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DELMER es un perro callejero que vive en Asunción, en la vereda de Doña Lila, una bruja malísima que piensa que él afea su vereda. La muy malvada no soporta más al perrito y encarga se le abandone en Caacupé. En su peregrinar de vuelta a Asunción, en afán de volver a su antigua vereda, muchos animalitos le aconsejaran cómo conseguir un hogar donde vivir como la mascota de la casa rodeado de cariño, cobijo y comida.
DELMER es un perro callejero que vive en Asunción, en la vereda de Doña Lila, una bruja malísima que piensa que él afea su vereda. La muy malvada no soporta más al perrito y encarga se le abandone en Caacupé. En su peregrinar de vuelta a Asunción, en afán de volver a su antigua vereda, muchos animalitos le aconsejaran cómo conseguir un hogar donde vivir como la mascota de la casa rodeado de cariño, cobijo y comida.
DELMER es un perro callejero que vive en Asunción, en la vereda de Doña Lila, una bruja malísima que piensa que él afea su vereda. La muy malvada no soporta más al perrito y encarga se le abandone en Caacupé. En su peregrinar de vuelta a Asunción, en afán de volver a su antigua vereda, muchos animalitos le aconsejaran cómo conseguir un hogar donde vivir como la mascota de la casa rodeado de cariño, cobijo y comida.
Delmer era un perrito callejero que vivía feliz en la vereda de
Ña Lila, una mujer malvada y amargada que se la pasaba peleando con todos sus vecinos por cualquier tontería. Lo que esos vecinos no sabían es que ella era una verdadera bruja. Si! Una bruja de verdad, de las que vuelan en escoba y hacen hechizos brujeriles. Ña Lila era una mujer que siempre se vestía de negro y llevaba en la cabeza un ridículo sombrerito verde de donde asomaban unos horribles mechones anaranjados, que más que cabellos parecían ramas de un árbol seco. Y en los pies lucía orgullosa unas viejas botitas, ambas de diferente color, una roja y la otra blanca. En cambio Delmer era un perrito alegre y de buen corazón que no dudaba en mover la cola a cualquiera que se le acercara: niños, adultos, otros perros, gatos, pajaritos y hasta a la malvada Ña Lila. Delmer no ostentaba ningún adorno, como era callejero no tenía collar, pero lo que si llevaba puesto era una vieja remera amarilla que un vecino le había puesto en invierno para mitigar el frio, y como al llegar la primavera nadie se la quitó, pues aun la tenía puesta. Un día de octubre Ña Lila salió a barrer su vereda y encontró un pipi y un cacá de Delmer en una baldosa. Para que! Demasiado se enojó y juró por su vida que se desharía del pobre Delmer. - Ya no lo soporto! Es un perro pulguiento y callejero que no sirve más que para causarme perjuicio! Si al menos fuera un caniche, pero es apenas un perro mercado, un carachento Delmer! Algo tengo que hacer para sacármelo de encima, ya no lo quiero ver más en mi vereda! Al rato llegó Delmer canturreando bajito, con un huesito que había encontrado revolviendo la basura, y se sentó a comerlo con mucho placer bajo la odiosa mirada de la bruja. Estaba en esos menesteres cuando se estacionó frente a ellos un camioncito cargado de verduras. Ni un minuto tardo Ña Lila en elucubrar la peor de sus ideas: deshacerse del inocente Delmer que ni ahí sospecho de las intenciones de la mujer, quien evitando que Delmer escuche, preguntó al camionero hacia donde se dirigía. - A Caacupé – le contestó el gordo y rubicundo chofer. - Pero que gran coincidencia! – inventó ella Ahí mismo le conto una increíble historia acerca de una sobrina que se había mudado a Caacupé pero que no pudo llevar a su perrito porque el muy vago había salido de farra y no