en lo que alimentábamos el ánima de sabores apenas recordados y alguna que otra etiqueta: Maltina, Jupiña, Materva, peras, manzanas. Comimos tierra. Cable, sogas. Y “de aquellas jicoteas de Masabo, que no las tengo y siempre las alabo”. Majúas, calandracas. Memorándum enteros.