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Zapayán es un municipio del Magdalena que toma su nombre de la ciénaga que

lo rodea y cuya cabecera municipal es Punta de Piedras. Este pueblito de calles


polvorientas, que difícilmente podría uno encontrar en google maps, cuenta con
una gran riqueza cultural y un sin número de historias en cada esquina.

En Piedras de Moler, Magdalena, un corregimiento de este municipio, nació


uno de los padres del folclor vallenato: Abel Antonio Villa. Otro de los
personajes singulares de Punta de Piedras fue la señora Cleotilde Guette
Medina, cuya singular historia le sirvió al periodista Jorge Cura para ganar el
premio de periodismo Rey de España por la crónica «Doña Cleotilde: 119 años
de amor». (Corregir lo anterior).

Zapayán, al igual que cualquier otro pueblo caribeño, no escapa a esa realidad
mágica garciamarquiana que se ha hecho excesivamente notoria debido a la
monstruosa figura de nuestro Nóbel.

Lo anterior podría dar pié para decir que, debido a esto, en muchos de estos
pueblos polvorientos y víctimas de la inclemente canícula, hay cierto turismo.
Falso. Toda esa admiración macondiana sólo se limita a los clichés de la
desastrosa publicidad con la que, a partir de García Márquez, se nos pretende
vender lo que es ser Caribe.

En este pequeño pueblo no sólo hay lugar para las historias, sino también para
la danza, como la del Gusano.

Esta danza nació en 1994 por iniciativa de Rafael de la Cruz, docente y gestor
cultural, para realizar una muestra folclórica en un encuentro regional que contó
originalmente, con 11 integrantes y después de dicha presentación, quedaría
siendo la danza representativa del municipio.
Un aspecto importante que hay que resaltar es que, en sus 20 años de vida, la
danza ha alcanzado muy buenos logros, entre los que se destacan los siguientes:
dos primeros puestos en la Gran Parada de Puerto Colombia; un primer y tercer
puesto en la Batalla de Flores de Santo Tomás; dos segundos puestos y un
Congo de Oro en el Carnaval de Barranquilla; y ocho primeros puestos en el
Carnaval de Barranquilla de la calle 44.

Pero no todo es color rosa, en los últimos años la danza ha dejado de contar con
ayuda económica por parte del municipio. Teniendo en cuenta que todas estas
manifestaciones culturales, representan una forma de resistencia frente al
abandono del estado y frente a las distintas formas de violencia que se pueden
presentar en dichos lugares.

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