volvió a tiempo para la mudanza. Y le pidió al camionero que por favor lo lleve hasta Caacupé, que allí lo esperaría su sobrina, frente a la Basílica. - Claro que si – le contestó él – con gusto! Y como se llama el perrito? - Emmm… Delmer – balbuceó Acto seguido y apurándolo con la escoba subió a Delmer al camión diciéndole que iría de paseo. El pobre Delmer estaba tan contento!, Ni se imaginaba que la bruja lo estaba mandando muy… muy lejos… Y allá ya se iba Delmer en el camión y aquí quedaba feliz la perversa Ña Lila - Adiós Delmer - Gritaba dichosa en el medio de la calle - Hasta nunca! Pero de repente le atacó la duda… los perros suelen regresar a lo que consideran su casa, Volvería Delmer? Eso no podría suceder! Así fue que agarró su bolsito a motas blanco y amarillo y se subió a un bus de La Caacupeña que iba rumbo a la Capital de la Fe. En el camión Delmer sacaba su cabeza por la ventanilla y su lengua se agitaba con el viento de aquí para allá. De repente la vio… un enorme edificio crecía ante sus ojos… la Basílica! Cuanta emoción! El chofer frenó frente mismo a la plaza y le abrió la puerta. - Aquí te bajas amigo – y agregó – ya han de venir a buscarte, no te muevas de acá. Se subió a su destartalado vehículo y siguió viaje hasta el mercado donde dejaría su carga. Y allí quedo Delmer, que espero horas y horas… y se aburrió, bostezó y se quedó dormido. Por supuesto que el ómnibus de Ña Lila era más rápido, así que cuando Delmer llegó, ella ya estaba allí y había visto todo lo que le pasaba al pobre perrito. Aun así no se compadeció, y cuando llegó una gallina a curiosear no dudó en convertirse en gallina ella también, mediante un pase mágico, y sumarse a la gallinita para evitar que Delmer se le ocurra volver a Asunción y… a su vereda! La gallinita ahí estaba de pie al lado de Delmer y ya le sacudía de su remera mientras lo llamaba. - Perrito… perrito - Y este quién es? – pregunto Ña Lila haciéndose la inocente - Es un perrito – dijo suavemente la gallinita - Ya veo que es un perro, tiene cuatro patas, bigotes, cola y hocico… si, es un perro. Un perro tonto – dijo la muy bruja - Aijuepete! me quede dormido – dijo Delmer mientras se desperezaba - Como te llamás? preguntó la gallinita - No se – le contestó cabizbajo el perrito - Lo que faltaba, además de feo, tonto! – sentenció Ña Lila - me suelen decir Delmer – se apuró a responder - Yo soy doña Gallina Picha'i - se presentó la gallinita mientras acomodaba coquetamente sus plumas - Y yo doña gallina… Piroca – mintió Ña Lila - Y se puede saber de dónde viene, qué hace por acá? – preguntó Ña Picha'i Y ahí Delmer les conto con lujo de detalles como había llegado y que ahora estaba ahí sin saber qué hacer. Ña Lila no pudo con su genio y saco toda la maldad que tenía diciéndole a Delmer que había sido abandonado, que no se había dado cuenta porque era un perro tonto. - Delmer, yo creo que lo que vos deberías hacer es encontrar un hogar – le dijo Ña Picha'i - Que es un hogar? – pregunto ingenuamente el perrito. - Para mí, el mejor lugar del mundo, donde me siento a salvo y feliz, es mi nido, mi hogar – dijo amorosamente la gallinita - Uf! Que ploma – murmuró Ña Lila - Como quiero tener un hogar – deseó en voz alta Delmer mientras aplaudía emocionado y se apuraba a preguntar – como hago para encontrar uno? - Tenés que ir casa por casa preguntando, Delmer – sugirió la gallinita Ña Lila pensó que esa era la oportunidad de deshacerse de Delmer y le sugirió que en la campaña encontraría buenos adoptantes. Se deshizo en halagos para con la gente del interior, que eran gente generosa, amable, que amaban los animales, que no le faltaría comida, que