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Mantegazza, R. (2006). La muerte sin máscara.

Experiencia del morir y educación para la


despedida. Barcelona: Herder. Pp. 151-194.

Autor: Rafael Mantegazza Pág: 151 Ficha No.1


Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte.

“…la educación experimenta la alternativa entre propuestas formativas constreñidas por


completo por el plano técnico (en las que educar significa simplemente transmitir técnicas,
pidiendo y practicando la indiferencia respecto de los escenarios de sentido en los que
éstas se sitúan)…sin examinar el trasfondo social en el que se colocan”.

“Así, la pedagogía de la muerte debería constituir una ampliación de sentido con respecto
al tema del que se ocupa, una ampliación que se obtiene mediante la potenciación de las
técnicas educativas relativas a la elaboración del duelo y la despedida, arrancando la
reflexión sob.re la muerte en educación de los peligros privatísticos y subjetivistas en los que
está bloqueada, devolviéndola a una dimensión social.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 153 Ficha No.2
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Aceptar).

“También y en particular para quien desarrolla profesiones o desempeña funciones de


carácter educativo, para poder hablar en ser.io de muerte hace falta aprender a morir.”

“Educar para la muerte significa en primer lugar reconocer y ser conscientes de su


presencia y aprender a aceptarla. La figura que entra aquí en el campo de la educación
es la de la muerte negada: parece que no se pueda ni se deba educar a los niños y las
niñas para las cosas feas, para lo negativo y otras dimensiones residuales propias de la vida:
la· muerte, el dolor, el mal.”

“Ninguna institución educativa, ningún servicio ni proyecto están, de hecho, al amparo de


las sombras, y esto sale a flote a menudo cuando alguien muere: «Nuestro proyecto cambia
ele modo radical tras la muerte de un usuario, de un educador, de un progenitor». Pero si la
muerte parece educar por sí misma, si cada uno de nosotros cambia después de
enfrentarse a una muerte…”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 157 Ficha No.3
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Experimentar).

“…el hombre experimenta desde los inicios su poder para dar muerte, adquiere experiencia
de la muerte como poder antes que como algo que debe ser temido y respetado… Al
comienzo de su historia, para el hombre era tal vez más decisiva la experiencia de matar,
en la caza o en un enfrentamiento, que la de llorar a sus 1nuertos.”

“La muerte temida es, pues, una figura consecuencial respecto de la muerte procurada:
teme la muerte quien, en primer lugar, la ha experimentado, quien ha sentido la fuerza de
la posibilidad de acabar con los otros o consigo mismo. Para comprender la muerte hay
que experimentarla, a menos como posibilidad.”

“La representación, incluso violenta, de la experiencia del morir, desata en los más jóvenes
pulsiones y energías insospechadas de la libido. La adolescencia es una tanatología en
acto.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 160 Ficha No.4
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Experimentar).

“Quienes mueren, de hecho, son siempre los otros: nosotros nunca podemos adquirir
experiencia de nuestra muerte… esta experiencia permanece inexperimentada, sólo la
podemos imaginar, temer o soñar.”

“Si a cada uno y a cada una puede serle restituida su muerte específica, es entonces
posible que el principio del respeto y de la convivialidad de las diferencias lance sus rayos,
desde el reino de la muerte, sobre el precario horizonte de la vida… ninguna muerte debe'
quedar en el olvido porque cada una de ellas nos enriquece al dotarnos de una
experiencia de sentido.”

“Enseña a los jóvenes a recordar las muertes de las que son testigos es ya hacerles vivir la
experiencia de la muerte y, sobre todo, hace que sientan una forma de poder sobre la
muerte que no sea necesariamente procurarla.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 163 Ficha No.5
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Preparar).

