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La reputación social de la política es nula en comparación de otras actividades, ya sean

sociales, deportivas u otra. Hay que ponerle atención a las reacciones que provocan los
comentarios sobre la política y a los políticos que nos gobiernan en la actualidad. Se pueden
encontrar varios comentarios malos cuando se refieren a la política, eso sin dejar en cuenta
a los políticos6Los términos negativos van desde desinterés hasta la corrupción.

En algunas sociedades se juzga con mucha severidad la acción de los políticos al igual que
con los trabajadores del estado.

La negativa de la política abarca a la mayoría de los ciudadanos en toda sociedad. Hay


algunos que no les gusta ningún contacto con la política pero hay otros que no están de
acuerdo con el status quo y expresan su rechazo. Hay dos maneras de demostrar dicho
rechazo, uno: se sitúan algunos que procuran modificar el estado y adoptan iniciativas
reformistas. Dos: se distingue la actitud de algunos que dicen que dicen que es incorregible
la política democrática. Hay cierto grupo que se denominan “los indignados” que es una
combinación de rechazo radical hacia la política por lo cual buscan nuevas fórmulas para
una mejora en la misma política. También está claro que se trata de cuatro perfiles
esquemáticos pero que no se consiguen reflejar todos los matices de las situaciones reales
en las cuales se les puede denominar ciudadanos híbridos.

Se puede entender el sistema democrático como una competición entre elites gobernantes
los cuales se someten al régimen electoral, los sectores que se inhiben no representarían un
gran problema; tampoco lo sería la existencia de colectivos críticos los cuales se esforzar
para corregir las principales deficiencias del sistema. ¿Qué ocurre, en cambio, cuando se
opta por una versión más exigente de la democracia? Cuando se denuncia el abandono de
gobierno y se pide una intervención directa de los ciudadanos en los asuntos públicos, aquí
es cuando se despierta la inquietud por la solidez de un modo de gobierno cuya continuidad
nadie puede dar por descontada tal como lo enseña la historia. El gobierno democrático
siempre debe de estar en manos del ciudadano, si en dado caso esto dejara de pasar se pone
en riesgo la continuidad del sistema democrático.

La democracia no solo resulta de una escaza convicción de los ciudadanos. En occidente al


parecer se llegó al fin de una tregua entre el capitalismo y la democracia que se firmó
después de la Segunda Guerra Mundial. Esta tregua se trataba en la aceptación de una
economía social de mercado que junto con los derechos sociales garantizados por el estado
de bienestar. Se debe plantear la “salida de una crisis” ya que predomina la idea del fracaso
económico de las democracias occidentales ha sido el “exceso de política”. Una política
adecuada para superar la crisis tiene que pasar los acentos democratizadores del pasado,
para esto se necesita dar marcha atrás: una menor regulación publica de la actividad
empresarial, recortes en el conocimiento de derechos y prestaciones sociales, reducción de
las cargas impositivas de carácter redistributivo. También se debe de tomar en cuenta que el
estado no ya el ámbito de decisión eficiente porque ha sido desbordado por relaciones
económicas, tecnológicas y culturales que tienen un alcance superstatal. Por eso algunas
entidades superestatales se alejan de una intervención ciudadana y presentan déficits
notorios de una verdadera democracia.

Se entiende que una descalificación de sus modos, instituciones y actores acaba debilitando
la viabilidad de la misma democracia. Puede ser útil juicio severo sobre los defectos del
sistema para que se corrijan, apuntar con rigor y no al voleo. Se debe examinar los tópicos
que circula cuando se habla de política. El objetivo principal es afinar la perspectiva crítica
sobre la política democrática con el fin de hacer más viable su transformación.
Generalmente el debate político se centra en indicadores cuantitativos de actividad y de
beneficiarios cuando en realidad se debería se centrar en las categorías de actividades y los
beneficiarios. La política vincula y desvincula la acción gubernamental con los problemas
que captan la atención de la sociedad sin que a menudo sea posible verificar las relaciones
propuestas.

Es común que exista un abismo entre la ciudadanía y políticos y existe más cuando se habla
de problemas que afectan a la sociedad en los sistemas democráticos. Recordemos que uno
de los principios del sistema democrático es la pretensión de que las elecciones garanticen
la máxima cercanía entre las posiciones políticas y los intereses de la ciudadanía y los
perfiles políticos y las posiciones de sus representantes. Se habla de dos formas de
representación en la teoría política:

a) La representación-delegación referida a la capacidad de llevar un mandato.

b) La representación-fotografía basada en la capacidad para trabajar lo más fielmente al


puesto o dicho en otras palabras que tenga las cualidades necesarias para desempeñar dicho
puesto los intereses del pueblo.

La democracia representativa es cuando el elegido recibe el encargo de estar informado,


formar su criterio y adoptar buenas decisiones. También se debe pensar en formas para
mejorar la representatividad de los políticos, sino también de las dimensiones de la
representación de los mismos, más capaz de recoger la autonomía, diversidad y la exigencia
de equidad de la sociedad. Un dato favorable en cualquier democracia es el contraste entre
los problemas que interesan a la ciudadanía y los temas de discusión de los partidos
políticos.

