del archipiélago filipi-
no, Palaos, Guam, las islas Marianas, las islas Carolinas y otras
islas de Micronesia) como también transatlantica, al menos 0
2 Sepun d historador alrosamnercano Leslie B. Rout, la ocupacion de Me
dra en 14191420 consiuye el inicio la colonizacion europea de Abrca(S)
{La conguista de Canara, y de sus habitantes los guanches (relacionados p'
bublomente con ls bereberes del norte de Africa), es anterior. pero Hos ese38%
aint Heparin man tarde
122
su acepcién mas transitiva.’ De hecho, la consolidacivn de to
transatlintico como campo de estudios corre el rieseorde mana,
valorar ¢ incluso borrar el Pacitico y, por
ende, lo stranspaciti-
cor, crucial, como bien sefalan Enrique Dussel y utton. para
cualquier examen pretendidamente global de la realidad sacne
historica, politica y cultural del hemisferio occidental
Junto con la antigua, honda y compleja «protohistoria ame-
india» cuyo «centro cultural» era el Pacifico (Dussel 138), La
situacién de las posesiones espanolas del Pacifico, tan periterica
respecto a la «madre patria» que podria calificarse de «ects
ca», asi como la presencia de inmigrantes de paises aviatices
como Japon, Corea y China en gran parte de America Latine
deberian servir como recordatorio de la radical insuficiencia de
toda delimitacién geopolitica, tal vez sobre todo cuando esta se
presenta, tal como ocurre con algunas formulaciones de lo trans.
atléntico, como la mise en question, cuando no la trascendeniein
del hispanismo y del latinoamericanismo como practicas acade
micas. La falta de una correspondientemente desarrollada pro-
puesta transpacifica en el examen académico de la travectoria
colonial espafiola bien parece deberse a la existencia de progra
mas y departamentos enfocados en Espafia y/o América Latina
‘cuyas viejas estructuras institucionales tienden a reafirmar una
divisi6n entre peninsularistas y latinoamericanistas, muchos de
los cuales suclen ser, en rigor, espafiolistas, mejicanistas, argen-
tinistas, peruanistas y tal, es decir, estudiosos de una determina.
da cultura nacional articulada en lengua espanola, 0 castellana,
el gran principio unificador de la division peninsular latinoame
Ficana (el portugués ¥ los estudios lussfonos siguen teniendo una
relacién algo cliptica con el latinoamericanismo ¥,especialmer.
te, con el peninsularismo hispanohablante).* El deseo de salvar
3. Hemando Colon, en st Hsin del abrirante arma que un de la ie
principales causas que movieran a su padtre «al descubrimiento de {a8 tdi»
fue la esperanza que tenia de enwontras antes que legase a aquellas alga
de gran utlidad. desde la que pudiera coonnuat su prinespal tents (72
lecir que la creacign deh» canales de Sues (1863) y de Pana (3918)
vambia profundamente la relacion entre la Letra el agua » excl planetaria.
4 Ves. por eemplo lent de Rafael Valladares ioe de Mere
diy Germsat Navarro, ene) que demuestra la tnguticercia de eal +
lanusta pare la comprension tel imperialism portance
Sara wae niento critico 4 la gociin de «union linguisbcas en el
ne transatlantivem. wea ha ireduccton de Macl dialogo entre colegas de un mismo
ntos linguuistica ¥ culturalmente
parte de algunos peninsularis.
la estera academica
n parte, a los partida.
la brecha ¥ de tomentaa
departamento 0 de departa
safines»—asi como el deseo P
tas de retorzar la relevancia de Espana
ericana—parecerta anima, al menos
aoe los entualios transatlanticos, alincados mavoritanamente
reas peaulos Unidos, Canada y Gran Bretana, Peto tanto ol
3 el dialog se quedar no se reconocen las
seSlnples mnancrasen que las estructura institueionales existe
aaenthelnadas las de las estudhos de area, dejan st impronta deli
fnaddora en la configuracion de snuevas propuestass como la
Ue los estudios transatlantices posteatoniales.*
Pos annovadora que sea la propuesta de los estudios transat
lanuicos postcoloniales, el espectro de un fortisimo buele hispa-
poamerieano planea por encima de la «obligacion», planteada
por los editores del presente proyecto, de «releer las posiciones
Rianas como formas de la confrontacién colonial y re-imagi-
narlas como formas de la transculturacion destinadas a moles-
far el aqut ¥ ahora de toda dicotomia binaria». Dado que gran
parte de lo publicado bajo la todavia joven nibrica de los estu-
dios transatlanticos se ha vertebrado en torno a los vaivenes de
‘espaftoles vcriollos latinoamericanos, las interacciones entre ellos
¥ las expenencias de exilio, refugio y/o asilo de muchos de los
mismos (latinoamericanos en Espafia, espafoles en América
Latina), las «formas de la transculturacién» se hallan circunscri-
tas de antemano. Semejante vertebracin y circunscripcion son
comprensibles, fruto menos de la verdad hist6rica en toda su com-
pleja amplitud que de la institucionalizacién acotada del saber
deseo
de Mendiola a Bridging the Adana: «el Plan Quinto Centenario apov6 la crea-
‘6a del Insuraio Cervantes, que “supervisaria el uso correcto” de la lengua
‘spafala. El énfasis por parte de Espafa en la fuerza unificadora de la len
{gus espafola corrobora la importancia de la lengua como fuerza asimilativa en
cl sien iberico neocolonials (4).