“Existe un abismo entre pensar en suicidarse y transformar ese pensamiento en un proyecto


que llegue a buen fin. Preparar la muerte no significa restablecer los rituales del memento
mori medieval; quiere decir, por ejemplo, explicitar, aunque sea en la dimensión de la
ficción o del juego, aquel proyecto implícito de muerte que cada cual probablemente
posee.”

“Que una persona desee morir durante el sueño para no sufrir, o combatiendo por la
libertad, o tras un acto de amor, son todas ellas representaciones útiles para plantear aquel
tratamiento anticipado de la separación necesaria en la educación para la muerte.
Explicitar estas narraciones a partir de la dimensión del juego, trabajando, por ejemplo, con
sujetos en edad evolutiva, puede representar una buena carta en la idea de una
educación para la muerte”.
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 164 Ficha No.6
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Preparar).

“Si tras la muerte nuestra vida quedará en manos de quienes nos aman o nos odian,
prepararla significa también fingir que ya está aquí presente y convertir esta ficción en un
pretexto para modificar algún elemento de nuestra vida.”
“Preparar al otro (y a uno mismo) para la muerte es tal vez la máxima expresión del
cuidado, una dimensión que demasiado a menudo se asocia retóricamente a la vida,
como si en la muerte no hubiese ya nada que debiera ser cuidado… La gran contradicción
es que estamos preparando a alguien para algo que no conocemos realmente, que nunca
hemos experimentado.”

“El aspecto visible, físico, de la muerte es extremadamente violento y ofensivo; si no se lo


puede acallar o apartar, tampoco puede ser exhibido en su cruda desnudez. Algunos
médicos creen preparar a los pacientes púa la muerte cuando les comunican un
diagnóstico aciago, incluso de manera brutal. Suavizar las prácticas de narración de la
muerte es una estrategia de preparación.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 166 Ficha No.7
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Preparar).

“Si entrar en una nueva institución significa verse reestructurado en el plano corpóreo,
también quiere decir convertirse en un nuevo sujeto prepararse para serlo y, por lo tanto,
tener que elaborar el duelo por la pérdida de algunos aspectos de la subjetividad
precedente.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 168 Ficha No.8
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Acompañar).

“Es la muerte, no el nacimiento, lo que nos emparenta… Pero saber que moriremos, tal
como lo sabemos, podría constituir un pretexto válido para unirnos y consolarnos
recíprocamente… La muerte en la que somos acompañados o en la que acompañamos a
otros resulta, en cierto modo, una figura de la muerte amada… Se convierte en una muerte
compartida, no vivida en soledad, una muerte que se afronta con el alivio de una
presencia amiga.”

“Quizá, para un ser humano, la peor expropiación consiste en no compartir los últimos
instantes de vida de una persona querida: llegar con retraso al lecho de un moribundo
expropia de un ritmo y de un ritual que no se encuentran en ningún otro lugar.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 170 Ficha No.9
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Acompañar).

“Captar el último estertor, escuchar el postrer aliento significa acompañar al moribundo


pero, sobre todo, acompañarse a uno mismo en d descubrimiento de una nueva dimensión
de la escucha.”

“Esto significa que cada palabra de un semejante podría constituir su último mensaje, que
la inclinación de la muerte sobre la cotidianidad, nos hace responsables de la escucha y de
la custodia de la palabra o del estertor del otro en cualquier momento, no sólo cuando la
muerte muestra su proximidad, tangible y evidente… Estar allí, no irse ni huir; el valor de
permanecer es el auténtico y profundo acompañamiento a la muerte.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 174 Ficha No.10
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Despedir).

“Tanto en lo que concierne a la muerte simbólica como a la muerte real, hay que aprender
a despedirse: del moribundo y de nosotros mismos, de la relación que se tiene con él/ella y
de las imágenes que nos llevamos dentro… Una de las tareas más arduas en la elaboración
del duelo es saber pasar cuentas con la imagen del muerto, comprender qué imagen de
él/ella queremos y podernos llevarnos con nosotros.”