podría vagar por el campo a su gusto y tener muchos amigos, y muchas más maravillas de un lugar donde él sería inmensamente feliz. - No sé, dijo Ña Picha'i, para mi que el paraguayo, viva en el campo o la ciudad, es solidario y … - interrumpió lo que estaba diciendo para mirar con más atención a Ña Lila, que medio se dio cuenta que estaba por ser descubierta – quien es usted? Nunca la había visto por acá, que raro es su plumaje. En verdad usted es gallina? No lo creo! A ver ponga un huevo! Ña Lila salió corriendo y Ña Picha'i la persiguió a los gritos por entre los árboles de la plaza hasta que se perdieron entre la multitud que había ido a visitar a la Virgencita de Caacupé. Delmer quedo un momento desanimado, pero finalmente se puso de pie y comenzó a andar hacia Asunción, porque pensó que al menos, si no encontraba un hogar, volvería a su vereda. Detrás de un árbol, frustrada, Ña Lila observaba como Delmer enfilaba hacia donde ella no quería. Su mente trabajaba a toda máquina mientras pensaba en una solución. Mientras tanto Delmer, trotando despacito, llegó a una ciudad donde la música escapaba por las ventanas de todas las casas, se escuchaban arpas, guitarras, acordeones, pianos y violines tocando polcas y guaranias. En la entrada de la ciudad había un cartel que decía BIENVENIDOS A LA CIUDAD DE YPACARAI, y al ladito otro que decía FESTIVAL DEL LAGO YPACARAI. Entusiasmado, caminó por la ciudad deleitando sus orejitas hasta que se detuvo en seco, estaba escuchando la melodía más hermosa que jamás había oído. - Y ese pajarito que canta tan bien? Quien será? - Preguntó en voz alta - Ese no es un pajarito – le respondió una vocecilla que venia del troco de un árbol, era una cigarra, una dulce Ñakyrâ que apenas se distinguía de la corteza – es un Gyra Campana. Delmer observó a la cigarra y casi no puede contener la risa. Tenía un vestido largo! Estaba vestida de fiesta en pleno día, y lo que más llamaba la atención era el enorme sombrero lleno de plumas de colores, ciertamente era una señora muy llamativa, pero se veía muy elegante. - Un pájaro campana? Siempre quise conocer uno - exclamo entusiasmado Delmer – dele doña Ñakyrâ, preséntemelo, soy su fan! - Y vos quien sos y que haces por esos parajes? - Soy Delmer y busco un hogar – explicó - unas gallinas de Caacupé me dijeron que yo podría conseguir un hogar donde me amen, ya no quiero ser un perro de la calle. - Pobrecito – se compadeció la cigarra – esperá que le llamo a Gyra-i y te lo presento y si tenemos suerte capaz y hasta nos dé un concierto, yo siempre estoy lista y vestida de gala para eso – Y silbó tan fuerte que Delmer tuvo que taparse los oídos. Casi mágicamente apareció un blanco pájaro que lucía una pequeña mancha verdosa azulada alrededor del pico, a modo de barba, era hermoso y dejó a Delmer anonadado, estaba frente a su ídolo de la canción! Gyra-i se dio cuenta de la emoción de Delmer y le paso la mano diciendo... - Que tal Cheraa? - Hola Gyra-i – tartamudeó Delmer - que gusto cheraa, demasiado te admiro, demasiado me gusta tu canto, nadie canta como vos! Sos todo un artista. Perdón, soy Delmer - Y que haces por acá, de paseo? – pregunto el pájaro - No amigo, creo que me abandonaron - le contó Delmer - No te vayas na a amargar – dijo Gyra-i conmovido - pasa loo, hay humanos que cuando su mascota se enferma, o se mudan, o no la quieren más, la abandonan… no sé porque lo que son si… - Y… no han de tener un corazón – reflexionó Delmer - Será que nacieron sin él o se les gastó mientras crecían? - O les exploto! Pum! Y chau corazón! – exclamó el pajarito Mientras ambos conversaban, disimuladamente entro Ña Lila convertida