°. Respesto a [a relacion entre los cestudios de area» y los studios transat
Lunticos, vase el articulo de Abril Trigo, quien rechaza la idea de que los est
cos transarlinicos coastituvan un nuevo paradigma critico y una nueva disc:
plina. Afirma que los estudios postcoloniales y culturales, también «problems
‘icons en su opinion. ya atienden al espacio atlantico, Sty no, dirfa yo, va que lo
stransatlintico» designa un espacio (in)determinado, un acotamiento, tambigs
oroblemitico» como hemos venido seflalando, que lo diferencia de los est
dios pastcoloniales y de ls estudios culturales, ambos mucho mas amplios €=
opoliticas
‘suanto a sus coordenadas
124
—lamese shigpanismo» o «latinoamericani
ricanismor— que ha wendido aignorar Ata
en cuenta de manera pasajera y gene
ambos muy laudatorios, la coleccon de #08 eiemplos,
Marina Pérez de Mendiola titulada Bridginy ihe Agen PE
dad de Brown han contsibuido a modelar lo tanculaag
forme al ya mencionado bucle hispano-amenenn nso CO"
ci6n-Estado de Espatia como protagonistavee sno Ba
obligatorio (Cuba y Espatia, Mexico y Espana, Ancor et
pars Nicaragua Espana,» misampaege weer ES
y Espatia et.)” Ambos proyectos son latdatorion,tepivo anne
muchas otras cosas porque fomentan el didlogo atienden gl
alla»—y el «mas aca»— de ls fronterasnacionalesy cucu
explicitamente en el caso de Pérez de Mendiola, neciones he nae
diciones vagamente «compartidas» o «comunes» implicit on
elconcepto mismo de shispanismos. Pero también nos anainn
a percibir con mayor claridad lo que se (sobrejentiende por
«transatlantico» en un contexto chispanos ylo que se preciea ol
‘menos en parte, para cuestionar una apenas articulada nora
transatlantica.
Dicho pronto y mal, a menos que los partidarios y
\ctican-
tes de los estudios transatlanticos —y sobre todo de los estudion
transatlanticos postcoloniales—abran un dislogo plurilinguist
co y pluricultural con estudiosos de Asia y Africa, es decir con
culturas menos lingtistica y culturalmente wafines», menos sa.
MO» 0 «iberoame-
7. Enun sentido hondo,y no valuativo ls etudiostransatlanicos—posco-
loniales 6 no scala menos la superacion que la ensaidacin conmemora
vas.enel mejor de os on a rericulcin erica de uma ssn en
Isque Espata, mds que ning ore pls hispenohabane astern punto de
referencia primordial. Dich insistenca tenes lia va que eifcmente poe
de haber un enfoque postcolonial sinun poder colonials, per el rogers
de Espa no x siempre necesaro mucho menos sulceme: hay una gan
varedad de relaciones (postcolonial entre las culture acon das An
ees yente estas y las de AlricayAsia en las Que la propia Espa ccupa ona
postura epeiferica y juga in papel indireco osombeado Formac:
tes como lo afrocubano yl sfrebranleo, aunque parchment elipada por la
erecente puja del translantco en un comlesto supustamente pontiac
1al{ no so postcolonial) spuntana una dinamica el ucla ang potnca
Colonist no cup un lugar central yen la que la dimensn in pica 0
se reduce a otras formulaciones, mas o menos tanquilzantes, acer del
furacié, ls transculkuracion, el mestizaje) ln brain