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10 consejos para dar charlas a adolescentes

23 enero, 2014, Juan en Expresión y estilo 2 comentarios


¿Por qué tengo que escuchar a este tipo?
Tu amiga: la repetición. La repetición es tu amiga.

Porque no, por mucho que te dejes barba y te pases a las gafas XXL de pasta no serás un adolescente
hipster. Eres viejo. Para ellos eres anciano y allí vas tú a enfrentarte al segundo público más difícil del
universo: LA ESO.

Dar una charla a un grupo de adolescentes puede ser uno de los momentos más terribles de tu semana
o uno de los más felices del año.

Antes de daros el top 10 de consejos que a mí al menos me funcionan, una advertencia: este post no
está dirigido (no al menos 100%) a profesores. Aunque algunas cosas creo que valdrán para profes
novatos, la labor de convivir con la misma audiencia durante un año escolar con todas las
peculiaridades del sistema educativo darían para una licenciatura (y quizás llamarse “Magisterio –
Director’s Cut” o algo así).

El post está dirigido a personas que por primera vez van a hablar a una audiencia adolescente.
Todo lo que viene a continuación sale de mi experiencia de casi 6 años recorriendo institutos
asturianos… y lo que me queda por aprender.

1) Sin miedo: los adolescentes, por lo normal, son un encanto.

Quizás sorprenda. Quizás el informe PISA diga que son unos burros (también dice que sus familias lo
son). Quizás sus padres digan que no valen para nada. Pero lo normal es que los adolescentes sean
encantadores, creativos, curiosos y agradecidos. Con esto quiero decir que no pienses que te van a
poner a prueba nada más que entres por la puerta, que se pasarán toda la hora haciéndote burla u otros
mitos sacados del colegio de Primaria de Springfield.

Y esto es una putada. Porque significa que si los pierdes, si empiezan a hablar, si pasan de ti algo
podrías haber hecho mejor.

2) 4 años – 4 mundos

La ESO como sabrás va de los 12 a los 16 años. Si recuerdas aquella época cada año era como un año
perro. Hay un abismo entre 1º de la ESO y 4º de la ESO y sin embargo las audiencias de 12 y de 16
años son las mejoras que vas a encontrar en ese tramo. Si te vas a enfrentar a un 2º o un 3º de la ESO
asume distracciones más fáciles, algo más de chulería, algo más de cuchicheo, algo más de ruido.

Tratar a los cuatro cursos por igual es un error. En 1º son muy niños y en 4º son adolescentes
envejecidos.

3) Mantener la atención va a ser una guerra

Pero se puede ganar. Los adolescentes están hiperestimulados y no precisamente incentivados para la
paciencia y la reflexión. Tu discurso compite con un móvil en el bolsillo que les “pica” como dice mi
compañero César. Con un mundo donde ven El Hormiguero y sus enfermizos cambios de cámara
mientras mensajean con sus compañeros.
Todos los defectos que comentamos a menudo en este blog se acentúan ante los adolescentes. Si
empollas tu charla, si lees las diapositivas, si llenas las diapositivas de texto no es que vayan a morir
por PowerPoint, es que va a haber un Pointicidio.

¿Y entonces me transformo en Pablo Motos? ¡No por Dios! Algunos oradores piensan que deben ser
un payaso y no parar quietos para que los adolescentes no se distraigan y el resultado es ridículo. Basta
con que tu charla no sea plana. Más en los siguientes consejos.

fuente: flickr. blushingmulberry. Licencia CC-NC-SA

4) Vídeo, imagen, aforismo… todo menos el párrafo en el proyector.

Los nativos digitales son la generación multimedia por excelencia. Escuchan música en YouTube no te
digo más. Consumen vídeo, imagen y sentencias cortas tipo memes como los que más por lo que
aléjate todo lo posible del párrafo en tus diapositivas. Que hagas una charla digamos muy “efectista”
no significa que no haya reflexión. Pero en este caso la reflexión la pone tu discurso, tu historia y tu
conclusión.

No les hagas leer. Hazles mirar.

5) Cambios de tono, cambios de posición.


Pueden ser premeditados o pueden ser sobre la marcha según veas a los muchachos de adormecidos
pero haz cambios en tu voz y en tu posición en la sala. Si pasas de un elemento crítico a una anécdota
para ilustrarlo que se note por tu voz y por tus gestos. Siempre que sea posible camina entre las filas
y aléjate del estereotipo del conferenciante sentado en una mesa de madera. Caminar a su lado
físicamente es una de las mejores costumbres que he cogido en estos años.