aun en gallina y se dirigió directo a Ña Ñakyrâ, que se estaba poniendo unos largos guantes blancos, y ya otra vez inventó una historia falsa de Delmer. Le dijo que el perro era un sinvergüenza que iba de ciudad en ciudad causando caos en los gallineros! Y que si tenía hambre tal vez apeteciera un pajarito campana… o una cigarra!. La Ñakyrâ no dejaba de caminar nerviosamente por el tronco del árbol.. - Pero él me dijo que en Caacupé habló con unas gallinas - dijo - Hablo? Se las comió! Eran mis primas Picha'i y Piroca… pobrecitas… la familia está de duelo! Que digo! Todo el gallinero está de luto… nadie más puso ni un huevo… No leyó el diario de hoy? – sacó su celular y le mostró una foto – Mire: “Feroz perro comió dos gallinas sexagenarias!. - Qué? – se alarmó la cigarra - Si, a la mostaza y con papas al horno – insistió la bruja - Y él está con Gyra-i… socorro! Se lo va a comer…. – pensó en voz alta, horrorizada, Ña Ñakyrâ - Tengo que separarlos! - Apurate que na o se lo va a comer al escabeche! Ahhh, mandalo para la campaña, que ni se le ocurra ir hacia Asunción! – decía entre risas macabras la bruja. Inmediatamente la cigarra le dijo a Gyra-i que su profesor de canto lo estaba esperando para su clase, a lo cual el pajarito se despidió de Delmer y apurado salió volando. Atemorizada Ña Ñakyrâ, con intención de deshacerse de Delmer, le recomendó seguir su camino y le mando a Itaugua, a buscar a su comadre Papala, la araña, que tal vez ella pueda ayudarle a encontrar un hogar. Contrariada, la bruja escucho todo, deshizo el hechizo que la había convertido en gallina y se puso en camino hacia Itaugua para tratar de inventar algo que haga desistir a Delmer de retornar a su vereda. Delmer busco en Itaugua a Papala, la ñandú-i, lo cual no fue fácil, tenía que cruzar una y otra vez la ruta dos, con peligro de ser atropellado por los cientos de autos que iban y venían a muy alta velocidad. Pero finalmente la encontró tejiendo! Era una arañita de esas enormes pero de patitas ridículamente finitas. En dos segundos le explicó que Ña Ñakyrâ le había mandado a hablar con ella para ver si podía ayudarlo a encontrar un hogar. Contenta con tener noticias de su comadre, Papala se dispuso a ayudar a Delmer. Inmediatamente se acordó de una vecina, Ña Marciana, una señora muy solidaria que solía adoptar perritos callejeros, y pensó que tal vez estuviera interesada en Delmer. Ña Lila, ya otra vez espiando la escena detrás de un árbol, pensó: - Demasiada rabia me da que este carachento se salga con la suya…. Nunca va a tener una familia! Nunca! Que se vaya a vivir en el medio del campo, solo! Y lejos de mi casa! Que puedo hacer? Ya sé!! Papala enumeraba los beneficios de tener hogar, y todo iba de maravillas, Delmer estaba muy ilusionado… hasta que llegó al tema del veterinario… - Al veterinario? Para qué? yo co no estoy enfermo! – exclamó Delmer - Estas flaco…seguro tenés bicho, hay que desparasitarte, vacunarte y bañarte – dijo Papala - Aijuepete! Si va a ser así mejor sigo en la vereda de alguien, que me tire de vez en cuando un huesito y yo así tranqui por la vida – se resignó Delmer. - Nada de eso, ya mismo vamos a ver a Ña Marciana – dijo convencida la araña Y ya casi salían para la casa de Ña Marciana cuando la bruja con un pequeño y rápido hechizo “blis, blas blum, blum, blas, blim, quiero ser un cabichu-í” se transformó en una molestosa avispa negra con dos alar alargadas y casi transparentes, y les cerró el paso con un: - Alto! En lo de Doña Marciana un perro más? Never! Ya tiene veinte! Son suficientes! - Porque Cabichui? Donde comen veinte comen veintiuno… - trató de armonizar Papala - Veintiuno? Mas