“Para poder despedir realmente a la muerte y al moribundo es necesario ante todo


despedirse de imágenes y partes de nosotros mismos que ya no existen, y esto significa, en
concreto, aprender a despedirse de la propia infancia.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 180 Ficha No.11
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Celebrar).

“Mayor respeto merecen las capillas ardientes, ligadas a símbolos y ritos religiosos, a veces
también sobreexpuestos, en todo caso, a una ritualidad que sitúa al muerto en el centro de
la escena, respetándolo precisamente mientras lo exhibe… El templo, la iglesia o incluso el
espacio destinado al rito de la separación escenifican la socialidad del alejamiento y la
despedida. También para un laico o un no creyente se requiere un espacio de adiós
celebrado y colectivo,”

“Finalmente, el cementerio, espacio de reposo y de exorcización y alejamiento del muerto,


espacio de reflexión y a menudo de exposición de las1diferencias sociales. El miedo al
tiempo muerto y vacío, que caracteriza muchas de nuestras relaciones y, sobre todo, tantos
vínculos educativos; el ansia de llenar el tiempo con cosas que hacer y qué decir, acaso
tiene a sus espaldas el terror por el tiempo del morir. Se llena el tiempo hasta la extenuación,
porque en los fragmentos que se dejan libres se puede insinuar la muerte.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 184 Ficha No.12
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Celebrar).

“Si cadáver es una palabra tabú, hay que inventar nuevas metáforas para explicar su
presencia carnal, sin limitarse a reproducir su aspecto perturbador, como si bastase
fotografiar la realidad de la putrefacción para comenzar un discurso sobre la muerte.”

“Es necesario ver el cuerpo vivo que muere, el paso del cuerpo de un estado a otro, y esto
es difícil en un mundo en el que, estadísticamente, un joven de 18 años ha visto morir a unas
diez mil personas en televisión y a ninguna (o tal vez una) en la realidad.”

“…hay que decir, en primer lugar, que en la actualidad estamos rodeados, o incluso
asediados, por cosas que evocan la muerte.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 188 Ficha No.13
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Narrar).

“No se puede narrar la muerte como si fuera un objeto cualquiera, como algo quieto y que
estuviera allá afuera, sometido pasivamente a nuestras indagaciones y exploraciones… Sólo
es posible narrar la muerte sobre la base de un pensamiento que libere potencialmente a
todos y a todas y que se extienda a los confines del universo conocido, que comprenda a
los anímales y las plantas, a cualquiera que esté muriendo y padeciendo en cualquier
rincón del mundo.”

“Sobre esta base no podemos, sin embargo, olvidar que, aquí abajo, la muerte es
apelación, escándalo nunca subsanado, balance entre justicia e injusticia… la muerte es
socializar la denuncia ante su injusticia y la violencia gratuita que comporta, más aun si se
repara en el hecho de que todavía está inscrita en un mundo irredento.”

“Contar la muerte sólo tiene entonces, en cierto sentido, la función de consolar a los vivos.”
Autor: Rafael Mantegazza Pág: 192 -194 Ficha No.14
Tema: Capítulo cuarto. Huellas. Pedagogía de la muerte (Callar).

“A veces se tiene que callar p9;que éste es el único modo de hablar… La muerte concluye
en el doble mutismo de quien se va y ya no puede articular pah1bra, y de quien se queda y
siente que el silencio lo acoge, lo acuna, lo hace suyo.”

“No sabemos qué hay después de la muerte, ni puede decirse que sepamos qué hay
después de la educación. Sobre esto se debe callar, lo descubrirán los sujetos, lo descubrirá
quien se ha ido, quien ya no está, aquel a quien ya no podemos acunar, acariciar, vigilar y
castigar.”

“Que nos sea dada la posibilidad de permanecer callados y que este silencio no sepa a
traición. Que nos sea permitido descansar. Y poder, después de tanto gritar, gozar del
derecho de dormirnos en paz.”

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