6) Que pregunten. Fuérzalo incluso.

Que los chavales pregunten mola pero no siempre es fácil. Cuanto más pequeños más preguntarán y
cuanto mayores más palo les dará lo que piensen el resto de compañeros. Un adolescente tiene mucho
miedo a dar una respuesta tonta y que los demás se rían. Valora y aplaude cualquier pregunta por
inocente que sea. Y si se ríen el resto de compañeros transforma la pregunta en algo interesante y
utiliza expresiones para que el chaval se crezca tipo “es una pregunta muy interesante porque…“. Si
dejas que se rían del primero no habrá un segundo.

Si eres tú el que lanza una pregunta un error frecuente es lanzar las preguntas “al aire”. ¿Qué pensáis
de las redes sociales?. Y nadie responde. En 3º de ESO sobre todo, preguntar a todos es no preguntar a
ninguno. Si ves que nadie se anima, directamente pregunta a uno de los chavales por su opinión.
Aunque suene brusco, esto es menos intimidante cuanto más abierta sea la pregunta. Preguntar
individualmente en qué año llegó Google a España suena a que tiene que saber la respuesta sí o sí.
Preguntar por el contrario “¿cuándo piensas que puedo empezar a funcionar Google en España?” es
mucho más amable.

Si empieza a hablar uno en voz alta será más fácil que los demás se animen. Una vez más, si vas a
hacer preguntas o conversar con ellos bájate de la tarima y rompe un poco esa “pared invisible”.
Profesor húmedo tras observar cómo alguien participa

7) Charla flexible

Insisto en que no sólo la ESO es muy heterogénea sino que los grupos, las salas, las iluminaciones…
todos esos factores hacen que los críos de 15 años que viste el lunes pasado se comporten de forma
distinta a los del lunes siguiente. Tu discurso tiene que ser fácilmente plegable al ambiente. Si están
muy dormidos o callados tendrás que hacer más animada la charla o si están excesivamente
palanchines entre ellos tendrás que callarte alguna broma y ser más serio. Estar abierto a las
circunstancias en lugar de llevar todo milimetrado, en estos casos, a mí me ayuda.

8) Sé humilde y firme

Los críos no soportan la pedantería y como algunos piensan que están de vuelta de todo si tratas de
vender la verdad absoluta la charla se transformará en una guerra de egos con frases del tipo “es que
mi padre dice que eso no es así”, “es que leí tal o cual cosa”… Encontrar el equilibrio entre ser
humilde y yo soy experto en este tema, no vosotros no siempre es fácil pero expresiones como “en
mi opinión”, “lo que yo haría” y similares ayudan.

Lógicamente 2 x 2 son 4 digan lo que digan pero trata de ser rotundo y cerrado en pocas cosas y en
las más importantes. Si en tu charla eres flexible, abierto y humilde pero en algo concreto dices “no
mira, esto es así” destacará sobre el resto y es más probable que cale que si toda la charla es “esta es
mi verdad pequeños ignorantes”.
9) Tiempo e idea central

Íntimamente relacionado con los problemas de atención está la duración de la charla. Si introduces
elementos multimedia, das paseos, preguntan, etc… no te va a quedar tiempo para mucho. Si vas a dar
una charla en horario escolar (55 minutos) piensa que tienes como mucho 20 minutos para exponer tu
idea.

10) Inspira

Aún no tienen hipoteca, ni hijos, ni 9 meses de paro a sus espaldas. Si hay un momento en la vida de
una persona donde se cree en las revoluciones es la adolescencia. Luego creces y te convences de que
ponerte un avatar amarillo es una forma digna de protestar.

Conquistar a una audiencia adolescente significa cambiar las cosas. Ellos sí que son capaces de salir de
la charla con ganas de comerse y cambiar el mundo. Provócales, pínchales, despiértales, sorpréndeles.
Haz todo lo posible por avivar ese espíritu joven que la sociedad se empeña en aletargar.

Cuando ve el Club de los Poetas Muertos en edad adulta sale pensando qué peli más agradable o qué
fotografía más bonita. Cuando uno lo ve de crío se pone a leer poesía o a formar su propio club: HACE
ALGO. No se trata de que seas Robin Williams ni que reinventes la oratoria, se trata de que te dejes la
puñetera piel porque entre esa nube de caras con acné y gorras fruncidas hay alguien con las ganas y
la capacidad de cambiar las cosas.

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