once gatos, doce hámsteres, cinco tortugas y tres loros, y toda mi colmena! Y somos cincuenta mil! Les parece que hay lugar para alguien más? – dijo nerviosa la bruja - Y vos quien sos para decidir nada? – le enfrentó agrandada la ñandú-i - Yo no soy nadie mamita, pero hay una reina en mi colmena, y yo solo cumplo órdenes. Si este can cruza la puerta de Ña Marciana se va a desatar la tercera guerra mundial - amenazó Ña Lila - Gracias Ña Papala, pero vamos a dejar, mejor me voy… soy alérgico a las picaduras – dijo Delmer cuando vio que la cosa se ponía color de avispa - Bueno, que lastima Delmer… entonces, mejor que sigas tu camino, y yo voy a seguir trabajando – dijo triste Papala - Trabajando? a que se dedica usted? – preguntó Delmer curioso - Tejo ñandutí! – le contestó Papala, la arañita - Sos toda una artista Ña Papala! Qué país tan rico el nuestro, maravillosos cantantes y bordadoras increíbles! Gracias por todo y adiós! – se despidió Delmer y continuó su marcha, camino hacia Asunción. Cada vez más desesperada porque sus tácticas no daban resultado, la bruja hizo un pase mágico “blin blum blas quiero estar en Capiatá” y allí apareció, lista para llevar adelante un macabro plan. Y pensó “qué mejor que hacer morir de miedo al pobre perrito en el Museo Mitológico”? Entró al Museo y contrató a tres de los mitos, Pombero, Luisón y Ao Ao, ofreciendo caña, miel, cigarro pó guazú, sándwich de jamón y queso y alfajores de tres pisos a cambio de que le den un susto tan grande a Delmer que no quiera volver a Asunción nunca más, eso sí, tenían que espantarlo pero en dirección al interior. Se cerró el trato, los mitos quisieron cobrar por adelantado así que Ña Lila tuvo que ir a un kiosco cercano a comprar la comida. Ella estaba impaciente, pero los mitos quisieron comer antes de hacer el trabajito, así que tuvo que esperar tratando de mantenerse calma. Cuando los tres estuvieron tan llenos que les costaba levantarse de la mesa, recién entonces entraron al museo a esperar a Delmer. Ella se escondió afuera, otra vez, cuando no, atrás de un árbol. Delmer llego un rato después, la bruja lo vio entrar y pensó con gusto que la próxima vez que lo viera, el perrito estaría corriendo, a lo que dieran sus cuatro patas, en dirección a Ciudad del Este. Y esperó… y esperó… y espero… hasta que lo vio salir, de lo más orondo… abrazado a los mitos, departiendo como viejos amigos, entre carcajadas, palmadas y risas. Lo despidieron señalándole el camino a Asunción y hacia allá se fue Delmer a una nueva aventura. - Pero que paso? – pregunto furiosa la bruja mientras avanzaba amenazadora hacia los mitos - No era que tenían que asustarlo, matarlo de miedo, aterrorizarlo, que le diera un paro al corazón? - Pero doña, él demasiado calidá es! – dijo el Pombero - Es un perro… mi colega es!… no puedo señora… - se quejó el Luisón - Me lamió la cara… sabe cuánto hace que nadie me da un besito? – completó el Ao Ao - Partida de inútiles! – les retó la bruja - nunca vi semejante inutilidad! Después dicen que asustan! Bah! Y encima el pulguiento sigue avanzando! Tengo que hacer algo más concreto! – e hizo otro hechizo exprés: “Pared, ladrillo y teja… conviértanme en una comadreja” y se convirtió en Mykurẽ! Delmer cansado de andar entre los peligrosos autos que lo rozaban todo el tiempo, decidió cortar camino y se metió entre casas, árboles y arroyitos hasta que encontró un cartel que decía SAN ANTONIO, UN PARAISO JUNTO AL RIO. Y a que no imaginan quien estaba apoyada en el cartel? Si!!! Ña Lila, la bruja! Claro que como estaba convertida en comadreja Delmer no la reconoció. - Que le trae por acá mijo? - preguntó la