Está en la página 1de 3

HACIA LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA

Mejorar la convivencia en nuestras sociedades probablemente es uno de los retos


fundamentales en la actualidad. Las dificultades para entendernos con los demás y
resolver los conflictos de convivencia son signos preocupantes para avanzar en el
progreso social basado en la justicia y en el respeto mutuo.

La convivencia es la capacidad de las personas de vivir con otras en un marco de


respeto mutuo y solidaridad recíproca; es decir implica el reconocimiento y respeto por
la diversidad, la capacidad de las personas de entenderse, de valorar y aceptar las
diferencias; los puntos de vista de otro y de otros. La convivencia es un aprendizaje: se
enseña y se aprende a convivir, de allí el papel preponderante que la sociedad adjudica
a la educación formal.

Las instituciones educativas forman parte de la sociedad y por lo tanto es un reflejo de


ella, produciéndose en ella conflictos que pueden convertirse en elementos
favorecedores del aprendizaje. Desde hace cierto tiempo se viene considerando por
parte de investigadores, docentes y la sociedad, la importancia de velar por una
educación integral y plena que tome en consideración los aspectos afectivos,
emocionales, de integración social y equilibrio personal y no se limite sólo al desarrollo
de las habilidades cognitivas.

Tomando como referencia al Ministerio de Educación, la convivencia escolar “es el


conjunto de acciones organizadas, caracterizadas por las relaciones interpersonales
democráticas entre todos los miembros de la comunidad educativa que favorecen la
existencia de un estilo de vida ético y la formación integral” (MINEDU, 2006). La
convivencia escolar es la particular relación que se produce en el espacio escolar entre
los diversos integrantes de la comunidad educativa: estudiantes, docentes, directivos,
asistentes de la educación, padres, madres y apoderados.

Por su parte, la Convivencia Escolar Democrática requiere que se respeten los derechos
de los estudiantes y que éstos aprendan a cumplir con sus deberes y respetar los
derechos de los demás. De esta manera el buen funcionamiento de la Convivencia
Escolar Democrática debe favorecer los aprendizajes y la formación integral de los
estudiantes.

En este contexto, “es claro que el papel de la institución educativa va más allá de
cumplir con las metas académicas. Actualmente también se espera que la labor
formativa de la escuela ofrezca a nuestros niños, niñas y jóvenes la posibilidad de
adquirir y ejercitar aquellas habilidades personales y relacionales que les permitirán
triunfar como personas y como ciudadanos miembros de una sociedad” (Chaux, 2005).
Por eso resulta fundamental la labor de los educadores, quienes a través de sus
conocimientos y uso de estrategia promueven el desarrollo de competencias
ciudadanas durante el proceso pedagógico.

Jurídicamente la Convivencia Democrática en el Perú se viene implementando en las


instituciones educativas a través de las Normas para el Fortalecimiento de la
Convivencia y Disciplina Escolar, el Uso Adecuado del Tiempo y la Formación
Ciudadana, Cívica y Patriótica de los Estudiantes de las Instituciones y Programas de la
Educación Básica; emitida por el Ministerio de Educación en el año 2011, sin embargo
aún falta mucho por trabajar.

Según un estudio publicado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos en


el año 2011, “las políticas educativas relativas a asuntos de convivencia, seguridad y
prevención de violencias en la escuela son todavía escasas en los países de la región.
Además, tienden a ser generales, poco explícitas y estar dispersas en una multitud de
documentos de variado tenor, difíciles de integrar entre sí”. (IIDH, 2011). Este informe
también explica que las políticas elaboradas después del año 2000 en países de
América Latina son más específicas, explícitas y pertinentes; en cambio, las elaboradas
entre finales de los años 1980 y mediados de los 2000 son genéricas, indirectas y
responden a la noción entonces clásica de “disciplina escolar”.

Al parecer se vislumbra que la sociedad empieza a entender que construir una buena
convivencia en el ámbito de la escuela, garantizar centros escolares seguros y prevenir
manifestaciones de violencia que amenazan a toda la comunidad educativa son
objetivos que merecen un tratamiento especial, profundo y acorde a las circunstancias
de cada contexto. Se está presentando una naciente conciencia de que tales cuestiones
merecen un análisis serio y propuestas de acción que se generen desde el propio
sistema educativo que involucren a la comunidad educativa.

Bibliografía

 MINEDU. Enfoques y Lineamientos para el ejercicio pleno de la ciudadanía,


2006.

 CHAUX, Enrique. Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Bogotá,


Colombia, 2004.
 Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH). X Informe
Interamericano de Educación en Derechos Humanos. 1° Edición. San José, 2011.

También podría gustarte