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Diversidad y clinica psicoamalitica: apuntes para un debate Débora Tajer En este capitulo me interesa especialmente referirme a algunos de- bates actuales en torno a la relaci6n entre las subjetividades sexua- das y la clinica psicoanalitica. En ese sentido, trataré de focalizar en los posibles aportes de la articulacién entre el psicoandlisis y los estudios de género, en relacién con varios de los desafios que se nos presentan en la clinica psicoanalitica en la actualidad. Entre esos desafios podemos enumerar: a) Los cambios producidos en la configuracién de las femineida- des y las masculinidades, en sus roles, ideales y conformacio- nes deseantes, que establecen conflictos histéricamente espe- cificos. b) Las transformaciones en las relaciones de poder entre los gé- neros en la vida cotidiana, que han creado mayores libertades, pero también nuevos modos tanto de sufrimiento como de pla- ceres. c) La aparicién de una multiplicidad de configuraciones y si- tuaciones familiares que ponen en cuestién la relacién entre formacién de pareja y parentalidad: las familias ensambladas (los mios, los tuyos y, a veces, los nuestros), el impacto de las nuevas tecnologias reproductivas, las decisiones de separacio- nes en el curso de embarazos, separaciones y tenencias com- partidas de nifios muy pequefios (incluso menores de un afio), la monoparentalidad por opci6n, la homoparentalidad, la pa- rentalidad compartida sin constituir una pareja, entre otras. d) La visualizacién del campo de las practicas de la diversidad sexual, que incluye las prdcticas de sexualidad por fuera de [123] 124 Débora Tajer lo heteronormativo y- de la biparticién identitaria en géne- ros. Todo ello desde el campo de las y los propios actores se denomina LertTs (lesbianas, gays, travestis, transexuales y bisexuales).' e) El nuevo panorama que se abre a nivel de la procreacién en la articulacién entre las posibilidades de las nuevas técnicas reproductivas (fertilizacién asistida, alquiler de vientre, dona- cién de évulos y esperma, entre otras) y las decisiones repro- ductivas: alargamiento de la edad de procreacién en mujeres, la opcién por la monoparentalidad y que, en el campo de la diversidad sexual, permiten separar el deseo de hijo/a de la existencia de una pareja basada en la diferencia sexual. De hecho, mas alld de que intentemos tapar el sol con las manos, ha habido cambios en la vida cotidiana y en los horizontes de los proyectos de vida de las y los sujetos actuales que tienen impacto en la clinica y establecen nuevas demandas y conflictos. Una primera reflexion a modo de recaudo epistemoldgico y ético que yo plantearia es que estos desafios presentan dos caras. Una de ellas se refiere a no dejar que el prejuicio, o las concepcio- nes anteriores a los problemas actuales, nos hagan ver los cambios sefialados como psicopatol6gicos per se. La otra es que tampoco re- signemos el poder identificar las formas que pudiera ir adoptando la psicopatologia en lo nuevo. Deslindar estas dos caras de la problematica-es un imperativo ético para poder seguir sosteniendo lo que a mi modo de ver es el compromisi basico del psicoandlisis con la sociedad: trabajar con las formas en las cuales se expresa el malestar humano, ponién- dole palabras al dolor. Es muy importante que tomemos esto como tarea, para que no nos ocurra que por abstenernos de repensar frente a los nuevos desafios nos quedemos siendo los guardianes de lo que en un momento fue vanguardia y hoy puede convertirse en reliquia. . Para entrar de lleno en el tema, es preciso contextualizar me- diante una breve actualizacién cé6mo comienza y qué sentido ha pro- 1. Al respecto hay muchisimas discusiones, por ejemplo si estamos frente a algo nue- vo en las practicas en sfo silo nuevo es la visibilidad y la busqueda de legitimacién social. Podemos ubicar aqui Ja existencia de las marchas del orgullo gay y los desarro- los te6ricos de los estudios queer, relacionados con los estudios de género, pero que a a vez los critican por hallarlos “demasiado heteronormativos”. Diversidad y clinica psicoanalitica 125 ducido la introduccién de la perspectiva de género en el trabajo y el pensamiento psicoanaliticos. . Podemos seiialar que, en un primer momento, se traté de rela- cionar el estatus subordinado de las mujeres en el sistema patriar- cal con las formas del malestar femenino. Esta tarea se realiz6 siguiendo la linea que planteé Freud en El malestar en la cultura, texto en el cual expresa que no podemos esperar una conformacién similar de los aspectos morales en aquellos que mas gozan de los bienes sociales (él se referfa a los sectores més acomodados de la sociedad, entre los cuales se incluia) y los sectores mas pobres.” #1 decia que quienes eran mds afortunados socialmente podian estar mds dispuestos a dejar de lado sus deseos egoistas para so- meterse a los ideales culturales y sociales, de los cuales se vefan beneficiados en mayor medida que los sectores subordinados. De este modo entendia que los sectores sociales mas bajos no estuvie- ran muy dispuestos a las renuncias pulsionales a favor del interés colectivo. Esta linea fue afios mas tarde retomada por Herbert Marcuse para expresar esta demanda hacia los sectores sociales subordina- dos, de mayor exigencia de devolucién social a cambio, como base de las relaciones capitalistas que él analizaba en términos de la produc- cién de un plus de malestar$ Estos desarrollos fueron retomados por los estudios de género, utilizando estas herramientas para un grupo que hasta ese mo- mento no habfa sido pensado como subordinado socialmente: las mujeres. La psiquis femenina habia sido pensada en tanto efecto de la diferencia sexual anatémica.* Por lo tanto, sacar a la femi- neidad del campo de la esencia (“lo” femenino) y de la determina- cién biolégica de la psicologia (consecuencias psiquicas de la dife- rencia sexual anatémica), para darle un estatus de construccién social que constituye psiquismo, fue la tarea emprendida por los estudios de género en un comienzo en su didlogo con el psicoandli- sis. Y desde ese nuevo punto de partida, luego se traté de ver c6mo se constitufa la femineidad de cada mujer como modo particular de singularizacién en relacién con un social histérico en el cual 2, 8. Freud, EI malestar en la cultura (1980), en Obras completas, Buenos Aires, Amo- rrortu, 1988, vol. 21, pp. 57-140. 3. H. Marcuse, Eros y civilizacién, Barcelona, Seix Barral, 1968. 4. Véase S. Freud, “Algunas consecuencias psiquicas de la diferencia anatémica entre Jos sexos” (1925), en Obras completas, 1984, vol. 19, pp. 259-276.

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