bruja - Una comadreja, Mykurẽ! – casi gritó asombrado Delmer. - Comadreja? – la bruja se había olvidado que ahora tenía, aspecto de Mykurẽ - Comadreja tu abuelita! – de repente se dio cuenta de su metida de pata - Seré comadreja, pero no cualquier comadreja! - Perdón señora – se disculpó Delmer. - Y que hace usted por estos lares jovencito? - Estaba buscando un hogar y… - Delmer no alcanzó a terminar la frase, lo interrumpió una gran risotada de la bruja comadreja. - Aquí nadie necesita un perro, ya todo el mundo tiene, así que váyase hacia Encarnación o que, allí faltan perros – le mintió ya otra vez mientras señalaba hacia el sur. Delmer ya casi aullaba de tristeza. - Pero mírenlo, llora el pobre perrito, es un poco cobarde no? – se burló la bruja - Yo no soy cobarde señora comadreja, camine horas y horas, pase miles de aventuras… y no encontré para mi hogar, solo ligue ocho tukes y doce baldes de agua. - Y eso es todo lo que va a encontrar por acá, así que marche! - Está bien, ya veo que no voy a conseguir hogar, así que voy a volver a mi vereda. Cuando la bruja escuchó esto casi se vuelve loca, se desesperó tanto que se desmayó y cayó redondita al suelo. Delmer tuvo que socorrerla, pero no tenía ni agua ni nada dulce que darle, solo un hueso y una pera que había recogido por el camino, así que limpio un poco la fruta y se la dio de comer despacito. Cuando Ña Lila volvió en sí se levantó de un salto y le dijo… - Hágame caso, váyase a la campaña… - Porque todo el mundo me manda a la campaña? – se preguntó el perrito - Y bueno… que remedio, sin hogar y sin vereda da lo mismo - se lamentó – y para donde es el interior? - Ve este cartel – pregunto la comadreja sacando un cartel con una flecha de su cartera – hacia allá – dicho esto se sujetó la panza, sintió un dolor tan grande que dio vuelta el cartel, ahí ya Delmer no sabía si ir hacia un lado u otro – hacia allá – ahora la flecha apuntaba arriba – hacia allá! - Ahora hacia abajo – ay, me… me… me voy… Y la comadreja salió corriendo hacia atrás de unos árboles, dejando a Delmer desorientado. Después de pensar un poco decidió seguir hacia su amada vereda. Unos minutos después apareció la Ña Lila, ya convertida otra vez en bruja, enojadísima contra el mundo mundial. - Ese pulguiento va a regresar a mi vereda, - lloriqueó - ya le falta poco! Pero a mi allí no me va a encontrar! Habré perdido… pero no me ha vencido! Ya va a ver! Me voy al baño! Ehhh… me voy mudar! Me voy a vivir al baño… ehhh…me voy a vivir a otra casa, no voy a soportar otra vez al carachento ese que… que… - no pudo continuar con su plagueo - La pera! – dijo y salió corriendo otra vez hacia los árboles. Después de caminar un par de horas Delmer llego a una ciudad hermosa, llena de árboles que daban una fresca sombra. El cartel esta vez decía VILLA ELISA. Le llamó la atención un gran lataparará que venía de una casa y hacia allá se dirigió. Cuando llegó vio a un perro sentado en el cordón de la vereda, era muy delgado y tenía un par de auriculares en las orejas, se movía rítmicamente de un lado a otro mientras murmuraba algo inentendible. Delmer lo saludo y nada, volvió a hablarle y nada, finalmente le tocó el hombro y el pobre perro salto como si tuviera un resorte en las patas. Delmer se asustó a su vez de la reacción del perro y cayo de cola al piso. - Nde zapture, casi me da un infarto? Querés matarme? - Discúlpame cheraa - le dijo Delmer mientras se levantaba - que lo que son esos ruidos? - Ese co es mi vecino, el que vive ahí- le dijo señalando la casa donde había un letrero que decía: CALLE MAXIMA LUGO 1.962 - SE ALQUILA PIEZA - es insoportable, por eso me pongo estas