Desde tiempos remotos se ha sabido de la asociación entre política y corrupción se ha


convertido en un tópico de uso general. El pueblo en general entiende que la honradez en
política es una excepción y no la regla, ya que siempre hay habido personajes que dejan
esta apreciación cuando se descubre que los recursos públicos son para obtener provecho
privado. En algunas sociedades se resignan a la existencia de un grado elevado de
corrupción y la toleran como un mecanismo que facilita el funcionamiento de sus
instituciones. Al final de cuentas y en todo caso se debe de exigir la confianza democrática,
la corrupción es rechazable por lo más mínima que sea. Esta tiene que ser penada por la ley
con fuerte rigor cuando el uso de poder ser hace para beneficio propio o familiares.

Cabe mencionar que también hay factores en la cultura social que favorecen a las conductas
corruptas, a cada corrupto en la política le corresponde un corrupto en la sociedad o en la
economía. Hay sociedades que son tolerantes con la evasión fiscal, la economía sumergida,
el fraude en la percepción de prestaciones sociales, el uso de información privilegiada en
las transacciones mercantiles o abusos en las relaciones laborales y profesionales, tampoco
es demasiada activa en la represión de la corrupción política por muy escandalizada que se
manifieste cuando se conoce algún caso.

Muchos tienen dudas sobre la utilidad de la ciencia política, algunas veces se llega a un
desacuerdo a que se debe de estudiar, fuentes de conocimiento relevante o sobre unidades
de medida; y todo esto da a una categoría científica del conocimiento que elabora.

En los debates está la cuestión latente que es el riesgo de reclamar idénticas cualidades a las
ciencias sociales y ciencias naturales y a partir de ahí establecer comparaciones que acaban
resultando insostenibles. Aristóteles distinguía ya entre episteme, techne y phronesis, como
diferentes formas de conocimiento, esta perspectiva de Aristóteles busca construir una
racionalidad general que pueda explicar lo que observa, no importando el contexto social en
la que se da.

Los textos dicen que los factores que producen dicha percepción negativa hacia la política
es la que contamina a todo el público, público en general pero al mismo tiempo no se puede
renunciar de la política. Los defectos registrados en la política actual arrancan de la relación
de representación entre políticos y ciudadanos, aquejados de una escasa sintonía y de una
ineficaz rendición de cuentas. Se puede decir que en primer lugar se trata de un problema
de lejanía político-ciudadanos pero que es necesario encontrar mecanismos de
representación más complejos que sean capaces de superar la mera democracia de elección.

Debemos recordar que cuando se habla de democracia y procesos de democratización, estos


no son contemplados como algo relacionado exclusivamente a instituciones y
organizaciones, es necesario considerar la democracia de los ciudadanos. Es precisamente
la consideración de lo que entendemos por ciudadanía y de las dificultades de unos y otros
para asumirla donde se plantean hoy buena parte de los conflictos políticos más relevantes.
La ciencia política debería liberarse de su obsesión metodológica de las presunciones de su
ideología cientificista, de su imposible aspiración a la neutralidad valorativa.

La conclusión de todo ello es la necesidad de sustituir una perspectiva en la determinados


aspectos y hay que considerarlos propios por una visión más centrada en los problemas
donde es inevitable converger con otras disciplinas. Se debe reconocer que la política no la
hacen los políticos como los que influyen sobre estos para que adopten decisiones
favorables a sus intereses, hay que transformas los roles de aquellos en un rol más próxima
a la decisión. Se debe de hablar de la política de oferta, incluida la idea de soluciones en
busque da de problemas, antes que la política o propuestas fundamentadas en una visión de
carácter social de problemas sociales que requieren soluciones públicas. Bien se sabe que el
aspecto destacable entre los déficits de la política actual es la relación entre ciudadanía y
partidos políticos cuya naturaleza ha evolucionado hasta su transformación en agrupaciones
de profesionales cada vez menos diferenciadas en sus opciones y estilos.
Hay que recordarse que hay obstáculos para alcanzar un objetivo propuesto, se puede
hablar de una visión dominante de la política (ideología) que es construida en:

1. Se declara que es suficiente perseguir el interés individual para conseguir un grado


aceptable de equilibrio político.

2. Se recomienda una actitud de desconfianza permanente en las relaciones entre


ciudadanos y entre estos y los responsables políticos. Son presupuestos que socavan
toda propuesta de un reencuentro personal con la política.

Se debe de hacer una restauración de la moral en la cual se comprometa el individuo –


político – y que desmienta aquellos presupuestos. Ha habido pruebas de que es posible
dicho cambio cuando hay dichos factores. Algunos pueden llegar a pensar que es un
pensamiento utópico pero es todo lo contrario. Actualmente, lo utópico es pretender que
bastara la armonía espontanea de los intereses individuales para resolver los problemas de
una sociedad, se debe de dar como una contribución más al esfuerzo de tantos para resolver
a los ciudadanos el protagonismo efectivo de la política democrática.

Bibliografía

Eva Anduiza, Xavier Ballart, Joan Botella, Quirn Brugué, Alex Casademunt, Ana Mar
Fernández, Salvador Martí, Francese Morata, Joan Subirats, Josep M. Valles. (2012).
POLÍTICA PARA APOLÍTICOS. En POLÍTICA PARA APOLÍTICOS(85). -: Ariel.

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