cosas en las orejas, para no escuchar. Escucho música, cachaca pirú, música purete cheraa! - Y tu vecino? - El toca rock, eso dice él. Y también dibuja, artista es. Bah! Ese co no está del todo bien de su cabeza, pero es calidá el tipo – dijo riendo el perro - Y vos? Sos de por acá? - No, ando buscando hogar… - A la pinta! No tenés casa? Sos callejero? - Si, pero por ahora nomas. Estoy tratando de conseguir un hogar. En ese momento se escuchó un solo de guitarra que demasiado le gustó a Delmer - Que purete esa guitarra…será que me enseña a tocar? - Y vamos a entrar a su casa, de por ahí… - Nde, como lo que vos te llamás? - Jagua pirú y vos? - Delmer! Así fue que entraron en la casa de Nico que ejecutaba con pasión una guitarra eléctrica roja y negra que brillaba con la luz. Era un joven muy alto y delgado, con cabello blanco y despeinado, jeans remendados en las rodillas y una remera azul. Los perritos lo aplaudían y pedían bis tratando de agradarle para que les invitara un huesito. Nico cayó en la trampita de los perritos. - Mira un poco: Jagua Pirú trajo un amiguito, a ver…. Creo que tengo unos huesitos para ustedes! – y quitó dos deliciosos huesitos de su bolsillo - rico no? Ahora cada uno a su casa! Delmer aulló despacito, ahí Nico se dio cuenta que no tenía hogar, entonces le ofreció quedarse en su casa a cambio de poder dibujarlo para sus historietas que salían en el diario. Demasiado feliz se puso Delmer. Su sueño se había hecho realidad! Ya no tenía que volver a la vereda de Ña Lila! - Necesitas un nombre - dijo Nico - … a ver… a ver… ya se! Del Mercado! Delmer! Delmer y Jaguá Pirú se pusieron demasiado felices, ladraban y saltaban como locos! - Ya tengo un hogar! – exclamó Delmer - Ya tenés un hogar… y un amo… y un vecino…. Yo! – dijo entusiasmado Jaguá Pirú - yupiiiiii!!! vamos a ser mejores amigos! - Siempre quise una casa, un amo y un amigo!- se emocionó Delmer - Te prometo que vas a ser mi perro para siempre - Le dijo Nico a Delmer mientras le acariciaba la cabeza - Dale! Vamos que te presento a mi familia, somos un montón… incluso hoy llega una inquilina que alquiló la pieza del fondo… todos te van a adorar! Apenas terminó de decir eso Delmer le mostró su alegría con una serie de gestos de felicidad… se puso patitas para arriba mientras frotaba el lomo al piso como diciendo: “esto es mío, todo mío”. En eso llego una señora con una valija en una mano, y un papel en la otra. - A ver… a ver… CALLE MAXIMA LUGO 1.962… esta es mi nueva casa… acá no voy a tener que soportar al pulguiento apestoso ese que seguro ya está en SU vereda, pero no en la mía! Que inteligente que soy! Me mudé! Me mudé! Me mudé! Ja ja ja Se imaginan quién era? Si! Era Ña Lila, la bruja, que justito había alquilado la piecita en la casa de Nico! En uno de sus saltos festejando que ya no tendría que soportar a Delmer, lo vio, sus ojos se agrandaron como dos huevos fritos y se quedó congelada un momento. Cuando por fin reaccionó se persignó y comenzó a correr hacia un bosque cercano mientras gritaba. - Che Dios Marangatu! No es posible! Delmer no! Noooooo Delmer no pudo ni reaccionar, en un instante Ña Lila ya estaba como a cuatro cuadras de su nuevo hogar, su primer hogar, donde sería dichoso por siempre. Ladró feliz y entró en la casa con su nuevo amo y amigo Nico. Así termina esta historia, Delmer consiguió un lindo hogar y encima ahora es una estrella nacional reconocida en todo el país… ya ven… no hay que perder las esperanzas de lograr lo que se desea con el corazón, y hay que buscar, buscar y buscar la felicidad sin descanso hasta encontrarla! Y colorín colorado…. Este cuento, por ahora, se ha acabado!